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Oblivion, la leyenda continúa [en construcción] Empty Oblivion, la leyenda continúa [en construcción] {Mar 21 Jun 2016 - 22:33}

“Hacía ya muchos años, tantos que ya se había olvidado de cualquier memoria, una historia tan poco conocida que casi nadie la había oído pero que era absolutamente real sucedió en una antiquísima y leja isla conocida como “El valle del eterno resplandor dorado”, una ciudad gigantesca completamente hecha de oro en cuyo centro, en una de las pirámides escalonadas principales, yacía el llamado “santuario de los antiguos”, la cámara del tesoro más grande de la isla que contenía un peligro mortal que azotó esas lejanas y aisladas tierras hasta el punto en que casi causaba la extinción de la vida de ese lugar. Una orden de guerreros juró resguardar y proteger aquel oscuro secreto para que nadie volviera a saber de él, aprisionándolo en una caja hecha de un metal muy raro en el cual yacía un extraño fruto negro con espirales verde turquesa. La fruta del diablo, literalmente. El santuario fue protegido heroicamente en muchas ocasiones de diversos enemigos como piratas y tribus enemigas, hasta que aquellos piratas aparecieron para arrasar la ciudad y dejar la fruta sin protección alguna, tan vulnerable que bastó una mordida de los dientes podridos de un conquistador para desatar el caos una vez más. Las palabras que salieron de su boca hablaban de la extinción de la vida y de erradicar la paz, sin embargo los únicos que lo escucharon fueron sus tripulantes y ahora yacían muertos en su propio barco convertido en un ataúd vagabundo. Sin embargo, los últimos miembros de la orden que sobrevivieron al terrible ataque de aquellos piratas decidieron volver a cumplir su misión, buscando la fruta por todo el mundo y a quien la hubiera consumido para asegurarse de que no cayera en malas manos. Se esparcieron por el mundo, hicieron uso de una gran capacidad de espionaje y recolección de información hasta que finalmente uno de ellos logró dar con el último usuario de dicha fruta, el nuevo objetivo de aquel viejo guerrero que buscaría a cualquier costo evitar que el mal destruyera el mundo” –un escrito en la parte final de una de las copias de “Oblivion”, escrito por uno de los mismos guerreros cuya orden  en el pasado escribió el libro.
Habían pasado ya un par de días desde mi última aventura en compañía con un sujeto llamado Max, había finalmente regresado con mi compañera Sophie y ahora nos dedicábamos a “huir” luego de que ella hubiera hecho “lo suyo”.
En medio de la prisa, tomamos un pequeño barco de vapor hacia un rumbo que desconocíamos ya que lo más importante en ese momento era no ser encontrados por los marineros.
-Bien hecho Sophie- dije con un tono más que sarcástico un poco irritado-te has comido al pobre mayordomo del hotel ¿el sujeto se lo merecía?
-Anda, que solo fueron 58 “bocaditos”- contestó la semi gyojin sonriendo como lo haría una niña traviesa.
En cuanto abordamos perdimos a la horda de empleados que nos perseguían para lincharnos, cosa que nos dio un gran respiro. Mientras me tapaba el rostro con una de las mantas que daban para dormir y evitando que mi compañera se volviera a meter en problemas, me dispuse a concentrarme en calmarme y atender a lo que sucedía a mi alrededor. Aunque no era un barco de primera clase y tampoco de segunda, había una cantidad considerable de gente que parecía un tanto sospechosa. Un par de parejas con niños de aspecto callejero, un hombre robusto con un parche en el ojo, un hombre perro que constantemente me veía de reojo y un hombre completamente ciborg era la compañía que tenía en esa sección del barco. El sonido de las anclas elevándose y el pitido del barco me indicaron que ya era hora de zarpar.  Tras pasar un par de horas, Sophie se acomodó sobre mí y usándome como almohada se quedó dormida, yo intenté concentrarme en ver el mar e intentar tranquilizarme pero parecía que algo andaba mal pero no sabía qué o porqué.
La fuerza de las olas incrementó en la noche y fue justo cuando las nubes cubrieron la luna llena en su máxima altitud cuando un rayo apuñaló el cielo y se dejaron venir todas las gotas de lluvia que cargaban aquellas nubes. El viento arreció tanto que tuvieron que bajar la velocidad de la máquina y los rayos terminaron despertando a todos. Estaba intentando dormir nuevamente, incluso pese a mi compañera que no dejaba de hablar dormida, cuando las siluetas de tres sujetos irrumpieron frente a mí y me señalaron con el dedo.
-¡Tu¡- me gritó uno de ellos- ¡Levántate!
-¿Por qué debería?- pregunté en un tono retador mientras sujetaba firmemente mi espada.
Para mi sorpresa y sin previo aviso, el cuerpo de aquellos hombres junto con sus ropas y sus armas se volvió lentamente de un color negro brilloso, como si estuvieran cubiertos de un extraño cromo negro. Yo sabía muy bien que estaba sucediendo.
-No hay modo de que puedas escapar… aquí se acabó el viaje- dijo uno de los sujetos sonriendo, cuando un intenso y fugaz relámpago pasó detrás de ellos, surcando las carnes del más robusto mientras la sangre salpicaba. Todos comenzaron a gritar.
-¿Qué fue eso?- gritó uno de los sujetos, cuando otra vez el relámpago segó la vida de otro de ellos. El último retrocedió lentamente hacia una pared y sostuvo fuertemente su arma hacia el frente. Nuevamente el relámpago impactó, dando al último de los sujetos, el cual perdió poco a poco su brillo negro. Frente a mi apareció un extraño sujeto de gran tamaño. Sus ropas estaban hechas con la piel de un jaguar e incluso tenía la cabeza de uno como casco. Sin embargo, el corte no parecía nada primitivo, al contrario, asemejaba un traje caro. Sus ojos verdes brillaron con un rayo que pasó cerca del barco el cual al iluminar su rostro me dejó ver que sonreía. Me extendió la mano.
-Te he estado buscando por todos lados, incluso antes de que “fueras tu”- dijo aquel hombre con un tono amigable.
-¿Quién eres?- dije temeroso pero aun así apretando mis sables.
-Veras…- estaba a punto de hablar ese hombre cuando uno de los bandidos, tras haber sobrevivido al brutal ataque de ese sujeto, sacó de sus ropas un detonador y presionó el botón rápidamente. Una fuerte explosión en la cabina hizo pedazos cualquier forma de controlar el barco, dejando un cráter y un barco que vaharía a diestra y siniestra.
-No puede ser, soy muy descuidado- dijo sonriente aquel hombre mientras se sobaba la nuca- déjame arreglar esto.
Tras decir esto, saltó hacia el mar y se dispuso a hacer algo detrás del barco pero una nueva explosión hizo añicos la cubierta, reventó cada uno de los cristales del barco y el impacto retumbó en todas las salas. Una tercera explosión me hizo perder el conocimiento.
No sé exactamente cuánto tiempo estuve inconsciente pero fue lo suficiente como para haber llegado a aquel lugar tan paradisiaco y extraño que a continuación descubriré. Era algo similar a un bosque sólo que con palmeras gigantescas en vez de esos árboles de fantasía, un desierto de palmeras más pequeñas entre las cuales había árboles de cacao, matas de plátano y algunos helechos y arbustos con frutos rojos diminutos. En el centro de la isla se veía una gigantesca montaña de roca negra al igual que la arena de la playa y la tierra de todo el lugar. Se escuchaban cantar distintas aves así como el sonido de las olas y del viento zumbar entre la vegetación.
-“Toy morida”- dijo la voz de Sophie a unos pocos metros de mí, siempre con su conducta inmadura. Corrí hacia ella y la revisé con mis conocimientos de medicina aunque por suerte estaba bien, cosa que no podía decir de los demás cuerpos que yacían sobre la arena.
“Qué demonios… es decir ¿Qué fue lo que pasó?” me cuestionaba en mi mente mientras repasaba lo que había sucedido esa noche. De pronto, una silueta emergió de un gran barco volcado sobre la orilla de la playa. Tomé mis sables y le hice cara. Se trataba de aquel hombre que me había salvado la vida y llevaba consigo a los niños inconscientes  de las dos parejas que ahora yacían muertas en la arena. Él había sacado todos los cuerpos en busca de sobrevivientes.
-Por suerte pude arrastrarlos a esta isla, pocos la conocen- dijo aquel hombre que parecía no haberse cansado en lo absoluto. Me le acerqué velozmente.
-¿Quién eres y que sucedió?- casi le grité pero aun así seguía sonriente y amable. Dejó cuidadosamente a los niños en la arena.
-Mi nombre es Xólotl y soy uno de los miembros de “La orden del Mictlán”… verás, durante muchos siglos mi gente protegió con su vida aquel demonio que ahora yace dentro de tu cuerpo para que no causara destrozos y por eso he venido, para impedir que eso suceda- me dijo con un tono de voz cálido.
-¿Vienes a matarme?- le pregunté.
-Espero que no sea necesario, verás, ha habido una especie de “corriente” dentro de la orden que dice que la fruta está más a salvo dentro de un ser que pueda controlar a ese demonio que escondido bajo tierra. En cuanto me enteré de ti te estuve buscando, siguiendo tus pistas hasta llegar al hotel donde dejaste a tu compañera y desde ahí te estuve siguiendo, sin embargo, al parecer has molestado a algunas personas que ahora te quieren muerto… o a tu fruta.
Estuve pensando unos segundos hasta que Xólotl colocó su mano sobre mi hombro.
-Demuéstrame que eres digno de esta fruta- me lo pidió como si fuera un hermano o un amigo de toda su vida, más como un favor que como una orden.
En ese momento me transformé en mi forma de lich y expulsé mi energía verde. Me examinó de arriba hacia abajo y se rio.
-¿Qué sucede?- pregunté molesto.
-Me impresiona que el “demonio” le tenga tanto respeto a un ser tan débil, aunque debo tener en cuenta que debe tener sus razones. Bien, lo he decidido, te convertiré en el hombre capaz de proteger al lich y esta isla es perfecta para comenzar.
-¿Qué tienes en mente, volverme más fuerte?- pregunté con intriga.
-¿Más fuerte? Mejor dicho, te volveré fuerte mi pequeño saltamontes perdido. Verás, esta isla sí parece un paraíso pero sólo hasta la mitad, del centro en adelante se vuelve un bosque de palmeras espeso en donde la sobrevivencia se vuelve muy difícil y acechan pumas, leones, enormes lagartos y osos hambrientos. Te enseñaré los misterios del espíritu y a manejar una fruta- me dijo con un tono de orgullo como si fuera un súper héroe.
Dejamos a Sophie junto con los niños en el barco, el cual estaba lleno de provisiones y partí junto con Xólotl hacia el interior de la isla para comenzar mi entrenamiento mientras yacía protegido de aquellos otros que me buscaban. Me pidió acceder a mi forma de lich ya que a partir de ese entonces y mientras durara el entrenamiento estaría así.
Tal vez no era del todo correcto confiar en él pero para mí era un buen sujeto. No sabía bien cuánto tiempo duraría aquel entrenamiento pero si alguien me iba a ayudar con ese monstruo en mi interior era bienvenido.
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Oblivion, la leyenda continúa [en construcción] Empty Re: Oblivion, la leyenda continúa [en construcción] {Mar 21 Jun 2016 - 22:38}

Capítulo 2.-
“Los recuerdos de los ancestros se pasan entre los sobrevivientes y esos son los más fuertes. Los ancianos aún narran una leyenda sobre un esqueleto que atacó la ya destruida ciudad de oro, arrasando con toda forma de vida en un carnaval demencial de sangre y carne mientras aquel ser reía frenéticamente, observando complacido la destrucción y la agonía. Cuando todo parecía perdido, los dioses decidieron entrar en acción. Seres con habilidades asombrosas y poderes fantásticos entraron en combate pero aun así no fueron suficientes para detenerlo, sólo uno de los campeones de los dioses, un guerrero de la orden del Mictlán, fue capaz de vencer a esa criatura con un cuchillo de un metal raro (kairoseki), sacrificando su vida para llegar al monstruo a través del carnaval de restos humanos. Pero fueron los sacerdotes quienes sabían que ese espíritu reencarnaría y fue por ello que se ordenó buscar el fruto raro. Muchos frutos raros aparecieron durante esa búsqueda pero sólo había uno que contenía ese mal. Una vez recuperado, fue confinado en “el santuario de los antiguos”- eran algunas de las cosas que Xólotl me contaba día a día al final de mis entrenamientos diarios donde me hacía correr, cargar pesas, buscar agua y recolectar bayas mientras él me seguía de cerca y me continuaba diciendo verdaderas curiosidades sobre la leyenda del lich y el libro que alguna vez tuve y que perdí.
En algún momento, mientras yo trepaba por una palmera en busca de cocos para beber, mi maestro se me acercó y se me sentó a mi lado.
-Aún no me has preguntado cómo fue que pude acabar tan rápido con aquellos matones- me dijo mi maestro con curiosidad- estoy seguro que viste un relámpago y que sus carnes brillaban con un lustre negro.
-Creo, no recuerdo bien eso después de ese día- le contesté, intentando no caer.
-Eso que viste se llama “haki”, joven Jacko.
-He oído hablar de ello e incluso lo he visto.
-Bien, no pueden igualar mi haki de observación, fue por ello que no pudieron verme y mucho menos igualar mi velocidad ni tampoco pudieron con mi haki de armadura, razón por la cual el suyo no pudo contra mi cuchillo impregnado en ello. Es una fuerza vital que te enseñaré a dominar.
Tras haber conseguido el líquido del día, me hizo acompañarlo hasta lo más profundo del bosque siguiendo el sonido de un oso furioso. Me dejó detrás y él se adelantó a pararse junto al oso. Al principio el oso atacó pero no pudo atinarle un solo golpe, pero cuando finalmente mi maestro se dejó golpear, el oso se lesionó la pata con sólo dejarla caer sobre su cabeza. Mi maestro regresó a mi caminando normalmente.
Desde ese momento, dormía y comía en una de las zonas relativamente seguras mientras me hacía hacer ejercicios pesados, haciendo uso de pesas en el cuerpo y de entrenamientos con el agua del río hasta la cintura.
-Expulsa tu aura maldita- me ordenó de pronto un día mientras entrenaba. Débil pero no lo suficiente, expulsé mi fuerza interna, sintiendo el frío recorrer mi cuerpo y expulsándolo como un resplandor verdoso. Me ordenó mover los peces que había pescado en el río ese día. Así lo hice, hice bailar y retorcer los peces. Ahora me ordenó hacer algo con unas conchas que recogió en el mar. Al principio no podía pero después de unos minutos logré mover las conchas. Estaba realmente agotado.
-¿Es necesario hacerlo en el agua?- le pregunté muy cansado.
-Sólo cuando tu cuerpo y mente están en el límite sacas todo tu potencial. Muchos creen que el agua es la “debilidad” del usuario cuando en realidad puede ser usada para acceder a un entrenamiento especial que exprime tu cuerpo y tu mente. Ahora quiero que muevas ese trozo de coral.
Pude mover un poco el coral ya que este es el hueso de un animal, sin embargo, cuando me pidió mover madera pasó absolutamente nada. Ni un par de horas fueron suficientes antes de que me pidiera salir del agua. No podía mover la madera.
-Es extraño, aquel ser hacía danzar las casas y los barcos… espero que no sean sólo leyendas- me dijo un poco decepcionado.
Y aunque no sabía bien que contestarle, no dejé que ese comentario me abrumara ya que recién me había pasado por la cabeza la idea de controlar la madera. Por las noches, me esforzaba en reunir los trozos de coral en la zona mientras intentaba mezclarlos y darles formas. No sería hasta varios días después durante mis juegos nocturnos con los trocitos de coral que finalmente pude crear una figura compleja. Incluso ahora que podía moldear la carne de los peces que habíamos pescado me costaba un poco poder darle una figura compleja. Sin embargo, él nunca me desanimó y por el contrario, me animaba a que hiciera que un pez pareciera una estrella de mar o me desafiaba a unir entre sí las estructuras óseas de las conchas y los corales para luego tallarlas como un cuchillo que usaría para la caza.
Pasaron los días y aunque me seguía debilitando con el agua, mi mente se acostumbraba un poco más al hecho de sentir aquella debilidad y el cansancio, cosa que me servía mucho fuera del agua al concentrarme ya fuera en hacer cosas con mi habilidad o simplemente para poner atención en las cosas que me rodeaban. Poco a poco mis músculos se fortalecieron con el hecho de cazar, recolectar agua y sobrevivir y mis instintos ahora eran un poco más eficientes para detectar posibles amenazas como serpientes y algunos animales menores.
Sin embargo, fue el día que me comenzaría a entrenar en el haki el cual me puso a prueba de pies a cabeza en un 100%.
Con los ojos cerrados tenía que ser capaz de esquivar aquellos fugaces golpes que me infligía para intentar esquivarlos, resultando en completos fracasos y en un cuerpo lleno de moretones. No solo debía enfocar mis sentidos en detectar el aire en el ambiente y detectar sus cambios de corrientes y de presión, cosa casi imposible de no haber sido por algunos consejos, sino también “ver” el golpe e incluso oler el puño cuando se acercaba. Incluso varias veces llegué a saborearlo cuando se estrellaba directo en mi boca. Día y noche me hacía entrenar, sorprendiéndome de pronto arrojándome cocos o piedras desde la oscuridad.
También habría que hablar de sus enseñanzas para el haki de armadura. Podría sonar más fácil que el hecho de detectar lo imperceptible ya que concentrar tu fuerza espiritual y física en tus músculos para acceder a un estado superior de dureza y fuerza sonaría más sencillo. Ahora podía ver cuando sus golpes impactaban en mi cuerpo. El tipo pese a ser amable sus golpes seguían siendo los de un guerrero de mano pesada. En el entrenamiento para la observación eran golpes más o menos débiles pero rápidos, ahora eran más fuertes y consistentes. Sin embargo, los entrenamientos poco a poco daban resultados o eso sentía.
Las horas se volvieron días y los días semanas mientras entrenaba en aquella isla en la que, sin darme cuenta, nos adentrábamos más y más en los peligros que albergaba. Llegó el día en que tuve que hacer frente a leones y pumas para poder llevarme un bocado a la boca pero esa la fue la parte interesante.
La concentración y esfuerzo ganados durante los estresantes entrenamientos en agua, la tensión de la supervivencia mientras te intentan comer y la desesperación de los constantes golpes y entrenamientos dolorosos dieron como resultado una reacción indeseada.
Cierto día mi maestro llegó a nuestro refugio improvisado en una cueva, llevaba cargando la leña con la que cocinaríamos ese día, cuando los gritos de desesperación de las bestias le advirtió que algo andaba mal. Como un rayo corrió a una velocidad de vértigo sólo para ver frente a él al cadáver de su discípulo haciendo brotar las carnes de un oso muerto contra los felinos que intentaban acercarse, creando un carnaval de carne y huesos que arremetía contra todo aquel que estuviera presente. Xólotl se acercó corriendo a dar un golpe a su alumno pero el tronco filoso de un viejo árbol podrido fue arrojado contra él. Aunque no tuvo ninguna dificultad en esquivarlo, la lluvia de astillas de hueso y carne que se aferraba de su cuerpo le indicaba que había despertado el lich cuando Jacko intentó obtener más poder.
Envuelto en haki de armadura, logró darme un potente golpe en la cabeza para dejarme inconsciente. Tan pronto como perdí el conocimiento aquellas figuras macabras dejaron de atacar y mi cuerpo volvió poco a poco a la normalidad. Xólotl se arrancó aquellos pedazos de carne que se habían aferrado a su piel y me llevó de regreso al refugio donde me dejó en una charca de agua donde sólo sobresalía mi cabeza. Toda precaución era poca.
-Aun siendo débil es letal, es peligroso dejarlo solo mucho tiempo. A partir de ahora no sólo fortaleceré tu cuerpo y tu mente sino también tu voluntad. Tienes un don muchacho, sólo por eso te ayudaré- dijo mi maestro mientras atendía el golpe de mi cabeza, pensando en las muchas actividades que me faltaban para lograr un control de mi cuerpo, mi mente, mi habilidad y ahora de mi voluntad. Crear al guardián del liche era una tarea difícil ya que éste debía ser lo suficientemente resistente y veloz para soportar cualquier combate y dominar bien la habilidad para sobrevivir e impedir que esta lo dominara a él.
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Oblivion, la leyenda continúa [en construcción] Empty Re: Oblivion, la leyenda continúa [en construcción] {Mar 21 Jun 2016 - 22:51}

Capítulo 3.-
“Se decía que por donde pisaba jamás volvían a sonreír los niños, donde su hálito siniestro exhalaba la esperanza moría; cuando desató su furia contra los vivos estos perecieron, los ejércitos sucumbieron y las naciones ardieron, se decía que no podía volver a morir y que su maldición erradicaría consigo el último gramo de vida y que cuando vuelva tocará la orquesta infernal que liberará al sol verde que brilla en el infierno de los muertos. Él era el avatar de la muerte, Oblivion, el no muerto más poderoso de la historia.”- Fragmento de Oblivion.
Pasaron ya varios meses. No había sido todo ese sufrimiento y agonía en vanos y menos de la mano de mi mentor. Mi carácter se había vuelto más fuerte al igual que mi voluntad, mi cuerpo ahora era más resistente y se podía volver aún más. Mi visión ahora estaba a un nivel superior y señalaba a que iba a aumentar. Hacía días que ahora sobrevivía solo en medio del infierno animal que roía, gruñía y desgarraba por un trozo de comida para sobrevivir un día más.
Mis ropas de “soberano de los muertos” al igual que mi máscara se habían estropeado hace tiempo y ahora vestía con una capucha negra y como máscara el cráneo de un enorme felino que cacé yo mismo con mis sables. Sobre mis ropas negras tenía una armadura hecha con huesos de distintos animales a modo de coraza que cubría mi pecho y mi espalda, mis antebrazos y mis tobillos. Un enorme oso negro con ojos rojos se acercó lentamente detrás de mí. Era voraz y su espesa saliva no podía ignorar una presa fácil. El esqueleto de una cola robada a algún animal se desenrolló de mi cintura y dio un fuerte golpe en el suelo, levantando el polvo del impacto.
-Así que te has comido a un venado y aun así quieres más… tu gula te matará- dije con un tono serio mientras veía fijamente a la bestia. El oso gruñó ferozmente pero antes de tocarme, mis ojos brotaron una intensa luz verde que hizo que los restos óseos del venado crecieran dentro de su estómago hasta desgarrarlo y volverlo una obra de arte dantesca.
-Es hora de volver, creo que he dejado a mi sensei y a Sophie solos mucho tiempo- dije mientras volvía a enroscar mi cola alrededor de mi cintura y me levantaba. Antes de irme, hice que los dientes y garras del oso volaran hasta mi bolsillo para usarlos más tarde como herramienta o munición. Metí mis manos en mis bolsillos y caminé hacia donde, según yo, debía estar mi sensei.
Los animales ya me conocían e intentaban evitarme y aquellos que no, bueno, el osito se los dirá. Sobre las puntas de mis zapatos estaban las zarpas de un león que había matado hace días y con la piel y los dientes de un cocodrilo de un pantano me hice unos guantes con “uñas”. Aquel joven despistado y hambriento de aventuras se había vuelto un ser mucho más fuerte a base de vivir el dolor, el cansancio y los esfuerzos agotadores de la supervivencia en donde no te puedes tomar un descanso.
Había pasado una hora, quizás poco más, hasta que encontré de nuevo a mi sensei. Estaba meditando sobre una roca frente al río. Me vio e intercambiamos sonrisas y una mirada que hablaba en silencio. Estaba listo.
Él no podía quedarse conmigo para siempre y ya había pasado mucho tiempo conmigo por lo que ya había llegado la hora de partir. Avanzamos hasta la orilla en donde habíamos dejado abandonado el barco y a Sophie. Al verme, mi compañera corrió a abrazarme con gran fuerza que hasta hace unos meses no hubiera soportado así de bien.
-Me alegra volver a verte- le dije a Sophie.
-Anda, ahora pareces un demonio o un ser del inframundo-me dijo sorprendida mientras sus ojos brillaban de la emoción.
-Emm, chica ¿Dónde están los niños?- preguntó Xólotl.
-Ah, eso, se me acabaron… ¡Cuéntame más de lo que hiciste!- insistió la semi gyojin aun emocionada, dejando helado a mi maestro con aquella respuesta.
Pasaron varios minutos en los que hablábamos de lo que habíamos hecho y de los progresos que había conseguido cuando la luz del medio día bañó la isla. El olor del frescor de las plantas se combinaba con el del mar en una esencia de vida y frescura que revitalizaba el espíritu aunque fuera un poco.  Pronto, mi sensei se volvió a arrojar al mar para volver a su misión y dar el reporte de lo sucedido a sus superiores. Ahora podía decir que la fruta estaba en buenas manos.
En el horizonte aún alcanzamos a ver la mano de mi sensei y mentor durante estos meses y nos despedimos con énfasis. Ahora era momento de averiguar cómo volver.  Sophie había estado intentando reparar el barco pero no lograba reparar el motor por lo que ahora parecía buena idea construir una barca y rezar porque el viento nos llevara a buen lugar.
El clima era perfecto, soleado y con viento además de un oleaje alto que nos permitiría desplazarnos más deprisa. Estaba en mi misión de recoger madera, cuando algo llamó mi atención. Se trataba de una embarcación que había llegado desde el otro lado de la isla. Eran cinco sujetos armados con espadas y mosquetes, uno de ellos era un hombre alto de lentes negros y vestía abrigo de piel de zorros. Detenidamente los seguí desde lejos hasta verlos hacer a un lado una roca sobrepuesta en una pared de piedra y entrar.  Podía robarles el barco o ver lo que estaban haciendo. Antes de darme cuenta me dirigí hacia su refugio, guiándome con la detección de lo muerto para saber dónde estaba aquel hombre de abrigo de zorros.
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Oblivion, la leyenda continúa [en construcción] Empty Re: Oblivion, la leyenda continúa [en construcción] {Miér 24 Ago 2016 - 9:09}

Capítulo 4.-
“Y si las luces del infierno no fueran lo suficientemente frías, el sombrío hálito espectral del cegador hará que tu alma se congele en el tiempo y se hunda en el mar oscuro, donde los gritos se vuelven cristal, la locura apacigua la agonía de la mera existencia y tus anhelos se vuelven una lágrima en un océano infinito. Así es como se siente morar en el reino del olvido, de donde proviene el enemigo y antítesis de la vida.”- Fragmento de Oblivion.

Tras abrir la puerta hecha de roca, Jacko tuvo la oportunidad de identificar mejor la piel de las ropas de aquel sujeto y seguirlos dentro de su escondite. Esperaba el pirata encontrar algo de valor como oro o joyas pero en su lugar sólo se topó con unas instalaciones de acero en donde pasaban cables y tuberías por las paredes.
Lentamente se escabulló dentro de una oficina aparentemente abandonada y se puso a buscar cualquier cosa útil. Tan pronto como comenzó a ojear los papeles de los escritorios se dio cuenta de que alguien estaba trabajando en un extraño ser. No sabía lo que era pero parecía un amasijo de carne en forma de tentáculos dentro de una máquina con piernas. No parecían agentes del gobierno y mucho menos marines. Debían ser piratas o científicos independientes.
La detección de muerte le hizo ver a aquellos sujetos y a uno más, gracias a las células muertas en sus cuerpos, sin embargo, fue aquella percepción agudizada que desarrolló la que le permitió escucharlos aún mejor. Hablaban de cosas con ese otro científico mientras le regañaban e insultaban.
En cuanto aquellos sujetos dejaron el lugar, el espadachín se volvió a escabullir hacia el laboratorio principal. Decenas de latas de café y varios trastes de ramen vacíos hacían una montaña al lado de una peculiar persona de cabello blanco vestida de bata de laboratorio que se enfocaba en sus planos.
-Hola- le dije un poco amistoso, mientras le observaba con cuidado sus acciones. No parecía mala persona y tampoco detectaba maldad alguna. Sus ojos estaban cubiertos por unos googles.
-¿Eh, quién eres?- preguntó aquel científico con voz de mujer. El pirata se sorprendió y la observó de pies a cabeza.
-Jo, pensé que eras un chico, ya sabes… por lo plana y…- le dijo sonriendo cuando un golpe con haki por parte de ella le hizo un chichón- ¡Eh, no deberías tratar así a un pirata!
-¿Un pirata? Buaahhh, me quieren secuestrar- dijo la chica rompiendo a llorar. Su cambio de personalidad era extraño.
-Espera, no te haré daño ¿Qué haces aquí?- le preguntó Jacko.
-Pues, aquí me tienen desde pequeña trabajando en inventos que luego revenden pero que no entienden- le dijo la chica.
-Bien, yo soy Jacko y si quieres te puedo sacar de aquí- le dijo mientras le extendía la mano.
-Yo soy Candy y sí, quiero volver a casa.
Había entrado por dinero pero no podía ignorar el espadachín a una chica en apuros , y aunque la frialdad del lich quería dejarla morir aún era lo suficientemente fuerte como para ignorarlo. A veces tenía que “sobornarlo” diciéndole que se desquitaría con alguien.
Avanzaron por el laboratorio con cautela, observando enormes cilindros de cristal del piso a techo con extraños tentáculos amorfos. También había cuadernos con apuntes de la chica que decían “Smile”, “SAD” o “conexión multi neuronal”. Ella era una científica de muy alto nivel al parecer.
De pronto, ella le detuvo y le advirtió que esa gente andaba cerca. Había utilizado haki de observación. Jacko utilizó su detección de muerte para estar seguro y en efecto, aquellos hombres estaban de regreso.
Cuando el primero de ellos entró, un sujeto bigotudo mal encarado, aquellos colmillos que el pirata guardó en su bolsillo se volvieron verdaderos pinchos veloces y fatales que le acribillaron sin piedad. Los demás tomaron sus precauciones y se parapetaron detrás de instrumentos de laboratorio. Si quería salir de esta debía usar la cabeza.
Uno de los sujetos se asomó nerviosamente con el rostro envuelto en haki, ignorando el cadáver de su compañero detrás suya, del cual volvieron a brotar los huesos acabando también con el segundo. Un tercero salió al encuentro directo, un hombre musculoso y macizo armado con dos mazas, pero no vio nada. De pronto, algo se encargó de cegarlo con un fuerte ardor en los ojos y en los oídos. No pudo esquivar el movimiento de tijeras de los sables de Jacko, conocido como “verdugo xibalbá”. El cuarto retrocedió lentamente, temeroso, cuando aquel sujeto con pieles de zorro le atravesó con una espada. No aceptaría cobardes.


-Bien, caballero, déjese de brutalidades y salga a luchar- me dijo con un tono elegante y caballeresco. Las astillas de hueso volaron hacia el pero no se molestó en esquivar ya que el haki en su ropa le defendió. Ahora salieron de la oscuridad dos enormes ojos brillantes de color verde acompañados de un aura verdosa. Aquel hombre se intimidó un poco al principio pero supo mantener la calma. Dio un par de espadazos al aire como práctica y luego me retó con su otra mano, haciendo un gesto para que me acercara.
Concentré mis fuerzas en el verdugo xibalbá, el cual chocó brutalmente contra su espada, haciéndolo retroceder con fuerza. Con su empuñadura logró golpearme para luego intentar atacarme, pero dando un salto hacia atrás lo esquivé. Ahora era mucho más ágil gracias a haber conseguido por meses comida en los árboles y usarlos para escapar de bestias. Volví a arremeter contra él pero de nuevo su espada con haki me neutralizaron, pero esta vez logré darle un puñetazo, el cual bloqueó con haki.
-Si no usa haki no podrá vencerme, caballero- me advirtió.
-Oh, amigo, no necesito de eso para vencerte- le dije sonriendo. Cubrió todo su cuerpo en haki y se lanzó al ataque, por suerte, hice que las pieles que le envolvían se apretaran alrededor de él, aprisionándolo como una camisa de fuerza. Poco a poco su cuerpo perdió el haki.
-El haki se acaba- le dije mientras retrocedía lentamente. Ahora los cuerpos de sus cuatro subordinados estaban parados junto a él. Repetidas veces lo golpearon con sus armas pero él hacía un sobreesfuerzo para neutralizarlos con su armadura, aunque de poco sirvió cuando hice que las pieles de zorro que le envolvían se le metieran por la garganta. Unos segundos pataleó y forcejeó hasta quedarse quieto.
“De haber continuado de frente no hubiera acabado bien, tenía un buen dominio de la espada y del haki pero no contaba con mi habilidad” pensé mientras tomaba a Candy de la mano y salía corriendo. Sin embargo, en un último intento, aquel hombre activó el prototipo en el que la chica científica había estado trabajando. Al parecer no se había muerto y aún tenía fuerzas para arrastrarse y apretar el botón rojo clásico del desastre.
Uno de los tubos de cristal estalló y salpicó un líquido hirviente mientras el vapor de las válvulas empañaba todo. De pronto, del vapor emergió un extraño ser de hierro hecho de esos tentáculos soportados en un cuerpo robótico con piernas y brazos de acero.
-Le bauticé como “3 carnes”- dijo Candy mientras retrocedía asustada.
-¿3 carnes?- dije confuso y ciertamente asustado del espectáculo. Con su brazo derecho me arrojó un potente golpe, el cual antes de pegarme se transformó en la garra de un águila. Logré esquivarlo a duras penas. La garra destruyó gran parte de las tuberías de la pared cercana. Le ordené a la chica huir. De nuevo arrojé los pinchos de hueso, ahora contra ese ser, pero además de clavarse en sus “carnes” y rebotar en el acero no pasaba nada más. Ahora, los tentáculos de su parte media se volvieron de vapor el cual estalló contra mí como una tetera gigante. Nuevamente logré saltar detrás de uno de los enormes tubos.
-Acaba con él- decía el captor de Candy, aún fatigado.
Me lancé con el verdugo xibalbá pero apenas logré arañar su blindaje. Esa cosa estaba hecha de kairoseki, al parecer.
-Bien, me acabo de conseguir otra loca- dije en voz baja al recordar que esa cosa era obra de Candy. Ahora su brazo derecho comenzó a vibrar de un modo extraño y de pronto liberó una lluvia de cosas similares a cristales. Una parte logró dañarme pero nuevamente logré esconderme. Mi ventaja era la lentitud con la que atacaba esa cosa.
-Estas luchando con tres usuarios, el usuario smile de la zoan águila, el usuario smile de la logia del vapor y la smile paremecia que lo vuelve un hombre cristal- me dijo aquel sujeto desde el otro lado de la habitación.
-Eso es imposible, explotaría- grité mientras me protegía, aunque luego mi mente dedujo un poco lo que era ese ser. Las frutas se podían poner en objetos y esos tentáculos eran amasijos de tejido neuronal. Cada uno funcionaba como un ser distinto, coordinados solamente por una computadora central en el interior de ese robot. Simulaba ser un ser cuando en realidad eran tres controlados por la computadora. Sí, no todo lo deduje, mucho lo recordé de lo que leí en la oficina.
Nuevamente avancé por el lugar, desplazándome de lado a lado mientras me cubría con muebles ya aparatos. De pronto, con una garra mandó a volar el escritorio donde estaba escondido y me lanzó una explosión de vapor. Cuando el vapor se retiró dejó ver el cuerpo cocinado de aquel hombre caballeresco, el cual había jalado mediante sus ropas de piel de zorro y usado como escudo. Aquel ser “3 carnes” me atacó con su garra de águila pero algo maravilloso sucedió. Mi mano se volvió negra de pronto y obtuvo la suficiente fuerza como para detener el golpe cortante de sus garras. Aprovechando eso, lancé un corte hacia su brazo, dañando el tejido. Tuve que volver a ocupar a mi amigo de escudo de otra explosión de vapor.
Debía detectar y rápido su núcleo. Lancé de nuevo las astillas de hueso contra él, penetrando sus carnes con una metralla ósea. Dentro, ahora podía saber mejor con qué habían chocado o rebotado. Ordené a mis zombies atacarlo, pero una explosión de vapor, más fuerte que las anteriores, deshizo sus cuerpos como si fueran gelatinas. Sus cuerpos ya no me servían para atacar. Con mis espadazos y mi agilidad intenté defenderme mientras huía, siendo perseguido por aquella bestia. Durante mi huida, vi una última oportunidad de vencerlo.
Cuando ese ser, corriendo como una bestia iracunda sin equilibrio, pasó por un umbral, hice que un tronco de soporte del techo se viniera abajo. Antes me hubiera resultado imposible, pero ahora era capaz de controlar la materia muerta vegetal. Rocas y la misma viga cayeron sobre ese ser, el cual quedó atorado en el estrecho corredor. Me acerqué corriendo a toda velocidad y, haciendo uso de la misma viga, cree una especie de lanza de madera filosa. La espada no era lo suficientemente larga para alcanzar el núcleo. Con la punta filosa, atravesé un hueco de su armadura que yacía descubierto dejando ver sus tentáculos, atravesando el núcleo que era una esfera de aluminio con chips en su interior. Cabe decir que era un prototipo y no contaba con materiales caros. De hecho, aún sigo sin saber que metal era pero comprobé que no era kairoseki como pensaba. Tan pronto como atravesé ese núcleo, las carnes de ese ser convulsionaron violentamente. Apenas logré escapar de aquel túnel cuando una explosión de vapor y cristales bañó todo el lugar.
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