Beasuke
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El sol resplandecía como de constumbre, y en la isla todo estaba tranquilo. Se podía escuchar el piar de los pájaros, y en la costa el romper de las olas. Incluso los animales estaban demasiado relajados. Ni un soplo de viento azotaba el lugar
Pero la calma llegó a su fin. En el centro del islote se pudo escuchar un grito violento que resonó en todos y cada uno de los rincones de la pequeña isla. De entre unos matorrales apareció. Un hombre alto y de espalda ancha se dejó ver.
Llevaba las manos manchadas, parecía ser sangre. Gran parte de la túnica que portaba estaba teñida también. Sus ojos resplandecían. Aquel ser se desperezó lentamente, y seguidamente comenzó a andar, dejando huellas por donde pasaba...
Tras quince minutos caminando siguiendo un sendero, llegó a un núcleo urbano. El humanoide se detubo ante un cartel en la entrada al poblado, lo miró con satisfacción para posteriormente gruñir algo. Seguido, se acercó al arco que separaba la aldea del exterior, pero algo se interpuso entre él y la civilización.
-¿Dónde crees que vas..?- Dijo una voz grave.
Un guardia apuntaba con su lanza al hombre oso. Este levantó lentamente la cabeza, pero no respondió, si no que la volvió a bajar. -Oh, ¿te ha comido la lengua el gato?- Siguió a tono de burla el soldado. El moreno gruñó algo para sí. El lancero se aproximó un poco para intentar escuchar los murmullos, pero este no volvió a hablar.
La ''bestia'' se tronó los dedos para posteriormente, con un rápido y potente empujón tirar al guardia al suelo y el moreno se abalanzó de un salto sobre el guardia. Le susurró algo al oído y posteriormente se sacó un cuchillo de piedra para apuñalar así al guardia, matándolo en el acto. Seguido, se puso de nuevo en pie para coger el cuerpo por los tobillos y arrastrarlo hacia un lugar alejado.
El moreno volvió a la entrada de la aldea, pero obviamente, el asesinato del guardia había implicado que acudiesen más soldados al portal del poblado. Entre varios hombres lo apresaron, para posteriormente dejarlo inconsciente. Le ataron las manos y las piernas, evitando así que pudiera realizar movimientos bruscos. Entre tres personas lo cogieron y lo llevaron a una gran casa, posiblemente la más grande de la aldea...
Fueron varias horas las que pasaron antes de que aquel hombre volviese en sí. Este se despertó en lo que parecía ser un despacho, en el suelo había una gran alfombra de piel de oso y en las paredes, colgadas como trofeos, se encontraban las cabezas de muchos animales, todo un mural. La ''bestia'' rugía. Intentó liberarse varias veces, todas en vano, pues al parecer aquellos grilletes estaban hechos de algún material altamente resistente, parecían hechos a medida.
Tras de sí, podía escuchar pasos. Se revolvía con ansia, la rabia le invadía. Pero era imposible, no podía moverse. De la impotencia, comenzó a vociferar. Un hombre alto y delgado apoyó la mano izquierda sobre el hombro del moreno y comenzó a hablar:
-Udyr Pain...- Dijo sosegado, pues lo escoltaban varios soldados.- Al fin estás en mis manos...- Prosiguió.- Viniste a Ethor sin la compañía de ese viejo y caíste en mi trampa.- Reanudó el individuo.- Incauto...- Finalizó sin poder contenerse la risa.
Sus hombres se reían en voz alta. Udyr se mordía la lengua con la intención de contener las palabras. Al final, el moreno pudo ver el rostro del individuo. Era un hombre entrado en años, trajeado. No tenía cara de demasiados amigos. A simple vista no parecía ser alguien fuerte físicamente hablando, pero si estaba detrás de todo, debía ser alguien con poder, eso estaba claro.
La ''bestia'' suspiró profundamente con la intención de relajarse. Confiaba en que todo iba a salir bien, su maestro lo encontraría tarde o temprano, al menos eso esperaba. La mente del moreno daba vueltas, estaba desconcertado. Tras unos segundos, se hizo el silencio. Todo se fue nublando paulatinamente, hasta tal punto que cayó dormido. Gases somníferos...
Lentamente se fue despertando, y los recuerdos fueron acudiendo poco a poco. Se rascó los ojos, no podía creerse lo que estaba viendo, lo habían encerrado. Aquello era una sensación nueva para él, siempre había sido libre. Se puso en pie e intentó separar los muros, pero fue en vano. La bestia gritaba y gritaba, pero nadie le escuchaba. Sentía miedo, pero no encontraba el por qué. Todo estaba oscuro, tan solo un haz de luz entraba por una pequeña rendija.
Se sentó en el suelo, rozando con ambos hombros en las paredes de la habitación, era demasiado estrecha. Se encogió, estaba angustiado... A cada minuto, a cada segundo notaba un escalofrío, todo iba de mal en peor. El moreno cerró los ojos con la intención de relajarse y dormirse, y así fue durante unos segundos.
Un grito pudo escucharse en el exterior, lo que hizo que la bestia se despertase sobresaltado. Tras el primer chillido, vinieron más y más. Algunos parecían simples gritos de ira o de furia, pero otros parecían más alaridos que gritos. El moreno escuchaba con atención, parecía estar intrigado en lo que pasaba fuera.
De repente, se abrió la puerta de su celda. Todo apuntaba a que aquello era un rescate. Rápidamente se puso en pie y salió. Allí, estaba su maestro, Underhill. Aquel hombre había cuidado al moreno desde que este era bien pequeño, y todo lo que sabía se lo había enseñado él. Underhill era un hombre alto y de largos cabellos, moreno. Tenía unas largas y puntiagudas orejas, y según él, vivía en armonía con la naturaleza, por eso siempre iba descalzo.
La bestia nunca había sabido con certeza quién o qué era, pero a pesar de todo lo consideraba como un padre, al igual que Underhill consideraba a Udyr como su hijo.
-¿Por qué habías venido hasta aquí tu solo?- Le dijo el maestro a Udyr con tono de enojo.- Cuando volvamos hablaremos seriamente.- Continuó.- Pero ahora, escapemos.
La bestia aceptó sin rechistar, y juntos comenzaron a correr por un gran pasillo, al final se podía ver luz, por lo que la bestia intuía que allí se encontraría la salida. A la vez que avanzaban podían ver como había cuerpos de soldados enemigos, así como cuerpos de amigos suyos con los que había pasado tantos buenos momentos. Udyr sentía que debería haber muerto él y no ellos.
Una vez llegaron al final de pasillo, ambos pudieron observar el exterior, aunque no todo era de color de rosa. Todo el poder militar de la aldea estaba allí. Underhill agarró a Udyr del brazo y comenzó a correr en la dirección opuesta, llegando nuevamente a la celda. Allí, sacó unas bolsas y las colocó a modo de montón junto a la pared. Ambos retrocedieron un par de pasos.
¡¡¡¡¡BBBBBBBUUUUUUUUUUUUMMMMMMM!!!
La pared explotó, dejando así suficiente espacio como para poder salir, pero había un fallo, la explosión había provocado demasiado ruido, dejando así unicamente un par de minutos para escapar, cosa que era prácticamente imposible para cualquier humano, aunque claro, ¿qué era Underhill?
El maestro de la bestia sacó dos frascos, y le dio uno al moreno con la indicación de tomarlo. -Esto hará que corras más rápido, vamos, date prisa.- Dijo Underhill antes de tomar la suya. Udyr hizo lo propio con el contenido del frasco. Tenía un sabor amargo. El estómago se le comenzó a revolver, pero aquello no importaba en aquel momento.
Underhill comenzó a correr a una velocidad impresionante, aquello era impresionante. No parecía que a él le hubiese provocado ningún efecto secundario como al moreno. La bestia también comenzó a correr. En pocos minutos dejaron atrás la fortaleza, pero algo peor les rozaba los talones, las fuerzas del alcalde del poblado los seguían muy de cerca.
-Udyr, por aquí.- Le dijo el maestro al alumno.
El moreno siguió el camino que su sensei le había indicado, aunque no entendía para qué quería salirse del camino. Poco después de haber abandonado el sendero, la bestia sintió un potente pinchazo en el pecho, el efecto de la poción había finalizado. Underhill sin embargo no sintió nada, o al menos eso pareció.
Pero la calma llegó a su fin. En el centro del islote se pudo escuchar un grito violento que resonó en todos y cada uno de los rincones de la pequeña isla. De entre unos matorrales apareció. Un hombre alto y de espalda ancha se dejó ver.
Llevaba las manos manchadas, parecía ser sangre. Gran parte de la túnica que portaba estaba teñida también. Sus ojos resplandecían. Aquel ser se desperezó lentamente, y seguidamente comenzó a andar, dejando huellas por donde pasaba...
***
Tras quince minutos caminando siguiendo un sendero, llegó a un núcleo urbano. El humanoide se detubo ante un cartel en la entrada al poblado, lo miró con satisfacción para posteriormente gruñir algo. Seguido, se acercó al arco que separaba la aldea del exterior, pero algo se interpuso entre él y la civilización.
-¿Dónde crees que vas..?- Dijo una voz grave.
Un guardia apuntaba con su lanza al hombre oso. Este levantó lentamente la cabeza, pero no respondió, si no que la volvió a bajar. -Oh, ¿te ha comido la lengua el gato?- Siguió a tono de burla el soldado. El moreno gruñó algo para sí. El lancero se aproximó un poco para intentar escuchar los murmullos, pero este no volvió a hablar.
La ''bestia'' se tronó los dedos para posteriormente, con un rápido y potente empujón tirar al guardia al suelo y el moreno se abalanzó de un salto sobre el guardia. Le susurró algo al oído y posteriormente se sacó un cuchillo de piedra para apuñalar así al guardia, matándolo en el acto. Seguido, se puso de nuevo en pie para coger el cuerpo por los tobillos y arrastrarlo hacia un lugar alejado.
El moreno volvió a la entrada de la aldea, pero obviamente, el asesinato del guardia había implicado que acudiesen más soldados al portal del poblado. Entre varios hombres lo apresaron, para posteriormente dejarlo inconsciente. Le ataron las manos y las piernas, evitando así que pudiera realizar movimientos bruscos. Entre tres personas lo cogieron y lo llevaron a una gran casa, posiblemente la más grande de la aldea...
***
Fueron varias horas las que pasaron antes de que aquel hombre volviese en sí. Este se despertó en lo que parecía ser un despacho, en el suelo había una gran alfombra de piel de oso y en las paredes, colgadas como trofeos, se encontraban las cabezas de muchos animales, todo un mural. La ''bestia'' rugía. Intentó liberarse varias veces, todas en vano, pues al parecer aquellos grilletes estaban hechos de algún material altamente resistente, parecían hechos a medida.
Tras de sí, podía escuchar pasos. Se revolvía con ansia, la rabia le invadía. Pero era imposible, no podía moverse. De la impotencia, comenzó a vociferar. Un hombre alto y delgado apoyó la mano izquierda sobre el hombro del moreno y comenzó a hablar:
-Udyr Pain...- Dijo sosegado, pues lo escoltaban varios soldados.- Al fin estás en mis manos...- Prosiguió.- Viniste a Ethor sin la compañía de ese viejo y caíste en mi trampa.- Reanudó el individuo.- Incauto...- Finalizó sin poder contenerse la risa.
Sus hombres se reían en voz alta. Udyr se mordía la lengua con la intención de contener las palabras. Al final, el moreno pudo ver el rostro del individuo. Era un hombre entrado en años, trajeado. No tenía cara de demasiados amigos. A simple vista no parecía ser alguien fuerte físicamente hablando, pero si estaba detrás de todo, debía ser alguien con poder, eso estaba claro.
- ASPECTO DEL HOMBRE:
La ''bestia'' suspiró profundamente con la intención de relajarse. Confiaba en que todo iba a salir bien, su maestro lo encontraría tarde o temprano, al menos eso esperaba. La mente del moreno daba vueltas, estaba desconcertado. Tras unos segundos, se hizo el silencio. Todo se fue nublando paulatinamente, hasta tal punto que cayó dormido. Gases somníferos...
***
Lentamente se fue despertando, y los recuerdos fueron acudiendo poco a poco. Se rascó los ojos, no podía creerse lo que estaba viendo, lo habían encerrado. Aquello era una sensación nueva para él, siempre había sido libre. Se puso en pie e intentó separar los muros, pero fue en vano. La bestia gritaba y gritaba, pero nadie le escuchaba. Sentía miedo, pero no encontraba el por qué. Todo estaba oscuro, tan solo un haz de luz entraba por una pequeña rendija.
Se sentó en el suelo, rozando con ambos hombros en las paredes de la habitación, era demasiado estrecha. Se encogió, estaba angustiado... A cada minuto, a cada segundo notaba un escalofrío, todo iba de mal en peor. El moreno cerró los ojos con la intención de relajarse y dormirse, y así fue durante unos segundos.
Un grito pudo escucharse en el exterior, lo que hizo que la bestia se despertase sobresaltado. Tras el primer chillido, vinieron más y más. Algunos parecían simples gritos de ira o de furia, pero otros parecían más alaridos que gritos. El moreno escuchaba con atención, parecía estar intrigado en lo que pasaba fuera.
De repente, se abrió la puerta de su celda. Todo apuntaba a que aquello era un rescate. Rápidamente se puso en pie y salió. Allí, estaba su maestro, Underhill. Aquel hombre había cuidado al moreno desde que este era bien pequeño, y todo lo que sabía se lo había enseñado él. Underhill era un hombre alto y de largos cabellos, moreno. Tenía unas largas y puntiagudas orejas, y según él, vivía en armonía con la naturaleza, por eso siempre iba descalzo.
- UNDERHILL:
La bestia nunca había sabido con certeza quién o qué era, pero a pesar de todo lo consideraba como un padre, al igual que Underhill consideraba a Udyr como su hijo.
-¿Por qué habías venido hasta aquí tu solo?- Le dijo el maestro a Udyr con tono de enojo.- Cuando volvamos hablaremos seriamente.- Continuó.- Pero ahora, escapemos.
La bestia aceptó sin rechistar, y juntos comenzaron a correr por un gran pasillo, al final se podía ver luz, por lo que la bestia intuía que allí se encontraría la salida. A la vez que avanzaban podían ver como había cuerpos de soldados enemigos, así como cuerpos de amigos suyos con los que había pasado tantos buenos momentos. Udyr sentía que debería haber muerto él y no ellos.
Una vez llegaron al final de pasillo, ambos pudieron observar el exterior, aunque no todo era de color de rosa. Todo el poder militar de la aldea estaba allí. Underhill agarró a Udyr del brazo y comenzó a correr en la dirección opuesta, llegando nuevamente a la celda. Allí, sacó unas bolsas y las colocó a modo de montón junto a la pared. Ambos retrocedieron un par de pasos.
¡¡¡¡¡BBBBBBBUUUUUUUUUUUUMMMMMMM!!!
La pared explotó, dejando así suficiente espacio como para poder salir, pero había un fallo, la explosión había provocado demasiado ruido, dejando así unicamente un par de minutos para escapar, cosa que era prácticamente imposible para cualquier humano, aunque claro, ¿qué era Underhill?
El maestro de la bestia sacó dos frascos, y le dio uno al moreno con la indicación de tomarlo. -Esto hará que corras más rápido, vamos, date prisa.- Dijo Underhill antes de tomar la suya. Udyr hizo lo propio con el contenido del frasco. Tenía un sabor amargo. El estómago se le comenzó a revolver, pero aquello no importaba en aquel momento.
Underhill comenzó a correr a una velocidad impresionante, aquello era impresionante. No parecía que a él le hubiese provocado ningún efecto secundario como al moreno. La bestia también comenzó a correr. En pocos minutos dejaron atrás la fortaleza, pero algo peor les rozaba los talones, las fuerzas del alcalde del poblado los seguían muy de cerca.
-Udyr, por aquí.- Le dijo el maestro al alumno.
El moreno siguió el camino que su sensei le había indicado, aunque no entendía para qué quería salirse del camino. Poco después de haber abandonado el sendero, la bestia sintió un potente pinchazo en el pecho, el efecto de la poción había finalizado. Underhill sin embargo no sintió nada, o al menos eso pareció.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.