- Off:
- En este pasado Nat aún tenía la fruta de mercurio, aunque lógicamente no la usaré para no causar problemas lógicos.
Se levantó de al amanecer, envuelto en un sudor frío y una capa bastante densa de aceite lubricante. Le dolía la cabeza y de anoche tan sólo recordaba tres botellas de Bourbon, una chica rubia de grandes dotes y aceite, mucho aceite... Había sido una noche agradable y casi todo se había borrado de su memoria, salvo los detalles más grandes, como los pechos y la melena. La verdad... recordando eso no necesitaba más, el resto sólo podía servir para empeorarlo. Sexo y alcohol. Ahí acababa todo, y removerlo sólo podía hacer que el encanto de aquel romance empapado en alcohol se perdiera. Miró por la ventana, y el día estaba soleado. Era perfecto. Sol sin calor, o aquello parecía a través de los cristales, que se veían frescos y no aportaban calor al cuarto. Abrió una de las hojas, y la brisa matutina entró en el habitáculo, algo fuerte de olor debido a las acciones previas.
Fue hacia la ducha prontamente, y tardó bastante en conseguir apartar el olor a sexo y a aceite de oliva de su cuerpo. Por suerte la vainilla y el potente chocolate dejaban más rastro en su piel que los aromas de la juerga anterior. Se secó rápidamente y acercó sus pertenencias al cuerpo, vistiéndose cuan raudo pudo para salir a la calle. El día espectacular que imperaba en aquella isla parecía plasmado en el humor de la gente, aunque había mucho ajetreo para ser recién levantado el día. Entró en una cafetería, la más cercana que encontró, y s sentó en una zona apartada de la gente. Odiaba el contacto humano si no era estrictamente necesario, pese a sus salvajes apetitos. "Luego tendré que limpiar la sangre", pensó para sí mientras veía una pequeña mancha roja en la palma de su mano. "Y tirar la basura...".
-¿Algo para comer, señor?- dijo ante él un hombre esbelto, bastante educado y buenos modales, seguramente el camarero. Aunque hubo algo que lo extrañó.
-¿Comer? ¿Tan de buena mañana?
-Es... Medio día, señor. Pero si desea desayunar, tenemos un buen surtido de bollería y pastelería, además del mejor café de la isla. El secreto está en que se le echa un poco de cacao y achicoria para...
-Sushi. Mucho sushi. De todas las variedades y colores, que estoy animado. Pero bien pasado.
-Pero señor- respondió el hombre-. El sushi se toma cru...- y no terminó de hablar, ante la mirada amenazante del verdugo. Se retiró hacia la cocina y avisó al cocinero, o lo que fuera que tuvieran ahí dentro para preparar pescado. En cualquier caso tendría un rato para reflexionar acerca de la noche loca de sangre y muerte y si quería mantener aquel curso de vida. Al fin y al cabo lo que hacía estaba mal, en parte.
Miró el reloj. Era cierto, ya era medio día. Era un gato, apuntando con sus bracitos a los números... Qué mono...
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