Vilya sûlceleb
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Akuma no mi
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Acabas de llegar esta isla, no mentían cuando decían que era un suicidio intentar llegar a la misma sin ir al puerto. Por suerte la pequeña embarcación a salido lanzada cuando ese rey marino ha emergido arrastrándote hasta la rocosa orilla, aunque te has quedado sin medio de transporte. Mírale el lado bueno, sigues vivo, aunque eso puede cambiar rápido, a tu alrededor pequeños hilos de lo que parece lava caen al mar formando una buena cantidad de vapor. Si decides explorar un poco en lugar de quedarte a ver los restos maltrechos de la embarcación, veras que estás en una zona volcánica. La zona frente a ti es una especie de “llanura” de roca negra de la que emanan vapores amarillentos por doquier. Toda la llanura esta llena de elevaciones que podrían asemejarse a colinas, además, no ves rastro de vida vegetal o animal…….
Entre las colinas de roca magmática solidificada ves multitud de pequeñas lagunas de lava fundida. En una que esta a la derecha notas algo curioso, parece que hay un animal dentro, aunque tiene pinta de estar vivo y moviéndose. ¿A qué clase de sitio has ido a parar?
Entre las colinas de roca magmática solidificada ves multitud de pequeñas lagunas de lava fundida. En una que esta a la derecha notas algo curioso, parece que hay un animal dentro, aunque tiene pinta de estar vivo y moviéndose. ¿A qué clase de sitio has ido a parar?
Ragnar Asborn
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Akuma no mi
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El monótono sonido del agua chocando contra la madera de mi pequeño barquito me fue despertando suavemente, casi tanto como si me encontrara acostado en un colchón, siendo acariciado por la brisa matutina que entra por la ventana de la habitación. Fui separando los parpados lentamente, durante unos instantes me olvidé por completo de que me encontraba en el mar, sentí una especie de leve viaje a mi infancia, aunque a los pocos segundos esta sensación se disipó sin dejar rastro alguno. Cuando mis ojos se encontraron totalmente abiertos me quedé en shock durante un breve lapso de tiempo, una espesa niebla envolvía por completo mi posición. ¿Cuánto tiempo llevaba durmiendo? Había luz en el ambiente, por lo que era de día, pero a pesar de estar tumbado boca arriba no era capaz de distinguir aquel brillante puntito llamado “sol”. Alcé mi espalda, quedándome así sentado con las piernas estiradas sobre la madera, seguidamente giré mi cabeza tanto a mano derecha como a izquierda, intentando identificar alguna especie de objeto que me indicara donde me encontraba, pero de nuevo, la niebla me impedía ver nada. Con un movimiento brusco impulsado por mis instintos me puse totalmente de pie, en ese mismo instante todo el barco se tambaleó “Si que tengo fuerza” me dije a mi mismo normalizando aquella reacción, pero antes de poder hacer o pensar nada más una sacudida más fuerte que la anterior recorrió todo el vehículo. Ante aquello, no se me ocurrió otra acción que fijarme en el único punto el cual no tapaba la neblina: el agua. Rodeando la silueta del bote, había una gran sombra de un tono mucho más oscuro que el resto de la líquida superficie la cual cada vez se tornaba más visible, como si algo estuviera ascendiendo desde las profundidades… definitivamente aquello no podía ser bueno.
De golpe sentí en mis pies como algo hizo contacto con el suelo sobre el que me encontraba erguido, emitiendo una efímera vibración por todo el lugar. Tras aquello, la velocidad a la que me desplazaba fue aumentando progresivamente hasta llegar a su punto álgido, en el que comencé a observar como cada vez me encontraba más por encima del nivel del mar, enseguida me agarré al borde delantero del navío y como pude intenté asomarme para ver lo que se encontraba debajo de este. – ¡Joder! - Exclamé con una expresión facial de sorpresa bastante exagerada. - ¡¿Y tú quién coño eres!? - Lo extraño es que realmente esperaba una respuesta, había oído hablar de enormes monstruos habitando el mar, pero aquel era el primero que me encontraba… y estaba encima de su cabeza. No lograba verle los ojos, aunque tenía unos grandes colmillos blancos acompañados de una siniestra sonrisa de satisfacción, estaba totalmente envuelto por escamas y el color de su piel era extremadamente parecida a la de una cebra, la única diferencia era que en vez de rayas, tenía manchas negras. Lo primero y único que se me ocurrió fue intentar clavarle una de mis tres espadas en su largo y ancho morro y eso fue justamente lo que hice, saqué a mi katana blanca de su funda con la mano izquierda, sujetándome todavía con la otra, y con un movimiento descendente entre tambaleos constantes intenté apuñalarle en el espacio que supuse era el entrecejo, dejando la espada a su suerte donde fuera que se hubiera quedado, volviéndome a agarrar con ambas manos al barco. No creo que esta se clavara del todo, ni siquiera que se mantuviera en su carne, pero mi plan “surtió efecto”, pues el enorme pez se detuvo de golpe lanzándome así involuntariamente a una gran velocidad. Yo esperaba caer contra el mar y seguir mi travesía tranquilo pero al parecer habíamos avanzado bastante durante esos pocos segundos y aterricé en una superficie de muy dura roca, por buena o mala suerte el barco se llevó la peor parte.
Después de permanecer unos segundos descansando en el suelo, me levanté notando como cada hueso de mi cuerpo crujía, no sentía dolor en ningún lugar específico, simplemente en todos al mismo tiempo… eso era bueno, creo. Aún había niebla, pero no tanto como en alto mar, los objetos se podían identificar sin ningún problema o por lo menos los pocos que había, todo era montañitas de roca negra desértica y lava, por el suelo habían varias grietas esparcidas las cuales no paraban de sacar un amarillento gas con un olor increíblemente fétido, muy parecido al del azufre. “¿Qué clase de bosque es este?” Me dije a mi mismo mientras me iba alejando de la embarcación a paso lento, lo mejor que podía hacer era dejar la costa de lado y seguir recto esperando que aquellos vapores no fueran mortales… aunque por si acaso utilicé mi bandana como máscara, atándola alrededor de mi rostro y tapando así mi boca y nariz. A los pocos pasos pude observar algo moviéndose en uno de los pequeños montículos, dentro de un charco con lava y por su forma de moverse era algo con vida, como guardabosques que soy sentí una curiosidad inmensurable, se escapaba a mi imaginación que clase de criatura podía vivir en semejantes condiciones, por lo que no pude resistirme a acercarme hacía allí para ver de qué se trataba.
De golpe sentí en mis pies como algo hizo contacto con el suelo sobre el que me encontraba erguido, emitiendo una efímera vibración por todo el lugar. Tras aquello, la velocidad a la que me desplazaba fue aumentando progresivamente hasta llegar a su punto álgido, en el que comencé a observar como cada vez me encontraba más por encima del nivel del mar, enseguida me agarré al borde delantero del navío y como pude intenté asomarme para ver lo que se encontraba debajo de este. – ¡Joder! - Exclamé con una expresión facial de sorpresa bastante exagerada. - ¡¿Y tú quién coño eres!? - Lo extraño es que realmente esperaba una respuesta, había oído hablar de enormes monstruos habitando el mar, pero aquel era el primero que me encontraba… y estaba encima de su cabeza. No lograba verle los ojos, aunque tenía unos grandes colmillos blancos acompañados de una siniestra sonrisa de satisfacción, estaba totalmente envuelto por escamas y el color de su piel era extremadamente parecida a la de una cebra, la única diferencia era que en vez de rayas, tenía manchas negras. Lo primero y único que se me ocurrió fue intentar clavarle una de mis tres espadas en su largo y ancho morro y eso fue justamente lo que hice, saqué a mi katana blanca de su funda con la mano izquierda, sujetándome todavía con la otra, y con un movimiento descendente entre tambaleos constantes intenté apuñalarle en el espacio que supuse era el entrecejo, dejando la espada a su suerte donde fuera que se hubiera quedado, volviéndome a agarrar con ambas manos al barco. No creo que esta se clavara del todo, ni siquiera que se mantuviera en su carne, pero mi plan “surtió efecto”, pues el enorme pez se detuvo de golpe lanzándome así involuntariamente a una gran velocidad. Yo esperaba caer contra el mar y seguir mi travesía tranquilo pero al parecer habíamos avanzado bastante durante esos pocos segundos y aterricé en una superficie de muy dura roca, por buena o mala suerte el barco se llevó la peor parte.
Después de permanecer unos segundos descansando en el suelo, me levanté notando como cada hueso de mi cuerpo crujía, no sentía dolor en ningún lugar específico, simplemente en todos al mismo tiempo… eso era bueno, creo. Aún había niebla, pero no tanto como en alto mar, los objetos se podían identificar sin ningún problema o por lo menos los pocos que había, todo era montañitas de roca negra desértica y lava, por el suelo habían varias grietas esparcidas las cuales no paraban de sacar un amarillento gas con un olor increíblemente fétido, muy parecido al del azufre. “¿Qué clase de bosque es este?” Me dije a mi mismo mientras me iba alejando de la embarcación a paso lento, lo mejor que podía hacer era dejar la costa de lado y seguir recto esperando que aquellos vapores no fueran mortales… aunque por si acaso utilicé mi bandana como máscara, atándola alrededor de mi rostro y tapando así mi boca y nariz. A los pocos pasos pude observar algo moviéndose en uno de los pequeños montículos, dentro de un charco con lava y por su forma de moverse era algo con vida, como guardabosques que soy sentí una curiosidad inmensurable, se escapaba a mi imaginación que clase de criatura podía vivir en semejantes condiciones, por lo que no pude resistirme a acercarme hacía allí para ver de qué se trataba.
- PD:
- He perdido una espada, por lo que me quedo con 2.
Vilya sûlceleb
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Todo el paisaje parece sacado de una erupción, aunque por su estado de solidez no sabrías decir si de hacía muchísimos años o del mes pasado. Sin embargo, no puedes decir lo mismo de las zonas que rodean los lagos de lava, estas arecen mucho más blandas, aunque no parecen que vayan a romperse fácilmente, será mejor no probar, ¿quién sabe que puedes encontrar debajo? El olor a huevos pochos se intensifica al acercarte a la poza, pero la badana evita que respires los gases directamente, por lo que de momento deberías estar bien gracias a ella.
La criatura de la lava parece no haberse dado cuenta aún de tu presencia, lo que te da la oportunidad de verla bien. Parece un gran saco de lava solidificada con una cabeza con papo. Lo más parecido que recuerdas es un sapo, aunque a la que esta sumergida no le ves las patas traseras. Mientras la observas algo pasa, el sapo de lava se gira y comienza a nadar por la corriente, aunque no es lento, otra criatura le salta encima desde el otro lado. Esta tiene pinta de lagartija gigante, con la piel escamosa y una especie de placa ósea sobre el cráneo.
Parece que vas a tener que tener cuidado con estas criaturas, aunque quizás sea lo que necesitas en estos momentos, no parece que vaya a haber nada más comestible por los alrededores, aunque lo mismo estos bichos tampoco lo son. ¿Te quedaras a ver el festín, trataras de huir de la zona o seguirás explorando?
La criatura de la lava parece no haberse dado cuenta aún de tu presencia, lo que te da la oportunidad de verla bien. Parece un gran saco de lava solidificada con una cabeza con papo. Lo más parecido que recuerdas es un sapo, aunque a la que esta sumergida no le ves las patas traseras. Mientras la observas algo pasa, el sapo de lava se gira y comienza a nadar por la corriente, aunque no es lento, otra criatura le salta encima desde el otro lado. Esta tiene pinta de lagartija gigante, con la piel escamosa y una especie de placa ósea sobre el cráneo.
Parece que vas a tener que tener cuidado con estas criaturas, aunque quizás sea lo que necesitas en estos momentos, no parece que vaya a haber nada más comestible por los alrededores, aunque lo mismo estos bichos tampoco lo son. ¿Te quedaras a ver el festín, trataras de huir de la zona o seguirás explorando?
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Ragnar Asborn
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Conforme avanzaba hacía aquella mediana formación de lava podía notar como la piedra bajo mis pies era cada vez más menos dura, al parecer aquellos lagos aún se encontraban activos, ya fuera por debajo en forma de “aguas” subterráneas o por arriba como geiseres, estos últimos explicarían el devastado paisaje aparentemente tan “reciente” y la primera teoría justificaría los constantes gases... aun así era mejor no decantarse por una de las dos, pero tampoco dejar ninguna de lado. Mi primera reacción ante aquella extraña sensación al pisar fue agacharme ligeramente y tocar durante un segundo con mi dedo índice el suelo, enseguida lo retiré de forma brusca y comencé a mover mi mano desde la muñeca de un lado hacía otro, intentando abanicar el dedo con la misma extremidad. Aquello estaba más caliente de lo que pensaba, tal vez solo fuera por estar cerca de la laguna pero era mejor no arriesgarse e intentar estar el menor tiempo posible quieto en el mismo sitio mientras permaneciera a aquella distancia de la lava.
Volví a erguirme y a dirigir la mirada hacía la extraña forma de vida que me había hecho avanzar hasta allí… yo no me encontraba en los límites del líquido pero tampoco demasiado lejos de estos, por lo que pude ver los rasgos básicos de la criatura. Era un ani…piedra fea y gorda con patas y lava en lo que parecía ser su barriga, estaba nadando en aquel material como si nada. Cuando creía que ya nada podía sorprenderme, una especie de lagartija saltó encima de aquel extraño ser con intenciones no muy amistosas, esta tenía un aspecto más “común” de no ser por su exagerado tamaño, su aparente piel ignifuga y aquella especie de armadura que tenía en la cabeza. Todo era cada vez más extraño y dantesco, aquello era todo lo contrario a mi isla natal y ya me estaba comenzando a cansar de los climas extremos. Fuera como fuera no tenía ninguna forma de salir de allí y no parecía que fuera a encontrar una viable a no ser que caminase muuuuucho…
De golpe un sonido proveniente de mi propio cuerpo hizo que apartara la mirada de aquella escena tan romántica. Mi estómago estaba rugiendo, lo cierto es que llevaba un día sin comer nada y el encuentro con aquel rey marino había hecho que mi hambre aumentara de forma considerable. Me llevé la mano a la barriga y volví a dirigir la mirada hacía aquel reptil, lo cierto es que tenía piel y eso en el 99% de los casos significaba que debajo había carne, además… seguro que con aquel calor ya estaba casi cocinada y sino sería por piedras ardiendo en las que poder hacerla. Visualizando ya un buen filete de lagarto en mi boca no pude evitar babear ligeramente, comencé a buscar una piedra que lanzarle al engendro para no tener que acercarme mucho a allí y así tener tiempo de ver como se desarrollaba en tierra firme. A los pocos segundos encontré una y la arrojé en su dirección, no estaba seguro de si iba a darle con mi mala puntería, pero seguro que llamaba su atención.
Volví a erguirme y a dirigir la mirada hacía la extraña forma de vida que me había hecho avanzar hasta allí… yo no me encontraba en los límites del líquido pero tampoco demasiado lejos de estos, por lo que pude ver los rasgos básicos de la criatura. Era un ani…piedra fea y gorda con patas y lava en lo que parecía ser su barriga, estaba nadando en aquel material como si nada. Cuando creía que ya nada podía sorprenderme, una especie de lagartija saltó encima de aquel extraño ser con intenciones no muy amistosas, esta tenía un aspecto más “común” de no ser por su exagerado tamaño, su aparente piel ignifuga y aquella especie de armadura que tenía en la cabeza. Todo era cada vez más extraño y dantesco, aquello era todo lo contrario a mi isla natal y ya me estaba comenzando a cansar de los climas extremos. Fuera como fuera no tenía ninguna forma de salir de allí y no parecía que fuera a encontrar una viable a no ser que caminase muuuuucho…
De golpe un sonido proveniente de mi propio cuerpo hizo que apartara la mirada de aquella escena tan romántica. Mi estómago estaba rugiendo, lo cierto es que llevaba un día sin comer nada y el encuentro con aquel rey marino había hecho que mi hambre aumentara de forma considerable. Me llevé la mano a la barriga y volví a dirigir la mirada hacía aquel reptil, lo cierto es que tenía piel y eso en el 99% de los casos significaba que debajo había carne, además… seguro que con aquel calor ya estaba casi cocinada y sino sería por piedras ardiendo en las que poder hacerla. Visualizando ya un buen filete de lagarto en mi boca no pude evitar babear ligeramente, comencé a buscar una piedra que lanzarle al engendro para no tener que acercarme mucho a allí y así tener tiempo de ver como se desarrollaba en tierra firme. A los pocos segundos encontré una y la arrojé en su dirección, no estaba seguro de si iba a darle con mi mala puntería, pero seguro que llamaba su atención.
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