El de la personalidad múltiple vs la medusa venenosa mortal

Límite de tiempo: Sin fecha límite, supongo, pero hay saltos de turno cada 24 horas.

Condiciones (en letra pequeña, como debe ser(?)):
- A KO, posibilidad de muerte pero sin ir a mala hostia
- Nivel cercano(+- 2 niveles)
- Saltos de 24h
- Experiencia estándar

Escenario:
Cactus Island es una isla con varias montañas con forma de cactus, con las espigas que en realidad son lápidas. Estas montañas no fueron exploradas completamente, por lo que no se sabe cómo se pueden subir estas montañas. Antiguamente fue conocida como "Isla Saboten". Esta ciudad da la bienvenida a los piratas, les da de comer y celebra su llegada. Primera isla que da a la bienvenida a los llegados a Grand Line.

Mi dadito dice que empieza...

Rong ~> 1
Habu ~> 2
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2

El sol había salido hacia unas horas por el horizonte, pero el calor que había ya estaba haciendo mella en mí. - AAAhhhg que calor hace - dije pasándome la mano por la frente. Ser de una raza de agua no ayudaba con tanto calor, aunque por ahora podía llevarlo bien. Me encontraba en cactus island la verdad no sabía por qué me encontraba allí. Un viejo conocido me había traído aquí, comentándome que era un buen lugar para robar. Pero de buenas a primeras desapareció sin dejar rastro, dejándome en un lugar baldío y sin saber por dónde ir.

Caminaba por la calle con mis 7 espadas, siendo la comidilla de la gente que vivía allí. Ya estaba acostumbrado a que todos me miraran, algo que me encantaba sobre todo si eran mujeres guapas.  - ¿Y ahora por dónde voy?- me pregunté, mirando a alrededor. Cerca de mí había un anciano barriendo, el cual no se había percatado de mi presencia. Al acercarme pegó un brinco hacía atrás asustado - ah, ah, ah, no te acerques así o me dará un ataque al corazón - dijo con la mano en el pecho. - Si, si abuelo, de todas formas no le queda mucho - dije en un susurro, - Perdone buen hombre, ¿sabría algún sitio donde se fácil ir a robar? - l le pregunte con la mejor de mis sonrisas.

En ese momento se produjo un silencio algo incómodo, mientras el hombre comenzaba a sonreír. - Si claro, un momento que vaya a por un mapa y te indico - me dijo amablemente mientras entraba en una casa. De repente salió con una espada en las manos - VETE DE ESTE PUEBLO LADRON - grito el anciano, blandiendo el arma amenazante. - Bah!! Iré a otro sitio - dije alejándome, dejando al viejo respirando profusamente sin quitarme ojo. - Vaya como se las gastan en este pueblo y solo por preguntar dónde robar - pensé andando un poco más por el pueblo. Al cabo de un rato me encontré con una taberna, la cual se llamaba el Pincho Moruno, adornada con un cactus atravesando varios trozos de carne asada - parece un buen lugar para buscar información, a ver que encuentro - me dije entrando en la taberna y pidiendo algo para refrescarme. Si no me enteraba de nada, al menos robaría el dinero de la taberna.

Me senté en una de las sillas pegadas a la barra, bajo la atenta mirada de todas las personas presentes en la taberna. Me hacía gracia como las voces se apagaban un poco al yo entrar, pero bueno ya estaba acostumbrado a este tipo de situaciones. El lugar era más o menos acogedor, aunque con una decoración algo antigua y deteriorada. – Camarero, tráigame una cerveza – le dije a la persona que había tras la barra. Tras unos instantes de espera, me trajo mi cerveza y comencé a tararear una canción que había aprendido hace algún tiempo. Poco a poco la gente fue volviendo a lo suyo y dejando de prestarme atención, algo que agradecí porque me estaba mosqueando un poco. Pero de repente todo se pasó, una mujer bellísima salió de la puerta que había tras el mostrador – pe…pero que belleza – dije en un susurro, notando como me palpitaba el corazón a 1000. Era una muchacha joven con el pelo pelirrojo y unos ojos rojizos hechizantes color rubí, acompañados de un cuerpo de proporciones perfecta.

Rápidamente me senté en el asiento que estaba enfrenté de ella y comencé a mirarla seriamente, algo que dejo extrañada a la joven. – Disculpa, puede que sea un poco impertinente con lo que te voy a decir pero…. ¿quieres casarte conmigo hermosa? – dije con un tono algo más grave y adulador. Los ojos de la muchacha se puso roja y sus ojos se abrieron como platos, pero no era porque se sintiera avergonzada. ¡Plash! Sonó una fuerte bofetada contra mi cara, dejándome la marca de la mano en la cara. – Bueno al menos lo he intentado, ¿puede ponerme algo de comer? – dije, tocándome donde había recibido la torta. – No te voy a servir nada más, además lo que nos quedaba se lo hemos puesto a aquel hombre – dijo señalando a un hombre con el pelo blanco. No me había fijado que había entrado, posiblemente porque había estado entretenido con la mujer.

En ese momento deje a la joven despotricando de mí a mis espaldas – espero que comparta algo de la comida conmigo – dije andando hacía él. No parecía un hombre de aquella zona, por su vestimenta y por qué era mucho más apuesto que todo lo que había allí. Sería agradable hablar con alguien que no fuera un pueblerino, luego ya tendría tiempo de robar la posada. Me fui acercando con tranquilidad, hasta que de repente tropecé con un tablón algo levantado. La mala suerte me acompañaba en aquel día, ya que iba a darle un cabezazo con fuerza a aquel hombre por mi tropiezo. No había ninguna mesa y ninguna silla para agarrarme en mi caída, por lo que si no lo esquivaba, caería sin remedio encima de él- Hoy no es mi día – me dije pensando en que me habían dejado tirado, me habían rechazado y le iba a dar un cabezazo al hombre que tenía la comida de la posada.

Off:

El peliblanco se apartó justo a tiempo para no parar mi caída y que yo me diera un buen trompazo contra el suelo. –Auch que golpe más tonto – pensé mientras me frotaba el lugar donde me había golpeado. Pero el dolor se calmó de repente y una furia repentina emano de mi interior, aquel tipo me había llamado inútil. No permitía que nadie me insultara, bueno si era una mujer a lo mejor y si estoy con ella en una habitación…. –basta Habu, céntrate, este hombre acaba de insultarte. Tienes que darle una lección – pensé mientras me incorporaba.

- ¡TU! Como osas pedir toda la comida del local y llamarme inútil, lo pagaras – dije sacando Sendan-ha y Tatsumaki de las fundas.

Lancé una onda cortante con Sendan-ha hacía la mesa en la que estaba comiendo aquel tipo, mientras con Tatsumaki le lanzaba una ráfaga de aire. La mesa se partiría en dos haciendo que el tipo se levantara y a continuación lo lanzaría contra la pared, con una ráfaga de 70 km/h. Normalmente no sacaba mis katanas y no tenía en cuenta diversas situaciones, pero aquel tipo había llenado el vaso. Ahora iba a aprender a no meterse con un Gyojin y más, uno tan guapo como yo. - ¿Quieres más Peliblanco? – dije haciéndome el chulo contra aquel humano.

El hombre no reaccionó como hubiera esperado y se levantó con tranquilidad de la mesa. Después se agarró con insistencia a la pared cercana, evitando que el viento lo arrastrara hacía el fondo – Vaya no está mal para ser un humano, si no me hubieras insultado seguro que me tomaba algo contigo – dije sonriendo. Normalmente era simpático, alegre e incluso diría que algo loco, pero aquel tipo me sacaba de quicio con su inmutabilidad.  De repente adopté una postura defensiva, ya que seguramente aquel tipo contraatacaría. Algo que hizo en su siguiente movimiento, atacándome con unos cuchillos que portaba en sus manos. No pude ver que eran, ya que mi prioridad era esquivarlos antes de que me golpearan.

Realicé una rápida finta esquivando uno de ellos y el otro pude desviarlo ligeramente con mis espadas, pero me rozo uno de mis brazos derechos. Un hilo de sangre hacía visible el corte recibido, pero no era más que un rasguño superficial de lo que podía haber sido. – ¿Vas a por todas tan pronto?... pues juguemos entonces – dije sacando las demás espadas que tenía envainadas. – Danza del caminante – susurre, para después desplazarme a gran velocidad hacía mi adversario. La velocidad a la que llegaba con mi técnica era inferior al soru de los cp, pero lo suficiente para poder acabar con aquel tipo.

Aparecí a su lado atacando sus extremidades, con Rei ataqué en su pierna derecha y con Hyōzan ataque su pierna derecha. Mientras que con Kyūketsuki daba un tajo en diagonal en su pecho, intentando que ninguno de ellos fuera mortal. Quería que me pidiera perdón por su osadía y que luego me invitara a comer algo, ya que por su culpa había empezado aquella trifulca. Hacía tiempo que no me divertía tanto peleando contra alguien y ganara quien ganara, había sido un gran entretenimiento.

Aquel tipo era listo, sabía que no podría moverme con rapidez por aquel local y estuvo atento al ruido que hacía al moverme. Pudiendo desviar y detener los golpes que le hice, dejándole solo algunos rasguños en su cuerpo. Me quedé mirándole la mano en la que había golpeado, la cual parecía una garra o algo parecido. Me llamó la atención pero no me quede mirándola demasiado tiempo. Di un salto con una voltereta hacía atrás, para comprobar al caer que el había otro tipo en lugar del peliblanco. Había escuchado algo como que no era suficiente o algo así, pero la voz se quedó como en un susurro en el local.

La gente se había agolpado en un lateral de la posada, dejando algunas mesas volcadas en el suelo. Estaba todo en silencio, salvo cuando hablábamos o por el sonido de nuestra lucha. Observé al muchacho peliverde en el lugar donde había estado el otro – oye ¿y el otro muchacho? – dije algo confundido. Pero quedo sin respuesta, saludándome y preguntándome para luego atacarme. Le guiño un ojo a la camarera mientras realizaba su ataque, algo que me hizo enojarme – quita tu sucia vista de la camarera – le dije, pensando que cuando terminara la cortejaría. El muchacho comenzó a atrasar la pierna para darme una patada y con agilidad salté a un lado, escuchando como golpeaba una silla y la hacía trizas – oye que eso podía haberme hecho daño – dije mientras observaba al posarme en el suelo, que sacaba unos kunais de repente y me los lanzaba. Me agazape con rapidez en una mesa, protegiéndome de la mayoría de los kunais. Uno de ellos me rozo uno de los brazos que no estaban cubiertos, provocando que pusiera otra mueca de dolor por la herida – Vale ya de cortes, me vas a dejar la piel fatal y luego quien liga así – le dije bastante enfadado.

Cogí la mesa y se la lancé buscando os objetivos, primero obstaculizar su vista de lo que iba a hacer y segundo, lanzarle una onda cortante que iría un poco a la sombra de la mesa. Esto si le daba genial, pero no era el cometido de mi estrategia. Volví a usar mi técnica de velocidad para colocarme detrás de él, pero esta vez debido al ruido de lanzarle la mesa y de tener que moverse para esquivarla o apartarla, no sería tan fácil prever que me había movido. Lanzaría un ataque en cruz con las 6 espadas a diferentes alturas, golpeándole todo el cuerpo. Usé mi habilidad uno con la espada para potenciar el ataque que iba a hacer y así poder acabar con aquello de una vez por todas. Con la espada de hielo provocaría un entumecimiento fuerte(-40 grados), con la de fuego quemaduras (200º) , con la eléctrica (800º), con la de recuperación un fuerte golpe, con la de mi padre activé la vibración para cercenar mejor y por último la de viento (creando una ráfaga de 140 km/h).