Byakuro Kyoya
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Byakuro había llegado a aquella isla, volando como siempre. Y el calor le había hecho buscar un lugar en el que refrescarse. Aquella terraza, en medio de una concurrida plaza parecía el lugar idóneo para eso. Nada podría moverlo de allí. Haría falta el esfuerzo conjunto de los Almirantes, el Ouka Shichibukai al completo y los Emperadores Piratas para moverlo de aquel asiento. La verdad es que era muy cómodo.
En la mesa que había a su lado, descansaba Klaus, al lado de una fuente con cacahuetes y otra con aceitunas. El camaleón bebía de una pajita que se encontraba en un vaso de agua, y Byakuro tenía para él una copa de zumo de piña y naranja con mucho hielo y especias. Tenía un contraste de sabores interesante. Byakuro observó las puntas de su bastón, refulgiendo bajo la luz del sol de mediodía. El arma estaba perfectamente brillante. Aquel día era perfecto, y nada podía arruinárselo al cazador.
- Ah... esto es vida... -suspiró estirando los brazos para desentumecerlos y tras eso, rebuscó entre las cosas de su bolsa.
Encontró un tomo negro, de aspecto siniestro. En la portada, escrito con letras rojas, como imitando sangre, se podía leer "Libro de la Oscuridad Vil". Byakuro lo abrió por el capítulo cuatro, que hablaba sobre las debilidades de los hombres. Había dejado su lectura aparcada en el capítulo de la "Ira". Pasó un par de páginas llenas de grotescas ilustraciones, hasta llegar al siguiente apartado: la "Gula". El cazador sintió el aura de oscuridad que emanaba del libro, pero a él, por ser el portador, no le afectaba. Sin embargo, algunas de las personas a su alrededor lo miraban con cierta reticencia a acercarse. Que gente tan poco amistosa. Klaus no parecía en absoluto afectado por el libro, aunque en realidad normalmente era menos expresivo que una pared de cemento. El cazador le acarició la cabeza y empezó a leer, sin prisa pero sin pausa.
En ese momento, un pequeño revuelo se formó cuando un grupo de personas pasó corriendo a su lado. Parecía que un famosillo se había acercado a aquella isla. Entre la muchedumbre que se estaba formando pudo ver una figura corpulenta, joven. ¿Acaso aquel no era el gran Almirante Lion D. Karl? No podía jurarlo desde el lugar donde se encontraba, pero al cazador le traía sin cuidado quien fuera aquel tipo.
En la mesa que había a su lado, descansaba Klaus, al lado de una fuente con cacahuetes y otra con aceitunas. El camaleón bebía de una pajita que se encontraba en un vaso de agua, y Byakuro tenía para él una copa de zumo de piña y naranja con mucho hielo y especias. Tenía un contraste de sabores interesante. Byakuro observó las puntas de su bastón, refulgiendo bajo la luz del sol de mediodía. El arma estaba perfectamente brillante. Aquel día era perfecto, y nada podía arruinárselo al cazador.
- Ah... esto es vida... -suspiró estirando los brazos para desentumecerlos y tras eso, rebuscó entre las cosas de su bolsa.
Encontró un tomo negro, de aspecto siniestro. En la portada, escrito con letras rojas, como imitando sangre, se podía leer "Libro de la Oscuridad Vil". Byakuro lo abrió por el capítulo cuatro, que hablaba sobre las debilidades de los hombres. Había dejado su lectura aparcada en el capítulo de la "Ira". Pasó un par de páginas llenas de grotescas ilustraciones, hasta llegar al siguiente apartado: la "Gula". El cazador sintió el aura de oscuridad que emanaba del libro, pero a él, por ser el portador, no le afectaba. Sin embargo, algunas de las personas a su alrededor lo miraban con cierta reticencia a acercarse. Que gente tan poco amistosa. Klaus no parecía en absoluto afectado por el libro, aunque en realidad normalmente era menos expresivo que una pared de cemento. El cazador le acarició la cabeza y empezó a leer, sin prisa pero sin pausa.
En ese momento, un pequeño revuelo se formó cuando un grupo de personas pasó corriendo a su lado. Parecía que un famosillo se había acercado a aquella isla. Entre la muchedumbre que se estaba formando pudo ver una figura corpulenta, joven. ¿Acaso aquel no era el gran Almirante Lion D. Karl? No podía jurarlo desde el lugar donde se encontraba, pero al cazador le traía sin cuidado quien fuera aquel tipo.
- Libro de la Oscuridad Vil: Notas:
- Por si acaso os pasáis cerca de mi en el rol... mientras el libro esté abierto, cualquier usuario de haki mantra percibirá una fuente oscura. Esto provoca un malestar general, mayor cuanto mayor sea el nivel de haki y la cercanía de la persona. Byakuro, como portador del libro que es, es inmune a este efecto.
Rei Arslan
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Agilidad
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Akuma no mi
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Aquellos malditos cazadores, sabía que no debía haber ido a investigarlos o mejor dicho seguirlos. Pero el orgullo es demasiado malo sobre todo en mi. ¿Qué debía hacer? ¿Intentar huir? Ese sería de débiles y yo... yo no era débil, al menos no tanto como antes. Correr era la única opción que me quedaba, así que me transformé en mi forma completa y allá fui, si al menos entraba en el pueblo me sería más fácil deshacerme de aquellos dos tipos.
Disfrutaba correr siendo un tigre, sentía la libertad bajo mis pies y también ver la expresión de la gente cuando veían a un animal de semejante tamaño. Un árbol por aquí, otro por allá. Más que un bosque parecía un circuito de ver cuantas cosas podías esquivar, tarde o temprano acabaría dándome un buen golpe en la cabeza, eso lo tenía por seguro... ¿pero por donde narices se iba al pueblo? Llevo como un buen rato dando vueltas y vueltas por este lugar y sigo sin poder salir y además cada vez tengo más cerca a estos dos. Me paré y olfateé el ambiente, había perdido el rastro de sus olores. Volví a transformarme en humana.
Apoyé mi mano en un árbol y recuperé el aliento durante unos segundos, estaba agotada pero ya me había recuperado por lo menos. Comencé a caminar lentamente sin tener ni idea del pueblo, ya que de nada me servía ser navegante si no podía encontrarlo. "Siempre recto y luego a la derecha" era el truco que me había enseñado Ajima para cuando la orientación me fallase, habría que ver si funcionaría...
Y efectivamente solo me hizo falta ir todo recto pero algo era algo. Corrí un poco hasta llegar a la entrada de ese pueblecito cuando de repente los dos hombres aparecieron corriendo también. -Oh... mierda...- dije en voz alta. Nunca me libraría de ellos hasta que en un intento desesperado me metí a una zona de muchedumbre y allí logré encontrar unos barriles para poder subir. Fui un poco agachada y bajé de el. En cuanto pisé el suelo otra vez eché a correr y de frente me topé con alguien... digamos que importante. El almirante Lion D. Karl.
Disfrutaba correr siendo un tigre, sentía la libertad bajo mis pies y también ver la expresión de la gente cuando veían a un animal de semejante tamaño. Un árbol por aquí, otro por allá. Más que un bosque parecía un circuito de ver cuantas cosas podías esquivar, tarde o temprano acabaría dándome un buen golpe en la cabeza, eso lo tenía por seguro... ¿pero por donde narices se iba al pueblo? Llevo como un buen rato dando vueltas y vueltas por este lugar y sigo sin poder salir y además cada vez tengo más cerca a estos dos. Me paré y olfateé el ambiente, había perdido el rastro de sus olores. Volví a transformarme en humana.
Apoyé mi mano en un árbol y recuperé el aliento durante unos segundos, estaba agotada pero ya me había recuperado por lo menos. Comencé a caminar lentamente sin tener ni idea del pueblo, ya que de nada me servía ser navegante si no podía encontrarlo. "Siempre recto y luego a la derecha" era el truco que me había enseñado Ajima para cuando la orientación me fallase, habría que ver si funcionaría...
Y efectivamente solo me hizo falta ir todo recto pero algo era algo. Corrí un poco hasta llegar a la entrada de ese pueblecito cuando de repente los dos hombres aparecieron corriendo también. -Oh... mierda...- dije en voz alta. Nunca me libraría de ellos hasta que en un intento desesperado me metí a una zona de muchedumbre y allí logré encontrar unos barriles para poder subir. Fui un poco agachada y bajé de el. En cuanto pisé el suelo otra vez eché a correr y de frente me topé con alguien... digamos que importante. El almirante Lion D. Karl.
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