¡En los talones! [Misión Heroica - Paraíso]

Contratante: Líder del G-2

Descripción de la misión: Hemos tenido un encontronazo con una banda de piratas en alta mar. Hemos logrado llegar a Cactus Island y escondernos en una cala de la isla, pero estamos heridos y nos siguen la pista. Necesitamos refuerzos antes de que los malnacidos nos encuentren o no llegaremos a la siguiente isla.

Recompensa: Una técnica de combate genuina.

- Y dime... Si lo he entendido bien el Líder del G-2 nos ha pedido expresamente que vengamos a ayudar a una de sus tripulaciones. - Le dije a Rustal, quien me hablaba por el otro lado del DDM. Me había pillado volviendo de una de las últimas misiones y este caso parecía ser urgente, dado que sabía que estaba por la zona y les había llegado el comunicado decidió notificarme. Tampoco es que tuviera elección de negarme.

- Bueno, expresamente a nosotros no, ha sido un comunicado abierto, tato para la marina y afiliados al gobierno como para cualquiera a quien le llegue, parece que andan cortos de personal por la zona si tienen que recurrir a esto, o la situación es más grave de lo que parece. - Contestó con aire algo distraído desde el otro lado de la línea, a juzgar por el tono juraría que en este momento estaba leyendo el periódico mientras hablábamos, y por el sonido a la hora de vocalizar estaba aprovechando mi ausencia para fumar uno de sus puros buenos, los que no te permiten cerrar los labios del todo. - Acabas de llegar al puerto por lo que me dices... perfecto, mantén un perfil bajo, la isla está llena de personajes, no destacarás mucho, por lo menos no parecerás uno de los marines a los que buscan. Voy a ser breve para no molestarte, tenemos poco tiempo, tienes las coordenadas de su localización, confío en tu instinto para que soluciones la situación. La misión es de recuperación y rescate, la prioridad es que salgan con vida la mayor cantidad posible de marines. Por cierto, antes de nada dedica algo de tiempo y averigua si hay alguien más interesado en ayudar... o en entrometerse. Eso es todo. Corto.

- Pero... - Y antes de que pudiera contestar colgó, dejándome con la palabra en la boca y la duda de cómo identificar a alguien que quisiera ayudar a esos marines o a los piratas.

Guardé el dispositivo y miré de un lado a otro. El puerto no era muy grande, pero a pesar de ser de noche estaba lleno de actividad, la mayoría navíos pequeños y medianos. Entre ellos destacaba uno más grande de bandera negra, no era el único con bandera pirata en el puerto, pero el hecho de que no tuviera a nadie cerca era una pista de quienes eran los que habían llevado al G-2 a esa isla. Por las calles, tal y como Rustal me había indicado, circulaban bastantes personas de aspecto pintoresco, al fin y al cabo esta isla estaba llena de maleantes, cazadores y mercenarios. Sin nada que me identificase como un miembro del gobierno seguramente no repararían en mí. Aun así tomé la decisión de apartarme de las zonas más concurridas y moverme con más soltura entre las calles cercanas a la zona de desembarco de mercancías, en dirección al navío pirata. Si había alguien que quisiera ayudar a los marines que lo hiciera, pero definitivamente llamaría la atención de los piratas que alguien saliera del pueblo a estas horas sin motivo aparente, yo tenía un plan.

Este era el último. Nadie diría que un viejo palé abandonado en el puerto y un poco de maña daría para tanto. Nadie venía por este camino entre las laderas de los "cactus" así que no debería temer el riesgo de daños colaterales. Era algo sencillo, cogías una tabla vieja con puntas oxidadas y la bañabas en la inmundicia que hubiera en el charco más cercano, luego hacías un surco a la mitad, cavabas un pequeño hoyo en el que pudieras meter el brazo hasta el codo y ya sólo tenías que camuflarlo con tierra y matojos secos. Esto me sería de ayuda en un futuro cercano, así que memoricé donde había colocado cada agujero y regresé al puerto.

Todo esto no me había llevado más de una hora y pico, así que no era demasiado tarde, además al hacerlo sin la gabardina puesta había evitado mancharme de polvo y tierra, lo que hubiera hecho sospechar a los piratas. Inspiré y llené mis pulmones de un aire algo más limpio que el del puerto, miré el reloj, la luna sólo iluminaría el valle durante una hora más aproximadamente, no me hacía gracia tener que depender de faroles y luces en medio de la noche, no cuando nos dirigimos a un enclave donde hay marines atrincherados, dispararán sin preguntar y no me gusta arriesgarme a recibir fuego amigo. Tendría que convencerlos rápido de que tomasen este camino, pero hablar no era mi fuerte. Tenía que pensar en algo convincente que no necesitase de demasiadas palabras para movilizarlos. Estas misiones eran una molestia.

Caminé hasta llegar al puerto, las tenues luces de las farolas iluminaban la calle que pasaba de un camino de tierra a uno adoquinado según te acercabas al mar. Mis pasos no eran apresurados, más bien tranquilos, pero decididos, en silencio, pero dejando que resonasen lo justo como para dar a entender que no intentaba ocultarme. Algunas miradas se posaban en mí con curiosidad, pero al poco tiempo notaba que perdían su interés y volvían a lo suyo.

Ahí estaba el barco, a menos de cien metros una taberna con demasiado jaleo incluso para esta zona. Arqueé una ceja, era demasiado obvio dónde se encontraba la tripulación, aunque a mí sólo me interesaba una persona en concreto. Me acerqué a la pasarela de desembarque del barco, allí dos individuos con cara de aburrimiento y pocas luces montaban guardia. Uno de ellos apuró la botella de cerveza y la lanzó al suelo, reventándola antes de encararme, llevando la mano a una pistola en el cinto.

- No tengo ni idea de quien se supone que eres, pero será mejor que no des un paso más. - Dijo en tono amenazante a la vez que empuñaba su arma y la sacaba hasta la mitad del cañón. No me amedrenté, di un par de pasos más. - ¿Es que acaso no me has escuch-

- Tu capitán. Quiero hablar con él. - Fue lo único que dije, interrumpiendo al pirata con una rápida mirada a los ojos.

- ¿Estás de la olla? - Comentó el otro poniéndose en guardia. - Al capitán no se lo molesta ahora. Además ¿Quién coño querría ver a un monstruito con voz de robot a estas horas?

- Creedme, a él le interesa que hablemos.

El estar por primera vez en aquella isla no facilitaba que encontrase el camino más rápido para llegar a la costa y a pesar de no saber si la llamada de auxilio era cierta o no, quería ir rápido por si sí lo era. De todos modos, si no había entendido mal la llamada aquellos hombres eran marines, y lo lógico debería ser que les rescatasen marines.

Mientras avanzaba iba pensando en las posibilidades de que aquella llamada fuese algún tipo de trampa, y la verdad era que lo parecía, era cierto que por lo que había visto en los viajes, que había bastante abundancia de piratas, sin embargo, el hecho de no dar una localización más específica o usar un lenguaje más técnico daba la impresión de que aquello no era algo oficial. Si era cierto que habían hecho bien en no dar la localización dado que si les estaban buscando y les interceptaban la llamada podrían perder esa ventaja que les daba el estar ocultos por el momento.

Por suerte, no tardé mucho en llegar hasta una de las costas de la isla. Pude ver que a un par de kilómetros de donde me encontraba se podía ver un puerto y en este un gran barco con una bandera pirata. Parecía que había encontrado a los cazadores. Aquello me dio algo de alivio, al menos parte del mensaje era cierto y si eran estos piratas de los que avisaban podría seguirlos mientras se movían por aquella costa para ver si encontraban a los marines y me tocaba intervenir o estos se marchaban como sin encontrar nada.

Me dirigí hacia el puerto en el que se encontraba aquel navío, iba con la túnica puesta y oculté la cara con la capucha de esta. Decidí no entrar y seguir por la costa pendiente al barco hasta que viese hacia donde se dirigía, luego lo seguiría de cerca por la costa hasta que dejase de verlo.

La puerta de la taberna se abrió de forma abrupta, pero el golpe del cuerpo del pirata derribando la primera mesa fue mucho más audible que el portazo. Los gritos se acallaron, dejando escuchar los quejidos del pobre hombre que se llevaba las manos a la espalda por el dolor. Di un par de pasos hacia el frente y lancé a su otro compañero inconsciente al suelo, cuando su cuerpo cayó se escuchó por todo el local la sinfonía armas siendo desenfundadas y amartilladas.

- Capitán Willian Faust, me temo que he tenido que tomarme las molestias de llegar a esto para solicitar una audiencia. - Saludé tranquilamente mirando a los ojos a la única persona que permanecía tranquila en su mesa con su copa de ron en la mano. - Descuide, si quisiera iniciar algo estarían muertos.

- Hm... Sabes que no hay mucha gente que tenga los huevos a "solicitar una audiencia" de esta forma, menos aún la fe ciega de esperar no ser acribillado tras presentarse de esta forma. - Se levantó apurando la copa y caminando tranquilamente en mi dirección. - Bien, será mejor que escojas tus palabras sabiamente, porque sino lo que quede de ti se unirá a esos marines de antes. - Levantó la mano preparado para dar la orden de abrir fuego.

- Me alegra que saque el tema de los marines. Me envía la "dirección del puerto". - Hice un énfasis suficiente como para que fuera claro que no se trataba de un órgano oficial. - Les da igual que ataquéis a la marina en las aguas de la isla, pero no pueden permitir que prologuéis en conflicto en tierra durante mucho tiempo. Han sido capaces de enviar una solicitud de ayuda, Si uno o más barcos oficiales se presentan en la isla nos veremos obligados a colaborar con ellos para daros caza, no olvidéis el principal negocio de la isla. De todas formas os ofrecemos la posibilidad de solucionar el problema, yo los llevaré donde se esconden, ustedes se desharán de ese problema y zarparán antes del amanecer.

Su expresión permaneció serie durante todo el tiempo que estuve hablando, si bien había algunas reacciones que denotaban que estaba meditando sus opciones no relajaba el brazo en ningún momento. Yo era sólo uno, pero la posibilidad de tomar una mala decisión y hacer que los cazadores de la isla se pusieran en su contra era un riesgo demasiado grande como para dejarlo pasar.

- El tiempo corre señor Faust... ¿Qué me responde?

En apenas unos minutos llegué a la altura del puerto. Me acerqué lo más sigilosamente que pude al barco para ver si averiguaba algo. Me crucé con varios hombres que realmente parecían piratas, sin embargo, estaban medio borrachos y no se pararon a hacerme ningún tipo de pregunta. Cuando estuve a punto de llegar al barco, cambié mi dirección y busqué un lugar que me diese una buena vista de la cubierta del barco.

En este pude ver que apenas tenía algún pirata. Eran cuatro piratas, y todos ellos estaban atentos sin dejar algún punto ciego que facilitase el entrar en aquel navío. Estaban bien coordinados lo que me indicaba que estaban bien entrenados y les interesaba el mantener aquella embarcación. En ese momento salió alguien del interior y se dirigió hacia el que se encontraba más cerca del timón.

-No creo que el capitán tarde en llegar. Tenemos a esos marines bastante acorralados, es una buena oportunidad para acabar con ellos antes de continuar.

-Creo que hablo en nombre de todos los hombres, señor, pero tenemos ganas de pillarles y acabar con ellos de una vez. Discúlpeme una pregunta, segundo, pero ¿Por qué hemos parado aquí y no hemos seguido?

-Necesitamos información de la isla. En campo abierto teníamos la ventaja, pero aquí un arrecife que no conozcamos, un cabo, un golfo, una cala, algo inesperado y se acabó nuestra ventaja. Lo marines no están tan bien como para salir a mar abierto, por lo que están acorralados y eso nos da tiempo para asegurarnos de encontrarnos y pillarlos por sorpresa. Ahora sigue con la vigilancia.

Parecía que estaba en lo correcto al suponer que aquel barco era el que estaba detrás de aquel embrollo, y me decía también que los que habían mandado el mensaje de socorro eran marines en problemas. Me dirigí a la proa del barco lo más oculto posible y salté a esta para ocultarme junto a la figura, no iba a ser un sitio muy cómodo, pero era el lugar más sencillo en el que me podía ocultar por el momento.

William inspiró y cerró los ojos, habían sido unos segundos eternos manteniendo la mirada en silencio, pero por fin parecía que había cedido. Bajó la mano tranquilamente y sus hombres bajaron las armas junto con esta. El ambiente se relajó, pero nadie me quitaba la mirada de encima.

- Está bien. - Dijo sencillamente antes de volver a sentarse. - Si nos das un tiempo puedo preparar a los hombres para que se pongan en marcha, sólo tendrán que ir al barco a equiparse y podremos comenzar.

- Perfecto. - Comenté sencillamente antes de encaminarme a la salida. - Estaré esperando a la salida de los embarcaderos.

Dicho esto caminé de espaldas al capitán, notando todas las miradas detrás de mí, muchas de ellas de hostilidad. Salí por la puerta y me alejé de la taberna para sentarme en uno de los bolardos del puerto. No estaba tan cerca como para incomodarlos, pero sí lo suficientemente alejado como para que notasen que no les quitaba el ojo de encima. Mi trabajo era vigilarlos y asegurarme de que cumplieran su parte, y estaba interpretando mi papel.

Cinco minutos más tarde salieron de la taberna en dirección al barco, todos en un grupo más o menos organizado. Se metieron en este y entraron bajo la cubierta. Se escuchaba el jaleo desde donde estaba, las voces, los pasos apresurados, los golpes contra la madera... Era buena señal, me habían tomado en serio. Eso sí, en la cubierta no faltaban al menos tres personas que no me quitaban el ojo de encima, asegurándose de que no intentase nada extraño mientras ellos se preparaban. Tampoco es que pareciera que pensasen que hubiese alguien tan loco de intentar algo sólo contra una tripulación entera.

A los quince minutos comenzaron a salir, esta vez todos estaban completamente armados, pude ver que la mayoría llevaba mínimo dos armas de fuego, una larga y una corta, así como alguna clase de arma blanca, faroles y linternas. Bajaron también dos cañones pequeños en sus monturas con ruedas, aunque tendrían que empujar bastante si querían que pasasen por algunos de los tramos más rocosos. Me levanté y me dirigí a encontrarme con el capitán tal y como habíamos acordado.

- Seguidme. - Señalé el camino por el que había estado antes y me puse a caminar sin mediar más palabra.

Mis acciones habían sido justo a tiempo. Justo cuando estaba colocado en posición junto a la figura de la proa del barco, escuché más escándalo viniendo del puerto. Me asomé como pude y pude ver como un montón de gente salí a de la taberna más cercana y se dirigía hacia el barco. Parecía que iban a retomar la persecución.

Me mantuve lo más quieto que pude y a la escucha de lo que sucedía en cubierta por si daban algo de información que pudiese interesarme. Y por suerte, varios tripulantes se acercaron a la proa del barco haciendo comentarios. De lo que pude sacar en claro, aunque me pareció extraño, fue que alguien bajo, con máscara y voz robótica había entrado en la taberna y le había dicho al capitán que sabía dónde se encontraban los marines y que les llevaría hasta allí. Debía ser alguien que quería hacer méritos para entrar en aquella banda de piratas y que era un local de la isla.

Sin embargo, no entendía cómo era posible que los piratas aceptasen de tan buen grado aquel ofrecimiento. Debía de haber algo detrás de aquello. No tardaron mucho en preparase, todos armados tanto con espadas como con pistolas. El viaje lo iban a hacer a pie hasta la cala en la que se enfrentarían a los marines. Tenía que hacer algo para detenerles, pero era una tripulación entera y yo me encontraba solo, conocía mis habilidades y aquello era posible que las excediese con creces.

Por el momento solo podía observar y seguirles con cuidado de que no me pillasen o podría ser yo el que acabase peor que los marines a los que perseguían. En apenas cinco minutos todos estaban saliendo por el puerto. Cuando vi que se encontraban a una distancia considerable comencé a seguirles la pista. El barco parecía haber quedado completamente vacío, lo cual me facilitó el que no me viese nadie como bajaba de la figura y salir del puerto. Cuando llegué al final del puerto, pude ver como el tipo que habían descrito les comenzaba a guiar.

- Deprisa. - Comenté mientras me adentraba por el camino. - La luna iluminará el camino sólo durante unos pocos minutos más, es mejor que pasemos antes.

Comencé a caminar, pero uno de los piratas se interpuso, no parecía que el capitán le fuese a decir nada por su expresión, así que supuse que debía de ser, como mínimo, uno de sus hombres de confianza.

- Que te tengamos de guía no significa que confiemos en ti. Nos dirás por donde ir, pero mis chicos y yo caminaremos delante. - Dijo mirándome a los ojos. Unos segundos eternos de silencio se sucedieron antes de que respondiera.

- Como quieras, me quedaré detrás de vosotros si eso os hace sentir mejor.

Con una sonrisa él y otros cuatro hombres más comenzaron a liderar la marcha por el camino. La luna todavía iluminaba el sendero, así que más o menos se podía ver por donde pisaba uno. Aunque por lo que pude comprobar no era norma general de todos estar atentos al camino. Un grito se escuchó a unos metros por delante, uno de los hombres que se habían adelantado estaba sentado en el suelo con las manos en la pierna. De lleno en una de las trampas, su pierna sangrante tenía las dos mitades de un tablón clavadas mediante puntas a los gemelos. Inmediatamente todos se pusieron en guardia hasta que su capitán les hizo un gesto para que se tranquilizasen. Fue entonces cuando me acerqué y "analicé" la trampa para ellos.

- Una tabla con puntas en un agujero. Tácticas de guerrilla, diría que es una señal de que nos acercamos a alguien acorralado. - Murmullos inquietos se escucharon entre los piratas mientras hablaban de lo que habían visto. - Sugiero que alguien le acompañe al barco a tratar la herida antes de que se infecte y tengan que amputarle la pierna... también sugiero que me dejéis ir al frente, no es la primera vez que veo este tipo de trampas.

A regañadientes accedieron dejarme ir al frente, ahora que habían visto que el camino estaba lleno de trampas improvisadas, no querían arriesgar a tener que encargarse de más heridos, menos aún si tenían que zarpar dentro de poco. Les fui avisando de un par de las trampas que había colocado mientras avanzábamos. Si antes se escuchaban algunos murmullos, ahora estaban en un tenso silencio que hacía más fácil mi trabajo.

Por fin llegamos al final del camino entre las laderas, el espacio se ensanchaba en una bajada rocosa al lado de un desfiladero, camino a la cala a la que nos dirigíamos. Di un par de pasos al frente, pero noté algo que me presionó la espinilla. Retiré la pierna y me agaché para mirar, saqué un mechero y lo encendí a la vez que tapaba la luz con la mano para que no se viera de lejos. Un cable atado a un barrilete, lo desaté de la rama de arbusto a la que estaba atado y lo pesé con la mano. Por el sonido y el peso parecía que tenía piezas de metal dentro ¿Una trampa de metralla casera? Estaban bastante preparados. De pronto una luz me sobresaltó por la espalda.

- Eh. No es tiempo de ponerse a fumar. - Dijo el que me había cortado el paso antes, ahora con un farol encendido. La luna ya no nos iluminaba y habían encendido las luces.

- No. idio- No me dio tiempo a acabar la frase cuando un disparo atravesó el farol y le dio en el pecho. Me tumbé a un lado detrás de una roca. Quizás no me necesitaban, esta emboscada estaba bien preparada.

Antes de comenzar a andar me pareció ver como unos de los piratas hablaban con el tipo de la máscara, luego algunos piratas tomaron la delantera dejando al de la máscara en medio del grupo. Aquello me pareció extraño. Si no había entendido mal, el tipo aquel sabía dónde estaban los marines y les iba a llevar hasta ellos, sin embargo, no era el que iba a guiarles por lo que parecía.

-Eso es porque no confían en él, y bien que hacen – Dijo la voz del baketsufosu como si me leyese la mente.

-Sí, puede ser, pero en caso de que haya tram… – En ese momento se escuchó un grito. – Pas. Yo le habría dejado ir primero por ese motivo, aunque no le habría quitado el ojo de encima por si intentaba algo raro.

-Es una buena opción, sí, pero también tiene sus contras, como todo. Ahora ve con cuidado que vendrán para llevar a ese hombre al barco si ha sobrevivido.

No dudé y salí del camino por el que les seguía. Dado que era de noche era un buen momento para aprovechar para intentar adelantarles o por lo menos seguirles desde una posición desde la que no me pudiesen detectar, dado que seguirles iba a ser algo que me podría poner en problemas.

-¿Cómo de factible ves el que avance paralelo a ellos?

-Complicado, te podrían ver con facilidad.

-Es de noche y puedo ver mejor usando la Fuerza lo que me permite estar a más distancia.

-Mmm, puede que salga bien entonces, pero ten cuidado, es posible que aparezca algún contratiempo.

Haciendo caso de lo que me había dicho avancé con cuidado de no hacer ruido hasta colocarme a la altura de la columna de piratas y a una buena distancia, aproveché mi poder con la Fuerza para verles mejor dado que me permitía una vista más clara a pesar de la noche.

Tras un rato de camino, el que les guiaba se detuvo y luego pude ver como se agachó, parecía que había encontrado algo. Detrás de él se encendió un farol que no tardó en apagarse tras el sonido de un disparo. Parecía una emboscada. Los marines habían preparado un buen recibimiento para los que pasasen por aquel lugar. De pronto noté como algo se colocaba en mi hombro derecho haciendo que me detuviese.

-¿Quién eres? – preguntó una voz detrás de mí, aunque notaba un par de respiraciones más.

-Soy Ori Kenobi. Un civil que escuchó la llamada de socorro de un barco marine en estas aguas. Estaba siguiendo a los piratas que van tras ellos por si encontraba alguna forma de detenerlos antes de que les alcanzasen.

-Me suena tu nombre. Pero no creo haberte visto nunca.

-Estuve en los eventos de Gray Rock, del bando de la marina, un marine con pinta de pirata te lo puede confirmar.

Aquellas palabras parecieron convencer al marine quien retiró la espada que había puesto en mi hombro, luego con un gesto me indicó que le siguiese, y eso hice, seguidos por otras dos personas. Me llevaron hasta una posición elevada desde donde se había escuchado el disparo.

- ¡Apagad las luces idiotas! - Gritó su capitán. - ¿Acaso queréis ser un blanco fácil?

Las luces se fueron apagando una a una, minuto se escuchaban entre dos y tres disparos que salían de un saliente rocoso a unos cien metros de nuestra posición. Los piratas se habían puesto a cubierto entre las piedras, los que no se habían echado cuerpo a tierra.

- Pero señor, así no vemos un pimiento. Estamos atrapados. - Dijo con voz baja un pirata que se encontraba a su lado.

- Si quieres ser un colador, adelante, enciende el puto farol y ve a que te acribillen. - Contestó su capitán. - Pero...

- Hay algo raro. - Comenté. El capitán me miró y asintió en silencio, era más perspicaz de lo que esperaba. - Están atrapados y casi sin recursos... no tienen motivos para desperdiciar munición en retener a alguien que no ven.

Me levanté, aun con poca luz mi silueta podía ser reconocible si me movía. Cada pocos segundos escuchaba los disparos, las balas silbando a mi alrededor, pero siempre pasaban por el mismo sitio. Cincuenta metros, veinte, diez, cinco... nada, no notaba ni una mirada proveniente del saliente. Me acerqué por un lado, caminando lentamente por un camino de tierra. Noté con la pierna algo parecido a lo de antes, un cable. No presioné si simplemente lo evité. Ahora bajo la cobertura del saliente encendí el mechero. Pude ver a mis espaldas otra bomba de clavos, pero delante había tres rifles fijados entre las rocas. Dos estaban ya vacíos, pero quedaba uno que aún tenía munición. Tenían el gatillo atado a una serie de latas, encima de esta había otra perforada más grande que goteaba agua. Cuando una se llenaba caía, apretando el gatillo y soltándose, dejando paso a la siguiente. Tenían a alguien bastante hábil entre ellos. Aparté los rifles y solté la segunda bomba de clavos. Con el mechero les hice señas para que avanzasen. No quedaba mucho, estábamos llegando al lugar donde se escondían, y tenía la sensación de que ya confiaban lo suficiente en mí como para que no sospechasen. Aunque me tendría que andar con ojo, el capitán era más perspicaz de lo que parecía.

Un grito nos puso en alerta, parecía que estaban poniendo pies en polvorosa después de que sonase el disparo. Desde donde estábamos se podían ver los faroles como iban apagándose poco a poco y todos se colocaban en posiciones a cubierto para evitar los disparos que seguían sonando.

-Esa distracción acabará pronto. Es una trampa para para ganar algo de tiempo y alertarnos por si venía alguien, no esperábamos aliados en un buen tiempo. Te llevaremos ante el capitán.

-Si eso es una distracción no podemos perder tiempo con presentaciones ni para elaborar planes, tanto el líder de los piratas como el que les guiaba por el camino son gente con buen instinto para trampas, toca actuar ya – le dije al marine -. Tenéis dos opciones salir a mar abierto para intentar huir mientras ellos vuelven al barco y se ponen en ruta u os preparáis para el combate – el marine fue a replicarme pero antes de eso le corté -. Sé que solo soy uno, pero puedo hacer más de lo que parece, con vuestra ayuda es posible que les derrotemos.

-Son fuertes, no somos una división cualquiera de la marina.

-Pues entonces razón de más, os daré tiempo cortándoles el camino temporalmente, ahora corred a barco e informad a vuestro superior para que se prepare para el combate, con todo lo que tengáis.

No parecieron muy convencidos de los que les decía, pero al ver que me movía en dirección a los piratas no dudaron y salieron corriendo hacia el barco. Según avanzaba me fui fijando en el entorno y sobre todo en las rocas que pudiesen estar medio sueltas o a punto de caer desprendidas. En las que me iba fijando eran enormes rocas que tuviesen un peso bastante grande para que les costase moverlas, o eso esperaba. Cuando encontré varias me concentré en una de ellas y estiré mis brazos hacia ella.

La roca crujió un poco, pero se soltó de donde estaba. Una vez suelta la moví con la Fuerza y la bajé del acantilado en el que estaba hasta que se posó en el camino que bajaba hacia la cala donde estaba el barco marine. Siendo un camino único, aquello les obstruiría el paso durante un poco de tiempo y quedarían encerrados dado que a un lado tendrían el muro del acantilado y al otro el mar. Repetí el proceso de la primera piedra con otras tres, todas ellas superaban los trescientos kilos.

-Estaría bien que preparases otras cosas por si acaso.

-Muy cierto.

Esto no me lo esperaba. Pensé mientras miraba el enorme pedrusco que había en el camino. No era muy grande, debieron haberlo tirado con palancas para incordiarnos en el camino y ganar algo de tiempo. Aunque no era muy difícil pasar por encima, sería una historia muy diferente para los cañones. Quizás esta fuera una de las trampas con las que podría escurrir el bulto y decir que no sabía cómo sortearla. De todas formas pasé por encima con cuidado. Les hice una seña para indicar que el camino estaba despejado y salté al otro lado.

- Hm, de todo lo que nos hemos encontrado esto es lo más simple, deben de estar quedándose sin ideas. - Comentó el capitán.

Acto seguido escuché el crujido de las piedras y pude ver aun en la oscuridad cómo la silueta de la gran piedra se movía. Con una sola mano había agarrado la piedra y la había levantado a peso sobre sus hombros para luego echarla a un lado. La fuerza de agarre que tenía que tener en la mano para poder sostener varios cientos de kilos era algo que escapaba a mis expectativas.

Hizo lo mismo con otra que estaba a unos metros delante, permitiendo que pasásemos. Pero la última era diferente, al parecer junto con esta se habían desprendido una serie de rocas de la pared del acantilado, incluso con su fuerza tardaríamos demasiado en quitarlas de en medio, aunque no hacían el camino impracticable.

- No queda de otra. - Dijo haciendo un gesto con la mano. - Quería reservar la munición, pero tenemos que usarla en esto.

Los cañones apuntaron y, tras alejarnos un poco, abrieron fuego contra las rocas. La explosión logró apartar las suficientes como para que pudiéramos pasar todos, artillería incluida sin mayores percances. Delante había un corto pasaje rocoso entre una de las paredes del acantilado y una loma rocosa que se adentraba en el mar. Lideré la marcha como antes, tratando de detectar trampas, aunque no parecía que quedasen muchas. Delante nuestro había una playa rocosa con multitud de cobertura, delante un barco maltrecho con actividad dentro. Era el momento, en cuanto terminasen de pasar todos jugaría mis cartas.

Tal y como había pensado, aquello apenas retendría a los piratas de llegar a su destino, una gran figura las fue apartando con una sola mano. Su fuerza era algo que impresionaba mucho, aquellas rocas no eran algo que fuese moco de pavo y conocía a maestros que les costaba hacer aquello con la Fuerza.

-Eso va a ser un problema a añadir para acabar con ellos.

Sin embargo, pareció que el gran cúmulo de rocas que hice más adelante sirvió para que tuviese que usar otra cosa que no fuese su fuerza bruta para superar el obstáculo. Su orden fue la de usar los cañones que habían ido cargando, aunque lo hizo con algo de pena. Miré rápidamente a mi alrededor y busqué rocas que fueran grandes, aunque no tanto como las que había usado para bloquear el camino. Por suerte no fue muy complicado, me concentré en estas y extendiendo las manos hacia ellas, estas comenzaron a levitar.

Unos disparos mucho más potentes que los que habían sonado de los rifles se hicieron escuchar, seguidos de una tremenda explosión al impactar las balas contra las rocas que bloqueaban el camino. Aquello hizo que casi perdiese la concentración en lo que hacía, pero me sobrepuse a ello. Las levanté todo lo que pude e hice que las piedras se pusiesen encima de los cañones varias decenas de metros por encima, justo en mi límite de control, que sumado a la altura del acantilado era una altura considerable. Las solté y estas comenzaron a caer.

En apenas unos segundos el estruendo que provocaron los cañones al destruirse llamó la atención de todos los allí presentes. Era hora de meterse en medio, no había muchas más cosas que pudiese hacer para ganarles tiempo a los marines. Corrí hasta el punto en el que se encontraban lo que iban en cabeza y luego salté para caer delante de ellos. Lo hice con el mayor sigilo que pude, a varios metros por delante del camino que seguían y en el aire me quité la túnica que coloqué bajo mis pies para evitar hacer ruido al caer. Una vez en el suelo retiré la capa a un lado del camino y me adelanté hacia donde se encontraban los piratas.

-Muy buenas – dije simplemente a apenas cinco metros de donde se encontraba el capitán y el tipo de la máscara.

-No creo que haya sido tu mejor idea la de bajar – escuché que me decía el artefacto mientras me colocaba en una posición de alerta por si decidían atacarme.

Los cañones habían sido inutilizados, dos grandes rocas habían caído desde arriba para aplastarlos con total precisión. Lo raro de todo era que esta vez no había sitio desde el que pudieran haberlas dejado caer, y parecían haber caído de forma vertical en vez de ser lanzadas. Extraño, pero no era algo que importase demasiado, seguramente quien lo hubiera hecho estaría detrás de la llamada de socorro de los marines, o puede que fueran estos.

De todas formas la pérdida de la artillería no había sido muy bien recibida. Los nervios de la tripulación estaban a flor de piel, las armas desenvainadas y los rifles y pistolas amartillados apuntando las sombras y las rocas que se parecían levemente a una persona. Ni las palabras de su capitán parecían que hicieran mucho efecto en poner orden, no cuando alguien nos estaba dejando caer grandes pedruscos sin saber de donde ni como. Ahora teníamos la certeza de que nos estaban vigilando, no, tenía. Notaba un par de miradas que nos seguían desde hacía un rato, pero sólo una de ellas parecía tener interés de acercarse. No parecía una decisión brillante, no de estar solo. Una distracción posiblemente, necesitaría ganar tiempo para que los marines escapasen, no, nadie se sacrificaría de una manera tan estúpida sin garantías, más bien si lo hacía era porque tenía la esperanza de que alguien lo respaldaría.

Por fin, tras algo de rodeo decidió bajar. Era silencioso y metódico, la mayoría no lo había visto hasta que decidió hablar, si no hubiera notado su mirada en mi, tampoco me hubiera percatado. Saludó cordialmente, de forma desenfadada, casi inconsciente de su situación. Podía notar como el capitán se enfurecía a mis espaldas por la simple burla que significaba no tomarlo en serio. Tenía que lograr que desescalase la situación.

- No te muevas. - Dije sacando la pistola y apuntando a su pecho. - Has caído en una trampa. - Con la mano libre bajo la gabardina, fuera de la vista de los piratas, le señalé hacia abajo, al alambre que había delante de su pierna entre dos rocas.

La ira que desprendía el capitán de los piratas era casi palpable. Sin duda, el haber destruido sus cañones y cortarles el paso constantemente no era algo que é tuviese planeado nadie. Di un par de pasos hacia él. La maestra del aparato tenía razón no había sido mi mejor idea, pero ya que la había ejecutado debía de seguirla.

-Bien capitán – dije deteniéndome a escasos metros de él -, me gustaría llegar a negociaciones con usted para que deje en paz a los marines a los que persigue – dije en un tono serio para que se notase que no iba en broma ni pretendía jugar.

En ese momento el tipo de la máscara con su voz robótica se dirigió a mí y me informó que había caído en una trampa a la vez que sacaba una pistola y la apuntaba hacia mí. Miré hacia el suelo y en efecto estaba tocando con las botas un cable, aquello sin duda empeoraba mi situación, ya no solo estaba en desventaja numérica sino que también táctica. Cogí aire y seguí hablando.

-Puede que lo haya hecho a propósito – le informé dirigiéndole una mirada -, ahora, si no te importa, me gustaría que ninguno se moviese, pues si terminó de activar la trampa, todos los aquí presentes moriremos, por lo que estamos en la misma situación.

-¿En la misma situación? – Preguntó el capitán en un tono que ocultaba su ira hacia mí – Yo no lo creo, tu ahora eres un hombre muerto y si aceptamos tus términos, en cuanto te muevas morirás y podremos hacer lo que nos venga en gana a pesar de lo que te hayamos prometido – razonó el capitán elocuentemente y no le faltaba la razón -. Dispara, solo nos está retrasando y dándoles tiempo a los marines – le dijo al chico de la máscara.

-Me hubiese gustado que las negociaciones hubiesen funcionado, pero si es lo que quieres, que así sea – le dije al capitán pirata. Hice una respiración honda para concentrarme y atraje la Fuerza hacia mí – Maestra, necesito apoyo – dije en un susurro para que no me escuchasen.

Noté como la energía me imbuía por completo y sin pensarlo dos veces di un potente salto hacia el centro de los piratas mientras desenfundaba sendas espadas de luz y las activaba pasando energía por ellas. Y justo cuando toqué el suelo se escuchó una explosión de donde me había encontrado hacía un momento, la trampa se había activado.

Por lo menos pudo tener la decencia de hacer una señal antes de hacer eso. Pensé mientras miraba el panorama tras la roca en la que me había escudado de la metralla. Varios de los piratas estaban heridos hasta el punto de incapacitarlos, o directamente muertos. Los trozos de metal, clavos y tuercas que había dentro los habían llenado de agujeros. El capitán en cambio parecía tener el ojo herido, con un reguero de sangre que bajaba desde la frente hasta su mentón, pintando media cara de rojo. Soltó al pobre hombre que había usado de escudo y se encaró al extraño de las espadas luminosas.

Ahora él se enfrentaba a los piratas supervivientes, que no eran pocos, pero tras un movimiento como ese supuse que sabría lo que hacer, lo importante ahora era que había logrado algo que no esperaba hasta que nos encontrásemos con los marines. El capitán me había dado la espalda, era el momento.

Lancé dos cables de las alas de la libertad en dirección a una de las paredes de piedra para poner algo de distancia entre nosotros. Había visto su fuerza, no era alguien que quisiera tener cerca una vez se diera cuenta de la jugarreta.

En el momento en el que me lancé el gran hombre agarró los cables con la mano y dio un tirón.

- ¿A dónde crees que vas? - Preguntó girando su cabeza para mirarme con el ojo bueno. - ¿Crees que no me he dado cuenta de que llevas todo este tiempo guiándonos a una trampa? Todo este tiempo has procurado estar fuera de mi alcance, pero ahora que te tengo no pienso dejar que te escapes. - Y entonces tiró con fuerza de los cables.

Pero lo que acercó con su fuerza no fui yo. Mi gabardina se abrió revelando que los cables que había lanzado no eran los del aparato que me habían regalado, sino los de las bombas que había desactivado. Los artefactos se acercaron rápidamente a su cuerpo y entonces alcé la pistola para disparar a ambos mientras saltaba hacia atrás.

Mientras estaba en el centro de la formación pirata pude escuchar como el capitán le decía algo al tipo de la máscara, o eso suponía dado que no les veía. Por un momento me pareció ver algo que pasaba fugazmente por encima de varios hombres hacia la pared y luego volvía hacia su posición anterior.

No pude perder más tiempo desconcentrado dado que los piratas, tras la pequeña sorpresa de que aparecí a su lado volvieron en sí y comenzaron su ataque. Dad mi posición en aquel momento la defensa se me hizo bastante sencilla a pesar de ser varios ataques. La agilidad que había conseguido al reunir la Fuerza sobre mí y el apoyo proveniente del artefacto donde estaba la maestra sin duda alguna marcaron la diferencia de que pudiese evadir todos los ataques sin un rasguño, aunque no sabía por cuanto tiempo lo lograría.

Aquellos ataques solo fueron los primeros de muchos, parecía que más o menos sabían coordinarse y tras moverse los que acababan de atacar unos nuevos sables intentaron caer sobre mí, esta vez casi no me dio tiempo a bloquear un par de ellos y me moví lo suficiente como para evitar un impacto directo de otra espada que produjo un pequeño corte en la armadura que me cubría el pecho.

-Si esto se prolonga por mucha ayuda que te dé acabarás muerto – me dijo la maestra en un tono más serio del que solía usar cuando hablaba conmigo.

No le faltaba razón y el simple hecho de no tener suficiente espacio a mi alrededor ya suponía una gran desventaja sin contar el gran numero de oponentes que tenía alrededor. Por otra parte, si hacía espacio era posible que los que usaban rifles tuviesen más oportunidades de atacar, por lo que me quedaría más expuesto todavía a todo tipo de ataques. La situación era complicada. Escuché un disparo y algo impacto en mi antebrazo, el cual tenía una parte de la armadura que por suerte resistió el impacto, aunque en mi brazo noté algo de dolor del choque del proyectil. No me quedaba de otra, debía de hacer hueco, de esa forma podría tener espacio como para defenderme de proyectiles.

Me concentré el la Fuerza que imbuía mi mano derecha, la más pegada al cuerpo y con un rápido movimiento hacia una parte del grupo de piratas hice que la Fuerza se moviese bruscamente hacia estos para repelerles todo lo que pudiese. Al ser tantos no salieron volando, pero todos los afectados en el cono que proyecté perdieron el equilibrio y cayeron, ganándome un tiempo muy valioso. Me giré y a la vez activé mi haki de observación.

El humo de las explosiones se retiró revelando unos brazos destrozados por las explosiones, llenos de carne quemada y metralla incrustada, aunque con su masa muscular resultaba impresionante que siguieran de una pieza, mucho más aún que pareciera poder usarlos. Los movió de un lado a otro, apartando el humo mientras tosía y se tambaleaba, aunque le quedaba un ojo intacto la sangre le había salpicado y por sus movimientos juraría que tenía los oídos tocados. Por fin su ojo pudo mirarme y su cara se retorció en una grotesca mueca de odio. Lanzó un grito ensordecedor antes de lanzarse como un toro desbocado a una velocidad explosiva que me pilló por sorpresa. Su mano enganchó mi cuello antes de que pudiera apartarme, empujando sin piedad hasta atraparme contra la pared de piedra y haciendo que soltara mi pistola.

Notaba las rocas y el propio metal de mi implante clavarse en la carne de la espalda a la vez que intentaba en vano recuperar el aliento. No, tenía que recordar mi entrenamiento, mantener la calma, no intentar luchar por conseguir aire inmediatamente, sino aprovechar los valiosos segundos que tienes para conseguir una posición ventajosa. Aunque esos segundos parecían más unos instantes mientras veía como su puño libre se cerraba para liberar un golpe contra mi cara y aplastar mi cabeza contra la roca.

Apreté el botón y apunté los ganchos hacia arriba y el centro, activé el mecanismo y estos salieron disparados contra su enorme brazo, atravesando carne y anclándose. Retraje los cables esperando que sus músculos no estuvieran demasiado dañados y, en efecto logré tirar de su brazo hacia abajo, justo antes de que su puño pasase por encima de mi cabeza quitándome la gorra. Antes de que se recuperase agarré un puñado de balas de una de las cartucheras de la gabardina y se las metí en la boca con todas mis fuerzas, tras eso golpeé con la rodilla su mandíbula para hacerle morder. De haber sabido que uno de los dientes detonaría una de las balas me lo hubiera pensado dos veces.

Me Incorporé y respiré profundamente, recuperando el aliento y examinando la herida de bala que ahora tenía en el hombro izquierdo, nada grave si paraba la hemorragia a tiempo. Me giré para ver el cuerpo sin vida del capitán y al recién llegado. Todavía quedaban demasiados piratas, y el no parecía estar del todo en control de la situación, la cual no la volvía ideal para mí. Aunque si lo pensaba bien... todo este jaleo no debería haber pasado desapercibido.

Agarré el cadáver del capitán y se lo lancé a uno de los fusileros que apuntaban al misterioso desconocido, cuando se dio cuenta de lo que le había golpeado no pudo hacer otra cosa que no fuera gritar. Un par de disparos al aire ayudaron para que los ojos se posaran en mí por un momento.

- Bien... ¿A alguien más le quedan ganas de pelea? - Dije simplemente mientras apuntaba al grupo. Sembraría la duda en ellos, el no saber qué harían sus compañeros los mantendría ocupados unos segundos valiosos, y esperaba que los piratas no hubieran sido los únicos en escuchar los disparos y las explosiones, notaba miradas sobre nuestros hombros desde hacía un rato, creo que era el momento de que dieran la cara.

Aquella distracción no duraría mucho, y por lo que me había parecido intuir del movimiento de antes, el capitán estaba siendo entretenido por el tipo de la máscara. Pudiese ser que se hubiese vuelto contra ellos. En ese momento la percepción de la Fuerza me avisó de que se aproximaba un ataque por mi espalda.

Haciendo acopio de mi agilidad me di la vuelta a la vez que me agachaba y estiraba una pierna para barrer al oponente que se había acercado a mí por la espalda. No me detuve ahí, y mientras el tipo aquel estaba en el aire tras mi golpe terminé de dar el giro levantándome para darle una patada como pude y mandarlo hacia atrás.

No fue mucho, pero ya era algo si interrumpía el movimiento del resto. No podía quedarme quieto o sería blanco de tiradores. Salté hacia un lado para acercarme a los piratas en ese momento mi percepción volvió a avisarme de un ataque, salté y varios disparos se escucharon. Cuando caí varios piratas cayeron al suelo heridos de los disparos. De un rápido acelerón me moví hacia los que acababan de disparar y con un rápido movimiento de mis armas corté con mis sables.

No me detuve ahí y seguí atacando a los piratas. Algunos consiguieron defenderse, sin embargo, otros cayeron al suelo heridos por mis armas. El tipo de la máscara parecía que seguí a luchando dado que pude notar como el grupo de piratas se reducía ligeramente pues iban hacia su posición. Aquella distracción mía les dio espacio a los piratas para ponerse en orden de nuevo y comenzaron a atacar.

Todos los ataques que me intentaron realizar fueron cuerpo a cuerpo, y con la postura que había adquirido la defensa sería más efectiva. Los piratas, aunque se coordinaban bien, no conseguían igualar mi agilidad. Según me atacaban iba evadiendo sus ataque apoyándome de los sables para bloquear los que no me daba tiempo a esquivar. A pesar de todo noté varios cortes que impactaban en las placas de la armadura y alguno superficial que atravesaban la ropa y me provocaban pequeños cortes.

Los piratas de pronto dejaron de atacarme tras un grito seguido de un par de disparos al aire. El cadáver del capitán de los piratas yacía en el suelo aparentemente muerto. Aquello podría terminar con aquel conflicto en el momento. Sin embargo, a pesar de verlo y de que algunos tiraron las armas en señal de que se rendían otros parecían dispuestos a combatir.

-¡¡Abran fuego!! – se escuchó que alguien gritaba desde donde debía de encontrarse la ría del mar.

-Por fin llegó la cabellaría – Dije en respuesta al grito sin levantar demasiado la voz.

Salté lo más rápido que pude hacia el acantilado para introducirme hacia el interior de la isla y salir del rango de la explosión del ataque de los marines.

Oh, mierda. Fue lo primero que pensé cuando escuché la orden de abrir fuego contra las personas del acantilado. Como si necesitasen ser rematados por artillería. En fin, por lo menos habían avisado, lo poco que quedase de ellos quedaría rematado por las balas de cañón y la metralla, y yo con ellos si no me ponía a cubierto. Por fortuna contaba con un gran y musculosos cadáver que cuyos músculos sabían recibir bien el daño y habían sido endurecidos por una corta vida de entrenamiento.

Cuando las explosiones cesaron me aparté el cuerpo del capitán de encima con los oídos todavía pitando. Cogí mi gorra y la desempolvé con cierto cuidado antes de observar a mi alrededor. El desconocido y el resto de los marines supervivientes me estaban mirando, cuatro de ellos me apuntaron inmediatamente al pensar que era uno de los supervivientes de los piratas. Tranquilamente levanté las manos.

- Tranquilos caballeros. Soy el agente RAL del CP3. - Me presenté con la monótona voz de mi máscara, gracias a los cielos que el modulador de voz no estaba dañado. - Pueden comprobar la documentación que llevo en el bolsillo derecho del interior de mi gabardina.

Sin oponer resistencia me puse de rodillas mientras uno de ellos esperaba la autorización de su superior. Cuando este asintió silenciosamente se acercó con cuidado y buscó en dicho bolsillo. En efecto, una cartera con la documentación a la vista. Un rápido vistazo bastaba para comprobar que era auténtica.

- El agente Rustal, mi superior me encargó que ayudara en esta misión, supuse que infiltrarme como un guía local me ayudaría a ganarme su confianza y poder golpear desde dentro. Lo siento si desactivé las trampas que habíais puesto con tanto empeño.

- Todo en orden. - Comentó al comprobar la documentación y devolvérmela. - Gracias por vuestra ayuda. - En ese momento me di cuenta de que el desconocido era un voluntario que había ayudado en la misión, bueno, claramente había ayudado, pero podía ser otro pirata en busca de venganza, o un justiciero, o un simple maníaco. Tenía que controlar un poco la paranoia.

- Bien, si hemos acabado... si no les importa ¿Podrían llevarme a la siguiente isla para que puedan recogerme?

El bombardeo sobre el acantilado fue completamente efectivo, reduciendo a cero las personas que en él estuviesen. Por suerte para mí conseguí salir de allí lo suficientemente rápido como para que no recibiese ningún tipo de daño. El tener de mi lado el poder de la maestra me ayudó para la hazaña.

Pareció que el tipo perturbador de la máscara también pudo salir de allí bastante bien. Luego se dirigió al barco y se presentó como Ral y como perteneciente al grupo del CP3, un agente del Gobierno. Los marines comprobaron que lo que decía era cierto, luego informó que él estaba allí por ordenes de un superior.

Por mi parte me quedé apartado de aquel tipo y de los marines, sin embargo, tras hablar con el enmascarado, el capitán del buque se acercó hasta donde me encontraba.

-Gracias por la información y por ayudarnos con todo esto. ¿Necesitas ayuda con alguna cosa que podamos hacer por ti?

-Con que me llevéis hasta la siguiente isla me sirve, gracias.

-Perfecto, recogeremos provisiones y materiales del barco de los piratas y luego pondremos rumbo a la próxima isla.