«Vale, me he perdido», admití por fin. Me había detenido frente a uno de los muchos barcos que se encontraban en construcción. Me entretuve durante unos instantes observando cómo los carpinteros trabajaban en él, fijando un listón a otro de forma ordenada y siguiendo una secuencia incomprensible para mí.
De forma casi inconsciente, llevé la mano a uno de los bolsillos de mi pantalón y tanteé la carta que me había llevado hasta allí. No pude evitar sacarla para leerla de nuevo. ¿Cuántas veces había leído ya aquel mensaje mecanografiado? A saber, había perdido la cuenta hacía mucho, pero no podía evitarlo.
Guardé la carta de nuevo en el bolsillo. El capitán Kensington se había extrañado tanto como yo al leerla, pero tanto el sello puesto sobre el nombre de la capitana como el resto de elementos identificativos estaban en orden. Era cierto que mis últimos meses habían estado cargados de movimiento, muchísimo más del que yo jamás hubiera deseado. Tanto la captura del escurridizo "Woodleg" en Sakura como la operación llevada a cabo junto a la capitana Amane Misa habían generado bastante curiosidad. No obstante, jamás habría imaginado que dicha expectación fuese capaz de conducir a una citación por parte de aquella mujer.
No pude evitar estremecerme al pensar en su rango. Si sus capacidades se acercaban siquiera a las del capitán Kensington, estaba en juego un surtido de capones y golpes de todo tipo a las mínimas de cambio. Tragué saliva, dando un vistazo a mi alrededor en un vano intento por saber hacia dónde debía dirigirme. «Como si fueses a encontrar un letrerito que te llevase hasta ella, imbécil», me reproché.
Mientras tanto, en algún punto de Water Seven unos nudillos llamaban a una puerta de caoba escrupulosamente tallada. Ésta se abría para dar acceso a una estancia donde el lujo y el buen gusto competían por prevalecer sobre el otro. Una cuidada moqueta de color rojo servía de aposento para un escritorio, un par de estanterías y cuatro sillas fabricadas en madera de la misma calidad que la de la puerta.
-Señor Mascarponne, me informan de que los invitados que faltaban por llegar se encuentran en la isla.
Las palabras salían de la boca de un tipo alto y espigado. Pese a su delgadez, la estrechez del esmoquin de color verde chillón en el que se encontraba embutido hacía que se le viese más ancho de lo que era. Su estrafalario aspecto llamaba aún más la atención por una cresta mohicana a juego con el esmoquin, un rostro cubierto casi en su totalidad por piercings de todas las formas y tamaños y unas anchas gafas de sol.
-Estupendo. Muchas gracias, Maxime. Ponlo todo en marcha, quiero acabar esto cuanto antes. Tengo grandes planes en mente y acabaré con las piedras del camino antes de empezar a recorrerlo.
De forma casi inconsciente, llevé la mano a uno de los bolsillos de mi pantalón y tanteé la carta que me había llevado hasta allí. No pude evitar sacarla para leerla de nuevo. ¿Cuántas veces había leído ya aquel mensaje mecanografiado? A saber, había perdido la cuenta hacía mucho, pero no podía evitarlo.
- Carta:
- Estimado Cornelius D. Iulio,
este mensaje es remitido a requisito de la capitana Lenda Fuchia, oficial al mando del destacamento de Water Seven y a cargo de la Unidad Integradora de Informacion de la Marina (UIIM). El motivo de esta misiva no es otro que instarle a que acuda a la mayor brevedad posible al enclave anteriormente citado, dado que su presencia es necesaria a la vista de los últimos sucesos en los que se ha visto involucrado. Se detallará minuciosamente la naturaleza de esta solicitud cuando tenga lugar el encuentro.Atte.
Lenda Fuchia
Guardé la carta de nuevo en el bolsillo. El capitán Kensington se había extrañado tanto como yo al leerla, pero tanto el sello puesto sobre el nombre de la capitana como el resto de elementos identificativos estaban en orden. Era cierto que mis últimos meses habían estado cargados de movimiento, muchísimo más del que yo jamás hubiera deseado. Tanto la captura del escurridizo "Woodleg" en Sakura como la operación llevada a cabo junto a la capitana Amane Misa habían generado bastante curiosidad. No obstante, jamás habría imaginado que dicha expectación fuese capaz de conducir a una citación por parte de aquella mujer.
No pude evitar estremecerme al pensar en su rango. Si sus capacidades se acercaban siquiera a las del capitán Kensington, estaba en juego un surtido de capones y golpes de todo tipo a las mínimas de cambio. Tragué saliva, dando un vistazo a mi alrededor en un vano intento por saber hacia dónde debía dirigirme. «Como si fueses a encontrar un letrerito que te llevase hasta ella, imbécil», me reproché.
* * *
Mientras tanto, en algún punto de Water Seven unos nudillos llamaban a una puerta de caoba escrupulosamente tallada. Ésta se abría para dar acceso a una estancia donde el lujo y el buen gusto competían por prevalecer sobre el otro. Una cuidada moqueta de color rojo servía de aposento para un escritorio, un par de estanterías y cuatro sillas fabricadas en madera de la misma calidad que la de la puerta.
-Señor Mascarponne, me informan de que los invitados que faltaban por llegar se encuentran en la isla.
Las palabras salían de la boca de un tipo alto y espigado. Pese a su delgadez, la estrechez del esmoquin de color verde chillón en el que se encontraba embutido hacía que se le viese más ancho de lo que era. Su estrafalario aspecto llamaba aún más la atención por una cresta mohicana a juego con el esmoquin, un rostro cubierto casi en su totalidad por piercings de todas las formas y tamaños y unas anchas gafas de sol.
-Estupendo. Muchas gracias, Maxime. Ponlo todo en marcha, quiero acabar esto cuanto antes. Tengo grandes planes en mente y acabaré con las piedras del camino antes de empezar a recorrerlo.
- Para todos:
- Cada uno ha recibido un mensaje similar, siendo citados en Water Seven por esa mujer y con el mismo pretexto. Ya cada cual que haga sus conjeturas en torno a qué puede haber llamado la atención de la capitana Fuchia.
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