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Saga Infierno Tecnologico.  Capitulo 1: El tren de los horrores  (Privado) (Kedra, Dexter, Jack Silvers y Alex) Empty Saga Infierno Tecnologico. Capitulo 1: El tren de los horrores (Privado) (Kedra, Dexter, Jack Silvers y Alex) {Dom 22 Jun 2014 - 7:31}

Serían las cinco de la mañana, el Sol pronto saldría, pero por el momento mandaba la noche. Por el mar del oeste parecía haber una isla de la cual no paraba de salir humo. Esto era a causa de un enorme tren mecánico. Este se encontraba en la orilla y se desplazaba sobre unas vías de acero que atravesaban el mar hacia el cielo, sería algún experimento del gobierno o algo así. Por ahora el tren estaba parado pero no tardaría mucho en arrancar. Había una enorme fila de gente de al menos unas trescientas personas, a todas les iban colocando unas esposas de hierro mientras iban pasando por unos controles cada diez metros que caminaban. Los tipos que se los colocaban parecían ir uniformados con cascos grises y armaduras negras, sus ojos eran focos rojos, parecían cyborg, o tal vez lo eran.  Efectivamente lo eran, la forma de la que descubrió este hecho el encapuchado de la fila, fue por su olfato, no olían a humanos.

Dicho encapuchado ya llevaba aquellas esposas en las manos, la chaqueta con capucha que llevaba era totalmente blanca a juego con sus pantalones blancos. No les dejaba a los demás verle el rostro pues además llevaba la cabeza agachada. Su altura era de unos 1,92. Era bastante musculoso y eso se notaba pese a su ropa, en sus pies portaba unas botas de metal de color blancas, iba entero de blanco. En una de ellas se había escondido la funda de su navaja antes de partir a la isla, su revólver se encontraba por dentro de su pantalón, se veía que no tenían muy buena seguridad. Por la parte baja de la capucha se pudieron ver dos simples ojos dorados y nada más. El capitán de Kage Akuma se encontraba allí debido a las últimas noticias que había recibido.

Un maldito Tenryuubito era el culpable de aquello, el maldito idiota estaba reuniendo un ejército de esclavos para trabajar en su pequeña ciudad cibernética flotante. Estaba formando un reinado increíble y lo peor era que el gobierno seguramente le habría dejado, por lo que ya le chantajearían. Kedra no soportó aquella idea, pretendía acabar con la humanidad pero por el momento no iba a permitir que millones de niños murieran o perdieran a sus padres, cierto era que su mente era sádica y cruel. Era un asesino ante todo y eliminaba a todo el que se ponía en su camino pero su debilidad desde pequeño fueron los perros y los niños pequeños e imaginarse que se quedarían huérfanos y algunos morirían, la sangre le hirvió hasta tal punto que decidió infiltrarse entre los esclavos y eliminar aquel ejército por sí mismo. Realmente estaba muy loco, hacía muy poco que había acabado su entrenamiento y había despertado el haki de observación y el de armadura pero aún no los controlaba del todo bien.

Por muy poderoso que fuera aquello era pasarse, sin embargo no iba solo, su más leal hombre y amigo se había unido a su causa. Este ya esperaba que lo hiciera, nunca le había fallado hasta el momento y sabía que podía contar con él para cualquier cosa. Ese chico era Dexter, el dragón del equipo, formaban un dúo increíble, el lobo de la oscuridad y el dragón de los relámpagos. Ahora el dúo estaba en aquella isla, a saber dónde estaba su comandante, habían quedado en dividirse y verse en el tren. Kedra se la jugaba mucho, la suerte fue que las esposas no fueran de Kairouseki ni de un material no muy difícil de romper, en su forma hibrida podría hacerlo, o usando su Soul of Dragón. Su rango de Supernova le hacía correr más peligro todavía pero no le había importado mucho aquel hecho, directamente pocas eran las cosas que le importaban a la pesadilla.

Por fin entró en uno de los vagones, aquel tren tendría como unos treinta y en cada uno cogerían unos veinte, era bastante grande y en cada vagón había cuatro guardias cyborg armados con rifles de asalto. Este se sentó en uno de los asientos entre un hombre de piel negra y pelo a restas y junto a otro hombre rapado al cero. Ahora el chico ya se había infiltrado, mantuvo su cabeza agachada y sus ojos cerrados con sus otros sentidos atentos a todo, abrió los ojos a los pocos segundos mirando disimuladamente a los guardias y mostrando una media sonrisa un tanto sádica. Dentro de poco aquello iba a comenzar el viaje a aquella especie de ciudad aérea, ahora solo quedaba llegar, eso si no le daba la vena violenta y la liaba en el tren. Aunque eso era más peligroso ya que un fallo en las vías y caerían al agua y eso le suponía la muerte, a no ser que estuviera su compañero al lado, se le engancharía en el ala sin pensarlo por mucho que se quejase. Aunque luego tendrían una bronca, pero esta se les pasaría en segundos después de cargarse a unos cuantos marines, eran un poco raros en ese aspecto pero ahora debían colaborar en aquella misión.

El propio Dexter sabía que aquello era un suicidio pero había ido, de todas formas el lobo siempre podría usar de escudo humano algún cyborg. El hombre de piel negra de las restas de su lado parecía un tipo enfermo pues tosía bastante y encima sudaba bastante, definitivamente el causante se había pasado con aquello, incluso Kedra no mataba a gente enferma que no pudiera defenderse. Sus pensamientos ahora se basaban en destrozar a los guardias en cuanto llegara, si activaba su aura allí en mitad del tren, podría dejar a todo el mundo temblando de miedo debido a su habilidad, o al menos a la mayoría de los que allí había. Su fruta le daba poderes increíbles, encima con las nuevas capacidades que había aprendido le hacían más letal, podía moverse a una velocidad que el ojo humano no podría seguir, pero por ahora no la iba a liar mucho, esperaría a llegar.
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Saga Infierno Tecnologico.  Capitulo 1: El tren de los horrores  (Privado) (Kedra, Dexter, Jack Silvers y Alex) Empty Re: Saga Infierno Tecnologico. Capitulo 1: El tren de los horrores (Privado) (Kedra, Dexter, Jack Silvers y Alex) {Dom 22 Jun 2014 - 16:48}

Un ruido sordo tronó en los vagones del tren en aquella extraña isla. Algo había golpeado el techo con una gran fuerza, tanta que parecía incluso haber abollado el gran techo del armatoste. Seguramente en su interior muchos se preguntaran qué había sido, pues un impacto de tal violencia no era normal, y más en un clima tan tranquilo y en un relieve tan poco montañoso. Otros pensarían que algo había caído desde uno de los infinitos andamios que rodeaban las vías. Instrumentos de obra, tal vez una pequeña viga o una cuba de cemento. Todo podía ser en aquel lugar donde un Noble Mundial estaba comandando un ejército de siervos para atrapar esclavos que construyeran su ciudad flotante. Pero lo que realmente había aterrizado sobre aquel vehículo era Dexter Black, el Zafiro Negro. Una masa musculosa de más de tres metros, alada y que portaba un enorme bastón brillante como el día cuando el sol se reflejaba en él. Había acordado reunirse con Kedra en el tren, aunque no le dijo cómo. Sabía que el chico lobo se había dejado esposar gratuitamente para meterse entre la gente y, más tarde, atacar desde dentro sin que los guardias se lo esperaran. Pero él era más impaciente, necesitaba tener la situación asegurada y no sabía si las esposas que usaban serían de Kairoseki, con lo que prefería no arriesgarse. Poco a poco fue perdiendo altura y sus alas se fundieron en la espalda, mientras su cuerpo volvía a recuperar el color carne y el cabello surgía en su cráneo de nuevo. Los ojos azules atigrados dieron lugar a pequeñas esferas grisáceas, y el humano apareció donde el dragón había aterrizado.

"Bien, ahora a encontrar a Kedra", pensó mientras intentaba encontrar su rastro a través de los vagones, mientras caminaba con sumo equilibrio por el tren. El viento veloz le daba en la cara, y necesitaba concentrarse para no tropezar con los enganches y desniveles que la máquina tenía en su parte superior. Tanto aire le impedía oler bien, aunque su oído funcionaba bien, más o menos. "Dios, tengo que entrar en el tren", se dijo mientras examinaba la estructura, buscando un punto débil. Se fijó en que había un respiradero en el vagón, y lo arrancó de cuajo. entró en el vagón y se fijó en toda la gente que había allí. Gente esposada, con cara decaída y un encapuchado, totalmente vestido de blanco, sentado con calma entre dos tipos, uno de ellos presumiblemente enfermo, y su tos rompía el monótono silencio del lugar. Algunos lo miraban, completamente extrañados, y otros veían en él algún tipo de mesías o un salvador. "Qué curioso, justo a eso vengo". Miró un momento hacia Kedra y volvió a realizar aquella de los dedos, que usaban cuando algo iba según lo planeado. Era una sorpresa agradable descubrir que por una vez el psicópata se comportaba de buenas formas buscando el bien de la gente. Lo que estaba claro era que aquella evolución era favorable, y que su capitán poco a poco se estaba volviendo más humano. Esa vida en lo salvaje y el odio que sentía hacia la humanidad, pensaba Dexter, tardarían en desaparecer, pero las muestras de empatía eran un buen comienzo.

Pero no todo era bueno. Un revisor vigilaba a todos los reos, y se había fijado en él, y avanzaba buscando reducirlo al grito de "Tú, ven aquí". Y Dexter fue, como era obvio. Bastón en mano quitó la bujía eléctrica y puso el pulgar en su lugar. Se preparó para combatir, dejando el arma totalmente paralela con el suelo, con la parte hueca apuntando hacia el hombre. Estaba listo para cualquier movimiento, y preparado para descargar toda la furia de la tormenta sobre él. Era un servidor de los Nobles Mundiales, una gente injusta que vivía de oprimir a la gente.

-Suelta ese arma- dijo el hombre, mientras sacaba unas esposas bastante monas. De repente una mente sádica brotó en Zafiro, y tiró el bastón.

-Está bien- dijo, alzando ambas manos.

Le puso las esposas, y cuando se agachó para recoger el arma las arrancó estirando ambos brazos. Aquellos objetos no estaban pensados para gente con fuerza sobrehumana, y era un craso error. Agarró con la mano izquierda al hombre y con la derecha le practicó un golpe blanco, dejándolo KO al instante. Recogió el bastón y se acercó a su líder.

-Vaya, parece que no me he perdido la diversión.
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