Claude von Appetit
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El North Blue era un lugar extraño. A veces hacía frío, otras no, pero en general el clima era gélido y calaba hasta los huesos. Llovía mucho, el mar era un horror. Me despertaba cada mañana con congestión nasal, y me iba a dormir con mareos por el oleaje. Apenas conseguía dormir por los vaivenes del mar, por lo que cuando desembarcamos en Lvneel casi besé el suelo.
Teníamos cinco días de permiso antes de seguir nuestro viaje al Cuartel General del North Blue, y aunque yo no conocía nada de este lugar estaba seguro de dos cosas: La primera, que no iba a dormir en el barco; la segunda, que no pensaba acercarme al barco. Nunca me he mareado en los barcos, pero es que navegar por el North Blue es una cosa loca. Y mira que he viajado por el Nuevo Mundo y no se me hizo tan insufrible, pero es que este mar nació para que la gente lo odiase.
Por eso me acerqué a una cantina con habitaciones disponibles. Se llamaba "Sloth", y que usasen a un perezoso como signo de que se descansaba bien me conquistó. Era gracioso pensar que en realidad los perezosos solo eran lentos, pero se pasaban el día en busca de alimento y eran, además, extremadamente peligrosos. Salvo cuando agarraban su propio brazo creyendo que era una liana, claro.
- ¡Una habitación doble, por favor! -pedí en la barra-. Y una pinta de tu mejor cerveza.
Aún no había tenido tiempo de cambiarme de ropa, por lo que aún iba vestido de marine, y tras la guerra contra los Markov no se tenía mucho aprecio al Gobierno Mundial en una de las islas del "Nuevo Imperio". Yo, sin embargo, creí en ese momento que escupir en la cerveza era signo de amistad, por lo que le devolví el escupitajo, en el ojo, para que viera que yo también le deseaba lo mejor.
Teníamos cinco días de permiso antes de seguir nuestro viaje al Cuartel General del North Blue, y aunque yo no conocía nada de este lugar estaba seguro de dos cosas: La primera, que no iba a dormir en el barco; la segunda, que no pensaba acercarme al barco. Nunca me he mareado en los barcos, pero es que navegar por el North Blue es una cosa loca. Y mira que he viajado por el Nuevo Mundo y no se me hizo tan insufrible, pero es que este mar nació para que la gente lo odiase.
Por eso me acerqué a una cantina con habitaciones disponibles. Se llamaba "Sloth", y que usasen a un perezoso como signo de que se descansaba bien me conquistó. Era gracioso pensar que en realidad los perezosos solo eran lentos, pero se pasaban el día en busca de alimento y eran, además, extremadamente peligrosos. Salvo cuando agarraban su propio brazo creyendo que era una liana, claro.
- ¡Una habitación doble, por favor! -pedí en la barra-. Y una pinta de tu mejor cerveza.
Aún no había tenido tiempo de cambiarme de ropa, por lo que aún iba vestido de marine, y tras la guerra contra los Markov no se tenía mucho aprecio al Gobierno Mundial en una de las islas del "Nuevo Imperio". Yo, sin embargo, creí en ese momento que escupir en la cerveza era signo de amistad, por lo que le devolví el escupitajo, en el ojo, para que viera que yo también le deseaba lo mejor.
Galhard
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Galhard había aprovechado una de las múltiples ausencias de su padre para escapar de la mansión donde residía, está vez visitaría una aldea en la que uno de sus amigos le había comentado de la existencia de una posada con motivos de su animal favorito, ni corto ni perezoso tomó su sable, el cual en los años actuales fue roto a manos de su padre y se dispuso a caballo hasta la taberna.
La aldea era pintoresca y esa experiencia tenía pinta de ser toda una aventura, para más diversión del joven vió que en el puerto había atracado un barco marine, si tenía suerte quizás encontraría alguno de sus héroes en la aldea y podrían informarle de cómo alistarse a la institución.
El chico no tardó en encontrar aquella posada con un adorable perezoso como cartel de señalizacion, sin duda aquel lugar no sólo desprendía estilo si no que estaba hecho para él. Miró en sus bolsillos y se aseguró de ir con suficientes billetes de Berries y entró allí.
El ambiente parecía algo crispado pero la decoración era perfecta, de golpe vio como a un marine le escupian en la bebida y este último le escupía en el ojo a quien lo había hecho.
—Que gallardía— Exclamó Gal mientras se acercó a la escena, el perpetrado iba a golpear al marine de nuevo pero al percatarse de quien se acercaba se detuvo y miró al joven.
—Espero que todo vaya bien, no es educado escupir en la bebida de alguien, menos de aquellos que se juegan la piel por el bienestar de todos ¿o debería intervenir? — quién lo hizo suspiró y se alejó de la escena.
—Perdone esa falta de modales noble marine, me llamó Galhard, siempre quise entrar en el cuerpo, en representación de estas tierras le doy mi máximo agradecimiento por vuestra labor protegiendo los mares— El joven se inclino e hizo una señal dando a entender que invitaba a aquel marine a una cerveza nueva.
La aldea era pintoresca y esa experiencia tenía pinta de ser toda una aventura, para más diversión del joven vió que en el puerto había atracado un barco marine, si tenía suerte quizás encontraría alguno de sus héroes en la aldea y podrían informarle de cómo alistarse a la institución.
El chico no tardó en encontrar aquella posada con un adorable perezoso como cartel de señalizacion, sin duda aquel lugar no sólo desprendía estilo si no que estaba hecho para él. Miró en sus bolsillos y se aseguró de ir con suficientes billetes de Berries y entró allí.
El ambiente parecía algo crispado pero la decoración era perfecta, de golpe vio como a un marine le escupian en la bebida y este último le escupía en el ojo a quien lo había hecho.
—Que gallardía— Exclamó Gal mientras se acercó a la escena, el perpetrado iba a golpear al marine de nuevo pero al percatarse de quien se acercaba se detuvo y miró al joven.
—Espero que todo vaya bien, no es educado escupir en la bebida de alguien, menos de aquellos que se juegan la piel por el bienestar de todos ¿o debería intervenir? — quién lo hizo suspiró y se alejó de la escena.
—Perdone esa falta de modales noble marine, me llamó Galhard, siempre quise entrar en el cuerpo, en representación de estas tierras le doy mi máximo agradecimiento por vuestra labor protegiendo los mares— El joven se inclino e hizo una señal dando a entender que invitaba a aquel marine a una cerveza nueva.
Claude von Appetit
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Recuerdo que había parecido cabrearse mucho, lo suficiente como para querer partirme la cara. Yo lo miraba con una sonrisa, deseando que me diera una excusa para desenfundar a Pluma. La katana que había logrado rescatar en Thesalia y me había acompañado desde entonces era un arma extraordinaria, y siempre quise que se convirtiese en una de las grandes armas legendarias, las que entre espadachines siempre se llamaron meitou.
Llevé la mano a la empuñadura, confiado, pero en el momento llegó un muchacho. Bueno, yo era más muchacho que él, pero en estos momentos él es más muchacho que yo. Bueno, su yo del pasado era más muchacho que mi yo del presente. Asumo que a día de hoy si sigue vivo será menos muchacho que yo, que aún soy casi uno, pero me desvío del tema. La cuestión es que el muchacho pareció dirigirse amenazante al tabernero, y este reculó inmediatamente.
- Disculpe, milord. -Su tono servil contrastaba con la educación que había demostrado antes, pero asumí que ver su humillación era objetivamente más satisfactorio que ver su cabeza rodar-. La cerveza y la cama corren de mi cuenta, señor. ¿Desea algo en especial?
- Lo más caro que tengas -dije yo, con una sonrisa maliciosa-. De ambas cosas.
Me ahorré decir "a ver si te arruinas", ya bastante tenía y tampoco quería parecer mala persona a ojos del chaval, que parecía sentir cierta admiración por mi bandera. Si supiera lo que hacemos a veces no nos llamaría nobles, eso desde luego. En cualquier caso, agradecí con una reverencia y le tendí la mano.
- Claude von Appetit, soldado de primera de la Marina a servicio del Gobierno Mundial -recité-. Para proteger los mares y a sus buenas gentes. ¿Con quién tengo el placer de hablar, milord?
Llevé la mano a la empuñadura, confiado, pero en el momento llegó un muchacho. Bueno, yo era más muchacho que él, pero en estos momentos él es más muchacho que yo. Bueno, su yo del pasado era más muchacho que mi yo del presente. Asumo que a día de hoy si sigue vivo será menos muchacho que yo, que aún soy casi uno, pero me desvío del tema. La cuestión es que el muchacho pareció dirigirse amenazante al tabernero, y este reculó inmediatamente.
- Disculpe, milord. -Su tono servil contrastaba con la educación que había demostrado antes, pero asumí que ver su humillación era objetivamente más satisfactorio que ver su cabeza rodar-. La cerveza y la cama corren de mi cuenta, señor. ¿Desea algo en especial?
- Lo más caro que tengas -dije yo, con una sonrisa maliciosa-. De ambas cosas.
Me ahorré decir "a ver si te arruinas", ya bastante tenía y tampoco quería parecer mala persona a ojos del chaval, que parecía sentir cierta admiración por mi bandera. Si supiera lo que hacemos a veces no nos llamaría nobles, eso desde luego. En cualquier caso, agradecí con una reverencia y le tendí la mano.
- Claude von Appetit, soldado de primera de la Marina a servicio del Gobierno Mundial -recité-. Para proteger los mares y a sus buenas gentes. ¿Con quién tengo el placer de hablar, milord?
Galhard
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La verdad el joven Galhard sentía algo de lástima por el tabernero también ante la respuesta del soldado pero se lo tenía empleado por tan descortés acto, además que le tratasen con tanta cortesía no sólo le cortaba el rollo si no que además le molestaba ¿Que importaba si su madre o su padre tenían títulos? No era algo que él se había esforzado en conseguir, tan sólo quería que lo tratasen como un igual.
—Oh, olvida las palabras del tabernero, no hay necesidad de mostrar tanta cortesía conmigo, me llamo Galhard du Alais, mi procedencia no es importante pero en un futuro pienso hacerme a la mar y convertirme en marine, quiero hacer del mundo un lugar mejor...—Comentó el chico completamente emocionado mientras miraba con alegría la identificación de Claude. —Estoy seguro que tienes montones de historias emocionantes que contar ¿Por qué no charlamos un rato? Si no te molesta, a cambio pagaré lo que bebas y comas, será un cambio justo. — Dijo el chico animado, realmente aunque el marine fuese más mayor que Galhard el noble era un late Bloomer y cualquiera diría que la diferencia entre la edad mental y la física era notoria.
Si Claude decidía explicar anécdotas el chico se sentaría en la misma mesa mientras estarían comiendo y bebiendo mientras él escuchaba, si no movería la cabeza y esperaría en silencio que aquel hombre acabase su descanso y después diría.
—Sabes, he estado entrenando duro para poder unirme al cuerpo ¿Sería tan amable de hacer un par de duelos de entrenamiento para juzgar mis habilidades? comentó feliz —¿Que mejor que un marine de verdad para poder hacer una buena sesión de entrenamiento y conocer la fuerza de alguien de fuera de esta isla? — el chico sonrió esperando una respuesta afirmativa de Claude mientras el tabernero rellenaba de nuevo sus jarras.
—Oh, olvida las palabras del tabernero, no hay necesidad de mostrar tanta cortesía conmigo, me llamo Galhard du Alais, mi procedencia no es importante pero en un futuro pienso hacerme a la mar y convertirme en marine, quiero hacer del mundo un lugar mejor...—Comentó el chico completamente emocionado mientras miraba con alegría la identificación de Claude. —Estoy seguro que tienes montones de historias emocionantes que contar ¿Por qué no charlamos un rato? Si no te molesta, a cambio pagaré lo que bebas y comas, será un cambio justo. — Dijo el chico animado, realmente aunque el marine fuese más mayor que Galhard el noble era un late Bloomer y cualquiera diría que la diferencia entre la edad mental y la física era notoria.
Si Claude decidía explicar anécdotas el chico se sentaría en la misma mesa mientras estarían comiendo y bebiendo mientras él escuchaba, si no movería la cabeza y esperaría en silencio que aquel hombre acabase su descanso y después diría.
—Sabes, he estado entrenando duro para poder unirme al cuerpo ¿Sería tan amable de hacer un par de duelos de entrenamiento para juzgar mis habilidades? comentó feliz —¿Que mejor que un marine de verdad para poder hacer una buena sesión de entrenamiento y conocer la fuerza de alguien de fuera de esta isla? — el chico sonrió esperando una respuesta afirmativa de Claude mientras el tabernero rellenaba de nuevo sus jarras.
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Ay, el bueno de Galhard... Cómo deseaba ser un marine. Si hubiera sabido toda la gente estúpida que no tenía ninguna habilidad en específico, o si simplemente hubiese conocido a todas las personas trepas que poblaban el cuerpo probablemente hubiese optado por elegir otra cosa. Puede que se hubiese unido a la Revolución, incluso. Pero no puedo culparlo, en ese momento yo era un idiota orgulloso de lo que representaba.
- No puedo aceptar invitaciones de civiles -dije, sin reparar en que estaba aceptando que el tabernero iba a tener que pagarme todos los gastos de aquella noche-. Pero podemos tomar una copa juntos y hablar de las maravillosas aventuras que uno puede vivir en los mares cardinales. -Traducción: me iba a quejar de la puta marea del North Blue-. ¿Sabes que la peor zona para navegar del mundo es el North Blue?
Recuerdo que me senté en una banqueta allí mismo mientras empezaba a hablarle de cosas que, a decir verdad, no entendía del todo bien, pero en mi experiencia parecían tan racionales que si en las velas había hombres invisibles soplando, pues se decía y punto. Bueno, no dije nada de ese estilo, pero sin duda alguna gilipollez salió de mi boca. Espero que no se diera cuenta, la verdad, porque de verdad que alguna cafrada seguro que solté.
- Y por eso tengo la teoría de que los sextantes no se fabrican a través del sexo -finalicé diciendo.
Afortunadamente, por otro lado, el chico parecía estar interesado en probar mi espada, y por aquel entonces yo era joven y alocado, por lo que acepté sin dudarlo.
- ¿Estás seguro? -pregunté-. Mira que en la Marina un combate no termina hasta que uno de los dos cae rendido al suelo.
Pero me venía bien un entrenamiento, eso sin duda.
- No puedo aceptar invitaciones de civiles -dije, sin reparar en que estaba aceptando que el tabernero iba a tener que pagarme todos los gastos de aquella noche-. Pero podemos tomar una copa juntos y hablar de las maravillosas aventuras que uno puede vivir en los mares cardinales. -Traducción: me iba a quejar de la puta marea del North Blue-. ¿Sabes que la peor zona para navegar del mundo es el North Blue?
Recuerdo que me senté en una banqueta allí mismo mientras empezaba a hablarle de cosas que, a decir verdad, no entendía del todo bien, pero en mi experiencia parecían tan racionales que si en las velas había hombres invisibles soplando, pues se decía y punto. Bueno, no dije nada de ese estilo, pero sin duda alguna gilipollez salió de mi boca. Espero que no se diera cuenta, la verdad, porque de verdad que alguna cafrada seguro que solté.
- Y por eso tengo la teoría de que los sextantes no se fabrican a través del sexo -finalicé diciendo.
Afortunadamente, por otro lado, el chico parecía estar interesado en probar mi espada, y por aquel entonces yo era joven y alocado, por lo que acepté sin dudarlo.
- ¿Estás seguro? -pregunté-. Mira que en la Marina un combate no termina hasta que uno de los dos cae rendido al suelo.
Pero me venía bien un entrenamiento, eso sin duda.
Galhard
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-¿Tan fáciles son entonces los otros blues? Mi padre me hizo practicar como navegante en este mar como ejercicio para templar mi mente, no funcionó lo último pero los barcos los llevo sin ningún problema. Sonrió ante esa afirmación que no dejaba de ser preocupante. -Entonces seguro que navegar no será ningún inconveniente cuando vaya a unirme, lástima que él no apruebe que vaya allí, dijo que CP aún pero que los marines eran unos charlatanes, supongo que orgullo de su antiguo cuerpo...- Dijo mientras cruzaba sus brazos.
-Ah, no te preocupes por lo de civil... Ser noble te hace no ser eso ¿Cierto?- dijo mientras se llevaba la mano al mentón.
Escuchó con atención las historias que Claude le contaba, algunas eran incluso tan poco creíbles que hasta el propio muchacho arqueaba una ceja, era tonto pero no tan tonto como lo sería en un futuro así que más de la mitad de aquellas cosas pudo entender que eran historias cómicas para amenizar la charla.
-No le veo problema a pelear hasta caer rendido, después de todo eso lo hace más divertido aún y más provechoso... Como mi padre dice: Si no peleas hasta desmayarte no has puesto tu empeño.- Comentó despreocupado mientras se levantaba de la silla. -Cerca de aquí hay una colina donde nadie nos molestará, te llevaría a mi casa, allí tenemos una sala de entrenamientos grande pero mi hermano o mi madre estarían incordiando.- musitó mientras pagaba al tabernero.
-¿Vamos pues? Tengo curiosidad por como usas esa arma que tienes ahí, nunca he peleado contra alguien que use una espada oriental.- comentó con ilusión tomando la puerta de la taberna.
La colina estaba a veinte minutos de la aldea, flores de lavanda adornaban aquella fina zona de color verde donde un agradable viento soplaba con suavidad. El lugar perfecto para un combate.
-Ah, no te preocupes por lo de civil... Ser noble te hace no ser eso ¿Cierto?- dijo mientras se llevaba la mano al mentón.
Escuchó con atención las historias que Claude le contaba, algunas eran incluso tan poco creíbles que hasta el propio muchacho arqueaba una ceja, era tonto pero no tan tonto como lo sería en un futuro así que más de la mitad de aquellas cosas pudo entender que eran historias cómicas para amenizar la charla.
-No le veo problema a pelear hasta caer rendido, después de todo eso lo hace más divertido aún y más provechoso... Como mi padre dice: Si no peleas hasta desmayarte no has puesto tu empeño.- Comentó despreocupado mientras se levantaba de la silla. -Cerca de aquí hay una colina donde nadie nos molestará, te llevaría a mi casa, allí tenemos una sala de entrenamientos grande pero mi hermano o mi madre estarían incordiando.- musitó mientras pagaba al tabernero.
-¿Vamos pues? Tengo curiosidad por como usas esa arma que tienes ahí, nunca he peleado contra alguien que use una espada oriental.- comentó con ilusión tomando la puerta de la taberna.
La colina estaba a veinte minutos de la aldea, flores de lavanda adornaban aquella fina zona de color verde donde un agradable viento soplaba con suavidad. El lugar perfecto para un combate.
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Bueno, Galhard seguía siendo un noble, con su orgullo de noble. Claro que era un civil, pero no tenía tiempo ni ganas de convencerlo de que el estatus era militar o civil, y o eras lo uno o eras lo otro. Y en el caso de su padre, aparte de civil era gilipollas. ¿De verdad alguien querría enrolarse por su propia voluntad en un cuerpo de asesinos y espías? Una red de investigación que ni siquiera era capaz de saber todo lo que estaba a punto de pasar, o que lo ignoraba... Esos sí que eran unos putos charlatanes. Pero afortunadamente supe cerrar la boca a tiempo.
- Vaya, Galhard -respondí-. Tu padre debe ser un auténtico gilipollas.
Vale, no me callé, pero al menos conseguí decir "auténtico" y no "puto". En cualquier caso, decidí que por no tener una discusión lo mejor era aceptar su invitación, a pesar de que decidí advertirle primero que eso no me haría darle ninguna clase de trato preferencial ni en ese momento ni en el futuro. Aunque, a decir verdad, no creo que entrenar con él pueda ser considerado alguna clase de regalo o contraprestación por una cerveza. Y si lo era, no sería la regla más estricta que se habría roto abordo durante el viaje. Y no iba a hacer una lista, pero no había límites para un hombre en la soledad del mar, y me dejaron trauma. Más o menos.
El caso es que acepté.
- Se llama katana, y no es una espada: Es un sable -le corregí. Durante nuestra educación habían puesto mucho empeño en hacernos diferenciar las armas más comunes-. Un filo, cuerpo curvo, originaria de Wano... El equivalente a la espada que se utiliza en el North Blue podría ser el ken, un arma de doble filo recto, aunque no tiene guardia, gavilanes o cruceta. Al menos, no es lo habitual.
Mientras se lo explicaba lo seguí hasta una colina cercana, un lugar apartado donde podríamos luchar sin molestar a nadie. Era bonita, con árboles y alguna que otra flor, pero si les hacíamos daño esperaba no ganarme alguna clase de bronca.
Llevé la mano a la empuñadura de mi espada, poniéndome en guardia: Una pierna ligeramente adelantada, un pie perpendicular al otro, la mano derecha en la vaina... El primer golpe siempre a una mano, el segundo con ambas.
- Vaya, Galhard -respondí-. Tu padre debe ser un auténtico gilipollas.
Vale, no me callé, pero al menos conseguí decir "auténtico" y no "puto". En cualquier caso, decidí que por no tener una discusión lo mejor era aceptar su invitación, a pesar de que decidí advertirle primero que eso no me haría darle ninguna clase de trato preferencial ni en ese momento ni en el futuro. Aunque, a decir verdad, no creo que entrenar con él pueda ser considerado alguna clase de regalo o contraprestación por una cerveza. Y si lo era, no sería la regla más estricta que se habría roto abordo durante el viaje. Y no iba a hacer una lista, pero no había límites para un hombre en la soledad del mar, y me dejaron trauma. Más o menos.
El caso es que acepté.
- Se llama katana, y no es una espada: Es un sable -le corregí. Durante nuestra educación habían puesto mucho empeño en hacernos diferenciar las armas más comunes-. Un filo, cuerpo curvo, originaria de Wano... El equivalente a la espada que se utiliza en el North Blue podría ser el ken, un arma de doble filo recto, aunque no tiene guardia, gavilanes o cruceta. Al menos, no es lo habitual.
Mientras se lo explicaba lo seguí hasta una colina cercana, un lugar apartado donde podríamos luchar sin molestar a nadie. Era bonita, con árboles y alguna que otra flor, pero si les hacíamos daño esperaba no ganarme alguna clase de bronca.
Llevé la mano a la empuñadura de mi espada, poniéndome en guardia: Una pierna ligeramente adelantada, un pie perpendicular al otro, la mano derecha en la vaina... El primer golpe siempre a una mano, el segundo con ambas.
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Si bien, Galhard no estaba en buenos términos con su padre ese comentario le dolió, no podía culpar a Claude pues no solo parecía que había una rivalidad intrínseca entre un cuerpo y otro si no que además no había dicho nada bonito de su padre para hacer que el mismo detuviese su comentario ácido.
Mordiéndose la lengua escuchó la diferenciación de las armas blancas y si bien lo normal en el North Blue era usar una espada recta los viajes que con anterioridad hizo Laharl, el padre de Gal le llevaron a adoptar una predilección por un sable algo curvo.
Tratando de conseguir información de su estilo de pelea, Galhard reparó en los detalles de aquella fina Katana. No solo era un sable extraño si no que además, por la longitud del mango, se trataba de un sable que acababa requiriendo el uso de ambas manos, para añadir su guarnición en la guardia era pequeña y carecía de pomo.
Galhard se puso en posición. su torso mirando hacia un lado, las piernas dispuestas en forma de ele y ligeramente flexionadas, repartiendo el peso del cuerpo entre las dos. La mano izquierda arqueada hacia la cabeza y la mano derecha ligeramente extendida hacia su rival apuntando con la punta de su sable a la cara de su rival.
El primer corte de aquel hombre vendría desde su cintura, dando al joven Galhard una idea de que movimientos iniciales podrían darse, el entrenamiento en su caso no era para demostrar sus habilidades si no para ver las de aquel marine por lo que se mantenía expectante mientras analizaba a Claude. "¿Un corte lateral con una ligera ascensión? ¿Remataría con un corte recto descendiente o una estocada?" imaginaba el joven. Quería ver como era el filo de aquella espada, observándolo podría conocer la naturaleza del arma, la curvatura que parecía tener sumado a su agarre debían restarle prestaciones en cuanto a un ataque de punta a ese arma, algo que un sable convencional poco curvo sí podía mantener con una disciplina adecuada y un agarre menor con una mano permitían girar la cadera para conseguir un mayor alcance de estocada.
"Bien... Marine, enséñame como usas ese arma" Pensó para él mientras mantenía sus ojos en contacto con los del gallo.
Mordiéndose la lengua escuchó la diferenciación de las armas blancas y si bien lo normal en el North Blue era usar una espada recta los viajes que con anterioridad hizo Laharl, el padre de Gal le llevaron a adoptar una predilección por un sable algo curvo.
Tratando de conseguir información de su estilo de pelea, Galhard reparó en los detalles de aquella fina Katana. No solo era un sable extraño si no que además, por la longitud del mango, se trataba de un sable que acababa requiriendo el uso de ambas manos, para añadir su guarnición en la guardia era pequeña y carecía de pomo.
Galhard se puso en posición. su torso mirando hacia un lado, las piernas dispuestas en forma de ele y ligeramente flexionadas, repartiendo el peso del cuerpo entre las dos. La mano izquierda arqueada hacia la cabeza y la mano derecha ligeramente extendida hacia su rival apuntando con la punta de su sable a la cara de su rival.
El primer corte de aquel hombre vendría desde su cintura, dando al joven Galhard una idea de que movimientos iniciales podrían darse, el entrenamiento en su caso no era para demostrar sus habilidades si no para ver las de aquel marine por lo que se mantenía expectante mientras analizaba a Claude. "¿Un corte lateral con una ligera ascensión? ¿Remataría con un corte recto descendiente o una estocada?" imaginaba el joven. Quería ver como era el filo de aquella espada, observándolo podría conocer la naturaleza del arma, la curvatura que parecía tener sumado a su agarre debían restarle prestaciones en cuanto a un ataque de punta a ese arma, algo que un sable convencional poco curvo sí podía mantener con una disciplina adecuada y un agarre menor con una mano permitían girar la cadera para conseguir un mayor alcance de estocada.
"Bien... Marine, enséñame como usas ese arma" Pensó para él mientras mantenía sus ojos en contacto con los del gallo.
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Mi mano aferraba con firmeza la empuñadura mientras la otra sujetaba su vaina en un agarre flexible. Cada delicado movimiento de mi respiración, cada ínfimo latido, todo podía cambiar el desenfundado; todo podía cambiar el primer golpe. Por eso no me gustaba tomar la iniciativa, aunque normalmente si lograbas hacerte con una idea de la defensa que tu rival podría utilizar podías ser quién de desbaratarla fácilmente. Así que durante un rato, simplemente observé.
Me fijé en su arma, una suerte de alfanjón desproporcionado que podía tener por dos razones: O lo había pedido así expresamente o lo habían estafado. Siendo noble lo más probable era lo segundo, pero por cómo se colocaba había una posibilidad de que supiera lo que hacía. Y, si era así, podía estar en un aprieto. Su forma indicaba, lógicamente, que empleaba gran parte de su fuerza en cada impacto, y si bien eso podría hacerlo predecible... También devastador.
Si no fuese un entrenamiento dar el primer paso habría sido un error. Le hice saber que esta cortesía se debía exclusivamente al carácter amistoso del encuentro inclinando la cabeza por un momento, caminando despacio por un instante antes de lanzarme como una bala contra él. Mi velocidad siempre había sido mi mayor ventaja, y mi control sobre ella me permitía compensar la fuerza que me pudiese faltar. De este modo, fingí que pensaba desenvainar contra él cruzándome sobre su cuerpo, pero en el último momento volví a mi camino original, controlando el movimiento de vaina y katana para, estando a su lado, girar sobre mí mismo para darle un potente golpe en la pierna, con la espada sin desenvainar, quedando así a su espalda.
- Vamos, es tu turno -recuerdo que le dije, aunque no sé qué tono utilicé. Puede que fuese un poco más arrogante de lo que cabría esperar, pero dudo que le molestase demasiado-. Pensé que en el Cipher Pol erais más rápidos.
Me fijé en su arma, una suerte de alfanjón desproporcionado que podía tener por dos razones: O lo había pedido así expresamente o lo habían estafado. Siendo noble lo más probable era lo segundo, pero por cómo se colocaba había una posibilidad de que supiera lo que hacía. Y, si era así, podía estar en un aprieto. Su forma indicaba, lógicamente, que empleaba gran parte de su fuerza en cada impacto, y si bien eso podría hacerlo predecible... También devastador.
Si no fuese un entrenamiento dar el primer paso habría sido un error. Le hice saber que esta cortesía se debía exclusivamente al carácter amistoso del encuentro inclinando la cabeza por un momento, caminando despacio por un instante antes de lanzarme como una bala contra él. Mi velocidad siempre había sido mi mayor ventaja, y mi control sobre ella me permitía compensar la fuerza que me pudiese faltar. De este modo, fingí que pensaba desenvainar contra él cruzándome sobre su cuerpo, pero en el último momento volví a mi camino original, controlando el movimiento de vaina y katana para, estando a su lado, girar sobre mí mismo para darle un potente golpe en la pierna, con la espada sin desenvainar, quedando así a su espalda.
- Vamos, es tu turno -recuerdo que le dije, aunque no sé qué tono utilicé. Puede que fuese un poco más arrogante de lo que cabría esperar, pero dudo que le molestase demasiado-. Pensé que en el Cipher Pol erais más rápidos.
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Un golpe de esa forma era de las últimas cosas que Galhard se esperaba, quizás sus ansias de querer ver mejor el filo habían podido ser leídas por aquel marine pero la velocidad de Claude aunque no superior a la de su padre era toda una amenaza además que la inclinación inicial de la cabeza daba pie a interpretar el gesto de otra manera.
Como fuese si a Gal no le hubiese dado por deslizar un poco la pierna el impacto habría tenido un resultado terrible para él que pudo mitigar el daño a un roce, un roce feo pero un roce
-Que engreído... Pero veremos por cuanto tiempo decides solo jugar y no pelear, recuerda que el CP no soy yo- Contestó algo molesto el futuro marine que solo tuvo que mover su pierna atrasada hacia adelante y deslizarse sobre la adelantada para golpear con un tajo descendiente mientras aprovechaba el movimiento de su tren inferior, tras ese tajo diese o no diese a Claude o fuese bloqueado con la espada tomaría distancia hacia atrás con varios pasos para nuevamente impulsarse hacia Claude haciendo una finta mediante el engaño un tajo desde el lado interno de su guardia para con su muñeca corregir el movimiento rápidamente a un tajo desde su lado exterior.
Era un combate de entrenamiento, no iba a usar técnicas pero no descartaría tener que mezclar algún estilo con el que ya había decidido optar para el combate.
Como fuese si a Gal no le hubiese dado por deslizar un poco la pierna el impacto habría tenido un resultado terrible para él que pudo mitigar el daño a un roce, un roce feo pero un roce
-Que engreído... Pero veremos por cuanto tiempo decides solo jugar y no pelear, recuerda que el CP no soy yo- Contestó algo molesto el futuro marine que solo tuvo que mover su pierna atrasada hacia adelante y deslizarse sobre la adelantada para golpear con un tajo descendiente mientras aprovechaba el movimiento de su tren inferior, tras ese tajo diese o no diese a Claude o fuese bloqueado con la espada tomaría distancia hacia atrás con varios pasos para nuevamente impulsarse hacia Claude haciendo una finta mediante el engaño un tajo desde el lado interno de su guardia para con su muñeca corregir el movimiento rápidamente a un tajo desde su lado exterior.
Era un combate de entrenamiento, no iba a usar técnicas pero no descartaría tener que mezclar algún estilo con el que ya había decidido optar para el combate.
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Akuma no mi
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¿Os han dicho alguna vez que nunca intentéis frenar algo muy fuerte que va contra vosotros? Eso tiene una razón de ser. En aquella ocasión logré que Galhard encajase mi golpe, pero rápidamente se puso a la contra y tuve que sacar mi arma en una posición cuanto menos incómoda. Me fallaba el apoyo de una pierna, tenía la vuelta a medio dar y el alfanjón caía sobre mí como una guillotina que tenía que frenar a cualquier precio. Ese precio fue caerme hacia atrás.
Afortunadamente soy una persona ágil y pude dar una voltereta hacia atrás justo a tiempo, pero el golpetazo contra la hierba se sintió desde la rabadilla hasta el codo. Sin embargo mi rival tuvo piedad y se lanzó contra mí una segunda vez, esta vez pretendiendo golpear con un golpe que, sí que sí, no iba a resultar muy eficaz. A día de hoy sé que pretendía fintarme, pero no iba a caer una segunda vez en su juego para tratar de bloquearle, mucho menos en una posición desventajosa, así que me dejé caer al suelo y rodé hacia él en el mismo momento que el arma amenazó de cerca mi cuerpo.
No dudé, y si bien él era más fuerte yo soy más hábil. Por eso, en aquella posición tan ventajosa y con la vista puesta en que se trataba de un entrenamiento amistoso, tomé una decisión que estoy seguro marcaría la relación que el necio osado y yo mantenemos desde entonces. Apunté bien, poniendo todo mi empeño en el movimiento que iba a realizar, y mientras protegía mi torso con la katana por si acaso elevé mi pierna en dirección parabólico-ascendente con la intención de hundirle el pie en la entrepierna. Tras eso rodaría de nuevo a un lado y me levantaría, adoptando una posición defensiva con la hoja ya desenvainada, tomada con ambas manos.
- ¿Engreído? -pregunté-. En mi caso, muchacho -sí, le dije muchacho. Sí, era mayor que yo- solo es autoconsciencia.
Dejé la hoja baja, entre él y yo, con el filo apuntando hacia arriba y la hoja perpendicular al suelo, levemente escorada la punta hacia mi izquierda. Los hombros hacia atrás, cadera relajada y rodillas flexionadas. No podía ganarle en fuerza, pero tenía una idea para desestabilizarlo.
Afortunadamente soy una persona ágil y pude dar una voltereta hacia atrás justo a tiempo, pero el golpetazo contra la hierba se sintió desde la rabadilla hasta el codo. Sin embargo mi rival tuvo piedad y se lanzó contra mí una segunda vez, esta vez pretendiendo golpear con un golpe que, sí que sí, no iba a resultar muy eficaz. A día de hoy sé que pretendía fintarme, pero no iba a caer una segunda vez en su juego para tratar de bloquearle, mucho menos en una posición desventajosa, así que me dejé caer al suelo y rodé hacia él en el mismo momento que el arma amenazó de cerca mi cuerpo.
No dudé, y si bien él era más fuerte yo soy más hábil. Por eso, en aquella posición tan ventajosa y con la vista puesta en que se trataba de un entrenamiento amistoso, tomé una decisión que estoy seguro marcaría la relación que el necio osado y yo mantenemos desde entonces. Apunté bien, poniendo todo mi empeño en el movimiento que iba a realizar, y mientras protegía mi torso con la katana por si acaso elevé mi pierna en dirección parabólico-ascendente con la intención de hundirle el pie en la entrepierna. Tras eso rodaría de nuevo a un lado y me levantaría, adoptando una posición defensiva con la hoja ya desenvainada, tomada con ambas manos.
- ¿Engreído? -pregunté-. En mi caso, muchacho -sí, le dije muchacho. Sí, era mayor que yo- solo es autoconsciencia.
Dejé la hoja baja, entre él y yo, con el filo apuntando hacia arriba y la hoja perpendicular al suelo, levemente escorada la punta hacia mi izquierda. Los hombros hacia atrás, cadera relajada y rodillas flexionadas. No podía ganarle en fuerza, pero tenía una idea para desestabilizarlo.
Galhard
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La cara de Galhard quedó blanca, mientras que claude tomó distancia y el joven aguantaba la respiración y las ganas de soltar diversos improperios se limitó a dar unos leves saltos tratando de menguar el dolor que la patada en sus partes le había provocado, tomó unos segundos hasta que el dolor se hizo soportable.
En otra situación más ventajosa Galhard habría reparado en no solo analizar la posición de su rival si no también el grosor de la hoja de la Katana para mejor entendimiento de los movimientos que aquel pelirrojo podría llegar a usar pero pensar con un dolor punzante en los huevos no era algo que se pudiese hacer con facilidad en el calor de un combate.
—Fue... Un error pensar que solo... sería combate con los hierros...— Galhard hacía su mejor esfuerzo para mantenerse sereno, sabía que si se lanzaba a lo loco a tratar de golpear a claude o encajarle un corte estaría a su merced y probablemente decantaría de forma irremediable el encuentro a favor del por aquel entonces marine. Por otra parte sabía que tras ese ataque y aún pese a la cortesía de Claude de conferirle esos segundos de respiro para bajar el dolor nada le impedía añadir golpes o agarres en este encuentro, era entrenamiento pero ¿No se había mancillado el honor de tal encuentro con un golpe tan bajo?.
La posición que adoptaba su rival invitaba a iniciar un ataque, algo que le otorgaba cierta desventaja pues un buen contraataque aprovechando que su sable se podría deslizar fácilmente si había un choque de hierros dándole una posibilidad para maniobrar su sable y golpear el torso su rival con la parte roma. Fuese como fuese lo que no podía ser no podía ser por lo que debería optar a un golpe que tratase de romper la guardia de su rival. Ni corto ni perezoso con el tercio fuerte de su sable trató de golpear la punta de la katana de Claude desde el exterior hasta el interior de su guardia con un golpe explosivo en horizontal y ligeramente descendiente, si conseguía desviar su arma arremetería contra el brazo izquierdo del pelirrojo usando un ataque de punta inclinando hacia adelante su cuerpo y metiendo ligeramente la cadera, si no era el caso trataría de que su sable aprovechase el choque de hierros intentando tocar con su filo la mano que sostenía más arriba el mango de la Katana.
En otra situación más ventajosa Galhard habría reparado en no solo analizar la posición de su rival si no también el grosor de la hoja de la Katana para mejor entendimiento de los movimientos que aquel pelirrojo podría llegar a usar pero pensar con un dolor punzante en los huevos no era algo que se pudiese hacer con facilidad en el calor de un combate.
—Fue... Un error pensar que solo... sería combate con los hierros...— Galhard hacía su mejor esfuerzo para mantenerse sereno, sabía que si se lanzaba a lo loco a tratar de golpear a claude o encajarle un corte estaría a su merced y probablemente decantaría de forma irremediable el encuentro a favor del por aquel entonces marine. Por otra parte sabía que tras ese ataque y aún pese a la cortesía de Claude de conferirle esos segundos de respiro para bajar el dolor nada le impedía añadir golpes o agarres en este encuentro, era entrenamiento pero ¿No se había mancillado el honor de tal encuentro con un golpe tan bajo?.
La posición que adoptaba su rival invitaba a iniciar un ataque, algo que le otorgaba cierta desventaja pues un buen contraataque aprovechando que su sable se podría deslizar fácilmente si había un choque de hierros dándole una posibilidad para maniobrar su sable y golpear el torso su rival con la parte roma. Fuese como fuese lo que no podía ser no podía ser por lo que debería optar a un golpe que tratase de romper la guardia de su rival. Ni corto ni perezoso con el tercio fuerte de su sable trató de golpear la punta de la katana de Claude desde el exterior hasta el interior de su guardia con un golpe explosivo en horizontal y ligeramente descendiente, si conseguía desviar su arma arremetería contra el brazo izquierdo del pelirrojo usando un ataque de punta inclinando hacia adelante su cuerpo y metiendo ligeramente la cadera, si no era el caso trataría de que su sable aprovechase el choque de hierros intentando tocar con su filo la mano que sostenía más arriba el mango de la Katana.
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Había ganado unos segundos vitales gracias al certero puntapié que pude propinarle, pero dejarle recuperar el aliento fue, sin duda, un error. Galhard consiguió levantarse y se preparó para el ataque. Lógicamente lo estudió, igual que él se mantenía expectante a la espera de que decidiese un punto débil que explotar. Había varias opciones, pero desde luego la que él eligió fue la más sorprendente: atacó con la parte más sólida de su hoja, lo cual tenía ventajas como un agarre más estable, pero otras como la evidente renuncia que estaba haciendo a su propio apoyo para golpear la punta. Teniendo en cuenta todo, su cuerpo no podía estar ejerciendo todas sus fuerzas.
Sin embargo, eso no significaba que pudiera confiarme.
En lugar de resistir su acometida y forzar el choque que evidentemente iba a perder decidí dejar que la inercia me guiase. Domado por la potencia del impacto retrocedí un paso y dejé que mi cuerpo rotara sobre sí mismo apoyado en él, percibiendo cómo su hoja se movía hacia mí y, de hecho, me hizo un leve corte en la parte de atrás del hombro. Sin embargo, impulsado por su propia fuerza y la propia energía que ganaba durante el giro, me dejé descargar sobre él tratando de dejar el arma completamente quieta sobre su cuello. De conseguir esto, la segunda parte estaba cantada.
Todo era muy sencillo: Con mi arma sobre él pero sin renunciar a toda esa energía, lo único que tenía que hacer yo era dejar de oponer mis piernas al giro, y añadiendo impulso hacia delante solo dejarme llevar cual hombre bala en un placaje que, si había calculado bien, debía dirigirse a su hombro. No era un golpe tan propio de espadachín, pero sí una forma bastante adecuada de derribarlo si lo conseguía. Porque como marine yo aprendí dos cosas fundamentales: La primera, que un rival en el suelo es un rival controlable, y la segunda, que ser el mejor luchador no era ser el mejor con un arma. Los soldados luchábamos por vivir, no por entretener, y el orgullo perdía sentido cuando trabajabas para una causa más grande que uno mismo. La Justicia bien valía un empuón.
No creía que pudiera esquivarme, pero de hacerlo tenía claro que me colocaría para caer de forma adecuada y rodar hacia atrás inmediatamente, recuperando la postura lo más pronto posible. Ningún niño rico iba a ganarme, menos el hijo de un Cipher Pol.
Sin embargo, eso no significaba que pudiera confiarme.
En lugar de resistir su acometida y forzar el choque que evidentemente iba a perder decidí dejar que la inercia me guiase. Domado por la potencia del impacto retrocedí un paso y dejé que mi cuerpo rotara sobre sí mismo apoyado en él, percibiendo cómo su hoja se movía hacia mí y, de hecho, me hizo un leve corte en la parte de atrás del hombro. Sin embargo, impulsado por su propia fuerza y la propia energía que ganaba durante el giro, me dejé descargar sobre él tratando de dejar el arma completamente quieta sobre su cuello. De conseguir esto, la segunda parte estaba cantada.
Todo era muy sencillo: Con mi arma sobre él pero sin renunciar a toda esa energía, lo único que tenía que hacer yo era dejar de oponer mis piernas al giro, y añadiendo impulso hacia delante solo dejarme llevar cual hombre bala en un placaje que, si había calculado bien, debía dirigirse a su hombro. No era un golpe tan propio de espadachín, pero sí una forma bastante adecuada de derribarlo si lo conseguía. Porque como marine yo aprendí dos cosas fundamentales: La primera, que un rival en el suelo es un rival controlable, y la segunda, que ser el mejor luchador no era ser el mejor con un arma. Los soldados luchábamos por vivir, no por entretener, y el orgullo perdía sentido cuando trabajabas para una causa más grande que uno mismo. La Justicia bien valía un empuón.
No creía que pudiera esquivarme, pero de hacerlo tenía claro que me colocaría para caer de forma adecuada y rodar hacia atrás inmediatamente, recuperando la postura lo más pronto posible. Ningún niño rico iba a ganarme, menos el hijo de un Cipher Pol.
Galhard
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"¿Es que este marine no va a usar su espada? ¿Es que esto es un combate cuerpo a cuerpo y no un sparring de esgrima?" Pensó enfurecido Galhard mientras recibía el placaje de Claude y por instinto el futuro marine abrazó a su embestidor intentando llevarle con él mismo al suelo y girando para tratar de que si los dos caían que cayesen de lado. Había que admitir que, si bien no estaban chocando sus aceros en un combate como él había imaginado, Claude se movía de forma perfecta para evadir sus ataques y no solo eso, parecía que le sobraba tiempo para inflar pecho
Si el gallardo marine quería guerra cuerpo a cuerpo iba a usar las mismas tácticas "Maldición yo solo quería ver como se peleaba con una Katana" pensó frustrado.
La diferencia entre un marine y él no debía ser tan atroz, no debía ni lo sería o sus años de entrenamiento no habían servido para nada.
Si el gallardo marine quería guerra cuerpo a cuerpo iba a usar las mismas tácticas "Maldición yo solo quería ver como se peleaba con una Katana" pensó frustrado.
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Claude von Appetit
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¿Y sabéis lo que hizo, el gilipollas? Abrazarme. Sí, tal cual, como si se tratase de una comedia, cuando mi katana estaba a punto de frenarse junto a su cuello sacó fuerzas de flaqueza y se tiró sobre mí cual koala, desequilibrándome completamente y haciendo que ambos cayésemos al suelo. Por suerte pudimos evitar nuestras armas y no nos cortamos con ellas, pero la situación era exasperantemente ridícula. Sobre todo porque un niñato rico con alfanjón había derrotado a mi técnica a través de un puto abrazo.
Aunque teniendo en cuenta cómo lo había tratado yo, puedo dar gracias.
Rodamos un poco por el suelo, abrazados como amantes apasionados, y puede que en algún momento se me pasase por la cabeza darle un pico para desestabilizar todavía más lo que parecía una muy frágil mente. Sin embargo opté por no hacerlo porque esa perilla tenía pinta de picar, y no quisiera pasarme unas horas con una erupción en el mentón. No obstante. lo que sí hice fue en cuanto estuve encima parar aquella pantomima y levantarme de golpe, alejándome de la pata de Galhard y la coz que empezaba a olerme como revancha por la que yo acababa de darle. Al fin y al cabo, esa era la clase de amor que entre rivales nos profesábamos: Sobrevivir, vencer, repetir. Si había que romper un par de huevos para hacer tortilla se rompían, doliese a quién doliese. En aquella ocasión dolía a Galhard, pero no iba a consentir que me doliese a mí.
- Esa debe ser tu técnica secreta de esgrima, ¿no? -pregunté en tono burlesco, sujetando mi sable con ambas manos y preparándome para cargar contra él a una distancia tan corta que apenas podría acelerar. Pero como mínimo podría desestabilizarlo, o eso pensé-. He visto a más gente usarla, pero al menos me llevaban a cenar primero.
Nunca he sido muy dado a los discursos, pero sí que me solía divertir meterme con mis rivales en medio de la batalla. Es por eso que muchas veces me han golpeado con mayor fiereza, pero en esa ocasión hice algo con lo que él seguramente no contaba: Dupliqué mi fuerza a través de una descarga circular. Cargué, sí, pero contra mi propio eje de rotación para generar más inercia y fuerza centrípeta, acumulando momentum en la punta del filo para sajar con mayor facilidad. Sin embargo, todo iba calculado para que, como mucho, le atravesase tres centímetros del cuerpo, lo que si tenía reflejos podía hasta no ser nada. ¿Y adivináis qué sucedió? Venga, intentadlo.
- ¡Vamos, Alais! ¡Que esto no es el baile de quinceañera de tu hermana!
Aunque teniendo en cuenta cómo lo había tratado yo, puedo dar gracias.
Rodamos un poco por el suelo, abrazados como amantes apasionados, y puede que en algún momento se me pasase por la cabeza darle un pico para desestabilizar todavía más lo que parecía una muy frágil mente. Sin embargo opté por no hacerlo porque esa perilla tenía pinta de picar, y no quisiera pasarme unas horas con una erupción en el mentón. No obstante. lo que sí hice fue en cuanto estuve encima parar aquella pantomima y levantarme de golpe, alejándome de la pata de Galhard y la coz que empezaba a olerme como revancha por la que yo acababa de darle. Al fin y al cabo, esa era la clase de amor que entre rivales nos profesábamos: Sobrevivir, vencer, repetir. Si había que romper un par de huevos para hacer tortilla se rompían, doliese a quién doliese. En aquella ocasión dolía a Galhard, pero no iba a consentir que me doliese a mí.
- Esa debe ser tu técnica secreta de esgrima, ¿no? -pregunté en tono burlesco, sujetando mi sable con ambas manos y preparándome para cargar contra él a una distancia tan corta que apenas podría acelerar. Pero como mínimo podría desestabilizarlo, o eso pensé-. He visto a más gente usarla, pero al menos me llevaban a cenar primero.
Nunca he sido muy dado a los discursos, pero sí que me solía divertir meterme con mis rivales en medio de la batalla. Es por eso que muchas veces me han golpeado con mayor fiereza, pero en esa ocasión hice algo con lo que él seguramente no contaba: Dupliqué mi fuerza a través de una descarga circular. Cargué, sí, pero contra mi propio eje de rotación para generar más inercia y fuerza centrípeta, acumulando momentum en la punta del filo para sajar con mayor facilidad. Sin embargo, todo iba calculado para que, como mucho, le atravesase tres centímetros del cuerpo, lo que si tenía reflejos podía hasta no ser nada. ¿Y adivináis qué sucedió? Venga, intentadlo.
- ¡Vamos, Alais! ¡Que esto no es el baile de quinceañera de tu hermana!
Galhard
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Akuma no mi
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El traqueteo fue bochornoso, si en aquel momento el padre de Galhard hubiese estado mirando aquel encuentro habría empalado a los dos combatientes en un hierro oxidado y les habría cortado los ligamentos de los pulgares para "retirarles el carnet de espadachín". Lo que en un principio Galhard creía que sería un educado y limpio duelo de esgrima se convirtió en algo no muy diferente a una pelea de callejón, aunque estuviesen en una colina alejados de toda ciudad.
Mientras el pelirrojo se levantaba y trataba de provocar al niño de papá, este, volviendo a una posición de combate respondió lo propio, el combate no sólo se trasladó a las manos si no también al ámbito de las palabras.
—Ni de lejos es una técnica de esgrima ¿Que clase de bárbaro enseñaría sus cartas a la primera de turno? Y referente a lo de la cena... Bueno, diría que lo de la taberna cuenta como cita previa ¿No es así?— Repicó el futuro marine mientras que viendo la carga de su adversario decidió plantar su pie extendido para tratar de golpear la rodilla de Claude haciendo una stop-kick y retrocediendo su tren superior hacia atrás, en esa situación no tenía los reflejos para evitar que la hoja del arma le cortarse en el hombro izquierdo, incluso si lo retiraba hacia atrás, por lo qué debía tratar de igualar el daño a su rival y reducir el que iba a recibir, una patada de esa forma en la rodilla, si la lograba encajar sería un buen punto que igualaría el corte del rival.
Mientras notaba la hoja de su rival en el hombro izquierdo, preparo con su mano derecha el sable. Estaba dispuesto a aprovechar su movimiento ofensivo previo para una vez que su pierna alzada tocase el suelo golpear con un ataque de punta a Claude.
—Faltaría más, queda claro que nuestro baile no va a ser tan gentil ¿Estarás celoso si resulta ser así marine?— Dijo con confianza, tratando de mantener la educación en sus formas pese a responder las provocaciones del pelirrojo con otras. Estaba claro que por más cariños que se diesen no había quimica entre los dos.
Mientras el pelirrojo se levantaba y trataba de provocar al niño de papá, este, volviendo a una posición de combate respondió lo propio, el combate no sólo se trasladó a las manos si no también al ámbito de las palabras.
—Ni de lejos es una técnica de esgrima ¿Que clase de bárbaro enseñaría sus cartas a la primera de turno? Y referente a lo de la cena... Bueno, diría que lo de la taberna cuenta como cita previa ¿No es así?— Repicó el futuro marine mientras que viendo la carga de su adversario decidió plantar su pie extendido para tratar de golpear la rodilla de Claude haciendo una stop-kick y retrocediendo su tren superior hacia atrás, en esa situación no tenía los reflejos para evitar que la hoja del arma le cortarse en el hombro izquierdo, incluso si lo retiraba hacia atrás, por lo qué debía tratar de igualar el daño a su rival y reducir el que iba a recibir, una patada de esa forma en la rodilla, si la lograba encajar sería un buen punto que igualaría el corte del rival.
Mientras notaba la hoja de su rival en el hombro izquierdo, preparo con su mano derecha el sable. Estaba dispuesto a aprovechar su movimiento ofensivo previo para una vez que su pierna alzada tocase el suelo golpear con un ataque de punta a Claude.
—Faltaría más, queda claro que nuestro baile no va a ser tan gentil ¿Estarás celoso si resulta ser así marine?— Dijo con confianza, tratando de mantener la educación en sus formas pese a responder las provocaciones del pelirrojo con otras. Estaba claro que por más cariños que se diesen no había quimica entre los dos.
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Ay, el jovencito Galhard. Aún recuerdo como si fuese ayer la pelea que tuvimos. Mis palabras de amistad, sus golpes caballerosos y gentiles, el viento rozando nuestros rostros y el escozo en cada corte. La verdad es que eso último no me despierta particular nostalgia, pero los que pasó en general de aquella no fue precisamente agradable para mí. Más que nada, porque nunca es agradable que te peguen en la canilla. Y quien lo hace, es un canalla. Como Galhard.
La cosa es que mi ataque funcionaba. Claro que funcionaba, sumaba a la potencia de mis brazos la inercia de mi cuerpo, magnificando la potencia. ¿El error? Que quedé indefenso contra un ataque que no esperaba recibir de alguien tan pánfilo e inocente como el principito parecía: Menuda patada. Estoy seguro de que esa coz buscaba mi rodilla, pero mis movimientos debieron despistarlo, o simplemente terminó errando por cogerme con ambos pies en el aire durante un cambio de apoyo. La cuestión es que no me reventó la rodilla de milagro, pero sí que me llevé un buen pellizco de su sable mientras caía sobre él. Si no hacía nada, todo mi peso caería contra su pecho, pero tampoco me detuve mucho tiempo en comprobar si el noblecito tenía tetitas o no, solo rodé una vez más -este combate elevó mi media de caídas al suelo una barbaridad, si os soy sincero- para alejarme de su área de peligro, intentando ganar un poco de tiempo si con suerte le había dado para quitarme la camisa y comprobar la gravedad de los daños.
Y vaya si había daños. Sangraba profusamente, y aunque no me había perforado ningún órgano podía, con mucho dolor, casi hundir la mitad de mi pulgar en su interior. Apreté los dientes mientras usaba la tela de mi camisa como improvisada venda, reprimiendo un aullido de dolor que terminó siendo simplemente un gemido difuso. Sin embargo, logré hacer esto deprisa y, aunque iba a necesitar un médico y reposo muy pronto, aún podía darle una paliza a ese niño de papá.
- Uno nunca espera cortesía de nobles ni del Cipher Pol -bueno, de según la noble-, y viendo cómo te las gastas... Vas a pasar un mal rato.
Esperé a que estuviera de pie. En ese momento comencé a moverme de un lado a otro. Ondeaba mis brazos, la hoja vibraba y mis pectorales iban, primero uno y luego el otro, subiendo. Me dolía con cada movimiento, pero en ese momento no pensaba tanto en el dolor como en el tajo que le iba a dedicar. Por eso repetí la estrategia de correr contra él y girar sobre mí mismo, solo que en aquella ocasión no solo rotaría, sino que orbitaría a su alrededor, girando en tres círculos excéntricos hasta haber acumulado suficiente potencia como para hundir mi espada en su pecho. Luego debería tratarlo, claro, pero le venía bien pasar un par de semanas en el hospital.
La cosa es que mi ataque funcionaba. Claro que funcionaba, sumaba a la potencia de mis brazos la inercia de mi cuerpo, magnificando la potencia. ¿El error? Que quedé indefenso contra un ataque que no esperaba recibir de alguien tan pánfilo e inocente como el principito parecía: Menuda patada. Estoy seguro de que esa coz buscaba mi rodilla, pero mis movimientos debieron despistarlo, o simplemente terminó errando por cogerme con ambos pies en el aire durante un cambio de apoyo. La cuestión es que no me reventó la rodilla de milagro, pero sí que me llevé un buen pellizco de su sable mientras caía sobre él. Si no hacía nada, todo mi peso caería contra su pecho, pero tampoco me detuve mucho tiempo en comprobar si el noblecito tenía tetitas o no, solo rodé una vez más -este combate elevó mi media de caídas al suelo una barbaridad, si os soy sincero- para alejarme de su área de peligro, intentando ganar un poco de tiempo si con suerte le había dado para quitarme la camisa y comprobar la gravedad de los daños.
Y vaya si había daños. Sangraba profusamente, y aunque no me había perforado ningún órgano podía, con mucho dolor, casi hundir la mitad de mi pulgar en su interior. Apreté los dientes mientras usaba la tela de mi camisa como improvisada venda, reprimiendo un aullido de dolor que terminó siendo simplemente un gemido difuso. Sin embargo, logré hacer esto deprisa y, aunque iba a necesitar un médico y reposo muy pronto, aún podía darle una paliza a ese niño de papá.
- Uno nunca espera cortesía de nobles ni del Cipher Pol -bueno, de según la noble-, y viendo cómo te las gastas... Vas a pasar un mal rato.
Esperé a que estuviera de pie. En ese momento comencé a moverme de un lado a otro. Ondeaba mis brazos, la hoja vibraba y mis pectorales iban, primero uno y luego el otro, subiendo. Me dolía con cada movimiento, pero en ese momento no pensaba tanto en el dolor como en el tajo que le iba a dedicar. Por eso repetí la estrategia de correr contra él y girar sobre mí mismo, solo que en aquella ocasión no solo rotaría, sino que orbitaría a su alrededor, girando en tres círculos excéntricos hasta haber acumulado suficiente potencia como para hundir mi espada en su pecho. Luego debería tratarlo, claro, pero le venía bien pasar un par de semanas en el hospital.
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Aquello sin duda había llegado a aguas mayores. Lo que en la mente de Galhard se había dibujado como un amistoso duelo de espadachines se volvió en una suerte de pelea callejera, con el forcejeo de la caida Claude había sufrido una herida muy fea, Galhard mostró inicialmente una voluntad de querer parar la pelea pese al comportamiento tosco que Claude había tenido, dejando que se tapase la herida y bajando su arma.
Todo parecía indicar que el combate se iba a posponer hasta que Gal pudo darse cuenta que el pelirrojo volvió a arremeter contra él, esta vez con todo. A penas pudo hacer un amago para retirarse de peligro y resbalando por la hierba se llevó un buen corte en el hombro. ¿Que dolería más? ¿Una profunda herida en su hombro izquierdo o que su chaqueta favorita quedase completamente arruinada?. En la mente del noble solo se podía escuchar la voz de su padre, el cual en esta situación no haría más que regañarle por haber bajado la guardia y dado por hecho de que el combate se había acabado.
Por la conmoción del corte por sorpresa no tuvo tiempo a contraatacar contra Claude, por lo tanto, rodó y se quedó agachado en cuclillas mientras fulminaba con la mirada a aquel pelirrojo, sí había habido una mala praxis entre ellos dos pero tras ese corte el abismo que les separaba crecía más y más.
Galhard trataba de imaginar una forma de poder girar los eventos a su favor, a juzgar por el estilo de pelea de aquel pelirrojo la pelea iba de eso... giros.
-Tsk...Queda claro que cuando me una a la marina tendré que poner un esfuerzo enorme en cambiar al cuerpo, si hay más petulantes como este tipo en la institución es que está casi tan corrupta como la nobleza- murmuró de forma casi imperceptible entre dientes, dejó su brazo izquierdo en posición descansada, si no quería ver las estrellas o empeorar la hemorragia debía abstenerse de mover la articulación, estaba claro que no iba a tener ni un solo momento para aplicarse un vendaje provisional, el pelirrojo no tendría tantos miramientos como él.
Galhard pensó en cargar contra Claude para romper el ritmo de ser el pelirrojo quien se lanzase a iniciar el combate y eso hizo, con sentimientos encontrados salió de su posición de cuclillas para dar tres ligeros pasos, recortando la distancia que había ganado rodando y haciendo un rápido fondo.
Si bien no rompería la dinámica de hacer ataques de punta con un sable aprovechó la forma de este mismo para ejecutar una estocada lateral, girando sus caderas hacia adelante, similar a un directo con la mano adelantada de un boxeador. El noble apuntaba al hombro del marine, como si tratase de devolverle la herida.
Todo parecía indicar que el combate se iba a posponer hasta que Gal pudo darse cuenta que el pelirrojo volvió a arremeter contra él, esta vez con todo. A penas pudo hacer un amago para retirarse de peligro y resbalando por la hierba se llevó un buen corte en el hombro. ¿Que dolería más? ¿Una profunda herida en su hombro izquierdo o que su chaqueta favorita quedase completamente arruinada?. En la mente del noble solo se podía escuchar la voz de su padre, el cual en esta situación no haría más que regañarle por haber bajado la guardia y dado por hecho de que el combate se había acabado.
Por la conmoción del corte por sorpresa no tuvo tiempo a contraatacar contra Claude, por lo tanto, rodó y se quedó agachado en cuclillas mientras fulminaba con la mirada a aquel pelirrojo, sí había habido una mala praxis entre ellos dos pero tras ese corte el abismo que les separaba crecía más y más.
Galhard trataba de imaginar una forma de poder girar los eventos a su favor, a juzgar por el estilo de pelea de aquel pelirrojo la pelea iba de eso... giros.
-Tsk...Queda claro que cuando me una a la marina tendré que poner un esfuerzo enorme en cambiar al cuerpo, si hay más petulantes como este tipo en la institución es que está casi tan corrupta como la nobleza- murmuró de forma casi imperceptible entre dientes, dejó su brazo izquierdo en posición descansada, si no quería ver las estrellas o empeorar la hemorragia debía abstenerse de mover la articulación, estaba claro que no iba a tener ni un solo momento para aplicarse un vendaje provisional, el pelirrojo no tendría tantos miramientos como él.
Galhard pensó en cargar contra Claude para romper el ritmo de ser el pelirrojo quien se lanzase a iniciar el combate y eso hizo, con sentimientos encontrados salió de su posición de cuclillas para dar tres ligeros pasos, recortando la distancia que había ganado rodando y haciendo un rápido fondo.
Si bien no rompería la dinámica de hacer ataques de punta con un sable aprovechó la forma de este mismo para ejecutar una estocada lateral, girando sus caderas hacia adelante, similar a un directo con la mano adelantada de un boxeador. El noble apuntaba al hombro del marine, como si tratase de devolverle la herida.
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