Drugs and lovers...

-Pero señorito...¿Cómo me hace esa pregunta? Yo, yo no deseo contestarle...Señor -me dijo Wilfred, mi fiel subordinado ante una indignante pregunta mía.

Yo poniendo poniéndole mi mano izquierda en su hombro izquierdo, mientras lo arropaba de una manera mi amigable y personal, al fin y al cabo era como un hermano para mí:

-Venga Wilfred...Contéstame, ¿Hace cuanto tiempo que no mojas  “el cimbrel” querido compañero? -le pregunte a mi querido compañero.

A mi compañero le recorrieron unas gotas de sudor por su frente, mientras su cara se tornaba en un color rojo tomate, estaba nervioso, mejor dicho, le estaba poniendo nervioso, el hombre se estiraba el cuello de su camisa dándoselo de si, finalmente tras morderse levemente los labios y no poder aguantar:

-Cinco-dijo el secamente.

-Solo cinco meses, si es que eres un icono sexual, entre los mayordomos, pero lo eres...Aunque estas algo madurito no crees... -le dije yo divertido, tal vez la última rayita de coca me había subido un poco a la cabeza.

-Cinco años-dijo Wilfred antes de casi estallar a llorar, a pesar de que se trataba de mantener todo lo estoico posible ante su amo.

-Eso es mucho tiempo querido amigo, no lo puedo permitir, da el día libre a todo el servicio...Esta noche nos vamos de copas...Con suerte conocerás a alguna señorita -le dije tras darle un codazo cómplice.

-¿Señor?,¿Ha bebido esta mañana? -me pregunto oliéndome el aliento a whisky.

-Venga ve hacer lo que te he mandado y tus tareas diarias, ten todo listo para las ocho, tendremos que ir a algún sitio para tomar algo- le dije a mi compañero con un trato más duro y cotidiano en Lanxerot.

Me pare de pie para mirar por la ventana, chispeaba levemente, pero se podía salir incluso pasear. Me saqué un pitillo rubio de la cajetilla del bolsillo superior de la camisa, y cogiendo mi mechero del bolsillo de mis vaqueros, me lo encendí meticulosamente dando una enorme bocanada de humo al cristal
El obediente y sonrojado mayordomo se fue del despacho cerrando la puerta tras de sí algo confuso y preocupado. Yo sentandomé en el confortable silla de escrito, pase la mano limpiando la superficie donde hasta hacía unos minutos había una nociva e ilegal, raya de cocaína del 7% de pureza.

Lanxerot, motivado abrió los cajones dispuestos a administrar tanto las cuentas de su familia como los trabajos que le acarreaban ser un agente del gobierno. Sin duda a Lanxe no le gustaba estar en deuda con nadie, esa sensación de deber algo a alguien le agobiaba, Wilfred era un trabajador nato que había guardado los secretos de su familia durante décadas, tal vez se merecía esta peculiar e improvisada "aventura". Y quien sabe tal vez encontrará algún negocio interesante por aquellos bajos fondos.

Me levanté del suelo del barco mareado y comencé a mirar a mi alrededor. Aquel barco había zarpado y yo no me había dado ni la mas mínima cuenta. Lo único que recordaba de la noche anterior era que el capitán del barco me había retado a ver quién era el que mas aguante tenía de los dos a la hora de beber, el resultado de mi enfrentamiento era un recuerdo vacío, no me acordaba en absoluto de la noche anterior.

Me costaba un poco caminar y me dolía un poco la cabeza. Éstabamos en el puerto y los subordinados del capitán estaban cargando y descargando cajas, paquetes víveres.....

Me acerqué al segundo a un marinero que recordaba haber visto la noche anterior y le pregunté:
-¿En qué maldita isla nos encontramos marinero?

Me contestó que nos encontábamos en el Reino de Lvneel, yo le pregunté acerca de la noche anterior y sí, contra todo pronóstico yo había perdido jugando contra el capitán.

-Maldita sea, la próxima vez elegiré yo el juego, dije con un semblante un tanto enfadado.

Le dí las gracias a aquel simpático marinero y le dije que le hiciese saber a su capitán mis agradecimientos por aquella estupenda travesía.
Habíamos pasado una semana en la mar y tras salir del barco me dirigí hacia el único lugar que seguramente mereciera la pena de aquella isla.
Si, era el burdel.

Andé preguntando alrededor de dos horas acerca de un lugar como aquel mas no hallé respuesta alguna por parte de la gente a la que pregunté. Lo que si que obtuve fueron unas cuantas bofetadas en la cara por parte de algunas señoritas a las que pregunté. Claro que mas que preguntarlas las insinué como trabajadoras de aquel lugar que yo andaba buscando.
Debido a que había perdido bastante tiempo y no había conseguido nada, volví a los muelles y comencé a preguntar allí si conocían la ubicación de mi tal deseado destino. Ante mi asombro la respuesta fue rápida y concisa, me indicó el lugar que estaba buscando, yo por mi parte casi lloro ante aquella respuesta tan precisa ya que me estaba empezando a impacientar.

-No sabes como te comprendo chaval, me decía el pirata. Yo también estaría ansioso tras una larga travesía solo con hombres.

-Creo señor que si fuésemos de la misma tripulación nos hubiésemos llevado bastante bien.

El hombre comenzó a reirse y yo me fui alejando de aquel lugar, no había tiempo que perder.
Tardé 20 minutos en llegar al lugar indicado por aquel hombre, al parecer no solo era un simple burdel sino que era un casino.

-Creo que este sitio es el paraíso, dije mientra comenzaba a entrar.

Parecía que el casino era una parte bastante importante de la ciudad ya que tal y como supuse era una gran fuente de beneficios no sólo económicos sino también turísticos para aquella ciudad.

Al entrar en aquel espléndido lugar miré a los lados y lo único que veía eran salas, máquinas, bellas camareras, en definitiva todo lo que yo podía querer en aquel momento. Me senté en la barra y pedí un par de bebidas, aún me dolía la cabeza pero no me preocupaba demasiado por ello, lo que verdaderamente me preocupaba era como iba a conseguir los servicios de aquellas preciosas damas sin dinero.

-Piensa Ryan, piensa.

Eran las 7:59 y estaba hecho polvo. Tras la sensación reconfortante inicial de aquella milagrosa y nociva sustancia. Primero aquella enorme sensación de liberación, esa sensación de sentirse en una nube suave, achuchable como el peluche de un niño, dulce como el más azucarado de los dulces de feria. Luego proseguía con un estado de euforia, te sentía superconcentrado capaz de arrasar con todo y de hacer las pruebas más absurdas del mundo, como hacer el pino mientras recitas posía.
Y por último el bajón, la depresión, la necesidad de beber un buen whisky para vomitarlo al instante.

-Toc, toc-llamarón a la puerta.

-Joder Wilfred, me duele la cabeza, ¿Qué quieres? -le dije con mi habitual trato.

-Señor le traigo las pastillas del dolor de cabeza, desea que cancele el plan de esta noche, sinceramente no me … -decía Wilfred mientras se acercaba  al sillón del despacho donde me encontraba tirado de la manera más relajada y a la vez cómoda posible.

-Ni de coña cancelo el plan, anda dame las putas pastillas -le decía mientras le arrebataba las pastillas de la mano y me las tragaba acompañándolas de un vaso de agua que traía en una bandeja.

Tras tomarme las pastillas me fui dirección al sofá, todo parecía contrariar mis palabras anteriores salvo por la respuesta que di a continuación:

-Dame una hora, quiero descansar un poco - le comunique al mayordomo antes de tirarme de cabeza al sofá tratando de “dormir la mona”, si es que se le podía llamar así.

Una hora más tarde

Ya me encontraba vestido y aseado, siguiendo aquel peculiar rito de purificación y aseo personal que solía seguir como buen metrosexual del North Blue. Me encendí un pitillo y arranque el coche, Wilfred se agarro fuerte, pero esta vez el viaje iba a ser más tranquilo de lo habitual...o eso pretendía hasta que vi la primera curva desafiante en la lejanía. Me incitaba a presionar el acelerador, acaso era yo digno de negarme a aquel impulso divino. El mayordomo suspiró resignado y aferrándose al cinturón comenzó a musitar rezos sin emitir sonidos.

6:43 minutos más tarde

Acababa de llegar al Royal Homra Pub cuando el recepcionista un viejo conocido me asaltó:

-Sir Lanxerot, cuanto tiempo... No llegas en mejor momento, un tipo se encontró una ficha en el suelo esta mañana, cerca de la barra, de esas que solo sirven para apuestas mínimas. Y ahora lleva 50.000 en fichas, es milagroso tienes que verlo-me dijo el hombre extasiado tal vez agobiándome en exceso.

Sonreí y conteste:

-Llévame a la mesa, quiero verlo, Wilfred me parece que lo nuestro se va a tener que retrasar unos instantes - le comente a mi acompañante.

Según me acercaba a la mesa noté que había una gran expectativas entorno al joven. Yo mientras observaba al extravagante joven comencé con mis maquinaciones.

Mientras esperaba a que la preciosa camarera me sirviese lo que había pedido miré hacia la puerta del casino y observé que los guardias no paraban de mirarme. Supuse que un tipo con mi apariencia no inspiraba mucha confianza en materia económica, pero la gente a menudo solía ser muy superficial con mi apariencia por lo que me consideraban una especie de payaso. Yo no quería entarar en conflicto por aquella clase de cosas, me parecía estúpido enfrentarse a alguien por ello.

Los guardias seguían mirándome y a mi no me gustaba la idea de tener que enfrentarme a ellos por el simple hecho de que fuera cual fuera el resultado, yo me iba a tener que marchar de aquel lugar y de momento no estaba interesado ni lo mas mínimo en irme de allí.

En cuanto la camarera me trajo la bebida, noté que los guardias apartaron la vista sobre mí y siguieron a lo suyo. Deducí al instante que no eran malas personas, simplemente hacían su trabajo y yo no iba a obstaculizarlos. Mientras me tomaba la bebida pensé en la manera de intentar ganar algo de dinero para costearme primariamente la bebida y secundariamente mi ocio personal, toda mi deliberación me llevó a una única salida, robar.

Cuando acabé de tomarme aquella bebida le pregunté a la camarera si durante mi estancia en aquel lugar podía hacer uso de cualquier consumición y pagar cuando me marchara. Ella me contestó que únicamente las bebidas estaban dispuestas según lo que yo había planteado. Eso me hizo suspirar aliviadamente ya que no iba a pagar la bebida, no de momento, por lo que si quería realizar otras consumiciones en aquel casino debía proceder con lo que antes había pensado hacer. El hurto no era uno de los delitos de los que más me enorgulleciese pero era necesario si quería sobrevivir o simplemente darme un capricho.

Todo estaba dispuesto, el sujeto contra el que iba a realizar tal acción era un hombre de una edad avanzada rodeado de mujeres, el cual se encontraba delante de la ruleta del casino. Parecía que el robo iba a resultar muy complicado debido a que la ruleta me dejaba muy expuesto para cometer mi delito, pero este hombre me estaba poniendo las cosas fáciles, no prestaba la más mínima atención al cubo en el que tenía aquellas fichas del casino, es más, las propias mujeres que lo acompañaban trabajaban como una especie de mafia, varias distraían a aquel probre anciano con las hormonas alteradas (para su edad) y otra le iba sonsacando fichas, luego salía fuera del casino y no se la volvía a ver, era bastante obvio a que le estaba prestando atención aquel hombre. Estuve observándo a aquel anciano varias horas con el temor a que los guardias en cualquier momento me echasen el guante y me sacasen a patadas de aquel sitio. Para no levantar mucha sospecha, continué realizando consumiciones de bebida con el fin de que no me llamasen la atención.

En el momento en el que iba a cometer el robo, el anciano se desplazó desde una mesa de juegos a otra, una de las chicas le zarandeó y se le cayó una de las fichas que llevaba en aquel cubo con el logo del casino. La chica pareció verme y me guiñó el ojo. Me acerqué cautelosamente a la ficha y me la guardé en el pantalón, despues de eso le guiñé un ojo a aquella amable chica, me había brindado una excelente oportunidad. Pensé que sus motivos eran iguales que los míos, tenía que robar para sobrevivir pero por desgracia lo mío era puro capricho por lo cual no pude evitar sonreír durante varios segundos. Tras guiñarla el ojo me lanzó un beso con la mano y yo, moneda en bolsillo y poníendome mas caliente por momentos, me acerqué a una mesa de juego.

- ¿Sólo va a apostar eso caballero? Me preguntó el crupier.

- No voy a necesitar nada más de momento, dije con una sonrisa. Empieza el juego.

El crupier cogió mi única ficha y me presentó a los demás jugadores. Le dije que me presentase como " El Señor Ryan" aunque apostando sólamente una ficha tenía poco de señor.

El juego comenzó, y las horas se fueron sucediendo. Yo iba ganando una y otra vez y la gente comenzaba a pensar que hacía trampas por lo que de vez en cuando realizaba una apuesta mínima y perdía a propósito para que no me echasen por sospechar que no estaba jugando limpiamente, el truco no lo iban a descubrir pues no estaba en la bola que se paraba  siempre donde yo advertía que iba a pararse sino que era una artimaña que estaba dentro de mi ser......

Las horas comenzaron a sucederse y al cabo de 3 horas apareció en mi mesa un hombre con una pinta bastante elegante, un hombre jóven que no pasaría de los 30 años de edad y que iba con otro hombre más mayor, mucho más mayor que él y además iba vestido como si de algún tipo de sirviente o mayordomo se tratase. Se colocó a mi lado y me preguntó si era yo el hombre que había estado ganando durante tanto tiempo seguido.

- Depende de quién pregunte por él, contesté con temor a que fuese un alto cargo de aquél casino.

Me senté al lado del tipejo,  parecía extravagante, ciertamente vestía como un bufón cualquiera. Su cara parecía maquillada en ese tono blanco tan tétrico que tienen los payasos, aunque luego me di cuenta de mi craso error ya que resulto ser su color de piel natural, y las marcas de su cara resultaron ser tatuajes ¿Quién en su sano juicio se tatuaría algo así? Su pelo era de un tono carmesí un tanto peculiar por lo que descarte la coloración artificial de este. Su complexión era delgada y atlética, y era alto pese a no superar el metro noventa. El joven vestía con unas ropas un tanto extrañas recordándome a los musulmanes del Sur, como los genios de las lamparas de Arabia o los sultanes de los califas. No había duda de que se trataba de un forastero, pero que traía a un forastero tan al Norte. Por otro lado su fisionomía no era como la de un sureño sino más parecida a la de un hombre del Norte. Todo parecía tan contradictorio...

Acaricie la bola que se estaba usando en la partida bajo la mirada furtiva del encargado, a pesar de que era un gestó feo por mí parte mi status y mi fama se lo podían permitir. Lo que realmente quería comprobar es que la bola estuviera modificada o trucada por decirlo de laguna manera, sabía de sobra que aquellas ruletas tenían una mayor tendencia a acabar entre los números 10-35 por la inclinación que tenían, pero él caso es que una bola no caía eternamente en la misma franja, al contrario que mi contrincante yo no sería capaz de controlar la bola a no ser que controlará las propias leyes de la física:

“Imposible” -pensé yo.

Sería aquel hombre usuario de algún tipo de akuma, algo que controlará la propia bola, ¿Acaso era aquello posible? Sin duda el tipejo había llamado mi atención, así que tras analizarlo brevemente le pregunte:

-Así que es usted el hombre que esta arruinando a este casino, ¿Me equivoco?-le pregunté con cierta sorna a mi misterioso acompañante.

El hombre igual de jocoso me preguntó con la intención de aclarar de manera definitiva de que no era el director del local.

-Evidentemente soy un pobre jugador más, le propongo una prueba extremadamente divertida, usted elegirá el próximo número al cual yo apostaré la cantidad de un millón la cual guarda celosamente mi compañero Wilfred, elija con cuidado y fortuna puesto que la mitad de los beneficios irán a parar a su bolsillo, además de invitarle a una copa y divertidas compañeras. Eso si, si falla haré que le echen del local ¿Hay trató?- le pregunté al hombre, incitándolo.

El público quedo plasmado ante la fuerte apuesta que acababa de ejecutar, a simple vista yo solo quería ganar dinero. Pero en realidad mi intención era diferente, primero deseaba ver el truco con mis ojos, si el hombre ganaba tal como esperaba, le daría lo prometido una apuesta que fácilmente superaría los 2 millones de berries. Con los beneficios pararíamos un rato con las mujeres a las cuales no dejaba de mirar, Samatha y Luciana, o eran Melinda y Anastasia...El caso es que trataría de averiguar a que se dedicaba y ese tipo de cosas para saber si era un hombre interesante. En caso de que no ganará le acompañaría al exterior y le invitaría a una copa y charlaría para sonsacarle el truco que uso.

¿La banca nunca perdía? No, yo era el único que nunca perdía.

Me quedé pensando y mirando a aquél tipo mientras meditaba su proposición. Era algo extraño pues no le preocupaba quedarse sin dinero al apostar de aquella manera.

-No, no es eso..... pensé

No creía que el dinero fuese problema para un hombre que iba tan bien vestido y acompañado por un mayordomo, quería algo mas de mí, algo que su razón no le había podido explicar.

- Acepto su trato señor.......

Era evidente que aquél hombre quería saber el método que estaba utilizando para ganar casi siempre. Se había percatado de mis apuestas bajas y estaba intentando sonsacarme el truco con el cual podía ganar a voluntad. El problema no era si llegaba a descubrirlo o no, el problema radicaba en su simple identidad, al no saber quién era aquél tipo, no podía sopesar si corría un riesgo de tal envergadura que el resultado fuese desastroso para mi persona.

Había sido muy precavido y minucioso en ocasiones anteriores pero si no hubiera aceptado aquella apuesta, en cierta manera estaría traicionando mi forma de ser, de ninguna manera me hubiera negado. Si después de aquello resultaba ser un tipo peligroso, ya pensaría en la manera de escaparme.

- Verá señor, apostaré al número 15. Como hombre culto que parece le diré algo más, voy a girarme cuando tiren la bola para que pueda depositar un poco más de confianza en mi. Dije mientras le miraba a los ojos.

El joven chasqueó los dedos y su mayordomo apostó la cantidad que había prometido en fichas. Aquel hombre parecía tener una edad que rondaba los 60-70 años y aún así cargaba con muchas cosas además de con las fichas que en ese instante se encontraban en la mesa. La proposición de aquél hombre tenía bastantes puntos buenos en lo referente a ganar. Mataría dos pájaros de un tiro pues podría disfrutar de preciosas damas además de ganar dinero que era lo que en un principio había ido a hacer allí. Y por si fuera poco nadie sospecharía de aquél dinero ya que provenía de un hombre extremadamente rico por lo que mi decisión se encontraba más del lado de ganar aquella apuesta.

El crupier lanzó la bola y en ese mismo instante antes de que la bola cayese visualicé aquella bola plateada y el número 15 de la mesa. Acto seguido me dí la vuelta y comencé a contemplar a dos bellas jóvenes que miraban desde la barra toda la expectación que aquél joven había causado debido a su apuesta. Comencé a pensar una y otra vez en si había sido buena idea aceptar el trato de aquél joven, ahora no había vuelta atrás, podía hacer que la bola cayese en la casilla que yo le había indicado o podía pasar lo contrario. Esa era mi única acción posible en aquél momento.El ruido que la bola producía al girar sobre la ruleta se volvió cada vez mas tenue hasta que un "clonck" me avisó de que la bola se había detenido. Se hizo un silencio en aquella mesa en la que tantas personas agrupadas se encontraban. Miré al joven con un tono serio y le dije:

- Y bien, ¿He tenido suerte?

No hacía falta esperar a que el resultado de la bola fuera el susodicho por aquel bufón de circo para saber que había truco, la primera demostración fue que se pensará la oferta. El mero hecho de oír aquella oferta, habría sido suficiente para un ludópata con racha de buena suerte. Creía estar enfrente del primer jugador de ruleta precavido que había conocido. Aquello me gustaba, un hombre prudente, era un buen comienzo.

La bola comenzó a rodar y a rodar por la ruleta, si ciertamente era una ruleta. Pero como sabía el hombre la casilla, tal vez fuera mantra. No, por que había hecho la predicción antes del movimiento. Debería tenerlo a un nivel muy superior, y gente de esos niveles no solía deambular por otro lugar que no fuera el Grand Line. Miré la trayectoria de la mesa y de la bola, ambos movimientos tenían potencia, pero desaceleraban a una velocidad anormal. En especial en la última vuelta, la ruleta y la bola parecían haberse de una forma forzada. Al parecer no estaba ante un genio de la física y un matemático estadística de gran fortuna, esta contra un usuario de una fruta paramecia aventuraría a decir. El hombre no tenía ningún cambio físico aparente, tampoco parecía ser una logia de gas puesto que el aire no se había enrarecido lo notaba con mi olfato, además sabiendo que las paramecias eran las frutas más comunes me llegó a dar esa conclusión.

-Bueno ha acertado usted, me temo que toca la hora de su premio acompáñeme por favor, mi compañero Wilfred se encargará de la tasación de fichas a monedas. Y no, no se preocupe mi honra y mi palabra valen mucho más que 2 millones de berries y cuatro fulanas - respondí yo con cierto tono déspota a los cuales estaban ya más que acostumbrados por aquellos lares -Wilfred, puedes gastarte mi parte en lo que usted crea conveniente, le veré mañana a la hora de siempre ya le dejaré una nota diciendo a la hora que deseo levantarme- finalicé ordenando a mi mayordomo.

Tras eso me dirigiría a la sala vip, con mi acompañante pidiendo a aquellas alegres mujeres que nos acompañarán. En realidad no estaba interesado en las mujeres, ni mucho menos en como un bufón se ponía las botas con una pareja de mujeres, a pesar de que eso diera para una novela erótica extravagante. No, estaba ahí para disfrutar de la vida con un desconocido que podría tener un método efectivo para matarme sin dejar sospecha Todo podría acabar como un accidente de un joven noble egocéntrico que le gustaba exprimir todos y cada uno de  los placeres de la vida. Tras entrar en una sala privada con la mujeres que hubiera elegido el acompañante sacaría bolígrafo y una libreta con un billete dentro, anotando en este último una instrucción para el camarero tratando de que las copas del acompañante estuvieran más cargadas mientras que las mías solo fueran un simple refresco.

-Disculpe mi descortesía pero soy Friederich, Sir Lanxerot para el mundo, Lanxe para los amigos. Así que dígame afortunado jugador, cual es su nombre y su oficio- le pregunté a la vez que guardaba la libreta con el billete debajo de la otra manga y hacia el gesto de llamar al camarero -Un martini y lo que quiera el compañero, aunque espero que no abuse de su anfitrión- contesté jocoso.

Luego analizaría todos sus movimientos con rigor científico, tal como había aprendido de mis libros de filosofía y psicología. El estudia del ser humano y su racionamiento, simplemente apasionante, aunque sin duda no tanto como el estudia a un ser humano tan perfecto como yo.

- Podeis llamarme Ryan, dije con tono suave.

La escena merecía la pena ser vista, yo estaba sentado con dos mujeres a cada lado mientras aquél hombre no paraba de mirarme para ordenar unas cuantas copas y continuar hablándome. La verdad es que no me había fijado debido a que no me había acercado mucho a él, ni siquiera en la mesa de apuestas, por pura precaución. Ahora que aquél individuo con un nombre bastante extraño se encontraba frente a mi podía apreciar mejor su estatura. ¿Habría estado drogado? Aquél hombre era enormemente alto, increíblemente, exageradamente..... No había visto nunca nada parecido pero claro, esta era la primera vez que salía de la isla en la que había nacido, aún me quedaban por ver innumerables osas incluso más sorprendentes que mi nuevo amigo Lanxe, estaba convencido de ello.

- Con respecto a mi profesión.... Podría decirte que soy jugador profesional pero veo que no eres un hombre con un cerebro diminuto. Primero por tu título de noble, ese Sir chirría demasiado, no iría exhibiendo ese título por los barrios bajos. Segundo sabías de sobra el resultado de nuestra apuesta pero aún no eres lo suficientemente perspicaz como para saber cómo lo he hecho. Pero por tu mirada estas analizándome muy exhaustivamente por lo que aún no te has dado por vencido..... Me gusta esa actitud. Mi verdadera profesión es mas impactante por mi aspecto pues nadie se toma enserio a un médico que parece un arlequín.

El camarero trajo las bebidas durante el trascurso de nuestra charla. Parecía que aquél tipo me había invitado a beber bebidas de clase mientras él bebía porquería que no colocaría ni a un niño de 5 años.

- Intentaré ser lo más gentil posible con este comentario, le dije mientras me disponía a beber.
No debería beber esa porquería, usted me ha invitado a mi a beber estas exóticas y caras bebidas y no esta probando ni una gota de esta exquisita bebida. Ahora de la misma manera que usted Lanxe me ha invitado a beber, yo le ofrezco que me acompañe bebiendo de la misma bebida, seguro que alguien como usted es perfectamente capaz de apreciar una buena bebida, dije mientras le cedía la primera copa.

Aquellas dos mujeres se estaban poniendo juguetonas por momentos pero yo no iba a hacer nada hasta que la relación con aquél individuo se estabilizase y pudiera asegurarme de que no corría peligro alguno.

El hombre respondió muy perspicaz e incluso pareció sorprenderse de mi altura. Aún así hizo un buen análisis, de hecho, seguramente yo no podría haberlo hecho mejor. Mi sonrisa fue aumentando “in cresendo” según oía cada palabra que salían de aquellos vistosos labios. -Increíble, maravilloso, simplemente único- pensaba mientras admiraba la inteligencia y perspicacia del sujeto.

Era un sujeto peligroso y el hombre también se había percatado incluso de mis planes, algo que sinceramente me gustó, aunque también mi infligió un terrible terror. Cada vez que lo pensaba, cada palabra que decía me enfurecía más..todo había comenzado siendo una conversación amena pero aquel maldito ludópata me había calado por completo, y eso me enfurecía.

Vi como aquel hombre, aquella encarnación de Socrates, me ponía contra las cuerdas. Era listo se ocultaba bajo la apariencia de un payaso de circo un hombre increíblemente culto, prudente con una gran capacidad de calculo. Aquello se tornaba peligroso, aunque tal vez lo mejor sería dejarlo, aunque no si antes intimidar al sujeto, agarrando el vaso que me ofrecía como la cicuta ofrecida a Socrates el día de su ejecución y la bebía de un trago, sin inmutarme, mientras cambiaba completamente la expresión de mi cara adquiriendo forma más agrias, agresivas y diabólicas.
La bebida sabía tan fuerte que había abandonado aquellas tonalidades suaves y dulces que caracterizaban aquellas bebidas. Tras beberlo, apreté el vaso opaco de tal forma que acabé por romperlo, quebrándolo y cortándome la mano.

-Estoy cansado Ryan- le dije mientras le enseñaba la mano que cicatrizaba rápidamente de una forma carente de humanidad -Incluso lo inmortales nos cabreamos de vez en cuando-le susurré mientras me giraba recogiendo los abrigos del guardarropa -Por cierto, mañana por la mañana visítame, estaré esperando en la Calle de Briss nº 35, hasta entonces disfruté de su victoria- le dije mientras le arrojaba un fajo de tres millones de berries, la calderilla que llevaba en ese momento encima.

Y con eso me marché sin mirar atrás, cogiendo el coche dirección a la mansión de la montaña.