(Moderado Nvl 2) Aventura marine// Itkovian

Te encontrabas tranquilamente patrullando por el cuartel en el que te había designado, en una de las islas del Est Blue, cuando  uno de tus superiores  se cruzó contigo, notoriamente molesto.  -Tú, ven aquí.- Te ordenó, señalándote.  Y en poco más de un parpadeó, sin esperar apenas a que pudieras preguntarle para que necesitaba de tus servicios, te arrastró consigo.  Y bueno, así es como comenzó tu nueva aventura de limpiar  cubiertas hasta que llegarais a vuestro destino.

al parecer,  ha habido últimamente quejas de los ciudadanos en la isla Conomi: Que si los impuestos son muy caros, que si  los jovenes pintarrajean los espacios públicos. Y cosas más serias, como avistamientos de un barco con bandera negra, comúnmente conocido como barco pirata, rondando cerca de Arlock park. Varias teorías al respecto de dichas alimañas se han escuchado, como que pretender  recrear el imperio de Arlock, derrumbado hace más de un siglo por Mokey D. Luffy; o simples bandidos con intención de saquear el lugar y marcharse. Hay quien sospecha que buscan un tesoro oculto y, movido por dicha idea, ha decidido armarse para tratar de saquearles en caso de encontrar algo. Como sea, el resumen es que hay criminales y  revuelo. Siendo así, la marina debe hacerse cargo de ello. Proteger a los civiles es una prioridad, al igual que capturar a quienes han comenzado este revuelo.

Con dichas directrices, acabáis por desembarcar en la ciudad. Es hora de organizarse en  grupos, aunque vuestro superior, tal vez algo negligente, os permite ir solos si queréis. Una vez os da las órdenes se sienta a la tumbona frente al barco en que habéis llegado, literalmente. Hora de explorar.

El trabajo de recluta podía no ser tan glamoroso como el de un oficial de la marina, pero era una forma de no morirse de hambre en un mundo donde los prospectos laborales de una persona de ciudad no llegaban a nada más que seguir el linaje de sus ancestros cuidando una granja. La marina era lo más cercano a una solución a cualquier niño que por alguno u otro motivo no llegase a heredar la granja familiar. Así que a pesar de que el trabajo que le tocó hacer no era demasiado agradable, agradecía el poder estar allí haciendo lo que hacía. Además que tenía un oso de mascota, y cuando uno tiene uno de aquellos animales de mascota incluso las actividades sencillas pueden volverse divertidas. Gracias a que el oso le hacía más o menos caso, pudo hacer que este corriese cerca suyo mientras lo ayudaba a fregar, sosteniendo un cepillo con la boca. Así pasaron unas horas hasta que finalmente se pudo escuchar el típico grito de "Tierra a la vista", cuando el aire en el barco se volvió más solemne y todos parecían empezar a adquirir aquella determinación típica de alguien que sabía que podía morir, pero que estaban dispuestos a hacerlo por una causa como aquella.

Piratas. Jóvenes que por alguno u otro motivo terminaban cayendo en la más baja de las profesiones. Mientras que demasiados marines odiaban a estos, el castaño no podía evitar sentir cierta piedad por esos hombres. Pero era demasiado tarde para eso. Al finalizar su última misión se había prometido asesinar a alguien si no veía otra opción, y ese día parecía ser el cual finalmente tuviese que obligarse a hacerlo. Luego de unas horas más de lavar, llegaron a tierra. La isla era otra de las de su mar natal y la tierra tenía ese mismo olor que le hacía recordar casi a casa, podía reconocer alguna que otra planta, se sentía con cierta libertad. Con un traje de marine igual que el resto, pero una espada y un escudo como armas, Itkovian decidió esperar las instrucciones de su oficial a cargo. Este parecía estar mareado por dejarle el trabajo a los reclutas. Posiblemente todo fuese una evaluación para ver como podían aquellos reclutas manejarse en una situación en la que no tuviesen comandante. Así que el castaño decidió hacer lo que consideró más sensato posible, conseguirse un pequeño grupito de 3 o 4 personas para tener cierta libertad de movimiento y maniobravilidad en el caso de cualquier posible combate.

Le tocaría la espalda a 4 marines aleatorios de los que se bajaron con él y a cada uno le diría lo mismo - Hola, me llamo Itkovian, como no nos dieron demasiadas instrucciones quiero montar un grupo de a 4 para que en caso de encontrar con alguien podamos defendernos bien. ¿Quieres unirte? Es mejor que ir solo y ser atacado por detrás por un delincuente... - eso último les haría pensar en lo que ocurriría de no unirse al grupo y caminar solos, podía ser algo de manipulación básica, pero bueno,era por su propio bien. Terminado todo esto, una vez hubiese conseguido las otras 3 personas, darías una sugerencia que esperaba todos siguieran, pues era el comportamiento básico en ese tipo de situación - Nos adentramos unas 2 cuadras y preguntamos a los civiles si saben donde están los piratas? Lo que necesitaríamos es información... - Estaban allí por murmullos, lo primero que había que hacer era conseguir información. Como siempre, Itkovian llevaría a su oso en su misión, siguiendo como mascota de aquel pequeño grupo y sin separarse de ellos gracias a su correa negra que le quedaba genial.

Te pasas un buen rato buscando entre tus múltiples camaradas a las personas apropiadas, ya que la mayoría de reclutas se han separado ya. Te cruzas con varias personas y la mayoría de los que ya están ahí te rechazan de formas más o menos formales, y por razones muy distintas: algunos ya han formado su grupito de amigos y no te quieren dentro, otros piensas en ir solos y llevarse más merito en caso de completar la misión... Hay de todo.

Por suerte, al final logras que dos personas se unan a ti: Una joven que debe rondar tu misma edad, de cabello rubio recogido en una cola de caballo, ojos castaños y mirada diligente. Es normalita, pero su carácter le da cierto atractivo. El otro es un chico de figura menuda y algo tímido. lleva gafas y el pelo castaño. Usa una gorra y tiene una cicatriz en la frente, o quizás sea una marca de nacimiento. Ambos se acercan a ti cuando parece que estás a nada de tirar la toalla y escuchan tu propuesta sobre como deberíais moveros, con interés. Sin embargo, al acabar de hablar, Elisa (que es como se ha presentado la chica) te dice que no termina de convencerle ese plan ya que otros deben de haber pasado por esa zona antes, Apenas eráis veinte reclutas en total, así que a lo mejor tu punto de vista es distinto al suyo, o quizás no. Ella os sugiere que sería mejor inspeccionar la zona costera por si tienen algún escondite. Romano, que es como se llama el chico, en cambio, propone una fusión de ambas ideas, preguntando en la zona urbana más cercana a los avistamientos. La chica no parece tener objeción, ¿pero qué dices tú?

Casi se iba a rendir en su búsqueda de aliados pues al parecer la mayor parte de estos se encontraban o ya en grupos o deseaban realizar aquella misión en solitario. Aquellos grupos ya creados debían de ser compañeros desde antes y debían de tener cierta confianza por lo cual meterse alguien más sería complicado, mientras que los que decidían ir solos era probable que fuesen espías o personas que buscasen información de maneras que no serviría de a muchos. O eso fue lo que Itkovian pensó con su positivismo natural en cualquier tema relacionado con la justicia producto de decenas de historias infantiles que elevaron sus estándares para la marina. Cual rayo de esperanza en la oscuridad 2 de los otros reclutas decidieron unirse a su grupo. Ante la presencia de nuevos Magnum decidió averiguar lo más que pudiese de ellos y empezó a olerles las piernas cual perrito salvaje. Al mirar a estas 2 personas el recluta intentó recordar si había ocurrido algo interesante con ellos, pero no recordaba ninguno de los rostros específicamente en el barco.

Itkovian hizo su sugerencia y escuchó las propuestas de los otros 2. Él no era el líder ni nada de ese estilo así que las decisiones deberían hacerse por votación. La idea más sensata era la propia del tal "Romano", el sujeto de anteojos. La inspección de la zona costera era algo que había hecho previamente, todos los grupos piratas necesitaban un barco y un lugar donde guardarlo para poder ir a cada isla. La posibilidad de encontrar el barco de aquellos piratas y tender trampas allí podría servir, pero si habían guardias ellos podrían avisar de la posición de los reclutas mediante den den mushi ante lo cual los piratas sabrían que ellos estaban allí. Mientras tanto, la otra sugerencia podría llevarlos a encontrar a los piratas en el acto y allí tendrían la ventaja propia de la sorpresa - Todos de acuerdo con la sugerencia de Romano, entonces vamos. -

Mientras caminaban hacia este lugar, el castaño volvería a hablar, después de todo no era del tipo de persona a la que le gustase el silencio - Yo uso una espada y un escudo. ¿Qué estilo de combate tienen? Necesitaríamos saber como pelea el otro para poder complementarnos y que no hayan accidentes en el combate si encontramos a los piratas y eso - Realmente no deseaba pelear, esperaba que estos se rindiesen al momento en el que él apareciese y listo, pero nunca era tan sencillo.

"Sí, creo que es obvio ya que podemos ver tus armas. Las llevas contigo y esas cosas." Contestó con tono sarcástico Elisa, antes de llevarse las manos a la cintura. Si te da por fijarte en dicho gesto, notaras que lleva un cinturón de cuero del que cuelgan dos fundas de revólver, son cu correspondiente arma en el interior. En caso de no haberte dado cuenta, ella misma se encarga de mostrártelo, desenfundado una de sus armas y apuntándote a la cabeza. "Bam", bromea antes de retirar el arma con una carcajada y volver a guardarla en su sitio. Romano, que se ha quedado atrás, como si os analizara con cautela, se une a la conversación más tarde, sacando sus armas también, dos tonfas de color oscuro.

Siguiendo vuestra conversación, llegáis a una zona más residencial de la bahía. Podéis ver la playa y a varios metros de distancia, viviendas. Ya no estáis en el puerto, sin embargo, hay bastantes personas circulando, más de las que debería haber teniendo en cuenta la situación. Si le preguntáis a alguna os daréis cuenta de que dichas personas son en su mayoría turistas que no saben aún nada de la amenaza. A los regentes de hostales y demás trabajadores del tercer servicio se les debe haber pasado, o no han querido perder ganancias mientras otro pudiera aprovechar la situación. ¿Tal vez sea bueno alertarles? También podrías aprovechar para preguntar en alguna taberna, con vuestra chapa de la marina, seguro que os ayudan. Si no, os queda la opción de Elisa, o dar media vuelta sobre vuestros pasos y trazar otro plan.

Llegado el momento de la respuesta con tono sarcástico por parte de Elisa, Itkovian pensó seriamente en decirle que si consideraba que esas eran sus únicas armas solo por verlas, pues que se confiaba demasiado. Cualquiera podía guardar armas en bolsillos interiores de la ropa para poder hacer ataques sorpresa, incluso dentro de las mangas de la ropa para fácil acceso. Así que si preguntaba era por que quizás alguno de los otros 2 reclutas podrían tener ese tipo de armas ocultas. Se dejó apuntar a la cabeza por la mujer y tuvo que obligarse a no correr la cabeza. Por un lado temía acerca de que se le soltase un disparo, que por error no hubiese dejado el arma con el seguro puesto y que por eso muriese. Por otro lado sacar la cabeza mostraría falta de confianza en aquella mujer y considerando la situación previa perder la confianza de un aliado no era algo que desease.  Las armas del grupo serían la espada y escudo de Itko, las tonfas de Romano y las pistolas de Elise. Si todo pasaba a una batalla como él era el único con defensa era probable que tuviese que encargarse de proteger a Elise mientras ella disparaba a todo lo que pudiese, aprovechándose del rango de sus armas.

Llegaron a la zona cercana a los ataques luego de hablar sobre cosas random y dejar al oso parar alguna que otra vez para orinar sobre un poste. Casi inmediatamente Itkovian puso su sonrisa más dulce y se fue a preguntar a un civil acerca de los piratas por los cuales habían sido enviados allí. La respuesta de este hombre fue que era un turista. Fue a una segunda persona y tuvo el mismo resultado. Fue a una tercera persona y tuvo el mismo resultado, ante lo cual volvió al grupo - Bien, al parecer hay muchos turistas... Así que no se habló acerca de la presencia de piratas para no disminuir el turismo... pero eso les daría a los piratas la posibilidad de ocultarse en público... - el recluta asumió eso por la cantidad de gente, después de todo eso no era de esperarse en caso de un ataque pirata pero "la vida siempre encuentra una forma", así que quizás no fuese tan extraño que algo así ocurriese.  

- Bueno.... tengo 2 ideas... Si estamos acá es por que alguien llamó a la marina. Así que podríamos ir a la "Policía", "Sherif", o como se llame el que tuvo que haber realizado la llamada a la marina - Todas las ciudades tenían algún tipo de justicieros, casi siempre sherifs, después de todo llamar a la marina para cada caso de alguien robando no sería productivo y las ciudades también necesitaban cierta protección de sus propios habitantes - ... Sugiero ir a una taberna y preguntar acerca de los piratas. El dueño de la taberna debe ser un local y siempre saben cosas. En el caso de que no sepa pues le pregunto donde está el cuartel de policía del lugar. Y en el hipotético caso de que todos los presentes sean piratas, pues bueno, sugeriría que Elise saltase detrás de la barra del bar y que nosotros 2 la protejamos mientras ella les dispara. Tendríamos siempre la espalda contra la barra para no ser atacados por detrás y no iríamos hacia ellos para no poder ser rodeados. Si alguno tiene mejor idea para una posible pelea que la diga. Y si, se que es una simple posibilidad pero ya le pasó a alguien que conozco... - en una de las historias de marines del siglo anterior que su madre le contaba a un marine no demasiado famoso le había ocurrido aquello, así que nunca se podía estar demasiado seguro. Si aceptasen la sugerencia irían a preguntar a  una taberna cercana.

-Me gusta la segunda idea- afirmó la rubia y el tercero, que aparentemente prefería que otro dieran las ordenes asintió. Encontrasteis de forma bastante rápida un local, el cual se encontraba en primera línea de playa. Era una posada de tres plantas, con un bar en la planta baja. Fue Romano quien os condujo hasta ella. Tal vez fuese autóctono y estuviera familiarizado con la isla. De ser este el caso, no dijo nada. Entráis y podéis ver que hay varios grupos de personas en las mesas, algunas de ellas, armadas. Por sus pintas bien podrían ser los bandidos que buscáis.

-Ciñámonos al plan- susurra el chico, mirando a un lado y otro al pasar hacia la barra. Elisa quiere protestar, pero se muerde el labio y acata la orden, de momento. Está claro que con vuestra ropa destacáis demasiado, así que de ser aquellos a los que buscáis... Bueno, os toca estar atentos. Romano se sienta y los demás le seguís. El tabernero se acerca para preguntar que queréis tomar. Mira un momento a vuestro compañero, aunque bien podría estar viendo solo en esa dirección y asiente. "¿En qué puedo ayudarles?"

De momento ninguno de los hombres os ha atacado, pero si que oís murmullos y palabras denigrantes respecto a la marina. ¿cómo reaccionas?

Los 3 caminaron hacia la taberna, pero antes de entrar a esta el castaño soltó la correa de su oso mascota - Magnum, ves a esa pareja de viejitos? - dijo mientras señalaba a una pareja de ancianitos que disfrutaba de un café en un restaurante cercano - Quédate cerca de ellos hasta que vuelva - podía ser exagerar pero los viejitos siempre eran buenos por regla general y si llevaba a su mascota a una taberna con criminales pues no podría protegerlo. Con suerte la tiernitud propia de un osito casi cachorro les haría ver a los ancianitos que era un buen animal y le harían mimos y le darían algo de pan.

Sabía que quizás había parecido ser alguien muy paranoico ante sus 2 aliados con todo el posible combate ante los civiles de la taberna pero prefería aquello a arrepentirse. Este fue el motivo por el cual al llegar allí dentro no pudo evitar sonreír, armas, lo que significaba que quizás hubiese una que otra pelea. La posada a la cual eligieron ir había sido una bastante grande, 3 pisos, así que era posible que hubiese más gente en los pisos superiores. Mientras que afuera el aire que se respiraba parecía ser el típico de una ciudad normal, el de allí dentro era más espeso. Era difícil describir algo así, pero la sensación era distinta, el ambiente era distinto, "se podía cortar la tensión con un cuchillo de mantequilla" tal como se decía. Itkovian hizo un rápido análisis de las personas allí presentes. Las pintas propias de estos no eran las que esperaría de un lugar de 3 pisos. El hecho de que llevasen armas en un lugar público era un poco extraño, y sumado a las pintas les daba aires de piratas, pero juzgar algo por las apariencias sería un error. Aún así, tenían armas. Normalmente alguna que otra persona lo mirase mal de la misma manera que miraban a los policías o sherifs, sintiendo que cada uno de sus actos era observado. Eran las consecuencias de ser un marine trabando, pero bueno, esas miradas se desvanecían cuando uno no traía puesto el traje.

Los 3 se sentaron cerca de la barra y allí empezó todo. Como estaban, mirar hacia atrás les haría ver como gente con miedo y los lobos siempre se lanzaban hacia la gente con miedo. Mientras se mostrasen calmados y seguros de si mismos nada les pasaría. Itkovian mantuvo su sonrisa, no por que disfrutase de la situación sino por las propiedades calmantes de esta. Esperaba que sus aliados lo viesen así un poco relajado y sonriendo y se calmasen un poco. El recluta de cabellos castaños movió un servilletero metálico de lugar y jugó un poco con este de tal manera que la luz se reflejase hacia los ojos de Romano para llamar su atención sin hablar. Luego posicionaría el servilletero de tal manera que gracias al reflejo de este pudiese ver hacia atrás. Había hecho esto cerca de su aliado para que este tomase el servilletero más cercano a él y copiase su acción, de ese modo ambos mirarían hacia detrás uno la izquierda y otro la derecha. Dudaba que alguien se levantase o que ocurriese algo pero podían ver el contorno de las figuras en el reflejo del servilletero así que la eventualidad de ataque por la espalda se veía cubierta.

Itkovian tuvo que hablar y usó su tono más calmado posible - Buenas tardes - el castaño mantuvo la mirada el mesero por unos segundos. Si había alguien que saldría perjudicado por cualquier eventualidad sería él. Si una mesa se rompía él tendría que pagarla, o quizás su jefe, pero sería responsable parcialmente. Los clientes podrían ser piratas  o solo personas que opinaban mal de la marina, pero solo al tabernero le iría a hablar así que que los civiles dijesen lo que quisieran. Podría preguntar acerca de la misión, pero tenía el presentimiento de que si mencionaba la palabra "piratas" escucharía espadas desenvainarse  - ¿Sabes donde está la oficina del sherif o el cuartel de policía más cercano?   - dicho esto las siguientes palabras del castaño fueron más suaves para intentar evitar que lo escuchasen - ¿Necesitas ayuda? - para dar a entender que se refería a los "clientes" el recluta miró hacia la izquierda lo más que pudo como para demostrar que quería mirar hacia atrás pero sin mover su rostro. Con su pregunta inicial dicha en voz normal había intentado que creyesen que se irían al momento y que no causarían problemas así que esta segunda pregunta fue solo al único hombre en quien podían confiar dentro de la taberna. Si los posibles piratas creían que los marines se irían entonces no tendrían motivo para atacarlos, aún así decidió confirmar sus dudas acerca de la clientela con aquella pregunta casi en un susurro al mesero, si no entendía de que hablaba pues eran civiles, si respondía que si, pues que suerte que ya tenían cierto plan.

Los viejecitos con los que pretendes dejar a tu osezno se asustan al ver a la criaturita y salen por patas, a una velocidad... rápida para estar sus años. Así que el pequeño acaba volviendo y te sigue hasta la entrada del bar, quedándose fuera, mirando por debajo de la puerta de entrada.

Dentro de la taberna, los hombres parecen ir relajándose con vuestra presencia según pasan los minutos. Tal vez sea porque no os consideran una amenaza, o puede que haya algo más... Como sea. Romano te hace caso, recolocando el servilletero a su izquierda y el anciano se acerca a vosotros, haciendo una mueca al ver que no pedís nada. "Esto es una taberna. Si quieren esa información deberían ir a otro lado. Aquí se viene a beber y a comer." Os reprocha ofendido, antes de darse media vuelta. En esta ocasión es Elisa la que le detiene. Se pone en pie y le llama. Vuestra primera impresión por como se levanta teméis que vaya a amenazar al hombre, viendo su forma de actuar en otras ocasiones. Sin embargo su forma de hablar resulta amable, pidiendole que disculpe vuestros modales y pidiendo una jarra de cerveza fría a cambio de algo de información, además del dinero extra.

Os explica que la persona a cargo de la seguridad fue atrapada por una banda de delincuentes que ha tomado "poder" sobre la ciudad. Se rumorea que se encuentran asentados en alguna cala cercana a la bahía. Pero nadie ha ido a investigar, por miedo. Respecto a lo de necesitar ayuda, parece que está perfectamente. O le están amenazando o son bandidos educados y que pagan por beber.

La taberna resultó ser aburrida, y aburrido significaba seguro, así que bien por ellos. Sus precauciones habían estado de más pero era mejor no necesitarlas a carecer de ellas cuando llegase a requerirlas. Itkovian escuchó la queja del tabernero, y bueno, habría pedido algo si hubiera tenido una carta, así que había estado esperando ser atendido, no que ellos tuviesen que deducir el menú. La mujer de las pistolas se levantó y pareció que iba a dispararle al tabernero pero solo pidió una jarra de cerveza, sin siquiera preguntar si les gustaba. De hecho a Itkovian no le gustaba la cerveza, pero como alguien de su edad no podía decir que no le gustaba pues se vería obligado a tomarla, siempre ocurría lo mismo.

Una vez obtuvieron la información que buscaban, el resto sería sencillo. Mientras esperaban a la bebida el castaño pensó en como seguir la misión. Ir a buscar en todas las casas cercanas a la bahía sería como buscar una aguja en el pajar, pero por suerte Itkovian tenía un oso, un animal con capacidades rastreadoras mejores incluso a las de un sabueso - Bueno, ¿Bebemos en el camino? Si vamos al cuartel de policía o al hogar del secuestrado mi oso puede olerlo y rastrearlo. Y como no recuerdo haber visto ningún animal con el resto de los marines del barco creo que tendríamos cierta ventaja en usarlo - Quizás otra persona hubiese pensado en salvar al jefe de seguridad con aquel grupo de 3, pero a Itkovian le daba igual el mérito. Lo importante era que había un civil en riesgo. Y aún más importante, si uno de los 3 salía herido no se lo perdonaría, era mejor ir con todos hacia la casa específica y resolver el problema con la menor cantidad de heridos.

- Yo podría ir a buscar ropa o algo del encargado de seguridad y ustedes podrían buscar a los otros marines para que vayasemos todos a rescatarlo - había diferencia entre ser un héroe y ser un idiota que se lanzaba ante el peligro por la sensación de adrenalina - Después nos podríamos encontrar en la puerta e ir todos a completar la misión - Quizás sus compañeros fuesen del tipo que prefería tener el mérito del rescate para ellos solos, pero si uno era marina solo por las ventajas y el prestigio y no para proteger a los civiles a sus compañeros, entonces uno no merecía ser miembro de la organización. Si aceptaban la propuesta el castaño le preguntaría al tabernero donde era la oficina de policía o el hogar del jefe de estos y saldría hacia allí para buscar algo con su olor junto a su osezno.

-No será necesario beberlo de camino.- Dijo la rubia. El camarero solo había traído una jarra para ella. Así que la chica, sonrió y se bebió el contenido de un largo trago, soltando un suspiro al acabar. -Deliciosa.- Exclamó, relamiéndose la espuma que se había quedado sobre sus labios. Tras eso, pidió la cuenta y la dirección que necesitaban. Pagó y los tres salisteis del bar. Una vez fuera, os separáis. Elisa y Romano van a buscar ayuda, mientras que a ti te toca encontrar a tu osito y tratar de no perderte yendo a la dirección que te han dado.


Cuando al fin la encuentras, después de dar veinte mil vueltas por las calles de la ciudad, te sorprende que el edificio parezca estar en ruina. Casi tanto como te sorprende encontrarte con Romano, quien al verte ha ido corriendo hacia ti, o lo ha intentado pues estaba cojeando. Al ponerse a tu altura ves que está herido, su ropa desgarrada y que le han roto las gafas. No lleva la camisa de la marina, sino la ropa que debía llevar por debajo, una camiseta de tirantes gris claro. Le han roto las gafas también. Tienes que esperar a que se calme para que te explique lo sucedido. Al parecer se cruzaron con los piratas y estos les atacaron. Se llevaron a la rubia.

Sus palabras parecen reales debido a su estado, sin embargo, si piensas un poco hay pequeñas fallas. Hay algo raro. ¿Cómo te ha encontrado tan rápido? Suerte quizás, pero te mosquea. Te dice que sabe guiarte más o menos al lugar donde les atacaron. Tal vez hubiera pistas, con suerte. ¿Qué harás?

Por fin soledad. Luego de salir de la taberna Itkovian se separó de los otros 2 reclutas y por fin pudo ser su mismo. Su cuerpo empezó a temblar, imperceptible al estar caminando, pero él podía sentirlo, podía sentir como su cuerpo se negaba a continuar la misión por el temor a una posible muerte. Y aún así seguía, si no lo hacía nadie ocuparía su lugar, ninguno de aquellos reclutas poseía una mascota con habilidades de rastreo. La presencia de su osezno no le causaba calma como debería sino que le preocupaba, no deseaba que nada malo le pase y aún así llegado el momento el animal sería el guía, hacia una cabaña llena de piratas. Su corriente de pensamiento pesimista se detuvo al ver lo que había sido el departamento de policía, un edificio en ruinas. Quizás en otro momento hubiese creído equivocarse, pero con el poder de las frutas del diablo causar tal destrucción quizás sería posible.

Se tranquilizó un poco al pensar que no estaría solo, que sus aliados buscaban más miembros del grupo para ir todos hacia los piratas. Así tendría más posibilidad de vivir al igual que de cumplir la misión. La figura de su compañero generó una pequeña mueca de disgusto en el rostro del castaño, no esperaba encontrarlo allí, el lugar de reunión era donde habían estado antes, no allí. El otro recluta corrió hasta Itkovian lo mejor que pudo e instintivamente el rostro de este último se puso liso, calmado - ¿Que pasó? - unos segundos hasta que el de anteojos pudo calmarse en los cuales el castaño solo pudo esperar fueron seguidos de la explicación. Y fue demasiado - Suficiente - con un rostro serio y una voz fuerte Itkovian habló, no tanto para el de anteojos sino para si mismo - No necesito que me lleves, busca a más marines y llévalos al lugar. Yo me encargaré mientras tanto - el castaño miró a su mascota con aquel mismo rostro serio que mantuvo desde que escuchó la noticia.

- Magnum. Ya sabes que hacer - en el momento en el que Romero y Elisa aceptaron unirse al "grupo" que Itkovian había estado haciendo su osezno les había olido las piernas. Era algo habitual, algo que su mascota siempre hacía, adquirir los olores de la gente con quien iría a pasar tiempo. Tenía su olor, la distancia no era demasiada, podría llegar a rastrear ambos olores hasta el punto en el que se dividiesen y allí seguir el aroma de Elisa hasta su ubicación actual. Confiaba en el olfato de su mascota, era mejor que el de los perros, los osos polares eran capaces de encontrar un escondite de una foca, bajo hielo, a más de 2 kilómetros de distancia, sin siquiera necesitar sangre del animal sino con solo su olor característico. No se le ocurrió la posibilidad de que todo fuese una mentira, Itkovian era alguien que confiaba en la gente, incluso si era traicionado de vez en cuando, y no veía motivo para que su aliado le mintiese - Magnum, trota o corre - no había tiempo, eran piratas, eran malvados, y habían secuestrado a una mujer. Los encontraría, tenía que hacerlo.

Bien, seguís el rastro y acabáis metiéndoos en la boca del lobo. Encontráis con relativa facilidad el lugar donde deberían encontrarse los piratas. No muy lejos del puerto había una cala y en la arena de esta huellas que indicaban las pisadas de varios hombres (o eso deduces por el tamaño de sus pies) que ni se molestaron en preocuparse por si eran seguidos. Sin embargo, su escondite no está en la cala, sino en el interior de la isla, en una zona más frondosa. Parece ser que, a pesar del cultivo de mandarinas, había zonas que quedaron abandonadas dejando crecer la maleza.

No tardáis demasiado en encontrar su escondite, o el lugar que debería serlo. Sin embargo... Hay algo anormal: Todo el lugar estaba en calma y había ni un alma. Las pisadas en la tierra tan claras que habías seguido hasta bien poco se han esfumado Y en el lugar solo te encuentras con una mujer tirada en el suelo, con manos y piernas atadas y la boca amordazada, cajas y algunas jaulas con animales dormidos. Botellas por el suelo, muebles. Pero nadie, en apariencia, vigilando el botín. ¿Qué harás?

El temblor anterior del castaño había desaparecido, trotaba un poco rápido, lo suficiente como para que su cuerpo no se cansase sino que solo entrase en calor para el posible combate que tendría que hacer. A su lado su mascota se mantenía guiándolo, haciendo un trabajo bueno gracias al entrenamiento que había tenido en la marina. Llegaron finalmente a parte del bosque de la isla. Siempre habían bosques, los animales debían de estar en algún lado y la mayor parte de los poblados sencillos no tenían la cantidad suficiente de gente para preocuparse con aquello, siendo más sencilla la expansión alrededor de la costa que adentrarse hacia el centro de las islas. Las orejas de Magnum se movían de un lado a otro intentando captar sonido alguno, pero había una calma sepulcral, apestaba a una trampa. Y aún así lo único que ambos podían hacer era seguir.

Entraron a la guarida y allí estaba la mujer, tenía toda la ropa y estaba vendada. Itkovian soltó un suspiro de calma pero no bajó la guardia, nadie había hecho nada por lo que mereciese la muerte y su aliada no parecía demasiado herida, quizás podría ayudarlo en el futuro combate si llegaban a eso - Un segundo - Primero lo primero, sin dar un paso dentro del escondite, viéndolo desde afuera, el castaño buscó por trampas de hilos al agacharse y levantarse intentando ver los reflejos de la luz. Una vez hecho esto dejaría su escudo en el piso y lo conectaría con su diestra gracias a la técnica "Puppetmaster", haría a este escudo arrastrarse en línea recta hasta la mujer herida por si el peso de este activaba algún mecanismo. Recién ahí, cuando estuviese claro que no hubieran trampas, o estas fuesen activadas por el escudo sin dañar a nadie, Itkovian avanzaría hasta la mujer, dejando a su oso guardando la puerta.

Le cortaría las cuerdas que ataban sus manos y piernas con su espada y luego le quitaría la venda de la boca, esperando que ella le avisase que era una trampa, pues no había nadie así que era muy probable que fuese una trampa.

Parece que no hay trampas en el interior, por lo que te adentras en la "guarida" y desatas a la rubita. En cuanto le quitas la mordaza, lo primero que escuchas es uno montón de blasfemias hacia el opresor. si intentas hacer que se calme, lo más seguro es que te pegue un bocado por su mal humor. Cuando por fin deje de gritar como una energumeda tal vez sus palabras te provoquen una sorpresa desagradable. Habíais tenido al cabecilla de los piratas a vuestro lado en todo momento. Esas palabras te llegan al momento en que tu osezno empieza a gruñir, junto con el resto de los animales. Parecen asustados. En la entrada hay varias figuras humanas. Una de ellas, conocida, aunque no lleva el uniforme marine con el que vestía antes, sino una camisa negra, pantalones rojos y una chaqueta tipica de los capitanes piratas, al igual que el sombrero sobre su cabeza. Os mira con superioridad. -¿Sorprendido?- Son Romano y otras tres figuras. ¿Qué harás?

Ninguna trampa, un desperdicio de potencial, pero las pocas veces que había entrado a lugares como aquel se había sorprendido ante la falta de trampas. Una vez le sacó la venda a la rubia dejó que esta insultase, ya que no dijo algo como "cuidado, es una trampa" Itkovian no consideró que fuera una trampa tal como esperaba, lo cual era raro, todo había sido demasiado fácil. Dejó que se quejase, después de todo tenía un poco de miedo de la rubia y bueno, era mejor que insultase allí que en público. Recién cuando terminó de proferir tales insultos y reveló la identidad del jefe de los piratas el castaño se mostró serio. Y las piezas de rompecabezas se unieron, eso explicaba la falta de tiempo para el ataque en lo que Itkovian iba hacia el hogar del jefe de policía secuestrado.

Los animales se mostraron asustados por la presencia de las nuevas 4 figuras, su anterior aliado junto a 3 piratas más. Ante esta presencia Magnum se escondió detrás de una caja - Oh por dios, eres el peor estereotipo de malvado - no se había aprovechado de la posibilidad de atacar a Itkovian por detrás, no había puesto trampas en la base, si había llegado tan lejos como para secuestrar a un jefe de policía debió ser por que lo había agarrado en el baño. Y en esa situación no había atacado a Itkovian de una sino que prefirió hablar, deleitándose en su superioridad envés de hacer algo productivo. El castaño se colocaría delante de la rubia colocando su escudo delante por si alguno de los piratas deseaba atacar. Elisa estaba libre de las ataduras así que podría esconderse detrás de cajas o animales y ayudar en el momento correcto - Les daré una oportunidad de rendirse. Levanten las manos y pónganse contra la pared - en aquella situación Itkovian parecía calmado, como si confiase en si mismo, con una sonrisa ladina en su rostro.

-O, por favor... Si tan decepcionado estás es que no entiendes nada.- Dijo con un tono divertido, mientras te miraba. -¿Quién te dice que yo soy la mente maestra?- Dice mientras ves como Elisa se prepara para disparar y... De repente notas un intenso dolor en la zona del lumbar. -¿Acaso creías que una banda de piratas dejarían en tan buen estado a su recientemente capturada rehén?-

Si te giras, verás como la chica se aparta el cabello con una sonrisa divertida en el rostro, justo antes de pegarte una patada en la zona de la herida, para tirarte al suelo. Al parecer lo tenían todo planeado... Incluso más... Parece que Elisa es la verdadera capitán, o eso te da a entender el hecho de que Romano se arrodille ante ella agarrándole la mano y besándola como todo un caballero antes de que esta le quite el sombrero de capitana para sentarse. Luego habla. -Tranquilo, nos puedes ser útil vivo, así que no te mataremos.- Dice con tono burlón la chica, cruzando las piernas mientras observa como sus subordinados agarran a tu oso y se disponen a hacer lo mismo contigo, para atarte, tratarte y posiblemente quitarte la ropa.