El asesino de usuarios y el cazador de tinta

Byakuro sobrevolaba la pequeña villa de Villa Syrup. El día era cálido y agradable, por lo que el cazador simplemente estaba dando un paseo aprovechando la tranquilidad del cielo despejado. Llevaba una camiseta corta que ponía "I Love Mashmallows" y con un dibujo de un par de malvaviscos atravesados por una flecha con un corazón de fondo. La había encontrado en un bazar un tiempo antes, y se la había quedado. El hecho de que el cazador hubiese perdido un brazo no había impedido que el chico la llevase. Como caza vez que iba en público, el joven cazador tenía un aspecto completamente normal, con dos brazos, dos piernas, una cabeza y ropa. Su pelo blanco brillaba bajo el sol invernal con destellos claros, y de sus pantalones vaqueros colgaba una cadenita de plata. El cazador también llevaba una chaqueta marrón atada a la cintura, que revoloteaba con la brisa. De su hombro colgaba una bolsa de cuero oscuro, cuya asa pasaba cruzando el pecho. Como remate, llevaba unas zapatillas deportivas claras.

El muchacho observó bajo él las casas de la villa. Había pasado demasiado tiempo desde que no pasaba por aquel mar. Adoraba su tranquilidad, la ausencia de caos y criminales, el ambiente sosegado y calmado.

- Aaaaaaaaaaah... que gusto venir aquí de vez en cuando -el cazador giró la cabeza y observó el océano, donde estaba esperándolo su barco. Lo había dejado amarrado varias millas hacia el interior del mar. El chico volvió a fijar los ojos en los tejados de las casas bajo él, e inició un suave descenso hacia tierra firme. El cazador bajó poco a poco hasta aterrizar en el tejado de uno de los edificios con la suavidad de una voluta de algodón. Observó el suelo bajo él discretamente. Unos niños jugaban con espadas de madera, posiblemente a marines y piratas. El chico sonrió ante aquel juego. No era partidario de la violencia, pero aquellos niños parecían felices inventándose sus aventuras en el vasto mar de la imaginación. Entonces se fijó en una figura que parecía ascender por el camino hasta la cima de la colina sobre la que se encontraba la casa-. Mmmmm... ¿quién será ese tipo? -se preguntó, mientras observaba la escena con interés. Los niños parecían estar demasiado ocupados para prestar atención al extraño, pero Byakuro sentía curiosidad. ¿Quién sería aquella figura?

Jack observaba el juego de los niños mientras aplasta la colilla de su enésimo cigarro. Hay que dejar de fumar... -Se dice mientras prende otro. Llevaba una camisetaa de tirantes encima de su armadura, mostrando su enigmático tatuaje, sus pantalones raídos y sus botas destrozadas como siempre. Alzó la mirada hacia aquel hombre que, evidentemente, había comido nueces de belcebú.

La ira recorrió todo su cuerpo, sin control y mordiéndose la lengua avanzó firmemente en dirección al "desconocido". Su rostro pálido y con una expresión dura mientras su cabeza pensaba frenéticamente en si un enfrentamiento directo en su pueblo sería rentable. Por una parte, ni siquiera sabía si era rival para el, los usuarios de akuma suelen tener poderes que le cuesta superar.

Agradeció mucho esos segundos de cordura, pues ya sabía que hacer. Alzó el dedo y con voz potente dirigiéndose al "desconocido" gritó: Eh, tú! exijo que te identifiques!-Lo cual añadió un poco mas de cordura a la situación. Ahora era tan solo cuestión de ver la reacción de aquel hombre, alzó la mirada para clavarla en los ojos de aquel hombre.

Byakuro observó al extraño hombre, que se había acercado y le señalaba con el dedo, acusatorio. Tras mirar a ambos lados, por si había alguien más a su lado, con un gesto teatral, se señaló a sí mismo, fingiendo sorpresa:

- ¿Yo? ¿Te refieres a mí? -el cazador abrió mucho los ojos, y se encogió de hombros-. Puedes llamarme Byakuro, soy un simple viajero. Pero no es de buena educación preguntarle a alguien su nombre sin presentarse antes. -el chico saltó desde el tejado, aterrizando con facilidad en el suelo.

Los niños observaban toda la escena con extrañeza. El hecho de que un hombre acabase de saltar desde el tejado y que otro le exigiera saber su nombre no debía ser algo muy usual por ahí. Más bien debía ser algo raro, lo cual hacía comprensible sus expresiones de sorpresa. El albino cazador les hizo un gesto con la mano izquierda, para que se alejasen un poco.

- Hey, chicos, creo que mejor debéis ir a jugar a otra parte. -su tono era amable, pero firme. La actitud de aquel hombre sugería un posible combate. Su tono era beligerante, y si era fuerte, los niños correrían peligro, así que no quería arriesgarse.

Seis metros de pura roca movieron sus pesados pies hasta estar a escasos dos metros del individuo. Byakuro? Me suena tu nombre... -Dijo soltando el humo del cigarro lentamente. Me llamo Jack Gargaroth -Clavó sus ojos en el hombrecillo desde arriba. Seamos francos, un enfrentamiento directo en mi pueblo no es lo que busco, pero no es bueno que gente como tú pulule por aquí saltando de tejado en tejado, así que te tengo que pedir que te vayas -Dijo con toda la educación que la ira que sentía por dentro le permitió, apretando los dientes y los puños con firmeza.

"Llevo años buscando a ejemplares como este, y esta es una de las pocas veces que he tenido la oportunidad de tener a un usuario de akuma tan cerca, sin embargo no quiero desencadenar una pelea en este sitio, y mucho menos sin saber la fuerza de mi adversario, por muy fuerte que crea ser... Espera, He oído hablar de este tío a muchos cazadores, espero poder controlar la situación y que no se vaya de las manos" Pensó inteligente, no temerario. Es sólo apostar si tienes oportunidades reales de ganar. "Además, aunque sea un ser antinatural no deja de perseguir sucios piratas... Aunque solo sea por dinero, lo hace" Tratando de convencerse a si mismo para no atacarle.

No confundir su temple y cordura con miedo, más bien con perspicacia, es mas inteligente ver como actúa el y seguir controlando la situación... Para nada cómoda, eso desde luego, aunque aquel tipo tenia un semblante tranquilo, lo cual confundía en sobremanera a Gargaroth, tan seguro estaba de sus posibilidades? Al fin y al cabo todos sangramos, respiramos, comemos y dormimos, somos de la misma pasta. O eso creía el.

- No tenía intención de molestar -respondió Byakuro inclinando levemente la cabeza-. Si no puedo saltar de tejado en tejado, descuida: puedo caminar por el suelo también -el chico sonrió, levantando las manos-. De todos modos, hace tiempo que no me paso por esta isla, y me apetece pasearme un poco por ella. Creo que no cometo ningún crimen haciéndolo, ¿no? Es más, te invito a venir conmigo para comprobarlo.

El joven albino empezó a caminar, alejándose del edificio y dirigiéndose a una posada cercana. Las tripas le rugían con fuerza, y le apetecía saciar su hambre con algún plato de caliente y delicioso estofado. Se despidió de los niños con un gesto alegre y un par de minutos después estaba entrando en una posada de aspecto agradable. Un olor a madera ardiendo, pinchos de tortilla y pan caliente lo recibió. Sus tripas redoblaron sus rugidos con ansia.

- Mmmmmm... -el chico se sentó en una mesa y cuando una chica joven y de pechos turgentes se le acercó a tomar nota, le dijo-. Buenos días.
- ¿Qué desea, señor? -preguntó la mujer, con una sonrisa.
- Creo que con una especialidad de la casa llegará. -le devolvió la sonrisa el chico, mientras su mirada se desviaba hacia el precioso cabello dorado de la joven.
- ¡Marchando!

La mujer volvió para dar el pedido, y Byakuro suspiró, relajado.

Estaba claro que era una trampa, o al menos su conspiranoica cabeza decía eso. No iba a ir con ese hombre a ningún sitio, pero tenia que asegurarse de que no le hacía daño a nadie. Desde luego no parecía un pirata pero tampoco transmitía buenas vibraciones ni confianza en absoluto.

Jack, perplejo y recibido por una extraña amabilidad con la que no contaba no articuló una sola palabra, simplemente asintiendo le dejo ir, pero sus pasos se detuvieron a la puerta de la posada. No, no iba a entrar ahi acompañado de un monstruo como ese, iba en contra de sus principios además de que tampoco llevaba dinero para consumir, y desde siempre se había acostumbrado a solo entrar a las cantinas o posadas si lleva dinero para pagar algo. Ahora que pensaba en dinero... Hacía mucho que no cobraba ninguna recompensa, había que volver a salir al mar, sin duda... Sus ojos se llenaron de nostalgia.

Se sentó en un banco cercano a fumar un cigarro entre lo que aquella cosa antinatural salía, su semblante serio y gran tamaño llamaban la atención de muchos transeuntes. A pesar de ser originario de allí hacía lustros que no permanecía en la isla mas de una semana, a excepción de los ultimos 6 meses, los cuales había estado superando una severa lesión en su brazo derecho. Ahora ya estaba al cien por cien y tenia un objetivo, aunque no tenía la forma de capturarlo, la encontraría.

Byakuroo dio buena cuenta de todo lo que había en la fuente que le sirvieron poco después. Su hambre solo era comparable con la de un animal grande y poderoso, como un tejón. Un tejón más grande y poderoso de lo habitual. El chico dio buena cuenta de unos finos filetes de carne con una salsa que tenía toques frutales. Estaba muy rico, y el chico empezó a pensar qué llevaría la receta mientras jugueteaba con el tenedor, pinchando la carne.

- Mmmm... hierbas provenzales, un poco de... -saboreó, pasando la lengua por el paladar- ¿manzana? No está mal, nada mal...

Diez minutos tardó en devorar todo lo del plato y pagar, y cuando salió, observó al hombretón, que se encontraba sentado en un banco, con un cigarrillo en la boca. El chico lo miró desde la entrada de la taberna. Parecía pensativo, en su propio mundo. El peliblanco empezó a caminar hacia él y con un gesto tal vez algo teatral de más, se inclinó frente a él y le dijo:

- Bueno, voy a dar una vuelta para bajar la comida. Tranquilo, cuando haya hecho la digestión me iré de la isla, si tanto te molesta mi presencia. -el cazador dio media vuelta y empezó a caminar hacia un bosquecillo cercano, que lindaba con la villa, y que prometía un buen paseo por entre sus árboles.

-Eh, tú... -Dijo mientras el desconocido se alejaba -Vete rápido, no me interesa gente como tú en mi pueblo. -Mientras se terminaba el cigarrillo de una larga calada y se levantaba del banco, caminando en dirección al hombrecillo.

Era extraño que una persona tan poderosa visitara esa isla tan pequeña, y su paranoica cabeza no paraba de repetirle que seguro que no había pasado por allí por mera curiosidad o añoranza, como él le había dicho. Su cabeza conspiraba sin parar, no podía frenarla. Entonces, obcecado por esa idea e intentando no tomar una actitud agresiva comenzó a caminar hacia él, quería respuestas y ni el mismo sabía para que preguntas.
Metió sus manos en los bolsillos antes de llegar a su posición, para mirarle fijamente, esperando alguna respuesta, tampoco quería que el forastero supiera que desconfiaba de él tanto, podría alarmarse y entonces la situación se le iría de las manos. Aunque realmente no pasaba nada, en su paranoica cabeza todo estaba siendo visualizado desde un prisma totalmente opuesto al de cualquier otra persona que estuviera en el lugar.
Respiró hondo y se tranquilizó, nada de lo que pudiera decirle le iba a servir y además dijo que se iría, con lo cual, podía estar tranquilo, dando una patada a una piedra cercana, comenzó a caminar hacia su casa algo frustrado.