[Privado Shion & León] Recorriendo Isla Kuraigana.

Comenzaba de nuevo mi búsqueda, esta vez por la zona conocida como "Paraíso", un nombre ciertamente irónico para mi gusto. Llevaba unas semanas tratando de localizar un lugar donde poder entrenar en paz, una zona deshabitada y al que pocas personas suelan acceder, el próximo entrenamiento que iba a llevar a cabo requería de un lugar que cumpliese estas características, y tras una larga búsqueda ahora tocaba probar suerte en la isla Kuraigana. Según mis documentos era un lugar abandonado, donde antaño se situaba un bello reino, llamado Shikkearu, más tras la desaparición de dicho reino los bosques se marchitaron para ser bosques secos y sombríos, y los humanos fueron sustituidos por Babuinos con características peculiares, ya que son capaces de imitar cualquier estilo de combate que vean.


En un principio solo debía de alcanzar un pequeño palacio situado al norte de las ruinas de la antigua población, pero tenía que esquivar los ataques de los babuinos, pelear contra ellos sería estúpido teniendo en cuenta su habilidad, por lo que lo mejor sería pasar desapercibido y evitar confrontaciones. Fumar no sería algo inteligente en este tipo de situaciones, pues a pesar de no conocer si atraería el olor a algunos simios corría el riesgo de que efectivamente si pasase.

Caminé a un ritmo lento teniendo cuidado de donde pisaba, el objetivo de pasar desapercibido era primordial, pero la necesidad de fumar lo era aún más. Con la destreza propia de un fumador más que habitual saqué el paquete de cigarros extrayendo uno con una sola mano, el cual deposité sobre mis labios rápido para al instante guardar el paquete y sacar un mechero plateado con relieves blancos y la figura de un dragón en uno de los costados, con otra de un león en el otro. Encendí el mechero y en breves segundos ya tenía fuego en el cigarro, el cual prendía rápido. Di una calada amplia para posteriormente soltarlo todo en una bocanada de humo grande, la primera calada siempre era así, la más grande y placentera. Acto seguido comencé a caminar mientras fumaba a un ritmo más calmado, en todo momento evitando la presencia de los babuinos mientras acortaba el camino hacia lo que ya tenía bastante cerca, el pequeño palacio del antiguo reino, me gustaría investigar su interior antes de empezar a moverme, quien sabe que clase de secretos puede haber en él.

- Ya hemos llegado hasta aquí, veamos que nos aguarda la mansión entre sus paredes. - Dije en voz baja al tiempo que me colocaba frente a la puerta.


Toqué con la palma de mi mano la madera de la puerta notando en el tacto la buena calidad de las puertas a pesar del evidente desgaste que tuvo con el paso de los años para posteriormente empujarlas con el objeto de abrirlas de par en paz, observando con cierta tristeza como un palacio tan bello ahora estaba apagado y descuidado.

La tristeza consumía mi corazón al ver así el lugar, por lo que en un rápido movimiento usando mis hilos limpié de polvo la gran sala principal en la que me encontraba, teniendo ahora un mejor aspecto el lugar. Acto seguido salté hacia las velas que había en las lámparas del techo y las encendí sin perder más tiempo, al lugar le hacía falta una limpieza profunda, pero al menos ahora tenía una pinta más adecuada para el lugar donde me encontraba y los muebles.

Caminé por este sitio pasando la vista por cuadros de todo tipo, en ellos aparecían personas mayores que debieron de ser antiguos nobles del palacio, su sola mirada reflejada en los dibujos ya me hacía pensar en su nobleza, añadiéndole además dichas vestimentas me dejaba fuera de toda duda que mi deducción era correcta, este era el palacio real del reino.

Divisé entonces un confortable sillón rojo con estructuras de madera como esqueleto bañadas en oro, un mueble de lujo a decir verdad, el cual me invitaba a sentarme durante un rato sintiéndome como en mi hogar natal y relajarme, por lo que sin oponerme mucho a mis deseos me senté reposando la cabeza en el respaldo emitiendo un leve suspiro. Sin embargo algo me sobresaltó, una presencia estaba allí, en el palacio, concretamente a media altura en lo que supongo que debían de ser unas escaleras en la habitación contigua, y no era una presencia normal, era más fuerte que la mía. ¿Estaba en peligro?

Con mis hilos apagué todas las velas del sitio, dejando así la sala oscura y tratando de ver en la oscuridad que ocurría, que movimientos haría la persona que estaba cerca, no pensaba moverme del sitio bajo ningún concepto, hacerlo implicaría ser detectado, algo que si ya lo había sido, era peor, pues se podría interpretar como una huida o como un ataque, desconocía que haría la otra persona con respecto a esto, por lo que vi como mejor opción quedarse quietos en el sillón esperando a ver los movimientos de la persona que estaba allí, si se acercaba actuaría tranquilo sin ningún tipo de temor, dependiendo de la persona haría una cosa u otra.


La luz de la luna entraba por la ventana iluminando levemente la estancia, manteniendo la mayoría de mi rostro en la oscuridad. Solo queda esperar, con la mejor de las suertes sería un marine, o incluso un miembro de la agencia como yo... aunque realmente eso era estúpido, ¿Qué haría alguien así en un lugar como este? Es probablemente más poderoso que yo, y no solo eso, tiene en su interior el poder de una akuma no mi, sin duda tendría que ser un criminal, uno que anda solo en la noche en una isla perdida de la mano de Dios dentro del palacio real iluminado únicamente por la luz de la luna, en otras palabras, un guerrero solitario sin nada que perder, y estos son los peores adversarios posibles, tendría que ser afectuoso si llego a encontrármelo para evitar la confrontación.

 
 

Cerré los ojos al tiempo que respiraba hondo, tragaba saliva y expulsaba una bocanada de aliento a modo de suspiro. Alguien estaba cerca del lugar y se estaba moviendo, quería escucharlo y anulando mi visión pretendía escuchar sus movimientos al tiempo que detectaba por donde estaba, a decir verdad no era nada sigiloso, crujía la madera a su paso, pero pronto esos sonidos se vieron aminorados, el sonido era casi inapreciable, señal de que había notado mi presencia y pretendía pasar desapercibido mientras poco a poco se acercaba, algo completamente normal y lógico.

Una música envolvió mis oidos entonces, sorprendido abrí los ojos tratando de comprender que diablos estaba pasando, ¿Cómo era posible que se pusiese a tocar el piano de la casa en esta situación? La única lógica que encontraba era que no me había percibido entonces, que el silencioso paso que daba era fruto de la casualidad y estaba en paz, creyendo que nadie la escucharía, aunque había otra posibilidad, y es que la persona que tocaba el piano estaba realmente demente, capaz de ponerse a tocarlo antes de encontrarse conmigo, sin duda esta era la peor opción y la que menos deseaba, aunque a decir verdad tocaba bastante bien el piano, me gustaba la música. Sin embargo, la música se detuvo en seco, igual que había empezado, volvía a estar en peligro y debía de mantener la guardia en alto.

En ese instante en el que la persona estaba cerca activé la visión nocturna de mis ojos contemplando con mucha mejor claridad toda la habitación, viendo rápidamente como el filo de una katana asomaba por una de las puertas, sin embargo el portador de estas me asombró, era una mujer con curvas de vértigo y cabello largo, color rojizo, ¿Quién esperaría que una mujer con semejante cuerpo estuviese cargando katanas acercándose a mi en silencio? Su mirada andaba ciertamente perdida durante unos segundos, hasta que me encontró en la oscuridad del sillón haciendo una pregunta que me tranquilizó en cierto modo, no parecía tener especial intención de atacar sin saber siquiera mis intenciones.


Reí de forma suave pero lo suficientemente alto para que me escuchase, posteriormente saqué de mi bolsillo un cigarro que deposité sobre mis labios, extrayendo al mismo tiempo un mechero del otro bolsillo que usé para encender el cigarro de mi boca, iluminando así momentáneamente mi rostro.

Al terminar de hacerlo di una profunda calada mirando con tranquilidad el reflejo de la luna en los cristales y desactivando la visión nocturna de mis ojos, no había aparente peligro, por lo que era innecesario perderse la belleza de la realidad nocturna. Acto seguido expulsé una gran cantidad de humo por mi boca que ascendía hasta el techo desapareciendo con lentitud y me quité el cigarro de la boca sonriendo mientras me apoyaba sobre mis rodillas observando a la dama aquí presente y cargando semejantes espadas. Observé en la nueva oscuridad su silueta, intentando deducir su estilo de combate a pesar de la notable presencia de las katanas, aunque me deleité más mirando esos ojos que no quitaban su vista de mi, lo cual me produjo una cierta sonrisa misteriosa.

Estaba jugando demasiado quizás, lo cual podría implicar que la mujer, impaciente, me atacase, sin embargo la diversión de actuar así, junto al aura de misterio que estaba creando, era lo suficientemente interesante como para arriesgarme a ser herido por esto, en cualquiera de los casos estaba preparado si la joven impaciente por mi demora decidía tomar alguna acción en mi contra para acabar con mi vida.




- ¿Cree usted que de ser enemigo no habría atacado ya? Solo estoy en mi horario libre de trabajo visitando un viejo palacio como es este, nada más... ni siquiera tengo cargadas las armas, al contrario que usted... - Dejé unos segundos largos de silencio tras terminar saliva donde tragué saliva para a continuación dar una nueva calada al cigarro y proceder a ser yo el que realizase las preguntas. - ¿Y usted? ¿Tratará de atacarme? Y más importante aún... ¿Qué hace una dama como vos en un lugar tan sombrío como este con las espadas desenfundada?

Mis palabras eran directas, pero también suaves, mostraba mi total rechazo a un combate contra ella, dejando además que solo ando de visita como una idea clara, sin embargo también quería respuestas por su parte, al fin y al cabo es ella la que se presenció ante mi empuñando las armas.

Para mi tranquilidad la mujer bajó las armas, supongo que podía levantarlas en cuestión de segundos y rebanarme el cuello, pero al hacer esto me mostraba confianza, la mínima como para no estar tensa y dispuesta a matarme en unos segundos. Observé entonces mejor su rostro gracias a la luz lunar que entraba en la ventana y aunque me costó unos segundos pude reconocerla con relativa facilidad, era una ex-shichibukai, por ende una mujer de gran poder e influencia, además de ser buscada por el gobierno.

Sus respuestas me gustaron, sobretodo la referente a su persecución de la soledad, sin duda era hasta poético, lo cuál siempre me había agradado. Para mi sorpresa ante este comentario se relajó aún más, colocándose en la ventana observando el exterior y dándome la espalda por unos breves segundos hasta que volvió a girarse.
- Es raro escuchar a alguien hablar de esa forma en estos días. - Dije dando una nueva calada observando como el humo ascendía hacia el techo. - Y más bello aún en una noche bañada por la única luz de la luna... - Continué con tono suave cambiando mi mirada a sus ojos. - Mi nombre es León Zaid, y como sospecho que tendrá curiosidad por mi trabajo, soy un agente de la Cipher Pol, más no se preocupe, como le dije no estoy en horario laboral, además, aunque sea usted una mujer buscada no se me ordenó capturarla... con lo que no tiene de que preocuparse, aunque claro, viniendo de un Cipher Pol estoy seguro de que no es muy confiable esas palabras ¿No?- Reí brevemente y tras la risa solo dejé en mi boca una sonrisa bañada en el humo del cigarro.



- ¿Por qué no se sienta y me cuenta su historia señorita Rose? Tómelo como una reunión del destino de una mujer poderosa y un hombre con cierto poder y ansias de tener aún más poder.- Le dije esperando poder entablar una conversación interesante con una mujer de su categoría.

Pude apreciar entonces que era tan bella como contaban las lenguas, y no solo hablaban de la belleza facial de esta, el cabello rojizo cayendo sobre su espalda con un cuerpo tan atlético sin duda formaba a una belleza femenina a la que pocas pueden hacer sombra, sin embargo el físico no lo era todo para mi, nadie me hubiese dicho esto hace un tiempo, pero ahora estaba enamorado de una mujer de gran belleza que no tiene nada que enviar a la ex-shichibukai, y además era aún más hermosa en su interior, Kidah... ¿Será posible que no puedo quitarte de mi cabeza ni en una reunión con una mujer que puede matarme en un abrir y cerrar de ojos? Si no me concentraba en adelante más a lo que tenía delante acabaría pasándome factura el perderme tanto en mi mente teniéndola como musa cantante en mi cabeza.

- ¿Le apetece un vino? - Pregunté entonces a mi acompañante. - Un sitio como este aún amueblado seguro que dispone de alguna bodega aunque sea pequeña, perfecta para aprovechar en una noche como esta acompañado de una dama como usted. - Dije galantemente mirando fijamente a los ojos de la señorita Rose comprobando mejor la reacción a cada palabra o acto mío.