Kaito Takumi
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Hacía mucho desde que Kaito escuchaba algo como aquel aterrador rugido, pero recordaba aquel ruido muy bien. Había aprendido a las malas que había ciertas cosas con las que uno no tenía que meterse, como el ímpetu de las olas en medio de una tormenta o las arrolladoras corrientes tras el monzón. Sin embargo, no le quedaba otra que hacer frente a aquella fuerte corriente provocada por un solo hombre.
—Putos gyojin… —murmuró condenando la estupidez y el valor que la fuerza daba a la mitad de su raza.
Lo cierto es que maldijo ambas porque no supo bien cuál de las dos tenía enfrente. Al fin y al cabo, aquel tipo había convertido el poderoso torrente que traía consigo en una vulgar espada. Y había saltado.
El pelirrojo había luchado contra enemigos de dos, cuatro, seis y ocho patas a lo largo de su vida, tanto en tierra como en mar, y estaba acostumbrado a que sus adversarios malinterpretasen su estilo y lógica por los de un vulgar bípedo. Devorando aquel instante con sus ojos de pulpo, Kaito no sonrió a pesar de la clara ventaja que aquel salto le había regalado. Después de todo, el arma de su oponente era un río condensado, y nada podía interponerse en el camino de un río. Mucho menos a uno que viene con tanta rabia, pensó apreciando con su mantra el tufo emocional de su adversario.
Para el cerebro del verdadero hijo del mar, que engullía y procesaba ávidamente el banquete de sus sentidos, el mundo iba tan lento como una espesa melaza. El gesto de su oponente, fiero y herido por la que consideraba una justa traición, gritaba a los cuatro vientos y los siete mares el esfuerzo y la potencia con los que lanzaba el corte dispuesto a cortarle por la mitad. Aquella expresión fue despiezada y analizada mientras el cuerpo del ningyo se doblaba y avanzaba bajo su enemigo, justo a la vez que sus patas intentaban agarrarse con sus ventosas momentáneamente al suelo para aumentar la velocidad de aquel rápido agache e impulso.
La altura del sireno se redujo en un instante de dos metros y medio a apenas uno y un palmo, y su antinatural contorsión más propia de un invertebrado tenía una intención mucho más vil que una simple esquiva. Lanzaría acompañando a aquella maniobra defensiva su bichero, cruel y directo a la entrepierna de su oponente, para enganchar y seccionar la hombría y todo cuanto reposase sobre la ingle en la que la apoyaba usando el enfrentamiento de sus impulsos y su “voluntad de matar” para dar fin a aquel encuentro cuanto antes.
Despojado de su más fiel arma, su sigilo, Kaito se sentía acorralado e indefenso; y es saber popular que todo ser vivo es mucho más peligroso así.
Para terminar su peculiar movimiento, el antropófago terminaría de contorsionarse y girarse para encarar apropiadamente a su enemigo. Por muy elástico y ágil que fuese, e incluso con su ascendencia octópoda, no le era demasiado cómodo exponer su pecho y cuello hacia el oscuro cielo de la aguja. Con un poco de suerte su preciso ataque habría convertido a aquel hijo del mar en un eunuco que no tardaría en caer presa del dolor y el desangrado, y con un poco más habría afectado además a los tendones del muslo y la ancha arteria femoral, reduciendo considerablemente su capacidad de movimiento “común”. ¿Le daría aún la espalda aquel gyojin de color? ¿Podría acaso ser capaz de darse la vuelta?
—Deberías haberme arrollado…—comentó con un desprecio tan sincero que hasta destelló en sus horizontales y monstruosas pupilas—. Pareces un pielseca.
Aquel insulto, vulgar y racista, era comúnmente usado por los “verdaderos hijos del mar” para señalar a los humanos y semitritones, así como a todos aquellos acomodados hombres pez que se habían establecido en comunidades humanas o costeras “ciudades de coral”, los cuales, a ojos de la esta cultura “purista”, habían renegado de su verdadera naturaleza y del mar. Era de las peores cosas que se le podía decir a un gyojin o ningyo, y aunque desde luego no era tan original como otros insultos más apropiados para los de su estirpe, como el sonoro "chupaostras", desde luego era de los más crueles.
<< No conoces el mar ni los daños que la torre ha hecho al West. No vale la pena el genocidio cuando este condena aún más el equilibrio de las aguas y el flujo de las corrientes... No así. No de una manera tan burda e irresponsable. >>
Aquel pensamiento no fue verbalizado. Kaito no era dado a los discursos, ni de héroe ni de villano, y desde luego no iba a darle explicaciones a un enemigo. Incluso si le hubiera derrotado con aquel movimiento, o incluso si este hubiera acabado en el suelo enroscándose como una sanguinolenta y temblorosa cochinilla, el ningyo no hubiera contribuido al silencio. No quería nada de él, ni explicaciones siquiera, ya que tan solo le parecía alguien estúpido y engañado por quien presuponía que estaba detrás de todo.
¿Colaboraría el gobierno con Viktor para promover una cruzada contra la revolución y lo que ese tal “Krauser” representaba? Todo parecía indicar que sí, especialmente cuando el Rey del bajo mundo había llegado antes que nadie con tantos recursos y había estado acompañado por un “agente” del mismo con el que había revelado mantener un "acuerdo" allá en su carpa privada.
—Putos gyojin… —murmuró condenando la estupidez y el valor que la fuerza daba a la mitad de su raza.
Lo cierto es que maldijo ambas porque no supo bien cuál de las dos tenía enfrente. Al fin y al cabo, aquel tipo había convertido el poderoso torrente que traía consigo en una vulgar espada. Y había saltado.
El pelirrojo había luchado contra enemigos de dos, cuatro, seis y ocho patas a lo largo de su vida, tanto en tierra como en mar, y estaba acostumbrado a que sus adversarios malinterpretasen su estilo y lógica por los de un vulgar bípedo. Devorando aquel instante con sus ojos de pulpo, Kaito no sonrió a pesar de la clara ventaja que aquel salto le había regalado. Después de todo, el arma de su oponente era un río condensado, y nada podía interponerse en el camino de un río. Mucho menos a uno que viene con tanta rabia, pensó apreciando con su mantra el tufo emocional de su adversario.
Para el cerebro del verdadero hijo del mar, que engullía y procesaba ávidamente el banquete de sus sentidos, el mundo iba tan lento como una espesa melaza. El gesto de su oponente, fiero y herido por la que consideraba una justa traición, gritaba a los cuatro vientos y los siete mares el esfuerzo y la potencia con los que lanzaba el corte dispuesto a cortarle por la mitad. Aquella expresión fue despiezada y analizada mientras el cuerpo del ningyo se doblaba y avanzaba bajo su enemigo, justo a la vez que sus patas intentaban agarrarse con sus ventosas momentáneamente al suelo para aumentar la velocidad de aquel rápido agache e impulso.
La altura del sireno se redujo en un instante de dos metros y medio a apenas uno y un palmo, y su antinatural contorsión más propia de un invertebrado tenía una intención mucho más vil que una simple esquiva. Lanzaría acompañando a aquella maniobra defensiva su bichero, cruel y directo a la entrepierna de su oponente, para enganchar y seccionar la hombría y todo cuanto reposase sobre la ingle en la que la apoyaba usando el enfrentamiento de sus impulsos y su “voluntad de matar” para dar fin a aquel encuentro cuanto antes.
Despojado de su más fiel arma, su sigilo, Kaito se sentía acorralado e indefenso; y es saber popular que todo ser vivo es mucho más peligroso así.
Para terminar su peculiar movimiento, el antropófago terminaría de contorsionarse y girarse para encarar apropiadamente a su enemigo. Por muy elástico y ágil que fuese, e incluso con su ascendencia octópoda, no le era demasiado cómodo exponer su pecho y cuello hacia el oscuro cielo de la aguja. Con un poco de suerte su preciso ataque habría convertido a aquel hijo del mar en un eunuco que no tardaría en caer presa del dolor y el desangrado, y con un poco más habría afectado además a los tendones del muslo y la ancha arteria femoral, reduciendo considerablemente su capacidad de movimiento “común”. ¿Le daría aún la espalda aquel gyojin de color? ¿Podría acaso ser capaz de darse la vuelta?
—Deberías haberme arrollado…—comentó con un desprecio tan sincero que hasta destelló en sus horizontales y monstruosas pupilas—. Pareces un pielseca.
Aquel insulto, vulgar y racista, era comúnmente usado por los “verdaderos hijos del mar” para señalar a los humanos y semitritones, así como a todos aquellos acomodados hombres pez que se habían establecido en comunidades humanas o costeras “ciudades de coral”, los cuales, a ojos de la esta cultura “purista”, habían renegado de su verdadera naturaleza y del mar. Era de las peores cosas que se le podía decir a un gyojin o ningyo, y aunque desde luego no era tan original como otros insultos más apropiados para los de su estirpe, como el sonoro "chupaostras", desde luego era de los más crueles.
<< No conoces el mar ni los daños que la torre ha hecho al West. No vale la pena el genocidio cuando este condena aún más el equilibrio de las aguas y el flujo de las corrientes... No así. No de una manera tan burda e irresponsable. >>
Aquel pensamiento no fue verbalizado. Kaito no era dado a los discursos, ni de héroe ni de villano, y desde luego no iba a darle explicaciones a un enemigo. Incluso si le hubiera derrotado con aquel movimiento, o incluso si este hubiera acabado en el suelo enroscándose como una sanguinolenta y temblorosa cochinilla, el ningyo no hubiera contribuido al silencio. No quería nada de él, ni explicaciones siquiera, ya que tan solo le parecía alguien estúpido y engañado por quien presuponía que estaba detrás de todo.
¿Colaboraría el gobierno con Viktor para promover una cruzada contra la revolución y lo que ese tal “Krauser” representaba? Todo parecía indicar que sí, especialmente cuando el Rey del bajo mundo había llegado antes que nadie con tantos recursos y había estado acompañado por un “agente” del mismo con el que había revelado mantener un "acuerdo" allá en su carpa privada.
- Datos Bélicos y cosas técnicas Off-Rol:
Vamos a ver, empecemos con la clase
Nivel 40: Sigilo 4, Reflejos 4, Agilidad 2 (+3),= 5 Velocidad 1, Supervivencia 2
Bonos Pasivos:
x2 a Agilidad
x2 a Sigilo
x2 a Velocidad
Activando Haki de Observación (Turno 2) (Por que he descansado 1 pero no dos rondas desde la última activación). + Una modalidad que me permite "oler" emociones. -> Haki de Observación: Empatía 3 / Visión 1
Activando el Haki de Armadura (Turno 1). -> Haki de Armadura: Armamento 1 / Armadura 0
Y usando mi ámbito no usuario "Intelecto Cruel" para "devorar los detalles", al que se le hace alusión también con el cambio en las pupilas que se da cuando se activa el componente activo:- Extracto de Intelecto Cruel:
- El intelecto del joven se pone en marcha para analizar los movimientos de un rival, técnica o entorno, devorando ansiosamente lo que perciben sus sentidos (todos, pero no hay ningún cambio físico aparente aparte de los ojos) obteniendo un x2 de Reflejos durante 2 turnos (Con 2 post de recarga). A efectos prácticos, el cerebro de Kaito es capaz de comprender (o al menos teorizar sobre) lo que procesa, analizándolos y tal (parte del componente pasivo).
Mejora: x2 Reflejos (100%) durante 2 Turnos. 2 Turnos de Recarga
Además dado el análisis del combate y que le miro mucho, es el primer turno de la Canalización de mi técnica Voyeur, que necesita de dos rondas de combate, para usarla en el futuro con su mejora de reflejos al analizar a un individuo (el gyojin nigga).
Las armas, el cuchillo y el bichero de una mano, ambos de madera, tienen tenacidad y dureza genuina. La capa es impermeable e ignífuga y creo que no se me pasa nada más. (Link a la ficha en firma)
Parece que tu ataque va a resultar efecto, sin embargo en el último momento todo se parece desmoronar. Su pie golpea el aire, creando agua en el momento y utilizando esta para impulsarse como una imitación del geppou. Esquiva tu ataque con ese impulso y además pasa por encima tuya en una pirueta, aterrizando detrás tuya. Sin embargo, parece que respeta tu capacidad para hablar, pues escucha tu insulto.
—Me llamas pielseca cuando tú blandes tu arma contra el jinete. Si estás contra la aguja estás junto al sistema que nos oprime, que nos esclaviza... ¡Estás con ellos!
Mueve la mano derecha, dejando un rastro de agua que sale de sus dedos como látigos. Dirige estos al brazo con el que agarras tu arma con el propósito de agarrarlo como si de tentáculos se tratara, para después tirar de estos para obligarte a acercarte a él y que pueda apuñalarte con su espada.
—Me llamas pielseca cuando tú blandes tu arma contra el jinete. Si estás contra la aguja estás junto al sistema que nos oprime, que nos esclaviza... ¡Estás con ellos!
Mueve la mano derecha, dejando un rastro de agua que sale de sus dedos como látigos. Dirige estos al brazo con el que agarras tu arma con el propósito de agarrarlo como si de tentáculos se tratara, para después tirar de estos para obligarte a acercarte a él y que pueda apuñalarte con su espada.
Kaito Takumi
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Ambos contendientes salieron indemnes de sus respectivos ataques usando su agilidad y sucios trucos. Bueno, Kaito quedó empapado cuando el escalón de agua que había usado el de tez morena le cayó encima como una pesada cuba de agua.
El pelirrojo agradeció con una sonrisa el húmedo frescor que tocó su rostro, el cual había quedado desprovisto de la capucha tras la contorsión que había realizado el instante anterior. El combate se ponía interesante, tanto o más como era peligroso. Lo único que lamentaba era que las motivaciones de su contrincante fuesen tan cliché.
Retrocediendo lo más rápidamente que podía con seis de sus tentáculos, el pelirrojo intentó poner la máxima distancia entre él y su enemigo aprovechando la ausencia de accidentes en el recto pasillo encharcado. Aunque contaba con que aquello no fuese suficiente para evitar los cinco látigos dactilares que avanzaban hacia él, era lo único que podía hacer para intentar minimizar el abismal control del líquido elemento de su adversario; algo que extrapolaba de su propia experiencia en el ninjutsu gyojin. Una vez las acuáticas extremidades de su enemigo alcanzasen su brazo armado, a lo que lamentaría el detalle que tuvo su enemigo de apuntar a este y no al arma que portaba, realizó la única maniobra que podía dar fin a las “lenguas de mar” que amenazaban con tirar con él.
Para entender por qué Kaito golpeó los látigos que aguantaban su brazo con el lado plano de su cuchillo, como si majara ajos, se debe entender la naturaleza de las peligrosas construcciones acuáticas de los gyojin. En este caso, el análisis que aquí se explica, y que el pelirrojo conocía ya de sobra, se centra en el tipo “gelatinoso”, que no es más que una manera chapucera de llamar a las técnicas que controlan el agua sin asignarle una forma dura o cortante como podría ser la del cuchillo construido por el gyojin.
Toda construcción fluida de las artes gyojin se basa generalmente en el control del flujo acuático a través de partes corpóreas, en este caso la mano de su enemigo, jugando sin interrumpir el flujo de líquido. Esta peculiaridad hace que las armas, o más popularmente los tentáculos, sean prácticamente inmunes a todo corte cuya extensión sea menor a la sección del canal, ya que este recupera su forma una vez pasa la hoja de la cuchilla a través de este.
Es por esta razón, y al no disponer de una tajadera o un ancho cuchillo de carnicero, que la única alternativa que le quedaba al ningyo para librarse de aquella presa era la de hacerlos estallar, lo que intentó golpeándolos repetidas veces con lo plano de su daga de hueso y su propio control del líquido elemento para ir robando para sí el agua antes de que su enemigo fuese capaz de recuperarla.
Desgraciadamente para Kaito, no consiguió hacerlo antes de que las puntas de aquellos látigos se clavaran y tiraran de su carne. Bueno, adhiriesen. Al fin y al cabo, aquella construcción era más bien una ventosa o una cuerda, y no un garfio, y aunque esto no le hacía estar exento de daños era mucho mejor tener cinco moratones en espiral a lo largo de su brazo que cinco profundos cortes.
El dolor le hizo sujetar más fuerte su bichero, y aquello le hizo sentir aún más dolor.
—¡Serás imbécil! —le ladró. Lo que más le molestaba era su estupidez—. ¡Vengo del West donde el primer jinete ha jodido todo el puto mar! ¡Te están engañando!
El pelirrojo no pretendía siquiera convencerle, y de hecho tampoco pensaba siquiera que aquel idiota se parase a escucharle, pero en él hervía un profundo odio cuyo vapor debía salir por algún lado. No era solo el tema la catástrofe en su blue lo que le molestaba, sino más bien que la gente tan idiota como la que tenía enfrente fuesen más poderosos que él. “Los idiotas nunca dudan, mucho menos de su fuerza”, maldijo para sí reconociendo aquel terrible error que consumía las sociedades del mundo como una ponzoñosa plaga.
Lo único que hizo después, además de continuar retrocediendo, fue aprovechar sus dos rejos libres para ir recogiendo toda el agua que había entrado en su alcance para construir su propia “lengua de mar” oculta bajo su oscuro manto. Había llegado a una terrible conclusión, y esta le exigía prepararse para, y a, que su enemigo volviese a intentar apuñalarle.
Esperaba que funcionase, y desde luego esperaba que los impulsos acuáticos de los que había hecho gala el gyojin estuviesen basados en su control sobre la capa de agua que impregnaba su piel en lugar de algún artefacto mecánico.
El pelirrojo agradeció con una sonrisa el húmedo frescor que tocó su rostro, el cual había quedado desprovisto de la capucha tras la contorsión que había realizado el instante anterior. El combate se ponía interesante, tanto o más como era peligroso. Lo único que lamentaba era que las motivaciones de su contrincante fuesen tan cliché.
Retrocediendo lo más rápidamente que podía con seis de sus tentáculos, el pelirrojo intentó poner la máxima distancia entre él y su enemigo aprovechando la ausencia de accidentes en el recto pasillo encharcado. Aunque contaba con que aquello no fuese suficiente para evitar los cinco látigos dactilares que avanzaban hacia él, era lo único que podía hacer para intentar minimizar el abismal control del líquido elemento de su adversario; algo que extrapolaba de su propia experiencia en el ninjutsu gyojin. Una vez las acuáticas extremidades de su enemigo alcanzasen su brazo armado, a lo que lamentaría el detalle que tuvo su enemigo de apuntar a este y no al arma que portaba, realizó la única maniobra que podía dar fin a las “lenguas de mar” que amenazaban con tirar con él.
Para entender por qué Kaito golpeó los látigos que aguantaban su brazo con el lado plano de su cuchillo, como si majara ajos, se debe entender la naturaleza de las peligrosas construcciones acuáticas de los gyojin. En este caso, el análisis que aquí se explica, y que el pelirrojo conocía ya de sobra, se centra en el tipo “gelatinoso”, que no es más que una manera chapucera de llamar a las técnicas que controlan el agua sin asignarle una forma dura o cortante como podría ser la del cuchillo construido por el gyojin.
Toda construcción fluida de las artes gyojin se basa generalmente en el control del flujo acuático a través de partes corpóreas, en este caso la mano de su enemigo, jugando sin interrumpir el flujo de líquido. Esta peculiaridad hace que las armas, o más popularmente los tentáculos, sean prácticamente inmunes a todo corte cuya extensión sea menor a la sección del canal, ya que este recupera su forma una vez pasa la hoja de la cuchilla a través de este.
Es por esta razón, y al no disponer de una tajadera o un ancho cuchillo de carnicero, que la única alternativa que le quedaba al ningyo para librarse de aquella presa era la de hacerlos estallar, lo que intentó golpeándolos repetidas veces con lo plano de su daga de hueso y su propio control del líquido elemento para ir robando para sí el agua antes de que su enemigo fuese capaz de recuperarla.
Desgraciadamente para Kaito, no consiguió hacerlo antes de que las puntas de aquellos látigos se clavaran y tiraran de su carne. Bueno, adhiriesen. Al fin y al cabo, aquella construcción era más bien una ventosa o una cuerda, y no un garfio, y aunque esto no le hacía estar exento de daños era mucho mejor tener cinco moratones en espiral a lo largo de su brazo que cinco profundos cortes.
El dolor le hizo sujetar más fuerte su bichero, y aquello le hizo sentir aún más dolor.
—¡Serás imbécil! —le ladró. Lo que más le molestaba era su estupidez—. ¡Vengo del West donde el primer jinete ha jodido todo el puto mar! ¡Te están engañando!
El pelirrojo no pretendía siquiera convencerle, y de hecho tampoco pensaba siquiera que aquel idiota se parase a escucharle, pero en él hervía un profundo odio cuyo vapor debía salir por algún lado. No era solo el tema la catástrofe en su blue lo que le molestaba, sino más bien que la gente tan idiota como la que tenía enfrente fuesen más poderosos que él. “Los idiotas nunca dudan, mucho menos de su fuerza”, maldijo para sí reconociendo aquel terrible error que consumía las sociedades del mundo como una ponzoñosa plaga.
Lo único que hizo después, además de continuar retrocediendo, fue aprovechar sus dos rejos libres para ir recogiendo toda el agua que había entrado en su alcance para construir su propia “lengua de mar” oculta bajo su oscuro manto. Había llegado a una terrible conclusión, y esta le exigía prepararse para, y a, que su enemigo volviese a intentar apuñalarle.
Esperaba que funcionase, y desde luego esperaba que los impulsos acuáticos de los que había hecho gala el gyojin estuviesen basados en su control sobre la capa de agua que impregnaba su piel en lugar de algún artefacto mecánico.
- Cosas:
El cuchillo empuñado es una daga de hueso calidad infrecuente, el de madera, disculpen las molestias, sigue enganchado en la cuerda del bichero de madera.
Uso de Haki de Observación Turno 3.
Haki de Armamento (No usado = Descanso).
Uso de canalización turno 2 de la técnica Voyeur (La podré usar el siguiente turno para obtener un x2 a Reflejos en una acción contra este señor).
Fin del x2 a Reflejos de Intelecto Cruel.
Canalización de la técnica "Lengua de Mar", abajo extracto, para ir cogiendo los "charcos" y el agua que me ha caído y he tirado de los tentáculos para ir formando la que será una lengua no demasiado larga (dado que no estamos bajo agua ni hay tanta a mi disposición).- Lengua de Mar:
- Nombre de la técnica: Lengua de mar I
Naturaleza de la técnica: Elemental (Agua)
Descripción de la técnica:
Haciendo uso de su control del agua, el usuario es capaz de crear columnas de agua que actúan como miembros extra. Estos miembros deben estar conectados al usuario, y dependen de los movimientos del mismo para actuar consecuentemente. Al estar formados de agua, se necesita de una interacción proporcional a su tamaño para destruirlos, pues cualquier otra interacción será futil. Técnicas basadas en el karate gyojin o manipulativas del elemento pueden intentar luchar por su control sobre este (dependiente de nivel).
Al tratarse de una técnica básica (respecto a lo que puede ser), las extremidades serán un máximo de 2, con un tamaño máximo de 2 metros de largo y cincuenta centímetros de diámetro.
Bajo el agua, estas extremidades son prácticamente invisibles para cualquier persona que no sea capaz de notar su corriente hasta que sea demasiado tarde (Navegantes e Hijos del mar notan la alteración). La fuerza efectiva de los tentáculos es la propia del usuario más hasta un 200% (x3) más fuerte que el usuario debido a la cantidad de agua controlada (No se usa la fuerza del usuario para controlar el agua, sino su control del elemento). A este nivel, el usuario es capaz de mantenerlos no combativamente indefinidamente (especialmente si no hace acciones bruscas) y combativamente durante 3 turnos
Tiempo de canalización: Dependiente del líquido circundante. 1 Segundo si se encuentra sumergido, 1 s/metro cúbico si no.
No se ha usado el "Robar humedad" (técnica anterior) para quitar humedad a los tentáculos de mi rival, porque entiendo que es más bien el uso del ámbito para irla "retirando" una vez hago estallar las "cuerdas de agua". Pero como es una técnica base para control de líquidos, (en la que se basan muchas cosas) la dejo por aquí:- Ctrol de líquidos:
Nombre de la técnica: Robar humedad. Control de Líquidos I
Naturaleza de la técnica: Elemental Agua.
Descripción de la técnica:
Agarrando el aire húmedo sobre un líquido basado en agua, el usuario es capaz de atraerlo hasta él, normalmente luego sosteniéndolo pegado a él. (O no, a lo mejor se usa para remover caldos). A este nivel, el usuario es capaz de controlar hasta 2 metros cúbicos de líquido, cantidad que disminuirá dependiendo de la velocidad de la misma o el esfuerzo que tenga que realizar.
También es capaz de usarse para crear caminos preferentes de los líquidos, impidiendo una corriente pequeña reacondicionándola a tu alrededor por ejemplo para permitirte trepar por una superficie humedecida en un día de lluvia.
También podría hacerse una especie de paraguas de agua, haciendo una capa que recibiera las gotas y que discurriera hacia abajo dejando un espacio seco. O bien aguantar una herida abierta para no desangrarse. O extraer el torrente de una herida para utilizar luego "Estropajo de mar", quien sabe. (Es la técnica predecesora a las otras aquí expuestas "Lengua de mar y Estropajo de mar))
Tiempo de canalización: Variable según la manipulación. 1.5 segundo por metro cúbico de agua, (menos cantidad a más lejos esté el líquido de ser agua)
Su expresión cambia a una de molesta sorpresa cuando destruyes sus tentáculos y con ellos el intento de acercarte hacia él. Parece gruñir, mostrando sus afilados colmillos de tiburón. Lleva el brazo hacia atrás y, de golpe, ves como sus piernas se mueven a una velocidad increíble. Empieza a correr en círculos, rodeandote. Es rápido, aunque no lo suficiente como para que no lo puedas ver. Mueve su brazo y envia hacia ti un potente torrente de agua, pero se posiciona él delante. El agua lo empuja hacia ti directo a atacarte por tu izquierda con su arma... Es posible que tu planeado contraataque lo pille desprevenido.
Kaito Takumi
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Kaito no pudo oír el ensordecedor odio que eclipsó sus palabras a oídos del gyojin, pero sí que pudo apreciar, incluso desde la distancia, el apestoso hedor a frustración que manó de sus colmillos. Comprendió que su adversario había tomado una decisión; y su sentido de las corrientes le susurró lo que se avecinaba.
Quiso sonreír, pero su fría lógica convirtió aquella sensación de dulce ventaja en una agriada empatía. Saber qué sentían otros seres hacía muy difícil ignorar sus emociones. Por suerte, aceptar la inevitabilidad de las cosas y despojarlas de importancia de la que realmente carecían se le daba muy bien. Había forjado aquella frialdad con esfuerzo, y nunca cometía el error de dejar pasar una oportunidad para reforzarla y afilarla.
—Eso está mejor. Mucho mejor —comentó al ver cómo el muchacho sin nombre revelaba su ascendencia y la honraba rondándole como el depredador que realmente era. O debía ser.
Kaito fue girando sobre su eje intentando seguir el ritmo de la carrera de su enemigo, pero incluso contando con la ventaja de estar en el centro de la circunferencia que trazaba este, no era capaz de mantenerle siempre centrado en su campo visual. Tampoco es que le hiciese mucha falta teniendo en cuenta que su mantra le apoyaba, pero al pelirrojo jamás le había gustado poner todos los huevos en una misma cesta.
Habiendo reunido unos cincuenta o sesenta litros como una viscosa madeja de agua, los tentáculos que la sujetaban la hicieron girar bajo su capa para circularla en torno a la riñonera a medio reventar que contenía los trofeos que había ido recogiendo. Justo en el momento en que el agua empezaba a diluir el poderoso veneno que quedaba en los colmillos de la mujer araña, el bastardo del gyojin comenzó su ataque por el flanco.
—Me cago en la mar —blasfemó viendo lo que se le echaba encima.
Incluso habiendo previsto que su contrincante acabaría tomando su sugerencia de arrollarle usando la misma técnica que le había llevado hasta allí, enfrentarse a aquello era otra historia. Le impresionaba la facilidad con la que el muchacho de pies palmeados se movía y aprovechaba el agua liberada para aumentar aún más la potencia de su ataque. Y le asustaba que había sido lo suficientemente listo como para atacarle transversalmente al enorme pasillo, dándole mucho menos tiempo para librarse de la infame carga antes de que esta le estampase y anclase permanentemente a la pared.
"Aunque lo más probable es que crea que vaya a esquivarlo", se jactó reconsiderando la capacidad intelectual de su enfurecido oponente.
En la ínfima fracción de tiempo entre la que su haki le advirtió del ataque y que pudo ver cómo se acercaba propulsándose espada en mano, Kaito puso en práctica el contrataque que había ido preparando durante su huida y para el que había centrado su análisis. De nuevo, para entender qué y cómo funcionaba este, debemos dar una pequeña explicación al respecto al segundo tipo de construcciones gyojin: los constructos de presión.
Considerad que un haz de agua es capaz de cortar hasta las más duras rocas, si se le aplica la suficiente presión. Ahora pensad que sois capaces, como los más avezados en las artes gyojin, a amoldar el líquido prácticamente por voluntad, pudiendo condensar miles y miles de litros en formas tan duras y sometidas a tanta fuerza que rivalizan con materiales realmente sólidos. Estas técnicas son consideradas por los gyojin como uno de los epítetos de sus artes, y normalmente requieren del control y el esfuerzo de un experto para contener su fuerza dentro de una forma física, como una espada. Por supuesto, algo así no es usado a la ligera, y el mantenimiento de estas construcciones es energéticamente costoso, ya que uno debe continuar sosteniendo la inmensa presión que constantemente desea escapar por algún lado. ¿Bien? Bien.
Kaito sabía cuán difícil era realizar esto porque, en sus muchos intentos por dominar y desarrollar su particular versión dentro de este ámbito, apenas había podido controlar la suficiente presión como para… Bueno, como para hacer algo más que quitar mugre requemada de sartenes y ollas. Así que sabía bien cuán fácil era que el agua se descontrolara y estallase mojándole a él y a su cocina enteros…. Y eso que él trataba con construcciones que siquiera llegaban a cortar.
¿Véis por dónde va la cosa? ¿No? Vaya. Quizás el siguiente párrafo de contexto de alguna pista adicional.
Pensad en los hijos del mar, gyojin y ningyo, una raza dual castigada por los hombres de piel seca bajo el yugo de la esclavitud y cuya historia había sido prácticamente eclipsada por esta lucha racial… ¿Creéis que alguien recuerda la última vez que se dio una guerra civil interna? Pues claro que no. De hecho, prácticamente nadie conoce que ellos mismos tenían esta clase de problemas antes de lidiar con los humanos. Aquí es donde entra la particular e impopular versión de las artes gyojin que había estudiado Kaito, “El ninjutsu gyojin”. Este ancestral y prácticamente perdido estilo de lucha —aún más perdido por el inmenso protagonismo que había cobrado el kárate— sí que recogía varios principios de la lucha entre los hijos del mar. Una lucha sucia cuya única motivación era la de ganar y sobrevivir…
Ahora que se han dado estas pinceladas para entender las bases de cómo el ningyo pretendía realizar el contrataque, volvamos a este.
Girándose para aceptar la embestida en vez de aprovechar la mínima superficie de su flanco, Kaito retrocedió un par de pasos a la vez que extendía sus dos tentáculos delanteros casi a ras del suelo como los colmillos de un elefante. Hecho este cambio de postura, cuya intención y forma estaban escondidos tras la capucha, lanzó el cuchillo a la cabeza de su adversario a punto de llegar casi sin fuerza. Aquello solo era un reclamo para que levantase la cuchilla y desviase su atención algo hacia arriba, así como una maniobra necesaria para coger su bichero con las dos manos y defenderse con este del ataque.
Entonces llegaría el choque de aceros, aunque dado que Kaito dejó sus tentáculos de apoyo flojos y sueltos, sería considerado más bien un arrastre. Envuelto en la intensidad de aquella carga, el ningyo se dejó arrollar mientras su torso superior luchaba en contra de la cuchilla acuática. Con el frío filo detenido por el bichero sostenido por ambos extremos con toda su fuerza y parte de su voluntad, el ningyo “detuvo” el ataque, aunque no consiguió detener la feroz punta inclinada que se clavó sobre su clavícula.
Las palmas le ardían y temblaban intentando sostener aquella abismal fuerza, por no hablar de las magulladuras que sufrían sus piernas arrastradas por el suelo, pero sabía que no le quedaba otra opción. Aquello había sido un mal menor, aunque no tan pequeño como le hubiese gustado, para cumplir su macabro propósito. Continuó mirándole a los ojos mientras su arma oculta entraba en juego y la pared de su espalda dejaba de ser una lejana preocupación.
El propósito del ningyo era simple, decapitar a su adversario allá donde la dura piel del tiburón se abría para dejar hueco a las branquias. Usando su lengua de mar, o más bien lenguas, pues esta se dividía para cada tentáculo, lanzó las construcciones como látigos siguiendo los lados de la cuchilla para así parasitarla. Su intención era crear una disrupción allá donde era más débil, en los lados planos, destruyéndola y aprovechando la presión liberada en su propio beneficio. Si todo salía bien, y habiendo proyectado un camino preferente hacia las branquias con las prolongaciones de treinta litros que manaban de sus tentáculos, aquello sería suficiente para seccionar aquel tejido fuertemente irrigado hasta el hueso. O al menos para destrozar las gruesas arterias que proveían de oxígeno al cuerpo del ningyo cuando este respiraba bajo el agua.
Como mínimo, si no llegaba a matarle en el acto, habría acabado con el sentido de su vida. Al fin y al cabo, ¿qué clase de hijo del mar sería si no pudiese respirar bajo el agua? Por no hablar del veneno que estaba diluido en la punta de agua que saldría propulsada, que también contribuiría a poner fin a aquel combate si todo salía bien.
Terminado su ataque, o más bien su intento de, Kaito aprovecharía sus tentáculos estirados durante el arrastre y su trayectoria para anclarse con dos pares al suelo y con el sobrante a los pies de su enemigo. Una vez el momentáneo anclaje al terreno diese sus frutos y le alejara de su contrincante arrastrándole bajo él, el muchacho intentaría utilizar el agarre a este para cambiar del todo las tornas de aquella pelea —valiéndole de esto a su vez para evitar ser estampado contra el muro. ¿Cómo? Pues simplemente llevándose consigo al soltarle el torrente que les había impulsado antes de que el tiburón tuviese la oportunidad de absorberlo y redirigirlo para cambiar su desagradable trayectoria. De hecho, intentaría sostenerse y girar con este para que su inevitable caída al suelo fuese lo menos grave posible.
Ya desde el suelo, se pondría tambaleantemente en pie —o en tentáculos— lo más rápido posible para ver qué tal le había salido su maniobra.
Quiso sonreír, pero su fría lógica convirtió aquella sensación de dulce ventaja en una agriada empatía. Saber qué sentían otros seres hacía muy difícil ignorar sus emociones. Por suerte, aceptar la inevitabilidad de las cosas y despojarlas de importancia de la que realmente carecían se le daba muy bien. Había forjado aquella frialdad con esfuerzo, y nunca cometía el error de dejar pasar una oportunidad para reforzarla y afilarla.
—Eso está mejor. Mucho mejor —comentó al ver cómo el muchacho sin nombre revelaba su ascendencia y la honraba rondándole como el depredador que realmente era. O debía ser.
Kaito fue girando sobre su eje intentando seguir el ritmo de la carrera de su enemigo, pero incluso contando con la ventaja de estar en el centro de la circunferencia que trazaba este, no era capaz de mantenerle siempre centrado en su campo visual. Tampoco es que le hiciese mucha falta teniendo en cuenta que su mantra le apoyaba, pero al pelirrojo jamás le había gustado poner todos los huevos en una misma cesta.
Habiendo reunido unos cincuenta o sesenta litros como una viscosa madeja de agua, los tentáculos que la sujetaban la hicieron girar bajo su capa para circularla en torno a la riñonera a medio reventar que contenía los trofeos que había ido recogiendo. Justo en el momento en que el agua empezaba a diluir el poderoso veneno que quedaba en los colmillos de la mujer araña, el bastardo del gyojin comenzó su ataque por el flanco.
—Me cago en la mar —blasfemó viendo lo que se le echaba encima.
Incluso habiendo previsto que su contrincante acabaría tomando su sugerencia de arrollarle usando la misma técnica que le había llevado hasta allí, enfrentarse a aquello era otra historia. Le impresionaba la facilidad con la que el muchacho de pies palmeados se movía y aprovechaba el agua liberada para aumentar aún más la potencia de su ataque. Y le asustaba que había sido lo suficientemente listo como para atacarle transversalmente al enorme pasillo, dándole mucho menos tiempo para librarse de la infame carga antes de que esta le estampase y anclase permanentemente a la pared.
"Aunque lo más probable es que crea que vaya a esquivarlo", se jactó reconsiderando la capacidad intelectual de su enfurecido oponente.
En la ínfima fracción de tiempo entre la que su haki le advirtió del ataque y que pudo ver cómo se acercaba propulsándose espada en mano, Kaito puso en práctica el contrataque que había ido preparando durante su huida y para el que había centrado su análisis. De nuevo, para entender qué y cómo funcionaba este, debemos dar una pequeña explicación al respecto al segundo tipo de construcciones gyojin: los constructos de presión.
Considerad que un haz de agua es capaz de cortar hasta las más duras rocas, si se le aplica la suficiente presión. Ahora pensad que sois capaces, como los más avezados en las artes gyojin, a amoldar el líquido prácticamente por voluntad, pudiendo condensar miles y miles de litros en formas tan duras y sometidas a tanta fuerza que rivalizan con materiales realmente sólidos. Estas técnicas son consideradas por los gyojin como uno de los epítetos de sus artes, y normalmente requieren del control y el esfuerzo de un experto para contener su fuerza dentro de una forma física, como una espada. Por supuesto, algo así no es usado a la ligera, y el mantenimiento de estas construcciones es energéticamente costoso, ya que uno debe continuar sosteniendo la inmensa presión que constantemente desea escapar por algún lado. ¿Bien? Bien.
Kaito sabía cuán difícil era realizar esto porque, en sus muchos intentos por dominar y desarrollar su particular versión dentro de este ámbito, apenas había podido controlar la suficiente presión como para… Bueno, como para hacer algo más que quitar mugre requemada de sartenes y ollas. Así que sabía bien cuán fácil era que el agua se descontrolara y estallase mojándole a él y a su cocina enteros…. Y eso que él trataba con construcciones que siquiera llegaban a cortar.
¿Véis por dónde va la cosa? ¿No? Vaya. Quizás el siguiente párrafo de contexto de alguna pista adicional.
Pensad en los hijos del mar, gyojin y ningyo, una raza dual castigada por los hombres de piel seca bajo el yugo de la esclavitud y cuya historia había sido prácticamente eclipsada por esta lucha racial… ¿Creéis que alguien recuerda la última vez que se dio una guerra civil interna? Pues claro que no. De hecho, prácticamente nadie conoce que ellos mismos tenían esta clase de problemas antes de lidiar con los humanos. Aquí es donde entra la particular e impopular versión de las artes gyojin que había estudiado Kaito, “El ninjutsu gyojin”. Este ancestral y prácticamente perdido estilo de lucha —aún más perdido por el inmenso protagonismo que había cobrado el kárate— sí que recogía varios principios de la lucha entre los hijos del mar. Una lucha sucia cuya única motivación era la de ganar y sobrevivir…
Ahora que se han dado estas pinceladas para entender las bases de cómo el ningyo pretendía realizar el contrataque, volvamos a este.
Girándose para aceptar la embestida en vez de aprovechar la mínima superficie de su flanco, Kaito retrocedió un par de pasos a la vez que extendía sus dos tentáculos delanteros casi a ras del suelo como los colmillos de un elefante. Hecho este cambio de postura, cuya intención y forma estaban escondidos tras la capucha, lanzó el cuchillo a la cabeza de su adversario a punto de llegar casi sin fuerza. Aquello solo era un reclamo para que levantase la cuchilla y desviase su atención algo hacia arriba, así como una maniobra necesaria para coger su bichero con las dos manos y defenderse con este del ataque.
Entonces llegaría el choque de aceros, aunque dado que Kaito dejó sus tentáculos de apoyo flojos y sueltos, sería considerado más bien un arrastre. Envuelto en la intensidad de aquella carga, el ningyo se dejó arrollar mientras su torso superior luchaba en contra de la cuchilla acuática. Con el frío filo detenido por el bichero sostenido por ambos extremos con toda su fuerza y parte de su voluntad, el ningyo “detuvo” el ataque, aunque no consiguió detener la feroz punta inclinada que se clavó sobre su clavícula.
Las palmas le ardían y temblaban intentando sostener aquella abismal fuerza, por no hablar de las magulladuras que sufrían sus piernas arrastradas por el suelo, pero sabía que no le quedaba otra opción. Aquello había sido un mal menor, aunque no tan pequeño como le hubiese gustado, para cumplir su macabro propósito. Continuó mirándole a los ojos mientras su arma oculta entraba en juego y la pared de su espalda dejaba de ser una lejana preocupación.
El propósito del ningyo era simple, decapitar a su adversario allá donde la dura piel del tiburón se abría para dejar hueco a las branquias. Usando su lengua de mar, o más bien lenguas, pues esta se dividía para cada tentáculo, lanzó las construcciones como látigos siguiendo los lados de la cuchilla para así parasitarla. Su intención era crear una disrupción allá donde era más débil, en los lados planos, destruyéndola y aprovechando la presión liberada en su propio beneficio. Si todo salía bien, y habiendo proyectado un camino preferente hacia las branquias con las prolongaciones de treinta litros que manaban de sus tentáculos, aquello sería suficiente para seccionar aquel tejido fuertemente irrigado hasta el hueso. O al menos para destrozar las gruesas arterias que proveían de oxígeno al cuerpo del ningyo cuando este respiraba bajo el agua.
Como mínimo, si no llegaba a matarle en el acto, habría acabado con el sentido de su vida. Al fin y al cabo, ¿qué clase de hijo del mar sería si no pudiese respirar bajo el agua? Por no hablar del veneno que estaba diluido en la punta de agua que saldría propulsada, que también contribuiría a poner fin a aquel combate si todo salía bien.
Terminado su ataque, o más bien su intento de, Kaito aprovecharía sus tentáculos estirados durante el arrastre y su trayectoria para anclarse con dos pares al suelo y con el sobrante a los pies de su enemigo. Una vez el momentáneo anclaje al terreno diese sus frutos y le alejara de su contrincante arrastrándole bajo él, el muchacho intentaría utilizar el agarre a este para cambiar del todo las tornas de aquella pelea —valiéndole de esto a su vez para evitar ser estampado contra el muro. ¿Cómo? Pues simplemente llevándose consigo al soltarle el torrente que les había impulsado antes de que el tiburón tuviese la oportunidad de absorberlo y redirigirlo para cambiar su desagradable trayectoria. De hecho, intentaría sostenerse y girar con este para que su inevitable caída al suelo fuese lo menos grave posible.
Ya desde el suelo, se pondría tambaleantemente en pie —o en tentáculos— lo más rápido posible para ver qué tal le había salido su maniobra.
- Cosas:
Turno 3 del Haki de Obs.
Turno 1 del Haki de Armamento.
Uso de la técnica Voyeur (x2 Reflejos) ("Análisis") Ya llevo los dos turnos observando cómo se mueve.
Uso de una versión de "Con la corriente" Estilo de lucha básico, para dejarme arrastrar con la carga y (principalmente) librarme después de ella una vez realizo el contrataque. Uso de la técnica "Lengua de mar" extendiendo "tentáculos acuáticos" sobre los tentáculos reales (no quiero que me meta un bocaito, gracias).
Maestría en asesinato, que creo que cuenta como punto "vital" el cuello-branquias...
Y creo que ya.
Asumición de heridas de herida de corte (media, supongo) sobre la clavícula.
Tu contraataque le coge por sorpresa. Su acuática espada golpea el arma que iba directa a su cabeza y, cuando parecía que iba a sonreír por haber evitado tu ataque, abre los ojos como platos al ver tus verdaderas intenciones. Su brazo se pone en medio del segundo ataque, como única defensa ante aquello. Su acometida se detiene y la presión del agua explota, haciendo que caiga al suelo húmedo un par de metros a la izquierda de su posición inicial. Parece no moverse durante unos segundos y puedes ver como el agua del suelo se va tiñendo de rojo. Y a unos pocos metros de su cuerpo está su mano palmeada, cercenada de su brazo. El gyojin se levanta, llevando su otra mano al cuello, donde diste tu ataque.
—Q... ¿Qué me has hecho...? —dice con dificultad.
Parece que tu ataque no le ha cortado la cabeza, pero si su mano y además ha herido seriamente sus branquias. El gyojin se levanta, ahora manco, y parece mareado. El lado de su cuello sangra y parece algo desorientado. Sin embargo, grita. Un poderoso grito de guerra. Parece que su voluntad está haciendo que pueda superar el dolor, aunque es posible que no dure mucho más. Columnas de agua se forman a su espalda como enormes tentáculos, mientras del mango de su espada surge de nuevo su acuática hoja. Las columnas se retuercen y van directas hacia tus extremidades, con sus delgadas puntas como lanzas. Parece que quiere aprisionarte, y que las columnas no se detendrán ante un simple esquive.
—Q... ¿Qué me has hecho...? —dice con dificultad.
Parece que tu ataque no le ha cortado la cabeza, pero si su mano y además ha herido seriamente sus branquias. El gyojin se levanta, ahora manco, y parece mareado. El lado de su cuello sangra y parece algo desorientado. Sin embargo, grita. Un poderoso grito de guerra. Parece que su voluntad está haciendo que pueda superar el dolor, aunque es posible que no dure mucho más. Columnas de agua se forman a su espalda como enormes tentáculos, mientras del mango de su espada surge de nuevo su acuática hoja. Las columnas se retuercen y van directas hacia tus extremidades, con sus delgadas puntas como lanzas. Parece que quiere aprisionarte, y que las columnas no se detendrán ante un simple esquive.
Kaito Takumi
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Kaito observó sin disfrute alguno las consecuencias de su cruel contrataque. El olor que manaba del tiburón hedía a un terror y desesperación más grandes que los de perder la propia vida. Le había arrancado al pobre muchacho todo cuanto era y podía ser, privándolo de millares de placeres que solo un hijo del mar podía y debía disfrutar. Supo entonces que la carne agriada por la desdicha jamás perdería aquel horrible sabor.
—Lo necesario. —Casi sonó como una disculpa.
Incluso viendo cómo su adversario temblaba por la hemorragia y el shock físico y psicológico, Kaito no se permitió bajar la guardia. Había sobreestimado el impulso acuático y subestimado el influjo de su peso, y aquello había conllevado que su adversario estuviese mucho más cerca de lo que habría querido. Tres metros y poco no bastaban para evitar aquel desesperado ataque lanzado con el ímpetu de su último estertor.
Dio un paso hacia atrás, pero con las piernas dobladas y resentidas por el arrastre, no tenía verdaderas opciones de huir. Tampoco creía viable saltar a la pared más cercana; a unos cuantos metros de él era como si estuviese a más de cien. No había nada que pudiera hacer más que disfrutar de la humedad que le envolvía, abrazándole y sosteniéndole en un vano intento de consuelo. Iba a morir.
“No…”.
El pelirrojo posó su mano libre sobre la herida de la clavícula y comenzó a extraer su sangre en un pequeño remolino carmesí.
“Él viene a matarme”.
Con aquel último pensamiento, Kaito azotó con sus tentáculos el charco sobre el que estaba levantando una cortina de agua. El impulso le echó hacia atrás, pero el jutsu “Huída del cangrejo-pulpo” no sería suficiente para esquivar la acometida de su adversario. Aunque aquel no era su plan. Mareado por la súbita falta de sangre, su cuerpo se desplomó hacia atrás mientras su cerebro perdía todo control sobre su capacidad visual y su mantra. El mundo se había convertido en un borroso vértigo. Pero por muy traumática que fuese aquella sensación de indefensión, el plan del ningyo no requería en absoluto de aquel sentido.
El pelirrojo giró su mano siguiendo la extensión de su hombro herido, y sosteniendo el pequeño y condensado torrente rojo que había arrancado de sí extendió los dedos para dejarlo marchar. Estallando, la masa sanguinolenta se esparciría lejos de él como un reclamo a los más ferales instintos de su adversario, el cual, cegado por la falta de sangre, el odio y su ascendencia, podría confundirlo con su verdadero objetivo y optar por cambiar de trayectoria.
“Debe funcionar”, se repitió intentando que aquel pensamiento prevaleciese sobre el arrollador maremoto de pesimismo. Aunque la sangre que se había extraído no era demasiada como para que fuese un problema, el haberlo hecho tan rápidamente y en mitad del retroceso de su técnica le había dejado completamente incapaz de reaccionar y moverse de manera efectiva.
El ningyo había comprendido que el resultado de aquel combate no dependía solo de él, y aunque el engaño era uno de los recursos de su estilo de combate, este quizás no sería suficiente para que su adversario cometiese el error que Kaito tanto necesitaba.
Una vez recuperase la capacidad de moverse, el ninja del mar intentaría arrastrarse aún bocaarriba usando sus muchas patas para poner cuanta distancia pudiese entre él y su enemigo. Que hubiera podido evitar su ataque, si es que llegaba a hacerlo, no significaba que estuviese muerto… E incluso muerto aún podía resultar peligroso.
El valor y la estupidez tienden a confundirse, tanto o más como la inteligencia y la cobardía.
—Lo necesario. —Casi sonó como una disculpa.
Incluso viendo cómo su adversario temblaba por la hemorragia y el shock físico y psicológico, Kaito no se permitió bajar la guardia. Había sobreestimado el impulso acuático y subestimado el influjo de su peso, y aquello había conllevado que su adversario estuviese mucho más cerca de lo que habría querido. Tres metros y poco no bastaban para evitar aquel desesperado ataque lanzado con el ímpetu de su último estertor.
Dio un paso hacia atrás, pero con las piernas dobladas y resentidas por el arrastre, no tenía verdaderas opciones de huir. Tampoco creía viable saltar a la pared más cercana; a unos cuantos metros de él era como si estuviese a más de cien. No había nada que pudiera hacer más que disfrutar de la humedad que le envolvía, abrazándole y sosteniéndole en un vano intento de consuelo. Iba a morir.
“No…”.
El pelirrojo posó su mano libre sobre la herida de la clavícula y comenzó a extraer su sangre en un pequeño remolino carmesí.
“Él viene a matarme”.
Con aquel último pensamiento, Kaito azotó con sus tentáculos el charco sobre el que estaba levantando una cortina de agua. El impulso le echó hacia atrás, pero el jutsu “Huída del cangrejo-pulpo” no sería suficiente para esquivar la acometida de su adversario. Aunque aquel no era su plan. Mareado por la súbita falta de sangre, su cuerpo se desplomó hacia atrás mientras su cerebro perdía todo control sobre su capacidad visual y su mantra. El mundo se había convertido en un borroso vértigo. Pero por muy traumática que fuese aquella sensación de indefensión, el plan del ningyo no requería en absoluto de aquel sentido.
El pelirrojo giró su mano siguiendo la extensión de su hombro herido, y sosteniendo el pequeño y condensado torrente rojo que había arrancado de sí extendió los dedos para dejarlo marchar. Estallando, la masa sanguinolenta se esparciría lejos de él como un reclamo a los más ferales instintos de su adversario, el cual, cegado por la falta de sangre, el odio y su ascendencia, podría confundirlo con su verdadero objetivo y optar por cambiar de trayectoria.
“Debe funcionar”, se repitió intentando que aquel pensamiento prevaleciese sobre el arrollador maremoto de pesimismo. Aunque la sangre que se había extraído no era demasiada como para que fuese un problema, el haberlo hecho tan rápidamente y en mitad del retroceso de su técnica le había dejado completamente incapaz de reaccionar y moverse de manera efectiva.
El ningyo había comprendido que el resultado de aquel combate no dependía solo de él, y aunque el engaño era uno de los recursos de su estilo de combate, este quizás no sería suficiente para que su adversario cometiese el error que Kaito tanto necesitaba.
Una vez recuperase la capacidad de moverse, el ninja del mar intentaría arrastrarse aún bocaarriba usando sus muchas patas para poner cuanta distancia pudiese entre él y su enemigo. Que hubiera podido evitar su ataque, si es que llegaba a hacerlo, no significaba que estuviese muerto… E incluso muerto aún podía resultar peligroso.
El valor y la estupidez tienden a confundirse, tanto o más como la inteligencia y la cobardía.
- Cosas:
Pues uso el "Huida del cangrejo-pulpo", que está en el estilo básico como huída. También el jutsu estropajo de mar, que no tiene potencial bélico suficiente como para hacer daño, pero le he dado una vuelta de tuerca a ver qué tal. Adios al haki enmedio de la maniobra defensiva y huir una vez "se me pase el chungo de la sangre". Es como esa sensación de levantarse rápidamente y marearse, por la pérdida de sangre que no llega temporalmente al cerebro.
No tengo más técnicas ni nada, que he usado todos mis recursos, y no he podido "asumir" daños más que la indefensión porque no puedo manejar el que el tipo opte por cambiar la trayectoria de su ataque al no verme por la cortina de agua.
De todas formas, tengo "Esencia acuática" que al estar mojado como sigo estando por haberme llevado el torrente de sus pies y rodar por el suelo y tal, tiene uno menos de haki de observación para detectarme efectivamente. Aunque creo que no tiene, que si no habría entrado en juego el "Terror de las profundidades" por lo que no me podría atacar.
Estaría gracioso que lo acabase de despertar y se comiese el efecto, la verdad. Aunque no sé si lo haría porque al despertarlo es un rango menos un rango es cero... Ñeh.
He usado "acometida" porque "lanzazos" quedaba muy mal.
Tu intento de distracción fue algo ciertamente bien pensado e inteligente. Una buena salida para escapar de un tiburón herido y acorralado. Sin embargo, y lamento ser portador de malas noticias, no parece haber funcionado. Los enormes tentáculos de agua te agarran fuertemente de las muñecas y te levantan del suelo, colgando de tus brazos en el aire como un muñeco de trapo. El gyojin, cuyos ojos denotan ahora más tristeza que rabia, camina lentamente hacia ti.
—Me lo has arrebatado... todo...
Sujeta con fuerza el mango de su espada y la levanta, acercándola a tu cuello. Su única mano tiembla y sus ojos parecen apunto de llorar. Parece que no tiene muy claro que hacer.
—Separado de mi familia cuando era niño... Vendido como esclavo... rescatado... Lo único que me quedaba era la venganza y la tranquilidad de saber que después de nuestra victoria podría vivir tranquilamente... en el mar... Pero me lo has arrebatado. ¿Qué sentido tiene ahora la venganza...? Ninguno...
Baja la espada. Los tentáculos te bajan y parece que el gyojin tiene dudas. Sin embargo, su siguiente movimiento es demasiado rápido. Cuando te quieres dar cuenta, ha atravesado su propio pecho con la espada. Cae de rodillas y el agua de su arma se deshace. Finalmente, cae al suelo, muerto.
—Me lo has arrebatado... todo...
Sujeta con fuerza el mango de su espada y la levanta, acercándola a tu cuello. Su única mano tiembla y sus ojos parecen apunto de llorar. Parece que no tiene muy claro que hacer.
—Separado de mi familia cuando era niño... Vendido como esclavo... rescatado... Lo único que me quedaba era la venganza y la tranquilidad de saber que después de nuestra victoria podría vivir tranquilamente... en el mar... Pero me lo has arrebatado. ¿Qué sentido tiene ahora la venganza...? Ninguno...
Baja la espada. Los tentáculos te bajan y parece que el gyojin tiene dudas. Sin embargo, su siguiente movimiento es demasiado rápido. Cuando te quieres dar cuenta, ha atravesado su propio pecho con la espada. Cae de rodillas y el agua de su arma se deshace. Finalmente, cae al suelo, muerto.
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El plan de Kaito había fracasado estrepitosamente. Colgado por sus brazos de homínido, el pobre ningyo no llegaba con la suficiente superficie de sus tentáculos como para zafarse del ataque, y con una espada de por medio toda resistencia era no solo inútil, sino un tremendo riesgo. Estaba completamente a su merced.
Pensar no le iba a sacar de aquel problema, así que lenta y sigilosamente fue retrayendo su tentáculo izquierdo trasero para tomar uno de los dientes de la araña antes de que fuese demasiado tarde. Pero ya lo era. El gyojin había tomado una decisión.
No entendía porqué le había bajado, y desde luego aquel suicidio le pilló de sorpresa. Bueno, realmente lo que le sorprendió es que lo cometiera antes de matarle a él. Ya no había necesidad de apuñalarle con la improvisada arma escondida, aunque por asegurarse le clavó el mango del bichero en el ojo como una bandera a su “victoria”. Insistió en aquel terrible acto de conquista batiendo sus cerebro dentro de la cuenca por si las moscas.
—Qué pena… Quería preguntarte cómo has creado tentáculos sin ningún tipo de movimiento acorde —Si hubiera sido humano, le habría pateado la cabeza con rabia; pero como sireno pulpo le bastó con propinarle un bicherazo tras extraerlo de su cráneo—. Serás mejillón… podría haber intentado devolverte lo que te he quitado.
Que hubiera conseguido usar su factor linaje de adaptación marina para convertir la piel del ya fallecido en un órgano respiratorio era poco probable, pero no imposible. Tomándose un segundo para volver a la cruda realidad, Kaito dejó el estúpido e innecesario luto a un lado y empezó a tomar cuanto creía útil del cadáver.
Lo primero era rasgar sus ropas e improvisar un vendaje para su herida del hombro, y desde ahí investigaría la procedencia de la absurda cantidad del agua que aquel desgraciado podía invocar aparentemente de la nada. Dejar allí artefactos útiles era imperdonable, así que cogió todo cuanto pudo encontrar de interés y recuperó el cuchillo lanzado solo para lamentar no tener brazos ni hueco suficiente. Decidió entonces quitarse la capa y usarla como un improvisado saco procurando doblarla por allá donde no estaba rota. Llevando este con uno de sus tentáculos y usando el otro para presionar el improvisado vendaje, aún le quedaban seis de sus rejos libres que no tardó en enrollar como pezuñas.
Lanzando una mirada al lejano combate de su compañero, el pelirrojo frunció el ceño al no ver los suficientes avances. Desde allí el camufla¡je de aquel lagarto era inútil, ya que la perspectiva por la que había optado enfocarlo era totalmente contraria a la del ningyo, y pensó que quizás podría aprovechar esto para darle una puñalada por la espalda. Pero reconsideró rápidamente aquello sabiendo que no tenía tiempo que perder ayudando al peliazul. Contorsionando al cadáver para usarlo como improvisada señal de que había continuado al centro de la estructura, Kaito abandonó a su suerte al espadachín que justo acababa de transformarse.
—Pff... akumas.
Los ruidos que escuchaba y vibraban por los muros de la torre eran un constante recuerdo del poco tiempo que quedaba para el final del North. Tenía que darse prisa, y cual caballero octópodo galopó todo lo rápidamente que sus doloridas patas le permitían.
Pensar no le iba a sacar de aquel problema, así que lenta y sigilosamente fue retrayendo su tentáculo izquierdo trasero para tomar uno de los dientes de la araña antes de que fuese demasiado tarde. Pero ya lo era. El gyojin había tomado una decisión.
No entendía porqué le había bajado, y desde luego aquel suicidio le pilló de sorpresa. Bueno, realmente lo que le sorprendió es que lo cometiera antes de matarle a él. Ya no había necesidad de apuñalarle con la improvisada arma escondida, aunque por asegurarse le clavó el mango del bichero en el ojo como una bandera a su “victoria”. Insistió en aquel terrible acto de conquista batiendo sus cerebro dentro de la cuenca por si las moscas.
—Qué pena… Quería preguntarte cómo has creado tentáculos sin ningún tipo de movimiento acorde —Si hubiera sido humano, le habría pateado la cabeza con rabia; pero como sireno pulpo le bastó con propinarle un bicherazo tras extraerlo de su cráneo—. Serás mejillón… podría haber intentado devolverte lo que te he quitado.
Que hubiera conseguido usar su factor linaje de adaptación marina para convertir la piel del ya fallecido en un órgano respiratorio era poco probable, pero no imposible. Tomándose un segundo para volver a la cruda realidad, Kaito dejó el estúpido e innecesario luto a un lado y empezó a tomar cuanto creía útil del cadáver.
Lo primero era rasgar sus ropas e improvisar un vendaje para su herida del hombro, y desde ahí investigaría la procedencia de la absurda cantidad del agua que aquel desgraciado podía invocar aparentemente de la nada. Dejar allí artefactos útiles era imperdonable, así que cogió todo cuanto pudo encontrar de interés y recuperó el cuchillo lanzado solo para lamentar no tener brazos ni hueco suficiente. Decidió entonces quitarse la capa y usarla como un improvisado saco procurando doblarla por allá donde no estaba rota. Llevando este con uno de sus tentáculos y usando el otro para presionar el improvisado vendaje, aún le quedaban seis de sus rejos libres que no tardó en enrollar como pezuñas.
Lanzando una mirada al lejano combate de su compañero, el pelirrojo frunció el ceño al no ver los suficientes avances. Desde allí el camufla¡je de aquel lagarto era inútil, ya que la perspectiva por la que había optado enfocarlo era totalmente contraria a la del ningyo, y pensó que quizás podría aprovechar esto para darle una puñalada por la espalda. Pero reconsideró rápidamente aquello sabiendo que no tenía tiempo que perder ayudando al peliazul. Contorsionando al cadáver para usarlo como improvisada señal de que había continuado al centro de la estructura, Kaito abandonó a su suerte al espadachín que justo acababa de transformarse.
—Pff... akumas.
Los ruidos que escuchaba y vibraban por los muros de la torre eran un constante recuerdo del poco tiempo que quedaba para el final del North. Tenía que darse prisa, y cual caballero octópodo galopó todo lo rápidamente que sus doloridas patas le permitían.
- Listo Calixto:
Uso Supervivencia y ser herborista (que algo de medicina dará) para el tema de saber el vendaje. Soy biólogo también y domador... algo de primeros auxilios sabré por fuerza y lógica.
Uso de Caballero Octópodo (x2 Velocidad) para ir hacia el centro.
Se me ha comentado que no tengo que postear en esta moderación (cierre el jueves a las 18:00) si no para la siguiente.
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