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Casino Island, una isla donde el juego, el placer, los excesos y la playa se dan la mano. Yo caminaba por aquella isla donde, había estado dos veces, una acabé cenando con una hermosa dama, y otra ayudando a rescatar a una burra con dos tipos muy extraños, solo de recordarlo me daban escalofríos.
En esa ocasión había elegido para mi indumentaria un traje de lino blanco, una camisa negra, un sombrero también blanco con una tira negra y unos mocasines negros, y como siempre llevaba una pistolera a la cintura con mis dos pistolas y mi arrow of destruction atada a mi brazo derecho.
Me encontraba paseando por las luminosas y bulliciosas calles de casino island, era una noche hermosa, con una enorme luna llena que reinaba en el cielo, no hacia ni frío, ni calor, era la noche perfecta.
Ya eran tres veces con esta, en la que estaba en esta isla, la primera fue por placer, la segunda prefiero olvidarla, y la tercera…bueno si siguiéramos el orden ahora tocaría placer, pero me dije a mi mismo:
- No estamos en una isla de juego, pues que elija el azar.
Asique saque un berry de mi bolsillo y pensé en jugármelo a cara o cruz el plan de aquella noche, pero pensé en dejar esa decisión al primer viandante con el que me encontrará
En esa ocasión había elegido para mi indumentaria un traje de lino blanco, una camisa negra, un sombrero también blanco con una tira negra y unos mocasines negros, y como siempre llevaba una pistolera a la cintura con mis dos pistolas y mi arrow of destruction atada a mi brazo derecho.
Me encontraba paseando por las luminosas y bulliciosas calles de casino island, era una noche hermosa, con una enorme luna llena que reinaba en el cielo, no hacia ni frío, ni calor, era la noche perfecta.
Ya eran tres veces con esta, en la que estaba en esta isla, la primera fue por placer, la segunda prefiero olvidarla, y la tercera…bueno si siguiéramos el orden ahora tocaría placer, pero me dije a mi mismo:
- No estamos en una isla de juego, pues que elija el azar.
Asique saque un berry de mi bolsillo y pensé en jugármelo a cara o cruz el plan de aquella noche, pero pensé en dejar esa decisión al primer viandante con el que me encontrará
Crimson
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¡Estaba en racha! Llevaba ya varios miles de berries ganados en la máquina de las tragaperras. Claro, esto no era fruto de la casualidad, tenía un sistema. Crimson siempre había sido el niño aventajado de clase por lo que era un chico muy listo. Se sentaba detrás, comía chicles, tenía las piernas siempre estiradas y apoyadas en la silla de delante, se saltaba las clases, intentaba ligar con la maestra... Lo que se dice el ojito derecho de la profe.
Su sistema era el siguiente: encontrar a alguien con un sistema y pedírselo prestado amablemente con amenazas de muerte a él y sus hijos. Así de buena persona era el capitán pirata. Lo cierto era que en caso de no ceder a sus chantajes no les haría nada, no atacaba a nadie sin motivo. Si habia algo que no soportaba eran los cobardes, así que si alguien cedía a sus chantajes era que se lo merecía, además está muy feo eso de estafar a las altruistas y benévolas personas del casino, por lo que para cuidar de su reputación Crimson asumiría las consecuencias llevándose el pequeño porcentaje del 100%. ¡Todo un santo!
Después de marcharse de las tragaperras con montones de monedas que ya no le cabían en los bolsillos se dirigió a las mesas a jugar al póker. No era un buen jugador, apenas y se sabía las reglas del juego, pero ganó todas las partidas. El resto le acuchillaban con la mirada, cada vez que se vanagloriaba en su "suerte". Era muy fácil ganar a esos juegos si se tiene el haki de observación, pues puedes saber en todo momento las intenciones de los demás.
Su presencia destacaba, era muy ruidoso, y los ganadores, sobretodo los que se jactaban de ello, siempre atraían furtivas miradas. Las mujeres de le amontonaban alrededor mientras el disfrutaba como un niño por la racha que llevaba. Ése día se estaba haciendo de oro. Llevaba ya más de cien mil berries ganado y esto solo empezaba. Las chicas incluso empezaban a corear su nombre. Era fantástico ser él.
Su sistema era el siguiente: encontrar a alguien con un sistema y pedírselo prestado amablemente con amenazas de muerte a él y sus hijos. Así de buena persona era el capitán pirata. Lo cierto era que en caso de no ceder a sus chantajes no les haría nada, no atacaba a nadie sin motivo. Si habia algo que no soportaba eran los cobardes, así que si alguien cedía a sus chantajes era que se lo merecía, además está muy feo eso de estafar a las altruistas y benévolas personas del casino, por lo que para cuidar de su reputación Crimson asumiría las consecuencias llevándose el pequeño porcentaje del 100%. ¡Todo un santo!
Después de marcharse de las tragaperras con montones de monedas que ya no le cabían en los bolsillos se dirigió a las mesas a jugar al póker. No era un buen jugador, apenas y se sabía las reglas del juego, pero ganó todas las partidas. El resto le acuchillaban con la mirada, cada vez que se vanagloriaba en su "suerte". Era muy fácil ganar a esos juegos si se tiene el haki de observación, pues puedes saber en todo momento las intenciones de los demás.
Su presencia destacaba, era muy ruidoso, y los ganadores, sobretodo los que se jactaban de ello, siempre atraían furtivas miradas. Las mujeres de le amontonaban alrededor mientras el disfrutaba como un niño por la racha que llevaba. Ése día se estaba haciendo de oro. Llevaba ya más de cien mil berries ganado y esto solo empezaba. Las chicas incluso empezaban a corear su nombre. Era fantástico ser él.
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La figura de aquella chica caminaba por la arena de la playa con una sonrisa en su boca, una sonrisa sádica y temible. La devastadora había acabo de cobrar cincuenta millones por acabar con la vida de un general y se largaba al casino a pasarlo bien con toda aquella pasta que llevaba consigo. Sus vestimentas ese día eran algo más cortas debido al calor que hacía en aquella noche. Llevaba una camiseta morada por encima de su sostén negro, la camiseta acababa unos centímetros antes de llegar a su ombligo, dejando ver un pircing plateado. También llevaba unos pantalones cortos morados que llegaban hasta un poco por encima de sus rodillas. En sus pies portaba unas sandalias dejando ver sus uñas pintadas de color negro. Lo que sorprendía de la chica era el arma que llevaba en la espalda. Un enorme mandoble casi más grande que ella, envuelto en vendajes blancos y parecía ser inofensivo.
Su pelo lo llevaba suelto y sus azulados ojos observaban ya la entrada de aquel casino. No tardó mucho en llegar y plantarse frente a los dos gorilas que había por guardias. Intentó pasar pero uno la retuvo y le pidió el motivo por el que quería entrar. En ese momento el rostro de la chica se ensombreció mientras miraba al suelo y su sonrisa aumentaba levantando la mirada ahora con sus ojos de color rojo y sus dientes afilados. No dijo nada, eso bastó para que el guardia asintiera echándose a un lado y dejándola pasar al interior sin hacer preguntas. El otro guardia lo consiguió ver y no dijo nada, al parecer no era una chica cualquiera, era usuaria de alguna fruta y aquellos tipos no querían meterse en líos por lo que se veía. De repente la suave y dulce voz de aquella chica sonó en un tono algo sádico y macabro.
- Tanto cuerpo y tan poca cabeza. Si esa era la protección de este lugar, con un tajo podría partir en dos a todo el mundo y quedarme sola. Bueno es la hora.
Dijo mientras paseaba por la zona viendo a la gente jugar tranquilamente a las maquinas. Otros jugaban al poker y algunos se iban a las dianas o futbolines tradicionales. La chica por su lado llegó al baño de mujeres mientras silbaba. Una vez llegó allí, se miró al espejo sonriente y metió su mano en el sostén sacando algunos billetes. Sin embargo en el reflejo del espejo pudo ver a un hombre con aspecto de viejo verde, con una pañuelo en la mano y acercándose por detrás a la chica. Esta sonrió calmada y en el momento adecuado lanzó una patada hacia atrás golpeando al tipo en la boca del estomago dejándole sin aire. A continuación se giró de nuevo y elevó su pierna lanzando una patada descendente y clavándole la cara en el suelo mientras sus ojos brillaban rojizos y una tétrica sonrisa salía ahora de sus labios mientras se relamía despacio mirando a esa basura que tenía delante de sus azulados ojos.
- No eres mi tipo, soy demasiado para ti, pero si quieres puedo dejarte ser aplastado por mi pie, payaso.
Su pelo lo llevaba suelto y sus azulados ojos observaban ya la entrada de aquel casino. No tardó mucho en llegar y plantarse frente a los dos gorilas que había por guardias. Intentó pasar pero uno la retuvo y le pidió el motivo por el que quería entrar. En ese momento el rostro de la chica se ensombreció mientras miraba al suelo y su sonrisa aumentaba levantando la mirada ahora con sus ojos de color rojo y sus dientes afilados. No dijo nada, eso bastó para que el guardia asintiera echándose a un lado y dejándola pasar al interior sin hacer preguntas. El otro guardia lo consiguió ver y no dijo nada, al parecer no era una chica cualquiera, era usuaria de alguna fruta y aquellos tipos no querían meterse en líos por lo que se veía. De repente la suave y dulce voz de aquella chica sonó en un tono algo sádico y macabro.
- Tanto cuerpo y tan poca cabeza. Si esa era la protección de este lugar, con un tajo podría partir en dos a todo el mundo y quedarme sola. Bueno es la hora.
Dijo mientras paseaba por la zona viendo a la gente jugar tranquilamente a las maquinas. Otros jugaban al poker y algunos se iban a las dianas o futbolines tradicionales. La chica por su lado llegó al baño de mujeres mientras silbaba. Una vez llegó allí, se miró al espejo sonriente y metió su mano en el sostén sacando algunos billetes. Sin embargo en el reflejo del espejo pudo ver a un hombre con aspecto de viejo verde, con una pañuelo en la mano y acercándose por detrás a la chica. Esta sonrió calmada y en el momento adecuado lanzó una patada hacia atrás golpeando al tipo en la boca del estomago dejándole sin aire. A continuación se giró de nuevo y elevó su pierna lanzando una patada descendente y clavándole la cara en el suelo mientras sus ojos brillaban rojizos y una tétrica sonrisa salía ahora de sus labios mientras se relamía despacio mirando a esa basura que tenía delante de sus azulados ojos.
- No eres mi tipo, soy demasiado para ti, pero si quieres puedo dejarte ser aplastado por mi pie, payaso.
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La cosa era que si salía cara, me iría de casinos y si salía cruz sería una noche de relax, lancé el berry al aire y, mientras iba dando vueltas en el aire, la luz de la luna lo iluminaba dándole un brillo especial a la moneda. Y al caer al suelo, salió cara lo cual quería decir que sería una noche de apuestas y desenfreno. Recogí el berry del suelo y me dirigí al primer casino que encontré, el único problema que había era el arma que llevaba atada al brazo, pues mis pistolas se podían ocultar, si me ponía la chaqueta atada a la cintura, pero si los dos gorilas que había en la puerta me veían, no me dejarían pasar al casino, así que tuve que idear un plan. Mi plan era volar hacía la ventana del baño del casino que estaba a 10 o 12 ventanas del suelo y entrar por la ventana, encontrar la ventana correcta no sería problema, pues el casino estaba iluminado como un árbol de navidad. Me quite la chaqueta y la camisa, y después me convertí en ángel de mi espalda salieron un par de alas blancas, en el momento en el que salieron comencé a elevarme hasta la ventana del baño. Me elevé y vi que en el baño de los hombres no había nadie, lo malo es que la ventana estaba cerrada, pero en el de las mujeres vi a una hermosa joven y a un tio en el suelo, probablemente un pervertido que intentó hacerle algo. Lo que estaba claro, era que tendría que tener cuidado con aquella mujer, pues me percate de que llevaba algo grande, envuelto a la espalda, probablemente un arma. Asi qué me acerque a la ventana, di unos toquecitos con los nudillos y dije:
- Señorita,¿ sería tan amable de abrirme la ventana?
- Señorita,¿ sería tan amable de abrirme la ventana?
Crimson
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Se cansó rápidamente del póker, por lo que decidió volver a "probar suerte" en las máquinas tragaperras. Por lo que necesitó llamar nuevamente al que tenía el sistema para que le asesore. Un hombre, de unos treinta y pocos, bajito y encorvado, con el pelo castaño, se acercó a él, temoroso por las consecuencias que pensaba que podía tener si no conseguía que el pirata gane su dinero. Crimson sólo le estaba dando un pequeño susto, a ver si así aprendía a no ser tan jodidamente débil y cagón. Se tiró otra media hora más en las maquinas y siguió consiguiendo sin mucha dificultad cuantiosas ganancias que iba sumando ya a los cien mil berries que ya había cobrado. Sin duda tenía que repetir eso muchas más veces.
Ahora tenía una cifra algo superior a los ciento cincuenta mil. Por lo que se acercó a la bar del casino y se pidió unas cuantas copas. Una camarera, espectacular, se le acercó y le dijo que qué se le ofrecía, a lo que él simplemente respondió que la quería a ella. Soltó una forzada risa, pues intentaba agradar a sus clientes y Crimson lo era y volvió a formular la pregunta, esta vez especificando en que si quería beber algo. Al ver que entraba al trapo simplemente le dijo que le trajeran lo tercero más caro que tenían, pues su experiencia le decía que siempre que pidiese lo primero más caro te clavaban con el precio y si pedías lo segundo, ellos se encargaban de que tenga un precio similar, por lo que ir a por lo tercero siempre era una buena opción.
Al poco rato le trajeron un champagne de siete mil berries. Le quitó de las manos la botella a la rancia camarera que no había caído en su juego y se sirvió una copa. Se la bebió del tirón. Siguió así con las siguientes. Se terminó en quince minutos esa primera botella. Pidió otra y se la volvió a beber entera, esta vez en poco más de veinticinco minutos. Se levantó, dejando los berries necesarios para cubrir los gastos de las dos botellas y se fue, dando tumbos, hasta los baños. Entró y se fue directamente a mear. Pero no encontraba ningún urinario, era extraño que no hubiese ninguno. Por lo que de una patada abrió una puerta y se sacó la chorra. Meó en uno de los retretes, extrañamente limpios, que tenía delante. No apuntó demasiado bien y dejó un rastro. Era increíblemente extraño mear cuando no te sentías la polla. Veías que salía el chorro, pero no lo sentías. En plena oscuridad costaba saber si seguías meando o si ya habías terminado, por suerte ahí había suficiente luz. Salió a la parte d elos lavabos y una chica, morena, le vio y salió corriendo. -Esta idiota se mete a dónde no debería entrar y se asusta de ver un monumento tan bonito- dijo Crimson entre risas. Se la guardó.
Ahora tenía una cifra algo superior a los ciento cincuenta mil. Por lo que se acercó a la bar del casino y se pidió unas cuantas copas. Una camarera, espectacular, se le acercó y le dijo que qué se le ofrecía, a lo que él simplemente respondió que la quería a ella. Soltó una forzada risa, pues intentaba agradar a sus clientes y Crimson lo era y volvió a formular la pregunta, esta vez especificando en que si quería beber algo. Al ver que entraba al trapo simplemente le dijo que le trajeran lo tercero más caro que tenían, pues su experiencia le decía que siempre que pidiese lo primero más caro te clavaban con el precio y si pedías lo segundo, ellos se encargaban de que tenga un precio similar, por lo que ir a por lo tercero siempre era una buena opción.
Al poco rato le trajeron un champagne de siete mil berries. Le quitó de las manos la botella a la rancia camarera que no había caído en su juego y se sirvió una copa. Se la bebió del tirón. Siguió así con las siguientes. Se terminó en quince minutos esa primera botella. Pidió otra y se la volvió a beber entera, esta vez en poco más de veinticinco minutos. Se levantó, dejando los berries necesarios para cubrir los gastos de las dos botellas y se fue, dando tumbos, hasta los baños. Entró y se fue directamente a mear. Pero no encontraba ningún urinario, era extraño que no hubiese ninguno. Por lo que de una patada abrió una puerta y se sacó la chorra. Meó en uno de los retretes, extrañamente limpios, que tenía delante. No apuntó demasiado bien y dejó un rastro. Era increíblemente extraño mear cuando no te sentías la polla. Veías que salía el chorro, pero no lo sentías. En plena oscuridad costaba saber si seguías meando o si ya habías terminado, por suerte ahí había suficiente luz. Salió a la parte d elos lavabos y una chica, morena, le vio y salió corriendo. -Esta idiota se mete a dónde no debería entrar y se asusta de ver un monumento tan bonito- dijo Crimson entre risas. Se la guardó.
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Los ojos de la chica seguían observando aquel imbécil que se encontraba en el suelo, no sabía si esconderlo o tirarlo por la ventana, las opciones eran múltiples, pero ahora no tenía tiempo y quería dirigirse tranquilamente a las mesas de juegos para divertirse. La cosa era el juego, no sabía a cual dirigirse primero, si a las mesas de poker o simplemente a las de dados, también entraban en sus objetivos las tragaperras. Había demasiado que hacer, su garganta estaba algo seca y eso era señal de que necesitaba un buen trago para continuar aquella noche en la que se iba a divertir. Le daba igual amanecer tirada en un bosque, dormida en el suelo del local o quizás en la cama de alguien interesante. Todo podía ocurrir en aquella noche, sin embargo lo primero que hizo fue agacharse y registrar los bolsillos del presunto violador que trató de ponerle aquel pañuelo en la boca. Ese idiota pretendía violarla y sin llevar ni un duro encima, maldito capullo integral sin clase, la chica ahora pensaba en meterle la cabeza en el váter y tirar de la cadena, o quizás coger el mango de su arma y con paciencia y saliva meter…
Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos golpes, sin entender lo que ocurría miró hacia atrás y pudo ver a una paloma de perlo rojo o eso pensaba que era. Pegó dos pasos atrás con una gotita de sudor cayéndole por la frente mientras alzaba una ceja. Las palomas no hablaban y aquel tipo le pedía que le dejara entrar, lo que le faltaba, un usuario de cigüeña que se quería colar en el casino. La situación era demasiado rara, se acercó a la ventana con la mano en el mango de su arma cuando de repente escuchó el grito de una chica morena. Se giró deprisa de nuevo sin llegar a abrir la ventana y lo que vio allí no fue normal. Un tipo moreno, bastante atractivo, con el miembro sexual a plena vista. La chica retrocedió un poco mientras pegaba ahora su espalda al cristal de la ventana y miraba fijamente al moreno a los ojos mientras alzaba ahora la otra ceja.
- Joder, vas bien armado por lo que veo. Tú y yo vamos a tener que conocernos, si es que estas a la altura claro.
Dijo de repente mientras sonreía con picardía y se cruzaba de brazos, empezó a caminar al chico cuando de repente se acordó de la paloma pelirroja, se giró mirándolo a través de la ventana y tras un suspiro quitó el pestillo abriendo la ventana y dejándole paso. A continuación se echó a un lado pegando la espalda a una puerta de los lavabos mientras pegaba un suspiro entrecerrando los ojos y observando a los dos tipos. Ambos eran muy distintos y no los conocía, estaba tranquila pues si intentaban algo, siempre podría usar sus habilidades para combatirlos aunque fueran dos. Pero después pensó que estaba siendo un poco desconfiada, no debía juzgar a las personas a la ligera.
- Bueno, esta situación es muy rara, no sé qué hacéis en el baño de las mujeres ahora, pero como alguno de los dos intente joderme, le arranco la puta cabeza y la tiro por la ventana. ¿Me habéis oído?
Dijo mientras fruncía el ceño y de repente sus ojos se tornaron en un color rojo como la sangre y sus colmillos se afilaron, los dejó a simple vista para que los pudieran ver y así hacerse a la idea. Solo faltaba ver qué era lo que hacían allí y quiénes eran los dos.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos golpes, sin entender lo que ocurría miró hacia atrás y pudo ver a una paloma de perlo rojo o eso pensaba que era. Pegó dos pasos atrás con una gotita de sudor cayéndole por la frente mientras alzaba una ceja. Las palomas no hablaban y aquel tipo le pedía que le dejara entrar, lo que le faltaba, un usuario de cigüeña que se quería colar en el casino. La situación era demasiado rara, se acercó a la ventana con la mano en el mango de su arma cuando de repente escuchó el grito de una chica morena. Se giró deprisa de nuevo sin llegar a abrir la ventana y lo que vio allí no fue normal. Un tipo moreno, bastante atractivo, con el miembro sexual a plena vista. La chica retrocedió un poco mientras pegaba ahora su espalda al cristal de la ventana y miraba fijamente al moreno a los ojos mientras alzaba ahora la otra ceja.
- Joder, vas bien armado por lo que veo. Tú y yo vamos a tener que conocernos, si es que estas a la altura claro.
Dijo de repente mientras sonreía con picardía y se cruzaba de brazos, empezó a caminar al chico cuando de repente se acordó de la paloma pelirroja, se giró mirándolo a través de la ventana y tras un suspiro quitó el pestillo abriendo la ventana y dejándole paso. A continuación se echó a un lado pegando la espalda a una puerta de los lavabos mientras pegaba un suspiro entrecerrando los ojos y observando a los dos tipos. Ambos eran muy distintos y no los conocía, estaba tranquila pues si intentaban algo, siempre podría usar sus habilidades para combatirlos aunque fueran dos. Pero después pensó que estaba siendo un poco desconfiada, no debía juzgar a las personas a la ligera.
- Bueno, esta situación es muy rara, no sé qué hacéis en el baño de las mujeres ahora, pero como alguno de los dos intente joderme, le arranco la puta cabeza y la tiro por la ventana. ¿Me habéis oído?
Dijo mientras fruncía el ceño y de repente sus ojos se tornaron en un color rojo como la sangre y sus colmillos se afilaron, los dejó a simple vista para que los pudieran ver y así hacerse a la idea. Solo faltaba ver qué era lo que hacían allí y quiénes eran los dos.
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Me costó que me abriera la ventana, pues la chica parecía asustada, aunque es normal, pues que un hombre con la akuma de ángel toque a la ventana del baño de mujeres, por no entrar por la puerta principal de dicho casino, porque va hasta arriba de armas, no es algo que se vea todos los días, y cuando por fin iba a abrirme la ventana, escuche un grito femenino que provenía del interior del baño, lo que hizo que la mujer que me iba a abrir, se dirigiera hacia el grito, no sabía lo que ocurría, pero al cabo de un par de minutos volvió y me abrió la ventana. Cuando lo hizo salté dentro del baño y le hice una reverencia a la chica:
- Buenas noches, señorita le agradezco que me abriese la ventana, pues no podía entrar por la puerta principal, pues voy armado.
Entré más al baño y pude ver porque grito una chica morena que había allí, y respondí a eso moviendo la cabeza de un lado para otro, como signo de desaprobación:
- Crimson, Crimson, Crimson siempre que te veo siempre llevas algo fuera la camisa, el pene…por dios súbete los pantalones.
Me dirigí otra vez a la chica que llevaba el arma a la espalda y le dije:
- Y reza porque no esté aquí su amigo deadpool, porque sino, seguramente, tendríamos que ir a rescatar a su burra de alguna caja fuerte.
Después, aquella chica nos dijo sutilmente lo que nos ocurriría si intentábamos algo con ella:
- Señorita, nada tiene que temer, pues yo soy un caballero y nunca daño a una mujer, y menos a una tan hermosa y con un arma tan grande como usted y por el hombre con el pene fuera no se preocupe está tan borracho que no creo que intente nada.
Después recordé que necesitaba algo para envolver mis armas, asique:
- Señorita. He podido observar que lleva su arma muy bien envuelta, tendría un envoltorio también para mis armas.
- Buenas noches, señorita le agradezco que me abriese la ventana, pues no podía entrar por la puerta principal, pues voy armado.
Entré más al baño y pude ver porque grito una chica morena que había allí, y respondí a eso moviendo la cabeza de un lado para otro, como signo de desaprobación:
- Crimson, Crimson, Crimson siempre que te veo siempre llevas algo fuera la camisa, el pene…por dios súbete los pantalones.
Me dirigí otra vez a la chica que llevaba el arma a la espalda y le dije:
- Y reza porque no esté aquí su amigo deadpool, porque sino, seguramente, tendríamos que ir a rescatar a su burra de alguna caja fuerte.
Después, aquella chica nos dijo sutilmente lo que nos ocurriría si intentábamos algo con ella:
- Señorita, nada tiene que temer, pues yo soy un caballero y nunca daño a una mujer, y menos a una tan hermosa y con un arma tan grande como usted y por el hombre con el pene fuera no se preocupe está tan borracho que no creo que intente nada.
Después recordé que necesitaba algo para envolver mis armas, asique:
- Señorita. He podido observar que lleva su arma muy bien envuelta, tendría un envoltorio también para mis armas.
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Se dio la vuelta y se encontró a una imponente rubia delante de él. ¿Otra chica que se había equivocado de baño? ¿Cómo era posible que tantas mujeres estuvieran en el baño de hombres? La respuesta estaba clara, y casi parecía obvia. El casino gustaba de proporcionar a sus clientes las mejores prestaciones y servicios. Era importante mantener contento a los clientes, era algo básico en los negocios, pues un cliente feliz era un cliente que repetiría. Estaba claro cual sería la labor de aquellas dos señoritas. Eran dos prostitutas dispuestas a satisfacer todos sus deseos. La primera puta se había asustado al ver su enorme y majestuoso aparato de placer. Era normal, modestia aparta, no todas estaban habituadas a ver a Dios hecho carne. Sí, esa le parecía una bonita metáfora. Tomó nota mental de la figura retórica y se la apuntó, aunque con la borrachera que llevaba encima seguramente se le olvidaría.
Entonces la rubia le empezó a hablar, alabando su espada (y no la que tenía colgada a un lado de la cintura. Guiño, guiño). -"No hay ninguna duda de que ésta me quiere hacer más de un trabajo manual. Necesitará las dos manos..."- pensó al ver como se le insinuaba de aquella forma tan directa. De no ser porque iba tan bestialmente borracho probablemente hubier aceptado su oferta y se la hubiera acabado tirando ahí mismo, aunque eso supusiera que otros pudieran verlo. Eso le daba igual, no era un hombre demasiado pudoroso en ese aspecto. En ese momento entró en acción otro personaje, un pelirrojo que se había colado en el servicio de los hombres. Por sus pintas debía de ser un pervertido que disfrutaba de espiar a maromos mientras estos meaban.
-"Un momento"- se dijo, pues esa cara le resultaba extrañamente conocida. Sus sospechas se confirmaron cuando rápidamente también le reconoció. Era el que le había acompañado a él y Deadpool, hace ya mucho tiempo para rescatar a la amante de este último, Ramona, una burra. Era un larga historia. Su distorsionada mente no pudo hacer otra cosa más que ir corriendo directamente hacia él con los brazos abiertos -¡Amigo!- exclamó. Probablemente por culpa del alcohol salieron esas palabras de su boca, pues no creo que llegasen a considerarse lo que se conoce popularmente como "amigo". Lo abrazó y tras eso se alejó un poco de él, había recordar, con varios segundos de retraso, que era un pervertido mira-penes. Se acercó a ella, poniéndose justo a un lado suyo -Lo siento rubia, pero tengo que pasar por esta vez. No creo que tú seas capaz de dar la talla. Soy mucho hombre para ti... Y no me gusta jugar con los juguetes de otros.
Entonces la rubia le empezó a hablar, alabando su espada (y no la que tenía colgada a un lado de la cintura. Guiño, guiño). -"No hay ninguna duda de que ésta me quiere hacer más de un trabajo manual. Necesitará las dos manos..."- pensó al ver como se le insinuaba de aquella forma tan directa. De no ser porque iba tan bestialmente borracho probablemente hubier aceptado su oferta y se la hubiera acabado tirando ahí mismo, aunque eso supusiera que otros pudieran verlo. Eso le daba igual, no era un hombre demasiado pudoroso en ese aspecto. En ese momento entró en acción otro personaje, un pelirrojo que se había colado en el servicio de los hombres. Por sus pintas debía de ser un pervertido que disfrutaba de espiar a maromos mientras estos meaban.
-"Un momento"- se dijo, pues esa cara le resultaba extrañamente conocida. Sus sospechas se confirmaron cuando rápidamente también le reconoció. Era el que le había acompañado a él y Deadpool, hace ya mucho tiempo para rescatar a la amante de este último, Ramona, una burra. Era un larga historia. Su distorsionada mente no pudo hacer otra cosa más que ir corriendo directamente hacia él con los brazos abiertos -¡Amigo!- exclamó. Probablemente por culpa del alcohol salieron esas palabras de su boca, pues no creo que llegasen a considerarse lo que se conoce popularmente como "amigo". Lo abrazó y tras eso se alejó un poco de él, había recordar, con varios segundos de retraso, que era un pervertido mira-penes. Se acercó a ella, poniéndose justo a un lado suyo -Lo siento rubia, pero tengo que pasar por esta vez. No creo que tú seas capaz de dar la talla. Soy mucho hombre para ti... Y no me gusta jugar con los juguetes de otros.
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- Un asesino de guante blanco (Hideki, Tahika Scarlet, Katrina y Starus)
- Esta zona esta acordonada (pasado, privado, Zamira Ivanov - Sinclair Moon)
- La Gran estafa (Deadpool, Sinclair moon & Crimson)
- [Pasado] Cazadores y piratas; un encuentro caluroso en la capital del desierto [Takeshi - Sinclair - Natsu - Yoruhana]
- Sin dolor no hay victoria (Tahika y Haine) (Privado)
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