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Un trueno sonó con fuerza en mitad del mar del sur. Un barco navegaba contra aquellas temibles olas, el cielo estaba nublado y una tormenta estaba comenzando. No se podía ver ningún pajarito por el cielo ni nada parecido. Sin embargo las sombras de los reyes marinos pasaban por debajo de aquellas aguas terribles. La misma muerte acechaba aquel día a cada segundo, sin embargo un barco se atrevía a navegar por aquel día de locos, se trataba de un enorme barco de madera clara y de bandera blanca. Se trataba de un barco de pesca, sin embargo en este se encontraba una persona que estaba se paseo. Se podía llamar de aquella forma ya que estaba fuera de servicio, había llegado de inspeccionar los mares del Grand Line con la inútil de su compañera Kaori. Maldito gobierno mundial, mira que ponerle a una cría en sus misiones, no era un maldito canguro, tampoco quería relacionarse con nadie de la justicia o al menos lo que llamaban justicia. Su plan era aprender todas las técnicas de aquel arte del CP y después fingir su muerte para después con su falsa identidad sembrar el terror en los mares y en los demás sitios.
Dicha persona estaba ahora en el interior del barco, se hallaba en un camarote prestado, había convencido aquellos hombres de que le llevaran hasta Saint Reia y aún quedaba camino. Su silueta se pudo ver echada boca arriba sobre la cama. Su pelo era puntiagudo y moreno, corto y despeinado. Su ojo derecho era de un color rojo mientras que el izquierdo era azulado con unas franjas azuladas, una combinación ocular bastante rara debido a un problema genético. No llevaba el típico traje del gobierno, sus vestimentas eran una sudadera de color azul oscuro con una capucha, la cual no llevaba puesta. Un pantalón largo y de color negro, unas botas de color negro y un cinturón del mismo color que el pantalón y las botas. En sus manos llevaba unos guantes grises oscuros, en su mano muñeca derecha portaba una cadena de acero que se deslizaba por su mano y se dirigía al mango de una enorme guadaña de casi dos metros que había en el suelo. La guadaña era de color blanca y era de acero, tenía algunos adornos de llamas tribales doradas por todo el mango que también era de acero. El chico pegó un leve tirón con su mano derecha hacia un lado y la guadaña se movió hasta su mano.
Una vez la agarró, pegó un suspiro mientras se levantaba y llevaba la guadaña a su espalda, amarrándola con una pequeña cuerda y con un nudo muy leve. Un simple tirón de muñeca y la guadaña se soltaría totalmente. Su arma era bastante extraña y poco habitual, pues usar una guadaña con una cadena era una combinación arriesgada y peligrosa, incluso para su propio portador. Sin embargo al moreno no le importaba demasiado eso, ahora empezó a caminar hacia el exterior del barco. Nada más salir a cubierta pudo ver aquel panorama, sin embargo se colocó en el borde de la borda y se quedó observando el terrible paisaje. De repente pudo ver como otro barco se acercaba por estribor, no sabía si serían atacantes o un simple barco que paseaba por allí. Lo que si era seguro, era que el chico no tendría piedad si trataban de atacar el barco. No por los hombres que le llevaban, aquellos tipos le daban igual, ya podían arder. Sin embargo debía preocuparse solo por sí mismo, era un egocéntrico en toda regla y de eso no cabía duda alguna, todos era peones de un tablero de ajedrez que pretendía desarrollar y estudiar para saber que jugada realizar.
Dicha persona estaba ahora en el interior del barco, se hallaba en un camarote prestado, había convencido aquellos hombres de que le llevaran hasta Saint Reia y aún quedaba camino. Su silueta se pudo ver echada boca arriba sobre la cama. Su pelo era puntiagudo y moreno, corto y despeinado. Su ojo derecho era de un color rojo mientras que el izquierdo era azulado con unas franjas azuladas, una combinación ocular bastante rara debido a un problema genético. No llevaba el típico traje del gobierno, sus vestimentas eran una sudadera de color azul oscuro con una capucha, la cual no llevaba puesta. Un pantalón largo y de color negro, unas botas de color negro y un cinturón del mismo color que el pantalón y las botas. En sus manos llevaba unos guantes grises oscuros, en su mano muñeca derecha portaba una cadena de acero que se deslizaba por su mano y se dirigía al mango de una enorme guadaña de casi dos metros que había en el suelo. La guadaña era de color blanca y era de acero, tenía algunos adornos de llamas tribales doradas por todo el mango que también era de acero. El chico pegó un leve tirón con su mano derecha hacia un lado y la guadaña se movió hasta su mano.
Una vez la agarró, pegó un suspiro mientras se levantaba y llevaba la guadaña a su espalda, amarrándola con una pequeña cuerda y con un nudo muy leve. Un simple tirón de muñeca y la guadaña se soltaría totalmente. Su arma era bastante extraña y poco habitual, pues usar una guadaña con una cadena era una combinación arriesgada y peligrosa, incluso para su propio portador. Sin embargo al moreno no le importaba demasiado eso, ahora empezó a caminar hacia el exterior del barco. Nada más salir a cubierta pudo ver aquel panorama, sin embargo se colocó en el borde de la borda y se quedó observando el terrible paisaje. De repente pudo ver como otro barco se acercaba por estribor, no sabía si serían atacantes o un simple barco que paseaba por allí. Lo que si era seguro, era que el chico no tendría piedad si trataban de atacar el barco. No por los hombres que le llevaban, aquellos tipos le daban igual, ya podían arder. Sin embargo debía preocuparse solo por sí mismo, era un egocéntrico en toda regla y de eso no cabía duda alguna, todos era peones de un tablero de ajedrez que pretendía desarrollar y estudiar para saber que jugada realizar.
Syrio Forel
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Estaba en plena tormenta, escondido y pretegido de la lluvia en aquel ferri. Había conseguido una guitarra, por la cual se deslizaba sus hábiles dedos, tocando cada nota con precisión, pasando de traste en traste tan deprisa que los oyentes apenas podían creerlo. Por su padre había aprendido a tocar la guitarra a muy temprana edad, especializándose en el flamenco, pues su progenitor era un bailaor profesional, reconocido mundialmente y llamado para participar en los mayores espectáculos del mundo. El ansiaba poder tener un éxito similar al de su padre, aunque no en la misma rama artística, ni tampoco con al guitarra, en la que era realmente bueno, pero no un virtuoso. Seguía y seguía tocando desde su asiento, pegado a una ventana y el resto de los tripulantes simplemente se deleitaban del suave cantar de instrumento.
Pero entonces se detuvo de pronto, los gritos de la gente se escucharon por todo el barco, justo antes del choque de este contra otra embarcación más pequeña. La ventana que tenía justo al lado se rompió y Syrio salió despedido por esta, sin ningún cortem milagrosamente. Se acaban de estrellar contra un pequeño pesquero, que había quedado bastante mal y seguramente no tardaría en hundirse. El ferri, con un casco de buen acero, no había quedado tan mal y podría continuar. Él cayó encima, de un "amable pescador" con una inmensa guadaña a la espalda, que amortiguó su caída, como todo un verdadero héroe, con su propio cuerpo. Se levantó y lo primero que hizo fue observar su guitarra. Tocó la misma canción de antes y sonaba perfecta. Estaba intacta, una buena estrella parecía acompañarle, pues del resultado de esa aparatosa caída sólo sentía un poco de dolor en la espalda por el fuerte impacto contra su salvador.
-Os agradezco que me hayáis rescatado del tremendo traspiés-dijo con tu típica habla teatral, haciendo una pequeña reverencia-. Nunca había tenido la fortuna de ver a un pescador con una herramienta de tales dimensiones. Debéis de cazar peces enormes- continuó, remarcando lo ostentosa de su extraña arma-. O eso o sois un guerrero que paseaba por el barco con propósitos desconocidos-. Se colocó la guitarra a la espalda y se echó la capa hacia atrás, enseñando, a posta, sus dos espadas, la ropera y la Khopesh. -Antes de que se hunda la nave tenemos un par de minutos. Con esa será suficiente- concluyó demostrando las intenciones de batirse en duelo contra un arma de esas características. Si quería dominar la danza del agua, debía de practicar, y qué mejor forma de hacerlo que bajo la lluvia contra una inmensa guadaña y a contrarreloj. No podía evitar sentirse emocionado por todo el suceso. El resto de pescadores intentaban subir al ferri, que había bajado unas escaleras plegables para rescatar a la tripulación.
Pero entonces se detuvo de pronto, los gritos de la gente se escucharon por todo el barco, justo antes del choque de este contra otra embarcación más pequeña. La ventana que tenía justo al lado se rompió y Syrio salió despedido por esta, sin ningún cortem milagrosamente. Se acaban de estrellar contra un pequeño pesquero, que había quedado bastante mal y seguramente no tardaría en hundirse. El ferri, con un casco de buen acero, no había quedado tan mal y podría continuar. Él cayó encima, de un "amable pescador" con una inmensa guadaña a la espalda, que amortiguó su caída, como todo un verdadero héroe, con su propio cuerpo. Se levantó y lo primero que hizo fue observar su guitarra. Tocó la misma canción de antes y sonaba perfecta. Estaba intacta, una buena estrella parecía acompañarle, pues del resultado de esa aparatosa caída sólo sentía un poco de dolor en la espalda por el fuerte impacto contra su salvador.
-Os agradezco que me hayáis rescatado del tremendo traspiés-dijo con tu típica habla teatral, haciendo una pequeña reverencia-. Nunca había tenido la fortuna de ver a un pescador con una herramienta de tales dimensiones. Debéis de cazar peces enormes- continuó, remarcando lo ostentosa de su extraña arma-. O eso o sois un guerrero que paseaba por el barco con propósitos desconocidos-. Se colocó la guitarra a la espalda y se echó la capa hacia atrás, enseñando, a posta, sus dos espadas, la ropera y la Khopesh. -Antes de que se hunda la nave tenemos un par de minutos. Con esa será suficiente- concluyó demostrando las intenciones de batirse en duelo contra un arma de esas características. Si quería dominar la danza del agua, debía de practicar, y qué mejor forma de hacerlo que bajo la lluvia contra una inmensa guadaña y a contrarreloj. No podía evitar sentirse emocionado por todo el suceso. El resto de pescadores intentaban subir al ferri, que había bajado unas escaleras plegables para rescatar a la tripulación.
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“No me jodas”. Pensó el moreno cuando observó como el otro barco se acercaba lentamente, era más grande y mejor reforzado, el navegante debía de estar ciego pues el barco golpeó el pesquero haciendo que se tambaleara. El agua entró por la borda en forma de una ola que golpeó a varios marineros tirándolos al suelo. El tiempo no era el más adecuado para que todos cayeran al agua, era un tiempo horrible. Sin duda alguna el Dios de la fortuna no estaba ese día de parte del barco pesquero, dicho barco había sufrido daños y ahora comenzaba a hundirse a un ritmo lento. De repente una ola golpeó al moreno y lo dejó tambaleándose en la borda, empezó a mover los brazos hacia atrás tratando de caer de espaldas en lugar de al mar. De repente notó como algo le caía encima tirándolo pos suerte a la cubierta y salvándole de haberse caído probablemente al agua. El dolor que sentía en su espalda por el golpe era molesto, por suerte aquello que le había caído encima parecía haber sido una persona y no una maldita caja. El chico se levantó lentamente mientras fruncía el ceño para observar que había ocurrido.
No había sido nada peligroso, frente a sus ojos había un hombre con unas pintas extrañas que tocaba una guitarra. Después le agradeció el servicio de colchón humano y le hizo una reverencia, le confundió con un pescador pero después dijo que podía ser un guerrero. Lo que si era seguro, era que aquellos hombres subían al otro barco, de repente aquel tipo sonrió y dejó ver dos espadas. Tras las palabras que dijo después, estaba claro, ese hombre quería un combate de entrenamiento con el moreno. Este no dijo ninguna palabra, simplemente ladeó la cabeza mientras observaba al tipo de la guitarra, la cual ahora había guardado. Había tenido suerte que le hubiera retado cuando no llevaba su otra apariencia. De ese modo sus planes seguían en pie, ahora se veía obligado a usar su segundo estilo de lucha en lugar del primero, el Daten-Shi (Ángel caído). Su otra guadaña de doble filo y mucho más letal, no viajaba en aquel barco con él, de modo que tendría que usar su estilo de lucha en su apariencia de Kogáto. Una lástima, le habría gustado usar su apariencia de Jin Surfer para realizar aquello, pero ahora no había vuelta atrás, el combate estaba a punto de comenzar entre aquellos dos hombres.
- Un par de minutos es suficiente para un pequeño combate, combatamos entonces… ¿Cómo debería llamarte?
Preguntó entonces el chico moreno mientras llevaba la mano a su espalda cogiendo la guadaña por el mango, iba a atacar primero, pero de una forma tranquila y no muy arriesgada, para solo saber de los reflejos de su oponente. Lanzó un tajo al suelo clavando el filo de su enorme arma en el suelo del barco, en ese momento el sonido de un crujido se escuchó, no era otro que el de la madera del barco. Había creado otra apertura para el agua, pero ese no era su objetivo. Dejó una tabla levantada a unos centímetros de altura, a continuación pegó un paso adelante con el pie izquierdo y con el derecho golpeó la tabla con el empeine de la bota. La tabla se partió debido a lo deteriorada que estaba debido a la guadaña y su corte. La tabla salió disparada hacia la cabeza del hombre de la guitarra. Era de un tamaño de unos treinta centímetros de largo y siete de ancho. Un ataque muy simple que simplemente buscaba ver los reflejos de su oponente, lo que si era molesto, era que se le clavara alguna astilla, eso sí jodía, pero ahora quedaba ver cuál era el resultado del pequeño empiece.
- ¡Empecemos!
¡Go! (ADD)
No había sido nada peligroso, frente a sus ojos había un hombre con unas pintas extrañas que tocaba una guitarra. Después le agradeció el servicio de colchón humano y le hizo una reverencia, le confundió con un pescador pero después dijo que podía ser un guerrero. Lo que si era seguro, era que aquellos hombres subían al otro barco, de repente aquel tipo sonrió y dejó ver dos espadas. Tras las palabras que dijo después, estaba claro, ese hombre quería un combate de entrenamiento con el moreno. Este no dijo ninguna palabra, simplemente ladeó la cabeza mientras observaba al tipo de la guitarra, la cual ahora había guardado. Había tenido suerte que le hubiera retado cuando no llevaba su otra apariencia. De ese modo sus planes seguían en pie, ahora se veía obligado a usar su segundo estilo de lucha en lugar del primero, el Daten-Shi (Ángel caído). Su otra guadaña de doble filo y mucho más letal, no viajaba en aquel barco con él, de modo que tendría que usar su estilo de lucha en su apariencia de Kogáto. Una lástima, le habría gustado usar su apariencia de Jin Surfer para realizar aquello, pero ahora no había vuelta atrás, el combate estaba a punto de comenzar entre aquellos dos hombres.
- Un par de minutos es suficiente para un pequeño combate, combatamos entonces… ¿Cómo debería llamarte?
Preguntó entonces el chico moreno mientras llevaba la mano a su espalda cogiendo la guadaña por el mango, iba a atacar primero, pero de una forma tranquila y no muy arriesgada, para solo saber de los reflejos de su oponente. Lanzó un tajo al suelo clavando el filo de su enorme arma en el suelo del barco, en ese momento el sonido de un crujido se escuchó, no era otro que el de la madera del barco. Había creado otra apertura para el agua, pero ese no era su objetivo. Dejó una tabla levantada a unos centímetros de altura, a continuación pegó un paso adelante con el pie izquierdo y con el derecho golpeó la tabla con el empeine de la bota. La tabla se partió debido a lo deteriorada que estaba debido a la guadaña y su corte. La tabla salió disparada hacia la cabeza del hombre de la guitarra. Era de un tamaño de unos treinta centímetros de largo y siete de ancho. Un ataque muy simple que simplemente buscaba ver los reflejos de su oponente, lo que si era molesto, era que se le clavara alguna astilla, eso sí jodía, pero ahora quedaba ver cuál era el resultado del pequeño empiece.
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Syrio Forel
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El hombre de la inmensa guadaña aceptó su reto. No dejaba de ser curioso que un hombre físicamente más pequeño que él, pues era bastante más bajo y menos corpulento, usase un arma de tales dimensiones. Aunque ya se había topado con otros hombres que su cuerpo no demostarab su verdadera fuerza. Sería un combate interesante y dónde esperaba sacar lo mejor de sí mismo si quería ganar, aunque sólo se tratase de un combate de entrenamiento. Se le adelantó, pues de un rápido movimiento, más de lo que esperaba para alguien con esa guadaña, golpeó con su filo el suelo, partiendo al roída y maltrecha madera. La partió e hizo que un trozo se dirigiese directamente hasta su cabeza. No se esperaba un ataque a distancia, por lo que le pilló bastante desprevenido. Se movió, ágil, hacia atrás y la madera golpeó su sombrero, tirándolo al suelo. Al caer dejó al descubierta su larga melena, empapada por la lluvia. Se la ató, usando una goma que portaba en la muñeca, y escondió un as de espadas en su pelo. Como el buen mago que era siempre llevaba algunas cartas bajo el bolsillo, nunca se sabía lo útiles que podrían llegar a ser. Ya estaba listo para combatir.
Desenfundó la ropera y se echó la capa hacia delante, ocultando ésta en su totalidad. Así es como conseguiría ocultar sus movimientos ya que blandiría su hoja por debajo de la dura tela de la que estaba formada. Hacía literal la expresión "A capa y espada" en su forma de luchar, y de hecho ese estilo tenía el mismo hombre. Sus ojos se habían tornado de un intenso azul, que casi parecían brillar. -Podéis llamarme Syrio Forel- respondió-, me gustaría tener el mismo placer al conocer vuestra identidad- siguió mientras se acercaba con pasos laterales, muy propios de los de la esgrima más básica. ¿Cómo atacar a alguien con un arma de mayor alcance que la tuya? Sólo le quedaba hacer una cosa. Atacar mediante fintas, aprovechando su agilidad y buscando que cometa errores de los que se podría beneficiar. También contaba con el factor sorpresa de sus cuchillos con los que podía pelear a medias distancias, lanzándolos.
Lo tenía ya a cinco metros, delante de él, pues se había estado acercando. Entonces pegó su veloz arrancada hacia su oponente. Y en cuanto se acercó unos dos metros, dio un giro sobre su propio eje, girando con violencia su ropera (aunque apenas y se veía bajo su gruesa capa que también estaba girando, pero no para lanzarle cortes directamente a él, no. Su objetivo era otro. Buscaba lanzarle agua directamente a la cara, golpeando las gotas de lluvia con su capa y con su espada y dirigiéndolas hacia su rostro y además si el otro buscaba cubrirse el giro de su hoja podría apartar su guadaña. Una vez hecho esto dio un paso más, lo suficiente como para tenerle a rango y le atacó con tres estocadas hacia el cuerpo, muy rápidas, pues la línea recta era el movimiento más rápido con la hoja.
Danza del agua: Tormenta de espadas [AF]
Desenfundó la ropera y se echó la capa hacia delante, ocultando ésta en su totalidad. Así es como conseguiría ocultar sus movimientos ya que blandiría su hoja por debajo de la dura tela de la que estaba formada. Hacía literal la expresión "A capa y espada" en su forma de luchar, y de hecho ese estilo tenía el mismo hombre. Sus ojos se habían tornado de un intenso azul, que casi parecían brillar. -Podéis llamarme Syrio Forel- respondió-, me gustaría tener el mismo placer al conocer vuestra identidad- siguió mientras se acercaba con pasos laterales, muy propios de los de la esgrima más básica. ¿Cómo atacar a alguien con un arma de mayor alcance que la tuya? Sólo le quedaba hacer una cosa. Atacar mediante fintas, aprovechando su agilidad y buscando que cometa errores de los que se podría beneficiar. También contaba con el factor sorpresa de sus cuchillos con los que podía pelear a medias distancias, lanzándolos.
Lo tenía ya a cinco metros, delante de él, pues se había estado acercando. Entonces pegó su veloz arrancada hacia su oponente. Y en cuanto se acercó unos dos metros, dio un giro sobre su propio eje, girando con violencia su ropera (aunque apenas y se veía bajo su gruesa capa que también estaba girando, pero no para lanzarle cortes directamente a él, no. Su objetivo era otro. Buscaba lanzarle agua directamente a la cara, golpeando las gotas de lluvia con su capa y con su espada y dirigiéndolas hacia su rostro y además si el otro buscaba cubrirse el giro de su hoja podría apartar su guadaña. Una vez hecho esto dio un paso más, lo suficiente como para tenerle a rango y le atacó con tres estocadas hacia el cuerpo, muy rápidas, pues la línea recta era el movimiento más rápido con la hoja.
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La tabla golpeó el sombrero de aquel hombre tirándolo al suelo, de ese modo pudo ver mejor su rostro y ahora observaba como se colocaba una goma en el pelo, seguramente para que este no le molestase. Su vista continuaba fija en aquel tipo que ahora se presentó como Syrio Forel y le preguntó su nombre a él. Mientras pensaba si responder o no, pudo ver como ahora aquel tipo procedía a atacar. No sabía de qué forma lo haría, lo que si era seguro, era que se defendería con todo lo que tuviera. De repente aquel hombre realizó un extraño giro y lanzó un golpe al aire, algo inexplicable, quizás no era tan bueno como parecía. De repente las pupilas del moreno sintieron un pequeño impacto que hizo que cerrara sus ojos momentáneamente.
Como acto defensivo puso su enorme guadaña de forma recta en pleno aire, de repente sintió como algo golpeaba el metal de su arma desviándola a un lado. Sin duda alguna había subestimado a aquel hombre, sin embargo ahora se frotó a tiempo para abrir los ojos y ver como una serie de estocadas rápidas iban hacia su posición. Bloqueó la primera con el mango de su arma pues también era de acero. La segunda le rozó el hombro derecho haciendo un corte leve pues se movió. La última le costó un poco más esquivarla y esta golpeó su costado haciéndole un corte, no muy grave pero tampoco leve.
El moreno saltó hacia atrás terminando de alejarse mientras fruncía el ceño y aguantaba un gruñido de dolor. Se llevó su mano libre la costado izquierdo mientras fruncía el ceño y observaba su mano sangrar, pero era sangre de su costado, no de su mano. Al parecer ese tipo era realmente un verdadero espadachín, el moreno era todavía un novato del CP1. No conocía las técnicas de ese arte. Su única ventaja era su buena capacidad para usar aquella guadaña, pues con aquellas armas tan extrañas era bastante bueno. Ahora le tocaba atacar a él, iba a mostrar su buena habilidad con su arma y no iba a contenerse. Clavó una rodilla en el suelo observando al sujeto mientras su rostro permanecía serio e impasible. De repente dejó salir a su voz para hablar a aquel hombre respondiéndole la pregunta de antes con total calma y tranquilidad, le estaba dando un nombre que dentro de algunos años, pasaría a ser el de un supuesto cadáver.
- Buena técnica, veo que eres un buen espadachín, es hora de mostrarte un poco de mis verdaderas habilidades, me llamo Kogáto Uchiha.
A continuación de decir aquello, el chico tomó su guadaña mientras observaba los ojos de su oponente, los del moreno eran cada uno de un color distinto, pero ahora iba a realizar su ataque hacia aquel hombre. Rápidamente comenzó a correr por la cubierta del barco mientras se mantenía serio, una vez se colocó a una distancia de dos metros, pegó un paso más adelante acortando un poco más la distancia. Lanzó un tajo en diagonal ascendente del suelo a su pecho tratando de cortarle, acto seguido nada más lanzar ese ataque, bajaría la guadaña usando la fuerza de la inercia en un nuevo tajo vertical descendente girando levemente la muñeca buscando su pecho pero de otra postura. En cuanto lanzara aquel ataque, trataría de ponerse rápidamente a la defensiva cogiendo esta vez su guadaña por el mango con las dos mangas mientras observaba los ojos de su oponente. El ataque había sido veloz pese a que aquella arma era una enorme guadaña, el chico tenía mucha práctica con aquella arma alternativa.
Daten-Shi: Bajada y subida de la araña. (AF)
Como acto defensivo puso su enorme guadaña de forma recta en pleno aire, de repente sintió como algo golpeaba el metal de su arma desviándola a un lado. Sin duda alguna había subestimado a aquel hombre, sin embargo ahora se frotó a tiempo para abrir los ojos y ver como una serie de estocadas rápidas iban hacia su posición. Bloqueó la primera con el mango de su arma pues también era de acero. La segunda le rozó el hombro derecho haciendo un corte leve pues se movió. La última le costó un poco más esquivarla y esta golpeó su costado haciéndole un corte, no muy grave pero tampoco leve.
El moreno saltó hacia atrás terminando de alejarse mientras fruncía el ceño y aguantaba un gruñido de dolor. Se llevó su mano libre la costado izquierdo mientras fruncía el ceño y observaba su mano sangrar, pero era sangre de su costado, no de su mano. Al parecer ese tipo era realmente un verdadero espadachín, el moreno era todavía un novato del CP1. No conocía las técnicas de ese arte. Su única ventaja era su buena capacidad para usar aquella guadaña, pues con aquellas armas tan extrañas era bastante bueno. Ahora le tocaba atacar a él, iba a mostrar su buena habilidad con su arma y no iba a contenerse. Clavó una rodilla en el suelo observando al sujeto mientras su rostro permanecía serio e impasible. De repente dejó salir a su voz para hablar a aquel hombre respondiéndole la pregunta de antes con total calma y tranquilidad, le estaba dando un nombre que dentro de algunos años, pasaría a ser el de un supuesto cadáver.
- Buena técnica, veo que eres un buen espadachín, es hora de mostrarte un poco de mis verdaderas habilidades, me llamo Kogáto Uchiha.
A continuación de decir aquello, el chico tomó su guadaña mientras observaba los ojos de su oponente, los del moreno eran cada uno de un color distinto, pero ahora iba a realizar su ataque hacia aquel hombre. Rápidamente comenzó a correr por la cubierta del barco mientras se mantenía serio, una vez se colocó a una distancia de dos metros, pegó un paso más adelante acortando un poco más la distancia. Lanzó un tajo en diagonal ascendente del suelo a su pecho tratando de cortarle, acto seguido nada más lanzar ese ataque, bajaría la guadaña usando la fuerza de la inercia en un nuevo tajo vertical descendente girando levemente la muñeca buscando su pecho pero de otra postura. En cuanto lanzara aquel ataque, trataría de ponerse rápidamente a la defensiva cogiendo esta vez su guadaña por el mango con las dos mangas mientras observaba los ojos de su oponente. El ataque había sido veloz pese a que aquella arma era una enorme guadaña, el chico tenía mucha práctica con aquella arma alternativa.
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Syrio Forel
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Era muy hábil su oponente, quién pese a las distracciones con el agua, y las veloces estocadas, logró defenderse bastante bien de su ataque recibiendo dos cortes en su cuerpo, uno en el costado y otro en el hombro. Se alejó unos pasos hacia atrás para recuperar la posición y seguir con su ofensiva pero, para su sorpresa, no lo hizo inmediatamente sino que se tomó su tiempo, alabando la destreza en el arte de la espada de Syrio Forel y diciendo su nombre, Kogáto Uchiha. Tomó nota de como se llamaba, pues el simple hecho de haber evitado su primer ataque le hacía un hombre realmente formidable con el que batirse en duelo en esos últimos minutos de vida que le quedan al barco. -Lo recordaré- afirmó el mosquetero. Tras esa breve pausa el combate se reanudó. Ambos se prepararon para el devenir del encuentro.
Kogáto se lanzó a por él con una velocidad muy similar a la suya, su nivel de combate parecía estar nivelado. Le atacó con un guadañazo ascendente con el que pretendía cortarle el torso. Él se cubrió con su ropera, pero su espada no aguantó el primer embiste y acabó recibiendo un corte no demasiado profundo en el pecho. Sabía que si terminaba recibiendo más de esos ataques, la victoria se le pondría muy cuesta arriba. En ese mismo preciso momento desenfundó su otra espada, su Khopesh, más apta para aguantar esos fuertes golpes y especialmente útil para los cortes. Se agachó y puso esta sobre su cabeza y justo debajo del sable, su ropera, para aguantar mejor el golpe. La guadaña impactó fuertemente sobre su Khopeash, pero esta resistió muy bien el impacto. Con esta defensa lo que buscaba es que el filo del arma de su contrincante resbalase por la hoja especialmente curva y quedase detrás de Forel. De estas forma Syrio separaría, o al menos alejaría, la arma de su dueño y él podría atacarle sin que pudiese cubrirse con facilidad. Así lo hizo.
Desde esa posición usó sus piernas para adelantarse y atacar desde más cerca. Movió hacia adelante, raudas, sus dos armas blancas, propinando de esta forma un doble corte en forma de X que simulaba una gran tijera, pues ambos iban en dirección opuesta, cada uno hacia uno de los lados. Sin embargo, hizo con su muñeca un giro rápido para darle la vuelta a su Khopesh y buscar de esta forma atacar con la cara interna de esta, buscando dejarlo atrapado dentro de la C de su sable. Ambos ataques iban hacia sitios estratégicos, justamente hacia los dos cortes que habían tenido antes. De darle en las costillas le costaría cada vez más seguir respirando y de darle en el hombro muy probablemente dejaría su brazo inutilizado. En caso de que los dos le diesen de pleno sería terrible para su víctima. Los ojos de Syrio empezaron a tornarse rojos.
Danza del Agua: Hidra de dos cabezas [AMF]
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El primer corte de la guadaña del moreno había conseguido darle en el cuerpo y hacerle un corte, sin embargo en la bajada consiguió bloquearla con una especie de espada con una hoja curva. Los ojos del chico se abrieron mucho pues debido a eso su guadaña quedó alejada de él y su mano no pudo evitar soltar el mango que hacía que su arma se escapase de sus manos. Frunció el ceño y ahora observó como aquel hombre lanzaba sus dos espadas hacia su cuerpo realizando extraños movimientos, sin embargo la hoja que más le preocupa al chico de los ojos extraños, era la nueva curva que había sacado. Parecía algo imposible de esquivar, sin embargo para ello tenía su propio plan. Interpuso su brazo libre en la trayectoria de la espada normal, aquel corte no le pegó en el pecho pero si le hizo un corte serio en el brazo, la sangre comenzó a surgir de la extremidad del moreno que cerró los ojos tratando de contener el dolor. Pero la otra espada era su objetivo, de repente con su otra mano pegó un tirón de muñeca, de repente la enorme guadaña que parecía que se alejaba, se movió.
Se deslizó de forma violenta hacia atrás, debido a que el mango estaba unido a aquella cadena pegada a la mano del chico. De ese modo la cadena tiró del mango y la trayectoria que el chico eligió su la de la espada curva. La guadaña paró la hoja curva con el mango de acero mientras que ahora aquel chico abría los dedos de la mano con la que había tirado y atrapaba el mango de nuevo. Había quedado medio encerrado y el filo de la espada había atravesado su costado un minúsculo centímetro, lo justo para causar una herida leve sangrante y dolorosa. A continuación el chico usó su otra mano herida para coger la guadaña por el mango con ambas manos y pegar un tajo hacia abajo. La hoja se clavó en el suelo y el chico saltó en una pirueta quedando haciendo el pino con sus manos sobre la parte inferior del mango, de esa forma salió de aquella arma que le tenía encerrado. Acto seguido frunció el ceño y bajó golpeando con su pierna derecha el mango de su arma que le desplazó por la salida de la hoja curva alejándose unos metros enganchado a su guadaña como si fuese un mono.
Acto seguido frunció el ceño mientras se quitaba la sudadera dejando ver un cuerpo lleno de heridas y algo musculoso. La rompió ágilmente improvisando un vendaje para su brazo herido pues el corte había sido un poco fuerte y profundo. Pudo librarse gracias al manejo de su arma, ahora llegaba su ataque. Empezó a girar la guadaña tomándola por la cadena, tiró de ella haciendo círculos como si de un pistolero del Oeste con una cuerda se tratase, la hoja de movía a máxima velocidad por al aire y cada vez más rápido. Sabía que si el tipo la bloqueaba una sola vez, el asesino moreno perdería el control de su arma y se arriesgaba a un contraataque peligroso. Ahora corrió hacia el espadachín, lanzó su guadaña al suelo formando otro agujero y realizó aquella pirueta. El mango quedó de nuevo clavado por lo que saltó colocado las piernas en el mango y saltando con fuerza al aire dejando la guadaña atrás. Sin embargo tiró de la cadena y la guadaña volvió a sus manos, ahora empezó a realizar volteretas en el aire mientras bajaba hacia la posición del chico girando y usando la inercia para lanzar un tremendo tajo con maldad de aquella guadaña que iba de arriba abajo tratando de clavarse en el pecho de aquel hombre de forma violenta. Lo consiguiera o no, aterrizaría en el suelo y quedaría con las rodillas semi flexionadas y esperando a ve lo que ocurría tirando de la cadena para tratar de recuperar su guadaña.
Daten-Shi: La cola Del Escorpión Mistico. (AMF)
Se deslizó de forma violenta hacia atrás, debido a que el mango estaba unido a aquella cadena pegada a la mano del chico. De ese modo la cadena tiró del mango y la trayectoria que el chico eligió su la de la espada curva. La guadaña paró la hoja curva con el mango de acero mientras que ahora aquel chico abría los dedos de la mano con la que había tirado y atrapaba el mango de nuevo. Había quedado medio encerrado y el filo de la espada había atravesado su costado un minúsculo centímetro, lo justo para causar una herida leve sangrante y dolorosa. A continuación el chico usó su otra mano herida para coger la guadaña por el mango con ambas manos y pegar un tajo hacia abajo. La hoja se clavó en el suelo y el chico saltó en una pirueta quedando haciendo el pino con sus manos sobre la parte inferior del mango, de esa forma salió de aquella arma que le tenía encerrado. Acto seguido frunció el ceño y bajó golpeando con su pierna derecha el mango de su arma que le desplazó por la salida de la hoja curva alejándose unos metros enganchado a su guadaña como si fuese un mono.
Acto seguido frunció el ceño mientras se quitaba la sudadera dejando ver un cuerpo lleno de heridas y algo musculoso. La rompió ágilmente improvisando un vendaje para su brazo herido pues el corte había sido un poco fuerte y profundo. Pudo librarse gracias al manejo de su arma, ahora llegaba su ataque. Empezó a girar la guadaña tomándola por la cadena, tiró de ella haciendo círculos como si de un pistolero del Oeste con una cuerda se tratase, la hoja de movía a máxima velocidad por al aire y cada vez más rápido. Sabía que si el tipo la bloqueaba una sola vez, el asesino moreno perdería el control de su arma y se arriesgaba a un contraataque peligroso. Ahora corrió hacia el espadachín, lanzó su guadaña al suelo formando otro agujero y realizó aquella pirueta. El mango quedó de nuevo clavado por lo que saltó colocado las piernas en el mango y saltando con fuerza al aire dejando la guadaña atrás. Sin embargo tiró de la cadena y la guadaña volvió a sus manos, ahora empezó a realizar volteretas en el aire mientras bajaba hacia la posición del chico girando y usando la inercia para lanzar un tremendo tajo con maldad de aquella guadaña que iba de arriba abajo tratando de clavarse en el pecho de aquel hombre de forma violenta. Lo consiguiera o no, aterrizaría en el suelo y quedaría con las rodillas semi flexionadas y esperando a ve lo que ocurría tirando de la cadena para tratar de recuperar su guadaña.
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Syrio Forel
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Estaba perdido, no tenía ninguna oportunidad de librarse del ataque combinado del diestro espadachín. Su arma se había alejado de él y no tenía forma humana de protegerse. Se equivocaba rotundamente en sus predicciones. El hombre que tenía enfrente iba a luchar con todo lo que tenía, era un auténtico guerrero, y se lo demostró al detener su espada ropera con su propio brazo, el cual recibió una prominente herida. Era osado, pues estaba sabía que si no lo detenía y golpeaba nuevamente la zona herida, el resultado sería mucho peor. La hoja se tintó de color rojo. Le gustó ese gesto kamikaze. El otro movimiento que se escapó al plan inicial de Syrio fue que no esperaba que tuviese una cadena con la que poder devolverse el arma en caso de perderla. Craso error. Kogáto regresó su guadaña usando el encadenamiento, y con el mango de ésta desvió su khopesh lo justo y necesario para evitar un golpe fatal de ella, aunque no logró conseguir no herirse, pues esta llegó a producir un pequeño corte en su costado, abriendo aún más aquella herida.
No paró ahí, con una gran pirueta, digna de los mejores circos, usó su propia arma para salir de la posición incómoda en la que lo había dejado el mosquetero. Saltó por encima de él, ayudándose su guadaña y dio unos cuantos pasos hacia atrás. -¡Formidable!- soltó, sin poder evitar sentirse gratamente sorprendido de la tenacidad. Ese individuo iba a conseguir que saque lo mejor de sí mismo, algo que esperaba desde hace ya bastante tiempo. Se preparó para que lo intentase ahora hacer su enemigo, pues, visto lo visto, era muy habilidoso en el uso de peculiar herramienta de lucha, tanto como él con sus espadas. Ladeó su cuerpo para ser un objetivo más pequeño y más complicado de atinar, pues sus ágiles movimiento en esa postura le permitían esquivar muchos ataques sin demasiada dificultad.
En ese momento fue cuando vio como su oponente giraba en el aire su guadaña, con ayuda de la cadena. Casi inconscientemente dio dos pasos hacia atrás, quedando justo al lado de la cabina en donde se controla la embarcación, pues si lograba alcanzarle no sabía con certeza si aguantaría un cortes de tal magnitud. Se lanzó en carrera contra él, ante lo cual se preparó. Sin embargo no lanzó, al menos no en un principio, su ataque contra él, sino, y ya por tercera vez, contra el suelo. Se impulsó en este saltando a una distancia considerablemente alta. Volvió a recuperar su arma en el pleno vuelo y se dispuso a girar como si de un disco se tratase. Cayó en picado, girando violentamente. Flexionó las rodillas, de esta forma soportaba mejor la presión a la que se vería sometido, y se cubrió, inclinando sus espadas, para amortiguar el ataque y desviarlo hacia el suelo. No fue suficiente. Terminó recibiendo, aunque con muchas menos fuerza un corte a la altura de la clavícula, chocó contra una de sus hombreras, rompiéndola, y dejando una fea herida que se entreveía por sus rotos ropajes. Ahora su copa se sostenía sólo por una sola hombrera, la derecha.
Soltó su Khopesh, casi sin darse cuenta, debido al dolor que tenía encima. -"El dolor sólo existe si piensas en él"- pensó, apretando los dientes. No le iba a dar tiempo a su rival a que se recupere, ni vuelva a una posición más cómoda. Metió la mano en el bolsillo y sacó un mazo de cartas de póker. En un movimiento casi imperceptible, debido a sus dotes en la prestidigitación, también cogió una daga de su faja, escondiéndola bajo el brazo. Lanzó el mazo, que se abrió y soltó más de media centena de cartas contra su oponente, formando una cortina de naipes entre los dos. A su vez también había arrojado el cuchillo que se dirigía directamente a la pierna del Kogáto, pues suponía que la guardia con la guadaña era alta y la distracción de las cartas suficiente como para que no vea la primera parte de su ataque. Sí, primera, porque acto seguido se dirigió hacia él, corriendo por un flanco de la cortina de cartas.
Estiró su espada y esta rozó con la pared metálica de la cabina como parte de la segunda mitad del ataque. Saltaron chispas y su hoja se recalentó. Estaba usando su estilo de Al Rojo Vivo. Con su espada ahora mucho más caliente sus ataques se volvía más dañinos, pues estos adquirían una mayor profundidad al debilitar la piel debido al calor que desprendía la hoja. Lanzó una única estocada contra las costillas, ya maltrechas, de Uchiha.
Danza del Agua: Lluvia de fuego [AF]
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Los ojos del chico se clavaron en el espadachín cuando notó como su guadaña llegaba a su objetivo. El combate estaba siendo bastante reñido, aquel tipo era un gran hombre manejando la espada, tenía una tenacidad increíble y sabía usarla a la perfección. El espadachín estaba resultando ser uno de los rivales más poderosos del chico, aunque aquello era un combate de entrenamiento, se les estaba largando de las manos pues aquellas heridas comenzaban a ser serias. Los ojos del moreno seguían mirando al chico mientras los entrecerraba después clavando su ojo rojizo en su ojo izquierdo y su ojo azulado en su ojo derecho. A continuación pasó algo bastante extraño, aquel tipo sacó de repente algo que el agente no pudo llegar a ver, solo observó como su vista se nublaba por un sinfín de hojas de papel blancas que no le dejaban ver nada de nada. Por ese motivó comenzó a saltar hacia atrás rápidamente, sin embargo un agudo dolor llegó a su pierna derecha. Una especie de daga estaba clavada en su espinilla, debido a los saltos evitó un riesgo mayor. Gruñó un poco mientras usaba su mano libre para sacarlo de un tirón y llevárselo a la boca por el mango.
Parecía haber acabado el ataque ahí, pero de repente aquel tipo hizo algo que el chico no pudo ver al estar ocupado con las cartas. La espada tenía el filo algo naranja y echaba un poco de humillo que se dispersaba por la lluvia. “Fuego”. Pensó el moreno mientras observaba su brazo herido vendado, este sangraba un poco, eso le iba a venir de perlas. Sin embargo todavía tenía que evitar aquel ataque pues no sabía a dónde iría. Aunque esquivarlo o bloquearlo no era la única solución… “Muy bien, espero que con esto baste”. De repente el chico corrió también hacia el mosquetero, en un acto suicida al ver que la espada iba a sus costillas, se colocó de rodillas rápidamente levantando un poco de agua al estar aquello ya bastante inundado. Al bajar ahora aquella espada se dirigía a su brazo herido, al hombro de ese brazo precisamente. Kogáto hizo su acto suicida, se dejó atravesar totalmente el hombro notando como le espada seguía su curso cortando la carne y tras pasándole el hombro entero brutalmente. El dolor era inmenso pero más le dolería después, quería aprovechar el mismo acero ardiendo de la hoja para cerrar el flujo de sangre también.
No iba a perder el tiempo, había hecho aquel acto para realizar su ataque, lanzó la guadaña al aire a tan solo un metro por encima de él mismo. Acto seguido llevó es mano a la boca sacando aquella daga y la lanzó con fuerza hacia la rodilla derecha de su oponente. Acto seguido levantó esa misma mano agarrando la guadaña, un trueno sonó con fuerza iluminando el rostro del moreno dejando ver sus ojos extraños fijos en el espadachín. Bajó la guadaña desde arriba hasta abajo con toda la fuerza y velocidad que le permitía el cuerpo, tratando de ocuparse de realizar un grave y bestial corte en el pecho de aquel hombre. Una vez lo realizara, le diese o no, lo evadiera aquel tipo o no, trataría con todas sus fuerzas de saltar hacia atrás para tratar de sacar la espada ropera de su hombro, si es que aquel tipo no la había retirado ya en algún acto defensivo. Solo quedaba ver lo que ocurría.
Daten-Shi: Kamikaze del escorpión sangriento (AF)
El barco ya estaba en las ultimas, además ya casi estaban tocando el mar y las sombras de los reyes marinos se aproximaban, seguir con aquello era bastante peligroso, peor quedaba ser que decía el espadachín. El combate aún podía continuar un poco más.
- Parece que no nos queda mucho aquí arriba.
Parecía haber acabado el ataque ahí, pero de repente aquel tipo hizo algo que el chico no pudo ver al estar ocupado con las cartas. La espada tenía el filo algo naranja y echaba un poco de humillo que se dispersaba por la lluvia. “Fuego”. Pensó el moreno mientras observaba su brazo herido vendado, este sangraba un poco, eso le iba a venir de perlas. Sin embargo todavía tenía que evitar aquel ataque pues no sabía a dónde iría. Aunque esquivarlo o bloquearlo no era la única solución… “Muy bien, espero que con esto baste”. De repente el chico corrió también hacia el mosquetero, en un acto suicida al ver que la espada iba a sus costillas, se colocó de rodillas rápidamente levantando un poco de agua al estar aquello ya bastante inundado. Al bajar ahora aquella espada se dirigía a su brazo herido, al hombro de ese brazo precisamente. Kogáto hizo su acto suicida, se dejó atravesar totalmente el hombro notando como le espada seguía su curso cortando la carne y tras pasándole el hombro entero brutalmente. El dolor era inmenso pero más le dolería después, quería aprovechar el mismo acero ardiendo de la hoja para cerrar el flujo de sangre también.
No iba a perder el tiempo, había hecho aquel acto para realizar su ataque, lanzó la guadaña al aire a tan solo un metro por encima de él mismo. Acto seguido llevó es mano a la boca sacando aquella daga y la lanzó con fuerza hacia la rodilla derecha de su oponente. Acto seguido levantó esa misma mano agarrando la guadaña, un trueno sonó con fuerza iluminando el rostro del moreno dejando ver sus ojos extraños fijos en el espadachín. Bajó la guadaña desde arriba hasta abajo con toda la fuerza y velocidad que le permitía el cuerpo, tratando de ocuparse de realizar un grave y bestial corte en el pecho de aquel hombre. Una vez lo realizara, le diese o no, lo evadiera aquel tipo o no, trataría con todas sus fuerzas de saltar hacia atrás para tratar de sacar la espada ropera de su hombro, si es que aquel tipo no la había retirado ya en algún acto defensivo. Solo quedaba ver lo que ocurría.
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El barco ya estaba en las ultimas, además ya casi estaban tocando el mar y las sombras de los reyes marinos se aproximaban, seguir con aquello era bastante peligroso, peor quedaba ser que decía el espadachín. El combate aún podía continuar un poco más.
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Salió de detrás del montón de cartas que volaban bajo la lluvia. Su espada parecía cantar al ritmo del combate. Brillaba, y no sólo por su particular estillo de lucha, ella parecía más viva y encendida que el propio Forel. Realmente sentía como su arma clamaba por dar por finalizado ese combate. Pero no iba a disfrutar de esa dicha tan pronto. Su oponente, otra vez, hizo gala de unos movimientos increíbles, lanzándose de rodillas y deslizándose por el suelo. El agua que salpicó por aquella floritura, no le dejó ver del todo lo que estaba pasando pero lo sintió. La espada era como una extensión de su brazo. En cuanto tomó plena conciencia de lo que pasaba vio el desolador panorama para su rival. Su ropera le había atravesado el hombro totalmente. Sin embargo al mantenerla clavada, pues había sido muy profundo, cerró la hemorragia al cerrarse la herida. Nuevamente el suicida comportamiento de su oponente se imponía en ese combate.
No paró allí, pues soltó su arma y de su boca sacó un cuchillo. -"Este hombre es sencillamente sobrehumano"- pensó. En su cara podía verse una amplia sonrisa de satisfacción por el gran encuentro que le estaba dando. Y lanzó este contra su rodilla. Ante esto simplemente buscó esquivarla, sin mucho éxito pues le dejó una herida que no paraba de sangrar en la pierna. -"Creo que me ha cortado alguna vena importante"- se dijo al ver como chorreaba sangre. No le dolía mucho, pero le preocupaba la cuantiosa cantidad que brotaba de la cara externa su muslo. Tenía su espada atrapada.
En ese mismo instante su rival recuperó su guadaña, y haciendo un esfuerzo hercúleo, dio otro corte más con ella contra Syrio. Pero estaba ya bastante más débil, lo notaba. Éste levantó la pierna herida y desvió la guadaña con al planta del pie puesta sobre el borde plano de ésta. Usó este mismo impulso para alejarse de su rival y sacar su espada de su cuerpo. Por el esfuerzo de su pierna derecha brotó aún mucha más sangre. Parecía una fuente de líquido rojo en ese momento. -"Esto no pinta bien"- pensó al ver como se extendía y dejaba el suelo totalmente rojo tras su paso, que se diluía con el continuo caer de las gotas de agua. En ese momento sólo pensaba en una cosa: Ganar a como dé lugar. No se iba rendir tan fácilmente, una simple hemorragia no lo iba a detener. La vista se le empezó a nublar.
Kogáto se había alejado, y en ese momento le parecía que estaba a una distancia inalcanzable. Se estaba mareando, pese a no estar tan herido como su rival. Alzó la espada con la que pensanba terminar el combate, pero entonces el barco se movió con violencia, estaba bastante inclinado, lo que no le pudo hacer evitar que trastabillara y se deslizase por la cubierta, como si estuviera sobre dos patines. La lluvia no ayudaba. Con el pesquero en esa posición, su sable y su sombrero se cayeron hacia el mismo sitio que él. Al igual que su rival, decidió cauterizarse la herida con la hoja, poniéndola sobre su muslo. Así al menos pararía el permanente sangrado. Cerró los ojos y bramó del dolor. No se imaginaba que quemase tanto, nunca había sentido su técnica en su propia carne. Recogió su sombrero y se lo volvió a poner. Guardó su sable en su cinturón. Seguía mareado y no estaba seguro de poder alcanzar a su rival, más aún sabiendo lo poco que le quedaba al barco para hundirse. Pero aún había tiempo.
Cargó contra él, con el que sería su último ataque, si su rival seguía después de eso, se rendiría y lo daría por empate, en el caso en que él no acabase inconsciente también, o muerto. No iba todo lo deprisa que quería, incluso cojeaba un poco, las heridas y esa gran pérdida de sangre hacían mella en su cuerpo. Una vez estuvo muy cerca, lanzó un prominente corte contra su pierna herida, pero sólo era una amago, pues clavó el arma, y prácticamente imitando el movimiento de Kogáto, se elevó usando el mango de la ropera clavada como apoyo, para saltar por encima de su rival, dando un giro sobre este y recogiendo su espada. Desde lo alto intento apuñalarlo con ésta apuntando a su hombro que seguía intacto. De darle ya no podría seguir moviendo esa arma con tanta facilidad. Esperaba no ser tan lento como para que su rival adivinase sus intenciones.
Danza del agua: Cascada [AIF]
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El cuchillo había logrado impactar en la pierna de aquel tipo, sin embargo en un ágil movimiento había logrado evadir el ataque. Aquel combate parecía ir a peor y el moreno iba a poder continuar mucho más debido a las heridas que tenía, la pérdida de sangre molestaba bastante. Cerró los ojos mientras observaba al chico, su guadaña continuaba en su mano izquierda, la ventaja de ser ambidiestro era bastante útil en los combates con armas. De repente el chico miró a otro lado escupiendo un poco de sangre, el hombro le dolía a horrores y sin duda alguna aquel hombre estaba realizando un combate increíble. Una ola golpeó con más fuerza y el barco comenzó a inclinarse, las voces de los hombres del otro barco también se escuchaban diciéndoles a los dos locos que subieran de una vez. Sin embargo el moreno no escuchaba y observaba a su rival deslizarse como si estuviera patinando, él hizo lo mismo ahora. Acto seguido aquel hombre corrió hacia él mientras la lanzaba una estocada a la pierna, tan solo tenía que evadir el ataque alzándola un poco y golpearle con su guadaña en pleno aire.
- Demasiado fácil…
Dijo mientras lanzaba un tajo contra el espadachín, sin embargo este realizó el movimiento que él había hecho antes con su propia arma, la guadaña golpeó el aire sin tocar aquel hombre que ahora estaba encima de él. “Soreha Dekimasen…” (No puede ser…) Pensó mientras ahora sentía como algo atravesaba su hombro estampándole contra el suelo y haciendo que su frente golpeara la madera del barco y metiera la cabeza en el agua. Por suerte el agua amortiguó la caída. Tras aquello, rodó con fuerza a un lado para sacar la espada de su hombro, no sin un buen grito de dolor. A continuación saltó hacia atrás mientras quedaba sentado con su espalda apoyada en el mástil. Se rajó la parte derecha de su pantalón y se lo vendó en el hombro herido con mucha dificultad. Después de aquello observó al espadachín mientras fruncía el ceño y le dedicaba unas palabras serias.
- Me has inutilizado los brazos, no podre manejar mi arma con total libertad. Pero aún queda algo que puedo hacer como último ataque.
Dijo mientras ahora se quitaba la cadena de su muñeca, pero hizo algo difícil de esperar, se ató aquella cadena al tobillo de su pierna buena, la izquierda. Se levantó lentamente mientras sonreía de lado observando a su oponente y lanzaba varias patadas al aire moviendo la guadaña con la pierna. Sin embargo debía pelear a pata coja teniendo cuidado con la derecha que era la de apoyo, sin duda alguna el moreno no iba a rendirse y seguramente en el próximo ataque cedería, pero por las pintas del otro tipo, aquello parecía que iba acabar en tablas. El chico ahora se movía a pata coja usando su pierna por la superficie deslizándose, estaba listo para su ataque y saltó en el aire lanzando una patada con la guadaña por delante a su oponente. Sin embargo algo pasó, una cola negra surgió del mar golpeando al moreno en pleno aire y tirándole al suelo. La guadaña perdió el control y se clavó a centímetros del rostro del asesino, ahora este se levantó con dificultad. Miró como una enorme bestia con forma de serpiente y negra, ojos rojos y colmillo salía del mar. Los ojos del moreno ahora observaron al espadachín mientras bajaba los brazos cansado.
- Me temo que no vamos a poder continuar, dejémoslo en empate por esta vez.
Dijo el moreno mientras se preparaba para el combate con aquel enorme monstruo que rugía mirando a los dos chicos.
- Demasiado fácil…
Dijo mientras lanzaba un tajo contra el espadachín, sin embargo este realizó el movimiento que él había hecho antes con su propia arma, la guadaña golpeó el aire sin tocar aquel hombre que ahora estaba encima de él. “Soreha Dekimasen…” (No puede ser…) Pensó mientras ahora sentía como algo atravesaba su hombro estampándole contra el suelo y haciendo que su frente golpeara la madera del barco y metiera la cabeza en el agua. Por suerte el agua amortiguó la caída. Tras aquello, rodó con fuerza a un lado para sacar la espada de su hombro, no sin un buen grito de dolor. A continuación saltó hacia atrás mientras quedaba sentado con su espalda apoyada en el mástil. Se rajó la parte derecha de su pantalón y se lo vendó en el hombro herido con mucha dificultad. Después de aquello observó al espadachín mientras fruncía el ceño y le dedicaba unas palabras serias.
- Me has inutilizado los brazos, no podre manejar mi arma con total libertad. Pero aún queda algo que puedo hacer como último ataque.
Dijo mientras ahora se quitaba la cadena de su muñeca, pero hizo algo difícil de esperar, se ató aquella cadena al tobillo de su pierna buena, la izquierda. Se levantó lentamente mientras sonreía de lado observando a su oponente y lanzaba varias patadas al aire moviendo la guadaña con la pierna. Sin embargo debía pelear a pata coja teniendo cuidado con la derecha que era la de apoyo, sin duda alguna el moreno no iba a rendirse y seguramente en el próximo ataque cedería, pero por las pintas del otro tipo, aquello parecía que iba acabar en tablas. El chico ahora se movía a pata coja usando su pierna por la superficie deslizándose, estaba listo para su ataque y saltó en el aire lanzando una patada con la guadaña por delante a su oponente. Sin embargo algo pasó, una cola negra surgió del mar golpeando al moreno en pleno aire y tirándole al suelo. La guadaña perdió el control y se clavó a centímetros del rostro del asesino, ahora este se levantó con dificultad. Miró como una enorme bestia con forma de serpiente y negra, ojos rojos y colmillo salía del mar. Los ojos del moreno ahora observaron al espadachín mientras bajaba los brazos cansado.
- Me temo que no vamos a poder continuar, dejémoslo en empate por esta vez.
Dijo el moreno mientras se preparaba para el combate con aquel enorme monstruo que rugía mirando a los dos chicos.
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Su finta funcionó y le dejó el otro brazo casi tan inutilizado como el primero tras su "Cascada". La verdad es que ese combate estaba siendo muy productivo, en numerosas ocasiones había tenido que innovar sobre la marcha tras ver como su rival podía seguir luchando y sacaba recursos que el propio Forel no esperaba, y ni siquiera imaginaba. Incluso ese último ataque había sido en tributo en su rival, en parte copiándole el movimiento. Lamentaba ya no poder seguir luchando y que no hubiese un ganador claro en esa batalla, pues el barco estaba prácticamente hundido. El agua le llegaba hasta la mitad de los gemelos. Y en esas condiciones sería imposible seguir, a no ser que aprendiesen a correr sobre el agua. Pero entonces vio algo totalmente insólito. Kogáto aún quería, como él, realizar un último movimiento. Se colocó la cadena a uno de los tobillos y con la pata coja se dispuso a pelear nuevamente. -¡Bravo!- exclamó el ilusionista por semejante muestra de honor. Él, por supuesto, iba a honrarle dándole su tan deseado último baile, aunque las condiciones del terreno no fueran las más óptimas.
Era imposible que todo saliera bien, aquella función se había terminado. El telón, en forma de Rey Marino, se había echado y los dos actores del teatro debían postergar su interpretación para la siguiente ocasión. Justo en el momento en que se disponía a atacarle este último invitado apareció frente a él y lo mandó hacia atrás de un coletazo. Se escucharon gritos desde la embarcación mayor, muy distintos a los que se habían estado escuchando hasta ahora. Los del ferri primero enmudecieron al ver a tan colosal criatura. Una vez pasado el susto gritaron más que nunca, algunos de miedo, otros diciéndoles al capitán del navío que se marchasen y que no esperasen a aquellos dos inconscientes, otros en cambio vociferaban advirtiéndoles que suban de una puta vez y que dejasen su estúpido duelo para otra ocasión. Lo cierto era que esto últimos tenían razón. Y aunque se encontraba algo débil por la falta de sangre tenía claro una cosa: No lo iba a dejar tirado.
Para más inri su espada ya se había enfriado, perdiendo toda ese mayor desgarre por la alta temperatura de la punta por lo que atacar a ese animal se convertía en una tarea mucho más complicada. Aún así, y con todo en contra decidió dedicarle un ataque al enorme bicho, lo suficiente como para poder alejarle de Uchiha, pues sabía que no lograría derrotarlo. Conocía sus limitaciones y sabía perfectamente que tenía que mejorar mucho más si quería le realizar un corte lo suficientemente serio a esa bestia com para que pueda llegar a plantearse la retirada.
Se dirigió a toda prisa a por el Rey Marino. No lo hagas se escuchaba desde el ferri, pero sus oídos hacían caso omiso a las advertencias. Con el agua superando plenamente sus tobillos no era precisamente fácil correr, pero lo intentaba. El corazón se le aceleraba y la cabeza le empezaba a doler, sentía que iba a estallar. Dio la vuelta a la espada y la cogió del revés, con la hoja apuntando hacia abajo. Dio un salto y, cogiendo su ropera con ambas manos, le lanzó un corte hacia las costillas al monstruo. Este sangró profundamente, que para su enorme cuerpo no debía de ser más que algunas gotas. -Va siendo hora de partir, nuestro camino aquí ha acabado- le advirtió, pues lo tenía ya a un lado.- Apenas y he sido capaz de hacerle ese simple corte y no me he contenido- le advirtió. Entonces le vino un mareo e hincó la rodilla en el suelo, se apoyó sobre la ropera e intentó recomponerse. El Rey marino les atacó lanzando un poderoso bocado contra los dos. Syrio no sabía si podría detenerlo en sus actuales condiciones
Era imposible que todo saliera bien, aquella función se había terminado. El telón, en forma de Rey Marino, se había echado y los dos actores del teatro debían postergar su interpretación para la siguiente ocasión. Justo en el momento en que se disponía a atacarle este último invitado apareció frente a él y lo mandó hacia atrás de un coletazo. Se escucharon gritos desde la embarcación mayor, muy distintos a los que se habían estado escuchando hasta ahora. Los del ferri primero enmudecieron al ver a tan colosal criatura. Una vez pasado el susto gritaron más que nunca, algunos de miedo, otros diciéndoles al capitán del navío que se marchasen y que no esperasen a aquellos dos inconscientes, otros en cambio vociferaban advirtiéndoles que suban de una puta vez y que dejasen su estúpido duelo para otra ocasión. Lo cierto era que esto últimos tenían razón. Y aunque se encontraba algo débil por la falta de sangre tenía claro una cosa: No lo iba a dejar tirado.
Para más inri su espada ya se había enfriado, perdiendo toda ese mayor desgarre por la alta temperatura de la punta por lo que atacar a ese animal se convertía en una tarea mucho más complicada. Aún así, y con todo en contra decidió dedicarle un ataque al enorme bicho, lo suficiente como para poder alejarle de Uchiha, pues sabía que no lograría derrotarlo. Conocía sus limitaciones y sabía perfectamente que tenía que mejorar mucho más si quería le realizar un corte lo suficientemente serio a esa bestia com para que pueda llegar a plantearse la retirada.
Se dirigió a toda prisa a por el Rey Marino. No lo hagas se escuchaba desde el ferri, pero sus oídos hacían caso omiso a las advertencias. Con el agua superando plenamente sus tobillos no era precisamente fácil correr, pero lo intentaba. El corazón se le aceleraba y la cabeza le empezaba a doler, sentía que iba a estallar. Dio la vuelta a la espada y la cogió del revés, con la hoja apuntando hacia abajo. Dio un salto y, cogiendo su ropera con ambas manos, le lanzó un corte hacia las costillas al monstruo. Este sangró profundamente, que para su enorme cuerpo no debía de ser más que algunas gotas. -Va siendo hora de partir, nuestro camino aquí ha acabado- le advirtió, pues lo tenía ya a un lado.- Apenas y he sido capaz de hacerle ese simple corte y no me he contenido- le advirtió. Entonces le vino un mareo e hincó la rodilla en el suelo, se apoyó sobre la ropera e intentó recomponerse. El Rey marino les atacó lanzando un poderoso bocado contra los dos. Syrio no sabía si podría detenerlo en sus actuales condiciones
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Los rugidos de la semejante bestia eran increíbles, aquel maldito ser de las profundidades parecía todo un demonio. El moreno le observaba con el ceño fruncido y con los brazos apuntando hacia abajo debido a que los podía mover. No los movería en unas cuantas semanas. Aquella bestia se lanzó contra el agente del CP, que se dedicó a parpadear rápidamente mientras trataba de centrarse en lo que estaba. Sus heridas ya le estaban pasando factura y aquel golpe producido por la cola de la bestia, le había hecho bastante daño. No podía reaccionar, clavó su rodilla en el suelo mientras escupía sangre a un lado. Cerró los ojos esperando el final, sin embargo un rugido de furia se escuchó en aquella terrible noche. Aquel espadachín había atravesado su espada en las costillas del monstruo. “Imposible” Pensó el chico mientras mantenía su mirada seria. Aquel tipo le estaba ayudando pese a ser rivales, ahora estaba claro que le debía un favor. Las voces de los tipos del barco continuaban, incluso llegó a oír decir a algunos que se iban a ir. Apenas había madera donde pisar, una nueva ola dejó un tramo de agua hasta las rodillas al menos de los dos combatientes.
Ahora observó como el mosquetero se colocaba a su lado diciendo aquellas palabras. Estaba claro que el fin parecía haber llegado, o eso parecía. Según dijo el tipo del sombrero, no se había contenido y solo le había hecho un simple corte. Era imposible que vencieran a aquella bestia en el estado en el que estaban los dos. Kogáto observó a Syrio y de repente volvió a cambiar su mirada hacia la bestia. El maldito rey marino no parecía estar de buen humor y ahora lanzó un terrible dentellada contra los dos, trataba de tragárselos en aquel ataque. El moreno le debía la vida a aquel hombre y le iba a devolver el favor enseguida. Saltó con fuerza colocando una mano en su costado y otra en su pecho y cayó a su lado junto a él. A continuación se levantó agotado, la bestia se había vuelto a sumergir, ahora podría irse tranquilamente. Sin embargo el moreno no divisaba su guadaña, en ese momento escuchó el sonido de la cadena por el agua alejarse. Aquella cosa se la habría llevado en la boca y eso solo significaba una cosa.
De repente el chico salió disparado pues tenía la cadena en el tobillo enganchada, la velocidad con la que tiraba el rey marino era increíble y el chico logró engancharse a la borda o al menos a lo poco que quedaba de ella. Sin embargo el dolor de su hombro le quemaba y gruñó casi sin poder aguantar. Algo le decía que el tipo del sombrero trataría de ayudarle, sin embargo parecía que el rey marino había usado toda su velocidad. El agente miró al espadachín con una media sonrisa y le habló en un tono tranquilo manteniendo su seriedad y una mirada orgullosa de haber combatido con él.
- No dejes que nunca controlen tu vida, cuídate mucho.
De repente el monstruo pegó un tirón metiendo al moreno dentro del mar. Este no perdió el tiempo y agarró como pudo la cadena con su mano, del hombro menos lastimado. Empezó a seguirla pues no era muy larga, la cabrona se había quedado encallada en un diente de aquella cosa. El moreno pegó su pierna izquierda en la cabeza del ser que lo había arrastrado ya lejísimo. Pegó un tirón y consiguió soltarse, después de aquello nadó a la superficie. Veía el barco lejísimo y era imposible ver nada, lo que si vio fue un tablón de madera. Se subió en él y cerró los ojos mientras respiraba agitado, se quedó allí flotando en mitad de la noche, el rey marino parecía haberse largado o quizás vuelto a donde el espadachín. Lo único seguro, era que Kogáto casi había perdido la vida, incluso a ojos de los del barco y posiblemente del espadachín, habría muerto de forma horrible.
Ahora observó como el mosquetero se colocaba a su lado diciendo aquellas palabras. Estaba claro que el fin parecía haber llegado, o eso parecía. Según dijo el tipo del sombrero, no se había contenido y solo le había hecho un simple corte. Era imposible que vencieran a aquella bestia en el estado en el que estaban los dos. Kogáto observó a Syrio y de repente volvió a cambiar su mirada hacia la bestia. El maldito rey marino no parecía estar de buen humor y ahora lanzó un terrible dentellada contra los dos, trataba de tragárselos en aquel ataque. El moreno le debía la vida a aquel hombre y le iba a devolver el favor enseguida. Saltó con fuerza colocando una mano en su costado y otra en su pecho y cayó a su lado junto a él. A continuación se levantó agotado, la bestia se había vuelto a sumergir, ahora podría irse tranquilamente. Sin embargo el moreno no divisaba su guadaña, en ese momento escuchó el sonido de la cadena por el agua alejarse. Aquella cosa se la habría llevado en la boca y eso solo significaba una cosa.
De repente el chico salió disparado pues tenía la cadena en el tobillo enganchada, la velocidad con la que tiraba el rey marino era increíble y el chico logró engancharse a la borda o al menos a lo poco que quedaba de ella. Sin embargo el dolor de su hombro le quemaba y gruñó casi sin poder aguantar. Algo le decía que el tipo del sombrero trataría de ayudarle, sin embargo parecía que el rey marino había usado toda su velocidad. El agente miró al espadachín con una media sonrisa y le habló en un tono tranquilo manteniendo su seriedad y una mirada orgullosa de haber combatido con él.
- No dejes que nunca controlen tu vida, cuídate mucho.
De repente el monstruo pegó un tirón metiendo al moreno dentro del mar. Este no perdió el tiempo y agarró como pudo la cadena con su mano, del hombro menos lastimado. Empezó a seguirla pues no era muy larga, la cabrona se había quedado encallada en un diente de aquella cosa. El moreno pegó su pierna izquierda en la cabeza del ser que lo había arrastrado ya lejísimo. Pegó un tirón y consiguió soltarse, después de aquello nadó a la superficie. Veía el barco lejísimo y era imposible ver nada, lo que si vio fue un tablón de madera. Se subió en él y cerró los ojos mientras respiraba agitado, se quedó allí flotando en mitad de la noche, el rey marino parecía haberse largado o quizás vuelto a donde el espadachín. Lo único seguro, era que Kogáto casi había perdido la vida, incluso a ojos de los del barco y posiblemente del espadachín, habría muerto de forma horrible.
Syrio Forel
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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Todo parecía acabado, al fin el Sino les llevaría de dónde provenían y aquel leviatán, una bestia de proporciones bíblicas, sería su verdugo, sería el ser que los llevase a las puertas del infierno. No obstante, y en un claro acto de valor, nuevamente su rival le salvó la vida, empujándole y esquivando el bocado del enorme pez. Syrio notó como este había quedado encima de él, se había arriesgado de tal forma que podría haber perecido en las fauces del monstruo que ahora parecía alejarse, por fin, de los dos ávidos guerreros. Ahora estaban en paces, ambos se habían salvado pese a las circunstancias que les habían llevado a entablar un duelo. Al cruzar sus golpes habían llegado a conectar.
La desdicha de aquellos dos supervivientes no había terminado, pues notó como éste salió despedido. Su rival se alejaba, ante la impotente mirada de Forel. Parecía que el Rey Marino se lo estaba llevando de alguna forma... Era la cadena que tenía atada al pie. Se levantó todo lo rápido que pudo, y tras trastabillar en puar de veces debido a su estado, se dispuso a ayudarlo, pues este se había quedado enganchado en el borde del pesquero mientras el pez tiraba de él. En cuanto estuvo a punto de alcanzarlo escuchó sus últimas palabras y se marchó de su vista, perdiéndose en el basto azul, lejos del alcance de ningún hombre. No olvidaría nunca esas palabras. De la garganta del espadachín se escucharon unos desgarradores gritos que asustaron a los del barco que habían presenciado todo lo ocurrido. Golpeó la madera un varias veces con el puño hasta que éste quedó despellejado y ensangrentado. Le costaba creer lo ocurrido. Tras unos minutos de la más profundos de los silencios, pues incluso las olas del mar parecían calmarse, se tranquilizó y se puso de pie. Fue lentamente hasta el barco, nadando, pues del pesquero ya no quedaba nada salvo unas pequeñas tablas mal repartidas y se montó en el ferri dispuesto a partir.
El cielo se despejó y la tormenta se detuvo. La calma inundó todo el ferri. Todos se habían quedado callados tras la escena vista y vivida en primera persona por el mosquetero. Nadie habló del tema con él, ni entre ellos. De hecho casi nadie hablaba. Syrio miró por la ventana por la que salió despedido hace no demasiados minutos. Lo cierto era que había pasado todo tan rápido que apenas le había dado tiempo a asumirlo realmente. Casi parecía un sueño vago que nunca había ocurrido, pero en el fondo de su memoria sabía que siempre recordaría ese día, el día que encontró a un gran guerrero, el día en conoció y se despidió de Kogáto Uchiha.
La desdicha de aquellos dos supervivientes no había terminado, pues notó como éste salió despedido. Su rival se alejaba, ante la impotente mirada de Forel. Parecía que el Rey Marino se lo estaba llevando de alguna forma... Era la cadena que tenía atada al pie. Se levantó todo lo rápido que pudo, y tras trastabillar en puar de veces debido a su estado, se dispuso a ayudarlo, pues este se había quedado enganchado en el borde del pesquero mientras el pez tiraba de él. En cuanto estuvo a punto de alcanzarlo escuchó sus últimas palabras y se marchó de su vista, perdiéndose en el basto azul, lejos del alcance de ningún hombre. No olvidaría nunca esas palabras. De la garganta del espadachín se escucharon unos desgarradores gritos que asustaron a los del barco que habían presenciado todo lo ocurrido. Golpeó la madera un varias veces con el puño hasta que éste quedó despellejado y ensangrentado. Le costaba creer lo ocurrido. Tras unos minutos de la más profundos de los silencios, pues incluso las olas del mar parecían calmarse, se tranquilizó y se puso de pie. Fue lentamente hasta el barco, nadando, pues del pesquero ya no quedaba nada salvo unas pequeñas tablas mal repartidas y se montó en el ferri dispuesto a partir.
El cielo se despejó y la tormenta se detuvo. La calma inundó todo el ferri. Todos se habían quedado callados tras la escena vista y vivida en primera persona por el mosquetero. Nadie habló del tema con él, ni entre ellos. De hecho casi nadie hablaba. Syrio miró por la ventana por la que salió despedido hace no demasiados minutos. Lo cierto era que había pasado todo tan rápido que apenas le había dado tiempo a asumirlo realmente. Casi parecía un sueño vago que nunca había ocurrido, pero en el fondo de su memoria sabía que siempre recordaría ese día, el día que encontró a un gran guerrero, el día en conoció y se despidió de Kogáto Uchiha.
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