[Privado// Diogo, Meneror, Dexter, Etsu] Encuentros en Baterilla

Me encontraba nuevamente en Baterilla, el sol brillaba en lo alto y el cielo estaba totalmente despejado. Se movía una ligera brisa que provenía del mar, por lo que toda la isla se llenaba con el olor del océano. Las calles estaban concurridas y había algunos puestos de comida en la calle que con sus olores quería competir con el del mismísimo océano.
Yo me encontraba da pie en el puerto, volvía a pisar aquel lugar tras tres años, pero ésta vez no era por motivos de trabajo, sino que era simplemente por visitarlo. El viento movía mi melena que me venía a la cara. Mis ojos azules escudriñaron las calles antes de emprender mi camino.
Salí del puerto y conforme me acercaba más y más a las calles fui embriagándome de nuevos olores, un puesto cercano hacía takoyaki y uno un poco más lejos estaba haciendo garrapiñadas. Sin duda era un deleite para el olfato y para la vista.
Había escuchado en alguna que otra ocasión que había una sombra oculta que controlaba el South Blue, pero parecía mentira que ese lugar tuviese un gobernarte oculto entre las sombras, ya que la gente parecía alegre y actuaba con naturalidad.
No había pasado mucho desde que asistimos a la ejecución de aquel pirata, incluso los ánimos de la gente parecían haber vuelto a la normalidad.
De repente mis tripas rugieron, era verdad, me había sentido un poco mal en el barco y no había probado bocado, algo extraño, ya que no solía marearme en las naves. Me dirigí a la terraza de un bar, compré yna bandeja de takoyaki y me senté, cuando se acercó la camarera pedí un zumo de frutas y empecé a comer mientras veía a la gente pasar. Sin duda Baterilla era uno de esos paraísos que no atraen por sus playas o selvas, sino por sus gentes.

Era la primera vez que visitaba Baterilla. Llegué en mi pequeño barco al puerto principal y decidí anclar para ver que es lo que me deparaba la isla, mi principal objetivo era buscar alguna que otra persona que estuviese dispuesta a unirse a mi tripulación. El clima era agradable y la gente que caminaba por la calle se notaba muy alegre. Pregunté a un par de personas si en la isla habían personas fuertes o de renombre que quisieran vivir una vida pirata, pero no tuve una respuesta concreta. Después de vagar por las calles de la ciudad, decidí que lo mejor era relajarme e ir a por un trago. Caminando por una calle encontré un bar bastante llamativo, por lo que decidí entrar. Me senté en una mesa y ordené una garrafa de Ron con un poco de pescado; mientras comía, noté que una persona extraña, de pelo blanco y largo me estaba mirando fijamente, con una mirada un poco diabólica, por lo que le pregunté a la mesera de quien se trataba.
-Diogo: Mesera, quién es esa persona de pelo blanco que me mira de manera extraña?
-Mesera: Oooh, él? Nunca lo había visto antes, pero parece un tipo duro. Yo tendría cuidado con él.
-Diogo: Muchas gracias. Tendré cuidado.
Al instante decidí ir a hablarle y preguntarle porque me mira con esa cara..

*El Baterilla , los habitantes parecían   tener un día de lo mas intranquilo debido a la actividad surgida en la plaza mayor , no sin motivo aparente, pues había llegado al puerto Il Bianco una véz más con botines , el sol resplandecía, las mujeres compraban en el mercado, los botadores comeciaban en el puerto, la vida se hacía patente en aquel pequeño pueblo de la costa, pero toda paz se ve mermada por acontecimientos inusuales, pues en la lejanía un barco con bandera negra atracó en el muelle 4. Este navío de imponentes velas blancas, casco rojo y negro con 36 cañones por banda, 4 cubiertas y un mascarón característico de calavera con un puro era la señal de que el "salvador del pobre"  llegaba. Los marineros arribaron el barco y los botadores de puerto al ver la calavera con el puro en la boca y cabello Blanco se pusieron pálidos y comenzaron a desplegar rampas para los integrantes de aquel navio, los cuales comenzaron a bajar. Otros botadores corrieron al pueblo y comenzaron a avisar a toda persona viviente*

-!IL BIANCO! IL BIANCO HA REGRESADO!

*El pueblo comenzó a alegrarse, pero, ¿por qué? era Meneror, "Il Bianco" temido pirata y asaltante de navíos de la marina mercante,chanchullero y corrupto junto a miembros de la marina, revolucionarios y otras índoles, pero claro...no lo sabían ¿porque el pueblo le iba a apoyar?, pues resultaba que muchos de sus botines los repartía para hacer fama entre la población local y ser el "buen samaritano" el señor Don Meneror, el cual apareció en cubierta y comenzó a descender hasta ir al bar  como acostumbraba hacer tras cada saqueo, esperando su vino de las 12 a la par que los pueblerinos vitoreaban*

-Il Bianco ha regresado!! ha traído dinero para todos!
-!Hola Don Meneror! , !Le echábamos de menos Don Meneror!

*El Mafioso miraba tranquilo y serio al pueblo, mientras que uno de sus guardaespaldas dijo*

-Son como corderos, que obedecen  al lobo en vez de al pastor...

*Meneror interrumpió aquella frase*

-Corderos que garantizan que mi fondo fiduciario suba como la espuma, una relación que hace que hasta los propios marines de la isla dejen hacerme estos actos de reparto de botín..limosna..vámonos


*Alzaba la mano una y otra vez en señal de agradecimiento a sus "paisanos". Meneror sonreía levemente y se sentó en una terraza de la taberna. Era un hombre alto, fornido, portaba un puro en la boca y un cabello largo y blanco, a la par de una cicatriz de lado a lado de la cara sobre la nariz, además vestía como un mafioso, pañuelo al cuello, chaleco, y una exorbitado abrigo de piel que colgaba de sus hombros, impidiendo ver su mano izquierda y dejando ver un puro encendido en la otra, el cual se llevó a la boca y observó a la tabernera haciendo un aceno de que se moviera. Esta no lo dudó y le colocó la mesa de siempre y el vino. Il Bianco se sentó y de piernas cruzadas junto a dos guardaespaldas y comenzó a beber cuidadosamente su reserva mientras fumaba a la luz del día en mitad del pueblo, hasta que observó a aquel Hombre sentado en el mismo bar que solía frecuentar cada día, no lo había visto nunca, sin embargo, había otro más que tampoco le sonaba. Se quedó observando los hombres  con cierta enquina, mientras que la gente de la plaza observaba los botines traídos por Meneror.*

-Traed las listas de la Marina...ah y los Wanteds..

*EL segundo guardaespaldas se retiró dejando al 1º Acompañando a Meneror en su vino diario.*

Sapphire Black:

Tragó la píldora lentamente, dejando que resbalase con parsimonia por su garganta, casi disfrutando de unos últimos minutos de masculinidad antes de volverse mujer un tiempo. Tal vez poco, tal vez mucho... A saber qué tendría que vivir aquel día Sapphire, en aquella extraña isla del South Blue. ¿Extraña? No tenía nada de raro, guardando la salvedad de que allí nació en su día el hijo de Gold Roger, el llamado en su época Rey de los piratas, pero nada más allá de eso. Aunque se respiraba un clima extraño en la isla, como si algo interesante fuera a suceder, como si el destino quisiera que aquel día, en aquel lugar, Sapphire apareciera.

El barco iba avanzando hacia la costa mientras Sapphire comenzaba a desarrollarse, vistiendo sus ropas favoritas. Debía ser para quien la viera en aquel cambio físico una risa observar un hombre vestido con ajustadísima ropa femenina, o tal vez tan sólo lo considerasen un Okama, pero por suerte para ella pasaba el par de minutos que duraba aquella metamorfosis oculta en su camarote, protegida de cualquier mirada que pudiera posarse sobre ella. "Aunque, bien pensado, ¿Quién me va a mirar en medio del mar?", pensó, ya hecha mujer, ajustando el corsé camisa negro a su pecho y abrochándose el cinturón, ajustado a la ligera curva que daba paso a sus caderas. Ya estaba preparada para atracar.

-Veamos cuánto nos queda- se dijo a sí misma en voz alta, saliendo a cubierta y observando cómo la isla de Baterilla esta ya a apenas cincuenta metros.

El puerto se veía agradable, y casi todos los muelles estaban vacíos a pesar de la vida que emanaban los comercios y locales costeros. Gente de acá para allá en el ajetreo de un día ordinario, trabajo y charlas, risas por todas partes, ancianos tomando algo en las terrazas de la soleada isla... Era una situación fantástica que la hacía desear con más fervor todavía atracar de una vez, pero algo siniestro pasó por babor. La señal inconfundible del pirata Meneror "Il Bianco" atracaba en aquellos momentos en los muelles. La calavera con un puro que delataba al pirata "bonachón" que, si bien agasajaba a los pobres, según lo que Sapphire había llegado a conocer de él, fuese por sus imágenes en los carteles de Wanted que miraba compulsivamente en su vida como cazador o por los rumores que se extendían por los cuatro mares cardinales, a él le olía a verdadero mafioso. En los viejos tiempos la muchacha habría volado hasta él y lo habría entregado a la Marina, pero ya no era Dexter el cazador de Piratas, era Dexter el pirata. "O Sapphire, ahora mismo".

Dejó de pensar en el tema y atracó el barco en un muelle cercano al poderoso buque de guerra, tratando de ignorar la situación, pero sin perder de vista al hombre que bajaba del barco, que se sumía en un baño de vítores, unos vítores que parecían no terminar nunca. "Aburrido".

Sapphire abandonó la Joya, dejando las velas recogidas y el ancla echada, así como el cabo amarrado al muelle, y se dirigió hacia algún lugar aleatorio, un lugar donde se encontró de nuevo al hombre, hablando con un gorila, seguramente uno de sus guardaespaldas. El lugar, una pequeña terraza con mucho encanto casi vacía, estaba atestada de más vítores y halagos hacia el pirata, que le decía a uno de sus acompañantes ciertas palabras, palabras que Sapphire oyó y acrecentaron sin duda sus sospechas, pero seguía sin interesarle aquel hombre, al menos no mientras sus intereses no la molestaran.

Tan sólo se sentó en una mesa de esquina, sola, manteniendo la espalda recta y las piernas cruzadas, lo que tensaba ligeramente los músculos de su espalda y le ayudaba a cargar con el peso de sus pechos. Nunca se acostumbraría a ellos...

Miró unas mesas más allá cuando Meneror pidió listas de la Marina y Wanteds, para ver a un peliblanco de largos cabellos que estaba junto a un... ¿Kabuki? Eran una curiosa pareja, un tipo peliblanco vestido de negro y un tipo vestido completamente de blanco con un antifaz negro. Tal vez fueran un dúo cómico.

-¿Qué desea, ceñorita?- dijo un hombre moreno, seguramente el camarero, con un marcado acento sureño, relajado y con ceceo-. ¿Tal vez un vino blanco, quizá?

-Un vaso de bourbon. Tres hielos, vaso de culo ancho y lleno hasta la mitad. Ni más ni menos- se dio cuenta de que su voz sonaba excesivamente dura, por lo que esbozó una sonrisa y trató de hablar con tono alegre-. Gracias.

Se mantuvo observando la situación, a ver qué sucedía. Aquella pareja no parecía un dúo cómico, sino más bien llevarse incluso mal, aunque con aquella máscara o lo que fuera el tipo de blanco parecía estar enfadado con el mundo. Esperaba no tener que intervenir. Habían pasado ya siete años, pero aún tenía instinto de cazador.

Seguía sentado tranquilamente allí, en la terraza, cuando ve que la gente de la calle se alborotaba y se dirigía al puerto. Todos gritaban y vitoreaban a alguien en particular, pero no supe de quién se trataba. Solo escuché algunas palabras sueltas entre la multitud, entre ellas benefactor y bianco, por lo que supuse que se trataría de alguien importante. Pero eso no llamaba mi atención.
Sentado a unas mesas de mi se encontraba un tipo totalmente vestido de blanco, me fijé en él curioso pero al no poder ver bien su cara pasé de él. Si no mostraba su cara difícilmente iba a reconocerlo, pero sin duda llamó mi atención. Raramente me encontraba con alguien así, que ocultase su identidad de esa manera. En cierto modo me resultaba hasta gracioso.
Volví a fijar la mirada en mi plato de takoyaki a la vez que cogía otra de las bolitas de pulpo y me la llevaba a la boca.
Al volver a mirar hacia el puerto vi como la población se apartaba para dejar pasar a un hombre de cabellos blancos, bien vestido y con aires de poder, quizá él sería el culpable de todo aquel alboroto.
No aparté la mirada de él, que lentamente fue acercándose junto otros dos hombre que parecían ser guardaespaldas. Se sentó también en una de las mesas y me fié más detenidamente en su rostro.
Si no me equivocaba no se trataba de otro que de Meneror, Il Bianco, uno de los diez supernovas. Vaya suerte que tenía, para una vez que no iba por asuntos de trabajo se me presentaba un supernova. Pasé del tema, mientras que no provocase ningún incidente mantendría mi anonimato, bebí otro sorbo de zumo y escuché como pedía listas, pero a saber de qué eran.
Miré hacia una mesa que estaba en la esquina, una chica acababa de llegar, tenía el cabello dividido a la mitad, blanco por un lado y negro por el otro, eso hizo que la loca idea de una convención de albinos pasase por mi cabeza, lo que me hizo sonreír.
La chica se sentó algo recta, por lo que supuse que estaría tensa, cierto CP de reducido tamaño que conocía habría saltado sobre ella nada más verla, pero eso a mi me importaba bien poco.
Me recosté tranquilamente contra la silla y metí la mano en uno de mis bolsillos interiores, sacando un pequeño kit de mantenimiento. Desenvainé mi katana y me dediqué a darle el mantenimiento apropiado, eso sería suficiente como para que el día avanzase un poco y por suerte pasase algo interesante.
Mientras limpiaba el filo solo dos cosas ocupaban mi mente, la primera era la identidad del hombre vestido de blanco y la segunda y más importante, qué traía a un supernova a una isla como ésta.

Mientras me preparaba mentalmente para ir a hablarle al tipo de pelo largo blanco, la gente comenzó a alborotarse y desde el puerto comenzó a venir un tipo con un aspecto de mafioso, con 2 guardaespaldas y un puro en la boca. Casualmente, en una isla anterior había visto un cartel de recompensa por ese tipo, Meneror "Il Bianco", no recuerdo cual era su cifra, pero sin dudas se me pasó por la cabeza derrotarlo para ganar un poco de fama. Se sentó en una mesa del mismo bar en el que estaba yo y al poco tiempo, llegó una mujer algo extraña también; Esta mujer tenía la mitad del pelo negro y la otra mitad blanco (pensé que había una convención de tipos con el pelo blanco). Esta chica me dejó impresionado cuando se sirvió un vaso hasta la mitad con Bourboun, asique me decidí a que después de hablar con el tipo de pelo largo, iría a conquistar a la chica con mi botella de ron.
Me paré de mi mesa con dirección a la del tipo de pelo blanco, pero mientras iba caminando, desenvaino su katana y comenzó a limpiarla. Eso me intimidó un poco, pero de igual forma me senté en su mesa y le dije:

Linda katana, noté que me mirabas de forma extraña... ¿buscas algo?

*Una vez puestas las listas sobre la mesa donde bebía su vino, Meneror comenzó a leerlas mientras daba un sobro a la copa. El sabor era siempre de su gusto y la paz y tranquilidad del lugar le confortaba, al menos, los 5 primeros minutos, pues su cara de sorpresa se mostró al no ver ninguno de los 3 hombres que habían llegado a Baterilla en los carteles y las listas de la Marina. Frunció el ceño en señal de molestia e hizo un aceno con su dedo para que su guardaespaldas se acercada a él*

-LLamada al Teniente Hayess del cuartel marine local...quiero una explicación para esto...ah y que los marines de afuera sigan haciendo vida normal, y ya que sales, págale al capitán marine Willowe la suma acordada por hacer la vista gorda al saqueo de hoy..muévete.

*El guardaespaldas no tardó en salir del bar para hacer lo que le había sido mandado. Sin embargo, Meneror observó a su otro guardaespaldas para hablarle con tono serio*

-Quiero hablar con él, hacedle llamar... *señalando a Diogo sin tardanza muy sutilmente. El guardaespaldas no tardó en acercarse a aquel hombre y decirle*

-Caballero, Don Meneror le ofrece beber con él y charlar en su mesa ¿vendría gustoso?.

*Meneror seguía bebiendo y observando las listas*

El bourbon llegó, de mano del camarero al que creía haber asustado, trayéndolo en una bandeja diferente a las demás. No era del evidente aluminio que se usaba comunmente, o de madera, como en algunos bares tradicionales. Era de plata. Seguramente fuera la bandeja que usaban cuando el peliblanco pedía una consumición, por lo que le sorprendía mucho que la usaran con ella. ¿Creerían que era su acompañante? Era algo plausible, al fin y al cabo habían llegado a la vez, y desde el momento en que se sentó sacó pecho y no dejó de mirar hacia él. Desde luego era una conducta cuánto menos extraña, aunque por otro lado debían comprenderla. Los pechos eran pesados, y por mucho que no conocieran el misterio detrás de Sapphire debían apreciarlo a simple vista. "Tal vez por eso el camarero te sirve así", pensó, reflexionando acerca de cómo dos pechos podían mover el mundo.

-Para lo máz lindo de Baterilla, un acompañamiento espesial- dijo el camarero, al tiempo que ponía sobre la mesa, junto al bourbon, una tanda de canapés. Había de salmón, pulpo y angulas, y un par de pollo con cebolla caramelizada. Sin duda aquel sitio lo había elegido el mafioso por algo.

Dio un trago a su bebida y dio las gracias al camarero con una sonrisa, mostrando sus dientes, de caninos algo más afilados que los de la gente ordinaria. Muchos, o algunos, pensarían que aquellos dientes habían sido pulidos, como mucha gente se hacía, por tener una sonrisa más escalofriante, aunque en su caso era tan sólo una reminiscencia de su akuma no mi, ya que a veces, nerviosa, le costaba controlar el dominio de su forma parcial. Pese a todo, el camarero no le dio importancia y se retiró, sonriendo también. Ahora podía estar atenta al hombre que realmente le interesaba en aquel momento, Meneror...

-Quiero hablar con él, hacedle llamar...- dijo, señalando al hombre de la máscara, y un gorila salió a su encuentro, invitándolo a tomar algo con él. Aquello podía ser muy interesante, sobre todo si el enmascarado realmente era tan beligerante como parecía, aunque Meneror había sido de una generación de supernovas, lo cual no era moco de pavo. Debería estar atenta, ya que era bastante probable que debiera intervenir.

"Pero de momento tengo bourbon y salmón", dijo su mente, y comenzó a dar bocados juiciosos mientras observaba qué sucedería a continuación. TAl vez aquello terminara muy mal, y ella estaba en primera fila.

Recordatorio para Meneror:

El enmascarado vestido de blanco se acercó a mi apreciando la belleza de mi katana y luego aseguró que le miraba de forma extraña, me pregunté por un momento si era verdad, pero la verdad es que no. Tendía a fijarme en las personas pero no por ello de forma extraña. Levanté la mirada para fijarme en él.

-Solo miraba a la gente -dije volviendo a bajar la mirada hacia el filo -pareces sospechoso.

Le sonreí al decir la última frase. Bebí otro sorbo y le acerqué la bandeja con takoyaki por si quería. De repente noté que alguien se acercaba, levanté la mirada y era uno de los guardaespaldas de Meneror, ¿acaso sabía quién era yo?
Pero no, no vino a por mi, sino a por mi nuevo compañero de mesa al que invitó amablemente a sentarse junto al supernova.
No sabía si aceptaría la invitación y total me daba igual que se fuera como que se quedase, aunque no me disgustaría saber más de aquel hombre.

El tipo de pelo blanco me ofreció su bandeja de takoyaki y le acepté un poco, finalmente, no me estaba mirando de forma extraña, simplemente me estaba mirando al igual que a todo el mundo. Cuando me preparaba para platicar con el tipo, un gorila enorme apareció detrás mío y me dijo que ese tipo mafioso quería tomar un trago conmigo.

Diogo: Va a necesitar algo más de alcohol para que yo acepte ir a su mesa. No creo que un mandado como tú se atreva a arriesgar su vida obligandome a ir o si?

El guardaespalda no me respondió nada y se devolvió a hablarle a su jefe. No sé si haya sido una de mis mejores jugadas amenazar al guardaespaldas de un tipo peligroso, pero el peligro no me asusta. Decidí quedarme en la mesa del tipo de pelo largo y comer algo más de takoyaki, por lo menos hasta que la cantidad de alcohol en la mesa del mafioso fuese suficiente para Diogo.

*El Guardaespaldas volvió hacia su señor para informarle mientras que Il Bianco estaba sentado bebiendo su vino y leyendo algunos informes*

-Don Bianco, el hombre al que invitáis se niega a acompañarle a comer...lástima...o es un necio o un pirata.

*Meneror esbozó una leve sonrisa sin quitar ojo de los informes, para luego decir en tono tranquilo y apacible*

-Y ambos sabemos que los necios se ven a la legua, los piratas no.

*El Guardaespaldas rió por lo bajo ante las palabras de Meneror, pues solo un pirata, un marine osarían negarse a beber junto Il Bianco, de ser una persona comprada por él ya estaría tomando vino junto al Bianco, sin embargo aquel invitado se negó*

-¿Doy la orden de arrestarlo señor? *Dijo el guardaespaldas con las manos a su espalda y posición recta como un palillo. Mientras hablaba Meneror sacó su mechero y un habano de su abrigo, el cual encendió sin tardanza para exhalar una calada y hablar*


-No será necesario...ahora quiero que invitéis a beber al que está a su lado *Señala discretamente con sus ojos al hombre peliblanco junto al que estaba, el que acaba de negar una comida a Il Bianco*

-Llamarle y veamos si este es más necio que el anterior, si se niega ir a por el siguiente,y avisad a Willey...que  los marines vigilen la zona por si decidieran sobrepasarse, dile que le pagaré luego.

El guardaespaldas volvió de nuevo hacia nosotros, pensé en un principio que iba a mejorar la oferta que le había echo al otro, pero para mi sorpresa no fue a él al que se dirigió ésta vez, sino a mi. Me ofreció lo mismo, ir a sentarme con el supernova. A lo mejor pretendía usarme para saber algo de mi compañero de mesa, pero no sabía nada de él. Me gustaría intercambiar unas palabras con Meneror, ¿qué podría decirme alguien de su posición?

-Dile que me de dos minutos, que ahora voy -dije tranquilamente mientras terminaba mi zumo.

El guardaespaldas aceptó y volvió de nuevo al lado del pirata. Miré a mi acompañante y le sonreí ofreciéndole el poco alimento que me quedaba.

-Lo siento compañero, pero una oferta así no se rechaza -comenté mientras me levantaba -Si quieres, luego continuamos.

Dicho ésto me levanté y me dirigí hacia le mesa del pirata, que seguía liado a lo suyo. El guardaespaldas me invitó amablemente a sentarme en frente, por lo que acepté con gusto.

Esto... encantado, no esperaba que me invitase a su mesa -dije tranquilamente.

El guardaespalda del tipo mafioso de la mesa de al lado volvió, pero esta vez le ofreció a mi compañante de pelo blanco ir a tomarse un trago con él. Éste último me ofreció de su plato y se fue a parlotear con el mafioso.
Pedí el diario y una botella más de ron, junto a un takoyaki extra y mirando las noticias, me topé con una foto del mafioso de enfrente; era un pirata, un supernova. Quedé bastante impresionado y me lamenté de rechazar su invitación a beber.
Mis sueños de ser el rey de los piratas podrían crecer si me hago amigo de un supernova, y sobretodo si consigo aliarme a su bando.
Estaba bastante indeciso la verdad, no sabía que era lo correcto.
Comí rápido mi takoyaki y tomé un poco de ron, cuando decidí que lo mejor era eso. Me levanté y fui a la mesa del supernova.

-Perdón que los interrumpa, pero no sabía que usted era un pirata famoso. Si no les molesta me gustaría acompañarlos

Esperaba que la respuesta del supernova fuera positiva, aunque sus dos guardaespaldas eran gorilas que querían devorarme.

"Vaya", pensó Sapphire cuando vio al tipo de la máscara rechazar la invitación de Meneror a su mesa. Fuera un criminal o no, rechazar a alguien con palabras tan vacuas era, simplemente, estúpido. Amenazar al guardaespaldas de un líder mafioso, casi un suicidio si no se estaba muy seguro de lo que se estaba haciendo. Y aunque parecía muy seguro de sí mismo, aparentaba ser simple necedad, pues, al fin y al cabo, tan sólo era un tipo bajo una máscara y malos modales. No pegaba con el peliblanco que lo acompañaba, que asemejaba tranquilo y agradable, como si tuviera que vivir de sus modales, aunque por cómo cuidaba su katana, algo le decía que hacía su vida de otra forma.

El gorila y Meneror hablaron, rieron por lo bajo e invitaron al muchacho de la Katana, que aceptó y se sentó tranquilamente. Sapphire observaba, pues tal vez fueran compañeros de negocios y, de desestabilizar una mafia, tal vez lograra volver a una vida sin Wanted como Dexter, sin tener que acudir a las Ivankov cada vez que se alejara de Legim. "Eran buenos tiempos...", pensó, mientras una lágrima de tonalidad dorada caía por su rostro. Seguramente sería agua salada normal y corriente, pero bajo el sol intenso brillaba regiamente, y los recuerdos amargos hacían que, bajo el cambio hormonal que sufría cada vez que tomaba una de aquellas pastillas, estuviera mucho más sensible de lo normal, y lo estaría hasta que aquello se estabilizara. Por lo normal tomaba poco más de media hora, aunque una vez recordaba que pasó casi un día. "Nadia, ¿Por qué no estás aquí?", se preguntó mientras miraba al mafioso continuar con su vino al tiempo que el peliblanco saludaba con amabilidad, y al poco el tipo de la máscara se unía, alegando que se acababa de enterar de que era un pirata famoso. ¿Pero qué clase de escoria era aquel tipo? ¿Se sentaba a guardar reverencia a un criminal? Era repulsivo. Si estuviera en sus buenos tiempos lo arrestaría y cobraría la recompensa que pudiera tener, si es que llegaba a tener alguna. Pero en cualquier caso habría sido gratificante escuchar sus gritos desesperados mientras suplicaba misericordia.

Mientras pensaba en aquello, negror se arremolinaba en su mente, tratando de salir de la forma más sencilla. Su Haki deseaba salir, y parecía que lo estaba logrando. "No, ahora no", pensó, intentando encerrarlo de nuevo. No quería llamar la atención, estaba tranquila, tomándose su copa, escuchando sin hacer nada a nadie. ¿Por qué le tenía que salir todo mal? ¿Qué había hecho para merecerlo? No podía creerlo, creía tenerlo controlado, pero una pequeña parte de su Haki logró salir, y sabía cómo solía acabar la gente cuando recibía aquello. Por suerte sólo había salido una pequeña parte, y la gente más débil sólo se sentiría atemorizada, o eso esperaba.

Miró a la mesa de al lado, esperando que por lo menos los albinos fueran poderosos y no hubieran prestado atención a aquello.

Haki del rey:

*El Mafioso ve llegar al  hombre peliblanco a su mesa. En ese momento dobla los informes que estaba viendo para dárselos a su gorila y empezar a hablar*

-Gracias a usted por aceptarla, hay otros menos considerados... *dice mientras le sirve un vino , el mismo que Il Bianco bebía*

-Pida lo que quiera para comer conmigo, invita la casa.*chasquea los dedos para que un camarero le diera la carta*- Conozco cada alma de esta villa y debo decir que su cara no me suena, cosa rara en mi...más me gustaría no agobiarle con meras palabras. Sin embargo ¿como se llama?.

Las palabras de Meneror se vieron ahogadas cuando el hombre que le había negado la comida se aproximaba. El Mafioso  arqueó un ceja al ver que presenta con toda la cara ante él, solo por el mero hecho de verme en un cartel...patético. Pero Meneror era buen mentiroso*


-Oh claro que puede comer conmigo señor, siéntese junto a mi nuevo compañero a la mesa, y espero que la próxima vez no me humille ante mi gente *dice riendo mientras el gorila le facilitaba una silla para que se sentase. Sin embargo notó una fuerte presencia en el aire, que Meneror no dudó en reconocer, ¿Haki? ¿Aquí en mi taberna?

Me senté junto a Il Bianco que muy amablemente me sirvió una copa de el mismo vino que él bebía u me informo de que podía pedir lo que quisiese para comer, ya que invitaba la casa.

-Gracias por la copa, pero me temo que debo rechazarla -dije con educación mientras la apartaba un poco -no bebo alcohol. En cambio si no le importa aceptaré su otra invitación.

esperé a que se acercase el camarero al que Meneror había llamado chasqueando los dedos. Mientras que venía y no el chico enmascarado vestido de blanco vino a sentarse junto a nosotros, aludiendo a que antes había rechazado la oferta por no saber que se trataba de un pirata famoso. ¿Cómo podía haber gente así, no conocer a un supernova?, el caso era que ahora mismo no me importaba lo que pasase por su cabeza, estaba más interesado en la del peliblanco. Sonreí un poco al ver como se sentaba y encajaba la reprimenda de Il Bianco. De haber sido yo Il Bianco, lo hubiese estampado contra la mesa, solo por demostrar ese nivel de interés en alguien que podría aportarle fama.

-Si no es mucha molestia, quisiera una limonada -dije amablemente al camarero.

No, no ha problema señor, enseguida se lo traigo. Usted, don Meneror, ¿quiere algo a parte del vino? dijo el camarero en tono jovial y mirando al famoso pirata con devoción.

Mientras el supernova se pensaba la respuesta pasaron por mi mente unos fugaces pensamientos, entre ellos, arrestarlo. Pero no podía hacer un escándalo allí, además ahora no estaba de servicio. Así que simplemente me acomodé en la silla.

¿A qué debo el honor de que un hombre de su categoría me invite a compartir su mesa? -pregunté interesandome por el motivo detrás de aquello.

Off-rol:

El supernova me permitió sentarme en su mesa, aunque él no sabes que no me interesa hablar con él; yo estoy interesado en mi anterior compañero de mesa.
¿Porqué iría a interesarme un pirata al que tengo pensado derrotar alguna vez?, me parece que si el tipo de pelo largo fue invitado a la mesa del supernova, es porque no es una persona común y corriente, algún tipo de conexión debe tener con el supernova.

Tomé mi ron y comenzé a beber. Cuando se acercó el camarero le dije:

Espero que no le moleste Meneror, pero me gustaría pedir un poco de takoyaki.

Ya había comido un plato, pero aún seguía hambriento. Tenía que ir al grano, debía preguntarle a Meneror, tenía que hacerme conocido de alguna forma; y que mejor forma de hacerlo que perteneciendo a la tripulación de un pirata famoso.

Disculpa Meneror, tienes vacantes en tu tripulación?

"Esto se va a poner feo...", pensó Sapphire al tiempo que el enmascarado se sentaba a la mesa de Meneror, y no pudo evitar levantarse y marchar corriendo, no sin antes dejar pagado su bourbon. Las monedas amontonadas obre la mesa sonaron al caer contra la mesa, y ella ya salía corriendo. Atravesó la marea de gente que aún se agolpaba alrededor de la taberna, tratando de oler al benefactor de la isla, pero ella tenía algo más importante que hacer. Debía detener el asesinato que seguramente Meneror estuviera planeando en esos mismos instantes. Il Bianco era un tipo peligroso...

Subió al braco al tiempo que tragaba una Ivankov, desvistiéndose cuán rápido podía, lista para ponerse la ropa de Dexter, que había quedado sobre la cama, esperando la decisión final. Y Dexter se la puso. Ya estaba listo para salir e impedir que aquel loco con disfraz de buena persona hiciera lo que fuera que iban a hacer. Ya era libre del baño hormonal que sufría por culpa de las Ivankov, y pensaba encargarse de que aquel incauto sobreviviera (si llegaba a tiempo). Aunque si no lo lograba tampoco era una gran pérdida, al fin y al cabo parecía otro piratucho más. Si se eliminaban entre ellos él no tendría que cruzárselos más tarde, y eso que se ahorraba. Al fin y al cabo ya no era un cazador, ya no era su problema.

Lo único que le preocupaba era el espadachín, que no tenía culpa de nada. Se iba a ver envuelto en una batalla que, si bien, observando a uno de los contendientes, duraría ridículamente poco, podría causar graves destrozos a causa del otro, haciendo sembrar el pánico en el lugar y, tal vez, pusiera en peligro al peliblanco, aunque parecía fuerte. Tal vez la presencia del Zafiro Negro fuera prescindible en el lugar. Pero quería mirar.

Cuando se acercó al lugar una masa de gente le impedía el paso. Intentó apartar a la gente, hacerlos a un lado, abrirse camino entre ellos y llegar a ver la escena que todos observaban con tanto deleite o curiosidad. Aunque finalmente logró traspasar aquel muro de carne y logró escuchar la pregunta del año.

-Disculpa Meneror, tienes vacantes en tu tripulación?

"Aquí se va a liar parda", constató, y se sentó de nuevo en la silla que ocupó en un primer momento. El dinero aún estaba en ella, y el bourbon también. Dio un trago y resopló. ¿Tendría que intervenir?

*Al poco tiempo de venir ambos a mi mesa Meneror abrió la boca para dirigirse al mozo que se incorporó de último a la comida*

-¿Le gusta la comida señor?....


*En ese momento el guardaespaldas que estaba tras el, sin previo aviso y por tanto sin que el pirata pudiera obrar en consecuencia puesto que su atención estaba frente a él (Il Bianco) y no frente al guardaespaldas le intenta agarrar de la cabeza y estampársela contra el plato de comida aguantando la misma sobre el pirata. Meneror al ver el acto encendió lentamente un puro con su mechero, exhaló una pequeña calada y comenzó a hablar en tono amenazante*


-Venís a mi ciudad...me negáis una comida a mi persona...solo acudís cuando sabéis quién soy y por tanto venís solo por el interés...tenéis la desfachatez de acoplaros a mi mesa y encima pedís uniros a mi tripulación...y nisiquiera me llamas "Don."

*mientras el guardaespaldas mantenía la cabeza de aquel hombre contra el plato, Meneror se levantó para ponerse al lado de este y susrrarle a su oído*

-Tenéis un valor indudable...¿pero que no me permite ahora cortaros los miebmros y dárselo de comer a mis perros? *exhala humo a su cabellera*- Cuidado con quién tratáis...

*Se gira y vuelve a sentarse y el guardaespaldas le suelta la cabeza para que pueda continuar "comiendo". Escucha la propuesta de Etsu de tomar algo aparte de vino a lo que Meneror responde*

-No gracias, haseme aguado la comida, algo que no tolero. Pero estoy seguro de que mi invitado se portará bien a partir de ahora...*observando al recién castigado*¿Me preguntó que me trajo a invitarle a mi mesa?..pues negocios.

Vi todo todo lo que Meneror hacía junto a sus guardaespaldas, estuve tentado a levantarme para poner fin a aquello, pero me pellizqué el brazo y decidí quedarme allí, sin moverme esperando que la cosa no pasase de allí. Cuando Meneror volvió a sentarse respondió que el asunto que tenía que tratar conmigo eran negocios.
Me quedé pensando un momento en su posible oferta, pero no se me ocurrió nada, lo mejor era no provocarlo por el momento y escuchar lo que proponía.

-Lamento la ofensa que éste sujeto a cometido contra su persona, don Meneror -dije en un intento de apaciguarle y desviar la conversación hacia otros temas -soy todo oídos señor, pero no se en qué podrá beneficiarse de negociar conmigo.

La gente se había parado a observar la escena, y lo que quería era llamar la atención lo menos posible, seguramente si la situación empeoraba algún marine podría acudir a poner orden, empeorándola.

-Usted, don Meneror, exponga el negocio y yo veré si me es posible intervenir o no -dije mientras tomaba el vaso de limonada que el camarero me había traído.

De un momento a otro creo haberle faltado el respeto a Meneror. Su guardaespaldas tomó mi cabeza y la hundió en mi plato con takoyaki, a lo que Meneror comenzó a hablarme sobre mi falta de respeto, exigiendo que lo llamáse "Don".
Yo no soy de esos tipos que los humillan y se quedan callados, pero dadas las circunstancias y dada la persona con la cual estaba tratanto, decidí abstenerme y pedirle perdón.

Perdón por mi ofensa Don Meneror, pero mis intenciones son buenas.

Yo sabía que ese tipo no me quería en su mesa tras haber rechazado su oferta, pero quería escuchar que tipo de trato le ofrecería al peliblanco.
Debía aprender sobre los negocios turbios que realizan derrepente los piratas, no creo que Meneror sea respetado en todo el pueblo por su "bondad".

La escena fue justo lo que esperaba. El matón de Meneror estampó al tipo raro contra un plato y le soltó una especie de regañina acerca de llamarlo "Don". Sin duda aquel tipo era un mafioso, y el otro un idiota. Sentarse tranquilamente tras insultar el exacerbado ego de "Il Bianco", pedir una plaza dentro de la tripulación... ¿En serio en algún momento lo vio como un buen plan? Carecía de un sentido lógico, y podía llegar a liarse mayor aún, pues el enmascarado parecía ser poseedor de una ira vengativa que aún no había demostrado, aunque tampoco le iba a dejar hacerlo. Por encima de cualquier cosa era un pacificador.

Se concentró momentáneamente y dejó fluir su Haki del Rey por el aire, que hizo caer inconsciente a la gran maraña de gente que observaba a Meneror y al descerebrado aquel. Los miró momentáneamente, esperando ver el efecto de su presencia liberada sobre esos tres, sabiendo que era tan poderosa como acababa de demostrar en los pueblerinos. Seguramente aplazara la batalla, y con suerte impedirla.

Liberación de Haki del Rey

-¿Pero os parece bonito, don Meneror- comenzó, inquiriendo al supernova-, manchar con violencia una agradable velada? No es lo que me esperaba de un caballero. ¿Qué pensará vuestro amigo, el espadachín, de esto?

Bebió de un trago todo el Bourbon que quedaba en el vaso. Ya estaba harto de quedarse mirando, y había delatado su presencia a lo grande. "Así se presenta el Zafiro Negro". Aún así esperaba que, pese a su loca recompensa, no cayeran en quién era. Al fin y al cabo lo que había hecho no era muy sonado, y mejor que así siguiera.

Recordatorio:

Parecía que, pese a todo, no se habían enterado. El extraño hombre de la máscara había caído al suelo, y a los otros dos parecía no haberles afectado demasiado, aunque no se movían. Tal vez lo estuvieran ignorando. No acababa de agradarle aquello, pero tampoco le importaba mucho. "Menudo día más aburrido", pensó mientras se alejaba pausadamente del lugar. Sin diversión, sin nada importante qué hacer, tan sólo observando una muy extraña reunión. Aquel día no pasaría precisamente a los anales de la historia, o al menos no pasaría como un día entretenido.

Se adentró en el pueblo poco a poco, pensando en las consecuencias que tendría sobre la popularidad de don Meneror el hecho de haber sido desarmado sin ni siquiera alzar la voz. ¿Decaería? ¿Aumentaría como la de un héroe humano? Quién sabe, pero estaba seguro de que no tardaría mucho en descubrirlo. Un día, quizá dos, tal vez semanas... Poco importaba, más aún cuando tenían toda la vida para reencontrarse. ¿Rivales, amigos? Tal vez ambas cosas, igual ninguna, ¿A quién le importa? Tan sólo imaginarlo enturbiaba el pensamiento de aquel día. Iba a conseguir naranjas, como aquella vez, hace ya tres años.