Al vs D.C. 2

La niebla lo había dejado incapacitado durante un momento que no supo cuánto duró. Tal vez unos instantes, pero parecían días, y la impotencia que lo invadió había hecho imposible que tomara su forma helada, huyendo de las garras de Krauser. En su lugar se había dejado golpear por su mano y azotar por su discurso hasta el punto de, sin saber muy bien cómo, estaba siguiendo a Arthur en un camino que, para bien o para mal, los llevó ante su destino.

Dos mujeres muy guapas y una tercera que ni fu ni fa estaban delante de ellos, y con un chasquido mucho menos catastrófico de dedos de lo que por un instante Al llegó a pensar la salida se cerró tras ellos. Se quedó paralizado por un tiempo mientras Jack y Arthur iniciaban sus combates; él no podía. Incluso ese cabello castaño le recordaba a los mechones rubios de Laura, y esa cara esculpida en mármol negro dejaba entrever los rasgos de su hermana. ¿Cómo eran sus compañeros capaces de atacarlas? Era algo que no podía comprender; ¿no tenían madre, hermana, parejas, asistenta, secretaria? No tenían ni un ápice de caballerosidad. Pero él sí.

Era cierto que una vez había matado a una mujer, pero en ningún momento hasta el momento de su ejecución -indolora, aunque macabra- había sido capaz de plantar una batalla seria, ni siquiera de fingir que pretendía herirla. Merecía morir, claro, y su ejecución formó parte de lo que muchos habrían llamado un espectacular combate, pero la verdad era que de haber sido un duelo ella habría muerto mucho antes... Pero no había tenido fuerza de voluntad suficiente para atacarla.

-¿Sabes qué? -Dijo, dando un paso al frente sin ningún temor. Al Naion era un hábil espadachín, un músico maestro y un canallita legendario- Ahora mismo me estaba preguntando por qué tres chicas tan lindas se unirían a un grupo que pretende destruir el mundo. Y la verdad es que tenéis razón, este rollo de la aguja y el jinete es casi elegante. Así que te propongo un trato, diva: Déjanos pasar e ignoraré que has intentado impedir nuestro avance. Y te dejaré cabalgar mi aguja. -Guiñó un ojo. Segundo intento, también con una morenita. Tal vez pudiese tachar varias cosas de su lista aquel día.

Cosas usadas:

Al miró hacia la aguja. De arriba abajo, de un lado a otro, en diagonal... Si de verdad le cabía aquello estaba ante un monstruo, pero dudaba siquiera que pudiese atreverse a intentarlo. Al fin y al cabo había una desproporción tan inmensa resultaba, al menos sobre el papel, desmesurada.

-Bueno, es más grande pero por poquito -respondió, con una sardónica sonrisa y un guiño de ojo-. Además, la mía puedes mo...

Notó sus uñas rozarle la piel, pero justo a tiempo llegó su ángel salvador para interponerse entre los dos. Bueno, más que interponerse y debido a la escasa distancia que los había separado, Arthur había aterrizado violentamente encima de él. Y ahora yacían por el suelo pedacitos de Al aquí, allí y un poco por todas partes. Era la segunda vez aquel día que Arthur le jodía un polvo. Y la trescientos veintiocho milésima cuarta desde que se conocían -aproximadamente- empezando por ese grupo de chicas en cuyos pechos el enano se había aposentado con toda naturalidad aprovechando sus encantos infantiles... Aunque empezaba a dudar que lo hubiese hecho a propósito o que siquiera fuese consciente de que era un cortarrollos.

-¡¿Se puede saber qué haces?! -Gritó, regenerando al principio solo su cabeza. Estaba tirada en una esquina y mirando hacia una pared, pero ello no le impidió gritar- ¡Lo tenía todo bajo control!

Poco a poco fue dejando que su cuerpo se recompusiese, y mirando al cielo -o al techo- contempló cómo el puñetero dragón estaba haciendo de las suyas. Al principio una nube, luego un anillo azul, y con las mismas fundió la mayor parte de las defensas de la aguja. ¿Y no podía haberlo hecho antes? Puto subnormal. Sin embargo aquello abría una posibilidad que había visto imposible hasta el momento. ¿Estaban a tiempo de detener toda aquella destrucción? El dragón había abierto la puerta al final del camino, y habría que ser tontos para no aprovecharla. Además, no podía consentir que Arthur le hiciese daño a otra mujer. ¿Qué clase de caballero sería si permitiese que su oficial disciplinario fuese acusado de machista?

-Arthur... Jack... ¿Podéis oírme? -No gritaba, pero hablaba con la suficiente claridad como para ser escuchado mientras un pilar de hielo surgía bajo sus pies-. No os detengáis en peleas estúpidas, tenemos trabajo por hacer.

Movió sus manos, y bajo sus compañeros nacieron sendas columnas que comenzaron a elevarse también. Vio a Galhard y al pirata Zay, al novato Erik Carter, los cuales también intentó impulsar hacia los cielos con él. Las seis columnas pronto trazaron una curva hasta fusionarse en espiral en una sola que inició su ascenso hacia lo más alto de la torre. Allí tenían que utilizar una técnica secreta que llevaban mucho tiempo practicando, aunque nunca habían conseguido cristalizarla en lo que debía ser. El proyecto único conocido bajo las siglas ISN, el Alvenger-GX.

-Cuando el mal se aproxima -comenzó a recitar mientras desenfundaba el violín- y el desastre es inevitable...

resumen:

La respuesta de la chica fue rápida. Nada más llegar pude ver como evitaba mi impacto con relativa facilidad y retrocedía a una distancia segura ¿Es que acaso todas luchan de la misma forma? Como no, Al anteponiendo al almirante al almirantazgo. Ese tío solo pensaba con una cosa, dos si tenía en cuenta el pijama. Si no estaba yo cerca se hubiera perdido en los pechos de la primera mujer con cara inocente y un cuchillo tras la espalda.

- Ya veo... yo soy tenerlo bajo control ¿no? - Y antes de que pudiera seguir con mi reprimenda a mi superior, la mujer se lanzó hacia mí con una nueva ofensiva, encajando el filo con una de las garras. - ¿Te importa? Es una conversación personal.

Y con una fuerza nada delicada para usar con una dama, aproveché el hecho de que tuviera mi arma encajada entre los filos de la suya para hacer palanca y bloquear el ataque con las otras garras. Si bien no se rompía la muñeca, ella también giraría, desviado su ataque, o bien haciendo que este se encontrase con el otro extremo de mi arma. Puede que estuviera cansado, pero eso no significaba que fuera alguien precísamente débil y ella había decidido usar un movimiento vinculante.

Antes de que pudiera responder con un contraataque noté como comenzaba a encoger a un ritmo preocupante, o mejor dicho, yo me empezaba a elevar. Al, con su magistral capacidad de concentración, había ignorado deliberadamente al enemigo para comenzar a elevarse mientras recitaba el lema del último recurso, "El proyecto K". No podía creer que estuviéramos recurriendo a eso, si ni siquiera nos había salido. Lo practicamos una vez y lo dejamos a medias literalmente porque pasó el camión de los helados.

- Considera esto una oportunidad para atender a vuestros heridos y escapar de aquí antes de que esto vuele por los aires. - Dije a la chica mientras me elevaba, no me importaba seguir con el combate, pero si lo hacía no podrían contar conmigo. - Pero cuando los mejores fallan...