Iku Hanna
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Turnos: Karl-Midorima-Karl...
Escenario: El País de Wano, cuyo significado es "El País de la Armonía", es un país situado en el Nuevo Mundo de donde provienen los samuráis: Ryuma, Kin'emon, su hijo Momonosuke y Kanjuro. El país de Wano tiene sus propios guerreros, los Samurái, que son espadachines tan fuertes que ni siquiera los Marines osan acercarse a ellos.
Condiciones:
-Experiencia según las normas.
- Las heridas se quedan pero no las graves y no hay peligro de muerte.
- La isla que no beneficie a ninguno de los dos.
- Sin saltos de turno.
- El resultado es a KO con bélico.
Rylanor
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Una poderosa tormenta se desató. El poderoso navío de guerra marine era enorme y resistente, pero las tormentas del Nuevo Mundo eran verdaderamente temibles. El barco subía y bajaba por las enormes olas de decenas de metros. Los marines se agarraban a lo que podían y tan sólo procuraban no caerse por la borda. Sin embargo, había uno de ellos que permanecía impertérrito sobre la cubierta. Con el chaleco blanco de Almirante ondeando al viento y situado en la proa, Kurotora observaba el horizonte con el ceño fruncido. De repente el navegante se le acercó agarrándose a la varanda de babor. Este se acercó hasta él y comenzó a gritarle al oído para hacerse audible por encima del rugido del viento.
- Almirante, no podemos mantener este rumbo. ¡Es un suicidio! Las olas nos acabarán haciendo naufragar. El Cuartel General puede esperar.
Karl siguió mirando al horizonte, pensando en sus opciones. Tenía intención de llegar cuanto antes para reunirse con el Almirante de Flota. Tenía algo muy urgente que hacer.
- ¿De qué nos serviría desviarnos? La tormenta ya nos ha pillado - le respondió, alzando la voz también.
- ¡Estamos sólo en el borde de una tormenta mayor! ¡Aun estamos a tiempo de alejarnos de su camino!
- ¡Está bien! Da las órdenes pertinentes ¿Cual es la isla más cercana?
- ¡Wano!
Karl se atusó la barba, interesado. ¿Así que la isla de los samurais, eh? Le esperaba cuanto menos una visita interesante. Podía darse por satisfecho; nunca había estado allí, y era una suerte que ya que se veían obligados a hacer escala fuese en un lugar como aquel. Se dirigió a su camarote y se refugió en este. Cogió su guitarra y se puso a practicar un poco mientras hacía tiempo. Le costaba un poco por los constantes vaivenes del barco, pero al cabo de poco menos de una hora el mar se calmó al salir del rango de acción de la tormenta, y tuvo un poco de paz. Dejó pasar el tiempo mientras tocaba acordes al azar, buscando combinaciones nuevas, hasta que finalmente llamaron a su camarote. "Vaya, eso ha sido rápido. Sí que estábamos cerca..." Dijo un simple "adelante" y uno de sus oficiales entró a informarle de que ya tenían Wano a la vista.
Poco después, el Almirante desembarcaba en la isla. Las velas del barco tenían un aspecto un poco cochambroso tras la difícil travesía. Los daños eran mayores de lo esperado (aunque no especialmente graves), y tal vez tuvieran que pasar un día o dos allí esperando a que reparasen el barco. Wano no entraba en la jurisdicción del Gobierno, así que no tenía autoridad como alto cargo de la Marina allí, pero al menos había hablado con las autoridades del puerto y había conseguido que las reparaciones les salieran a un precio adecuado. Ahora cruzaba la ciudad en dirección a un templo de monjes que le habían dicho que había al norte del lugar. Como Gran Maestro de la Orden del Sokudan, quería conocerlos y probar su fuerza. En lugar de ir con su atuendo de Almirante, iba ahora con su traje de artes marciales blanco.
Podía ver ya el templo. Estaba en una colina cercana. Entre el lugar y él había únicamente un camino que atravesaba unos arrozales. En algunos había aldeanos trabajando. Mientras atravesaba el lugar, una ligera neblina se levantó. Esto le impedía ver a las personas que venían por el camino hasta que las tenía encima. Y como iba distraído, tropezó con una. Retrocedió un paso y observó al joven de pelo verde que tenía enfrente.
- Vaya, ¿te he hecho daño?
- Almirante, no podemos mantener este rumbo. ¡Es un suicidio! Las olas nos acabarán haciendo naufragar. El Cuartel General puede esperar.
Karl siguió mirando al horizonte, pensando en sus opciones. Tenía intención de llegar cuanto antes para reunirse con el Almirante de Flota. Tenía algo muy urgente que hacer.
- ¿De qué nos serviría desviarnos? La tormenta ya nos ha pillado - le respondió, alzando la voz también.
- ¡Estamos sólo en el borde de una tormenta mayor! ¡Aun estamos a tiempo de alejarnos de su camino!
- ¡Está bien! Da las órdenes pertinentes ¿Cual es la isla más cercana?
- ¡Wano!
Karl se atusó la barba, interesado. ¿Así que la isla de los samurais, eh? Le esperaba cuanto menos una visita interesante. Podía darse por satisfecho; nunca había estado allí, y era una suerte que ya que se veían obligados a hacer escala fuese en un lugar como aquel. Se dirigió a su camarote y se refugió en este. Cogió su guitarra y se puso a practicar un poco mientras hacía tiempo. Le costaba un poco por los constantes vaivenes del barco, pero al cabo de poco menos de una hora el mar se calmó al salir del rango de acción de la tormenta, y tuvo un poco de paz. Dejó pasar el tiempo mientras tocaba acordes al azar, buscando combinaciones nuevas, hasta que finalmente llamaron a su camarote. "Vaya, eso ha sido rápido. Sí que estábamos cerca..." Dijo un simple "adelante" y uno de sus oficiales entró a informarle de que ya tenían Wano a la vista.
Poco después, el Almirante desembarcaba en la isla. Las velas del barco tenían un aspecto un poco cochambroso tras la difícil travesía. Los daños eran mayores de lo esperado (aunque no especialmente graves), y tal vez tuvieran que pasar un día o dos allí esperando a que reparasen el barco. Wano no entraba en la jurisdicción del Gobierno, así que no tenía autoridad como alto cargo de la Marina allí, pero al menos había hablado con las autoridades del puerto y había conseguido que las reparaciones les salieran a un precio adecuado. Ahora cruzaba la ciudad en dirección a un templo de monjes que le habían dicho que había al norte del lugar. Como Gran Maestro de la Orden del Sokudan, quería conocerlos y probar su fuerza. En lugar de ir con su atuendo de Almirante, iba ahora con su traje de artes marciales blanco.
Podía ver ya el templo. Estaba en una colina cercana. Entre el lugar y él había únicamente un camino que atravesaba unos arrozales. En algunos había aldeanos trabajando. Mientras atravesaba el lugar, una ligera neblina se levantó. Esto le impedía ver a las personas que venían por el camino hasta que las tenía encima. Y como iba distraído, tropezó con una. Retrocedió un paso y observó al joven de pelo verde que tenía enfrente.
- Vaya, ¿te he hecho daño?
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El país de Wano…uno de los pocos países en los cuales la Marina nunca pondría un pie encima, y la razón era más que obvia, los samuráis de este lugar eran formidables guerreros, con valores como el honor, el orgullo y el respeto por su rival grabados a fuego en su mente y también en su corazón, sin lugar a dudas eran por lejos los guerreros más poderosos del mundo y no solo por su fuerza física sino porque ya nadie ocupa esos tres enormes valores a la hora de luchar, era por esa razón que el pirata Midorima Shintaro se encontraba en esa isla del Nuevo Mundo…sin dudas era para tener algo de descanso de la marina y así poder estar con más tranquilidad, y la única forma de tener lo que buscaba era en este reino, pero luego de una semana ya era hora de partir.
Así que se despidió de forma amable de los maestros samuráis, y empezó a descender por la colina, sin duda era algo único y en esa semana había aprendido muchísimo, su mirada era tranquila y serena al fin en su corazón había algo de tranquilidad, veía con atención como es que algunos aldeanos trabajaban y fue entonces que una neblina se levantó ante sus ojos, no le dio importancia hasta que de repente sintió un fuerte impacto que sin esfuerzo lo mandó a tierra y cayó sentado, se levantó de forma rápida mientras escucha a la persona que había chocado con él e hizo que se cayera a pesar de que Midorima no era fácil de botar y por suerte la neblina ya se estaba yendo y eso hizo que la cara de ese sujeto se viera de forma clara, aunque para Shintaro le sonaba de algo…no le dio mucha importancia y entonces le dijo:
No, tranquilo no me ha pasado nada…pero tu cara me suena muchísimo…¿quién eres? Solo espero que no seas un maldito Marine de Alto Rango…ya que no quiero humillar de nuevo a la Marina….digamos que después de esa guerra en Loguetown que se fueron al más profundo abismo de la humillación y de la vergüenza…bueno me marcho ya que debo seguir mi viaje, mi capitán seguramente me este esperando, hasta luego anciano.
Mencionó de forma tranquila mientras sonreía alegremente, sin más le dio un pequeño golpe en su pecho y se fue, debía encontrarse con Kedra ya que no quería tener problemas y menos con ese maldito sujeto…así que era mejor tener que irse rápidamente antes de que se metiera en algún lío con su capitán.
Así que se despidió de forma amable de los maestros samuráis, y empezó a descender por la colina, sin duda era algo único y en esa semana había aprendido muchísimo, su mirada era tranquila y serena al fin en su corazón había algo de tranquilidad, veía con atención como es que algunos aldeanos trabajaban y fue entonces que una neblina se levantó ante sus ojos, no le dio importancia hasta que de repente sintió un fuerte impacto que sin esfuerzo lo mandó a tierra y cayó sentado, se levantó de forma rápida mientras escucha a la persona que había chocado con él e hizo que se cayera a pesar de que Midorima no era fácil de botar y por suerte la neblina ya se estaba yendo y eso hizo que la cara de ese sujeto se viera de forma clara, aunque para Shintaro le sonaba de algo…no le dio mucha importancia y entonces le dijo:
No, tranquilo no me ha pasado nada…pero tu cara me suena muchísimo…¿quién eres? Solo espero que no seas un maldito Marine de Alto Rango…ya que no quiero humillar de nuevo a la Marina….digamos que después de esa guerra en Loguetown que se fueron al más profundo abismo de la humillación y de la vergüenza…bueno me marcho ya que debo seguir mi viaje, mi capitán seguramente me este esperando, hasta luego anciano.
Mencionó de forma tranquila mientras sonreía alegremente, sin más le dio un pequeño golpe en su pecho y se fue, debía encontrarse con Kedra ya que no quería tener problemas y menos con ese maldito sujeto…así que era mejor tener que irse rápidamente antes de que se metiera en algún lío con su capitán.
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Una malévola sonrisa apareció en el rostro de Karl. Una sonrisa enorme y siniestra. Entonces comenzó a reírse, de manera descontrolada. Se giró hacia aquel osado chico de pelo verde y inclinó la cabeza hacia los lados, crujiéndose el cuello. Entonces, sin previa provocación, le lanzó una rápida patada al estómago, con intención de cerrarle el paso y hacerle daño. No imprimió toda su fuerza en aquel golpe, en realidad comparado con su auténtico poder era casi una caricia. Activó su haki de observación y lo centró en él. Abrió mucho los ojos, ampliando su sonrisa. Podía percibir que era usuario de haki, pero no era particularmente poderoso.
- Mocoso... no te he dado permiso para irte. ¿Qué era lo que decías sobre la Marina?
El aire comenzó a temblar por su mero poder. Entrecerró los ojos, observando al chico con superioridad. Parecía que, al igual que en Baristán, se había encontrado un entretenimiento. Tan sólo esperaba que le diese tiempo al menos a calentar aquella vez. En lugar de golpear fuerte, jugaría un poco con él. Activó su ojo cyborg y comenzó a usar su programa de cálculo de velocidades y distancias. Iba a meterle un pequeño susto, para lo cual necesitaría del mismo. Era el programa que empleaba para usar su Lightning Shadow sin chocarse contra cosas en su camino ni pasarse del recorrido y estrellarse. De repente hubo un flash amarillo y Karl desapareció y apareció a la espalda de Midorima. Había ido tan rápido que seguirle con la vista habría sido imposible para un humano corriente. Le apoyó una mano en el hombro y le susurró al oído, saboreando cada palabra:
- Te crees resguardado en la seguridad de que ganar una batalla ha hecho caer a tu enemigo. Pero no eres consciente de que nunca hay que celebrar la victoria antes de tiempo. Pobre iluso... ni siquiera han caído ninguno de los tres grandes baluartes de la Marina y ya cantáis sobre vuestro triunfo y pregonáis nuestro final. Y es cierto, la Marina ha muerto. La vieja Marina era innecesaria e inútil en la nueva era que comienza. Pero una nueva Marina surgirá con fuerza. Recuerda mi nombre, porque un día será sinónimo de poder. Yo soy Quimera Karl, el Almirante Kurotora.
Cargó sus palabras de toda su voluntad. Dejó fluir su poder y extendió su presencia sobre él. Era su haki del rey lo que estaba en acción. El suelo tembló y el propio cielo pareció oscurecerse. Era tal y tan inconmensurable la voluntad del Almirante que parecía que la propia naturaleza se doblegaba a su presencia. Un vendaval se levantó en torno a ellos, mientas el luchador intentaba doblegar al pirata con su voluntad, intentando aterrorizarlo y obligarlo a suplicar por clemencia. Alzó su brazo derecho, y este se volvió de color negro metálico.
- Podría destrozarte en este mismo instante, reducir tus huesos a polvo y tu cuerpo a una masa sanguinolenta e irreconocible. Pero no. Serás un testigo de mi poder, y llevarás el terror que te haré sentir marcado en tu conciencia y en mis palabras. Tú tendrás la tarea de ser el que difunda esta noticia al mundo: he vuelto de mi exilio en los confines del mundo. Pero antes... me ocuparé de grabar el mensaje a fuego en tu memoria.
Rápidamente, le lanzó una bofetada con su mano envuelta en haki, con tal fuerza que si le daba lo empujaría varios metros. Tras eso, volaría con su técnica de levitación hasta situarse justo encima de él y le lanzaría una onda de choque con un único puñetazo buscando encajarlo contra el suelo. Una vez ahí, ascendería unos metros, para luego descender a toda velocidad hacia él con el brazo por delante, envuelto totalmente en haki.
Big Cannon Shot+Human Cannon: Iron Fist [Haki Armadura nvl. 3] [AI]
- Mocoso... no te he dado permiso para irte. ¿Qué era lo que decías sobre la Marina?
El aire comenzó a temblar por su mero poder. Entrecerró los ojos, observando al chico con superioridad. Parecía que, al igual que en Baristán, se había encontrado un entretenimiento. Tan sólo esperaba que le diese tiempo al menos a calentar aquella vez. En lugar de golpear fuerte, jugaría un poco con él. Activó su ojo cyborg y comenzó a usar su programa de cálculo de velocidades y distancias. Iba a meterle un pequeño susto, para lo cual necesitaría del mismo. Era el programa que empleaba para usar su Lightning Shadow sin chocarse contra cosas en su camino ni pasarse del recorrido y estrellarse. De repente hubo un flash amarillo y Karl desapareció y apareció a la espalda de Midorima. Había ido tan rápido que seguirle con la vista habría sido imposible para un humano corriente. Le apoyó una mano en el hombro y le susurró al oído, saboreando cada palabra:
- Te crees resguardado en la seguridad de que ganar una batalla ha hecho caer a tu enemigo. Pero no eres consciente de que nunca hay que celebrar la victoria antes de tiempo. Pobre iluso... ni siquiera han caído ninguno de los tres grandes baluartes de la Marina y ya cantáis sobre vuestro triunfo y pregonáis nuestro final. Y es cierto, la Marina ha muerto. La vieja Marina era innecesaria e inútil en la nueva era que comienza. Pero una nueva Marina surgirá con fuerza. Recuerda mi nombre, porque un día será sinónimo de poder. Yo soy Quimera Karl, el Almirante Kurotora.
Cargó sus palabras de toda su voluntad. Dejó fluir su poder y extendió su presencia sobre él. Era su haki del rey lo que estaba en acción. El suelo tembló y el propio cielo pareció oscurecerse. Era tal y tan inconmensurable la voluntad del Almirante que parecía que la propia naturaleza se doblegaba a su presencia. Un vendaval se levantó en torno a ellos, mientas el luchador intentaba doblegar al pirata con su voluntad, intentando aterrorizarlo y obligarlo a suplicar por clemencia. Alzó su brazo derecho, y este se volvió de color negro metálico.
- Podría destrozarte en este mismo instante, reducir tus huesos a polvo y tu cuerpo a una masa sanguinolenta e irreconocible. Pero no. Serás un testigo de mi poder, y llevarás el terror que te haré sentir marcado en tu conciencia y en mis palabras. Tú tendrás la tarea de ser el que difunda esta noticia al mundo: he vuelto de mi exilio en los confines del mundo. Pero antes... me ocuparé de grabar el mensaje a fuego en tu memoria.
Rápidamente, le lanzó una bofetada con su mano envuelta en haki, con tal fuerza que si le daba lo empujaría varios metros. Tras eso, volaría con su técnica de levitación hasta situarse justo encima de él y le lanzaría una onda de choque con un único puñetazo buscando encajarlo contra el suelo. Una vez ahí, ascendería unos metros, para luego descender a toda velocidad hacia él con el brazo por delante, envuelto totalmente en haki.
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Midorima caminaba con ambos brazos sobre su cabeza, estirándose un poco ya que en verdad se sentía algo apretado después de todo sus músculos no habían tenido alguna acción importante durante la semana. Fue entonces que de la nada sintió un potente golpe en su zona del estomago que lo mandó a volar directo contra un árbol, aunque destrozó ese y otro más para quedar finalmente incrustado en el cuarto, el dolor en sí era bastante grande pero al parecer no había un gran daño en su cuerpo en general, fue entonces que una sonrisa algo sádica se formó en su rostro, al parecer se había encontrado a alguien interesante.
Fue entonces que sintió un gran poder caer como si fuera cemento en su cuerpo, cuando logró recuperar la compostura y levantarse con algo de fuerza supo que era aquel maldito anciano, aquel maldito estaba usando aquel poder que en verdad era fuerte, la cabeza de Shintaro apenas podía soportar la presión de aquel sujeto, y entonces fue que al final sus rodillas cedieron e hicieron que se arrodillará frente a él, su mirada no reflejaba miedo o algo así, sino que representaba algo de incredulidad ya que no podía creer que Karl lograba hacer eso con tanta facilidad, Shintaro no se arrodillaba ante nadie y ahora lo estaba haciendo, aunque luego de unos segundos logró ponerse nuevamente de pie para escuchar las palabras de aquel aclamado marine. Cuando las terminó de entender y comprender no pudo aguantar una sonora carcajada, su mirada ahora volvía a la de antes, esa mirada llena de fuego y vitalidad…no iba a hacer nada de aquello y de hecho ahora el pequeño miedo que se formaba en su interior lentamente desaparecía.
Estaba a nada de responder aquellas insignificantes palabras, pero fue entonces que recibió de lleno una gran bofetada en su rostro que nuevamente lo mandaba a volar mientras soltaba algo de sangre por su boca, y entonces fue que su cuerpo se hundió en el suelo gracias al nuevo ataque del Almirante, apenas era consciente cuando por esas suertes del destino logró rodar por el suelo para evitar el ataque que sin duda lo hubiera terminado por dejar inconsciente, aunque el precio fue algo caro ya que no pudo esquivarlo del todo y aquel ataque le había destrozado su brazo izquierdo, se levantó con algo de dificultad mientras sonreía...su cuerpo prácticamente se movía por algo de instinto e inercia.
Así que el Almirante Kurotora Karl…vaya tipo de enemigo me encontré, maldita mi suerte pero no haré ninguna de tus peticiones…siempre me he emocionado de encontrar tipos fuertes ya que eso en parte me impulsa a seguir adelante, no infundiré el terror que supuestamente haces que tenga la gente, soy un pirata y yo jamás tendré miedo de nada, ni siquiera si tengo a la muerte al frente de mi.
Dijo una voz algo débil de Midorima aunque lo suficiente como para que aquel anciano lo escuchará con fuerza, no tenía intenciones de rendirse así que lentamente se sacó las pesas de su cuerpo y las tiró por ahí, acto seguido activo su técnica The Zone Of God haciendo que su cuerpo se pusiera rojo y echara humo por su cuerpo, luego de eso con una sonrisa fue que desapareció para aparecer justo al frente del Almirante y de ahí sin dudar más imbuyó su brazo y pierna derecha en Haki, para luego lanzar una potente patada a sus costillas y tan rápido como la lanzó fue que con su brazo lanzó un potente golpe directo al rostro de Karl. Sin darle mucha importancia a que si su ataque daría o no, retrocedió unos cinco o seis metros para así evitar las sorpresivas desapariciones de Karl.
No me rendiré [AF][The Zone Of God][Haki Armadura nivel 2]
Fue entonces que sintió un gran poder caer como si fuera cemento en su cuerpo, cuando logró recuperar la compostura y levantarse con algo de fuerza supo que era aquel maldito anciano, aquel maldito estaba usando aquel poder que en verdad era fuerte, la cabeza de Shintaro apenas podía soportar la presión de aquel sujeto, y entonces fue que al final sus rodillas cedieron e hicieron que se arrodillará frente a él, su mirada no reflejaba miedo o algo así, sino que representaba algo de incredulidad ya que no podía creer que Karl lograba hacer eso con tanta facilidad, Shintaro no se arrodillaba ante nadie y ahora lo estaba haciendo, aunque luego de unos segundos logró ponerse nuevamente de pie para escuchar las palabras de aquel aclamado marine. Cuando las terminó de entender y comprender no pudo aguantar una sonora carcajada, su mirada ahora volvía a la de antes, esa mirada llena de fuego y vitalidad…no iba a hacer nada de aquello y de hecho ahora el pequeño miedo que se formaba en su interior lentamente desaparecía.
Estaba a nada de responder aquellas insignificantes palabras, pero fue entonces que recibió de lleno una gran bofetada en su rostro que nuevamente lo mandaba a volar mientras soltaba algo de sangre por su boca, y entonces fue que su cuerpo se hundió en el suelo gracias al nuevo ataque del Almirante, apenas era consciente cuando por esas suertes del destino logró rodar por el suelo para evitar el ataque que sin duda lo hubiera terminado por dejar inconsciente, aunque el precio fue algo caro ya que no pudo esquivarlo del todo y aquel ataque le había destrozado su brazo izquierdo, se levantó con algo de dificultad mientras sonreía...su cuerpo prácticamente se movía por algo de instinto e inercia.
Así que el Almirante Kurotora Karl…vaya tipo de enemigo me encontré, maldita mi suerte pero no haré ninguna de tus peticiones…siempre me he emocionado de encontrar tipos fuertes ya que eso en parte me impulsa a seguir adelante, no infundiré el terror que supuestamente haces que tenga la gente, soy un pirata y yo jamás tendré miedo de nada, ni siquiera si tengo a la muerte al frente de mi.
Dijo una voz algo débil de Midorima aunque lo suficiente como para que aquel anciano lo escuchará con fuerza, no tenía intenciones de rendirse así que lentamente se sacó las pesas de su cuerpo y las tiró por ahí, acto seguido activo su técnica The Zone Of God haciendo que su cuerpo se pusiera rojo y echara humo por su cuerpo, luego de eso con una sonrisa fue que desapareció para aparecer justo al frente del Almirante y de ahí sin dudar más imbuyó su brazo y pierna derecha en Haki, para luego lanzar una potente patada a sus costillas y tan rápido como la lanzó fue que con su brazo lanzó un potente golpe directo al rostro de Karl. Sin darle mucha importancia a que si su ataque daría o no, retrocedió unos cinco o seis metros para así evitar las sorpresivas desapariciones de Karl.
No me rendiré [AF][The Zone Of God][Haki Armadura nivel 2]
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Aquel crío era un chulo. Y Karl odiaba a la gente así. Podía soportar (él mismo lo era) a la gente con cierta prepotencia o confianza en sus posibilidades. En cambio la gente arrogante y estúpida como aquel chaval le ponían de los nervios. Frunció el ceño y se puso algo más serio. Le iba a dar una lección de humildad. Con su mantra predijo sus intenciones, y no le costó anticiparse. ACTIVANDO MEDIDORES DE VELOCIDAD Y DISTANCIA puso un letrero en la interfaz de su ojo cyborg. El Almirante esbozó una ligera sonrisa. Su ojo cyborg era más que un mero sustituto al que le había destrozado Red Stinger. Era un arma en sí misma. Podía medir la distancia entre puntos, la velocidad de sí mismo y de otras personas u objetos, y hacer cálculos complejos a gran velocidad con que el marine sólo diese la orden. "Calcula la velocidad de los movimientos del chico y lo que tardará en estar sobre mi" ordenó.
- Es inútil. No eres más que un principiante. Deberías haberte rendido ya y suplicado por clemencia.
No lo decía de broma o por mofarse de él. De haberse rendido, lo hubiese dejado ir. No quería perder el tiempo. Los movimiento de su rival eran veloces, pero Karl estaba acostumbrada a pelear contra gente rápida. Y de todos modos, ni se acercaba a su propia velocidad. Combinando su mantra y su ojo, pudo calcular el momento exacto en que el joven de pelo verde llegaría para su puñetazo. Justo en cuanto estuvo a menos de un metro de él, interpuso su rodilla a la altura del estómago del chico para que la propia velocidad que llevaba jugase en su contra y se llevase un golpe. Acto seguido esquivó sin dificultad el puñetazo, moviendo la cabeza hacia un lado. El otro buscó alejarse de él, inútilmente. El Almirante Kurotora era más que suficientemente veloz para seguirle. Se plantó enfrente suya, con una mirada seria.
- Oye, si sigue con esta actitud acabarás muriendo. Hoy no tengo ganas de matar a nadie, pero otro lo hubiese hecho. Y sabes tan bien como yo que podría hacerlo. Podría tumbarte ya mismo utilizando únicamente dos dedos.
Determinado a demostrarle la diferencia de fuerzas, alzó su mano derecha juntando el dedo corazón y el pulgar. Entonces los chasqueó frente al joven. Pero no fuese un chasquido normal. El aire se onduló, formando una poderosa onda de choque, y se escuchó un pitido insoportable. Con esta técnica ensordecería temporalmente y tumbaría a Midorima. Tal y como había dicho, usando únicamente dos dedos. La diferencia entre ellos era abismal. Aun incluso si el Almirante peleara únicamente a puño desnudo sin usar técnicas ni trucos de ninguna clase y su rival lo emplease todo, el resultado no cambiaría. Aunque le molestaba mucho su actitud, en cierto modo respetaba su perseverancia. A pesar de tener un brazo destrozado y estar bastante herido, seguía peleando.
Idai Yubi Kyoda [AM] [Manuales Genkidama y Fushrodah]
Esperó unos momentos a que su rival recuperase el oído y preguntó:
- Muchacho, ¿cómo te llamas?
- Es inútil. No eres más que un principiante. Deberías haberte rendido ya y suplicado por clemencia.
No lo decía de broma o por mofarse de él. De haberse rendido, lo hubiese dejado ir. No quería perder el tiempo. Los movimiento de su rival eran veloces, pero Karl estaba acostumbrada a pelear contra gente rápida. Y de todos modos, ni se acercaba a su propia velocidad. Combinando su mantra y su ojo, pudo calcular el momento exacto en que el joven de pelo verde llegaría para su puñetazo. Justo en cuanto estuvo a menos de un metro de él, interpuso su rodilla a la altura del estómago del chico para que la propia velocidad que llevaba jugase en su contra y se llevase un golpe. Acto seguido esquivó sin dificultad el puñetazo, moviendo la cabeza hacia un lado. El otro buscó alejarse de él, inútilmente. El Almirante Kurotora era más que suficientemente veloz para seguirle. Se plantó enfrente suya, con una mirada seria.
- Oye, si sigue con esta actitud acabarás muriendo. Hoy no tengo ganas de matar a nadie, pero otro lo hubiese hecho. Y sabes tan bien como yo que podría hacerlo. Podría tumbarte ya mismo utilizando únicamente dos dedos.
Determinado a demostrarle la diferencia de fuerzas, alzó su mano derecha juntando el dedo corazón y el pulgar. Entonces los chasqueó frente al joven. Pero no fuese un chasquido normal. El aire se onduló, formando una poderosa onda de choque, y se escuchó un pitido insoportable. Con esta técnica ensordecería temporalmente y tumbaría a Midorima. Tal y como había dicho, usando únicamente dos dedos. La diferencia entre ellos era abismal. Aun incluso si el Almirante peleara únicamente a puño desnudo sin usar técnicas ni trucos de ninguna clase y su rival lo emplease todo, el resultado no cambiaría. Aunque le molestaba mucho su actitud, en cierto modo respetaba su perseverancia. A pesar de tener un brazo destrozado y estar bastante herido, seguía peleando.
Idai Yubi Kyoda [AM] [Manuales Genkidama y Fushrodah]
Esperó unos momentos a que su rival recuperase el oído y preguntó:
- Muchacho, ¿cómo te llamas?
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Midorima recibió de lleno el rodillazo del almirante, lo que le hizo botar sangre por la boca, aunque si bien se alejó quizás lo suficiente era inútil, Karl ya estaba enfrente de él y seguramente ahora la pelea acabaría, pero lo que le sorprendieron fueron sus palabras, su rival aseguraba que podría tumbarlo usando solo dos dedos Vamos, nadie puede hacerlo…no conmigo por lo menos pensó el arrogante pirata mientras veía como es que el Almirante ahora chasqueaba sus dedos, pero tan rápido lo hizo fue que sintió un gran mareo y también la necesidad casi imperiosa de apoyar su rodilla en el suelo, sentía como es que el mundo le daba vueltas y su vista le jugaba malas pasadas, después de todo ahora veía a dos Karl, sentía como es que su tímpano estaba reventado, luchaba por ponerse de pie, de demostrar que podía hacerlo, que no se rendía tan fácil pero era inútil, su sentido de equilibrio estaba literalmente roto. Vamos, ponte de pie Midorima Shintaro, no te rindas así de fácil…es ahora cuando debes demostrar que eres fuerte. De pie ¡ahora ya!
Sus pensamientos eran fuertes, tanto así que logró esta vez ponerse de pie, no sin antes tener que apoyarse en un árbol cercano y terminar vomitando todo lo que había comido en el desayuno, ese delicioso pan tostado con manjar y una rica leche de frutillas al natural ahora estaba ahí tirado como nada, aun en ese estado escuchó las palabras del Almirante, le estaba preguntando quien era…levantó su cabeza mientras su mano derecha estaba en su oído, que estaba ensangrentado, y entonces con unos ojos que demostraban todo lo de él, su osadía, valentía, fuerza de voluntad e inclusive su gran orgullo y ego, le dijo.
Soy Midorima Shintaro, un pirata y orgulloso de mi camino, llegaré lejos y terminaré por conquistar los mares…pero para eso debo ser más fuerte, algún día alcanzaré ese gran poder que tienes y te derrotaré, por hoy es todo…me rindo, la diferencia es abismante…tu ganas, Almirante.
Dijo con algo de enojo en sus palabras, había dejado su orgullo y ego de lado para rendirse, pero antes de esas dos cosas –que sí servían para mantenerlo en pie- estaba su vida, después de todo era una sola…guardo silencio mientras seguía apoyado en el árbol notando como es que su vista ahora si estaba bien y de regreso, las ganas de ir y tratar de atacar al Almirante eran gigantes, pero tenía que quedarse quieto…si lo atacaba de nuevo podría morir en el intento. Guardó silencio para esperar alguna respuesta del Almirante, después de todo ahora todo dependía de lo que Karl hiciera…la suerte estaba echada.
Sus pensamientos eran fuertes, tanto así que logró esta vez ponerse de pie, no sin antes tener que apoyarse en un árbol cercano y terminar vomitando todo lo que había comido en el desayuno, ese delicioso pan tostado con manjar y una rica leche de frutillas al natural ahora estaba ahí tirado como nada, aun en ese estado escuchó las palabras del Almirante, le estaba preguntando quien era…levantó su cabeza mientras su mano derecha estaba en su oído, que estaba ensangrentado, y entonces con unos ojos que demostraban todo lo de él, su osadía, valentía, fuerza de voluntad e inclusive su gran orgullo y ego, le dijo.
Soy Midorima Shintaro, un pirata y orgulloso de mi camino, llegaré lejos y terminaré por conquistar los mares…pero para eso debo ser más fuerte, algún día alcanzaré ese gran poder que tienes y te derrotaré, por hoy es todo…me rindo, la diferencia es abismante…tu ganas, Almirante.
Dijo con algo de enojo en sus palabras, había dejado su orgullo y ego de lado para rendirse, pero antes de esas dos cosas –que sí servían para mantenerlo en pie- estaba su vida, después de todo era una sola…guardo silencio mientras seguía apoyado en el árbol notando como es que su vista ahora si estaba bien y de regreso, las ganas de ir y tratar de atacar al Almirante eran gigantes, pero tenía que quedarse quieto…si lo atacaba de nuevo podría morir en el intento. Guardó silencio para esperar alguna respuesta del Almirante, después de todo ahora todo dependía de lo que Karl hiciera…la suerte estaba echada.
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