Yarmin Prince
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aunque no aceptó me fue inevitable sonreír. ¿Cómo osaba yo que la reina se apuntara a aquello? No era la clase de persona que ansiaba poder, sólo quería destrucción gratuita. O eso pareció cuando de forma casi erótica ensartó a mi último juguete de hoy... Aunque he de reconocer que lo hizo de una forma extraordinaria, con una pericia que ni yo mismo, y eso que me dedico a esto casi en cuerpo y alma; al menos todo lo que me permiten, claro.
-No importa, supongo- dije lentamente, intentando no sonar ofendido-. Es normal que una chica como tú prefiera cazar sola. Al fin y al cabo, entre varios la emoción de la cacería se pierde; como cuando matan a tus invitados...
La maté con la mirada un momento, aunque no pude evitar reírme. Cruzarme con esta mujer no estaba en mis planes, pero estaba haciendo la jornada mucho más interesante. Aunque mi risa, sin embargo, era más histérica que otra cosa. Había revelado la existencia de mi organización a quien no debía, y ahora tenía tiempo agotándose en un delicado equilibrio hasta que alguien hiciera que esa boca bonita se abriera... Y no fuera para meterle una polla dentro. A partir de ahora, yo personalmente haré el casting de bailarinas, no puedo permitir que se repitan estos contratiempos.
-El mejor postre de toda Rainbase...
Irónicamente estaba pensando en una tarta de higos y dátiles, aunque me imaginé con facilidad a lo que se refería. Bueno, era difícil pensar que tras matar a ocho personas me ofreciera tarta, ¿No? Aunque habría sido un detalle alucinante. De todas formas no me gustaba esa clase de pastel, aunque al parecer en el desierto era muy reputado. Pero yo siempre he sido de gustos más exquisitos, más de tonos rojos y granates, más de vinos con cuerpo y sabor ferroso... Más de carnes vivas.
-La verdad, no me aburro en absoluto- comenté con tono burlón-. Pero si te quieres quitar la ropa yo no pienso impedírtelo. Es más...
Me pensé seriamente mis siguientes palabras; ¿Debía hacerlo? Es decir, rozaba los límites de lo inmoral pedir a una mujer que saliera desnuda a la calle y esas cosas. Pero nunca me ha importado eso un bledo.
-...Desnúdate, por favor.
Tras esas palabras, sin darle mucha importancia, la seguí al exterior, no sin antes dar las instrucciones pertinentes para deshacerse de las bailarinas. Los camellos iban a ser enviados a Ennies Lobby en una preciosa caja de regalo, y esperaba que el pago fuera jugoso a pesar de no tener recompensa; estoy un poco harto de eso del honor en servir a la nación y todo el rollo. Cuando sea mía espero que tengan todos la misma diligencia para ser obedientes, odiaría necesitar una ejecución sumaria. Si la hacía, que fuera por gusto.
Cuando salí a la calle el viento me acarició la cara. Era una sensación muy agradable, y acompañados por la luna las cosas sólo podían ir a mejor. No demasiado, ya que el listón estaba demasiado alto, pero siempre podían mejorarse. E íbamos a mejorarlas. Con suerte podríamos encontrar una pareja de amantes perdidos como buen Don Juan y Doña Inés, o un Romeo con su Julieta. Por el final que tendrían, sin duda quedaba mejor esta última comparación.
Me quité la gorra un momento y dejé que el aire se colara entre mi cabello, y cerré los ojos un instante. Aquello era vida, sólo faltaba ver un par de halcones cazar en el silencio de la noche o que me regalaran un pony. Bueno, el pony arruinaría un poco el cariz que tomaba poco a poco la noche, pero me hacía ilusión tonta. En un día como hoy, borracho de muerte, ya no pensaba con claridad.
-¿Qué esperas que hagamos ahora, majestad?
-No importa, supongo- dije lentamente, intentando no sonar ofendido-. Es normal que una chica como tú prefiera cazar sola. Al fin y al cabo, entre varios la emoción de la cacería se pierde; como cuando matan a tus invitados...
La maté con la mirada un momento, aunque no pude evitar reírme. Cruzarme con esta mujer no estaba en mis planes, pero estaba haciendo la jornada mucho más interesante. Aunque mi risa, sin embargo, era más histérica que otra cosa. Había revelado la existencia de mi organización a quien no debía, y ahora tenía tiempo agotándose en un delicado equilibrio hasta que alguien hiciera que esa boca bonita se abriera... Y no fuera para meterle una polla dentro. A partir de ahora, yo personalmente haré el casting de bailarinas, no puedo permitir que se repitan estos contratiempos.
-El mejor postre de toda Rainbase...
Irónicamente estaba pensando en una tarta de higos y dátiles, aunque me imaginé con facilidad a lo que se refería. Bueno, era difícil pensar que tras matar a ocho personas me ofreciera tarta, ¿No? Aunque habría sido un detalle alucinante. De todas formas no me gustaba esa clase de pastel, aunque al parecer en el desierto era muy reputado. Pero yo siempre he sido de gustos más exquisitos, más de tonos rojos y granates, más de vinos con cuerpo y sabor ferroso... Más de carnes vivas.
-La verdad, no me aburro en absoluto- comenté con tono burlón-. Pero si te quieres quitar la ropa yo no pienso impedírtelo. Es más...
Me pensé seriamente mis siguientes palabras; ¿Debía hacerlo? Es decir, rozaba los límites de lo inmoral pedir a una mujer que saliera desnuda a la calle y esas cosas. Pero nunca me ha importado eso un bledo.
-...Desnúdate, por favor.
Tras esas palabras, sin darle mucha importancia, la seguí al exterior, no sin antes dar las instrucciones pertinentes para deshacerse de las bailarinas. Los camellos iban a ser enviados a Ennies Lobby en una preciosa caja de regalo, y esperaba que el pago fuera jugoso a pesar de no tener recompensa; estoy un poco harto de eso del honor en servir a la nación y todo el rollo. Cuando sea mía espero que tengan todos la misma diligencia para ser obedientes, odiaría necesitar una ejecución sumaria. Si la hacía, que fuera por gusto.
Cuando salí a la calle el viento me acarició la cara. Era una sensación muy agradable, y acompañados por la luna las cosas sólo podían ir a mejor. No demasiado, ya que el listón estaba demasiado alto, pero siempre podían mejorarse. E íbamos a mejorarlas. Con suerte podríamos encontrar una pareja de amantes perdidos como buen Don Juan y Doña Inés, o un Romeo con su Julieta. Por el final que tendrían, sin duda quedaba mejor esta última comparación.
Me quité la gorra un momento y dejé que el aire se colara entre mi cabello, y cerré los ojos un instante. Aquello era vida, sólo faltaba ver un par de halcones cazar en el silencio de la noche o que me regalaran un pony. Bueno, el pony arruinaría un poco el cariz que tomaba poco a poco la noche, pero me hacía ilusión tonta. En un día como hoy, borracho de muerte, ya no pensaba con claridad.
-¿Qué esperas que hagamos ahora, majestad?
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Me respondió con toda la calma del mundo, y en sus palabras no se revelaba ofensa alguna. Me miró de un modo extraño antes de echarse a reír... con más histeria que otra cosa. Volví a revisar la tarjeta, confusa. ¿Tan importante era? Bueno, había una dirección. Igual lo mejor sería destruir la tarjeta y hacer como que nada había pasado. Quizás de paso le daría un susto.
La pelirroja la colocó plana en la palma de la mano, e invocando el fuego que controlaba desde hacía poco, la fue quemando hasta reducirla a un montoncito de cenizas. Las llamas se reflejaron bailando en sus ojos hasta que las hizo desaparecer. Sopló los restos y le miró sonriendo.
-Lamento haber abusado de tu hospitalidad... aunque ya te dije que te compensaría.
De repente, su voz se coló en mis oídos y frené en seco. ¿Eh...? ¿Desnudarme? ¿Debería.... ? Si, claro, tengo que desnudarme. No puedo rechazarle de nuevo, o terminaré por enfadarle y... se acabaría... la diversión. ¿Sí? Si, si...- Fue pensando para sí.
Giró la cabeza con gracia para que su melena roja cayera sobre su hombro, liberando su cuello. Llevó las manos allí y maniobró con delicadeza para deshacer el nudo. Hizo lo mismo con la atadura en la cintura, y la prenda tintineó a caer al suelo. Por algún motivo, no intentó recogerla. Luego, ayudándose de los dedos, se agachó deshaciéndose de la parte de abajo. Consideró que las joyas podía conservarlas.
Caminó hacia la salida, pensando en que debería conseguir ropas nuevas. En realidad había sido algo bueno, porque llamaría mucho la atención yendo con el bikini oriental por la calle. A unos pasos, vio a Yarmin. Giró la cabeza, confusa. ¿Era la luz o era más atractivo que antes? Podía decir que sí, su propio deseo había aumentado... pero lejos de infundirle más lujuria, le daba curiosidad. A lo mejor era cosa de la gorra, que se había quitado. Tenía los ojos cerrados, y la brisa le revolvía un poco el pelo. La pelirroja esbozó una sonrisa tierna, contenta de las vistas, pero pronto se distrajo.
Por la calle de enfrente caminaban dos mujeres. Iban muy juntas, apoyándose la una en la otra, y sus risas llenaban la acera. La sonrisa de Aki se ensanchó, mientras se dirigía hacia ellas. Caminaba despacio, con elegancia y soltura, vistiendo su desnudez como la más fina de las prendas. La brisa le revolvía el pelo y la luna en el cielo la iluminaba. En realidad toda la escena era de película, e iba a empeorar. El caballero en la esquina, la dama en el medio y los peones al fondo. Se acercó a ellas y algo debieron ver en su mirada, que se echaron a temblar. La borrachera ayudaba, pero la pelirroja sabía imponer cuando se lo proponía.
Se inclinó un poco y susurró algo al oído de la más alta. Al momento, esta comenzó a desvestirse. Su escueto vestido azul fue a parar a Aki, que se lo puso sin dudar. Era corto, pero favorecedor, y con algo de ayuda de su fruta fue como si le quedara como un guante. Luego volvió junto a Yarmin.
-No es mi primera noche en la ciudad, y me han hablado de un lugar en el que hacen unas fiestas... de muerte.
Su intención era ir hasta un casino que quedaba cerca. Un lugar enorme y lujoso, que festejaba todos los días. Comida, bebida, juego y todo lo que pudieras pagar al alcance de la mano. Sin embargo, no por ello perdía la clase... en todo caso la ganaba. Seguro que allí conseguiría encontrar... el postre de Yarmin. Si accedía, comenzaría a dirigirse hacia allí sin mucha prisa, disfrutando del frescor de la noche.
Al fin y al cabo, entre las sombras era cuando más cómoda estaba.
La pelirroja la colocó plana en la palma de la mano, e invocando el fuego que controlaba desde hacía poco, la fue quemando hasta reducirla a un montoncito de cenizas. Las llamas se reflejaron bailando en sus ojos hasta que las hizo desaparecer. Sopló los restos y le miró sonriendo.
-Lamento haber abusado de tu hospitalidad... aunque ya te dije que te compensaría.
De repente, su voz se coló en mis oídos y frené en seco. ¿Eh...? ¿Desnudarme? ¿Debería.... ? Si, claro, tengo que desnudarme. No puedo rechazarle de nuevo, o terminaré por enfadarle y... se acabaría... la diversión. ¿Sí? Si, si...- Fue pensando para sí.
Giró la cabeza con gracia para que su melena roja cayera sobre su hombro, liberando su cuello. Llevó las manos allí y maniobró con delicadeza para deshacer el nudo. Hizo lo mismo con la atadura en la cintura, y la prenda tintineó a caer al suelo. Por algún motivo, no intentó recogerla. Luego, ayudándose de los dedos, se agachó deshaciéndose de la parte de abajo. Consideró que las joyas podía conservarlas.
Caminó hacia la salida, pensando en que debería conseguir ropas nuevas. En realidad había sido algo bueno, porque llamaría mucho la atención yendo con el bikini oriental por la calle. A unos pasos, vio a Yarmin. Giró la cabeza, confusa. ¿Era la luz o era más atractivo que antes? Podía decir que sí, su propio deseo había aumentado... pero lejos de infundirle más lujuria, le daba curiosidad. A lo mejor era cosa de la gorra, que se había quitado. Tenía los ojos cerrados, y la brisa le revolvía un poco el pelo. La pelirroja esbozó una sonrisa tierna, contenta de las vistas, pero pronto se distrajo.
Por la calle de enfrente caminaban dos mujeres. Iban muy juntas, apoyándose la una en la otra, y sus risas llenaban la acera. La sonrisa de Aki se ensanchó, mientras se dirigía hacia ellas. Caminaba despacio, con elegancia y soltura, vistiendo su desnudez como la más fina de las prendas. La brisa le revolvía el pelo y la luna en el cielo la iluminaba. En realidad toda la escena era de película, e iba a empeorar. El caballero en la esquina, la dama en el medio y los peones al fondo. Se acercó a ellas y algo debieron ver en su mirada, que se echaron a temblar. La borrachera ayudaba, pero la pelirroja sabía imponer cuando se lo proponía.
Se inclinó un poco y susurró algo al oído de la más alta. Al momento, esta comenzó a desvestirse. Su escueto vestido azul fue a parar a Aki, que se lo puso sin dudar. Era corto, pero favorecedor, y con algo de ayuda de su fruta fue como si le quedara como un guante. Luego volvió junto a Yarmin.
-No es mi primera noche en la ciudad, y me han hablado de un lugar en el que hacen unas fiestas... de muerte.
Su intención era ir hasta un casino que quedaba cerca. Un lugar enorme y lujoso, que festejaba todos los días. Comida, bebida, juego y todo lo que pudieras pagar al alcance de la mano. Sin embargo, no por ello perdía la clase... en todo caso la ganaba. Seguro que allí conseguiría encontrar... el postre de Yarmin. Si accedía, comenzaría a dirigirse hacia allí sin mucha prisa, disfrutando del frescor de la noche.
Al fin y al cabo, entre las sombras era cuando más cómoda estaba.
Eron
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Siempre viajaba entre las ciudades del desierto. Ya era una costumbre aquello, ir de un lugar a otro para poder robar a los más despistados, y Rainbase no se iba a librar. Ya había estado allí alguna que otra vez y conocía bastante bien las calles para moverse y que la noche hubiese caído ya facilitaría sus movimientos. Estuvo algunos minutos caminando hasta encontrar un edificio al que subirse para vigilar la calle que había en frente a este. Subió como pudo, ayudándose de las ventanas, grietas y salientes de la pared para llegar hasta la cima. Una vez allí se sentó en un borde, limpiando su espada con una de las vendas que llevaba en su cuello. Aún tenía algo de sangre de su último enfrentamiento y lo mejor era que estuviese totalmente limpia por si tenía que volver a luchar contra alguien.
Pasaron los minutos y nada interesante parecía ocurrir... Al menos no de lo que aprovecharse. En ese momento observó cómo dos mujeres caminaban solitarias por el centro del lugar... Y una tercera se acercó por la espalda. Hm, aquella muchacha le sonaba mucho pero... ¿Por qué iba desnuda? Las noches en el desierto eran extremadamente frías, ¿qué sentido tenía aquello? Lo más curioso de todo fue cómo una de las damas se quitaba su vestido azul para dárselo a la pelirroja. Sin duda alguna era una situación extraña, cuanto menos. Si no fuese porque lo estaba viendo con sus propios ojos podría llegar a creer que aquello no estaba pasando... Aunque tampoco se iba a quejar, no es que los cuerpo de aquellas señoritas fuese desagradable a la vista (y ni siquiera lo estaba pensando desde un punto de vista sexual).
No, espera, por fin se había percatado de quién se trataba la mujer de cabellos rojizos. Era Aki, no poseía más dudas acerca de aquello. También vio a un hombre cerca de la muchacha. Si ella estaba en peligro trataría de ir en su ayuda, pero no lo parecía. No en ese instante, aún así, permanecería cerca suya. Por el momento no revelaría su posición ni tampoco bajaría del tejado. No hasta que ellos se moviesen. Sentía curiosidad por ver qué estaban haciendo y quién era él. Los perseguiría de forma sigilosa (o al menos lo que fuese capaz). Enfundó su espada y no apartó la mirada de sus "objetivos".
Pasaron los minutos y nada interesante parecía ocurrir... Al menos no de lo que aprovecharse. En ese momento observó cómo dos mujeres caminaban solitarias por el centro del lugar... Y una tercera se acercó por la espalda. Hm, aquella muchacha le sonaba mucho pero... ¿Por qué iba desnuda? Las noches en el desierto eran extremadamente frías, ¿qué sentido tenía aquello? Lo más curioso de todo fue cómo una de las damas se quitaba su vestido azul para dárselo a la pelirroja. Sin duda alguna era una situación extraña, cuanto menos. Si no fuese porque lo estaba viendo con sus propios ojos podría llegar a creer que aquello no estaba pasando... Aunque tampoco se iba a quejar, no es que los cuerpo de aquellas señoritas fuese desagradable a la vista (y ni siquiera lo estaba pensando desde un punto de vista sexual).
No, espera, por fin se había percatado de quién se trataba la mujer de cabellos rojizos. Era Aki, no poseía más dudas acerca de aquello. También vio a un hombre cerca de la muchacha. Si ella estaba en peligro trataría de ir en su ayuda, pero no lo parecía. No en ese instante, aún así, permanecería cerca suya. Por el momento no revelaría su posición ni tampoco bajaría del tejado. No hasta que ellos se moviesen. Sentía curiosidad por ver qué estaban haciendo y quién era él. Los perseguiría de forma sigilosa (o al menos lo que fuese capaz). Enfundó su espada y no apartó la mirada de sus "objetivos".
Gera
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Llevaba varios días viajando de isla en isla hasta que al final aterrizó. Sintió un gran alivio, ¿qué habría en esta? se preguntaba con un gesto de lo más inquieto. Lo cierto es que había caído en este lugar de la manera más tonta, la habían embarcado en un navío incorrecto. Cuando quiso enterarse del lugar al que ese barco avanzaba, era demasiado tarde para volver atrás. Su única opción era continuar a lo largo del camino con sus nuevos compañeros de trayecto.
Había sido un imprevisto pero eso no la desanimó en su búsqueda, decidió darse unos días de descanso y de liberación. Había estado sometida a bastante presión, hasta este momento, y un poco de distracción no le haría ningún daño. La noche invadía el lugar y a ella esto no le disgustaba demasiado. Pensaba para sí en muchas otras noches que había vivido desde que se despidió de su casa, para así buscar información. Lo cierto es que habían pasado ya varios meses, y no era consciente de cuántos habían sido... en realidad. En su cabeza sólo estaba su misión. Sintió una brisa que le recorría todo el cuerpo, sus cabellos violáceos revoloteaban al son, mientras disfrutaba de un pequeño soplo en su rostro. Qué sensación más agradable, pensó para sí. Lo cierto es que me gustaría dar un paseo por el lugar.
Comenzó a caminar calle abajo y a observar a todas las personas que por allí había. Parecían estar un poco bebidas, la noche era joven, o al menos eso creía ella. Este es un lugar curioso, hay mucha gente en él y con cada paso que Gera iba dando, su fobia se iba incrementando. Tuvo que parar un instante en un pequeño banco que había a uno de los lados, sentarse, cerrar los ojos y hacer tres respiraciones profundas. Lo cierto es que esto la ayudaba en momentos de estrés. Cuando quiso darse cuenta, abrió los ojos y vio a una mujer con el pelo pelirrojo, una chica de lo más indiscreta. Su ropa no existía, estaba completamente desnuda. En la cabeza de la muchacha tan sólo albergaba un pensamiento, Vergüenza. ¿Cómo esa chica podría ir así por la ciudad? lo cierto es que Gera no lograba comprender el libre albedrío de las personas, en ciertos aspectos y por ello, se sentía muy incómoda ante aquella situación. Observó a la muchacha sin darse cuenta en realidad, de quién se trataba. Desde la distancia, contempló como ella se acercaba a dos muchachas que estaban por la calle y cómo hacía que una de ellas le entregase su vestido, el cual acomodó a su antojo sin ningún tipo de problema. La botánica se sentía bastante confusa y desde la distancia continuó su momento cotilla.
¿Quién será el hombre con el que está? Parece muy apuesto, al ver a aquel muchacho, un ligero recuerdo le albergó la mente... Airi... Sacudió la cabeza y volvió en sí. No era el momento de recordarle, ¿porqué tenía que aparecer en ese preciso momento? Justo en ese instante se dio cuenta de que la muchacha desinhibida era Aki.
Había sido un imprevisto pero eso no la desanimó en su búsqueda, decidió darse unos días de descanso y de liberación. Había estado sometida a bastante presión, hasta este momento, y un poco de distracción no le haría ningún daño. La noche invadía el lugar y a ella esto no le disgustaba demasiado. Pensaba para sí en muchas otras noches que había vivido desde que se despidió de su casa, para así buscar información. Lo cierto es que habían pasado ya varios meses, y no era consciente de cuántos habían sido... en realidad. En su cabeza sólo estaba su misión. Sintió una brisa que le recorría todo el cuerpo, sus cabellos violáceos revoloteaban al son, mientras disfrutaba de un pequeño soplo en su rostro. Qué sensación más agradable, pensó para sí. Lo cierto es que me gustaría dar un paseo por el lugar.
Comenzó a caminar calle abajo y a observar a todas las personas que por allí había. Parecían estar un poco bebidas, la noche era joven, o al menos eso creía ella. Este es un lugar curioso, hay mucha gente en él y con cada paso que Gera iba dando, su fobia se iba incrementando. Tuvo que parar un instante en un pequeño banco que había a uno de los lados, sentarse, cerrar los ojos y hacer tres respiraciones profundas. Lo cierto es que esto la ayudaba en momentos de estrés. Cuando quiso darse cuenta, abrió los ojos y vio a una mujer con el pelo pelirrojo, una chica de lo más indiscreta. Su ropa no existía, estaba completamente desnuda. En la cabeza de la muchacha tan sólo albergaba un pensamiento, Vergüenza. ¿Cómo esa chica podría ir así por la ciudad? lo cierto es que Gera no lograba comprender el libre albedrío de las personas, en ciertos aspectos y por ello, se sentía muy incómoda ante aquella situación. Observó a la muchacha sin darse cuenta en realidad, de quién se trataba. Desde la distancia, contempló como ella se acercaba a dos muchachas que estaban por la calle y cómo hacía que una de ellas le entregase su vestido, el cual acomodó a su antojo sin ningún tipo de problema. La botánica se sentía bastante confusa y desde la distancia continuó su momento cotilla.
¿Quién será el hombre con el que está? Parece muy apuesto, al ver a aquel muchacho, un ligero recuerdo le albergó la mente... Airi... Sacudió la cabeza y volvió en sí. No era el momento de recordarle, ¿porqué tenía que aparecer en ese preciso momento? Justo en ese instante se dio cuenta de que la muchacha desinhibida era Aki.
Yarmin Prince
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Su cuerpo desnudo bailaba al son del viento sin emitir ningún sonido, en completo silencio. No había movimiento exagerado, y cada poro de su cuerpo emanaba sensualidad mientras parecía deslizarse sobre las, incluso a aquellas horas de la noche, cálidas arenas del desierto. No podía apartar la mirada de un mármol hecho carne por mucho que lo intentase, y si bien se había despojado de hasta el último retazo de la ropa que llevaba, parecía envuelta en un paño húmedo. Tal vez fuera cosa de mis ojos, incapaces de valorar los sutiles matices de aquel ángel caído desde lo más profundo del infierno, pero toda su piel resplandecía ante el inocente fulgor de la luna. Ante aquella blancura, su cuerpo rosado destacaba casi tanto como el fuego de su cabellera, tan ardiente como refrescante era la brisa que nos acompañaba. Aunque ella parecía tener más frío que yo.
Con suma facilidad se acercó a dos mujeres, también preciosas, que pasaban por la calle. Aunque sólo un necio habría osado comparar la hermosura de mi acompañante con la simple belleza de las otras, lo cierto era que una de ellas era cuanto menos trascendental, y parece que no fui el único en fijarse. Con cabello dorado en bucles revoltosos que caían en una salvaje cascada por sus hombros y unos ojos que ni la distancia ni la penumbra de la noche podían hacerme ignorar, sus oídos debieron escuchar el canto de sirena más plácido nunca oído, único como las poesías que nunca llegaron a escribirse. Miré fascinado, y los pocos segundos que duró vi todo lo que no era capaz de soñar, tan sólo imaginando la lengua juguetona de Aki acariciar la pequeña oreja de la muchacha, que encantada no dijo nada y sonrió.
-Yo te abrazaré bajo la ropa- canturreé mientras un vestido azul cambiaba de dueña. ¿De verdad era necesario? No pensaba decir nada, sólo deseaba ver adónde nos llevaba esta situación, y por el momento todo parecía estar controlado, de alguna forma que no logro comprender. Cuántas posibilidades.
Un local con buenas fiestas, la luna en lo más alto y oro en la melena de una mujer que me dejó fascinado. No era tan valiosa como el demonio que, travieso, me ofrecía las llaves del Edén. La noche aún acababa de comenzar, y había tantas posibilidades...
-No sería un caballero si me quedara cruzado de brazos ante esto- le respondí-. Pero cuando termine, soy todo tuyo.
Recorrí sus pasos con delicadeza, tratando de pisar sus huellas y no dejar más marca de la necesaria... Hasta que quisiera hacerlo. Cada metro que avanzaba mi mente se perdía más en divagaciones inconcretas, abstractas... Uno, dos, tres... Sus ojos azules, del mismo color que el hermoso vestido, pero de un matiz vivo e inocente, dulce... Una sonrisa tímida que mentía tanto como sus ojos, o tal vez todos dijeran la verdad. ¿Estaba incómoda? Me miraba con cierto pudor, y cubría su ropa interior con las manos, como si fuera a encontrar un defecto en aquel cuerpo casi perfecto. Casi. ¿Pero quién era yo para juzgar si jugaba ella conmigo o yo con ella? Presa, cazador... Papeles que poco a poco se nublaban en mi mente y se desdibujaban mientras las notas de una canción que nunca escuché sonaban... Olía muy bien, aunque no era lo mejor que había probado esa noche. Simple perfume, y no un aroma natural. ¿Quién podría recriminárselo?
-Vaya, parece que hoy es mi día de suerte- mis ojos se clavaron en ella, y con una media sonrisa los dos notamos una poderosa complicidad, casi como si estuviera hechizada-. Vuelve a casa, por favor. Yo cuidaré de tu amiga.
Poco a poco comencé a desabrocharme la chaqueta. Al fin y al cabo yo empezaba a tener calor, y sin el vestido ella empezaría a tener frío.
-Y, si te preguntan, di que Mihael Markov se ha fugado con tu amiga a Hallstat, por favor.
Las palabras parecieron llegar cuando comenzaba a marcharse, y mi sonrisa se ensanchó, igual que la de ella. Estaría a poco más de medio metro, retirando el segundo botón, mientras mis ojos inquietos no dejaban de mirar. Tampoco llegué a comenzar el tercero, porque mis manos pasaron de mi cuerpo al suyo, y empecé a recorrerlo. Rocé con las uñas su vientre desnudo, y sentí un gemido ahogado mientras ascendía hacia su pecho, que con el aleve tacto de mi palma se contrajo, y ella dio un respingo. No me molestó, y acompañé mi visita a su brazo con las caricias de mis dedos a su espalda, mientras notaba cómo se iba deshaciendo poco a poco para mí. No pude evitarlo, y acerqué mi boca a su oído aún virgen.
-¿Te gusta?- susurré con suavidad, besándole el lóbulo y mordiendo con gentileza su cuello.
No obtuve respuesta más allá de un suspiro y una inclinación de cabeza, leve, mientras trató de guiar mis manos en un camino sin retorno. Yo no quería tan deprisa, me merecía disfrutar un poco más de la inocencia, de la flor pura, pero se deshizo para mí en plena calle, ¿Y quién era yo para rechazarla? Nadie, y mis manos llegaron a su pubis. Podía notar el vello erizándose bajo la prenda de seda, que con vehemencia arranqué, y ella sonrió, y yo sonreí, y posé mis labios sobre los suyos.
El beso duró poco y su éxtasis llegó demasiado rápido. Poco a poco fui acariciando más y más, sintiendo más su calor y su excitación. Lo noté con una, mientras poco a poco yo ardía más y más en deseos de hacerlo; no podía evitarlo, todo iba a empezar ahí, y a acabar también, ¿Por qué no? Sonó un disparo silenciado y un grito de dolor inhumano, pero duró poco. La bala perforó desde las paredes del útero hasta llegar al corazón, y así, como una dulce puta virgen, la hermosa mujer rubia cayó.
-Ay- suspiré, estirando el cuello y crujiendo mis vértebras con un rápido movimiento-. Ya estoy listo para ir.
Con suma facilidad se acercó a dos mujeres, también preciosas, que pasaban por la calle. Aunque sólo un necio habría osado comparar la hermosura de mi acompañante con la simple belleza de las otras, lo cierto era que una de ellas era cuanto menos trascendental, y parece que no fui el único en fijarse. Con cabello dorado en bucles revoltosos que caían en una salvaje cascada por sus hombros y unos ojos que ni la distancia ni la penumbra de la noche podían hacerme ignorar, sus oídos debieron escuchar el canto de sirena más plácido nunca oído, único como las poesías que nunca llegaron a escribirse. Miré fascinado, y los pocos segundos que duró vi todo lo que no era capaz de soñar, tan sólo imaginando la lengua juguetona de Aki acariciar la pequeña oreja de la muchacha, que encantada no dijo nada y sonrió.
-Yo te abrazaré bajo la ropa- canturreé mientras un vestido azul cambiaba de dueña. ¿De verdad era necesario? No pensaba decir nada, sólo deseaba ver adónde nos llevaba esta situación, y por el momento todo parecía estar controlado, de alguna forma que no logro comprender. Cuántas posibilidades.
Un local con buenas fiestas, la luna en lo más alto y oro en la melena de una mujer que me dejó fascinado. No era tan valiosa como el demonio que, travieso, me ofrecía las llaves del Edén. La noche aún acababa de comenzar, y había tantas posibilidades...
-No sería un caballero si me quedara cruzado de brazos ante esto- le respondí-. Pero cuando termine, soy todo tuyo.
Recorrí sus pasos con delicadeza, tratando de pisar sus huellas y no dejar más marca de la necesaria... Hasta que quisiera hacerlo. Cada metro que avanzaba mi mente se perdía más en divagaciones inconcretas, abstractas... Uno, dos, tres... Sus ojos azules, del mismo color que el hermoso vestido, pero de un matiz vivo e inocente, dulce... Una sonrisa tímida que mentía tanto como sus ojos, o tal vez todos dijeran la verdad. ¿Estaba incómoda? Me miraba con cierto pudor, y cubría su ropa interior con las manos, como si fuera a encontrar un defecto en aquel cuerpo casi perfecto. Casi. ¿Pero quién era yo para juzgar si jugaba ella conmigo o yo con ella? Presa, cazador... Papeles que poco a poco se nublaban en mi mente y se desdibujaban mientras las notas de una canción que nunca escuché sonaban... Olía muy bien, aunque no era lo mejor que había probado esa noche. Simple perfume, y no un aroma natural. ¿Quién podría recriminárselo?
-Vaya, parece que hoy es mi día de suerte- mis ojos se clavaron en ella, y con una media sonrisa los dos notamos una poderosa complicidad, casi como si estuviera hechizada-. Vuelve a casa, por favor. Yo cuidaré de tu amiga.
Poco a poco comencé a desabrocharme la chaqueta. Al fin y al cabo yo empezaba a tener calor, y sin el vestido ella empezaría a tener frío.
-Y, si te preguntan, di que Mihael Markov se ha fugado con tu amiga a Hallstat, por favor.
Las palabras parecieron llegar cuando comenzaba a marcharse, y mi sonrisa se ensanchó, igual que la de ella. Estaría a poco más de medio metro, retirando el segundo botón, mientras mis ojos inquietos no dejaban de mirar. Tampoco llegué a comenzar el tercero, porque mis manos pasaron de mi cuerpo al suyo, y empecé a recorrerlo. Rocé con las uñas su vientre desnudo, y sentí un gemido ahogado mientras ascendía hacia su pecho, que con el aleve tacto de mi palma se contrajo, y ella dio un respingo. No me molestó, y acompañé mi visita a su brazo con las caricias de mis dedos a su espalda, mientras notaba cómo se iba deshaciendo poco a poco para mí. No pude evitarlo, y acerqué mi boca a su oído aún virgen.
-¿Te gusta?- susurré con suavidad, besándole el lóbulo y mordiendo con gentileza su cuello.
No obtuve respuesta más allá de un suspiro y una inclinación de cabeza, leve, mientras trató de guiar mis manos en un camino sin retorno. Yo no quería tan deprisa, me merecía disfrutar un poco más de la inocencia, de la flor pura, pero se deshizo para mí en plena calle, ¿Y quién era yo para rechazarla? Nadie, y mis manos llegaron a su pubis. Podía notar el vello erizándose bajo la prenda de seda, que con vehemencia arranqué, y ella sonrió, y yo sonreí, y posé mis labios sobre los suyos.
El beso duró poco y su éxtasis llegó demasiado rápido. Poco a poco fui acariciando más y más, sintiendo más su calor y su excitación. Lo noté con una, mientras poco a poco yo ardía más y más en deseos de hacerlo; no podía evitarlo, todo iba a empezar ahí, y a acabar también, ¿Por qué no? Sonó un disparo silenciado y un grito de dolor inhumano, pero duró poco. La bala perforó desde las paredes del útero hasta llegar al corazón, y así, como una dulce puta virgen, la hermosa mujer rubia cayó.
-Ay- suspiré, estirando el cuello y crujiendo mis vértebras con un rápido movimiento-. Ya estoy listo para ir.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No pudo, ni quiso, apartar sus ojos del terrible espectáculo. Terrible en el más hermoso sentido de la palabra, aplicado a aquello tan grotescamente atractivo que aun estando mal, escapar de su influencia resulta ser una posibilidad nimia a la que nadie presta atención.
-No sería un caballero si me quedara cruzado de brazos ante esto.-Dijo alegremente, el eco de su voz aun resonando en los oídos de Aki.- Pero cuando termine, soy todo tuyo.
Qué promesa tan tentadora, colocando todo tipo de caminos viables a sus pies. Dos personas, mil incógnitas alrededor de ambos y una ciudad y una noche para explorar sin contenerse. Mientras caminaba, habiendo dejado a Aki a sus espaldas, esta no era capaz de quitarle los ojos de encima. Se rodeó la cintura con los brazos, pensativa.
Entretando, él llegó a la altura de la pareja. Por el movimiento de sus brazos se estaba desabrochando la cazadora. Las palabras que le dijo a la afortunada flotaron hasta Aki con facilidad; en toda la calle no se oía otro ruido más que el de los borrachos y la fiesta a lo lejos. No era suficiente como para engañar a los sentidos de la pelirroja... todos puestos en la escena que tenía ante si. La chica se fue corriendo, seguramente dispuesta a cumplir sus órdenes. ¿Y quién no lo haría?
Lentamente, comenzó a acercarse para ver mejor. Sus pies aun descalzos rozaban el suelo en completo silencio. La chica que le había prestado el vestido estaba siendo más que bien atendida. El caballero la tenía en sus brazos y estaba cuidando bien de ella. Sin preocuparle que la viera espiando, la pelirroja se quedó a unos metros para no interrumpir, apoyada en una de las farolas. Se mordió el labio sin poder ni querer evitarlo contemplando el espectáculo. Notaba el deseo de la chica como el suyo propio, y podía ver el ansia presente en los ojos de Mihael. Incluso con la chaqueta a medio desabrochar era irresistible. El cuerpo fuerte y atlético, junto con ese toque delicado. Más que a una chica sus dedos parecían rozar algún instrumento valioso a punto de romperse. Su piel pálida y sus cabellos rubios destacaban contra la ropa negra, atrayendo todavía más atención sobre él. Sus ojos rojos como la sangre la atraían sin remedio, cosa que por algún motivo la encendía en una mezcla de deseo y rabia. ¿Quién era? ¿Acaso era cosa de su linaje? ¿Era por eso que la chica se había dejado caer en sus brazos como un manso corderito? Los gemidos aumentaron su intensidad e incluso en la fría noche del desierto de Arabasta, Aki pudo notar el calor.
Era una presa fácil. Con una frase había logrado que le diese el vestido de buena gana, sin asustarse. Estaba borracha, conocía el lugar y su amiga a su lado le daba más seguridad. Pero en menos de dos minutos su amiga la había abandonado y ella se aferraba a un completo desconocido mientras se corría en mitad de la calle...
El sonido de la pistola al disparar hizo que sus hombros se sacudieran de forma imperceptible mientras sus labios se abrían un poco más formando una tímida y muda 'O'. El grito ni lo oyó, pero el eco la persiguió unos segundos. De repente el encanto se rompió, y la pelirroja volvió a la realidad. Vio el cadáver en la calle y al asesino sonriéndole. Notó su propia falta de rechazo a lo que acababa de suceder y alzó una ceja ante su propia indiferencia. ¿Desde cuando se había vuelto tan fría? ¿Fría? ¿Vas a fingir que no te gustaría conseguir un juguete igual y experimentar...? Apartó la seductora voz de su cabeza en el momento en el que notaba por primera vez otras dos presencias.
Llevaba un rato en la luna, sin prestar atención más que al hombre rubio ahora frente a ella, pero en verdad no estaban solos. Eso no era todo, los reconocía a ambos. Sobre sus cabezas estaba Eron, al que había conocido y reclutado días atrás. Y a lo lejos, en uno de los bancos... ¿Gera? ¿Cómo habría llegado la tímida joven hasta Rainbase? ¿Paseando sola y de noche? Iba a acabar muerta o algo peor.
Se acercó a Mihael lentamente y sin hacer movimientos bruscos, se inclinó sobre él lo justo para recolocarle un mechón de pelo. Por un segundo, sus miradas se encontraron. Se enfrentó a esos ojos del color de la sangre sin titubear, preguntándose qué escondía. Qué pensamientos le pasaban por la mente. Qué planes tenía para ella, como los había tenido en cuanto vio a la chica en la calle.
-¿Te ha gustado?- Susurró antes de poder callarse, como si ella hubiera tenido algo que ver. Que pregunta tan estúpida, y aún así le interesaba la respuesta. ¿Era a causa de su fruta? Quizás solo era curiosidad, el interés en la faceta dolorosa del placer... o quizás no.
Pero tan pronto como el momento empezó acabó, y volvió a separarse. Se quedó a su lado, sin embargo, y le rodeó del brazo con elegancia y gracia. Ahora era suyo, al parecer. Al menos por un rato, él lo había dicho. Sería cuestión de aprovecharlo.
-Vayamos pues, aún nos queda mucha noche por delante.
Comenzó a caminar en dirección al casino, dando un pequeño rodeo para no tropezar con la joven de pelo morado. El asegurarse de que la viera solo a ella y no a Gera era una excelente excusa para acercarse más de lo necesario. Era alguien peligroso. Todavía no terminaba de olvidar el que la chica se hubiera rendido tan facilmente, y no le cabía duda de que había sido de todo menos fortuito. Por eso, por eso, no se apartaría de él hasta averiguarlo.
-No sería un caballero si me quedara cruzado de brazos ante esto.-Dijo alegremente, el eco de su voz aun resonando en los oídos de Aki.- Pero cuando termine, soy todo tuyo.
Qué promesa tan tentadora, colocando todo tipo de caminos viables a sus pies. Dos personas, mil incógnitas alrededor de ambos y una ciudad y una noche para explorar sin contenerse. Mientras caminaba, habiendo dejado a Aki a sus espaldas, esta no era capaz de quitarle los ojos de encima. Se rodeó la cintura con los brazos, pensativa.
Entretando, él llegó a la altura de la pareja. Por el movimiento de sus brazos se estaba desabrochando la cazadora. Las palabras que le dijo a la afortunada flotaron hasta Aki con facilidad; en toda la calle no se oía otro ruido más que el de los borrachos y la fiesta a lo lejos. No era suficiente como para engañar a los sentidos de la pelirroja... todos puestos en la escena que tenía ante si. La chica se fue corriendo, seguramente dispuesta a cumplir sus órdenes. ¿Y quién no lo haría?
Lentamente, comenzó a acercarse para ver mejor. Sus pies aun descalzos rozaban el suelo en completo silencio. La chica que le había prestado el vestido estaba siendo más que bien atendida. El caballero la tenía en sus brazos y estaba cuidando bien de ella. Sin preocuparle que la viera espiando, la pelirroja se quedó a unos metros para no interrumpir, apoyada en una de las farolas. Se mordió el labio sin poder ni querer evitarlo contemplando el espectáculo. Notaba el deseo de la chica como el suyo propio, y podía ver el ansia presente en los ojos de Mihael. Incluso con la chaqueta a medio desabrochar era irresistible. El cuerpo fuerte y atlético, junto con ese toque delicado. Más que a una chica sus dedos parecían rozar algún instrumento valioso a punto de romperse. Su piel pálida y sus cabellos rubios destacaban contra la ropa negra, atrayendo todavía más atención sobre él. Sus ojos rojos como la sangre la atraían sin remedio, cosa que por algún motivo la encendía en una mezcla de deseo y rabia. ¿Quién era? ¿Acaso era cosa de su linaje? ¿Era por eso que la chica se había dejado caer en sus brazos como un manso corderito? Los gemidos aumentaron su intensidad e incluso en la fría noche del desierto de Arabasta, Aki pudo notar el calor.
Era una presa fácil. Con una frase había logrado que le diese el vestido de buena gana, sin asustarse. Estaba borracha, conocía el lugar y su amiga a su lado le daba más seguridad. Pero en menos de dos minutos su amiga la había abandonado y ella se aferraba a un completo desconocido mientras se corría en mitad de la calle...
El sonido de la pistola al disparar hizo que sus hombros se sacudieran de forma imperceptible mientras sus labios se abrían un poco más formando una tímida y muda 'O'. El grito ni lo oyó, pero el eco la persiguió unos segundos. De repente el encanto se rompió, y la pelirroja volvió a la realidad. Vio el cadáver en la calle y al asesino sonriéndole. Notó su propia falta de rechazo a lo que acababa de suceder y alzó una ceja ante su propia indiferencia. ¿Desde cuando se había vuelto tan fría? ¿Fría? ¿Vas a fingir que no te gustaría conseguir un juguete igual y experimentar...? Apartó la seductora voz de su cabeza en el momento en el que notaba por primera vez otras dos presencias.
Llevaba un rato en la luna, sin prestar atención más que al hombre rubio ahora frente a ella, pero en verdad no estaban solos. Eso no era todo, los reconocía a ambos. Sobre sus cabezas estaba Eron, al que había conocido y reclutado días atrás. Y a lo lejos, en uno de los bancos... ¿Gera? ¿Cómo habría llegado la tímida joven hasta Rainbase? ¿Paseando sola y de noche? Iba a acabar muerta o algo peor.
Se acercó a Mihael lentamente y sin hacer movimientos bruscos, se inclinó sobre él lo justo para recolocarle un mechón de pelo. Por un segundo, sus miradas se encontraron. Se enfrentó a esos ojos del color de la sangre sin titubear, preguntándose qué escondía. Qué pensamientos le pasaban por la mente. Qué planes tenía para ella, como los había tenido en cuanto vio a la chica en la calle.
-¿Te ha gustado?- Susurró antes de poder callarse, como si ella hubiera tenido algo que ver. Que pregunta tan estúpida, y aún así le interesaba la respuesta. ¿Era a causa de su fruta? Quizás solo era curiosidad, el interés en la faceta dolorosa del placer... o quizás no.
Pero tan pronto como el momento empezó acabó, y volvió a separarse. Se quedó a su lado, sin embargo, y le rodeó del brazo con elegancia y gracia. Ahora era suyo, al parecer. Al menos por un rato, él lo había dicho. Sería cuestión de aprovecharlo.
-Vayamos pues, aún nos queda mucha noche por delante.
Comenzó a caminar en dirección al casino, dando un pequeño rodeo para no tropezar con la joven de pelo morado. El asegurarse de que la viera solo a ella y no a Gera era una excelente excusa para acercarse más de lo necesario. Era alguien peligroso. Todavía no terminaba de olvidar el que la chica se hubiera rendido tan facilmente, y no le cabía duda de que había sido de todo menos fortuito. Por eso, por eso, no se apartaría de él hasta averiguarlo.
Gera
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
¿Cómo podía ser que Aki estuviese de esa manera en ese lugar? para Gera esto era inaudito, no le había parecido la clase de mujer que va enseñando sus dotes por cualquier lugar, sin ningún tipo de pudor. Lo cierto es que la había visto como una muchacha de lo más amable y dispuesta. Dispuesta, que palabra tan... ¿apropiada? Quizá ser dispuesta en ciertos aspectos como puede ser ayudar a los demás no implicaba que no fuese también muy dispuesta en este tipo de... muchos pensamientos se hacían hueco en la mente de la botánica.
Poco rato después salió de su trance pensando en Aki, sólo podía poner sus ojos en ella, lo cierto es que tenía un cuerpo muy... ¿exuberante? Un leve escalofrío recorrió su cuerpo, se había dedicado a observar la escena. Le pareció la típica en la que hay dos muchachas, su conocida y un hombre de lo más apuesto... espera, un segundo. ¿Qué está haciendo el joven? Gera se sorprendió, se quedó completamente atónita, el hombre había adelantado a la pelirroja, se había acercado a las muchachas y comenzó a rozar el cuerpo de una de ellas. Con cada movimiento que hacía el rubio, la observadora Gera iba sintiendo un pequeño deseo hacia la pareja. Sentía que su cuerpo comenzaba a erizarse, no sabía si lo que sentía era debido al chico, a la chica, o tal vez, a la situación.
Estaba sentada y notó como su flujo iba descendiendo lentamente, estaba completamente embriagada de deseos. Era la primera vez que tenía ante ella una escena de esa índole. Lo cierto es que a la botánica, le gustaba la situación y por su mente pasó un pensamiento fugaz... ¿Qué pasaría si me uniese? En ese momento la muchacha de cabellos violáceos se tornó en un tono rosáceo, sus mejillas albergaban la vergüenza por su pensamiento más húmedo. No podía dejar de mirar, quería parar, de verdad. No pudo hacerlo, observó la escena hasta el final. ¿Por qué estoy sintiendo unos deseos tan grandes de acercarme a ellos y...? no quiso continuar con este pensamiento, lo cierto es que sentía que su subconsciente la estaba poniendo a prueba. ¿Qué es lo que realmente le gustaba a ella? Nunca se había parado a pensarlo, tan sólo había estada con una persona y eso la inquietaba bastante. En su mente rara vez aparecía ningún tipo de pensamiento sexual, lo cierto es que hasta que conoció a Airi no había probado el tacto de un cuerpo desnudo ajeno al de ella misma.
Un sonido de arma la hizo despertar de sus húmedos pensamientos, se asustó debido al cadáver que de repente yacía en el suelo. En ese momento un terrible miedo afloró y su deseo se transformó en angustia. ¿Por qué habrá hecho eso? Gera no comprendía la situación, quizá en este lugar las cosas no son como ella creía. Pensó en levantarse e irse, pero tenía miedo a que el flamante rubio se diese cuenta de su existencia. Por ello, decidió permanecer inmóvil en el banco intentando pasar desapercibida mientras su mente se tornaba fría y observadora. Espero que no me vean, murmuró la muchacha en un tono tan sutil que ni ella pudo apenas oírse.
Poco rato después salió de su trance pensando en Aki, sólo podía poner sus ojos en ella, lo cierto es que tenía un cuerpo muy... ¿exuberante? Un leve escalofrío recorrió su cuerpo, se había dedicado a observar la escena. Le pareció la típica en la que hay dos muchachas, su conocida y un hombre de lo más apuesto... espera, un segundo. ¿Qué está haciendo el joven? Gera se sorprendió, se quedó completamente atónita, el hombre había adelantado a la pelirroja, se había acercado a las muchachas y comenzó a rozar el cuerpo de una de ellas. Con cada movimiento que hacía el rubio, la observadora Gera iba sintiendo un pequeño deseo hacia la pareja. Sentía que su cuerpo comenzaba a erizarse, no sabía si lo que sentía era debido al chico, a la chica, o tal vez, a la situación.
Estaba sentada y notó como su flujo iba descendiendo lentamente, estaba completamente embriagada de deseos. Era la primera vez que tenía ante ella una escena de esa índole. Lo cierto es que a la botánica, le gustaba la situación y por su mente pasó un pensamiento fugaz... ¿Qué pasaría si me uniese? En ese momento la muchacha de cabellos violáceos se tornó en un tono rosáceo, sus mejillas albergaban la vergüenza por su pensamiento más húmedo. No podía dejar de mirar, quería parar, de verdad. No pudo hacerlo, observó la escena hasta el final. ¿Por qué estoy sintiendo unos deseos tan grandes de acercarme a ellos y...? no quiso continuar con este pensamiento, lo cierto es que sentía que su subconsciente la estaba poniendo a prueba. ¿Qué es lo que realmente le gustaba a ella? Nunca se había parado a pensarlo, tan sólo había estada con una persona y eso la inquietaba bastante. En su mente rara vez aparecía ningún tipo de pensamiento sexual, lo cierto es que hasta que conoció a Airi no había probado el tacto de un cuerpo desnudo ajeno al de ella misma.
Un sonido de arma la hizo despertar de sus húmedos pensamientos, se asustó debido al cadáver que de repente yacía en el suelo. En ese momento un terrible miedo afloró y su deseo se transformó en angustia. ¿Por qué habrá hecho eso? Gera no comprendía la situación, quizá en este lugar las cosas no son como ella creía. Pensó en levantarse e irse, pero tenía miedo a que el flamante rubio se diese cuenta de su existencia. Por ello, decidió permanecer inmóvil en el banco intentando pasar desapercibida mientras su mente se tornaba fría y observadora. Espero que no me vean, murmuró la muchacha en un tono tan sutil que ni ella pudo apenas oírse.
Yarmin Prince
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Chasqueó los dedos, y del interior del edificio dos hombres armados salieron, dispuestos a cargar con el cadáver a un lugar donde pudieran deshacerse de ella. Ojalá utilizaran la picadora, le encantaba la sonrisa de las monjas cuando les donaba carne para hamburguesas. Se estaba haciendo un buen nombre como persona justa y confiable, y los pocos que se daban cuenta de su verdadera naturaleza terminaban como... Bueno, como habría acabado la velada la pelirroja de no ser por la utilidad intrínseca que tenía. Aquel morbo por las cosas malas, aquel poder para manipular a la gente, esas caderas. Todo el mundo necesitaba de vez en cuando un esparcimiento, y la chiquilla tenía todas las cualidades necesarias para formar parte de él durante un tiempo.
-No ha estado mal- respondió mientras limpiaba el cañón del arma en un pañuelo de seda blanca. Nunca habría esperado estar en una situación tan desesperada como para verse obligado a disparar contra los genitales de una joven. No al menos matándola en el proceso-. Te diría que esto no es propio de mí, pero mis gustos son... peculiares.
¿Se pararía a preguntarse si todos los Markov eran como él? Conociendo a Iliana y a Derian era creíble, aunque tenían cierto prestigio como monarcas en esa zona y poca gente sabía de sus andanzas. Ni de las extrañas prácticas sexuales de Iliana. Era una puta, y una buena moneda de cambio. Émile, si lograba contactarlo algún día, seguramente estaría encantado de ceder poder a cambio de un par de islas más... Y una esclava nueva con ínfulas de grandeza. Siempre era un placer romper poco a poco la moral de esas. Era tan... Mágico.
Casi se emocionó por un instante, olvidándose de a quién tenía delante. ¿Cómo podía? Aquella mujer tan... Carnal. Como mínimo tan entregada a la lujuria como él, y de maneras al menos tan especiales. Cada paso un infierno en medio del paraíso, haberla visto desnuda de repente hacía que verla con el vestido azul se antojase, cuanto menos, insuficiente. O excesivo. Excesiva ropa, sin duda. Le sobraba, eso era evidente. Sin embargo, podía intentar disfrutar un poco de ese extraño juego un rato más.
-Mucha noche y demasiada ropa, ¿No crees?- contestó él poniéndose a su altura, acercándose lo más que pudo. Trataría de rodear su cintura y se encargaría de palpar, si podía, la escueta ropa interior de la pelirroja. Una buena indirecta, un juego de niños... Aquella chica no iba a caer tan fácilmente. O, todo lo contrario, iba a caer irremediablemente. Lo único que no tenía claro era cuál era su poder, aunque también influía en la mente de las personas. De otra forma, pero lo hacía. ¿O tal vez era simple reflejo de su belleza? Atravesaba todo hasta obtener lo que la dueña de ese cuerpo quería. Quién sabe-. Espero que tengas algo verdaderamente especial para mí, aunque la intimidad también lo sería... Y para ambos.
Siguió la ruta establecida por la bailarina sin saber aún adónde se dirigían. Podría ser una trampa, pero confiaba en haber causado una buena impresión a la joven y no pensaba dejarse matar ahora. Todo estaba muy cerca de suceder y no pensaba renunciar a los planes. Arabasta era suya, y el día de mañana el mundo le pertenecería también. Rainbase y sus bajos fondos ya eran parte de los dominios de Yarmin Prince, y el príncipe encantador sabía perfectamente cuál era su siguiente paso.
-Y entonces- comentó en tono jovial-. ¿Tú tienes alguna afición en particular?
-No ha estado mal- respondió mientras limpiaba el cañón del arma en un pañuelo de seda blanca. Nunca habría esperado estar en una situación tan desesperada como para verse obligado a disparar contra los genitales de una joven. No al menos matándola en el proceso-. Te diría que esto no es propio de mí, pero mis gustos son... peculiares.
¿Se pararía a preguntarse si todos los Markov eran como él? Conociendo a Iliana y a Derian era creíble, aunque tenían cierto prestigio como monarcas en esa zona y poca gente sabía de sus andanzas. Ni de las extrañas prácticas sexuales de Iliana. Era una puta, y una buena moneda de cambio. Émile, si lograba contactarlo algún día, seguramente estaría encantado de ceder poder a cambio de un par de islas más... Y una esclava nueva con ínfulas de grandeza. Siempre era un placer romper poco a poco la moral de esas. Era tan... Mágico.
Casi se emocionó por un instante, olvidándose de a quién tenía delante. ¿Cómo podía? Aquella mujer tan... Carnal. Como mínimo tan entregada a la lujuria como él, y de maneras al menos tan especiales. Cada paso un infierno en medio del paraíso, haberla visto desnuda de repente hacía que verla con el vestido azul se antojase, cuanto menos, insuficiente. O excesivo. Excesiva ropa, sin duda. Le sobraba, eso era evidente. Sin embargo, podía intentar disfrutar un poco de ese extraño juego un rato más.
-Mucha noche y demasiada ropa, ¿No crees?- contestó él poniéndose a su altura, acercándose lo más que pudo. Trataría de rodear su cintura y se encargaría de palpar, si podía, la escueta ropa interior de la pelirroja. Una buena indirecta, un juego de niños... Aquella chica no iba a caer tan fácilmente. O, todo lo contrario, iba a caer irremediablemente. Lo único que no tenía claro era cuál era su poder, aunque también influía en la mente de las personas. De otra forma, pero lo hacía. ¿O tal vez era simple reflejo de su belleza? Atravesaba todo hasta obtener lo que la dueña de ese cuerpo quería. Quién sabe-. Espero que tengas algo verdaderamente especial para mí, aunque la intimidad también lo sería... Y para ambos.
Siguió la ruta establecida por la bailarina sin saber aún adónde se dirigían. Podría ser una trampa, pero confiaba en haber causado una buena impresión a la joven y no pensaba dejarse matar ahora. Todo estaba muy cerca de suceder y no pensaba renunciar a los planes. Arabasta era suya, y el día de mañana el mundo le pertenecería también. Rainbase y sus bajos fondos ya eran parte de los dominios de Yarmin Prince, y el príncipe encantador sabía perfectamente cuál era su siguiente paso.
-Y entonces- comentó en tono jovial-. ¿Tú tienes alguna afición en particular?
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Te diría que esto no es propio de mí, pero mis gustos son... peculiares.
No pudo evitarlo. Una traviesa sonrisa se asomó a sus labios al escucharle. Por un momento sintió el impulso de mirar al suelo y esconderla, pero en lugar de ello le sostuvo la mirada. Definitivamente tenía los ojos del color de la sangre. Bastaba echar un vistazo al destrozo dejado por aquella muñequita en la acera para comprobarlo. De hecho, esas manchas eran todo lo que quedaba de ella, porque dos amables caballeros habían aparecido para llevársela. Su destino no me interesaba.
Me dejé agarrar por la cintura y a su vez pasé mi brazo por sus hombros, las yemas de mis dedos acariciando gentilmente la piel descubierta de su cuello. Era un hombre atractivo, muy atractivo. Seductor, toda una tentación. Incluso con el olor a pólvora todavía cercándolo mantenía esa seguridad y ese aire de elegancia. O quizás precisamente debido a eso. Y yo no me alejaba, me estaba dejando cercar. Pero no por mucho tiempo. Noté sus manos traviesas, sabía lo que buscaban. Con delicadeza, como si fuera un movimiento casual, alejé sus dedos de mi ropa interior. No le aparté de mi, por descontado. Eso sería una grosería. Le había hecho una promesa, y como buena dama tenía que cumplirla.
Al fin y al cabo, me habían pagado por bailar para él toda una noche.
Aparté mi brazo de él y lo posé en el tirante de mi vestido, componiendo una mueca de frustración. Ni siquiera era una buena prenda. Parecía comprada en alguna tienda barata y aunque la talla se acercaba, desde luego no cumplía los estándares. Pero no importaba.
- En verdad, ardo en deseos de quitármela. Pero me temo que a donde te llevo es de mala educación entrar sin algo puesto.
Caminamos a la luz de las farolas, puesto que la luna se escondía lejana entre los tejados de los edificios. Daba igual; las calles de la ciudad eran mucho más acogedoras de esta manera. El destino que tenía en mente estaba apenas a un minuto caminando, por lo que no se apresuraba. Escuchó su pregunta y rió bajito, sorprendida por lo normal que aparentaba todo de repente.
- Bueno, me encanta bailar. Y viajar.- Añadió con un brillo extraño en la mirada.- Solo hay un lugar en este mundo en el que pueda estar más de un par de semanas. Deberías pasarte un día.- Y mientras lo decía, se dio cuenta de que en verdad le apetecía. Tenía la sensación de que cuando la noche terminara y ambos partieran en direcciones distintas se les habrían quedado muchas cosas en el tintero. Todavía quería saber qué era aquella tarjeta, y no parecía ir a averiguarlo hoy.
Al final llegaron al lugar. No destacaba mucho, una puerta de un rojo oscuro se alzaba delante de ellos. Había un hombre enorme apoyado en la puerta, pero al verlos llegar sonrió y la abrió para ellos. Aki no sabía si le había reconocido a ella, a él o a ambos. Dejó pasar primero a su oportuno acompañante y cerró la puerta al paraíso detrás de ambos.
El casino era impresionante. El espacio era amplio y había la cantidad de gente justa para no resultar abrumadora pero sí ser agradable el quedarse en pequeños grupos. Había un enorme bar en el centro del lugar y máquinas y diferentes juegos aquí y allá. Todos parecían alegres y había una atmósfera curiosa en el aire. Todo era acogedor y agradable, la clase de lugar en la que te quedarías tranquilamente varias horas. Pero la gente, toda, tenía algo detrás. En la ropa, en la cara, en la forma de moverse y de mirar. Escondían algo. Todos. Y Aki decidió enseñarle a Yarmin el mayor secreto de aquel lugar.
Acercándosele por detrás, le posó las manos en los hombros y le susurró al oído.
- ¿Ves a esa joven? Te presento al mejor postre de todo Rainbase.
La chica en cuestión estaba sentada al fondo de la estancia, en un pequeño sofá negro. Iba acompañada de otra joven, pero al verlas juntas nadie dudaría de quién hablaba Aki. Su atractivo hablaba por si solo y aún así, su postura era humilde.
-Su padre es uno de los mayores traficantes de drogas de esta ciudad, pero poca gente lo sabe. Muy poca. Ese par de ojos esconden toda clase de maldades bajo una fachada tranquila. Aunque claro, quién sabe lo que ocurre a puerta cerrada.
En realidad, Aki lo sabía. Jester escogía bien las anécdotas que le contaba. Sonriendo, Aki resistió el impulso de morderle la oreja. Eso estaba más allá de los límites. En su lugar, se mordió el labio y le susurró: - Pensé que te gustaría.
No pudo evitarlo. Una traviesa sonrisa se asomó a sus labios al escucharle. Por un momento sintió el impulso de mirar al suelo y esconderla, pero en lugar de ello le sostuvo la mirada. Definitivamente tenía los ojos del color de la sangre. Bastaba echar un vistazo al destrozo dejado por aquella muñequita en la acera para comprobarlo. De hecho, esas manchas eran todo lo que quedaba de ella, porque dos amables caballeros habían aparecido para llevársela. Su destino no me interesaba.
Me dejé agarrar por la cintura y a su vez pasé mi brazo por sus hombros, las yemas de mis dedos acariciando gentilmente la piel descubierta de su cuello. Era un hombre atractivo, muy atractivo. Seductor, toda una tentación. Incluso con el olor a pólvora todavía cercándolo mantenía esa seguridad y ese aire de elegancia. O quizás precisamente debido a eso. Y yo no me alejaba, me estaba dejando cercar. Pero no por mucho tiempo. Noté sus manos traviesas, sabía lo que buscaban. Con delicadeza, como si fuera un movimiento casual, alejé sus dedos de mi ropa interior. No le aparté de mi, por descontado. Eso sería una grosería. Le había hecho una promesa, y como buena dama tenía que cumplirla.
Al fin y al cabo, me habían pagado por bailar para él toda una noche.
Aparté mi brazo de él y lo posé en el tirante de mi vestido, componiendo una mueca de frustración. Ni siquiera era una buena prenda. Parecía comprada en alguna tienda barata y aunque la talla se acercaba, desde luego no cumplía los estándares. Pero no importaba.
- En verdad, ardo en deseos de quitármela. Pero me temo que a donde te llevo es de mala educación entrar sin algo puesto.
Caminamos a la luz de las farolas, puesto que la luna se escondía lejana entre los tejados de los edificios. Daba igual; las calles de la ciudad eran mucho más acogedoras de esta manera. El destino que tenía en mente estaba apenas a un minuto caminando, por lo que no se apresuraba. Escuchó su pregunta y rió bajito, sorprendida por lo normal que aparentaba todo de repente.
- Bueno, me encanta bailar. Y viajar.- Añadió con un brillo extraño en la mirada.- Solo hay un lugar en este mundo en el que pueda estar más de un par de semanas. Deberías pasarte un día.- Y mientras lo decía, se dio cuenta de que en verdad le apetecía. Tenía la sensación de que cuando la noche terminara y ambos partieran en direcciones distintas se les habrían quedado muchas cosas en el tintero. Todavía quería saber qué era aquella tarjeta, y no parecía ir a averiguarlo hoy.
Al final llegaron al lugar. No destacaba mucho, una puerta de un rojo oscuro se alzaba delante de ellos. Había un hombre enorme apoyado en la puerta, pero al verlos llegar sonrió y la abrió para ellos. Aki no sabía si le había reconocido a ella, a él o a ambos. Dejó pasar primero a su oportuno acompañante y cerró la puerta al paraíso detrás de ambos.
El casino era impresionante. El espacio era amplio y había la cantidad de gente justa para no resultar abrumadora pero sí ser agradable el quedarse en pequeños grupos. Había un enorme bar en el centro del lugar y máquinas y diferentes juegos aquí y allá. Todos parecían alegres y había una atmósfera curiosa en el aire. Todo era acogedor y agradable, la clase de lugar en la que te quedarías tranquilamente varias horas. Pero la gente, toda, tenía algo detrás. En la ropa, en la cara, en la forma de moverse y de mirar. Escondían algo. Todos. Y Aki decidió enseñarle a Yarmin el mayor secreto de aquel lugar.
Acercándosele por detrás, le posó las manos en los hombros y le susurró al oído.
- ¿Ves a esa joven? Te presento al mejor postre de todo Rainbase.
La chica en cuestión estaba sentada al fondo de la estancia, en un pequeño sofá negro. Iba acompañada de otra joven, pero al verlas juntas nadie dudaría de quién hablaba Aki. Su atractivo hablaba por si solo y aún así, su postura era humilde.
-Su padre es uno de los mayores traficantes de drogas de esta ciudad, pero poca gente lo sabe. Muy poca. Ese par de ojos esconden toda clase de maldades bajo una fachada tranquila. Aunque claro, quién sabe lo que ocurre a puerta cerrada.
En realidad, Aki lo sabía. Jester escogía bien las anécdotas que le contaba. Sonriendo, Aki resistió el impulso de morderle la oreja. Eso estaba más allá de los límites. En su lugar, se mordió el labio y le susurró: - Pensé que te gustaría.
Yarmin Prince
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Se dejó acariciar por los gentiles dedos de la pelirroja, estirando el cuello para que llegasen más fácilmente hasta su nuca. El tacto era suave, y su olor agradable. A pesar del sudor por la danza, el semen y la sangre, seguía oliendo a perfumes y jabones, a incienso y a caléndula, a una noche memorable. Él seguía buscando con cierta ansia su ropa interior, pero la mano libre de Aki apartó gentilmente a un niño de su travesura. No se quitaba el brazo de las caderas, sin embargo, y Yarmin sólo podía pensar en una cosa: No recordaba haberla visto ponerse ropa interior. En aquel momento no sabía si también se la había quitado a la muchacha, sólo que se había desnudado en medio del desierto de Arabasta. Ahora la duda lo corroía, pero no podía arriesgarse a molestarla. No sabía hasta qué punto su poder ejercería influencia sobre ella.
Por un instante llegó a pensar que se apartaría, pero sólo cogió con los dedos una de las tiras del vestido. A pesar de lo bien que le quedaba estaba claro que no era su talla, le quedaba demasiado grande a la altura de los pechos y estrecho en las caderas. Habría jurado que se adaptaba a ella como un guante, pero probablemente eso fuera cosa de los increíbles poderes que ella también poseía. ¿Alguna clase de hipnosis? No, algo relativo al sexo... ¿O era a fuerza de puro atractivo? El encanto animal que tenía, sus rasgos felinos delicadamente marcados y su cabello rojo que caía en una salvaje cascada... No, había algo más, un inquietante secreto antinatural, aunque no iba a descartar el poder de su belleza por el momento.
La muchacha lo dejó adelantarse un par de pasos para entrar por la puerta cuando un enorme portero la abrió, salvando de nuevo la distancia que lo separaba con una gracia única. Tenía algo felino en ella, ¿Tal vez de ahí su encanto? No podía saberlo, y le dijo algunas obscenidades sutilmente al oído mientras se acercaban a sólo ella sabía dónde hasta que finalmente le presentó el que decía era el mejor postre de todo Rainbase.
-El segundo mejor, querrás decir- le susurró al oído, intentando morderle el lóbulo de la oreja.
Conocía a la chica. Y a su acompañante. No quería decírselo a Aki, pero Naomi Blackbird no era un postre: Era un títere. La saludó con una sonrisa y se acercó, sentándose entre ella y su acompañante. Hacía ya unos meses habían hecho un trato sobre el padre al que la pelirroja se había referido. Él lo mataba y ella quedaba indemne, en una posición muy favorable y bajo la protección de L.O.V.E.M.U.F.F.I.N.. Un trato que, obviamente no había rechazado.
-¡Señor P...
-Mihael, señorita- interrumpió Yarmin sin alzar la voz, posándole su dedo en los labios muy lentamente. Ella abrió la boca y lo lamió con lentitud y lujuria, mirándolo fijamente-. ¿Quién es tu amiga, por cierto?
No era tan guapa como la escultural morena, y mucho menos se acercaba a la belleza de Aki, pero podía convertirse en un buen postre.
-Por cierto, os presento a Su Majestad- terminó por decir, tendiendo a la exuberante mujer su mano, esperando que la tomase y se sentase sobre sus piernas-. Es la mejor bailarina de toda la isla.
Por un instante llegó a pensar que se apartaría, pero sólo cogió con los dedos una de las tiras del vestido. A pesar de lo bien que le quedaba estaba claro que no era su talla, le quedaba demasiado grande a la altura de los pechos y estrecho en las caderas. Habría jurado que se adaptaba a ella como un guante, pero probablemente eso fuera cosa de los increíbles poderes que ella también poseía. ¿Alguna clase de hipnosis? No, algo relativo al sexo... ¿O era a fuerza de puro atractivo? El encanto animal que tenía, sus rasgos felinos delicadamente marcados y su cabello rojo que caía en una salvaje cascada... No, había algo más, un inquietante secreto antinatural, aunque no iba a descartar el poder de su belleza por el momento.
La muchacha lo dejó adelantarse un par de pasos para entrar por la puerta cuando un enorme portero la abrió, salvando de nuevo la distancia que lo separaba con una gracia única. Tenía algo felino en ella, ¿Tal vez de ahí su encanto? No podía saberlo, y le dijo algunas obscenidades sutilmente al oído mientras se acercaban a sólo ella sabía dónde hasta que finalmente le presentó el que decía era el mejor postre de todo Rainbase.
-El segundo mejor, querrás decir- le susurró al oído, intentando morderle el lóbulo de la oreja.
Conocía a la chica. Y a su acompañante. No quería decírselo a Aki, pero Naomi Blackbird no era un postre: Era un títere. La saludó con una sonrisa y se acercó, sentándose entre ella y su acompañante. Hacía ya unos meses habían hecho un trato sobre el padre al que la pelirroja se había referido. Él lo mataba y ella quedaba indemne, en una posición muy favorable y bajo la protección de L.O.V.E.M.U.F.F.I.N.. Un trato que, obviamente no había rechazado.
-¡Señor P...
-Mihael, señorita- interrumpió Yarmin sin alzar la voz, posándole su dedo en los labios muy lentamente. Ella abrió la boca y lo lamió con lentitud y lujuria, mirándolo fijamente-. ¿Quién es tu amiga, por cierto?
No era tan guapa como la escultural morena, y mucho menos se acercaba a la belleza de Aki, pero podía convertirse en un buen postre.
-Por cierto, os presento a Su Majestad- terminó por decir, tendiendo a la exuberante mujer su mano, esperando que la tomase y se sentase sobre sus piernas-. Es la mejor bailarina de toda la isla.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Su sonrisa se ensanchó al oír sus palabras. Dejó que la mordiera y saboreó el escalofrío que le recorrió sin hacer nada que lo demostrase. Como si no hubiera sucedido, le dejó avanzar primero.
Frente a sus ojos, la escena de la habitación cambió radicalmente para ella en cuestión de segundos. La diferencia entre lo que sabemos y lo que creemos saber es a menudo muy delgada; un par de pasos pueden bastar para cruzar esa frontera. Al sentarse entre ambas damas, Mihael hizo que Aki la cruzara. De repente, se dio cuenta de que se estaba dejando llevar. La extraña en esa isla era ella, no él. Había estado paseando por el bosque del lobo, enseñándole orgullosa los recovecos que él ya conocía. Naomi puso sus ojos en él, seguramente no por primera ni por última vez. No se le escapó la manera en que él la corrigió; definitivamente Mihael no era su verdadero nombre. O eso o era la señorita quien tenía la información equivocada. Había demasiadas cartas que destapar, pero le estaba gustando el juego. No era como si no tuviera sus propios ases bajo la manga.
Otro ramalazo de lujuria la invadió al ver como la morena lamía el dedo de su acompañante. Sus ojos se posaron durante una milésima de segundo en su lengua, antes de volver a observar a Yarmin. Al escuchar su voz, recordó que no estaban solos. La tercera jovencita era poco más que una adolescente, rubia y tímida. Era mona, pero nada especial. Por sus ojos verdes, enormes y abiertos, supo que era su primera noche en el casino. No podía dejar de mirar todo lo que sucedía a su alrededor. Apenas pensó esto, Naomi le dio la razón.
-Una amiga...Mihael. Hoy es su cumpleaños, era un buen día para que descubriera este sitio. Ángela, sé amable y saluda.
La aludida dio una tímida sonrisa y musitó un ''Hola'', antes de apartar la mirada. No parecía incómoda, solo un poco abrumada. Pero antes de que pudiera decir nada, él la llamó. Vio cómo le tendía la mano y el cuadro se completó en su cabeza. Rodeado de mujeres bonitas, si aceptaba y se sentaba en sus rodillas terminaría de establecer las posiciones. Y si iba a entrar a su juego, tenía muy claro que sería como una igual. Así que hizo lo que mejor se le daba. Sonriendo, se apartó el pelo de la cara y dio un par de pasos hacia el trío:
- Es un placer volver después de tanto tiempo. Naomi, Jester te manda saludos. Ángela... feliz cumpleaños.
No pudo evitarlo. Vio como la rubia le miraba con curiosidad y avivó su deseo por ella, solo un poco. Sonrió al ver las mejillas de ambas coloreadas de carmín. Acto seguido, se giró y con gentileza paró a un camarero. Se inclinó un poco y susurró un pedido en su oreja antes de dejarle ir. Ya volvería con su copa. Tras pensarlo de nuevo, suspiró dramaticamente y se posó sobre las piernas de Mihael. Le rodeó los hombros con un brazo y sonrió con picardía.
- No sabía que fueras tan conocido por aquí. Tantos halagos y no me dejas ni un asiento propio... eres muy malo conmigo.
Frente a sus ojos, la escena de la habitación cambió radicalmente para ella en cuestión de segundos. La diferencia entre lo que sabemos y lo que creemos saber es a menudo muy delgada; un par de pasos pueden bastar para cruzar esa frontera. Al sentarse entre ambas damas, Mihael hizo que Aki la cruzara. De repente, se dio cuenta de que se estaba dejando llevar. La extraña en esa isla era ella, no él. Había estado paseando por el bosque del lobo, enseñándole orgullosa los recovecos que él ya conocía. Naomi puso sus ojos en él, seguramente no por primera ni por última vez. No se le escapó la manera en que él la corrigió; definitivamente Mihael no era su verdadero nombre. O eso o era la señorita quien tenía la información equivocada. Había demasiadas cartas que destapar, pero le estaba gustando el juego. No era como si no tuviera sus propios ases bajo la manga.
Otro ramalazo de lujuria la invadió al ver como la morena lamía el dedo de su acompañante. Sus ojos se posaron durante una milésima de segundo en su lengua, antes de volver a observar a Yarmin. Al escuchar su voz, recordó que no estaban solos. La tercera jovencita era poco más que una adolescente, rubia y tímida. Era mona, pero nada especial. Por sus ojos verdes, enormes y abiertos, supo que era su primera noche en el casino. No podía dejar de mirar todo lo que sucedía a su alrededor. Apenas pensó esto, Naomi le dio la razón.
-Una amiga...Mihael. Hoy es su cumpleaños, era un buen día para que descubriera este sitio. Ángela, sé amable y saluda.
La aludida dio una tímida sonrisa y musitó un ''Hola'', antes de apartar la mirada. No parecía incómoda, solo un poco abrumada. Pero antes de que pudiera decir nada, él la llamó. Vio cómo le tendía la mano y el cuadro se completó en su cabeza. Rodeado de mujeres bonitas, si aceptaba y se sentaba en sus rodillas terminaría de establecer las posiciones. Y si iba a entrar a su juego, tenía muy claro que sería como una igual. Así que hizo lo que mejor se le daba. Sonriendo, se apartó el pelo de la cara y dio un par de pasos hacia el trío:
- Es un placer volver después de tanto tiempo. Naomi, Jester te manda saludos. Ángela... feliz cumpleaños.
No pudo evitarlo. Vio como la rubia le miraba con curiosidad y avivó su deseo por ella, solo un poco. Sonrió al ver las mejillas de ambas coloreadas de carmín. Acto seguido, se giró y con gentileza paró a un camarero. Se inclinó un poco y susurró un pedido en su oreja antes de dejarle ir. Ya volvería con su copa. Tras pensarlo de nuevo, suspiró dramaticamente y se posó sobre las piernas de Mihael. Le rodeó los hombros con un brazo y sonrió con picardía.
- No sabía que fueras tan conocido por aquí. Tantos halagos y no me dejas ni un asiento propio... eres muy malo conmigo.
Yarmin Prince
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una chiquilla tímida, la joven heredera de una gran fortuna y La Reina, una mujer que parecía tener tantos ojos entre el bajo mundo como él. El nombre de Jester no le decía nada, pero que alguien contactara a su socia sin que él fuera consciente antes, durante y después significaba una importante brecha en la seguridad del negocio. Había sido mucho tiempo de planificación rigurosa, demasiado para dejar que un error estropeara repentinamente todos sus planes. Muy pronto tendrían que dar cuenta de demasiadas cosas, y no podía permitirse una preocupación de más.
-¿Jester?- preguntó, con marcada risa en su rostro. Tenía que ser divertido, parecer que le hacía gracia la situación-. Creí que yo era el único hombre en tu vida, cielo- le acarició la cara con cierta ternura mientras Aki se colgaba de un camarero, pidiendo bebida-. Espero que al menos tu corazón sea mío.
-Mi corazón es todo tuyo, Y... Mihael. Pero eso no significa que otros estén vetados de mi cuerpo- una sonrisa pícara asomó en su cara-. Ni otras del tuyo.
Pareció haberlo calculado. Justo tras sus palabras, el suspiro de una dama pelirroja antes de posarse como una mariposa sobre el polen en su regazo. Lo rodeó con sus brazos, y Yarmin pudo sentir el cosquilleo de aquellas zarpas de gata acariciando su cuello. Hermosa, pero con uñas tan largas y hendidas tan profundo que en el corazón mismo de Arabasta él no había sido capaz de ver. Se fijó en sus ojos, vivos y sagaces mientras de su boca las palabras salían, hirientes como flechas romas. Golpeaban pero no dañaban.
-Pero, querida- dijo, acariciando su cabello con la misma mano que la atrajo-. El mejor sitio siempre es sobre las piernas del Rey, ¿No te parece?
La mano que se había perdido entre el cabello de Aki renació en una marea de rojo, alzándose. Sólo tuvo que chasquear los dedos para que la sala quedase en completo silencio durante un instante. La música seguía sonando, claro, pero todos se quedaron callados mientras una figura esbelta y de porte delicado se acercaba. Llevaba una bandeja, y sobre ella una bandeja con su mejor whisky, una botella de setenta y cinco años. Sabía que era el mejor porque nadie en ese lugar se atrevería a darle menos de lo que pedía, y ya hacía casi un mes desde que era una figura relevante en los bajos fondos. Más que relevante, el Rey de las cloacas en el desierto. Aquella noche se había convertido en el más importante traficante de Arabasta, y aunque sólo una persona conocía ese detalle ninguno cuestionaba que estaban ante alguien con quien era mejor no meterse.
-Por cierto, Mihael- comentó Naomi con sutileza-. ¿Qué tal está mi padre? Espero que fuese una fiesta digna de él.
-Su Majestad dio buena cuenta de él- respondió. Aki había matado a un tipo casi irrelevante, pero con suerte se harían amigas compartiendo un secreto. Un horrible secreto-. Señorita, si me disculpa...
La hizo a un lado, levantándose mientras en un ágil movimiento la dejaba colocada en la posición que antes ocupaba él y recibió al camarero de pie, levantando la botella con alegría.
-¡Una ronda para todos!- el mejor postre de todo Rainbase. No se iba a quedar con el postre. Mucho criminalucho suelto. Se acercó al oído del camarero, bajando el tono. Eso iba a ser el colofón-. Saca las botellas que envió Percy.
Tras eso, robó la bandeja al hombre y empezó a servir él mismo el licor en los vasos. Era un gran día, y lo iba a celebrar.
-¿Jester?- preguntó, con marcada risa en su rostro. Tenía que ser divertido, parecer que le hacía gracia la situación-. Creí que yo era el único hombre en tu vida, cielo- le acarició la cara con cierta ternura mientras Aki se colgaba de un camarero, pidiendo bebida-. Espero que al menos tu corazón sea mío.
-Mi corazón es todo tuyo, Y... Mihael. Pero eso no significa que otros estén vetados de mi cuerpo- una sonrisa pícara asomó en su cara-. Ni otras del tuyo.
Pareció haberlo calculado. Justo tras sus palabras, el suspiro de una dama pelirroja antes de posarse como una mariposa sobre el polen en su regazo. Lo rodeó con sus brazos, y Yarmin pudo sentir el cosquilleo de aquellas zarpas de gata acariciando su cuello. Hermosa, pero con uñas tan largas y hendidas tan profundo que en el corazón mismo de Arabasta él no había sido capaz de ver. Se fijó en sus ojos, vivos y sagaces mientras de su boca las palabras salían, hirientes como flechas romas. Golpeaban pero no dañaban.
-Pero, querida- dijo, acariciando su cabello con la misma mano que la atrajo-. El mejor sitio siempre es sobre las piernas del Rey, ¿No te parece?
La mano que se había perdido entre el cabello de Aki renació en una marea de rojo, alzándose. Sólo tuvo que chasquear los dedos para que la sala quedase en completo silencio durante un instante. La música seguía sonando, claro, pero todos se quedaron callados mientras una figura esbelta y de porte delicado se acercaba. Llevaba una bandeja, y sobre ella una bandeja con su mejor whisky, una botella de setenta y cinco años. Sabía que era el mejor porque nadie en ese lugar se atrevería a darle menos de lo que pedía, y ya hacía casi un mes desde que era una figura relevante en los bajos fondos. Más que relevante, el Rey de las cloacas en el desierto. Aquella noche se había convertido en el más importante traficante de Arabasta, y aunque sólo una persona conocía ese detalle ninguno cuestionaba que estaban ante alguien con quien era mejor no meterse.
-Por cierto, Mihael- comentó Naomi con sutileza-. ¿Qué tal está mi padre? Espero que fuese una fiesta digna de él.
-Su Majestad dio buena cuenta de él- respondió. Aki había matado a un tipo casi irrelevante, pero con suerte se harían amigas compartiendo un secreto. Un horrible secreto-. Señorita, si me disculpa...
La hizo a un lado, levantándose mientras en un ágil movimiento la dejaba colocada en la posición que antes ocupaba él y recibió al camarero de pie, levantando la botella con alegría.
-¡Una ronda para todos!- el mejor postre de todo Rainbase. No se iba a quedar con el postre. Mucho criminalucho suelto. Se acercó al oído del camarero, bajando el tono. Eso iba a ser el colofón-. Saca las botellas que envió Percy.
Tras eso, robó la bandeja al hombre y empezó a servir él mismo el licor en los vasos. Era un gran día, y lo iba a celebrar.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Había escuchado las palabras de la jovencita a la perfección, pero también las de él. Sabía que por mucho que se riera sus palabras no podían ir en serio, Naomi no parecía turbada. Ese interés tenía otra naturaleza, pero Aki haría como que nada había sucedido. Si quería saber más, tendría que ir tras la información. Aunque por otra parte, ¿Por qué le molestaba? Si no había acordado nada con la señorita. Demasiadas incógnitas y de repente, la atmósfera cambió.
La música subió de volumen o quizás solo lo pareció cuando la estancia se quedó en silencio. El chasquido resonó por encima de su cabeza entre la ausencia de conversaciones. Antes de que lo racionalizara siquiera, un camarero apareció con una botella de whisky. Aki le dedicó una mirada aprecitativa; conocía lo suficiente como para saber que no era algo cualquiera. No habían tardado segundos y Mihael ni siquiera había hablado. ¿Hasta que punto le conocían aquí? Una voz más suave interrumpió el curso de sus pensamientos y al escuchar la tranquilidad en la respuesta del hombre bajo ella un escalofrío le recorrió la espalda.
Me incorporé y volví a sentarme, dejándole pasar. Le seguí con la mirada, entendiendo. Si el padre de la jovencita moría, ella se quedaba con el negocio. Y Mihael le había proporcionado la excusa perfecta pero... ¿A cambio de qué? Me incliné hacia Naomi con una sonrisa mientras él servía el licor. Nos tapé con una mano y le acaricié la oreja con los labios, confidencialmente.
- Puedo asegurarte que sonrió hasta el final. Pero me intriga más el caballero aquí entre nosotras. Es... encantador, simplemente.
Recibió la copa de sus manos con una sonrisa, mientras le atravesaba con la mirada. Todos los interrogantes que la carcomían estaban impresos en sus ojos azules. Dio un pequeño sorbo y se hizo a un lado, dejándole un sitio.
- Por favor, regresa. Quizá el mejor sitio sea sobre tus piernas, pero te aseguro que el más placentero es al lado de las mías. Y aún hay tantas cosas de las que me gustaría charlar, Mihael...
La música subió de volumen o quizás solo lo pareció cuando la estancia se quedó en silencio. El chasquido resonó por encima de su cabeza entre la ausencia de conversaciones. Antes de que lo racionalizara siquiera, un camarero apareció con una botella de whisky. Aki le dedicó una mirada aprecitativa; conocía lo suficiente como para saber que no era algo cualquiera. No habían tardado segundos y Mihael ni siquiera había hablado. ¿Hasta que punto le conocían aquí? Una voz más suave interrumpió el curso de sus pensamientos y al escuchar la tranquilidad en la respuesta del hombre bajo ella un escalofrío le recorrió la espalda.
Me incorporé y volví a sentarme, dejándole pasar. Le seguí con la mirada, entendiendo. Si el padre de la jovencita moría, ella se quedaba con el negocio. Y Mihael le había proporcionado la excusa perfecta pero... ¿A cambio de qué? Me incliné hacia Naomi con una sonrisa mientras él servía el licor. Nos tapé con una mano y le acaricié la oreja con los labios, confidencialmente.
- Puedo asegurarte que sonrió hasta el final. Pero me intriga más el caballero aquí entre nosotras. Es... encantador, simplemente.
Recibió la copa de sus manos con una sonrisa, mientras le atravesaba con la mirada. Todos los interrogantes que la carcomían estaban impresos en sus ojos azules. Dio un pequeño sorbo y se hizo a un lado, dejándole un sitio.
- Por favor, regresa. Quizá el mejor sitio sea sobre tus piernas, pero te aseguro que el más placentero es al lado de las mías. Y aún hay tantas cosas de las que me gustaría charlar, Mihael...
Yarmin Prince
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tendió personalmente el vaso a Aki, sin dejar de clavar los ojos en la mirada que intentaba atravesarlo. Le decía tantas cosas como ella a él, en un silencio tan candente que casi ardía. Rojo chocando contra azul, y casi saltaban chispas del fuego de ella en el hielo de él. Y, finalmente, se acercó hasta ella cuando le ofreció asiento a su lado, tomándolo y pasando sus brazos por los hombros de ambas. Aki y Naomi, las dueñas de aquella noche.
-Estoy seguro de que el más placentero es entre ellas, mi señora- dijo, respondiendo con cierta picardía-. Pero por ti, aceptaré esa mentirijilla.
Giró la cabeza hacia la morena, que miraba sin entender a qué jugaba el agente, y acercó su tímido oído cuando Yarmin posó los labios en él. Le dio un beso y un pequeño mordisco. Paseó la lengua por su lóbulo y sopló ligeramente. Ella se acercó un poco más, pero apartó ligeramente la cara. Sabía que aquello estaba mal, pero se sentía bastante atraída por el riesgo.
-¿Qué te traes entre manos?- terminó por preguntar, desafiándolo con la mirada. Tenía una mano colocada sobre el pecho de Yarmin, mientras la otra sujetaba un vaso de precioso cristal templado.
-¿Recuerdas el día que nos conocimos?- una veintena de camareros servían copas al unísono mientras la ingente cantidad de criminales allí reunidos aceptaba el trago educadamente. Empezó a señalar torpemente con el dedo, sin levantar la mano de su hombro, haciendo que tuviera que seguirlo muy atenta-. Ese juez corrupto que ha librado a tu padre de prisión tantas veces, su hombre de confianza... Este sitio parece tuyo, pero no lo es. ¿No te parece gracioso, Majestad?- terminó por decir, mirando a Aki.
Quitó ambos brazos a la vez y tomó su copa con la izquierda, prestando atención a todo lo que sucedía en la sala. Poco a poco todos tenían las copas llenas y esperaban por él para beber. Yarmin alzó ligeramente su vaso y dio un trago, invitando a los demás a beber con él. Habían aprendido las normas muy deprisa.
-Tanta gente que te ha protegido, cuidado... Y a la que has querido. Gente de confianza de tu padre, pero no tuya. Para ellos sólo eres un pequeño estorbo, esa tarea ingrata que a veces tu padre les obligaba a realizar. Aunque eres preciosa, y más de uno se ha masturbado en tu habitación mientras no estabas- dio otro sorbo, lentamente. Ella se ponía roja, un poco avergonzada, tal vez algo furiosa. Un enfado, normal-. Hay gente que, si tu padre desaparece, no tendrá ningún motivo para aceptarte. No has hecho nada por ellos, sólo nacer del coño adecuado...
-Espera, ¿Que se han qué en mi habitación?- terminó preguntando-. ¿Y tú cómo sabes eso?
-Te lo dije al conocernos, querida- había dejado de prestar algo de atención a Aki, aunque viendo lo cachonda que había puesto a la rubia tal vez ya hubiera encontrado otro entretenimiento-. Yo lo sé todo. Pero, como te decía, no has hecho nada para ganarte a esa gente. Si no te cuidase yo acabarías violada y muerta en un callejón, como la puta que piensan que eres.
Naomi desvió la mirada hacia ninguna parte, sin querer entender lo que estaba diciendo. Sin embargo, lo sabía perfectamente.
-Quieres decir... ¿Que me busque otra gente?
-No, pero en diez segundos lo sabrás- miró su reloj.
Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno...
-De nada- y con sus palabras, la gente a su alrededor empezó a desplomarse. Percy era un genio.
-Estoy seguro de que el más placentero es entre ellas, mi señora- dijo, respondiendo con cierta picardía-. Pero por ti, aceptaré esa mentirijilla.
Giró la cabeza hacia la morena, que miraba sin entender a qué jugaba el agente, y acercó su tímido oído cuando Yarmin posó los labios en él. Le dio un beso y un pequeño mordisco. Paseó la lengua por su lóbulo y sopló ligeramente. Ella se acercó un poco más, pero apartó ligeramente la cara. Sabía que aquello estaba mal, pero se sentía bastante atraída por el riesgo.
-¿Qué te traes entre manos?- terminó por preguntar, desafiándolo con la mirada. Tenía una mano colocada sobre el pecho de Yarmin, mientras la otra sujetaba un vaso de precioso cristal templado.
-¿Recuerdas el día que nos conocimos?- una veintena de camareros servían copas al unísono mientras la ingente cantidad de criminales allí reunidos aceptaba el trago educadamente. Empezó a señalar torpemente con el dedo, sin levantar la mano de su hombro, haciendo que tuviera que seguirlo muy atenta-. Ese juez corrupto que ha librado a tu padre de prisión tantas veces, su hombre de confianza... Este sitio parece tuyo, pero no lo es. ¿No te parece gracioso, Majestad?- terminó por decir, mirando a Aki.
Quitó ambos brazos a la vez y tomó su copa con la izquierda, prestando atención a todo lo que sucedía en la sala. Poco a poco todos tenían las copas llenas y esperaban por él para beber. Yarmin alzó ligeramente su vaso y dio un trago, invitando a los demás a beber con él. Habían aprendido las normas muy deprisa.
-Tanta gente que te ha protegido, cuidado... Y a la que has querido. Gente de confianza de tu padre, pero no tuya. Para ellos sólo eres un pequeño estorbo, esa tarea ingrata que a veces tu padre les obligaba a realizar. Aunque eres preciosa, y más de uno se ha masturbado en tu habitación mientras no estabas- dio otro sorbo, lentamente. Ella se ponía roja, un poco avergonzada, tal vez algo furiosa. Un enfado, normal-. Hay gente que, si tu padre desaparece, no tendrá ningún motivo para aceptarte. No has hecho nada por ellos, sólo nacer del coño adecuado...
-Espera, ¿Que se han qué en mi habitación?- terminó preguntando-. ¿Y tú cómo sabes eso?
-Te lo dije al conocernos, querida- había dejado de prestar algo de atención a Aki, aunque viendo lo cachonda que había puesto a la rubia tal vez ya hubiera encontrado otro entretenimiento-. Yo lo sé todo. Pero, como te decía, no has hecho nada para ganarte a esa gente. Si no te cuidase yo acabarías violada y muerta en un callejón, como la puta que piensan que eres.
Naomi desvió la mirada hacia ninguna parte, sin querer entender lo que estaba diciendo. Sin embargo, lo sabía perfectamente.
-Quieres decir... ¿Que me busque otra gente?
-No, pero en diez segundos lo sabrás- miró su reloj.
Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno...
-De nada- y con sus palabras, la gente a su alrededor empezó a desplomarse. Percy era un genio.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Primero tu Reina y ahora tu señora. No quieres intentar engatusarme, cielo... ese suele ser mi trabajo.
Le dejé con la morena, a su aire. No me había respondido, ocupada como estaba desnudando al rubio con la mirada. Tampoco iba a culparle, por supuesto, pero tendría que pensar en otra forma de conseguir respuestas. Me giré con una deslumbrante sonrisa hacia la otra señorita. Se habían olvidado de la pobre conejita y ella todavía miraba al suelo de forma tímida. No impactaba como Naomi o como yo, pero desde luego era mona. Me gustaban sus ojos; Alena tenía ese mismo verde en los suyos. Di una palmadita en mis rodillas mientras la miraba con elocuencia, sin perder detalle de la conversación que sucedía a mi lado.
Al principio no se atrevió a moverse. Sus mejillas volvieron a colorearse mientras me miraba como cegada por una luz. La mía, en este caso. Volví a repetir el gesto y esta vez se lo creyó. Despacio, con movimientos discretos, se movió hasta quedar sentada encima de mí. Apoyó sus manos en mis hombros y apartó la cabeza, turbada. Sus dedos rozaban el brazo de Mihael y yo notaba la calidez de ambos. Pero desde luego prefería afianzar mi control en este terreno y si él quería jugar con la morena no se lo iba a impedir; casi me quitaba un peso de encima. En verdad era alguien encantador.
Cuando retiró su brazo y se levantó, tanto Ángela como yo le seguimos con la mirada atentas a sus palabras. Ella porque era una buena excusa para no mirarme a la cara; quizás creía que si no lo hacía no me daría cuenta de lo caliente que estaba. Error. A mi... me interesaba lo que decía. Mucho. Con cuidado, dejé mi copa encima de la mesa. Tan solo le había dado un sorbo, y no bebí al tiempo que todo el casino. Nadie había osado rechistarle. En cuanto comenzó a contar, sin embargo, el pánico comenzó a asomar a los ojos de los presentes. Ni siquiera entonces se movieron. Paseé los ojos por la sala, sin detenerme en nadie ni un segundo más de lo necesario. Cuando se desplomaron, yo me levanté. Ángela quedó en el sofá aferrada a Naomi, algo asustada. Era fácil comprender por qué.
Cuando alcancé a Mihael, le posé la mano en el hombro y sin mirarle le comenté:
- Todo un detalle de tu parte no matarme, Mihael... ¿De verdad te llamas así?
Seguí caminando. Me detuve frente a una columna y me agaché frente a uno de los cadáveres. Miré a mi anfitrión con amabilidad.
- Un nombre así de burdo no cuadra con tus ojos. Y nunca había oído hablar de ti en Hallstat.
Rebusqué entre las ropas del difunto hasta dar con lo que buscaba. Corté la cuerda que ataba el anillo al bolsillo con la uña y lo sostuve a la luz. Cobre puro, con el diminuto signo de Xella labrado en él. Qué pena. Habría que buscar un sustituto. Al tiempo que me incorporaba, discretamente me acomodé el pelo detrás de la oreja. El anillo desapareció entre mis ropas de un segundo a otro. Volví a la escena principal y rescaté mi copa de delante de las dos muchachas. Le di un sorbo, apreciando el sabor.
-Yo he sido sincera contigo, cielo... ¿No me darás el premio?
Le dejé con la morena, a su aire. No me había respondido, ocupada como estaba desnudando al rubio con la mirada. Tampoco iba a culparle, por supuesto, pero tendría que pensar en otra forma de conseguir respuestas. Me giré con una deslumbrante sonrisa hacia la otra señorita. Se habían olvidado de la pobre conejita y ella todavía miraba al suelo de forma tímida. No impactaba como Naomi o como yo, pero desde luego era mona. Me gustaban sus ojos; Alena tenía ese mismo verde en los suyos. Di una palmadita en mis rodillas mientras la miraba con elocuencia, sin perder detalle de la conversación que sucedía a mi lado.
Al principio no se atrevió a moverse. Sus mejillas volvieron a colorearse mientras me miraba como cegada por una luz. La mía, en este caso. Volví a repetir el gesto y esta vez se lo creyó. Despacio, con movimientos discretos, se movió hasta quedar sentada encima de mí. Apoyó sus manos en mis hombros y apartó la cabeza, turbada. Sus dedos rozaban el brazo de Mihael y yo notaba la calidez de ambos. Pero desde luego prefería afianzar mi control en este terreno y si él quería jugar con la morena no se lo iba a impedir; casi me quitaba un peso de encima. En verdad era alguien encantador.
Cuando retiró su brazo y se levantó, tanto Ángela como yo le seguimos con la mirada atentas a sus palabras. Ella porque era una buena excusa para no mirarme a la cara; quizás creía que si no lo hacía no me daría cuenta de lo caliente que estaba. Error. A mi... me interesaba lo que decía. Mucho. Con cuidado, dejé mi copa encima de la mesa. Tan solo le había dado un sorbo, y no bebí al tiempo que todo el casino. Nadie había osado rechistarle. En cuanto comenzó a contar, sin embargo, el pánico comenzó a asomar a los ojos de los presentes. Ni siquiera entonces se movieron. Paseé los ojos por la sala, sin detenerme en nadie ni un segundo más de lo necesario. Cuando se desplomaron, yo me levanté. Ángela quedó en el sofá aferrada a Naomi, algo asustada. Era fácil comprender por qué.
Cuando alcancé a Mihael, le posé la mano en el hombro y sin mirarle le comenté:
- Todo un detalle de tu parte no matarme, Mihael... ¿De verdad te llamas así?
Seguí caminando. Me detuve frente a una columna y me agaché frente a uno de los cadáveres. Miré a mi anfitrión con amabilidad.
- Un nombre así de burdo no cuadra con tus ojos. Y nunca había oído hablar de ti en Hallstat.
Rebusqué entre las ropas del difunto hasta dar con lo que buscaba. Corté la cuerda que ataba el anillo al bolsillo con la uña y lo sostuve a la luz. Cobre puro, con el diminuto signo de Xella labrado en él. Qué pena. Habría que buscar un sustituto. Al tiempo que me incorporaba, discretamente me acomodé el pelo detrás de la oreja. El anillo desapareció entre mis ropas de un segundo a otro. Volví a la escena principal y rescaté mi copa de delante de las dos muchachas. Le di un sorbo, apreciando el sabor.
-Yo he sido sincera contigo, cielo... ¿No me darás el premio?
Yarmin Prince
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Verás, querida- dijo, con suma tranquilidad. Estaba claro que el desliz de Naomi había terminado con su falsa identidad, aunque ahora se trataba de una incógnita más, un secreto que desvelar-, soy una persona con ciertos valores. Yo no soy un nombre, sino mis actos. ¿No crees?
Bebió un trago mientras contemplaba el precioso trasero de Aki moverse sensualmente, desbordando más su imaginación que el propio vestido. Por muy lejos de su talla que estuviese le quedaba de muerte, y cuando se agachó... Las vistas eran demasiado hasta para la hipertrofiada mente de Yarmin. Por un momento sintió que su nariz sangraría, pero por suerte tan sólo se sonrojó un poco, sin dejar de atender a las acciones de la pelirroja. ¿Definida por robar baratijas? No, imposible. Había ido hasta un cadáver concreto para robarle un anillo. Por su color rojizo debía ser bronce, aunque podía tratarse de hierro oxidado. De estar algo más cerca podría saber qué significaba ese anillo, o más bien qué representaba. Su significado, al fin y al cabo, ya lo sabía: Aki tenía espías en la isla.
Mientras se acercaba probablemente Aki habría visto los ojos desorbitados del agente durante un instante, antes de recuperar la compostura. ¿Cómo podía haber infiltrado a alguien? Se había asegurado de que ninguna corporación conocida ni ninguna red criminal pudiese intervenir en sus asuntos, e incluso había desplazado a la mitad de la cábala para asegurarse de que nada escapaba a su vista. ¿Cómo podía esa mujer tener la seguridad y el aplomo para introducir delante de sus propias narices un espía? ¿Quién era ella en realidad? Sólo podía ser que hubiese un infiltrado en la secta, alguien que lo considerase un semidiós pero también prestara atención a los asuntos más terrenales... Y lo había traicionado con ello. O tal vez era simple casualidad y hubo algo que sus hombres no habían visto. De todos modos, por si acaso, examinaría personalmente a cada uno de sus seguidores a partir de ese momento.
-Mihael es tan... Norteño- respondió-. No cuadra con los nacidos en el Oeste, me temo. Sin embargo, mi querida bailarina, si ahora te dijera un segundo nombre, ¿Qué garantías tienes de que sea real? Tras la primera mentira, una segunda afirmación siembra la desconfianza entre los implicados. "¿Será verdad o me toma el pelo otra vez?", te preguntarás- dijo, bebiendo lo que quedaba en el vaso de un trago, y golpeó la mesa con él-. No quiero que dejes de confiar en mí, pequeña, así que no voy a darte un segundo nombre. Entre tú y yo, soy Mihael. Aunque puedes llamarme Yarmin.
¿Qué más daba decírselo? Al fin y al cabo, todos los presentes conocían su nombre. Naomi porque fue su enlace para hacerse un nombre, Angela porque Naomi se había ocupado de hablarle de él, y los camareros porque obviamente eran parte de su grupo de adoradores. ¿Por qué debía importarle que Aki lo conociera? Total, seguramente lo tomase por un nombre falso de nuevo.
-Por cierto Naomi, ¿Recuerdas el trato?
-Sí, claro, adelante- señaló mientras lo decía.
-Perfecto.
Y al instante, Angela tenía un tiro en la frente.
Bebió un trago mientras contemplaba el precioso trasero de Aki moverse sensualmente, desbordando más su imaginación que el propio vestido. Por muy lejos de su talla que estuviese le quedaba de muerte, y cuando se agachó... Las vistas eran demasiado hasta para la hipertrofiada mente de Yarmin. Por un momento sintió que su nariz sangraría, pero por suerte tan sólo se sonrojó un poco, sin dejar de atender a las acciones de la pelirroja. ¿Definida por robar baratijas? No, imposible. Había ido hasta un cadáver concreto para robarle un anillo. Por su color rojizo debía ser bronce, aunque podía tratarse de hierro oxidado. De estar algo más cerca podría saber qué significaba ese anillo, o más bien qué representaba. Su significado, al fin y al cabo, ya lo sabía: Aki tenía espías en la isla.
Mientras se acercaba probablemente Aki habría visto los ojos desorbitados del agente durante un instante, antes de recuperar la compostura. ¿Cómo podía haber infiltrado a alguien? Se había asegurado de que ninguna corporación conocida ni ninguna red criminal pudiese intervenir en sus asuntos, e incluso había desplazado a la mitad de la cábala para asegurarse de que nada escapaba a su vista. ¿Cómo podía esa mujer tener la seguridad y el aplomo para introducir delante de sus propias narices un espía? ¿Quién era ella en realidad? Sólo podía ser que hubiese un infiltrado en la secta, alguien que lo considerase un semidiós pero también prestara atención a los asuntos más terrenales... Y lo había traicionado con ello. O tal vez era simple casualidad y hubo algo que sus hombres no habían visto. De todos modos, por si acaso, examinaría personalmente a cada uno de sus seguidores a partir de ese momento.
-Mihael es tan... Norteño- respondió-. No cuadra con los nacidos en el Oeste, me temo. Sin embargo, mi querida bailarina, si ahora te dijera un segundo nombre, ¿Qué garantías tienes de que sea real? Tras la primera mentira, una segunda afirmación siembra la desconfianza entre los implicados. "¿Será verdad o me toma el pelo otra vez?", te preguntarás- dijo, bebiendo lo que quedaba en el vaso de un trago, y golpeó la mesa con él-. No quiero que dejes de confiar en mí, pequeña, así que no voy a darte un segundo nombre. Entre tú y yo, soy Mihael. Aunque puedes llamarme Yarmin.
¿Qué más daba decírselo? Al fin y al cabo, todos los presentes conocían su nombre. Naomi porque fue su enlace para hacerse un nombre, Angela porque Naomi se había ocupado de hablarle de él, y los camareros porque obviamente eran parte de su grupo de adoradores. ¿Por qué debía importarle que Aki lo conociera? Total, seguramente lo tomase por un nombre falso de nuevo.
-Por cierto Naomi, ¿Recuerdas el trato?
-Sí, claro, adelante- señaló mientras lo decía.
-Perfecto.
Y al instante, Angela tenía un tiro en la frente.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Habría podido ver esa cara una y otra vez. Los ojos desorbitados y las mejillas coloreadas de rojo; la expresión de un hombre que por un segundo ha perdido el control. Seguramente no estuviera acostumbrado a ello, pero eso solo hacía que Aki lo encontrara todavía más divertido. Escuchó su respuesta y asintió para si al escuchar el nuevo nombre.
- Puede que no sea el verdadero, pero desde luego se parece a lo que casi te llama ella antes. Además, tiene... encanto. Más que Mihael, desde luego.
Sonrió mientras daba otro sorbo, con los ojos cerrados. El sonido de la pistola le ensordeció por un momento y para cuando volvió a abrirlos Ángela yacía muerta en el sofá. Se acercó y se agachó junto al cadáver. Le acarició la carita y le arregló el pelo para que el flequillo volviera a taparle el agujero de bala. Sin embargo, no había mimo en sus movimientos; se la notaba distraída. De repente, agarró a la rubia por el hombro y de un firme empujón la envió al suelo.
- De todas maneras, no te equivoques... ni tú ni yo hemos confiado en el otro en el curso de esta noche. Quizás al principio pero... me gusta más así.
Se mordió el labio mientras lo decía y con soltura ocupó el lugar al lado de Naomi. Sin pedir permiso chocó su copa con la suya y cruzó las piernas, acomodándose.
-¡Brindemos por tu noche, preciosa! Los traidores muertos, el precio pagado y el caballero a tus pies. ¿Qué más podrías pedir?
Por supuesto, todo eran mentiras. Para empezar el caballero estaba a sus propios pies, por lo menos mientras le guiara su curiosidad. Y de eso tenía para rato. Por otro lado, si había entendido bien la situación, ahora la joven morena tenía un precioso e invisible collar que la ataba de pies y manos a los deseos de... Yarmin. En realidad, bien pensado, sí que era buena idea que se divirtiese. Mientras pudiera.
Dejó la copa en la mesa y clavó sus ojos azules en los rojos que la miraban. Con la inocencia pintada en la cara, le comentó con voz dulce:
- La noche está siendo entretenida... me alegro de haber venido hasta aquí.
- Puede que no sea el verdadero, pero desde luego se parece a lo que casi te llama ella antes. Además, tiene... encanto. Más que Mihael, desde luego.
Sonrió mientras daba otro sorbo, con los ojos cerrados. El sonido de la pistola le ensordeció por un momento y para cuando volvió a abrirlos Ángela yacía muerta en el sofá. Se acercó y se agachó junto al cadáver. Le acarició la carita y le arregló el pelo para que el flequillo volviera a taparle el agujero de bala. Sin embargo, no había mimo en sus movimientos; se la notaba distraída. De repente, agarró a la rubia por el hombro y de un firme empujón la envió al suelo.
- De todas maneras, no te equivoques... ni tú ni yo hemos confiado en el otro en el curso de esta noche. Quizás al principio pero... me gusta más así.
Se mordió el labio mientras lo decía y con soltura ocupó el lugar al lado de Naomi. Sin pedir permiso chocó su copa con la suya y cruzó las piernas, acomodándose.
-¡Brindemos por tu noche, preciosa! Los traidores muertos, el precio pagado y el caballero a tus pies. ¿Qué más podrías pedir?
Por supuesto, todo eran mentiras. Para empezar el caballero estaba a sus propios pies, por lo menos mientras le guiara su curiosidad. Y de eso tenía para rato. Por otro lado, si había entendido bien la situación, ahora la joven morena tenía un precioso e invisible collar que la ataba de pies y manos a los deseos de... Yarmin. En realidad, bien pensado, sí que era buena idea que se divirtiese. Mientras pudiera.
Dejó la copa en la mesa y clavó sus ojos azules en los rojos que la miraban. Con la inocencia pintada en la cara, le comentó con voz dulce:
- La noche está siendo entretenida... me alegro de haber venido hasta aquí.
Yarmin Prince
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Su sangre fría era espectacular. Naomi ni se había inmutado ante el sonido del disparo, y él no pudo evitar sentirse sorprendido por ello. Era una niña de papá, la mujer criada para vivir del lujo y enganchar a un niño rico con el que blanquear, una moneda de cambio... Pero tenía diente y nervio, cascos de acero y crin de pura raza. Se había topado con una mujer que no esperaba, y que no sintiese el más mínimo miedo ante la posibilidad de ser la siguiente le hacía poner los pelos de punta. Pero bueno, no importaba; Naomi sería una persona leal ahora que le había dado un poder que no podría conservar sin su ayuda.
-Sí, es un nombre encantador. Me falta poco para ser un príncipe, ¿No crees?- respondió, con una sonrisa, para luego llevarse una mano al pecho y suspirar con el mayor de los sarcasmos-. Encima de que has sobrevivido dos veces a mí, ¿No vas a fiarte del bueno de Yarmin?
Se movió a un lado cuando la pelirroja quiso sentarse, dejándola al lado de Naomi. Era lógico que no confiase en él, pero ahí estaban. Por un lado, la muchacha morena con toda seguridad era suya, mientras Aki era una fiera salvaje, una gata lejos de ser domesticada. Bailarina, espía y asesina, puta vocacional por lo que había comprobado... Era mutuo. Ninguno confiaba en el otro, efectivamente. Ella porque lo había conocido, y él porque la había descubierto. Una completa desconocida que repentinamente se volvía importante. Yarmin se levantó.
-Todavía no eran traidores- dijo Naomi sonriendo mientras daba un sorbo-. Casi mejor, eso me habría llegado a doler.
-No seas tan yo, princesa- respondió él mientras se acercaba a la puerta. Dos toques suaves y tres algo más fuertes, para que el enorme matón de la entrada supiera que debía entrar.
El portón se abrió mínimamente, lo suficiente para que el gigantesco gorila entrara en la sala de fiestas. Pareció un poco afectado cuando vio tanta gente muerta, aunque pronto se relajó y se unió a la fiesta. Era completamente calvo y de mirada fija, y se acercó con seguridad pendenciera a la barra, reclamando su parte. Sonreía bastante alegre, como si fuera un trabajo bien hecho.
-Te habrás asegurado de que sólo fueran criminales, ¿No?
-Sí mami, no te iba a dejar matar tanta buena gente- rio, mientras buscaba su alcohol.
Tras eso volvió hacia la mesa, sin dejar de mirar hacia la voluptuosa pelirroja. Era preciosa, pero ocultaba un sinfín de peligros en esas caderas. Quería descubrirlos todos, y cuando Aki le habló, él sólo pudo responder, sonriente:
-Podrías quedarte. En la tarjeta tienes todo lo que podrías necesitar.
-Sí, es un nombre encantador. Me falta poco para ser un príncipe, ¿No crees?- respondió, con una sonrisa, para luego llevarse una mano al pecho y suspirar con el mayor de los sarcasmos-. Encima de que has sobrevivido dos veces a mí, ¿No vas a fiarte del bueno de Yarmin?
Se movió a un lado cuando la pelirroja quiso sentarse, dejándola al lado de Naomi. Era lógico que no confiase en él, pero ahí estaban. Por un lado, la muchacha morena con toda seguridad era suya, mientras Aki era una fiera salvaje, una gata lejos de ser domesticada. Bailarina, espía y asesina, puta vocacional por lo que había comprobado... Era mutuo. Ninguno confiaba en el otro, efectivamente. Ella porque lo había conocido, y él porque la había descubierto. Una completa desconocida que repentinamente se volvía importante. Yarmin se levantó.
-Todavía no eran traidores- dijo Naomi sonriendo mientras daba un sorbo-. Casi mejor, eso me habría llegado a doler.
-No seas tan yo, princesa- respondió él mientras se acercaba a la puerta. Dos toques suaves y tres algo más fuertes, para que el enorme matón de la entrada supiera que debía entrar.
El portón se abrió mínimamente, lo suficiente para que el gigantesco gorila entrara en la sala de fiestas. Pareció un poco afectado cuando vio tanta gente muerta, aunque pronto se relajó y se unió a la fiesta. Era completamente calvo y de mirada fija, y se acercó con seguridad pendenciera a la barra, reclamando su parte. Sonreía bastante alegre, como si fuera un trabajo bien hecho.
-Te habrás asegurado de que sólo fueran criminales, ¿No?
-Sí mami, no te iba a dejar matar tanta buena gente- rio, mientras buscaba su alcohol.
Tras eso volvió hacia la mesa, sin dejar de mirar hacia la voluptuosa pelirroja. Era preciosa, pero ocultaba un sinfín de peligros en esas caderas. Quería descubrirlos todos, y cuando Aki le habló, él sólo pudo responder, sonriente:
-Podrías quedarte. En la tarjeta tienes todo lo que podrías necesitar.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una nueva persona había entrado en escena. Aki le miró de arriba abajo, arqueando las cejas. De lejos parecía ser el que más confianzas se tomaba con el rubio. Era el guarda de la puerta, calvo y enorme. Al escuchar a Yarmin dirigirse a ella sacó la tarjeta y extendió el brazo con ella, examinándola a la luz.
L.O.V.E.M.U.F.F.I.N
League Of Villainous Evildoers Maniacally United For Frightening Investments in Naughtiness
No, desde luego su lugar no estaba ahí. Quizás tuviera varios asuntos que resolver, y después de una noche como esta lo creía todavía más, pero no se consideraba alguien malvado. Además, algo con tantas siglas terminaba pareciendo más cómico que serio. De ninguna manera quería verse envuelta con gente así. Miró a su alrededor con calma, mientras volvía a guardársela. Comenzaba a estar cansada y le apetecía pensar y estar a solas. Habían sido muchas emociones y antes de que su cuerpo volviera a pedirle sangre prefería retirarse. Pero, ¿Cómo hacerlo? El encantador Rey no le dejaría hacerlo sin responder a un par de cosas, estaba más que segura. Habría que entretenerlo.
Sonriendo como una niña mala, se levantó y dejó la copa a un lado. Se dio la vuelta y miró a la pareja:
-Es un ofrecimiento muy amable, pero valoro mi libertad.
Lentamente, se inclinó sobre Yarmin. Posó una mano sobre su pierna y con la otra rozó su cuello. Sus labios acariciaron su oreja por un segundo, mientras le susurraba:
- Descuida, volveremos a vernos.
Antes de que asimilara sus palabras, se alejó un par de pasos. Sonrió por última vez y se dio la vuelta. Utilizó su akuma para crear la vía de escape. En cuestión de segundos, ambos caballeros sentirían un ardor incontrolable por la joven morena. Tanto que esperaba se olvidaran de ella. Lo sentía por Naomi, pero quizás le fuera bien comenzar a acostumbrarse. Iba a ser su pan de casi cada día, estaba visto. Se acercó a la puerta, notando como el deseo en la habitación subía cada vez más y más. Casi se puso colorada de sentirlo en ellos.
El aire de la noche le refrescó la cara y antes de sumergirse en la oscuridad, buscó los ojos rojos con la mirada una vez más. Por un segundo se quedó ahí, en el quicio de la puerta, contemplándolo todo. Averiguaría quién era y qué quería. O sería un problema.
Un instante después, Aki D. Arlia se había desvanecido. La puerta cerrada y los gemidos en el local fueron lo único que quedó de su paso por Arabasta.
L.O.V.E.M.U.F.F.I.N
League Of Villainous Evildoers Maniacally United For Frightening Investments in Naughtiness
No, desde luego su lugar no estaba ahí. Quizás tuviera varios asuntos que resolver, y después de una noche como esta lo creía todavía más, pero no se consideraba alguien malvado. Además, algo con tantas siglas terminaba pareciendo más cómico que serio. De ninguna manera quería verse envuelta con gente así. Miró a su alrededor con calma, mientras volvía a guardársela. Comenzaba a estar cansada y le apetecía pensar y estar a solas. Habían sido muchas emociones y antes de que su cuerpo volviera a pedirle sangre prefería retirarse. Pero, ¿Cómo hacerlo? El encantador Rey no le dejaría hacerlo sin responder a un par de cosas, estaba más que segura. Habría que entretenerlo.
Sonriendo como una niña mala, se levantó y dejó la copa a un lado. Se dio la vuelta y miró a la pareja:
-Es un ofrecimiento muy amable, pero valoro mi libertad.
Lentamente, se inclinó sobre Yarmin. Posó una mano sobre su pierna y con la otra rozó su cuello. Sus labios acariciaron su oreja por un segundo, mientras le susurraba:
- Descuida, volveremos a vernos.
Antes de que asimilara sus palabras, se alejó un par de pasos. Sonrió por última vez y se dio la vuelta. Utilizó su akuma para crear la vía de escape. En cuestión de segundos, ambos caballeros sentirían un ardor incontrolable por la joven morena. Tanto que esperaba se olvidaran de ella. Lo sentía por Naomi, pero quizás le fuera bien comenzar a acostumbrarse. Iba a ser su pan de casi cada día, estaba visto. Se acercó a la puerta, notando como el deseo en la habitación subía cada vez más y más. Casi se puso colorada de sentirlo en ellos.
El aire de la noche le refrescó la cara y antes de sumergirse en la oscuridad, buscó los ojos rojos con la mirada una vez más. Por un segundo se quedó ahí, en el quicio de la puerta, contemplándolo todo. Averiguaría quién era y qué quería. O sería un problema.
Un instante después, Aki D. Arlia se había desvanecido. La puerta cerrada y los gemidos en el local fueron lo único que quedó de su paso por Arabasta.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.