La Élite contra los Redwing Pirates

Continuaron su carrera hacia la zona central para alcanzar el barullo hasta que los detuvieron. Tres figuras, todas bastante peculiares, por no mencionar que una de ellas era casi invisible para el anciano. Este se detuvo y agarró con firmeza su martillo. No sabía quienes eran, no le sonaban de haberlos visto en carteles de búsqueda y captura, pero si tenía que luchar, no se echaría atrás. Segundos después, se encontraba dentro de una extraña cúpula junto a los dos marines de mayor rango dentro del batallón. Garland giró la mirada de forma indirecta en busca de sus compañeros. Todo empezó a desvanecerse. Las estructuras, el aire, el suelo... ¡Los reclutas! El capitán hizo gala de una fuerza y una voluntad sobre humana y caminó hacia el borde de la cúpula, pero conforme se acercaba al final, se mareaba cada vez más. Y sin entender muy bien la razón, acabó en el mismo lugar. ¿Qué clase de poder poseían aquellos seres?

-¿¡Qué le habéis hecho a nuestros reclutas, bastardos!? ¿¡Qué habéis hecho con el exterior de esa maldita cúpula!?- Exclamó Garland, golpeando el suelo con el martillo mientras las venas se marcaban sobre su frente como si tuvieran vida propia. Volvió a intentarlo una vez más, pero fue en vano. Aquellos hombres, si es que podían llamarse así, se mantenían firmes y serios. Parecían bastante confiados de sus capacidades, pero probablemente nunca habían visto a un ex-Vice-Almirante y capitán de la marina, enfadado y en pos de vengar a sus reclutas, pues para él parecía como si hubiesen muerto.

El causante de aquella cúpula se mostraba con sus alas abiertas. Poseían extraños símbolos que atraían la mirada y distraían al grandullón, al menos hasta que un disparo le sacó de sus divagaciones. Al tener el martillo en el suelo, tan solo tuvo que cubrirse con este, pues el disparo iba directo a sus pies. No sabía cual era su habilidad, pero a simple vista no parecía tener ningún efecto sobre el arma. No obstante, intentaría evitar cualquier intento de que aquella cosa tocase su piel o la de sus compañeros. Pero ahí no acababa el ataque contra él. El sujeto de aspecto carmesí disparó varios proyectiles que causaron varias explosiones al impactar en su cuerpo. Fue un ataque potente, pero gracias a su resistencia sobrenatural y al poder de su fruta, no sufrió mucho daño.

Atacar con explosiones a un hombre explosivo... era una falta grave y tendría que darles una lección. Saltó, agarrando si arma con la mano izquierda para dejar la otra libre y tras acercarse a sus oponentes, golpeó el aire con fuerza, creando una explosión que abarcaría un radio de cinco metros en el aire, golpeando probablemente a sus agresores. -¡Voy a enseñaros lo que significa el poder de una explosión!- Gritó mientras exteriorizaba el poder de su  fruta. -¡Estas son las explosiones que hacen justicia!- Continuó, cayendo al suelo tras su ataque y dejando su martillo por delante.

Explosión entre el hombre polilla y el cyborg [AF]

Garland explotó casi por instinto uno de los disparos de Joseph que llegaba hacia su talón. Sabía que no había sido a propósito, aquel hombre polilla tenía poderes extraños que los desorientaban, y aunque el dolor fue increíble, pudo evitar una desgracia y dejar sin alas al ilusionista. Los mareos se esfumaron y la mente volvía esta clara. Pero mucho más importante, la cúpula había desaparecido. Todo había vuelto a la normalidad. El terreno no había desaparecido sin más y los reclutas aún estaban allí, apuntando con sus fusiles. Cuando el hombre de metal carmesí apuntó al pelirrojo con un arma de gran calibre, Garland miró a los reclutas y les hizo un gesto para que se fueran, -¡Corred! ¡Alejaos de aquí, es una orden!- Dicho esto, corrió hacia sus compañeros, sintiendo dolor en el hombro por un par de cortes que iban directos a su mentón, pero que con el movimiento, no acertaron en su verdadero objetivo. No obstante, aquellas heridas serían un problema a la larga.

-¡Utilizad vuestras habilidades para evitar el máximo daño posible!- No sabía cuanto daño podría hacer semejante arma, pero sabía que el resultado sería catastrófico. Agarró a Kaishi de la ropa y lo atrajo hacia él, quedando por delante de Joseph y tirando al suelo a ambos, cubriéndolos con su cuerpo para evitar cualquier daño posible. -(Si aún supiera usar el busouhoku haki, seguro que me libraba de una buena, pero no me importan las cicatrices si puedo defender a mis compañeros.)- Pensaba este, dando la espalda al proyectil que explotaría poco después.

Si las defensas de sus compañeros servían de algo, quizás disminuirían el efecto de la explosión. Y la fruta del diablo que poseía Garland, haría el resto. No obstante, el dolor sería terrible, y seguramente acabaría con una gran quemadura en la espalda. Eso sí, se ahorraría el tener que depilársela. Una vez pasó el caos, el capitán se levantó. La sangre brotaba de su cuerpo y seguramente no podría seguir el combate por mucho tiempo, pero su voluntad era tan férrea como la de un centenar de hombres. No se detendría hasta estar seguro de que los suyos estaban a salvo. Gritó con furia y se lanzó, omitiendo el dolor de su hombro derecho y de su espalda, agarró el martillo y tras dar un puñetazo al aire, cerca del cybrog para causar una distracción, arremetió con su arma, intentando hundirle el cráneo con todas sus fuerzas. tras un pequeño salto.

Explosión + Martillazo en la cabeza. [AMF]