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Akuma no mi
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Límite de tiempo : Sin fecha límite.
Escenario : Jaya no tiene ningún gobierno, así que los piratas frecuentan este lugar, es un paraíso para los piratas más despiadados. La isla esta dividida en dos mitades, al este Mock Town la "Ciudad del Ridiculo" y al oeste South Grave, un profundo bosque repleto de extrañas criaturas.
Turnos :
- Número aleatorio (1,2) : 1
2 - Empieza Kogato.
Condiciones :
- Con posibilidad de muerte.
- La experiencia común.
- Sin salto de turno.
Ichimura Hachiro
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La ciudad del ridículo... un lugar frecuentado por piratas y criminales de toda clase. Shun tenía suerte de no ser un cazador famoso, pues no quería buscarse problemas con nadie. Prefería pasar desapercibido hasta encontrar a la persona que venía buscando. Un asesino de cientos de inocentes al que aun no había podido matar porque contaba con la protección del Gobierno. Sin embargo, ahora era un criminal buscado, y podía ir a por él abiertamente. Sus contactos le habían alertado de que el ex-agente se dirigía a Jaya, así que se había adelantado a él viajando hasta la isla en forma de viento. No tenía intención de perseguirlo a lo largo del océano, se enfrentarían en aquella misma ciudad. Bien terminase con su muerte o con la captura de Kogáto, aquello acabaría allí. Se le había escapado una vez. No habría una segunda.
El samurai estaba sentado encima de un tejado, meditando. Llevaba su kimono azul y un sombrero estilo kasa. Junto a él reposaban dos armas: una katana y una wakizashi. La katana tenía la funda y la empuñadura blancas, mientras que las de la otra arma eran azules. Estaba mentalizándose para la dura batalla que le esperaba. Había escuchado terribles hazañas por parte de aquel hombre, y sabía muy bien que era bastante posible que saliese mal parado. Pero lucharía hasta la muerte, para bien o para mal. Ya no era un ronin. Volvía a ser un samurai, y tenía un señor y un honor que proteger. Si era derrotado, estaría deshonrando a Alex-sama. Y la única forma de restaurar ese honor sería con la derrota de aquel hombre o su propia muerte, ya fuese en combate o por el seppuku. Sabía muy bien todo eso, y estaba listo. Ya no tenía nada que perder desde hacía años, y eso lo convertía en un enemigo terrible. Su mujer, su hijo, sus padres... todo se había consumido entre las llamas que habían borrado del mapa su ciudad. Las cosas que le importaban habían desaparecido por culpa de gente como Kogáto.
Y sin embargo, ahora tenía algo nuevo que proteger: el honor de su señor. Esos dos hechos combinados, que lucharía protegiendo el honor de alguien preciado para él y que no le importaba morir, harían que estuviese dispuesto a tomar medidas extremas. Se aseguraría de derrotarlo, y de llevárselo a la tumba con él en caso de morir. El samurai respiró hondo, se levantó recogiendo sus armas y se las ajustó al cinto. Entonces miró al horizonte. Presentía que el momento estaba cerca. Pronto combatirían. Levantó su mano derecha y se ajustó las gafas, haciéndolas destellar brevemente en el proceso. Era la hora de la verdad. Era la hora de la caza.
- Hoy es el día que pagarás por tus actos, Kogáto... o mejor dicho Jin Surfer. Acabaré contigo.
El samurai estaba sentado encima de un tejado, meditando. Llevaba su kimono azul y un sombrero estilo kasa. Junto a él reposaban dos armas: una katana y una wakizashi. La katana tenía la funda y la empuñadura blancas, mientras que las de la otra arma eran azules. Estaba mentalizándose para la dura batalla que le esperaba. Había escuchado terribles hazañas por parte de aquel hombre, y sabía muy bien que era bastante posible que saliese mal parado. Pero lucharía hasta la muerte, para bien o para mal. Ya no era un ronin. Volvía a ser un samurai, y tenía un señor y un honor que proteger. Si era derrotado, estaría deshonrando a Alex-sama. Y la única forma de restaurar ese honor sería con la derrota de aquel hombre o su propia muerte, ya fuese en combate o por el seppuku. Sabía muy bien todo eso, y estaba listo. Ya no tenía nada que perder desde hacía años, y eso lo convertía en un enemigo terrible. Su mujer, su hijo, sus padres... todo se había consumido entre las llamas que habían borrado del mapa su ciudad. Las cosas que le importaban habían desaparecido por culpa de gente como Kogáto.
Y sin embargo, ahora tenía algo nuevo que proteger: el honor de su señor. Esos dos hechos combinados, que lucharía protegiendo el honor de alguien preciado para él y que no le importaba morir, harían que estuviese dispuesto a tomar medidas extremas. Se aseguraría de derrotarlo, y de llevárselo a la tumba con él en caso de morir. El samurai respiró hondo, se levantó recogiendo sus armas y se las ajustó al cinto. Entonces miró al horizonte. Presentía que el momento estaba cerca. Pronto combatirían. Levantó su mano derecha y se ajustó las gafas, haciéndolas destellar brevemente en el proceso. Era la hora de la verdad. Era la hora de la caza.
- Hoy es el día que pagarás por tus actos, Kogáto... o mejor dicho Jin Surfer. Acabaré contigo.
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Akuma no mi
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- Recibido, tendré cuidado hermano. Estoy enterado sobre lo de ese torneo, seguramente esté por los alrededores, ya te haré una señal llegado el momento con mi nueva identidad, debo aprender a ocultar mi presencia al mantra.
El moreno colgó el caracol y pegó un suspiro mientras observaba como el barco en el que viajaba llegaba ya a puerto. Se puso su máscara blanca, la cual le tapaba toda la cabeza. A su lado estaba su enorme tigre, Feng. Vestía con una sudadera azul y un pantalón negro, además de unas sandalias de madera. En su mano derecha se hallaba su guadaña blanca y una cadena de acero la ataba a su brazo derecho, era una ciudad peligrosa y no pensaba separarse de su arma. Con su haki de observación activado, salió a la cubierta y de ahí al puerto. Ahora que su cabeza valía tanto dinero, estaba totalmente seguro de que muchos hombres irían tras él, no se fiaba de nadie y cualquier persona que se acercase a él moriría. Como mucho permitiría a los camareros para tomarle nota, tampoco creía que nadie tuviera valor de acercarse o hablarle, el tigre le seguía en todo momento, manteniendo la calma y relamiéndose despacio con total tranquilidad.
- Bueno ahora deberemos buscar un lugar para instalarnos Feng, no será nada fácil estar en este lugar pero al menos estamos a salvo de la marina y los agentes del CP.
Mencionó ahora mientras salía del lugar, de repente vio a unos tipos con máscaras de jabalí observándole, eso era demasiado raro. Encima había un tipo sobre un tejado pero no alcanzaba a verle el rostro, aquellos hombres le señalaron y no tardaron mucho en coger palos y caminar hacia él. Serían los típicos ilusos creyendo poder cogerlo y entregarlo a algún mercenario a cambio de una buena suma, en cuanto el enmascarado prendió su cuerpo en llamas, aquellos payasos retrocedieron elevando la mano a modo de saludo y expresando que no querían líos. Al ver el fuego se habían asustado y eso estaba claro, ahora se quedó observando al hombre del sombrero de forma calmada, se acercó un poco hasta quedar a unos seis metros pero en el suelo. Alzó la cabeza y puso una voz seria mientras le dirigía la palabra de forma calmada.
- Estoy buscando una posada dónde pueda dormir tranquilo sin preocuparme de gente que pueda joder a un hombre con alta recompensa. ¿Conoce algún sitio así señor?
El animal se quedó observando también mientras el enmascarado permanecía quieto y callado observando a aquella persona. Ahora debía buscar un buen lugar dónde quedarse para entrenar un poco y planear algo grande en contra del gobierno, iba a asistir al torneo y quería hacerlo con una nueva identidad
El moreno colgó el caracol y pegó un suspiro mientras observaba como el barco en el que viajaba llegaba ya a puerto. Se puso su máscara blanca, la cual le tapaba toda la cabeza. A su lado estaba su enorme tigre, Feng. Vestía con una sudadera azul y un pantalón negro, además de unas sandalias de madera. En su mano derecha se hallaba su guadaña blanca y una cadena de acero la ataba a su brazo derecho, era una ciudad peligrosa y no pensaba separarse de su arma. Con su haki de observación activado, salió a la cubierta y de ahí al puerto. Ahora que su cabeza valía tanto dinero, estaba totalmente seguro de que muchos hombres irían tras él, no se fiaba de nadie y cualquier persona que se acercase a él moriría. Como mucho permitiría a los camareros para tomarle nota, tampoco creía que nadie tuviera valor de acercarse o hablarle, el tigre le seguía en todo momento, manteniendo la calma y relamiéndose despacio con total tranquilidad.
- Bueno ahora deberemos buscar un lugar para instalarnos Feng, no será nada fácil estar en este lugar pero al menos estamos a salvo de la marina y los agentes del CP.
Mencionó ahora mientras salía del lugar, de repente vio a unos tipos con máscaras de jabalí observándole, eso era demasiado raro. Encima había un tipo sobre un tejado pero no alcanzaba a verle el rostro, aquellos hombres le señalaron y no tardaron mucho en coger palos y caminar hacia él. Serían los típicos ilusos creyendo poder cogerlo y entregarlo a algún mercenario a cambio de una buena suma, en cuanto el enmascarado prendió su cuerpo en llamas, aquellos payasos retrocedieron elevando la mano a modo de saludo y expresando que no querían líos. Al ver el fuego se habían asustado y eso estaba claro, ahora se quedó observando al hombre del sombrero de forma calmada, se acercó un poco hasta quedar a unos seis metros pero en el suelo. Alzó la cabeza y puso una voz seria mientras le dirigía la palabra de forma calmada.
- Estoy buscando una posada dónde pueda dormir tranquilo sin preocuparme de gente que pueda joder a un hombre con alta recompensa. ¿Conoce algún sitio así señor?
El animal se quedó observando también mientras el enmascarado permanecía quieto y callado observando a aquella persona. Ahora debía buscar un buen lugar dónde quedarse para entrenar un poco y planear algo grande en contra del gobierno, iba a asistir al torneo y quería hacerlo con una nueva identidad
Ichimura Hachiro
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Sus ojos relampaguearon con ira al ver a su objetivo. Efectivamente... Kogáto Uchicha estaba allí. Era hora de acabar con su miserable existencia. Era un hombre sin honor, así que no tenía que molestarse en atacarle honorablemente. Si podía, lo asesinaría allí mismo sin lanzar un reto previo. ¿Quién iba a reprochárselo? Sólo merecían su duelo de honor las personas honrosas. Aquel ser ni siquiera era un hombre... era un animal rabioso que debía ser sacrificado antes de que mordiese a más personas. Sin embargo, si se rendía lo capturaría. No iba a dar muerte a un hombre lo bastante cobarde como para renunciar a su honor suplicando por su vida. No... no se merecería tal honor. La muerte en batalla estaba reservada a los grandes guerreros. Se acercó al borde del tejado y observó la situación: unos tipos intentaban acercarse a Kogáto para atacarlo. Sin embargo, una mirada airada del criminal y unas llamaradas bastaron para intimidarlos. No era un rival cualquiera... debería ser cuidadoso, veloz y preciso. Activó su mantra y se preparó para el ataque.
- Di adiós, Surfer...
Al criminal lo acompañaba un animal, un hermoso tigre de gran tamaño. No quería herir a tan magnífico ejemplar de ser posible (además de que no tenía la culpa de los crímenes de su amo), así que intentaría acabar rápido el combate. Tomó aire y compuso mentalmente cuatro melodías. Para aquel ataque emplearía una versión mejorada de la técnica con la que intentó asesinarle la primera vez. La anterior vez había enviado en su dirección una corriente de viento cortante atacando a puntos débiles. Esta vez, sería el propio aire que lo rodeaba su rival. Shun no generaría viento ninguno; emplearía una melodía de verano para controlar los que rodeaban a Kogáto para atacarle, y a continuación una melodía de otoño para volverlo en veloces ráfagas de aire cortante a más de quinientos kilómetros por hora. Apuntaría con estas a sus extremidades y al cuello. Terminado eso, lo envolvería con una melodía de primavera en una cúpula de aire pseudo-sólido para capturarlo, y con una melodía de invierno generaría un vendaval que arrastraría la cúpula (o al propio Kogáto, si lograba escapar de esta) hacia los aires y la llevaría hacia el mar. Pelearía sobre las aguas, en un escenario donde él tendría una clarísima ventaja estratégica y donde nadie inocente se vería envuelto (si es que había inocentes en aquella ciudad). Corría el riesgo de que el cadáver cayese a las aguas, pero esperaba poder recogerlo en el aire con viento al vencer. Con una expresión seria, comenzó a silbar las melodías. Se centraría totalmente en aquello para que no hubiese error alguno; si el criminal escapaba a alguno de sus ataques, empelaría la melodía de verano para continuar con los siguientes con el aire que le rodease. Y una vez el vendaval lo estuviera arrastrando al mar, comenzaría a volar tras él. "Ni siquiera el kamisori de un agente del CP puede competir con la fuerza de una tormenta. Podrá mantenerse en el aire... pero difícilmente podrá competir contra lo que se le viene encima."
Gran Sinfonía de las Cuatro Estaciones [AMF]
- Di adiós, Surfer...
Al criminal lo acompañaba un animal, un hermoso tigre de gran tamaño. No quería herir a tan magnífico ejemplar de ser posible (además de que no tenía la culpa de los crímenes de su amo), así que intentaría acabar rápido el combate. Tomó aire y compuso mentalmente cuatro melodías. Para aquel ataque emplearía una versión mejorada de la técnica con la que intentó asesinarle la primera vez. La anterior vez había enviado en su dirección una corriente de viento cortante atacando a puntos débiles. Esta vez, sería el propio aire que lo rodeaba su rival. Shun no generaría viento ninguno; emplearía una melodía de verano para controlar los que rodeaban a Kogáto para atacarle, y a continuación una melodía de otoño para volverlo en veloces ráfagas de aire cortante a más de quinientos kilómetros por hora. Apuntaría con estas a sus extremidades y al cuello. Terminado eso, lo envolvería con una melodía de primavera en una cúpula de aire pseudo-sólido para capturarlo, y con una melodía de invierno generaría un vendaval que arrastraría la cúpula (o al propio Kogáto, si lograba escapar de esta) hacia los aires y la llevaría hacia el mar. Pelearía sobre las aguas, en un escenario donde él tendría una clarísima ventaja estratégica y donde nadie inocente se vería envuelto (si es que había inocentes en aquella ciudad). Corría el riesgo de que el cadáver cayese a las aguas, pero esperaba poder recogerlo en el aire con viento al vencer. Con una expresión seria, comenzó a silbar las melodías. Se centraría totalmente en aquello para que no hubiese error alguno; si el criminal escapaba a alguno de sus ataques, empelaría la melodía de verano para continuar con los siguientes con el aire que le rodease. Y una vez el vendaval lo estuviera arrastrando al mar, comenzaría a volar tras él. "Ni siquiera el kamisori de un agente del CP puede competir con la fuerza de una tormenta. Podrá mantenerse en el aire... pero difícilmente podrá competir contra lo que se le viene encima."
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El criminal se quedó mirando a aquel hombre frunciendo el ceño, ya sabía que ese tipo atacaba a traición pero no se lo iba a reprochar, él era mucho peor. Saltó hacia atrás para alejarse lo más rápido posible cuando su máscara explotó literalmente debido a algo que el moreno desconocía, usó el tekkai kempo y el haki para protegerse de posibles ataques y notó varios cortes en sus extremidades. No llegaron a ser letales por su técnica defensiva pero aún asó no eran cosa de broma, soltó un quejido mientras su rostro quedaba al descubierto y empezó a notar aquella cúpula rodeándole. “Maldición, no me he recuperado de las heridas del líder del cp9… si peleo en mi estado un mínimo golpe en el torso me abrirá las heridas” Después de observar como la cúpula se cerraba, el criminal pegó un suspiro y se quedó sentado en el centro, observando al cazador.
- Cuanto tiempo, y yo que pensaba que ibas a ser bueno conmigo. Recuerdo que podría haberte hecho un criminal al poner precio a tu cabeza, no estoy en estado de pelear. Vámonos cuando quieras jejeje…
- Cuanto tiempo, y yo que pensaba que ibas a ser bueno conmigo. Recuerdo que podría haberte hecho un criminal al poner precio a tu cabeza, no estoy en estado de pelear. Vámonos cuando quieras jejeje…
Ichimura Hachiro
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Shun enarcó una ceja, sorprendido. ¿Así de fácil? ¿Ya se había entregado? Era posible que fuese alguna estratagema, así que creó esposas de aire pseudo-sólido silbando una melodía de primavera, y las dirigió a los brazos y piernas del criminal. No se iba a andar con tonterías. Elevó la prisión de viento en el aire y se acercó con su mantra activado. No acababa de fiarse. Sin embargo, dado que se había rendido, no lo mataría.
- Veo que has comprendido tu situación - dijo, con voz áspera - Bien. Eso facilitará las cosas, y no tendré que manchar mi katana con tu sangre.
Se empujó las gafas hacia arriba con un dedo, haciéndolas destellar y colocándoselas bien, y dio un silbido de nuevo. Una ráfaga de aire comenzó a empujar la cúpula hacia el horizonte, y el cazador comenzó a volar en forma de viento sobre esta, un metro por encima y dos por detrás. En una posición perfecta para reaccionar a un intento de fuga. Pronto estarían sobre el mar, donde tendría ventaja si el criminal intentaba escapársele de las manos. Acompañados por un fuerte ruido como de un vendaval, ambos hombres se alejaron de la isla.
- Ya es tarde para ti, pero aun estás a tiempo de recuperar tu honor. Hazte el seppuku y muere como un auténtico hombre - dijo el samurai, ceñudo.
Aunque fuese un criminal y un asesino, todo hombre debía tener la oportunidad de redimirse y recuperar su honor. Como él la había tenido. Y para alguien como Kogáto sólo quedaba una salida posible.
- Veo que has comprendido tu situación - dijo, con voz áspera - Bien. Eso facilitará las cosas, y no tendré que manchar mi katana con tu sangre.
Se empujó las gafas hacia arriba con un dedo, haciéndolas destellar y colocándoselas bien, y dio un silbido de nuevo. Una ráfaga de aire comenzó a empujar la cúpula hacia el horizonte, y el cazador comenzó a volar en forma de viento sobre esta, un metro por encima y dos por detrás. En una posición perfecta para reaccionar a un intento de fuga. Pronto estarían sobre el mar, donde tendría ventaja si el criminal intentaba escapársele de las manos. Acompañados por un fuerte ruido como de un vendaval, ambos hombres se alejaron de la isla.
- Ya es tarde para ti, pero aun estás a tiempo de recuperar tu honor. Hazte el seppuku y muere como un auténtico hombre - dijo el samurai, ceñudo.
Aunque fuese un criminal y un asesino, todo hombre debía tener la oportunidad de redimirse y recuperar su honor. Como él la había tenido. Y para alguien como Kogáto sólo quedaba una salida posible.
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