Apollo Belea
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Segundos, minutos, horas, días e inclusive semanas pasaron antes de que llegáramos al lugar prometido. Mariejoa, el palacio del Gobierno Mundial y por supuesto de los Tenryuubito. Yo, siendo líder en jefe de la seguridad de Samanta, debía ocuparme de no dormirme en los laurees por cualquier eventualidad, sea en altamar o inclusive en las islas por las que parábamos para comer o abastecernos de recursos de buena calidad. Pero faltaba poco para llegar al dichoso lugar en donde los Tenryuubitos solían vivir, si no es que iban a otras islas a predicar su superioridad y asesinar a todo aquel ser que respirara el mismo aire que ellos. Una vez echamos anclas en el puerto a la entrada de dicha zona en la Red Line, me levanté de mi cama en la cual me encontraba descansando un poco, mirando al techo con las manos apoyadas en mi nuca usando estas como almohada. — ¡Llegamos a Mariejoa! — vociferaba el navegante de dicha embarcación que nos había traído hasta aquí. De un brinco me levanté de la cama, acomodándome las prendas y colocándome el saco negro con líneas verticales blancas que me habían confeccionado antes, el cual lavado y bien oliente me quedaba como guante, ajustado pero dándome el suficiente halo de movimiento como para poder moverme con facilidad y cómodo.
Salí hacia la cubierta, buscando con mi mirada esmeralda, aquel atuendo adecuado y bonito que siempre Samanta solía llevar en ocasiones especiales como esta. Haber venido hasta Mariejoa solamente significaba que vería un sin fin más de Tenryuubitos, y tal vez inclusive correría el peligro de muerte de tan solo ser mal visto por uno de ellos. Siendo el jefe de la seguridad de Lady Samanta para muchos no significaba nada, para ellos era un esclavo más, un sirviente al cual podían maltratar y pisotear como si nada; Busqué a Diana con la mirada, ya que usualmente junto con Janice ululando junto a Samanta, por lo que si las encontraba a ellas, encontraría a la Tenryuubito por igual. El cielo estaba bastante despejado a decir verdad, aunque en la cima de aquel enorme palacio inclusive llegaban a pasearse algunas nubes, dando a notar así la altura en la que se encontraba, teniendo en cuenta también la elevación del Red Line. — "Bonito día..." — pensé. De todos modos preferí bajar al puerto, viendo las escaleras de piedra que llevaban hacia el gran palacio de Mariejoa, impresionando por la magnitud de la edificación. El palacio en el que yo vivía allá en Skypiea era grande, pero nada comparado con esto, sin dudas era una vista más que esplendorosa, digna de admirar.
Salí hacia la cubierta, buscando con mi mirada esmeralda, aquel atuendo adecuado y bonito que siempre Samanta solía llevar en ocasiones especiales como esta. Haber venido hasta Mariejoa solamente significaba que vería un sin fin más de Tenryuubitos, y tal vez inclusive correría el peligro de muerte de tan solo ser mal visto por uno de ellos. Siendo el jefe de la seguridad de Lady Samanta para muchos no significaba nada, para ellos era un esclavo más, un sirviente al cual podían maltratar y pisotear como si nada; Busqué a Diana con la mirada, ya que usualmente junto con Janice ululando junto a Samanta, por lo que si las encontraba a ellas, encontraría a la Tenryuubito por igual. El cielo estaba bastante despejado a decir verdad, aunque en la cima de aquel enorme palacio inclusive llegaban a pasearse algunas nubes, dando a notar así la altura en la que se encontraba, teniendo en cuenta también la elevación del Red Line. — "Bonito día..." — pensé. De todos modos preferí bajar al puerto, viendo las escaleras de piedra que llevaban hacia el gran palacio de Mariejoa, impresionando por la magnitud de la edificación. El palacio en el que yo vivía allá en Skypiea era grande, pero nada comparado con esto, sin dudas era una vista más que esplendorosa, digna de admirar.
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Nos encontrábamos de regreso en mi hogar, una hermosa jaula de oro, en la que permanecí durante casi toda mi vida en mi habitación estudiando, pero mi foco no era mi hogar, era el parque común, y mas concretamente el paraíso de eden, un hermoso jardín dentro de nuestros innumerables acres de bosque, con algunos cuantos arboles de Adam. Me parecía todo bello, pasaba aquí horas mirando cuando tenia buenas noticias, podía recordar que era mi lugar favorito de niña cuando lograba salir y me veía con rinali, si haría un cambio fuerte en mi vida, quería que fuera ese lugar, por lo poco que me documente esta era una fruta del diablo, ¿que era exactamente un diablo?.
No entendía pero todo parecía que seria una experiencia interesante, además muchos hablaban del elevado costo de las frutas, su dificultad para conseguirlas. Y que dotaban a los seres de habilidades únicas y muy diferentes, y cada una de ellas era única. Al parecer cuando me dieron el cofre el magistrado sabia que había dentro, y mas aun parecía estar informado de que habilidad única me daría. No le di importancia y no entendía que era en ese momento, pero ahora tenía una curiosidad amplia de que sucedería. Caminaba frente a los palacios y hogares de otros mas podía ver a lo lejos la casa de mi familia, y el jardín como se iniciaba a extender. Había en la entrada dos gigantes bellas y lindas resguardándolo todo, eran las jardineras, y había un par de sirenas en las fuentes sosteniendo unos jarros. Ahora después de viajar un poco no estaba del todo segura que todos ellos desearan estar en se lugar, al menos sabia de mis sirvientes que ellos mismos estaban alegres y otros mas escogieron esa vida. Pero me pregunto como muchos otros esclavos y sirvientes serian felices. Salude a las dos gigantes, antiguas cuidadoras de mi persona y muy agradables.
-Irene , Matilda estare disfrutando de su trabajo. Muy bien echo, espero allan cuidado todo como siempre.-
Mire a amabas gigantes y pase de largo, ambas se limitaron a expresar una sutil sonrisa.
Pero no importaba en este momento, mi lugar era el de llegar a los tulipanes, hermosos tulipanes que se extendían. Podía ver a Apollo un tanto extrañado, al mismo tiempo maravillado.
-Aquí es mi lugar secreto, solo Diana me acompañaba, Rinali, y ahora tu también lo sabes, adoro este lugar es muy hermoso y relajante me encantaba cuando mas joven llegar aquí a estos parajes llenos de pastizal verde y flores, y dulces sombras por aquellos arboles y ponerme a danzar y relajarme de mis días pesados de estudios. Creo que todas las decisiones fuertes las tome en este punto y las reflexione y e dado lectura sobre mucho del contenido del cofre. Creo que será interesante, además que tendrá un impacto grande en mi vida, creo que es un buen lugar para hacer ese proceso. –
Después de dirigirme a Apollo, tome asiento debajo de una sombra cómoda, y me retire mi burbuja típica, para percibir con mas fuerza el aroma de tan hermoso lugar. Cerré los ojos y me deje llevar por una dulce brisa.
No entendía pero todo parecía que seria una experiencia interesante, además muchos hablaban del elevado costo de las frutas, su dificultad para conseguirlas. Y que dotaban a los seres de habilidades únicas y muy diferentes, y cada una de ellas era única. Al parecer cuando me dieron el cofre el magistrado sabia que había dentro, y mas aun parecía estar informado de que habilidad única me daría. No le di importancia y no entendía que era en ese momento, pero ahora tenía una curiosidad amplia de que sucedería. Caminaba frente a los palacios y hogares de otros mas podía ver a lo lejos la casa de mi familia, y el jardín como se iniciaba a extender. Había en la entrada dos gigantes bellas y lindas resguardándolo todo, eran las jardineras, y había un par de sirenas en las fuentes sosteniendo unos jarros. Ahora después de viajar un poco no estaba del todo segura que todos ellos desearan estar en se lugar, al menos sabia de mis sirvientes que ellos mismos estaban alegres y otros mas escogieron esa vida. Pero me pregunto como muchos otros esclavos y sirvientes serian felices. Salude a las dos gigantes, antiguas cuidadoras de mi persona y muy agradables.
-Irene , Matilda estare disfrutando de su trabajo. Muy bien echo, espero allan cuidado todo como siempre.-
Mire a amabas gigantes y pase de largo, ambas se limitaron a expresar una sutil sonrisa.
Pero no importaba en este momento, mi lugar era el de llegar a los tulipanes, hermosos tulipanes que se extendían. Podía ver a Apollo un tanto extrañado, al mismo tiempo maravillado.
-Aquí es mi lugar secreto, solo Diana me acompañaba, Rinali, y ahora tu también lo sabes, adoro este lugar es muy hermoso y relajante me encantaba cuando mas joven llegar aquí a estos parajes llenos de pastizal verde y flores, y dulces sombras por aquellos arboles y ponerme a danzar y relajarme de mis días pesados de estudios. Creo que todas las decisiones fuertes las tome en este punto y las reflexione y e dado lectura sobre mucho del contenido del cofre. Creo que será interesante, además que tendrá un impacto grande en mi vida, creo que es un buen lugar para hacer ese proceso. –
Después de dirigirme a Apollo, tome asiento debajo de una sombra cómoda, y me retire mi burbuja típica, para percibir con mas fuerza el aroma de tan hermoso lugar. Cerré los ojos y me deje llevar por una dulce brisa.
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Una vez divisé finalmente a Samanta, me acerqué a ella y sin dirigirle la palabra, tan solo le dediqué una sonrisa. Empecé a seguir su paso no muy de cerca, pero sí lo suficiente como para perderle de vista solamente por si las dudas, aunque estuviéramos en territorio seguro uno nunca se es demasiado precavido a la hora de la seguridad de aquella persona a la cual debe cuidar con uñas y dientes, con su propia vida inclusive; Mientras andábamos por los jardines exteriores de Mariejoa, me llevaba varias sorpresas, entre ellas ver a otros Tenryuubitos ahí paseándose como si nada, además de denotar la presencia del Gobierno Mundial por todo el lugar, seguramente eran la propia seguridad del gran palacio que se elevaba imponente. De todas maneras proseguí caminando con Samanta, pasando por un par de gigantes a las que le dediqué una afable sonrisa cuando les miré, aunque posiblemente por la altura que poseían ellas, seguro mi rostro se denotaría poco distinguible.
Una vez llegamos a lo que parecía ser un campo de tulipanes, mi mirada se quedó embelesada con la belleza de ese lugar, era como un campo de ensueño, no había nada parecido allá en Skypiea, todo tenía forma de nube u estaba hecho con nubes, sumamente aburrido, pero esto era diferente, inclusive con Samanta ahí encabezando el pastel cual cereza. Cuando escuché la voz de Samanta, viré la mirada hacia ella por completo, sonriéndole amablemente para que supiera que le prestaba atención.
— Ya veo... me siento ciertamente halagado al tener el derecho de conocer este lugar, Lady Samanta... es realmente hermoso. — murmuraba para luego notar que se había ido a sentar. Me acerqué a ella y me senté en su lado, flexionando las piernas y apoyando los brazos contra las rodillas, soltando un profundo suspiro luego de haber inhalado aquel dulce aroma de las flores. Viré mi mirada hacia Samanta, y mientras ella parecía estar disfrutando del paisaje yo simplemente me dispuse a hablarle tranquilamente. — ¿Sabe? ... Allá en Skypiea nunca había tenido la oportunidad de ver algo como esto, las flores que había no tenían aroma más que a ... mojado, ya sabe, todo hecho de nubes o la mayoría de las cosas al menos. Pero este aroma, tan dulce... es casi hasta embriagante, aunque su perfume me gusta más. — decía de un modo confiado, tal vez de más, debido a que un leve sonroje apareció de golpe en mis mejillas cuando le dije ese halago. No es como si fuese a incomodarme ni nada por el estilo, pero prefería mantener cierto respeto entre nosotros dos, a fin de cuentas no podía darme los lujos de invadir su espacio personal o tomarme ese tipo de confianzas, posiblemente terminaría hartando a la joven y me echarían al carajo, o peor aún... terminarían tratándome como un esclavo, degradándome hasta el punto de parecer un pedazo de basura o un animal.
— Lady Samanta, allá en Dawn Island donde nos conocimos, me preguntó cuales eran mis sueños, pero... — hice una pequeña pausa, resoplando por la nariz antes de proseguir. —¿Cuales son los suyos? Claro, si no le molesta que le pregunte... pero conoce el dicho, la curiosidad mató al gato. — comentaba soltando una pequeña risa, llevándome una mano a la boca tapando mis labios, entrecerrando los ojos y mordiéndome con sutileza el labio inferior, mirando de reojo a Samanta, esperando su respuesta. Era un día tan tranquilo que básicamente no podía creer que fuese real, lejos de toda la Marina, de cualquier peligro inminente que pusiera en riesgo nuestras vidas, ya eso había quedado atrás hace mucho tiempo, al parecer ser guardia de una Tenryuubito tenía sus claras ventajas.
Una vez llegamos a lo que parecía ser un campo de tulipanes, mi mirada se quedó embelesada con la belleza de ese lugar, era como un campo de ensueño, no había nada parecido allá en Skypiea, todo tenía forma de nube u estaba hecho con nubes, sumamente aburrido, pero esto era diferente, inclusive con Samanta ahí encabezando el pastel cual cereza. Cuando escuché la voz de Samanta, viré la mirada hacia ella por completo, sonriéndole amablemente para que supiera que le prestaba atención.
— Ya veo... me siento ciertamente halagado al tener el derecho de conocer este lugar, Lady Samanta... es realmente hermoso. — murmuraba para luego notar que se había ido a sentar. Me acerqué a ella y me senté en su lado, flexionando las piernas y apoyando los brazos contra las rodillas, soltando un profundo suspiro luego de haber inhalado aquel dulce aroma de las flores. Viré mi mirada hacia Samanta, y mientras ella parecía estar disfrutando del paisaje yo simplemente me dispuse a hablarle tranquilamente. — ¿Sabe? ... Allá en Skypiea nunca había tenido la oportunidad de ver algo como esto, las flores que había no tenían aroma más que a ... mojado, ya sabe, todo hecho de nubes o la mayoría de las cosas al menos. Pero este aroma, tan dulce... es casi hasta embriagante, aunque su perfume me gusta más. — decía de un modo confiado, tal vez de más, debido a que un leve sonroje apareció de golpe en mis mejillas cuando le dije ese halago. No es como si fuese a incomodarme ni nada por el estilo, pero prefería mantener cierto respeto entre nosotros dos, a fin de cuentas no podía darme los lujos de invadir su espacio personal o tomarme ese tipo de confianzas, posiblemente terminaría hartando a la joven y me echarían al carajo, o peor aún... terminarían tratándome como un esclavo, degradándome hasta el punto de parecer un pedazo de basura o un animal.
— Lady Samanta, allá en Dawn Island donde nos conocimos, me preguntó cuales eran mis sueños, pero... — hice una pequeña pausa, resoplando por la nariz antes de proseguir. —¿Cuales son los suyos? Claro, si no le molesta que le pregunte... pero conoce el dicho, la curiosidad mató al gato. — comentaba soltando una pequeña risa, llevándome una mano a la boca tapando mis labios, entrecerrando los ojos y mordiéndome con sutileza el labio inferior, mirando de reojo a Samanta, esperando su respuesta. Era un día tan tranquilo que básicamente no podía creer que fuese real, lejos de toda la Marina, de cualquier peligro inminente que pusiera en riesgo nuestras vidas, ya eso había quedado atrás hace mucho tiempo, al parecer ser guardia de una Tenryuubito tenía sus claras ventajas.
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Mientras estaba en aquel lugar, disfrutando pude escuchar un poco mas sobre las tierras misteriosas de donde provenía Apollo, resultaba inconcebible para mi el echo de que todo fuera nube, si la nube solo es un gas. Me daba gusto que compartiera el sentimiento de tranquilidad y gusto por este jardín como yo, aun que creo que era por cuestiones diferentes. De pronto me abrió un tema curioso.
-Bueno a decir verdad nunca tuve un sueño propio, al principio solo quería cumplir las metas de mi padre que eran conseguir mas ganancias, y hacer mas prospera a la familia, tener mas reinos e islas. Después llego rinali, mi mejor amiga ella me incentivo a vivir con mas fuerza a salir y explorar, pero esos eran sus sueños no los míos, pero termine saliendo a explorar el mundo, y por tonto que parezca buscaba fantasmas.
Pero después en mi viaje conocí un poco más de la humanidad, se nos enseña a los tenryuubitos, el gran sacrificio real que realizamos, para luchar en el siglo de los invasores de … creo que no debería decir eso. Es mas conocido como un tramo de la historia en blanco. Siglo vacío. Dimos nuestros recursos, personas nuestras propias vidas para enfrentar un adversario. Y ocultar una tragedia inmensa. Por ende toda la vida que no sea la nuestra solo se dio gracias a nosotros. Puedo entender aquel punto, y muchas personas jamás llegaran a entender el tremendo sacrificio que realizaron nuestras familias sin ningún otro sentido que salvar a todos. El problema es que nosotros mismos, en algunas familias han olvidado eso. Abusan de su poder, si bien hay gente miserable aquí, y creen que están siendo prisioneros los mismos tenryuubitos son prisioneros del miedo. No salen casi, y aun que sabemos que el mundo es nuestro, solo es nuestro para organizarlo y mantener un balance no para explotarlo y destruir la vida que contiene el mismo.
Yo… yo tengo un deseo. Quiero que este mundo recobre el camino de justicia. Yo por eso estudie para ser juez, yo quiero impartir la justicia de la manera mas correcta que jamás nadie allá podido hacer. Juzgare a todos. Hay tenryuubitos que merecen todo lo que poseen pero hay otros mas que no tienen educación ni merecen el titulo de noble, son asquerosos, repulsivos. Pero hemos de respetar a los descendientes en pos de la memoria de sus antecesores y su gran sacrificio. Pero no pretendo quedarme y hacer la vista gorda. No estoy para ayudar a todos. Pero quiero limpiar a los que tienen poder y lo ejercen mal. El poder esta para servir en bien de todos, es como cualquier negocio, si tratas bien a tus trabajadores, serán mas productivos y leales a ti. Cada uno hace un deber. Y el mio será cortar las frutas podridas. Mi sueño es intentar hacer eso. Juzgare a todo con poder. Sea bueno o malo y seré justa. Se que eso me ocasionara enemigos. Solo espero poder cortar las frutas suficientes antes de que mi vida misma sea cortada. Ya que será un sendero sin final alegre.-
Al terminar no me había percatado pero Diana estaba parada sosteniendo el cofre. No dijo nada solo deposito el cofre en el suelo, un plato y unos cubiertos luego tendió un mantel coloco 3 cojines y acomodo todo sobre el mantel .
-Bueno a decir verdad nunca tuve un sueño propio, al principio solo quería cumplir las metas de mi padre que eran conseguir mas ganancias, y hacer mas prospera a la familia, tener mas reinos e islas. Después llego rinali, mi mejor amiga ella me incentivo a vivir con mas fuerza a salir y explorar, pero esos eran sus sueños no los míos, pero termine saliendo a explorar el mundo, y por tonto que parezca buscaba fantasmas.
Pero después en mi viaje conocí un poco más de la humanidad, se nos enseña a los tenryuubitos, el gran sacrificio real que realizamos, para luchar en el siglo de los invasores de … creo que no debería decir eso. Es mas conocido como un tramo de la historia en blanco. Siglo vacío. Dimos nuestros recursos, personas nuestras propias vidas para enfrentar un adversario. Y ocultar una tragedia inmensa. Por ende toda la vida que no sea la nuestra solo se dio gracias a nosotros. Puedo entender aquel punto, y muchas personas jamás llegaran a entender el tremendo sacrificio que realizaron nuestras familias sin ningún otro sentido que salvar a todos. El problema es que nosotros mismos, en algunas familias han olvidado eso. Abusan de su poder, si bien hay gente miserable aquí, y creen que están siendo prisioneros los mismos tenryuubitos son prisioneros del miedo. No salen casi, y aun que sabemos que el mundo es nuestro, solo es nuestro para organizarlo y mantener un balance no para explotarlo y destruir la vida que contiene el mismo.
Yo… yo tengo un deseo. Quiero que este mundo recobre el camino de justicia. Yo por eso estudie para ser juez, yo quiero impartir la justicia de la manera mas correcta que jamás nadie allá podido hacer. Juzgare a todos. Hay tenryuubitos que merecen todo lo que poseen pero hay otros mas que no tienen educación ni merecen el titulo de noble, son asquerosos, repulsivos. Pero hemos de respetar a los descendientes en pos de la memoria de sus antecesores y su gran sacrificio. Pero no pretendo quedarme y hacer la vista gorda. No estoy para ayudar a todos. Pero quiero limpiar a los que tienen poder y lo ejercen mal. El poder esta para servir en bien de todos, es como cualquier negocio, si tratas bien a tus trabajadores, serán mas productivos y leales a ti. Cada uno hace un deber. Y el mio será cortar las frutas podridas. Mi sueño es intentar hacer eso. Juzgare a todo con poder. Sea bueno o malo y seré justa. Se que eso me ocasionara enemigos. Solo espero poder cortar las frutas suficientes antes de que mi vida misma sea cortada. Ya que será un sendero sin final alegre.-
Al terminar no me había percatado pero Diana estaba parada sosteniendo el cofre. No dijo nada solo deposito el cofre en el suelo, un plato y unos cubiertos luego tendió un mantel coloco 3 cojines y acomodo todo sobre el mantel .
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El relato de Samanta se me hacía más que melancólico, porque realmente entendía por lo que los Tenryuubitos habían pasado, y aunque no justificaba en absoluto las crueldades que hacían usualmente con aquellos que consideraban inferiores a ellos, de todas maneras podía entender el porqué de creer que tenían un poder y excelencia superior a la de los demás, inclusive a la de los nobles más importantes de todo el mundo; Soltaba un suspiro a medida que una leve sonrisa se dibujaba en mi rostro, encogiéndome de hombros y retrayendo más aún mis piernas a medida que escondía mi boca por unos segundos entre mis rodillas. Cerré los ojos por unos segundos queriendo imaginarme todas esas vivencias de las viejas familias que ahora se consideraban Tenryuubitos. ¿Cuantos habrían soñado por saber un trozo de aquel Siglo Vacío? Un pecado capital para el Gobierno Mundial siquiera mencionarlo, y yo estaba allí, averiguando más del pasado del mundo gracias a Samanta. Complacido por lo que me confiaba, llevé mi mano diestra a la zurda de la fémina, apoyándola gentilmente sobre el dorso de esta y mirándola de reojo al erguir mi postura y dar a descubrir que en mi rostro se encontraba la expresión más agradecida y alegre que alguien en toda su vida podría mostrar.
— Tal vez me esté adelantando a los hechos, y quizás me esté tomando esto como un halago cuando realmente no lo sea, pero... — hice una leve pausa, inhalando profundo y exhalando en un suspiro contento. — Te agradezco enormemente que confíes en mi para decirme tus deseos, como yo he confiado en ti para decirte los míos. Te aseguro... que no estarás sola en ese sueño, estaré yo para protegerte... y no solamente yo, sino los demás... Diana, Ana, Janice y Derrick. — mencionaba a casa uno de sus demás sirvientes, a medida que llevaba mi otra mano también hacia su mano izquierda, mordiéndome un poco el labio inferior tal vez para aguantar la emoción -desconociendo completamente lo que había dentro de aquel cofre que Diana había traído con manteles y demás-; Rápidamente me di cuenta que tal vez estaba invadiendo demasiado su espacio personal y abusando de la pequeña confianza que la chica había depositado en mi, por lo que separándome nuevamente de manera rauda y sin titubear, volví a ponerme erguido, soltando la mano de Samanta y aclarando la garganta, algo avergonzado. — Perdón... me dejé llevar por el momento, eso es todo. No volverá a pasar, Lady Samanta. — me disculpaba volviendo a una seriedad rara e incómoda, ya que no era muy en mi ponerme todo serio inclusive frente a una eminencia como ella, pero es que la situación me había dejado más que "pegado" por decir lo menos.
— Ehm... me animo a preguntar, pero... ¿qué es lo que hay adentro de dicho cofre? Recuerdo haberlo visto con usted en otro lado, pero no tengo memoria de lo que contenía, aunque si hay cubiertos y demás... he de suponer que algo para comer. — inquirí con "inocencia", ya que podría ser un alimento, pero... ¿en un cofre, tan importante era? Posiblemente era un ingrediente más que especial, caro y difícil de conseguir, pero quien sabe. A estas alturas solamente podía imaginarme qué tipo de alimento consumiría Samanta en esa tarde de verano.
— Tal vez me esté adelantando a los hechos, y quizás me esté tomando esto como un halago cuando realmente no lo sea, pero... — hice una leve pausa, inhalando profundo y exhalando en un suspiro contento. — Te agradezco enormemente que confíes en mi para decirme tus deseos, como yo he confiado en ti para decirte los míos. Te aseguro... que no estarás sola en ese sueño, estaré yo para protegerte... y no solamente yo, sino los demás... Diana, Ana, Janice y Derrick. — mencionaba a casa uno de sus demás sirvientes, a medida que llevaba mi otra mano también hacia su mano izquierda, mordiéndome un poco el labio inferior tal vez para aguantar la emoción -desconociendo completamente lo que había dentro de aquel cofre que Diana había traído con manteles y demás-; Rápidamente me di cuenta que tal vez estaba invadiendo demasiado su espacio personal y abusando de la pequeña confianza que la chica había depositado en mi, por lo que separándome nuevamente de manera rauda y sin titubear, volví a ponerme erguido, soltando la mano de Samanta y aclarando la garganta, algo avergonzado. — Perdón... me dejé llevar por el momento, eso es todo. No volverá a pasar, Lady Samanta. — me disculpaba volviendo a una seriedad rara e incómoda, ya que no era muy en mi ponerme todo serio inclusive frente a una eminencia como ella, pero es que la situación me había dejado más que "pegado" por decir lo menos.
— Ehm... me animo a preguntar, pero... ¿qué es lo que hay adentro de dicho cofre? Recuerdo haberlo visto con usted en otro lado, pero no tengo memoria de lo que contenía, aunque si hay cubiertos y demás... he de suponer que algo para comer. — inquirí con "inocencia", ya que podría ser un alimento, pero... ¿en un cofre, tan importante era? Posiblemente era un ingrediente más que especial, caro y difícil de conseguir, pero quien sabe. A estas alturas solamente podía imaginarme qué tipo de alimento consumiría Samanta en esa tarde de verano.
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Me encontraba en el jardín cuando de pronto sentí la invasión de espacio personal, mi espacio vital era invadido no sabia como sentirme, mire rápidamente a Apollo luego mire a Diana, ella fingía no ver, podía ver como fingía. Después recobro la compostura asi debía ser. Pero mi corazones taba exaltado. Me levante y camine hacia Diana. Ignore de lleno a Apollo.
-Bueno por lo poco que se esta cosa debe ser una habilidad extraordinaria, nose que clase de objeto sea ni como se creo o consiguió. Pero solo me resta entrar a ese mundo. –
Abrí el cofre, tome la fruta la deposite sobre el plato y tome unos cubiertos. El proceso era simple, debía comerla. El aroma era acido, su color amarillo verdoso, su forma era igual que la de una manzana pero un tanto más grande, no podía sostenerla con facilidad con una mano. Al cortar la fruta, podía sentir un aroma acido, como un juego concentrado de limón, no pude poner otro rostro mas que como si comiera la fruta ya. Mis ojso se cerraron y mi rostro se arrugo pude sentir una presión en mis encías y mi mandíbula. Era una sensación muy curiosa.
Corte una rebanada e inicie a comer, lentamente, mi rostro quedo neutro, su sabor era terrible, sabia a cerilla con hollín y pimienta acida. Era desagradable, no entendía como seria todo pero continúe comiéndolo hasta terminarlo, después como si me abstrajera quede sumergida en una especie de proyección veía caminar a Diana, y como pasaba en reversa todo.
-My Lady Samanta, que sucede, esta bien, Apollo parece que se desmayo.- Intente desesperadamente tomar a mi Lady, use mis conocimientos de medicina, para intentar que recobrara la conciencia, pero estaba sumergida en un trance al menos sabía que estaba bien y viva, su ritmo era normal y sus ojos se movían como si soñaría. Estaba preocupada me limite a ver a Apollo.
-Bueno por lo poco que se esta cosa debe ser una habilidad extraordinaria, nose que clase de objeto sea ni como se creo o consiguió. Pero solo me resta entrar a ese mundo. –
Abrí el cofre, tome la fruta la deposite sobre el plato y tome unos cubiertos. El proceso era simple, debía comerla. El aroma era acido, su color amarillo verdoso, su forma era igual que la de una manzana pero un tanto más grande, no podía sostenerla con facilidad con una mano. Al cortar la fruta, podía sentir un aroma acido, como un juego concentrado de limón, no pude poner otro rostro mas que como si comiera la fruta ya. Mis ojso se cerraron y mi rostro se arrugo pude sentir una presión en mis encías y mi mandíbula. Era una sensación muy curiosa.
Corte una rebanada e inicie a comer, lentamente, mi rostro quedo neutro, su sabor era terrible, sabia a cerilla con hollín y pimienta acida. Era desagradable, no entendía como seria todo pero continúe comiéndolo hasta terminarlo, después como si me abstrajera quede sumergida en una especie de proyección veía caminar a Diana, y como pasaba en reversa todo.
-My Lady Samanta, que sucede, esta bien, Apollo parece que se desmayo.- Intente desesperadamente tomar a mi Lady, use mis conocimientos de medicina, para intentar que recobrara la conciencia, pero estaba sumergida en un trance al menos sabía que estaba bien y viva, su ritmo era normal y sus ojos se movían como si soñaría. Estaba preocupada me limite a ver a Apollo.
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Más que por el hecho de haber sido ignorado completamente por Samanta, lo que más me había molestado o mejor dicho molestado había sido el simple hecho de que no pudo resistir levantarse de su lugar y básicamente alejarse repentinamente de allí, respondiendo mi duda y tomando el cofre con suma atención, abriéndolo y tomando su contenido con cierta delicadeza. Me le quedaba mirando atentamente, levantándome de mi lugar y sin comprender muy bien de qué se trataba aquello. Desde lejos ya podía sentir aquel aroma intenso que provenía de dicha fruta, ¿una Akuma no Mi entonces? Solamente me dediqué a mirar atentamente cómo la consumía, hasta que "eso" sucedió. Su mente entró en un trance en el cual se quedó mirando fijamente a su sirvienta, Diana. Esta preocupada tomó a Samanta en brazos intentando usar sus conocimientos médicos para al menos estabilizar a su ama, pero nada parecía funcionar realmente; Diana me miró como si esperara que le dijera lo que realmente estaba sucediendo aunque yo sabía de esto tanto como ella: Nada; de todos modos me acerqué a Samanta, pero sin tocar su cuerpo ni nada por el estilo, eso se lo dejaría a Diana únicamente, yo solamente estaba encargado de su seguridad y nada más.
— ¿Qué le sucede? ... Comió esa fruta y repentinamente se puso así. — decía en un tono inseguro, ya que prácticamente era la primera vez que veía los efectos de una Akuma no Mi actuar de ese modo. Habían varios en Skypiea que eran poseedores de poderes de esa índole gracias a esas frutas del diablo, pero ninguna como la que había sucedido con Samanta, ¿es que acaso ella era más sensible a sus efectos? Quien sabe, pero preferí ver cómo Diana iba a por Derrick, el cual vino rápidamente tomando en brazos a Lady Samanta, llevándola consigo hacia el interior de aquel enorme castillo, directo al dormitorio de la fémina donde la recostó boca arriba, abriendo un poco sus prendas solamente para que pudiese respirar mejor pero sin revelar nada demasiado íntimo más que las clavículas de la contraria. Yo no pude entrar debido a que todo aquello era tan caótico que Derrick prefirió impedirme la entrada mientras la estabilizaban, cerrando la puerta tras él; Quien sabe cuanto tiempo habrá pasado desde que metieron a Samanta en esa habitación, pero el silencio que había en todo aquel enorme pasillo era hasta intimidante, ya que no escuchaba nada más que algunos pasos pesados dentro del dormitorio. Me apoyé en la pared al lado derecho del umbral de la puerta, esperando evidentemente que alguien abriera la puerta, hasta que Diana lo hizo.
Cuando salió de aquella habitación, me acerqué a ella lo suficiente para notar mi preocupación. Era raro que me preocupase por alguien que no conocía casi de nada, pero a fin de cuentas ahora gracias a esa persona que no conozco de nada, estaba teniendo una vida que antes podría solamente haber tenido en sueños; — Diana... ¿cómo está Lady Samanta? — le cuestionaba poniendo gentilmente una mano en uno de sus hombros, fijando mi verdoso mirar sobre sus orbes oculares.
— ¿Qué le sucede? ... Comió esa fruta y repentinamente se puso así. — decía en un tono inseguro, ya que prácticamente era la primera vez que veía los efectos de una Akuma no Mi actuar de ese modo. Habían varios en Skypiea que eran poseedores de poderes de esa índole gracias a esas frutas del diablo, pero ninguna como la que había sucedido con Samanta, ¿es que acaso ella era más sensible a sus efectos? Quien sabe, pero preferí ver cómo Diana iba a por Derrick, el cual vino rápidamente tomando en brazos a Lady Samanta, llevándola consigo hacia el interior de aquel enorme castillo, directo al dormitorio de la fémina donde la recostó boca arriba, abriendo un poco sus prendas solamente para que pudiese respirar mejor pero sin revelar nada demasiado íntimo más que las clavículas de la contraria. Yo no pude entrar debido a que todo aquello era tan caótico que Derrick prefirió impedirme la entrada mientras la estabilizaban, cerrando la puerta tras él; Quien sabe cuanto tiempo habrá pasado desde que metieron a Samanta en esa habitación, pero el silencio que había en todo aquel enorme pasillo era hasta intimidante, ya que no escuchaba nada más que algunos pasos pesados dentro del dormitorio. Me apoyé en la pared al lado derecho del umbral de la puerta, esperando evidentemente que alguien abriera la puerta, hasta que Diana lo hizo.
Cuando salió de aquella habitación, me acerqué a ella lo suficiente para notar mi preocupación. Era raro que me preocupase por alguien que no conocía casi de nada, pero a fin de cuentas ahora gracias a esa persona que no conozco de nada, estaba teniendo una vida que antes podría solamente haber tenido en sueños; — Diana... ¿cómo está Lady Samanta? — le cuestionaba poniendo gentilmente una mano en uno de sus hombros, fijando mi verdoso mirar sobre sus orbes oculares.
- OFF-ROL:
- Disculpa por controlar a tus sirvientes y tal, pero me parecía que sino nos habríamos quedado estancados ahí en el campo. xD Drama pls (?)
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Me encontraba mareada y aun estaba algo desconcertada, podía ver unos libreros y un escritorio de caoba rojo con vetas negras finamente creado a mano, como es que sabia eso, por que esa habitación era mía. Mire a mi entorno. Pude ver a Derrick y a Diana, estaban pálidos y se notaban un poco mas aliviados. Diana me señalo con la mirada y movió ligeramente su ceja izquierda era una señal cuando quería algo indicarme donde estaba si no lo tenia cerca. En este caso asumí que busque con la mirada a apollo y ella lo interpreto de inmediato.
Moví mi mano con gran vigor, en dirección a la puerta luego la agite para que entendieran que quería estar sola. Mire a diana sin parpadear, una mirada fija y afirme con la cabeza. Después mire con calma y algo de temor los objetos no sabia cuanto tiempo me había perdido. Pero veía objetos cosas vidas, era muy confuso me sentía tullida, y además algo mareada. Mire la habitación podía ver alfombras sofás, mesas de te, un gran balcón que daba vista a el jardín de mi hogar. Un jardín con su propio laberinto de rosas, y un poco mas lejos unas caballerizas. Y la mansión se extendía hasta unas montanas que era el fin de nuestro jardín e iniciaba el terreno baldío que no habíamos querido construir.
Diana salió y cerro la puerta detrás de ella, minutos mas tarde derrick también salió. Diana se aseguraría de informar a mi familia de mi ingreso y que tomaría un apr de cosas para continuar con mi viaje además de mi nuevo titulo extra.
-Hola mi lord Apollo, mi querida Sam gusta que pase adentro le aconsejo que se quede parado a 3 metros de ella.-
Sin mas Diana realizo una ligera reverencia muy sutil con la cabeza y paso a seguir caminando por el pasillo. Maderas de madera con retoques y todo finamente pulido y brillante alumbrado con unas gentiles y suaves velas.
Moví mi mano con gran vigor, en dirección a la puerta luego la agite para que entendieran que quería estar sola. Mire a diana sin parpadear, una mirada fija y afirme con la cabeza. Después mire con calma y algo de temor los objetos no sabia cuanto tiempo me había perdido. Pero veía objetos cosas vidas, era muy confuso me sentía tullida, y además algo mareada. Mire la habitación podía ver alfombras sofás, mesas de te, un gran balcón que daba vista a el jardín de mi hogar. Un jardín con su propio laberinto de rosas, y un poco mas lejos unas caballerizas. Y la mansión se extendía hasta unas montanas que era el fin de nuestro jardín e iniciaba el terreno baldío que no habíamos querido construir.
Diana salió y cerro la puerta detrás de ella, minutos mas tarde derrick también salió. Diana se aseguraría de informar a mi familia de mi ingreso y que tomaría un apr de cosas para continuar con mi viaje además de mi nuevo titulo extra.
-Hola mi lord Apollo, mi querida Sam gusta que pase adentro le aconsejo que se quede parado a 3 metros de ella.-
Sin mas Diana realizo una ligera reverencia muy sutil con la cabeza y paso a seguir caminando por el pasillo. Maderas de madera con retoques y todo finamente pulido y brillante alumbrado con unas gentiles y suaves velas.
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— "Hola mi Lord Apollo, mi querida Sam gusta que pase adentro. Le aconsejo que se quede parado a tres metros de ella." — me decía con un tono serio Diana. Me le quedé mirando por unos momentos sin entender perfectamente a lo que se refería, pero sabía exactamente que podía confiar en su palabra si lo que decía iba en serio como ahora. Derrick también salió de ese dormitorio en el que se encontraba Samanta. ¿Porqué me había dicho Lord Apollo, es que acaso en escala de importancia de labores, yo estaba encima? Quien sabe, pero no me agradaba ser tratado como un superior cuando éramos todos iguales, sirvientes de una misma joven Tenryuubito que nos trataba de la mejor manera posible, directamente no parecía una verdadera Noble Mundial teniendo en cuenta cómo se comportaban los demás, pero al menos agradecía eso con toda mi alma, y cuerpo en realidad... ya que seguro ahora estaría muerto si la personalidad de Samanta fuese otra; Preferí ignorar todas esas extrañas señales que parecían darme los demás, y me adentré lentamente al dormitorio. Allí le vi, recostada en su cómodo colchón, se le veía tan apacible y afable que hasta una leve sonrisa se dibujó en mi rostro al notar que estaba mejor que antes.
De todos modos preferí hacer caso a lo que me habían recomendado, y me quedé a algunos metros de distancia de ella. Aclaré mi garganta y me le quedé mirando, apoyado en la pared que estaba al lado de la puerta, mordiéndome levemente el labio inferior por unos momentos antes de dignarme a hablar. No me encogí de hombros ni nada por el estilo, es más... mantenía una postura erguida y educada en su soberana presencia. — Lady Samanta... me alegra saber que está mejor. — empecé diciéndole mientras sonreía levemente, la verdad que hallaba regocijo en estar a su lado, tal vez por el simple hecho de que esa era mi tarea como su sirviente, pero también había algo de lo que no me daba cuenta, simplemente prefería ignorar eso y dejar lo básico; Fui acercándome más, tal vez ignorando un poco las advertencias de Diana, si quería ser su guardaespaldas, debía tomar esos riesgos para estar a su lado. — ¿No hay nada en lo que pueda servirle ahora mismo, Lady Samanta? Por favor, cualquier cosa que se le ocurra no se avergüence en pedírmelo. — decía siempre caballeroso, con una expresión más que afable en mi rostro. Me había acostumbrado a tratarla así, como si fuese una niña a la cual yo estaba malcriando con mimos a granel, pero así era mi naturaleza, ayudar a los demás siempre y cuando hallara una ventaja en ello para mi, y en mi caso, era seguir siendo su fiel sirviente y guardaespalda confiado.
De todos modos preferí hacer caso a lo que me habían recomendado, y me quedé a algunos metros de distancia de ella. Aclaré mi garganta y me le quedé mirando, apoyado en la pared que estaba al lado de la puerta, mordiéndome levemente el labio inferior por unos momentos antes de dignarme a hablar. No me encogí de hombros ni nada por el estilo, es más... mantenía una postura erguida y educada en su soberana presencia. — Lady Samanta... me alegra saber que está mejor. — empecé diciéndole mientras sonreía levemente, la verdad que hallaba regocijo en estar a su lado, tal vez por el simple hecho de que esa era mi tarea como su sirviente, pero también había algo de lo que no me daba cuenta, simplemente prefería ignorar eso y dejar lo básico; Fui acercándome más, tal vez ignorando un poco las advertencias de Diana, si quería ser su guardaespaldas, debía tomar esos riesgos para estar a su lado. — ¿No hay nada en lo que pueda servirle ahora mismo, Lady Samanta? Por favor, cualquier cosa que se le ocurra no se avergüence en pedírmelo. — decía siempre caballeroso, con una expresión más que afable en mi rostro. Me había acostumbrado a tratarla así, como si fuese una niña a la cual yo estaba malcriando con mimos a granel, pero así era mi naturaleza, ayudar a los demás siempre y cuando hallara una ventaja en ello para mi, y en mi caso, era seguir siendo su fiel sirviente y guardaespalda confiado.
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La habitación era apacible y tranquila, me encontraba sentada sobre mi cama, podía ver a Apollo parado servicial. Había tenido una experiencia muy extraña y aun no entendía que sucedía del todo. Pero estaba claro que tenia una habilidad. Pero aun recuerdo aquel momento en el jardín, sin embargo era un lugar impropio, traía mis lentes de armazón negro. Mire profundamente a Apollo, me levante de mi cama. Fruncí mi ceja y avance el fue el primer hombre de mi edad, era agradable, incluso no me había tocado habar con hombres interactuar, si no era por meros negocios. El fue el primero y fue muy amable conmigo desde el primer momento. Educado y cortes.
-Calla y no hables.-
Me acerque con pasos decididos, y acorte la distancia hasta poder quedar a un brazo de longitud. Alse mi mano y le tome de la corbata lo jale bruscamente hacia abajo pero solo un poco, y después lo jale a mi en lo que deba un paso, mi otra mano lo tomo del cuello y acerque mi rostro hasta al de el. Lo besaría, pero inicie a ver como me esperaba fuera de la puerta. Después caminábamos y quedaba en el parque podía verlo, y regresaba mas y mas. Veía el viaje de apollo, creía que sucedía desde la perspectiva de la corbata.
Samanta quedo inmóvil y quieta sujetándole y acercándole. No se notaba la diferencia entre sus movimientos pero se encontraba perdida viendo otra vida.
-Calla y no hables.-
Me acerque con pasos decididos, y acorte la distancia hasta poder quedar a un brazo de longitud. Alse mi mano y le tome de la corbata lo jale bruscamente hacia abajo pero solo un poco, y después lo jale a mi en lo que deba un paso, mi otra mano lo tomo del cuello y acerque mi rostro hasta al de el. Lo besaría, pero inicie a ver como me esperaba fuera de la puerta. Después caminábamos y quedaba en el parque podía verlo, y regresaba mas y mas. Veía el viaje de apollo, creía que sucedía desde la perspectiva de la corbata.
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¿"Calla y no hables"? Significando la misma cosa, de todos modos logró justamente eso, que de mis labiales ni una sola palabra fuera emitida. Un intenso sonroje apareció en mis mejillas cuando jaló de mi corbata y me agarró de la nuca prácticamente arrastrándome y arrimándome a ella de golpe. Me sorprendía su repentina actitud y cambio de personalidad, era como si fuese una chica totalmente diferente a la que había conocido allá en el Reino de Goa... ¿O tal vez la realidad era otra, que esa forma de comportarse no era más que una parte más de su forma de ser? Hasta ahora no lo sabría por el momento, pero parecía... ida justo cuando acercó sus labios a los míos, inclusive seguía avanzando. Mi corazón latía a mil por hora, con terror más que vergüenza debido a que desconocía totalmente sus intenciones en ese momento. Me habían recomendado que no me acercara a ella y simplemente lo hizo ella sin más. — ¿Lady... Samanta? — murmuraba animándome a dejar de acatar sus órdenes por el momento, debido a que no parecía ella misma en esos momentos. No, no le besé, ni dejaría que me besara tampoco, parecía fuera de sus cabales, sumida en sus pensamientos u visiones de historias vividas que recordaba con una memoria más allá de lo eidético; Le tomé en mis brazos, rodeando su cintura torneada con ambos mientras le apegaba a mi, en un intento casi que desesperado y entorpecido de movimientos para moverla hasta la cama. Fue tan costoso hacerlo que prácticamente terminé encima de ella ambos tumbados en su colchón sobre las sábanas sedosas y de buena calidad por culpa de que me estaba tomando no solo de la nuca sino también de la corbata, ahorcándome un poco en el proceso de hacer aquello.
— Lady Samanta, por favor... me está ahorcando. — murmuraba entrecortadamente, debido a que me imposibilitaba un poco la respiración. Si quería salvar mi pescuezo debería actuar de manera un poco bruta, por más que eso tal vez me costara la tranquilidad por el resto del día. Le tomé de las muñecas con firmeza, obligándola prácticamente a dejar sus brazos apoyados a los lados de su cabeza en la cama, dedicándole una seria mirada. No podía creer que los efectos de la Akuma no Mi que había consumido estuviesen afectándole tanto, seguramente el acostumbrarse a estos nuevos poderes sería algo más que complicado para alguien que la vida le había tratado de maravilla siendo una Tenryuubito desde nacimiento posiblemente. Decidí gritarle como último recurso para que despertara de aquel letargo en vida en el que parecía encontrarse, aún encima de ella, apoyando mis manos a ambos lados de su cintura contra la cama, arrugando un poco el ceño. No quería sonar rudo ni mucho menos malhumorado, solamente deseaba que volviera a la realidad de la cual la Akuma no Mi la había arrebatado. — ¡Samanta, espabila ya! — vociferé, no demasiado fuerte pero sí lo suficiente como para despertar a alguien dormido dentro de aquella habitación en la que nos encontrábamos. Me le quedé mirando fijo, sus ojos... sus labios, ¿cuantas veces me habré preguntado en esta vida si alguna vez estaría tan cerca de una chica como lo estaba ahora con ella? Y pensar, que momentos atrás lo estuvimos aún más inclusive. ¿Quien lo diría? ... Y cuántos habrán deseado estar en mi lugar, ¿pero qué lugar era ese? Si ni beso hubo... ¡Bah! Hay que dejar las cosas mundanas para otro momento, ya que ahora mismo, lo que me interesaba más es que Samanta volviera en sí por más que eso me costara una posible bofetada luego de que ella me haya ordenado silencio.
— Lady Samanta, por favor... me está ahorcando. — murmuraba entrecortadamente, debido a que me imposibilitaba un poco la respiración. Si quería salvar mi pescuezo debería actuar de manera un poco bruta, por más que eso tal vez me costara la tranquilidad por el resto del día. Le tomé de las muñecas con firmeza, obligándola prácticamente a dejar sus brazos apoyados a los lados de su cabeza en la cama, dedicándole una seria mirada. No podía creer que los efectos de la Akuma no Mi que había consumido estuviesen afectándole tanto, seguramente el acostumbrarse a estos nuevos poderes sería algo más que complicado para alguien que la vida le había tratado de maravilla siendo una Tenryuubito desde nacimiento posiblemente. Decidí gritarle como último recurso para que despertara de aquel letargo en vida en el que parecía encontrarse, aún encima de ella, apoyando mis manos a ambos lados de su cintura contra la cama, arrugando un poco el ceño. No quería sonar rudo ni mucho menos malhumorado, solamente deseaba que volviera a la realidad de la cual la Akuma no Mi la había arrebatado. — ¡Samanta, espabila ya! — vociferé, no demasiado fuerte pero sí lo suficiente como para despertar a alguien dormido dentro de aquella habitación en la que nos encontrábamos. Me le quedé mirando fijo, sus ojos... sus labios, ¿cuantas veces me habré preguntado en esta vida si alguna vez estaría tan cerca de una chica como lo estaba ahora con ella? Y pensar, que momentos atrás lo estuvimos aún más inclusive. ¿Quien lo diría? ... Y cuántos habrán deseado estar en mi lugar, ¿pero qué lugar era ese? Si ni beso hubo... ¡Bah! Hay que dejar las cosas mundanas para otro momento, ya que ahora mismo, lo que me interesaba más es que Samanta volviera en sí por más que eso me costara una posible bofetada luego de que ella me haya ordenado silencio.
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Me sentía atormentada por una corriente de sentimientos, de ideas, de sufrimiento, veía todo ir venir, como sucedía, era confuso me mareaba y me dolía la cabeza. Podía ver las cosas, pero sentía mis brazos sentían un apretón, no escuchaba ni veía nada que no fuera el pasado de aquella corbata, y por ende de su portador. Pero al mismo tiempo podía sentir mi cuerpo, y el roce de otro cuerpo, la fuerza al sujetarme.
Me sentía extraña mientras veía una vida, escuchaba una vida, sentía otra muy diferente, tras un poco recupere mi sentido de donde y como estaba. El dolor era grande y un silbido agudo aturdía mis tímpanos.
Al abrir mis ojos visualice un entorno iluminado, muy diferente a los campos verdes donde me encontraba. Logre darme cuenta que estaba sobre mi cama pude sentirla con mi cuerpo reposando sobre ella. Al mismo tiempo note el peso de donde provenía era Apollo estaba sobre mi en mi cama , mi espacio personal era casi nulo, no podía ver con claridad, fue cuando note la inexistencia del peso de mis lentes. Mi primer reacción fue un repentino espanto, empuje o intente empujarlo con energía aun lado mio, después fue vergüenza, y entre que pensaba lo que había pasado, y lo que me sucedía. Recordé que Apollo estaba allí, para cuando le empuje y el lo sintió yo logre volver a tomarlo y acercarlo. Solo lo abrase.
-No entiendo que sucede, todo es tan extraño, no me dejes.-
Aquel abrazo podía era muy intenso, si aquel acto lograra brillar, no habría estrella que brillara con mas intensidad en el cielo. Aquella mujer solo podía sentir confusión, sin experimentar tantas vivencias, solo podía dejarlas fluir y sentir.
Me sentía extraña mientras veía una vida, escuchaba una vida, sentía otra muy diferente, tras un poco recupere mi sentido de donde y como estaba. El dolor era grande y un silbido agudo aturdía mis tímpanos.
Al abrir mis ojos visualice un entorno iluminado, muy diferente a los campos verdes donde me encontraba. Logre darme cuenta que estaba sobre mi cama pude sentirla con mi cuerpo reposando sobre ella. Al mismo tiempo note el peso de donde provenía era Apollo estaba sobre mi en mi cama , mi espacio personal era casi nulo, no podía ver con claridad, fue cuando note la inexistencia del peso de mis lentes. Mi primer reacción fue un repentino espanto, empuje o intente empujarlo con energía aun lado mio, después fue vergüenza, y entre que pensaba lo que había pasado, y lo que me sucedía. Recordé que Apollo estaba allí, para cuando le empuje y el lo sintió yo logre volver a tomarlo y acercarlo. Solo lo abrase.
-No entiendo que sucede, todo es tan extraño, no me dejes.-
Aquel abrazo podía era muy intenso, si aquel acto lograra brillar, no habría estrella que brillara con mas intensidad en el cielo. Aquella mujer solo podía sentir confusión, sin experimentar tantas vivencias, solo podía dejarlas fluir y sentir.
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Un silencio casi que sepulcral invadió al dormitorio, solamente podía escuchar nuestras respiraciones chocar mutuamente. Parecía ser que con aquel grito, Samanta había vuelto en sí nuevamente, algo que me dejó algo aliviado. Su empujón no me agarró por sorpresa, mucho menos teniendo en cuenta lo que había pasado -y el casi beso que ella me iba a dar- además de encontrarme en la cama sobre ella... Vamos, cualquiera en su sano juicio intentaría empujar a la persona que tiene encima, pero cuando menos me lo esperé, ella volvió a abrazarme. Su cuerpo temblaba en incomodidad y confusión, se notaba que los poderes de su Akuma no Mi eran algo a lo que tendría que acostumbrarse gradualmente. Su abrazo a pesar de esas cosas, fue firme como si no quisiera dejarme ir... para no quedarse sola, parecía tener miedo. Suspiré levemente, rodeando el cuerpo ajeno entre mis brazos para así acomodarme mejor en la cama. Me senté en esta, sacándome los mocasines que llevaba puestos tan solo pisando el talón y haciendo fuerza hacia abajo. Al estar ahora ambos sentados en la cama, yo con los pies encima de esta con cuidado de no desordenar mucho las sábanas y frazadas, me quedé mirando a Samanta con una clara expresión preocupada, más que nada por lo que me había dicho. — "No entiendo que sucede, todo es tan extraño, no me dejes." —; aquellas palabras que me dejaron helado, ahora me obligaban a ponerme firme, y proteger a aquella chica a la cual le había jurado que lo haría.
— No le dejaré sola, nunca lo haré Lady Samanta... Puede quedarse tranquila. — murmuraba en un comienzo, acariciando con gentileza una de sus mejillas, tal vez porque quería hacer el mero intento de calmarla, mirándola fijo a los ojos. — Me tenía bastante preocupado hace unos minutos... lo suficientemente preocupado como para tener que gritarle para que espabilara. — le comentaba a contar aquello que había sucedido, estando consciente que tal vez no se había dado cuenta de todo el tiempo que había pasado o lo que había hecho mientras estaba bajos los efectos del poder de su Akuma no Mi. — Estábamos en los campos cuando te desmayaste... balbuceaba cosas que habían pasado antes, mucho tiempo antes... inclusive cosas sobre mi que nunca le había dicho... — empezaba aquel relato en un tono calmado, tragando saliva de vez en cuando ya que seguramente no sería algo fácil de procesar para ella. Y tampoco es que para mi fuese la tarea más agradable del mundo, contarle a alguien lo que había hecho sin que se diera cuenta... Válgame dios, ojalá me partiera un rayo ahora mismo. — Luego fue traída hasta aquí, en donde descansó un buen rato antes de que se me fuera permitida la entrada al dormitorio... — hice una pausa y tragué saliva, ya que esta era la peor parte, al menos para mi humilde opinión... no porque fuera mala, sino por la peligrosa cercanía que nuestros rostros tuvieron por breves momentos. — Cuando entré... se levantó de la cama, me pidió que hiciera silencio y luego me agarró firme de la corbata, y afirmándose de mi nuca con la otra mano, me acercó a su rostro... pensé que iba a besarme, pero preferí llevarle a la cama para que calmara su ser... — terminaba por explicar, mordiéndome el labio inferior, desviando la mirada algo avergonzado a decir verdad, intimidado por lo que podría decirme ella a continuación.
— No le dejaré sola, nunca lo haré Lady Samanta... Puede quedarse tranquila. — murmuraba en un comienzo, acariciando con gentileza una de sus mejillas, tal vez porque quería hacer el mero intento de calmarla, mirándola fijo a los ojos. — Me tenía bastante preocupado hace unos minutos... lo suficientemente preocupado como para tener que gritarle para que espabilara. — le comentaba a contar aquello que había sucedido, estando consciente que tal vez no se había dado cuenta de todo el tiempo que había pasado o lo que había hecho mientras estaba bajos los efectos del poder de su Akuma no Mi. — Estábamos en los campos cuando te desmayaste... balbuceaba cosas que habían pasado antes, mucho tiempo antes... inclusive cosas sobre mi que nunca le había dicho... — empezaba aquel relato en un tono calmado, tragando saliva de vez en cuando ya que seguramente no sería algo fácil de procesar para ella. Y tampoco es que para mi fuese la tarea más agradable del mundo, contarle a alguien lo que había hecho sin que se diera cuenta... Válgame dios, ojalá me partiera un rayo ahora mismo. — Luego fue traída hasta aquí, en donde descansó un buen rato antes de que se me fuera permitida la entrada al dormitorio... — hice una pausa y tragué saliva, ya que esta era la peor parte, al menos para mi humilde opinión... no porque fuera mala, sino por la peligrosa cercanía que nuestros rostros tuvieron por breves momentos. — Cuando entré... se levantó de la cama, me pidió que hiciera silencio y luego me agarró firme de la corbata, y afirmándose de mi nuca con la otra mano, me acercó a su rostro... pensé que iba a besarme, pero preferí llevarle a la cama para que calmara su ser... — terminaba por explicar, mordiéndome el labio inferior, desviando la mirada algo avergonzado a decir verdad, intimidado por lo que podría decirme ella a continuación.
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- No es propio de ti pensar que esto seria lo mas adecuado aun que mi corazón lo desea. Existen normativas y deben seguirse. No podemos brincar nada. Es parte de lo que somos. –
Samanta estaba recostada y se podía notar como lentamente dejaba de apretarlo contra el, esas arrugas que se crearon por la fuerza utilizada para sostenerlo no fue otra cosa que un simple echo de mantener lo que quería a su alcance. Pero Apollo no tenia prisa por irse, no en aquel lugar, con aquella mujer.
Samanta se abrió camino entre los brazos de Apollo, a un punto de libertad mas amplio, alejándose lentamente de el y tomando una postura sentada con mas tranquilidad. La mirada de Samanta se veía perdida, busco su diminuto bolso, donde guardaba sus lentes y de manera torpe dio con el y tomo unas gafas las primeras que encontró no le intereso buscar algunas en particular. Se las coloco y eran de un color verde. Sus ojos estaban enmarcados y parecían mas profundos por los anteojos. Todo indicaba que se encontraba mas cuerda y en sus cinco sentidos.
-Disculpa las molestias, tendré calma veras que conseguiré dominar esto, ahora si no te molesta preferirías que te alejes de mi habitación. Quisiera tomarme con calma lo que me sucede y entenderlo.-
La habitación parecía mas obscura, no había luz que llegara hasta cada rincón de la habitación, era apabullante, aun que todo estaba en su lugar, eran mas las palabras y lo que sucedia lo que llenaba de tensión aquel lugar.
Samanta estaba recostada y se podía notar como lentamente dejaba de apretarlo contra el, esas arrugas que se crearon por la fuerza utilizada para sostenerlo no fue otra cosa que un simple echo de mantener lo que quería a su alcance. Pero Apollo no tenia prisa por irse, no en aquel lugar, con aquella mujer.
Samanta se abrió camino entre los brazos de Apollo, a un punto de libertad mas amplio, alejándose lentamente de el y tomando una postura sentada con mas tranquilidad. La mirada de Samanta se veía perdida, busco su diminuto bolso, donde guardaba sus lentes y de manera torpe dio con el y tomo unas gafas las primeras que encontró no le intereso buscar algunas en particular. Se las coloco y eran de un color verde. Sus ojos estaban enmarcados y parecían mas profundos por los anteojos. Todo indicaba que se encontraba mas cuerda y en sus cinco sentidos.
-Disculpa las molestias, tendré calma veras que conseguiré dominar esto, ahora si no te molesta preferirías que te alejes de mi habitación. Quisiera tomarme con calma lo que me sucede y entenderlo.-
La habitación parecía mas obscura, no había luz que llegara hasta cada rincón de la habitación, era apabullante, aun que todo estaba en su lugar, eran mas las palabras y lo que sucedia lo que llenaba de tensión aquel lugar.
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— Lo siento, no quise invadir su espacio personal nuevamente. Creo que mejor me retiro, como ha pedido. — le contestaba inmediatamente al mismo en que me hizo aquella petición. No suspiré, no me enojé, tan solo me levanté dela cama y me empecé a dirigir al exterior de aquel dormitorio, no sin antes, al estar parada en el umbral de la puerta que daba hacia aquellos laberínticos pasillos del enorme castillo de Mariejoa, detuve mis pasos a lo que volteaba mi cabeza hacia la izquierda, mirando a Samanta por encima de mi hombro izquierdo. Hice una mueca de incomodidad y hablé por última vez antes de retirarme por completo de aquel lugar. Si realmente quería quedarse sola, pues que lo hiciera... Me hacía pensar que se trataba de una mujer bipolar, que con sus encantos y virtudes, buscaba engatusar a algún joven apuesto y luego juguetear un poco con él. Pero quien sabe, prefería dejar esas sospechas de lado, donde nada ni nadie pudiese alcanzarlas, en los confines más oscuros de mi subconsciente. — Si me necesita, estaré afuera, rondando los pasillos cercanos a su dormitorio, Lady Samanta... que pase una buena tarde. — hice una pausa, tomando el suficiente valor para soltarle lo siguiente.
— Espero que la próxima vez que me abrace fuerte y me diga que desea que me quede, no me eche al cabo de unos minutos. Con la gente no se juega... quiero creer que no es igual que todos los demás Tenryuubitos. Descanse, Lady Samanta... — fue lo último que le dije, antes de salir, cerrando la puerta tras de mi. Allí le había dejado, sola como lo había pedido... cuando minutos antes me había casi que rogado que no me fuera... Quien sabe si estaba teniendo aún esas ilusiones que la Akuma no Mi le parecía causar, aquel peligro de beso que casi me daba también era algo que aún no entendía del todo, pero ahora mismo poco me importaba. Me sentía tal vez algo decepcionado, por mi mismo... por haber creído que yo podría ser un gran protector de una Tenryuubito, cuando parecía más un dispensable siervo el cual mima a su ama y luego le pegan una patada para que se vaya cuando se pone muy pesado.
Así sin más me empecé a pasear por los pasillos del amplio castillo, perdiéndome entre sus laberínticas edificaciones, divisando quien sabe cuantas bellezas modernas entre medio. Estatuas, esculturas, cuadros, inclusive inmuebles de la más fina elaboración por los mejores artesanos y carpinteros del mundo. Cuanto dinero derrochado en lujos que posiblemente nunca utilizarían, que desearon un día y al otro ya era más que dispensable; Metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón de vestir, me sentía culpable. El remordimiento me carcomía la cabeza, ¿porqué remordimiento? De haberle dicho todo aquello por un simple enojo, me ofendí... pero no tendría que haber soltado tal aberración. ¿Igual que los otros Tenryuubitos, quien en su sano juicio haría tal comparación? ... Seguro aquello me costaría caro, pero tal vez sería bueno para los dos... despejar ideas, replantearnos todo, y sobre todo ella, entender qué era lo que le sucedía por culpa de su Akuma no Mi. Quien sabe cómo serían las cosas de ahora en adelante...
— Espero que la próxima vez que me abrace fuerte y me diga que desea que me quede, no me eche al cabo de unos minutos. Con la gente no se juega... quiero creer que no es igual que todos los demás Tenryuubitos. Descanse, Lady Samanta... — fue lo último que le dije, antes de salir, cerrando la puerta tras de mi. Allí le había dejado, sola como lo había pedido... cuando minutos antes me había casi que rogado que no me fuera... Quien sabe si estaba teniendo aún esas ilusiones que la Akuma no Mi le parecía causar, aquel peligro de beso que casi me daba también era algo que aún no entendía del todo, pero ahora mismo poco me importaba. Me sentía tal vez algo decepcionado, por mi mismo... por haber creído que yo podría ser un gran protector de una Tenryuubito, cuando parecía más un dispensable siervo el cual mima a su ama y luego le pegan una patada para que se vaya cuando se pone muy pesado.
Así sin más me empecé a pasear por los pasillos del amplio castillo, perdiéndome entre sus laberínticas edificaciones, divisando quien sabe cuantas bellezas modernas entre medio. Estatuas, esculturas, cuadros, inclusive inmuebles de la más fina elaboración por los mejores artesanos y carpinteros del mundo. Cuanto dinero derrochado en lujos que posiblemente nunca utilizarían, que desearon un día y al otro ya era más que dispensable; Metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón de vestir, me sentía culpable. El remordimiento me carcomía la cabeza, ¿porqué remordimiento? De haberle dicho todo aquello por un simple enojo, me ofendí... pero no tendría que haber soltado tal aberración. ¿Igual que los otros Tenryuubitos, quien en su sano juicio haría tal comparación? ... Seguro aquello me costaría caro, pero tal vez sería bueno para los dos... despejar ideas, replantearnos todo, y sobre todo ella, entender qué era lo que le sucedía por culpa de su Akuma no Mi. Quien sabe cómo serían las cosas de ahora en adelante...
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