(priv Kirigaya) Descansando de la monotonía(pasado)

Estaba en un barco de la marina, rumbo a mi siguiente destino, la verdad, era bastante aburrido ser un simple recluta, tenía que seguir totalmente las instrucciones de mis superiores sin tener derecho a reclamar ni a hacer algo aunque fuese sutilmente diferente a lo que ellos me habían ordenado y eso a mi, me disgustaba bastante, yo era una persona que quería ser libre, sin nada ni nadie que me mandase, pero bueno, si quería llegar algún momento a que eso sucediese, tenía primero que acatar ordenes, por mucho que me disgustasen. Mientras me encontraba mirando el mar, absorto en mis pensamientos, pude ver que estábamos bastante cerca de una isla, pero, como a la mayoría de cosas, no le dí la menor importancia, estaba ya más que acostumbrado a ver islas, muchas de ellas un tanto singulares y caóticas.

En un momento, nos llamó a todos a formar el capitán de aquel navío y corrí a ponerme en posición junto a mis compañeros. Escuché las instrucciones que eran bien sencillas, atracaríamos en aquella isla que acababa de divisar hace un momento, para reponer algo de comida y descansar del trayecto de alta mar, así que teníamos que prepararnos para poner anclas y bajar la pasarela para así atracar.

Una vez llegamos a la costa de aquella isla, empezamos a hacer lo pertinente para poder hacer un atraque rápido en sus playas, soltando el ancla y una vez el barco se estabilizase poner la pasarela y empezar a descender todos. Empezamos a bajar todos formando, a la cabeza el capitán y luego tras de el nosotros, los reclutas raso. Tuvimos que esperar unos minutos, a que nuestro jefe comunicase al del pueblo nuestra presencia, para evitar así algún malentendido.

Ese día, yo no iba vestido de marine de mi rango, si no de civil, con una chaqueta desabrochada sin mangas con decorados tribales rojos, a conjunto con unos pantalones pirata de la misma composición de colores.

Nada más pude, me escaqueé de la formación de mis compañeros, para poder investigar por mi mismo la isla, a sabiendas de que si me descubrían, podía llevarme una buena reprimenda y castigarme sin comer durante varios días. Caminando por las calles, llegué a lo que parecían las afueras, estaba totalmente sin ningún alma, solo había vegetaciones y arboles, lo que me daba un poco de tranquilidad... y sueño.

Seguía paseando por todos lados de las afueras de la ciudad, encontrándome un árbol, acostándome en este para relajarme, mirando al cielo con calma, suspirando por la paz que sentía en aquellos momentos, tanto estaba disfrutado, que me quedé dormido durante más o menos, quince minutos, cuando me desperté ya descansado, bostezando y estirándome masajeando mi cuello, para luego levantarme y empezar a caminar de nuevo hacia la ciudad.

Durante el transcurso de mi viaje de vuelta, nada raro me había pasado, estaba siendo un día de lo más normal. Al llegar al pueblo, me encontré con uno de mis compañeros marines, el cual me dijo que debía ir hacia donde estaba el capitán, que había pedido que un par le ayudasen a hacer unas tareas y que a mi aun no se me había asignado ninguna, por lo que era el candidato idóneo para ello.

Mientras caminaba, ya por la ciudad pude ver, como un encapuchado, se tambaleaba por la ciudad, chocándose contra varia gente, a una primera vista podría parecer una persona ebria, pero también cabía la opción de que fuese una persona enferma y que requiriese asistencia médica, por lo que me acerqué a preguntar.

oiga... ¿se encuentra bien?

Pregunté una vez estuve cerca de aquel tipo, haciéndolo parar e intentando mirarle a la cara tras su capucha, lo más seguro es que así podría distinguir si de verdad se trataba de un borracho o de un enfermo, aunque quizás también se podría tratar de un herido. Aunque eso daba igual, fuese lo que fuese estaba yo allí para socorrerle

Vi como el hombre al que iba a socorrer agachaba la cabeza cuando yo intentaba verle el rostro, cosa que me extrañó un poco, al no entender por que alguien quería ocultar de una manera tan celosa, parecía que tenía algo que ocultar y por un momento me hizo sospechar, ya que nadie aparentemente inocente intentaría ocultar su rostro de aquella manera. Escuché lo que este misterioso decía, aun extrañado más mientras asentía con la cabeza.

uh... de acuerdo, si necesita algo podéis avisarme

Asentí con la cabeza dispuesto a marcharme hacia mi capitán, pero entonces mis ojos se postraron en una especie de envoltorio de un color grisáceo, similar al color de mi cabello, lo cual me hizo que dicho hombre de gran misterio me llamase aun más la atención... y más bien de una manera sospechosa.

Perdone que le moleste... ¿le importaría decirme que es ese envoltorio? o más bien ¿le importaría decir o mostrarme si tiene algo en su interior?

Comenté, o más bien insinué con la mayor educación que pude, procurando así no acusarle de una manera muy directa, para que así no se lo tomase a mal o como una molestia, no debía provocar un gran altercado. Además cabe destacar que me pareció ver una especie de brillo saliente de su mano, por lo que de la manera mejor disimulada que pude miré de reojo hacia allá, observando lo que parecía ser un anillo.

Seguía observando de manera muy atenta aquel envoltorio, la verdad es que tenía una pinta un poco extraña, aunque al estar tapado podía ser cualquier cosa, pero debía descubrir de que se trataba, era todo demasiado sospechoso como para tenerlo que pasar por alto. Escuché lo que dijo aquel hombre, en un principio parecía bastante creíble pero.... ¿por que tapar con tanto recelo unas simples barras de acero?

Entiendo... ¿podría mostrarme esas barras?

Si era verdad lo que había dicho no tendría ningún problema en enseñarme lo que había en su interior para poderlo corroborar y así declarar totalmente su inocencia, no obstante si se negaba a hacerlo lo único que haría es confirmar mis aun dudas sobre su aspecto sospechoso y me obligaría a tomar ciertas medidas como el hacer yo mismo el registro de pertenencias.

Pude observar como el enmascarado tenía el bulto grisáceo hacia mi mientras comentaba que lo comprobase por mi mismo, pero si debía ser sincero la verdad es que no tenía plena confianza en ello, la verdad es que todo ahora podía ser impredecible no obstante debía hacerlo por el cumplimiento del deber y que carajo, tenía mucha curiosidad por ver que había detrás de tanto secretismo y misterio.

Empecé a quitar el envoltorio de lo que según decía aquel individuo se trataban de unas barras de acero para poder reparar su hogar. Al descubrir que era, un rostro entre mezcla de sorpresa y extraño se reflejó en mi rostro, al verse que se trataban de unas katanas.

ummm... ¿se puede saber por que ocultáis esto? no creo que sea delito estar en posesión de armas

Comenté mientras le tendía sus armas, mirándole ahora de una manera mucho más desconfiada y sospechosa ¿para que ocultar las armas con tanto recelo? eso solo hacía más que aumentar mis sospechas, decidiendo en ese mismo momento que no le quitaría el ojo de encima.

Me quedé mirando fijamente las katanas, como espadachín que yo era me apasionaba el armamento y debía admitir que las que aquel sospechoso sujeto tenía eran admirables, apenas entendía de armamento pero estaba más que seguro de que se trataban de unas bastante mejores de las que ahora mismo me encontraba en posesión.

Mientras seguía observándolas escuchaba lo que el misterioso me decía, mirándole aun como un sospechoso, su explicación era bastante convincente, la verdad es que podía pasar perfectamente, sin embargo había algo en aquel hombre que no me acababa de convencer, quizás era el hecho de que fuese tan receloso de mostrar su rostro.

Entiendo… circule y perdone las molestias

Comenté envolviendo de nuevo en las espadas en su respectivo envoltorio, haciendo el típico saludo militar, mientras escuchaba que me llamaban cerca de donde estaba el tipo, aprovechando eso para urdir un plan un tanto descabellado, mientras conversaba con mi capitán el cual ya había terminado de hacer sus gestiones pertinentes pero a la par de informándome de que aún debíamos quedarnos varias horas en aquella isla, cosa que hizo que me alegrase internamente sin quitar la vista de la posible trayectoria del tipo misterioso para que, una vez mi capitán se marchase, ocultarme en una callejuela poco transitada, haciendo mi transformación híbrida y volando hacia los tejados, buscándole por todos lados con mi vista, ahora me sería más sencillo identificarle al saber como vestía y lo que portaba.

Me descalcé para que mis patas de felino pudiesen empecé a caminar por los techos de aquella ciudad con toda la agilidad que pude, desplegando mis alas y volando cuando había una distancia demasiado larga como para que solo mi brinco no pudiese llegar. Sin embargo aunque caminase de la manera más ágil que pudiese, seguía sin encontrarle, había poca gente, pero no había ninguna manera, lo cual me ponía verdaderamente desesperado, tenía que encontrarle como fuese, no por que pudiese ser un criminal ni nada por el estilo, si no por que tenía curiosidad que iba a hacer en una isla como esta.

Me quedé buscando durante un buen rato, sin poder encontrarle, por desgracia, me resbale una vez de un tejado mojado, por suerte no caí al suelo, pero cabía la posibilidad de que el encapuchado me hubiese visto, lo que me haría mucho más complicado el poder seguirle sin que se diese cuenta, sin embargo, mi torpeza me precedía y era con algo con lo que tenía que convivir quisiese o no.

Tras dar un par de saltos más, alcé el vuelo y decidí buscarlo desde el aire, elevándome a tal altura que tuviese una gran perspectiva desde los cielos, allí podría ser el "guardián" de toda la isla, afinando al máximo mi vista, intentando verle. Por suerte, tras un buen rato pude verle aunque no sabía si se trataba de el o de alguien muy igual a dicho sujeto, pero ya era algo al menos.

Seguía volando mientras hostigaba al chico misterioso, puesto mis ojos de manera muy directa en el, mientras observaba también a todos lados, mirando hacia donde se dirigía, intentando adelantarme a sus movimientos y adivinar a donde frenaría, sin embargo, me di solamente cuenta de que se estaba dirigiendo hacia un lugar más concurrido de la isla, pensé que se trataba de un método de distracción para poder despistarme, por lo que opté por un seguimiento más cercano pero más peligroso.

Cuando pude divisar un callejón cercano fui allí casi en picado, situándome en el suelo y volviendo deprisa hacia la calle, buscando por todos lados la espalda de aquel chico, por suerte, pude identificarle por el envoltorio gris en el cual llevaba las katanas, por suerte, esperaba que no me hubiese visto a mi y que con una distancia prudencial pudiese no ser visto pero seguir le la pista.

Caminando sin darme cuenta, me encontré en mitad de la plaza central de Isla Conomi, mirando a todos lados la concurrencia de la gente, mientras me ajustaba mis espadas y mi ropa fingiendo ahora ser solamente un transeúnte más, pero con el ojo avizor al encapuchado para que no se me escapase en caso de que se metiese en líos.

Seguía intentando confundirme entre la gente a la par que seguía a aquel tipo, había algo, quizás en el ambiente quizás por que era un poco desconfiado en situaciones de tensión como esta que no terminaba de agradarme, sentía una sensación de inseguridad, quizás al final del todo no había sido tan buena idea seguir a aquel tipo, pero ya era demasiado tarde como para echarme atrás y tenía que llegar hasta el final del todo, puede que solo fuese un transeúnte más como cualquier otro.

De repente, pude notar como este se detenía en seco, dándome cuenta donde estábamos, justamente en pleno centro de la plaza de aquella ciudad. Cuando se volteó hacia mi, lo cual me hizo dar un paso atrás, escuchando como me había pillado de lleno, quizás el ocultarse para vigilar a alguien no era precisamente lo mio.

E...esto, no se de que habláis...tranquilizaros por favor

Dije de manera un tanto nerviosa, viendo como este sacaba sus espadas y las sujetaba con firmeza, me temía que me atacase, no quería luchar en un lugar tan concurrido, por lo que daba un par de pasos hacia atrás, intentando evitar a cualquier costa el combate, sin ni siquiera mis manos cercanas a mis espadas, para que este no se lo tomase como un desafío.

Seguía retrocediendo un par de pasos más, mientras podía observar como el que parecía que iba a ser mi contrincante, no quería enfrentarme a el a menos de que fuese totalmente inevitable. Me sorprendí bastante al ver como se descubría su rostro, además de nervioso por su siniestra sonrisa, no obstante ese rostro me sonaba de algo... me era algo familiar, no mucho... quizás de un cartel de "Se busca" visto en el cuartel central.

Observé como me enviaba aquella onda cortante, saltando a un lado intentando esquivarla, sin embargo, al no esperarme dicho ataque rozó mi torso provocando que mi ropa se desgarrase y me llevase un leve corte, a la par, escuchaba aquella ruin amenaza, mientras la gente empezaba a huir de allí por sus vidas, dejando cada vez la plaza más solitaria.

Esta bien... lucharé, pero a los ciudadanos ni le toques

Me levanté quitándome el polvo de mi ropa, sacando ambas espadas y mirando desafiante a mi contrincante, esperando que mis compañeros marines escuchasen el revuelo de la gente huyendo y pudiesen asistir en mi ayuda, aquel tipo parecía demasiado poderoso para mi

aaah! [AM]

grité con todas mis fuerzas corriendo rápidamente hacia el, empuñando mis dos espadas y efectuando un corte ascendente con una de ellas, mientras con la otra me ponía en una posición más defensiva una vez estuve lo bastante cerca de la posición del sujeto como para atacar.

Noté como mi contrincante pudo parar mi golpe sin apenas problemas, mirándole de manera desafiante a los ojos, sorprendiéndome enormemente al ver que desapareció delante de mis propias narices, buscándole por todos lados. Aunque no tardó mucho en hacer acto de presencia, tras de mi, alarmando me enormemente al sentir como iba a atacarme, procurando girarme hacia el para poder defenderme de su ataque.jadeando por el gran dolor que sentía, apretando los dientes para intentar mitigar un poco el dolor.

Pero eso no fue posible, noté como el tajo me daba totalmente de lleno, haciéndome caer al suelo de frente y mis espadas se desprendían, mientras la sangre se derramaba de donde este me había atacado,

Mis espadas estaban a mi alcance, pero sería un movimiento demasiado largo, el cual seguramente el podría parar como si nada, por lo que debía planear algo que fuese más rápido que eso. Por suerte solamente me bastaron un par de segundos para pensar algo que espero que funcionase.

Excaliubr! [AB]

Me giré de golpe sobre mi mismo, quedando cara a cara hacia mi contrincante, aprovechando el giro que hice para con el brazo totalmente recto lanzar una onda cortante con todas mis fuerzas, en un intento desesperado de poder por lo menos alcanzarle y deseando en lo más profundo de mi que pudiese salir con las menos heridas posibles de allí.

Sonreí jadeando al ver como mi ataque consiguió alcanzarle, por lo menos ya no solamente había recibido y los ciudadanos ya estaban a salvo, ya que la plaza estaba totalmente vacía, a excepción de nosotros dos. Observé como sacaba una espada y se cauterizaba la herida que le hice, la cual dejó de sangrar. Al notar como este se acercaba a mi, me temí lo peor y solamente cerré los ojos, tragando saliva y esperándome lo peor, de que se acercaba mi final, además, a causa de las heridas apenas podía moverme, solo podía arrastrarme y rezar.

No obstante, mi sorpresa fue que si, sentí un dolor, pero era como si me ardiese una zona de mi cuerpo, más precisamente donde me habían alcanzado sus ataques, haciendo una mueca de dolor, notando como luego me escarmentaba sobre meterme en problemas... me sorprendió que me socorriese.

Uh... s-si gracias... y perdón

Dije aún un poco alucinando por eso, viendo como se marchaba, reconociendo totalmente de que se trataba de un poderoso enemigo, no cualquiera podría hacer algo así, el dejar vivo a un enemigo aunque eso implicase que en un posible reencuentro pudiese este ser quien tuviese su vida entre las manos.

Intenté levantarme, pero aún me era imposible, viendo como ya estaba totalmente solo, escuchando los pasos de unas cuantas personas acercándose hacia mi, lo cuales descubrí al momento de que se trataban de mis compañeros marines, los cuales me socorrieron y me ayudaron a levantarme, marchándonos hacia el barco para que pudiesen ver mis heridas y les contaba lo sucedido.