Lady Naja
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Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Nombre: Lay D. Naja
Apodo: Ninguno por el momento
Raza: Humana
Sexo: Femenino
Edad: 23 años
Rango/Empleo: Ciudadana (Herrera/Comerciante)
Aspecto: Es una joven veinteañera con un cuerpo delgado y atlético, pero pese a ser delgada tiene los pechos bastante desarrollados. Su estatura es cercana al metro setenta (1'67 m) y el peso de su cuerpo es ligero (45'8 kg), cualquier enclenque sería capaz de levantarla sin esfuerzo. La tez de su piel es blanca como la nieve y su tacto es fino y suave a excepción de la piel en las palmas y dedos de las manos, el cual es más áspero y robusto. Lleva algunas zonas de su cuerpo tatuadas: en el cuello tiene un tatuaje tomoe de tres comas (imagen), en la espalda lleva un tatuaje familiar representado por una serpiente y seis rosas (imagen) y por último, lleva tatuada otra serpiente desde el primer tercio del muslo izquierdo hasta debajo de los pechos (imagen) con el objetivo de tapar una quemadura que se hizo. Además de los tatuajes, lleva una perforación en el ombligo, en cada oreja lleva un pendiente del que cuelga un colmillo de cobra y su lengua es bífida. Su pelo es de un tono violeta, dejándose flequillo por delante y llevándolo recogido hacia arriba con una coleta por detrás. Su cara para algo redondeada, la pigmentación de sus ojos es verde esmeralda, sus mofletes son blanditosy muy apetecibles de pellizcar, sus labios son finos y suelen esbozar una sonrisa, haciendo ver un rostro muy alegre.
Su forma de vestir varía dependiendo de lo que esté haciendo y del lugar donde lo está haciendo, pero lo que suele llevar es un sujetador deportivo de color negro, una malla fina, ajustada y oscura que cubre desde las rodillas hasta el cuello y unas sandalias trenzadas. Suele llevar esa ropa porque le resulta muy ligera y cómoda tanto para la hora de trabajar como para la hora de entrenar. En caso de entrenar o trabajar en una zona muy fría se pondrá un abrigo beige hecho con pelaje de lobo, cubriendo la mayor parte de su cuerpo. Cuando no está trabajando o entrenando lleva ropa con colores animados y suele ponerse tops con pantalones muy cortos o minifaldas y unas sandalias con tacón (no superior a 4 centímetros). En caso de estar en un lugar frío irá más tapada, aunque no le gusta llevar mucha ropa encima.
Personalidad: Si algo la define, es su expresividad. No tiene problemas de mostrar sus sentimientos aunque sea a desconocidos, si está alegre sonreirá, si está triste se verá algo decaída, si está enfadada se pondrá seria, si tiene miedo temblará. Es una chica muy optimista y pone mucho empeño en todo lo que empieza, ya que piensa que la felicidad es el fruto que se obtiene después de un gran esfuerzo. Otra característica que destaca es su lealtad, no es leal hacia alguien en especial, pero es una mujer de palabra.
No tiene vergüenza para interactuar con otras personas, ni tampoco para pedir caprichos a la gente más cercana, aunque si no le consienten el capricho igual desaparece alguna cartera. Sí, es muy caprichosa además de quejica y tacaña. Por lo general está alegre y si cambia de ánimo no tarda en volver a estar alegre, a no ser que haya sucedido algo demasiado impactante para ella. Cuando trabaja o entrena se lo toma en serio pese a que siempre busque diversión cuando no está haciendo ninguna de ambas. Es muy cariñosa con todo el mundo, pero ha llegado a desatar algún rencor fuerte cuando le han jugado una mala pasada. También es bastante inconsciente e inocente, a la vez que muy crédula, como si de una niña despreocupada se tratase. De vez en cuando se distrae y comete errores tontos como poner azúcar en vez de sal a la comida, pero quitando sus distracciones es una chica muy atenta y observadora. Si ve alguna injusticia intentará intervenir, aunque después seguramente insista en recibir algo a cambio.
Trasfondo + Historia (Modo on-rol): Hola amiga/o, si ya me has puesto una voz mental, será mejor que la borres, porque no puedo hablar. Bueno, no es que no pueda, es que no me entenderías, pero olvidémonos de eso por ahora. Mi nombre real es Lay D. Naja, pero la gente de mi pueblo siempre lo decía deprisa y como soy una señorita pues al final se me quedó como Lady Naja. Las únicas personas que conocen mi verdadero nombre son mis familiares que siguen vivos.
Ahora sí, a lo importante: desde que nací he vivido en una pequeña villa perteneciente a las Islas Gecko, más concretamente, en una casa en lo alto de una colina al este de Villa Syrup. Mi padre es un revolucionario y viene de una familia de revolucionarios, era conocido como Lay D. Roy, pero ya no se habla mucho de él. Tampoco se conoce su paradero y ni siquiera sé si está vivo, pero creo que aún sigue dando guerra. Por parte paterna no tengo ningún familiar vivo, según mi padre "todos fallecieron en combate". Mi madre viene de una familia de herreros, pero ella decidió unirse a los revolucionarios junto a mi padre siendo conocida como Lay D. Yuki. Por parte materna sólo queda vivo mi abuelo y la familia de mi tía.
Mi madre y mi padre dejaron de participar en misiones de los revolucionarios durante casi 8 años, más concretamente desde que mi madre quedó embarazada de mí hasta que cumplí los 7. Tengo muy pocos recuerdos de ambos, aunque conozco alguna que otra historia que me contaron. A día de hoy conservo los pendientes que me regaló mi madre para mi séptimo cumpleaños, son unos colmillos de cobra muy bonios que llevo siempre puestos. Lo que puedo decir con certeza es que me lo consentían casi todo, no eramos ricos, pero siempre que quería algo lo conseguían. También me enfadé con ellos cuando se marcharon y me dejaron atrás, pues por aquel entonces no tenía sueños y sólo quería estar con ellos. Tras aquello mi abuelo empezó a hacerse cargo de mí. En un principio no me gustaba estar con él porque era mucho más severo que mis padres, me hacía leer libros para estudiar, me obligaba a hacer las tareas del hogar y no me compraba muchas cosas. Por culpa de aquello me volví una niña bastante repelente, contestona y malhumorada.
Pasado un año mi abuelo consiguió construir un taller al lado de casa donde seguir trabajando como herrero. Con lo que ganaba podíamos llevar una vida decente, aunque era agotador hacerme cargo de la casa y de las entregas de la herrería por mi cuenta mientras él trabajaba. Por suerte conocí a un niño de mi edad llamado Magnum. Al principio me caía muy mal, pero poco a poco empecé a juntarme mucho con él, más que nada porque era el único niño que tenía mi edad en la villa. Éramos los más pequeños y los siguientes más mayores nos sacaban una decena de años. Cuando cogimos más confianza entre nosotros me contó que su sueño era ser uno de los mejores espadachines del Nuevo Mundo y yo me reí de él. Todavía recuerdo el cabreo que pilló, se enfadó tanto que me retó a un duelo con unas espadas de madera con las que él entrenaba. Al final terminé perdiendo como era de esperar, pues nunca antes había peleado con alguien. La derrota despertó algo de rencor hacia él por aprovecharse de su experiencia para demostrar que cumpliría su sueño, así que empecé a retarle día tras día para poder vencerle y demostrarle que no lo conseguiría.
Cuando cumplí 12 años mi abuelo me contó una historia, el inicio de la tradición de mi familia: hace muchos años una mujer quiso fabricar la mejor katana del mundo, pero pese a ser una gran herrera no consiguió cumplir su sueño. Su hijo tomó el legado e iba por el buen camino, pero tampoco lo logró. La siguiente generación fue muy numerosa y estuvieron compitiendo entre ellos para ver quien fabricaba la mejor arma, pero tampoco llegaron a ser reconocidos mundialmente. Así pues, aquella generación decidió que todos los miembros de la familia y sus descendencias serían tatuados con seis rosas y una serpiente hasta que un miembro lograse cumplir el sueño de sus ancestros. Según mi abuelo es un tatuaje que simboliza la perseverancia y su sueño sigue siendo el mismo que el de toda la familia. La única que no ha seguido ese camino ha sido mi madre, aunque sí recuerdo haberle visto el tatuaje en la espalda.
Después de escuchar aquella tradición me hice un tatuaje de un tomoe con tres comas en el cuello para ver si hacía daño. La verdad es que se me salieron algunas lágrimas, pero el dolor se podía soportar. Por otra parte, mi abuelo me enseñó a hacer afilados para que le ayudara más y como compensación me regaló una katana que hizo él mismo. El mismo día que me la regaló fui a ver a Magnum y a presumirle la katana. Se puso muy pesado con que se la dejara, así que, muy disconforme, se la entregué sacándole la lengua. Lo que no sabía es que aquella acción me iba a dejar con una lengua bífida, como las serpientes. ¡Sí, el muy desgraciado me cortó la lengua en cuanto agarró el mango de la katana! Ahí aprendí que hay que tratar bien a la gente si no quieres salir mal parada, no obstante, estuve una buena temporada sin dirigirle la palabra por lo que me hizo.
Durante los siguientes tres años, mi amigo consiguió hacerse con una katana y seguía usándome para entrenar. Gracias a ello, tanto mi nivel físico como técnico mejoró bastante. Mi vida en casa no había cambiado mucho: leía, seguía con las tareas del hogar y ayudaba en la herrería. Lo que sí cambió mi vida fue un acontecimiento poco antes de mis 16 años. Un día, Magnum y yo, fuimos al puerto a comprar pescado fresco con la tremenda desgracia de toparnos con unos piratas que vinieron a saquearlo. Hubo resistencia por parte de los pescadores, comerciantes y la gente del pueblo en general, así que los piratas sacaron los cañones y comenzaron a bombardear sin miramiento. Mi amigo y yo fuimos comenzamos a correr hacia la colina para refugiarnos en mi casa, pero una de las balas cayó a pocos metros de nosotros. Mi amigo perdió un brazo por protegerme de la explosión, mientras que yo salí sin ningún daño aparente, pero con el paso de los segundos me di cuenta de que algo no iba bien, había perdido el sentido del equilibrio. Daba pasos torpes mientras cargaba a mi amigo para escpar de allí y no mucho más tarde me di cuenta que no era capaz de escuchar nada, podía ver el humo y el destrozo que provocaban las balas de cañón, podía sentir el suelo retumbar, pero no podía escuchar el sonido de los disparos, ni los gritos de la gente entrando en pánico. Seguí hacia delante sin mirar atrás hasta llegar a casa del abuelo. Él fue quien se encargó de darnos primeros auxilios y en cuanto pasó el peligro nos llevó a un hospital.
Tras aquellos sucesos estuve varios días deprimida, encerrada llorando en mi cuarto y planteándome muchas preguntas. Cuando me animé a salir fui a ver a mi abuelo, pero estaba ocupado trabajando y me quedé mirando hasta que terminó de dar martillazos. Mientras observaba la dedicación que le ponía mi abuelo a su trabajo me di cuenta de que las respuestas que buscaba estaban ahí delante, lo único que necesitaba era seguir hacia delante con todas mis ganas. Mi abuelo era feliz pese a no conseguir su sueño, sólo a base de esfuerzo y dedicación. A los pocos días fui a casa de mi amigo para ver como estaba. Se veía bastante desanimado, había perdido su brazo bueno, ese con el que practicaba diariamente con su katana. Le agradecí que me salvara y le pedí disculpas, aunque no me gustó que saliese lastimado por mi culpa.
Pasó el tiempo y cumplí los 17. Era la edad cuando la familia por parte de mi madre se hacía el tatuaje de las seis rosas con la serpiente y yo no fui la excepción. Ese mismo día me ofrecí para aprender la profesión de herrera, había estado observando a mi abuelo durante mucho tiempo y gracias a aquello aprendí muchas cosas aunque no estuviesen relacionadas directamente con la herrería. Mi abuelo en un principio aceptó, pero más tarde tuve un pequeño accidente y me prohibió acercarme al taller. Dejando a mi abuelo de lado, mi mejor y único amigo que siguió practicando su técnica de espada conmigo, empezó a evitar los entrenamientos hasta dejarlos por completo. Tuve muchas charlas con él, algunas para animarlo a que siguiese adelante y otras más serias, pero terminó por mandarme a paseo, así que me propuse ser una espadachina conocida por todo el mundo delante de él, todo para demostrar que su él del pasado actuaba como debía.
Ahora tengo 23 años, he pasado por un duro entranamiento, sigo trabajando en la herrería sin forjar nada, mi abuelo ha fallecido por enfermedad y mi amigo está saliendo con una adolescente... Mientras tanto ando reuniendo dinero para salir de viaje, de poco sirve entrenar si no consigues fama cuando quieres ser reconocida mundialmente. También me he animado a coger el martillo para poner en práctica todo lo que he leído sobre forjas. Leyendo también he aprendido que no sólo importa la habilidad del herrero, sino que también importa la calidad de los materiales con los que trabaja, así que es otro motivo por el que salir de viaje. Durante mi viaje me gustaría encontrarme con mis padres y con los piratas que lastimaron a mi amigo.
Espero que te hayas entretenido leyendo el diario que guardaba en un cajón con mi ropa interior, si te ha gustado te invito a que me des una piruleta.
Habilidades:
- Tiene buen dominio del lenguaje corporal.
- Sabe leer los labios, aunque puede equivocarse al hacerlo.
- Es buena enganchándose a cosas y trepando.
Fortalezas:
- Tras la pérdida de su oída desarrolló su sentido del tacto, permitiéndole sentir mejor los contrastes de diferentes materiales y las vibraciones en superficies sólidas cercanas a ella. Si alguien se pone a correr detrás de ella seguramente note su presencia al sentir el ligero temblor que causan las pisadas en el suelo.
- (Fortaleza adicional por raza) Sus músculos son muy flexibles desde que nació por lo que nunca sufre de lesiones musculares a menos que se exceda demasiado o alguien le provoque una rotura.
Torpezas:
- Ser discreta no es su punto fuerte, suele ser más ruidosa que otra gente. También llama la atención por algunas de sus acciones, aunque no quiera hacerlo adrede.
- Sabe hablar y tiene voz, pero no pronuncia ni vocaliza como debería.
- No tiene aguante para el alcohol.
Debilidades:
- Es sorda.
Apodo: Ninguno por el momento
Raza: Humana
Sexo: Femenino
Edad: 23 años
Rango/Empleo: Ciudadana (Herrera/Comerciante)
Aspecto: Es una joven veinteañera con un cuerpo delgado y atlético, pero pese a ser delgada tiene los pechos bastante desarrollados. Su estatura es cercana al metro setenta (1'67 m) y el peso de su cuerpo es ligero (45'8 kg), cualquier enclenque sería capaz de levantarla sin esfuerzo. La tez de su piel es blanca como la nieve y su tacto es fino y suave a excepción de la piel en las palmas y dedos de las manos, el cual es más áspero y robusto. Lleva algunas zonas de su cuerpo tatuadas: en el cuello tiene un tatuaje tomoe de tres comas (imagen), en la espalda lleva un tatuaje familiar representado por una serpiente y seis rosas (imagen) y por último, lleva tatuada otra serpiente desde el primer tercio del muslo izquierdo hasta debajo de los pechos (imagen) con el objetivo de tapar una quemadura que se hizo. Además de los tatuajes, lleva una perforación en el ombligo, en cada oreja lleva un pendiente del que cuelga un colmillo de cobra y su lengua es bífida. Su pelo es de un tono violeta, dejándose flequillo por delante y llevándolo recogido hacia arriba con una coleta por detrás. Su cara para algo redondeada, la pigmentación de sus ojos es verde esmeralda, sus mofletes son blanditos
Su forma de vestir varía dependiendo de lo que esté haciendo y del lugar donde lo está haciendo, pero lo que suele llevar es un sujetador deportivo de color negro, una malla fina, ajustada y oscura que cubre desde las rodillas hasta el cuello y unas sandalias trenzadas. Suele llevar esa ropa porque le resulta muy ligera y cómoda tanto para la hora de trabajar como para la hora de entrenar. En caso de entrenar o trabajar en una zona muy fría se pondrá un abrigo beige hecho con pelaje de lobo, cubriendo la mayor parte de su cuerpo. Cuando no está trabajando o entrenando lleva ropa con colores animados y suele ponerse tops con pantalones muy cortos o minifaldas y unas sandalias con tacón (no superior a 4 centímetros). En caso de estar en un lugar frío irá más tapada, aunque no le gusta llevar mucha ropa encima.
Personalidad: Si algo la define, es su expresividad. No tiene problemas de mostrar sus sentimientos aunque sea a desconocidos, si está alegre sonreirá, si está triste se verá algo decaída, si está enfadada se pondrá seria, si tiene miedo temblará. Es una chica muy optimista y pone mucho empeño en todo lo que empieza, ya que piensa que la felicidad es el fruto que se obtiene después de un gran esfuerzo. Otra característica que destaca es su lealtad, no es leal hacia alguien en especial, pero es una mujer de palabra.
No tiene vergüenza para interactuar con otras personas, ni tampoco para pedir caprichos a la gente más cercana, aunque si no le consienten el capricho igual desaparece alguna cartera. Sí, es muy caprichosa además de quejica y tacaña. Por lo general está alegre y si cambia de ánimo no tarda en volver a estar alegre, a no ser que haya sucedido algo demasiado impactante para ella. Cuando trabaja o entrena se lo toma en serio pese a que siempre busque diversión cuando no está haciendo ninguna de ambas. Es muy cariñosa con todo el mundo, pero ha llegado a desatar algún rencor fuerte cuando le han jugado una mala pasada. También es bastante inconsciente e inocente, a la vez que muy crédula, como si de una niña despreocupada se tratase. De vez en cuando se distrae y comete errores tontos como poner azúcar en vez de sal a la comida, pero quitando sus distracciones es una chica muy atenta y observadora. Si ve alguna injusticia intentará intervenir, aunque después seguramente insista en recibir algo a cambio.
- Cosas que le gustan:
- - Comprar dulces y ropa.
- Mejorar en todo lo que hace.
- Las personas que se esfuerzan.
- Ser recompensada.
- Cosas que no le gustan:
- - Que alguien salga mal parado por su culpa.
- Que la asusten cuando está distraída.
- Las personas que mienten, engañan, estafan, hacen trampas, etc.
- Que la gente desconfíe de ella o no le crean.
Trasfondo + Historia (Modo on-rol): Hola amiga/o, si ya me has puesto una voz mental, será mejor que la borres, porque no puedo hablar. Bueno, no es que no pueda, es que no me entenderías, pero olvidémonos de eso por ahora. Mi nombre real es Lay D. Naja, pero la gente de mi pueblo siempre lo decía deprisa y como soy una señorita pues al final se me quedó como Lady Naja. Las únicas personas que conocen mi verdadero nombre son mis familiares que siguen vivos.
Ahora sí, a lo importante: desde que nací he vivido en una pequeña villa perteneciente a las Islas Gecko, más concretamente, en una casa en lo alto de una colina al este de Villa Syrup. Mi padre es un revolucionario y viene de una familia de revolucionarios, era conocido como Lay D. Roy, pero ya no se habla mucho de él. Tampoco se conoce su paradero y ni siquiera sé si está vivo, pero creo que aún sigue dando guerra. Por parte paterna no tengo ningún familiar vivo, según mi padre "todos fallecieron en combate". Mi madre viene de una familia de herreros, pero ella decidió unirse a los revolucionarios junto a mi padre siendo conocida como Lay D. Yuki. Por parte materna sólo queda vivo mi abuelo y la familia de mi tía.
Mi madre y mi padre dejaron de participar en misiones de los revolucionarios durante casi 8 años, más concretamente desde que mi madre quedó embarazada de mí hasta que cumplí los 7. Tengo muy pocos recuerdos de ambos, aunque conozco alguna que otra historia que me contaron. A día de hoy conservo los pendientes que me regaló mi madre para mi séptimo cumpleaños, son unos colmillos de cobra muy bonios que llevo siempre puestos. Lo que puedo decir con certeza es que me lo consentían casi todo, no eramos ricos, pero siempre que quería algo lo conseguían. También me enfadé con ellos cuando se marcharon y me dejaron atrás, pues por aquel entonces no tenía sueños y sólo quería estar con ellos. Tras aquello mi abuelo empezó a hacerse cargo de mí. En un principio no me gustaba estar con él porque era mucho más severo que mis padres, me hacía leer libros para estudiar, me obligaba a hacer las tareas del hogar y no me compraba muchas cosas. Por culpa de aquello me volví una niña bastante repelente, contestona y malhumorada.
Pasado un año mi abuelo consiguió construir un taller al lado de casa donde seguir trabajando como herrero. Con lo que ganaba podíamos llevar una vida decente, aunque era agotador hacerme cargo de la casa y de las entregas de la herrería por mi cuenta mientras él trabajaba. Por suerte conocí a un niño de mi edad llamado Magnum. Al principio me caía muy mal, pero poco a poco empecé a juntarme mucho con él, más que nada porque era el único niño que tenía mi edad en la villa. Éramos los más pequeños y los siguientes más mayores nos sacaban una decena de años. Cuando cogimos más confianza entre nosotros me contó que su sueño era ser uno de los mejores espadachines del Nuevo Mundo y yo me reí de él. Todavía recuerdo el cabreo que pilló, se enfadó tanto que me retó a un duelo con unas espadas de madera con las que él entrenaba. Al final terminé perdiendo como era de esperar, pues nunca antes había peleado con alguien. La derrota despertó algo de rencor hacia él por aprovecharse de su experiencia para demostrar que cumpliría su sueño, así que empecé a retarle día tras día para poder vencerle y demostrarle que no lo conseguiría.
Cuando cumplí 12 años mi abuelo me contó una historia, el inicio de la tradición de mi familia: hace muchos años una mujer quiso fabricar la mejor katana del mundo, pero pese a ser una gran herrera no consiguió cumplir su sueño. Su hijo tomó el legado e iba por el buen camino, pero tampoco lo logró. La siguiente generación fue muy numerosa y estuvieron compitiendo entre ellos para ver quien fabricaba la mejor arma, pero tampoco llegaron a ser reconocidos mundialmente. Así pues, aquella generación decidió que todos los miembros de la familia y sus descendencias serían tatuados con seis rosas y una serpiente hasta que un miembro lograse cumplir el sueño de sus ancestros. Según mi abuelo es un tatuaje que simboliza la perseverancia y su sueño sigue siendo el mismo que el de toda la familia. La única que no ha seguido ese camino ha sido mi madre, aunque sí recuerdo haberle visto el tatuaje en la espalda.
Después de escuchar aquella tradición me hice un tatuaje de un tomoe con tres comas en el cuello para ver si hacía daño. La verdad es que se me salieron algunas lágrimas, pero el dolor se podía soportar. Por otra parte, mi abuelo me enseñó a hacer afilados para que le ayudara más y como compensación me regaló una katana que hizo él mismo. El mismo día que me la regaló fui a ver a Magnum y a presumirle la katana. Se puso muy pesado con que se la dejara, así que, muy disconforme, se la entregué sacándole la lengua. Lo que no sabía es que aquella acción me iba a dejar con una lengua bífida, como las serpientes. ¡Sí, el muy desgraciado me cortó la lengua en cuanto agarró el mango de la katana! Ahí aprendí que hay que tratar bien a la gente si no quieres salir mal parada, no obstante, estuve una buena temporada sin dirigirle la palabra por lo que me hizo.
Durante los siguientes tres años, mi amigo consiguió hacerse con una katana y seguía usándome para entrenar. Gracias a ello, tanto mi nivel físico como técnico mejoró bastante. Mi vida en casa no había cambiado mucho: leía, seguía con las tareas del hogar y ayudaba en la herrería. Lo que sí cambió mi vida fue un acontecimiento poco antes de mis 16 años. Un día, Magnum y yo, fuimos al puerto a comprar pescado fresco con la tremenda desgracia de toparnos con unos piratas que vinieron a saquearlo. Hubo resistencia por parte de los pescadores, comerciantes y la gente del pueblo en general, así que los piratas sacaron los cañones y comenzaron a bombardear sin miramiento. Mi amigo y yo fuimos comenzamos a correr hacia la colina para refugiarnos en mi casa, pero una de las balas cayó a pocos metros de nosotros. Mi amigo perdió un brazo por protegerme de la explosión, mientras que yo salí sin ningún daño aparente, pero con el paso de los segundos me di cuenta de que algo no iba bien, había perdido el sentido del equilibrio. Daba pasos torpes mientras cargaba a mi amigo para escpar de allí y no mucho más tarde me di cuenta que no era capaz de escuchar nada, podía ver el humo y el destrozo que provocaban las balas de cañón, podía sentir el suelo retumbar, pero no podía escuchar el sonido de los disparos, ni los gritos de la gente entrando en pánico. Seguí hacia delante sin mirar atrás hasta llegar a casa del abuelo. Él fue quien se encargó de darnos primeros auxilios y en cuanto pasó el peligro nos llevó a un hospital.
Tras aquellos sucesos estuve varios días deprimida, encerrada llorando en mi cuarto y planteándome muchas preguntas. Cuando me animé a salir fui a ver a mi abuelo, pero estaba ocupado trabajando y me quedé mirando hasta que terminó de dar martillazos. Mientras observaba la dedicación que le ponía mi abuelo a su trabajo me di cuenta de que las respuestas que buscaba estaban ahí delante, lo único que necesitaba era seguir hacia delante con todas mis ganas. Mi abuelo era feliz pese a no conseguir su sueño, sólo a base de esfuerzo y dedicación. A los pocos días fui a casa de mi amigo para ver como estaba. Se veía bastante desanimado, había perdido su brazo bueno, ese con el que practicaba diariamente con su katana. Le agradecí que me salvara y le pedí disculpas, aunque no me gustó que saliese lastimado por mi culpa.
Pasó el tiempo y cumplí los 17. Era la edad cuando la familia por parte de mi madre se hacía el tatuaje de las seis rosas con la serpiente y yo no fui la excepción. Ese mismo día me ofrecí para aprender la profesión de herrera, había estado observando a mi abuelo durante mucho tiempo y gracias a aquello aprendí muchas cosas aunque no estuviesen relacionadas directamente con la herrería. Mi abuelo en un principio aceptó, pero más tarde tuve un pequeño accidente y me prohibió acercarme al taller. Dejando a mi abuelo de lado, mi mejor y único amigo que siguió practicando su técnica de espada conmigo, empezó a evitar los entrenamientos hasta dejarlos por completo. Tuve muchas charlas con él, algunas para animarlo a que siguiese adelante y otras más serias, pero terminó por mandarme a paseo, así que me propuse ser una espadachina conocida por todo el mundo delante de él, todo para demostrar que su él del pasado actuaba como debía.
Ahora tengo 23 años, he pasado por un duro entranamiento, sigo trabajando en la herrería sin forjar nada, mi abuelo ha fallecido por enfermedad y mi amigo está saliendo con una adolescente... Mientras tanto ando reuniendo dinero para salir de viaje, de poco sirve entrenar si no consigues fama cuando quieres ser reconocida mundialmente. También me he animado a coger el martillo para poner en práctica todo lo que he leído sobre forjas. Leyendo también he aprendido que no sólo importa la habilidad del herrero, sino que también importa la calidad de los materiales con los que trabaja, así que es otro motivo por el que salir de viaje. Durante mi viaje me gustaría encontrarme con mis padres y con los piratas que lastimaron a mi amigo.
Espero que te hayas entretenido leyendo el diario que guardaba en un cajón con mi ropa interior, si te ha gustado te invito a que me des una piruleta.
Habilidades:
- Tiene buen dominio del lenguaje corporal.
- Sabe leer los labios, aunque puede equivocarse al hacerlo.
- Es buena enganchándose a cosas y trepando.
Fortalezas:
- Tras la pérdida de su oída desarrolló su sentido del tacto, permitiéndole sentir mejor los contrastes de diferentes materiales y las vibraciones en superficies sólidas cercanas a ella. Si alguien se pone a correr detrás de ella seguramente note su presencia al sentir el ligero temblor que causan las pisadas en el suelo.
- (Fortaleza adicional por raza) Sus músculos son muy flexibles desde que nació por lo que nunca sufre de lesiones musculares a menos que se exceda demasiado o alguien le provoque una rotura.
Torpezas:
- Ser discreta no es su punto fuerte, suele ser más ruidosa que otra gente. También llama la atención por algunas de sus acciones, aunque no quiera hacerlo adrede.
- Sabe hablar y tiene voz, pero no pronuncia ni vocaliza como debería.
- No tiene aguante para el alcohol.
Debilidades:
- Es sorda.
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