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No habían pasado ni veinticuatro horas desde que me había enterado de que el gran diamante "Puma" había sido expuesto en el museo local de Water Seven. Este diamante, del tamaño de una mandarina estaba valorado en tres millones de berries y me daría para subsistir por unos cuantos meses. Así que estuve como una semana preparando todo el plan para robarlo desde la pequeña habitación que había alquilado, concretamente, la habitación de la taberna "Trabulus II" que estaba a una calle del museo. Podría decirse que el día del robo todo iba a las mil maravillas, pues había guardia que era algo que tenía estudiado y controlado, sensores de movimiento y trampas varias para evitar robos, cosa que tenía estudiada y finalmente una alarma tan ensordecedora que la mitad de la ciudad se daría cuenta del robo si la llegaba a activar. Era hora de actuar.
Tras el uso de varios utensilios, el haberme colado en el museo en mitad de la noche, haber evitado a los guardias y haber evadido las trampas me disponía a salir con el diamante en mi mano tan pancha por el tejado del recibidor. El problema fue que, bueno, no calculé bien y activé el sensor de la alarma haciendo que unos quince guardias aparecieran en la estancia apuntándome con sus armas. Admito que había sido un gran fallo, así que sacaría de mi cinturón una pequeña granada de humo y la tiraría al suelo. El problema es que me equivoqué de bolsillo y era una granada explosiva...afortunadamente no fui la única que abrió los ojos como cuando te hacen un examen rectal ante aquello mientras que los guardias gritaban "A cubierto".
No pasaron ni diez segundos antes de que una gran explosión hiciera eco en el edificio volando su recibidor. De entre la humareda que salía por la puerta principal se podía ver a algunos guardias que habían salido a "respirar" debido a la gran concentración de humo que había en el lugar, sin contar las llamas. En ese momento salí disparada de entre la humareda corriendo calle abajo mientras gritaba con el diamante en la mano.
- ¡Porqué no pondré etiquetas a las granadas!¡Ahhhhgg!¡ Tengo que poner menos pólvora en las puñeteras granadas!
Tras el uso de varios utensilios, el haberme colado en el museo en mitad de la noche, haber evitado a los guardias y haber evadido las trampas me disponía a salir con el diamante en mi mano tan pancha por el tejado del recibidor. El problema fue que, bueno, no calculé bien y activé el sensor de la alarma haciendo que unos quince guardias aparecieran en la estancia apuntándome con sus armas. Admito que había sido un gran fallo, así que sacaría de mi cinturón una pequeña granada de humo y la tiraría al suelo. El problema es que me equivoqué de bolsillo y era una granada explosiva...afortunadamente no fui la única que abrió los ojos como cuando te hacen un examen rectal ante aquello mientras que los guardias gritaban "A cubierto".
No pasaron ni diez segundos antes de que una gran explosión hiciera eco en el edificio volando su recibidor. De entre la humareda que salía por la puerta principal se podía ver a algunos guardias que habían salido a "respirar" debido a la gran concentración de humo que había en el lugar, sin contar las llamas. En ese momento salí disparada de entre la humareda corriendo calle abajo mientras gritaba con el diamante en la mano.
- ¡Porqué no pondré etiquetas a las granadas!¡Ahhhhgg!¡ Tengo que poner menos pólvora en las puñeteras granadas!
Arik Landvik
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Pifiarla en el contrato de Elina había servido para quedarse sin trabajo y sin dinero. Sus contratantes habían hablado mal de él y había quedado despedido de la asociación de asesinos en la que había trabajado hasta ahora. Fuera de la asociación recibir contratos era muy complicado al no ser muy conocido aún en el mundillo, así que pasó unos días complicados. Sin embargo al final la suerte le sonrió: un viejo conocido había recibido un contrato que no podía realizar por no hallarse en la ciudad y se lo había pasado a él. Una ladrona llamada Seerlena había molestado mucho a su cliente tras robarle su anillo de casado. Quería que recibiese una paliza por ello y recuperar su anillo. Le daba igual si la chica vivía o moría en el proceso, solo quería que recibiera un escarmiento y recuperar su propiedad.
Por algún motivo solo lo contrataban para enfrentarse a otros pelirrojos, parecía. Le hicieron llegar en un sobre varias fotos de la ladrona. Era una mujer hermosa y joven de larguísima melena y ojos color sangre. Como en el caso de Elina, encontrar a un pelirrojo no era complicado. Sin embargo Seerlena demostró ser bastante más cuidadosa y esquiva, y le llevó dos días de preguntas y buscar pistas encontrarla. Se alojaba en una taberna de la ciudad curiosamente no muy lejana a uno de los museos principales de Water Seven. Una vez localizada, no decidió ir a por ella de inmediato: una ladrona no era tan sencilla de atrapar como una gladiadora. Así pues empezó a vigilarla, y no le fue difícil deducir que estaba tras el "Puma". ¿Por qué sino iba una ladrona a rondar el museo, visitarlo todos los días y buscar los sistemas de seguridad?
Así pues, una vez supo que día acudiría se le adelantó y entró al museo por la tarde. Se mezcló entre los visitantes y cuando se acercó la hora de cerrar, se escondió en un cuarto de escobas y esperó a que todos los demás se hubiesen ido. Cuando consideró que había esperado suficiente, salió del cuarto y se dirigió a la sala del "Puma", escondiéndose tras un cubo de la basura. Eso fue, claro, hasta que se dio cuenta de que el diamante ya no estaba ahí. ¡Ya lo había robado! Entonces escuchó la alarma y la detonación cerca de la entrada. ¿En serio? Eso complicaría el contrato mucho. Se levantó y se acercó a la zona en silencio. Al llegar al recibidor, quedándose escondido tras una columna, se encontró con un nutrido grupo de guardias y la chica enfrentándose. Pero no había problema en cuántos fueran, porque él contaba con un arma secreta. Sacó del interior de su chaqueta su flauta de pan y empezó a tocar. La canción que escogió no tenía nada de particular, pero la manera en que tocó, ciertas notas que cambió y determinadas maneras de hacer vibrar las cañas causaron un efecto especial, actuando como una nana somnífera. Uno a uno, los guardias comenzaron a caer dormidos. Y si la chica no tenía un as bajo la manga, no sería diferente.
Por algún motivo solo lo contrataban para enfrentarse a otros pelirrojos, parecía. Le hicieron llegar en un sobre varias fotos de la ladrona. Era una mujer hermosa y joven de larguísima melena y ojos color sangre. Como en el caso de Elina, encontrar a un pelirrojo no era complicado. Sin embargo Seerlena demostró ser bastante más cuidadosa y esquiva, y le llevó dos días de preguntas y buscar pistas encontrarla. Se alojaba en una taberna de la ciudad curiosamente no muy lejana a uno de los museos principales de Water Seven. Una vez localizada, no decidió ir a por ella de inmediato: una ladrona no era tan sencilla de atrapar como una gladiadora. Así pues empezó a vigilarla, y no le fue difícil deducir que estaba tras el "Puma". ¿Por qué sino iba una ladrona a rondar el museo, visitarlo todos los días y buscar los sistemas de seguridad?
Así pues, una vez supo que día acudiría se le adelantó y entró al museo por la tarde. Se mezcló entre los visitantes y cuando se acercó la hora de cerrar, se escondió en un cuarto de escobas y esperó a que todos los demás se hubiesen ido. Cuando consideró que había esperado suficiente, salió del cuarto y se dirigió a la sala del "Puma", escondiéndose tras un cubo de la basura. Eso fue, claro, hasta que se dio cuenta de que el diamante ya no estaba ahí. ¡Ya lo había robado! Entonces escuchó la alarma y la detonación cerca de la entrada. ¿En serio? Eso complicaría el contrato mucho. Se levantó y se acercó a la zona en silencio. Al llegar al recibidor, quedándose escondido tras una columna, se encontró con un nutrido grupo de guardias y la chica enfrentándose. Pero no había problema en cuántos fueran, porque él contaba con un arma secreta. Sacó del interior de su chaqueta su flauta de pan y empezó a tocar. La canción que escogió no tenía nada de particular, pero la manera en que tocó, ciertas notas que cambió y determinadas maneras de hacer vibrar las cañas causaron un efecto especial, actuando como una nana somnífera. Uno a uno, los guardias comenzaron a caer dormidos. Y si la chica no tenía un as bajo la manga, no sería diferente.
- Spoiler:
- La vida es sueño: Una canción con flauta de pan que provoca a los que la escuchan se empiecen a adormecer y acaben quedándose dormidos. Siendo imaginativos o dándose cuenta de que se están adormeciendo podrían evitarlo, aunque los de voluntad débil suelen caer.
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Parecía que iba a escaparme de aquella situación, nuevamente, de una forma casi milagrosa. La explosión y el caos generado me habían permitido dejar atrás el museo antes de que más autoridades fueran llegando. Cuando pude ver la primera cobertura, que era el primer edificio en la gran avenida que llevaba al museo, aproveche para torcer su esquina y quedarme apoyada contra la pared, con el objetivo, de desaparecer de escena.
Estaba bastante sorprendida de que ni un solo guardia hubiera venido a por mi. Vale que había mucho humo, fuego y algunos estaban tratando de respirar pero ¿Aun así?. Me quedé mirando el "Puma" por unos segundos y lo guardé en uno de los bolsillos de mi cinturón, y super indignada salí nuevamente a la avenida.
-¡Eh que pasa¡ ¿Ya no vamos a seguir jugando?- dije saludando con la mano hacia el museo- Pff que gente más aburrida y tonta. Bueno, hora de cobrar.
Así que me di media vuelta y comencé a correr calle abajo hasta llegar al cuarto edificio de la avenida desde el museo. Cuando vi la pared del edificio me subí a unos barriles que había dando varios saltos encadenados. Una vez en lo alto de ellos salté hacia la barra de metal de un toldo que había en la única ventana de la pared a media altura, y tras subirme a ella salté hacia el tejado.
Estaba bastante sorprendida de que ni un solo guardia hubiera venido a por mi. Vale que había mucho humo, fuego y algunos estaban tratando de respirar pero ¿Aun así?. Me quedé mirando el "Puma" por unos segundos y lo guardé en uno de los bolsillos de mi cinturón, y super indignada salí nuevamente a la avenida.
-¡Eh que pasa¡ ¿Ya no vamos a seguir jugando?- dije saludando con la mano hacia el museo- Pff que gente más aburrida y tonta. Bueno, hora de cobrar.
Así que me di media vuelta y comencé a correr calle abajo hasta llegar al cuarto edificio de la avenida desde el museo. Cuando vi la pared del edificio me subí a unos barriles que había dando varios saltos encadenados. Una vez en lo alto de ellos salté hacia la barra de metal de un toldo que había en la única ventana de la pared a media altura, y tras subirme a ella salté hacia el tejado.
Arik Landvik
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Una vez sus víctimas hubieron caído en su embrujo, salió de su escondite. Era tan fácil a veces que casi se volvía aburrido. Bueno, en realidad nunca era aburrido, pero a veces le gustaría tener un verdadero desafío. Se guardó la flauta de nuevo bajo la chaqueta, en el arnés que llevaba bajo esta, y sacó el revólver. Comprobó que estaba cargado abriendo el tambor y revisando las balas, y avanzó entre los cuerpos inconscientes. Devolvió el tambor a su posición original y se puso alerta, buscando entre los caídos a la ladrona. Guardias y más guardias... ¿dónde estaba la chica? Se acercó a paso rápido a la cobertura tras la que le había visto refugiarse. No había nada. Así que había huido.
- Por el amor de Lantla - soltó una suave risa - Esto me pasa por hablar. ¿Querías un desafío, Arik? Aquí lo tienes.
Se guardó el revólver de nuevo en la funda y sacó el cuchillo. Si iba a salir a la calle, no podía ir pegando tiros o acabarían con todos los marines de la ciudad siguiéndoles la pista. Si hubiese sabido que iba a acabar en una pelea, se habría llevado el Sudario. Salió corriendo al exterior y la vio calle abajo huyendo. Estaba evidentemente en forma, aunque no era especialmente veloz. Bueno, él tampoco. Echó a correr tras ella sin quitarle los ojos de encima, comenzando a esprintar en el momento en que la vio doblar una esquina. Al llegar al callejón ya no estaba ahí, pero no se le escapó el ruido en los tejados. Tomó la misma ruta que ella, usando los barriles para tomar altura. Desde estos saltó al toldo y se impulsó sobre este hasta el borde del tejado, agarrándose y subiendo de un tirón. Sus músculos se quejaron por el esfuerzo, pero apenas lo notó: la emoción de la persecución, el viento contra su piel y la vista de su presa era todo cuanto necesitaba.
- Mi querida ladrona, te recomiendo detenerte - dijo con voz suave y musical - Estás en mi rango. Ya no puedes huir de mí.
Decidió darle una pequeña muestra de lo que le esperaba si lo provocaba. Extendió su brazo izquierdo, convirtiéndolo en un violín de carne y tela con su mano agarrando el mástil y el dedo índice de la mano derecha en un arco. Entonces colocó los dedos sobre las cuerdas y rasgueó el violín con el arco, arrancándole apenas tres notas. El aire enloqueció cerca de Serleena, y dos ondas cortantes pasaron muy cerca de ella cortando tejas. Apenas llegaría para darle un susto o como mucho para hacerle un corte superficial. No había apuntando con intención de darle; de momento solo le estaba advirtiendo de lo que le esperaba.
- Por el amor de Lantla - soltó una suave risa - Esto me pasa por hablar. ¿Querías un desafío, Arik? Aquí lo tienes.
Se guardó el revólver de nuevo en la funda y sacó el cuchillo. Si iba a salir a la calle, no podía ir pegando tiros o acabarían con todos los marines de la ciudad siguiéndoles la pista. Si hubiese sabido que iba a acabar en una pelea, se habría llevado el Sudario. Salió corriendo al exterior y la vio calle abajo huyendo. Estaba evidentemente en forma, aunque no era especialmente veloz. Bueno, él tampoco. Echó a correr tras ella sin quitarle los ojos de encima, comenzando a esprintar en el momento en que la vio doblar una esquina. Al llegar al callejón ya no estaba ahí, pero no se le escapó el ruido en los tejados. Tomó la misma ruta que ella, usando los barriles para tomar altura. Desde estos saltó al toldo y se impulsó sobre este hasta el borde del tejado, agarrándose y subiendo de un tirón. Sus músculos se quejaron por el esfuerzo, pero apenas lo notó: la emoción de la persecución, el viento contra su piel y la vista de su presa era todo cuanto necesitaba.
- Mi querida ladrona, te recomiendo detenerte - dijo con voz suave y musical - Estás en mi rango. Ya no puedes huir de mí.
Decidió darle una pequeña muestra de lo que le esperaba si lo provocaba. Extendió su brazo izquierdo, convirtiéndolo en un violín de carne y tela con su mano agarrando el mástil y el dedo índice de la mano derecha en un arco. Entonces colocó los dedos sobre las cuerdas y rasgueó el violín con el arco, arrancándole apenas tres notas. El aire enloqueció cerca de Serleena, y dos ondas cortantes pasaron muy cerca de ella cortando tejas. Apenas llegaría para darle un susto o como mucho para hacerle un corte superficial. No había apuntando con intención de darle; de momento solo le estaba advirtiendo de lo que le esperaba.
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Bueno, parecía que había logrado dejar a todo el mundo detrás, así que ya era hora de tomarse las cosas con calma. Me fui caminando tranquila pisando las tejas de aquel tejado mientras sacaba de mi bolsillo el sándwich que me había dejado a medio terminar esta tarde. Cuando me disponía a darle el primer bocado noté una presencia detrás mía, la cual, había chimpado hacia el tejado desde la misma posición por donde había subido yo.
Me giré sobre mis talones y pude ver a un tipo de pelo tan rojo como el mío. ¿Un primo lejano?, beh, no creo. Un primo lejano no me dice que no me detenga con ese tonito de acosador. Parecía que había topado con OTRO cazador...en serio, esto empezaba a ser agobiante. Como no las tenía todas conmigo preferí preguntarle.
-Emm disculpa ¿ Te debo dinero verdad?- dije llevándome una mano a la frente mientras que con la que sostenía el sándwich le hacía una indicación de que no me respondiera- No, no, no no espera ya se...¿ Te amenacé esta mañana por este sándwich ?
No pude decir mucho más antes de que aquel tipo hiciera una cosa super rara con su brazo. ¿Eso era un violín? ¡Ohhhh, ese tío era un usuario!. Había visto algunos en mis viajes, pero nunca tan de cerca.
Antes de poder decirle nada dos ondas cortantes pasaron por mi lado tan rápido que me quedé blanca como la nieva ante aquel "aviso". Me rozó una de ellas el brazo, pero con un simple corte superficial. El tipo iba en serio, así que yo también. Le señalé con el dedo y le dije:
-EH TU....¿podrías hacer eso de nuevo y cortarme el sándwich?, me he dejado el cuchillo en el museo- dije con un tono amable enseñándole mi mano agarrando mi tentempié, mientras que la otra mano estaba ahora a mi espalda, agarrando sin que el tipo lo viera, una granada de humo que había sacado de uno de mis bolsillos de mi cinturón.
Me giré sobre mis talones y pude ver a un tipo de pelo tan rojo como el mío. ¿Un primo lejano?, beh, no creo. Un primo lejano no me dice que no me detenga con ese tonito de acosador. Parecía que había topado con OTRO cazador...en serio, esto empezaba a ser agobiante. Como no las tenía todas conmigo preferí preguntarle.
-Emm disculpa ¿ Te debo dinero verdad?- dije llevándome una mano a la frente mientras que con la que sostenía el sándwich le hacía una indicación de que no me respondiera- No, no, no no espera ya se...¿ Te amenacé esta mañana por este sándwich ?
No pude decir mucho más antes de que aquel tipo hiciera una cosa super rara con su brazo. ¿Eso era un violín? ¡Ohhhh, ese tío era un usuario!. Había visto algunos en mis viajes, pero nunca tan de cerca.
Antes de poder decirle nada dos ondas cortantes pasaron por mi lado tan rápido que me quedé blanca como la nieva ante aquel "aviso". Me rozó una de ellas el brazo, pero con un simple corte superficial. El tipo iba en serio, así que yo también. Le señalé con el dedo y le dije:
-EH TU....¿podrías hacer eso de nuevo y cortarme el sándwich?, me he dejado el cuchillo en el museo- dije con un tono amable enseñándole mi mano agarrando mi tentempié, mientras que la otra mano estaba ahora a mi espalda, agarrando sin que el tipo lo viera, una granada de humo que había sacado de uno de mis bolsillos de mi cinturón.
Arik Landvik
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Recorrió su figura con los ojos y sonrió. Aquello le estaba gustando. Había algo muy hermoso en sus habilidades, en su forma de moverse, en su coraje. ¿Cuán hermosa podría llegar a ser sangrando? Su corazón se aceleró ligeramente, pero decidió apartar ese pensamiento de su mente. Había más maneras de disfrutar de la situación, y... aquella chica había captado su atención. Ahora tenía interés en ver cómo era y qué clase de decisiones tomaba. ¿Hasta qué punto era valiente o no? ¿Era sensata? ¿Tenía principios morales? Volvió a convertir sus brazos en extremidades normales a modo de muestra de que no era hostil, y hasta alzó las manos.
- Mis asuntos contigo no tienen que ver con algo que me hayas hecho en persona. Aún añadió con una sonrisa - Son asuntos meramente profesionales. Digamos que has robado a alguien que está muy molesto. Cierta persona que quiere su anillo de bodas de vuelta.
No bajó la guardia cuando dijo lo del sándwich y lo mostró. Primero porque sonaba a alguna especie de broma, y segundo porque estaba lo bastante entrenado como para reconocer una distracción cuando la veía. Con la mano derecha atraía su atención mientras llevaba la siniestra a la espalda. ¿Un arma? Probablemente. Se llevó la mano derecha al la barbilla, acariciándosela aparentemente pensativo, mientras llevaba la izquierda con disimulo al cuchillo en su chaqueta. La tentación de lanzarse contra ella era muy grande. Estaba deseando volver al éxtasis de la persecución y el combate... pero no era un jovenzuelo alocado. Lantla enseñaba a no mostrar moderación en el cumplimiento de los deseos, pero también inspiraba a perseguir la perfección en los dones. Su arte era su habilidad para someter y asesinar. No ejercer su profesión con profesionalidad hubiese sido un insulto a Lantla.
- Podría cortarte el sándwich, por qué no. Pero tendrías que acercarte. Podría apuntar mal accidentalmente y cortarte por la mitad - dijo con una mirada sugerente - Y ya de paso, si me entregas ese anillo podemos concluir nuestros negocios. Yo entrego a mi cliente lo que le has robado y tú sales con vida para vender ese diamante. Ambos ganamos, ¿verdad?
Tenía mucha curiosidad por su respuesta. Si no se decidía a darle el anillo pronto, se dejaría de preámbulos. Ver la sangre manando de su herida estaba empezando a excitarse... su instinto asesino estaba despertando. Pronto lo dejaría correr libremente, y la sangre teñiría los tejados de la ciudad.
- Mis asuntos contigo no tienen que ver con algo que me hayas hecho en persona. Aún añadió con una sonrisa - Son asuntos meramente profesionales. Digamos que has robado a alguien que está muy molesto. Cierta persona que quiere su anillo de bodas de vuelta.
No bajó la guardia cuando dijo lo del sándwich y lo mostró. Primero porque sonaba a alguna especie de broma, y segundo porque estaba lo bastante entrenado como para reconocer una distracción cuando la veía. Con la mano derecha atraía su atención mientras llevaba la siniestra a la espalda. ¿Un arma? Probablemente. Se llevó la mano derecha al la barbilla, acariciándosela aparentemente pensativo, mientras llevaba la izquierda con disimulo al cuchillo en su chaqueta. La tentación de lanzarse contra ella era muy grande. Estaba deseando volver al éxtasis de la persecución y el combate... pero no era un jovenzuelo alocado. Lantla enseñaba a no mostrar moderación en el cumplimiento de los deseos, pero también inspiraba a perseguir la perfección en los dones. Su arte era su habilidad para someter y asesinar. No ejercer su profesión con profesionalidad hubiese sido un insulto a Lantla.
- Podría cortarte el sándwich, por qué no. Pero tendrías que acercarte. Podría apuntar mal accidentalmente y cortarte por la mitad - dijo con una mirada sugerente - Y ya de paso, si me entregas ese anillo podemos concluir nuestros negocios. Yo entrego a mi cliente lo que le has robado y tú sales con vida para vender ese diamante. Ambos ganamos, ¿verdad?
Tenía mucha curiosidad por su respuesta. Si no se decidía a darle el anillo pronto, se dejaría de preámbulos. Ver la sangre manando de su herida estaba empezando a excitarse... su instinto asesino estaba despertando. Pronto lo dejaría correr libremente, y la sangre teñiría los tejados de la ciudad.
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"¿El anillo?" pensé para mi mientras mantenía mi mano a la espalda mientras que con la otra le daba un mordisco al sándwich. Recordaba haber robado muchos anillos la verdad, oh pero espera...¿Se referiría al anillo del "Gordo" Malone? Seguramente, ya que era el único anillo que realmente no valía un cagarro. Seguramente tenía un valor sentimental para el gordaco, pero de valor, poco. Con razón las cosas que no brillan no valen nada.
-Ahhh ese anillo...umm dame un segundo.-Llevé la mano que tenía a la espalda hacia adelante para meterla luego en uno de mis bolsillos delanteros y sacar aquel anillo.- ¿Esta cosa?
Me quedé mirándolo por unos instantes, al anillo, no al pelirrojo. No sé porqué aquel anillo me hipnotizaba un poco, e incluso me obligaba a admirarlo con palabras como "tesoro", pero beh....no valía un cagarro. Así que lo deslicé por el suelo para que aquel tipo pudiera cogerlo. Detrás del anillo fue deslizándose el sándwich.
-Córtalo finito por favor.
Tomé asiento sobre las tejas y esperé a que el pelirrojo dijera algo, como una niña pequeña que esperaba su recompensa. Si el cumplía con su parte tendría yo mi diamante, que eso SI QUE VALIA PASTA, frente a aquella baratija.
-Oye, una duda dudosa. ¿Quién eres?
-Ahhh ese anillo...umm dame un segundo.-Llevé la mano que tenía a la espalda hacia adelante para meterla luego en uno de mis bolsillos delanteros y sacar aquel anillo.- ¿Esta cosa?
Me quedé mirándolo por unos instantes, al anillo, no al pelirrojo. No sé porqué aquel anillo me hipnotizaba un poco, e incluso me obligaba a admirarlo con palabras como "tesoro", pero beh....no valía un cagarro. Así que lo deslicé por el suelo para que aquel tipo pudiera cogerlo. Detrás del anillo fue deslizándose el sándwich.
-Córtalo finito por favor.
Tomé asiento sobre las tejas y esperé a que el pelirrojo dijera algo, como una niña pequeña que esperaba su recompensa. Si el cumplía con su parte tendría yo mi diamante, que eso SI QUE VALIA PASTA, frente a aquella baratija.
-Oye, una duda dudosa. ¿Quién eres?
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¿Así de fácil? Estuvo a punto de decepcionarse, pero daba igual. Aún tenía que darle la paliza para completar el contrato y que su cliente se diese por satisfecho. Y entonces Serleena le pasó el anillo por el tejado... y luego el sándwich. Eso lo tomó tan por sorpresa que se echó a reír. Aquella mujer tenía un par de ovarios. Le caía bien. Recogió el anillo y lo guardó en uno de los bolsillos interiores de la chaqueta y a continuación el sándwich. Sacó su cuchillo de caza, le cortó los bordes y lo cortó a la mitad. A continuación se las devolvió deslizándolas por el tejado. Dudaba que eso fuese higiénico, pero había sido ella la primera en hacerlo. Y dado que no se lo iba a comer él...
- Arik Landvik. Cuchilla por contrato - inclinó la cabeza cortésmente, sonriendo - Pero tú puedes llamarme Arik.
Le guiñó el ojo y se sentó también, manteniéndose a unos metros de ella. Si hacía un momento quería herirla y ver su sangre (y parte de él aún lo deseaba), ahora sentía curiosidad. Le había llamado la atención su carácter y manera de comportarse. Podría llegar a interpretar como cobardía que le hubiese entregado su anillo, pero no había visto miedo en su expresión. Y ciertamente aquella pieza no tenía mucho valor. Teniendo ya el "Puma" en su posesión, ¿por qué arriesgarse por una pieza menor? Tenía cierto sentido. Sin embargo, había otras cosas que llamaban más su atención y le interesaban más.
- Serleena, ¿puedo llamarte así? - la miró, esperando a su respuesta - ¿Por qué robas?
Quería saber por qué actuaba de esa manera. ¿Robaba porque le gustaba? ¿Por las emociones fuertes? ¿Porque era buena? ¿Por el dinero? Si era por el dinero, ¿para qué lo quería? Eran toda una serie de preguntas que le ayudarían a saber si estaba frente a una persona que, aún si haber oído hablar de la Madre Oscura, seguía sus enseñanzas. Los hijos de la Diosa eran muchos y estaban dispersos por el mundo, aún cuando nunca habían oído su nombre. Y era parte de su deber reunirlos, despertarlos a la verdad y hacer que supiesen quiénes eran y que lo que hacían estaba bien. La moral era un engaño, una falsedad que alejaba de la posibilidad de vivir una vida plena realizándose como ser humano. Y por eso cuanta más gente abriese los ojos, menos quedarían para defenderse de los verdaderos hijos de Lantla.
- Arik Landvik. Cuchilla por contrato - inclinó la cabeza cortésmente, sonriendo - Pero tú puedes llamarme Arik.
Le guiñó el ojo y se sentó también, manteniéndose a unos metros de ella. Si hacía un momento quería herirla y ver su sangre (y parte de él aún lo deseaba), ahora sentía curiosidad. Le había llamado la atención su carácter y manera de comportarse. Podría llegar a interpretar como cobardía que le hubiese entregado su anillo, pero no había visto miedo en su expresión. Y ciertamente aquella pieza no tenía mucho valor. Teniendo ya el "Puma" en su posesión, ¿por qué arriesgarse por una pieza menor? Tenía cierto sentido. Sin embargo, había otras cosas que llamaban más su atención y le interesaban más.
- Serleena, ¿puedo llamarte así? - la miró, esperando a su respuesta - ¿Por qué robas?
Quería saber por qué actuaba de esa manera. ¿Robaba porque le gustaba? ¿Por las emociones fuertes? ¿Porque era buena? ¿Por el dinero? Si era por el dinero, ¿para qué lo quería? Eran toda una serie de preguntas que le ayudarían a saber si estaba frente a una persona que, aún si haber oído hablar de la Madre Oscura, seguía sus enseñanzas. Los hijos de la Diosa eran muchos y estaban dispersos por el mundo, aún cuando nunca habían oído su nombre. Y era parte de su deber reunirlos, despertarlos a la verdad y hacer que supiesen quiénes eran y que lo que hacían estaba bien. La moral era un engaño, una falsedad que alejaba de la posibilidad de vivir una vida plena realizándose como ser humano. Y por eso cuanta más gente abriese los ojos, menos quedarían para defenderse de los verdaderos hijos de Lantla.
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Arik, bonito nombre. Parecía ser que mi acosador pelirrojo era nada más y nada menos que un puñetero mercenario, que cosas. "Cuchilla a contrato" ¿Es que acaso me iba a depilar las piernas? ¿Quién le pone esos nombres tan absurdos a la gente?. Da igual, al menos ya tenía el sándwich cortadito como quería, pero una vez me lo pasó me quedé mirándolo.
-Creo que comeré mejor de plato hoy.
Tiré el sándwich tejado abajo antes de volver a mirar al pelirrojo. Su pregunta la había escuchado mil veces en boca de otros, pero bueno, había que respondérsela.
-Una tiene que comer Sr Arik- dije antes de sentarme en el tejado a unos metros de distancia de él, no porque me diera miedo ni mucho menos...sino por precaución. - Llámeme loca pero a veces me gusta poder comer caliente, y con algunas cosas que robo pues bueno...como caliente, duermo caliente y cuando me enfrío, vuelvo a robar.
Saqué un pequeño reloj de bolsillo del cinturón para ver la hora. Ya se acercaba la 1:00 pm e iba siendo hora de ahuecar el ala, pero antes tenía que preguntarle una cosa a Arik.
-Oye ¿Eres un usuario verdad? Lo digo por esos jibiri jibiri que has hecho con tu brazo. Debo decir que mola mucho la verdad. Yo lo máximo que he logrado haciendo el mismo que tu es tocar una guitarra ilusoria, pero eh, la toco genial.
-Creo que comeré mejor de plato hoy.
Tiré el sándwich tejado abajo antes de volver a mirar al pelirrojo. Su pregunta la había escuchado mil veces en boca de otros, pero bueno, había que respondérsela.
-Una tiene que comer Sr Arik- dije antes de sentarme en el tejado a unos metros de distancia de él, no porque me diera miedo ni mucho menos...sino por precaución. - Llámeme loca pero a veces me gusta poder comer caliente, y con algunas cosas que robo pues bueno...como caliente, duermo caliente y cuando me enfrío, vuelvo a robar.
Saqué un pequeño reloj de bolsillo del cinturón para ver la hora. Ya se acercaba la 1:00 pm e iba siendo hora de ahuecar el ala, pero antes tenía que preguntarle una cosa a Arik.
-Oye ¿Eres un usuario verdad? Lo digo por esos jibiri jibiri que has hecho con tu brazo. Debo decir que mola mucho la verdad. Yo lo máximo que he logrado haciendo el mismo que tu es tocar una guitarra ilusoria, pero eh, la toco genial.
Arik Landvik
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Akuma no mi
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No podía negar que le había decepcionado un poco la respuesta, por varios motivos. El primero era que le faltaba la ambición que había creído que tenía. Robar, ¿sólo por comer? ¿No por la emoción del riesgo, por el placer de ejercer algo en lo que se sabe hábil? era algo que podía hasta cierto punto aceptar, pero no entender. Era una forma de vivir vacía y carente de significado. El segundo motivo era que no creía que eso fuera todo lo que había realmente detrás de la superficie. Normalmente una persona que roba solo por comer no se cuela en museos a robar piezas que valen millones de berries. Una persona que roba por comer lo hace porque no tiene más remedio o porque no sabe otra manera de ganarse la vida. Y tanto la forma de vestir de Serleena como su habilidad le decían lo contrario. Alguien así que no quisiera seguir viviendo robando podría simplemente retirarse tras el primer golpe gordo.
- ¿Sabes qué? No creo que hayas dicho toda la verdad - dijo sonriendo - ¿Por qué alguien que roba por comer le quitaría un anillo sin valor a un ricachón? - dijo mostrando el anillo de bodas - ¿Cuando planeaba dar un golpe que le daría millones de berries? Especialmente cuando tienes evidentemente dinero como para tener equipo caro, como explosivos. No lo creo. Creo que robas porque te gusta. Porque disfrutas con la sensación de la adrenalina acelerando tu pulso cuando arrebatas una propiedad y no te pillan. Porque te gusta tener dinero más que de sobra para poder concederte caprichos y comprar equipo caro con el que seguir robando. Porque ejercer tu arte le da un sentido y una dirección a tu vida. ¿Me equivoco, Ladrona Escarlata?
Si algo le había dado años en el templo de Domica es que entendía las motivaciones de la gente. Le habían educado para comprenderles y había visto pasar a tantos cultistas que se sumergían cada vez más en la satisfacción de sus deseos que había acabado viendo un patrón. El ser humano estaba tocado por Lantla. Y la marca de la Diosa se acababa despertando y revelando de una manera diferente en cada persona. Y ahora estaba muy seguro de que había visto en aquella mujer su propia marca. Su habilidad para robar, su forma de ejercitarla y el placer que le reportaba era un canto de amor a Lantla. Cuando ella le preguntó por su akuma, sonrió y contestó:
- Sacia mi curiosidad, y yo saciaré la tuya.
- ¿Sabes qué? No creo que hayas dicho toda la verdad - dijo sonriendo - ¿Por qué alguien que roba por comer le quitaría un anillo sin valor a un ricachón? - dijo mostrando el anillo de bodas - ¿Cuando planeaba dar un golpe que le daría millones de berries? Especialmente cuando tienes evidentemente dinero como para tener equipo caro, como explosivos. No lo creo. Creo que robas porque te gusta. Porque disfrutas con la sensación de la adrenalina acelerando tu pulso cuando arrebatas una propiedad y no te pillan. Porque te gusta tener dinero más que de sobra para poder concederte caprichos y comprar equipo caro con el que seguir robando. Porque ejercer tu arte le da un sentido y una dirección a tu vida. ¿Me equivoco, Ladrona Escarlata?
Si algo le había dado años en el templo de Domica es que entendía las motivaciones de la gente. Le habían educado para comprenderles y había visto pasar a tantos cultistas que se sumergían cada vez más en la satisfacción de sus deseos que había acabado viendo un patrón. El ser humano estaba tocado por Lantla. Y la marca de la Diosa se acababa despertando y revelando de una manera diferente en cada persona. Y ahora estaba muy seguro de que había visto en aquella mujer su propia marca. Su habilidad para robar, su forma de ejercitarla y el placer que le reportaba era un canto de amor a Lantla. Cuando ella le preguntó por su akuma, sonrió y contestó:
- Sacia mi curiosidad, y yo saciaré la tuya.
Serleena
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El muchacho no era tonto, y bastante avispado era ya de base como para tratar de engañarlo de nuevo. Así que esta vez le dije:
-Mea culpa Arik, me ha pillado.- dije levantando las manos haciendo un gesto de aceptación de que me había pillado.- La verdad es que si que robo para comer, pero tengo por vicio robar también cosas brillantes que me gustan. Que le vamos a hacer, unos matan por dinero, y yo robo dinero...cada uno es bueno en su campo ¿no?. Además ¿Notará un ricachón que le falta un fajo de billetes de los cincuenta mil que tiene en una caja fuerte? Creo que no.
Tras decir aquello miré mi reloj de muñeca uno segundos. Si seguía hablando con Arik la guardia del puerto llegaría de su cambio de guardia y no podría robar un barco en el puerto para escapar. Así que había que saciar la curiosidad de Arik.
-Verás Arik tengo un poquito de prisa. No sé si te has dado cuenta pero he reventado un museo...así que bueno, te responderé. Me pongo to perraca cuando robo algo que es difícil. No sé, me invade una sensación "adrenalinosa" (Se que no existe tal palabra) y bueno me gusta hacer volar cosas.
Me di media vuelta para saltar al siguiente tejado, pero antes saqueé una pequeña tarjeta que le deslicé por las tejas a Arik.
-Me gustan las charlas, pero no tengo tiempo sorry. Ahí tienes mi número, porque bueno...me has caído bien. No me suele caer bien mucha gente, sobre todo cuando intentan matarme. ¿Por qué ya no vas a matarme verdad?. Bueno, ahora si que si tengo que irme, o no podré salir de esta puñetera isla...además quiero robar algún sándwich fresco y sin sabor a teja por el camino.
-Mea culpa Arik, me ha pillado.- dije levantando las manos haciendo un gesto de aceptación de que me había pillado.- La verdad es que si que robo para comer, pero tengo por vicio robar también cosas brillantes que me gustan. Que le vamos a hacer, unos matan por dinero, y yo robo dinero...cada uno es bueno en su campo ¿no?. Además ¿Notará un ricachón que le falta un fajo de billetes de los cincuenta mil que tiene en una caja fuerte? Creo que no.
Tras decir aquello miré mi reloj de muñeca uno segundos. Si seguía hablando con Arik la guardia del puerto llegaría de su cambio de guardia y no podría robar un barco en el puerto para escapar. Así que había que saciar la curiosidad de Arik.
-Verás Arik tengo un poquito de prisa. No sé si te has dado cuenta pero he reventado un museo...así que bueno, te responderé. Me pongo to perraca cuando robo algo que es difícil. No sé, me invade una sensación "adrenalinosa" (Se que no existe tal palabra) y bueno me gusta hacer volar cosas.
Me di media vuelta para saltar al siguiente tejado, pero antes saqueé una pequeña tarjeta que le deslicé por las tejas a Arik.
-Me gustan las charlas, pero no tengo tiempo sorry. Ahí tienes mi número, porque bueno...me has caído bien. No me suele caer bien mucha gente, sobre todo cuando intentan matarme. ¿Por qué ya no vas a matarme verdad?. Bueno, ahora si que si tengo que irme, o no podré salir de esta puñetera isla...además quiero robar algún sándwich fresco y sin sabor a teja por el camino.
Arik Landvik
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Sonrió al escuchar las palabras. No se había equivocado con Serleena, era como había creído. En el fondo, era una Hija de Lantla más aunque no lo supiera. Y era su deber despertarla y hacerla ver la verdad detrás de todo lo que ocurría en el mundo. Despertarla a un nuevo universo de sensaciones y placeres. Porque como enseña la Madre Oscura, no solo en la práctica del arte se encuentra el placer. El alma recibe alimento a través del placer carnal. Las buenas comidas, las comodidades, los amantes, las cosas hermosas... todo eso da un sentido espiritual al día a día. ¿De dónde salía sino el impulso del ser humano por buscarlas? No del instinto de supervivencia, desde luego. No, era la inspiración divina de Lantla.
- Como esperaba, eres una mujer que sabe disfrutar de la vida y estirarla - le sonrió - Tal vez un día podamos dar un golpe juntos y pasar un rato divertido.
Entonces ella se despidió. Ciertamente irse era lo más sensato. Estaban aún demasiado cerca del museo, y aunque los guardias de seguridad estaban dormidos, no debían ser pocos los que habían oído la detonación. Hasta era bastante probable que algún vecino hubiese llamado ya a la Marina. Antes o después vendrían buscando a los responsables y, aunque se le daba bien no dejarse ver, si escuchaban a dos personas de cháchara sobre un tejado, tendrían un problema. Era sin embargo una pena tener que separarse tan pronto de ella. Sin embargo le había dado su tarjeta, eso ya era algo. La recogió y le guiñó un ojo mientras se la guardaba en el bolsillo de la chaqueta, junto al anillo.
- Nos veremos pronto pues, Ladrona Escarlata. Ha sido un placer conocerte. Que no te pillen en tus futuros robos y sácale un buen precio a ese pedrusco. Bien lo vale - cuando estaba a punto de irse, se detuvo - Y procura que no te vean el rostro. Mi contrato especificaba que debía darte una paliza. Yo he decidido contentarme con el anillo y luego decirle alguna mentira a mi contratante, pero el próximo tal vez no decida perdonarte por tu cara bonita.
Tras eso se separaron definitivamente. Recorriendo unos cuantos edificios cercanos entre sí, se alejó de la zona del museo. A lo lejos podía escuchar a una patrulla acercarse a la carrera. O eso supuso por los pasos coordinados. Bajó por un callejón aprovechando unas escaleras de incendios y tras eso se dirigió con calma hacia su escondite. Al día siguiente visitaría a su cliente y cobraría su recompensa por el trabajo.
- Como esperaba, eres una mujer que sabe disfrutar de la vida y estirarla - le sonrió - Tal vez un día podamos dar un golpe juntos y pasar un rato divertido.
Entonces ella se despidió. Ciertamente irse era lo más sensato. Estaban aún demasiado cerca del museo, y aunque los guardias de seguridad estaban dormidos, no debían ser pocos los que habían oído la detonación. Hasta era bastante probable que algún vecino hubiese llamado ya a la Marina. Antes o después vendrían buscando a los responsables y, aunque se le daba bien no dejarse ver, si escuchaban a dos personas de cháchara sobre un tejado, tendrían un problema. Era sin embargo una pena tener que separarse tan pronto de ella. Sin embargo le había dado su tarjeta, eso ya era algo. La recogió y le guiñó un ojo mientras se la guardaba en el bolsillo de la chaqueta, junto al anillo.
- Nos veremos pronto pues, Ladrona Escarlata. Ha sido un placer conocerte. Que no te pillen en tus futuros robos y sácale un buen precio a ese pedrusco. Bien lo vale - cuando estaba a punto de irse, se detuvo - Y procura que no te vean el rostro. Mi contrato especificaba que debía darte una paliza. Yo he decidido contentarme con el anillo y luego decirle alguna mentira a mi contratante, pero el próximo tal vez no decida perdonarte por tu cara bonita.
Tras eso se separaron definitivamente. Recorriendo unos cuantos edificios cercanos entre sí, se alejó de la zona del museo. A lo lejos podía escuchar a una patrulla acercarse a la carrera. O eso supuso por los pasos coordinados. Bajó por un callejón aprovechando unas escaleras de incendios y tras eso se dirigió con calma hacia su escondite. Al día siguiente visitaría a su cliente y cobraría su recompensa por el trabajo.
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