¡Berrytástico! ¿Me harás un Berrymóvil? [Pasado] Berry y Vanko [Priv]

Greenlyn, tantos recuerdos, tantas experiencias. No podía creer que volvería allí como una pirata, pasó cerca del cuartel pero no tan cerca como hubiera querido, casí se le salen las lágrimas al recordar el primer día que coincidió con Elyria. Se tocó el hombro, recordando cuando le entregaron su capa, suspiró intentando tragar saliva para avanzar por las calles. Todo le parecía recordar a su pasado, la playa a la distancia le hizo apretar su puño y ver su brazo, recordando el choque con la patada de su superior en su entrenamiento.

—Ha pasado tiempo, Ely... siempre que recuerdo nuestros entrenamientos me hierve la sangre por volver a cruzar golpes. Eres una mujer de las que me encantan, pero no vine aquí a estar recordando el pasado y llorando como imbécil. Vine a por... ¡El Berrymóvil!—

La mink se secó las lágrimas y gritó fuerte alzando sus brazos ante el mar que le respondió con una cálida ola en toda la cara. La mink sacudió su cabeza, lo necesitaba y ahora que estaba centrada en su objetivo salio corriendo con sus ropas empapadas hacia Cara de Tela, extraño nombre para un pueblo pero no culparía a los lugareños.

—Carvatea señorita, y el doctor conoce a alguien que hace cosas, puede ayudarle.—

Le respondió una mujer del pueblo de los cara de telas, la mink seguía ofuscada con aquel nombre. Siguió caminando hasta que el doctor del pueblo le indicó que el hombre que buscaba lo podría encontrar en las minas, algo extraño para alguien que se dedicaba a hacer cosas que van sobre el agua. Aunque Berry poco tuvo que pensar, comenzó a correr en la dirección indicada, escuchando a lo lejos al doctor gritando algo de un número. ¿Acaso le había gustado al doctor y le pedía su número? Cosas de ser tan guapa, pensó para sus adentros la mink.

Incluso con su velocidad y usando el assault mode la mink desperdició toda la mañana hasta caer en el campamento minero, literalmente aterrizó como un meteorito dorado levantando un montón de tierra y tomando por sorpresa a unos mineros que se estaban escondiendo para no ingresar a las minas pero si cobrar su paga.

—¡¿Qué les dije de jugar con dinamita?! ¡¿Son tontos o qué?! ¡Ya les dije que nada de mascotas o gatos!—

El capataz comenzó a regañar a los mineros mientras la mink se frotaba la cabeza y lamía las garras, se levantó tosiendo por el humo sorprendiendo al hombre que notó su vestimenta. Una chaqueta de cuero negra, unos pantalones bastante toscos y unas chanclas de madera que sorprendentemente no se habían destrozado con el impacto.

—Busco a un hombre que es un gran artesano, necesito que construya algo para mí. ¿Lo ha visto?—

La mink sacó unos papeles con un dibujo garabateado de la descripción que el médico le había dado, que parecía más una pelota con rayas en la parte superior y la palabra "grandote" escrita dentro del círculo que supuestamente era su cuerpo. La mink no era la mejor dibujante, pero al menos lo intentaba.

Tras una temporada alejado de las minas forjando piezas especiales para clientes particulares fue reconfortante despertar aquella mañana. La casa en silencio, por fin, bendita soledad iluminadora. Tomé unos rescoldos de la fragua y encendí el fuego, añadí algunas hojas nuevas de te y unos cazos de agua a la tetera renegrida con te sobrante de la noche anterior y la puse al fuego.

Mientras hervía prendí un cigarro y salí a la calle, hacía mucho que no podía desperezarse a gusto, me desprendí de mi abrigo como si este me ayudase con la operación y se quedó bien doblado en el poyo de la entrada. Revisé que no hubiera nadie en los alrededores y tras asegurarme de estar solo desplegué mis alas en todo su esplendor haciendolas crujir al estirarme y liberando la tensión acumulada con un estallido de llamas en mi espalda. “Tanto tiempo guardando las apariencias, a veces era como si yo mismo olvidase quien soy.”, pensé. Apuré el cigarro y entré a servirme una taza de te y reponer mi cantimplora, comí algo de carne seca y pan y mientras me encendía un nuevo cigarro y cargaba mis aperos para la mina mi gabán volvió a enfundarse en mi como por arte de magia.

Ya se veía el dorado sol por las montañas cuando me encaminé una vez mas hacia las minas de Carvatea. Fue un paseo agradable, que me traía recuerdos de épocas tranquilas, por fin llegué al campamento minero, escribí mi nombre en el libro y esperé la llegada de toda la cuadrilla para entrar a las entrañas de la tierra.

Ese día no iba a ser especialmente duro, debíamos barrenar una pared de escoria para seguir avanzando en la galería, ayude a meter dentro los maderos mas grandes mientras no podía evitar pensar en mi proyecto de robots mineros, iba a traer la prosperidad a esta zona y a evitar que accidentes como los de aquella vez pudieran costarle la vida a los hombres. Solo debía concentrarme en hacer dinero para comprar determinados componentes que no podía fabricarme y por fin sería un hecho.

Entre este y otro pensamientos iba discurriendo la mañana cuando escuché un estruendo fuera, como por reflejo activé mi haki de observación para poder sentir si algún compañero estaba herido, parecía que había sido un susto. Oí al capataz gritar a alguien que debía haber detonado una carga por manejarlo sin cuidado. “Estos novatos nos van a joder”, pensé, pero que es eso? Sentí una presencia desconocida, era alguien poderoso. “Tal vez algún cazador me había descubierto”, pensé, tratando de no descubrirme agarré mi pico con firmeza y me quede a la espera en un recodo de la galería. En los años que llevaba trabajando allí me las conocía como la palma de la mano y pensaba usarlo a mi favor si alguien venia buscando guerra.

El capataz paso sin percatarse de mi presencia hacia el lugar donde estaba mi cuadrilla, seguido por “Una mink? Esto si que era serio, una raza tan extraña, no venia aquí a picar.”, mascullé

Cuando los tuve unos metros delante, el capataz preguntó por mi, que este ser preguntaba por un artesano grandote. Entonces con el pico en ristre apoyado en el hombro y cubierto de haki de armamento por si detectaba hostilidad pregunté, “¿Y que quiere usted de mi si puede saberse?”, mientras emergía de la negrura de la galería por su espalda.

El capatáz había visto el dibujo y tras rascarse la cabeza, observar de nuevo a la mink y luego el dibujo otra vez como si buscase indicios de que fuera una broma asintió. Hizo que la zorra le siguiese hasta dar con el artesano en cuestión, según parecía era un trabajador honrado si debía tener varios empleos. Tan inmersa en sus pensamientos se encontraba que no se había dado cuenta del gigantón detrás de ella hasta que preguntó por sus asuntos. Berry se giró con una gran sonrisa mientras buscaba el rostro del sujeto solo para encontrarse con sus piernas.

—¡Eres alto! Hmmm, aunque ella era más alta. ¡No importa! Me llamo Berry siempre es un gusto conocer a un civil tan bueno y aplicado en sus oficios.—

La mink se presentó mientras agitaba los brazos y pegaba saltitos de emoción, antes de sacar otro papel de su chaqueta y mostrar un dibujo muy feo y simple de un barco. Más bien parecía una letra "D" acostada con un palo encima y un tríangulo como bandera con el nombre de "Berrymóvil". La mink sonrió mientras comenzaba a hablar en profundidad de lo que buscaba, por si su obra de arte no se entendía lo suficiente.

—Necesito un barco para moverme de isla en isla sin tener que pedir favores, quiero que sea parecido al de mi amiga, un camión. Pero los camiones no van por el agua... ¡Un galeón! Eso es lo que quiero. Y si puede tener un gimnasio lo apreciaría mucho.—

La mink sonreía explicando los detalles del Berrymóvil sin ningún signo de hostilidad o miedo, para ella los civiles eran personas buenas a quienes cuidar y sus garras le defenderían de lo que pudiese amenazarles. Se sentó en cuatro patas observando con una sonrisa al gigantón, se percató del pico y que pese a ser un civil no parecía alguien muy enclenque como otros, algo le decía que ese hombre era fuerte.

—Y no se preocupe puedo pagarle o ayudarle en su trabajo, o ambas, todo lo que sea necesario para pagar su amabilidad.—

La zorra no estaba muy familiarizada con la economía, de hecho siempre terminaba prestando su fuerza de trabajo a cambio de biemes y servicios dado a que veía esto como una forma divertida de entrenar. Sin embargo, también tenía dinero para pagar algo que necesitase e incluso conocía que podría reunir dinero entregando gente que apareciera en carteles a alguna de sus amistades.

Se estiró como un gato mientras esperaba una respuesta, sin quererlo luciendo su cuerpo tonificado y su pelaje solo cubierto por la chaqueta y el pantalón, aunque esto no pareció importarle actuando de manera despreocupada al momento de volver a levantar la cabeza.

Parecía que gracias a todo solo se trataba de una cliente, menos mal. “Tengo que acabar aun media jornada aquí Señora…”, dije haciendo un gesto con la mano como esperando que se presentase, “Cliente, si lo prefiere…”

“Puede irme contando los detalles pormenorizados de lo que quiere que la construya mientras pico si no le molesta el ruido y el polvo”, dije retornando al trabajo. “Cuando acabe iremos a mi taller y comenzaré con el diseño de su navío”, concluí mientras el pico comenzaba a horadar la piedra, “Hacía mucho que no tenía la oportunidad de volver a trabajar en un proyecto tan grande”, pensé sonriendo.

No hizo peticiones extrañas, tal vez el gimnasio, pero nada descabellado. Tras algo mas de 4 horas sacando roca la jornada acabó y salimos por fin de la mina. Me acerqué a uno de los barriles a limpiarme y refrescarme brazos, cara y cuello. Me despedí de los compañeros y tomé mi parte del pago de día en los sacos de roca de mejor tamaño para mis necesidades. Prendí un cigarro, los cargué al hombro y me encaminé a paso lento y tranquilo hacia mi casa haciendo un gesto a la Mink para que me acompañase.

La verdad es que no callaba, era como llevar un transistor encendido, aunque para mi suerte tenia muy claro lo que quería y como lo quería hasta el ultimo detalle, eso sería de gran ayuda a la hora de diseñar el barco.

Llevabais cerca de 5 cigarros de paseo caminando cuando llegasteis al ultimo bosquete que cubría tu casa evitando miradas indiscretas, tras apenas otros 5 minutos de marcha llegasteis ante tu hogar dulce hogar.

“La construcción de un galeón no es algo rápido, y tendremos que adaptar una zona que tengo en mente como astillero, no vamos a bajar hasta la ciudad a diario. Tengo una habitación de invitados donde puede quedarse hasta que termine su navío.”, expliqué, “Trabajaré 5 días a la semana, los otros dos los usaremos para descansar.”, concluí mientras dejaba los sacos de roca apoyados contra la pared de piedra.

Abriste la puerta y pasaste al interior haciendo un gesto para que te siguiera, “Permítame que le enseñe el lugar”, realicé un pequeño tour por la casa e indiqué a la mink cual era su cubículo. “Puede consultar mi biblioteca si lo desea para entretenerse, pero tenga cuidado, algunos de estos libros son muy frágiles y no me gustaría que se rompieran.”, dijiste con seriedad. “Hay cabras por lo montes, siéntase libre de cazarlas para comer, si se interna mas allá del bosque puede que encuentre alguna bestia mas problemática, no se acercan aquí por miedo, aunque no creo que usted tenga problemas con ellas”, dijiste recordando lo que habías percibido con tu haki

Tenemos un arroyo a 30 metros, tenga cuidado si va a por agua para beber o a bañarse con un dispositivo que hay alojado dentro, es un prototipo en el que estoy trabajando y es delicado.

Acabado el tour, te encendiste otro cigarro mientras te sentabas observando el atardecer, “¿A qué se dedica usted si puedo preguntar? No me malinterprete, para mi es un cliente y eso no va a cambiar con su respuesta.”, pregunté exhalando una larga bocanada de humo tras dar un largo trago a mi cantimplora de te amargoé

La mink sonrió ante la respuesta positiva, no le importaba esperar mientras realizaba algunos ejercicios de resistencia con peso, a fin de cuentas faltaban unas tres horas que no iba a desaprovechar. La zorra siguió al hombre una vez terminada su jornada, mientras se tiraba agua gesto que ella imitó para refrescarse un poco tras tanto ejercicio de ese día el trote, los saltos y el levantamiento de pesos. La zorra seguía al hombre mientras escuchaba las indicaciones, se mantenía en cuatro patas mientras olfateaba sintiendo los rastros lejanos de aromas conocidos, la isla parecía un cofre de recuerdos mientras más se acercaban a esa casa.

—Descuida, no tengo apuro y no voy a ser molestia, puedo distraerme mientras trabaja haciendo ejercicio o buscando comida.—

Asintió la mink con una sonrisa, al momento de recorrer la casa no pudo evitar recordar el aroma de alguien peculiar al llegar a la habitación con raras telas. Se le erizó un poco el cabello, otra vez esa extraña mujer, aunque recordando que era una artesana y la calidad de sus obras no le era extraño que pudiera conocer al amable gigantón. El hombre le advirtió de no dañar los libros y de las bestias que podían cazarse como alimento, Berry sonrió al escuchar aquello era como volver a su Zou natal.

—¿Puedo cazar a las bestias peligrosas también? Me gustaría traerle bastante comida y supongo que serán grandes, aunque no me molesta si solo debo cazar cabras. En mi tribu todo es comestible, mientras se caze con tus propias garras.—

La mink enseñó sus garras doradas mientras olfateaba alrededor de Vanko haciendo espirales entre sus piernas como un animal reconociendo el entorno. La zorra mostraba tener un lado instintivo bastante fuerte a la hora de conocer a otra persona, siguió escuchando sobre el lago.

—Ser cuidadosa si me baño en ese lago, lo intentaré no quisiera romper nada si tiene algo más seguro aquí creo que será mejor mi superior solía decirme que era una bruta y una vez cociné todos los peces de un lago en un juego.—

Expresó Berry riendo mientras se ponía de pie, volviendo a estirarse conforme con las comodidades de ssu alrededor. El gigantón preguntó sobre su oficio, haciendo que Berry sonriese mientras comenzaba a hablar sobre su trabajo.

—Bueno era teniente del cuerpo de marines pero renuncié hace un tiempo y ahora trato de forjar mi propio camino navegando los mares y protegiendo gente a mi manera. Matando a los sucios ladrones que atacan a los civiles y ponen en peligro su vida, digamos que soy una especie de super heroína. ¡Super Berry!—

La mink realizó una pose extremadamente ridicula para luego reír y admitir que de momento deseaba navegar buscando aventuras lejos de las obligaciones u órdenes de otras personas, ayudando todo lo posible en el camino. Su lenguaje y forma de expresarse denotaban una gran costumbre militar al referirse a las personas como civiles o criminales, muy distinto a alguien que no hubiera pasado por aquella formación.

—¿Cliente? Suena divertido, me han llamado de muchas maneras hasta fui jugadora en un equipo de quemados, puedo mostrarle fotos que llevo en mi billetera.—

La zorra comenzó a buscar entre sus bolsillos para enseñar las fotos de ella y un trofeo, luego de ella como jugadora en el torneo y una última ¡Abrazada con Alice! Esa sse había colado, aunque se hechó a reír nuevamente al momento del descuido guardando las mismas nuevamente en su lugar.

La Mink era como un gato olfateando todo.

“Si, puedes cazar a las bestias peligrosas también, pero eviscéralas y límpialas donde las caces, no quiero aves de carroña marcando nuestra posición.”, expliqué, “Tambien puedes bañarte en el barreño de madera de tu cuarto, no hay problema.”

Cuando la cliente hablo de castigar con dureza a los ladrones, no pude evitar una sonrisa de satisfacción. “Una marine renegada con principios, esto no se ve todos lo días”, pensé.
Estaba encantada contándote su vida y entonces sacó unas fotos para enseñarte. En la última viste algo curioso, estaba con una chica rubia, la guardó rápidamente, debía haberse equivocado.

Te dirigiste a tu mesa de proyectos y tomaste un papel de plano nuevo, te sentaste a tu mesa y tomaste un lapicero para comenzar con el diseño. “Puedes sentarte a mi lado mientras lo dibujo, asi puedes corregirme según tus preferencias.”, comenté acercando un taburete.

La tarde dio paso a la noche, comenzaste a gastar velas y papeles de plano. El alzado, la planta, tratando de comprender los pesos de las habitaciones y su distribución idónea. Cálculos y mas cálculos fueron necesarios, aquella labor tenia tanto de arte como de ciencia. Un galeón, pero en miniatura, nada de cientos de metros de eslora. Diseñaste algo maravilloso que volaría sobre las olas, una nave con aspecto de galeón pero tamaño mas pequeño, también necesitaba una tripulación inferior para ser maniobrado a pleno rendimiento. Decidí basarme en lo que había aprendido de un maestro carpintero hace ya varios años y apliqué la regla del 4:2:1 aunque guiándome por mi intuición no de todo exacto.

“Mira”, dije dando en el hombro a la Mink para despertarla mientras señalaba al plano, “30 metros de eslora total, casi 8 de manga y un calado de casi 3 metros. Castillo de popa, dos mástiles y dos bodegas bajo cubierta espacio suficiente para todo lo que querías. En el castillo de popa tu despacho y dormitorio, en la bodega primera bajo el castillo de popa la cocina para que el suelo de tu habitación siempre esté mas caliente que el resto. En la proa los dormitorios para 10 tripulantes y en el centro una sala de estar con una balconada desde la que se vea la segunda bodega, donde estará en popa el almacén de alimentos y en proa el almacén para todo lo demás, y en el centro, tu gimnasio, que puedes usarlo como liza de combate y que la gente pueda observar desde la sala de estar tomándose un refrigerio.”, explique emocionado, no podía negar que construir mi primer barco en solitario era algo que me entusiasmaba.

“Tienes alguna preferencia por las decoraciones? Porque había pensado en barandas en negro como tu pelaje, pero en las de encima del castillo de popa, añadiría motivos vegetales en dorado como si el barco tuviera sus propios tatuajes”, continué sin casi darle tiempo a contestar. Apagué la vela mientras esperaba los comentarios de mi cliente acerca del diseño y salí a la calle encendiéndome un cigarro, era noche cerrada, “Como se me había vuelto a hacer tan tarde?”, pensé.

“Por cierto donde están mis modales, me llamo Vanko y usted?”, pregunté largando una bocanada de humo mientras esperaba a que la Mink me acompañase a la luz de la luna.

La zorra escuchó atenta que podía cazar lo que quisiera mientras lo limpiara en el sitio y no llevase basura al lugar, Berry no era muy diestra a la hora de limpiar pero podría llevar algunos trozos de carne de ser necesario. Le emocionaba poder seguir prácticando mientras esperaba, quien sabe cuantos días pasarían y por las palabras del gigantón amable llevaría su tiempo. Pensó que era similar a entrenar su cuerpo, llevaba su tiempo hasta alcanzar un progreso.

La mink siguió al gigantón mientras le veía dibujar, sinceramente Berry entendía muy poco de lo que veía, siendo sus intervenciones más referidas a construir una habitación, la ubicación del baño o como haría para navegar sin velas aunque esta última duda era debido a que todavía no la había dibujado. Sin darse cuenta Berry se quedó dormida, soñando que nadaba en un mar de gelatina con peces fritos saltando a su alrededor. Siendo despertada por Vanko quien comenzó a hablar mientras Berry se frotaba los ojos.

—Eslora, manga... calado, la popa de la proa, estoy caliente y en borda... ¿Qué cosa de una bota?—

Ciertamente estaba dormida y bostezando pero al mirar el dibujo comenzó a asociar lo que el hombre le estaba explicando con su futuro Berrymóvil. Asintiendo sonriente al ver el diseño, parecía algo complicado de hacer pero con esfuerzo y tenacidad estaba segura de lograrlo. Abrazó al gigantón emocionada mientras saltaba a su alrededor como niña con dulce nuevo.

—¡Es hermoso! Todo es tan bonito y podré divertirme mientras viajo, con una habitación calentita. ¡¿Decoraciones con tatuajes?! Suena bonito, aunque al tratarse de un barco no podría tener círculos ya que esos son muy personales para cada mink y el barco no califica en esto. Sin embargo este de aquí lo puede portar y también rayas horizontales.—

La mink se señaló el tatuaje en su abdomen y luego tomó una hoja de papel mostrando varios diseños de franjas, rayas junto con su significado tribal. La mujer parecía muy seria al respecto de cuales tatuajes no podían imitarse y cuales eran válidos, explicando luego el simbolismo detrás de algunos de su cuerpo.

—Es un placer Vanko, ¡Me llamo Berry! Algunos se confunden con el dinero pero aunque se pronuncie igual se escriben diferentes. ¿No lo había mencionado? Siempre me olvido de las cosas básicas cuando me emociono con algo. ¡Bwahahaha! Es una bonita noche, al menos no hace frío. Cuando estoy en lugares tan abiertos no puedo evitar pensar en mi hogar, tal vez pueda llevarte en el Berrymóvil ¡Si es que encontramos el camino!—

La zorra volvía a mostrar su labia al soltar tanta información sin parar, se sentó cerca de Vanko mientras observaba el cielo nocturno, al menos no era luna llena o hubiera sido un problema. Mientras movía su cola, la mink se acordó que no había comido nada, su estómago rugía un poco y se preguntaba si debería salir a por algún animal en ese momento.

Con la brisa nocturna acariciando mi cara observé a Berry, quien se sentaba a mi lado, sumida en contemplación del vasto lienzo que era el cielo estrellado. Su energía era contagiosa, su entusiasmo por el proyecto era palpable en cada gesto, en cada palabra que escapaba de sus labios, cada detalle y descripción de sus tatuajes. Me sentí agradecido por haberla conocido, no solo por la oportunidad de construir algo que trascendiera más allá de la madera y el metal, sino algo grande, algo que cobrara vida en las olas del océano.

Después de escuchar sus apuntes y recomendaciones sobre el diseño, me sumergí en la tarea de plasmarlo en papel, hasta ahora solo eran esbozos y bocetos a mano alzada. Me dirigí de nuevo al interior encendiendo las velas de mi mesa y tomando un pliego nuevo volví al trabajo. Los trazos del lápiz danzaban sobre el lienzo, delineando las formas y contornos de lo que sería mi pieza mas ambiciosa y grande hasta la fecha, un barco, pero no solo eso si no su nuevo compañero de fatigas, uno en quien confiar. Era un ejercicio de creatividad y precisión, donde cada línea trazada representaba una elección, una decisión que influiría en la funcionalidad y la estética de la nave.

A medida que trabajaba en los detalles mi mente se perdía en un mar de posibilidades. Visualizaba el barco surcando las aguas, impulsado por la fuerza del viento, llevando a Berry a lugares desconocidos y emocionantes, imaginaba los peligros que debería soportar y me centré en dar lo mejor de mi. Imaginaba las risas y los vítores de la tripulación mientras maniobraban las velas surcando con gracia las olas. Imaginaba también las noches de camaradería en la sala de estar, era como un sueño. Sin embargo, también surgían preocupaciones. Construir un barco era un desafío monumental, y este proyecto en particular presentaba sus propios obstáculos, aun no tenía un lugar preparado para su construcción y no pensaba usar los astilleros controlados por la marina.

A medida que la noche avanzaba, el fluir del arroyo y el susurro del viento se mezclaban con el rasgueo del lápiz sobre el papel. La oscuridad se cernía sobre mi taller solo rota por aquellas velas, pero yo estaba absorto en mi labor, en la creación de algo que trascendiera incluso mi vida.

Finalmente, terminé con ello, las primeras luces de alba despuntaban por el horizonte, me aparté del plano y observé mi trabajo con una mezcla de orgullo y satisfacción. Había creado algo hermoso, algo que reflejaba las aspiraciones y los sueños de Berry, algo que esperaba que le trajera alegría y aventura en los años venideros.

Con un suspiro de cansancio, apagué la vela y salí al aire fresco de mi banco. El aroma a tierra húmeda y mar me envolvió, trayendo consigo un sentido de paz y serenidad. Me recosté contra la pared, dejando que mis pensamientos vagaran mientras apuraba un ultimo cigarro antes de ir a dormir. Había mucho trabajo por hacer, muchas horas de esfuerzo y dedicación por delante. Pero no me importaba, porque iba a construir algo maravilloso.

Con una sonrisa en los labios, me dirigí hacia mi cama y me dejé envolver por el cálido sueño que se obtiene tras una labor bien hecha.

Mientras Vanko se dedicaba a sus dibujos Berry fue a buscar algo de comer siguiendo las indicaciones del gigantón, la noche era bonita y la zorra estaba preparada para realizar un pico de ejercicio. En Zou muchas veces la comida debía ganarse con esmero, pese a que había comida disponible a la zorra siempre le gustaba luchar contra su comida y reclamarla. Ya lo había hecho con Anagumitsu y los lagartos gigantes, ahora debía buscar algo delicioso que todavía no había descubierto que era comida, era emocionante adentrarse en ese bosque para encontrar algo.

Finalmente llegando al monte encontró una cabra quejumbrosa, la mink se lanzó como una bestia en cuatro extremidades, el animal poco pudo hacer antes que una figura negra y dorada clavase sus garras al cuello salvajemente. El sonido de los huesos crujiendo se escuchó magnificado por el silencio del monte, la zorra había clavado sus dientes en el costado derecho de la criatura mientras sus manos ejercían presión en el delgado cuello. No tardó mucho en romperlo y con eso arrancar bastante carne de la herida, el sabor de la carne cruda tenía una satisfacción especial en el paladar. Hacía mucho que no disfrutaba el sabor de una presa, tal vez no era malo dejarse llevar de vez en cuando, la mink comenzó a separar la carne lo mejor que podía dejando la piel y las víseras a un lado.

Su labor era salvaje, usaba solo la fuerza de sus garras y literalmente arrancaba la carne de su sitio sin ninguna guía más que sus ojos. Tras dejar a la pobre cabra como un trozo sin forma de carne y huesos separados, la zorra emprendió su camino siguiendo el aroma del gigantón. Sin darse cuenta se había pasado varias horas fuera y a su regreso el hombre seguía empeñado en su labor. La zorra pasó de puntitas cómicamente por detrás del dueño de la cueva, buscando no ensuciar nada, estaba cubierta de sangre y llevaba la carne a sus espaldas atada con su propia chaqueta.

Dejó los víberes en la cocina, utilizando el método que Vanko le había proporcionado para asearse en su cuarto, se limpió la sangre antes de salir desnuda hasta la cocina y tras encender el fuego comenzar a cocinar la carne. El estofado comenzó a tomar aroma mientras la mink lavaba su chaqueta, el hombre no pareció darse cuenta de su presencia, incluso se fue a dormir mientras Berry se encontraba comiendo la carne que había cazado.

Tapó la olla y la quitó del fuego antes de acurrucarse junto a su ropa, quería dormir pero la intriga le ganaba. Sin hacer mucho ruido, se acercó a la mesa y espió los planos, no entendía mucho pero podía imaginarse el diseño. Tras mirar a ambos lados, volvió como un cachorro curioso a su pequeño rincón y se acurrucó cayendo dormida al instante.

—Berrymóvil... ¡Ñam! A...la...isla...chocolatosa...Ely deja ese trapo... Alpha cuidado con el plato...¡Munch!...prrr—

Podía escucharse los leves murmullos de Berry, soñando con su barco y quien sabe que cosas, de vez en cuando soltaba una patada al aire. El aroma de la carne todavía era prominente, haciendo que Berry pronto enfocase sus comentarios en diferentes tipos de comida.

Desperté bastante tarde dado lo largo de la jornada anterior, tomé mi vieja taza de té y lo primero que hice fue salir a fumar respirando profundamente el aire fresco de la mañana junto con la primera voluta de humo. El ambiente era inmejorable, no demasiado caluroso y tenía la sensación de que íbamos a poder avanzar a buen ritmo.

"¿Berry, estas lista para el día que se avecina?", pregunté al aire en voz alta esperando su respuesta estuviera donde estuviera.

Tomé una hoja en blanco y comencé a escribir el plan de trabajo. "Un barco de ese calibre nos llevaría mínimo 2 meses de trabajo y dado que todos necesitábamos descansos planifiqué con cuidado los días de trabajo y de relax.", pensé mientras escribía anotaciones en el papel, "Trabajaríamos 5 días a la semana, de sol a sol mientras el clima lo permitiese, los otros dos días serían de descanso y cada 2 semanas haríamos una parada de una semana para permitir asentarse los materiales, expandirse la madera y en definitiva, evitar que el barco se hundiera nada mas fletarlo.", continué.

Además, pensé que necesitaba un lugar apropiado donde trabajar en el, asi que incluí una primera semana de trabajo preparando un astillero muy básico con troncos y poleas en la playa a la que tenía salida la parte trasera de mi cueva. Sabía que en aquella pequeña cala nunca había nadie, la marina ni se asomaba y no había poblaciones cerca, era toda la tranquilidad que necesitábamos para acometer un proyecto de este calibre. Así, tras muchos cálculos concluí que 18 semanas sería todo lo necesario para tener listo el barco de mi nueva cliente, 4 meses y medio de arduo trabajo que concluirían con un gran hijo surcando los mares bajo las órdenes de una extraña y loca mink.

"Puede que necesite tu ayuda Berry, pero si puedo contar con tus músculos en 18 semanas te daré el mejor barco que mis manos sean capaces de fabricar.", pregunté a la zorra esperando que me estuviera escuchando.

Con determinación en mi corazón, le conté mi plan con detenimiento a la mink esperando que estuviese dispuesta a trabajar para crear algo maravilloso.

"Voy a bajar a la playa para ir marcando el lugar donde levantaremos tu barco.", dije mientras tomaba herramientas e instrumentos de medición en mi petate y una gran cantidad de rocas de tamaño intermedio. Una vez preparado todo, me puse en camino hacia la playa cercana para comenzar a preparar el terreno.

"Berry, si quieres acompañarme, corta a ras de suelo unos cuantos bambús lo mas largos y gordos que puedas y bájalos, con unos veinte serán suficientes.", sugerí a la zorra mientras señalaba una zona de bambúes cerca del delta de la ría.

La zorra se movió suavemente al escuchar movimiento, todavía seguía algo adormilada, bostezó frotando sus ojos a la par que se estiraba para sacudirse la pereza del cuerpo. Levantó sus orejas mientras parpadeaba, seguramente había escuchado mal las primeras palabras del gigantón amable. Movió su cabeza de lado a lado, como buscando a alguien, luego olfateó en busca de aromaas y por último cerró sus ojos para utilizar su haki como si buscase a un individuo que no existiese.

—¡Estoy lista para visitar a tu vecina! Pero es raro no siento a nadie cerca, ¿Seguro que quiere pasar el día?—

Y exactamente había entendido cualquier cosa, el hombre pasó a explicarle la rutina a llevar a cabo, trabajar y más trabajo. La mink asintió sin dar ninguna pega, si era lo necesario para tener el Berrymóvil ella ayudaría al gigantón que le daba un refugio. Desayunó algo de estofado antes de ponerse en marcha, utilizando el agua para asearse un poco y una vez vestida con su ropa limpia ponerse en la puerta lista para ayudar en lo necesario.

—¡Vamonos de fiesta a la playa, pero lleva muchos bambúes porque no cae gente ahí! Y mueve tus garritas, corta la maderita, un movimiento fuerte, son los veinte troncos que junto para mí. Así, así, levantando las garras~—

La zorra parecía de buen humor, cantaba mientras de un golpe seco con sus garras desnudas cortaba los troncos de bambú como si fuesen un trozo de queso mantecoso. Uno tras otro los fue atando a su espalda con unas lianas, no tuvo que contar, simplemente apiló los maderos de seis en seis hasta que supuso eran suficientes y luego siguió al gigante por el descenso.

Pese a cargar con bastante peso, Berry no perdía el ritmo, los troncos parecían pesar lo mismo que unos palitos para su entrenado cuerpo y tras la bajada los colocó donde Vanko le había indicado mientras esperaba otra instrucción. La zorra era una trabajadora eficiente, siempre que las indicaciones fuesen lo bastante claras como para no ser malinterpretadas.

—¿Qué más? Puedo apilar rocas o cortar árboles o golpear cosas. ¡Se me da bien lo último! A veces pienso que soy como un tractor por donde paso dejo un desastre pero al fin parece que da sus frutos.—

La mink correteaba alrededor de los troncos de bambú buscando la reacción del gigantón ante todo el material que había traído, había veinte bambúes de cada tamaño y grosor, gruesos y largos, otros más cortos algunos más alargados. La mink no quiso dejar detalle al azar y sin dudas el hombre tendría para elegir lo que viese más conveniente a la hora de iniciar su construcción.

—La playa me recuerda a un entrenamiento importante, luché contra mi superior en la playa y me dio una paliza. ¡Pero me divertí mucho! Cuando lo pienso me hierve la sangre y solo deseo volver a cruzar puños con alguien... oh descuida, no es tan literal.—

La zorra sacó la lengua mientras agitaba las garras en señal de que no quería golpear a nadie, sin embargo, era innegable el brillo en los ojos junto con la ilusión en su voz. Le gustaba mantenerse ocupada y en forma, sin tener descaro en perseguirse la cola en círculos como un cachorro a la hora de intentar distraer su mente.

—No sabía que la madera necesitaba tiempo de expansión, si yo la veo no parece estirarse...—

La zorra murmuró mientras observaba los bambúes desde el suelo, no notaba cambios pero a lo mejor necesitaría esperar, era bastante impulsiva y a veces esto le ganaba a su paciencia. Pese a todo no se mostraba dispuesta a apurar el proceso, le gustaba ayudar y más si al final de esos dos meses conseguía su soñado barco para poder moverse con más libertad.

A medida que Berry mostraba su entusiasmo y habilidades para el trabajo manual, una sensación de gratitud y asombro se apoderaba de mí. Era evidente que la zorra estaba dispuesta a poner todo su esfuerzo y energía en ayudar con la construcción del barco. Su actitud y disposición para aprender y colaborar eran una verdadera inspiración.

Después de haber organizado los troncos de bambú que Berry había traído con tanta diligencia, nos adentramos en el siguiente paso de nuestro proyecto: construir una plataforma de piedras y bambúes que serviría como base sólida para la creación del barco. La idea de trabajar en equipo para crear algo tan significativo era emocionante aunque debo reconocer que por mi mente no podía dejar de pensar en que Berry no estaba cualificada para ello, al menos podría usarla como mano de obra resistente. Parecía manejarse bien con pesos y esfuerzos. Mientras trabajábamos juntos en la plataforma, nuestras conversaciones se volvían más fluidas y nuestras interacciones más naturales.

A medida que avanzaba la construcción de la plataforma, me maravillaba ante la destreza y habilidad de Berry. Sus movimientos eran ágiles y precisos, y su capacidad para adaptarse a nuevas tareas era impresionante. Con cada trozo de piedra y bambú, veía cómo tomaba forma la base donde trabajaríamos, el lugar que sería nuestro segundo hogar durante los próximos meses.

A medida que el sol alcanzaba su punto más alto en el cielo, nos detuvimos un momento para admirar nuestro progreso. La plataforma iba tomando forma ante nosotros, sólida y resistente, cada vez mas cerca de estar lista para soportar el peso y la creación del barco. Era un logro tangible de nuestro esfuerzo conjunto.

Con el trabajo del día casi terminado, nos sentamos juntos en la plataforma ya terminada, admirando el paisaje que nos rodeaba. El mar se extendía hasta el horizonte, invitándonos a imaginar las futuras travesías que emprendería el barco. Era un momento de tranquilidad y reflexión, un momento para apreciar la belleza de la naturaleza y la tranquilidad de aquella cala.

Saqué mi tabaco y tras ofrecerle un cigarro a Berry, comencé a degustarlo tras un día duro de trabajo.

"¿Puedo preguntarte algo Berry? ¿Porqué dejaste la Marina? He oído que pagan bien y viendo tu fuerza podrías haber llegado lejos.", pregunte mientras exhalaba una gran bocanada de humo.

"Además parece que echas de menos el combate, en la marina no te faltaría acción. Entiendo la diversión y la adrenalina de ello.", concluí mirando a la zorra y alargándole mi cantimplora de te rancio.

"Algún día cuando hagamos un descanso podías enseñarme de lo que eres capaz, me encantaría ver a un artista marcial hacer catas en la playa", le dije mientras el sol se ponía por el horizonte.

La mink no dejaba de divertirse en la construcción de la plataforma, si bien su aporte era más músculo que cerebro estaba acostumbrada a aquello, rama tras rama, piedra tras piedra. La zorra se mostraba implicada en satisfacer las necesidades que el gigantón le destinase. Sonrió al ver el fruto de su trabajo, pero no había tiempo de detenerse, su voluntad le exigía esforzarse más y sin darse cuenta habían consumido la mañana charlando, trabajando y entrando en mayor confianza. No era que Berry fuese complicada, ignorando sus graves faltas de respeto por el espacio personal y algunos comentarios sin mucho sentido era una persona que dificilmente podían hacer enfadar o buscase un conflicto.

—¿Por qué lo dejé? Una amiga me dijo lo mismo hace unos meses, de si era la mejor decisión. En parte fue para tener más libertad de hacer mi justicia, un civil comprenderá mejor a que me refiero. Un ladrón, lo encarcelas, vuelve a robar, lo encarcelas, vuelve. Claro que hay una condena de muerte, pero rara vez se da, cuando lo hacen es para gente de mucho valor e incluso piratas con mucha recompensa pueden librarse llegando a algún trato. Los civiles mantienen gente mala al pagar impuestos, la marina es un gran lugar llena de gente muy buena pero también de traidores e infiltrados y corruptos. Alguien tiene que sacrificarse para cambiar el mundo y la legión tampoco se salva de ser peor en ese sentido, quiero proteger a la gente a mi manera. La mejor manera de limpiar el mundo es eliminando a la basura, un marine no puede hacer eso, pero ahora que no lo soy puedo dar un mensaje y cambiar las cosas aunque sea de a poco.—

La mink sonrió al hombre aceptando el curioso tabaco, nunca había fumado y su primera reacción fue toser con el humo, se atragantó con la ceniza y comenzó a toser mientras se reía, observó como el hombre lo fumaba. No debía tragarlo, solo expulsarlo, volvió a intentar y finalmente lo logró, no sin antes secarse las lágrimas que el primer intento le había provocado.

—¿Demostrarte lo que soy capaz? No me molestaría, me gusta entrenar con gente fuerte y debo admitir que pareces alguien poderoso, además sabes muchas cosas y puede que mi estilo mejore con alguien capaz de estudiarlo y ponerme en aprietos. Nunca pude usar todo mi arsenal en un combate serio, la mayoría de mis técnicas y movimientos solo los he usado contra compañeros de entrenamiento. Cuando escalas una montaña, muchas veces te cuesta encontrar a alguien que tenga ganas de seguir subiendo.—

La mink exhaló otra bocanada de humo, le daba curiosidad entrenar con un civil poderoso, tenía en mente que a lo mejor se podía limitar inconscientemente pero la mejor manera de encararlo era como un entrenamiento contra algún colega. Observó al hombre mientras su cigarro se consumía entre sus dedos y el humo les rodeaba como un manto fugaz a la luz del mediodía.

—¿Tu por qué no eres marine? He sentido tu fuerza, digamos que no soy una novata y cuando esta mañana cerré mis ojos pude notar un aura muy fuerte en tu interior. Estoy segura que podrías darle batalla a varios tenientes o incluso a capitanes u oficiales de la marina. Ganarías bien y podrías construir grandes cosas o tal vez te asignarían a un gran proyecto ultra secreto. ¡Incluso podrías llegar a ser un almirante en poco tiempo!—

Berry comenzó a reír mientras se relajaba, nunca se fiaba de las auras sin haber cruzado puños, pero Vanko tenía esa chispa que le recordaba a otras personas poderosas. Trabajaba duro, movia troncos, picaba rocas, no parecía tener problemas en planificar rutinas e incluso dibujaba mejor que muchos de los artilleros iniciados en la marina. Si este quisiera ganarse la vida no tardaría mucho en convertirse en uno de los altos cargos, incluso siendo civil podría aspirar a un cargo de gobernante al ya tener una historia con ese lugar. ¿Entonces por qué insistía en estar oculto? La zorra se lamió sus garras, pensando que a lo mejor solo le gustaba la vida solitaria, pero las personas con tal ambición de crear obras maestras no estaban llamadas a una vida de hermitaños.

"No me gusta la Marina, ni la Legión, son cúmulos de corruptos y salvajes, bandidos que enarbolan leyes arbitrarias y se escudan en ellas para hacer lo que les da la gana cuando les da la gana.", expliqué, "Aquí soy feliz viviendo una vida sencilla en paz por mucho tiempo. Ayudo a la gente, me gano la vida dignamente y nadie mete las narices en lo que fabrico o dejo de fabricar. Creo a mis hijos e hijas para vivir una vida plena, pero no puedo permitirme el lujo de una vida en sociedad. Además como puedes comprobar, soy difícil de mirar, no suelo pasar desapercibido", dije mientras reía quejumbrosamente exhalando humo.

"Mi madre murió para darme la oportunidad de vivir libremente, protegiéndome hasta su último aliento, no insultaría su memoria exponiéndome.", concluí algo apesadumbrado.

"Si fuera tan fácil cambiar las cosas ya lo habría hecho alguien no crees?", pregunté.

La jornada avanzaba, las últimas luces del atardecer iban desapareciendo mientras una luna creciente bastante avanzada empezaba a bañar con su pálida luz la playa.

"Dices que has sentido que soy fuerte, para mi desgracia a pesar de haber aprendido a defenderme, no combato de forma limpia ni doy tregua cuando lo hago, la experiencia me ha demostrado que matar a tu contrincante antes de que la pelea se alargue es la mejor baza que tengo", expliqué mientras encendía un nuevo cigarro.

"Salvo que seas a prueba de balas, dudo que pudiésemos entrenar juntos", dije sarcásticamente.

"Aun asi, me encantaría ver tu estilo de combate, aprender de tus katas y quien sabe, tal vez decida añadir alguna a mi repertorio", continué mientras reía de nuevo.

Había observado algo raro en los movimientos de Berry, al principio no le di mas importancia, pero tras verla moverse y poner atención cuando su ropa se movía entendí de que se trataba, pesas de entrenamiento, "Que zorra llena de sorpresas", pensé. Continué mi conversación de forma trivial durante unos minutos mas y entonces decidí ver como reaccionaba Berry ante mis descubrimientos.

"Estaba pensando... Qué me dices? te quitas esas pesas de entrenamiento y bailas para este pobre diablo a la luz de la luna?", pregunté sonriendo torcidamente.

Viendo como se movía y como hacia trabajo pesado con sus impedimentos extras, no me imaginaba lo que sería capaz de hacer sin ellos, la verdad es que tenía curiosidad, hacía mucho que no analizaba un arte marcial nuevo. Gracias al cielo.

Al gigantón no parecía agradarle ninguna de las dos facciones, se cuestionaba que un nido de corrupción era imposible de cambiar, la mink conocía que había marines que trabajaban por cambiar las cosas pero realmente se veía como un sueño lejano. Berry deseaba cambios bruscos e inmediatos, se había cansado de ver a los criminales tomarse la amenaza de la marina como una simple estadía en una casa vacacional y había visto demasiada corrupción en la legión como para tomarlos como un bando correcto, eran más bien unos perros que velaban por intereses personales que en los propios civiles. La marina al menos trataba de proteger a la sociedad, su problema estaba en la supuesta solución, si tan solo aplicasen la ley como Elyria o Berry, matando sin miramientos a la escoria sería un mundo mucho mejor. La historia sobre la libertad logró captar la atención de la zorra, era como tocarle una fibra de su ser, si era verdad que el hombre protegía un legado a favor de la libertad que gozaba no insistiría en remediar esa situación.

—Si honras su memoria está bien, pero recuerda que tu libertad es tuya y no de otras personas, en algún momento puede que tengas que salir de este nido. Pero, de momento, noto tu pasión por las cosas que haces y no pareces estar disconforme con tu vida. No seré yo quien te obligue a hacer nada, cada vida fluye con la libertad que ellos consideren.—

La zorra luego escuchó sobre que el hombre no peleaba limpio, la mink luego comenzó a reír ante el hecho, suspiró mientras pensaba en cuando ella solía pensar igual tratando de luchar lo más igualada posible a sus enemigos creyendo en que esa era la manera correcta de pelear. Elyria le abrió los ojos, le enseñó que no debía conceder ninguna facilidad a sus oponentes y que estos buscarían cualquier ventaja para poder matarle. Si quería proteger a los civiles debía entrenar en los aspectos que hasta ese momento había descuidado, fue una revelación que a Berry le cambió mucho su forma de entrenar. Desde entonces había mejorado su haki de observación a un nivel impensado para esos días, entrenado sus piernas, se había centrado en su cuerpo como un arma completa y no solo en sus puños junto con el desarrollo de otras técnicas mucho más orientadas a cubrir sus posibles debilidades. Ya no renegaba de usar su akuma para luchar, habiendo desarrollado una transformación orientada a acabar con sus oponentes en el menor tiempo posible, además de ciertas habilidades como su veneno o sus acertijos que la Berry del pasado hubiese visto con muy malos ojos.

—Una superior me dijo una vez que no existe tal cosa como el combate limpio, después de todo cuando peleamos por nuestra vida no nos importa usar todo lo que podamos y debemos estar preparados para que ellos también usen los mismos métodos o peores. No culpo tu forma de luchar, a fin de cuentas, estás no solo protegiendo tu libertad si no tu lugar en el mundo donde te sientes cómodo.—

Comentó Berry con una sonrisa, al ser preguntada por quitarse las pesas y bailar la mink asintió mientras tiraba las pesas a un lado, el impacto sobre la arena hizo cuatro grandes agujeros y levantó una polvareda digna de una película de comedia. Sin embargo, la zorra seguía en su rutina de elongar los brazos y piernas sin prestarle mucha atención al alboroto que sus pesas habían hecho. Ladeó la cabeza mientras avanzaba hasta el gigantón, no había captado si quería bailes tribales o que ella se lanzara a por él luchando, a fin de cuentas uno de sus estilos era similar a los movimientos de danzas que había aprendido de pequeña.

—¿Bailar o luchar? Me gustan ambas, pero no actuaré sin estar segura, no quisiera romper algo de lo que trabajamos ni algún hueso. Cuando me quito las pesas, me cuesta controlar mi fuerza como es debido. Me han llamado bruta muchas veces por un simple movimiento inocente...—

Inocente era electrocutar todo un lago por un simple juego y casi matar a su superior en el proceso, o lanzar un golpe con fuerza letal a un simple ladrón de carteras, incluso luchar empleando haki contra colegas de su mismo rango que no tenían su capacitación. La zorra sonreía pensando en poder luchar tras un día de trabajo, una vez liberada de su entrenamiento no había mejor forma de despejar la mente. Movía su cola de lado a lado mientras esperaba las instrucciones para comenzar, si deseaba entablar un combate o simplemente verla moverse de un lado al otro golpeando a un oponente invisible lo cual sería algo más aburrido.

Berry parecía emocionada por comenzar con la sesión de combate. Observé con atención mientras se preparaba, los pesos de entrenamiento realmente eran muy pesados dada la cantidad de arena que habían desplazado al caer, su postura radiaba confianza, hacía mucho que no ponía a prueba mis habilidades de combate, tal vez este fuera el momento para quitar el polvo a mis armas.

"Vámonos a aquel lado de la cala, no vayamos a romper lo que nos ha costado tanto levantar.", indiqué a la mink con un gesto de la mano.

Mientras llegábamos saqué mi sable de mi cuerpo, aunque el gesto que hice fue como si desenfundase bajo la gabardina e introduje mi mano izquierda en mi bolsillo aferrando la empuñadura de mi pistola lista para abrir fuego desde ahí. Esperé a que Berry tomase su posición de combate. Entonces, antes de que pudiera detenerme a pensar, me encontré avanzando hacia ella, mis músculos tensos y listos para el combate. Sin decir una palabra me lancé hacia adelante desencadenando una serie de movimientos diseñados para ponerla a prueba, mi maraña de cortes, todos y cada uno de ellos con intención letal, pero solo tratando de crear el momento propicio. Activé mi haki de observación para no perder detalle de nada de lo que sucediera y lancé once cortes con el sable para tratar de rebasar las defensas de la zorra mientras me acercaba, acto seguido la disparé al pecho desde el bolsillo y lancé mi ultima estocada aprovechando el caos de golpes y el disparo buscando cortar la piel de su cuello.

No esperaba que esto pudiera llegar a ponerla en problemas, no después de haber visto sus aptitudes atléticas.

La zorra asintió emocionada ante la propuesta de entrenar en otro lugar, mientras caminaban Berry pensaba en como iniciar aquel combate, supuso que probarían todo lo que tuvieran que ofrecer contenerse no era una opción. Al momento de entrar en acción optó por esperar en su postura firme, el gigantón había sacado un sable y se disponía a agitarlo a la par que avanzaba. Berry mantenía su guardia pero un detalle no había escapado a sus ojos, el hombre seguía con un brazo escondido entre sus ropas.

Su haki de observación le alertó del peligro, los golpes tenían una intención real, era algo extraño para ser un entrenamiento. Por norma general no se usaba la fuerza letal, pero tras la conversación que habían sostenido quedaba claro que para el gigantón no tenía sentido jugar a pelear. Si buscaban mejorar deberían luchar como si se jugasen la vida, la mink activó su electro mientras los primeros cortes irrumpían en su espacio. Evadió algunos y bloqueó otros con su guardia permitiendo que la electricidad de sus garras se extendiese por el filo buscando hacer que su oponente soltase el arma.

Acto seguido utilizó el Tekkai para endurecer su cuerpo y resistir el disparo ayudada con el endurecimiento de su propio haki, el disparo rebotó contra su cuerpo y se dispersó en varias esquirlas brillantes que rebotaron por el lugar. No había sido un mal comienzo, la mink aprovechó el momento de la estocada para agacharse en una maniobra en la que el filo rozó su hombro simplemente para acercarse a su oponente. En una pelea sin armas se debía reducir los espacios y aprovechar que sus dos manos estaban ocupadas.

La mink endureció su garra derecha mientras cargaba con electro en un gancho ascendente con intenciones de golpear la axila del gigantón, dado su posición el golpe se efectuaba desde debajo del brazo del hombre, buscando explotar su punto ciego. La mink conocía en carne propia lo que el tamaño podía simbolizar, el brazo del gigante suponía que cubriría su figura por completo y este debería depender solo de su haki de observación.

Y entonces, cambiaría, tras efectuar el poderoso gancho su postura mutaría a una más flexible y en pleno salto buscaría conectar una patada al cuello de su desprevenido oponente. También cargado con la peligrosa electricidad. Berry nunca explicó que su electro convertía a todo su cuerpo en un arma peligrosa donde el mero roce podía significar una no tan placentera descarga, y a lo mejor el hombre no se esperaba que aquel poder pudiese impregnarse en otro lugar que no fuesen sus garras.

Tras caer al suelo se desplazaría con velocidad para buscar la espalda del gigantón esperando sorprender con una lluvia de golpes y patadas lo suficientemente fuertes como para desorientarlo. Aunque solo serían una distracción, en el último golpe la mink simularía un puñetazo normal pese a que este era algo diferente su golpe rompería el aire a escasos centimetros de la pierna de su oponente. El sonido de una onda de choque rompería con estruendo el silencio de la noche.

Berry buscaba sorprender a cada segundo, había vuelto a su postura firme luego de haber realizado su jugada, la espada solo había rozado su piel pero apenas le había reportado daño quizás no estaba muy afilada o ella era lo suficientemente dura como para ignorarla y tomar ventaja de la posible sorpresa de su rival.

Su sonrisa lo decía todo, estaba emocionada como niña pequeña al encontrar un juguete nuevo, un oponente que pudiese resistir todo lo que ella ofrecía. Y solo estaban comenzando, la mink no podía sentirse más ilusionada de ver hasta donde podían llegar.

Solté la espada al notar un zumbido eléctrico, gracias a mi haki de observación conté con el tiempo suficiente para reaccionar y esquivar su gancho ascendente. Berry se movía endiabladamente bien y sus golpes eran devastadores, pero no iba a ceder terreno. Cuando la vi ascender cubierta de electricidad recordé haber leído algo sobre ello en la biblioteca de Nueva Ohara.

"Nuevo apunte, no tocar la parte que da calambre", pensé.

Mientras ascendía tras su golpe fallido vi como se revolvía para continuar atacando, era todo un poema de violencia, noté pasar su pierna justo por encima de mi cabeza cuando me agaché rotando para esquivarlo, aunque noté como la electricidad erizaba algunos de mis pelos de la coleta. Sus golpes podían ser letales tanto por su fuerza, como por el electro o incluso por el uso desmedido de haki y estaba usando los tres. Parecía que la zorra se tomaba enserio los combates.

Para rematar trató de cogerme la espalda, activé mi endurecimiento sin saber muy bien que esperar. Me dediqué a esquivar ataques como si me fuera la vida en ello, no se cuantos ataque evadí, pero a pesar de que la zorra era rápida y endiabladamente dura, mis duros años hasta llegar aqui no habían caído en saco roto como para no poder esquivar aquello.

De pronto un presentimiento de muerte me erizó hasta la nuca, no podía estar tan loca. Solo era un entrenamiento y desde luego no pensaba mostrarme ante una aun desconocida. Gracias a mi agilidad y destreza conseguí apartarte a tiempo del último golpe, aunque la caída no fue la mejor, sin mis alas mi rango de movimientos era muy reducido y me sentías torpe en tierra. Rodé por la arena y termine comiendo mas de la que esperaba. Aún se escuchó el eco de la onda de choque durante casi un minuto mas, mientras levantando las manos vociferé.

"Me rindo!!", esperando que se detuviera. A pesar de ello por precaución mantenía mis dos hakis activos.

"Eres espectacular, madre mía, como te mueves.", dije. "La siguiente vez creo que prefiero mirarte golpear a enemigos imaginarios.", comenté mientras sonreía escupiendo arena.

Me quedé a la espera de que decidía hacer la mink, desde luego si tenía que usar todas mis habilidades para huir lo haría, pero era consciente del elevado coste que podía tener para mi tranquila vida revelar mi secreto y todo lo que podía perder de hacerlo.

Berry estaba en un sueño, mientras golpeaba espeeraba la reacción, seguramente su oponente se levantaría y buscaría someterle de alguna manera. A lo mejor lanzaba una técnica digna de su poder y esta debía improvisar, su mente pensaba los posibles movimientos cuando sus orejas se levantaron en punta tras escuchar las palabras de rendición. El viento acarició lentamente la playa, Berry esperaba que fuese algún tipo de estratagema pero al pasar unos segundos se dio cuenta de que Vanko en verdad se estaba rindiendo.

—¡Bwahahaha! Creo que me dejé llevar un poco en el calentamiento, no quiero matar a quien me construirá un Berrymóvil. Disculpa si me he excedido, pero sentí que golpeabas con tanta confianza que no pude evitar responder de la misma manera.—

La zorra levantó sus hombros mientras se acercaba rascando su cabeza hasta la posición del gigantón y luego ofrecía su mano para ayudar a levantarlo. Parecía haber tomado en cuenta que si le rompía algún hueso solo atrasaría la construcción del Berrymóvil siendo esto algo contraproducente. La mink en mitad de los combates no se ponía a pensar fríamente en las consecuencias y menos cuando se emocionaba hasta tal punto de querer luchar con todas sus capacidades sin restricciones.

—Fue divertido aunque me sorprende que haya durado tan poco, sigo pensando que hay algo que no estoy viendo. Quizás es solo mi imaginación pero siento que en otras circunstancias no hubiera sido tan sencillo. ¡Aún así con gusto esperaré la revancha!—

La zorra guiñó su ojo mientras esperaba para regresar a laa cueva y cenar algo, tanto trabajo y emoción le había abierto el apetito y por suerte quedaba bastante estofado. Ya se encargaría de cazar otra cabra cuando fuese necesario, ahora mismo la prioridad era seguir la construcción de su barco mientras se entrenaba con ayuda de Vanko prestando su fuerza para las tareas que este viese necesarias.

—En cuanto a mi estilo ¿Pudiste aprender algo? No sé si podrás incorporarlo para un ataque a traición con una pistola o usarlo mientras blandes una espada con una lluvia de cortes. Lo mejor para tu tamaño es mantener a los otros a raya, pero si superan tus defensas y entran a tu espacio puede servirte saber como golpear.—

Comentó la mink mientras recordaba su breve intercambio, era evidente que ambos peleaban de maneras opuestas y ambas formas buscaban algo diferente. Berry se dedicaba a esperar y cerrar distancias en cortos intervalos mientras buscaba sorprender con una serie de duros golpes y a la par reducir la movilidad de su adversario incapacitando las piernas. Vanko por su parte buscaba mantener a raya a su oponente para rematarlo con la pistola y de ser necesario escapar del rango de acción de su oponente. Sin embargo, la mink había detectado que a lo mejor lo que el gigantón buscaba era un plan B en caso de tener que recurrir a un combate desarmado, Berry le había desarmado en un par de movimientos, obligando a este a tener que adaptarse a una pelea de su terreno.

Tras el entrenamiento nos dirigimos de vuelta a la cueva donde Berry había dejado preparando el guiso de cabra. El aroma intenso a carne guisada ya llenaba el aire cuando llegamos. Mientras ella comenzaba a servir los cuencos no podía evitar notar la mezcla de cansancio y satisfacción en su rostro. Su energía era contagiosa, y aunque la pelea había sido intensa y corta, sentía una extraña emoción por continuar entrenando con ella, tal vez podría mejorar con la ayuda adecuada.

La cena fue sencilla pero satisfactoria mas allá del hecho de que todo sabía a ceniza en mi boca. Mientras comíamos intercambiábamos anécdotas sobre nuestros viajes pasados, era una lástima no poder ser mas abierto con mis vivencias, pero la confianza es algo que se gana día a día. Así seguimos compartiendo historias de nuestras vidas antes de encontrarnos en esta isla hasta bien entrada la noche. Tras mucha cháchara nos preparamos para dormir. Berry se acomodó en su cuarto mientras yo me instalaba en mi cama. El suave murmullo del viento nocturno se filtraba por las grietas de la cueva, creando una atmósfera tranquila y relajante. Me envolví en mi manta y cerré los ojos dejando que el cansancio me llevara hacia el sueño mas profundo.

A la mañana siguiente nos despertamos al alba para comenzar con los trabajos del día. Preparé algo de carne churruscada en el fuego, unos trozos de queso, pan algo duro y algo de carne seca para comer durante el día y repuse mis existencias de tabaco y té. Después de un desayuno ligero, nos dirigimos hacia la zona de construcción cargando con herramientas y materiales para establecer el primer puesto de trabajo al lado de la plataforma donde continuaríamos con el proyecto del barco. El sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte cuando llegamos al sitio. La brisa fresca de la mañana nos saludó mientras empezábamos a evaluar los próximos pasos a seguir. La tarea del día consistía en preparar un sustento adecuado de poleas para ayudarnos durante la construcción de la embarcación. Realmente gracias a mi fuerza y la que había visto en Berry el día anterior dudaba que fuera necesario totalmente, pero siempre podían surgir complicaciones con los travesaños mas altos. Utilizando las herramientas que habíamos bajado empezamos a limpiar el área y a nivelar el suelo para asegurarnos de que la mesa de trabajo tuviera una base sólida y estable. Berry se ocupaba de cortar las ramas y mover las piedras mientras yo me encargaba de trazar las líneas y planificar la disposición de los materiales. Era un proceso lento y meticuloso, pero trabajando juntos avanzábamos sin pausa. Berry se mostraba hábil y decidida y su entusiasmo era contagioso.

A medida que avanzaba la mañana el sol ascendía en el cielo y el calor empezaba a hacerse sentir. Sin embargo, no dejamos que eso nos detuviera. Seguíamos trabajando con diligencia, sabiendo que cada paso que dábamos nos acercaba un poco más a nuestro objetivo final. Para cuando el sol estaba cerca de alcanzar su cenit, el lugar de trabajo estaba terminado y pudimos tomar un breve descanso para reponer energías, refrescarnos y almorzar algo. Nos sentamos a la sombra de un árbol cercano y compartimos algunas de las provisiones que habíamos traído con nosotros. Era un momento de calma y camaradería, una pausa necesaria antes de retomar nuestras labores.

Después del descanso volvimos al trabajo con renovado vigor. Comencé a marcar distintas áreas en el suelo con estacas de bambú que clavaba profundamente, en esos lugares iríamos depositando la materia prima en diferentes estados de transformación durante el trabajo. Una vez marcado todo me dirigí con una tiza al inicio de un robledal al otro lado de la cala, el bosque escalaba hasta los picos, salpicado de vez en cuando por hayas, abetos y otras especies anecdóticas. Me interné mientras Berry terminaba de clavar profundamente las estacas donde le había indicado y fui marcando con una X los robles mas grandes, rectos y robustos. Tras casi una hora de trabajo había marcado un centenar de robles que se adecuaban a nuestras necesidades, para empezar podía ser suficiente.

"Berry!", grité llamándola desde el lindero del bosque.

"He marcado 100 robles con una X como esta.", dije indicándole el primer árbol, "Tenemos que cortarles lo mas abajo posible y llevarlos hasta las zonas que hemos estado marcando, con algo de suerte deberíamos poder hacerlo en unos cuantos días. Trata de no cortar los árboles no marcados, esos aun deben crecer para poder servir en un futuro.", concluí mientras acariciaba un árbol.

Tras esto tomé el hacha y comencé a cortar con destreza el que sería el primero de muchos. Aún nos quedaban un par de horas de luz y debíamos aprovecharlas.

La noche había pasado volando entre charlas y risas, la mink disfrutaba la compañía del gigantón mientras le hablaba sobre sus conocidos, amigos y miles de aventuras que había tenido. Le mostraba algunas fotos que se había hecho en esos eventos o le platicaba sobre las medallas que le habían otorgado en la marina antes de que esta decidiera dejarlo. Tras dormir y desayunar, ya era costumbre salir tras Vanko para que este decidiese la tarea del día, la zorra estaba dispuesta a dar una mano si eso ayudaba al nacimiento del Berrymóvil.

Aquel día el gigantón se había metido por el bosque antes de llamarla, la primer tarea consistía en mover ramas, rocas y todo tipo de material que obstaculizara el suelo. El gigantón había dicho que era necesario despejar el camino para facilitar la tarea de apilar luego los materiales. Para Berry era como un juego, entrenaba sus músculos moviendo rocas y apartando ramas, incluao usando su cola como una especie de escoba para los trozos más pequeños. El trabajo se parecía bastante a los entrenamientos que ella solía hacer, mover cosas, golpear cosas y repetirlo aunque esta vez había un objetivo detrás.

—¡Delicioso! Aunque la carne seca parece más un alimento aburrido es crujiente y divertida para masticar.—

Exclamó Berry mientras masticaba la carne durante el receso, tras haberse asegurado de consumir la suficiente proteína y haberse refescado el pelaje con un poco de agua se alistó para seguir con la labor. La siguiente tarea que encomendó el artesano era clavar estacas en el suelo ya despejado, cada una tenía un punto marcado en el suelo y la mink solo debía localizar el punto para enterrar las estacas.

En cierto punto el hombre le dejó haciendo la tarea mientras partía al bosque, la mink se aseguró de enterrar bien cada una de las estacas para luego revisar las restantes por si alguna estaba floja. Fué una tarea bastante larga y cuando finalmente la mink había terminado escuchó al gigantón llamarla.

—¡Vankoooo!—

Gritó mientras tropezaba con una rama y llegaba a los pies del gigantón rodando cual pelota de goma hasta detenerse cabeza abajo contra uno de los robles, se sacudió antes de ponerse de pie y lamer sus garras atenta a las indicaciones. Al parecer había llegado la hora de talar los troncos que serían parte del Berrymóvil o eso entendió la mink, había solo unos cuantos elegidos y los otros debían permanecer allí. Berry asintió comprendiendo a la perfección lo que hacer y comenzó su tarea, localizando a los pocos metros uno de los marcados.

—¡Tala tala colita de araña!—

Comenzó a cantar la mink mientras talaba el primero de muchos árboles, el día estaba acabando y el hecho de talar, cortar para luego transportar los troncos llevaba tiempo. Más cuando algunos eran tan pesados que no había otra opción que llevar rodando los troncos hasta las estacas. Habrá talado unos diez o doce troncos, hasta que la oscuridad impedía encontrar árboles, tras la tarea la mink tenía los brazos cansados pero no se detenía, caminó en cuatro patas hasta el refugio para luego colocar sus garras en baldes con hielo. Masajeaba sus antebrazos con agua tibia y relajaba sus piernas lista para el día siguiente que prometía ser igual de agotador, todavía quedaban árboles por talar.

El primer día de la semana de trabajo terminó con nosotros llevando unos diez o doce troncos al área designada. El cansancio se sentía en cada músculo, pero había una satisfacción profunda al ver el progreso tangible. Berry parecía incansable, y su entusiasmo me mantenía motivado.

—Mañana continuamos con esto, Berry. Todavía hay mucho que hacer— le dije mientras nos dirigíamos de vuelta al refugio.

Las noches pasaban rápidamente. Tras cada día de trabajo agotador, cenábamos algo sencillo pero nutritivo, y luego caíamos rendidos. El sueño era profundo y reparador, permitiéndonos despertar al día siguiente pronto y listos para continuar. Los días se sucedían uno tras otro en una rutina agotadora pero gratificante. Cada mañana, después de un desayuno rápido, nos dirigíamos al bosque para continuar con la tala. Elegir los árboles correctos, talarlos con precisión y transportarlos de vuelta era un trabajo que requería tanto fuerza física como concentración.

Berry, con su entusiasmo inquebrantable, se tomaba cada día como un nuevo desafío. Sus canciones infantiles y sus historias hacían que el tiempo pasara más rápido. Era fácil perderse en la monotonía del trabajo, pero ella siempre encontraba una manera de hacerlo interesante, incluso aprovechábamos las tareas más anodinas para entrenar. ¿Qué mejor para hacer músculo y cardio que talar y empujar decenas y decenas de árboles? Kilo tras kilo, tonelada tras tonelada, tal vez era la técnica cada vez más depurada de una acción repetitiva, pero tras jornadas enteras de extenuantes esfuerzos sentía como mis músculos se fortalecían, como aguantaba más sin necesitar un descanso. Al final no solo estábamos creando un navío, sino que estábamos esculpiendo nuestros propios cuerpos.

Cada tronco que apilábamos al lado de la plataforma era un paso más hacia la consecución de una obra tremendamente ambiciosa, despacio, sin prisa, pero sin pausa, cada vez más cerca de como a ella le gustaba llamarlo, el Berrymovil. A medida que la semana avanzaba, la pila de troncos crecía, y con ella nuestra satisfacción, tras varios días de labor, recordar cuando empezamos con el primero era cuanto menos reconfortante. Como siempre ver los frutos del trabajo bien hecho y del esfuerzo, me daba energías para seguir.

La rutina siguió, día tras día. Talábamos árboles, los transportábamos y los apilábamos. Cada noche, regresábamos al refugio agotados pero satisfechos, listos para otro día de trabajo al amanecer. Ella nunca perdía su energía, siempre encontrando algo positivo en cada tarea que realizábamos, pequeños juegos, apuestas o cualquier otra suerte de entretenimiento.

Finalmente, después de dos semanas de trabajo constante, nuestra pila de 100 majestuosos robles estuvo terminada. La vista de todos esos troncos apilados, listos para ser utilizados, llenaba de paz mi mente. Habíamos logrado mucho aquella última semana, y aunque el trabajo estaba lejos de terminar, habíamos dado un gran e importante paso.

“Berry, hemos hecho un gran trabajo esta semana. Con todo esto, podremos empezar la siguiente fase”, le dije mientras encendía un cigarro admirando la madera.

Tras fumar, y cenar nos quedamos charlando un buen rato. Con la primera semana finalizada nuestros próximos días eran de descanso. Aproveché para enseñarla los planos del escuadrón robot minero en el que estaba trabajando.

“Mira, algún día todas las minas estarán automatizadas. Ya no habrá que jugarse la vida allá abajo. Todo será mucho más cómodo”, la dije mostrándole y explicándole la función de toda aquella maraña de robots como un padre orgulloso mientras llenaba el ambiente alrededor de la hoguera con el aroma de mi tabaco.

La zorra siguió aquella rutina con una pasión ardiente, por las noches salía a cazar recordando su infancia en Zou, cada vez le era más sencillo localizar cabras y llevar un suministro de carne al refugio antes de caer rendida por el cansancio. Fue una semana divertida, en el día ambos ponían un gran esfuerzo y trabajo físico para reunir la mayor cantidad de madera necesaria. Berry aprovechaba cada segundo de aquella rutina para entrenar sus brazos y mejorar la fuerza que estos ejercían a la hora de moverlos. Aunque la mink seguía usando el hacha como un garrote, esto no le detenía al momento de igualar la cantidad de troncos que llevaba con el gigantón.

No tardaron mucho tiempo en apilar los cien robles en un par de semanas, días de gran esfuerzo habían valido sus frutos, la mink lleevaba algunos vendajes en sus dedos producto de algunas astillas pero sonreía al sentir más cerca su anhelado Berrymóvil.

—Fué divertido apilar tanta madera, aunque me lastimé un poco las manos, las manualidades no se llevan muy bien conmigo. ¡Bwahahaha! Creo que tenemos suficiente carne para otra semana.—

Tras la primer semana de caza constante, la mink ahora se dedicaba a perseguir animales una vez cada tres días, dejando el resto de noches para descansar completamente. Se había aficionado a fumar un poco cada cierto tiempo, le ayudaba a relajarse y le gustaba jugar con el humo que exhalaba. Ya no se ahogaba como la primera vez y por suerte había aprendido que la carne salvaje era más tierna al picarla para realizar comidas mucho más bondadosas con los dientes las hamburguesas eran lo más común.

—¡Ñam! Se ven tiernos, aunque ¿Eso no dejaría a muchos civiles dsin trabajo? Pese a ser peligroso muchos solo tienen ese trabajo como sustento, a lo mejor se podría pensar un nuevo trabajo como vigilantes o reparadores...—

La zorra mordió un trozo de su hamburguesa viendo los diseños, no era una mala idea aunque le preocupaba que varios civiles pudiesen quedar en la calle. Sin embargo, era optimista y creyente de que el gigantón ya había pensado en alguna manera de compensarles o incluirles en aquella revolución.

Pese a no ser día laboral, la mink se colocó sus pesas de entrenamiento y salió del refugio en busca de algunos materiales, primero cortó unas cañas de bambú y usando tela envolvió varias piedras pesadas a cada extremo. Haciendo lo mismo con seis cañas improvisando las pesas extras, Berry le avisó al artesano que podía seguirle en su rutina y unirse si así lo deseaba quería aprovechar cada día para mejorar su cuerpo incluso más.

Las seis pesadas cañas se sentían al trotar, paso a paso por el camino de la escarpada montaña, la fuerza de gravedad amenazaba con empujar a Berry al suelo pero esta se negaba sacudiendo el sudor de su cabeza mientras apretaba sus puños y apretaba sus dientes. Era una rutina extenuante, subir y bajar el escarpado camino haciendo uso de su fuerza de voluntad para no caer mientras todo su tren superior trabajaba en cada trayecto.

Repitió el ejercicio hasta que notó el sol en su punto álgido, allí soltó las cañas y se dejó caer sobre la tierra, sus músculos ardían como el fuego pero algo dentro de ella le hizo reír al sentirse tan viva. Había pasado tiempo desde la última vez que forzó tanto su cuerpo, olvidaba la sensación de dolor y lo complicado que resultaba levantarse tras una sesión extenuante.

—¡Bwahahaha! Pero la voluntad, la libertad y los sueños no tienen límite. Aunque mi cuerpo quiera negarse, me levantaré y desde el polvo voy a resurgir más fuerte. ¡Eso es lo que hace una guerrera como yo!—

La mink se puso de pie y gritó al cielo antes de comenzar a escalar la montaña usando solo sus garras, sin equipo, sin protección y solo queriendo subir contra el viento. Desafiando a la misma naturaleza mientras se impulsaba se lado a lado y saltaba entre las pendientes. Algunas veces se resbalaba pero utilizaba sus puños para incrustarse en la roca, frenando su caída y retomando la escalada con un fuego en sus ojos rojos.

Berry era monstruosamente fuerte, estaba lejos de ser considerada humana, sin usar ninguno de sus poderes llegó a la cima antes de que el sol se pusiera por completo. Se dejó caer sibre sus rodillas mientras alzaba sus manos en dirección al ocaso.

—¡Bwahahaha! ¡Esta es la cima! Pero todavía queda mucho por hacer, dominaré cada montaña, me esforzaré hasta que pueda subir solo usando una de mis manos. ¿Qué dices Vanko? ¡Las vistas valen todo el esfuerzo!—

Comentó orgullosa mientras relajaba su cuerpo, Berry deseaba seguir mejorando el tiempo que hiciera falta, parecía que en su mente nada podía desviar su atención de su deseo. Su deseo de hacerse cada día más fuerte y sobrepasar los límites de los humanos, las bestias y los monstruos. Ella no quería ser una más, deseaba ser algo sobre todo lo existente, como una montaña que se alza sobre todas las demás cosas.

Era enternecedor ver como se preocupaba la mink por los civiles, tal vez no tardando mucho, podría trabajar usando todas sus habilidades, pero aún debía medir a la zorra.

“Piensa en lo siguiente Berry, cada escuadra de robots debe ser operada por un especialista, que actualmente sería un minero. Cada escuadra de mineros son de cinco a diez hombres, pero los robots producen diariamente más de tres veces el rendimiento de la escuadra minera, dado que los robots funcionan durante todo el día, los hombres harían turnos para vigilar la excavación, pudiendo descansar varios días a la semana. En conclusión, los puestos de trabajo se mantendrían, la producción aumentaría e incluso se podría mejorar la retribución de los operadores mejorando los beneficios de los propietarios de la mina. Todos ganarían y sería mucho más seguro para los hombres.”, concluí con una sonrisa.

Tras cenar, nos fuimos a descansar, esperando que la cama reparase todo el cansancio acumulado de la semana.

A la mañana siguiente Berry me invitó a unirme a su rutina de entrenamiento. La verdad es que hacía mucho tiempo que no me tomaba un tiempo para mi mejora personal, imité a la mink improvisando unas pesas para cargarme de peso durante el entrenamiento, traté de que fueran lo suficientemente pesadas como para llevar mis fuerzas al límite.

Como decía mi madre, “Llevar tu cuerpo al límite es la única forma de crear oportunidades de mejora”

Tras cargarme con todo ese peso, a los hombros salí trotando, tratando de no perder a Berry que ya triscaba como una cabra montés. El considerable peso y el horrible camino elegido para subir hacía que cada zancada fuera una tortura, trastabillé varias veces y casi me descalabro por el camino, pero tras hincar la rodilla en más de una ocasión, al fin llegué, solo para verla bajar.

"Esto iba a ser más duro que lo pensaba", farfulle mientras me encaminaba hacia el punto de salida.

Subir y bajar la montaña repetidamente era una tarea agotadora, pero mi compañera hacía que pareciese un juego. Su espíritu indomable me inspiraba a seguir, a no dejarme vencer por el cansancio. Después de varias horas, con el sol cayendo duramente. Por fin, dejó caer las cañas y se dejó caer sobre la tierra, riendo a carcajadas.

Me dejé caer a su lado, respirando pesadamente. Sentía cada músculo arder de una manera que ni recordaba, pero una sonrisa se dibujó en mi rostro. Era un cansancio diferente al de la tala de árboles. Era el cansancio de alguien que se había esforzado hasta el límite, vomité el desayuno, pero aún continuaba satisfecho con el esfuerzo hecho y estaba listo para bajar al refugio a descansar.

"Eres increíble", dije entre jadeos. Nunca había entrenado así, pero ahora entiendo por qué lo haces y tu forma física por ello.

Tras un breve descanso, Berry se levantó y donde yo pensaba que íbamos a bajar con calma, ella comenzó a escalar la montaña usando solo sus garras.

“¿Pero no habíamos terminado ya?”, pregunté.

La seguí, aunque más lentamente de lo que ella trepaba, teniendo cuidado de no tener que recurrir a mis alas. Cada paso era un desafío, pero también una oportunidad para mejorar, para fortalecerme. Cada vez que mis manos se deslizaban por la roca, usaba toda mi fuerza para aferrarme y seguir adelante, aunque debo reconocer que en dos ocasiones solo pude mantenerme agarrado usando las habilidades de mi fruta. Gracias a que la zorra iba en cabeza a varios metros por delante, no vio nada, pero debía tener cuidado.

Finalmente, alcancé la cima unos minutos después de que ella hiciera cumbre. No era la primera vez que veía un atardecer allí, aunque subir volando era mucho más cómodo y relajado. El sol se ponía, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rojos. Nos sentamos, admirando la vista mientras me encendía un cigarro, ofreciéndole otro a Berry y bebía de mi cantimplora tratando de relajarme antes de afrontar la bajada.

“Tienes razón. Las vistas son espectaculares”, dije tratando de parecer sorprendido, aunque era cierto que estas montañas ofrecían unas vistas maravillosas del océano.

Descansamos unos minutos antes de comenzar el descenso. La sensación de logro era inmensa, y sabía que este entrenamiento me había cambiado, hoy había elegido el camino difícil. El mismo que cuando comencé a estudiar, que en cada decisión arriesgada, solo esperaba no equivocarme con ella. Me sentía más fuerte, no tanto a nivel físico, pues el entrenamiento no había hecho más que empezar, sino a nivel mental. Como si Berry hubiera sacado lo mejor de mí, con aquella caótica subida y eso era algo que no tenía precio.

Tras algo más de una hora regresábamos al refugio, listos para cenar, charlar y reposar tras el duro entrenamiento que había supuesto la semana y que habíamos culminado con la escalada de hoy.

El gigantón se había convertido en un compañero de entrenamiento interesante, pese a que su condición no parecía la más apta compartía con la mink la voluntad de querer mejorar. No solo era querer mejorar en fuerza, si no mejorar la vida de sus compañeros brindando un trabajo más seguro y menos costoso para que pasaran más tiempo con sus familias sin temor a no volver tras una jornada laboral. Pese a sus diferentes formas de lucha y su evidente estilo de vida opuesto, los dos comenzaban a entenderse mediante una actividad en concreto, el entrenamiento. La noción de que nada se conseguía del cielo, que todo era fruto del evidente trabajo duro y esfuerzo puro que llenaba el alma. Berry soltó una risita ante el comentario del gigantón al inicio de la escalada, era obvio que no habían terminado y solo cuando se sentaron a fumar contemplando los paisajes la zorra asintió complacida sobre volver a descansar. Seguramente aquella noche dormirían mejor que en muchos años, ambos cansados y llenos por una fuerza que les quemaba por dentro, la fuerza de nunca rechazar un segundo de posible mejoría.

—¡Hoy es día de descanso! Descansar es fundamental para evitar lesiones, cuando empecé a entrenar de estas formas muchas veces sufrí esguinces o torceduras molestas por no tomarme días de descanso. Mis instructores me enseñaron que tomarse un día de descanso puede ayudar mucho al progreso posterior, aunque creo que con su cuerpo lo sabrá mejor que yo, no digo que sea gordo o feo no me malentienda. ¡Bwahaha! Solamente que quienes tenemos cuerpos grandes notamos más lo complicado que se vuelve levantarse tras un día como el de ayer, por lo que no tenga miedo en quedarse durmiendo todo el día. Yo estaré jugando con alguna pelota y leyendo libros afuera.—

La mink había elegido algunas revistas que encontró por la ciudad y una pelota de goma para hacer rebotar contra las paredes de la cueva. Aunque alguno podría pensar que Berry no se tomaría el día de descanso, la mink salió fuera con una silla y con prendas informales mientras se relajaba. Observaba las nubes mientras estiraba sus piernas y colocaba uno de sus brazos en un recipiente con agua y hielo, buscaba bajar la hinchazón de sus dedos tras las astillas de la madera además de recuperar la movilidad completa tras tanto trabajo realizado. Cada cierto tiempo cambiaba de garra mientras que con la otra hacía rebotar la pelotita contra la roca y la atrapaba sin mirar haciendo uso de su agilidad. La zorra no era para nada alguien que influyera a otros a seguirla, había dejado comida preparada y no le molestaría si Vanko quisiera seguir trabajando o entrenando aunque si le gustaba brindar pequeños consejos cuando era posible, como si se tratase de una maestra en una clase despreocupada.

—¡Buahhh que bien se siente volver a tener mis deditos como son! Supongo que mañana podremos volver a golpear cosas...—

El día había transcurrido tranquilamente, las manos de Berry habían vuelto a tener un tamaño decente, ya no estaban infladas como globos y la zorra hizo algunos ejercicios con la pelota para comprobar que todo estuviese en su lugar. Mientras apretaba la pelota con sus garras, la mink comenzó a curiosear por la casa, volviendo al cuarto con telas extrañas que le recordaban al aroma de aquella mujer. Suspiró mientras se adentraba al cuarto, observando algunas dagas terminadas y otras herramientas, parecían trabajos de gran calidad aunque algo de esas cosas no le gustaban. La mink mascaba algo de tabaco mientras observaba el reflejo de su rostro en el filo de una extraña daga, inclinó su cabeza para luego llamar a Vanko.

—¿Esa daga es un trabajo tuyo? Se ve bonita aunque la siento peligrosa, todo este cuarto en realidad, las telas extrañas y todo lo demás se ven bien pero a la vez despiertan cierto instinto de supervivencia en mi interior. Es curioso, cuando estoy en otros sitios de la casa no me ocurre, por eso suelo dormir en la cocina o en la sala de estar, siento que si me duermo aquí algo vendrá a cazarme.—

La mujer se rascó la cabeza mientras observaba al gigantón, sonrió para luego salir del cuarto y dirigirse a la sala de estar donde le esperaba su siguiente lectura, su rostro era de relajación en espera por un siguiente día pero quizás el hombre hubiera notado cierto rostro de seriedad cuando se encontraban dentro de aquel lugar. El aroma de su antigua propietaria, Berry juraría que era su aroma, era algo que despertaba un gran deseo de combate pero a la vez de precaución. Esa mujer era peligrosa, pese a que ella juraría que en combate cercano podría destrozarle, emanaba un aura sangrienta complicada de ignorar para su olfato. La última vez, esa espada que olía a sangre y óxido, le habló aunque sonase como una locura ese metal se sentía vivo justo cuando se disponía a tocarla. La mujer de la taberna, una imagen que no se le había borrado desde aquel incidente en el Palo Norte.