Castillos, nieve y conejos mutantes [Pasado - Break y Haine]

La nieve ya comenzaba a caer en la Grand Line, la temperatura descendía gradualmente y el intenso frío convertía su respiración en vaho. El infantil espadachín no pudo evitar fingir que fumaba, algo que parecía irritar bastante a la tripulación, quienes ya se habían hartado de sus bromas. El rubio se preguntaba como demonios había conseguido convencer a aquella gente de que le llevase. Luego sonrió, sabía perfectamente el motivo. Simplemente era más inteligente que ellos. Con una hábil mentira, había podido convencer a un grupo de pescadores de que conocía una isla en la que habían bancos de peces tan enormes que su barco apenas podría moverse, y a juzgar por sus expresiones parecía que ya empezaban a sospechar.

Pero eso no podía importarle menos, ya estaban llegando a su destino y si la cosa se ponía fea solo tendría que robar un bote y remar hasta la costa nevada. La parte negativa de ese plan era su extrema pereza, por lo que no tenía ninguna intención de hacer un esfuerzo pudiendo mentir para no hacerlo.

-No os preocupéis chicos, ya casi estamos. En cuanto lleguemos empezarán a llegar los peces y tendréis pesca de sobra... -En cuanto los marineros se alejaron un poco, continuó en voz baja. -Más o menos.

El lugar a donde se dirigía era la isla de Drum, un antiguo reino cuya familia real había desaparecido hacía mucho tiempo. Ahora su gobierno pertenecía al pueblo y por tanto el castillo real permanecía deshabitado. Era precisamente allí a donde se dirigía, al fin y al cabo ¿cómo iba a resistir la tentación de un antiguo castillo abandonado? Se decía que el edificio todavía ocultaba algunas salas secretas repletas de extrañas armas e incluso se rumoreaban historias sobre fantasmas. Fuera lo que fuera sentía la suficiente curiosidad como para desplazarse hasta allí a propósito a pesar de lo vago que era.

Al cabo de un rato llegaron a la isla. Atracaron en un muelle cercano a un pueblo, en el cual apenas había media docena de barcos, y Break se encaminó hacia la gran montaña donde tenía entendido que se situaba el castillo. Tuvo que escabullirse a través de una especia de trinchera natural en la nieve, debido a la creciente agresividad de los pescadores a los que había engañado.

Durante unas horas estuvo paseando por el pueblo, en busca de alguien que le indicara el mejor camino para dirigirse al castillo. Por suerte parecían ser gente muy amable, aunque tal vez algo desconfiada. Le señalaron la dirección que debía tomar y algunos hombres con malas pintas le desearon suerte, un gesto que no llegó a entender del todo. Tras un breve almuerzo, emprendió la marcha a través de la nieve, apartando las ramas que se encontraba con su espada envainada.

Para la ocasión había robado un grueso abrigo gris con capucha que, aunque no pegaba con su sentido de la moda, al menos le servía para no congelarse. La temperatura allí era tal que no tardaría en morir de frío si vestía sus ropas habituales, algo que quedaba claro con solo mirar el cielo. A pesar de ser alrededor de mediodía, el Sol no había hecho acto de presencia. Hasta donde alcanzaba a ver solo había un espeso manto de nubes grises.

Tras una caminata que se le hizo eterna, llegó hasta la base de la montaña. Desde allí podía ver un teleférico que le serviría para subir hasta la cima aunque no parecía haber nadie para manejarlo. El cazador supuso que funcionaría de forma automática y se acercó a comprobarlo. En ese momento, una imponente sombra se alzó a su espalda. Tenía una forma parecida a la de un conejo, solo que mucho más grande y con lo que parecían ser garras. Break sonrió, acababa de averiguar porque iba a necesitar suerte ese día.

El cazador permaneció inmóvil, concentrado en vigilar la sombra que se cernía sobre él y casi aguantando la respiración por si hacía algún ruido que provocase el ataque de aquella bestia. Mientras tanto echaba mano a su espada, desenvainándola lentamente. No tenía pensado matar a aquel ser, simplemente evitar que acabase con él, aunque no estaba seguro de que fuese fácil de someter, al fin y al cabo era enorme y por los sonidos que emitía no parecía ser muy amigable. La potencia de su respiración era tal que incluso movía sus cabellos con cada resoplido.

Fue entonces, en el momento en que se disponía a rodar por el suelo y lanzar un ataque, cuando el lobo atacó. Un enorme lobo blanco acababa de saltar sobre el animal a sus espaldas y lo había reducido con un ataque sorpresa, colocándose encima de él y gruñendo. Break no pudo evitar sorprenderse, era evidente que no estaba solo por allí pues de lo contrario el perro no habría dudado en desgarrar a su presa.

No tardó en comprobar la veracidad de su hipótesis cuando un hombre con abrigo marrón salió de entre los árboles cercanos. Este se ofreció a ayudarle con ese animal siempre y cuando le diese una razón para ello. El cazador no pudo evitar una sonrisa interesada, aquel tipo no parecía un ciudadano normal. Se dedicó a analizar a su interlocutor intentando averiguar algo sobre él, cuando una serie de figuras comenzaron a surgir de debajo de la nieve. Se trataba de más de esos conejos estúpidamente grandes, y ninguno de ellos parecía tener intención de marcharse.

-"Bueno, supongo que no tengo más remedio que lidiar con esto. Ya veré luego que hago con este tipo."-Mientras tanto desenfundaba su espada y se preparaba para enfrentarse a aquellas bestias. No estaba seguro de si ese lobo se mantendría alejado de él, así que no le quitaría el ojo de encima, a ninguno de los dos. Con un ágil salto se colocó en una elevación natural de nieve situada bajo un árbol en el centro del círculo que los animales habían formado a su alrededor.

-Muy bien, desconocido raro con un lobo, espero que sepas lo que haces porque vamos a tener bastante trabajo con estos seres. Aunque la verdad es que no me hace gracia enfrentarme a animales. En fin, intentaré no matarlos.

En ese momento el primero de los animales se lanzó sobre él de un salto en plancha que hundió la elevación donde se encontraba. Por suerte pudo apartarse a tiempo y lanzar una estocada a una rama haciendo que un montón de nieve cayera sobre él. Sin embargo esto no pareció tener ningún efecto ya que el conejo se levantó como si nada. Después de esquivar otro zarpazo, decidió ponerse serio y propinó un corte en una de sus patas haciéndole caer para luego golpearle con el mango de su arma. Ya creía que iba a ser fácil cuando el resto de la manda saltó en plancha sobre su pequeño grupo. Break no tuvo tiempo de preocuparse por el otro tipo y simplemente se apartó corriendo. No tenía intención de perder el tiempo allí, así que no dudó en dirigirse al teleférico. Por desgracia varios de esos conejos le cortaron el paso y se vio obligado a continuar con la lucha.

¡Oye tú! ¿Sigues vivo? -exclamó dirigiéndose al dueño del lobo. -Si tienes algo capaz de provocar una llama déjamelo y acabaremos con esto rápido. -pidió el cazador. Esperaba que aquel tipo fuese capaz de generar fuego con algún arma o habilidad sobre la que pudiera usar sus poderes, de lo contrario iba a ser una batalla difícil.

El hombre del lobo le replicó algo sobre lo que le había dicho. Break no estaba escuchando pero le pareció oír algo sobre su cara y sobre que el lobo no era un lobo, sino un perro. Aquello no suponía mucha diferencia ya que para él era casi lo mismo, pero supuso que debía rectificarlo. Mientras se afanaba en esquivar a la manada de conejos gigantes, oyó como también le echaba en cara tratar a los animales de manera distinta. Según lo que le dijo, debería tratarlos como si fueran guerreros o algo así en lugar de animales, y no mostrarles una piedad que no sería para ellos más que un insulto. Ante esto no pudo contestar más que una cosa.

-Ahh, pero es que son tan monos. -dijo el cazador burlonamente. -En realidad son animales, no guerreros ni nada por el estilo. Se guían por su instinto no por su valentía o su voluntad de luchar. Mostrar consideración por ellos es un gesto que demuestra que conocemos esto y por lo tanto deja patente nuestra evidente superioridad mental. -Mientras hablaba oía los ecos de múltiples disparos y vio como uno de ellos incendiaba la copa de uno de los árboles cercanos. -Muy bien desconocido raro con un perro, prepárate para correr hacia el teleférico porque no voy a poder controlar lo que va a pasar.

Tomándoselo con calma, se acercó lentamente hacia el árbol en llamas como si no tuviese prisa, lo que provocó una nueva recriminación por parte del hombre del perro. ¿Acababa de llamarle bicho raro? Realmente era un tipo desagradable. Al llegar hasta el árbol incendiado, alzó su espada y cortó varias ramas haciéndolas caer en círculo por toda la zona.

-Bueno, allá vamos. Esto va a ser muy desagradable. -En ese momento envainó su arma, acercó su mano hacia el fuego intentando no quemarse y pronunció varias palabras en voz baja. -Gas: Fire Mist -Durante unos segundos no pasó nada, sin embargo sus poderes no tardaron en hacer efecto. En cuestión de 5 segundos las llamas esparcidas por la nieve se habían convertido en gas gracias a los poderes de su Akuma no mi. Esta le permitía cambiar el estado físico de la materia, aunque al no poder controlarla, la niebla ardiente se extendería por todas partes.

Maldiciendo por haberse quemado ligeramente la mano derecha, echó a correr hacia el teleférico mientras a su alrededor se extendía una nube naranja que quemaba al contacto y que hacía huir a los animales que los acosaban. Una vez llegó al teleférico, hundió su mano herida en la nieve y notó un alivio inmediato. Luego abrió la puerta y esperó a que el otro tipo llegara.

La escena era dantesca. Desde el interior del teleférico podía verse como la niebla de fuego se iba extendiendo cada vez más, incinerando los árboles, derritiendo la nieve y haciendo huir a los animales. Sin embargo la cantidad de fuego transformado en gas era limitada por lo que no tardaría en disiparse, algo que en realidad prefería pues no quería causar grandes daños innecesarios. Se olvidó de lo que se veía desde las alturas, mientras ascendían por el cable de acero hacia el castillo y se centró en intentar conocer al hombre dueño del perro blanco. Tras una nueva afirmación sobre los animales que no pensaba discutir, este se había presentado como Haine Rammsteiner y había hecho gala de una curiosa habilidad. Tras romper la palanca que accionaba el mecanismo de subida, posó su mano sobre el aparato e inmediatamente después comenzó a moverse sin explicación alguna.

-Puedes llamarme Break si quieres. -se presentó el cazador. -Y que yo sepa no te debo nada, si no recuerdo mal acabo de salvarte la vida. Podía haberme librado de esos conejos yo solo pero tranquilo, no necesito que me agradezcas haberte ayudado. En cuanto a los motivos por los que estoy aquí, vamos directos a ellos. -dijo señalando a lo alto de la montaña donde se situaba el castillo. -Son tus motivos los que me resultan interesantes, pero tranquilo, no necesito que me los expliques. Veamos, teniendo en cuenta que ese abrigo no es de tu talla puedo deducir que no eres de aquí, pues de lo contrario habrías traído uno. Lo que quiere decir también que no tenías pensado llegar a esta isla o al menos internarte hasta aquí, por lo cual me preguntó ¿qué motivo te ha traído a ti, un hombre que se ha visto obligado a robar un abrigo en una isla nevada, hasta el interior de un teleférico en plena ascensión? Solo existen dos motivos posibles, o bien tienes interés en el castillo, algo que dudo puesto que no venías preparado para este clima, o, lo que es más interesante, tienes interés en mi. Así que dejémonos de rodeos y dime que es lo que quieres.

Tras este discurso el espadachín sonrió, le gustaba demostrar su inteligencia y cosas como aquella mantenían su mente en forma. Por suerte aquel tipo no parecía tener intención de atacarle ya que incluso le había ayudado con el ataque de los conejos gigantes, algo que Break jamás admitiría, por lo que deducía que no era su vida lo que quería. Solo esperaba que no buscase dinero porque de lo contrario iba a salir de allí con las manos vacías.

-"¿Este tipo intenta amenazarme?" -se preguntaba el cazador mientras oía el discurso del tal Haine. Este había detenido en seco la ascensión del teleférico para así hacer gala de su habilidad y su control de ese, dejando entrever que podía hacer caer el aparato en cualquier momento acabando con su vida. Realmente parecía querer amenazarlo, algo que lejos de intimidar al espadachín más bien le divertía casi tanto como el hecho de que quisiera obtener algo de valor de él.

-¿Algo de valor? -replicó cuando el pistolero terminó de hablar ofreciéndole terminar con aquella discusión y haciendo que el teleférico continuara subiendo por el cable. -Lo único que tengo de valor es mi mente, y difícilmente podrías hacerte con ella, ¿no crees? De todas formas podrías ahorrarte la amenaza de derribar esta cosa, al fin y al cabo no creo que quieras matar a tu perro en la caída. -Break era consciente de que no tenía intención de hacer caer el aparato pero, aunque estuvo tentado de continuar para ver hasta donde llegaba con su farol, decidió que sería contraproducente para su investigación del castillo. No le apetecía tener que lidiar con aquel tipo mientras exploraba el lugar. -En fin, ya que estás aquí supongo que te interesará saber algo sobre el lugar al que vamos. Es un antiguo castillo abandonado... y... y ya. -No le pareció necesario dar más detalles, al fin y al cabo no estaba seguro de que ese desconocido fuera capaz de comprender la fuente de conocimiento que podía representar aquel lugar.

Mientras el teleférico ascendía de una manera realmente extraña, impulsándose con un par de brazos salidos de la nada, el cazador no podía evitar preguntarse la clase de habilidad que poseía aquel tipo, la charla sobre el castillo no le resultaba estimulante en comparación con este tema así que decidió meter las narices en su poder. Durante unos segundos ignoró por completo al hombre y a su perro y se dedicó a observar con calma el extraño aparato mutante en el que estaban metidos.

-Y dime, ¿qué clase de cosa es esta? ¿Eres capaz de dar vida a las cosas, o de darles facultades humanas? No hace falta que me lo digas si no quieres, ya lo iré averiguando. -En ese momento, llegaron por fin a la cima. En cuanto el teleférico llegó a lo alto de la montaña, el rubio abrió la puerta y recibió de pleno una fuerte ráfaga de nieve y aire helado. Se ajustó la capucha del abrigo y echó a andar a través de la nieve en dirección al castillo, el cual desde su posición se veía enorme. Este contaba con varias plantas y torres y presentaba severos signos de congelación y abandono. -Bueno, puedes venir si te apetece. ¿Querías algo de valor? pues seguro que ahí dentro habrá algo.

En realidad, aquello de valor a lo que se refería Break era simplemente el conocimiento que podían obtener de aquel lugar, algo que para él era más valioso que cualquier joya u objeto. Sin embargo esperaba que aquel tipo decidiera acompañarle al interior de edificio, de esa forma podría averiguar algo más sobre su extraño poder que tanto le llamaba la atención. De todas formas no tenía intención de bajar la guardia ante él, evidentemente no era la personificación de la simpatía y, aunque él tampoco lo era, no se fiaba ni lo más mínmo.

La pareja de armaduras comenzaron a caminar hacia él, frías, metálicas e inexpresivas, con sus armas alzadas y por lo visto dispuestas a acabar con él. Sin embargo el cazador no perdió los nervios, quería comprobar algo antes de preocuparse. Para ello dio un par de pasos hacia la izquierda y al ver que las armaduras todavía se dirigían hacia él, se dio cuenta de la farsa. Con total relajación, comenzó a caminar entre ambas con su espada apoyada en el hombro y ni siquiera se inmutó cuando las dos afiladas hojas se detuvieron justo a un centímetro de su cuerpo.

-Podías haberte inventado algo mejor. Ha sido muy fácil. -le dijo a Haine nada más llegar a la puerta del castillo.

Para él, aquella situación había resultado de lo más reveladora. Para empezar, aquellas armaduras no se habían movido hasta que el tal Rammsteiner no las tocó, por lo que tras ver el efecto de sus poderes sobre el teleférico imaginó que se trataba de algún tipo de ataque. Pero si quería atacarle, ¿por qué no lo había hecho antes? Tal vez buscase evaluar su reacción o simplemente gastarle una broma pesada, aunque también pensó que podría ser algún tipo de trampa del castillo con algún tipo de ruta prefijada que justificase que fuesen directamente a por él y no a por el tipo de la puerta. Por ese motivo se había movido un par de pasos, para comprobar si las armaduras tenían algún tipo de patrón de ataque. Al ver que le seguían, simplemente dedujo que se trataba de una muestra del poder de su nuevo compañero de exploración, algo que le indicaba que tenía algún tipo de interés en él o en su habilidad.

En cuanto llegó hasta la puerta principal, le dio un par de empujones para abrirla y entró con total calma, aparentemente despreocupado, pero alerta ante cualquier posible trampa oculta. Por si acaso caminaba con su espada adelantada y tocando con ella diversos puntos del suelo. La sala donde se encontraba estaba plagada de bloques de hielo adheridos a las paredes y el suelo y, aunque le parecía imposible, hacía aún más frío que fuera. No le sorprendería encontrarse un pingüino o algo así por allí. La estancia era realmente amplia, con varias antorchas apagadas a ambos lados y un par de enormes escaleras que conducían a un piso superior. Por lo demás estaba completamente vacío, sin ningún tipo de mueble o decoración visible.

-"Es posible que por aquí haya alguna estancia secreta, aunque no creo que alguien las ocultara tan cerca de la entrada. Al fin y al cabo no tiene sentido construir una habitación secreta en un lugar donde era fácil ser visto entrando en ella. Imagino que estará en algún pasillo o despacho." -pensaba el espadachín mientras se adentraba más el edificio en penumbra. -"Solo espero que este tipo no intente echarme encima más armaduras."

.¿La cámara del tesoro? No creo que haya algo como eso, y si lo hay supongo que ya estará vacía. Pero puedes buscarla si quieres, allá tú, igual encuentras un hueso para tu perro. Yo busco cosas más interesantes. -contestó el cazador. Parecía que a aquel tipo solo le interesaba encontrar dinero o joyas y no parecía preocupado por las posibles trampas. Aunque debía admitir que las armaduras bailando tenían su gracia.

Break dejó de lado la cautela y subió por una de las escaleras. Al llegar arriba destrozo una de las puertas con su espada y atravesó el umbral. A los pocos segundos salió decepcionado, no era esa la habitación que buscaba. Su objetivo era encontrar otras escaleras que le llevaran al piso superior y supuso que una de las cuatro puertas que había en ese piso llevaría hasta ellas. La siguiente que abrió tampoco parecía contener nada útil, lo único que vio dentro fue un par de mesillas semi-congeladas y una camilla con una cortina, parecía ser la enfermería del castillo, aunque los cajones y estantes estaban todos vacíos. y por fin, tras la tercera puerta que probó encontró o que buscaba, una amplia sala repleta de libros en bastante mal estado. Al fondo de la estancia había otra escalera que llevaba a un piso superior.

El cazador se dispuso a entrar, aunque se lo pensó dos veces, no quería caer en una trampa. Tendría que buscar un método para averiguar si era seguro entrar. En ese momento se le ocurrió algo, cogió un trozo de madera que arrancó de una puerta y lo agitó mientras llamaba al perro.

-Ven chico, ¿quieres el palo? Búscalo, venga chico, busca. -mientras hablaba al animal agitó el palo varias veces y después lo lanzó al interior de la biblioteca esperando que el perro lo siguiera. No es que quisiera que le pasase algo, pero bien pensado, mejor el perro que él. Tampoco le importaría si fuese Haine quien entrase y activase las posibles trampas. En cierto modo incluso lo prefería, pero no creía que el hombre fuese tras el palito.

Por lo visto, el perro no iba a caer en su truco del palito así que tuvo que esperar a que el tal Haine usara una de sus armaduras vivientes para detectar alguna posible trampa. En cuanto la roca cayó sobre ella destrozándola, el cazador se alegró de no haber pasado primero. De lo contrario seguramente habría acabado hecho fosfatina bajo aquella enorme piedra, la cual, tras echar un vistazo a la trapa y al techo donde estaba situado le hizo pensar que había sido colocada allí no hacía mucho. Parecía que su compañero de exploración había llegado a la misma conclusión que él. Break supuso que por eso le dejó pasar a él primero.

El espadachín entró como si nada, aunque siempre manteniéndose alerta ante cualquier otra trampa que pudiese encontrarse. Aun así dudaba que hubiera más peligro en aquella estancia, aparentemente no había nada fuera de lugar, así que decidió echar un vistazo a los libros de las estanterías. La mayoría de ellos versaban sobre la propia isla o su historia, sus reyes y como la monarquía acabó con la intervención de unos piratas o algo así. Cuando se cansó de estos se dedicó a ojear otra estantería, en cuyos libros se detallaban todas las plantas y animales que habitaban en la isla.

Break dejó momentáneamente los libros y echó un vistazo a la escalera ascendente, lo que no se esperaba era que no llevase a ninguna parte. En lugar de una habitación secreta lo único que encontró allí fue una puerta semi-derruida que daba a un dormitorio con una enorme cama de apariencia lujosa. No parecía haber nada útil allí, así que simplemente volvió a los libros en busca de uno que hablase sobre el castillo. Tal vez encontrase un plano o algo así. Durante unos segundos se dedicó a ojear las cubiertas de más libros, cuando de repente se le ocurrió algo. Era demasiado evidente así que no se le había ocurrido pensar en que fuese la solución, aunque no perdía nada por probar.

-Oye, empieza a sacar todos los libros de las estanterías. Igual así se abre un pasillo o algo. –le indicó a Haine sin apartar la mirada de los libros que iba apartando.

Por desgracia ninguno de ellos resultó ser la clave para acceder a una sala secreta ni nada por el estilo. Break suspiró resignado y se apoyó en la única mesa que aún estaba intacta en el interior de la biblioteca, pensando en otra forma de dar con la habitación secreta que tanto deseaba encontrar. En cuanto se apoyó en un extremo, la mesa se hundió un centímetro en el suelo y una de las estanterías comenzó a desplazarse hacia un lado, dejando a la vista una estancia completamente a oscuras.

-“Espero que no sea la lavandería.” –pensó.

Oro, oro y más oro. El interior de la habitación secreta que acababan de encontrar brillaba con luz propia debido a los reflejos del fuego de la antorchas sobre la increíble cantidad de oro que había allí. Break no pudo evitar preguntarse si sus pupilas se habían transformado en el símbolo del berrie. Incluso su extraño compañero parecía haber dejado atrás la antipatía que no había dudado en demostrar hacia él, y ahora bailoteaba a su alrededor en un éxtasis de alegría. Lo cierto era que incluso a él, quien había podido disfrutar de la enorme fortuna de los Baskerville, le alegraba el hecho de haber encontrado ese inesperado tesoro. Al fin y al cabo estaba acostumbrado a cierto nivel de vida y, aunque podía hacer lo que quisiera usando sus pequeños trucos, el dinero facilitaría todo eso.

-Bueno, me alegra que no sea la lavandería. -dijo el cazador casi sin darse cuenta. La verdad era que no sería la primera lavandería que se encontraba durante la exploración de algún lugar abandonado. Aun así no se esperaba que hubiese tal cantidad de joyas y reliquias en un lugar así, creía que estaba abandonado desde hacía mucho tiempo y que lo único que quedaba de la antigua realeza era un trono congelado. -En fin, gracias por acompañarme hasta aquí, ya puedes irte. -le dijo a Haine sin tener muy claro si lo decía en serio o de broma. Supuso que tendría que compartir el tesoro con él, aunque viendo la cantidad de oro que había allí eso no sería problema.

Mientras hablaba, Break iba sacando varios frascos del interior de su chaqueta, destapándolos y dejando encima de ellos varias de las piezas del tesoro. Poco a poco iba tocando esas joyas y reliquias y convirtiéndolas en líquido con su poder tras tocarlas durante unos segundos, de forma que cayesen al interior de los frascos y pudiese transportarlas con mayor comodidad, al fin y al cabo no quería tener que enfrentarse otra vez a esos conejos mutantes por ir cargando con un enorme saco lleno de oro. Después solo tendría que revertirlas a su estado original y venderlas por ahí.

-¿Cuánto crees que sacaremos por esto? -preguntó al hombre del perro mientras seguía guardando parte del tesoro en sus frascos.