Nocturne93
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El reino de Lvneel, allí fue donde comencé a realizar mi búsqueda del cuartel marine más próximo en el cual pudiera alistarme. En mi viaje todavía no había alcanzado a hallar nada más que viajeros que vagabundeaban entre las islas, así como mercaderes que buscaban nuevas rutas de comercio por los mares del norte. Había también algún tipo que tan solo iba de visita a ciertas ciudades, concretamente a esta isla a la cual yo viajaba. Logré hacer algún amigo entre los tipos más simpáticos que me encontraba. Bromeábamos y pasábamos los días en el mar, en el barco mercante que nos habíamos metido, no como polizones sino pagando.
Finalmente llegó el día que el barco atracó, aunque tan solo pasaron tres días desde que partí de mi ciudad natal, que realmente se me pasaron volando gracias a esos tipos tan majos que me ayudaron a echarnos unas risas. Pero ahora ya era hora de separarnos. Nos despedimos y él salió del barco, yo en cambio fuí a recoger mis cosas que tenía guardadas en la bodega; mi gorro y mi amada espada. Pero cuando llegué a coger mis pertenencias pude observar que había algo más, lo reconocía, era de aquél tipo tan majo con el que estuve todos los días riendo y bebiendo. Era una bolsa de cuero que contenía lo que podía observarse como una espada y un objeto pequeño que no quise ver, pero ahí estaba dentro de la bolsa y pude palparlo.
Que extraño, se le había olvidado allí. Me sentí en la obligación de cogerlo y entregárselo, aunque me pareció bastante extraño que ese tipo llevase una espada, no había escuchado nada de él acerca de que la usara ni de quién era ni por qué la tenía, tan solo le había visto cargar con aquella bolsa. Decidido a entregársela bajé del barco y comencé a mirar de un lado a otro, tratando de buscarle. El único problema era que no sabía hacia donde había ido. Comencé a caminar por el pueblo buscando alguien que se le pareciese para poder entregarle sus pertenencias.
Finalmente llegó el día que el barco atracó, aunque tan solo pasaron tres días desde que partí de mi ciudad natal, que realmente se me pasaron volando gracias a esos tipos tan majos que me ayudaron a echarnos unas risas. Pero ahora ya era hora de separarnos. Nos despedimos y él salió del barco, yo en cambio fuí a recoger mis cosas que tenía guardadas en la bodega; mi gorro y mi amada espada. Pero cuando llegué a coger mis pertenencias pude observar que había algo más, lo reconocía, era de aquél tipo tan majo con el que estuve todos los días riendo y bebiendo. Era una bolsa de cuero que contenía lo que podía observarse como una espada y un objeto pequeño que no quise ver, pero ahí estaba dentro de la bolsa y pude palparlo.
Que extraño, se le había olvidado allí. Me sentí en la obligación de cogerlo y entregárselo, aunque me pareció bastante extraño que ese tipo llevase una espada, no había escuchado nada de él acerca de que la usara ni de quién era ni por qué la tenía, tan solo le había visto cargar con aquella bolsa. Decidido a entregársela bajé del barco y comencé a mirar de un lado a otro, tratando de buscarle. El único problema era que no sabía hacia donde había ido. Comencé a caminar por el pueblo buscando alguien que se le pareciese para poder entregarle sus pertenencias.
Dexter Black
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"¿Qué hago aquí?", preguntó mi mente al tiempo que aterrizaba, plegando las alas, que se unieron a mi espalda casi instantáneamente. La última vez que había estado en el lugar acabó considerado un delincuente... Y había acabado por convertirme en uno. Al final, ¿Qué diferencia había entre un pirata cualquiera y yo? Tan sólo el principio, una injusticia que me hizo huir, pero jamás busqué la redención... ¿Por qué no lo hice? No tenía respuesta. Cuando la Marina llegó a la puerta de mi casa... Cuando pusieron a Nadia contra un arma... ¿Por qué no acepté las injusticias? ¿Por qué no me sacrifiqué por ella? "Porque tu destino era otro", dijo aquella voz en mi cabeza. Al fin y al cabo no era mi destino morir allí, o de eso me estuve convenciendo durante los últimos años. Y ahora estaba aquí, donde empezó todo.
Estaba en aquella calle de los suburbios, el lugar donde me encontré a Albino Blanco. Aún, tras siete años, las lluvias y la sal no habían borrado las marcas de sangre que goteaban aquel día... O tal vez estaba tan obsesionado con aquello que no podía borrarlo de mi mente. ¿Sería eso? Ya no importaba. Ya nada importaba...
Mis pasos eran lentos, y el ritmo de mi andar marcaba una melodía desconsolada. Ya no había nada para mí en esta isla. Pero entonces... ¿Por qué estaba aquí? No lo sabía. Sólo avanzaba mientras rodeaba el palacio, tratando de encontrar los sitios que en su momento quise visitar. Locales de música, el conservatorio que había hace siete años, las tabernas que quería visitar... Las mujeres que habría querido tratar de seducir ya estarían casadas, y las que eran apenas niñas empezarían a florecer, pero ya no me interesaban. Lo único que busca allí... Recuerdos. La añoranza y la pérdida, tal vez cubrirlos con algún nuevo conocimiento. Quién sabe...
Llegué a la puerta principal del palacio. Ya estaba en la calle principal, tan sólo necesitaba buscar algo que hacer para distraer mi mente inquieta.
Estaba en aquella calle de los suburbios, el lugar donde me encontré a Albino Blanco. Aún, tras siete años, las lluvias y la sal no habían borrado las marcas de sangre que goteaban aquel día... O tal vez estaba tan obsesionado con aquello que no podía borrarlo de mi mente. ¿Sería eso? Ya no importaba. Ya nada importaba...
Mis pasos eran lentos, y el ritmo de mi andar marcaba una melodía desconsolada. Ya no había nada para mí en esta isla. Pero entonces... ¿Por qué estaba aquí? No lo sabía. Sólo avanzaba mientras rodeaba el palacio, tratando de encontrar los sitios que en su momento quise visitar. Locales de música, el conservatorio que había hace siete años, las tabernas que quería visitar... Las mujeres que habría querido tratar de seducir ya estarían casadas, y las que eran apenas niñas empezarían a florecer, pero ya no me interesaban. Lo único que busca allí... Recuerdos. La añoranza y la pérdida, tal vez cubrirlos con algún nuevo conocimiento. Quién sabe...
Llegué a la puerta principal del palacio. Ya estaba en la calle principal, tan sólo necesitaba buscar algo que hacer para distraer mi mente inquieta.
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Cargaba con las pertenencias de aquél que había sido mi compañero, pero no sabía ni por donde empezar a buscar, por lo que comencé a caminar rumbo hacia el norte, dirección al centro del pueblo. No obstante me sentí con algo de sed, estaba realmente seco, no había tomado nada en todo el día, y teniendo en cuenta que anoche tan solo bebí sake estaba un poco así como reseco. Pensé que mientras estuviera en la isla podría esperar a recibir sus pertenencias, por lo que caminé en busca de una taberna.
No tardé en encontrarla, la primera esquina que crucé allí había un bonito cartel que anunciaba el ingreso en una taberna. Decidido me aproximé hasta allí y entré. El ambiente era un tanto oscuro, pero no me importaba, tenía sed y ahora mismo no buscaba otra cosa. Había conseguido algunas monedas en el barco, y pensaba gastarlas ahí mismo bebiendo algo. Me dirigí a la barra y pedí un refresco. Me gustaba beber, pero tan solo en la compañía de gente amigable.
Mientras esperaba que me sirviesen escuché una voz que me resultó familiar, era él, estaba por allí, a mi izquierda si mal no tenía el oído, mas lo que escuché me dejó algo frío, frío como la jarra que me sirvió el tabernero. Le deslicé unas monedas en pago de la jarra y me quedé escuchando lo que hablaba.
-Olvidé mis pertenencias, pero pienso volver a por ellas ahora.
-Recuerda no llegar tarde -su acompañante tenía una voz muy grave-, mis hombres se impacientan, y si quieres unirte a nosotros de verdad debes saber que no toleramos las tardanzas.
-Descuida capitán. Llegaré a tiempo. Solo tengo una duda. ¿Cómo se llama la tripulación a la que me uniré?
-Somos los "Piratas del atardecer", no me hagas repetirlo.
-Muy bien, encontraré vuestro barco antes de que zarpe. Tienes mi palabra.
Aquella conversación me dejó bastante paralizado. Por ello no me había dicho nada, por ello ocultó su arma cuando yo ya le había dicho que pensaba unirme a la marina para detener a los piratas. Sin embargo había tenido la sangre fría de continuar labrando amistad conmigo como si nada ocurriese. Ese maldito traidor tendría su merecido, le haría pagar.
Mi rostro se quedó serio, como si no tuviera otra expresión facial. Bebí la jarra rápidamente, él se levantó para ir a coger sus cosas, no se había dado cuenta de que yo estaba allí, ya que estaba sentado de espaldas a mí. En cuanto salió yo fui detrás de él, no le iba a dejar escapar, ahora estaba desarmado, sin arma no sería una amenaza. Acabaría con él con su propia espada, para que supiera lo que le esperará a todos los piratas en un futuro no muy lejano.
Le seguí por las calles tratando de mantener cierta distancia, todavía cargaba el saco de tela donde estaban sus cosas, no lo había sacado aún. Finalmente llegó el momento en el cual estuvimos en una calle prácticamente desierta. Entonces le hice detenerse hablándole desde atrás.
-Así que te unes a los piratas del atardecer.
-Vaya, que casualidad que nos volvamos a encontrar -dijo girándose y percatándose de mi presencia-. ¡Eh! Me has traído mis cosas. Eres un gran tipo.
Abrí la bolsa y desenfundé su espada, era una hoja fabulosa, todavía no la había visto, era de una longitud similar a mi propia espada, el filo era más ancho y la empuñadura y guardia tenían un acabado en tonos azulados y dorados. Parecía estar muy bien afilada y pulida. Le apunté con el extremo y se detuvo con un gesto de asombro.
-No te hagas el loco ni me cambies de tema. Te vas a unir a los piratas.
-¿Qué? No Hayate, yo...
-No te atrevas a mentirme, te he escuchado en la taberna.
-Esto es una malentendido, escucha.
Pero no quise escuchar más de sus mentiras estúpidas e incoherentes. Me lancé a él, estaba desarmado y su espada estaba en mi poder, de un rápido movimiento le segué un brazo, esa espada estaba increíblemente bien afilada, e iba a ser utilizada por un pirata. Después de ese corte gritaría, por lo que a la vez que con la mano derecha le cortaba, con la izquierda le apretaba la garganta para que no gritase. Se le veía agonizar. Le miré a los ojos y simplemente le dije unas últimas palabras antes de acabar con él.
-No te atrevas a engañarme. Los piratas me arrebataron algo importante para mí. Tu me has engañado y te has burlado de mí, ahora recibe tu castigo. La marina hará justicia sobre todos los piratas y revolucionarios. La paz volverá.
Entonces le atravesé el corazón clavándole su propia espada por debajo de las costillas, despacio para que notase cómo el acero se abría paso entre su carne. Para que su sufrimiento se prolongase. Notaba que quería hablar, pero no tenía fuerzas, y para colmo también le cortaba la respiración. Abrió sus ojos como platos, desesperado por el dolor y la agonía de su sufrimiento.
-No tendré piedad con ninguno de los tuyos. Ahora sufre lo que sentirá la piratería. Siéntelo, y perece...
Pronto su cuerpo dejó de oponer resistencia, sus ojos se quedaron abiertos, pero ya no notaba el pulso de su corazón en el cuello que le oprimía. Retiré la espada y le solté el cuello. El cuerpo inerte cayó al suelo. A su alrededor se formó un gran charco de sangre. Limpié la espada con un pedazo limpio de tela de sus ropas y me alejé tranquilo de allí, cogiendo la bolsa con sus pertenencias. La vaina de la espada la aseguré en mi cintura junto a mi propia espada. Realmente ahora ambas me pertenecían, y la reclamé como botín de guerra. Quien roba a un ladrón, tiene mil años de perdón.
No tardé en encontrarla, la primera esquina que crucé allí había un bonito cartel que anunciaba el ingreso en una taberna. Decidido me aproximé hasta allí y entré. El ambiente era un tanto oscuro, pero no me importaba, tenía sed y ahora mismo no buscaba otra cosa. Había conseguido algunas monedas en el barco, y pensaba gastarlas ahí mismo bebiendo algo. Me dirigí a la barra y pedí un refresco. Me gustaba beber, pero tan solo en la compañía de gente amigable.
Mientras esperaba que me sirviesen escuché una voz que me resultó familiar, era él, estaba por allí, a mi izquierda si mal no tenía el oído, mas lo que escuché me dejó algo frío, frío como la jarra que me sirvió el tabernero. Le deslicé unas monedas en pago de la jarra y me quedé escuchando lo que hablaba.
-Olvidé mis pertenencias, pero pienso volver a por ellas ahora.
-Recuerda no llegar tarde -su acompañante tenía una voz muy grave-, mis hombres se impacientan, y si quieres unirte a nosotros de verdad debes saber que no toleramos las tardanzas.
-Descuida capitán. Llegaré a tiempo. Solo tengo una duda. ¿Cómo se llama la tripulación a la que me uniré?
-Somos los "Piratas del atardecer", no me hagas repetirlo.
-Muy bien, encontraré vuestro barco antes de que zarpe. Tienes mi palabra.
Aquella conversación me dejó bastante paralizado. Por ello no me había dicho nada, por ello ocultó su arma cuando yo ya le había dicho que pensaba unirme a la marina para detener a los piratas. Sin embargo había tenido la sangre fría de continuar labrando amistad conmigo como si nada ocurriese. Ese maldito traidor tendría su merecido, le haría pagar.
Mi rostro se quedó serio, como si no tuviera otra expresión facial. Bebí la jarra rápidamente, él se levantó para ir a coger sus cosas, no se había dado cuenta de que yo estaba allí, ya que estaba sentado de espaldas a mí. En cuanto salió yo fui detrás de él, no le iba a dejar escapar, ahora estaba desarmado, sin arma no sería una amenaza. Acabaría con él con su propia espada, para que supiera lo que le esperará a todos los piratas en un futuro no muy lejano.
Le seguí por las calles tratando de mantener cierta distancia, todavía cargaba el saco de tela donde estaban sus cosas, no lo había sacado aún. Finalmente llegó el momento en el cual estuvimos en una calle prácticamente desierta. Entonces le hice detenerse hablándole desde atrás.
-Así que te unes a los piratas del atardecer.
-Vaya, que casualidad que nos volvamos a encontrar -dijo girándose y percatándose de mi presencia-. ¡Eh! Me has traído mis cosas. Eres un gran tipo.
Abrí la bolsa y desenfundé su espada, era una hoja fabulosa, todavía no la había visto, era de una longitud similar a mi propia espada, el filo era más ancho y la empuñadura y guardia tenían un acabado en tonos azulados y dorados. Parecía estar muy bien afilada y pulida. Le apunté con el extremo y se detuvo con un gesto de asombro.
-No te hagas el loco ni me cambies de tema. Te vas a unir a los piratas.
-¿Qué? No Hayate, yo...
-No te atrevas a mentirme, te he escuchado en la taberna.
-Esto es una malentendido, escucha.
Pero no quise escuchar más de sus mentiras estúpidas e incoherentes. Me lancé a él, estaba desarmado y su espada estaba en mi poder, de un rápido movimiento le segué un brazo, esa espada estaba increíblemente bien afilada, e iba a ser utilizada por un pirata. Después de ese corte gritaría, por lo que a la vez que con la mano derecha le cortaba, con la izquierda le apretaba la garganta para que no gritase. Se le veía agonizar. Le miré a los ojos y simplemente le dije unas últimas palabras antes de acabar con él.
-No te atrevas a engañarme. Los piratas me arrebataron algo importante para mí. Tu me has engañado y te has burlado de mí, ahora recibe tu castigo. La marina hará justicia sobre todos los piratas y revolucionarios. La paz volverá.
Entonces le atravesé el corazón clavándole su propia espada por debajo de las costillas, despacio para que notase cómo el acero se abría paso entre su carne. Para que su sufrimiento se prolongase. Notaba que quería hablar, pero no tenía fuerzas, y para colmo también le cortaba la respiración. Abrió sus ojos como platos, desesperado por el dolor y la agonía de su sufrimiento.
-No tendré piedad con ninguno de los tuyos. Ahora sufre lo que sentirá la piratería. Siéntelo, y perece...
Pronto su cuerpo dejó de oponer resistencia, sus ojos se quedaron abiertos, pero ya no notaba el pulso de su corazón en el cuello que le oprimía. Retiré la espada y le solté el cuello. El cuerpo inerte cayó al suelo. A su alrededor se formó un gran charco de sangre. Limpié la espada con un pedazo limpio de tela de sus ropas y me alejé tranquilo de allí, cogiendo la bolsa con sus pertenencias. La vaina de la espada la aseguré en mi cintura junto a mi propia espada. Realmente ahora ambas me pertenecían, y la reclamé como botín de guerra. Quien roba a un ladrón, tiene mil años de perdón.
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"Tal vez podría tomarme algo en alguna..."
-Siéntelo, y perece...
Escuché aquella frase en medio del pueblo. ¿De dónde venía? Era una pregunta bastante fácil de resolver. Si hubiera llevado la pulsera puesta quizá me habría costado en demasía predecir dónde encontraría al propietario de aquella voz, aunque no sabía realmente si quería cruzarme con un asesino. Aunque con suerte si me disfrazaba de sapphire y lo entregaba conseguiría algo de dinero, ya que necesitaba juntar todo lo que pudiera para comprar el barco que esperaba tener cuanto antes. Un verdadero galeón sin armamento, tan sólo una casa donde recuperar la libertad que perdí en su momento.
Giré por un par de calles, avancé rápidamente lo que pude y percibí el olor de la sangre. Algo dentro de mí quiso lanzarse a la caza, pero ya estaba acostumbrado, y el impulso depredador era apenas un resquicio en mi psique. Al fin y al cabo, tampoco necesitaba comer usualmente, por lo que aquello habría sido puro vicio, y mis apetitos no se movían por aquellos impulsos, aunque deseaba saber qué me iba a encontrar frente a mis ojos, y sin duda me sorprendió. "Esto es jodidamente raro", dijo, de hecho, mi cabeza en aquel momento.
Un tipo vestido de una guisa cuanto menos extraña, que muchos, si no casi todo el mundo calificaría de arlequín o payaso extraño. Vestido con una casaca con capucha de pico verde y una hoja plateada que comenzaba a envainar. ¿Aquel era el asesino al que tenía que atrapar? No parecía muy peligroso, pese al arma en su mano, manchada de sangre. "¿Qué debería hacer ahora?", me pregunté, pero mi simpatía natural habló por mí sin esperarme.
-Hey, bonita noche, ¿No?- vaya forma de disimular más penosa-. Hace algo de fresquito, pero seguro que a tu amigo ya no le importa. ¿Qué te hizo para acabar así?
A medida que lo decía me acercaba a él, intentando parecer lo menos amenazador posible.
-Siéntelo, y perece...
Escuché aquella frase en medio del pueblo. ¿De dónde venía? Era una pregunta bastante fácil de resolver. Si hubiera llevado la pulsera puesta quizá me habría costado en demasía predecir dónde encontraría al propietario de aquella voz, aunque no sabía realmente si quería cruzarme con un asesino. Aunque con suerte si me disfrazaba de sapphire y lo entregaba conseguiría algo de dinero, ya que necesitaba juntar todo lo que pudiera para comprar el barco que esperaba tener cuanto antes. Un verdadero galeón sin armamento, tan sólo una casa donde recuperar la libertad que perdí en su momento.
Giré por un par de calles, avancé rápidamente lo que pude y percibí el olor de la sangre. Algo dentro de mí quiso lanzarse a la caza, pero ya estaba acostumbrado, y el impulso depredador era apenas un resquicio en mi psique. Al fin y al cabo, tampoco necesitaba comer usualmente, por lo que aquello habría sido puro vicio, y mis apetitos no se movían por aquellos impulsos, aunque deseaba saber qué me iba a encontrar frente a mis ojos, y sin duda me sorprendió. "Esto es jodidamente raro", dijo, de hecho, mi cabeza en aquel momento.
Un tipo vestido de una guisa cuanto menos extraña, que muchos, si no casi todo el mundo calificaría de arlequín o payaso extraño. Vestido con una casaca con capucha de pico verde y una hoja plateada que comenzaba a envainar. ¿Aquel era el asesino al que tenía que atrapar? No parecía muy peligroso, pese al arma en su mano, manchada de sangre. "¿Qué debería hacer ahora?", me pregunté, pero mi simpatía natural habló por mí sin esperarme.
-Hey, bonita noche, ¿No?- vaya forma de disimular más penosa-. Hace algo de fresquito, pero seguro que a tu amigo ya no le importa. ¿Qué te hizo para acabar así?
A medida que lo decía me acercaba a él, intentando parecer lo menos amenazador posible.
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Tras frotar el filo de la espada con la tela limpiala, la hoja quedó más o menos limpia, solo algún surco rojizo quedaba, pero no se podía pedir más con esa tela ennegrecida, por lo menos había quitado la mayor parte de la sangre de la hoja. El olor comenzaba a ser intenso, a mis pies el suelo se encharcaba y me alejaba con pequeños pasos mientras envainaba la espada de azulada empuñadura y mi rostro permanecía serio cual estatua.
Justo cuando la guardia de la espada hizo tope con la vaina escuché una voz por detrás de mí, una voz que parecía ser apacible y amigable. Giré mi cabeza hacia la derecha y roté mi cuerpo. Cuando le observé no parecía tener ganas de luchar, y mi mente reaccionó rápidamente, solté la empuñadura de la espada y mi rostro esbozó una sonrisa a la vez que terminaba de girar mi cuerpo y alzaba la mano izquierda saludando amigablemente a ese tipo nuevo. No parecía haberse aterrado ante la situación de ver un cadáver en el suelo, lo cual era de extrañar.
-¡Hola! Si, es una buena noche, hay mucha calma, y no hace excesivo frío. Se está realmente bien. -llevé la mirada hacia el cadáver y respondí riéndome y llevándome la mano izquierda detrás de la cabeza ajustándome el gorro- Este es solo un tipo que traicionó y engañó a la persona equivocada JAJAJAJA. -me puse serio sin darme cuenta y hablé en voz baja- No debió tratarme de esa forma...
Mi rostro volvió a cambiar drásticamente de gesto, ésta vez como con una mueca de asombro comencé a acercarme lentamente hacia ese tipo mientras hablaba presentándome formalmente.
-¿Pero dónde están mis modales? Me llamo Hayate, Kimura Hayate. Es un placer.
Le tendí la mano para estrechársela. Me llamó bastante su cabello, era de dos colores a la vez y eso me dejó un tanto intrigado. Por el resto parecía ser un tipo de lo más normal, no muy musculoso, o por lo menos en corpulencia. Parecía un tipo agradable a simple vista. Tenía ganas de conocerle más.
Justo cuando la guardia de la espada hizo tope con la vaina escuché una voz por detrás de mí, una voz que parecía ser apacible y amigable. Giré mi cabeza hacia la derecha y roté mi cuerpo. Cuando le observé no parecía tener ganas de luchar, y mi mente reaccionó rápidamente, solté la empuñadura de la espada y mi rostro esbozó una sonrisa a la vez que terminaba de girar mi cuerpo y alzaba la mano izquierda saludando amigablemente a ese tipo nuevo. No parecía haberse aterrado ante la situación de ver un cadáver en el suelo, lo cual era de extrañar.
-¡Hola! Si, es una buena noche, hay mucha calma, y no hace excesivo frío. Se está realmente bien. -llevé la mirada hacia el cadáver y respondí riéndome y llevándome la mano izquierda detrás de la cabeza ajustándome el gorro- Este es solo un tipo que traicionó y engañó a la persona equivocada JAJAJAJA. -me puse serio sin darme cuenta y hablé en voz baja- No debió tratarme de esa forma...
Mi rostro volvió a cambiar drásticamente de gesto, ésta vez como con una mueca de asombro comencé a acercarme lentamente hacia ese tipo mientras hablaba presentándome formalmente.
-¿Pero dónde están mis modales? Me llamo Hayate, Kimura Hayate. Es un placer.
Le tendí la mano para estrechársela. Me llamó bastante su cabello, era de dos colores a la vez y eso me dejó un tanto intrigado. Por el resto parecía ser un tipo de lo más normal, no muy musculoso, o por lo menos en corpulencia. Parecía un tipo agradable a simple vista. Tenía ganas de conocerle más.
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Parecía bastante afable, casi como yo, aunque su tono se volvió serio repentinamente, como si de verdad le doliera haber cometido aquel asesinato. Casi como cuando maté al asesino de Nadia. "Nadia... Te echo de menos pequeña". Aquel pensamiento rondó mi mente casi de inmediato, haciéndome pensar de nuevo en ella. ¿Por qué no podía sacarla de mi cabeza? Había ya cientos de mujeres en su memoria, había conocido a Alleria y prácticamente había arañado la felicidad... ¿Por qué no podía serlo? Volver a este lugar era malo, sólo despertaba horrores que encerré en mi corazón. Tal vez mi extraño compañero dentro de unos años sufriera lo mismo por lo que acababa de hacer. O tal vez no, pero no era mi problema; ya había convertido demasiados ajenos en propios, uno más podría colmar el vaso.
-Yo soy Dexter Black- respondí, estrechándole la mano mientras sufría el hedor que comenzaba a emanar del cadáver. Mi olfato en ocasiones jugaba malas pasadas-, y también me encuentro encantado de conocerte. Aunque... ¿No es cierto ángel de amor, que en esta apartada orilla, más pura la luna brilla y se nota un mayor hedor? Tal vez deberíamos alejarnos del cadáver, antes de que te relacionen con él. O... O te entrego, claro- no pude evitar reírme al tiempo que miraba al cielo. No hacía un mal día, pero entre la frase y la amenaza, aunque irreal, tal vez en aquel momento mi compañero estuviera algo escamado conmigo-. También podemos irnos a beber algo. Este sitio está lleno de tabernas, y beber no es delito, casi nunca.
Solté su mano y comencé a caminar despacio, esperando que me siguiera, mientras recitaba en mi mente las rimas de Don Juan Tenorio, imaginando a aquel extraño compañero feminizado, en una orilla, escuchando los favores de un galán. Era gracioso cuanto menos, pues era en cierta medida rudo, aunque se veía joven.
-Esta aura que vaga, llena de los sencillos olores de las campesinas flores que brota esa orilla amena, esa agua limpia y serena que atraviesa sin temor- decía, casi cantando mientras esperaba que mi acompañante alcanzara mi ritmo. Allegro ma non troppo.
-Yo soy Dexter Black- respondí, estrechándole la mano mientras sufría el hedor que comenzaba a emanar del cadáver. Mi olfato en ocasiones jugaba malas pasadas-, y también me encuentro encantado de conocerte. Aunque... ¿No es cierto ángel de amor, que en esta apartada orilla, más pura la luna brilla y se nota un mayor hedor? Tal vez deberíamos alejarnos del cadáver, antes de que te relacionen con él. O... O te entrego, claro- no pude evitar reírme al tiempo que miraba al cielo. No hacía un mal día, pero entre la frase y la amenaza, aunque irreal, tal vez en aquel momento mi compañero estuviera algo escamado conmigo-. También podemos irnos a beber algo. Este sitio está lleno de tabernas, y beber no es delito, casi nunca.
Solté su mano y comencé a caminar despacio, esperando que me siguiera, mientras recitaba en mi mente las rimas de Don Juan Tenorio, imaginando a aquel extraño compañero feminizado, en una orilla, escuchando los favores de un galán. Era gracioso cuanto menos, pues era en cierta medida rudo, aunque se veía joven.
-Esta aura que vaga, llena de los sencillos olores de las campesinas flores que brota esa orilla amena, esa agua limpia y serena que atraviesa sin temor- decía, casi cantando mientras esperaba que mi acompañante alcanzara mi ritmo. Allegro ma non troppo.
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Ese tipo me respondió mientras me estrechaba la mano, al parecer su nombre era Dexter Black. Un nombre extraño la verdad, jamás había escuchado un nombre parecido. Afirmó que él también estaba encantado de conocerme, y de pronto comenzó a hablar con unas palabras muy extrañas, un tanto poético, solo para decir que el cadáver comenzaba a apestar. Ciertamente no me había percatado pero era cierto, la sangre se resecaba en aquella fría noche y el cuerpo comenzaba a soltar hedores, tal vez gases que ya tenía el cuerpo que han escapado rápidamente por el agujero que le he hecho. Fuera lo que fuera comenzaba a soltar un hedor asqueroso.
Me llevé la mano izquierda a la nariz mientras afirmaba a Dexter que en efecto apestaba bastante. Habló de entregarme. ¿Entregarme a la marina? Se lo habría agradecido la verdad, así encontraría rápidamente un cuartel donde alistarme, con viaje gratuíto, además de entregar el cuerpo de un pirata asesinado, tal vez me recibiesen amistosamente. Pronto me di cuenta de que era una broma, pues nada más decirlo comenzó a reirse y sugirió otra idea todavía mejor, ir a un bar a beber.
Me extrañó un poco esa actitud. Es decir, acaba de verme asesinar a un tipo que podría haber sido cualquier cosa, pero el tipo estaba la mar de amigable conmigo. Sinceramente me olía a chamusquina, me dio que pensar mal de ese tipo por más que pareciese una buena persona. Si no se había alterado al verme matarle podría ser que es un pirata también y está acostumbrado a eso, o tal vez es un cazador de piratas que iba detrás de él, ya que de ser marine seguramente habría querido detenerme al verme cometer un asesinato a sangre fría.
Todo me daba que pensar, pero durante un instante me quise fiar de él. Me soltó la mano mientras me reía y comenzó a andar en dirección opuesta. Sin dudarlo un solo instante me puse a su lado acompañándole. El cuerpo quedaría pudriéndose a nuestra espalda mientras nos alejábamos a celebrar... Una nueva a mistad.
Por el camino Dexter Black comenzó a hablar nuevamente, pero no entendí ni papa de lo que me estaba diciendo. Parecía hablar con metáforas, nuevamente sonaba poético, francamente extraño. Al final de su frase soltó unas palabras que ni siquiera logré comprender como palabras sueltas. Parecía como si hablara en otro idioma. Lo más curioso es que mientras hablaba ponía un tono de cántico, tal vez fuese una canción, pero no entendía absolutamente nada y me entró la curiosidad.
-No se que diantres habrás dicho, pero no ha sonado mal. ¿Es una canción?
Caminábamos por las calles, parecía que íbamos directos a la misma taberna de la cual había salido para perseguir a ese maldito traidor. Sentía que ya no podía ni desvelar mi nombre a nadie. Sin apenas descanso continué hablando.
-No tengo buen oído para la música la verdad, todo me suena igual. ¿Qué significa lo que quiera que hayas dicho? Me ha dejado bastante intrigado.
Estábamos muy próximos a la taberna, tan solo había que doblar una esquina más y estaríamos en la mismísima puerta. Aquél capitán pirata que estaba allí dentro se llevaría un buen fiasco al no ver a su nuevo recluta aparecer en el barco. Tal vez encontrase su cadáver antes de embarcar.
Me llevé la mano izquierda a la nariz mientras afirmaba a Dexter que en efecto apestaba bastante. Habló de entregarme. ¿Entregarme a la marina? Se lo habría agradecido la verdad, así encontraría rápidamente un cuartel donde alistarme, con viaje gratuíto, además de entregar el cuerpo de un pirata asesinado, tal vez me recibiesen amistosamente. Pronto me di cuenta de que era una broma, pues nada más decirlo comenzó a reirse y sugirió otra idea todavía mejor, ir a un bar a beber.
Me extrañó un poco esa actitud. Es decir, acaba de verme asesinar a un tipo que podría haber sido cualquier cosa, pero el tipo estaba la mar de amigable conmigo. Sinceramente me olía a chamusquina, me dio que pensar mal de ese tipo por más que pareciese una buena persona. Si no se había alterado al verme matarle podría ser que es un pirata también y está acostumbrado a eso, o tal vez es un cazador de piratas que iba detrás de él, ya que de ser marine seguramente habría querido detenerme al verme cometer un asesinato a sangre fría.
Todo me daba que pensar, pero durante un instante me quise fiar de él. Me soltó la mano mientras me reía y comenzó a andar en dirección opuesta. Sin dudarlo un solo instante me puse a su lado acompañándole. El cuerpo quedaría pudriéndose a nuestra espalda mientras nos alejábamos a celebrar... Una nueva a mistad.
Por el camino Dexter Black comenzó a hablar nuevamente, pero no entendí ni papa de lo que me estaba diciendo. Parecía hablar con metáforas, nuevamente sonaba poético, francamente extraño. Al final de su frase soltó unas palabras que ni siquiera logré comprender como palabras sueltas. Parecía como si hablara en otro idioma. Lo más curioso es que mientras hablaba ponía un tono de cántico, tal vez fuese una canción, pero no entendía absolutamente nada y me entró la curiosidad.
-No se que diantres habrás dicho, pero no ha sonado mal. ¿Es una canción?
Caminábamos por las calles, parecía que íbamos directos a la misma taberna de la cual había salido para perseguir a ese maldito traidor. Sentía que ya no podía ni desvelar mi nombre a nadie. Sin apenas descanso continué hablando.
-No tengo buen oído para la música la verdad, todo me suena igual. ¿Qué significa lo que quiera que hayas dicho? Me ha dejado bastante intrigado.
Estábamos muy próximos a la taberna, tan solo había que doblar una esquina más y estaríamos en la mismísima puerta. Aquél capitán pirata que estaba allí dentro se llevaría un buen fiasco al no ver a su nuevo recluta aparecer en el barco. Tal vez encontrase su cadáver antes de embarcar.
Dexter Black
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Akuma no mi
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Escuchaba cada sonido de la noche en aquellas calles mientras caminaba junto a mi nuevo amigo. Era un poco raro, tal vez algo callado y con un pronto bastante malo, o al menos eso había demostrado, pero me caía bien. Llevaba una espada bastante curiosa y unos ropajes verdes, casi como un personaje de aquellos cuentos que le contaba su padre a veces, sobre la tribu kokiri y el viejo árbol Deku, un mal que amenazaba el mundo de Hyrule... Cuentos con enseñanzas sabias como que lo importante es el camino, porque al final estás tú solo, siendo de nuevo ese niño asustado. Era bastante curioso, porque hasta la espada se asemejaba al héroe de aquellos cuentos... ¿Tal vez fuera algún tipo de fan extremo de aquellos relatos? Quién sabe, yo sólo podía pensar que el cadáver olía demasiado mal, y tuve que ponerme la pulsera que me dio Tom en su día para anular mis sentidos extraordinarios.
Un momento de debilidad, menos de un segundo en verdad, y era un humano normal. Bueno... normal en lo que a poderes de akuma respecta. Continuaba siendo yo, con todo mi encanto y belleza, y mi... Mi amigo interrumpió mis pensamientos con una pregunta que me resultó algo extraña. Ya casi estábamos al lado de una taberna, y me preguntó si aquel canturreo del burlador de Sevilla en el cuarto acto primera escena era una canción, pero no podía culparlo. Al fin y al cabo no todos tenemos tiempo de ir al teatro, y yo mismo hacía mucho tiempo que no podía ir. No pude evitar sonreír ante aquella marea de pensamientos alegres, algo que pocas veces pasaba últimamente.
-Es de una obra de teatro. Muy antigua, pero genial- dije, tranquilamente, abriendo la puerta del local. Había un ambiente agradable, y un par de personas que no cuadraban en el lugar. En aquella isla del North Blue estaban asentados los Piratas del atardecer, un grupo de pandilleros con barco, básicamente. En mis tiempos de cazador deseaba cruzármelos y entregarlos, con su jugosa de recompensa, hacía siete años, de treinta millones de Berries, que si no lo engañaban los rumores alcanzaban en conjunto los ciento cincuenta millones... ¿Valdría su capitán cien él solito? Necesitaba dinero, y así me quitaría una espinita que tenía clavada hace mucho ya...
Dejé pasar a su acompañante y cerré la puerta, sin dejar de mirar al hombre de aquel asiento destartalado que hablaba con dos gorilas gemelos, seguramente sus hombres de confianza. La música de repente cesó y noté todas las miradas clavadas en mí. Algunos me conocerían por mis cacerías, y otros por los carteles con mi cara en los cuarteles de la Marina, pero ciertamente se notaban extrañamente incómodos ante mi presencia. Esperaba que no me trajera problemas.
"¿Es ése Dexter Black?", se oía cuchichear en algunas esquinas. "450, sí, el sólo vale más que todos los piratas del atardecer" escuchaba en otros lados. Parece que me conocían por las cosas malas, y el capitán, un hombre de cabello negro enmarañado, pero una barba extremadamente cuidada y decorada con cascabeles, me miraba con rabia. ¿Me tendría envidia? ¿Tal vez sólo odio por capturar a sus amiguitos? Al menos esperaba poder atraparlo sin armar escándalo, pero se ve que eso no sería posible.
-Llamad a la Marina, voy a entrar al Ouka Shichibukai atrapando a uno de los terrores del Nuevo mundo- gritó, casi riendo, aunque se veía su enfado bajo el semblante amistoso-. Vamos a divertirnos.
-Perdona por no haberte comentado estas cosas- dije, mirando donde creí que estaría Hayate. Si tanto valor le daba a la confianza, tal vez no contarle eso podría verlo una traición-. Cuando acabe con esto te lo explicaré todo.
El tipo desenvainó su espada, y simplemente me concentré. No podía oler hacia dónde venía, pero era bastante torpe. Comenzaba a dudar acerca de su verdadero precio, y le asesté un puñetazo en la frente, haciéndolo caer de espaldas contra el suelo, quejándose y acordándose de la séptima generación de mis ancestros.
-Bueno, ¿Alguno más? Éste me lo llevo conmigo al cuartel Marine, si alguno quiere venir tengo jaulas para todos.
El silencio volvió a imperar, y yo ya no sonreía. si Hayate se parecía al héroe de los cuentos de Hyrule ahora tendría problemas con él. Agarré al tipo del suelo y comencé a arrastrarlo por el cuello de la camisa. Parecía que no iba a ser un día muy tranquilo. Ahora tenía que buscar otra taberna.
-¿Vienes?- dije al muchacho, esperando que respondiera algo-. Te invitaré a lo que quieras, y prometo no matarte ni hacerte cosas feas- hice una pausa, y me humedecí los labios con la lengua-. Si no quieres.
Hacía mucho que o era Sapphire, y casi lo echaba de menos. Se desataba a veces, pero aún podía aguantar. Abrí de nuevo la puerta y me alejé con el tipo a rastras.
Un momento de debilidad, menos de un segundo en verdad, y era un humano normal. Bueno... normal en lo que a poderes de akuma respecta. Continuaba siendo yo, con todo mi encanto y belleza, y mi... Mi amigo interrumpió mis pensamientos con una pregunta que me resultó algo extraña. Ya casi estábamos al lado de una taberna, y me preguntó si aquel canturreo del burlador de Sevilla en el cuarto acto primera escena era una canción, pero no podía culparlo. Al fin y al cabo no todos tenemos tiempo de ir al teatro, y yo mismo hacía mucho tiempo que no podía ir. No pude evitar sonreír ante aquella marea de pensamientos alegres, algo que pocas veces pasaba últimamente.
-Es de una obra de teatro. Muy antigua, pero genial- dije, tranquilamente, abriendo la puerta del local. Había un ambiente agradable, y un par de personas que no cuadraban en el lugar. En aquella isla del North Blue estaban asentados los Piratas del atardecer, un grupo de pandilleros con barco, básicamente. En mis tiempos de cazador deseaba cruzármelos y entregarlos, con su jugosa de recompensa, hacía siete años, de treinta millones de Berries, que si no lo engañaban los rumores alcanzaban en conjunto los ciento cincuenta millones... ¿Valdría su capitán cien él solito? Necesitaba dinero, y así me quitaría una espinita que tenía clavada hace mucho ya...
Dejé pasar a su acompañante y cerré la puerta, sin dejar de mirar al hombre de aquel asiento destartalado que hablaba con dos gorilas gemelos, seguramente sus hombres de confianza. La música de repente cesó y noté todas las miradas clavadas en mí. Algunos me conocerían por mis cacerías, y otros por los carteles con mi cara en los cuarteles de la Marina, pero ciertamente se notaban extrañamente incómodos ante mi presencia. Esperaba que no me trajera problemas.
"¿Es ése Dexter Black?", se oía cuchichear en algunas esquinas. "450, sí, el sólo vale más que todos los piratas del atardecer" escuchaba en otros lados. Parece que me conocían por las cosas malas, y el capitán, un hombre de cabello negro enmarañado, pero una barba extremadamente cuidada y decorada con cascabeles, me miraba con rabia. ¿Me tendría envidia? ¿Tal vez sólo odio por capturar a sus amiguitos? Al menos esperaba poder atraparlo sin armar escándalo, pero se ve que eso no sería posible.
-Llamad a la Marina, voy a entrar al Ouka Shichibukai atrapando a uno de los terrores del Nuevo mundo- gritó, casi riendo, aunque se veía su enfado bajo el semblante amistoso-. Vamos a divertirnos.
-Perdona por no haberte comentado estas cosas- dije, mirando donde creí que estaría Hayate. Si tanto valor le daba a la confianza, tal vez no contarle eso podría verlo una traición-. Cuando acabe con esto te lo explicaré todo.
El tipo desenvainó su espada, y simplemente me concentré. No podía oler hacia dónde venía, pero era bastante torpe. Comenzaba a dudar acerca de su verdadero precio, y le asesté un puñetazo en la frente, haciéndolo caer de espaldas contra el suelo, quejándose y acordándose de la séptima generación de mis ancestros.
-Bueno, ¿Alguno más? Éste me lo llevo conmigo al cuartel Marine, si alguno quiere venir tengo jaulas para todos.
El silencio volvió a imperar, y yo ya no sonreía. si Hayate se parecía al héroe de los cuentos de Hyrule ahora tendría problemas con él. Agarré al tipo del suelo y comencé a arrastrarlo por el cuello de la camisa. Parecía que no iba a ser un día muy tranquilo. Ahora tenía que buscar otra taberna.
-¿Vienes?- dije al muchacho, esperando que respondiera algo-. Te invitaré a lo que quieras, y prometo no matarte ni hacerte cosas feas- hice una pausa, y me humedecí los labios con la lengua-. Si no quieres.
Hacía mucho que o era Sapphire, y casi lo echaba de menos. Se desataba a veces, pero aún podía aguantar. Abrí de nuevo la puerta y me alejé con el tipo a rastras.
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Akuma no mi
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La noche se tornaba cada vez más fría, lo cual no me gustaba, me hacía sentir mal el frío, y más en una noche tan extraña como esta. Me había visto obligado ya a acabar con la vida del primer amigo que he hecho fuera de mi isla y de mi ciudad, eso tan solo me dice que no debo de fiarme absolutamente de nadie hasta estar seguro de sus intenciones, y eso es complicado de averiguar. Ahora estaba con este tal Dexter Black, caminando hacia una posada. ¿Sería de fiar él también?
Pude observar cómo Dexter se ponía una especie de pulsera extraña, después hacía un gesto extraño y enseguida volvía a la normalidad como si nada ocurriese. No entendí que diantres podría ser eso, pero lo cierto es que me dejó bastante intrigado.
De camino, ya bastante próximos a al taberna donde nos ibamos a adentrar fue cuando mi pregunta obtuvo respuesta. Al parecer no era más que una obra de teatro, nunca había visto ni escuchado un teatro, nunca me había apasionado la verdad, mi gusto sobre el arte en general es bastante extraño, no es que me entusiasme y nunca me he interesado por las dotes artísticas, ya sea el teatro o la música. Para mí el único arte es la danza de la muerte con mi arma, es lo único que merece la pena ser llamado arte hoy en día, al fin y al cabo el mundo está lleno de malditos asesinos que vagan por doquier haciendo lo que les viene en gana, debe de haber quienes les hagan frente de la mejor forma posible, con habilidad y talento. No digo tener talento, pero creo que algo de habilidad con los años puedo llegar a obtener.
Entonces llegamos al la puerta de la taberna. Como una buena persona abrió la puerta y me invitó a pasar primero. Le agradecí con una sonrisa y entré primero, tras de mí él se adentró también cerrando la puerta. Entonces algo extraño ocurrió. En el local había un gran alboroto y al cerrarse la puerta todo quedó en silencio, todos los ojos se posaron sobre nosotros y eso hizo que sintiese que el corazón me diera un vuelco. ¿Por qué nos miraban? Era imposible que se supiera lo que había hecho, acababa de ocurrir, ni siquiera nadie había visto el cadáver todavía, al fin y al cabo no había gritos desde el exterior, ni se había escuchado que se diese la voz de alarma. Entonces... ¿Que diablos ocurría?
Pronto esa duda se disipó al escuchar murmullos que nombraban a mi acompañante Dexter Black. Pero por más que esa duda desapareció, también apareció una nueva duda a la vez que sentía confirmarse mis sospechas de que uno no puede fiarse de cualquiera. Me giré hacia Dexter observándole, serio, sin saber que decir, escuchando los murmullos de la gente del local. Al parecer por su cabeza había una recompensa mayor que la banda pirata que allí había. ¿Dónde diablos me había metido? ¿Por qué todos son piratas en esta maldita isla?
De pronto un tipo, el que se veía que era el capitán de la banda de los piratas del atardecer, el que había hablado con el cadáver que pronto comenzaría a pudrirse en las calles, se levantó retando a Dexter Black, diciéndole que iba a acabar con él. Yo no sabía que hacer si aprovechar para tratar de acabar con ambos dos o marcharme de allí. Pero de pronto Dexter se disculpó por haberme ocultado dicha información. Realmente no le pregunté, y él seguramente no tendría idea de que yo pensaba alistarme a la marina. Sea como fuere estaba en una situación peliaguda, pues si es cierto lo que decían los rumores de la taberna, Dexter Black posee una recompensa de 450 millones de berries. Lo cual implica un poder que descaradamente escapa del mío. Tras su disculpa me dijo que en acabar todo ésto me lo explicaría. De momento me mantuve al margen.
El pirata vino corriendo desenfundando su espada pero Dexter sin apenas inmutarse un ápice lo derribó de un duro puñetazo en la cabeza. No cabía duda de que debía de tener un poder bastante elevado para hacer eso en contra de alguien armado. Aunque bien es verdad que hasta yo había podido esquivar a ese torpe que cargaba tan alocadamente de frente, tal vez su fama era injustificada y exagerada.
Dexter agarró al pirata y dijo que le iba a llevar al cuartel marine y retó al resto del local a imitar al temerario pirata. ¿Le iba a llevar al cuartel? Entonces dudo que fuera un pirata. ¿Tal vez un cazador de recompensas? No creo, los cazadores no tienen precio por sus cabezas, un cazador buscado por la marina no es un cazador, sino un pirata. ¿Entonces que era? Ahora deseaba esa explicación que me había prometido.
Al observar que nadie más se levantaba y todos se quedaban en silencio, Dexter me invitó a acompañarle y salió de allí. Me dijo que hasta me invitaría a lo que quisiera y que prometía no matarme. Me daba mala espina este hombre y no sabía si fiarme, pero por otra parte me sentía más seguro con él que en este lugar, y más ahora que se habían dado cuenta todos que acompañaba al tipo que había acabado con el capitan pirata de la banda, y el resto de sus hombres estaban allí dentro, seguramente clamarían venganza con mi sangre creyendo que soy un camarada de Dexter Black. La opción más sensata sería ir junto a él.
Salí de la taberna detrás de él. Mi rostro esbozaba una tremenda seriedad y al poco de salir no pude evitar agarrar con firmeza la vaina de la espada. Me sentía más seguro con Dexter, pero no quisiera decir que no me sintiese en peligro al lado de alguien así. Entonces fue cuando traté de exigirle esa explicación.
-Me ha parecido escuchar que decían una recompensa por tu cabeza. ¿Eres un pirata Dexter? No tendría mucho sentido si lo que pretendes es entregar a este hombre al cuartel de la marina, te acabarían atrapando a tí también... ¿Quién eres realmente?
Me encontraba realmente en tensión, sentía que como se girase para atacar estaría muerto, muy muerto y sin remedio alguno, cero probabilidades de escapar si él quisiera acabar con mi vida. Aguardé una respuesta mientras caminaba con cautela a su lado, observando también al pirata que transportaba a rastras, el cual parecía bastante atontado sin saber donde estaba y sangrando por la frente, ahí donde había sido golpeado. Que fuerza debía tener Dexter para hacer eso con tan solo un puñetazo.
Pude observar cómo Dexter se ponía una especie de pulsera extraña, después hacía un gesto extraño y enseguida volvía a la normalidad como si nada ocurriese. No entendí que diantres podría ser eso, pero lo cierto es que me dejó bastante intrigado.
De camino, ya bastante próximos a al taberna donde nos ibamos a adentrar fue cuando mi pregunta obtuvo respuesta. Al parecer no era más que una obra de teatro, nunca había visto ni escuchado un teatro, nunca me había apasionado la verdad, mi gusto sobre el arte en general es bastante extraño, no es que me entusiasme y nunca me he interesado por las dotes artísticas, ya sea el teatro o la música. Para mí el único arte es la danza de la muerte con mi arma, es lo único que merece la pena ser llamado arte hoy en día, al fin y al cabo el mundo está lleno de malditos asesinos que vagan por doquier haciendo lo que les viene en gana, debe de haber quienes les hagan frente de la mejor forma posible, con habilidad y talento. No digo tener talento, pero creo que algo de habilidad con los años puedo llegar a obtener.
Entonces llegamos al la puerta de la taberna. Como una buena persona abrió la puerta y me invitó a pasar primero. Le agradecí con una sonrisa y entré primero, tras de mí él se adentró también cerrando la puerta. Entonces algo extraño ocurrió. En el local había un gran alboroto y al cerrarse la puerta todo quedó en silencio, todos los ojos se posaron sobre nosotros y eso hizo que sintiese que el corazón me diera un vuelco. ¿Por qué nos miraban? Era imposible que se supiera lo que había hecho, acababa de ocurrir, ni siquiera nadie había visto el cadáver todavía, al fin y al cabo no había gritos desde el exterior, ni se había escuchado que se diese la voz de alarma. Entonces... ¿Que diablos ocurría?
Pronto esa duda se disipó al escuchar murmullos que nombraban a mi acompañante Dexter Black. Pero por más que esa duda desapareció, también apareció una nueva duda a la vez que sentía confirmarse mis sospechas de que uno no puede fiarse de cualquiera. Me giré hacia Dexter observándole, serio, sin saber que decir, escuchando los murmullos de la gente del local. Al parecer por su cabeza había una recompensa mayor que la banda pirata que allí había. ¿Dónde diablos me había metido? ¿Por qué todos son piratas en esta maldita isla?
De pronto un tipo, el que se veía que era el capitán de la banda de los piratas del atardecer, el que había hablado con el cadáver que pronto comenzaría a pudrirse en las calles, se levantó retando a Dexter Black, diciéndole que iba a acabar con él. Yo no sabía que hacer si aprovechar para tratar de acabar con ambos dos o marcharme de allí. Pero de pronto Dexter se disculpó por haberme ocultado dicha información. Realmente no le pregunté, y él seguramente no tendría idea de que yo pensaba alistarme a la marina. Sea como fuere estaba en una situación peliaguda, pues si es cierto lo que decían los rumores de la taberna, Dexter Black posee una recompensa de 450 millones de berries. Lo cual implica un poder que descaradamente escapa del mío. Tras su disculpa me dijo que en acabar todo ésto me lo explicaría. De momento me mantuve al margen.
El pirata vino corriendo desenfundando su espada pero Dexter sin apenas inmutarse un ápice lo derribó de un duro puñetazo en la cabeza. No cabía duda de que debía de tener un poder bastante elevado para hacer eso en contra de alguien armado. Aunque bien es verdad que hasta yo había podido esquivar a ese torpe que cargaba tan alocadamente de frente, tal vez su fama era injustificada y exagerada.
Dexter agarró al pirata y dijo que le iba a llevar al cuartel marine y retó al resto del local a imitar al temerario pirata. ¿Le iba a llevar al cuartel? Entonces dudo que fuera un pirata. ¿Tal vez un cazador de recompensas? No creo, los cazadores no tienen precio por sus cabezas, un cazador buscado por la marina no es un cazador, sino un pirata. ¿Entonces que era? Ahora deseaba esa explicación que me había prometido.
Al observar que nadie más se levantaba y todos se quedaban en silencio, Dexter me invitó a acompañarle y salió de allí. Me dijo que hasta me invitaría a lo que quisiera y que prometía no matarme. Me daba mala espina este hombre y no sabía si fiarme, pero por otra parte me sentía más seguro con él que en este lugar, y más ahora que se habían dado cuenta todos que acompañaba al tipo que había acabado con el capitan pirata de la banda, y el resto de sus hombres estaban allí dentro, seguramente clamarían venganza con mi sangre creyendo que soy un camarada de Dexter Black. La opción más sensata sería ir junto a él.
Salí de la taberna detrás de él. Mi rostro esbozaba una tremenda seriedad y al poco de salir no pude evitar agarrar con firmeza la vaina de la espada. Me sentía más seguro con Dexter, pero no quisiera decir que no me sintiese en peligro al lado de alguien así. Entonces fue cuando traté de exigirle esa explicación.
-Me ha parecido escuchar que decían una recompensa por tu cabeza. ¿Eres un pirata Dexter? No tendría mucho sentido si lo que pretendes es entregar a este hombre al cuartel de la marina, te acabarían atrapando a tí también... ¿Quién eres realmente?
Me encontraba realmente en tensión, sentía que como se girase para atacar estaría muerto, muy muerto y sin remedio alguno, cero probabilidades de escapar si él quisiera acabar con mi vida. Aguardé una respuesta mientras caminaba con cautela a su lado, observando también al pirata que transportaba a rastras, el cual parecía bastante atontado sin saber donde estaba y sangrando por la frente, ahí donde había sido golpeado. Que fuerza debía tener Dexter para hacer eso con tan solo un puñetazo.
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El tipo se revolvía, intentando escapar de entre mis manos, pero no entraba en mis planes dejar que se librase de mí. Era un criminal y, aunque yo también, el código ético me obligaba a entregarlo aun a sabiendas de lo que podría llegar a suceder. En cualquier caso siempre tenía la opción de salir volando, o de dejar que mi nuevo compañero lo entregara en mi nombre, aunque podría meterlo en un lío al decir que iba de mi parte... Ya veré cómo me las apaño, la verdad es que no debería hacerme líos por esta clase de tonterías. Lo tiro delante de un cuartel y listo.
-Bueno, Kimura...- dije, algo compungido, sin perder mi seriedad totalmente-. Lo cierto es que hice una promesa una vez... Y bueno, lo uno lleva a lo otro ¡Au!
Aquel tipo me había mordido, y en acto reflejo lo estampé contra el suelo, dejándolo inconsciente. ¿Cómo podía resultar tan patético alguien que me puso en jaque años atrás? Tal vez había mejorado mucho, o quizá es que era un patético luchador, quién sabe. Seguí caminando sin esperar la respuesta de Kimura, tan sólo queriendo acercarme al puerto donde, esperaba, hubiera un barco de la Marina amarrado. Al fin y al cabo, la isla estaba bajo la potestad del Gobierno Mundial y por lo tanto su ejército estaba obligado a defenderlo. Aunque, a decir verdad, si yo andaba libremente por la calle es que no era un ejército de mucha confianza.
Torcí un par de veces por donde creí que se llegaría antes, aunque me topé con el cadáver sobre el que me crucé con el chiquillo. La verdad es que probablemente, viendo su forma de arreglar los problemas, tuviera también algo de recompensa y no hiciera absolutamente nada contra mí, pero quién sabe. Tal vez incluso era uno de esos Yonkaikyos de los que nadie sabía nada y trataría de detenerme tras saciar sus ansias asesinas... "No, eso suena absurdo. Seguro que sólo es el hijo de un granjero". Pero también era estúpido, aquellos objetos no parecían precisamente baratos. Un granjero no los tendría.
-¿Me vas a detener o algo?- dijo, frenando en seco y riendo sonoramente. Le hacía gracia la idea de que intentaran atraparlo y salir volando-. He hecho cosas malas, pero peores cosas han hecho los tipos de la Gaviota Azul. Como la trampa que me tendieron aquí hace unos años ya...
-Bueno, Kimura...- dije, algo compungido, sin perder mi seriedad totalmente-. Lo cierto es que hice una promesa una vez... Y bueno, lo uno lleva a lo otro ¡Au!
Aquel tipo me había mordido, y en acto reflejo lo estampé contra el suelo, dejándolo inconsciente. ¿Cómo podía resultar tan patético alguien que me puso en jaque años atrás? Tal vez había mejorado mucho, o quizá es que era un patético luchador, quién sabe. Seguí caminando sin esperar la respuesta de Kimura, tan sólo queriendo acercarme al puerto donde, esperaba, hubiera un barco de la Marina amarrado. Al fin y al cabo, la isla estaba bajo la potestad del Gobierno Mundial y por lo tanto su ejército estaba obligado a defenderlo. Aunque, a decir verdad, si yo andaba libremente por la calle es que no era un ejército de mucha confianza.
Torcí un par de veces por donde creí que se llegaría antes, aunque me topé con el cadáver sobre el que me crucé con el chiquillo. La verdad es que probablemente, viendo su forma de arreglar los problemas, tuviera también algo de recompensa y no hiciera absolutamente nada contra mí, pero quién sabe. Tal vez incluso era uno de esos Yonkaikyos de los que nadie sabía nada y trataría de detenerme tras saciar sus ansias asesinas... "No, eso suena absurdo. Seguro que sólo es el hijo de un granjero". Pero también era estúpido, aquellos objetos no parecían precisamente baratos. Un granjero no los tendría.
-¿Me vas a detener o algo?- dijo, frenando en seco y riendo sonoramente. Le hacía gracia la idea de que intentaran atraparlo y salir volando-. He hecho cosas malas, pero peores cosas han hecho los tipos de la Gaviota Azul. Como la trampa que me tendieron aquí hace unos años ya...
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Dexter comenzó a hablarme. Por un momento pensé que me iba a dar alguna explicación de verdad, pero en cuanto ese maldito desgraciado herido le mordió, este simplemente se dio la vuelta y continuó andando. Yo no me lo pensé mucho. Observé al desgraciado que ahora había quedado inconsciente y me puse a seguir a Dexter Black por detrás.
Era alguien conocido, no cabía duda, y al parecer era algún tipo con recompensa por su cabeza. Pero no podía saber ni por qué ni cuánta recompensa. Le había visto en acción, y sabía que si intentaba hacer algo para atraparle o similar, iba a acabar realmente mal. Era muy poderoso, no cabía duda, y en mi mente tenía un grave dilema moral.
Si, es cierto que todavía no soy ningún tipo de marine, ni siquiera he llegado a alcanzar ningún cuartel para alistarme. Pero quisiera empezar bien, sería una entrada triunfal presentarme al alistamiento con la primera captura de mi carrera militar. Aunque el intento podría costarme la vida. Y todo por una tontería.
Mi mente se volvió un torbellino de ideas que se contradecían entre sí, no sabía qué hacer. Sentía que iba a enloquecer por la situación y la presión. Estaba delante de un tipo que parecía ser realmente peligroso, y lo único que tengo para defenderme es esta espada recién requisada y la que heredé de mi difunto padre. No tengo ni la habilidad necesaria para enfrentarme a este tipo ni el coraje para entablar una batalla con alguien tan poderoso. Me sentía como un completo inútil.
Habíamos avanzado bastante, me pude percatar que volvimos a pasar por donde había acabado con la vida de aquél traidor que quería alistarse a la tripulación pirata. Su cadáver ya hedía horriblemente y al parecer todavía nadie se había percatado de que se encontraba ahí. Lo miré un poco de reojo, me fijé en la cara. Tenía los ojos abiertos como platos, completamente resecos de tanto tiempo que llevaban abiertos. La sangre ya había formado un buen charco.
Pasamos de largo, sin más que una mirada indiferente. Por mí se podía pudrir allí ese maldito traidor. Se lo tenía bien merecido. Dejé de pensar en él cuando Dexter volvió a hablarme. Conforme comenzó a hablar se detuvo en seco y lanzó una risotada un tanto sonora. Parecía que me estaba retando a detenerle. ¿Acaso conocía mi intención de alistarme a la marina? No recordaba haber dicho nada al respecto. Me quedé parado sin saber que decir. Estaba realmente nervioso.
Tras eso comenzó a decir que en efecto él cometió crímenes, pero afirmó después que la marina hizo cosas peores, y puso como ejemplo una trampa que le tendieron a él hacía ya un tiempo. En ese mismo lugar. Miré hacia los lados. ¿Y si me había conducido hacia una trampa para deshacerse de mí como ya hizo con los otros tipos en aquél local? No sabía que decir, y parecía que esperaba una respuesta.
-¿Y porqué iba a detenerte? -Dije sin pensar- No soy ningún marine. No se lo que soy para ser sincero. Tan solo se lo que busco, y eso que trato de hallar es el bien general. La verdadera justicia. Y aunque no sepa donde puedo encontrarla, tal vez al llegar a la marina sepa ver el camino correcto.
¿Porqué mierda dije eso? No lo pensé, no me di cuenta de lo que mis palabras decían hasta que no terminé. Ahora si que estaba condenado. Un posible pirata, tal vez un revolucionario, tenía delante de él a un futuro marine reconocido. No había sabido elegir mis palabras. Sentía que iba a estar en un aprieto de aquí a unos segundos. Si no muerto.
Era alguien conocido, no cabía duda, y al parecer era algún tipo con recompensa por su cabeza. Pero no podía saber ni por qué ni cuánta recompensa. Le había visto en acción, y sabía que si intentaba hacer algo para atraparle o similar, iba a acabar realmente mal. Era muy poderoso, no cabía duda, y en mi mente tenía un grave dilema moral.
Si, es cierto que todavía no soy ningún tipo de marine, ni siquiera he llegado a alcanzar ningún cuartel para alistarme. Pero quisiera empezar bien, sería una entrada triunfal presentarme al alistamiento con la primera captura de mi carrera militar. Aunque el intento podría costarme la vida. Y todo por una tontería.
Mi mente se volvió un torbellino de ideas que se contradecían entre sí, no sabía qué hacer. Sentía que iba a enloquecer por la situación y la presión. Estaba delante de un tipo que parecía ser realmente peligroso, y lo único que tengo para defenderme es esta espada recién requisada y la que heredé de mi difunto padre. No tengo ni la habilidad necesaria para enfrentarme a este tipo ni el coraje para entablar una batalla con alguien tan poderoso. Me sentía como un completo inútil.
Habíamos avanzado bastante, me pude percatar que volvimos a pasar por donde había acabado con la vida de aquél traidor que quería alistarse a la tripulación pirata. Su cadáver ya hedía horriblemente y al parecer todavía nadie se había percatado de que se encontraba ahí. Lo miré un poco de reojo, me fijé en la cara. Tenía los ojos abiertos como platos, completamente resecos de tanto tiempo que llevaban abiertos. La sangre ya había formado un buen charco.
Pasamos de largo, sin más que una mirada indiferente. Por mí se podía pudrir allí ese maldito traidor. Se lo tenía bien merecido. Dejé de pensar en él cuando Dexter volvió a hablarme. Conforme comenzó a hablar se detuvo en seco y lanzó una risotada un tanto sonora. Parecía que me estaba retando a detenerle. ¿Acaso conocía mi intención de alistarme a la marina? No recordaba haber dicho nada al respecto. Me quedé parado sin saber que decir. Estaba realmente nervioso.
Tras eso comenzó a decir que en efecto él cometió crímenes, pero afirmó después que la marina hizo cosas peores, y puso como ejemplo una trampa que le tendieron a él hacía ya un tiempo. En ese mismo lugar. Miré hacia los lados. ¿Y si me había conducido hacia una trampa para deshacerse de mí como ya hizo con los otros tipos en aquél local? No sabía que decir, y parecía que esperaba una respuesta.
-¿Y porqué iba a detenerte? -Dije sin pensar- No soy ningún marine. No se lo que soy para ser sincero. Tan solo se lo que busco, y eso que trato de hallar es el bien general. La verdadera justicia. Y aunque no sepa donde puedo encontrarla, tal vez al llegar a la marina sepa ver el camino correcto.
¿Porqué mierda dije eso? No lo pensé, no me di cuenta de lo que mis palabras decían hasta que no terminé. Ahora si que estaba condenado. Un posible pirata, tal vez un revolucionario, tenía delante de él a un futuro marine reconocido. No había sabido elegir mis palabras. Sentía que iba a estar en un aprieto de aquí a unos segundos. Si no muerto.
Dexter Black
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Apretó el puño al escuchar relacionar "Justicia" con "Marina". Su sonrisa dejó total seriedad y un rostro impertérrito, tan sólo mirando fijamente al futuro Marine que tenía delante. No era mala persona, pero seguramente en el futuro intentara detenerlo... Daba igual, sabía que por mucho que lo pensara era incapaz de matar, al menos siendo justos, sin ser en defensa propia o ante un criminal reconocido. Tampoco tenía derecho a culparlo por no decirlo, pero se sentía traicionado por su silencio. ¿Qué debía hacer?
-Kimura...
Tiró a los pies del futuro militar el hombre al que había noqueado, cediéndoselo. Total, él no lo quería para nada. Sin embargo de haber podido encontrar a alguien dispuesto a entregarlo y repartir el botín a medias le habría gustado la idea. En otro momento, seguramente. Ahora no podía pensar en otra cosa más allá de que lo habían traicionado. Se sentía herido pese a saber que no tenía por qué estarlo. Un marine... Si todavía creía en la justicia se desvanecería muy rápido o acabaría repudiado por su propia gente. Qué se le iba a hacer.
-Entrega a este hombre a la Marina, así entrarás con buen pie y tendrás un pequeño extra de sueldo. Al fin y al cabo, ¿Qué más dan sus delitos? Sólo es una cifra más, un prisionero en Impel Down y algo de dinero en tu cartera. No lo van a juzgar cuando aparezca, aunque es lo que se supone debería hacerse. Lo llevarán a Ennies Lobby y ahí, sin jurado ni testigos, lo declararán culpable. Que en este caso lo es, pero no siempre pasa eso. La Marina colabora con un sistema corrupto, y yo tardé mucho en darme cuenta. Pero no puedo dejar que entres a la Marina sin saber a qué se debe que yo sepa esto.
Sacó del abrigo dos carteles de Wanted y una tarjeta plastificada algo amarillenta, caducada tras años de no usarla ni renovarla, y con el plástico ya sucio tras tiempo sin atenderla. El primer cartel era conjunto de Kedra y él. En ése se veía claramente la fecha, poco después de la que tenía el primer cartel, donde su cara estaba tachada con apenas seis millones. Era el cartel de cuando lo atraparon al huir del North Blue, a la salida de Jaya.
-Me encerraron por liberar un preso vivo, blanco de tiro. Herí a tres Marines huyendo de veinte, que me perseguían por salvar una vida. Cuando me juzgaron sin preguntar a nadie, Kedra apareció y me salvó, sólo por molestar al Gobierno Mundial. Fue su forma de darse a conocer, vaya. Y luego- sacó el tercer cartel-. En éste mi cabeza ya vale bastante más, pero por qué me pusieron doscientos noventa y cuatro millones de repente es algo entre el Gobierno y yo.
Su voz se mantenía seria, impasible, fría. Eran recuerdos que dolían y no sabía por qué se los contaba a un completo desconocido. Tal vez porque tenía esperanzas de que ese hombre cambiase el rumbo de las cosas. "Un aliado para Krauser... El mundo podría mejorar tanto".
-En fin, debería guardar todo esto- dijo, esperando que se las devolviera si había cogido algo y guardándolas directamente si no-. Ha sido un gusto conocerte, y me hubiera gustado que terminase de otra manera. Hasta siempre, Kimura...
Se dio la vuelta y comenzó a alejarse del lugar, preguntándose si lo que había hecho estaba bien o mal.
-Kimura...
Tiró a los pies del futuro militar el hombre al que había noqueado, cediéndoselo. Total, él no lo quería para nada. Sin embargo de haber podido encontrar a alguien dispuesto a entregarlo y repartir el botín a medias le habría gustado la idea. En otro momento, seguramente. Ahora no podía pensar en otra cosa más allá de que lo habían traicionado. Se sentía herido pese a saber que no tenía por qué estarlo. Un marine... Si todavía creía en la justicia se desvanecería muy rápido o acabaría repudiado por su propia gente. Qué se le iba a hacer.
-Entrega a este hombre a la Marina, así entrarás con buen pie y tendrás un pequeño extra de sueldo. Al fin y al cabo, ¿Qué más dan sus delitos? Sólo es una cifra más, un prisionero en Impel Down y algo de dinero en tu cartera. No lo van a juzgar cuando aparezca, aunque es lo que se supone debería hacerse. Lo llevarán a Ennies Lobby y ahí, sin jurado ni testigos, lo declararán culpable. Que en este caso lo es, pero no siempre pasa eso. La Marina colabora con un sistema corrupto, y yo tardé mucho en darme cuenta. Pero no puedo dejar que entres a la Marina sin saber a qué se debe que yo sepa esto.
Sacó del abrigo dos carteles de Wanted y una tarjeta plastificada algo amarillenta, caducada tras años de no usarla ni renovarla, y con el plástico ya sucio tras tiempo sin atenderla. El primer cartel era conjunto de Kedra y él. En ése se veía claramente la fecha, poco después de la que tenía el primer cartel, donde su cara estaba tachada con apenas seis millones. Era el cartel de cuando lo atraparon al huir del North Blue, a la salida de Jaya.
-Me encerraron por liberar un preso vivo, blanco de tiro. Herí a tres Marines huyendo de veinte, que me perseguían por salvar una vida. Cuando me juzgaron sin preguntar a nadie, Kedra apareció y me salvó, sólo por molestar al Gobierno Mundial. Fue su forma de darse a conocer, vaya. Y luego- sacó el tercer cartel-. En éste mi cabeza ya vale bastante más, pero por qué me pusieron doscientos noventa y cuatro millones de repente es algo entre el Gobierno y yo.
Su voz se mantenía seria, impasible, fría. Eran recuerdos que dolían y no sabía por qué se los contaba a un completo desconocido. Tal vez porque tenía esperanzas de que ese hombre cambiase el rumbo de las cosas. "Un aliado para Krauser... El mundo podría mejorar tanto".
-En fin, debería guardar todo esto- dijo, esperando que se las devolviera si había cogido algo y guardándolas directamente si no-. Ha sido un gusto conocerte, y me hubiera gustado que terminase de otra manera. Hasta siempre, Kimura...
Se dio la vuelta y comenzó a alejarse del lugar, preguntándose si lo que había hecho estaba bien o mal.
Nocturne93
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¿Cómo? No entendía lo que estaba haciendo este hombre. De pronto arrojó a ese tipo a mis pies y se me quedó mirando fijamente. No entendía sus motivos, pero desde luego no parecía que hubiera ningún tipo de hostilidad. Más bien sus ojos parecían perderse en sus recuerdos. Me miraba seriamente, y de pronto dijo unas palabras que me dejaron boquiabierto.
Me entregaba a ese tipo para que lo llevase a la justicia, para facilitar mi entrada en la marina. ¿Cómo un tipo que es un criminal buscado ayuda a otra gente a alistarse en contra suya? No tenía ningún sentido, me quedé dubitatibo, pensando que pudiera ser una trampa tal vez. No sabía si creerle o no. En un principio no me había dado motivos para dudar de él, había sido sincero cuando había llegado el momento, pero no conocía en lo más mínimo a ese tipo, ni sabía por qué estaba siendo perseguido por la justicia.
Por fortuna mis dudas se disiparon rápidamente cuando comenzó a explicarme el por qué estaba siendo perseguido. Seguramente estaba pecando de ingenuidad y no me daba cuenta, pero debo reconocer que me creí sus palabras. Liberó a un preso, salvó una vida. Pero lo que no se es qué tipo de persona sería ese preso. Tal vez uno de sus compañeros criminales. Tal vez no, seguro. ¿De qué bando estará? No logro alcanzar a comprender su forma de pensar o de actuar. Primero un brutal carnicero que aplasta las cabezas a la gente en un bar, y después una persona humilde que mira por el bien de sus "enemigos" y les ayuda a reclutar personal.
Lo siguiente que me vino a la mente fue que tan solo fuera un juego suyo personal. Se había comportado como una bestia al derrotar aquellos tipos. Tal vez solo es un maldito psicópata que quiere acabar con vidas marines, y el juego se acabaría si se quedase sin enemigos... O tal vez está esperando a que me de la vuelta para asestarme una puñalada trapera. Cargando con el cuerpo de aquél tipo sería muy sencillo cogerme desprevenido. No sabía qué hacer.
Me mostró aquellos carteles, y tan solo me hizo desconfiar más. Era un tipo realmente peligroso con una alta recompensa por su cabeza. No tendría ninguna posibilidad contra él si el precio que se pide va acorde a su poder. No obstante al mirarle a la cara parecía que algo me hacía confiar en él.
No dije una palabra durante toda esa conversación, hasta que se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Realmente me entregaba el cuerpo de ese tipo inconsciente. Un jodido criminal que me permitiría un fácil ingreso en la marina. Una buena oportunidad para comenzar bien mi carrera como marine. Pero antes...
-No se quién eres ni a qué bando perteneces. Pero lo que si se es que a partir de este momento seremos enemigos. Te agradezco este gesto -señalé el cuerpo que yacía a mis pies-, pero me temo que si nos volvemos a encontrar, no será en las mismas condiciones... Cuídate. Dexter Black...
Lo observé cómo se alejaba tranquilamente. Me giré y pude ver que el puerto estaba bastante próximo. Pude ver un navío con la bandera de la gaviota ondeando en lo más alto del mástil principal, el más alto. Volví de nuevo la vista al frente, casi se había marchado. Realmente parecía que podía confiar en él por ésta vez. Lo que no entendía era el motivo. Tal vez su recompensa sea infundada, tal vez alguien manipuló los hechos para hacerle alguien buscado. O tal vez es un sádico que no quiere quedarse sin enemigos. Me temo que muy posiblemente nunca llegue a saber eso.
Me agaché para coger el cuerpo de ese tipo, era algo pesado, pero ya estaba bastante rasgado y magullado, no creo que le importase que le arrastrase unos cuantos metros más, hasta llegar al navío. Algo me dice que mi paso por la marina no será fácil, pero desde luego será toda una experiencia y un gran reto a superar. Y lo lograré, me lo prometí a mí mismo tal y como se lo prometí a mi padre. Lograré protegerles a toda costa.
-Gracias Dexter Black... Estoy en deuda contigo -susurré cuando ya era imposible que me hubiera escuchado.
Me entregaba a ese tipo para que lo llevase a la justicia, para facilitar mi entrada en la marina. ¿Cómo un tipo que es un criminal buscado ayuda a otra gente a alistarse en contra suya? No tenía ningún sentido, me quedé dubitatibo, pensando que pudiera ser una trampa tal vez. No sabía si creerle o no. En un principio no me había dado motivos para dudar de él, había sido sincero cuando había llegado el momento, pero no conocía en lo más mínimo a ese tipo, ni sabía por qué estaba siendo perseguido por la justicia.
Por fortuna mis dudas se disiparon rápidamente cuando comenzó a explicarme el por qué estaba siendo perseguido. Seguramente estaba pecando de ingenuidad y no me daba cuenta, pero debo reconocer que me creí sus palabras. Liberó a un preso, salvó una vida. Pero lo que no se es qué tipo de persona sería ese preso. Tal vez uno de sus compañeros criminales. Tal vez no, seguro. ¿De qué bando estará? No logro alcanzar a comprender su forma de pensar o de actuar. Primero un brutal carnicero que aplasta las cabezas a la gente en un bar, y después una persona humilde que mira por el bien de sus "enemigos" y les ayuda a reclutar personal.
Lo siguiente que me vino a la mente fue que tan solo fuera un juego suyo personal. Se había comportado como una bestia al derrotar aquellos tipos. Tal vez solo es un maldito psicópata que quiere acabar con vidas marines, y el juego se acabaría si se quedase sin enemigos... O tal vez está esperando a que me de la vuelta para asestarme una puñalada trapera. Cargando con el cuerpo de aquél tipo sería muy sencillo cogerme desprevenido. No sabía qué hacer.
Me mostró aquellos carteles, y tan solo me hizo desconfiar más. Era un tipo realmente peligroso con una alta recompensa por su cabeza. No tendría ninguna posibilidad contra él si el precio que se pide va acorde a su poder. No obstante al mirarle a la cara parecía que algo me hacía confiar en él.
No dije una palabra durante toda esa conversación, hasta que se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Realmente me entregaba el cuerpo de ese tipo inconsciente. Un jodido criminal que me permitiría un fácil ingreso en la marina. Una buena oportunidad para comenzar bien mi carrera como marine. Pero antes...
-No se quién eres ni a qué bando perteneces. Pero lo que si se es que a partir de este momento seremos enemigos. Te agradezco este gesto -señalé el cuerpo que yacía a mis pies-, pero me temo que si nos volvemos a encontrar, no será en las mismas condiciones... Cuídate. Dexter Black...
Lo observé cómo se alejaba tranquilamente. Me giré y pude ver que el puerto estaba bastante próximo. Pude ver un navío con la bandera de la gaviota ondeando en lo más alto del mástil principal, el más alto. Volví de nuevo la vista al frente, casi se había marchado. Realmente parecía que podía confiar en él por ésta vez. Lo que no entendía era el motivo. Tal vez su recompensa sea infundada, tal vez alguien manipuló los hechos para hacerle alguien buscado. O tal vez es un sádico que no quiere quedarse sin enemigos. Me temo que muy posiblemente nunca llegue a saber eso.
Me agaché para coger el cuerpo de ese tipo, era algo pesado, pero ya estaba bastante rasgado y magullado, no creo que le importase que le arrastrase unos cuantos metros más, hasta llegar al navío. Algo me dice que mi paso por la marina no será fácil, pero desde luego será toda una experiencia y un gran reto a superar. Y lo lograré, me lo prometí a mí mismo tal y como se lo prometí a mi padre. Lograré protegerles a toda costa.
-Gracias Dexter Black... Estoy en deuda contigo -susurré cuando ya era imposible que me hubiera escuchado.
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Dexter escuchó las palabras del Marine y rió, casi resignado. Era algo triste que el mundo se dividiera tan fácilmente en buenos y malos, pero ni siquiera él estaba libre de ese pecado, del prejuicio que sentía contra cualquier Marine si no ya desde hacía años, desde hacía muchos meses. Era increíble cómo todo cambiaba en un momento y cómo, sin darse cuenta, se había hecho enemigo de quien pudo ser amigo. Todo por no ser del mismo bando, como si eso valiera más que la sangre que en ambos era roja. Sin duda algún día se reencontrarían, no había más remedio.
-El Gobierno tiene enemigos, yo no- dijo, con calma, casi ignorando el comentario del intento de Marine que lo había amenazado-. Aun si pudieras derrotarme, que algún día podrás, tienes mejores cosas que hacer. Intenta llevarte bien con la gente y cumple tu labor, que yo haré lo mismo.
Mientras caminaba pensaba en su acompañante aquella noche. Había matado a sangre fría a un hombre, pero no había hecho nada tras declararse criminal por detenerlo. Sí, se había declarado enemigo, ¿Y quién no? Los cazadores ahora eran enemigos; los Marines, enemigos; los Cipher Pol, enemigos... Dexter ya no tenía más aliados que la ya descompuesta tripulación del Shirokami, que a ver qué hacía con ella.
La luna estaba preciosa, y bajo ella caminaba relajado Dexter, tranquilo en su soledad, solo en su sosiego. Un dragón sin tesoro y un amigo sin gente. Desde Kedra hasta Legim se iban, Alice desparecía y a Nadia se la llevaron por la fuerza... ¿Porqué tenía que aguantar todo eso? ¿Tan malo había sido? En cualquier caso, y pese a todo, aun habiendo cobrado un enemigo, había hecho lo que debía.
-Que Dios Salve a la Marina- dijo, y con un simple aleteo en la noche, el Dragón se fue tranquilamente de la isla-. Nos volveremos a ver, Kimura. Nos volveremos a ver...
-El Gobierno tiene enemigos, yo no- dijo, con calma, casi ignorando el comentario del intento de Marine que lo había amenazado-. Aun si pudieras derrotarme, que algún día podrás, tienes mejores cosas que hacer. Intenta llevarte bien con la gente y cumple tu labor, que yo haré lo mismo.
Mientras caminaba pensaba en su acompañante aquella noche. Había matado a sangre fría a un hombre, pero no había hecho nada tras declararse criminal por detenerlo. Sí, se había declarado enemigo, ¿Y quién no? Los cazadores ahora eran enemigos; los Marines, enemigos; los Cipher Pol, enemigos... Dexter ya no tenía más aliados que la ya descompuesta tripulación del Shirokami, que a ver qué hacía con ella.
La luna estaba preciosa, y bajo ella caminaba relajado Dexter, tranquilo en su soledad, solo en su sosiego. Un dragón sin tesoro y un amigo sin gente. Desde Kedra hasta Legim se iban, Alice desparecía y a Nadia se la llevaron por la fuerza... ¿Porqué tenía que aguantar todo eso? ¿Tan malo había sido? En cualquier caso, y pese a todo, aun habiendo cobrado un enemigo, había hecho lo que debía.
-Que Dios Salve a la Marina- dijo, y con un simple aleteo en la noche, el Dragón se fue tranquilamente de la isla-. Nos volveremos a ver, Kimura. Nos volveremos a ver...
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