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La comandante Elyria tenía que entrenar a un recluta. Normalmente era Alvar la que se encargaba de estas cosas. Pero al parecer había visto a un chico que destacaba por encima de los demás, y le había pedido que le enseñara un par de cositas. Según le había explicado en el desayuno, era un hombre especialmente fuerte comparado con el resto de reclutas, pero su velocidad dejaba mucho que desear. A ver, comparado con su fuerza, si la comparabas con la de sus compañeros no estaba mal. Pero le había visto potencial, así que dejó a Elyria a cargo de su entrenamiento. Después de todo, si había algo en lo que destacaba era precisamente en velocidad.
Esta vez opto por ponerse ropa cómoda. Después de todo, tendría que moverse mucho y acabaría sudando, no iba a ponerse tacones y un vestido. Llevaba una camisa blanca sencilla con la capa típica de los oficiales de la Marina. No solía usarla casi nunca, le gustaba ir con su propia ropa, pero le parecía adecuado para el entrenamiento. Después de todo, estas capas, chaquetas o como quieras llamarlas tienen el extraño poder de no molestar en batalla, no salir volando al moverse a altas velocidades o ser lanzado por los aires y ser prácticamente indestructibles. También llevaba una falda negra corta y unas medias del mismo color y unas botas marrones. Y por su puesto, sus queridos e imprescindibles guantes de cuero.
Finalmente, cogió un par de cosas para el entrenamiento y salió del cuartel. La teniente le había pedido al recluta que le esperase en una cala de la isla. No tenía mucho misterio, simplemente necesitaban un lugar donde poder hacer ruido, moverse y golpearse sin molestar a nadie, y ese era un buen lugar. De hecho, fue allí donde Alvar la había entrenado a ella hace unos años. San Poplar no era el mejor lugar con las mejores instalaciones para esta clase de entrenamientos más intensivos, pero había que reconocer que tenía su encanto.
Para entrar a la cala había que pasar un pequeño bosque y escalar unas rocas, así que eso hizo. Se lo sabía de memoria, también solía venir aquí cuando quería estar sola para pensar, así que no tuvo problemas. Y a ver, cualquier persona que no tuviese la psicomotricidad de un abuelo podía subir unas cuantas rocas, no es como si fuesen las montañas de Azadan.
Cuándo llegó pudo ver que aún no estaba aquí, al menos no que lo viese, y su Haki de Observación tampoco sentía nada. Así que se quito las botas, arrepintiéndose un poco de haberse puesto unas medias, porque le apetecía ir un rato a la orilla mientras esperaba. Nah, que importa, si me voy a manchar igual, luego pongo una lavadora, se dijo a sí misma antes de meter los pies en el agua, mirando hacia el horizonte. Era ciertamente relajante.
Esta vez opto por ponerse ropa cómoda. Después de todo, tendría que moverse mucho y acabaría sudando, no iba a ponerse tacones y un vestido. Llevaba una camisa blanca sencilla con la capa típica de los oficiales de la Marina. No solía usarla casi nunca, le gustaba ir con su propia ropa, pero le parecía adecuado para el entrenamiento. Después de todo, estas capas, chaquetas o como quieras llamarlas tienen el extraño poder de no molestar en batalla, no salir volando al moverse a altas velocidades o ser lanzado por los aires y ser prácticamente indestructibles. También llevaba una falda negra corta y unas medias del mismo color y unas botas marrones. Y por su puesto, sus queridos e imprescindibles guantes de cuero.
Finalmente, cogió un par de cosas para el entrenamiento y salió del cuartel. La teniente le había pedido al recluta que le esperase en una cala de la isla. No tenía mucho misterio, simplemente necesitaban un lugar donde poder hacer ruido, moverse y golpearse sin molestar a nadie, y ese era un buen lugar. De hecho, fue allí donde Alvar la había entrenado a ella hace unos años. San Poplar no era el mejor lugar con las mejores instalaciones para esta clase de entrenamientos más intensivos, pero había que reconocer que tenía su encanto.
Para entrar a la cala había que pasar un pequeño bosque y escalar unas rocas, así que eso hizo. Se lo sabía de memoria, también solía venir aquí cuando quería estar sola para pensar, así que no tuvo problemas. Y a ver, cualquier persona que no tuviese la psicomotricidad de un abuelo podía subir unas cuantas rocas, no es como si fuesen las montañas de Azadan.
Cuándo llegó pudo ver que aún no estaba aquí, al menos no que lo viese, y su Haki de Observación tampoco sentía nada. Así que se quito las botas, arrepintiéndose un poco de haberse puesto unas medias, porque le apetecía ir un rato a la orilla mientras esperaba. Nah, que importa, si me voy a manchar igual, luego pongo una lavadora, se dijo a sí misma antes de meter los pies en el agua, mirando hacia el horizonte. Era ciertamente relajante.
Artorius D. Donovan
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Estaba nervioso pero también contento. Estaba en el cuartel el otro día cuando el comodoro me llamó a su despacho. Por lo visto, había sido solicitado por una teniente para que una comandante me entrenase. ¡Por fin los oficiales comenzaban a fijarse en mí! El punto de encuentro era la isla de San Poplar, que también pertenecía a la Liga de los Mares y había una base marine allí. Pasaron los días y llegué a la isla. Lo primero que hice fue pasarme por el cuartel, para dar parte al superior de la zona y que me asignaran una habitación mientras estuviera allí. El entrenamiento comenzaría a la mañana siguiente, en una cala en medio de ninguna parte. Eso quería decir que la instructora se iba a tomar el entrenamiento en serio. Je, ¡no podía ser de otra manera! Esa noche no dormí nada. Daba vueltas en mi cama, mirando el techo preguntándome como iba a ser la comandante. Tendría que darlo todo para no decepcionarla y no volver a mi vida aburrida fregando pisos y cortando patatas en la cocina. Hombre, prefiero morirme de hambre. Bueno... A lo mejor exageraba.
Sin embargo, como no, me había despertado tarde después de pasar la noche en vela y comiendo para ver si así agarraba el condenado sueño de una santa vez. Sudando la gota gorda y después de unos instantes que mi mente procesara que llegaba tarde, cogí mi atuendo de recluta salí por patas por el pasillo. Rezaba a mi buena estrella que la comandante no se hubiera ido y que me siguiera esperando en la cala. Me iba a tener que disculpar por hacerla esperar. Mientras corría por los caminos me insultaba y me golpeaba la cabeza llamándome estúpido. Y realmente lo era. Que buena forma de dar una primera impresión que llegar tarde. Tras lo que pareció ser una eternidad, mis pasos me llevaron hasta la cala de la playa acordada. Me quedé mirando de un lado para otro, buscando a la comandante. Sin embargo, no la encontré por ninguna parte. Hasta que vi una figura femenina en la orilla. Tenía el pelo violeta y una chaqueta de oficial. Parecía estar mojándose los pies mientras observaba el paisaje. La escena era muy de chill. Y me sorprendió que la comandante fuera una mujer tan bella.
Pude haber llamado su atención y disculparme por llegar tarde, pero el ambiente era super sereno que no pude evitar unirme a ella. Me quité las botas ( y la camisa, no podía evitarlo) y me puse a su lado. El agua estaba fresquita pero cristalina.
- Es un paisaje realmente hermoso, ¿no cree? El mar es tan inmenso pero cambiante, unas veces hermoso pero otras traicionero. Soy el recluta Artorius D. Donovan. Lamento la espera, comandante. Espero que no haya tenido que esperarme mucho - Dije con una sonrisa cálida y rascándome la cabeza.
Sin embargo, como no, me había despertado tarde después de pasar la noche en vela y comiendo para ver si así agarraba el condenado sueño de una santa vez. Sudando la gota gorda y después de unos instantes que mi mente procesara que llegaba tarde, cogí mi atuendo de recluta salí por patas por el pasillo. Rezaba a mi buena estrella que la comandante no se hubiera ido y que me siguiera esperando en la cala. Me iba a tener que disculpar por hacerla esperar. Mientras corría por los caminos me insultaba y me golpeaba la cabeza llamándome estúpido. Y realmente lo era. Que buena forma de dar una primera impresión que llegar tarde. Tras lo que pareció ser una eternidad, mis pasos me llevaron hasta la cala de la playa acordada. Me quedé mirando de un lado para otro, buscando a la comandante. Sin embargo, no la encontré por ninguna parte. Hasta que vi una figura femenina en la orilla. Tenía el pelo violeta y una chaqueta de oficial. Parecía estar mojándose los pies mientras observaba el paisaje. La escena era muy de chill. Y me sorprendió que la comandante fuera una mujer tan bella.
Pude haber llamado su atención y disculparme por llegar tarde, pero el ambiente era super sereno que no pude evitar unirme a ella. Me quité las botas ( y la camisa, no podía evitarlo) y me puse a su lado. El agua estaba fresquita pero cristalina.
- Es un paisaje realmente hermoso, ¿no cree? El mar es tan inmenso pero cambiante, unas veces hermoso pero otras traicionero. Soy el recluta Artorius D. Donovan. Lamento la espera, comandante. Espero que no haya tenido que esperarme mucho - Dije con una sonrisa cálida y rascándome la cabeza.
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Elyria estaba disfrutando de la tranquilidad, del silencio, esperando a que el nuevo recluta llegase al entrenamiento. No le gustaba que llegase tarde, pero bueno, le daría el beneficio de la duda, tal vez se había perdido llegando hasta aquí, era un lugar un tanto… perdido. Nissa estaba sentada en su hombro, como siempre. Ella no podía verla, y el resto de personas tampoco, aunque por motivos distintos. La comandante estaba ciega, el resto no podían verla porque ella elegía ante quien mostrarse.
Sintió una presencia acercándose, probablemente Artorius. Gracias al Haki podía sentir su fuerza aproximadamente; no era especialmente preciso, pero sí le quedaba claro que no se trataba de un recluta cualquiera. Lo escuchó quitarse las botas, y alguna otra prenda. Nissa le dijo que era la camiseta. El por qué se la quitaba aquí no terminaba de entenderlo. O bueno, sí, al fin y al cabo estaban en una playa.
“¿Te ha dado por ponerte poeta, no?” Bromeó, mostrándole una sonrisa. “Y no son necesarias las formalidades, puedes llamarme Ely.” Estiró la mano hacia el frente como saludo, sin estar muy segura de su posición exacta. “Y bueno, no se si te dijeron algo en el cuartel, pero me dejaron ciega, no es como si pudiese ver el mar…” Susurró con algo de pena en su voz.
Suspiró profundamente, caminando de vuelta a la arena. Iba a ponerse de nuevo las botas, pero bueno. Tenía los pies empapados y llenos de arena, así que mejor no. Al menos así le dolerían menos las patadas a Artorius.
“Tengo una pregunta bastante sencilla para ti, Donovan. ¿Por qué decidiste alistarte en la Marina? No me malinterpretes, me alegra, me han dicho que eres fuerte. Pero me gusta conocer las convicciones de mis hombres.”
En cualquier caso, se puso en posición, indicándole con la mano que se pusiera frente a ella. Como siempre, usaría una mezcla de la ayuda de Nissa y de su Haki de Observación para poder moverse bien.
“Venga, quiero tantearte un poco antes de nada, demuéstrame lo que puedes hacer,” dijo tomando una postura defensiva, usando la ayuda de Nissa para saber en qué ángulo tenía que girarse. Por ahora, decidió dejar a Khione en su saya, aunque absorbió parte de la energía elemental en su cuerpo, en caso de que lo necesitase. “Ni te atrevas a contener tus fuerzas, no tolerare esa falta de respeto, ya te perdoné el llegar tarde.”
Sintió una presencia acercándose, probablemente Artorius. Gracias al Haki podía sentir su fuerza aproximadamente; no era especialmente preciso, pero sí le quedaba claro que no se trataba de un recluta cualquiera. Lo escuchó quitarse las botas, y alguna otra prenda. Nissa le dijo que era la camiseta. El por qué se la quitaba aquí no terminaba de entenderlo. O bueno, sí, al fin y al cabo estaban en una playa.
“¿Te ha dado por ponerte poeta, no?” Bromeó, mostrándole una sonrisa. “Y no son necesarias las formalidades, puedes llamarme Ely.” Estiró la mano hacia el frente como saludo, sin estar muy segura de su posición exacta. “Y bueno, no se si te dijeron algo en el cuartel, pero me dejaron ciega, no es como si pudiese ver el mar…” Susurró con algo de pena en su voz.
Suspiró profundamente, caminando de vuelta a la arena. Iba a ponerse de nuevo las botas, pero bueno. Tenía los pies empapados y llenos de arena, así que mejor no. Al menos así le dolerían menos las patadas a Artorius.
“Tengo una pregunta bastante sencilla para ti, Donovan. ¿Por qué decidiste alistarte en la Marina? No me malinterpretes, me alegra, me han dicho que eres fuerte. Pero me gusta conocer las convicciones de mis hombres.”
En cualquier caso, se puso en posición, indicándole con la mano que se pusiera frente a ella. Como siempre, usaría una mezcla de la ayuda de Nissa y de su Haki de Observación para poder moverse bien.
“Venga, quiero tantearte un poco antes de nada, demuéstrame lo que puedes hacer,” dijo tomando una postura defensiva, usando la ayuda de Nissa para saber en qué ángulo tenía que girarse. Por ahora, decidió dejar a Khione en su saya, aunque absorbió parte de la energía elemental en su cuerpo, en caso de que lo necesitase. “Ni te atrevas a contener tus fuerzas, no tolerare esa falta de respeto, ya te perdoné el llegar tarde.”
Artorius D. Donovan
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Dios, la había cagado. Me había convertido en el tipo de persona que había mencionado algo de "ver" a una ciega. Mi cara se puso roja como un tomate y tomé la mano de mi comandante con cierto nerviosismo. Dejando eso de lado, me gustaba que la comandante no fuera una repipi como los oficiales normales. Parecía ser una mujer que irradiaba buen rollo. Aunque observánola bien, podría tener mi edad perfectamente. O quizás un poco más. El caso que eso me daba confianza. No era lo mismo alguien cercano a mi quinta que un viejo cascarrabias del cuartel.
- Un placer conocerla, Ely - Dije agarrando su mano con suavidad, haciendo notar mi posición exacta - A decir verdad, me estaba diciendo a mí mismo que me alegra entrenar con un oficial cercano a mi edad. El cuartel donde estoy destinado está lleno de viejos que siempre están de mal humor - Reí observando como la comandante volvía a caminar por la zona de arena.
La pregunta de Ely me tomó nada pensarla y responderla, obviamente lo tenía más que claro. Mis ideales que me impulsaban cada día. Que aunque tuviera días malos, era mi razón de mi cabezonería.
- Esa pregunta es muy sencilla - Me llevé la mano al pecho - ¡Hacer del mundo un lugar donde ningún niño tenga que volver a pasar hambre ni penurias y que el mundo sea un lugar más justo! Sé que suena a un sueño muy infantil, ya me lo ha dicho mucha gente. Pero... ¡Los sueños del hombre nunca acabarán! - Contesté sonriendo.
Me preguntaba cómo reaccionaría la comandante a mi sueño. ¿Se reiría de mí como la mayoría? ¿O acaso sería de las pocas personas que compartan mi objetivo? De todos modos, la hice caso y me puse frente suya, adoptando una pose de combate. No me sentía muy cómodo luchando contra una ciega. Pero imaginaba que al ser una oficial, estaría acostumbrada a pelear en desventaja. Así que apreté los puños, puse una pierna delante y me lancé en una embestida como un toro. Mi intención era ir en serio. No quería decepcionar a alguien que me había solicitado.
- Un placer conocerla, Ely - Dije agarrando su mano con suavidad, haciendo notar mi posición exacta - A decir verdad, me estaba diciendo a mí mismo que me alegra entrenar con un oficial cercano a mi edad. El cuartel donde estoy destinado está lleno de viejos que siempre están de mal humor - Reí observando como la comandante volvía a caminar por la zona de arena.
La pregunta de Ely me tomó nada pensarla y responderla, obviamente lo tenía más que claro. Mis ideales que me impulsaban cada día. Que aunque tuviera días malos, era mi razón de mi cabezonería.
- Esa pregunta es muy sencilla - Me llevé la mano al pecho - ¡Hacer del mundo un lugar donde ningún niño tenga que volver a pasar hambre ni penurias y que el mundo sea un lugar más justo! Sé que suena a un sueño muy infantil, ya me lo ha dicho mucha gente. Pero... ¡Los sueños del hombre nunca acabarán! - Contesté sonriendo.
Me preguntaba cómo reaccionaría la comandante a mi sueño. ¿Se reiría de mí como la mayoría? ¿O acaso sería de las pocas personas que compartan mi objetivo? De todos modos, la hice caso y me puse frente suya, adoptando una pose de combate. No me sentía muy cómodo luchando contra una ciega. Pero imaginaba que al ser una oficial, estaría acostumbrada a pelear en desventaja. Así que apreté los puños, puse una pierna delante y me lancé en una embestida como un toro. Mi intención era ir en serio. No quería decepcionar a alguien que me había solicitado.
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Al menos el chico parecía educado. Esperaba que no se contuviese en el entrenamiento, mucha de esta gente que sobresalía por encima de sus compañeros tenía miedo de hacer daño o herir a un oficial. Pero claro, ¿no era eso parte del proceso? Era complicado mejorar en muchas cosas si ibas con esa actitud. Aunque tampoco le gustaba nada la gente que iba a lo loco y sin pensar que la su oponente no era un enemigo de guerra. Una cosa era menospreciar a un compañero y otra muy distinta ir a matar.
También era gracioso, le hizo reír con su comentario sobre sus superiores. “Si, hay de todo. Siempre se agradece trabajar con gente joven y que nos vayamos colando en los puestos más altos poco a poco. Espero que no tengas pensado quedarte como un soldado toda la vida, no me dejes sola con esos viejos malhumorados”
Caminó tranquilamente, preparándose para el entrenamiento mientras escuchaba su respuesta. Le gustaba preguntar estas cosas a la gente que entrenaba, pensaba que tener unos ideales y objetivo definidos era muy importante. No le decepcionó.
“Bien, me gusta. Es un objetivo muy noble. No algo que escuche mucho, pero no es ni mucho menos infantil. ¿Tuviste esos problemas en tu infancia? ¿Y cómo tienes pensado conseguir algo así? No es algo que puedas simplemente decir y conseguir en un par de meses. ¿Tienes algún plan, vas a ciegas? Hacerse estas preguntas es tan importante como tus ideales en sí.”
Entonces se puso en posición defensiva, usando su Haki para concentrarse en la posición y movimientos del recluta. Aún no terminaba de acostumbrarse a su ceguera, pero tenía que hacerlo. Esto también sería un entrenamiento para ella, solo que uno distinto. Nissa se dirigió a ella, con su voz alegre de siempre. Se le hacía raro no poder ver a su querida amiga.
“Parece que se lo va a tomar en serio Ely. Así que estate atenta, no te diré nada a no ser que sea necesario, podemos usar esta oportunidad para entrenar tu Haki. Y llevas mas de dos semanas seguidas sin que te peguen, ¿ya iba siendo hora no?”
Evidentemente no le respondió. No era plan de que Artorius se pensase que la comandante Elyria era una loca que hablaba sola. Por que a ver, estaba loca, pero Nissa era real. Y tenía razón, últimamente no había hecho más que romperse los huesos una y otra vez en duras peleas, casi se le hacía raro estar tanto tiempo seguido intacta.
Entonces sintió un ataque. Parecía que venía directamente de frente, con ganas. Simplemente dio un salto, usando su Sky Walk para impulsarse de nuevo en el aire y esquivarle por encima. Contratacó dándole una patada al aire, impusandose para dar una voltereta e intentar darle un rodillazo en el estómago. No con todas sus fuerzas, claro, primero tenía que tantear y ver lo fuerte que era. Le daría una buena pelea, y no se preocuparía por hacerle daño, pero tampoco quería matarlo sin querer.
También era gracioso, le hizo reír con su comentario sobre sus superiores. “Si, hay de todo. Siempre se agradece trabajar con gente joven y que nos vayamos colando en los puestos más altos poco a poco. Espero que no tengas pensado quedarte como un soldado toda la vida, no me dejes sola con esos viejos malhumorados”
Caminó tranquilamente, preparándose para el entrenamiento mientras escuchaba su respuesta. Le gustaba preguntar estas cosas a la gente que entrenaba, pensaba que tener unos ideales y objetivo definidos era muy importante. No le decepcionó.
“Bien, me gusta. Es un objetivo muy noble. No algo que escuche mucho, pero no es ni mucho menos infantil. ¿Tuviste esos problemas en tu infancia? ¿Y cómo tienes pensado conseguir algo así? No es algo que puedas simplemente decir y conseguir en un par de meses. ¿Tienes algún plan, vas a ciegas? Hacerse estas preguntas es tan importante como tus ideales en sí.”
Entonces se puso en posición defensiva, usando su Haki para concentrarse en la posición y movimientos del recluta. Aún no terminaba de acostumbrarse a su ceguera, pero tenía que hacerlo. Esto también sería un entrenamiento para ella, solo que uno distinto. Nissa se dirigió a ella, con su voz alegre de siempre. Se le hacía raro no poder ver a su querida amiga.
“Parece que se lo va a tomar en serio Ely. Así que estate atenta, no te diré nada a no ser que sea necesario, podemos usar esta oportunidad para entrenar tu Haki. Y llevas mas de dos semanas seguidas sin que te peguen, ¿ya iba siendo hora no?”
Evidentemente no le respondió. No era plan de que Artorius se pensase que la comandante Elyria era una loca que hablaba sola. Por que a ver, estaba loca, pero Nissa era real. Y tenía razón, últimamente no había hecho más que romperse los huesos una y otra vez en duras peleas, casi se le hacía raro estar tanto tiempo seguido intacta.
Entonces sintió un ataque. Parecía que venía directamente de frente, con ganas. Simplemente dio un salto, usando su Sky Walk para impulsarse de nuevo en el aire y esquivarle por encima. Contratacó dándole una patada al aire, impusandose para dar una voltereta e intentar darle un rodillazo en el estómago. No con todas sus fuerzas, claro, primero tenía que tantear y ver lo fuerte que era. Le daría una buena pelea, y no se preocuparía por hacerle daño, pero tampoco quería matarlo sin querer.
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Cada vez me iba cayendo mejor la comandante. Deseaba que fuera ella la que estuviera a mi cargo en la base en el South Blue y no el comodoro Rougier. Ese viejo amargado me ponía de los nervios con tanto protocolo y tanta mano dura. Pero ahora al menos había conocido a una oficial que no era una aburrida. Incluso se había reído de mi ocurrencia a los oficiales de la anterior generación. Pero, lo mejor de todo, era que no se había reído con mi sueño. ¡Solo por eso me alegraba de haberla conocido! Mientras nos preparábamos para el sparring, respondí con cierta pena.
- Así es... Por desgracia, no tuve una buena infancia. Y me gustaría que ningún niño tuviera que pasar por lo que pasé - Suspiré para después volver a sonreír - Quiero ser como mi padre adoptivo, el ex vicealmirante Cornelius Donovan , un hombre que da a los jóvenes descarriados una oportunidad para empezar de cero y hacer del mundo un lugar menos sombrío - Me quedé pensando a que responder a que podía hacer - Pues nunca lo había pensado, pero supongo que volverme más fuerte y escalar en la jerarquía. Mi padre dice que los fuertes son los que pueden cambiar el mundo. Es un hombre sabio que ha vivido muchas batallas, así que tendrá razón -
Terminada la conversación, me había lanzado directamente a golpearla de frente. Un puñetazo con intención de golpearla en el pecho. Sin embargo, la comandante saltó en el aire de una manera elegante y lanzó un rodillazo a mi estómago. No me iba a dar tiempo de esquivarlo, así que hice apreté los dientes y al ser golpeado, salté hacia atrás para amortiguar el impacto recibido. La comandante Ely era fuerte. Era normal, era una oficial y tendría que serlo. Yo en cambio seguía siendo un recluta cualquiera. Pero no me iba a rendir, solo estábamos empezando. Cuando terminé de retroceder en la arena y ganar mi aliento, comencé a correr alrededor de ella. No corría mucho, pero al menos le ponía ganas. Haciendo fuerza en mis piernas, salté y propiné una patada ascendente con la intención de seguir con un combo con una palmada descendente en su pierna. Mi padre me había enseñado una técnica que podía paralizar temporalmente una parte del cuerpo del enemigo, pero aún no la dominaba. Era mi momento de probar algunas cosas. También quería probar algo sobre hacer que mi pierna estallara en llamas. Pero a ver como carajos hacía eso.
- Así es... Por desgracia, no tuve una buena infancia. Y me gustaría que ningún niño tuviera que pasar por lo que pasé - Suspiré para después volver a sonreír - Quiero ser como mi padre adoptivo, el ex vicealmirante Cornelius Donovan , un hombre que da a los jóvenes descarriados una oportunidad para empezar de cero y hacer del mundo un lugar menos sombrío - Me quedé pensando a que responder a que podía hacer - Pues nunca lo había pensado, pero supongo que volverme más fuerte y escalar en la jerarquía. Mi padre dice que los fuertes son los que pueden cambiar el mundo. Es un hombre sabio que ha vivido muchas batallas, así que tendrá razón -
Terminada la conversación, me había lanzado directamente a golpearla de frente. Un puñetazo con intención de golpearla en el pecho. Sin embargo, la comandante saltó en el aire de una manera elegante y lanzó un rodillazo a mi estómago. No me iba a dar tiempo de esquivarlo, así que hice apreté los dientes y al ser golpeado, salté hacia atrás para amortiguar el impacto recibido. La comandante Ely era fuerte. Era normal, era una oficial y tendría que serlo. Yo en cambio seguía siendo un recluta cualquiera. Pero no me iba a rendir, solo estábamos empezando. Cuando terminé de retroceder en la arena y ganar mi aliento, comencé a correr alrededor de ella. No corría mucho, pero al menos le ponía ganas. Haciendo fuerza en mis piernas, salté y propiné una patada ascendente con la intención de seguir con un combo con una palmada descendente en su pierna. Mi padre me había enseñado una técnica que podía paralizar temporalmente una parte del cuerpo del enemigo, pero aún no la dominaba. Era mi momento de probar algunas cosas. También quería probar algo sobre hacer que mi pierna estallara en llamas. Pero a ver como carajos hacía eso.
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Elyria suspiró, algo decepcionada por su respuesta. Al menos el chico tenía buenas intenciones, pero necesitaba algo más que eso para lograr un objetivo tan complicado. Y ya decía que le sonaba su apellido, era el hijo de Cornelius Donovan. Bueno, hijo adoptivo, pero por el orgullo con el que lo decía, parece que lo consideraba más que eso.
“Tu padre es un buen hombre. O era, al menos, llevo tiempo sin saber nada de él. Supongo que eres uno de los chicos a los que ayudó,” dijo con una sonrisa. “Pero necesitas algo más que eso. Me encanta que quieras seguir sus pasos, pero tu objetivo parece ir más allá de eso. Y sí, hacerse fuerte es importante, vivimos en esa clase de mundo. Pero no es ni mucho menos suficiente para lo que pretendes. Necesitas un plan, algo más concreto y mensurable. No me decepciones y dale unas vueltas en los próximos meses.”
Sonrió satisfecha al ver—o más bien, sentir—como retrocedía con su cuerpo para reducir la fuerza del impacto. Le habían enseñado bien, no esperaba menos de su padre.
“Ahora le ha dado por correr en círculos,” dijo Nissa. “No es especialmente rápido, aunque claro, tengo un punto de referencia un tanto injusto.” Elyria pudo escuchar una risita. “¡Patada ascendente a la dos!” Le gritó, usando el sistema de reloj al que ya se había acostumbrado tan bien. “Espera, que no te tenía que decir nada, es verdad. Perdona Ely, la costumbre.”
Por suerte, había sentido venir el ataque como medio segundo antes de que le avisaran. Le había costado lo suyo entrenar el Haki de observación, pero joder si era útil. Especialmente si no podías ver los ataques de tu oponente con tus propios ojos.
Esquivó el primer ataque moviéndose un poco hacia atrás, pero permitió que el segundo le golpeara. ¿Por qué demonios intentaba patear su pierna? Mira que tenía puntos débiles. Pero bueno, suponía que no se había dado cuenta aún. No tardaría en hacerlo. Recibió el golpe como si nada, y con una fuerte patada al aire, lanzó la pierna que le había golpeado por los aires. Y bueno, el cuerpo que estaba unido a esa pierna. Al menos tuvo la decencia de lanzarlo en dirección al mar, dolería menos que si lo lanzaba contra las rocas.
Espero a que volviera para hablarle. “Vale, definitivamente necesitas entrenar más con las piernas. Tu tronco superior y brazos son fuertes, y pareces tener una muy buena resistencia física. Tienes potencia, pero si no puedes moverte un poco rápido no vas a poder golpear mucho con esos puños. Y si quieres usar patadas… En fin, creo que tienes mucho potencial, así que te ayudare con eso. Ahora vuelve a atacar, muestrame que mas tienes.”
“Tu padre es un buen hombre. O era, al menos, llevo tiempo sin saber nada de él. Supongo que eres uno de los chicos a los que ayudó,” dijo con una sonrisa. “Pero necesitas algo más que eso. Me encanta que quieras seguir sus pasos, pero tu objetivo parece ir más allá de eso. Y sí, hacerse fuerte es importante, vivimos en esa clase de mundo. Pero no es ni mucho menos suficiente para lo que pretendes. Necesitas un plan, algo más concreto y mensurable. No me decepciones y dale unas vueltas en los próximos meses.”
Sonrió satisfecha al ver—o más bien, sentir—como retrocedía con su cuerpo para reducir la fuerza del impacto. Le habían enseñado bien, no esperaba menos de su padre.
“Ahora le ha dado por correr en círculos,” dijo Nissa. “No es especialmente rápido, aunque claro, tengo un punto de referencia un tanto injusto.” Elyria pudo escuchar una risita. “¡Patada ascendente a la dos!” Le gritó, usando el sistema de reloj al que ya se había acostumbrado tan bien. “Espera, que no te tenía que decir nada, es verdad. Perdona Ely, la costumbre.”
Por suerte, había sentido venir el ataque como medio segundo antes de que le avisaran. Le había costado lo suyo entrenar el Haki de observación, pero joder si era útil. Especialmente si no podías ver los ataques de tu oponente con tus propios ojos.
Esquivó el primer ataque moviéndose un poco hacia atrás, pero permitió que el segundo le golpeara. ¿Por qué demonios intentaba patear su pierna? Mira que tenía puntos débiles. Pero bueno, suponía que no se había dado cuenta aún. No tardaría en hacerlo. Recibió el golpe como si nada, y con una fuerte patada al aire, lanzó la pierna que le había golpeado por los aires. Y bueno, el cuerpo que estaba unido a esa pierna. Al menos tuvo la decencia de lanzarlo en dirección al mar, dolería menos que si lo lanzaba contra las rocas.
Espero a que volviera para hablarle. “Vale, definitivamente necesitas entrenar más con las piernas. Tu tronco superior y brazos son fuertes, y pareces tener una muy buena resistencia física. Tienes potencia, pero si no puedes moverte un poco rápido no vas a poder golpear mucho con esos puños. Y si quieres usar patadas… En fin, creo que tienes mucho potencial, así que te ayudare con eso. Ahora vuelve a atacar, muestrame que mas tienes.”
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Cuando golpee su pierna, me di cuenta de mi error garrafal. Era como haberle dado una hostia a un muro de acero. Hasta la jodida palma de la mano me dolió que te cagas. Fue en ese momento, que cuando me di cuenta, estaba volando por el aire. ¿¡Como diablos había acabado flotando?! Esa mujer tenía una fuerza endemoniada en las piernas. Acabé en el mar, tragando un montón de agua salada. El impacto contra el agua había dolido. Fue un tremendo planchazo en el pecho. Me recompuse y salí todo mojado, escupiendo lo que había tragado. Vale, nota mental. No volver a ir a por sus piernas nunca más. Me gustaba el mar y todo eso, pero no quería volver a volar hacia él de esa forma. Tenía los pantalones que parecían que tenía un jodido rio encima.
Al menos había conseguido que la comandante me alagase. Eso incendió el fuego en mí. Tenía razón en cuanto a las piernas. Y más a su lado. No iba a poder golpear a alguien con tanta rapidez. Pero según ella, mi parte superior era decente.
- Muchas gracias, ¡entreno todos los días! ¡Mi padre me enseñó un estilo que necesita tener el cuerpo activo diariamente! - Dije mientras hacía una pose de fisicoculturista, enseñando los músculos - Y sobre antes, no soy un chico muy listo, así que la fuerza es lo que me queda para perseguir mis ideales. ¡Ah, y una fuerza de voluntad inquebrantable! - Sonreí con calidez.
Me llamó la atención que conociera a mi padre, pero al ser una oficial de la marina suponía que lo habría conocido en alguna misión o algo así. Y tenía razón, otras personas como yo también habían sido salvadas por él. Era un tipo de hombre al que aspiraba ser. Ser capaz de ayudar a todo el mundo. Y ahora, seguía la segunda ronda. Al menos ya sabía que no debía tocar sus piernas. Lo había aprendido por las malas. Me saqué agua del oído derecho y me puse en posición ofensiva una vez más. Esta vez, con las piernas abiertas y ambas manos en cada costado. Iba a probar una técnica que superaba defensas. Mi padre la llamaba "Rompe escudos". Había que ejercer presión en los músculos para liberar un potente golpe. Iba a tener que vigilar las piernas de Ely, no quería acabar disfrutando de un vuelo express otra vez.
Respiré profundamente y solté el aire con lentitud. Con paso firme, me abalancé hacia delante preparando un gancho de izquierda. Para, por si acaso lo esquivaba o bloqueaba, seguir acosándola con un uppercut con la derecha con intención de golpear su barbilla. Si no conectaba ningún golpe, esperaría a que me golpease. Quería ver si podía realizar otra técnica. Esta vez, una técnica de agarre. Je, posiblemente acabaría en el agua o comiendo arena. Pero que no se dijera que no lo había intentado. Realizaría una técnica de agarre con la intención de ponerme detrás suya y hacer presión en sus brazos. A ver que podría pasar.
Al menos había conseguido que la comandante me alagase. Eso incendió el fuego en mí. Tenía razón en cuanto a las piernas. Y más a su lado. No iba a poder golpear a alguien con tanta rapidez. Pero según ella, mi parte superior era decente.
- Muchas gracias, ¡entreno todos los días! ¡Mi padre me enseñó un estilo que necesita tener el cuerpo activo diariamente! - Dije mientras hacía una pose de fisicoculturista, enseñando los músculos - Y sobre antes, no soy un chico muy listo, así que la fuerza es lo que me queda para perseguir mis ideales. ¡Ah, y una fuerza de voluntad inquebrantable! - Sonreí con calidez.
Me llamó la atención que conociera a mi padre, pero al ser una oficial de la marina suponía que lo habría conocido en alguna misión o algo así. Y tenía razón, otras personas como yo también habían sido salvadas por él. Era un tipo de hombre al que aspiraba ser. Ser capaz de ayudar a todo el mundo. Y ahora, seguía la segunda ronda. Al menos ya sabía que no debía tocar sus piernas. Lo había aprendido por las malas. Me saqué agua del oído derecho y me puse en posición ofensiva una vez más. Esta vez, con las piernas abiertas y ambas manos en cada costado. Iba a probar una técnica que superaba defensas. Mi padre la llamaba "Rompe escudos". Había que ejercer presión en los músculos para liberar un potente golpe. Iba a tener que vigilar las piernas de Ely, no quería acabar disfrutando de un vuelo express otra vez.
Respiré profundamente y solté el aire con lentitud. Con paso firme, me abalancé hacia delante preparando un gancho de izquierda. Para, por si acaso lo esquivaba o bloqueaba, seguir acosándola con un uppercut con la derecha con intención de golpear su barbilla. Si no conectaba ningún golpe, esperaría a que me golpease. Quería ver si podía realizar otra técnica. Esta vez, una técnica de agarre. Je, posiblemente acabaría en el agua o comiendo arena. Pero que no se dijera que no lo había intentado. Realizaría una técnica de agarre con la intención de ponerme detrás suya y hacer presión en sus brazos. A ver que podría pasar.
Elyria Priscraft
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Elyria sonrió satisfecha ante la actitud del hombre, viendo como volvía a pelear sin perder la energía que le caracterizaba. “¿Cómo? ¿Qué clase de estilo es ese? No lo conozco.”
“Ely, te acaba de posar, este no se entera de nada,” le dijo Nissa, riendo.
“Donovan, ¿te das cuenta de que estoy ciega y no puedo ver eso, no? Y bueno, la fuerza es importante, pero si no sabes usarla no sirve de nada. Por ejemplo, como cuando pateas mis piernas. Y además, no puedes alimentar niños a puñetazos, ¿no crees? Es un trabajo mas… diplomático, digamos.”
Entonces se volvió a poner en posición defensiva, usando su Haki para saber en que dirección girarse. Sintió como venía intentando pegarle un gancho bastante potente. Tenía ganas de comprobar de primera mano su fuerza, así que simplemente puso los brazos en cruz en la dirección de la que venía el golpe, intentando bloquearlo.
Vale, esto estaba mejor. La potencia de su puñetazo la hizo retroceder unos metros, y en su rostro se pudo ver una sonrisa. “Así me gusta. Definitivamente tienes buena potencia en los brazos.” Pudo sentir como intentaba golpearla de nuevo, esta vez un golpe en la barbilla. Vale, eso no se lo iba a permitir, su cara era demasiado bonita como para dejarle hacer algo así.
Por ende, dio un pequeño salto hacia atrás, justo lo suficiente como para esquivarlo. Entonces era hora del contraataque. Quería demostrarle que también tenía fuerza en los brazos, pero claro, tenía un pequeño problemita. Sus manos eran demasiado sensibles como hacer esas cosas, se le quedarían dormidas durante semanas si golpeaba con todas sus fuerzas.
Pero nadie dijo nada de sus codos. Así que se lanzó sobre el, yendo a darle un codazo. Permitió que usase su técnica de agarre, dejándose agarrar. Entonces giró la cabeza para mirarle. No era como si pudiese verle, claro, pero la costumbre supongo.
“Como decía, la fuerza sola no sirve de nada,” dijo antes de dale un golpecito en el gemelo con el tobillo. “Podría partirte las piernas muuuuy fácilmente ahora mismo. No puedes hacer estas cosas sin pensar antes en las posibles consecuencias.”
No hizo eso, sería demasiado facil. Pero tampoco le dejó salirse con la suya. Aprovechó que estaba agarrándole por la espalda para dar un fuerte golpe de caderas hacia atrás y arriba, lanzándolo por encima de su cuerpo y estampándolo contra la arena frente a ella. Entonces puso el pie en sus costillas, apretando con la suficiente fuerza como para pinnearlo, pero sin pasarse.
“Ten cuidado con lo que haces. Nunca sabes cómo te pueden responder. Ahora, ¿qué decías que querías entrenar? A ver si puedo ayudarte,” preguntó antes de dejarlo libre.
“Ely, te acaba de posar, este no se entera de nada,” le dijo Nissa, riendo.
“Donovan, ¿te das cuenta de que estoy ciega y no puedo ver eso, no? Y bueno, la fuerza es importante, pero si no sabes usarla no sirve de nada. Por ejemplo, como cuando pateas mis piernas. Y además, no puedes alimentar niños a puñetazos, ¿no crees? Es un trabajo mas… diplomático, digamos.”
Entonces se volvió a poner en posición defensiva, usando su Haki para saber en que dirección girarse. Sintió como venía intentando pegarle un gancho bastante potente. Tenía ganas de comprobar de primera mano su fuerza, así que simplemente puso los brazos en cruz en la dirección de la que venía el golpe, intentando bloquearlo.
Vale, esto estaba mejor. La potencia de su puñetazo la hizo retroceder unos metros, y en su rostro se pudo ver una sonrisa. “Así me gusta. Definitivamente tienes buena potencia en los brazos.” Pudo sentir como intentaba golpearla de nuevo, esta vez un golpe en la barbilla. Vale, eso no se lo iba a permitir, su cara era demasiado bonita como para dejarle hacer algo así.
Por ende, dio un pequeño salto hacia atrás, justo lo suficiente como para esquivarlo. Entonces era hora del contraataque. Quería demostrarle que también tenía fuerza en los brazos, pero claro, tenía un pequeño problemita. Sus manos eran demasiado sensibles como hacer esas cosas, se le quedarían dormidas durante semanas si golpeaba con todas sus fuerzas.
Pero nadie dijo nada de sus codos. Así que se lanzó sobre el, yendo a darle un codazo. Permitió que usase su técnica de agarre, dejándose agarrar. Entonces giró la cabeza para mirarle. No era como si pudiese verle, claro, pero la costumbre supongo.
“Como decía, la fuerza sola no sirve de nada,” dijo antes de dale un golpecito en el gemelo con el tobillo. “Podría partirte las piernas muuuuy fácilmente ahora mismo. No puedes hacer estas cosas sin pensar antes en las posibles consecuencias.”
No hizo eso, sería demasiado facil. Pero tampoco le dejó salirse con la suya. Aprovechó que estaba agarrándole por la espalda para dar un fuerte golpe de caderas hacia atrás y arriba, lanzándolo por encima de su cuerpo y estampándolo contra la arena frente a ella. Entonces puso el pie en sus costillas, apretando con la suficiente fuerza como para pinnearlo, pero sin pasarse.
“Ten cuidado con lo que haces. Nunca sabes cómo te pueden responder. Ahora, ¿qué decías que querías entrenar? A ver si puedo ayudarte,” preguntó antes de dejarlo libre.
Artorius D. Donovan
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Me daba vergüenza de que aún metía la pata tratándola normal, olvidándome de su ceguera. Me puse rojo como un tomate. Realmente se me daban mal este tipo de cosas. Como aquella vez, en un funeral me tropecé y dije que casi me mataba yo también. Ese día mi padre me dio una buena bronca por mis palabras. En cuanto al combate de entrenamiento, el primer golpe logró conectar e hice que retrocediera un poco. Me dio la impresión de que lo bloqueo a propósito. Y así fue, ya que alabó mi fuerza una vez más. Con los ánimos a full, lancé mi segundo ataque. Sin embargo, este no lo recibió. Lo esquivó, dando un paso hacia atrás. Se abalanzó hacía mí con un codo en alto. Hasta que logré encerrarla en mi técnica de agarre. No creí que lo lograría. Y efectivamente, volvió a dejarse atrapar una vez más. Giró su cabeza como si fuera un jodido búho para verme la cara.
-¿¡Que mierda?! ¿¡Como has hecho eso?! - Grité sorprendido por su capacidad -
Menos mal que no era un criminal, o de lo contrario habría cumplido su promesa de joderme las piernas de por vida. Cuando quise darme cuenta, ya estaba volando otra vez. En este caso no terminé en el mar, sino comiendo arena. Solté un suspiro por el golpe que me llevé en la arena por la espalda. Y Ely puso su pie encima de mis costillas. Inmovilizándome. Mira que me había enfrentado a algunos oficiales para probar que tan lejos estaba de ellos. Pero nunca me había enfrentado con alguien que apenas se esforzaba para inmovilizarme. Excepto mi padre y el comodoro. Ellos ya eran otra liga.
- Vaya, parece que vuelves a tener. ¿Quién no arriesga no gana, no? - Dije sonriendo - Me gustaría que me ayudaras a desarrollar un par de técnicas que me enseñó mi padre. Pero aún no consigo dominarlas. Y de paso, a despertar una cosa llamada ... ¿kaki? ¿O era naki? Es una cosa rara que me recomendó el comodoro que dominara si quería ascender - Me levanté del suelo quitándome la arena del pelo y la cara.
Aunque pensándolo bien, también me gustaría mejorar mi velocidad. Ser rápido como la comandante Ely sonaba bien.
- Y también me gustaría mejorar mi rapidez. Así podría sudar menos contra rivales más rápidos que yo -
-¿¡Que mierda?! ¿¡Como has hecho eso?! - Grité sorprendido por su capacidad -
Menos mal que no era un criminal, o de lo contrario habría cumplido su promesa de joderme las piernas de por vida. Cuando quise darme cuenta, ya estaba volando otra vez. En este caso no terminé en el mar, sino comiendo arena. Solté un suspiro por el golpe que me llevé en la arena por la espalda. Y Ely puso su pie encima de mis costillas. Inmovilizándome. Mira que me había enfrentado a algunos oficiales para probar que tan lejos estaba de ellos. Pero nunca me había enfrentado con alguien que apenas se esforzaba para inmovilizarme. Excepto mi padre y el comodoro. Ellos ya eran otra liga.
- Vaya, parece que vuelves a tener. ¿Quién no arriesga no gana, no? - Dije sonriendo - Me gustaría que me ayudaras a desarrollar un par de técnicas que me enseñó mi padre. Pero aún no consigo dominarlas. Y de paso, a despertar una cosa llamada ... ¿kaki? ¿O era naki? Es una cosa rara que me recomendó el comodoro que dominara si quería ascender - Me levanté del suelo quitándome la arena del pelo y la cara.
Aunque pensándolo bien, también me gustaría mejorar mi velocidad. Ser rápido como la comandante Ely sonaba bien.
- Y también me gustaría mejorar mi rapidez. Así podría sudar menos contra rivales más rápidos que yo -
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Elyria no pudo evitar reír por lo bajo al escuchar los comentarios del recluta. Además de fuerte, era divertido, le estaba cayendo bien. Estaba un poco cansada, de, como ya había comentado el mismo, viejos amargados y aburridos. Ella había pasado por eso, pero gracias a Alvar consiguió mejorar mucho. Gracias a ello era mucho más feliz. Podía ser una Marine seria, incluso sosa, pero al menos se estaba alejando de la innecesaria amargura de hace un par de años.
“Haki. Es la razón por la que puedo esquivarte y golpearte aún estando ciega, por si te lo preguntabas. Aunque eso es algo en lo que me temo que no poder ayudarte. Apenas lo estoy aprendiendo yo misma. Supongo que la necesidad ayuda,” bromeó, señalando sus ojos. “Y a ver. El que no arriesga no gana, pero lanzarse a lo loco a un oponente sin un plan… Eso es una sentencia de muerte,” dijo en un tono un poco mas serio. “Y no solo estás poniendo en peligro tu vida. Recuerda que luchas para proteger a los demás. ¿Quién les ayudará si acabas muerto por atacar sin pensar?”
Se colocó un mechón de pelo por detrás de la oreja, ajustando un poco su coleta. Tanta vuelta se la había movido un poco, y no la había ajustado bien esta mañana al parecer. Dejó que el hombre se levantara, y le siguió escuchando atentamente, dándole un respiro.
“Hmm… En eso sí que puedo ayudarte. Te falta fuerza en las piernas, velocidad para no tener que bloquear todos los golpes. Créeme. Por muy resistente que seas, hay ataques que no quieres que impacten. Te ahorrara muchos huesos rotos. Y en cuánto a las técnicas… Puedes describírmelas y veré que puedo hacer.”
Entonces se puso de nuevo en posición defensiva, su cuerpo apuntando en dirección a Artorius. “Vamos Donovan, quiero que me golpees sin parar con tus piernas. Hasta que no puedas mantenerte en pie, a ver cuanto rato aguantas,” dijo con una risita en sus labios. Entrenar todo esto adecuadamente era un proceso que llevaría meses hasta poder alcanzar un nivel decente, pero por algo había que empezar. Además, ella misma podía usar todo esto para entrenar su Haki de Observación. Toda práctica era más que bienvenida.
“Haki. Es la razón por la que puedo esquivarte y golpearte aún estando ciega, por si te lo preguntabas. Aunque eso es algo en lo que me temo que no poder ayudarte. Apenas lo estoy aprendiendo yo misma. Supongo que la necesidad ayuda,” bromeó, señalando sus ojos. “Y a ver. El que no arriesga no gana, pero lanzarse a lo loco a un oponente sin un plan… Eso es una sentencia de muerte,” dijo en un tono un poco mas serio. “Y no solo estás poniendo en peligro tu vida. Recuerda que luchas para proteger a los demás. ¿Quién les ayudará si acabas muerto por atacar sin pensar?”
Se colocó un mechón de pelo por detrás de la oreja, ajustando un poco su coleta. Tanta vuelta se la había movido un poco, y no la había ajustado bien esta mañana al parecer. Dejó que el hombre se levantara, y le siguió escuchando atentamente, dándole un respiro.
“Hmm… En eso sí que puedo ayudarte. Te falta fuerza en las piernas, velocidad para no tener que bloquear todos los golpes. Créeme. Por muy resistente que seas, hay ataques que no quieres que impacten. Te ahorrara muchos huesos rotos. Y en cuánto a las técnicas… Puedes describírmelas y veré que puedo hacer.”
Entonces se puso de nuevo en posición defensiva, su cuerpo apuntando en dirección a Artorius. “Vamos Donovan, quiero que me golpees sin parar con tus piernas. Hasta que no puedas mantenerte en pie, a ver cuanto rato aguantas,” dijo con una risita en sus labios. Entrenar todo esto adecuadamente era un proceso que llevaría meses hasta poder alcanzar un nivel decente, pero por algo había que empezar. Además, ella misma podía usar todo esto para entrenar su Haki de Observación. Toda práctica era más que bienvenida.
Artorius D. Donovan
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El motivo del porqué la comandante podía ver, con perdón, a través de mis ataques era llamada haki. Pero por desgracia, ella era una aprendiz también. El ser ciega la había ayudado a desarrollar aquella extraña habilidad. ¿Tendría que volverme ciego yo también? ¿O quizás cubriéndome los ojos bastaría? Eso me dejó pensando mientras seguía escuchando hablar a Ely.
- Estoy pensando en que a lo mejor sí que me puedes ayudar con el haki ese - Cogí mi camisa y me la até en la cabeza, a modo de cubrir mis ojos - Ahora estamos en igualdad de condiciones. Quizás así yo también puedo despertar esa habilidad - Sonreí - Entiendo que he de usar más la cabeza, lo intentaré. Pero no prometo nada. Mi padre siempre me daba con el bastón por lo mismo "Arto eres un iluso, no puedes ganar a alguien más fuerte que tú solo con puñetazos" - Dije haciendo una mueca y poniendo un tono de señor mayor -
Luego, mencionó que podría ayudarme con mis piernas y mis técnicas. Ahora, que estaba igual privado de la vista, sería más difícil atinarle algún golpe. Pero quizás podríamos dejar eso para después. Lo que me interesaba ahora más era esa habilidad de leer movimientos. Estiré las piernas y me hice sonar los huesos de la espalda. Me quedé sonriendo tontamente. Me gustaba tener alguien con quien entrenar. En el cuartel poca gente se juntaba conmigo. Daba problemas decían algunos, es un enchufado decían otros. Sentaba bien tener a alguien.
- Bueno, intentaré no caer desfallecido. Pero probablemente acabe tragando arena o agua con otra de tus super patadas de canguro, Ely - Comenté con una carcajada sonora - Primero me intentaría probar con eso que llamas haki. Aunque con el entrenamiento de piernas hay una técnica que es, literalmente, una patada de fuego. Pero no tengo idea de cómo hacer eso - Intenté buscar su posición por su voz y dirigí mi cuerpo hacia ella - Ahora, intentaré golpearte pero me será difícil. Aunque no estaría de más mejorar mi defensa y prepararme para situaciones donde el rival me ciegue -
Terminado de hablar, me lancé a donde creí que estaría Ely lanzando una patada ascendente al aire donde creí que estaría su cabeza. Intenté concentrarme, para de algún modo, intentar prevenir el contraataque. En aquel momento lo único que podía hacer era saltar hacia atrás en cuanto me golpeara para disminuir el daño. Además de tener mi guardia alta, protegiendo mis zonas vitales.
- Estoy pensando en que a lo mejor sí que me puedes ayudar con el haki ese - Cogí mi camisa y me la até en la cabeza, a modo de cubrir mis ojos - Ahora estamos en igualdad de condiciones. Quizás así yo también puedo despertar esa habilidad - Sonreí - Entiendo que he de usar más la cabeza, lo intentaré. Pero no prometo nada. Mi padre siempre me daba con el bastón por lo mismo "Arto eres un iluso, no puedes ganar a alguien más fuerte que tú solo con puñetazos" - Dije haciendo una mueca y poniendo un tono de señor mayor -
Luego, mencionó que podría ayudarme con mis piernas y mis técnicas. Ahora, que estaba igual privado de la vista, sería más difícil atinarle algún golpe. Pero quizás podríamos dejar eso para después. Lo que me interesaba ahora más era esa habilidad de leer movimientos. Estiré las piernas y me hice sonar los huesos de la espalda. Me quedé sonriendo tontamente. Me gustaba tener alguien con quien entrenar. En el cuartel poca gente se juntaba conmigo. Daba problemas decían algunos, es un enchufado decían otros. Sentaba bien tener a alguien.
- Bueno, intentaré no caer desfallecido. Pero probablemente acabe tragando arena o agua con otra de tus super patadas de canguro, Ely - Comenté con una carcajada sonora - Primero me intentaría probar con eso que llamas haki. Aunque con el entrenamiento de piernas hay una técnica que es, literalmente, una patada de fuego. Pero no tengo idea de cómo hacer eso - Intenté buscar su posición por su voz y dirigí mi cuerpo hacia ella - Ahora, intentaré golpearte pero me será difícil. Aunque no estaría de más mejorar mi defensa y prepararme para situaciones donde el rival me ciegue -
Terminado de hablar, me lancé a donde creí que estaría Ely lanzando una patada ascendente al aire donde creí que estaría su cabeza. Intenté concentrarme, para de algún modo, intentar prevenir el contraataque. En aquel momento lo único que podía hacer era saltar hacia atrás en cuanto me golpeara para disminuir el daño. Además de tener mi guardia alta, protegiendo mis zonas vitales.
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Elyria no pudo evitar reír en voz alta cuando Nissa le contó como el recluta se cubría los ojos con su camisa. “Ojalá fuese tan fácil como taparse los ojos y ya, Artorius. No soy una experta, a mi me vino en un momento de… desesperación, entre la vida y la muerte. Ya te contaré en otro momento. Y Cornelius tenía razón. Este trabajo no es solo fuerza bruta, alguien más debil que tu puede derrotarte si tiene el suficiente ingenio.”
Sonrió de oreja a oreja, aunque bueno, ahora solo lo podía ver su amiga. Iba a ser complicado entrenar todo el tema de las técnicas y de su fuerza en las piernas si ninguno de los dos podía ver, pero bueno, podían seguirle el juego un rato. Rió de nuevo ante su comentario sobre sus patadas, al menos el chico era divertido. Vale, eso había sonado mejor en su cabe— Espera, seguía en su cabeza, como fuera.
“¿Una patada de fuego? Hmm… Me suena haber leído sobre ello.” Entonces pegó un talonazo en el suelo, congelando el suelo de la playa en un círculo de un par de metros de radio, nada loco. Luego se dio cuenta de que no podía verlo, pero bueno, sus pies notarían que ya no estaban pisando arena precisamente. “Como ves, soy más del otro extremo.”
Ni siquiera tuvo que esquivar, Artorius no había acertado con la trayectoria de su ataque. Aunque bueno, se había quedado bastante cerca para ser la primera vez.
“Casi, ven otra vez,” dijo antes de acercarse a el y pegarle una patada en las costillas, lanzándolo hacia atras. Con la suficiente fuerza cómo para hacerle daño, pero sin romperle nada ni dejarle en mal estado. Por desgracia, este tipo de cosas funcionaban mejor de lo que deberían. Ya le gustaría entrenar sin tener que recurrir a usar tanta violencia, pero iba un poco en contra de la naturaleza de todo esto.
Iban a seguir entrenando, pero escuchó como uno de sus compañeros corría hacia la cala, con voz de alerta y urgencia. ¿Había pasado algo? Bueno, lo sabrían muy pronto.
“¡Comandante, necesitamos refuerzos, unos piratas están atacando el puerto! La teniente Alvar está en una reunión en Water 7, ¡rápido!”
Elyria suspiró, acercándose a Artorius y quitándole la venda de los ojos.
“Bueno, parece que vamos a tener que posponer el entrenamiento. Tú te vienes conmigo, ¡vamos!” Ordenó antes de salir disparada en dirección al puerto con su Sky Walk El resto tardaría algo más en llegar, pero no podía permitirse perder tiempo ahora mismo.
Sonrió de oreja a oreja, aunque bueno, ahora solo lo podía ver su amiga. Iba a ser complicado entrenar todo el tema de las técnicas y de su fuerza en las piernas si ninguno de los dos podía ver, pero bueno, podían seguirle el juego un rato. Rió de nuevo ante su comentario sobre sus patadas, al menos el chico era divertido. Vale, eso había sonado mejor en su cabe— Espera, seguía en su cabeza, como fuera.
“¿Una patada de fuego? Hmm… Me suena haber leído sobre ello.” Entonces pegó un talonazo en el suelo, congelando el suelo de la playa en un círculo de un par de metros de radio, nada loco. Luego se dio cuenta de que no podía verlo, pero bueno, sus pies notarían que ya no estaban pisando arena precisamente. “Como ves, soy más del otro extremo.”
Ni siquiera tuvo que esquivar, Artorius no había acertado con la trayectoria de su ataque. Aunque bueno, se había quedado bastante cerca para ser la primera vez.
“Casi, ven otra vez,” dijo antes de acercarse a el y pegarle una patada en las costillas, lanzándolo hacia atras. Con la suficiente fuerza cómo para hacerle daño, pero sin romperle nada ni dejarle en mal estado. Por desgracia, este tipo de cosas funcionaban mejor de lo que deberían. Ya le gustaría entrenar sin tener que recurrir a usar tanta violencia, pero iba un poco en contra de la naturaleza de todo esto.
Iban a seguir entrenando, pero escuchó como uno de sus compañeros corría hacia la cala, con voz de alerta y urgencia. ¿Había pasado algo? Bueno, lo sabrían muy pronto.
“¡Comandante, necesitamos refuerzos, unos piratas están atacando el puerto! La teniente Alvar está en una reunión en Water 7, ¡rápido!”
Elyria suspiró, acercándose a Artorius y quitándole la venda de los ojos.
“Bueno, parece que vamos a tener que posponer el entrenamiento. Tú te vienes conmigo, ¡vamos!” Ordenó antes de salir disparada en dirección al puerto con su Sky Walk El resto tardaría algo más en llegar, pero no podía permitirse perder tiempo ahora mismo.
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