El último filon[Privado, Pasado](Goliat,Drakcerna Kazu,Drako Hyrule)

Carta a Goliat:

No me gustaba trabajar para la marina, pero me apasionaba poder buscar nuevos filones. Así que me embarque en esta travesía. El barco vino a buscarme tal y como indicaron en la carta, era un buque enorme de la marina, en el que hubieran cabido dos como yo. - Bueno así estaré más cómodo - pensé. Nada mas subir al barco me recosté y me quede dormido, sabía que el viaje iba a ser largo y no me apasionaba demasiado navegar.

Cuando abrí los ojos, acabábamos de atracar -Old Sant Motain, me gusta-dije. Era un paraíso para mis ojos,montañas por todos lados,donde poder buscar el tan preciado material. Parecía que la isla estaba desabitada, cosa que le parecía mejor así no tendría que tener tanto cuidado al andar. El aire era frío y seco, se notaba cuando respiraba por el vaho que salía de mi boca. Sin mas dilación recogí mis herramientas y bajé del barco. Al bajar recordé la escolta que me iban a poner para buscar los minerales, así que grite hacía el barco.

- Oye y mi escolta prometida -grité y pensando en que me considerarián alguien importante. Mientras pensaba se me quedo un poco la cara de tonto embobado por los pensamientos.

Ví a dos personas bajar del barco ¿Serían ellos? bueno no tardare en averiguarlo-pensé con curiosidad.

Días antes, me encontraba en mi camarote, me había asignado a mi y a otro compañero una misión de escoltar a alguien. Me llamo el capitán y me explicaron, por lo visto era de minería, la verdad no sabia como solo una persona podía hacer aquel trabajo, pero suspire y al llegar a la isla acordada. La isla Old Sant Motain. Hacia un tiempo bastante fresco y con algunas nubes danzando en el hermoso cielo azul. Entrecerré un poco mis ojos, me molestaba un poco la iluminación  e ajuste mi sudadera para que no se vea mi rostro apenas. Baje del buque  justo cuando atraco, y escuche un tremendo grito que hizo que me tapara con ambas manos mi oído. Era una masa bastante grotesca. Me sorprendí mucho a verlo. Ocupaba exactamente el y otro gigante mas.  

-A ver, ¡aquí esta uno de tus protectores!- grite lo suficiente para que pudiera escucharme y que me viera. Era inmenso aquella criatura, era la primera vez que me acercaba a el. Pensándolo, ya me resultaba familiar, el sol me tapaba un poco la cara, pero logre reconocerle. -¡Eh!, ¿podría subirme a tus hombros Goliat?, no quiero quedarme afónica...- dije con sarcasmo.

espere a mi compañero a ver si aparecía, no sabia quien podía ser esta vez, pero andaba algo impaciente. levante ambos brazos estirando mi cuerpo. Llevaba unos días bastante descansada, era misiones tras misiones. Luego mire al agua y al horizonte pensando en lo que podía ocurrir en esta isla.

Me encontraba en un barco de la Marina, en un buque para ser precisos. Me habían encomendado una misión de escolta, pero no sabría a qué o a quién hasta que llegasemos a nuestro objetivo, Old Sant Mountain. No había oído hablar de ella jamás, y no tenía pensado ir nunca, pero al parecer, surcar el mar para atracar allí, iba a ser mi destino.

Me encontraba en la cubierta del barco, mirando al horizonte, pesando en todo lo que había tenido que pasar desde que estaba en la Marine. Había momentos en los que me daba melancolía, otros furia e incluso momentos sentimentales, pero todos en general, se podían definir en una palabra: ''Geniales''. Seguía meditando, cuando a lo lejos se podía divisar una enorme isla, con una gran montaña de fondo, y bastante vegetación. Ahora que lo pensaba, si que había oído hablar de esa isla, había quién la llamaba: ''La isla de los filones'', aunque no sabía el porqué, ni tampoco sabía que era un filón.

Tras un rato navegando, llegamos, pero antes de que bajase a tierra, un superior me dijo estas palabras:

-Oficial Drako, debes escoltar a aquel gigante para que nos traiga el último filón de Allanita, es un material muy buscado, por lo que debeis traerlo a este barco, y se le será entregado un botín. Por favor, hágaselo saber. Buena suerte, Oficial.

Me acercaba hacia la dirección del gigante, y lo que parecía ser otra persona, a la vez que me preguntaba:

-¿Por qué debemos acompañar a un gigante?, al fin y al cabo es un gigante, pero bueno, espero que sepa de dónde debe extraer el filón ese.

Me acerqué hasta donde se situaban, y le expliqué al gigante lo que me había comentado el superior. Seguido, le pedí que me subiese hasta su hombro, puesto que me podía pisar, no me oiría al hablar o me quedaría atrás al andar.

Mientras se acercaban a mi aquellas dos personas, me arrodille para poder verlos mejor, desde tan alto era difícil verles bien la cara. Mi sorpresa fue muy grata - Pequeña Drakcerna, volvemos a encontrarnos - le dije con una sonrisa y cerrando los ojos en mueca de agrado. Ya había compartido trabajo con aquella humana y aunque dentro del rango de la marina fuera una recluta, sabía como manejar las situaciones con rapidez. El otro hombre no lo conocía, pero si se encontraba con Drakcerna sería de confianza. Los cogí a los dos, mis herramientas las puse en mi hombro y empecé a andar en dirección a las montañas, no estaban muy lejos, así que iba a paso lento para disfrutar del camino.

- No pensaba que te encontraría en este tipo de misiones Drakcer - le comenté , - oh perdón, donde esta mis modales - dije mirando al otro hombre - Mi nombre es Goliat, gran guerrero de la Isla del Cielo, Asdgard - le dije.

Llegamos a la primera de las montañas que estaban mas cerca de la playa, era de color ceniza y de superficie bastante dura, no era el lugar donde se encontraría la Allanita, pero nunca se sabía con estas cosas. Deje a Drak y a aquel hombre en el suelo, lo suficientemente lejos para que no corrieran peligro al golpear la montaña. Para mayor precaución le coloque mi casco encima en forma de cabaña.

- bueno voy a empezar a picar, esperemos tener suerte - les dije.

Levante el pico con determinación y golpee varias vences con fuerza en la ladera de la montaña. Aun con los golpes que le había dado, no había echo gran cosa en la piedra, solo para que me cupieran tres dedos de la mano. De repente empezó a temblar bastante el suelo, de tal manera que me desestabilizo un poco y empezó a escucharse como un aullido bastante fuerte. Me rasque la cabeza, nunca me había pasado eso al picar una montaña, pero claro, no conocía nada esa isla y podría ser algo normal.

Me acorde de los marines y mire para ver como estaban, - ¿estáis bien?, les dije y tras una pausa seguí hablando - ¿habéis escuchado ese grito o aullido?- esperaba que también lo hubieran escuchado, ya que me estaría afectando mucho el estar fuera de mi hogar.

Me alegre bastante a ver a aquel gigante, y más aún trabajar junto a él. Cuando se agacho y nos subió a mí y a mi compañero que estaba un poco quejica por el asunto. Si es un trabajo de minería un gigante lo haría rápido. –Aunque sea un gigante, sigue siendo un civil- miraba a mi compañero con seriedad.  Cuando nos cogieron tanto a mí como a mi compañero Drako, nos colocó a ambos sobre sus hombros. Menos mal que no tenía vértigo, porque sí que era bastante sorprendente de parte de aquella vista que se veía encima de aquel gigante. Mire a mi compañero –Ahora que lo pienso, ¿de qué debemos de protegerle?- tenía dudas en el asunto, sé que confiaba en aquel gigante. Pero es raro realmente, ¿proteger a un gigante?.

Nos acercamos al momento entre las 2 montañas, Goliat nos dejó en el suelo y justo a dejarnos a mí y a mi compañero en el suelo, nos dejó su casco como una especie de cabaña para cubrirnos. –Gracias- grite con algo de duda de que si me hubiera escuchado. ¿Así que eres Drako?- Me costaba recordar el nombre de mi compañero, lo vi un par de veces por el barco. Pero nunca tuve una conversación con él. –La verdad, es un  poco extraña esta misión, pero que se le va a hacer si son un poco egoísta a veces los superiores- sonreía levemente aunque me tapara un poco la sudadera, pero de pronto se notó un templo por la zona bastante fuerte. Me costaba mantener el equilibrio sobre mi misma que hubo un momento que lo perdí totalmente echándome hacia atrás con un pequeño golpe en la pared de aquel casco que disimulaba que era una cabaña. – ¿Esta bien?- mirando a mi compañero preocupada, justo me dirigía hacia afuera, por lo visto Goliat se calló también pero al momento siguió con su labor de picar aquella montaña, pero me encontraba preocupada mirando por los alrededores.

El gigante, nos subió a su hombro, al parecer se llamaba Goliat, y mi compañera se llamaba Drak. Me gustaba ese nombre, era muy parecido al mío, y eso me agradaba. Había viajado con ella en muchas ocasiones, pero era muy dificil saberse el nombre de todos los Marines.

Al poco tiempo subidos en el hombro de Goliat, llegamos a la ladera de una alta y rocosa montaña. Al parecer allí estaría el filón, pues paramos allí. El gigantón nos bajó a tierra, y nos quedamos alejados de la montaña, por nuestra seguridad. Goliat, nos hizo una pequeña casejuela con su casco, es decir nos lo colocó encima a modo de cabaña. Tanto Drak como yo nos quedamos dentro, esperando a que Goliat acabase de picar la montaña. Al parecer la chica tenía la misma pregunta que yo:-¿Por qué debiamos proteger a un gigante? Ninguno sabíamos la razón, y por esto, le respondí:

-Justamente me pregunto lo mismo, al fin y al cabo es un gigante.- Tras una breve pausa pensativa le dije sonriendo.- ¿No crees que debería protegernos él a nosotros?

Tras estas palabras, un terremoto hizo que el suelo se moviese, provocando así que cayesemos ambos marines al suelo.  Al parecer, Goliat también había caido, o al menos se había tambaleado puesto que se dieron varias replicas de temblores. Seguidamente se pudo escuchar un estruendo a lo lejos, pero no uno cualquiera, sino que pareció ser un aullido de algún animal salvaje, pero uno verdaderamente grande. Me asomé rápidamente a ver como estaba Goliat, pues nuestro deber era protegerlo de cualquier ataque.

Salí del casco, y le dije:

-Goliat, ¿te había pasado esto alguna vez?

Al parecer también lo había oído porque nos preguntó, pero esperaba que le hubiese pasado esto antes, pues el era el profesional. -Deberíamos ir a investigar, esto no es muy normal que ocurra. les dije a ambos.

Ufff, menos mal, se encontraban bien, lo último que hubiera querido es que le ocurriera algo a mis nuevos amigos. Oteé el horizonte, buscando algún tipo de movimiento extraño, no era normal lo que había ocurrido y menos por el gran aullido que se había escuchado. Drake me pregunto si lo consideraba normal.

- Pues la verdad es que nunca me había pasado esto, ni que me costara picar tanto una montaña, ni el temblor, ni el aullido. Que cosas mas raras ocurren en esta isla - les dije haciendo una pausa y proseguí - bueno voy a proseguir picando, puede que lleguemos al final del asunto- dije algo preocupado.

Empecé a picar de nuevo aquella gran montaña, esta vez con mas fuerza, ninguna montaña se me había resistido hasta ahora y esta no sería la primera. Golpeé repetidas veces y esta vez conseguí hacer que los picotazos rompieran mas la montaña que antes. Mientras golpeaba seguía pendiente por si ocurría lo mismo de antes. Durante un rato no pareció ocurrir nada, es mas, ya había picado un buen trozo de la montaña y podía ver que el mineral que buscábamos no estaba por allí.

- Bueno vamos a tomarnos un descanso, ¿me habéis traído algo de comer?, estoy hambriento - les dije a los marines que venían conmigo

Pero tras terminar la frase noté algo muy raro, no podía mover los pies. Mire rápido a mis pies y ví que se estaban hundiendo en la tierra y cada vez mas, con buenos reflejos recogí a mis amigos y los puse en lo alto de la montaña, donde no les afectaría ese hundimiento del suelo. Ya estaba hundido hasta la cintura y cada movimiento que hacía me hundía mas, no podía salir, notaba que algo estaba tirando de mí hacía abajo, algo grande.

- Huid, no os preocupéis por mí, los guerreros de Asgard peleamos hasta que nos queda el ultimo aliento de vida - decía sabiendo que la cosa no pintaba nada bien. Tras unos momentos de forcejeo, caí al vacío en el interior de la tierra, viendo en mi caída como la tierra se regeneraba de nuevo donde se había hundido, dejando solo pequeños agujeros, a mi ver, por los que entraban pequeños rayos de luz. Choque contra el suelo y ya no notaba que me estuvieran agarrando, miré a alrededor intentando vislumbrar algún saliente al que agarrarme para salir de allí, pero no veía ninguno. No sabía donde estaba, solo que había estado cayendo unos cientos de metros bajo tierra y que tendría que tener cuidado. Saqué mis armas y espere cual ápice de peligro que percibiera.