[MODERADO NIVEL D, KUSANAGI, KORO] ¿Una misión normal?

El pelirrojo acaba de leer la carta que encomienda la misión a los dos en voz alta y os dais cuenta de que debéis de llegar allí a toda prisa. Sin meter presión ni nada, los asentamientos que están recostruyendo Jaya se irán al garete a las 9:30 de la mañana, y todo esto entra en un plan de tres revolucionarios bastante débiles, pero... ¿Cualquiera puede usar dinamita con un poco de control sobre los explosivos, no? Acabáis de desembarcar al puerto y no tenéis ni idea de dónde ir, Jaya es grande, y diez bombas bien colocadas pueden estar en cualquier lugar. ¿Y si están todas concentradas en el mismo punto? O, tal vez, están en el lugar más imposible de acceder. Ese no es vuestro problema ahora mismo; tras desembarcar, varios hombres se acercan a vosotros, bien trajeados y con unos anteojos muy bonitos, o ridículos, según queráis verlos.

-¡Las bombas! ¡Las bombas están en...!

Pero antes de que pudiera seguir hablando, el hombre cae en picado hacia delante y una daga se dirige a una buena velocidad hacia cada uno de vosotros. Como la distancia es algo elevada, de unos diez metros, antes de que lleguen las dagas os podéis dar cuenta de que un chico rubio, también trajeado, ha dirigido el ataque hacia vosotros. ¿Qué podríais hacer? Ahora ya os toca a vosotros...

DAGAS A CADA UNO, AF

Carta:

Acababan de desembarcar en la ciudad sin ley y ya se habían metido en líos. "Pinta bien el día" pensó el pelirrojo al tiempo que echaba mano al mango de su katana. El que parecía que iba a ser su informador se acababa de convertir en un bulto inútil, al tiempo que un tipo rubio lanzaba unas dagas en dirección a ambos agentes. Por suerte, les separaba una buena distancia, lo que les daba margen de sobra para apartarse de la trayectoria de las armas. El pelirrojo se echó a su izquierda, esquivando con aparente facilidad el ataque.

- Koro, es posible que ese tío sepa algo, así que tratemos de atraparle con vida, ¿entendido, tentáculos? -le dijo en un tono serio a su compañero.

Se lanzó rápidamente a por el rubio, desenvainando la espada en el proceso. Debía conseguir inmovilizarle, así que tal vez un corte en la pierna sería suficiente para que no pudiese darse a la fuga. "Allá vamos" pensó al tiempo que tomaba impulso con la pierna sobre el suelo, lanzándose a toda velocidad hacia su agresor y tratando de causarle un profundo corte a la altura de la espinilla, lo cual de darle le haría perder bastante movilidad.

Corte en la espinilla [AI]

Con suerte su pulposo amigo le inmovilizaría con sus tentáculos, aunque no podía estar seguro de aquello. Si había una palabra que no definía en absoluto al gyojin era "predecible".

Llegamos mi nuevo compañero y yo a Jaya con la misión de evitar que explotasen diez bombas que según una carta que nos mandaron habían puesto tres revolucionarios de un millón de berries de recompensa cada uno para evitar que se reconstruyera. Al bajar del barco unos hombres trajeados se acercaron para al parecer informarnos de la situación, pero en cuanto uno de ellos empezó a hablar cayo al suelo y dos dagas vinieron volando hacia mi compañero y hacia mi lanzadas por un rubiales que estaba detrás suyo. Kusanagi esquivo la suya echándose hacia la izquierda, yo por mi parte preferí una manera mas "bonita" de hacerlo y me eche hacia atrás haciendo el limbo para que me pasara por encima.

-Koro, es posible que ese tío sepa algo, así que tratemos de atraparle con vida, ¿entendido, tentáculos?-Me dijo Kusanagi en un tono serio mientras se lanzaba a por el desenvainando su katana.-Con vida pues, pelirrojo.-Le respondí sonriendo.

En vez de ir de frente como hizo mi compañero opte por coger otro camino para rodear a aquel individuo que nos había atacado. Use el geppou para elevarme y cuando kusanagi fue a hacerle un corte en la pierna le escupí tinta en la cara asegurándome de dejar al pelirrojo fuera de la trayectoria de la tinta, me mataría si le teñía ese pelo pantén tan natural que tenia.

Tinta a la cara [AD]

Con suerte aquel rubiales estaría distraído con kusanagui por delante tratando de esquivar su ataque y no se fijaría en el mio. En caso de darle no le haría daño, pero si le cegaría para evitar que huyera como bien había dicho mi compañero y le dejaría una bonita mancha de tinta difícil de limpiar.

Vuestro enemigo se da cuenta de las intenciones del pelirrojo esquivando sin demasiada dificultad el corte provocado hacia su espinilla con un pequeño salto, pero mientras está en el aire le impacta la tinta del pulpo en la cara de forma algo brusca. Cae hacia atrás haciéndose un grave daño en la espalda e intenta pasarse las manos por los ojos y la cara, pero esa substancia viscosa no puede sacársela, no por lo menos en ese momento. Levanta las manos con algo de miedo y, tras escuchar más pasos, los vuestros... Un charco de orina comienza a formarse a su alrededor mientras vuestro enemigo tiembla de miedo.

-¡N-no me matéis! -rogó- puedo... puedo acompañaros hacia el sitio de las bombas. ¿No es lo que queréis...? Están en el norte, a una hora de aquí...

¿Parece hasta convincente, no? A vuestra situación queda ejecutarlo e ir hacia el norte solos perdiendo una hora de vuestro tiempo, investigar alrededor o permitir que os acompañe. Para sonar aún más convincente, lentamente con una mano vuestro enemigo la lleva hacia el bolsillo y os tira un mapa hacia delante. Lo observáis... ¿podríais llegar solos, no? Solo es rodear los barrancos e ir hacia el norte, solo un zoquete con muy mal sentido de la orientación podría perderse en esa trayectoria.

El pelirrojo hizo una leve mueca de asco al ver el charco de orina que comenzaba a formarse. El rubio sacó un papel, que parecía ser un mapa, y se lo entregó a ambos agentes. Kusanagi lo tomó entre sus manos y lo puso en un ángulo en el que Koro pudiese verlo. Tenía una localización marcada, que según su agresor era la localización de las bombas. Se quedó unos segundos pensativo. "¿Y si es una trampa?". No podían arriesgarse. Tomó al rubio del cuello de la chaqueta y le alzó, poniéndole en pie.

- ¿Cómo podemos estar seguros de que no nos mientes? Nos has atacado, eso no causa una impresión demasiado buena de tí -comenzó en un tono autoritario- Por ahora, vendrás con nosotros. Pero a la menor sospecha, o si descubrimos que nos has mentido, dejaré que mi compañero haga contigo lo que quiera.

Señaló con el pulgar al gyojin, que se encontraba a su espalda y acto seguido le dio un leve empujón, apartándolo de él y apuntándole con la espada.

- Llévanos hasta allí, y más te vale ir rápido. -concluyó el pelirrojo, al tiempo que envainaba la katana y guardaba el mapa.

Acto seguido esperó a que su compañero estuviese preparado y a que el rubiales comenzase a caminar.

Aquel rubiales se meo encima cuando le cogimos y empezó a suplicar por su vida como un niño pequeño muerto de miedo. Nos dijo que sabia donde estaban las bombas y nos dio un mapa con la zona en cuestión marcada que miramos Kusanagi y yo. Luego el pelirrojo le levanto por el cuello de la chaqueta diciéndole que tras atacarnos no podíamos confiar en el así que nos acompañaría, pero que mas le valía que no fuera una trampa o me dejaría hacer lo que quisiera con el.

-Un momento.- Dije tras la advertencia de mi compañero mientras el se guardaba el mapa. -Es mejor asegurarse de que no lleva mas dagas como las que nos ha lanzado antes.- Añadí cacheándole por todas partes con mis tentáculos y despojándole de todas las armas que llevase.

Agarre unas sogas que se encontraban por el muelle y se las puse al rubio atadas al cuello con un nudo como el de una horca bien sujetas pero sin apretar demasiado. -Ten, para que no se te escape tu nuevo perro mientras nos lleva.- Dije entregándole el otro extremo a Kusanagi mientras me reía.

Podía parecer una tontería y que lo hacia para burlarme de el, pero dejando a un lado la broma no sabíamos que nos esperaba por el camino pero el si. Fácilmente podría tener preparada una ruta de escape o llevarnos hacia una emboscada previamente preparada. En todo caso y como se suele decir era mejor atarlo en corto para evitar sorpresas desagradables.

El rubio había perdido la cabeza y hacía cosas sin sentido, lamiendo la mejilla al pelirrojo para acto seguido caer desplomado al suelo, inerte. Se había suicidado con una pastilla, lo cual causó algo de confusión al pelirrojo, que se limpiaba las babas de aquel tipo de la cara, algo asqueado. Sin comprender demasiado bien por qué había hecho aquello miró a su tentacular compañero.

- Esas casetas deben de ser el lugar donde se encuentran las bombas. O al menos el lugar desde el que se detonarán, tal vez, con algo de suerte -le comentó mientras trataba de pensar- Puede que esté equivocado, pero en cualquier caso deberíamos echar un vistazo. No nos llevará mucho tiempo y, si no damos con nada, siempre podemos seguir las mechas.

Concluyó mientras esperaba la respuesta de su compañero antes de ponerse en marcha. Sin embargo, algo desconcentraba al joven agente: un olor similar a... ¿Almendras? ¿De dónde narices venía? Tal vez fuese por la lamida de aquel tipo... En cualquier caso, no le dio mayor importancia y esperó a que su compañero respondiese mientras soltaba la cuerda con la que habían traído sujeto al rubio.

Off:

Al llegar junto a unas casetas iluminadas de las que salían grandes mechas en dirección a la ciudad principal aquel rubiales soltó una carcajada, lamió a Kusanagi y cayo al suelo repitiendo "veinte minutos" hasta morir. Al parecer se había suicidado con una pastilla pero eso no es lo que mas me llamo la atención sino el lametón que le dio al pelirrojo. Mi compañero y yo nos miramos atónitos, no sabia que los humanos se despidieran lamiéndose como los perros antes de morir, lo de la correa era para que no se escapase no porque realmente fuera nuestra mascota.

Kusanagi trató de desviar el tema de conversación tras limpiarse las babas diciendo que deberíamos mirar en aquellas casetas antes de seguir buscando las bombas ya que podrían estar ahí y no perdíamos nada. Yo seguía alternando mi mirada entre el rubio y el pelirrojo, mira que sabia poco de humanos pero esto de lamerse era algo totalmente nuevo para mi y aun estaba asombrado por este nuevo descubrimiento.

-Por mi vale, me parece una buena idea el que vayamos a echarle un vistazo a esas casetas para ver de que son las mechas y a donde se dirigen.- Dije con normalidad y una voz tranquila sin dejar de mirarle fijamente a los ojos. -Pero no te hagas ilusiones porque yo no pienso lamerte nada como ha hecho el otro ¿Eh? Y tampoco te creas que voy a dejar que me lamas tu a mi.- Añadí en un tono un tanto mas brusco y entrecerrando los parpados.

off:

Off: Ya he logrado sacar tiempo para vosotros mis amores, podré volver a moderaros cuando estéis ready <3.

El pelirrojo comienza a sentir un malestar muy grande pasado el rato, sus fuerzas se menguan y sus sentidos se obstruyen ligeramente. El olor cada vez se hace más fuerte y ahora puede ser percibido incluso por el pulpo. ¿Y si es algo relacionado con el lametón de la persona que se había suicidado? Debéis actuar rápido, no simplemente con lo del pelirrojo... Veis como mechas empiezan a prenderse en las casetas, son seis casetas en total y están separadas a unos cuatro metros cada una. ¿Y si eso son los explosivos? Las mechas avanzan muy rápido... como si os quedaran dos minutos, sí, podría ser ese rato.

Off:

Pasado un rato el olor se había intensificado y un malestar general recorría por completo al pelirrojo, al cual se le empezaba a emborronar la vista y sus fuerzas le empezaban a faltar. Tenía que haber sido esa lamida que le había dado el rubito. ¿Veneno? Esa mierda cada vez empezaba a afectarle más y sin duda debía estar relacionado con aquel olor a Almendras.

- Koro... -comenzó el pelirrojo, notándose la fatiga en su voz, justo cuando vieron las mechas prendidas- Ese tío me ha hecho algo, pero no podemos perder el tiempo. Coge mi espada y encárgate de cortar las mechas, yo trataré de apañarme.

Tras eso le lanzó su espada envainada al tentacular gyojin y se dispuso a pensar algo para salvar el pellejo. De primeras se dispuso a aguantar la respiración. Seguramente inhalar aquella sustancia fuese la causa principal de aquel malestar. Se quitó la banda y tapó con ella nariz y boca, de modo que si comenzaba a faltarle el aire no respirase directamente aquella cosa. Aquello le daría más o menos 10 minutos de margen. Lo siguiente que hizo fue orinar en el primer lugar que viese. Si algo había aprendido es que la orina contenía sustancias que sobraban en el cuerpo, y probablemente parte de aquel "veneno" estuviese ya allí, por lo que se dispuso a expulsarlo.

Una vez hecho esto, se dispondría a buscar la fuente de agua más próxima, ya fuese el agua del mar en la costa o algún pequeño lago interno. No sabía si el contacto también causaría efectos nocivos en él, pero lo mejor sería lavar el lugar de la lamida cuanto antes y quitarse aquella sustancia de la cara. Una vez llegase a la fuente de agua se la lavaría con tesón varios minutos, hasta notar que hubiese desaparecido. Con suerte los efectos de aquella sustancia no le habrían afectado en exceso. "Intoxicarme estando al aire libre... Estas cosas solo me pasan a mí, mierda".

Off:

Comencé a oler un extraño aroma como a almendras amargas, a saber de que era aquel olor pero parecía provenir de la mejilla de mi compañero, justo donde el rubiales le había dado el lametón. No le di demasiada importancia por el hecho de que las mechas que salían de las casetas acababan de prenderse y avanzaban a gran velocidad, había que hacer algo con ellas lo mas rápido posible o podrían llevar directamente a las bombas mencionadas en la carta y destrozar la ciudad al explotar.

-Koro... Ese tío me ha hecho algo, pero no podemos perder el tiempo. Coge mi espada y encárgate de cortar las mechas, yo trataré de apañarme.- Dijo el pelirrojo con una notable fatiga al hablar. Pero no solo su voz, era obvio que no se encontraba muy bien y le faltaban las fuerzas en general, no niego que debíamos encargarnos de las mechas cuanto antes pero no podía simplemente abandonarlo a su suerte sin saber lo que le había hecho el rubio y por lo tanto lo que podría pesarle si no se le atendía adecuadamente.

Me lanzó su espada y cuando la cogí aguanto la respiración y se puso a mear, ambas buenas ideas pero que guarrada la segunda. En caso de envenenamiento la orina ayuda a eliminar parte de las toxinas, pero aun así no tenia por que hacerlo ahí mismo delante mía, supongo que el tiempo apremiaba así que no le di importancia. Lo de aguantar la respiración serviría solo si lo que fuera que le estaba afectando se producía por inhalación, si por otra parte la causa era por el contacto con la piel solo aguantar sin aire un rato no funcionaria, era necesario lavar la parte contaminada a conciencia.

-No llevo nada mas debajo pero es una emergencia.- Pensé al tiempo que me hacia una segunda ropa con dos de mis propios tentáculos tapando sobre todo las zonas mas "importantes de mi cuerpo. Acto seguido me quite la túnica y abrí la válvula de la zona de las branquias que permitía filtrar el agua de su interior. -Toma esto, lleva agua dentro, úsala para lavarte la mejilla.- Dije dándole la túnica a Kusanagi.

Tras haberle dado mi "ropa" estaba tal y como llegue al mundo, al menos gracias a mis tentáculos que me tapaban no se me veía nada demasiado indecente. Desenvaine la katana y fui a toda prisa donde estaban las casetas para empezar a cortar las mechas antes de que llegasen a su destino y estallasen las supuestas bombas, era posible que no fuesen las bombas pero mejor no arriesgarse y sabiendo ahora que había hecho al menos algo por ayudar mi compañero no tendría remordimiento alguno aunque muriera, incluso si fuera por hipotermia.

off:

El pelirrojo comenzó a sentirse mejor rápidamente una vez se deshizo de aquel insufrible olor. Le devolvió la túnica al tentacular gyojin en cuanto hubo cortado las mechas y se dispuso a que le regresara la espada cuando, de repente, un montón de gente comenzó a salir de las casas. Al parecer, acababan de chafar una buena fiesta. Parecían muy cabreados con los dos agentes y sin duda lo estaban. Lo mejor sería correr, si... No sería buena idea dejar que les atrapasen.

- ¡Corre Koro, corre! -le gritó a su compañero, dándose inmediatamente la vuelta y echando a correr como alma que lleva el diablo.

La ciudad estaba algo lejos pero no creía que aquella multitud les fuesen a perseguir hasta allí. Probablemente podrían darles esquinazo rápidamente. "En otras circunstancias, sería yo mismo uno más en esa multitud... Esto va en contra de mis principios" pensaba sin detenerse, medio riéndose. Sin embargo pronto volvió a su actitud seria. El rubio les había engañado, pues no parecía haber indicio alguno de bomba en esa zona, cosa que les acababa de hacer perder un tiempo muy valioso.

Debían encontrar la localización de las bombas cuanto antes o aquello se convertiría en un polvorín. No les quedaba más remedio que conseguir algo de información en el pueblo. Con suerte alguien habría oído o escuchado algo.

Tras lavarse la cara vi como mi compañero se encontraba ya bastante recuperado de los efectos de lo que fuera que tenia en la cara, aunque supongo que esa no era la única causa de su mejoría debía de haberle ayudado en algo al menos. Al acabar de cortar las mechas le di su espada a Kusanagi y el me devolvió mi túnica por lo que ahora que volvía a tener ropa otra vez me vestí de inmediato para dejar de ir en "takoyakis" por la vida.

-¡Corre Koro, corre!- Grito de repente el pelirrojo y dándose la vuelta en aquel mismo instante echó a correr como un poseso.

No sabia por que tenia tanto miedo, si acabábamos de salvar la ciudad, o no. Un vistazo por encima del hombro me hizo darme cuenta de la multitud de personas con cara de pocos amigos que venia persiguiéndonos por detrás, demasiados como para enfrentarlos a todos ellos incluso entre los dos y lo peor de aquel asunto es que por el aspecto no parecían revolucionarios sino civiles en edad adolescente. Inmediatamente eche a correr yo también siguiendo a mi compañero que ya me sacaba unos cuantos metros de ventaja en dirección al pueblo que se veía a lo lejos y que estaba en dirección opuesta a nuestros perseguidores. A primera vista diría que tardaríamos mas de diez minutos en llegar por lo que a lo mejor se rendían antes de alcanzarnos.

-Tentáculos para qué os quiero.- Dije usando el Geppou para elevarme.

No creía que supieran volar así que esa seria una forma mas efectiva de perder a sus perseguidores que corriendo por tierra. El problema ahora radicaba en que si ellos no eran los terroristas significaba que las mechas que había en las casetas no pertenecían a las bombas que buscaban así que la misión aun no había terminado. Tendríamos que seguir buscándolas hasta dar con ellas y se nos acababa el tiempo que nos quedaba antes de que detonasen.