Ficha de Nine

En ocasiones, si la buena noche se acompaña del viento ululado y de unos rayos de luna penetrantes hasta los cimientos de cualquier corazón desquebrajado, mi memoria trae consigo los ecos de mi niñez. Nací en el vaivén danzarín de las tablas de nuestro barco por capricho de mi madre. Sonrisas cálidas aparecen entre mis más cálidos primeros recuerdos, que por lo general se desdibujan y borran con rapidez. También me acuerdo de Tam-Tam, el pequeño macaco de mi madre, iba corriendo tras él todo el día porque solo sabía robarme cosas y reírse de mí. No sé por cuanto tiempo más seré capaz de seguir componiendo la imagen de mi madre, posiblemente cuando termine estas palabras me abandone para siempre.

La tripulación de mi madre no se había compuesto de grandes sueños, sino tan solo de uno en particular; desafiar a todos los navíos que surcasen las mismas aguas que nosotros y derrotarles únicamente valiéndose de sus espadas. La derrota era suficiente, ningún combate era a muerte. Por eso el tamaño de nuestro barco no tenía las dimensiones suficientes para albergar cañones y hasta Tam-Tam era diestro esgrimiendo dos espadas acordes a su tamaño. No es extraño que a mi corta edad de diez años supiese las katas más básicas en el arte de las curiosas espadas piratas que envainaba mi madre. Ni el oro, ni los tesoros, solo la gloria de derrotar con el honor de dos aceros a cualquier adversario; eso movía los corazones de quienes me vieron dar mis primeros pasos. A lo mejor, por ese hecho, porque aprendí a caminar en un barco, es debido mi caminar tan vacilante y que sofoca sonrisas entre quienes no conocen mi mala leche.

Muy raras veces tomábamos rehenes. Pero por motivos que siempre desconocí, una noche fría de invierno mi madre lo hizo y aquello le costó la cabeza. Desde entonces una sola palabra me ha estado acompañando desde aquella noche; “asahi”. Fue lo último que pronunció mi madre mientras su sangre me abrazaba antes de perder la cabeza. Varios tripulantes, sin rostro a mi memoria, se interpusieron frente a uno de los rehenes y mi persona. Otro de ellos tomó las espadas de mi madre, me las ató a la cintura con una cuerda y me lanzó por la borda. “Un día serás lo suficientemente grande y lo suficientemente fuerte para tener tu propio barco. Ese día, la luz de la luna reflejará quienes somos en realidad en tu corazón. Siempre estaremos contigo y la sangre que se ha derramado esta noche quedará vengada.”

Luché toda la noche y parte del día siguiente por mantenerme a flote con dos enormes espadas que me hundían hacia el fondo. Cubierta en lágrimas y con los miembros semi congelados, dejé que una de ellas se la llevase la gravedad y seguí nadando hacia tierra. Pasó el tiempo, no sé cuanto, desde que llegué a una orilla y pude moverme por el esfuerzo. Mi aspecto era lamentable, lo había perdido todo y ahora que el cansancio había dejado de acuciarme era consciente. Tan solo había podido conservar una de las espadas de mi madre, el único recuerdo que me invitaba a pensar que no había sido ningún sueño. Su cabeza había volado a pocos centímetros míos y todas las personas a las que quise alguna vez, se las había tragado el mar. El hambre, la soledad, la pobreza y mis instintos más básicos me llevaron a conocer a Eryx y su banda. Aprendí todo cuanto necesitaba para llevar una vida por mis propios medios. Quizás no fuese una forma honorable de ganarse el pan, pero al menos había un pan que llevarse a la boca.

Un día, en el mercado central, mi cabeza se llenó del primer propósito que tengo en esta vida. Mientras vigilaba posibles clientes despistados a los que sustraerles unas monedas, uno de los puestos ofertaba la segunda espada de mi madre que me vi obligada a abandonar. El precio era desorbitado y aun así, tuvo un comprador. Un misterioso hombre de gabardina que se alejó ignorando el resto de productos y que se escapó de mi vista en cuanto dejó las calles concurridas y pasó desapercibido por los callejones. Si alguien se tomó la molestia de sacar esa espada del agua, yo me tomaré la molestia de heredarla tal y como me corresponde; retando a un duelo al nuevo dueño.

Es posible que el hecho de seguir llevando una espada conmigo, intimidase al resto de componentes de la banda. A lo mejor el hecho de ser la más pequeña del grupo, les llevaba a pensar que sería problemática. A lo mejor, ni siquiera poderles ofrecer un nombre por el que llamarme les desconcertaba para querer entablar ninguna amistad conmigo. Pero eso último se resolvió pronto, nuestro líder quiso darme uno, que acepté provisionalmente. Mi madre sostenía que el nombre había que ganárselo, por eso, hasta que una hazaña no te definiese no había razón para tener ninguno. Eryx quiso llamarme Nine, por ser la novena en pertenecer a su familia, pero todavía hoy respeto el deseo de mi madre y me labraré mi propio nombre. Tras la muerte de mi progenitora, Eryx se convirtió en mi guía y mi héroe. Sus palabras tenían un sentido completo en mi corazón y su ingenio seguramente fuese superior al de cualquier adulto. Había encontrado un sitio en el que sentirme protegida y quizás recuperar el sueño. Pero la vida me dijo que era hora de despertar.

Pero una noche, una maldita noche, todo se decidió a ir mal. Era un objetivo sencillo que apenas difería de lo de siempre, pero los marines supieron olisquearnos demasiado bien. El grupo se dispersó, bajo el riesgo de que me pillasen tal y como me había habituado a hacer en estos casos, decidí dar esquinazo y esconderme en el primer barril hueco. Fue así como conocí a Jasper mi actual mejor amigo, un gato callejero. Pero cuando el grupo volvió a reunirse… Eryx no estaba. Jamás volvió. Aquella noche creí que el tiempo se detendría para siempre. Y de alguna manera lo hizo dentro de mí. La estrella que había estado adorando y que tanto brillaba en mi corazón se había apagado.

Años pasaron tras la desaparición de Eryx en los que la banda estuvo al cargo de Astor y sus propósitos. Las preguntas se callaron con los nuevos problemas del día a día y nuestro pellejo estuvo en nuevos peligros más constantes. Fue entonces cuando comprendí que había llegado el momento de emprender un nuevo camino en solitario y aprender a usar la espada que portaba como correspondía hacerlo. A horas señaladas de la noche desaparecía para tratar de poner en práctica movimientos torpes de esgrima. Pero nunca permanecía demasiado lejos de ellos, al fin y al cabo eran mi familia aunque en la banda las cosas solo podían ir a peor. No sabría decir en qué momento mi cabeza empezó a juntar las piezas, solo sé que Jasper me trajo la última en forma de gorra.

Huía de un hombre que juraba que había visto cómo le robaba la cartera, cuando encontré un buen barril en el que esconderme. Aunque al parecer un pequeño felino se había apoderado de él antes. Tras una pequeña disputa bufó y salió corriendo con una gorra altamente familiar. ¡¡Era la de Eryx!! ¡¡Él no iba a ninguna parte sin ella!! Fui tras él y en la persecución me caí a una acequia. El felino se acercó, se puso una patita en la boca y con sus ojos grandes me dijo: “Uuuuh…” Finalmente recuperé la gorra y sé que Jasper me sigue a veces para reírse de mí.

Astor siempre había sido caprichoso, pero aquel antojo les condujo a la muerte a todos, excepto a mí. Mi segunda familia ha sido exterminada también, estoy condenada a ser huérfana y a que mis momentos pasados se llenen de sangre. Mi recuerdo de aquello es confuso y se mezcla con gritos, impidiéndome recordar qué ocurrió en realidad y cómo una vez más, sobreviví a una tragedia de tamaña índole. ¿Acaso tengo nueve vidas? ¿Tengo que contemplar la aniquilación de 7 familias más? Mis pasos estarían obsesionados en el transcurrir de mis días en la más absoluta soledad si no fuese por… esa maldita caravana.

Fueron unos segundos pero los retengo en mi cabeza como oro en un cofre. ¡¡Eryx iba en esa caravana!! Corrí tras ella hasta que aceleró el paso y me quedé atrás… pero aquello supuso una revelación en mi vagar vacilante. Había localizado a Eryx, aunque quizás me hubiese añadido un problema. ¿Hasta donde soy capaz de llegar por un ser querido? Mejor dicho… ¿hasta donde no sería capaz de llegar por Eryx?