A mi hermana se le respeta [Zay vs. "El Pome"]

El cánido parecía que sabía pelear. Esquivó el ataque del felino en cuestión de segundos y esbozó una linda sonrisa. El tigre pudo defenderse de sus dos primeros envites pero, ya no pudo hacer nada con el tercero y fue golpeado en el rostro. Ese golpe mandó al mink a volar, estampándose contra la entrada de aquel recinto y destrozando la puerta. Al levantarse, se tocó ligeramente su rostro con su garra derecha. Un líquido de color rojo se deslizaba lentamente por ella. Era su sangre. Nadie hasta ahora había conseguido hacerle sangrar de un puñetazo pero eso le dio exactamente igual.

Su velocidad no era la que había mostrado hasta ahora así que echó a correr lo más rápido que pudo hacia el pome. Se dirigía como un auténtico misil hacia el mink cánido y una vez a su altura, lanzó una patada hacia las piernas de su oponente. Esto no era más que una distracción para ejecutar su ataque. El felino esperaba que este se centrara solo en la patada que iba a sus piernas y de hecho esperaba que lo hiciera, esquivándolo. Lo que no sabía el pome, es que el tigre realizará una segunda patada con su otra pierna cargada con electricidad, dando un giro de 180º para impactar en el rostro del cánido.

Esta era una de las primeras batallas serias del mink felino y nada mas y nada menos que contra uno de su misma raza. Si no era lo suficientemente rápido y fuerte, no podría vencer al enemigo que tenía en frente. Aunque el tigre confiaba en sus habilidades y sus entrenamientos del pasado, su enemigo parecía un oponente duro de roer y no lo sobestimaría en absoluto porque eso podría hacerle perder el combate. El gato amarillo suele analizar los movimientos del oponente mientras está combatiendo para averiguar los puntos débiles de su adversario. Y jugaría esa carta a su favor para intentar derrotar al mink cánido que tenía en su camino

El pome sonrió como solo un animal de su raza sabe hacerlo, al ver como uno de sus ataques más flojos había mandado a volar al mink amarillo hacia una puerta que había aparecido de la nada entre las carpas. ¿Desde cuándo había puertas aleatorias en carpas como esa? A saber, pero eso reforzaba la teoría del mink cánido de que los humanos eran gente rara.

Desde la lejanía, que serían unos pocos metros, el pequeño mink daba saltitos, cargando electricidad en sus patas traseras, observando como el gatete se levantaba. Se sentía superior, no en tamaño claro está, aunque las horas de gimnasio entre uno y otro eran notorias. No tenía pelo en el torso, sí, pero era debido al choque de la barra sobre su pecho. Tenía ganas de entrenar, la verdad, pero aún quedaba para eso. Mientras seguía absorto en sus pensamientos, observando con detenimiento al mink, que se aproximaba a gran velocidad.

La electricidad de sus patas traseras sonaba con fuerza, emitiendo un sonido que el Pomerania no sabía describir. Veía como su enemigo se abalanzaba rápidamente contra él, pero haciendo gala de toda su astucia, dio un golpe y se elevó sobre el cielo, esquivando por completo a su oponente.

Si miras arriba ves como si tu contrincante estuviera andando sobre el aire, dando golpes continuos con sus pies cargados de electricidad. Si tuvieras que buscarle un símil, te recordaría a esos agentes del gobierno que alguna vez has visto, quizás en Gray Rock, tal vez en otro momento de tu vida, pero que eran capaz de andar por el cielo.

—Eres muy simple en tu forma de combatir, ¿acaso solo tienes eso? —le pregunta el pome, que estaba llevando una gran cantidad de electricidad en su brazo.

El Pomerania se abalanza sobre ti, caminando de un lado al otro, intentando que no puedas hacer nada para prever su próximo movimiento. Es muy rápido, quizás demasiado, y cuando menos te lo espera aparece a tu lado, e intenta golpearte con todas sus fuerzas en la cara con un puño cargado de electricidad. En el caso de que le diera, aprovecharía el impulso para darte un cabezazo.

Cosas usadas:

-"La mejor defensa siempre es un buen ataque". -Pensó el gato para sí mismo. -"Si no puedo golpearlo normalmente, lo golpearé con un contraataque". -Pensó de nuevo

El felino se puso en posición de batalla y esperó a su oponente. La verdad es que le sorprendió la velocidad que tenía y cuando ya estaba a su lado le lanzó un puñetazo al rostro cargado con electricidad.

El gatete le pagaría con la misma moneda, antes de que el pome llegara hasta su posición, Zay ya había cargado su puño con electricidad. Y cuando el pequeño mink le lanzó su ataque, el felino le lanzó el suyo a la vez.

El felino le lanzó su puñetazo eléctrico con todas las fuerza que tenía y podía actualmente. Por desgracia, recibió el puñetazo de su pequeño adversario, pero él se mantuvo firme en el sitio con el puño de el pome estampado contra su lindo rostro gatuno y con un dolor tremendo en el rostro. Ojalá su contraataque hubiera surtido efecto.

El mink felino empezaba a pensar que este sería un oponente que no podría vencer y que era demasiado débil para esta era. Pero él era un mink que jamás se rendía ante ningún reto y, aunque pensara no pudiera superarlo, jamás dejaría de intentarlo hasta quedar exhausto o exhalara su último aliento de vida.

La electricidad generada en el puño del pomerania crispaba con intensidad, y erizaba todos los pelos de su creador. Todo sucedió muy rápido, ambos minks lanzaron un doble puñetazo, pero, pese a tener el brazo más corto, la inercia de la caída, unida a la robustez muscular del mink cánido, hizo que su puño te diera de lleno con mucha fuerza en la cara, haciendo que tu ojo derecho se inflame rápidamente. Además de eso, al recibir el golpe y no esquivarlo, tu cuerpo se queda paralizado durante un instante, un precioso segundo, quizás segundo y veinte, en el que aprovechó para propinarte un cabezazo en el centro de tu cara, concretamente donde tienes el hocico; una parte noble de los cánidos y felinos por su extrema sensibilidad.

Tu rival se cruje la mandíbula, y con su zarpa izquierda se quita un hilo de sangre que emerge de su boca, mientras jadea un poco mierando el gesto de tristeza de la hermosa y frágil de Laurita, su hermana, haciendo dudar si acabar con el combate aquí o, simplemente, irse y dejar que su hermana sufra. No obstante, eso es algo que depende de ti, Zay.

Sus puños se tornaron de un brillo metálico, y te señala con uno de ellos.

—Admite tu derrota, y acepta una cita con mi hermana, gatito —te dice, con tono severo y serio, aunque con algo de chulería barriobajera en él—. No quiero tener que hacerte daño.

En el caso de que aceptes irte, te dará un den den mushi y te hará en el momento una vivre card para que la hermana pueda encontrarte, aunque el resto del papel te lo quedarás tú. ¿Cómo? Tiene un aparato capaz de hacer vivre cards en el momento.

En el caso contrario, en el que decidas combatir, el pome comenzará a canalizar en su puño izquierdo energía, ¿para qué? No está claro, pero escuchas susurros sobre algo de ondas de choque, y te esperaría en guardia, dando pequeños saltitos con cara juguetona y la cola moviéndose de la emoción.

El felino por fin había conseguido dañar al perro, aunque, minimamente. Pudo ver como jadeaba un poco y mientras notaba como su ojo derecho se inflamaba. El combate estaba llegando a su clímax, pero, ¿quien ganaría? Eso solo se sabría a continuación. Por el transcurso de la batalla el que mas papeletas tenía para ganar era el pome de bello rostro.  Estaba mucho menos dañado que el tigre. Zay debería de pensar algo y rápido. Mientras, el pome permanecía inmóvil y apuntó con su puño al gatete mientras sus puños se tornaban de un tono metálico, el perrete iba a usar el Haki. El hocico del gatito estaba bastante dañado, quizás roto, y le dificultaba la respiración.

El pome le dijo algo al felino como si quisiera perdonarle la vida.

—Admite tu derrota, y acepta una cita con mi hermana, gatito. No quiero tener que hacerte daño.

Por la cara que tenía Zay no parecía que fuera a rendirse. Parece que susurraba algo para si mismo.

- "Si tan solo pudiera mirara a la luna llena, creo que podría llegar a superarlo usando el Sulong..." -Se calló unos segundos y tras eso, habló al pome.

- No se tu nombre, ni me importa. Si en aquel fatídico día, hubiera habido alguien como tu allí, ella ahora no estaría muerta. ¿Qué clase de guerrero Mink sería si me rindiera ahora? Ella me enseñó a no rendirme ante las adversidades y a que por muy duro que fuera mi oponente, jamás me diera por vencido. - Alza la voz un poco más, casi gritando. - ¡POR ESO NO ME VOY A RENDIR!  ¡ESTE SITIO NO SERÁ MI PUTA TUMBA. JURÉ VENGAR EL ALMA DE MI MADRE CONTRA LA MARINA Y LO VOY A HACER Y NI TU NI NADIE ME LO VA IMPEDIR! - Bajó su tono de voz de nuevo. - Si he ofendido el honor de tu hermana, te pido disculpas, pero déjame decirte no soy un buen partido para ella. Hay Minks mejores que yo te lo puedo asegurar, en Zou conozco alguno que desearía estar con ella. - Tras toser un poco de sangre, volvió a hablar. - Así que acabemos con esto de una puta vez y que sepas que me levantaré y me levantaré hasta que exhale mi ultimo aliento de vida, pero que te quede claro que jamás me voy a rendir ante nadie. ¡Soy un Guerrero Mink y ese no es nuestro estilo y tú deberías saberlo!

Tras decir todo eso, Zay intentó copiar al pome con sus ataques de antes, mientras cargaba su electricidad al máximo en su puño, también lo hacía en sus patas traseras. Quería copiar tanto los movimientos como la velocidad del pome. Si no lo intentaba no lo sabría.

- " Sería interesante aprender esas técnicas que usó antes, pero no se si funcionará si intento hacerlo yo" -Dijo cuando ya creó toda la electricidad que podía en sus patas traseras y en su puño. Echo a correr, con la esperanza de "andar por el aire" como hizo el perrete y así aumentar tanto su velocidad como su ataque. Y habiendo hecho todo eso, echó a correr hacia su oponente para realizar el que iba a ser posiblemente, el último ataque de este combate. ¿A quien le bendecirá la diosa de la fortuna? Al maltrecho y malherido Zay, o al lindo y casi intacto pomeranian? Era una cosa que se sabría ahora, pues esta batalla había llegado a su clímax.

Aclaración:

El pome flipaba con todo lo que el mink felino soltaba por el hocico. Aquello estaba pareciendo una escena de una escena teatral de una obra dramática del reino de Shitano, de esas que tanto estaban de moda entre las mujeres de edad avanzada, cuyos protagonistas tenían nombres compuestos y excesivamente largos.

—Eso es que seguimos dándonos de hostias, ¿no? —le preguntó, mientras la energía de su puño hizo que brillara con más fuerza.

Puedes notar la electricidad bajo las almohadillas de tus patas traseras. Todo tu pelaje se eriza, dándote el aspecto de una mala bestia peluda y despeinada, y cuando intentas desplazarte, la potencia es tal que te mueves a una velocidad imperceptible para el ojo común, pero que no puedes controlar y, sin apenas tener probabilidad de moverte, te colocas frente al pome, que está cargando su puño contra tu cara. En ese momento todo parece el fin, el tiempo parece ralentizarse y eres percibir todo a tu alrededor con más detenimiento, aunque solo durante un instante, un pequeño lapso de tiempo que aprovechas para echarte hacia un lado y esquivar una onda de choque que se lleva a la carpa consigo.

Tras eso, escuchas unas voces y caes inconsciente por el esfuerzo. El combate ha acabado aquí.

Aclaración: