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Ligeramente fatigado, me puse a caminar pasillo abajo mientras miraba los papeles en mi mano. Había sido un día realmente agotador, tanto trasto para aquí y para allá, informes, transacciones, recompensas y demás cosas de esas que tanto le gusta gestionar a las secretarias (sarcasmo). Pero aunque fuera tedioso, era necesario, o de lo contrario no terminaría nunca el bendito proceso de autorización de uso y derecho a posesión de todos aquellos items que había conseguido en las últimas semanas. Algunos encontrados durante mis misiones, otros regalos hechos por Gaster... En fin, que era un auténtico pastel.
Por suerte ya se me conocía por aquel lugar y entre ciertos círculos de la Agencia, e incluso me había llegado a ganar la confianza de algunos altos cargos. Es lo que tiene ser constante y responsable en el trabajo, supongo, aunque no descarto que mi carisma tuviera un poco que ver.
- Bueno, tengo un par de horas muertas... - Murmuré para mis adentros, buscando entre los carteles de los pasillos. Apenas me costaba creer que Ennies Lobby pudiera ser más laberíntico que el edificio de G.A.S.T.E.R. - Cafetería... cafetería... cafe... ¡Ah! Por aquí. - Sonriente como siempre e incluso un poco más de lo normal, giré la esquina y puse rumbo a tomarme un café o algo así.
Cuando por fin logré llegar, descubrí para mi sorpresa que a pesar de ser la tan famosa "cafetería principal", estaba prácticamente vacía. No estaba seguro de por qué, o tal vez fuera simplemente un tema de perspectiva, pero me imaginaba multitud de gente haciendo cola y montando escándalo, cada uno hablando de sus propios temas con algún compañero o grupo. En su lugar, me topé con una enorme sala llena de mesas y sillas sin ocupar, y una barra tipo bar moderno por donde no había apenas nadie esperando su pedido. "Uhh... espero que no se trate de un caso de envenenamiento masivo por ingerir alimentos en mal estado..." Pensé mientras me acercaba e iba mirando los menús, a ver qué ofrecían ese día.
- Hmmm, si tengo que reconocer algo que siempre me asombra, es la variedad que tiene para ofrecer cada día este pequeño refugio... - Murmuré de nuevo para mí mismo. Luego alcé la voz al decidirme, dirigiéndome al hombre que estaba dentro del habitáculo y de espaldas a mí. ¿Qué estaría haciendo? ¿Preparar bocadillos? Sonriendo, decidí gastarle una pequeña broma con mis juegos de palabras. - ¡Perdón! ¿Me podrías servir un cortado, bombón? - Esperé unos segundos a ver si se pensaba que lo de "bombón" era un piropo para él, antes de aclarar mientras me encogía de hombros: - Ya sabes, de esos con mucha leche condensada extra. Me pirran los cortados bombones.
Resistiendo el impulso de ponerme a reír, presté atención para ver la cara que pondría el hombre tras la jugada... Y aunque no es precisamente lo normal, esa vez fui yo quien puso cara de circunstancia al reconocer los rasgos de aquella persona, que al girarse me hizo preguntarme cómo era posible que de espaldas no lo hubiera podido distinguir.
Por suerte ya se me conocía por aquel lugar y entre ciertos círculos de la Agencia, e incluso me había llegado a ganar la confianza de algunos altos cargos. Es lo que tiene ser constante y responsable en el trabajo, supongo, aunque no descarto que mi carisma tuviera un poco que ver.
- Bueno, tengo un par de horas muertas... - Murmuré para mis adentros, buscando entre los carteles de los pasillos. Apenas me costaba creer que Ennies Lobby pudiera ser más laberíntico que el edificio de G.A.S.T.E.R. - Cafetería... cafetería... cafe... ¡Ah! Por aquí. - Sonriente como siempre e incluso un poco más de lo normal, giré la esquina y puse rumbo a tomarme un café o algo así.
Cuando por fin logré llegar, descubrí para mi sorpresa que a pesar de ser la tan famosa "cafetería principal", estaba prácticamente vacía. No estaba seguro de por qué, o tal vez fuera simplemente un tema de perspectiva, pero me imaginaba multitud de gente haciendo cola y montando escándalo, cada uno hablando de sus propios temas con algún compañero o grupo. En su lugar, me topé con una enorme sala llena de mesas y sillas sin ocupar, y una barra tipo bar moderno por donde no había apenas nadie esperando su pedido. "Uhh... espero que no se trate de un caso de envenenamiento masivo por ingerir alimentos en mal estado..." Pensé mientras me acercaba e iba mirando los menús, a ver qué ofrecían ese día.
- Hmmm, si tengo que reconocer algo que siempre me asombra, es la variedad que tiene para ofrecer cada día este pequeño refugio... - Murmuré de nuevo para mí mismo. Luego alcé la voz al decidirme, dirigiéndome al hombre que estaba dentro del habitáculo y de espaldas a mí. ¿Qué estaría haciendo? ¿Preparar bocadillos? Sonriendo, decidí gastarle una pequeña broma con mis juegos de palabras. - ¡Perdón! ¿Me podrías servir un cortado, bombón? - Esperé unos segundos a ver si se pensaba que lo de "bombón" era un piropo para él, antes de aclarar mientras me encogía de hombros: - Ya sabes, de esos con mucha leche condensada extra. Me pirran los cortados bombones.
Resistiendo el impulso de ponerme a reír, presté atención para ver la cara que pondría el hombre tras la jugada... Y aunque no es precisamente lo normal, esa vez fui yo quien puso cara de circunstancia al reconocer los rasgos de aquella persona, que al girarse me hizo preguntarme cómo era posible que de espaldas no lo hubiera podido distinguir.
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El sudor bajaba por la frente del agente, el cual estaba pasándolo fatal para cortar aquellos malditos bocadillos que tenía que preparar para las personas del lugar. Los miembros del gobierno comían como dragones y eso no era un secreto. El rubio había sido asignado a la cafetería principal de aquella isla para servir a los demás. Lo había pedido de voluntario, pero pensaba que lo enviarían a Water Seven o algo así. Así podría ganarse un poco de dinero extra que entregar a Kasai para continuar ayudando a personas. En sus manos tenía un bisturí, pues con esas cosas si tenía practica debido a sus conocimientos de medicina. Logró abrir la primera barra y mostró una sonrisa ladeada cuando lo hizo. Al fin podía empezar con lo fácil, lo cual consistía en rellenarlo de los distintos ingredientes que disponía en el almacén. Se limpió un poco la frente y mostró una sonrisa animada.
Unas palabras llegaron a sus oídos y parecían ser de un cliente, el cual le tiró los tejos ¿O no? Taiga se había quedado un poco confuso, pero era voz no era de mujer. El rubio entonces se dio la vuelta observando de quién se trataba. Era una especie de hombre esqueleto, en ese momento no lo reconoció, pues el lobo siempre solía ir a su bola. Le dedicó una ligera carcajada y después miró un poco a su alrededor por si había más personas. Redfield vestía con un traje negro, una camisa blanca y una corbata oscura. En sus manos había unos guantes azulados, los cuales usaba para no entrar en contacto con los alimentos. El chiste de aquella persona le pareció muy gracioso y lo siguiente que hizo fue contestarle en un tono amable y algo pícaro por decirlo de alguna manera.
- ¿Se lo pongo con un especial, chocolatito?
Le guiñó un ojo al decirle aquello. El típico pastel llamado así también podía ser una broma similar a la de él. Entonces estiró su mano a la máquina de al lado y metió el instrumento lleno café. Pulsó un botón y al mismo tiempo sacó una jarra de leche condensada que disponía en el latón de al lado. A continuación lo echó sobre el café recién hecho y se lo puso a aquel tipo. De un giro rápido colocó algunos pedazos de chorizo en el bocadillo, añadiéndole también un poco de aceite y lonchas de tomate, sal y pimienta. Cerró el pan y después se quedó mirando a aquella persona con una expresión divertida en el rostro.
- Agente Taiga para servirle en este día, colega.
Le dijo también al mismo tiempo que cerraba los ojos de forma amable. Se notaba que era un buen tío a simple vista, aunque uno nunca podía fiarse de todas las personas por sus apariencias, la vida era así de traicionera en la mayoría de los casos.
Unas palabras llegaron a sus oídos y parecían ser de un cliente, el cual le tiró los tejos ¿O no? Taiga se había quedado un poco confuso, pero era voz no era de mujer. El rubio entonces se dio la vuelta observando de quién se trataba. Era una especie de hombre esqueleto, en ese momento no lo reconoció, pues el lobo siempre solía ir a su bola. Le dedicó una ligera carcajada y después miró un poco a su alrededor por si había más personas. Redfield vestía con un traje negro, una camisa blanca y una corbata oscura. En sus manos había unos guantes azulados, los cuales usaba para no entrar en contacto con los alimentos. El chiste de aquella persona le pareció muy gracioso y lo siguiente que hizo fue contestarle en un tono amable y algo pícaro por decirlo de alguna manera.
- ¿Se lo pongo con un especial, chocolatito?
Le guiñó un ojo al decirle aquello. El típico pastel llamado así también podía ser una broma similar a la de él. Entonces estiró su mano a la máquina de al lado y metió el instrumento lleno café. Pulsó un botón y al mismo tiempo sacó una jarra de leche condensada que disponía en el latón de al lado. A continuación lo echó sobre el café recién hecho y se lo puso a aquel tipo. De un giro rápido colocó algunos pedazos de chorizo en el bocadillo, añadiéndole también un poco de aceite y lonchas de tomate, sal y pimienta. Cerró el pan y después se quedó mirando a aquella persona con una expresión divertida en el rostro.
- Agente Taiga para servirle en este día, colega.
Le dijo también al mismo tiempo que cerraba los ojos de forma amable. Se notaba que era un buen tío a simple vista, aunque uno nunca podía fiarse de todas las personas por sus apariencias, la vida era así de traicionera en la mayoría de los casos.
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Cuando me recuperé de la sorpresa, solté una pequeña carcajada entre dientes pensando en la respuesta que me acababa de dar Taiga. Me costó un poco entender que no solo no había caído en la broma, sino que además me la había devuelto de una forma curiosa.
- Así que mis ojos no me engañan... Bueno, mis cuencas oculares. - Corregí medio en broma con una amplia sonrisa. - ¡Realmente eres tú, Taiga! No me lo termino de creer, ¿qué hace un agente especial de tu calibre aquí abajo preparando bocadillos y cafés? - Inquirí con sincera curiosidad.
Taiga no era uno de los agentes de más rango porque no quería, esa era mi teoría. No lo había visto trabajar en persona, por supuesto, pero la forma en que se esparcen los rumores de alguien y cómo se cuentan suele ser suficiente para determinar la veracidad de los mismos. Y en el caso de Taiga, cuando se hablaba de su habilidad (y más concretamente, su fuerza), había poco margen para poner en duda que se trataba de un agente excepcional, de esos que definen una diferencia en la historia del mundo. No era difícil imaginar por qué lo tenía yo en tan alta estima, siendo una de las pocas personas que había conocido que podían llegar a dejarme dudando de si mi visión nihilista de la vida era errónea.
No solo eso, además para variar se trataba de una persona amable y simpática a simple vista, con sentido del humor como acababa de comprobar, y un fuerte sentido de la justicia pues de lo contrario no estaría en su posición. Era complicado poder llegar a imaginarse que un cachito de pan como él fuera uno de esos integrantes corruptos del Gobierno. Así planteado es fácil ver la razón de mi admiración por él.
Tomando el café recién servido en la mano (aunque sin llegar a bebérmelo aún), lo sostuve frente a mi cara durante unos segundos mientras pensaba, con la mirada perdida dentro del oscuro líquido. Luego me presenté, pues no parecía que el hombre me hubiera reconocido, cosa que era perfectamente comprensible dado que él operaba en una liga completamente diferente a la mía.
- Yo soy Sans. Sans el Esqueleto. Trabajo para la sección laboratorios. Y no, no como sujeto de pruebas. Al menos no literalmente. - Sin dejar de sonreír, estiré la otra huesuda mano (la que no sujetaba el café), ofreciendo un apretón amistoso. Si lo aceptaba, le daría un muy ligero calambre haciendo que un poco de corriente eléctrica recorriera la superficie de la mano. Así se separaría rápido y no se pararía a manosear mi curiosa textura exterior, mezcla de blando y duro. - Oh, perdona, acto reflejo. - Diría, guiñando un ojo. No era tampoco del todo mentira, eso es lo primero que hago siempre que le doy la mano a alguien. - Y, pensándolo bién, aceptaré ese "chocholatito", suena a algo delicioso. - Concluiría de cualquier forma, tanto si me daba el apretón como si no. - Por cierto, ¿serías tan amable de dejarme una cucharilla para remover el café?
- Así que mis ojos no me engañan... Bueno, mis cuencas oculares. - Corregí medio en broma con una amplia sonrisa. - ¡Realmente eres tú, Taiga! No me lo termino de creer, ¿qué hace un agente especial de tu calibre aquí abajo preparando bocadillos y cafés? - Inquirí con sincera curiosidad.
Taiga no era uno de los agentes de más rango porque no quería, esa era mi teoría. No lo había visto trabajar en persona, por supuesto, pero la forma en que se esparcen los rumores de alguien y cómo se cuentan suele ser suficiente para determinar la veracidad de los mismos. Y en el caso de Taiga, cuando se hablaba de su habilidad (y más concretamente, su fuerza), había poco margen para poner en duda que se trataba de un agente excepcional, de esos que definen una diferencia en la historia del mundo. No era difícil imaginar por qué lo tenía yo en tan alta estima, siendo una de las pocas personas que había conocido que podían llegar a dejarme dudando de si mi visión nihilista de la vida era errónea.
No solo eso, además para variar se trataba de una persona amable y simpática a simple vista, con sentido del humor como acababa de comprobar, y un fuerte sentido de la justicia pues de lo contrario no estaría en su posición. Era complicado poder llegar a imaginarse que un cachito de pan como él fuera uno de esos integrantes corruptos del Gobierno. Así planteado es fácil ver la razón de mi admiración por él.
Tomando el café recién servido en la mano (aunque sin llegar a bebérmelo aún), lo sostuve frente a mi cara durante unos segundos mientras pensaba, con la mirada perdida dentro del oscuro líquido. Luego me presenté, pues no parecía que el hombre me hubiera reconocido, cosa que era perfectamente comprensible dado que él operaba en una liga completamente diferente a la mía.
- Yo soy Sans. Sans el Esqueleto. Trabajo para la sección laboratorios. Y no, no como sujeto de pruebas. Al menos no literalmente. - Sin dejar de sonreír, estiré la otra huesuda mano (la que no sujetaba el café), ofreciendo un apretón amistoso. Si lo aceptaba, le daría un muy ligero calambre haciendo que un poco de corriente eléctrica recorriera la superficie de la mano. Así se separaría rápido y no se pararía a manosear mi curiosa textura exterior, mezcla de blando y duro. - Oh, perdona, acto reflejo. - Diría, guiñando un ojo. No era tampoco del todo mentira, eso es lo primero que hago siempre que le doy la mano a alguien. - Y, pensándolo bién, aceptaré ese "chocholatito", suena a algo delicioso. - Concluiría de cualquier forma, tanto si me daba el apretón como si no. - Por cierto, ¿serías tan amable de dejarme una cucharilla para remover el café?
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- ¿Mi calibre? Tan solo hago mi trabajo. Y bueno, este sitio necesitaba alguien o cerraría. No podía permitirlo, pero es provisional hasta que contrate a gente. Apenas puedo entrenar en mi tiempo libre. – Dijo con una sonrisa mientras observaba a aquella persona que tenía delante de sus ojos.
Escuchó el nombre de aquella persona y mantuvo su mirada amable en todo momento. Sección de pruebas le sonaba más al campo de Milena posiblemente o de alguna otra cosa. De hecho, algo le decía que Castor a lo mejor podía saber algo más. Negó un poco con la cabeza y entonces observó la mano de aquella persona. La apretó de forma calmada y entonces notó aquella sensación. Apartó un poco la mano como acto reflejo y tras unos segundos soltó una pequeña carcajada indicando que le había hecho gracia. Había sido un buen truco y debía admitirlo. Después el tipo aceptó su ofrenda y por ello se sintió algo mejor. Cogió una cucharilla de su lado y se la colocó al lado junto a sobre de azúcar, sacarina y azúcar moreno. Se quedó mirándolo unos momentos y sonrió de forma simple.
- Eso de laboratorios suena interesante. Yo más bien estoy especializado en la rama de medicina y combate cuerpo a cuerpo. Espero que algún día podamos realizar alguna misión juntos, Sans-kun.
Dijo con confianza mientras se giraba y abría una especie de nevera. Sacó unos guantes de goma azules y se los colocó despacio. Acto seguido dejó ver un trozo de tarta de chocolate por encima, blanco en medio y uno algo más oscuro por debajo. El tres chocolates era un especial de primera categoría. Lo colocó en un pequeño plato y lo sirvió al esqueleto mientras se quitaba después los guantes tranquilamente. El rubio tenía curiosidad por una cosa… Si ese tipo era un esqueleto… ¿Dónde irían a parar los alimentos? Le miró despacio con una calma asombrosa y esperando a ver si probaba el especial. Escuchó pasos por el pasillo y eso le hizo soltar un pequeño suspiro. Se acercaban más agentes dispuestos a comer algo y era lo normal. Estuvo allí quieto observando cómo se sentaban en la barra.
- ¿Muy cansados, chicos?
Preguntó el lobo con una expresión amable. Ellos asintieron con la cabeza y pidieron unas cervezas. El rubio no tardó nada en sacarlas, abrirlas, servirlas y ponerles unas aceitunas con patatas. En cuanto hizo aquello volvió al lado del esqueleto y le miró con una sonrisa.
- Bueno ¿Qué te trae por aquí? Tengo curiosidad. – Le dijo sonriente.
Escuchó el nombre de aquella persona y mantuvo su mirada amable en todo momento. Sección de pruebas le sonaba más al campo de Milena posiblemente o de alguna otra cosa. De hecho, algo le decía que Castor a lo mejor podía saber algo más. Negó un poco con la cabeza y entonces observó la mano de aquella persona. La apretó de forma calmada y entonces notó aquella sensación. Apartó un poco la mano como acto reflejo y tras unos segundos soltó una pequeña carcajada indicando que le había hecho gracia. Había sido un buen truco y debía admitirlo. Después el tipo aceptó su ofrenda y por ello se sintió algo mejor. Cogió una cucharilla de su lado y se la colocó al lado junto a sobre de azúcar, sacarina y azúcar moreno. Se quedó mirándolo unos momentos y sonrió de forma simple.
- Eso de laboratorios suena interesante. Yo más bien estoy especializado en la rama de medicina y combate cuerpo a cuerpo. Espero que algún día podamos realizar alguna misión juntos, Sans-kun.
Dijo con confianza mientras se giraba y abría una especie de nevera. Sacó unos guantes de goma azules y se los colocó despacio. Acto seguido dejó ver un trozo de tarta de chocolate por encima, blanco en medio y uno algo más oscuro por debajo. El tres chocolates era un especial de primera categoría. Lo colocó en un pequeño plato y lo sirvió al esqueleto mientras se quitaba después los guantes tranquilamente. El rubio tenía curiosidad por una cosa… Si ese tipo era un esqueleto… ¿Dónde irían a parar los alimentos? Le miró despacio con una calma asombrosa y esperando a ver si probaba el especial. Escuchó pasos por el pasillo y eso le hizo soltar un pequeño suspiro. Se acercaban más agentes dispuestos a comer algo y era lo normal. Estuvo allí quieto observando cómo se sentaban en la barra.
- ¿Muy cansados, chicos?
Preguntó el lobo con una expresión amable. Ellos asintieron con la cabeza y pidieron unas cervezas. El rubio no tardó nada en sacarlas, abrirlas, servirlas y ponerles unas aceitunas con patatas. En cuanto hizo aquello volvió al lado del esqueleto y le miró con una sonrisa.
- Bueno ¿Qué te trae por aquí? Tengo curiosidad. – Le dijo sonriente.
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- ¿En serio? Sería todo un honor. - Respondí sorprendido al ofrecimiento de compartir misión algún día. - Ah, pero entrar en contacto puede ser difícil... Vaya, al final sí que tendré que comprarme uno de esos DDM después de todo... - Mencioné algo decepcionado. Pensaba que podría hacer mi trabajo perfectamente sin uno, después de todo soy más bien del tipo solitario. Pero la oportunidad de ver en primera fila a Taiga "Puño Helado" Redfield haciendo su trabajo de alto rango era demasiado jugosa para dejarla pasar. - Supongo que tienes de eso, ¿no? - Pregunté por si acaso de todas formas. Lo mismo me sorprendía.
El plato que el agente me puso delante tenía uno de los dulces más apetitosos que había visto en mucho tiempo. Nunca fui especialmente goloso, pero tampoco es que no me gustara el azucar o el chocolate. Simplemente no solía tomar postres. Pero ahora que había aceptado uno por educación, sería un desperdicio no comérselo... Y más aún cuando aquellas tres capas parecían estar en un equilibrio tan interesante de sabores.
Con la llegada de otras personas vi una oportunidad perfecta. Taiga se distrajo un momento sirviéndoles unas cervezas, y para cuando hubo terminado y volvió a mirar en mi dirección, ya había dado cuenta del dulce y el café. No había tardado casi nada, pero yo también era rápido para esas cosas... Al fin y al cabo la gente suele ponerse molestamente encima mío con todo ese tema de ser un esqueleto y comer cosas. Siempre me miran de forma casi insultante, como si fuera una atracción de circo. En este caso no sentí la misma sensación en Taiga, él parecía solo tener una curiosidad sana y respetable, pero por fuerza de costumbre acabé terminándome lo servido demasiado rápido. Con una servilleta que cogí del dispensador a mi lado, limpié los restos de tarta de mis "labios" con expresión serena.
- Delicioso, y el café también estaba estupendo. - Comenté casualmente. - Si cada vez que tuviera que venir a arreglar papeles pudiera tener un recibimiento tal, casi hasta podría dejar de parecerme un engorro.
- Bueno ¿Qué te trae por aquí? Tengo curiosidad. - Me preguntó con una sonrisa.
- Ah, como decía, papeleo. - Le devolví la sonrisa, aunque dejando entrever cierta ironía en mis palabras. - Habrás pasado por ello incontables veces, imagino... reportes, consultas, inventario, registros... ¿Qué te voy a contar que no sepas ya, no? - Dejé escapar una pequeña carcajada. - Aunque viéndote aquí cuidando de la cafetería, cualquiera lo diría. Si no hubiera oído hablar de ti antes habría pensado que eras el encargado habitual de esto a tiempo completo. Pareces estar en tu "salsa." - Enarqué una ceja ante el juego de palabras.
- Oye chico, me suenas de algo... - Dijo uno de los hombres a mi lado, mirándome con cierto recelo. Lo que me sorprendía es que no se asustara de tener a un esqueleto parlante a menos de dos metros. - ¿No te he visto antes en algún sitio?
- Hmmm... - Pensé durante un momento cómo responder a esa pregunta, sin dejar de sonreír. Luego me saqué un bote de ketchup de vete a saber tú dónde (porque yo no te lo voy a decir) y lo hice girar entre mis huesudos dedos al tiempo que decía: - ¿Te habré servido algún perrito caliente?
- Ah, es Sans. - Dijo otro. - Imposible confundirlo, ¿no lo conocías? De vez en cuando se le puede ver por aquí rondando, especialmente en el piso cuatro donde a veces monta un puesto de perritos calientes. - Supongo que fue al imaginar la escena, que el agente tuvo que contener la risa. - ¿Qué hay de ti, Sansy? Es la primera vez que te veo aquí abajo.
- Nah, lo típico. - Respondí despreocupado. - Solo que hoy tuve que venir temprano, y necesitaba algo para calentarme los huesos.
- Que malo... - Dijo el primer agente, aunque sin poder reprimir una sonrisa amarga. Bajando la voz le preguntó al otro: - ¿Suele hacer ese tipo de chistes?
Ignorando la consecuente conversación que ambos hombres tuvieron como si no estuviera allí, me encogí de hombros y volví a mirar a Taiga, antes de chasquear los dedos como si me hubiera acordado de algo.
- Por cierto, antes de que se me olvide... ¿cuánto por el cortado? - Pregunté. No pensaba irme todavía, allí se estaba cómodo y tranquilo, pero tampoco quería olvidarme de pagar. Aunque quizá hasta pudiera aprovechar según cómo me respondiera para gastarle una pequeña broma... ¿Por qué me resultaba tan irresistible la tentación?
El plato que el agente me puso delante tenía uno de los dulces más apetitosos que había visto en mucho tiempo. Nunca fui especialmente goloso, pero tampoco es que no me gustara el azucar o el chocolate. Simplemente no solía tomar postres. Pero ahora que había aceptado uno por educación, sería un desperdicio no comérselo... Y más aún cuando aquellas tres capas parecían estar en un equilibrio tan interesante de sabores.
Con la llegada de otras personas vi una oportunidad perfecta. Taiga se distrajo un momento sirviéndoles unas cervezas, y para cuando hubo terminado y volvió a mirar en mi dirección, ya había dado cuenta del dulce y el café. No había tardado casi nada, pero yo también era rápido para esas cosas... Al fin y al cabo la gente suele ponerse molestamente encima mío con todo ese tema de ser un esqueleto y comer cosas. Siempre me miran de forma casi insultante, como si fuera una atracción de circo. En este caso no sentí la misma sensación en Taiga, él parecía solo tener una curiosidad sana y respetable, pero por fuerza de costumbre acabé terminándome lo servido demasiado rápido. Con una servilleta que cogí del dispensador a mi lado, limpié los restos de tarta de mis "labios" con expresión serena.
- Delicioso, y el café también estaba estupendo. - Comenté casualmente. - Si cada vez que tuviera que venir a arreglar papeles pudiera tener un recibimiento tal, casi hasta podría dejar de parecerme un engorro.
- Bueno ¿Qué te trae por aquí? Tengo curiosidad. - Me preguntó con una sonrisa.
- Ah, como decía, papeleo. - Le devolví la sonrisa, aunque dejando entrever cierta ironía en mis palabras. - Habrás pasado por ello incontables veces, imagino... reportes, consultas, inventario, registros... ¿Qué te voy a contar que no sepas ya, no? - Dejé escapar una pequeña carcajada. - Aunque viéndote aquí cuidando de la cafetería, cualquiera lo diría. Si no hubiera oído hablar de ti antes habría pensado que eras el encargado habitual de esto a tiempo completo. Pareces estar en tu "salsa." - Enarqué una ceja ante el juego de palabras.
- Oye chico, me suenas de algo... - Dijo uno de los hombres a mi lado, mirándome con cierto recelo. Lo que me sorprendía es que no se asustara de tener a un esqueleto parlante a menos de dos metros. - ¿No te he visto antes en algún sitio?
- Hmmm... - Pensé durante un momento cómo responder a esa pregunta, sin dejar de sonreír. Luego me saqué un bote de ketchup de vete a saber tú dónde (porque yo no te lo voy a decir) y lo hice girar entre mis huesudos dedos al tiempo que decía: - ¿Te habré servido algún perrito caliente?
- Ah, es Sans. - Dijo otro. - Imposible confundirlo, ¿no lo conocías? De vez en cuando se le puede ver por aquí rondando, especialmente en el piso cuatro donde a veces monta un puesto de perritos calientes. - Supongo que fue al imaginar la escena, que el agente tuvo que contener la risa. - ¿Qué hay de ti, Sansy? Es la primera vez que te veo aquí abajo.
- Nah, lo típico. - Respondí despreocupado. - Solo que hoy tuve que venir temprano, y necesitaba algo para calentarme los huesos.
- Que malo... - Dijo el primer agente, aunque sin poder reprimir una sonrisa amarga. Bajando la voz le preguntó al otro: - ¿Suele hacer ese tipo de chistes?
Ignorando la consecuente conversación que ambos hombres tuvieron como si no estuviera allí, me encogí de hombros y volví a mirar a Taiga, antes de chasquear los dedos como si me hubiera acordado de algo.
- Por cierto, antes de que se me olvide... ¿cuánto por el cortado? - Pregunté. No pensaba irme todavía, allí se estaba cómodo y tranquilo, pero tampoco quería olvidarme de pagar. Aunque quizá hasta pudiera aprovechar según cómo me respondiera para gastarle una pequeña broma... ¿Por qué me resultaba tan irresistible la tentación?
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Taiga no pudo evitar soltar una pequeña carcajada cuando dijo si él tenía uno de aquellos comunicadores en forma de caracol. Efectivamente, disponía de uno para poder comunicarse con el resto de su equipo especial en la marina y del Saigo. Se quedó mirando bajo la barra unos momentos y lo vio allí con su típico color azulado y aquella chaqueta negra. Sonrió de forma calmada y después de unos momentos sacó un papel. Escribió por unos momentos menores a diez segundos y acto seguido entregó aquello al chico esqueleto dejándolo en la barra. Se trataba de su número y así podían estar en contacto cuando fuese necesario. Le dedicó una mirada amable y después se cruzó de brazos ¿Dónde cojones estaba el pastel? ¡Hijo de mujer esquelética! Se lo había comido en menos de una décima. Ahora sí que estaba flipando en colores.
Mientras Sans se ponía a hablar con aquellos tipos, Taiga se quedó pensativo sobre el papeleo, él tenía la suerte de dejarle aquellos temas a Castor casi siempre. No tenían nada que ver, pero tener amistad con un agente de rango alto podía ser una ventaja. El putero además prefería ocuparse de aquello y dejarle a él los temas físicos. Se rascó la cabeza un momento y entonces desvió la mirada de nuevo a donde debía de estar aquella persona. Había escuchado algo de vender perritos y un chiste terriblemente malo, pero él se rio. Le hacían gracia aquellas cosas. Entonces el señor esqueleto le preguntó el precio y el rubio negó con la cabeza de forma amable.
- Tienes mala memoria. Me pagaste nada más llegar. – Le guiñó el ojo de forma disimulada. Quería invitarle sin que los otros dos se enterasen y por ello soltó una pequeña carcajada después de aquello.
El rubio entonces miró el reloj de la pared con calma y mostró una sonrisa. Era el momento de largarse de aquel sitio por fin, por cerrar un poco antes nadie moriría. Conocía a los agentes y sabía que podía fiarse de ellos. Se quitó la ropa superior riéndose de forma amable y quedó sin camiseta. Su musculoso cuerpo resultaba un poco intimidante, pero tampoco era una masa de músculos. Saltó la barra y dejó unas llaves al lado de los otros dos.
- El perro se va a morder el hueso, si cerráis vosotros os invito a las cañas.
Los agentes asintieron sonrientes, pues no era muy difícil. El chiste que hizo fue malísimo tampoco refiriéndose a que se iba con Sans y tan solo el segundo agente pareció pillarlo. Aunque ninguno se rio. Taiga entonces pasó su brazo derecho con confianza por el hombro de su compañero el esqueleto y le dedicó una mirada calmada.
- ¿Te vienes a mi habitación? Tal vez podamos hablar relajados, planear alguna misión interesante o simplemente pasar el tiempo. También puedo ayudarte en tus cosas si lo necesitas.
Mientras Sans se ponía a hablar con aquellos tipos, Taiga se quedó pensativo sobre el papeleo, él tenía la suerte de dejarle aquellos temas a Castor casi siempre. No tenían nada que ver, pero tener amistad con un agente de rango alto podía ser una ventaja. El putero además prefería ocuparse de aquello y dejarle a él los temas físicos. Se rascó la cabeza un momento y entonces desvió la mirada de nuevo a donde debía de estar aquella persona. Había escuchado algo de vender perritos y un chiste terriblemente malo, pero él se rio. Le hacían gracia aquellas cosas. Entonces el señor esqueleto le preguntó el precio y el rubio negó con la cabeza de forma amable.
- Tienes mala memoria. Me pagaste nada más llegar. – Le guiñó el ojo de forma disimulada. Quería invitarle sin que los otros dos se enterasen y por ello soltó una pequeña carcajada después de aquello.
El rubio entonces miró el reloj de la pared con calma y mostró una sonrisa. Era el momento de largarse de aquel sitio por fin, por cerrar un poco antes nadie moriría. Conocía a los agentes y sabía que podía fiarse de ellos. Se quitó la ropa superior riéndose de forma amable y quedó sin camiseta. Su musculoso cuerpo resultaba un poco intimidante, pero tampoco era una masa de músculos. Saltó la barra y dejó unas llaves al lado de los otros dos.
- El perro se va a morder el hueso, si cerráis vosotros os invito a las cañas.
Los agentes asintieron sonrientes, pues no era muy difícil. El chiste que hizo fue malísimo tampoco refiriéndose a que se iba con Sans y tan solo el segundo agente pareció pillarlo. Aunque ninguno se rio. Taiga entonces pasó su brazo derecho con confianza por el hombro de su compañero el esqueleto y le dedicó una mirada calmada.
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- ¿Hm? ¿De verdad? - Pregunté, confundido, mientras me guardaba el papel que me había dado antes en el bolsillo de la chaqueta. Precisamente mala memoria no es que tuviera, pero Taiga sonaba convencido de que sí que le había pagado ya... Al menos eso pensé hasta que me dí cuenta del tipo de mirada que me estaba dando. Siguiéndole la corriente por el momento, aunque algo decepcionado porque no era la clase de respuesta que esperaba, continué: - Vaya fallo por mi parte, soy todo un cabezahueca. - Más chistes de huesos y esqueletos. Desde luego ese día estaba inspirado al parecer.
Entonces al mirar el reloj, Taiga pareció determinar que era momento de ir cerrando el chiringuito. Quitándose el mono de trabajo y quedando con el torso al descubierto, comenzó a reírse y saltó por encima de la barra ágilmente. Tras esto le dijo al par de hombres allí presentes que cerraran por él a cambio de las cervezas, al tiempo que soltaba su contra-chiste huesudo. No pude evitar suspirar mientras sonreía de lado, aquella persona desde luego era algo distinto a cualquier otra que pudieras conocer. ¿Qué tanta confianza podía tener en dos tipos aleatorios que solo pasaban a tomar algo? ¿Y por qué querría ocultar su intención de invitarme al café si luego iba a invitarlos a ellos a las cañas? Taiga era una persona difícil de entender, aunque sospechaba que eso era debido a que su motivación era más simple que el mecanismo de un chupete. Seguro que le decían a menudo que era demasiado bueno.
Me disponía a marcharme también, aprovechando el momento, cuando el CP propuso algo que en aquellas circunstancias (particularmente por su aspecto y vestimenta o falta de ella) se podría haber malinterpretado mucho. Por un momento me puse nervioso, solo fune un instante pero me pasaron miles de dudas por la cabeza acerca de la sexualidad de mi interlocutor, y si debía preocuparme por salir corriendo como alma que lleva el Diablo. Pero no podía ser, soy un montón de huesos así que era imposible que el agente estuviera haciendo esa clase de connotaciones a propósito, a menos que fuera para tomarme el pelo que no tengo. Sin duda, era una muestra más de su carácter abierto y simple, tal como se rumoreaba. Soltando una carcajada respondí:
- Supongo que puedo hacer el sacrificio. De todas formas no tengo nada más que hacer aquí hasta dentro de un par de horas, cuando vengan a recogerme, y tengo interés por saber qué clase de vida lleva un agente de alto estatus en su tiempo libre. - Comenté medio en broma medio en serio. - Gracias por el ofrecimiento, pero a menos que sepas mucho sobre Cyborgs e implantes no creo que necesite esa ayuda de momento. Te lo haré saber si cambio de opinión, de todas formas. - Respondí educadamente a su última frase, y luego comenté: - Tú guías.
Tras lo cual seguiría al CP, recogiendo de nuevo el portafolios con todo aquel papeleo firmado, y confiando que efectivamente me estaría llevando a su alojamiento, y no a algún cuarto oscuro y perturbador...
Entonces al mirar el reloj, Taiga pareció determinar que era momento de ir cerrando el chiringuito. Quitándose el mono de trabajo y quedando con el torso al descubierto, comenzó a reírse y saltó por encima de la barra ágilmente. Tras esto le dijo al par de hombres allí presentes que cerraran por él a cambio de las cervezas, al tiempo que soltaba su contra-chiste huesudo. No pude evitar suspirar mientras sonreía de lado, aquella persona desde luego era algo distinto a cualquier otra que pudieras conocer. ¿Qué tanta confianza podía tener en dos tipos aleatorios que solo pasaban a tomar algo? ¿Y por qué querría ocultar su intención de invitarme al café si luego iba a invitarlos a ellos a las cañas? Taiga era una persona difícil de entender, aunque sospechaba que eso era debido a que su motivación era más simple que el mecanismo de un chupete. Seguro que le decían a menudo que era demasiado bueno.
Me disponía a marcharme también, aprovechando el momento, cuando el CP propuso algo que en aquellas circunstancias (particularmente por su aspecto y vestimenta o falta de ella) se podría haber malinterpretado mucho. Por un momento me puse nervioso, solo fune un instante pero me pasaron miles de dudas por la cabeza acerca de la sexualidad de mi interlocutor, y si debía preocuparme por salir corriendo como alma que lleva el Diablo. Pero no podía ser, soy un montón de huesos así que era imposible que el agente estuviera haciendo esa clase de connotaciones a propósito, a menos que fuera para tomarme el pelo que no tengo. Sin duda, era una muestra más de su carácter abierto y simple, tal como se rumoreaba. Soltando una carcajada respondí:
- Supongo que puedo hacer el sacrificio. De todas formas no tengo nada más que hacer aquí hasta dentro de un par de horas, cuando vengan a recogerme, y tengo interés por saber qué clase de vida lleva un agente de alto estatus en su tiempo libre. - Comenté medio en broma medio en serio. - Gracias por el ofrecimiento, pero a menos que sepas mucho sobre Cyborgs e implantes no creo que necesite esa ayuda de momento. Te lo haré saber si cambio de opinión, de todas formas. - Respondí educadamente a su última frase, y luego comenté: - Tú guías.
Tras lo cual seguiría al CP, recogiendo de nuevo el portafolios con todo aquel papeleo firmado, y confiando que efectivamente me estaría llevando a su alojamiento, y no a algún cuarto oscuro y perturbador...
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Taiga rio un poco al ver que el esqueleto accedía a su invitación. No tardó mucho en avanzar lo más rápido que podía para mostrarle aquel sitio cuanto antes. Por el camino se mostraba bastante calmado, con la mirada fija al frente y una expresión simple. Parecía que no pensaba en nada o que en su mente había un mono con dos panderetas chocando constantemente, pero no era así. En verdad estaba planeando varias cosas al mismo tiempo y estaba concentrado. Las palabras de Sans sobre implantes le hicieron ladear un poco la cabeza. Eso provocó que, de repente, mirase a su compañero con una expresión amable. Separó sus labios lentamente para dejar salir sus palabras y entonces le contestó.
- No sé nada sobre eso, pero tengo un algo nivel de medicina en la rama de cirujano y farmacéutico. Puedo crear medicinas, curar cualquier lesión y demás. Si eso te sirve tan solo dímelo. Por lo demás solo soy un simple agente.
Cuando terminó de decir aquello llegó a su habitación. Abrió la puerta sin llave ni nada, simplemente girando el pomo. Ni siquiera tomaba medidas de seguridad. Confiaba en sus compañeros lo suficiente para saber que no le harían nada ni le robarían. Sin duda alguna, era un tipo demasiado bueno. Al entrar todo estaba ordenado. Había una cama de tamaño normal, algunas estanterías con libros de medicina y algunos documentos sobre la mesa. El rubio entonces pasó con tranquilidad, cuando de repente un sonido extraño llegó a sus oídos. La señal de alarma estaba sonando y una luz rojiza invadió los pasillos del enorme edificio. El luchador no pudo evitar ponerse alerta y después de unos momentos se giró con un gesto serio que se veía pocas veces en él.
- “Alerta, tenemos dos peligrosos fugitivos que se han escapado del juicio que tenían hoy asignado. En lugar de huir hacia el puerto lo han hecho hacia aquí, se ve que tienen capacidades de vuelo. Buscadlos y apresarlos.”
La voz dejó de sonar por el megáfono y entonces el luchador se quedó mirando al esqueleto. Si había traspasado el enorme abismo que había antes del edificio debían poseer alas o alguna técnica especial. Tal vez buscaban rehenes para poder escapar de la isla, pero con el lobo allí eso no iba a suceder. Taiga entonces empezó a trotar por uno de los pasillos mientras extendía su haki de observación todo lo posible y empezaba a olisquear el ambiente. No tardó mucho en detectar dos presencias que desconocía en uno de los patios de entrenamiento a uno treinta metro de allí.
- ¡Sans, están a veinte metros frente a nosotros y a la izquierda!
Gritó entonces al mismo tiempo que fruncía un poco el ceño y avanzaba tranquilo. Por suerte ningún agente estaba más cerca que ellos y por ello estaba tranquilo. Había sido una suerte que fueran los más cercanos. El rubio chasqueó la lengua y se preparó para lo peor dentro de aquellas instalaciones.
- No sé nada sobre eso, pero tengo un algo nivel de medicina en la rama de cirujano y farmacéutico. Puedo crear medicinas, curar cualquier lesión y demás. Si eso te sirve tan solo dímelo. Por lo demás solo soy un simple agente.
Cuando terminó de decir aquello llegó a su habitación. Abrió la puerta sin llave ni nada, simplemente girando el pomo. Ni siquiera tomaba medidas de seguridad. Confiaba en sus compañeros lo suficiente para saber que no le harían nada ni le robarían. Sin duda alguna, era un tipo demasiado bueno. Al entrar todo estaba ordenado. Había una cama de tamaño normal, algunas estanterías con libros de medicina y algunos documentos sobre la mesa. El rubio entonces pasó con tranquilidad, cuando de repente un sonido extraño llegó a sus oídos. La señal de alarma estaba sonando y una luz rojiza invadió los pasillos del enorme edificio. El luchador no pudo evitar ponerse alerta y después de unos momentos se giró con un gesto serio que se veía pocas veces en él.
- “Alerta, tenemos dos peligrosos fugitivos que se han escapado del juicio que tenían hoy asignado. En lugar de huir hacia el puerto lo han hecho hacia aquí, se ve que tienen capacidades de vuelo. Buscadlos y apresarlos.”
La voz dejó de sonar por el megáfono y entonces el luchador se quedó mirando al esqueleto. Si había traspasado el enorme abismo que había antes del edificio debían poseer alas o alguna técnica especial. Tal vez buscaban rehenes para poder escapar de la isla, pero con el lobo allí eso no iba a suceder. Taiga entonces empezó a trotar por uno de los pasillos mientras extendía su haki de observación todo lo posible y empezaba a olisquear el ambiente. No tardó mucho en detectar dos presencias que desconocía en uno de los patios de entrenamiento a uno treinta metro de allí.
- ¡Sans, están a veinte metros frente a nosotros y a la izquierda!
Gritó entonces al mismo tiempo que fruncía un poco el ceño y avanzaba tranquilo. Por suerte ningún agente estaba más cerca que ellos y por ello estaba tranquilo. Había sido una suerte que fueran los más cercanos. El rubio chasqueó la lengua y se preparó para lo peor dentro de aquellas instalaciones.
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Simplemente sonreí de forma amable ante las palabras de Taiga. No tenía nada más que añadir al respecto, y definitivamente si en algún momento requería ayuda en el campo ya sabía a quién acudir... No es que fuera un caso que se diera muy a menudo, pero siempre es bueno saber que habían opciones.
Cuando el hombre entró en su habitación tuve que reprimir darme una ostia con la mano abierta en la cara por la frustración. El agente ni siquiera se preocupaba de darle una mínima seguridad a su cuarto echándole llave o algo parecido. ¿Realmente alguien tan inocente podía actuar como el CP que se suponía que era? Empezaba a tener mis dudas. No es que eso le dieran una peor imagen a mi entender, más bien al contrario. Cada vez me caía mejor el cabrón. Pero hacía que me replantease varias cosas acerca de la organización del Gobierno y sus tropas especiales.
Dentro del cuarto no había nada destacable salvo por unos documentos encima de un escritorio, cosa que me tranquilizó un poco más. "Bueno, vale, si no le preocupa que le roben nada tiene sentido que no le preocupe que entren en su habitación cuando no mira. Pero aun así... ¿y si no entran a quitar sino a poner cosas? Como por ejemplo bombas, o una emboscada..."
No tuve tiempo de seguir pensando en paranoias. Un sonido de alarma se escuchó por todo el edificio a la par que luces rojas se encendían en el pasillo. Solté el portafolios allí, en el mismo escritorio, mientras seguía al agente de nuevo afuera del habitáculo, y escuchaba la voz anunciando la fuga.
- No me lo puedo creer... - Dije con desaprobación.
Oh cuántas cosas podía comentar al respecto. Podía hablar sobre la negligencia de las instalaciones (o los encargados de seguridad) en cuanto a mantener encerrados a dos simples criminales. Podía mencionar el hecho de que dichos fugitivos hubieran tenido la fantástica idea (nótese la ironía) de ir directos hacia allí. Y podía señalar el cambio que Taiga había sufrido en su expresión, ahora mucho más seria y profesional que antes. "Así que así es como se ve cuando trabaja..." Pensé, algo emocionado debo reconocer. Ya habíamos dicho de participar juntos en algún encargo, pero no esperaba que fuera a suceder tan pronto.
- ¡Sans, están a veinte metros frente a nosotros y a la izquierda!
Aquella frase me sacó de la distracción. Ni siquiera me había dado cuenta de todo lo que habíamos recorrido, ni pude preguntar cómo podía localizarlos con tanta precisión. Simplemente me preparé mentalmente para la escaramuza, sacando al mismo tiempo la Desert Eagle de su funda oculta en el interior de mi chaqueta. El agente caminó con tranquilidad pasmosa a mi lado, dirigiéndose de frente al peligro sin inmutarse, y eso me sirvió como inspiración para actuar de la misma forma. Incluso si los fugitivos se habían escapado directamente de aquellas instalaciones, lo cual los volvía en mayor o menor medida bastante peligrosos, parecía que estuviéramos despreocupados y lidiando simplemente con una tarea rutinaria. Eso no evitó que me pusiera algo en guardia, aun así.
Si los cálculos del CP eran correctos, los criminales estaban poco más allá de la esquina que teníamos enfrente. Mi ojo derecho quedó oculto por la oscuridad al apagarse, mientras el izquierdo comenzaba a emitir un brillo azul fantasmagórico y la electricidad recorría mi brazo hasta llegar a la recámara de la pistola. Con la bala eléctrica preparada, avancé un paso antes de oírlo: un sonido constante y estridente, a la par que grave, una mezcla extraña de sonidos que me recordaban a mis propios Gaster Blaster.
- ... ¿Propulsores?
Antes de plantearme cómo habían logrado poner sus manos en lo que suponía que sería algo parecido a un jet-pack, el sonido se hizo más fuerte hasta que una mancha de color carne y gris entró en mi campo de visión. La mancha se detuvo en el mismo instante que se iba a quedar a pocos centímetros de chocar contra la pared, y cuando fue a girar para continuar volando por el pasillo que nosotros acabábamos de recorrer se quedó paralizada. Yo también me habría quedado así de estupefacto si durante una huida me encontrase a alguien como Taiga y un esqueleto con el ojo brillando a su lado.
El primer fugitivo resultó ser una persona de aspecto normal, salvo por el mencionado aparato que iba sujeto a su espalda mediante unas correas, como si fuera una mochila. Aquel propulsor portátil era lo que lo mantenía en el aire y permitía maniobrar, sin duda, y el hecho de que no pareciera estar a punto de agotar sus baterías me hacía sospechar que se trataba de un aparato autónomo con generación de energía propia. Algo parecido a mis Blasters, como ya dije.
Poco después detrás de él llegó un sonido de alas batir, y al girar la esquina encontramos a otro hombre de aspecto más... "solemne" a falta de un adjetivo mejor. Más esbelto, más grácil, más tranquilo... Al menos todo lo que podía ser un criminal en fuga. De su espalda surgían un par de alas grandes y negras como las de un cuervo... Uno gigante supongo.
- ¿Qué pasa? ¿Por qué te paras? - Preguntaba el susodicho antes de vernos también. - ¡Mierda! - Exclamó después. - ¡Apartaos o tendremos que pasar por la fuerza!
Parecía asustado. Sabía que no podría quedarse mucho más hasta que llegase alguien a capturarlos, y seguramente Taiga y yo representábamos el primer obstáculo que se interponía entre ellos y su "libertad." Con calma respondí:
- De verdad, no queréis hacer esto más difícil. Entregaos pacíficamente o vais a pasar un mal rato... - Les advertí.
- ¡A la mierda! - Gritó el del propulsor mientras se preparaba para salir volando de nuevo.
Un simple disparo fue todo lo que necesité. La bala no era sólida, así que no esperaba hacerle verdadero daño, pero la descarga eléctrica dejó fritos los circuitos del cacharro en su espalda casi al instante, haciéndolo apagarse en el acto. El hombre cayó pesadamente al suelo, soltando un quejido de dolor. Mientras se levantaba, una calavera inexpresiva salvo por una sonrisa enorme fue lo que le devolvió la mirada. Dejando que Taiga se encargase del alado fugitivo me despreocupé por completo, centrándome en aquel aún inestable emocionalmente sujeto.
- T e A v i s é .
El sonido de los relámpagos crujiendo por el aire quedaron ensordecidos por los gritos de dolor del criminal, hasta que cayó inconsciente por fin.
Cuando el hombre entró en su habitación tuve que reprimir darme una ostia con la mano abierta en la cara por la frustración. El agente ni siquiera se preocupaba de darle una mínima seguridad a su cuarto echándole llave o algo parecido. ¿Realmente alguien tan inocente podía actuar como el CP que se suponía que era? Empezaba a tener mis dudas. No es que eso le dieran una peor imagen a mi entender, más bien al contrario. Cada vez me caía mejor el cabrón. Pero hacía que me replantease varias cosas acerca de la organización del Gobierno y sus tropas especiales.
Dentro del cuarto no había nada destacable salvo por unos documentos encima de un escritorio, cosa que me tranquilizó un poco más. "Bueno, vale, si no le preocupa que le roben nada tiene sentido que no le preocupe que entren en su habitación cuando no mira. Pero aun así... ¿y si no entran a quitar sino a poner cosas? Como por ejemplo bombas, o una emboscada..."
No tuve tiempo de seguir pensando en paranoias. Un sonido de alarma se escuchó por todo el edificio a la par que luces rojas se encendían en el pasillo. Solté el portafolios allí, en el mismo escritorio, mientras seguía al agente de nuevo afuera del habitáculo, y escuchaba la voz anunciando la fuga.
- No me lo puedo creer... - Dije con desaprobación.
Oh cuántas cosas podía comentar al respecto. Podía hablar sobre la negligencia de las instalaciones (o los encargados de seguridad) en cuanto a mantener encerrados a dos simples criminales. Podía mencionar el hecho de que dichos fugitivos hubieran tenido la fantástica idea (nótese la ironía) de ir directos hacia allí. Y podía señalar el cambio que Taiga había sufrido en su expresión, ahora mucho más seria y profesional que antes. "Así que así es como se ve cuando trabaja..." Pensé, algo emocionado debo reconocer. Ya habíamos dicho de participar juntos en algún encargo, pero no esperaba que fuera a suceder tan pronto.
- ¡Sans, están a veinte metros frente a nosotros y a la izquierda!
Aquella frase me sacó de la distracción. Ni siquiera me había dado cuenta de todo lo que habíamos recorrido, ni pude preguntar cómo podía localizarlos con tanta precisión. Simplemente me preparé mentalmente para la escaramuza, sacando al mismo tiempo la Desert Eagle de su funda oculta en el interior de mi chaqueta. El agente caminó con tranquilidad pasmosa a mi lado, dirigiéndose de frente al peligro sin inmutarse, y eso me sirvió como inspiración para actuar de la misma forma. Incluso si los fugitivos se habían escapado directamente de aquellas instalaciones, lo cual los volvía en mayor o menor medida bastante peligrosos, parecía que estuviéramos despreocupados y lidiando simplemente con una tarea rutinaria. Eso no evitó que me pusiera algo en guardia, aun así.
Si los cálculos del CP eran correctos, los criminales estaban poco más allá de la esquina que teníamos enfrente. Mi ojo derecho quedó oculto por la oscuridad al apagarse, mientras el izquierdo comenzaba a emitir un brillo azul fantasmagórico y la electricidad recorría mi brazo hasta llegar a la recámara de la pistola. Con la bala eléctrica preparada, avancé un paso antes de oírlo: un sonido constante y estridente, a la par que grave, una mezcla extraña de sonidos que me recordaban a mis propios Gaster Blaster.
- ... ¿Propulsores?
Antes de plantearme cómo habían logrado poner sus manos en lo que suponía que sería algo parecido a un jet-pack, el sonido se hizo más fuerte hasta que una mancha de color carne y gris entró en mi campo de visión. La mancha se detuvo en el mismo instante que se iba a quedar a pocos centímetros de chocar contra la pared, y cuando fue a girar para continuar volando por el pasillo que nosotros acabábamos de recorrer se quedó paralizada. Yo también me habría quedado así de estupefacto si durante una huida me encontrase a alguien como Taiga y un esqueleto con el ojo brillando a su lado.
El primer fugitivo resultó ser una persona de aspecto normal, salvo por el mencionado aparato que iba sujeto a su espalda mediante unas correas, como si fuera una mochila. Aquel propulsor portátil era lo que lo mantenía en el aire y permitía maniobrar, sin duda, y el hecho de que no pareciera estar a punto de agotar sus baterías me hacía sospechar que se trataba de un aparato autónomo con generación de energía propia. Algo parecido a mis Blasters, como ya dije.
Poco después detrás de él llegó un sonido de alas batir, y al girar la esquina encontramos a otro hombre de aspecto más... "solemne" a falta de un adjetivo mejor. Más esbelto, más grácil, más tranquilo... Al menos todo lo que podía ser un criminal en fuga. De su espalda surgían un par de alas grandes y negras como las de un cuervo... Uno gigante supongo.
- ¿Qué pasa? ¿Por qué te paras? - Preguntaba el susodicho antes de vernos también. - ¡Mierda! - Exclamó después. - ¡Apartaos o tendremos que pasar por la fuerza!
Parecía asustado. Sabía que no podría quedarse mucho más hasta que llegase alguien a capturarlos, y seguramente Taiga y yo representábamos el primer obstáculo que se interponía entre ellos y su "libertad." Con calma respondí:
- De verdad, no queréis hacer esto más difícil. Entregaos pacíficamente o vais a pasar un mal rato... - Les advertí.
- ¡A la mierda! - Gritó el del propulsor mientras se preparaba para salir volando de nuevo.
Un simple disparo fue todo lo que necesité. La bala no era sólida, así que no esperaba hacerle verdadero daño, pero la descarga eléctrica dejó fritos los circuitos del cacharro en su espalda casi al instante, haciéndolo apagarse en el acto. El hombre cayó pesadamente al suelo, soltando un quejido de dolor. Mientras se levantaba, una calavera inexpresiva salvo por una sonrisa enorme fue lo que le devolvió la mirada. Dejando que Taiga se encargase del alado fugitivo me despreocupé por completo, centrándome en aquel aún inestable emocionalmente sujeto.
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El sonido de los relámpagos crujiendo por el aire quedaron ensordecidos por los gritos de dolor del criminal, hasta que cayó inconsciente por fin.
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Los enemigos no habían tardado nada en salir a la luz. Al final no iban a tener que llegar hasta el patio para verlos cara a cara. Doblaron la esquina haciendo acto de presencia. El rubio se mantuvo serio mientras los miraba despacio. El primero parecía tener una especie de mochila reactor que le permitía salir despedido mediante fuego. Parecía un invento útil, pero el lobo no confiaba en aquellas cosas electrónicas. Se mantuvo callado mientras dejaba a su compañero hablar y metía las manos en los bolsillos. Pudo fijarse en las alas del segundo, esperaba que no fuese un problema a la hora de huir. Él era rápido, pero no podía imaginar cuanto podía serlo el pájaro. Debía ser un usuario del tipo zoan o un hombre con implantes enormes. La duda asaltaba la cabeza del agente especial. La cosa se estaba poniendo bastante tensa y eso debía admitirlo. Soltó un pequeño suspiro y dio un paso hacia ellos despacio. No pretendía rendirse por lo que se veía. Fue en ese momento, cuando el esqueleto derribó a uno de ellos con facilidad y atacando al objeto volador. Le vio disparar algo… Parecía tener habilidades eléctricas.
- Primera oportunidad. Ríndete o me temo que dormirás junto a tu compañero. No voy a repetirlo, haz caso, por favor. – Dijo con un tono amable mirando al otro hombre.
El capullo de las alas negó con la cabeza y empezó a crear a su alrededor plumas blancas, parecían hechas de pura energía. Como si fuesen proyectiles, los lanzó hacia el agente con velocidad. Taiga no se defendió de aquello. Un par impactaron en sus hombros, pecho y abdomen. Le hicieron algunos cortes por los que empezó a sangrar. El rubio cerró el ojo derecho algo dolido. Ese hombre no atendía a razones. Si se había dejado dar, era ya que no vio ninguna ir a un punto vital. Entonces volvió a observar al segundo criminal con una expresión calmada en todo momento. No quería ponerlo más nervioso de lo que ya estaba. Entonces abrió despacio la boca para volver a hablarle con toda la amabilidad posible.
- Segunda oportunidad. Pon las manos en alto y entrégate. Te prometo que no te voy a hacer nada de daño. Pero si continuas en ese plan, no me dejarás más que remedio que…
Una nueva lluvia de plumas salió disparada hacia el agente. Taiga bloqueó esta vez algo con los brazos debido a que iban a su rostro. Cerró los ojos notando los impactos y los apartó cuando notó que su ataque había finalizado. Sus brazos sangraban un poco y una pequeña brecha se formó en su frente. Algo de sangre resbaló hasta su entrecejo. El dolor fue algo más notorio y no pudo evitar suspirar pesadamente. El tipo cuervo salió disparado hacia él con una daga en su mano y gritando como un loco.
- Fin de las oportunidades… – Terminó de mencionar con algo de tristeza.
Cuando el enemigo estaba justo frente a él, Taiga se movió a tal velocidad que desapareció de los ojos de aquel pobre hombre. Apareció a su espalda y bajó el puño hacia abajo. Los nudillos del lobo dieron de lleno en la espalda de su presa. Los ojos del enemigo quedaron en blanco y su cuerpo se estampó en el suelo, haciendo que este se agrietase un poco. La fuerza del rubio era algo monstruoso y ni siquiera él podía controlarla tanto. Soltó un suspiro mientras se quedó mirando al hombre esqueleto a los ojos y después se cruzó de brazos.
- Siento haberle tenido que hacer daño, pero no dejó elección.
Taiga era demasiado bueno en algunos aspectos. Cumplía su trabajo sin violencia, pero si debía hacerla, era su deber al fin y al cabo. Se rascó un poco la cabeza y empezó a escuchar pasos por los pasillos. Su mantra le dijo que debían ser los agentes del edificio y esperó a que ellos fuesen los que aparecieran. Le dedicó una sonrisa al esqueleto y después se rascó la cabeza.
- Buen ataque, compañero.
- Primera oportunidad. Ríndete o me temo que dormirás junto a tu compañero. No voy a repetirlo, haz caso, por favor. – Dijo con un tono amable mirando al otro hombre.
El capullo de las alas negó con la cabeza y empezó a crear a su alrededor plumas blancas, parecían hechas de pura energía. Como si fuesen proyectiles, los lanzó hacia el agente con velocidad. Taiga no se defendió de aquello. Un par impactaron en sus hombros, pecho y abdomen. Le hicieron algunos cortes por los que empezó a sangrar. El rubio cerró el ojo derecho algo dolido. Ese hombre no atendía a razones. Si se había dejado dar, era ya que no vio ninguna ir a un punto vital. Entonces volvió a observar al segundo criminal con una expresión calmada en todo momento. No quería ponerlo más nervioso de lo que ya estaba. Entonces abrió despacio la boca para volver a hablarle con toda la amabilidad posible.
- Segunda oportunidad. Pon las manos en alto y entrégate. Te prometo que no te voy a hacer nada de daño. Pero si continuas en ese plan, no me dejarás más que remedio que…
Una nueva lluvia de plumas salió disparada hacia el agente. Taiga bloqueó esta vez algo con los brazos debido a que iban a su rostro. Cerró los ojos notando los impactos y los apartó cuando notó que su ataque había finalizado. Sus brazos sangraban un poco y una pequeña brecha se formó en su frente. Algo de sangre resbaló hasta su entrecejo. El dolor fue algo más notorio y no pudo evitar suspirar pesadamente. El tipo cuervo salió disparado hacia él con una daga en su mano y gritando como un loco.
- Fin de las oportunidades… – Terminó de mencionar con algo de tristeza.
Cuando el enemigo estaba justo frente a él, Taiga se movió a tal velocidad que desapareció de los ojos de aquel pobre hombre. Apareció a su espalda y bajó el puño hacia abajo. Los nudillos del lobo dieron de lleno en la espalda de su presa. Los ojos del enemigo quedaron en blanco y su cuerpo se estampó en el suelo, haciendo que este se agrietase un poco. La fuerza del rubio era algo monstruoso y ni siquiera él podía controlarla tanto. Soltó un suspiro mientras se quedó mirando al hombre esqueleto a los ojos y después se cruzó de brazos.
- Siento haberle tenido que hacer daño, pero no dejó elección.
Taiga era demasiado bueno en algunos aspectos. Cumplía su trabajo sin violencia, pero si debía hacerla, era su deber al fin y al cabo. Se rascó un poco la cabeza y empezó a escuchar pasos por los pasillos. Su mantra le dijo que debían ser los agentes del edificio y esperó a que ellos fuesen los que aparecieran. Le dedicó una sonrisa al esqueleto y después se rascó la cabeza.
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- ¿Los dinosaurios pueden amaestrarse? [Pasado-privado Heather/Drako Hyrule]
- La isla del vino... mal lugar para alguien que no sabe beber (Priv-Pasado) (Ciaran- Genic-to) (Rol de prueba Crimson Wolves)
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