Saiiko Naoto
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Era lo único que podía sentir. Se encontraba acostada sobre la pequeña cubierta del bote a vela individual que había robado victoriosamente en la última isla en la que había ido a parar. Por suerte lo había encontrado con suficientes suministros para poder sobrevivir una semana, pero aquellos siete días pasaron volando rápidamente y tanto agua como comida desaparecieron. Aquellos instantes no hacían más que recordarle las semanas que había pasado con su hermana, ambas perdidas por el mar. ¿Cómo era posible? Simple. Había estado navegando sin rumbo alguno durante todo ese tiempo, y no es que supiera navegar o algo por el estilo, de hecho, su sentido de orientación era tan bueno como el de un ciego, e incluso peor. Pronto, aquel corto período de supuestamente siete días, se convirtió en largas semanas, a tal punto que lleguó a perder la cuenta del tiempo que había pasado durmiendo en aquella pobre cubierta, a veces muerta del frío inhumano que acechaba esas aguas, y otras, aún peores, en las que su mente se quedaba absolutamente en blanco, frita por el intenso sol que aparentemente sólo apuntaba hacia ella. El clima la había vuelto loca. Sabía que no llegaría a tierra en mucho tiempo y lo único que podía hacer era dormir. Cosa que era sumamente fácil y que casualmente se le daba de fábula.
Mientras descansaba, podía sentir el flujo de la marea, la cual de pronto se detuvo de golpe justo después de que el bote fuera sacudido fuertemente durante unos instantes, hasta detenerse. Aquel fuerte golpe causó que los ojos de la peliazul se abrieran de par en par y diera un respingo, cosa que le produjo un fuerte dolor en la espalda. Inmediatamente miró a su alrededor, pudiendo ver que se encontraba en una playa y a lo lejos podía verse algo de civilización. ¡Bien! Aún no se había acabado el mundo.
Aún así, no tenía idea dónde se encontraba, pero al ver el poblado pudo sentir el olor que tanto había estado esperando encontrar. - Comida... - musitó, cual zombie dentro de una sala de operaciones. Y sus pies fueron guiados por su olfato.
Llegó a un restaurante que parecía sumamente caro, pero en el estado en el que se encontraba no podía diferenciar absolutamente nada, pero sobretodo no podía darse cuenta que no tenía ni un solo berrie consigo. Dejando todo de lado, entró sentándose en una mesa cuidadosamente adornada, y sin mucho tiempo esperando, un camarero se acercó y ella pidió un plato de carne y una jarra llena de sake. El camarero, mientras anotaba el pedido en un papel, se alejaba atónito por las poco amigables pintas de la peliazul. Ante esto, Saiiko le miró con nuevos amenazantes ojos azules, ahora completamente vivos por saber que pronto comería. El hombre se alejó, y tras la barra se quedó unos instantes hablando con otro de una edad mucho mayor, el cual se limitaba a asentir y a no sacarle ojo a la chica.
Pasados unos minutos, la mesa de Saiiko estaba más adornada que nunca: su comida estaba servida y poco iba a durar allí. La chica comenzó a masticar y a tragar con una rapidez casi incalculable en comparación a los limitados modales de los demás clientes. Después de terminar un plato, con la boca llena, pidió otro con más de carne y más botellas de sake a través de ademanes con la cabeza, y en poco tiempo, una gran pila de platos sucios quedó como un bonito souvenir encima de su mesa.
Mientras descansaba, podía sentir el flujo de la marea, la cual de pronto se detuvo de golpe justo después de que el bote fuera sacudido fuertemente durante unos instantes, hasta detenerse. Aquel fuerte golpe causó que los ojos de la peliazul se abrieran de par en par y diera un respingo, cosa que le produjo un fuerte dolor en la espalda. Inmediatamente miró a su alrededor, pudiendo ver que se encontraba en una playa y a lo lejos podía verse algo de civilización. ¡Bien! Aún no se había acabado el mundo.
Aún así, no tenía idea dónde se encontraba, pero al ver el poblado pudo sentir el olor que tanto había estado esperando encontrar. - Comida... - musitó, cual zombie dentro de una sala de operaciones. Y sus pies fueron guiados por su olfato.
Llegó a un restaurante que parecía sumamente caro, pero en el estado en el que se encontraba no podía diferenciar absolutamente nada, pero sobretodo no podía darse cuenta que no tenía ni un solo berrie consigo. Dejando todo de lado, entró sentándose en una mesa cuidadosamente adornada, y sin mucho tiempo esperando, un camarero se acercó y ella pidió un plato de carne y una jarra llena de sake. El camarero, mientras anotaba el pedido en un papel, se alejaba atónito por las poco amigables pintas de la peliazul. Ante esto, Saiiko le miró con nuevos amenazantes ojos azules, ahora completamente vivos por saber que pronto comería. El hombre se alejó, y tras la barra se quedó unos instantes hablando con otro de una edad mucho mayor, el cual se limitaba a asentir y a no sacarle ojo a la chica.
Pasados unos minutos, la mesa de Saiiko estaba más adornada que nunca: su comida estaba servida y poco iba a durar allí. La chica comenzó a masticar y a tragar con una rapidez casi incalculable en comparación a los limitados modales de los demás clientes. Después de terminar un plato, con la boca llena, pidió otro con más de carne y más botellas de sake a través de ademanes con la cabeza, y en poco tiempo, una gran pila de platos sucios quedó como un bonito souvenir encima de su mesa.
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No se como había llegado allí, tan solo recuerdo haber cerrado mis ojos y despertarme en ese lugar el resto era todo oscuro como si nunca me hubiese pasado nada antes de despertarme, estaba en medio de un bosque, me levante estaba completamente desorientada no sabia donde ir ni que camino coger ya que no era muy buena orientándome, decidí coger un camino que llevara hasta la playa así sabría orientarme mejor.
Caminaba y caminaba sin rumbo fijo esperando poder encontrar la dichosa playa con la mirada perdida...como siempre...sin nada a lo que mirar y sonreír y por un golpe de suerte sin darme cuenta llegue a la playa, fue un golpe de suerte encontrarla con mi despiste y me puse a caminar con la orilla en la que vi un bote, seguí hacia adelante y vi la ciudad que tanto deseaba encontrar, estaba segura de que habría alguna pista de mi hermano y lo primero de todo es mirar en una taberna aunque sienta que me intenten bloquear la investigación.
Entre en la taberna y me senté en la barra y observé a una chica con un apetito voraz se le notaba demasiado demacrada como si estuviese días en condiciones infrahumanas y me dispuse a decirle sentada mirándola:
-Si sigues comiendo así te atragantaras.
Caminaba y caminaba sin rumbo fijo esperando poder encontrar la dichosa playa con la mirada perdida...como siempre...sin nada a lo que mirar y sonreír y por un golpe de suerte sin darme cuenta llegue a la playa, fue un golpe de suerte encontrarla con mi despiste y me puse a caminar con la orilla en la que vi un bote, seguí hacia adelante y vi la ciudad que tanto deseaba encontrar, estaba segura de que habría alguna pista de mi hermano y lo primero de todo es mirar en una taberna aunque sienta que me intenten bloquear la investigación.
Entre en la taberna y me senté en la barra y observé a una chica con un apetito voraz se le notaba demasiado demacrada como si estuviese días en condiciones infrahumanas y me dispuse a decirle sentada mirándola:
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Ni le importaba ni tenía ganas de pensar en cómo pagaría todo lo que estaba comiéndose, que seguramente ni lo hiciera. Sólo de vez en cuando pagaba lo que comía, porque casi nunca llevaba dinero y cuando lo tenía, prefería gastárselo en algo más útil que en comida.
Terminó la carne que tenía en el plato y se echó en la silla. Notaba cómo todas las miradas de los clientes se posaban negativamente en el rostro de Saiiko, y sabía lo que estaban pensando sobre ella. En un lugar como ése, elegante y refinado, no se solía ver muy a menudo a un pirata engullendo tales cantidades de comida, aunque lo primero aún no había salido a la luz. En cualquier lugar, Saiiko era vista como una cualquiera maleducada y con ganas de tener problemas, sin embargo, aunque el concepto que se tenía de ella no estuviera tan lejos de lo que era, poco le importaba.
Oyó de una mesa vecina un comentario segundos después de que le sirvieran otro plato, y paró unos segundos de masticar.
- Estoy hambrienta - Musitó, sin sacarle ojo a la carne, como si se la fueran a robar y, en un lapsus de confianza, levantó la vista - ¿Quién eres?
El trato que solía tener Saiiko con los desconocidos solía ser despreocupado, cierta vez alegre y la mayoría, irónico y grosero. Había aprendido durante su infancia a tratar a los demás como ofensas y en lo posible, a utilizarlos para bienes propios claro que, sino es bien merecido, también sea a su salud. El tiempo que había pasado viendo liderar al capitán de Los Nigromantes había sido demasiado y mucho más denso que el que había pasado viendo a Hawthorne enseñándole a ella y a Naru, además del rencor que aún les aguardaba. Sin duda, aún tenía la mentalidad desordenada, pero se guiaba según sus ganas.
Terminó la carne que tenía en el plato y se echó en la silla. Notaba cómo todas las miradas de los clientes se posaban negativamente en el rostro de Saiiko, y sabía lo que estaban pensando sobre ella. En un lugar como ése, elegante y refinado, no se solía ver muy a menudo a un pirata engullendo tales cantidades de comida, aunque lo primero aún no había salido a la luz. En cualquier lugar, Saiiko era vista como una cualquiera maleducada y con ganas de tener problemas, sin embargo, aunque el concepto que se tenía de ella no estuviera tan lejos de lo que era, poco le importaba.
Oyó de una mesa vecina un comentario segundos después de que le sirvieran otro plato, y paró unos segundos de masticar.
- Estoy hambrienta - Musitó, sin sacarle ojo a la carne, como si se la fueran a robar y, en un lapsus de confianza, levantó la vista - ¿Quién eres?
El trato que solía tener Saiiko con los desconocidos solía ser despreocupado, cierta vez alegre y la mayoría, irónico y grosero. Había aprendido durante su infancia a tratar a los demás como ofensas y en lo posible, a utilizarlos para bienes propios claro que, sino es bien merecido, también sea a su salud. El tiempo que había pasado viendo liderar al capitán de Los Nigromantes había sido demasiado y mucho más denso que el que había pasado viendo a Hawthorne enseñándole a ella y a Naru, además del rencor que aún les aguardaba. Sin duda, aún tenía la mentalidad desordenada, pero se guiaba según sus ganas.
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Yo seguía sentada allí observando y vi como esa chica me comentaba algo mientras comía, creía haberla oído decir que tenia hambre, en verdad se le notaba por su forma de comer y luego me preguntó quien era así que no tardé en responderle:
-Soy Loulette Dayerson y ¿tu?-le pregunté desconfiada mientras me acerqué a la mesa y la miraba-por tus pintas pareces pirata ¿me equivoco?
Después de decirle esto cogí una silla y me senté, yo tambien tenía un poco de hambre no había comido nada desde ese bosque así que llamé al camarero y le pedí que me trajese tambien algo a mí; cuando el camarero trajo mi plato de comida yo me puse a comer y en un rato mas tarde había acabado.
Yo no era de entablar conversaciones...con nadie, solamente era porque necesitaba confianza y eso era muy difícil en mi, la única en la que confiaba realmente era mi mejor amiga Dark D. Rose a laque esperaba encontrarme con ella dentro de unos días, aún no podría sonreír con nadie más así que decidí preguntarle:
-¿Sabes que isla es esta? me desperté en el bosque y no sé donde estoy siquiera.
-Soy Loulette Dayerson y ¿tu?-le pregunté desconfiada mientras me acerqué a la mesa y la miraba-por tus pintas pareces pirata ¿me equivoco?
Después de decirle esto cogí una silla y me senté, yo tambien tenía un poco de hambre no había comido nada desde ese bosque así que llamé al camarero y le pedí que me trajese tambien algo a mí; cuando el camarero trajo mi plato de comida yo me puse a comer y en un rato mas tarde había acabado.
Yo no era de entablar conversaciones...con nadie, solamente era porque necesitaba confianza y eso era muy difícil en mi, la única en la que confiaba realmente era mi mejor amiga Dark D. Rose a laque esperaba encontrarme con ella dentro de unos días, aún no podría sonreír con nadie más así que decidí preguntarle:
-¿Sabes que isla es esta? me desperté en el bosque y no sé donde estoy siquiera.
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La chica mordió el pedazo de carne y agarró la jarra de sake, y después de bebérsela de un sorbo la agitó en el aire llamando la atención del camarero, éste la rellenó. Volvió a dar un gran trago mientras oía difícilmente el nombre de aquella individua. Dejó la bebida en la mesa y algo molesta y arrastrando las palabras, respondió:
- Soy Saiiko.
La chica, sin vacilamientos se acercó una silla a la mesa en la que la peliazul comía, pero para colmo, pidió un plato de comida. La chica observó a esa tal Loulette Dayerson mientras comía, después de todo, tampoco sería tan malo algo de compañía siempre que pudiera invitarme a toda aquella comida.
Pasaron unos minutos inquietantes, toda aquella situación era demasiado extraña. ¿Quién demonios era y qué hacía allí? Tal vez estuviera acostumbrada a acoplarse a mesas ajenas y preguntar identidades, quién supiera. Finalmente, soltó una pregunta que hizo que la peliazul se mostrara más comprensible.
Según Loulette Dayerson, se había despertado en el bosque de la isla y no sabía dónde demonios estaba. Aquello sólo le había pasado a Saiiko una vez en toda su vida, y había sido unos años antes de partir como pirata.
De todos modos, eso significaba que no tenía dinero y que no pagaría la comida, cosa que no justificaba el que se hubiera sentado con ella. Ahora, más agoviada, contestó:
- Estamos en Shabaody, ya sabes qué, la isla, el archipiélago... -Saiiko se encongió de hombros y colocó una mueca impaciente, curvando las cejas - Joder, ¿es que no te suena?
- Soy Saiiko.
La chica, sin vacilamientos se acercó una silla a la mesa en la que la peliazul comía, pero para colmo, pidió un plato de comida. La chica observó a esa tal Loulette Dayerson mientras comía, después de todo, tampoco sería tan malo algo de compañía siempre que pudiera invitarme a toda aquella comida.
Pasaron unos minutos inquietantes, toda aquella situación era demasiado extraña. ¿Quién demonios era y qué hacía allí? Tal vez estuviera acostumbrada a acoplarse a mesas ajenas y preguntar identidades, quién supiera. Finalmente, soltó una pregunta que hizo que la peliazul se mostrara más comprensible.
Según Loulette Dayerson, se había despertado en el bosque de la isla y no sabía dónde demonios estaba. Aquello sólo le había pasado a Saiiko una vez en toda su vida, y había sido unos años antes de partir como pirata.
De todos modos, eso significaba que no tenía dinero y que no pagaría la comida, cosa que no justificaba el que se hubiera sentado con ella. Ahora, más agoviada, contestó:
- Estamos en Shabaody, ya sabes qué, la isla, el archipiélago... -Saiiko se encongió de hombros y colocó una mueca impaciente, curvando las cejas - Joder, ¿es que no te suena?
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-Soy Saiiko.
Me dijo su nombre bastante molesta, es como si no le gustase que le dejasen comer en paz, la veía comer y después de preguntarle me dijo:
-Estamos en Shabaody, ya sabes qué, la isla, el archipiélago...-mientras me lo decía vi como se encogía de hombros y hacia muecas como si estuviera extrañada-Joder, ¿es que no te suena?
Cuando le oí decir Shabaody, bastantes cosas vinieron a mi cabeza, como cuando me había despertado en ese lugar ya que me di cuenta que había recibido una paliza tremenda por tratar de conseguir una llave para poder entrar en una gruta, ya que el CP sabía algo de mi hermano y podría encontrarlo en esa gruta.
-Si, me suena, es la primera vez que vengo a esta isla-decía mientras bebía un trago de mi bebida que le habia pedido antes al camarero-si que tienes apetito, interesante...
Me levanté y fui a la barra en la que pagué el dinero de aquella chica y luego fui hacia ella otra vez y le dije:
-Me has caído bien y te he pagado toda esa comida, pero necesitaré tu ayuda para una misión-me senté en la silla y dije susurrando-verás, yo trabajo en el CP pero me considero pirata y por culpa del CP mi hermano desapareció por eso me adentré aquí, hay una gruta que contiene infinidad de cosas del CP y gracias a ello me seria mas fácil encontrarlo, como no tendrías algo a cambio pero siempre es mejor ir acompañada que sola-dije con una mirada desafiante.
Me dijo su nombre bastante molesta, es como si no le gustase que le dejasen comer en paz, la veía comer y después de preguntarle me dijo:
-Estamos en Shabaody, ya sabes qué, la isla, el archipiélago...-mientras me lo decía vi como se encogía de hombros y hacia muecas como si estuviera extrañada-Joder, ¿es que no te suena?
Cuando le oí decir Shabaody, bastantes cosas vinieron a mi cabeza, como cuando me había despertado en ese lugar ya que me di cuenta que había recibido una paliza tremenda por tratar de conseguir una llave para poder entrar en una gruta, ya que el CP sabía algo de mi hermano y podría encontrarlo en esa gruta.
-Si, me suena, es la primera vez que vengo a esta isla-decía mientras bebía un trago de mi bebida que le habia pedido antes al camarero-si que tienes apetito, interesante...
Me levanté y fui a la barra en la que pagué el dinero de aquella chica y luego fui hacia ella otra vez y le dije:
-Me has caído bien y te he pagado toda esa comida, pero necesitaré tu ayuda para una misión-me senté en la silla y dije susurrando-verás, yo trabajo en el CP pero me considero pirata y por culpa del CP mi hermano desapareció por eso me adentré aquí, hay una gruta que contiene infinidad de cosas del CP y gracias a ello me seria mas fácil encontrarlo, como no tendrías algo a cambio pero siempre es mejor ir acompañada que sola-dije con una mirada desafiante.
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Volvió a darle un mordisco a la carne de cerdo que quedaba en el plato ignorando la presencia de Loulette Dayerson, sólo tenía ganas de llenarse el estómago e irse de allí como fuera para hacerse con cualquier barco. Agarró la jarra de sake para terminársela, y a través del cristal vio a la morena levantarse y perderse a través del extremo redondo del recipiente. Lo dejó sobre la mesa y se sentó más cómodamente en su silla, cruzando las piernas y apoyando la mandíbula sobre el puño cerrado.
Loulette volvió a la mesa y se acomodó de manera más rígida, al igual que sonaron sus palabras. La peliazul levantó las cejas en cuanto le dijo que la había invitado a toda esa comida y no pudo evitar resoplar de alivio: no es que no hubiera salido nunca sin pagar de una taberna, pero había comido tanto que apenas tenía fuerzas para moverse.
La peliazul escuchó la historia de Loulette, que esta vez la contó susurrando. Curvó las cejas desde el mismo momento en que dijo que 'pertenecía al Cipher Pol pero se consideraba pirata', y no cambió la mueca hasta que terminó. La chica se quedó pensativa, rodando los ojos desde el techo hasta el suelo y después a los lados, esperando que saliera de algún rincón una pancarta con lo que debía hacer escrito sobre la tela.
—No me gusta deberle cosas a nadie —Musitó, ahora con la mirada entornada en los ojos de Loulette Dayerson, decididos y desafiantes. La peliazul se levantó y se dirigió a la puerta de la taberna, dispuesta a salir —Dame instrucciones.
La morena salió por la puerta habiendo cruzado una última mirada con Saiiko. Ésta se dispuso a seguirla con el ceño fruncido, fuera donde fuera aún le debía el costo de aquella generosa comida. El paseo se estaba haciendo un poco largo. Ninguna de las dos parecía querer mediar una palabra, únicamente se limitaban a caminar una detrás de otra y a esperar a que sucediera algo. La ruta había acabado en un callejón. Loulette dio media vuelta y volvió a mirar a la peliazul, y al mismo tiempo ésta colocaba una mueca de desorientación. La morena desenfundó una espada de la cintura y la agarró, pasados unos segundos en los que la peliazul se había preparado para recibir un ataque completamente externo a ella, le atacó. Tuvo tiempo suficiente como para saltar hacia atrás y llevarse una de sus manos al cinturón para sacar la daga que colgaba de él. ¿Todo era una mentira? Al parecer la pequeña agente del Cipher Pol sólo tenía ganas de cobrar la recompensa de una pirata pero, ¿cómo se habría dado cuenta de que Saiiko lo era? ¿Es que llevaba una especie de cartel en la frente?
La peliazul se aproximó de dos saltos a mujer y aprovechando que tenían más o menos la misma complexión atlética, la tumbó y después de un forcejeo, el cuchillo de la pirata terminó hundido en su pecho. La sangre escarlata manchó la camiseta blanca de la mujer hasta recorrer toda la parte superior de su tronco y resbalar hasta tocar el suelo de piedra. La chica extrajo el arma blanca del interior del cuerpo de la morena cuando sus ojos dejaron de mirar, cuando el cielo despejado quedó grabado dentro de aquellas dos pequeñas pupilas. La peliazul, un tanto irritada se levantó del suelo y cerró los párpados de la mujer con el dedo pulgar e índice de su mano derecha. Un buen final para una bonita historia.
Loulette volvió a la mesa y se acomodó de manera más rígida, al igual que sonaron sus palabras. La peliazul levantó las cejas en cuanto le dijo que la había invitado a toda esa comida y no pudo evitar resoplar de alivio: no es que no hubiera salido nunca sin pagar de una taberna, pero había comido tanto que apenas tenía fuerzas para moverse.
La peliazul escuchó la historia de Loulette, que esta vez la contó susurrando. Curvó las cejas desde el mismo momento en que dijo que 'pertenecía al Cipher Pol pero se consideraba pirata', y no cambió la mueca hasta que terminó. La chica se quedó pensativa, rodando los ojos desde el techo hasta el suelo y después a los lados, esperando que saliera de algún rincón una pancarta con lo que debía hacer escrito sobre la tela.
—No me gusta deberle cosas a nadie —Musitó, ahora con la mirada entornada en los ojos de Loulette Dayerson, decididos y desafiantes. La peliazul se levantó y se dirigió a la puerta de la taberna, dispuesta a salir —Dame instrucciones.
La morena salió por la puerta habiendo cruzado una última mirada con Saiiko. Ésta se dispuso a seguirla con el ceño fruncido, fuera donde fuera aún le debía el costo de aquella generosa comida. El paseo se estaba haciendo un poco largo. Ninguna de las dos parecía querer mediar una palabra, únicamente se limitaban a caminar una detrás de otra y a esperar a que sucediera algo. La ruta había acabado en un callejón. Loulette dio media vuelta y volvió a mirar a la peliazul, y al mismo tiempo ésta colocaba una mueca de desorientación. La morena desenfundó una espada de la cintura y la agarró, pasados unos segundos en los que la peliazul se había preparado para recibir un ataque completamente externo a ella, le atacó. Tuvo tiempo suficiente como para saltar hacia atrás y llevarse una de sus manos al cinturón para sacar la daga que colgaba de él. ¿Todo era una mentira? Al parecer la pequeña agente del Cipher Pol sólo tenía ganas de cobrar la recompensa de una pirata pero, ¿cómo se habría dado cuenta de que Saiiko lo era? ¿Es que llevaba una especie de cartel en la frente?
La peliazul se aproximó de dos saltos a mujer y aprovechando que tenían más o menos la misma complexión atlética, la tumbó y después de un forcejeo, el cuchillo de la pirata terminó hundido en su pecho. La sangre escarlata manchó la camiseta blanca de la mujer hasta recorrer toda la parte superior de su tronco y resbalar hasta tocar el suelo de piedra. La chica extrajo el arma blanca del interior del cuerpo de la morena cuando sus ojos dejaron de mirar, cuando el cielo despejado quedó grabado dentro de aquellas dos pequeñas pupilas. La peliazul, un tanto irritada se levantó del suelo y cerró los párpados de la mujer con el dedo pulgar e índice de su mano derecha. Un buen final para una bonita historia.
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