Reto - Kaede vs Jallial

Aquella isla parecía anclada en el pasado, dinosaurios allá donde mirara, plantas que se creían extintas, y animales nunca antes vistos. Pero lo más peligroso en aquel extraño lugar, era yo.

Dicen que los animales saben reconocer a un depredador, y al parecer, era cierto. Los animales más machitos trataban de intimidarme, hasta que me miraban a los ojos. Entonces, veían la muerte pasar ante sus ojos, y el miedo los invadía. Unos huían despavoridos, otros se quedaban en el sitio temblando, y otros, por puro miedo, se lanzaban a morderme. Los animales asustados eran impredecibles, a fin de cuentas. Los pobres murieron demasiado jóvenes.

Tras unos minutos deambulando por aquel insólito paraje, llegue a una extraña estructura. Parecía una montaña, pero se podía discernir una especie de esqueleto. ¿Acaso eso fue hace tiempo un inmenso bicho? No importaba, ya estaba decidido a entrar a investigar aquel lugar. Los diplodocus rodeaban aquel sitio, así que para llegar tuve que hacer gala del sigilo. Pese a no ser carnivoros, esos bichos eran muy territoriales, y su gran número y tamaño podría suponer un problema.

En cuestión de minutos estaba plantado ante la entrada de aquella cueva, y no lo dude un segundo. Entre, sin temor alguno, convencido de encontrar algo divertido allí dentro. Aunque no era yo quien movía mi cuerpo realmente, aquella conciencia seguía siendo la que me impulsaba a seguir.

La cabeza me dolía... eché la mano sobre ella y la tenía levemente hinchada. El golpe había sido duro. Miré hacia arriba y vi las copas de los árboles, me giré un poco y hacia un lado vi una especie cueva. Quizás debiese levantarme pero el cuerpo me dolía; ah si, ya recuerdo el porqué.

Había llegado a Little Garden en cuestión de horas en un pequeño bote. La intención de venir a esta isla era investigar sobre los animales o cualquier cosa antigua, a pesar de que yo no me dedicase a eso era uno de mis hobbys, siempre dispuesta a aprender.

El caso es que me había adentrado demasiado en el bosque y tan solo iba acompañada de Reisei y Arashi, mis pistolas. Sin darme cuenta al pisar unas ramas había llamado la atención de un par animales salvajes y como no, tuve que escapar. No era tan fuerte como para enfrentarme a ellos y seguramente me siguiesen por el olfato. Corría y corría por el bosque hasta sin mirar hacia atrás y esquivando todo tipo de árboles u objetos que dificultasen el paso hasta que llegué a un pequeño barranco extraño. Resbalé y caí, pero al menos los animales no me siguieron.

Y así fue como terminé en un lugar como ese, me levanté tambaleándome un poco pero recobré la compostura y me adentré en ella. Las cuevas siempre me llamaban la atención. Avancé y unos segundos después me paré. Había escuchado un ruido y me giré. Ante mi había un hombre de pelo blanco, y saqué mis pistolas apuntándole. Estaba desconfiada, no es que fuese débil sino que yo también tenía mis miedos, sobre todo porque era una isla sin habitar y encontrar a gente era extraño.

Se oía un ruido, eran como pisadas. Parecía ser alguien liviano a juzgar por el tipo de pisadas. Para no ser descortés, me levante y me dirigí hacia aquel sonido, pero no pensaba presentarme sin mas ante quien fuera que entraba, de modo que desenvaine mi espada, agarrándola por la cruceta como acostumbraba a hacer, con el filo de ella hacia delante, y me encamine en frente de la muchacha.

Era una joven rubia armada con dos pistolas, que parecía perdida. Que pena, para ella, perderse en un lugar donde yo me había perdido con anterioridad. La mire de arriba abajo y establecí la comunicación de la forma mas simple posible.

-Oh... -Dije sonriendo al verla mientras llevaba mi mano libre a mi nuca, sin dejar de mirarla atentos a cualquier posible movimiento. -Parece que un pollito se ha escapado del nido, y ha ido a parar a la boca del lobo... -El color amarillo de su pelo y mi forma animal conformaban la metáfora perfecta del pollito en la boca del lobo, aunque ella no entendiera tan profundamente mis palabras. -¿Que te trae por mi isla, jovencita? -Ni era mi isla ni me interesaba lo mas mínimo que hacia ella aquí, pero aquella joven tal vez pudiera quitarme el aburrimiento y, con suerte, darme algo interesante que hacer en aquella piedra anclada en las mareas del tiempo conocida como Little Garden. Y si no, en el peor de los casos, sería un buen calentamiento antes del salir a cazar a aquel grupo de diplodocus.