Luka, NOX, Vile y Alviss vs. La espadachina albina y el enmascarado oscuro

Comienza Luka

El gyojin pensó que la situación ya estaba controlada. La esfera, pese a oponer resistencia a comprimirse, ya estaba llena de aquella sustancia, y por ende, el campo de batalla libre de esa especie de veneno.

Sin embargo, su pierna seguía sufriendo. Las venas empezaron a marcarse, y sintió que era hora de actuar. Pero algo le detuvo. Un extraño sonido le hizo girarse, algo así como una tela resquebrajándose. Al girar el rostro, el habitante del mar vió al tipo que estaba atacando a Nox y Alviss, por lo que se temió lo peor. Sin embargo, las paredes improvisadas fruto de las logias de sus compañeros seguían ahí, tambaleándose, pero aún no se habían derrumbado.

- Vaya, espero que seas más fuerte que la que está con mis compañeros, de lo contrario, me sentiré insultado.

Afortunadamente, aquél ser le dió unos segundos al gyojin que bien podían valer el combate. Rápidamente Luka intentaría encontrar algún rastro de alguna sustancia en la zona inferior de su cuerpo. Algo así como si el miasma entrase en su piel. Si lo encontraba, utilizaría su gran maestría en el gyojin kárate para expulsarlo de su cuerpo. No debería ser complicado, aunque por alguna razón, el pirata pensaba que las heridas habían sido a causa del contacto, no de una posible inmersión de la sustancia tóxica en su interior.

De cualquier manera, e intentando hacer gala de sus dominios en las artes gyojins, el pirata empezaría a rodear su cuerpo de agua, creando diversas espirales alrededor suya. Aunque más bien se trataba de algo escénico, aprovechó el momento para usar su agua curativa alrededor de las piernas, esperando que tambien surtiese algún efecto. No conocía la sustancia con la que había tenido contacto, y sus piernas dejaban de responder en mitad del combate podría ser un error fatal. En cualquier caso, y habiendo examinado su cuerpo y empleando dicha técnica, daría un par de pasos al frente y adoptaría una pose ofensiva.

- Tengo por costumbre presentarme antes de un duelo, y me gustaría que hicierais lo mismo. Soy Luka Rooney, comandante de los Arashi, y si no me equivoco… Hoy es el día de tu muerte.

El tiburón esperaría unos segundos, por si a su rival le daba por presentarse, y tras eso, correría hacia él alzando el puño para, una vez llegara a su posición, dar un par de patadas a media altura, soltar un combo de diez puñetazos alternos y finalizar con un gancho.

Probablemente no conseguiría hacer gran daño en su rival, pero serviría para ver cómo reaccionaba.

Cosas usadas:

Cosas cargadas:

La onda cortante logró impactar en Vile, quien no pudo esquivarla debido al poco espacio que había en el fortín de chocolate y sal. El joven pirata emitió un dolorido estertor al ver la sangre salir con fuerza del lado derecho de su torso. Empujado por la fuerza del golpe, cayó al suelo de espaldas, impactando con fuerza contra la plataforma. Aquello había dolido.

Con esfuerzo se levantó una vez más, observando a aquella espadachina ser emboscada por Nox, que se había posicionado detrás de ella para atacarle. "Muy bien hecho", pensó Vile.

Con la fuerza que le quedaba en las piernas, corrió a por la muchacha empuñando su dao y lanzándole un tajo horizontal al alcanzarle. Ahora estaba entre Nox y él, y solo podría cubrirse de uno. El ángulo horizontal, además, le daría la posibilidad de alcanzarle incluso si se decidía a esquivar por uno de los laterales.

Independientemente de si esquivaba, contraatacaba o bloqueaba su arma, Vile esbozaría su característica sonrisa y clavaría su pupila deformada en los ojos de aquella aguerrida muchacha.

-Buenas noches -saludó Vile con tranquilidad, como si no acabase de resultar herido-. ¿Qué te trae por aquí, guerrera? Y otra pregunta: ¿por qué ese del miasma? No tenías a nadie menos... ¿Asqueroso? Quiero decir, algunos no expulsamos un líquido putrefacto y ponzoñoso a cada paso.

Suspiró. Si le había bloqueado, seguiría hablando, pero haría uso de su enorme habilidad manual entretanto para darle la vuelta a su pistola y empuñarla como una porra.

-¡Pero qué descortés puedo llegar a ser! -exclamó, fingiendo sorpresa-. Me llamo Vile, ¿qué hay de ti?

En cuanto rompiera la concentración para responder, descargaría un poderoso golpe con la culata del arma.

Acababa de desviar sendos ataques. Aquella chica era verdaderamente perspicaz, además de hábil.

-¡Bravo! -felicitó Vile, riendo.

El refinado oído de Vile escuchó algo cortar el aire detrás de él, y habiendo visto lo que aquella espadachina era capaz de hacer con sus filos, se colocó de lado y bloqueó con su dao el arma que amenazaba con empalarlo. Con su otra mano decidió soltar el arma de fuego y agarrar el filo que se había interpuesto entre ambos por el mango. Si lo lograba, atacaría directamente, aprovechando el elemento de la sorpresa.

-Y dime, Haniri -diría el pirata si todo salía bien-. ¿Qué te ofrece el gremio como para que estés en lo alto de este mostrenco? Se ve que compañía no, por lo que me has dicho. ¿Dinero? En mi caso, lo hubiera cogido y me hubiera largado, desde luego. ¿Algo más? En ese caso, dínoslo, por favor -exhortó, mientras sonreía con una cierta condescencia-. Nos encantaría conocerte y... ¿Quién sabe? A lo mejor tú también te alegras de conocernos y te interesa cambiar de jefazo.

Si su anterior ataque era bloqueado, Vile asestaría una patada en la canilla a aquella joven. En algún momento tendría que flaquear y entonces sería víctima de las ofensivas conjuntas de los tres piratas. Tan solo esperaba que Alviss no fuera tan torpe como para clavarle sus cuchillos. Aunque sabía que era cuestión de tiempo que acabase cayendo. Luchaba contra tres adversarios en un pequeño espacio y teniendo que manejar varias armas.

-Alviss -llamaría con calma Vile-. ¿Por qué no estrechamos relaciones con esta jovencita? Muéstrale lo dulce que puede ser la cercanía.

Esperaba que Alviss pillase la indirecta. Tenía que manipular su muro para que este se fuera estrechando.

-Oh, venga ya -se quejó Vile, bufando mientras intentaba mover la espada de su sitio.

Golpeó a la chica en la pierna, tal y como planeaba, y el golpe fue tremendo. Tremendo para Vile, claro, que se sentía como si hubiese pateado un peñasco. Le dolían los dedos del pie. ¿Se los habría roto? De la inercia del golpe su pierna volvió hacia atrás, evitando convenientemente un tajo de Nox, que solo rasgó la tela de su pantalón.

-Tienes que estar bromeando -masculló, frunciendo el ceño.

"¿Quién me mandaría a meterme aquí?" pensó, superado por las circunstancias. "No voy a sacar nada de esto. Encima solo puedo quedar en ridículo ante rivales como esta chica."

Tenía que tener un plan alternativo. Alviss todavía no parecía haber captado el mensaje, y Nox estaba demasiado ocupado con la chica. El joven de Arabasta no tenía poderes ni era demasiado diestro como espadachín, de modo que cualquier intento de resultar útil en el combate, más allá de sus ahora fallidas estratagemas, era inútil.

Soltó la hoja, puesto que notó que comenzaba a calentarse y aquella idea no le gustaba nada. Nox, por su parte, había logrado impactar a la chica, atrapando toda su atención y la de sus armas.

-¡Bien hecho, enmas...!

No llegó a terminar la frase. Un cuchillo se dirigió por los aires contra su rostro. Vile no tuvo tiempo para maldecir a la chica. Solo puedo abrir los ojos como platos previendo lo que se le venía encima. Movió la cabeza a un lado tan rápido como pudo, pero eso no pudo evitar que la daga abriese un corte muy profundo en su mejilla, tan hondo que parecía haber penetrado completamente su carrillo. Probó el sabor de la sangre, y entonces Vile descubrió que no tenía gracia cuando se trataba de la propia.

Sabía que la daga volvería, pero ahora que había centrado todos los filos en Nox era el momento de arriesgarlo todo y lanzar un desesperado ataque a la espalda de la joven.

-Maldita... -susurró, haciendo un esfuerzo para articular las palabras por el dolor de la mejilla.

Con todo su ser y destreza, Vile entrecerró los ojos y manteniéndose callado y centrado, arrojó una onda cortante que impactaría en la espalda de la chica. Aquel podía ser el movimiento de la victoria, aunque dudaba que fuese algo tan sencillo.

Cosas Usadas: