Theo vs la revolucionaria kawaii(?)

Límite de tiempo: Sin fecha límite.

Condiciones:
-Si Theo gana se queda el por ciento de recompensa que corresponda a su rango

-Daños on-rol

Escenario:
Jaya no tiene ningún gobierno, así que los piratas frecuentan este lugar, es un paraí­so para los piratas más despiadados. La isla esta dividida en dos mitades, al este Mock Town la "Ciudad del Ridiculo" y al oeste South Grave, un profundo bosque repleto de extrañas criaturas. Ha cambiado un poco, remember this.

Comienza Theo.

Cogió una pequeña piedra de la orilla del lago y la tiro contra la superficie del agua, intentando que rebotara antes de hundirse. No tuvo el resultado que esperaba. Cogió otra... Se había arriesgado demasiado en la última misión, ofreciéndose para una encomienda que le venía grande, solo porque quería seguir buscando a su hermano. "Si algún día te crees preparada para afrontar la verdad, búscame." Esas eran las últimas palabras suyas que había leído. Pero las infiltraciones no eran lo suyo, era muy reservada y prefería estar sola o con un par de buenos y confiables compañeros. Y lo que era peor, la gente podía reconocerla. Nada más notar alguna mirada sospechosa se había ido al medio del bosque, donde no la encontraran a no ser que la buscaran abiertamente. ¿De verdad se habían dado cuenta al pasar por el pueblo de que su cara aparecía en algunos carteles de recompensa? Un disfraz hubiera sido buena idea, pero no le gustaba nada mentir. Bastante le estaba costando ya.

-No importa, tengo que volver -dijo con una fuerte, mas dulce voz. -Hay gente pasándolo mal en esta isla y no me puedo quedar aquí parada. -Emprendió el camino de vuelta por el bosque.

"Vamos, vamos, vamos." Una especie de ansiedad social iba aumentando a cada paso que daba y que la acercaba un poco más al pueblo. Por no querer hablar, no hablaba ni consigo misma en aquellos momentos. Se cruzó con un par de personas por el camino que seguramente iban al lago a pasar el rato; les sonrió y siguió mirando al suelo, en ese papel de chica tímida que se le daba tan bien interpretar. Tan bien como la vida misma. Empezaba a llegar al pueblo de nuevo. Cuadró los hombros y se irguió, mirando al frente, como si el mundo fuera suyo. Este era su trabajo, y aunque prefería la sinceridad ante todo, los valores y lo que creía correcto también jugaban un papel muy importante en su día a día. Si había que mentir, se mentía. Si había que fingir una seguridad que no existía... eso era más complicado y frágil. Poco después la pose altiva se desvanecía.

LLegó por fin. Cruzó un par de callejuelas intentando no destacar demasiado, para bien o para mal; la gente pasaba a su lado sin fijarse en ella y a pesar de todo, se había pasado el camino tanteando las dagas que llevaba en el cinturón. Por fin encontró la taberna en la que había estado antes, y fuera de ella, una chica... ¿reptil...? ¿qué era eso? Bueno, definitivamente alguien con pinta de estar bastante enfadado. Bajé la vista al suelo por enésima vez e intenté cruzar la puerta para llegar al interior del local.

No se esperaba que la dinosauria le cerrara el paso. Joder, qué miedo le daba ahora que la veía de cerca y que podría describir sus colmillos con todo lujo de detalles..

-Wowowo, ¿qué quieres? ¿Qué te he hecho yo? -dijo la pequeña revo alzando las manos, como diciendo que no quería problemas y fingiendo no entender nada, aunque suponía que... bueno... ya conocían su cara así que era un poco tarde. Y ahora mismo, huir ya no era una opción para ella, no podía serlo. Bajó las manos hasta su cintura mientras la ¿chica? decía que iba a asumir que se rendiría e iría con ella... No, no, no, tenía cosas que hacer, gente a la que ayudar, mandatos que cumplir. Tanteaba las dagas, debatiéndose entre atacar o irse dentro de la taberna.

No sabía qué era ese bastón, pero sabía que nada bueno, o al menos eso parecía por las chispitas que salían de su extremo. Se echó hacia un lado en cuanto vio que iba dirigida hacia ella, ayudándose de una daga para intentar desviar la trayectoria del bastón (tocándola por donde no había chispas, no fuera a ser que sus dagas condujeran toda la electricidad hacia ella). Escapó por un pelo, dejando detrás un olor a quemado. ¿Qué cojones? Su camiseta estaba en llamas y le quemaba la espalda; se apretó varias veces contra la pared para apagarla.

-¡Ay! Si quieres pelear alejémonos un poco. No sé a ti, pero a mí no me va eso de dañar gente inocente... -dijo enfadada y con las dagas en alto.

Ela frunció el ceño y apretó los dientes. Si hubiera usado el Just Ashes antes no se hubiera quemado la espalda y no habría perdido tanto tiempo, pero claro, todo a su alrededor, incluidos los civiles, estarían en llamas. La rabia la estaba carcomiendo. ¿Qué podía hacer que no supusiera un gran peligro?

-Bravucona... -murmuró. -Aún por encima de que no estaba intentando usarlo a mi favor; solo quería molestar lo menos posible.

Vio como la chica sacaba una bolita de su bolsillo y se la tragaba. En unos segundo ya era más lagarta que humana. ¿Qué era eso? Por desgracia, la pequeña revo no disponía de tiempo suficiente como para concentrar energía y aumentar su fuerza, así que tenía que improvisar. No esperó más, se movió a la máxima velocidad de la que era capaz para colocarse a la espalda del espantoso reptil, e intentar atacar de forma cruzada con las dagas (ambush). También activó el haki mantra. Ahora que se estaba moviendo a su alrededor quedaba desprotegida, y cualquier precaución era poca. Además, así quizás pudiera ver un punto débil que se le escapaba, un hueco en la defensa, aunque lo veía poco probable. A este paso tendría que atacar a lo loco y con todo a la vez. Y no le apetecía usar Gatsugga cuando había gente inocente de por medio. Hmmmm... Lo mejor sería que en la medida de lo posible intentara atraerla hacia fuera del pueblo.

¡Ugh, demasiado fuerte, demasiado lenta! Esta comparación no favorecía demasiado a Ela. Le había acertado en el brazo sin apenas hacerla sangrar; un error de a novata que todavía era a pesar de haber ascendido. Ni las dagas del mejor armero de la revolución podían hacer mucho contra la piel gruesa de aquel dinosaurio. Y por si fuera poco...

-¡Ahhh! -gritó Ela al ser golpeada con la enorme cola de reptil.

Se oyó un golpe fuerte y un sonido como de gravilla cayendo al suelo, pequeñas piedras desprendidas de la pared con la que su pequeño cuerpo había chocado. Por un momento no podía respirar. "S-si salgo de aquí... tendré moratones por todas partes..." Era lo poco que llegaba a razones. "¡No! Si salgo no, ¡he de salir!" Se levantó como pudo, apoyándose en la pared para no caer. La había dejado realmente magullada y empezaba a arder por dentro. Arder, arder... Cada vez apretaba más los puños, intentando concentrar la energía en el poco tiempo que tenía y... estalló en llamas (Just Ashes).

Ya no le importaba quién estuviera a su alrededor. Las llamas la lamían, pero no la quemaban, y aunque trataba de dirigirlas hacia la otra chica (o lo que quedaba de la chica que había sido), simplemente se dispersaban por doquier. ¿Cuánto aguantaría forzándose así? Tanteó las dagas una vez más... Se lanzó hacia el reptil una vez más.

Ela no podía ver a través de sus propias llamas. Todo lo que la envolvía era una amalgama entre rojiza o anaranjada, en la que curiosamente, no se quema y dentro de la cual solo podía distinguir vagamente la silueta del reptil. ¿A dónde apuntaría si no tenía un blanco concreto? Intentó orientarse, buscar alguna señal externa que le indicara exactamente el lugar en el que estaba y lo que había alrededor, pero no funcionaba. "Que pase lo que tenga que pasar."

-¡Aaaagh! -gritó, aunque seguramente sonó como un chillido infantil y no como un rugido de rabia.

Y así, gritando, se lanzaba a donde creyó que se encontraba la otra chica, en medio del fuego. Para cuando vio las chispas del extraño bastón supo que era un poco tarde para parar. No le quedaba más remedio, usaría Gatsugga con la esperanza de acertarle de alguna manera, teniendo en cuenta que en cuanto pusiera en práctica la técnica no sabría ni a qué le estaba pegando. Solo intentaría atravesarlo todo con sus dagas. No llegó a saber si la había alcanzado o no, si le había hecho un mínimo tajo en su dura piel de escamas.

Notó un tremendo calambrazo que recorría todo su cuerpo, un cuerpo del que había perdido el control y que sufría los espasmos causados por la corriente que pasaba a través de él. Después cayó al suelo, como si de un peso muerto se tratara. No podía moverse. Sentía que su cuerpo era una inesperada jaula, y que le costaba no dejarse caer en la inconsciencia.

"He... he fallado..." pensó mientras intentaba mirar a su adversaria y moverse, con escasos resultados. Y lo hubiera dicho, si no fuera porque le costaba articular palabras.

Reto finalizado~

Hoja actualizada~