Liv L Astrid
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Me encontraba en el barco en el que regresaría a mi casa tras la misión en la isla de los vikingos, aún viajaba con el agente del CP9 a quien ya le había contado la mayoría de los detalles de la misión, así como el cómo había conseguido el apoyo de los líderes que en la isla había. Y de todo esto lo que menos le había gustado al hombre había sido que me hubiesen jurado lealtad a mí y no al gobierno. Por otra parte, haber llegado a eso le había parecido todo un logro.
-La misión que has realizado, es sin duda algo elogiable. Por ello, hablaré con mis superiores para contarles tus progresos para el bien del mundo. – me dijo el agente tras mi relato.
-Sí, señor. Ahora me retiraré por el momento.
-De acuerdo, en su camarote le han dejado un traje para volver al trabajo, mejor que esas ropas que lleva ahora. – dijo haciendo referencia a la armadura vikinga con la que me habían encontrado.
Aquellas palabras no me gustaron, pero no iba a responder a un superior, menos aún, cuando era posible que me diesen unas largas vacaciones, en las que conseguir avanzar en mis estudios sobre el cuerpo humano. La armadura que había conseguido en la isla a mí no me parecían malas, pero para el Gobierno el guardar la compostura y la elegancia lo era todo, quizás por eso tuviesen tantos enemigos con los que sus agentes tenían que lidiar.
-¿De verdad crees que te dejarán descansar? – me dijo Trece mientras íbamos al camarote.
-Quizás unos días, pero no demasiado tiempo.
-Sí, con suerte, pero creo que no tendremos esa suerte.
-¿Tendremos? Tu no haces nada más que incordiarme constantemente, el resto del trabajo lo hago yo. – le respondí algo indignada.
En un par de minutos llegamos al camarote designado, en él, tal y como había dicho el agente había sobre la cama un traje negro y camisa blanca. Poco a poco me fui quitando la armadura vikinga para darme un pequeño baño y quitarme el sudor que tenía encima de la última guerra, así como la tierra que se había metido entre el pelo. Tras una hora entre esto último me puse el traje y salí de nuevo a la cubierta. Allí encontré de nuevo al agente, quien al verme no dudo en acercarse a mí.
-Nuevas órdenes para ti – me dijo cuando estuvo a mi lado.
-¿Más? No han considerado en dejarme unos días para descansar, apenas terminó la guerra de Síderos me mandaron acabar con unos vikingos que no querían unirse al Gobierno, y más allá de esto conseguí convencerles en un transcurso de dos años. Y sin poder celebrar ni un par de días aquella victoria, me encargan una nueva misión. ¿Acaso no hay más agentes?.
-No seas impertinente, Liv, es una misión de suma importancia que nos puede ayudar a tomar más ventaja sobre la revolución. – me regañó por mi tono – la misión es de suma importancia y se enviará a unos pocos agentes, los cuales con esto demostrarán fidelidad al Gobierno. Podría suponerte un buen ascenso de salir bien.
-Sé que no voy a poder negarme, dime qué he de hacer y dónde. – le respondí con un tono cansino que hizo que no me mirase muy bien.
-Te infiltrarás en el Revolución con la intención de sabotear una especie de evento con el que la revolución aumentará considerablemente su poder. Tu intención será obtener uno de esos puestos para evitar que otros miembros de la revolución los obtengan. Antes de ir me dirás un nombre en clave para saber tu identidad secreta dentro de la Revolución y con qué irás, el traje llama demasiado la atención.
-Me lo podías haber dicho un pelín antes, antes de que me fuese a cambiar. Volveré a cambiarme. Como nombre Hvit Livet.
-Bien, recuerda no mostrar las técnicas del Rokushiki eso te delatará y no habrá nadie para ayudarte a escapar de allí.
-Sí, señor.
Cuando terminó la conversación volví al camarote para nuevamente cambiarme, esta vez estuve un poco menos de tiempo, aun así, me llevó cerca de cuarenta minutos el volver a ponerme la armadura de forma correcta y para que quedase tan bien como al principio. También volví a cargarme con las armas que llevaba, ambas espadas y el hacha, no necesitaba más, siempre me quedaba el poder de la akuma para evitar tener que usar alguno de los kempos y mantenerme bastante bien en el combate. Lo único que no me había dicho era si estaba permitido el matar a los oponentes, aunque supuse que no, dado que llamaría la atención si no me expulsaban al hacerlo.
-Te lo dije, no ibas a tener ni un solo día.
-Cállate, en cuanto termine esta misión si me cogeré unas buenas vacaciones para mis cosas. Haré como que he desaparecido y tras un tiempo volveré como si no me hubiese pasado nada.
-Bueno, míralo de esta forma, si realizas la misión con éxito te ascenderán y eso supondrá que te dejarán más tiempo para ti y además sin que te digan nada por ello.
-Sí, eso ayudaría sin duda alguna.
Antes de salir del camarote nuevamente cambiada, noté que el barco se había detenido, por mi viaje anterior sabía que aún no había un puerto cerca por lo que nos habíamos parado en alta mar. El que no hubiese disparos con las armas profanas me indicó que no nos atacaban. Salí del camarote y subí a cubierta. Al lado de nuestra embarcación, había otra, la cual parecía aliada. El agente del CP9 me dijo que debía de subir a esa embarcación pues me llevaría al nuevo destino donde debía de cumplir la misión de infiltración y sabotaje.
Sin poner ninguna pega a lo que dijo por si me volvía a echar la bronca subí al barco y dejé que su capitán lo llevase al destino que me habían nombrado. En el viaje hacia la isla me puse a pensar en distintas formas de actuar o algún plan para poder escapar en caso de que me descubriesen, aunque dudaba que me pillasen.
-La misión que has realizado, es sin duda algo elogiable. Por ello, hablaré con mis superiores para contarles tus progresos para el bien del mundo. – me dijo el agente tras mi relato.
-Sí, señor. Ahora me retiraré por el momento.
-De acuerdo, en su camarote le han dejado un traje para volver al trabajo, mejor que esas ropas que lleva ahora. – dijo haciendo referencia a la armadura vikinga con la que me habían encontrado.
Aquellas palabras no me gustaron, pero no iba a responder a un superior, menos aún, cuando era posible que me diesen unas largas vacaciones, en las que conseguir avanzar en mis estudios sobre el cuerpo humano. La armadura que había conseguido en la isla a mí no me parecían malas, pero para el Gobierno el guardar la compostura y la elegancia lo era todo, quizás por eso tuviesen tantos enemigos con los que sus agentes tenían que lidiar.
-¿De verdad crees que te dejarán descansar? – me dijo Trece mientras íbamos al camarote.
-Quizás unos días, pero no demasiado tiempo.
-Sí, con suerte, pero creo que no tendremos esa suerte.
-¿Tendremos? Tu no haces nada más que incordiarme constantemente, el resto del trabajo lo hago yo. – le respondí algo indignada.
En un par de minutos llegamos al camarote designado, en él, tal y como había dicho el agente había sobre la cama un traje negro y camisa blanca. Poco a poco me fui quitando la armadura vikinga para darme un pequeño baño y quitarme el sudor que tenía encima de la última guerra, así como la tierra que se había metido entre el pelo. Tras una hora entre esto último me puse el traje y salí de nuevo a la cubierta. Allí encontré de nuevo al agente, quien al verme no dudo en acercarse a mí.
-Nuevas órdenes para ti – me dijo cuando estuvo a mi lado.
-¿Más? No han considerado en dejarme unos días para descansar, apenas terminó la guerra de Síderos me mandaron acabar con unos vikingos que no querían unirse al Gobierno, y más allá de esto conseguí convencerles en un transcurso de dos años. Y sin poder celebrar ni un par de días aquella victoria, me encargan una nueva misión. ¿Acaso no hay más agentes?.
-No seas impertinente, Liv, es una misión de suma importancia que nos puede ayudar a tomar más ventaja sobre la revolución. – me regañó por mi tono – la misión es de suma importancia y se enviará a unos pocos agentes, los cuales con esto demostrarán fidelidad al Gobierno. Podría suponerte un buen ascenso de salir bien.
-Sé que no voy a poder negarme, dime qué he de hacer y dónde. – le respondí con un tono cansino que hizo que no me mirase muy bien.
-Te infiltrarás en el Revolución con la intención de sabotear una especie de evento con el que la revolución aumentará considerablemente su poder. Tu intención será obtener uno de esos puestos para evitar que otros miembros de la revolución los obtengan. Antes de ir me dirás un nombre en clave para saber tu identidad secreta dentro de la Revolución y con qué irás, el traje llama demasiado la atención.
-Me lo podías haber dicho un pelín antes, antes de que me fuese a cambiar. Volveré a cambiarme. Como nombre Hvit Livet.
-Bien, recuerda no mostrar las técnicas del Rokushiki eso te delatará y no habrá nadie para ayudarte a escapar de allí.
-Sí, señor.
Cuando terminó la conversación volví al camarote para nuevamente cambiarme, esta vez estuve un poco menos de tiempo, aun así, me llevó cerca de cuarenta minutos el volver a ponerme la armadura de forma correcta y para que quedase tan bien como al principio. También volví a cargarme con las armas que llevaba, ambas espadas y el hacha, no necesitaba más, siempre me quedaba el poder de la akuma para evitar tener que usar alguno de los kempos y mantenerme bastante bien en el combate. Lo único que no me había dicho era si estaba permitido el matar a los oponentes, aunque supuse que no, dado que llamaría la atención si no me expulsaban al hacerlo.
-Te lo dije, no ibas a tener ni un solo día.
-Cállate, en cuanto termine esta misión si me cogeré unas buenas vacaciones para mis cosas. Haré como que he desaparecido y tras un tiempo volveré como si no me hubiese pasado nada.
-Bueno, míralo de esta forma, si realizas la misión con éxito te ascenderán y eso supondrá que te dejarán más tiempo para ti y además sin que te digan nada por ello.
-Sí, eso ayudaría sin duda alguna.
Antes de salir del camarote nuevamente cambiada, noté que el barco se había detenido, por mi viaje anterior sabía que aún no había un puerto cerca por lo que nos habíamos parado en alta mar. El que no hubiese disparos con las armas profanas me indicó que no nos atacaban. Salí del camarote y subí a cubierta. Al lado de nuestra embarcación, había otra, la cual parecía aliada. El agente del CP9 me dijo que debía de subir a esa embarcación pues me llevaría al nuevo destino donde debía de cumplir la misión de infiltración y sabotaje.
Sin poner ninguna pega a lo que dijo por si me volvía a echar la bronca subí al barco y dejé que su capitán lo llevase al destino que me habían nombrado. En el viaje hacia la isla me puse a pensar en distintas formas de actuar o algún plan para poder escapar en caso de que me descubriesen, aunque dudaba que me pillasen.
- muestra de la armadura:
- sería esta armadura pero en femenino
Has conseguido infiltrarte satisfactoriamente. Enhorabuena.
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