Kóen Stark
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Akuma no mi
Varios
Y ahí estaba de nuevo el peliazul, de vuelta en su hogar, lugar donde había nacido y se había criado para convertirse en el rey del reino; mas en ese momento no estaba de visita familiar, ni mucho menos. Hacía ya un tiempo que había entrado al Cypher Pol gracias a sus fieles contactos de la Orden del Loto Blanco para descubrir más cosas sobre la muerte de su madre, pero no pudo hacer mucho, nadie se fía de un novato, ergo no le encargan nada demasiado importante.
Hasta ese momento. Le habían encargado una misión en conjunto con otro miembro del Cypher, -un chico peliblanco con un nombre innombrable, pero conocido por Rattengift- proteger a una princesa hasta el palacio de Arabasta, en la capital. Antes de partir les comentaron que solamente iban a enviar a dos miembros del Cypher para no llamar demasiado la atención en la zona.
- Oye Rattengift, ¿crees que nos resultará tan fácil como se supone que nos tendría que salir? -Casi no se habían dirigido palabra alguna en todo el trayecto, y Kóen necesitaba encontrar aliados dentro de la organización, aliados y sobretodo, amigos.
Subieron como pudieron las escaleras de la zona sur de la ciudad con un sol que aunque no tanto como la última vez que estuvo por allí, era sofocante. Movía de vez en cuando la cola para relajarse y las orejas para escuchar con claridad todo lo que pasaba a su alrededor, pero ambas estaban cubiertas con una manta de color oscuro para no descubrir su identidad; muchas personas de Arabasta lo conocían bien, y tanto sus felinas facciones como su azulado pelaje no eran cosas que se olvidaran con facilidad, menos si se es un príncipe. A su lado iba la joven princesa, que llevaba la misma manta para ocultar su rostro; en ningún momento la había llegado a ver bien, pero se había fijado en unos mechones de color azul cielo que sobresalían.
Aquel no iba a ser un día cualquiera. Una misión en el seno de su infancia junto a un compañero del Cypher Pol. Podía pasar casi cualquier cosa, pero eso ya lo tenía bastante asumido el peliazul.
Hasta ese momento. Le habían encargado una misión en conjunto con otro miembro del Cypher, -un chico peliblanco con un nombre innombrable, pero conocido por Rattengift- proteger a una princesa hasta el palacio de Arabasta, en la capital. Antes de partir les comentaron que solamente iban a enviar a dos miembros del Cypher para no llamar demasiado la atención en la zona.
- Oye Rattengift, ¿crees que nos resultará tan fácil como se supone que nos tendría que salir? -Casi no se habían dirigido palabra alguna en todo el trayecto, y Kóen necesitaba encontrar aliados dentro de la organización, aliados y sobretodo, amigos.
Subieron como pudieron las escaleras de la zona sur de la ciudad con un sol que aunque no tanto como la última vez que estuvo por allí, era sofocante. Movía de vez en cuando la cola para relajarse y las orejas para escuchar con claridad todo lo que pasaba a su alrededor, pero ambas estaban cubiertas con una manta de color oscuro para no descubrir su identidad; muchas personas de Arabasta lo conocían bien, y tanto sus felinas facciones como su azulado pelaje no eran cosas que se olvidaran con facilidad, menos si se es un príncipe. A su lado iba la joven princesa, que llevaba la misma manta para ocultar su rostro; en ningún momento la había llegado a ver bien, pero se había fijado en unos mechones de color azul cielo que sobresalían.
Aquel no iba a ser un día cualquiera. Una misión en el seno de su infancia junto a un compañero del Cypher Pol. Podía pasar casi cualquier cosa, pero eso ya lo tenía bastante asumido el peliazul.
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