Mar Álvarez
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Mar se encontraba corriendo de forma errática por las calles de la villa de Shimotsuki. Completamente privado de su raciocinio tras ser víctima de la ingestión de una droga, mezclada una pequeña taza de té, disuelta dejado atrás a su abuelo y a su hermano menor en la casa familiar. Todo lo que los iris color caramelo del muchacho apreciaban se tornaban en objetos desdibujados o faltos de una forma conocida, por lo que una simple valla podía parecer una montaña y un montón de hojas secas podía convertirse en una especie de caldo gigante. La sensación de desconcierto de no saber lo que estaba pasando le producía un aumento constante en su ansiedad, haciendo que esta a su vez aumentara el ritmo de su respiración y los latidos de su corazón hasta niveles cercanos a la taquicardia.
Las intensas espiraciones que hacía durante la carrera habían llegado hasta un punto en el que ensordecía al joven lugareño, por lo que era incapaz de escuchar lo que decían algunos monstruos que se encontraba por la calle. Así pues la desorientada trayectoria de cuatro kilómetros que había tomado el moreno lo llevó a cruzar los jardines de uno de sus vecinos, adentrarse en una pequeña zona boscosa y terminar por meterse de lleno con un lago que se encontraba cerca. Su duro y alocado correteo terminó en el instante que intentó de salir del agua en la que se había metido, chapoteando hasta encontrarse mirando de pleno hacia el cielo.
Entonces se quedó flotando en la superficie encarando la bóveda celeste, ausente de nubes, mientras contemplaba como esta era trastornada por la fluctuante aparición de algunos rayos de sol más potentes. Estos últimos bajo los efectos de aquel alucinógeno se comportaban como pequeñas llamaradas, que con formas irregulares dibujaban figuras abstractas en las retinas del mediano en edad de los Álvarez. La tranquilidad que transmitía el encontrarse en una postura relajada y no padecer alucinaciones tan fuertes propició a que Mar pudiera cerrar sus ojos por un instante – Así que estoy en el agua – Dilucidó a la vez que empezaba a mover sus piernas para moverse a lo largo del lago –. Bien – susurró el zagal con decisión al momento que decidió dejarse llevar por la inercia de su último impulso con los pies. Con el paso del tiempo, encontrándose en una situación anímica más habitual y manteniendo sus párpados bajos, pudo estar lo suficientemente tranquilo como para conciliar el sueño sin preocuparse por las visiones que estaba teniendo.
Una suave brisa acarició las mejillas y la nariz del moreno haciendo que abandonara su descanso, sin que abriera todavía sus ojos – Deben de ser las siete y veinte – afirmó para si mismo antes de abandonar su postura recostada. Una vez se encontró en una posición vertical repasó con sus pulgares las yemas de los otros dedos de sus manos para comprobar cuan arrugada debía estar su piel y al terminar con ello abrió sus ojos. Lo que pudo ver Mar fue una gran cantidad de agua rodeándolo, que a su vez se encontraba estancada entre unos salientes de tierra algo elevados y que a su vez aquel estero estaba rodeado por árboles que conocía – Tomando el cuenta la distancia que hay desde mi casa aquí y el tiempo que llevo en este estanque hace aproximadamente tres horas que abandoné mi casa – arguyó a la vez que braceaba hasta llegar a un pedazo de suelo en el que poder sostenerse y abandonar el lugar.
A aquellas horas del día y en esa época del año era normal que pequeñas corrientes sobaran con delicadeza todo a su paso. Esto último era el motivo por el que Mar se vio obligado a cruzar sus brazos y acariciar con fuerza los mismos para darse algo del calor que le estaba privando el tener un quimono húmedo en aquella situación – Por esto sólo no debería morir – sostuvo para autoconvencerse y hacer frente a los acontecimientos de aquel momento. Las palabras del moreno bien estaban también encaminadas como sus rápidos pasos ya que al poco rato pudo abandonar la zona boscosa que le impedía acceder al contacto con sus vecinos y todavía más favorecidas estuvieron al ser invitado por un conocido de la familia, que pasaba por la misma calzada con un faetón, a ser llevado a la casa principal.
El lugar donde se colocó Mar fue entre el cargamento del carruaje, usando una manta que había entre algunas cajas para taparse correctamente y protegerse de lo peligroso que era seguir con la ropa mojada en un clima fresco como lo era en aquel momento. Tras unos diez minutos de charlas triviales entre el conductor y el pasajero las ruedas del carricoche se detuvieron justo a pocos metros de la entrada al hogar del moreno. Dicha decisión fue tomada cuando el primero logró divisar que había bastante gente en el lugar junto a una actividad alarmante – ¿Qué ha pasado aquí? – preguntó el conocido de la familia a una de las personas que se acercó hacia él – Han asesinado al Señor Álvarez – anunció aquella persona como respuesta a la cuestión que le habían hecho –, se sospecha que fue Mar la persona que lo hizo al haber huido de la escena del crimen – manifestó la hipótesis que se estaba barajando concerniente a que en la muerte del anciano el principal sospechoso era uno de sus nietos – Gracias por informar – dijo agradecido el transportista con una sonrisa dibujada en su rostro –. En cuanto deje esta carga vengo a ayudar en lo que pueda – informó este último a su interlocutor antes de reanudar la marcha del vehículo que dirigía.
Únicamente se escuchaban las ruedas chirriar y el rodaje de las mismas sobre la tierra después de que el faetón pasara entre el tumulto de gente, con Mar escondido dentro de la manta y entre las cajas de la carga, pero de pronto se empezó a escuchar un ligero sollozo proveniente del interior del carro. El hombre que lo manejaba suspiró, cerró los ojos y descendió la posición de su cabeza tan pronto se dio cuenta de lo que pasaba – No creo que tengas nada que ver con la muerte de tu abuelo – opinó buscando empezar a reconfortar al chico que lloraba a sus espaldas –. Pero sí que vas a tener un montón de problemas si vuelves a casa ahora – expresó para que el moreno comprendiera la situación que se había asentado en su hogar. Tras aquellas palabras quedó pensativo, esperando una reacción por parte del joven – Te ayudaré a salir de la isla – consideró –. Debo bastante a tu familia por la ayuda que recibí al conseguir este trabajo, así que con esto podré devolver parte del favor – explicó al propio Mar antes de tomar un desvío hacia el sendero que llevaba a los muelles de la villa.
Una vez se llegaron al puerto el vehículo se quedó parado bastante cerca de la barca que pertenecía al mediano de la estirpe de los Álvarez para que en esa situación se pudiera descargar el contenido del carro necesario para ejecutar el plan de escape que había pensado el conductor para el hombre que parte de la isla estaba buscando en aquellos instantes. Aunque hubiera alguna gente haciendo guardia en el lugar no hubo razón de que el trabajo que hacía el transportista levantara sospecha alguna, puesto que bajaba algunas cajas a distintos barcos cercanos a donde había aparcado y realizaba comprobaciones a un supuesto listado. En la embarcación que utilizaría Mar como medio de escape dejó un par de arcones llenos de fruta y también el bulto que simulaba el cuerpo envuelto en una manta del muchacho. Estando este último todavía paralizado por la noticia de aquella defunción – Tengo entendido que has salido de vez en cuando a navegar por las noches – comentó por lo bajo el señor que le había acercado hasta ese lugar –, espero que en algún momento de esta puedas superar el bloqueo y salgas a toda prisa del lugar – terminó por aconsejar antes de abandonar la embarcación y despedirse con un suave gesto de su mano.
Mar se quedó sólo cuando pudo escucharse a lo lejos las ruedas del carruaje golpear los adoquines de la entrada al puerto local. Había dejado de llorar pero seguía conmocionado ante la experiencia que estaba viviendo. Su mirada perdida, con los ojos rojos y los párpados inferiores hinchados hacían que su rostro pareciese un poema. Los orbes color caramelo se posaron de frente a una pieza de madera que guardaba con recelo en aquella embarcación, la pipa de fumar de su abuelo, haciendo que el mismo reanudara los lloros al recordar los buenos momentos que había compartido con la persona que le había regalado aquello.
- … Y entonces con aquel arpón conseguía atravesar la piel de ese Rey del Mar pero parte del mango que tenía se quedó en mi mano... Con ese pedazo de madera mandé que hicieran esto... – Recordó parte de la historia que le había relatado su abuelo de cómo había creado aquel objeto. Este recuerdo hizo que el comportamiento del moreno cambiase y se moviese para alcanzar el arcón más próximo a él para tomar una pieza de fruta. En aquel momento necesitaba alimentarse para recuperar parte de las fuerzas que había perdido, no quería perecer ahí y las anécdotas de su antecesor le indicaban que no debería rendirse ante las adversidades. Con aquella reanimación pudo comer lo que había tomado en un periquete, ignorando por completo la forma del fruto o su desastroso sabor ante la idea de que no estuviera maduro del todo y que primara más el restablecimiento de sus fuerzas.
Después de haber llenado su estómago con algo de comida utilizó la ropa que encontró en el lugar para secarse mejor y vestirse una prenda de ropa que no le provocara ningún problema, aunque las posibilidades de tener un resfriado al día siguiente ya no se las quitaría nadie. Al acabar dirigió su mirada hacia el exterior para contemplar el cielo ya estrellado – Han de ser las diez – afirmó volviendo a hacer uso de su habilidad para saber la hora exacta de cada momento, aunque dada la inestabilidad anímica que sufría el joven tuvo que ayudarse mirando hacia el cielo. Llegado a ese punto en el que Mar ya podía pensar la cosas con más calma empezó a divagar sobre las cosas que podría hacer en ese momento – Supongo que el transportista tiene razón pero tampoco me gustaría dejar mi hogar por algo que yo creo no haber hecho... Aunque esas alucinaciones que tuve no me permiten recordar demasiado bien aquel momento – Se cuestionaba a la vez que daba algunas vueltas dentro de la embarcación.
Nuevamente fue una mirada al recuerdo de su abuelo lo que desbloqueó aquella preocupante discusión que estaba teniendo Mar con él mismo. De nuevo el recuerdo de sus aventuras y lo geniales que le parecieron en su época provocaron que una leve sonrisa se dibujara en su rostro – Haré yo también mi viaje, abuelo – señaló el moreno en su discurso interior -, y volveré para enseñarte las experiencias que he vivido o los lugares que he visitado – subrayó en su soliloquio particular antes de ir a comprobar si había gente cerca de su barca para aflojar la cuerda que sostenía el navío anclado en el muelle. Al no ver a nadie tomó la decisión de actuar en ese preciso instante y embarcarse por fin en su propia aventura.
Cuando desató la cuerda tomó un remo alargado que había cerca y lo utilizó como impulso para alejarse de las tablas que conformaban el embarcadero. Al haberse movido ya algunos metros en dirección a la salida de la ría donde se encontraba el puerto se acercó hasta el mástil de su barca e izó las velas para que el viento las golpeara y ayudara con la huida. Las expresiones de Mar ejemplificaban la ambigüedad de los pensamientos que había tenido algunos minutos antes, mirar hacia la orilla le provocaba tristeza mientras que si dedicaba su vista hacia el océano le sonsacaba una ligera sonrisa.
Las intensas espiraciones que hacía durante la carrera habían llegado hasta un punto en el que ensordecía al joven lugareño, por lo que era incapaz de escuchar lo que decían algunos monstruos que se encontraba por la calle. Así pues la desorientada trayectoria de cuatro kilómetros que había tomado el moreno lo llevó a cruzar los jardines de uno de sus vecinos, adentrarse en una pequeña zona boscosa y terminar por meterse de lleno con un lago que se encontraba cerca. Su duro y alocado correteo terminó en el instante que intentó de salir del agua en la que se había metido, chapoteando hasta encontrarse mirando de pleno hacia el cielo.
Entonces se quedó flotando en la superficie encarando la bóveda celeste, ausente de nubes, mientras contemplaba como esta era trastornada por la fluctuante aparición de algunos rayos de sol más potentes. Estos últimos bajo los efectos de aquel alucinógeno se comportaban como pequeñas llamaradas, que con formas irregulares dibujaban figuras abstractas en las retinas del mediano en edad de los Álvarez. La tranquilidad que transmitía el encontrarse en una postura relajada y no padecer alucinaciones tan fuertes propició a que Mar pudiera cerrar sus ojos por un instante – Así que estoy en el agua – Dilucidó a la vez que empezaba a mover sus piernas para moverse a lo largo del lago –. Bien – susurró el zagal con decisión al momento que decidió dejarse llevar por la inercia de su último impulso con los pies. Con el paso del tiempo, encontrándose en una situación anímica más habitual y manteniendo sus párpados bajos, pudo estar lo suficientemente tranquilo como para conciliar el sueño sin preocuparse por las visiones que estaba teniendo.
Una suave brisa acarició las mejillas y la nariz del moreno haciendo que abandonara su descanso, sin que abriera todavía sus ojos – Deben de ser las siete y veinte – afirmó para si mismo antes de abandonar su postura recostada. Una vez se encontró en una posición vertical repasó con sus pulgares las yemas de los otros dedos de sus manos para comprobar cuan arrugada debía estar su piel y al terminar con ello abrió sus ojos. Lo que pudo ver Mar fue una gran cantidad de agua rodeándolo, que a su vez se encontraba estancada entre unos salientes de tierra algo elevados y que a su vez aquel estero estaba rodeado por árboles que conocía – Tomando el cuenta la distancia que hay desde mi casa aquí y el tiempo que llevo en este estanque hace aproximadamente tres horas que abandoné mi casa – arguyó a la vez que braceaba hasta llegar a un pedazo de suelo en el que poder sostenerse y abandonar el lugar.
A aquellas horas del día y en esa época del año era normal que pequeñas corrientes sobaran con delicadeza todo a su paso. Esto último era el motivo por el que Mar se vio obligado a cruzar sus brazos y acariciar con fuerza los mismos para darse algo del calor que le estaba privando el tener un quimono húmedo en aquella situación – Por esto sólo no debería morir – sostuvo para autoconvencerse y hacer frente a los acontecimientos de aquel momento. Las palabras del moreno bien estaban también encaminadas como sus rápidos pasos ya que al poco rato pudo abandonar la zona boscosa que le impedía acceder al contacto con sus vecinos y todavía más favorecidas estuvieron al ser invitado por un conocido de la familia, que pasaba por la misma calzada con un faetón, a ser llevado a la casa principal.
El lugar donde se colocó Mar fue entre el cargamento del carruaje, usando una manta que había entre algunas cajas para taparse correctamente y protegerse de lo peligroso que era seguir con la ropa mojada en un clima fresco como lo era en aquel momento. Tras unos diez minutos de charlas triviales entre el conductor y el pasajero las ruedas del carricoche se detuvieron justo a pocos metros de la entrada al hogar del moreno. Dicha decisión fue tomada cuando el primero logró divisar que había bastante gente en el lugar junto a una actividad alarmante – ¿Qué ha pasado aquí? – preguntó el conocido de la familia a una de las personas que se acercó hacia él – Han asesinado al Señor Álvarez – anunció aquella persona como respuesta a la cuestión que le habían hecho –, se sospecha que fue Mar la persona que lo hizo al haber huido de la escena del crimen – manifestó la hipótesis que se estaba barajando concerniente a que en la muerte del anciano el principal sospechoso era uno de sus nietos – Gracias por informar – dijo agradecido el transportista con una sonrisa dibujada en su rostro –. En cuanto deje esta carga vengo a ayudar en lo que pueda – informó este último a su interlocutor antes de reanudar la marcha del vehículo que dirigía.
Únicamente se escuchaban las ruedas chirriar y el rodaje de las mismas sobre la tierra después de que el faetón pasara entre el tumulto de gente, con Mar escondido dentro de la manta y entre las cajas de la carga, pero de pronto se empezó a escuchar un ligero sollozo proveniente del interior del carro. El hombre que lo manejaba suspiró, cerró los ojos y descendió la posición de su cabeza tan pronto se dio cuenta de lo que pasaba – No creo que tengas nada que ver con la muerte de tu abuelo – opinó buscando empezar a reconfortar al chico que lloraba a sus espaldas –. Pero sí que vas a tener un montón de problemas si vuelves a casa ahora – expresó para que el moreno comprendiera la situación que se había asentado en su hogar. Tras aquellas palabras quedó pensativo, esperando una reacción por parte del joven – Te ayudaré a salir de la isla – consideró –. Debo bastante a tu familia por la ayuda que recibí al conseguir este trabajo, así que con esto podré devolver parte del favor – explicó al propio Mar antes de tomar un desvío hacia el sendero que llevaba a los muelles de la villa.
Una vez se llegaron al puerto el vehículo se quedó parado bastante cerca de la barca que pertenecía al mediano de la estirpe de los Álvarez para que en esa situación se pudiera descargar el contenido del carro necesario para ejecutar el plan de escape que había pensado el conductor para el hombre que parte de la isla estaba buscando en aquellos instantes. Aunque hubiera alguna gente haciendo guardia en el lugar no hubo razón de que el trabajo que hacía el transportista levantara sospecha alguna, puesto que bajaba algunas cajas a distintos barcos cercanos a donde había aparcado y realizaba comprobaciones a un supuesto listado. En la embarcación que utilizaría Mar como medio de escape dejó un par de arcones llenos de fruta y también el bulto que simulaba el cuerpo envuelto en una manta del muchacho. Estando este último todavía paralizado por la noticia de aquella defunción – Tengo entendido que has salido de vez en cuando a navegar por las noches – comentó por lo bajo el señor que le había acercado hasta ese lugar –, espero que en algún momento de esta puedas superar el bloqueo y salgas a toda prisa del lugar – terminó por aconsejar antes de abandonar la embarcación y despedirse con un suave gesto de su mano.
Mar se quedó sólo cuando pudo escucharse a lo lejos las ruedas del carruaje golpear los adoquines de la entrada al puerto local. Había dejado de llorar pero seguía conmocionado ante la experiencia que estaba viviendo. Su mirada perdida, con los ojos rojos y los párpados inferiores hinchados hacían que su rostro pareciese un poema. Los orbes color caramelo se posaron de frente a una pieza de madera que guardaba con recelo en aquella embarcación, la pipa de fumar de su abuelo, haciendo que el mismo reanudara los lloros al recordar los buenos momentos que había compartido con la persona que le había regalado aquello.
- … Y entonces con aquel arpón conseguía atravesar la piel de ese Rey del Mar pero parte del mango que tenía se quedó en mi mano... Con ese pedazo de madera mandé que hicieran esto... – Recordó parte de la historia que le había relatado su abuelo de cómo había creado aquel objeto. Este recuerdo hizo que el comportamiento del moreno cambiase y se moviese para alcanzar el arcón más próximo a él para tomar una pieza de fruta. En aquel momento necesitaba alimentarse para recuperar parte de las fuerzas que había perdido, no quería perecer ahí y las anécdotas de su antecesor le indicaban que no debería rendirse ante las adversidades. Con aquella reanimación pudo comer lo que había tomado en un periquete, ignorando por completo la forma del fruto o su desastroso sabor ante la idea de que no estuviera maduro del todo y que primara más el restablecimiento de sus fuerzas.
Después de haber llenado su estómago con algo de comida utilizó la ropa que encontró en el lugar para secarse mejor y vestirse una prenda de ropa que no le provocara ningún problema, aunque las posibilidades de tener un resfriado al día siguiente ya no se las quitaría nadie. Al acabar dirigió su mirada hacia el exterior para contemplar el cielo ya estrellado – Han de ser las diez – afirmó volviendo a hacer uso de su habilidad para saber la hora exacta de cada momento, aunque dada la inestabilidad anímica que sufría el joven tuvo que ayudarse mirando hacia el cielo. Llegado a ese punto en el que Mar ya podía pensar la cosas con más calma empezó a divagar sobre las cosas que podría hacer en ese momento – Supongo que el transportista tiene razón pero tampoco me gustaría dejar mi hogar por algo que yo creo no haber hecho... Aunque esas alucinaciones que tuve no me permiten recordar demasiado bien aquel momento – Se cuestionaba a la vez que daba algunas vueltas dentro de la embarcación.
Nuevamente fue una mirada al recuerdo de su abuelo lo que desbloqueó aquella preocupante discusión que estaba teniendo Mar con él mismo. De nuevo el recuerdo de sus aventuras y lo geniales que le parecieron en su época provocaron que una leve sonrisa se dibujara en su rostro – Haré yo también mi viaje, abuelo – señaló el moreno en su discurso interior -, y volveré para enseñarte las experiencias que he vivido o los lugares que he visitado – subrayó en su soliloquio particular antes de ir a comprobar si había gente cerca de su barca para aflojar la cuerda que sostenía el navío anclado en el muelle. Al no ver a nadie tomó la decisión de actuar en ese preciso instante y embarcarse por fin en su propia aventura.
Cuando desató la cuerda tomó un remo alargado que había cerca y lo utilizó como impulso para alejarse de las tablas que conformaban el embarcadero. Al haberse movido ya algunos metros en dirección a la salida de la ría donde se encontraba el puerto se acercó hasta el mástil de su barca e izó las velas para que el viento las golpeara y ayudara con la huida. Las expresiones de Mar ejemplificaban la ambigüedad de los pensamientos que había tenido algunos minutos antes, mirar hacia la orilla le provocaba tristeza mientras que si dedicaba su vista hacia el océano le sonsacaba una ligera sonrisa.
- Petición:
Me gustaría:
- El mayor número de niveles que pueda optar con mi primer diario.
- En caso de alcanzar la nota poder tomar una Akuma no Mi aleatoriamente. Me la juego a lo que toque y se decida.
Steve
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Buenas tardes, yo seré tu moderador en este tu diario a un mundo mágico donde las drogas no pueden plasmar lo increíble que es. Dicho esto, pasare a moderarte
En lo respecto a las faltas de ortografía no son sumamente graves, pero si que te recomiendo que lo revises dos o tres veces antes de publicarlo. Respecto a la historia... Una historia común y corriente, una vida tranquila, o eso parecía. Una muerte obliga a irse a un protagonista que no se sabe si es culpable o inocente. Hacía mucho que no leía una historia más... corriente y eso no es malo.
Tu nota es un... ¡8! Dicho esto da X niveles (no me acuerdo de cuantos eran) y la posibilidad de conseguir una akuma aleatoria.
Un error de mecanografía que no es tan grave como muchos otros, pero aún así deberías tener cuidado.mezclada una pequeña taza de té
* La sensación de desconcierto, de no saber lo que estaba pasando,* Pues estas aclarando.La sensación de desconcierto de no saber lo que estaba pasando le producía un aumento constante en su ansiedad
Ensordecían, te refieres a las múltiples exhalaciones, no al punto que te ensordece.en el que ensordecía al joven lugareño
En lo respecto a las faltas de ortografía no son sumamente graves, pero si que te recomiendo que lo revises dos o tres veces antes de publicarlo. Respecto a la historia... Una historia común y corriente, una vida tranquila, o eso parecía. Una muerte obliga a irse a un protagonista que no se sabe si es culpable o inocente. Hacía mucho que no leía una historia más... corriente y eso no es malo.
Tu nota es un... ¡8! Dicho esto da X niveles (no me acuerdo de cuantos eran) y la posibilidad de conseguir una akuma aleatoria.
Mar Álvarez
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Acepto la nota. Ya he posteado en petición y salió una Logia Mineral.
Steve
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El Staff ha considerado que la logia aleatoria que consigas sea la logia de calcio.
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Acepto.
Descripción Akuma No mi: Karushiumu Karushiumu no Mi
-Tipo: Logia mineral.
-Apariencia de la fruta: Similar a una naranja, de no ser por el color blanco que exhibe en toda su fisionomía y por tener bultos parecidos a los de algunos tipos de calabazas.
-Poder Característico: Convierte al usuario en un hombre de calcio pudiendo crearlo, transformarse en él y controlarlo. Además de que toda lesión ósea se regenerará más rápido de lo normal.
Descripción Akuma No mi: Karushiumu Karushiumu no Mi
-Tipo: Logia mineral.
-Apariencia de la fruta: Similar a una naranja, de no ser por el color blanco que exhibe en toda su fisionomía y por tener bultos parecidos a los de algunos tipos de calabazas.
-Poder Característico: Convierte al usuario en un hombre de calcio pudiendo crearlo, transformarse en él y controlarlo. Además de que toda lesión ósea se regenerará más rápido de lo normal.
- Tabla de la Akuma:
- Nivel 1: Aprende a ser intangible y a condensar pequeñas partes de su cuerpo (los dedos). Sus lesiones óseas pequeñas tardan la mitad en recuperarse mientras que el resto necesita todavía el 90% del tiempo para hacerlo.
Nivel 5: Puede liberar calcio de forma fluida.
Nivel 10: Es capaz de condensar el calcio hasta la mitad de sus extremidades y modificar ligeramente su forma humana.
Nivel 20: Puede liberar tanto calcio que sería capaz de llenar una habitación y hacer una forma pequeña con él.
Nivel 30: Puede condensar el calcio de sus extremidades al completo y hacer que esta condensación tome varias formas de tamaño medio. Sus lesiones óseas pequeñas se regeneran al instante (en una ronda), las de mediana gravedad tardan la mitad en recuperarse mientras que el resto necesita todavía el 80% del tiempo para hacerlo.
Nivel 40: Puede liberar tanto calcio que sería capaz de llenar una habitación grande y hacer una forma mediana o varias formas pequeñas con él.
Nivel 50: Es capaz de condensar todo el calcio en el que se puede convertir su cuerpo y modificar su forma humana a placer.
Nivel 60: Puede liberar tanto calcio que sería capaz de llenar una casa pequeña con él. También con este hacer una forma grande, varias formas medianas o una gran cantidad de formas pequeñas con él. Sus lesiones óseas medianas y pequeñas se regeneran casi al instante (necesarias entre una o dos rondas, respectivamente), las de alta gravedad gravedad /que sean roturas limpias) tardan la mitad en recuperarse mientras que el resto necesita todavía el 70% del tiempo para hacerlo.
Nivel 70: Puede liberar tanto calcio que sería capaz de llenar una casa grande con él. También con este hacer una forma gigante, varias formas grandes, una gran cantidad de formas medianas o una gran cantidad de formas pequeñas con él de forma instantánea.
Nivel 80: Puede liberar tanto calcio que sería capaz de llenar un edificio con él. También con este hacer varias formas gigantes, una gran cantidad de formas grandes y una gran cantidad de formas medianas o pequeñas con él de forma instantánea.
Nivel 90: Puede liberar tanto calcio que sería capaz de llenar una calle con él. También con este hacer una gran cantidad de formas gigantes y otra gran cantidad de formas grandes, medianas o pequeñas con él de forma instantánea. Únicamente las lesiones óseas graves con roturas en espiral necesitan de un post completo para su recuperación, el resto tan sólo necesitará entre una o tres rondas para recuperarse.
Nivel 100: Puede liberar tanto calcio que sería capaz de llenar un pueblo con él. También con este hacer una gran cantidad de formas de todos los tamaños de forma instantánea.
*Se considera condensación o formas cuando el calcio se junta tanto que su dureza puede ser comparable a la de un hueso. En el resto de habilidades tan sólo es un polvo blanquecino.
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La tabla está bien, pero nos gustaría que pusieras las cantidades en litros, como las otras logias del foro. Perdón por la tardanza~
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