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Diamuird, una isla bastante peculiar donde las haya, siendo una de las islas más grandes que había llegado a pisar nuestro pobre camarero y no digo pobre para compadecerme, si no, pobre en todos los sentidos, Momojiro trabajaba en una de los restaurantes del pueblo, donde ya llevaba un par de meses, se había hecho al trabajo y ya conocía algo de la cocina pero nada de nivel. Se acordaba del momento en el que le contrataron, se puso muy feliz, pues desde ese restaurante, por la puerta principal o desde la terraza, se podía ver, a lo lejos, la hermosa linea azul del mar y aparte, por el ventanal de la parte oeste del restaurante, una pequeña colina donde habían unos hermosos olmos, sitio que había declarado su favorito e iba todos los días después del trabajo a descansar, a observar y a meditar. Hoy un miércoles cualquiera, ya no estaba tan feliz, acababan de talar todos los arboles de la colina para hacer espacio a la población. Desde el ventanal, desde que entró a trabajar pudo observar como los cortaban poco a poco. No era una persona corta de mente, ni mucho menos de ideología idílica, sabía que las ciudades crecen, las islas prosperan y la población crece, claro que necesitan espacio, pero eso no quita, que ahora mismo esté entre triste y enfadado.
Era la hora de las comidas, su turno terminaba tras un par de horas sirviendo, pero ya no le apetecía salir pues no sabía donde iba a ir. Fue a atender una de las mesas donde un cliente esperaba ser atendido, Momojiro, vestido con un típico traje de camarero se acercó con libreta y lápiz en mano para pedir la comanda, pero se quedó absorto, observando desde aquél ventanal, como talaban el último olmo, para nada seco, de todos los que habían. Claramente no escuchó al cliente, solo permanecía triste mirando al infinito
Era la hora de las comidas, su turno terminaba tras un par de horas sirviendo, pero ya no le apetecía salir pues no sabía donde iba a ir. Fue a atender una de las mesas donde un cliente esperaba ser atendido, Momojiro, vestido con un típico traje de camarero se acercó con libreta y lápiz en mano para pedir la comanda, pero se quedó absorto, observando desde aquél ventanal, como talaban el último olmo, para nada seco, de todos los que habían. Claramente no escuchó al cliente, solo permanecía triste mirando al infinito
Meneror
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El último negocio había ido de maravilla, y esta vez solo me había manchado de sangre los zapatos, un éxito. Parecía que ahora iba a ser más rico que antes, y empezaba a plantearme a fundar mi propio banco si esto continuaba así. Ahora, me encontraba en Diamurid, un lugar bastante curioso para mi, pero que me valía perfectamente para mis quehaceres. Ahora, tras haber acabado mis deberes tenía un nuevo problema: El hambre.
Iba por la calle acompañado de unos cinco compañeros míos, más bien guardaespaldas ataviados como capos de la mafia de los años veinte. Sus trajes eran todos grises, sin embargo el mío era negro, dejando claro quien era el jefe desde un primer momento. Uno de estos guardaespaldas me alertó de que había un restaurante cerca, donde podríamos saciar nuestras bocas y pasar un buen rato.
Caminé junto a ellos hasta entrar en el local. Con un gesto de cabeza, y con mi habitual puro en la boca hice un aceno con la cabeza. Esto daba a entender a mis hombres que deberían esperar fuera, bien fuera fumando o charlando hasta que yo acabara de comer. Así que comencé a caminar hacia el metre , que nada más verme abrió la boca para hablar, sin embargo yo le interrumpí.
-Una mesa, cerca de la entrada, para uno -dije sacando una bolsa de berries del bolsillo de mi abrigo para dejarla sobre el atril del metre. Esto no dijo nada, y solamente se me quedó mirando y asintió con la cabeza.
-Acompañeme por favor- dijo mientras me llevaba a una de las mesas. Curiosamente le comenzaron a caer gotas de sudor por la sien
La mesa estaba bien, perfectamente ornamentada y cerca de la puerta. Tomé asiento, sin quitar el abrigo de mis hombros y me dispuse a leer la carta. Mientras tanto el metre entró en las cocinas y llamó al encargado con gotas de sudor frío en la frente aún frescas.
-Señor Lebourd! (Encargado), venga por favor- dijo el metre mientras buscaba en un montón de papeles en el fondo de la cocina hasta sacar un wanted mohoso y polvoriento, el cual le enseño al encargado. Lebourd abrió los ojos como platos y este empezó a sudar también. Las únicas palabras que salieron de su boca hacia el metre fueron: "Que no le falte de nada, envía a algún camarero a pedirle carta ahora mismo"
Rápidamente el metre salió corriendo de la sala para buscar al primer camarero que viera por el lugar. Estaban ante Meneror, un criminal valorado en 200.000.000 de berries. ¿Por qué entonces no llamar a las autoridades? Porque hacerle eso a Meneror era muy...pero que muy mala idea. Al Don no le gustaba que la marina le interrumpiera la comida y provocaría una carnicería si pudiera.... Imagínate lo que haría a un chivato.
Iba por la calle acompañado de unos cinco compañeros míos, más bien guardaespaldas ataviados como capos de la mafia de los años veinte. Sus trajes eran todos grises, sin embargo el mío era negro, dejando claro quien era el jefe desde un primer momento. Uno de estos guardaespaldas me alertó de que había un restaurante cerca, donde podríamos saciar nuestras bocas y pasar un buen rato.
Caminé junto a ellos hasta entrar en el local. Con un gesto de cabeza, y con mi habitual puro en la boca hice un aceno con la cabeza. Esto daba a entender a mis hombres que deberían esperar fuera, bien fuera fumando o charlando hasta que yo acabara de comer. Así que comencé a caminar hacia el metre , que nada más verme abrió la boca para hablar, sin embargo yo le interrumpí.
-Una mesa, cerca de la entrada, para uno -dije sacando una bolsa de berries del bolsillo de mi abrigo para dejarla sobre el atril del metre. Esto no dijo nada, y solamente se me quedó mirando y asintió con la cabeza.
-Acompañeme por favor- dijo mientras me llevaba a una de las mesas. Curiosamente le comenzaron a caer gotas de sudor por la sien
La mesa estaba bien, perfectamente ornamentada y cerca de la puerta. Tomé asiento, sin quitar el abrigo de mis hombros y me dispuse a leer la carta. Mientras tanto el metre entró en las cocinas y llamó al encargado con gotas de sudor frío en la frente aún frescas.
-Señor Lebourd! (Encargado), venga por favor- dijo el metre mientras buscaba en un montón de papeles en el fondo de la cocina hasta sacar un wanted mohoso y polvoriento, el cual le enseño al encargado. Lebourd abrió los ojos como platos y este empezó a sudar también. Las únicas palabras que salieron de su boca hacia el metre fueron: "Que no le falte de nada, envía a algún camarero a pedirle carta ahora mismo"
Rápidamente el metre salió corriendo de la sala para buscar al primer camarero que viera por el lugar. Estaban ante Meneror, un criminal valorado en 200.000.000 de berries. ¿Por qué entonces no llamar a las autoridades? Porque hacerle eso a Meneror era muy...pero que muy mala idea. Al Don no le gustaba que la marina le interrumpiera la comida y provocaría una carnicería si pudiera.... Imagínate lo que haría a un chivato.
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El cliente se quedó mirando algo enfadado hacia mi persona pues yo, absorto en mis pensamientos, no le estaba haciendo ni caso, vamos que el trabajo por el cual se me paga lo estoy incumpliendo. De pronto, un compañero de acercó algo nervioso, quizás necesitaba ir al baño y por eso me mandaba a mi, me mandó coger la comanda de otro cliente, sin pensar en el que tenía en frente, fui directo hacia el nuevo señor... El cliente olvidado no creo que deje propina, pero no le daré importancia pues como he dicho, ni me he enterado que existe. Me acerqué a la mesa del hombre, un tipo trajeado, alto, bastante alto a decir verdad, ¡Jo**r! Si era igual de alto que yo con la diferencia que el estaba sentado y yo de pie. El tipo estaba fumando, cosa normal por estos lares, ni que se le pudiera prohibir a alguien fumar en un restaurante, que locura... Pero lo que me acabó de rematar era su mano, la cual, no estaba.
No hacía falta ser un académico para saber que este hombre tiene una historia bastante interesante a sus espaldas, pero por desgracia esto era un restaurante y yo un camarero, que si no, le hubiera preguntado hasta la marca de nacimiento... -¡Buenos días señor! Soy Momo su camarero- Me presento mientras le entrego una carta de menús -Si me permite la recomendación, la dorada al horno o el cochinillo están especialmente buenos, nuestro plato estrella es el ciervo, pero con la tala indiscriminada y el ruido que se están haciendo en los bosques, se asustan y no comen como deberían, les falta grasa en el cuerpo, su piel está fibrada pero sin esa pequeña capa de grasa, no tiene el máximo sabor....- Una recomendación que le hago a todo el mundo aún que mi jefe no lo sepa, pero era verdad, el cochinillo era lo mejor ya que se cuidaba en granja y estaban bien gorditos -¿Sabría lo que quiere de beber? Podría traérselo acompañado de un entrante para que vaya pensando que quiere degustar- Trato formal como a cualquier cliente, quizás hubiera cambiado de saber quien era el cliente, pero nadie me informó del precio que tiene por su cabeza
No hacía falta ser un académico para saber que este hombre tiene una historia bastante interesante a sus espaldas, pero por desgracia esto era un restaurante y yo un camarero, que si no, le hubiera preguntado hasta la marca de nacimiento... -¡Buenos días señor! Soy Momo su camarero- Me presento mientras le entrego una carta de menús -Si me permite la recomendación, la dorada al horno o el cochinillo están especialmente buenos, nuestro plato estrella es el ciervo, pero con la tala indiscriminada y el ruido que se están haciendo en los bosques, se asustan y no comen como deberían, les falta grasa en el cuerpo, su piel está fibrada pero sin esa pequeña capa de grasa, no tiene el máximo sabor....- Una recomendación que le hago a todo el mundo aún que mi jefe no lo sepa, pero era verdad, el cochinillo era lo mejor ya que se cuidaba en granja y estaban bien gorditos -¿Sabría lo que quiere de beber? Podría traérselo acompañado de un entrante para que vaya pensando que quiere degustar- Trato formal como a cualquier cliente, quizás hubiera cambiado de saber quien era el cliente, pero nadie me informó del precio que tiene por su cabeza
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No tardó en venir un camarero de lo más peculiar, sin embargo a mi me valía conque supiera hacer su trabajo. Debo de admitir que el muchacho, pues joven era, venía lleno de júbilo a recitarme la carta y la recomendación de la casa. Si bien era cierto que cuando iba a un restaurante todos hacían lo mismo, este parecía estar contento con su trabajo.
Me llevé la carta a las manos mientras escuchaba las diversas recomendaciones del joven. Sólo posaría mi vista en él para responderle.
- La fibra siempre es mejor que la grasa, será ciervo muchacho- le dije con un tono semi jocoso mientras daba una honda calada al puro y continuaba - Traedme un Chatillón gran reserva si tenéis, y a poder ser antes que el plato que vayas a servirme.
Tras decir aquello deje asomar el gran garfio de oro tras mi abrigo, el cual posé sobre la mesa haciendo un ruido metálico pesado. Cualquiera podría haber pensado que la mesa se iba a partir, pero me gustaba dejarlo apoyado y a la vista. Primero porque era de oro, segundo, porque era amenazante. Sin más dilación me volví a dirigir al muchacho llevándome el puro a la mano.
-Joven ¿Cuál es vuestro nombre?
En cuanto me dijera su nombre asentiría con la cabeza y me llevaría la mano al bolsillo del abrigo para coger una bolsa. Tras eso la dejé sobre la mesa. Al peso podía sonar que había dinero en abundancia, concretamente 1.000.000 de berries.
-Traedme la comida joven, y luego acompañadme a comer.- dije ofreciéndole la bolsa- Esto es para el jefe de sala del local, que imagino que no verá con buenos ojos que dejéis de trabajar, así que seguro que este "regalo" os permitirá comer conmigo sin problema alguno.
Dicho esto me llevé el puro a la boca, y tras dar una calada hacia el techo dije.
-Id, traedme la comida, pedid para vos, y volved.
Me llevé la carta a las manos mientras escuchaba las diversas recomendaciones del joven. Sólo posaría mi vista en él para responderle.
- La fibra siempre es mejor que la grasa, será ciervo muchacho- le dije con un tono semi jocoso mientras daba una honda calada al puro y continuaba - Traedme un Chatillón gran reserva si tenéis, y a poder ser antes que el plato que vayas a servirme.
Tras decir aquello deje asomar el gran garfio de oro tras mi abrigo, el cual posé sobre la mesa haciendo un ruido metálico pesado. Cualquiera podría haber pensado que la mesa se iba a partir, pero me gustaba dejarlo apoyado y a la vista. Primero porque era de oro, segundo, porque era amenazante. Sin más dilación me volví a dirigir al muchacho llevándome el puro a la mano.
-Joven ¿Cuál es vuestro nombre?
En cuanto me dijera su nombre asentiría con la cabeza y me llevaría la mano al bolsillo del abrigo para coger una bolsa. Tras eso la dejé sobre la mesa. Al peso podía sonar que había dinero en abundancia, concretamente 1.000.000 de berries.
-Traedme la comida joven, y luego acompañadme a comer.- dije ofreciéndole la bolsa- Esto es para el jefe de sala del local, que imagino que no verá con buenos ojos que dejéis de trabajar, así que seguro que este "regalo" os permitirá comer conmigo sin problema alguno.
Dicho esto me llevé el puro a la boca, y tras dar una calada hacia el techo dije.
-Id, traedme la comida, pedid para vos, y volved.
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En cuanto el hombre acabó de hablar, mi cerebro empezó a procesar toda la información dada que no era mucha, pero si atípica. Pide justamente lo no recomendado, quizás pensara que yo intentaba guardarme lo mejor para otros clientes, quizás simplemente era por llevar la contraria o por hacerse el aplicado en gastronomía, yo no lo era, por lo que no podía decir mucho al respecto. El vino que pidió no estaba entre mis conocidos, pero los más caros la verdad no sabía cuales eran pues casi nadie los pedía, pudiera ser uno de ellos. A continuación vinieron las excentricidades, dejó caer cual martillo de dios nórdico el garfio dorado sobre la mesa, claramente mis ojos se abrieron sobresaltados, preguntó mi nombre -Momojiro señor- y pagó por compañía podría decirse, era con total diferencia el cliente más extraño que había atendido, suerte para mi que mi compañero me lo cediera, hoy era mi día de suerte, menos mal, entre tanta tristeza por los bosques caídos viene bien un suspiro.
-Discúlpeme un segundo mientras apunto- Claramente era una falta de respeto no hablar con el hombre a su tiempo, pero yo siempre me lo apuntaba todo, cualquier cosa que dijeran por mínima que fuese, estaba en la libreta para que luego a mi no se me pudiera dar un toque de atención por olvidar algo -Entendido señor, con su permiso iré a preguntar al encargado, nunca me habían hecho una petición así, por otro lado encantado de comer con usted, le iré a hacer el pedido de ciervo y miraré en la bodega si hay el "Chatillón gran reserva" que no estoy seguro y lo traeré inmediato, si me vuelve a disculpar- Comenté con una sonrisa y toda la tranquilidad del mundo. Cuando me dí la vuelta me extrañó un poco la situación, le gente se calló, miraban fijamente sus platos e incluso algún cliente habitual se marchó antes de los postres, claramente no lo relacione con el hombre, quizás era solo el momento y me estaba fijando en tonterías.
Avancé a paso rápido hacia la cocina a la cual entré y mi compañero junto al encargado estaban quizás algo visiblemente nerviosos, tampoco reparé en ello ¿Tendría que aprender a leer el ambiente? baag, tonterías... -El hombre que acaba de entrar es extraño, ha pedido justamente lo que no le he recomendado y que me siente con el a comer, a dejado dinero y todo para...- No terminé la frase y fui interrumpido -¡Sientate a comer!- Fue una orden directa pero enseguida cambió de tono, alguien más perspicaz que yo se habría dado cuenta del escalofrío que recorría el ambiente -Digo, hazlo, no le cobraremos por tu descanso ni a el, ni a ti, no os preocupéis- Extrañado, acepté, hoy era mi día de suerte -Esta bien, voy a la bodega a ver si hay un vino que pidió, quiere ciervo, para mi, el chuletón a la pimienta y agua- Bajé a la bodega, encontré lo que pidió el señor y al subir en una bandeja puse unos entrantes que habían preparado.
De nuevo en sala frente al hombre, coloqué su botella, su copa y empecé con los entrantes colocandolos frente a el mientras le explicaba -Le han preparado unos entrantes, tiene "carpaccio" con queso rallado "Gran padano", unas almejas a la marinera y huevos estrellados con el mejor jamón que hemos conseguido hoy, las patatas son de cosecha propia- Finalicé colocando mi sitio correctamente y me senté, no sin antes -Pues con su permiso, me dispongo a acompañarle- No tenía mucha hambre pero quería conocer al hombre, quien parecía interesante -Si no es molestia, ¿podría decirme como se llama señor?- Sin nombres en la conversación entrarían "motes" que no siempre son del todo acertados. Los platos llegarían a su tiempo por otro camarero
-Discúlpeme un segundo mientras apunto- Claramente era una falta de respeto no hablar con el hombre a su tiempo, pero yo siempre me lo apuntaba todo, cualquier cosa que dijeran por mínima que fuese, estaba en la libreta para que luego a mi no se me pudiera dar un toque de atención por olvidar algo -Entendido señor, con su permiso iré a preguntar al encargado, nunca me habían hecho una petición así, por otro lado encantado de comer con usted, le iré a hacer el pedido de ciervo y miraré en la bodega si hay el "Chatillón gran reserva" que no estoy seguro y lo traeré inmediato, si me vuelve a disculpar- Comenté con una sonrisa y toda la tranquilidad del mundo. Cuando me dí la vuelta me extrañó un poco la situación, le gente se calló, miraban fijamente sus platos e incluso algún cliente habitual se marchó antes de los postres, claramente no lo relacione con el hombre, quizás era solo el momento y me estaba fijando en tonterías.
Avancé a paso rápido hacia la cocina a la cual entré y mi compañero junto al encargado estaban quizás algo visiblemente nerviosos, tampoco reparé en ello ¿Tendría que aprender a leer el ambiente? baag, tonterías... -El hombre que acaba de entrar es extraño, ha pedido justamente lo que no le he recomendado y que me siente con el a comer, a dejado dinero y todo para...- No terminé la frase y fui interrumpido -¡Sientate a comer!- Fue una orden directa pero enseguida cambió de tono, alguien más perspicaz que yo se habría dado cuenta del escalofrío que recorría el ambiente -Digo, hazlo, no le cobraremos por tu descanso ni a el, ni a ti, no os preocupéis- Extrañado, acepté, hoy era mi día de suerte -Esta bien, voy a la bodega a ver si hay un vino que pidió, quiere ciervo, para mi, el chuletón a la pimienta y agua- Bajé a la bodega, encontré lo que pidió el señor y al subir en una bandeja puse unos entrantes que habían preparado.
De nuevo en sala frente al hombre, coloqué su botella, su copa y empecé con los entrantes colocandolos frente a el mientras le explicaba -Le han preparado unos entrantes, tiene "carpaccio" con queso rallado "Gran padano", unas almejas a la marinera y huevos estrellados con el mejor jamón que hemos conseguido hoy, las patatas son de cosecha propia- Finalicé colocando mi sitio correctamente y me senté, no sin antes -Pues con su permiso, me dispongo a acompañarle- No tenía mucha hambre pero quería conocer al hombre, quien parecía interesante -Si no es molestia, ¿podría decirme como se llama señor?- Sin nombres en la conversación entrarían "motes" que no siempre son del todo acertados. Los platos llegarían a su tiempo por otro camarero
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El muchacho no tardó demasiado en hacer todo un despliegue de buenos entrantes y el vino que le había pedido. Empezábamos bien, y eso me gustaba. Al menos podría comer tranquilo. Mientras el muchacho me exponía todo con suma tranquilidad y educación me fui llenando la copa, para luego dar un pequeño sorbo a esta mientras saboreaba con la lengua .
- Chatillón nunca falla-dije sin más antes de hacer un aceno con la mano ante las palabras del muchacho para sentarse a la mesa. Dejé mi puro en el cenicero que había sobre esta, y llevándome la mano al bolsillo saqué otro, el cual le ofrecí al joven -¿Gusta?.
Dicho esto comencé a picar algo de los entrantes mientras escuchaba la pregunta del muchacho. Me sorprendió bastante que no supiera quién era, y viendo la reacción del restaurante y estaba seguro que de sus jefes, me parecía raro.
-Don, si queréis tratarme con respeto- dije dando un sorbo al vino- Pero supongo que vos podéis llamarme Meneror cuando haya bebido un poco más.
Suponía que se daría cuenta del wanted, pues un criminal en un cartel podía aparecer desde los Blues hasta el Nuevo Mundo. Cuando concluí de beber me volví a llevar el puro a la boca, y tras dar una larga calada me dirigí a el joven.
-Momojiro es un nombre peculiar muchacho, si me lo permitís, pero bueno, nuestras madres ponen nombres que ni comprendemos muchas veces. Bien Momojiro, decidme. ¿Lleváis mucho tiempo trabajando aquí? No parecéis una persona vencida por el tedio del servilismo en un local, de hecho, diría que todavía gozáis de una jovialidad que me recuerda , en cierto modo a mis inicios.
Quité entonces un poco de la ceniza del puro.
-Sin embargo no os he hecho sentar conmigo porque quiera ser vuestro amigo. Tengo algunas preguntas, que quizás vos podáis resolverme..sino sabéis nada y aparentáis ser tan memo como vuestro jefe...solo habré perdido el tiempo...y debo decirle, que odio perder el tiempo.
Dicho esto volví a lanzar una gran calada al techo.
-Decidme. ¿Os suena un hombre que viene a comer mucho por aquí? De largos cabellos rizados blancos, cicatriz en el ojo derecho, cuerpo enclenque, bien vestido...y que responde al nombre de Sibir. De hecho, quiero preguntarnos si hoy vendrá o tiene reserva como de costumbre.
Esperaba que si le sonara. Sibir pertenecía a la familia criminal de "Sibirento", que tenía su base de operaciones en Diamurid. Eran magnates de la banca, y gozaban de el Merchan Sibirian Bank. Estaba seguro de que el muchacho sabría algo, y necesitaba que me diera esa información.
-Si lo conoceís, por favor, decidme todo lo que sepáis de él cada vez que viene aquí, y si la memoria os falla...- me llevé la mano al bolsillo del abrigo, sacando una bolsa de berries que puse sobre la mesa-...esto os sacará de vuestro olvido.
¿Porqué hacer esto con un simple camarero? Era simple. Si quieres lograr información sobre cualquier persona, empieza por saber donde come y donde duerme.
- Chatillón nunca falla-dije sin más antes de hacer un aceno con la mano ante las palabras del muchacho para sentarse a la mesa. Dejé mi puro en el cenicero que había sobre esta, y llevándome la mano al bolsillo saqué otro, el cual le ofrecí al joven -¿Gusta?.
Dicho esto comencé a picar algo de los entrantes mientras escuchaba la pregunta del muchacho. Me sorprendió bastante que no supiera quién era, y viendo la reacción del restaurante y estaba seguro que de sus jefes, me parecía raro.
-Don, si queréis tratarme con respeto- dije dando un sorbo al vino- Pero supongo que vos podéis llamarme Meneror cuando haya bebido un poco más.
Suponía que se daría cuenta del wanted, pues un criminal en un cartel podía aparecer desde los Blues hasta el Nuevo Mundo. Cuando concluí de beber me volví a llevar el puro a la boca, y tras dar una larga calada me dirigí a el joven.
-Momojiro es un nombre peculiar muchacho, si me lo permitís, pero bueno, nuestras madres ponen nombres que ni comprendemos muchas veces. Bien Momojiro, decidme. ¿Lleváis mucho tiempo trabajando aquí? No parecéis una persona vencida por el tedio del servilismo en un local, de hecho, diría que todavía gozáis de una jovialidad que me recuerda , en cierto modo a mis inicios.
Quité entonces un poco de la ceniza del puro.
-Sin embargo no os he hecho sentar conmigo porque quiera ser vuestro amigo. Tengo algunas preguntas, que quizás vos podáis resolverme..sino sabéis nada y aparentáis ser tan memo como vuestro jefe...solo habré perdido el tiempo...y debo decirle, que odio perder el tiempo.
Dicho esto volví a lanzar una gran calada al techo.
-Decidme. ¿Os suena un hombre que viene a comer mucho por aquí? De largos cabellos rizados blancos, cicatriz en el ojo derecho, cuerpo enclenque, bien vestido...y que responde al nombre de Sibir. De hecho, quiero preguntarnos si hoy vendrá o tiene reserva como de costumbre.
Esperaba que si le sonara. Sibir pertenecía a la familia criminal de "Sibirento", que tenía su base de operaciones en Diamurid. Eran magnates de la banca, y gozaban de el Merchan Sibirian Bank. Estaba seguro de que el muchacho sabría algo, y necesitaba que me diera esa información.
-Si lo conoceís, por favor, decidme todo lo que sepáis de él cada vez que viene aquí, y si la memoria os falla...- me llevé la mano al bolsillo del abrigo, sacando una bolsa de berries que puse sobre la mesa-...esto os sacará de vuestro olvido.
¿Porqué hacer esto con un simple camarero? Era simple. Si quieres lograr información sobre cualquier persona, empieza por saber donde come y donde duerme.
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El hombre degustó el vino, parecía ser un entendido en estos, del tipo de gente que con olerlo y mojarse la punta de la lengua puede decirte tanto el tipo de vino, como a sido tratada la uva y el código genético del hombre que las a pisado, era una habilidad, en mi opinión un tanto inútil, pero aún así, maravillosa. Me ofreció un puro, al que me vi obligado a rechazar si no quería morirme en vivo y en directo -Lo siento mucho, seguro es un puro extraordinario, pero tanto mi paladar como mis pulmones no están hechos a ello, no fumo, sería terminar con la conversación antes de que empezara, tosería hasta mañana- Comenté, siempre, con una sonrisa.
¿Meneror? El nombre me resulta conocido... Mmmm, ¿Por que será? Bueno, quizás en alguna isla alguien tenía el mismo nombre... Aún que no me parece que los tiros vayan por ahí, hay algo... que se me escapa... Bagg, que importa eso ahora, por otro lado Momojiro no es el nombre que mi madre me puso, es el que me he autoimpuesto, pero eso es un tema del que seguro no vamos a hablar -La verdad es que no, aún no me he sentado en una isla y he pensado "esta es mía" soy una persona que trabaja lo mínimo para estar un par de meses en la isla, el suficiente tiempo para ver la fauna autóctona, explorar sus bosques y luego cambiar a otra isla, todas tienen su encanto, creo que soy más bien... Como decirlo, un trotamundos- Expliqué, luego devolví la pregunta, claro, no sabía donde me estaba metiendo -¿Sus inicios? Seguro ha visto mucho mundo Don- Decidí llamarle Don, por respeto, sin confianza, usar su nombre me parecía un tanto incomodo
Las siguientes frases de su boca, me hicieron cambiar de actitud, mirándole más fijamente y prestando mucha atención pues entendía que quien estaba frente a mi, buscaba algo más que un entretenimiento en la comida. Y efectivamente así fue, quería saber algo y no tenía ningún problema en insultar al que le ofreció una buena cantidad de dinero, que por cierto, aún estaba en la mesa, me levanté de sopetón y hablé... -Buscas información de un cliente, pero tengo la sensación de estar metiéndome en un pantano, profundo y espeso, verde y putrefacto, vienes aquí dando una impresión y luego saltas con otra, no le gusta perder el tiempo y no seré yo quien se lo haga perder, simplemente contesteme ¿Para que quiere saber esa información?- No necesitaba la razón, con que dijera que era Cazador, Marine o agente del gobierno, me serviría para saber si dar esos datos o no, claro esta, si los tenía... No me interesan matones de poca monta interesados en gente con "cosas" que quieren robar
Por qué, de pronto siento nervios... Meneror... Don... Que se me escapa, se que hay algo que no esta en su sitio y no se ni lo que es, ni donde está, que se me puede estar escapando... El jefe del local no es, ¿Quizás ese tal Sibir era un cliente que se fue sin pagar? Y por que mi compañero y mi jefe me estaban haciendo señales desde cocina, entendía un "Sientate" un "Estas loco" y por que enseñaban el Wanted de.... Oh... Mierda... Estoy muerto....
¿Meneror? El nombre me resulta conocido... Mmmm, ¿Por que será? Bueno, quizás en alguna isla alguien tenía el mismo nombre... Aún que no me parece que los tiros vayan por ahí, hay algo... que se me escapa... Bagg, que importa eso ahora, por otro lado Momojiro no es el nombre que mi madre me puso, es el que me he autoimpuesto, pero eso es un tema del que seguro no vamos a hablar -La verdad es que no, aún no me he sentado en una isla y he pensado "esta es mía" soy una persona que trabaja lo mínimo para estar un par de meses en la isla, el suficiente tiempo para ver la fauna autóctona, explorar sus bosques y luego cambiar a otra isla, todas tienen su encanto, creo que soy más bien... Como decirlo, un trotamundos- Expliqué, luego devolví la pregunta, claro, no sabía donde me estaba metiendo -¿Sus inicios? Seguro ha visto mucho mundo Don- Decidí llamarle Don, por respeto, sin confianza, usar su nombre me parecía un tanto incomodo
Las siguientes frases de su boca, me hicieron cambiar de actitud, mirándole más fijamente y prestando mucha atención pues entendía que quien estaba frente a mi, buscaba algo más que un entretenimiento en la comida. Y efectivamente así fue, quería saber algo y no tenía ningún problema en insultar al que le ofreció una buena cantidad de dinero, que por cierto, aún estaba en la mesa, me levanté de sopetón y hablé... -Buscas información de un cliente, pero tengo la sensación de estar metiéndome en un pantano, profundo y espeso, verde y putrefacto, vienes aquí dando una impresión y luego saltas con otra, no le gusta perder el tiempo y no seré yo quien se lo haga perder, simplemente contesteme ¿Para que quiere saber esa información?- No necesitaba la razón, con que dijera que era Cazador, Marine o agente del gobierno, me serviría para saber si dar esos datos o no, claro esta, si los tenía... No me interesan matones de poca monta interesados en gente con "cosas" que quieren robar
Por qué, de pronto siento nervios... Meneror... Don... Que se me escapa, se que hay algo que no esta en su sitio y no se ni lo que es, ni donde está, que se me puede estar escapando... El jefe del local no es, ¿Quizás ese tal Sibir era un cliente que se fue sin pagar? Y por que mi compañero y mi jefe me estaban haciendo señales desde cocina, entendía un "Sientate" un "Estas loco" y por que enseñaban el Wanted de.... Oh... Mierda... Estoy muerto....
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Umm aquel tipo no fumaba, no le auguraba nada bueno ya de entrada. A pesar de esto entendía perfectamente sus excusas, pues el tabaco del puro no está al alcance de todos, y menos para alguien tan joven. Así que procedí a guardarlo nuevamente en mi abrigo mientras lo escuchaba.
-¿Un trotamundos decís? Siempre he valorado la gente que viaja y no se queda criando hongos en un mismo lugar, la curiosidad puede que matara al gato, pero a veces puede ser "liberadora", estoy de acuerdo- arqueé la ceja ante tal comentario antes de responder- Algo he visto no os lo voy a negar, del mismo modo que veo necesario daros un consejo muchacho: viajad siempre y que nadie os diga lo contrario.
Dicho esto volví a dar una calada profunda al puro, y tras quitarle la ceniza lo volví a posar en el cenicero. Di un largo trago a la copa de vino hasta vaciarla para proseguir.
-Si quisiera daros una impresión no me hubiera molestado en hablar con vos muchacho, me importan poco ese tipo de cosas- dije levantando un poco el garfio y dejándolo caer, como una viga de metal contra la mesa. haciendo un leve estruendo- Muchacho os resolveré vuestra duda: La curiosidad es buena, pero tened cuidado con quién queréis hacerla ver. No os concierne en absoluto, pero, lo que si puedo deciros es que dicho cliente es un viejo amigo, y me gustaría esperarlo hasta que llegara. Por este motivo me gustaría que me respondierais a mis dudas, y que preguntarais menos. Os lo agradecería mucho.
Dicho esto lancé una leve suspiro para comenzar a comer el plato, a la espera de que me respondiera. Sin embargo aproveché para lanzarle una pregunta al aire.
-Y decidme Momojiro. ¿Lo he dicho bien no? Soñáis con algo más que ver mundo. Porque se puede ser un trotamundos, pero no es lo mismo que ser un trotamundos que lo es por la necesidad de comer caliente a cada sitio que va.
-¿Un trotamundos decís? Siempre he valorado la gente que viaja y no se queda criando hongos en un mismo lugar, la curiosidad puede que matara al gato, pero a veces puede ser "liberadora", estoy de acuerdo- arqueé la ceja ante tal comentario antes de responder- Algo he visto no os lo voy a negar, del mismo modo que veo necesario daros un consejo muchacho: viajad siempre y que nadie os diga lo contrario.
Dicho esto volví a dar una calada profunda al puro, y tras quitarle la ceniza lo volví a posar en el cenicero. Di un largo trago a la copa de vino hasta vaciarla para proseguir.
-Si quisiera daros una impresión no me hubiera molestado en hablar con vos muchacho, me importan poco ese tipo de cosas- dije levantando un poco el garfio y dejándolo caer, como una viga de metal contra la mesa. haciendo un leve estruendo- Muchacho os resolveré vuestra duda: La curiosidad es buena, pero tened cuidado con quién queréis hacerla ver. No os concierne en absoluto, pero, lo que si puedo deciros es que dicho cliente es un viejo amigo, y me gustaría esperarlo hasta que llegara. Por este motivo me gustaría que me respondierais a mis dudas, y que preguntarais menos. Os lo agradecería mucho.
Dicho esto lancé una leve suspiro para comenzar a comer el plato, a la espera de que me respondiera. Sin embargo aproveché para lanzarle una pregunta al aire.
-Y decidme Momojiro. ¿Lo he dicho bien no? Soñáis con algo más que ver mundo. Porque se puede ser un trotamundos, pero no es lo mismo que ser un trotamundos que lo es por la necesidad de comer caliente a cada sitio que va.
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Llamarme cobarde, pero tras saber con quien estaba hablando mi actitud cambió, cobardía lo llamarían muchos, supervivencia lo diría yo, no se molestó por mi tono desafiante, simplemente me trató igual y más educado que mis propios compañeros. Era muy joven como para morir y acababa de descubrir la punta del iceberg con mi último descubrimiento, quería más, por lo que no sería hoy mi último día en la tierra. Obvie responder a lo del cliente por lo menos, por el momento -¿Soñar con algo más? Si, la verdad es que tengo un pequeño deseo no apto para todo el mundo, pero tengo la impresión que puedo por lo menos rozar mi objetivo con la punta de los dedos...- Luego me lo quedé observando, no servía nada ir contra el, ni mentir, por lo que ni lo intentaría -No me suena, pero la gente no me importa mucho, por lo que es normal que no me haya fijado, puedo preguntar por "Sibir" a mi jefe si te interesa, pero yo no seré de ayuda- No mentía, la gente para mi era... Suena egocéntrico pero para mi eran inferiores, dime un animal, que si lo he visto lo recuerdo, la isla, el lugar aproximado y con detalle, pero ¿La gente? No me suponían más que un leve recuerdo, claramente este hombre no se ajusta a esa ley, después de mi tremenda metedura de pata me acordaré de su cara de ahora en adelante y para los restos...
Me llevé la mano a la frente y la baje por mis ojos hasta tapar la boca, luego fui muy directo -Voy a serle sincero... No sabía quien era usted cuando entró señor Meneror, le he tratado con simpatía y cercanía como con todos, no se equivoque, lo seguiré haciendo si así usted lo desea, pero no quiero problemas en darle un nombre de alguien cualquiera, sea amigo o enemigo, lo único que puedo ganar son problemas, por lo que si usted quiere pregunto al encargado y se acabó, volveré a mi trabajo- Me levanté y decidido iba a cocinas a hablar con el maldito hombre que no me avisó de a quien estaba atendiendo. Pero, de pronto, me detuve en seco, -Me he jugado el cuello por no reconocerle, por lo que tensar la cuerda un poco más no se notará, soy bueno buscando, Si mi encargado no sabe de el... Si lo encuentro ¿Me conseguiría cierta información?- ¿Bipolarismo? No, pero si, tras el problema del "chocolate" me atrevía a jugarme un poco más el pescuezo, al creerme invencible, pero como el dijo tenía un objetivo, quizás podría ayudarme...
Me llevé la mano a la frente y la baje por mis ojos hasta tapar la boca, luego fui muy directo -Voy a serle sincero... No sabía quien era usted cuando entró señor Meneror, le he tratado con simpatía y cercanía como con todos, no se equivoque, lo seguiré haciendo si así usted lo desea, pero no quiero problemas en darle un nombre de alguien cualquiera, sea amigo o enemigo, lo único que puedo ganar son problemas, por lo que si usted quiere pregunto al encargado y se acabó, volveré a mi trabajo- Me levanté y decidido iba a cocinas a hablar con el maldito hombre que no me avisó de a quien estaba atendiendo. Pero, de pronto, me detuve en seco, -Me he jugado el cuello por no reconocerle, por lo que tensar la cuerda un poco más no se notará, soy bueno buscando, Si mi encargado no sabe de el... Si lo encuentro ¿Me conseguiría cierta información?- ¿Bipolarismo? No, pero si, tras el problema del "chocolate" me atrevía a jugarme un poco más el pescuezo, al creerme invencible, pero como el dijo tenía un objetivo, quizás podría ayudarme...
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No pude evitar esbozar una sonrisa ante aquel comentario. El muchacho no se fiaba mucho de la gente, y por eso hice aquella mueca. Todavía era muy joven para saber acerca del mundo, y de lo perro que podía ser este ante cualquiera con sueños. Momojiro parecía saber lo que quería, sin embargo le faltaba un leve empujón en sus ambiciones...sin duda, curioso camarero.
-Hay un dicho en mi tierra que versa de la siguiente manera- dije cogiendo la copa recién llenada- "Hay puñales en la sonrisa de un hombre"...así que Momojiro hacéis bien en no fiaros ni de vuestra sombra. Y por ello brindo con vos- dije alzando la copa y dando un sorbo.
Entonces el muchacho se levantó, parecía incómodo o molesto ante mi petición. Que lástima, pensé que sería más listo o que los tendría mejor colocados...ya no se encuentra juventud decente, o eso creía. Pues el joven se detuvo al poco de levantarse y su dignidad se fue por el sumidero en cuanto su curiosidad y necesidad hicieron acto de presencia. No pude evitar sonreír levemente mientras me llevaba un trozo de ciervo a la boca.
-Hoy por vos, mañana por mi -dije sin más dándole a entender que le ayudaría, pero con un matiz- Si vos no vais a hacer mi pedido, podéis desaparecer y llamaré a otro camarero. ¿Veis que simple es muchacho? Aquí todos somos peones en un gran tablero de ajedrez...
Entonces un gran estruendo ocurrió en la puerta del local, y cinco hombres armados entraron en la sala, provocando que los comensales gritaran y se tiraran al suelo...y una sexta persona se unió. Parecía que no iba a ser necesario que Momojiro me ayudara, pues era Sibir en carne y hueso, portando una thompson.
....y el rey acaba de mover- dije mirando a Momojiro, el cual esperaba que levantara las manos y no hiciera estupideces. Yo por mi parte seguí comiendo como si nada. Sibir se acercaría mi y apartaría a Momojiro con el codo.
-Aparta- le dijo Sibir mientras sus hombres me apuntaban a mi y al camarero antes de dirigirse a mi - Creo que me buscabas Mene ¿No?
-Hay un dicho en mi tierra que versa de la siguiente manera- dije cogiendo la copa recién llenada- "Hay puñales en la sonrisa de un hombre"...así que Momojiro hacéis bien en no fiaros ni de vuestra sombra. Y por ello brindo con vos- dije alzando la copa y dando un sorbo.
Entonces el muchacho se levantó, parecía incómodo o molesto ante mi petición. Que lástima, pensé que sería más listo o que los tendría mejor colocados...ya no se encuentra juventud decente, o eso creía. Pues el joven se detuvo al poco de levantarse y su dignidad se fue por el sumidero en cuanto su curiosidad y necesidad hicieron acto de presencia. No pude evitar sonreír levemente mientras me llevaba un trozo de ciervo a la boca.
-Hoy por vos, mañana por mi -dije sin más dándole a entender que le ayudaría, pero con un matiz- Si vos no vais a hacer mi pedido, podéis desaparecer y llamaré a otro camarero. ¿Veis que simple es muchacho? Aquí todos somos peones en un gran tablero de ajedrez...
Entonces un gran estruendo ocurrió en la puerta del local, y cinco hombres armados entraron en la sala, provocando que los comensales gritaran y se tiraran al suelo...y una sexta persona se unió. Parecía que no iba a ser necesario que Momojiro me ayudara, pues era Sibir en carne y hueso, portando una thompson.
....y el rey acaba de mover- dije mirando a Momojiro, el cual esperaba que levantara las manos y no hiciera estupideces. Yo por mi parte seguí comiendo como si nada. Sibir se acercaría mi y apartaría a Momojiro con el codo.
-Aparta- le dijo Sibir mientras sus hombres me apuntaban a mi y al camarero antes de dirigirse a mi - Creo que me buscabas Mene ¿No?
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Parecía que tenía un trato con el hombre, esperaba que el maldito encargado no supiera donde está y me dejara buscarle, mis habilidades de caza vienen de familia marine y una mezcla de haber nacido entre bestias, (No solo las familiares, también las salvajes) No sabía si este hombre tendría la información que buscaba pero ¿por que no intentarlo? Quizás ya iba siendo hora de salir de la isla. Mala suerte la mía cuando de pronto la puerta se abre de golpe y aparecen cinco personas armadas más una sexta la cual era la protagonista, se acabó la información que quería... La situación se puso tensa, claramente Meneror tenía las de perder, la desventaja estaba clara, pero porqué, porqué estaba tan tranquilo...
El hombre me apartó de forma bastante burda para hablar con Meneror, ante lo que no hice ningún movimiento pero mi cabeza cavilaba bastantes opciones. Me llevé la mano a la cintura por costumbre, pero me acordé que estaba vestido de camarero, mi espada no descansaba en mi cintura, que fallo.. Tendría que ir al vestuario cosa que veo difícil. Uno de los matones no me quitaba la vista de encima, los otros dudaban entre el hombre del garfio y yo, pero uno me tenía enfilado. Estaba nervioso, sudando aún sabiendo que no estaba en peligro, sentía un estado de temblor a la par que ganas de atreverme, pero en mi estado actual no sabía hasta donde estirar la cuerda, por lo que por el momento guardaría mis "Ases" bajo la manga donde deberían estar... El arma de Sibir era destructiva, un solo movimiento de dedo podría hacer grande destrucción en el local, por no decir "carne picada" nuestras carnes. -Les... ¿Les busco una mesa?- ¿Que se supone que debía decir? Seguía trabajando ¿No?
El hombre me apartó de forma bastante burda para hablar con Meneror, ante lo que no hice ningún movimiento pero mi cabeza cavilaba bastantes opciones. Me llevé la mano a la cintura por costumbre, pero me acordé que estaba vestido de camarero, mi espada no descansaba en mi cintura, que fallo.. Tendría que ir al vestuario cosa que veo difícil. Uno de los matones no me quitaba la vista de encima, los otros dudaban entre el hombre del garfio y yo, pero uno me tenía enfilado. Estaba nervioso, sudando aún sabiendo que no estaba en peligro, sentía un estado de temblor a la par que ganas de atreverme, pero en mi estado actual no sabía hasta donde estirar la cuerda, por lo que por el momento guardaría mis "Ases" bajo la manga donde deberían estar... El arma de Sibir era destructiva, un solo movimiento de dedo podría hacer grande destrucción en el local, por no decir "carne picada" nuestras carnes. -Les... ¿Les busco una mesa?- ¿Que se supone que debía decir? Seguía trabajando ¿No?
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Sibir miró al joven con cara de pocos amigos a Momojiro, apuntándole con el arma.
-¿He dicho que hablaras imbécil?-dijo mirando al joven de arriba abajo, momento en que yo le interrumpí.
-No sabía que aparte de ser un cobarde ahora os metierais con los jóvenes Sibir, veo que perdéis facultadas- dije decepcionado llevándome a la boca otro pedazo de ciervo.
Sibir me miró con gran enquina y sin dejar de apuntar al joven me dijo.
-¿Ahora te van los desvalidos "DON"? ¿Debo llamarte así no?¿Que pensabas? Que no sabía que me buscabas desde hace meses? Pues me he cansado de escapar, has cavado tu propia tumba viejo, tu época ha pasado así que lárgate ahora mismo de mi ciudad.
Me quedé mirándole con cierta desaprobación, para luego mirar a Momojiro y nuevamente a Sibir.
-¿Sabéis lo que estáis a punto de hacer verdad?. No me lo pongáis tan fácil Sibir, vos no sois Lafayette, ni alguien poderoso..solo un mierdas con un gran fondo fiduciario - dije bebiendo de mi copa con suma calma.
Entonces la vena del cuello se Sibir se hinchó y con gran furia disparó contra mi todo el cargador de su Thompson mientras los cuatro matones apuntaban a Momojiro y al resto de comensales. Entonces sucedió: Podía verse como grandes boquetes decoraban mi cuerpo, y Sibir se quedó con los ojos abiertos al ver que mi mirada se clavó en él, haciendo que su arma cayera al suelo de puro espanto.
-No me jodas...que eres un puto...-sus palabras se cortaron al ver que mi cuerpo explotaba en arena desapareciendo del lugar y rehaciéndome junto a él mientras le sostenía el cuello-.
-¿Usuario?-dije con tranquilidad- No Sibir, yo soy tu mayor error- concluí antes de que se viera como Sibir iba desecándose como una momia entre gritos, tornándose su piel de papel y sus pupilas blancas como la nieve. Cuando dejó de moverse lo lancé a los pies de los cuatro matones que le acompañaban.
-¿Estáis bien muchacho?- le dije a Momojiro antes de clavar la mirada en los matones- Bien, caballeros, tienen dos posibilidades: engrosar la lista de cadáveres, o trabajar para mi. ¿Qué será? Soy un hombre generoso y de palabra, así que créanme que si eligen lo primero serán muy ,muy ricos, pero si del mismo modo me hacen perder el tiempo con batallas estúpidas, les arranco hasta el alma.
Los hombres tiraron las armas y alguno incluso llorando pedía clemencia o que trabajaría para mi. Yo por mi parte me acerqué a uno y le susurré al oído lo siguiente.
-La familia Sibaretto y su negocio, es mío a hora. ¿Capicci?. Ahora esperad fuera del local y no me jodáis más la comida.- dije antes de ver como aquel matón asentía con la cabeza y se largaba junto al resto. Finalmente me dirigí a toda la sala al recobrar esta la normalidad.
-Pueden volver a sus comidas- concluí mientras me volvía a sentar para seguir bebiendo el vino.
-¿He dicho que hablaras imbécil?-dijo mirando al joven de arriba abajo, momento en que yo le interrumpí.
-No sabía que aparte de ser un cobarde ahora os metierais con los jóvenes Sibir, veo que perdéis facultadas- dije decepcionado llevándome a la boca otro pedazo de ciervo.
Sibir me miró con gran enquina y sin dejar de apuntar al joven me dijo.
-¿Ahora te van los desvalidos "DON"? ¿Debo llamarte así no?¿Que pensabas? Que no sabía que me buscabas desde hace meses? Pues me he cansado de escapar, has cavado tu propia tumba viejo, tu época ha pasado así que lárgate ahora mismo de mi ciudad.
Me quedé mirándole con cierta desaprobación, para luego mirar a Momojiro y nuevamente a Sibir.
-¿Sabéis lo que estáis a punto de hacer verdad?. No me lo pongáis tan fácil Sibir, vos no sois Lafayette, ni alguien poderoso..solo un mierdas con un gran fondo fiduciario - dije bebiendo de mi copa con suma calma.
Entonces la vena del cuello se Sibir se hinchó y con gran furia disparó contra mi todo el cargador de su Thompson mientras los cuatro matones apuntaban a Momojiro y al resto de comensales. Entonces sucedió: Podía verse como grandes boquetes decoraban mi cuerpo, y Sibir se quedó con los ojos abiertos al ver que mi mirada se clavó en él, haciendo que su arma cayera al suelo de puro espanto.
-No me jodas...que eres un puto...-sus palabras se cortaron al ver que mi cuerpo explotaba en arena desapareciendo del lugar y rehaciéndome junto a él mientras le sostenía el cuello-.
-¿Usuario?-dije con tranquilidad- No Sibir, yo soy tu mayor error- concluí antes de que se viera como Sibir iba desecándose como una momia entre gritos, tornándose su piel de papel y sus pupilas blancas como la nieve. Cuando dejó de moverse lo lancé a los pies de los cuatro matones que le acompañaban.
-¿Estáis bien muchacho?- le dije a Momojiro antes de clavar la mirada en los matones- Bien, caballeros, tienen dos posibilidades: engrosar la lista de cadáveres, o trabajar para mi. ¿Qué será? Soy un hombre generoso y de palabra, así que créanme que si eligen lo primero serán muy ,muy ricos, pero si del mismo modo me hacen perder el tiempo con batallas estúpidas, les arranco hasta el alma.
Los hombres tiraron las armas y alguno incluso llorando pedía clemencia o que trabajaría para mi. Yo por mi parte me acerqué a uno y le susurré al oído lo siguiente.
-La familia Sibaretto y su negocio, es mío a hora. ¿Capicci?. Ahora esperad fuera del local y no me jodáis más la comida.- dije antes de ver como aquel matón asentía con la cabeza y se largaba junto al resto. Finalmente me dirigí a toda la sala al recobrar esta la normalidad.
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Claramente el señor Sibir era alguien a quien no le gustaba no tener el control de la situación, cuando hablé me dejó bien claro que sin una orden clara yo no debía hacer nada. Meneror habló con el llamando su atención, ese tipo daba la impresión de que no le importaba nada ni nadie, pero se hizo el centro de atención. Por la conversación que tenían, parecían tener asuntos privados y conocerse, pero no parecía un tema sano. Se me escapó una sonrisa que rápido corregí al escuchar "desvalido" probablemente de todos los presentes yo, era el menos desvalido de todos o eso creía. Como si de una pesadilla se tratara, la cual no puedes controlar, no puedes prever, el cañón del arma de Sibir, empezó a lanzar tantos fogonazos como balas hacia el cuerpo de Meneror haciendo agujeros en su torso, cara, brazos... Mi cuerpo reaccionó al segundo gracias a mis nuevas capacidades logísticas... ¿Logiasticas? Necesito una nueva palabra para lo que sea que hiciera la fruta aquella. Pero antes de que mi cuerpo se transformara por completo, el fumador de puros explota desapareciendo del campo visual de todos -¡Pero que puñetas tienen esas balas!- Pregunté atónito a la reacción que tuvieron las balas sobre la carne del grandullón, quien apareció al segundo agarrando del cuello al tirador y... ¿Envejeciendo su cuerpo? Esto era como una película de terror, ¿Como pudo envejecer al hombre hasta convertirlo en una momia?
La situación fue favorable hacia Meneror quien no tenía ni un puñetero rasguño, dejando un cuerpo tirado en la entrada del restaurante y haciendo huir (o eso creía) a los matones de este. No fue poco impactante la escena que acababa de suceder ante los ojos atónitos de todos los presentes si no, que luego, se sienta y sigue comiendo ¡Pero que huevos tiene! Por mi parte seguía ahí parado, con las manos en alto llenas de chocolate... Que vergüenza, seguro pensarán que del miedo me he ... Y he... Metí las manos rápidamente en mis bolsillos pero mirando fijamente al muerto. Se podría decir que estaba en shock, mi cerebro no podía procesar tanta información...
Información adicional tercera persona:
Aún que el joven Momojiro era un usuario y del mismo tipo que Meneror, era un novato en este mundo, hacía pocos meses que había descubierto lo enorme que es y de lo que puede llegar a ser capaz de regalar a los humanos... No sabía controlar su poder, no sabía que habían muchas más frutas como la suya, era un ignorante total en lo que a akumas se refiere, por lo que su mente, simple y llana, no era capaz de procesar tantas leyes físicas quebradas... Con el tiempo se había llegado a acostumbrar a tener sustos con sus poderes y a controlarlos... bueno no, mejor dicho y a retenerlos para no mostrar en publico sus capacidades "elementales" pero ni con esas, llegaba a entender nada...
La situación fue favorable hacia Meneror quien no tenía ni un puñetero rasguño, dejando un cuerpo tirado en la entrada del restaurante y haciendo huir (o eso creía) a los matones de este. No fue poco impactante la escena que acababa de suceder ante los ojos atónitos de todos los presentes si no, que luego, se sienta y sigue comiendo ¡Pero que huevos tiene! Por mi parte seguía ahí parado, con las manos en alto llenas de chocolate... Que vergüenza, seguro pensarán que del miedo me he ... Y he... Metí las manos rápidamente en mis bolsillos pero mirando fijamente al muerto. Se podría decir que estaba en shock, mi cerebro no podía procesar tanta información...
Información adicional tercera persona:
Aún que el joven Momojiro era un usuario y del mismo tipo que Meneror, era un novato en este mundo, hacía pocos meses que había descubierto lo enorme que es y de lo que puede llegar a ser capaz de regalar a los humanos... No sabía controlar su poder, no sabía que habían muchas más frutas como la suya, era un ignorante total en lo que a akumas se refiere, por lo que su mente, simple y llana, no era capaz de procesar tantas leyes físicas quebradas... Con el tiempo se había llegado a acostumbrar a tener sustos con sus poderes y a controlarlos... bueno no, mejor dicho y a retenerlos para no mostrar en publico sus capacidades "elementales" pero ni con esas, llegaba a entender nada...
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No pude evitar abrir los ojos ante la sorpresa de lo que acaba de ver....vaya vaya, parece que he roto los huevos antes de hacer la tortilla. Había visto aquella sustancia de sus manos ante el miedo o sentimiento de peligro que el rostro del joven camarero tenía. Solo conocía aun acto reflejo que provocara que ese tipo de cosas sucedieses...Momojiro era un usuario de Akuma no mi, y al parecer, novato...porque a nadie le pasaría lo que a él ante una situación de peligro.
-Interesante....-dije con tono sumamente calmado mientras miraba fijamente a Momojiro con el puro en la boca- Sentaos- concluí con un tono más serio a la par que curioso.
-He visto esa misma reacción tiempo atrás en un joven como vos, lleno de vitalidad y de emociones difíciles de sostener...vuestro miedo a activado por acto reflejo vuestras manos- dije mirándole las mano guardadas en los bolsillos- Solo que a mi el no saber manejar mi poder en aquellos tiempos me costó la cicatriz que tengo en la cara- dije echando humo del puro por la nariz- Decidme muchacho ¿Desde cuando tenéis ese poder? Y lo más importante, ¿Solo sale de vuestras manos o puede extenderse a vuestro cuerpo al completo?
Pregunté esto principalmente por saber si se trataba de una paramecia o una logia, pues si ha creado esa sustancia viscosa, que al olfato podía ser ¿chocolate?, seguramente no iba muy desencaminado.
-Es raro ver en gente como vos un poder tan curioso. Así que estoy ansioso por saber más de vos Momojiro- dije con un tono amable y tranquilo mientras finalizaba de comer el ciervo.
Todo el local nos estaba mirando, mientras que otros camareros retiraban el cadáver de Sibir y se ponían a limpiar la alfombra, traduciendo así el momento como un : "Aquí no ha pasado nada".
-Interesante....-dije con tono sumamente calmado mientras miraba fijamente a Momojiro con el puro en la boca- Sentaos- concluí con un tono más serio a la par que curioso.
-He visto esa misma reacción tiempo atrás en un joven como vos, lleno de vitalidad y de emociones difíciles de sostener...vuestro miedo a activado por acto reflejo vuestras manos- dije mirándole las mano guardadas en los bolsillos- Solo que a mi el no saber manejar mi poder en aquellos tiempos me costó la cicatriz que tengo en la cara- dije echando humo del puro por la nariz- Decidme muchacho ¿Desde cuando tenéis ese poder? Y lo más importante, ¿Solo sale de vuestras manos o puede extenderse a vuestro cuerpo al completo?
Pregunté esto principalmente por saber si se trataba de una paramecia o una logia, pues si ha creado esa sustancia viscosa, que al olfato podía ser ¿chocolate?, seguramente no iba muy desencaminado.
-Es raro ver en gente como vos un poder tan curioso. Así que estoy ansioso por saber más de vos Momojiro- dije con un tono amable y tranquilo mientras finalizaba de comer el ciervo.
Todo el local nos estaba mirando, mientras que otros camareros retiraban el cadáver de Sibir y se ponían a limpiar la alfombra, traduciendo así el momento como un : "Aquí no ha pasado nada".
-Admito que cuesta controlarlo- dije en alusión a su poder antes de mostrarle mi mano y ver como de la palma salía un pequeño tornado de arena, de unos cinco centímetros- Pero es sumamente gratificante cuando lo dominas- concluí antes de que el torbellino desapareciera.
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Un frío que bien podría ser un aviso de mi cuerpo, apareció cuando el hombre juntó las palabras "Interesante y sentaos", Ya tenía su objetivo, Sibir estaba muerto, por lo que no hacía falta que yo le contase nada, no le hacía falta mi presencia en la mesa y mucho menos mis palabras, así que... ¿Por que querer seguir entablando conversación? Más tarde lo supe... Este hombre no solo era un numero en un cartel, era peligroso de verdad, solo de un vistazo pudo reconocer a lo que sería un usuario de Akuma no mi, pero el simplemente lo llamó "poder". Admitió tener uno, admitió que no lo controlaba, pero después de la escena con su "amigo" esta claro que habla en pasado. Claramente no se puede confiar en una persona como el, pero tampoco soy tan idiota como para creer que puedo salir indemne si intento huir, había desaparecido y aparecido como si nada...
Me senté sin sacar mis manos del bolsillo, me acerqué un poco a el, alguien me avisó cuando obtuve el poder que el simple hecho de tenerlo era tener a la par, enemigos y gente que también quería el poder aún que fuese a través de mi, ¿Quería Meneror utilizarme? Era probable... -¿Quieres saber el tiempo o las capacidades que tengo? Me avisaron que mantener en secreto los "ases" bajo la manga es la diferencia entre seguir vivo o muerto...- No me haré el valiente, estaba temblando y no por frío, era un hombre imponente y eso que estaba de buenas, no me lo quiero ver intentando matarme...
Las ultimas palabras del mafioso más la exhibición de control me provocaron una duda existencial... Pude entender yo solo que el hecho de crear, manipular y controlar el chocolate podía facilitar mi encontronazo con cierta tripulación, eso podría decantar mi victoria, pero si llegase a usar la fruta como Meneror la supremacía sería mía ante tales burdos criminales... ¿Podría decirse que es una de esas situaciones que la decisión es consensuada por un angelito blanco y un demonio rojo sobre mis hombros? -¿Cuando la dominas? ¿A donde quieres llegar? Dudo que una persona como tú, pregunte por simple curiosidad y por el momento solo puedo contestarte por que es visible que... Estas... "habilidades" las he descubierto hace poco... Me guardo por el momento sus capacidades y habilidades si me permites...- Sabía que habían tres tipos y que ya había descartado uno, por lo que si intentase atacarme, poder salir usando la guardia logia sería mi única esperanza....
¿Estaba en ese tipo de situación en la que era un ratón, escapando de un águila? Claramente desconozco este mundo, si Meneror decidiera atacar, sería con un águila, un ataque que no vería llegar hasta que no tuviera sus uñas clavadas en mi cuerpo... ¿Que tenía ante mi? ¿Aliado? ¿Enemigo? ¿Amigo? eso lo dudo... ¿Un titiritero? Si ofrecía ayuda ¿Sería su títere? ¿O aprendiz? Quizás solo quiere librarse de mi, ¿No sería una buena visión de futuro eliminar a la competencia? ¡Pero yo no soy competencia! ¿Como lo explico? ¡Me va a explotar la cabeza! Mirando el lado bueno... Creo que no a pensado que era... caca...
Me senté sin sacar mis manos del bolsillo, me acerqué un poco a el, alguien me avisó cuando obtuve el poder que el simple hecho de tenerlo era tener a la par, enemigos y gente que también quería el poder aún que fuese a través de mi, ¿Quería Meneror utilizarme? Era probable... -¿Quieres saber el tiempo o las capacidades que tengo? Me avisaron que mantener en secreto los "ases" bajo la manga es la diferencia entre seguir vivo o muerto...- No me haré el valiente, estaba temblando y no por frío, era un hombre imponente y eso que estaba de buenas, no me lo quiero ver intentando matarme...
Las ultimas palabras del mafioso más la exhibición de control me provocaron una duda existencial... Pude entender yo solo que el hecho de crear, manipular y controlar el chocolate podía facilitar mi encontronazo con cierta tripulación, eso podría decantar mi victoria, pero si llegase a usar la fruta como Meneror la supremacía sería mía ante tales burdos criminales... ¿Podría decirse que es una de esas situaciones que la decisión es consensuada por un angelito blanco y un demonio rojo sobre mis hombros? -¿Cuando la dominas? ¿A donde quieres llegar? Dudo que una persona como tú, pregunte por simple curiosidad y por el momento solo puedo contestarte por que es visible que... Estas... "habilidades" las he descubierto hace poco... Me guardo por el momento sus capacidades y habilidades si me permites...- Sabía que habían tres tipos y que ya había descartado uno, por lo que si intentase atacarme, poder salir usando la guardia logia sería mi única esperanza....
¿Estaba en ese tipo de situación en la que era un ratón, escapando de un águila? Claramente desconozco este mundo, si Meneror decidiera atacar, sería con un águila, un ataque que no vería llegar hasta que no tuviera sus uñas clavadas en mi cuerpo... ¿Que tenía ante mi? ¿Aliado? ¿Enemigo? ¿Amigo? eso lo dudo... ¿Un titiritero? Si ofrecía ayuda ¿Sería su títere? ¿O aprendiz? Quizás solo quiere librarse de mi, ¿No sería una buena visión de futuro eliminar a la competencia? ¡Pero yo no soy competencia! ¿Como lo explico? ¡Me va a explotar la cabeza! Mirando el lado bueno... Creo que no a pensado que era... caca...
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No pude evitar esbozar una leve sonrisa a su comentario. El muchacho era listo, algo que escaseaba por estos lares. También era cauto, algo que escaseaba todavía mucho más. Pero ante todo era joven e inexperto. Así que cogí el puro con la mano y mientras exhalaba un poco de humo por la boca le respondí.
- Y quien os dijo eso es todo un sabio-dije quitando la ceniza contra el cenicero- Así que yo no suelo llevar la contraria a un sabio, así que no es necesario que me respondáis. Pero os aseguro que la diferencia entre estar vivo o muerto no son los "ases" de cada uno, sino quien da el primer golpe.
Entonces miré hacia la alfombra, que todavía tenía la sangre de Sibir a medio fregar, para luego mirar nuevamente a Momojiro con un semblante más serio que anteriormente.
- Sois astuto, y disfrutad del elogio pues no suelo decirlo mucho. Vuestra mentalidad si bien jovial, es acertada. Cuidaos de hasta vuestra propia sombra. Y si queréis llegar a los cincuenta, hacedme caso, potenciar ese don vuestro. Porque si, es un don, y vos elegís si usarlo para hacer el bien o el mal, según la óptica moral que tengáis.
Finalmente tiré el resto del puro al cenicero, me levanté de la silla tras limpiarme cuidadosamente la boca con una servilleta. Luego me llevé la mano al bolsillo de la pechera, para sacar una pequeña tarjeta.
-Si alguna vez deseáis dejar de dar de comer a otros...-dije colocando la tarjeta frente a Momojiro- Venid a Toussaint y preguntad por mi. -comenté mientras volvía a llevarme la mano al bolsillo del pantalón esta vez sacando una bolsa de berries. La abrí y saqué unas monedas para dejar a modo de pago de la comida, y el resto de la bolsa, que al peso sonaba que había entre 100k y 200k berries, la dejé ante Momojiro- Y esto para que no lo dudéis tanto.
Volví a llevarme la mano al chaleco esta vez, sacando un puro nuevo que encendí con mi mechero, dando una larga calada al aire.
-Ha sido un placer Momojiro, y espero que volvamos a vernos en otras condiciones.
Dicho esto me daría la vuelta e iría caminando con tranquilidad hacia la salida del restaurante, manos en los bolsillos y con la mirada al frente.
- Y quien os dijo eso es todo un sabio-dije quitando la ceniza contra el cenicero- Así que yo no suelo llevar la contraria a un sabio, así que no es necesario que me respondáis. Pero os aseguro que la diferencia entre estar vivo o muerto no son los "ases" de cada uno, sino quien da el primer golpe.
Entonces miré hacia la alfombra, que todavía tenía la sangre de Sibir a medio fregar, para luego mirar nuevamente a Momojiro con un semblante más serio que anteriormente.
- Sois astuto, y disfrutad del elogio pues no suelo decirlo mucho. Vuestra mentalidad si bien jovial, es acertada. Cuidaos de hasta vuestra propia sombra. Y si queréis llegar a los cincuenta, hacedme caso, potenciar ese don vuestro. Porque si, es un don, y vos elegís si usarlo para hacer el bien o el mal, según la óptica moral que tengáis.
Finalmente tiré el resto del puro al cenicero, me levanté de la silla tras limpiarme cuidadosamente la boca con una servilleta. Luego me llevé la mano al bolsillo de la pechera, para sacar una pequeña tarjeta.
-Si alguna vez deseáis dejar de dar de comer a otros...-dije colocando la tarjeta frente a Momojiro- Venid a Toussaint y preguntad por mi. -comenté mientras volvía a llevarme la mano al bolsillo del pantalón esta vez sacando una bolsa de berries. La abrí y saqué unas monedas para dejar a modo de pago de la comida, y el resto de la bolsa, que al peso sonaba que había entre 100k y 200k berries, la dejé ante Momojiro- Y esto para que no lo dudéis tanto.
Volví a llevarme la mano al chaleco esta vez, sacando un puro nuevo que encendí con mi mechero, dando una larga calada al aire.
-Ha sido un placer Momojiro, y espero que volvamos a vernos en otras condiciones.
Dicho esto me daría la vuelta e iría caminando con tranquilidad hacia la salida del restaurante, manos en los bolsillos y con la mirada al frente.
Mako
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
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Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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Tras la conversación, el hombre se fue dejando una tarjeta y dinero, me quedé pensativo, podría ser una estrategia para tener un peón más en su ejercito de matones o no, sea lo que sea, sea cual sea su idea, sembró la incertidumbre en mí, ¿Sería bueno aceptar su propuesta y presentarme ante el en un futuro? Lo que sí estaba claro era una cosa, era el segundo que me aconsejaba mejorar dichos poderes y viendo el control que tenía él sobre los suyos, quizás era hora de mejorarlos...
Tras un rato pensando sobre lo que acababa de vivir, los clientes se marcharon deprisa y corriendo a la par que a mí, se me encendió la luz, observé a mis compañeros con cara de pocos amigos -Me habéis usado como carne de cañón...- Comenté -Estabas haciendo tu trabajo- Dice en tono autoritario el encargado. ¿En serio? ¿Ahora sacaba su genio conmigo? No, no estaba dispuesto a que ahora se le subiera el ego al hombrecillo. Cogí la tarjeta de Meneror y me la guardé delante del encargado -Acabo el mes actual y dimito, me pagarás mi sueldo con propina por mi buen trabajo y me darás un finiquito por mis meses de trabajo- El encargado puso una cara extraña y se rió. -¿Ahora muestras creerte superior? Hace cinco minutos eras un esclavo por voluntad propia... Lo harás, te lo aseguro, me pagarás...- Mi mirada desafiante mostró al desgraciado del jefe que iba en serio -Mañana vuelvo en mi turno, pero este es mi último mes, ese hombre me ha recordado que dormirse en los laureles es de gente común...- Comenté con una sonrisa mientras me iba a cambiar...
Salí de ahí, hacía ya minutos que Meneror había abandonado el lugar, fue ahí cuando me acordé -¡Mierda! Tenía que haberle preguntado sobre el "Albatros" seguro el sabía algo... La próxima vez...- Comenté en voz alta hablando solo conmigo mismo. Iba sonriendo a la par que caminando, casi caigo en lo cotidiano, Meneror me había despertado y abierto un poco más los ojos... Eso se lo debía y las deudas hay que pagarlas...
Tras un rato pensando sobre lo que acababa de vivir, los clientes se marcharon deprisa y corriendo a la par que a mí, se me encendió la luz, observé a mis compañeros con cara de pocos amigos -Me habéis usado como carne de cañón...- Comenté -Estabas haciendo tu trabajo- Dice en tono autoritario el encargado. ¿En serio? ¿Ahora sacaba su genio conmigo? No, no estaba dispuesto a que ahora se le subiera el ego al hombrecillo. Cogí la tarjeta de Meneror y me la guardé delante del encargado -Acabo el mes actual y dimito, me pagarás mi sueldo con propina por mi buen trabajo y me darás un finiquito por mis meses de trabajo- El encargado puso una cara extraña y se rió. -¿Ahora muestras creerte superior? Hace cinco minutos eras un esclavo por voluntad propia... Lo harás, te lo aseguro, me pagarás...- Mi mirada desafiante mostró al desgraciado del jefe que iba en serio -Mañana vuelvo en mi turno, pero este es mi último mes, ese hombre me ha recordado que dormirse en los laureles es de gente común...- Comenté con una sonrisa mientras me iba a cambiar...
Salí de ahí, hacía ya minutos que Meneror había abandonado el lugar, fue ahí cuando me acordé -¡Mierda! Tenía que haberle preguntado sobre el "Albatros" seguro el sabía algo... La próxima vez...- Comenté en voz alta hablando solo conmigo mismo. Iba sonriendo a la par que caminando, casi caigo en lo cotidiano, Meneror me había despertado y abierto un poco más los ojos... Eso se lo debía y las deudas hay que pagarlas...
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