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Unos pasos se escuchaban acercándose a aquella taberna de Baterilla. De repente la puerta se abrió de forma violenta, debido al impulso que llevaba la persona, echó abajo las bisagras. Todos pudieron ver al causante, un hombre de unos dos metros, su pelo estaba casi rapado y en un color rojo intenso. Lo más extraño eran sus patillas, las cuales acababan en punta en su mejilla, y al igual que su barba, eran rojas. Portaba una gafas de Sol negras, vestía con un enorme abrigo blanco que le llegaba hasta las rodillas, los pantalones eran del mismo color y largos, por dentro llevaba una camisa azul. Una corbata del mismo tono y unas botas marrones, en su espalda portaba un enorme Jutte de acero y mango rojo de cuero. Era bastante musculoso y su expresión era de seriedad totalmente, a saber lo que estaba planeando aquella persona. Sin pensárselo ni un segundo saltó tras la barra del lugar y apartó al camarero, ocultándose tras esta mientras fruncía el ceño y gateaba despacio buscando una salida.
Segundos después entraron un grupo de cinco marines, todos llevaban el típico uniforme blanco de reclutas, menos uno de ellos, el cual le ponía en la espalda la palabra “Cabo”. Su pelo era violeta y largo, le llegaba hasta la parte baja de la espalda, sus ojos eran azules y su piel pálida. Era de rasgos suaves y parecía el típico señorito ricachón, mientras los otros cuatro portaban fusiles, este llevaba consigo una espada plateada y fina. En lugar de botas, unos zapatos negros y finos, de repente sonrió con tranquilidad y dejó salir su voz, un tono suave y tranquilo, como si no quisiera alzar la voz por miedo a rompérsela.
- Sal de dónde estés delincuente, si no lo haces dispararemos hasta acabar con todo el lugar si es necesario. Tengo sesión de peluquería a las doce y me queda solo media hora, no hagas esto más difícil bandido.
El pelirrojo al escuchar eso sonrió de lado, le daba igual lo que pasara en aquel sitio mientras saliera ileso, no conocía a nadie de los que allí había. El camarero era un hombre mayor de pelo blanco y vestía con un jersey rojo y unos pantalones azules, se quedó mirando a los marines y después al intruso, estuvo a punto de señalarle cuando el hombre del abrigo se dio cuenta. Se levantó entonces cogiendo al hombre como rehén mientras sonreía de lado y observaba a los marines. En ese momento dejó salir su voz, avisándoles por las buenas de lo que planeaba hacer.
- Dejadme pasar y no me sigáis, si no cumplís con estos requisitos simples y no muy elevados, dejaré a este hombre tranquilo. Tenéis mi palabra
Aquel hombre decía la verdad, no quería hacerle daño al pobre hombre, tan solo lo hacía para salvar su pellejo. Entonces aquel cabo de pelo violeta, soltó una pequeña y simple carcajada mientras tomaba una pistola y disparaba contra el pecho del anciano, matándolo en el momento mientras daba un paso adelante. Los marines se quedaron asombrados y no sabían que hacer o decir, el pelirrojo al ver esto, frunció el ceño dejando el cuerpo a un lado y cubriéndose de nuevo tras la barra, eran cinco hombres armados y era una enorme desventaja. Ese maldito cobarde había matado a una persona inocente, la sangre le hervía al delincuente, él no era tampoco una hermanita de la caridad pero no había motivo para eliminar a ese tipo. Ahora tomó su Jutte despacio, preparándose para atacar en cualquier momento y al menos dejar fuera de combate al espadachín superior de aquella tropa.
- Si no sales mataré ahora a un civil.
Segundos después entraron un grupo de cinco marines, todos llevaban el típico uniforme blanco de reclutas, menos uno de ellos, el cual le ponía en la espalda la palabra “Cabo”. Su pelo era violeta y largo, le llegaba hasta la parte baja de la espalda, sus ojos eran azules y su piel pálida. Era de rasgos suaves y parecía el típico señorito ricachón, mientras los otros cuatro portaban fusiles, este llevaba consigo una espada plateada y fina. En lugar de botas, unos zapatos negros y finos, de repente sonrió con tranquilidad y dejó salir su voz, un tono suave y tranquilo, como si no quisiera alzar la voz por miedo a rompérsela.
- Sal de dónde estés delincuente, si no lo haces dispararemos hasta acabar con todo el lugar si es necesario. Tengo sesión de peluquería a las doce y me queda solo media hora, no hagas esto más difícil bandido.
El pelirrojo al escuchar eso sonrió de lado, le daba igual lo que pasara en aquel sitio mientras saliera ileso, no conocía a nadie de los que allí había. El camarero era un hombre mayor de pelo blanco y vestía con un jersey rojo y unos pantalones azules, se quedó mirando a los marines y después al intruso, estuvo a punto de señalarle cuando el hombre del abrigo se dio cuenta. Se levantó entonces cogiendo al hombre como rehén mientras sonreía de lado y observaba a los marines. En ese momento dejó salir su voz, avisándoles por las buenas de lo que planeaba hacer.
- Dejadme pasar y no me sigáis, si no cumplís con estos requisitos simples y no muy elevados, dejaré a este hombre tranquilo. Tenéis mi palabra
Aquel hombre decía la verdad, no quería hacerle daño al pobre hombre, tan solo lo hacía para salvar su pellejo. Entonces aquel cabo de pelo violeta, soltó una pequeña y simple carcajada mientras tomaba una pistola y disparaba contra el pecho del anciano, matándolo en el momento mientras daba un paso adelante. Los marines se quedaron asombrados y no sabían que hacer o decir, el pelirrojo al ver esto, frunció el ceño dejando el cuerpo a un lado y cubriéndose de nuevo tras la barra, eran cinco hombres armados y era una enorme desventaja. Ese maldito cobarde había matado a una persona inocente, la sangre le hervía al delincuente, él no era tampoco una hermanita de la caridad pero no había motivo para eliminar a ese tipo. Ahora tomó su Jutte despacio, preparándose para atacar en cualquier momento y al menos dejar fuera de combate al espadachín superior de aquella tropa.
- Si no sales mataré ahora a un civil.
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La historia de hoy era una historia bañada en sangre desde el primer minuto. Mis fieles lectores, en la vida hay que aprender que no siempre las disputas pueden solucionarse razonando, por que no todo es razonable ni todo el mundo quiere razonar. Por lo tanto, hay veces en las que la sangre se vierte irremediablemente, el respeto se pierde en un instante y, a pesar de que no es lo habitual en vuestros cuentos infantiles llenos de mariposas, amistad, amor y vomitivas situaciones inverosimiles, si, en muchas ocasiones la traicion a los principios es algo a lo que hay que recurrir para sobrevivir en este mundo cruel.
Me encontraba en la calle de una de las ciudades mas tranquilas del South Blue, Baterilla, donde pretendia hacerme con informacion acerca de la isla y sus habitantes, sobre como estaba la situacion con La Marina y asi poder hacer un informe detallado para un posible asalto de pequeña escala y tomar la isla bajo la proteccion de la Armada Revolucionaria. Al fin y al cabo ya poseiamos potestad sobre gran parte de Saint Reia, nuestra base mas fructifera en los cuatro mares cardinales, por lo que si conseguiamos hacernos con todas las islas que mereciesen la pena podriamos competir con el poder ejercido por el Gobierno sobre el East Blue. Hasta ahora no habia visto altercados o descontentos sustanciales por parte de los marines como para poder atacar a un punto especifico, pero los gritos provenientes de una taberna despertaron mis instintos.
Vi como apresuradamente cinco miembros del cuerpo se adentraban en esta, siendo el lider y mas detacado de ellos un espadachin de larga melena violeta y una piel mas blanca que mis colmillos. Aunque bien visto, mis colmillos siempre estaban llenos de restos de comida, asi que eso no era muy dificil. Por detras de ellos y pasando por debajo de la puerta arrancada de cuajo, me adentre para observar la situacion. El cabo, rango impreso en la chaqueta del melenudo humano, parecia un completo idiota sin abrir la boca, pero termino de confirmar mis sospechas cuando en el intento de huida de un alborotador cuyo unico delito habia sido la intimidacion del camarero del local, mato a este siendo un rehen con la ridicula excusa de que su presa no tuviera un escudo al que aferrars. ¿Humanos matando humanos? Podria hasta aceptarlo bajo ciertas circunstancias, al fin y al cabo no habia muchos de ellos que se libraran de infrinjin las leyes que imponian en sus territorios, pero ¿Matar por simple diversion a la gente a la que proteges? Eso estaba fuera de lugar completamente. En un rapido movimiento, me coloque delante de aquel ser vil y retorcido y, con una pistola apoyada en cada una de sus rodillas, dispare a bocajarro.
Acto seguido aproveche la confusion del momento y, antes de que se recompusieran sus camaradas por el sock de haberle volado las rotulas a su lider, salte hacia la barra en busca de una cobertura solida frente a los mosquetes que me dispararian. Si mi especialidad hubiese sido el combate cuerpo a cuerpo seguramente ya hubiera acabado la pelea, pero no queria descubrir todas mis cartas tan pronto ni tampoco culpar a los soldaditos por seguir a un sadico inutil. Gire la cabeza y me tope con el supuesto rufian, un armatoste de posiblemente mas de un metro noventa, con un traje de esos elegantes que solian vestir en galas y festivales de alta alcurnia. Estaba mas pelado que mi culo en verano y tenia la misma tonalidad... curioso.
- Hey... Buen dia, ¿verdad?
Me encontraba en la calle de una de las ciudades mas tranquilas del South Blue, Baterilla, donde pretendia hacerme con informacion acerca de la isla y sus habitantes, sobre como estaba la situacion con La Marina y asi poder hacer un informe detallado para un posible asalto de pequeña escala y tomar la isla bajo la proteccion de la Armada Revolucionaria. Al fin y al cabo ya poseiamos potestad sobre gran parte de Saint Reia, nuestra base mas fructifera en los cuatro mares cardinales, por lo que si conseguiamos hacernos con todas las islas que mereciesen la pena podriamos competir con el poder ejercido por el Gobierno sobre el East Blue. Hasta ahora no habia visto altercados o descontentos sustanciales por parte de los marines como para poder atacar a un punto especifico, pero los gritos provenientes de una taberna despertaron mis instintos.
Vi como apresuradamente cinco miembros del cuerpo se adentraban en esta, siendo el lider y mas detacado de ellos un espadachin de larga melena violeta y una piel mas blanca que mis colmillos. Aunque bien visto, mis colmillos siempre estaban llenos de restos de comida, asi que eso no era muy dificil. Por detras de ellos y pasando por debajo de la puerta arrancada de cuajo, me adentre para observar la situacion. El cabo, rango impreso en la chaqueta del melenudo humano, parecia un completo idiota sin abrir la boca, pero termino de confirmar mis sospechas cuando en el intento de huida de un alborotador cuyo unico delito habia sido la intimidacion del camarero del local, mato a este siendo un rehen con la ridicula excusa de que su presa no tuviera un escudo al que aferrars. ¿Humanos matando humanos? Podria hasta aceptarlo bajo ciertas circunstancias, al fin y al cabo no habia muchos de ellos que se libraran de infrinjin las leyes que imponian en sus territorios, pero ¿Matar por simple diversion a la gente a la que proteges? Eso estaba fuera de lugar completamente. En un rapido movimiento, me coloque delante de aquel ser vil y retorcido y, con una pistola apoyada en cada una de sus rodillas, dispare a bocajarro.
Acto seguido aproveche la confusion del momento y, antes de que se recompusieran sus camaradas por el sock de haberle volado las rotulas a su lider, salte hacia la barra en busca de una cobertura solida frente a los mosquetes que me dispararian. Si mi especialidad hubiese sido el combate cuerpo a cuerpo seguramente ya hubiera acabado la pelea, pero no queria descubrir todas mis cartas tan pronto ni tampoco culpar a los soldaditos por seguir a un sadico inutil. Gire la cabeza y me tope con el supuesto rufian, un armatoste de posiblemente mas de un metro noventa, con un traje de esos elegantes que solian vestir en galas y festivales de alta alcurnia. Estaba mas pelado que mi culo en verano y tenia la misma tonalidad... curioso.
- Hey... Buen dia, ¿verdad?
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El pelirrojo frunció el ceño allí escondido, en ese momento escuchó un sonido extraño, había sido un disparo, de eso estaba seguro. Muchos años entrenando entre pólvora y armas de destrucción, aunque nunca llegando a usarlas. Prefería usar armas de luchador o su propio cuerpo para los combates, alzó un momento la mirada y pudo ver como el cabo estaba en el suelo gritando y los reclutas miraban asustados. La sangre emanaba de sus rodillas, no entendía lo que había ocurrido, pero ahora escuchó una voz que se dirigía a su persona, eso le hizo abrir un poco la boca y girar la cabeza. Se trataba de un mapache, aquello le hizo por un momento quedarse flipando literalmente, una gotita de sudor incluso le bajó por la cabeza, no podía creérselo. Pudo ver como los payasos uniformados trataban de ayudar a su jefe, dejando sus armas en el suelo, aquello iba a ser algo que el pelirrojo iba a aprovechar muy bien.
- ¡Vamos jefe levántese, le llevaremos ahora mismo a un médico para que le atiendan y le curen todas esas heridas que ha sufrido!
Tarde, el mafioso pegó un salto colocándose sobre la barra con el gesto serio y con el ceño fruncido, en su mano derecha podía verse su Jutte, el cual estaba perfectamente listo para la acción. De repente los marines trataron de tomar sus armas, el primero en cobrar fue el que más cerca estaba de la barra, el arma de acero le golpeó en toda la cara, rompiéndola la nariz y tirándole al suelo. Los siguientes fueron los demás marines, que con los golpes del tipo de las gafas de Sol, no tardaron en quedar inconscientes en el suelo de la taberna. Una vez había acabado aquello, el pelirrojo se dirigió hacia donde estaba el mapache que había visto antes, en ese momento suspiró y comenzó a hablarle de una forma muy tranquila y calmada, como si le conociera de toda la vida. Solía hablar así con la gente, no era un tipo que le faltaran palabras para cada situación, ahora solo faltaba ver si aquel animal era amistoso y un buen tipo, aunque por el momento le agradaba.
- Gracias por tu ayuda, no sabía cómo salir de ahí, mi nombre es Kiogre. Ha sido una lástima que ese gilipollas disparará al camarero, tan solo pretendía usarlo para salir de este lugar, nada más.
- ¡Muere cabrón!
Aquellas palabras procedían del maldito cabo, aún en el suelo, había sacado su arma y apuntó hacia el mafioso, el cual comenzó a correr por la taberna. Los disparos pasaban cerca pero ese hombre no tenía muy buena puntería, pareció enfadarse y disparó a un hombre inocente que estaba en una mesa con la cabeza agachada, el tiro le pegó en el hombro y cayó al suelo quejándose del dolor. El tipo de pelo violeta encima se puso a reír como si aquello hubiese tenido gracia, en ese momento el hombre del abrigo saltó hacia una mesa, cogiéndola por el borde y volcándola para cubrirse tras ella, los disparos pegaban en la madera y a veces la atravesaban, pasando las balas a centímetros del delincuente. Al menos había distraído a ese tipo para que el mapache tuviera tiempo de hacer algo, segundos después escuchó el quejido de una mujer, la cual recibió un disparo en la pierna, ese payaso ya se estaba pasando. Kiogre frunció el ceño y ahora salió de la mesa y empezó a correr de un lado a otro tratando de hacer que ese tipo gastara las balas.
- ¡Vamos jefe levántese, le llevaremos ahora mismo a un médico para que le atiendan y le curen todas esas heridas que ha sufrido!
Tarde, el mafioso pegó un salto colocándose sobre la barra con el gesto serio y con el ceño fruncido, en su mano derecha podía verse su Jutte, el cual estaba perfectamente listo para la acción. De repente los marines trataron de tomar sus armas, el primero en cobrar fue el que más cerca estaba de la barra, el arma de acero le golpeó en toda la cara, rompiéndola la nariz y tirándole al suelo. Los siguientes fueron los demás marines, que con los golpes del tipo de las gafas de Sol, no tardaron en quedar inconscientes en el suelo de la taberna. Una vez había acabado aquello, el pelirrojo se dirigió hacia donde estaba el mapache que había visto antes, en ese momento suspiró y comenzó a hablarle de una forma muy tranquila y calmada, como si le conociera de toda la vida. Solía hablar así con la gente, no era un tipo que le faltaran palabras para cada situación, ahora solo faltaba ver si aquel animal era amistoso y un buen tipo, aunque por el momento le agradaba.
- Gracias por tu ayuda, no sabía cómo salir de ahí, mi nombre es Kiogre. Ha sido una lástima que ese gilipollas disparará al camarero, tan solo pretendía usarlo para salir de este lugar, nada más.
- ¡Muere cabrón!
Aquellas palabras procedían del maldito cabo, aún en el suelo, había sacado su arma y apuntó hacia el mafioso, el cual comenzó a correr por la taberna. Los disparos pasaban cerca pero ese hombre no tenía muy buena puntería, pareció enfadarse y disparó a un hombre inocente que estaba en una mesa con la cabeza agachada, el tiro le pegó en el hombro y cayó al suelo quejándose del dolor. El tipo de pelo violeta encima se puso a reír como si aquello hubiese tenido gracia, en ese momento el hombre del abrigo saltó hacia una mesa, cogiéndola por el borde y volcándola para cubrirse tras ella, los disparos pegaban en la madera y a veces la atravesaban, pasando las balas a centímetros del delincuente. Al menos había distraído a ese tipo para que el mapache tuviera tiempo de hacer algo, segundos después escuchó el quejido de una mujer, la cual recibió un disparo en la pierna, ese payaso ya se estaba pasando. Kiogre frunció el ceño y ahora salió de la mesa y empezó a correr de un lado a otro tratando de hacer que ese tipo gastara las balas.
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Cual pazguatos aprendices, a los marines no se les ocurrio otra cosa mas que tirar sus armas todos a la vez para atender a su maherido jefe, que agonizaba en el suelo sangrando y chillando cual cochinillo en una matanza. Desde luego, entre su evidente cobardia a la hora de amenazar y atacar civiles indefensos y su falta de virilidad con su aspecto y su comportamiento tanto previos como ahora, no me extrañaria que un dia ese chico acabase decapitado por sus propios hombres o, peor aún, por su propia familia harta de sus constantes deshonras.
Aprovechando la coyuntura entre los miembros rasos, mi compañero no paro a devolverme el saludo y salio disparado de la barra de un salto, sacando de su espalda una especie de barra de metal con mango de cuero con la que, en un abrir y cerrar de ojos, propino una paliza a los desarmados guardias del discapacitado cabo. Yo me habia asomado para ver tal derroche de agilidad y fuerza desde un gran asiento, acompañado de un trago de la mejor cervez que pude encontrar de las que estaban a primera vista debajo de mi asiento. Cuando la exhibicion acabó, el gigante de blanco se giro para darme las gracias por el apoyo y darme explicaciones acerca de lo ocurrido. "Me importa mas bien poco sus razones." pense. "Pero si le hace feliz..."
- Si si, encantanto musculitos. -dije alzando la jarra.- Ahora sera mejor que te largues antes de q- PIUM
Una bala le rozó la cabeza del individuo y atraveso mi bebida convirtiendo el contenedor en un millon de pequeños cristales, mientras yo me quede con el mango en la garra, estupefacto. El autor no era otro que cabo L´Oreal, bautizado asi en nombre de un famoso producto para el pelo para las mujeres cuyo eslogan rezaba "Por que yo lo valgo", algo que resumia bastante bien la personalidad de aquel infame ser del inframundo. El sujeto que se habia convertido en su blanco, nunca mejor dicho, se movio con rapidez para dificultar el disparo al marine, aunque ya de por si este era penoso en cuanto a punteria se referia. Mas cuando el rapado se escondia, aquella vivora se dedicaba a herir a los presentes, y no matar ya que no daria a una calabaza a dos metros. Me estaba sacando cada vez mas de quicio, hasta que, antes de que mi compañero de trifulcas llegara hasta el despues de lanzarse al ataque en zig zag, le dispare en la mano que sostenia la pistola, lo que provoco que automaticamente este soltara el arma y esta saliese despedida unos metros hacia la entrada.
- ¡Pero como puedes dar tanta pena! -le grite, entre furioso y mofandome de su condicion.- Mira que he conocido gente que daba lastima, ¡Pero tu te llevas la palma! -entonces le propine una patada con toda mis fuerzas en la boca viendo como intentaba echar mano de su sable.- Bien señores... -mire a los presentes, asustados aun y con una mano en la boca o agarrandose con fuerza los unos a los otros en busca de proteccion. La verdad era que en ese momento no sabia si a causa de mi o por lo acontecido hasta ahora.- Creo que va siendo hora de que empiecen a decidir su propio destino, y vivir con las consecuencias de sus actos. Este hombre, -agarre con mi zarpa derecha a L´Óreal por si habia dudas.- A matado a uno de los vuestros y, no contento con ello, no ha dudado en usaros como herramientas para que un delincuente se entregue. En serio ¿¡En que mundo vives en el que los asesinos, ladrones y demas calaña se vayan a entregar por proteger a la gente que estorsionan, matan o roban!? -esta pregunta iba dirigida a la sangrienta cabeza que sostenia.- Por tanto, -volvi a dirigirme al público.- vosotros ejecutareis sentencia sabiendo que los unicos autores de esto vamos a ser nosotros de puertas para afuera... ¿Vive...? -alce mi zurda apuntando a su cabeza, tras lo que sono el click caracteristico que todo muerto escucha antes de ser ejecutado. Sonrei.- ¿O muere?
Aprovechando la coyuntura entre los miembros rasos, mi compañero no paro a devolverme el saludo y salio disparado de la barra de un salto, sacando de su espalda una especie de barra de metal con mango de cuero con la que, en un abrir y cerrar de ojos, propino una paliza a los desarmados guardias del discapacitado cabo. Yo me habia asomado para ver tal derroche de agilidad y fuerza desde un gran asiento, acompañado de un trago de la mejor cervez que pude encontrar de las que estaban a primera vista debajo de mi asiento. Cuando la exhibicion acabó, el gigante de blanco se giro para darme las gracias por el apoyo y darme explicaciones acerca de lo ocurrido. "Me importa mas bien poco sus razones." pense. "Pero si le hace feliz..."
- Si si, encantanto musculitos. -dije alzando la jarra.- Ahora sera mejor que te largues antes de q- PIUM
Una bala le rozó la cabeza del individuo y atraveso mi bebida convirtiendo el contenedor en un millon de pequeños cristales, mientras yo me quede con el mango en la garra, estupefacto. El autor no era otro que cabo L´Oreal, bautizado asi en nombre de un famoso producto para el pelo para las mujeres cuyo eslogan rezaba "Por que yo lo valgo", algo que resumia bastante bien la personalidad de aquel infame ser del inframundo. El sujeto que se habia convertido en su blanco, nunca mejor dicho, se movio con rapidez para dificultar el disparo al marine, aunque ya de por si este era penoso en cuanto a punteria se referia. Mas cuando el rapado se escondia, aquella vivora se dedicaba a herir a los presentes, y no matar ya que no daria a una calabaza a dos metros. Me estaba sacando cada vez mas de quicio, hasta que, antes de que mi compañero de trifulcas llegara hasta el despues de lanzarse al ataque en zig zag, le dispare en la mano que sostenia la pistola, lo que provoco que automaticamente este soltara el arma y esta saliese despedida unos metros hacia la entrada.
- ¡Pero como puedes dar tanta pena! -le grite, entre furioso y mofandome de su condicion.- Mira que he conocido gente que daba lastima, ¡Pero tu te llevas la palma! -entonces le propine una patada con toda mis fuerzas en la boca viendo como intentaba echar mano de su sable.- Bien señores... -mire a los presentes, asustados aun y con una mano en la boca o agarrandose con fuerza los unos a los otros en busca de proteccion. La verdad era que en ese momento no sabia si a causa de mi o por lo acontecido hasta ahora.- Creo que va siendo hora de que empiecen a decidir su propio destino, y vivir con las consecuencias de sus actos. Este hombre, -agarre con mi zarpa derecha a L´Óreal por si habia dudas.- A matado a uno de los vuestros y, no contento con ello, no ha dudado en usaros como herramientas para que un delincuente se entregue. En serio ¿¡En que mundo vives en el que los asesinos, ladrones y demas calaña se vayan a entregar por proteger a la gente que estorsionan, matan o roban!? -esta pregunta iba dirigida a la sangrienta cabeza que sostenia.- Por tanto, -volvi a dirigirme al público.- vosotros ejecutareis sentencia sabiendo que los unicos autores de esto vamos a ser nosotros de puertas para afuera... ¿Vive...? -alce mi zurda apuntando a su cabeza, tras lo que sono el click caracteristico que todo muerto escucha antes de ser ejecutado. Sonrei.- ¿O muere?
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El estruendo de la taberna no era algo que el reciente miembro al CP1 Yanni pudiera ignorar, ya que posiblemente en aquel escándalo se encontrase su objetivo, como si se hubiese pintado una diana de colores fluorescentes en la espalda. Pero en esta ocasión no se trataba pintura como tal, sino el escándalo de una pelea. Ataviado con su querido poncho blanco sucio que cubría su traje de agente del gobierno asta por debajo de la cintura, abrio la puerta de la taberna
Nada mas entrar, pudo ver como un disparo deslizaba el arma de un cabo asta sus pies, algo que observo durante poco mas de un segundo, porque enseguida la escena que se estaba mostrando el la taberna se llevo toda su atención... ¿De verdad era un mapache eso que estaba dando semejante discurso y que mantenía al cabo inmovilizado, avivando al resto de parroquianos para que se tomaran la justicia por su mano? Sin mas dilación, interrumpió el discurso con unos sonoros pero lentos aplausos
-Muy bonito del discurso señor, precioso - Sonrió amable y tranquilo desde la puerta - Espero que no te incomode que te llame así... El caso aquí es el siguiente, por desgracia la basura como esa.. -señalo con un claro desprecio al cabo que claramente no llegara a su hora en la peluquería-..crece en todas partes, absolutamente nadie debería poder tomar o dañar la vida de otra persona tan a la ligera. ¿De verdad alguno de los presentes quiere ser tan despreciable como el? Aunque vuestros motivos sean honrados, la muerte no es un acto de justicia. Perdonadle la vida y dejar que me lleve a este pollopera, servirá de ejemplo para demostrar que nadie esta por encima de la justicia, os lo prometo. Al fin y al cabo, es la presa que andaba buscando - Dicho esto, lanzo una mirada tranquila a los presentes, esperando la decisión general
Nada mas entrar, pudo ver como un disparo deslizaba el arma de un cabo asta sus pies, algo que observo durante poco mas de un segundo, porque enseguida la escena que se estaba mostrando el la taberna se llevo toda su atención... ¿De verdad era un mapache eso que estaba dando semejante discurso y que mantenía al cabo inmovilizado, avivando al resto de parroquianos para que se tomaran la justicia por su mano? Sin mas dilación, interrumpió el discurso con unos sonoros pero lentos aplausos
-Muy bonito del discurso señor, precioso - Sonrió amable y tranquilo desde la puerta - Espero que no te incomode que te llame así... El caso aquí es el siguiente, por desgracia la basura como esa.. -señalo con un claro desprecio al cabo que claramente no llegara a su hora en la peluquería-..crece en todas partes, absolutamente nadie debería poder tomar o dañar la vida de otra persona tan a la ligera. ¿De verdad alguno de los presentes quiere ser tan despreciable como el? Aunque vuestros motivos sean honrados, la muerte no es un acto de justicia. Perdonadle la vida y dejar que me lleve a este pollopera, servirá de ejemplo para demostrar que nadie esta por encima de la justicia, os lo prometo. Al fin y al cabo, es la presa que andaba buscando - Dicho esto, lanzo una mirada tranquila a los presentes, esperando la decisión general
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Kiogre dejó de esquivar debido a que el mapache había cogido a aquel tipo del cuello con facilidad, lo mejor de todo es que ahora pedía que la gente decidiera si moría o vivía y como era normal, votaban muerte. Habían dañado a dos de ellos y habían asesinado al camarero, unas de las palabras del hombre le incomodaron un poco al mafioso, le había llamado delincuente, cosa que el hombre de las gafas de Sol negó enseguida. Pegó un paso hacia delante hasta colocarse frente al animal y el tipo de pelo violeta, después puso un gesto serio y que gracias a sus gafas de Sol, lo parecía aún mucho más.
- Oye yo no soy ningún delincuente… por cierto déjame cogerle la cartera…
Dijo ahora reventando las palabras anteriores y mostrando su avaricia en estado puro, pero después se dio cuenta de su error y retrocedió unos pasos, silbando disimulando lo que había dicho. La gente del lugar seguía aclamando muerte cuando de repente un sonido llegó a los oídos de todos, la puerta se había abierto y había entrado un chico de pelo largo y poncho blanco. Este hombre decía que no el mataran y que dejaran que él lo entregara a la justicia pues era su presa, o era un marine, un agente del gobierno o un cazador. Kiogre frunció el ceño y negó levemente mientras ahora abría los brazos señalando a todas las personas del bar. Cosa que hizo que el propio cabo se acojonase un poco al ver que todos querían verlo muerto, acto seguido el mafioso comenzó a hablar en un tono calmado pero autoritario, tratando de poner a todos en contra de la decisión de la vida de ese payaso.
- Un hombre inocente ha muerto, pensad en la mujer y los hijos de este señor, no volverán a ver a su padre nunca más. Casi eliminan a otras dos personas inocentes con familia, y todo por la jodida autoridad de los cojones. Yo voto que enviemos un mensaje a la marina y que nuestro querido señor mapache le vuele la jodida cabeza a ese payaso. El pueblo quiere sangre por los familiares doloridos y por la sangre del bar. ¡No al abuso de poder y a los robos!
Añadió en último lugar cogiéndole una patata frita a una joven de un plato, sin permiso alguno y comiéndosela con toda confianza, para darle dos collejas estaba aquel hombre. Pero sus palabras habían causado alboroto en la gente que quería matar al asesino y aplaudía mientras gritaban la palabra muerte. Ahora todo dependía del señor mapache y sus preciosas pistolas, el mafioso por su parte continuó aplaudiendo junto al público mientras iba cogiendo comida de las mesas de las entretenidas personas y se las iba comiendo de forma feliz. Llegó a coger hasta una cerveza y todo mientras observaba a escena, mientras observaba también al nuevo que había entrado pero con una mirada seria, esperaba que no intentara nada malo, por si las moscas cogió su Jutte y lo dejó en su mano observando la situación.
- Oye yo no soy ningún delincuente… por cierto déjame cogerle la cartera…
Dijo ahora reventando las palabras anteriores y mostrando su avaricia en estado puro, pero después se dio cuenta de su error y retrocedió unos pasos, silbando disimulando lo que había dicho. La gente del lugar seguía aclamando muerte cuando de repente un sonido llegó a los oídos de todos, la puerta se había abierto y había entrado un chico de pelo largo y poncho blanco. Este hombre decía que no el mataran y que dejaran que él lo entregara a la justicia pues era su presa, o era un marine, un agente del gobierno o un cazador. Kiogre frunció el ceño y negó levemente mientras ahora abría los brazos señalando a todas las personas del bar. Cosa que hizo que el propio cabo se acojonase un poco al ver que todos querían verlo muerto, acto seguido el mafioso comenzó a hablar en un tono calmado pero autoritario, tratando de poner a todos en contra de la decisión de la vida de ese payaso.
- Un hombre inocente ha muerto, pensad en la mujer y los hijos de este señor, no volverán a ver a su padre nunca más. Casi eliminan a otras dos personas inocentes con familia, y todo por la jodida autoridad de los cojones. Yo voto que enviemos un mensaje a la marina y que nuestro querido señor mapache le vuele la jodida cabeza a ese payaso. El pueblo quiere sangre por los familiares doloridos y por la sangre del bar. ¡No al abuso de poder y a los robos!
Añadió en último lugar cogiéndole una patata frita a una joven de un plato, sin permiso alguno y comiéndosela con toda confianza, para darle dos collejas estaba aquel hombre. Pero sus palabras habían causado alboroto en la gente que quería matar al asesino y aplaudía mientras gritaban la palabra muerte. Ahora todo dependía del señor mapache y sus preciosas pistolas, el mafioso por su parte continuó aplaudiendo junto al público mientras iba cogiendo comida de las mesas de las entretenidas personas y se las iba comiendo de forma feliz. Llegó a coger hasta una cerveza y todo mientras observaba a escena, mientras observaba también al nuevo que había entrado pero con una mirada seria, esperaba que no intentara nada malo, por si las moscas cogió su Jutte y lo dejó en su mano observando la situación.
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En la escena mas comica del dia, el tal Kiogre se ofendio de manera significativa, o al menos eso supuse por las palabras que uso porque en su cara seguia manteniendo el mismo tipo de expresion facial... inexpresiva, tras lo que empezo a desvalijar la cartera del melenudo cabo sin miramientos en un movimiento tan natural que cualquiera que le viere podria decir que estaba revisandosela o comprobando su identidad de alguna manera. Fue algo tan inesperado que por unos segundos llegue a olvidar que estaba haciendo con mi vida en aquel lugar, pero pronto volvi a la realidad para confirmar mis sospechas.
Empezaron a escucharse los primeros murmullos de aprobacion, timidos debido a las consecuencias claras que el pueblo creia que tendria sobre ellos si se llegara a saber la verdad, cuando lo que parecia ser miembro de mayor rango de La Marina se persono ante nosotros con una misiva bastante clara: el encargado de vigilar los actos de sus miembros y ejecutar una sentencia frente a sus actos eran ellos y no el pueblo.
- Asi que, basicamente, estas sugiriendo que vosotros seais los que os autoreguleis, sin tener en cuenta la voz del pueblo al que someteis por la fuerza con la excusa de que "es por su propia seguridad". -iba a continuar intentando que el agente viera que estaban equivocados en su forma de actuar, no por sus ideales originales, sino por sus maneras de conseguirlos y por la corrupcion que existia en el cuerpo, cuando de pronto el rapado abrió la boca.
El maleante se dedico a avivar el fuego del odio y la ira que poseian todos y cada uno de los presentes con palabras de justicia, de familias rotas y de revolucion ante la autoridad. Aunque este era mi objetivo prioritario, no siempre pensaba que el fin justificaba a los medios y pensar que un rufian que intentaba librarse de sus delitos para salvar el cuello era el causante de la revuelta no era algo que me animara mucho a seguir el discurso, pero ahora el pueblo demandaba sangre y si no me convertia en su verdugo era probable que se perdiese la confianza en mi con la misma rapidez con la que todo habia sucedido. ¿Era justificable esa manera de proceder?... No me importaba ser alguien marcado por la ley, pero ¿Esto llevaria a los ciudadanos de Baterilla a creer en un mundo mejor o a, simplemente, creer en el ojo por ojo? La mano comenzo a temblarme de forma muy timida, puede que solo perceptible para mi al ser su dueño. La situacion requeria de un tiempo de reflexion que yo ya no tenia. Me ahogaban mis propias dudas, yo no era alguien que pensara. Yo actuaba. Y actue.
PUM .....
La sangre broto de la cabeza del cabo con la facilidad con la que se vierte la cerveza en una jarra. Su cuerpo, ahora innerte, callo a plomo sobre la madera que nos sujetaba y que, poco a poco, se iba tiñiendo de un rojo ennegrecido. Ahora no habia vuelta atras. Equivocado o no, la eleccion habia sido tomada, encaré al unico servidor de la justicia a titulo postumo y esperé su reaccion.
Empezaron a escucharse los primeros murmullos de aprobacion, timidos debido a las consecuencias claras que el pueblo creia que tendria sobre ellos si se llegara a saber la verdad, cuando lo que parecia ser miembro de mayor rango de La Marina se persono ante nosotros con una misiva bastante clara: el encargado de vigilar los actos de sus miembros y ejecutar una sentencia frente a sus actos eran ellos y no el pueblo.
- Asi que, basicamente, estas sugiriendo que vosotros seais los que os autoreguleis, sin tener en cuenta la voz del pueblo al que someteis por la fuerza con la excusa de que "es por su propia seguridad". -iba a continuar intentando que el agente viera que estaban equivocados en su forma de actuar, no por sus ideales originales, sino por sus maneras de conseguirlos y por la corrupcion que existia en el cuerpo, cuando de pronto el rapado abrió la boca.
El maleante se dedico a avivar el fuego del odio y la ira que poseian todos y cada uno de los presentes con palabras de justicia, de familias rotas y de revolucion ante la autoridad. Aunque este era mi objetivo prioritario, no siempre pensaba que el fin justificaba a los medios y pensar que un rufian que intentaba librarse de sus delitos para salvar el cuello era el causante de la revuelta no era algo que me animara mucho a seguir el discurso, pero ahora el pueblo demandaba sangre y si no me convertia en su verdugo era probable que se perdiese la confianza en mi con la misma rapidez con la que todo habia sucedido. ¿Era justificable esa manera de proceder?... No me importaba ser alguien marcado por la ley, pero ¿Esto llevaria a los ciudadanos de Baterilla a creer en un mundo mejor o a, simplemente, creer en el ojo por ojo? La mano comenzo a temblarme de forma muy timida, puede que solo perceptible para mi al ser su dueño. La situacion requeria de un tiempo de reflexion que yo ya no tenia. Me ahogaban mis propias dudas, yo no era alguien que pensara. Yo actuaba. Y actue.
PUM .....
La sangre broto de la cabeza del cabo con la facilidad con la que se vierte la cerveza en una jarra. Su cuerpo, ahora innerte, callo a plomo sobre la madera que nos sujetaba y que, poco a poco, se iba tiñiendo de un rojo ennegrecido. Ahora no habia vuelta atras. Equivocado o no, la eleccion habia sido tomada, encaré al unico servidor de la justicia a titulo postumo y esperé su reaccion.
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Yanni permanecía tranquilo, esperando que sus palabras calaran en las consciencias de los presentes, y que aquel acto insignificante en una taberna de una isla sin importancia fuese el primer paso hacia un mundo que no utiliza el odio como bandera, en la que la gente es capaz de sacrificarse los unos por los otros y hacer lo correcto. Era un acto sin importancia, pero para Yanni eran los posibles cimientos del mundo que el deseaba, un mundo justo y honrable para todos
Pero como sucede siempre en la vida, los sueños no son tan fáciles de alcanzar, y el odio seguía arraigado en muchos corazones, en concreto, en el de un hombre alto y rapado, con gesto serio y pelirrojo que prendió la llama del odio, no apoyaba sus palabras, pero aun así era capaz de entenderlas, espero paciente y vio como el mapache que sostenía el arma parecía vacilar unos instantes
Pero igual que un jarro de agua que te devuelve a la realidad, el disparo retumbo en la cabeza de Yanni, que le trajo de vuelta a la amarga realidad, es muy difícil limpiar el odio y hacer lo correcto
-Felicidades, has tomado el camino de la destrucción ¿Satisfecho? - A pesar de todo, hablaba con un tono tranquilo, como si en verdad todo eso no fuera con el - Ahora, has convertido a un villano en un mártir, la marina y el gobierno pensaran que la semilla podrida se encuentra fuera de su maceta, y que su cabo era una persona honorable, y quien venga detrás, estará sobre aviso y tendrá mano dura con lo que consideran un pueblo corrupto, que consiente una muerte con otra muerte - Suspiro apartándose un mechón de la cabeza - Si de verdad quieres ayudar a esta gente y darles un mundo mejor entrégate voluntariamente, ayúdame a demostrar que no eres un asesino a sangre fría sino alguien que ha tomado una vida mancillada, pero arrepentido de tomar una vida al fin y al cabo. Ayudame a limpiar la semilla del odio, te prometo que yo te ayudare a ti - Con un movimiento solemne, estiro el brazo derecho mostrando un brazalete unido a una cuchilla en su dedo corazón - Pero si realmente decides ayudar al odio a echar raíces, me temo que tendremos que hacerlo por las malas, tu decides - dicho esto, se coloca en posición de alerta para poder reaccionar a la mayor velocidad posible en caso de que sus palabras fueran inútiles una vez mas
Pero como sucede siempre en la vida, los sueños no son tan fáciles de alcanzar, y el odio seguía arraigado en muchos corazones, en concreto, en el de un hombre alto y rapado, con gesto serio y pelirrojo que prendió la llama del odio, no apoyaba sus palabras, pero aun así era capaz de entenderlas, espero paciente y vio como el mapache que sostenía el arma parecía vacilar unos instantes
Pero igual que un jarro de agua que te devuelve a la realidad, el disparo retumbo en la cabeza de Yanni, que le trajo de vuelta a la amarga realidad, es muy difícil limpiar el odio y hacer lo correcto
-Felicidades, has tomado el camino de la destrucción ¿Satisfecho? - A pesar de todo, hablaba con un tono tranquilo, como si en verdad todo eso no fuera con el - Ahora, has convertido a un villano en un mártir, la marina y el gobierno pensaran que la semilla podrida se encuentra fuera de su maceta, y que su cabo era una persona honorable, y quien venga detrás, estará sobre aviso y tendrá mano dura con lo que consideran un pueblo corrupto, que consiente una muerte con otra muerte - Suspiro apartándose un mechón de la cabeza - Si de verdad quieres ayudar a esta gente y darles un mundo mejor entrégate voluntariamente, ayúdame a demostrar que no eres un asesino a sangre fría sino alguien que ha tomado una vida mancillada, pero arrepentido de tomar una vida al fin y al cabo. Ayudame a limpiar la semilla del odio, te prometo que yo te ayudare a ti - Con un movimiento solemne, estiro el brazo derecho mostrando un brazalete unido a una cuchilla en su dedo corazón - Pero si realmente decides ayudar al odio a echar raíces, me temo que tendremos que hacerlo por las malas, tu decides - dicho esto, se coloca en posición de alerta para poder reaccionar a la mayor velocidad posible en caso de que sus palabras fueran inútiles una vez mas
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El pelirrojo se estaba bebiendo aquella deliciosa cerveza fresquita que se había chorizado con toda confianza. Esperaba que aquel animal hiciese justicia, bueno más bien la que le convenía a él. El motivo por el que perseguían al delincuente tan solo había sido por darle una colleja al cabo, le pidió la hora y no quiso dársela, eso no era culpa del tipo del abrigo. La situación continuaba siendo bastante intensa, la gente esperaba el fatídico final y las gafas de Sol del delincuente brillaron un poco, estaba pasándolo en grande. Estaba ayudando al pueblo y a la vez provocando la muerte de un desecho social, las palmas continuaban por parte de aquellas personas, de repente ocurrió lo inevitable, el sonido del disparo alivió los oídos. Su magnífico aviso del infierno en forma de ruido era algo exquisito. Aunque al mafioso no le gustaban las armas de fuego, pero cada uno tenía sus gustos, segundos después soltó la cerveza, no sin antes bebérsela entera. Se colocó al lado del mapache y alzó el Jutte mientras gritaba con fuerza a pleno pulmón en la taberna, para que todas aquellas personas le escucharan bien.
- Bien caballeros, este animal es un jodido héroe. Ha salvado vuestro pueblo del abuso de un cabrón, y si vienen más, aquí les esperaremos. ¡Viva el mapache del señor!
Mientras gritaba aquellas palabras al público de aquel espectáculo vengativo, las palabras del hombre del poncho empezaron a escucharse. El pelirrojo giró su rostro despacio mirando al chico con una sonrisa amplía. Pudo ver aquella cuchilla en su dedo, quería arrestar al asesino del cabo de pelo sexy. Ahora empezó a reír levemente mientras estiraba también su brazo a un lado imitando el movimiento del castaño, pero a diferencia de una cuchilla, se hallaba su Jutte de acero. No iba a dejar que se llevaran al mapache de ninguna forma, no solo por hacer justicia, además porqué este le había ayudado cuando los marines le acorralaron tras la barra, se la debía. La gente se empezó a alejar algo asustada, algunos camareros atendían a las dos personas que habían recibido disparos, algo noble por su parte, pero ahora el que habló fue el pelirrojo, el cual frunció el ceño y mantuvo una expresión seria. Su tono incluso resultaba amenazante y peligroso, como si estuviera muy seguro de sus palabras.
- Me temo que nadie va a arrestar al mapache, si matar a un asesino es un delito, el gobierno debería estar arrasado. La marina quemada y el resto de cazadores que van a su bola, colgados. Pero como no lo es, no tienes derecho a tocar a este hombre. Bueno, animalito peludo. Estás en plena desventaja, yo que tu bajaba esa arma si no quieres unirte al cabello L’Oreal.
En el ambiente se palpaba la tensión, no se sabía lo que iba a pasar ahora, el ceño del mafioso ahora se frunció, esperando una posible respuesta de aquel castaño de la cuchilla. Ya tenía planeada su jugada si había que entrar en combate, de modo que estiró la mano cogiendo una pequeña botella de vino tinto y empezó a fingir que la leía de manera tranquila. Si algo ocurría se iba a desenvolver a lo grande y sin tonterías.
- Bien caballeros, este animal es un jodido héroe. Ha salvado vuestro pueblo del abuso de un cabrón, y si vienen más, aquí les esperaremos. ¡Viva el mapache del señor!
Mientras gritaba aquellas palabras al público de aquel espectáculo vengativo, las palabras del hombre del poncho empezaron a escucharse. El pelirrojo giró su rostro despacio mirando al chico con una sonrisa amplía. Pudo ver aquella cuchilla en su dedo, quería arrestar al asesino del cabo de pelo sexy. Ahora empezó a reír levemente mientras estiraba también su brazo a un lado imitando el movimiento del castaño, pero a diferencia de una cuchilla, se hallaba su Jutte de acero. No iba a dejar que se llevaran al mapache de ninguna forma, no solo por hacer justicia, además porqué este le había ayudado cuando los marines le acorralaron tras la barra, se la debía. La gente se empezó a alejar algo asustada, algunos camareros atendían a las dos personas que habían recibido disparos, algo noble por su parte, pero ahora el que habló fue el pelirrojo, el cual frunció el ceño y mantuvo una expresión seria. Su tono incluso resultaba amenazante y peligroso, como si estuviera muy seguro de sus palabras.
- Me temo que nadie va a arrestar al mapache, si matar a un asesino es un delito, el gobierno debería estar arrasado. La marina quemada y el resto de cazadores que van a su bola, colgados. Pero como no lo es, no tienes derecho a tocar a este hombre. Bueno, animalito peludo. Estás en plena desventaja, yo que tu bajaba esa arma si no quieres unirte al cabello L’Oreal.
En el ambiente se palpaba la tensión, no se sabía lo que iba a pasar ahora, el ceño del mafioso ahora se frunció, esperando una posible respuesta de aquel castaño de la cuchilla. Ya tenía planeada su jugada si había que entrar en combate, de modo que estiró la mano cogiendo una pequeña botella de vino tinto y empezó a fingir que la leía de manera tranquila. Si algo ocurría se iba a desenvolver a lo grande y sin tonterías.
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Cada palabra que soltaba el maldito rapado era como una daga en el pecho, haciendome sentir despreciable a pesar del evidente momento de jubilo que todos a mi alrededor sentian por ver consumada su venganza. No era mas que un desecho social, y eso era lo que me mantenia cuerdo para no volverme loco y actuar como un maldito asesino, total, si habia matado a un inocente por que no matar a dos o tres...
"¿¡Pero que narices me pasa!?" pense asustado ante lo que acababa de rondar por mi cabeza. "No soy un maldito duende de Santa Klaus pero... " estaba paralizado, dandole vueltas una y otra vez a lo ocurrido, intentando averiguar si habia otra forma de que aquel imbecil recibiera su merecido sin llegar a probocar que me sintiera como la mierda, ya que los ciudaddanos de Baterilla no habia recibido un heroe, sino un ejecutor y alguien equiparable a aquel idiota que levantaba su arma en forma de victoria.
El joven humano, ataviado con una manta por encima de sus hombros, me saco del trance, de nuevo escupiendo basura sobre su amada justicia, sus valores idilicos y su berborrea para crias de su especie. Aunque no le faltaba razon habia que despertar, en este mundo corrupto por gente de su gremio apenas habia espacio para la fe en la verdadera justicia, ademas de que esa perra tenia en bastante consideracion a quien estaba juzgando para utilizar su diestra o su zurda... La situacion se tensaba por segundos y tanto el pelirrojo como el humano de media melena se enfrentaron visualmente, el ultimo con intencion de arrestarme, el primero con intencion de protegerme.
"Lo que me faltaba. Mas derramamiento de sangre inutil... " pense suspirando. Pero una cosa estaba clara, y era que podia vivir bajo el peso en mi conciencia de la muerte de ese payaso con pelo de sirena, pero no entre rejas para el resto de mis dias que seguramente seria la sentencia para alguien que habia matado a un miembro de La Marina. Y desde luego no habia nadie que pudiera interceder por mi.
- Creo que declinare tu oferta con todos mis respetos, señor mio. -dije dandome la vuelta lentamente, esperando que mis palabras alertaran a nuestro oponente de que ese no era el mejor momento para intentar llevarme preso.- Mas debo advertirle que, pese a que no causare mas muerte en este pueblo, y mucho menos la de alguien que solo viene a cumplir su cometido, no esta exento de recibir una paliza en su intento de ejercer su poder. Esta usted -me lleve las manos a las cartucheras, guardando las pistolas pero preparado para salir disparado si intentaba algo extraño y sin mover las garras del mango de las gemelas.- sobre aviso.
"¿¡Pero que narices me pasa!?" pense asustado ante lo que acababa de rondar por mi cabeza. "No soy un maldito duende de Santa Klaus pero... " estaba paralizado, dandole vueltas una y otra vez a lo ocurrido, intentando averiguar si habia otra forma de que aquel imbecil recibiera su merecido sin llegar a probocar que me sintiera como la mierda, ya que los ciudaddanos de Baterilla no habia recibido un heroe, sino un ejecutor y alguien equiparable a aquel idiota que levantaba su arma en forma de victoria.
El joven humano, ataviado con una manta por encima de sus hombros, me saco del trance, de nuevo escupiendo basura sobre su amada justicia, sus valores idilicos y su berborrea para crias de su especie. Aunque no le faltaba razon habia que despertar, en este mundo corrupto por gente de su gremio apenas habia espacio para la fe en la verdadera justicia, ademas de que esa perra tenia en bastante consideracion a quien estaba juzgando para utilizar su diestra o su zurda... La situacion se tensaba por segundos y tanto el pelirrojo como el humano de media melena se enfrentaron visualmente, el ultimo con intencion de arrestarme, el primero con intencion de protegerme.
"Lo que me faltaba. Mas derramamiento de sangre inutil... " pense suspirando. Pero una cosa estaba clara, y era que podia vivir bajo el peso en mi conciencia de la muerte de ese payaso con pelo de sirena, pero no entre rejas para el resto de mis dias que seguramente seria la sentencia para alguien que habia matado a un miembro de La Marina. Y desde luego no habia nadie que pudiera interceder por mi.
- Creo que declinare tu oferta con todos mis respetos, señor mio. -dije dandome la vuelta lentamente, esperando que mis palabras alertaran a nuestro oponente de que ese no era el mejor momento para intentar llevarme preso.- Mas debo advertirle que, pese a que no causare mas muerte en este pueblo, y mucho menos la de alguien que solo viene a cumplir su cometido, no esta exento de recibir una paliza en su intento de ejercer su poder. Esta usted -me lleve las manos a las cartucheras, guardando las pistolas pero preparado para salir disparado si intentaba algo extraño y sin mover las garras del mango de las gemelas.- sobre aviso.
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Los echos transcurrían como en una comedia, por un lado teníamos a la persona con un conflicto, nuestro mapache pistolero, por otro se encontraba el demonio, representado como un rapado pelirrojo con gafas que no dejaba de alterar las aguas de los ánimos de la gente, ni de inculcar en su cabeza la idea de la violencia. Y por ultimo, Yanni encarnaba aquel ángel de la conciencia, que intentaba guiar por el buen camino al pobre mapache
-No voy a amedrentarme, no me gustaría tener que hacerlo por las malas pero necesito tu testimonio para poder cambiar algo y evitar que esta escena se repita en cualquier otro bar del mundo. Tus opciones son simples, te las vuelvo a repetir ahora que estas mas calmado. Puedo llevarte de los pelos para conseguir tu declaración de lo sucedido, con el riesgo que eso conlleva para todos. O bien puedes puedes declarar directamente sin derramamientos de sangre, ni esposas ni barrotes. Solo necesito que quede constancia de lo que ha pasado hoy aquí y de que todos los presentes están dispuestos a colaborar con la justicia - Dedico una mirada a los presentes, esperando poder inclinar la balanza a su favor, ya que al fin y al cabo su proposición era la mas sensata - Espero que la palabra de justicia no os confunda a ninguno aquí, porque en mi opinión, que alguien pueda liarse a tiros dañando a inocentes y abusando de su puesto, no es justicia. Que alguien acabe con la vida de otra persona por defenderse y sea condenado por ello, no es justicia. Quiero limpiar la cara de una justicia podrida, y me vas a ayudar mapache, por las buenas, o por las malas. Si tu siguiente respuesta no es sentarte en una silla a que redactemos tu testimonio, asumo que quieres hacerlo por las malas - Dicho esto, permaneció en la misma posición, esta vez observando al pelirrojo - No soy de la clase de personas que caen en provocaciones, no te esfuerces. No me des motivos para tener que ir contra ti, por favor - Obviamente, no perdía ni la calma ni los modales en ningún momento
-No voy a amedrentarme, no me gustaría tener que hacerlo por las malas pero necesito tu testimonio para poder cambiar algo y evitar que esta escena se repita en cualquier otro bar del mundo. Tus opciones son simples, te las vuelvo a repetir ahora que estas mas calmado. Puedo llevarte de los pelos para conseguir tu declaración de lo sucedido, con el riesgo que eso conlleva para todos. O bien puedes puedes declarar directamente sin derramamientos de sangre, ni esposas ni barrotes. Solo necesito que quede constancia de lo que ha pasado hoy aquí y de que todos los presentes están dispuestos a colaborar con la justicia - Dedico una mirada a los presentes, esperando poder inclinar la balanza a su favor, ya que al fin y al cabo su proposición era la mas sensata - Espero que la palabra de justicia no os confunda a ninguno aquí, porque en mi opinión, que alguien pueda liarse a tiros dañando a inocentes y abusando de su puesto, no es justicia. Que alguien acabe con la vida de otra persona por defenderse y sea condenado por ello, no es justicia. Quiero limpiar la cara de una justicia podrida, y me vas a ayudar mapache, por las buenas, o por las malas. Si tu siguiente respuesta no es sentarte en una silla a que redactemos tu testimonio, asumo que quieres hacerlo por las malas - Dicho esto, permaneció en la misma posición, esta vez observando al pelirrojo - No soy de la clase de personas que caen en provocaciones, no te esfuerces. No me des motivos para tener que ir contra ti, por favor - Obviamente, no perdía ni la calma ni los modales en ningún momento
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Una sonrisa algo exagerada apareció en el rostro de aquel pelirrojo, el cual disfrutaba de la situación de ver a un representante de la ley en apuros. Sus palabras seguían sir surtir efecto en el delincuente, eso de llevar al mapache a testificar el resultaba sospechoso, podría llevarse a cualquier testigo. Seguramente planeaba detener al pistolero, ya que dijo que se lo iba a llevar por la fuerza, aquello estaba algo fuera de lugar. Todo tenía la pinta de que se iba a liar, pues seguramente el “héroe” no iba a querer ir junto a ese hombre. En ese momento el mafioso caminó hasta la barra y la saltó tomó el cadáver de aquel pobre hombre echándolo sobre su hombro. Después tomó una de las manos del tipo y saludó en un gesto de saludo al castaño, vamos un cachondeo increíble, después lo dejó en su sitio y sonrió de lado.
- El camarero dice que hola, llevar a testificar a este hombre no es algo razonable, hay muchos testigos en este sitio. Precisamente que deba ir el mapache es muy sospechoso, si tiene dos dedos de luces creo que no irá pero eso es decisión suya. Por cierto hombre justiciero… no te estoy provocando, yo solo soy una buena persona que pasaba por aquí vendiendo pan de molde.
Tras esas palabras, sonrió de forma muy amplía mostrando todos sus dientes, era una sonrisa demasiado grande, como si la mandíbula se le fuera a salir. Además sus gafas de Sol le daban un toque cómico al asunto, unos lo tomaron como una broma de mal gusto y otros como una locura de aquel tipo. Después de aquellas palabras, se sentó en la barra manteniendo su Jutte en ambas manos y observando la situación. Esperaba la respuesta del pistolero, todos los hombres esperaban también, estaban aún anonadados y nadie se movía de su sitio debido a la escena, los únicos que parecían estar calmados eran los tres protagonistas. El mapache, aquel hombre del poncho blanco y por supuesto el mafioso pelirrojo, el cual ahora estaba pensando en comerse una deliciosa hamburguesa de carne de pollo, con un buen huevo frito y una cerveza fresquita. Por unos momentos la saliva se escapaba por sus comisuras, pero después la tragó manteniendo la compostura y la vista en el castaño de pelo largo.
Si seguían mucho tiempo de esa forma se iba a hacer de noche, el delincuente estaba pensando en largarse, pero quería saber lo que iba a pasar. Si el mapache accedía, no podría hacer nada y seguiría su camino. Si por el contrario se negaba y el tipo trataba de arrestarle, se metería buscando diversión y de paso estirar un poco sus piernas. De repente pudo ver como un hombre se disponía a comerse un jodido bocadillo de calamares… el mafioso se levantó de la barra y corrió hacia él con una mirada seria pero algo rogante al mismo tiempo.
- Oiga buen hombre… ese bocadillo huele genial… yo me preguntaba si usted tendría la suma amabilidad de compartirlo con un pobre vendedor de atún en aceite de oliva como yo.
Una gotita anime cayó por la cabeza de aquel hombre que enseguida cortó la mitad y se lo ofreció al mafioso con una extraña expresión de confusión. El pelirrojo le hizo una reverencia de educación y abrió la boca empezando a degustarlo como una perra satisfecha mientras miraba a los otros dos.
- El camarero dice que hola, llevar a testificar a este hombre no es algo razonable, hay muchos testigos en este sitio. Precisamente que deba ir el mapache es muy sospechoso, si tiene dos dedos de luces creo que no irá pero eso es decisión suya. Por cierto hombre justiciero… no te estoy provocando, yo solo soy una buena persona que pasaba por aquí vendiendo pan de molde.
Tras esas palabras, sonrió de forma muy amplía mostrando todos sus dientes, era una sonrisa demasiado grande, como si la mandíbula se le fuera a salir. Además sus gafas de Sol le daban un toque cómico al asunto, unos lo tomaron como una broma de mal gusto y otros como una locura de aquel tipo. Después de aquellas palabras, se sentó en la barra manteniendo su Jutte en ambas manos y observando la situación. Esperaba la respuesta del pistolero, todos los hombres esperaban también, estaban aún anonadados y nadie se movía de su sitio debido a la escena, los únicos que parecían estar calmados eran los tres protagonistas. El mapache, aquel hombre del poncho blanco y por supuesto el mafioso pelirrojo, el cual ahora estaba pensando en comerse una deliciosa hamburguesa de carne de pollo, con un buen huevo frito y una cerveza fresquita. Por unos momentos la saliva se escapaba por sus comisuras, pero después la tragó manteniendo la compostura y la vista en el castaño de pelo largo.
Si seguían mucho tiempo de esa forma se iba a hacer de noche, el delincuente estaba pensando en largarse, pero quería saber lo que iba a pasar. Si el mapache accedía, no podría hacer nada y seguiría su camino. Si por el contrario se negaba y el tipo trataba de arrestarle, se metería buscando diversión y de paso estirar un poco sus piernas. De repente pudo ver como un hombre se disponía a comerse un jodido bocadillo de calamares… el mafioso se levantó de la barra y corrió hacia él con una mirada seria pero algo rogante al mismo tiempo.
- Oiga buen hombre… ese bocadillo huele genial… yo me preguntaba si usted tendría la suma amabilidad de compartirlo con un pobre vendedor de atún en aceite de oliva como yo.
Una gotita anime cayó por la cabeza de aquel hombre que enseguida cortó la mitad y se lo ofreció al mafioso con una extraña expresión de confusión. El pelirrojo le hizo una reverencia de educación y abrió la boca empezando a degustarlo como una perra satisfecha mientras miraba a los otros dos.
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Sin pensarmelo dos veces dispare mi pistola diestra cerca de la cabeza del calvo pelirrojo a modo de aviso mientras se comia el bocadillo aquel ¿Quien se ha creido que era para tratar de esa forma a un muerto? Esa frialadad para manipular un cuerpo sin vida... desde luego no era algo para tomarselo a cachondeo, y mi paciencia habia sobrepasado el limite de lo que dicta la cordura.
- Como vuelvas a abrir la boca me encargare de ti primero, y creo que este de aqui -dije señalando al tipo que estaba dispuesto a arrestarme.- no tendria problemas en conformar una alianza temporal para acabar con lo peor de esta sala ¡Asi que cierra la puta bocaza!
Estaba empezando... Cuando la rabia y el descontrol me sobrepasaban mi naturaleza mas animal florecia como un arbol hasta que estallaba y solo la muerte de uno de los dos lados podia pararme. Respiraba de manera entrecortada, sin llegar al limite del esfuerzo, miraba a todos lados en busca de una salida factible y sin derramamientos de sangre. No, estaba claro que no era una opcion ahora. Si combatia contra el chico humano probablemente acabaria por dejar este pueblo y empeorar la situacion con la justicia si esta sufria mas bajas. Debia marcharme, pero antes de que eso ocurririera precure tomar las medidas necesarias para que al menos las cosas se suavizaran entre el pueblo y la autoridad.
- Gente del pueblo llano. Quiero que os deis cuenta de que la violencia sin sentido no es la solucion y de que solo aquellos que lo merecen DEBEN ser ajusticiados. -no podia alargarlo mas, debia actuar inmediatamente antes de que el tipo terminara por perder la paciencia y dejar ala comprension a un lado.- Este es un buen hombre, aun a pesar de que persiga unos ideales demasiado utopicos para su causa. No le enfrentare, pero no pienso desperdiciar mi vida entre rejas por algo que es merecido. Me despido, ¡Viva la Revolucion!
Use las botas tan rapido como me permitian hacerlo y dispare contra la ventana al otro lado de la sala, saliendo a maxima velocidad del tumulto por encima de las cabezas de la gente gracias a mi reducido tamaño. Vire y finalmente aterrice en el tejado de la casa que se situaba dos puestos mas alla de la taberna, notando un pequeño escozor en la pata que comenzaba a tornarse en ardor y dolor. Uno de los cristales de la salida me habia rajado como a un dedo a lo ancho de profundidad y me imposibilitaba para volver a usar mi principal via de escape al menos por un par de horas, hasta que consiguiese vendarme como era debido. Solo esperaba que nadie se hubiese percatado de mi posicion actual desde la taberna.
- Como vuelvas a abrir la boca me encargare de ti primero, y creo que este de aqui -dije señalando al tipo que estaba dispuesto a arrestarme.- no tendria problemas en conformar una alianza temporal para acabar con lo peor de esta sala ¡Asi que cierra la puta bocaza!
Estaba empezando... Cuando la rabia y el descontrol me sobrepasaban mi naturaleza mas animal florecia como un arbol hasta que estallaba y solo la muerte de uno de los dos lados podia pararme. Respiraba de manera entrecortada, sin llegar al limite del esfuerzo, miraba a todos lados en busca de una salida factible y sin derramamientos de sangre. No, estaba claro que no era una opcion ahora. Si combatia contra el chico humano probablemente acabaria por dejar este pueblo y empeorar la situacion con la justicia si esta sufria mas bajas. Debia marcharme, pero antes de que eso ocurririera precure tomar las medidas necesarias para que al menos las cosas se suavizaran entre el pueblo y la autoridad.
- Gente del pueblo llano. Quiero que os deis cuenta de que la violencia sin sentido no es la solucion y de que solo aquellos que lo merecen DEBEN ser ajusticiados. -no podia alargarlo mas, debia actuar inmediatamente antes de que el tipo terminara por perder la paciencia y dejar ala comprension a un lado.- Este es un buen hombre, aun a pesar de que persiga unos ideales demasiado utopicos para su causa. No le enfrentare, pero no pienso desperdiciar mi vida entre rejas por algo que es merecido. Me despido, ¡Viva la Revolucion!
Use las botas tan rapido como me permitian hacerlo y dispare contra la ventana al otro lado de la sala, saliendo a maxima velocidad del tumulto por encima de las cabezas de la gente gracias a mi reducido tamaño. Vire y finalmente aterrice en el tejado de la casa que se situaba dos puestos mas alla de la taberna, notando un pequeño escozor en la pata que comenzaba a tornarse en ardor y dolor. Uno de los cristales de la salida me habia rajado como a un dedo a lo ancho de profundidad y me imposibilitaba para volver a usar mi principal via de escape al menos por un par de horas, hasta que consiguiese vendarme como era debido. Solo esperaba que nadie se hubiese percatado de mi posicion actual desde la taberna.
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