Copycats vs Rolling Stones

Alterno su mirada entre su segundo al mando y al hombre que acompañaba al tipo calvo, algo sorprendido de que hubieran tenido un encontronazo antes. Que pequeño era el mundo y que inmenso quería parecer a veces.

- O puede que sean literalmente tigres -le respondió, dejando en el aire la posibilidad de que fuesen usuarios zoan-. Aunque sea así, si ya te pudiste librar de él -si es que lo había hecho- una segunda vez no debería complicarte.

“O eso espero. Perder a Krauser fue un palo, pero perder a mi rubio sería una putada” pensó para sí mismo.

El que en aquella pelea muriese su segundo al mando y porqué no decirlo, uno de sus mejores colegas, lo dejaría destrozado. Con cierto miedo a convertirse en alguien como el ex almirante Krauser, que pese ser una persona que trataba bien a los suyos, se había convertido en un heraldo de la muerte y la venganza, y Osu no quería acabar así.

El calvorota le lanzó otra andanada de sus disparos de aire, a varias direcciones formando una pirámide en la que su punta acababan obviamente en el cuerpo del sargento.  Activando su Kikansha mōdo y que  Ed consiguiera bloquear uno de los impactos, le ayudo a escabullirse por el hueco derecho, ya libre de ataques. Dando una voltereta se alejó lo suficiente del ataque y se puso con una rodilla hincada en el suelo y apuntando con el brazo derecho al calvo.

El  escudo de color rojizo que aun tenia en el brazo, empezó a cambiar a un anaranjado, hasta brillar con luz propia, como si estuviera en llamas.

- Lore of Fire... - como de una escopeta de caza, el brazo disparó proyectiles de lava dispersos entre sí, haciendo de la zona de impacto un cono bastante amplio-.  Burning Shot!

Le diese o no, le volvería a mirar con una sonrisa desafiante para que supiera que enfrentarse a él seria un dolor de muelas.

“Así que Tigre Demoniaco...” -pensó sin perderle de vista-. “Voy a enseñarle cómo se las gasta un demonio de verdad”

Resumen y cosis:

Mientras el rubio descendía al suelo él hizo lo mismo, observándolo con atención. Había mejorado mucho desde su duelo en Water Seven, y tenía evidentemente mucha más fuerza física que Hachiro. Sin embargo el mero poder no era suficiente para ganar una batalla, y aún estaba por ver si con su entrenamiento había logrado alcanzar al rubio en habilidad. Por lo de pronto pese a su aumento de poder sus movimientos no parecían ser muy diferentes a lo que recordaba de su primera batalla. Había revivido mentalmente el encuentro miles de veces, repasando cada detalle y memorizando cuanto podía, preparándose para el reencuentro. Y ahora, al fin estaban frente a frente. "Será distinto. Esta vez vengo listo." Cada batalla desde entonces, cada práctica, todo había estado encaminado hacia una meta: superar a aquel hombre. El criminal al que dejó huir para tener la oportunidad de derrotarlo él mismo. El mismo criminal que había tenido la desfachatez de no ir en serio contra él y perdonarle la vida, subestimándolo. Con razón, pero dejando una mancha en su orgullo. Con un destello verde en los ojos, alzó el brazo derecho apuntando hacia él con Kameleon.

- Analyze.

La información comenzó a llegar; aquellos guanteletes, que en ese momento el rubio empleó para bloquear una de las ondas de Anders, no eran corrientes. "El rubio usa electricidad en sus guanteletes. Ten cuidado. Puede lanzar rayos con ellos" dijo a su compañero a través del vínculo telepático. No estaba muy a favor de que su gran reencuentro con el revolucionario fuese un combate doble, pero tampoco era tan necio como para no compartir información. Sin embargo, en la medida de lo posible procuraría que aquel combate fuese un uno contra uno sin interferencias externas. Que Anders se encargara del Golem, bastante tendría ya con eso. Edward era suyo. Kameleon pasó entonces de su forma de brazalete a replicar los guantes de su rival, recubriendo sus manos y adoptando la forma de estos. Al mismo tiempo, terminó de activar su Jōkyūsei, centrándose en lo que sabía de Ed y complementándolo con los movimientos que le había visto ahora.

- Vaya, ¿ahora te importa mi compañero? - esbozó una sonrisa - Voy a acabar sintiéndome celoso y todo.

"Un salto y luego... un golpe directo. No, varios" pensó mientras le veía flexionar sus rodillas y preparar sus brazos. Respiró hondo relajando su cuerpo y soltó sus extremidades, dejando colgar los brazos como muertos. Se quedó quieto esperando el primer golpe, y cuando el luchador cayó sobre él, Hachiro se echó hacia un lado con un rápido paso. Esquivó un segundo ataque inclinándose hacia un lado mostrando una flexibilidad sobrehumana, y en el mismo movimiento lanzó un manotazo directo a la parte desprotegida del antebrazo, intentando desviarle al tiempo que le aplicaba la descarga eléctrica del guantelete. El ataque del rubio continuó con un aumento gradual del ritmo, pero el peliblanco se las apañaba para seguirle. En lugar de bloquear sus golpes, se dedicaba a apartarse con ágiles movimientos o desviarlos con los guanteletes, haciendo saltar chispas entre ambos. Entre golpe y golpe lanzaba rápidos contraataques dirigidos a sus brazos y hombros, intentando entumecerle la zona y dificultar sus golpes. Ni siquiera procuraba golpear causando daño real, sabedor de que su fuerza física dejaba que desear. Se limitaba a dar rápidos toques retirando la mano casi al momento para volver a la defensiva.

- ¿Los años te afectan, Ogami? - preguntó, burlonamente - Esperaba mucho más de nuestro reencuentro.

Sin embargo era mero fanfarroneo. Poco a poco el ritmo del otro seguía subiendo, y pronto empezó a encontrar dificultades para mantener la estrategia. Aquel combate estaba siendo terriblemente intenso desde su mismo comienzo, y los dos jóvenes se movían el uno en torno a otro en medio de una feroz frenética danza, con sus brazos moviéndose tan rápido que una persona normal no hubiese visto más que borrones y chispazos. Finalmente, ocurrió. Un golpe le impactó en el pecho, causándole un intenso dolor al tiempo que notaba sus músculos pectorales tensarse. "Mierda..." Al ver a Edward alzar el brazo supo exactamente lo que iba a hacer, gracias a la información recibida a través de Kameleon sobre su arma. Si aquello le daba, iba a estar en serios problemas. Así que hizo lo único que podía: dejarse caer, o más bien impulsarse hacia atrás, haciendo el puente con una flexibilidad digna de un contorsionista. Hubo un destello y notó sus pelos erizarse cuando el rayo pasó sobre él. Sin perder el tiempo en contemplaciones, apoyándose sobre las manos alzó rápidamente ambas piernas generando dos ondas verdes contra el rubio, que estando cuerpo a cuerpo esperaba que le fuesen complicadas de esperar. Se dejó caer hacia atrás incorporándose de nuevo en una pose defensiva.

- Rankyaku.

Resumen:

La rápida intervención del rubio, que paró el Rankyaku más cercano a él con sus guanteletes, dio al "Golem" una ventana para evitar los otros dos. De repente pareció moverse notablemente más rápido, y se dirigió hacia la dirección del hueco que su compañero le había abierto. Parecía, por lo bien que se apoyaban, que ambos habían trabajado juntos en más de una ocasión, lo que suponía una desventaja para nosotros. Desventaja que, por otra parte, paliábamos gracias a nuestra comunicación mental.

En ese momento, Hachiro y el rubio se enfrascaronn en una veloz pelea cuerpo a cuerpo en la que el peliblanco parecía haber usado la extraña habilidad metamórfica de su arma para copiar los guanteletes del otro. Parecía que mi Mantra había infravalorado el poder del líder de mi división, que daba ahora la sensación de estar en igualdad de condiciones con algien que, a priori, parecía incluso más poderoso que yo. Sabía que como herramienta para evaluar el poder alguien el Haki de Observación no era siempre la forma más eficaz.

No pude detenerme mucho más tiempo a pensar en ello, pues mientras tanto el tipo musculoso hincó una rodilla en el suelo, y el escudo de su brazo comenzó a volverse de un tono anaranjado, y a brillar como si de fuego se tratase. Gracias al hecho de mantener los vínculos mentales con mis enemigos, mi Mind's Eye me avisó de las intenciones del "Golem" unos segundos antes. Entonces, en el momento en el que el pelinaranja gritó un par de curiosas palabras, giré mi cuerpo en el aire hasta situarme boca abajo y golpeé con fuerza el aire con ambas plantas de los pies. La velocidad del descenso apenas me dio tiempo a acomodar de nuevo mi posición para aterrizar con los pies por delante, pero finalmente lo conseguí en el momento justo. Había evitado aquellas rocas ardientes que, por su aspecto, daban la sensación de ser bastante peligrosas.

Definitivamente, el "Golem" no era alguien a quien tomar a la ligera. Así que, mientras comenzaba a caminar lentamente hacia su posición, mi cuerpo empezó a cambiar. Creció hasta alcanzar los dos metros y medio y fue progresivamente cubierto por un hermoso pelaje naranja con rayas negras. La forma de mi cabeza cambió por completo hasta semejar la de un feroz tigre, y mis manos invirtieron su posición, quedando con las palmas situadas hacia afuera al tiempo que se tornaban poderosas garras.

- No sabéis a lo que os estáis enfrentando, Revolucionarios. Vuestra peor pesadilla está a punto de comenzar.

Dicho esto, seis clones absolutamente idénticos a mí aparecieron a mi alrededor.

- Soru: Mienai Kyoi - susurré. De repente, las sietes figuras felinas se tornaron un borrón a ojos del mundo. Avanzaban hacia el "Golem", intercambiando posiciones continuamente para, junto a la velocidad, hacer prácticamente imposible distinguir la figura real de las que tan solo eran meras ilusiones. A la vez, las siete figuras cargaron su brazo izquierdo, extendiendo el dedo índice en dirección a su objetivo mientras se tornaba de un color negro brillante.

Una a una, fueron atacando al probablemente desconcertado revolucionario. Los seis clones, intangibles, pasarían a través de él sin hacerle el más mínimo daño. No obstante, eso aumentaría aún más las posibilidades de que el verdadero ataque pasase desapercibido. Yo, el verdadero Thawne, sería la quinta de las siete figuras en golpear. Pero claro, eso mi oponente no tenía forma de saberlo, lo que minimizaba las posibilidades de que evadiese o bloquease mi técnica.

Mi dedo iría dirigido a su abdomen, buscando atravesarlo como si de una bala se tratase. Pero no era un Shigan normal. Además de estar imbuido Haki e impregnado de mi veneno, el impacto descargaría en mi oponente una poderosa onda de choque, capaz incluso de hender el acero. Una vez me había dado cuenta de que no me estaba enfrentando a un enemigo corriente, no iba a dejar nada al azar. Debía darlo todo y no dejarle el más mínimo respiro.

El CP “melenudo” esquivó por los pelos la salva de magma. Leía los movimientos del sargento muy bien, demasiado bien. Le mosqueo que aquel agente estuviera teniendo la iniciativa de la pelea todo el rato.

Como había adivinado Osu, el calvo se metamorfoseó en una criatura de aspecto humanoide, con la similitud de un mink tigre, pero con las palmas de las manos a la inversa. En opinión del sargento, esas manos le daban un poco de grimilla.

- Lo sabia, sabia que uno de vosotros era un Zoan -cuchicheo-  Aunque no tengo ni puta idea de en qué coño te has convertido….

Para su sorpresa el tigre se multiplicó en el mismo número, irónicamente, que de vidas se creia que tenian los gatos. Estaba bastante claro, solo uno de ellos era de verdad. Pero cual? Preparó su haki, sabía que el golpe iba a ser fuerte y conociendo a los CP usará la técnica del dedo. Limpia, rápida y letal, pero ya se veían las intenciones después de tantas peleas que había tenido contra ellos. Aquella técnica era verdaderamente letal por uno de los dos lados de la víctima, el delantero. Siempre iban a hacia el estómago, pulmones, riñones… cualquier cosa para que no se sufriera poco. Concentro todo su haki armadura en la parte delantera. Si no acertaba, le iba a salir mal la jugada y podría ser su final.

El primer tigre le atravesó como el viento, el segundo tambien y asi… hasta el quinto. El verdadero, intentando atravesarle el abdomen con aquel dedo mortal. A medida que notaba el dolor de aquel dedo buscando quebrar su haki y atravesarlo como un pincho moruno, el sargento hizo fuerza apretando los dientes, como si estuviese intentando llevar Marineford entera a hombros. Finalmente una onda de choque lo golpeó y lo mandó volando por los aires, cayendo al suelo como un muñeco de trapo. Rodó sobre sí mismo hasta que clavó sus dedos en el suelo, deteniéndose y dejando cuatro líneas hendidas en el suelo. Tosio  bruscamente, como si le faltara el aire y acabó escupiendo un poco de sangre. Se miró el abdomen, el cual ahora tenía un gran moretón, pero no había signos de penetración.Sinceramente, dolía un huevo, pero era eso o ir perdiendo sangre todo el rato.

El medallón de su cuello empezó a agitarse y la piedra circular que la adornaba se abrió como un ojo y miró de reojo al sargento.

- Eso me ha dolido hasta mi, empanado. Y eso que no tengo cuerpo mortal…

- Este tio no es poca broma, hacía tiempo que no recibía un buen golpe -dijo Osu, llevándose la mano al abdomen de dolor que le hacía. Sentía como si le hubiese atropellado un coche-. Es lo suficientemente rápido para leer mis movimientos.

- Oh, Oh, dime que vamos ha hacer “ESO” -el collar se balanceaba con alegria y ilusion-. Llevamos mucho sin hacer “ESO”.

- Venga, por que no…

Pese al dolor, le dedicó una sonrisa al tigre a la vez que la piedra empezaba a envolverle.



- Que nuestra peor pesadilla está a punto de empezar -rio-. No te culpo de que creas eso...

La piedra que había envuelto su cuerpo empezó a tornarse totalmente roja. Un cuerpo colosal se iba formando de casi el doble del tamaño del hombre tigre. Una melena como el atardecer y unos cuernos que adornaban los dos lados de su frente con un color cobrizo. El aire que emanaba salia como vapor y sus respiraciones eran más parecidos a una bestia que una persona.

Se quedó a escasos metros del tigre para mirarle con unos ojos que de matar, ya solo quedaría polvo del agente de la Cipher Pol.

- Yo dome a mi pesadilla, y ahora soy una con ella…

De la frente de la bestia sobresalio el ojo-collar que llevaba el sargento.

- Se acabó el hablar, se acabó el pensar, QUE COMIENCE LA MATANZA! -grito el collar a la vez que la bestia rugía, como si no hubiese un ser humano ahí dentro.

Se dispuso a abalanzarse sobre el agente y empezar a intentar aplastarlo con sus grandes puños, como si de un insecto se tratase. Había una noticia buena y una mala para el agente; la buena era que tendria que sentirse alagado para que Osu usara aquella técnica. La mala era, que iba a descubrir, redundantemente, por las malas, porque el demonio plateado, habia renacido como el demonio carmesí.

Resumen y cosis:

Como esperaba, el "Golem" no fue capaz de evitar mi ataque. No obstante, pude darme cuenta de que utilizaba su Haki de Armadura para defenderse. Lo que no esperaba era que dicho Haki fuese tan poderoso, pues logró que mi técnica no atravesara su carne. El pelinaranja salió volando debido a la potencia del impacto y a la onda de choque, pero consiguió evitar que perforase su piel y, por lo tanto, que mi veneno le afectara.

Así que se trataba de un usuario experto de Haki de Armadura... Eso suponía una dificultad añadida, pero me las acabaría ingeniando para superar su defensa. Solo debía poner a trabajar a pleno rendimiento mi mejor arma: mi cerebro. Tenía que analizar correctamente la situación y evaluar cuál era la mejor forma de asestar al Revolucionario un golpe definitivo.

En ese momento, mi Mind's Eye me hizo darme cuenta de que los próximos movimientos del rubio que luchaba contra Hachiro dejaban de ser claros. No sabía por qué, pero no podía percibir qué iba a hacer a continuación pese a mi habilidad. Rápidamente, decidí utilizar el vínculo telepático que me unía al peliblanco para avisarle del posible peligro:

- He dejado de percibir qué va a hacer tu rival a continuación. No sé qué significa exactamente, pero podría ser perfectamente que ni siquiera él mismo sabe lo que va a hacer. Ten cuidado.

No pude dedicar más tiempo a la advertencia, pues en ese momento mi oponente, ya en pie de nuevo, soltó una extraña risotada. Al mirar hacia él, observé con asombro cómo su cuerpo empezaba a cubrirse con la piedra del suelo. De repente, dicha roca comenzó a tornarse de un color carmesí que recordaba al de la sangre. Su aspecto, con una larga melena, dos puntiagudos cuernos y unos tenebrosos ojos que infundirían temor a casi cualquiera, se asemejaba al de un demonio. Ahora entendía por qué su presencia era la de uno de dichos seres infernales, y no solo eso, sino también de dónde venía el apodo de "Golem".

- Interesante... Midamos entonces nuestras fuerzas, demonio contra demonio.

Hice que mis clones desaparecieran, pues en ese momento no los necesitaba, y seguramente sería mejor guardarlos para más adelante. Para cuando el Mantra me advirtió de que mi oponente iba a lanzarse a la carga, ya había encontrado la solución. Si quería sobrepasar su armadura, ahora reforzada con aquella capa de piedra roja, debía exponerme a su ataque. Era una suerte que mi Tekkai estuviese de nuevo listo para ser usado, pues si no hubiera sido así llevar a cabo mi plan habría resultado bastante más difícil y doloroso.

Cuanto más menguaba la distancia que nos separaba, más convencido estaba de la idoneidad de mi estrategia. Justo cuando mi oponente se disponía a golpearme con sus enormes puños, mascullé:

- Tekkai Kempo.

Sentí al instante cómo todo mi cuerpo adquiría una dureza sobrehumana, hasta llegar a compararse al titanio. El impacto, que recibí en el costado derecho, fue atronador. Pese a mi poderosa defensa, los músculos de mi abdomen se contrajeron con fuerza, tratando de oponer aún más resistencia, y el dolor que sentí fue grande, como hacía tiempo que no experimentaba. Al momento, pude notar como la energía curativa del demonio que habitaba en mi interior comenzaba a fluir hacia la zona golpeada, ayudando a paliar los daños recibidos.

Mientras tanto, aguantando como pude el dolor y apretando los dientes, comencé mi movimiento. Si había consentido en recibir de lleno el impacto era precisamente para asegurarme de que después iba a ser yo quien le golpease con más fuerza aún. En mi mente se formó una única palabra:

- Jugon.

Mis puños se tornaron negros al concentrar mi Haki en ellos mientras, con la velocidad y potencia de balas, traté de descargarlos una y otra vez sobre mi oponente apenas una fracción de segundo después de recibir su puñetazo. Si antes había sufrido para detener mi Shigan, ahora se las vería con diez de estas técnicas realizadas con el puño cerrado en lugar de con un único dedo, que para colmo estaría endurecido gracias a mi Tekkai y al Haki. El objetivo no era otro que destrozar su pétrea armadura y llegar hasta su verdadero cuerpo , golpeándolo también con toda la fuerza que fuese capaz de reunir.

A pesar de que había logrado alcanzarle dos veces seguía estando en condiciones como para esquivar un rankyaku a esa distancia... definitivamente era muy resistente. No hubiese esperado menos de su rival, de todos modos. Con una sonrisa, se llevó la mano derecha al pecho mientras un aura verde comenzaba a fluir desde esta, aliviando el entumecimiento de sus músculos y el dolor del golpe. "Sigues siendo un rival temible, Edward Ogami. Aún cuando soy capaz de llevarte el ritmo, sigues un paso por delante mía." De fondo Anders se enfrentaba al Golem, que había asumido una forma que hacía honor a su apodo. El CP por su parte había adoptado su forma zoan, y parecía estar llevando el combate bastante bien. Los dos rankyakus pasaron a unos metros de ellos y se estamparon contra una roca, cortándola limpiamente en tres cachos. Entonces recibió el mensaje de Anders y frunció el ceño, centrándose en Edward. El patrón de movimientos de este había... cambiado. No, no era eso. Simplemente no seguía ningún curso lógico. Se acercaba zigzagueando, como vacilante y sin una intención clara aparente.

- Así que esas tenemos...

Se centró aún más en su Jōkyūsei, estudiando cuidadosamente el lenguaje corporal del rubio mientras adoptaba una pose defensiva. Aquello iba a complicar las cosas, pues con la fuerza que había demostrado el rubio, encajar golpes directos suyos sólo lo acercaría a la derrota. Iba a tener que esforzarse al máximo para reducir al mínimo los daños recibidos. En el momento en que el revolucionario comenzó a tomar aire, supo exactamente lo que iba a hacer: recordaba aquella técnica a la perfección. Había recreado una y otra vez en su mente su primer enfrentamiento y pensado estrategias para contrarrestarle. Los guanteletes que recubrían sus brazos se deformaron y alargaron, formando entre sus manos una larga asta negra terminada en una cuchilla dentada, muy similar a una naginata. En el momento en que Edward sopló, el moreno clavó la punta en el suelo y se agarró con fuerza, capeando la tempestad como pudo. El viento pitaba en sus oídos mientras su melena se agitaba furiosamente. Su enemigo siguió girando en torno a él tratando de flanquearle, pero el peliblanco aprovechó el momento en que la fugaz corriente empezó a amainar para girarse ágilmente, encarándosele.

- Por mucho que juegues al engaño, no puedes escapar a estos ojos. Tu cuerpo te delata, Ogami.

En aquellas condiciones esquivar era arriesgado. Sin embargo encajar un golpe directo de aquella bestia sería ser embestido por un tren. Apartando de su mente aquel irónico pensamiento, recubrió sus manos con haki e interpuso la lanza en la embestida, clavando de nuevo el asta en el suelo. Justo en el momento anterior al impacto, el puño del rubio destelló, liberando una gran descarga eléctrica. Una ligera sonrisa asomó durante un instante al rostro del albino, mientras el ataque chocaba contra su arma. La potencia fue tal que le echó los brazos para atrás, le estampó la lanza en el torso y lo mandó volando hacia atrás. Mientras era catapultado por los aires tensó todo su cuerpo, centrándose en su tekkai y pasando a recubrir todo su cuerpo con su haki. Se estampó contra una pared, agrietándola y atravesándola parcialmente, quedando la forma de su cuerpo en esta. Hachiro se desencajó tambaleándose y se apoyó en lanza, tosiendo. Le dolía a horrores toda la parte posterior de su cuerpo, el pecho y su torso. Además tenía la manos algo entumecidas y quemadas. Sin embargo pese al horrible dolor estaba más o menos entero.

- Todo ingeniero tiene tres enemigos silenciosos - alzó la mano derecha levantando tres dedos - La presión, el vapor y la electricidad. Y como uno, sé cómo trabajar con ellos.

Sabiendo que sus guanteletes usaban electricidad, y por su primer combate que el propio Edward tenía una técnica que la empleaba, había usado específicamente esa estrategia. Al bloquear el golpe con la lanza clavada en el suelo, esta había hecho de toma de tierra redirigiendo la mayor parte del potencial hacia el suelo. Eso no había impedido que saliese en parte herido y sus manos se quemaran, pero... había sacado otra ventaja de aquello. Tomó aire mientras volvía a centrarse en su haki, recubriendo su cuerpo. La lanza volvió a convertirse en dos guanteletes, y con una mirada decidida, Hachiro se lanzó con su kamisori. El agente pareció volverse un borrón mientras se movía por el aire de un punto a otro, apareciendo a la derecha de su enemigo. El haki había adoptado forma de rayas como las de un tigre en torno a su cuerpo, y su puño derecho chispeó con la misma electricidad que había recubierto el puño de su rival, justo antes de lanzarlo contra la cara de este a una velocidad espectacular.

- Tora rendan: ¡Electric Shiken!

Resumen y cosas usadas:

Consiguió golpearlo, haciendo que su Tekkai no fuera ni capaz de absorber todo la fuerza bruta del demonio carmesí. Aun así, aun no lo había conseguido derribarlo. Los condenados Zoan eran siempre unas bestias para el combate, nunca mejor dicho. Y por su aspecto incluso la criatura que daba aspecto al agente calvorota parecía sacado de la ficción.

El agente contraatacó, repitiendo el mismo movimiento que en sus últimos ataques, pero una variación con el puño. Empezó a notar como los golpes empezaban a fracturar la coraza de la bestia, pero no se esperó  a terminase de perforarlo. Con un pisotón de su monstruosa pierna, provoco una explosión suficiente como para intentar interrumpir el ataque.

Si lo conseguía  daría un salto para atrás, para conseguir distancia mientras absorbía piedra del suelo para regenerarse de las grietas. Quizá el primer golpe le había dejado bastante tocado, pero gracias a aquel cuerpo rojo, había conseguido que los impactos que había recibido no provocaran tanto daño, pero aun así, notaba cierto dolor.

- No está mal, melenas, pero repetir el mismo truco con pequeños cambios va ha hacer que me acostrumbre -su voz dentro de la bestia sonaba a hueco y con eco, como si hablase dentro de una armadura, pero que no quitaba el tono grave que le añadía-. Es como rociar una mierda con colonia.

El rubio uso uno de sus objetos, concretamente uno que solía dejar aturdido a los enemigos. El sargento conocía bien ese artefacto. El mismo se dedicaba de inspeccionar y mantener los equipos en punto de sus soldados, siempre que no le dejaran porque se dedicaba a jugar con ellos.
Aprovecho para adelantarse contra el agente, bajo sus pies se levantó y desplazo a una velocidad abrumadora hasta llegar a su adversario. Antes de que pasara el aturdimiento, recubrió su gran brazo derecho de haki y su torso giro casi 180º. El suelo alrededor de sus pies llego a hundirse una pulgada de la fuerza que estaba concentrando y cuando no pudo mas, descargo el puño contra el hombre tigre.

- BrokenWalls!

Cosas Usadas:

Mientras mis golpes iban perforando su armadura, el tipo reaccionó mucho más rápido de lo que parecía capaz y dio un poderoso pisotón en el suelo. Gracias al vínculo telepático que había establecido entre ambos, mi Mantra me avisó con antelación del movimiento. Apuré hasta el último momento, pues quería causar el mayor daño posible a su cuerpo, y no solo a la pétrea armadura. No obstante, cuando su pie estaba a punto de impactar contra el suelo, me desplacé unos diez metros hacia atrás usando el Soru. De este modo, a pesar de tener que cesar mi ofensiva a medias, evité recibir la pequeña explosión que generó el pisotón.

Mi oponente también retrocedió. No cabía duda de que se trataba de alguien muy poderoso, probablemente el enemigo más fuerte al que me había enfrentado hasta el momento. Pero no podía permitir que se saliese con la suya. Debía demostrar mi poder, la fuerza del hombre por cuyas venas corría la sangre de Rob Lucci, quien en el pasado fue considerado el arma definitiva del Gobierno Mundial. Y yo no iba a ser menos.

En ese momento, un ensordecedor rugido que parecía provenir del extraño casco dorado del rubio que se enfrentaba a Hachiro comenzó a perforar mis tímpanos. Por suerte, mi resistencia natural a las ondas sónicas y otros tipos de vibraciones me permitía soportar aquel ruido infernal mucho mejor que la mayoría. Esperaba que mi compañero tuviese algún modo de resistirlo, o si no le resultaría realmente difícil continuar centrado en el combate.

Algo mareado por la intensidad de aquel horrible ruido, traté de concentrarme con todas mis fuerzas en el "Golem". Las habilidades del Rákshasa que habitaba en mi interior, particularmente resistente a alteraciones de la percepción y toda clase de efectos mentales, me ayudaron bastante a hacerlo, pero aún así tuve que recurrir a toda mi capacidad de concentración para darme cuenta de que mi oponente iba a lanzarse contra mí. En mi cabeza aparecieron, algo difusas debido al ligero mareo pero aún así comprensibles, varias imágenes: el "Golem" desplazándose a gran velocidad sobre una tabla de roca, s cuerpo girando en un amplio y lento movimiento, y un poderoso golpe con el puño aprovechando la inercia del giro anterior.

En aquel momento agradecí inmensamente mi resistencia a aquel ensordecedor ruido. De no haber sido así, probablemente habría recibido de lleno brutal ataque que se avecinaba, lo que con bastante seguridad habría significado mi derrota. No obstante, tenía tiempo para evitarlo. Pese a que mi rival se aproximaba ya a gran velocidad, podía pillarle por sorpresa haciendo algo que jamás esperaría. Sabía que su ataque iba a necesitar de una preparación, un giro completo del cuerpo que resultaría lento y limitaría su capacidad de reacción durante unos instantes. Así que tenía que aprovechar ese breve lapso de tiempo.

Mientras los últimos signos de mareo se desvanecían, un aura oscura, negra como una noche sin luna, cubrió al instante mi cuerpo. Sabía que iba a necesitar hacer acopio de toda mi velocidad para aproximarme a él tan rápido que no tuviese tiempo de reaccionar. En cuanto mi oponente comenzó a rotar su cuerpo, me lancé hacia él con todas mis fuerzas. Me moví mucho más rápido de lo que lo había hecho nunca mientras concentraba el Tekkai y el Haki en ambos puños para descargar sobre el torso girado de mi oponente mi técnica más devastadora antes de que él tuviese tiempo de completar la rotación para lanzar su ataque. Mis palabras resonaron en el campo de batalla, en un presagio del poder que estaba a punto de desatar:

- ¡Hasshoken Ougi: Ryu No Ikari!

Hasta el momento solo había usado aquella técnica en una ocasión, y la víctima no había sobrevivido. Mi oponente actual era particularmente resistente, pero aún así no imaginaba cómo alguien podría resistir aquel ataque. Acabase como acabase aquello, la suerte estaba echada.

Los movimientos de su enemigo eran antinaturalmente ágiles, igualando con una facilidad insultante las habilidades sobrehumanas de un usuario hábil del rokushiki como él. Pero lo peor no fue cuando evitó el golpe, no, lo peor fue ese horrible rugido bestial. Perdiendo totalmente la compostura y racionalidad que le caracterizaban, el albino se tambaleó por un momento y observó con la vista borrosa a su oponente. No sabía que diablos acababa de pasar, pero quería huir lo más rápido y lejos posible. Sin embargo eso no iba a ser sencillo, ya que Edward ya estaba contraatacando. Impulsado más por instinto y miedo que una decisión propia, se cubrió con los brazos en cruz recubriéndose con haki y activando su tekkai.

- ¡Tekkai: Busou Yoroi!

El golpe rompió su defensa desviando sus brazos con facilidad y golpeándolo en la barbilla, haciéndolo elevarse varios metros por la fuerza del impacto. "Ha... ¿roto mi tekkai?" De repente el mundo se detuvo a su alrededor y notó un súbito dolor en el lado derecho de su cuerpo. Entendió con lentitud que eso era que había caído. ¿Cómo iba a derrotar a un oponente tan poderoso, capaz de esquivar sus ataques, romper sus defensas e igualar e incluso superar sus reflejos y agilidad? ¿Un rival que podía burlar su lectura de patrones? No... tenía que huir. Temblando y con esfuerzo por el dolor y la pérdida de equilibrio, se incorporó y trató de alejarse torpemente a gatas, cuando de repente su mano tocó algo. Un objeto familiar al tacto. Lo cogió y lo observó, tosiendo sin querer sangre sobre él. Era un colgante con forma de cabeza de tigre blanco. el agente apretó el puño con fuerza en torno a él, mientras una lágrima caía por su rostro.

- Yo... soy débil. Lo siento, Megumi - murmuró, rabioso.


Algo se rebeló en él. No podía perder, no podía dejarse doblegar ni por su miedo ni por ningún rival. Tenía que luchar y salir vivo de allí. A duras penas se levantó tambaleándose y se giró, con la cabeza inclinada y el rostro ensombrecido. En su interior, un latido profundo resonaba al ritmo de su corazón, proveniente de ninguna parte y de todo él al mismo tiempo. "Una vez... prometí que derrotaría a este hombre. Todo mi entrenamiento y sufrimiento ha sido para preparar este momento. Si no soy lo bastante fuerte, entonces tendré que volverme incluso más que antes. A cualquier precio." Sus venas y arterias comenzaron a marcarse por toda su piel, para a continuación teñirse de rojo como si fueran tatuajes. Los ojos de Hachiro comenzaron a brillar, pero no en su tono verdoso natural, si no en uno carmesí como el de sus marcas, pero más intenso. Más vivo. Colocando las manos en posición de empuñar, transformó los guanteletes en dos espadas cortas negras.

- Aún si me rompes todos y cada uno de los huesos de mi cuerpo, seguiré levantándome. No cederé hasta que hayas caído - le apuntó con su espada - Edward Ogami... por mi honor y en nombre de la Justicia, te derrotaré.


De repente comenzó a moverse con energías renovadas, como si no hubiera sido herido. Con un veloz soru se plantó frente al revolucionario mientras un brillo celeste comenzaba a rodear sus espadas, y de repente haciendo gala de una gracia digna de un bailarín, comenzó a trazar una feroz danza con sus espadas. Se movía lanzando una lluvia de continuos y feroces golpes, y su cuerpo parecía ser tan flexible como la goma, pues si la espada era bloqueada la extremidad simplemente se "doblaba" para pasar deslizándose sobre el bloqueo y continuar moviéndose. Ahora, algo más en sus cabales, había comenzado a razonar y tenía una corazonada; decidió no elegir racionalmente a qué parte del cuerpo de Edward irían sus ataques, si no que dejaría que en medio de los enloquecidos giros de su baile los cortes fueran trazados aleatoriamente por la inercia de sus movimientos. Además había un segundo truco en los golpe de Hachiro: las espadas estaban imbuidas en haki y en la técnica de su Main Slot 3: Ice Sword. Cada corte escarcharía y congelaría a Edward, entumeciendo sus músculos.

- Kami-e kenpo... ¡Battle Dance!

cosas usadas:

El sargento abrió los ojos como platos, al igual que su parlanchín collar, situado entre ceja y ceja de la bestia carmesí. Era muy rápido, cosa que solo había visto en el dragon azul. Aunque eso no significaba que fuese a permitir que aquel Cp creyese que podria golpearle por ser mas rapido. El demonio carmesí no era lento tampoco precisamente y además habia algo en que no podría ganarle; en cabezonería.

En interior del golem, el iris derecho de Osu se torno de un rojo brillante a la vez que hizo que la tabla usada para moverse antes bajo sus pies rotase el cuerpo del gigante de piedra a mayor velocidad. Ya no buscaba buscaba darle a él, sino tratar de contramedir el possible devastador ataque de su contrincante.

Lo que le pasó al impactar el ataque con el suyo aún le cuesta recordar. Un pitido sordo le sonaba por los oídos provocados por lo que se podría decir como un choque de trenes. El puño envuelto en haki del gigante rojo se quebró, llegando las fisuras hasta casi todo el torso. Lo que solo hubiese hecho falta un pequeño golpe más para romperlo, lo termino haciendo la onda de choque que vino después. Mientras el sargento veía que estaba siendo lanzado hacia atrás con una gran fuerza y que la armadura del torso volaban como a cámara lenta, pudo ver como el brazo que había usado para golpear se había arrancado de cuajo del golem y empezaba a rodar por el suelo, atropellando a cualquiera que estuviera de por medio.

Tras unos segundos en el aire, lo que quedaba del golem se estrelló como un meteoro, haciendo añicos la piedra durante unos metros hasta frenar, dejando un cráter del doble de su tamaño. Durante unos instantes, Osu había perdido la conciencia, debido a que el impacto le había vuelto a castigar donde el otro golpe y le había dejado sin respiración todo el rato que había permanecido en el aire.

Se concentró unos momentos antes de ponerse en pie, para iniciar sus tecnicas de sanacion y así aliviar su ya sufrido torso, que por el impacto, se había quedado sin la prenda de ropa que le cubría, ya que se había convertido en jirones, dejando al aire el tatuaje del demonio de wano que tenía en el pectoral.

Usando el brazo del golem que le quedaba, hizo apoyo para volverse a poner en pie a duras penas. De ser sus piernas de verdad seguramente le hubieran fallado. Miro donde se supone que tendría que estar el brazo del golem, ya no estaba. Luego miró al suyo de verdad, agradeciendo que aun tenia su mano buena. Su cuerpo, al menos de cintura para arriba estaban al descubierto, debido a que aún le costaría regenerar todo el material destruido por el ataque.

- Tengo que... admitirlo -jadeaba, aun con la sensación de que le faltaba algo de aire. Alzó su puños y el enorme puño de piedra que le quedaba, en posición de boxeador-. Eso a sido un… buen golpe… pero no soy... de los que caen en el primer asalto.

Resumen:

En el último momento, y haciendo gala de unos reflejos que no sospechaba que poseía, el Golem giró la tabla sobre la que se desplazaba para que su puño chocase con los míos. El impacto fue demoledor. Por suerte, al tener mi Kempo concentrado en mis brazos únicamente, estos eran tan resistentes como el diamante, lo que posibilitó que para mí la colisión apenas se hiciese notar. Eso sí, el poder del choque me hizo retroceder varios metros por el aire.

Una vez logré frenar mi desplazamiento utilizando el Geppou para ir disminuyendo la velocidad hasta detenerme y finalmente posarme de nuevo en el suelo, pude ver los efectos que mi ataque había tenido sobre mi oponente. El impacto le había hecho salir disparado hasta incrustarse varios metros en una pared de roca. Cuando se puso en pie, de la armadura de piedra carmesí que le protegía apenas quedaban las piernas, la espalda y el brazo izquierdo, dejando todo su torso y su brazo derecho desguarnecidos, además de visiblemente magullados. Aquella era mi oportunidad. Mi rival parecía severamente afectado por mi anterior ataque, pero aún así se le veía firmemente decidido a presentar batalla. No habría esperado menos de un Revolucionario tan conocido, pero aún así me gustó comprobar que se trataba de alguien que rivalizaba conmigo en testarudez. Mi voz sonó grave y transmitiendo una enorme seguridad en mí mismo:

- Vaya... Sí que eres resistente, Osuka "El Golem". Sin embargo, no podrás aguantar mucho más a este ritmo.

En el preciso instante en el que la última sílaba salió de mi boca, los seis clones volvieron a aparecer, rodeándome. El aura de negra oscuridad cubría las siete felinas figuras, que miraban fijamente al Revolucionario. De nuevo, unas apenas audibles palabras brotaron de mis labios, anunciando que el clímax de la batalla se acercaba:

- Soru: Mienai Kyoi

Tanto yo como mis copias desaparecimos en ese momento, para volver a hacernos visibles unos metros más cerca y a la derecha de mi oponente. Las trayectorias de las siete figuras se habían cruzado entre sí, de forma que resultaba imposible saber cuál era el verdadero ahora. Aprovechando la enorme velocidad que me proporcionaba el oscuro manto que me cubría, me lancé de nuevo contra el Golem. No quería darle apenas tiempo para reaccionar. De nuevo no sería el primero en atacar, sino que volvería a dejar que alguno de mis clones se me adelantase para despistar al Revolucionario. Esta vez, yo iría en tercera posición.

El primero de clones buscarían hacer que mi oponente se confiara, ejecutando un Shigan. Al verme repetir la misma técnica de antes, seguramente bajaría la guardia. No obstante, el segundo intentaría lanzar dos zarpazos a su brazo derecho. Justo después, apenas unas centésimas de segundo tras él llegaría yo, lanzando  zarpazos similares, pero dirigidos uno a su pectoral y otro a su costado derecho. Las garras imbuidas en Haki buscarían desgarrar su piel y sus músculos. Mi objetivo no era otro que debilitarle por la pérdida de sangre y a la vez envenenarle, lo que seguramente inclinaría la balanza bastante a mi favor.

Dos fugaces movimientos justo tras golpear fue todo lo que captó, antes de sentir un dolor lacerante en su torso. ¿Qué clase de técnica era aquella? ¿Un poder que permitía devolver los daños causados? No, no era tan simple... había percibido un movimiento. Reflejaba parte del golpe, ¿verdad? Aprovechó el breve instante de respiro que el rubio le concedió para echar un vistazo a sus heridas, antes de volver a ponerse en guardia. "Sé que no es parte del poder de su akuma, o eso creo... entonces tiene que ser alguna clase de poder entrenado. Pero entonces, ¿por qué no lo usó cuando golpeé a su cabeza?" Eso planteaba varias posibilidades: o era una carta bajo la manga que no podía usar a menudo... o estaba limitado a cierta localizaciones. En ese caso, ¿un objeto? "Si es cosa de esa armadura, sólo tengo que evitar golpear al torso. Si es una técnica, la imitaré con mi Main Slot 5." Ahora todo lo que tocaba era estar atento a todos los movimientos de su rival... y al terreno. La batalla había llegado a ellos, y un tirador oculto parecía estar intentando darles apoyo. "No es así como quería ganarte, Ogami" pensó, frunciendo "pero la suerte también es una habilidad." Un bosque parecía estar surgiendo de la nada a lo lejos, pero detuvo su crecimiento antes de llegar al campo de batalla.

- Si realmente apoyas a la Justicia, entrégate y deja que concluya el ajusticiamiento del criminal Legan Legim. De lo contrario... - juntó ambas espadas mientras estas se transformaban de nuevo en la lanza dentada - serás tratado como uno por tratar de salvar a un violador y pirata y oponerte a la autoridad del Gobierno.

Aquel arma era la misma que minutos antes había copiado al revolucionario rubio en la cubierta del barco marine. Era hora de aprovechar sus curiosos poderes. En el momento en que se percató de las intenciones de su rival, le dirigió una mirada desdeñosa, mientras pulsaba uno de los botones ocultos del arma, activando el dial de corindón. "Da igual lo por encima de mí que estés en poder puro si no piensas a la hora de atacar. Ahora que he comprendido tus poderes y el alcance de tus habilidades, el que está un paso por delante... soy yo. La hoja del arma comenzó a hincharse y crecer rápidamente, convirtiéndose en un grueso muro de 3x3 metros, potenciado por su haki. Activando su tekkai para obligarse a mantener la posición, mantuvo el tipo. El impacto fue brutal, y notó una descarga llegar a través de la madera del asta, quemando sus manos. Sin embargo, la mayor parte de la descarga había sido llevada al suelo por el muro, y su recién adquirida resistencia a la electricidad junto a que la madera fuese un mal conductor hicieron el resto. La barrera comenzó a desmoronarse pese al refuerzo por el brutal golpe, cayéndose a pedazos. Al ver un movimiento a su izquierda, se giró clavando la lanza en el suelo. No había tiempo para replegar el arma.

- Realmente... no sabes cuándo rendirte, ¡¿Eh, Ogami!?

A pesar de su actitud bravucona, sabía que estaba en una situación desesperada. El poder de su Last Stand sólo le permitiría sobreponerse a sus heridas por un corto período de tiempo, y además consumía sus fuerzas a un gran ritmo. Sin embargo, ya había pasado tiempo suficiente para volver a usar "aquello." Sabía que no resistiría una embestida de su rival, pero sería suficiente para frenarlo lo justo... sólo necesitaba unas centésimas de segundo para sentenciar aquel combate. Marcas de color negro, como rayas de tigre, comenzaron a recubrir sus brazos cuando los imbuyó en haki. Pero eso no era todo. Concentrando todo el poder de su tekkai, tensó todos sus músculos para formar una sólida armadura. Era su as definitivo; la técnica que había entrenado junto a Issei: el Titan Mode. Extendió la mano izquierda hacia Edward, como si esperase bloquearlo sólo con eso, cuando de repente una barrera se extendió desde esta justo cuando el rubio estaba sobre él. La defensa se combó durante un instante antes de quebrarse en mil pedazos, tiempo de sobra... el puño del moreno ya viajaba raudo como una bala hacia la barbilla del rubio.

- Titan Mode: Shiken!

Con un fuerte impacto, salió volando hacia atrás, rebotando por el suelo varios metros como un muñeco deshilachado. Aunque doloroso, el impacto no había bastado para superar su defensa potenciada con haki, pero el desgaste por el sobreuso de energía y las heridas acumuladas se cobraban su precio. Volvió a levantarse, temblando, buscando a Edward con la mirada.

- ¡¿ESO ES TODO!?

Resumen y técnicas:

- Tu crees? -alzó una ceja con una mirada que mezclaba la vacilación y el desafío. A la vez, notaba como sus músculos andaban menos tensos, debido a que las heridas empezaban a sanarse-. Le he ganado a individuos más jodidos ( y con más pelo) que tu. Solo estaba tanteando el terreno antes de ponerme serio.

Las copias del agente de la Cipher Pol volvieron a aparecer, seguramente para volverle a hacer la misma tecnica que le habia provocado el primer impacto fuerte de la pelea. Repetir estrategias, que aburrido le parecía al sargento. No le gustaba luchar contra agentes del  gobierno, dentro de sus habilidades particulares, siempre tiraban de la misma estrategia. siempre el mismo protocolo, por lo que esta vez sería él quien le pillaria de los huevos.

El torso del coloso se regenero en una pequeña capa. No tan resistente pero conseguía ocultar al revolucionario dentro. El golem permaneció en posición defensiva para el ataque. los hombres tigre lanzaron contra él en varias direcciones, pero nada más atacar la primera copia, el coloso rojo se hincho de forma desagradable a gran velocidad hasta acabar explotando, disparando magma en todas las direcciones, como un volcán en erupción.

- No eres el único que sabe trucos, gatito- se escuchó en forma de eco, siendo imposible saber dónde estaba su posición fija.

El sargento había utilizado el poco tiempo de regeneración del coloso para que el agente perdiera contacto visual y escabullirse de ahí, a través de una de las piernas, hasta la suelo para resguardarse. Al ocultar su aura en un gran área, le resultará difícil localizarlo.

- No soy de los que les gusta ponerse chulo, pero eres tú el que se ha metido en mi patio de juego...

Debajo de las copias y el agente original surgieron brazos gigantescos de piedra, que uno a uno intentarán agarrar a sus respectivos objetivos para finalmente, si alguno lo conseguía aplastarlos para desvanecerse y si hubiera suerte estampar al original contra el suelo.

Tras aquello, los siete brazos se unieron y entrelazaron hasta formar la cabeza de un dragón (cuello incluido), de unos ocho metros, totalmente de roca.

- Veamos quien aguanta el ritmo de quien ahora.

El cuello del dragón se iluminó hasta la garganta a la vez que se podía oír a la piedra crepitar por el calor. Finalmente, empezó a escupir magma a cada una de las copias del agente.

Cosas usadas:

Nada más lanzarme junto a mis clones contra "El Golem" una sucesión de imágenes pasó vertiginosamente por mi cabeza. Una fina y frágil capa de roca cubriendo el torso de su enemigo. La primera ilusión atacando y, casi al instante, el pétreo ser hinchándose para poco después provocar una explosión de magma mientras el revolucionario se escabullía ocultándose en el suelo rocoso. Unos brazos de piedra brotando bajo mis pies para tratar de alcanzarme.

Ahora sabía en qué consistiría el plan de mi oponente para evitar mi ataque y, a la vez, dañarme. Muy bien pensado, eso tenía que concedérselo. Y también estaba el hecho de que la velocidad a la que yo iba hacia él en ese momento hacía muy difícil maniobrar. No obstante, había algo que podía hacer. Si no iba a poder evitar recibir al menos en parte aquella explosión me aseguraría de que el revolucionario también sufriera daños. Por lo tanto, en vez de mandar a dos de mis clones por delante, atacaría en primer lugar. De ese modo le resultaría casi imposible librarse de mis zarpazos y, por lo tanto, de mi veneno.

Golpease o no a mi rival, en cuanto mi ataque tuvo lugar el coloso de piedra comenzó a hincharse como había previsto. La gran velocidad utilizada en mi acometida me dejaba ligeramente vendido, pues mi capacidad de reacción se veía considerablemente mermada fruto de ello. Sin embargo, aún así tuve tiempo suficiente para, gracias a mi determinación por ganar aquel combate, cruzar ambos brazos ante mi pecho y materializar mi voluntad en un estallido que desviaría la gran mayoría de los ígneos proyectiles resultantes de la deflagración. Eso si, debido a que mis reflejos estaban ligeramente comprometidos en aquel momento, no fui capaz de frenar los dos primeros fragmentos de roca ardiente, que impactaron en mi hombro derecho y en mi costado izquierdo, respectivamente.

El dolor que sentí en aquel momento fue considerable, no tanto por los impactos en sí sino porque ambas pequeñas piedras abrasaron mi piel, dejando dos marcas rojas y humeantes. Agradecí enormemente que mi amado traje fuese ignífugo, pues el hecho de que no se prendiese fuego me libró de sufrir daños aún mayores. Además, parecía que el golpe en el costado me había dejado tocadas un par de costillas. Tal vez incluso alguna estuviese fisurada, pero eso en aquel momento era lo de menos. Estuviese o no envenenado por mi ataque, el revolucionario iba a crear los brazos bajo mis pies. Seguramente el hecho de que yo fuese el primero en atacar de las siete figuras le habría pillado por sorpresa, lo que demoraría ligeramente su contraataque desde el suelo. Además, si había logrado envenenarle posiblemente su control de los pétreos apéndices sería cuanto menos errático, lo que me daría una importante ventaja. No obstante, no podía contar con ello, debía ponerme en la peor posibilidad para evitar llevarme sorpresas negativas.

Así que, sobreponiéndome al dolor a base de pura fuerza de voluntad y la firme decisión de demostrar que era más poderoso que aquel enemigo, dirigí toda mi energía a la planta de mi pie derecho. Una onda de aire comprimido salió a gran velocidad hacia el suelo mientras yo me elevaba con la misma celeridad. Continué dando pasos en el aire tan rápido como pude, empujando el aire con gran fuerza en cada impulso, hasta quedar fuera del alcance de sus rocosos brazos. Esta manera de evitar el ataque tenía además la ventaja de que, si por algún motivo sus tentáculos de piedra se acercaban demasiado a mis pies, las ondas de aire comprimido que mis pasos generaban ralentizarían su avance y, quién sabe, tal vez incluso los dañasen.

No me detuve mientras el dragón se formaba y empecé a moverme a su alrededor sin descanso, pues gracias a la combinación del Mantra y mi habilidad telepática sabía lo que ocurriría a continuación. El pétreo reptil hizo lo mismo que los de carne y hueso y comenzó a escupir fuego. Por suerte, a la velocidad a la que me desplazaba por el aire no tuve demasiados problemas para evitar ser convertido en tigre a la parrilla.

Ahora solo había un problema. Debía deshacerme del dragón para poder centrarme de nuevo en Osuka. Y sabía cómo hacerlo. Seguí dando vueltas en torno a él, acercándome cada vez más mientras alteraba continuamente mi trayectoria para hacerla impredecible. Esto no sería necesario en el más que probable caso de que "El Golem" estuviese envenenado, pero de nuevo preferí ser precavido. Una vez estuve lo suficientemente cerca, abrí la palma de mi mano derecha y comencé a concentrar oscuridad en ella hasta formar una bola negra como la noche del tamaño de esta. En cuanto estuvo formada, golpeé al reptil lítico con todas mis fuerzas, buscando destrozarlo.

Lo lograse o no, ascendería de nuevo para tener una buena perspectiva de la zona. No quería que el revolucionario se me escapase ni que me pillara por sorpresa, y ante un enemigo de tal poder que además tenía el terreno a su favor toda precaución era poca.