Bueno, la poderosa tripulación de kyofu se alza surcando los mares. estáis frente a Galuna, y podéis ver el puerto. ¿Vais a reclamar lo que es vuestro?
NOTA: Moderado Rango A para la conquista de isla.
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Aquel viejo barco surcaba los mares de forma calmada y tranquila, no pertenecía a Kyofu pero había sido alquilado por el propio Madara para aquella misión. Llegaba la hora de conquistar la isla de Galuna de una vez, esa iba a ser la base principal de Kyofu No Yohei. Por uno de los pasillos caminaba una figura tranquilamente, portaba una armadura roja hecha de placas de acero, una enorme en el pecho, algunas en los brazos y por último algunas en los hombros. Debajo llevaba un chaleco táctico negro, unos pantalones del mismo tono y unas sandalias de madera que dejaban ver unos calcetines blancos. Su pelo era bastante largo y pinchudo, de un tono moreno intenso y con bastante volumen, en su espalda podía verse una extraña guadaña que llevaba consigo siempre. El color de los ojos de esta persona era rojo sangre, aunque el derecho lo llevaba tapado por el flequillo, este tipo se traba de Uchiha Madara. Recientemente nombrado Shichibukai tras la guerra por sus meritos y participación en esta, ahora gozaba de un puesto que le iba a venir muy bien. No tardó mucho en llegar a cubierta, dónde tuvo que llevarse las manos a la cara para que el Sol no le molestara mucho.
Tras unos momentos su vista mejoró y pudo ver el puerto frente al barco, de su rostro surgió una sonrisa de lado, llegaba la hora de poner las cosas en su sitio, era ridículo estar viviendo en una cueva y el jefe mercenario aspiraba a mucho más que eso. De modo que usaría aquel lugar como una buena base, ahora se cruzó de brazos y empezó a estirarse despacio, la verdad es que había dormido bastante bien y quería acción. No solo había conseguido protección para él, también para los miembros de su banda, algo que beneficiaría mucho a Akai y nadie le trataría de molestar, y si lo hacían, el moreno los mataría. Por el momento avisaría a sus hombres y daría la orden de atracar en el muelle a uno de aquellos hombres que los acompañaban por si las moscas, no se fiaban de un mercenario que alquilaba un barco que además era una jodida basura, que falta de respeto. Así pensaba el dragón negro, el cual ahora observaba de forma tranquila el mar, pasó su lengua por los labios para después soltar una carcajada y acercarse a uno de aquellos tipos que iban con ellos. Se trataba de un tipo joven de unos veinte años, de pelo azulado y ojos dorados, de cuerpo delgado y vestimentas algo pobres.
- Busca a los miembros de mi equipo, diles que partimos ya hacia la isla. Deberían estar en sus camarotes pero si no lo están búscalos. De paso informa a tus compañeros de que atraquen el barco en el primer muelle del puerto que vean disponible.
Una vez dijo aquello le dio la espalda y se dirigió al interior del barco, empezó a oler algo que venía de una de las salas, entró con toda la confianza y se dio la cuenta de que era una pequeña cocina. El chef no parecía estar en la sala pero se había dejado unos deliciosos pedazos de pizza recién hechos, además eran del sabor de jamón serrano con queso y tomate. El moreno no pudo evitarlo y cogió dos pedazos llevándose uno a la boca y saliendo de allí con el otro en la mano, con toda la confianza del mundo vamos. Había bastantes más pedazos y algo le decía que no iba a ser el único en coger algunos, de todas formas le daba igual pues no eran suyos. Se dirigió de nuevo a la cubierta y se sentó en la borda activando su haki de observación para estar preparado para todo lo que pudiera pasar. Después se mantuvo callado esperando a que el barco llegara y sus hombres fueran apareciendo.
Tras unos momentos su vista mejoró y pudo ver el puerto frente al barco, de su rostro surgió una sonrisa de lado, llegaba la hora de poner las cosas en su sitio, era ridículo estar viviendo en una cueva y el jefe mercenario aspiraba a mucho más que eso. De modo que usaría aquel lugar como una buena base, ahora se cruzó de brazos y empezó a estirarse despacio, la verdad es que había dormido bastante bien y quería acción. No solo había conseguido protección para él, también para los miembros de su banda, algo que beneficiaría mucho a Akai y nadie le trataría de molestar, y si lo hacían, el moreno los mataría. Por el momento avisaría a sus hombres y daría la orden de atracar en el muelle a uno de aquellos hombres que los acompañaban por si las moscas, no se fiaban de un mercenario que alquilaba un barco que además era una jodida basura, que falta de respeto. Así pensaba el dragón negro, el cual ahora observaba de forma tranquila el mar, pasó su lengua por los labios para después soltar una carcajada y acercarse a uno de aquellos tipos que iban con ellos. Se trataba de un tipo joven de unos veinte años, de pelo azulado y ojos dorados, de cuerpo delgado y vestimentas algo pobres.
- Busca a los miembros de mi equipo, diles que partimos ya hacia la isla. Deberían estar en sus camarotes pero si no lo están búscalos. De paso informa a tus compañeros de que atraquen el barco en el primer muelle del puerto que vean disponible.
Una vez dijo aquello le dio la espalda y se dirigió al interior del barco, empezó a oler algo que venía de una de las salas, entró con toda la confianza y se dio la cuenta de que era una pequeña cocina. El chef no parecía estar en la sala pero se había dejado unos deliciosos pedazos de pizza recién hechos, además eran del sabor de jamón serrano con queso y tomate. El moreno no pudo evitarlo y cogió dos pedazos llevándose uno a la boca y saliendo de allí con el otro en la mano, con toda la confianza del mundo vamos. Había bastantes más pedazos y algo le decía que no iba a ser el único en coger algunos, de todas formas le daba igual pues no eran suyos. Se dirigió de nuevo a la cubierta y se sentó en la borda activando su haki de observación para estar preparado para todo lo que pudiera pasar. Después se mantuvo callado esperando a que el barco llegara y sus hombres fueran apareciendo.
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Me encontraba en mi camarote limpiando mi guitarra y ordenando mis pensamientos y meditando acerca de lo sucedido durante la guerra. Desde ese momento la relación con el líder se hizo más complicada debido a unas circunstancias que se sucedieron durante la misma. Al acabar de limpiarlo todo y tener la mente más despejada colgué la guitarra de mi espalda, guardé el jutte bajo la misma y salí del camarote con tranquilidad, vistiendo la ropa negra de siempre. Caminé tranquilamente por los pasillos de la embarcación que parecía ser de baja categoría y que simplemente se mantenía a flote mirando con atención las puertas y el techo para ver si encontraba algo curioso o si pillaba una puerta abierta y veía algo gracioso.
Al pasar por una de las puertas pude ver a una chica caerse con las tetas al aire intentando ponerse unas medias, algo que provocó que no pudiera contener una risa que callé al instante. Seguí mi camino antes de que la joven pudiera arrojarme algo a la cabeza y pasé por delante de la cocina donde vi dos cajas de pizza sin vigilancia y como tenía hambre la cogí y seguí mi camino mientras comía pizza tranquilamente. Salí a cubierta donde vi a Madara mirando el mar con tranquilidad pero no quería volver a tener la misma disputa por el tema de la espada y Etsu así que simplemente salté propulsándome con el fuego y me senté en la verga del mismo y, tras acabarme la pizza empecé a tocar la guitarra con tranquilidad haciendo sonar una melodía que empezaba tranquila y que iba creciendo en intensidad.
Mientras tocaba me abstraje del mundo y no me di cuenta de lo que comentaba Madara con uno de los empleados del barco antes de adentrarse en el barco. Seguí tocando y en un momento dado empecé a cantar mientras miraba el horizonte lejano esperando a que el sujeto me descubriera y me dijera si había algún mensaje para mí pero al parecer no supo ubicarme por la música y se marchó al interior del barco. Poco tiempo después el líder de aquella extraña organización volvió a salir con dos trozos de pizza en la mano. En ese momento acabé de tocar la melodía que había empezado así que guardé la guitarra y salté a cubierta diciendo ¿Algo que deba saber, Madara?
Al pasar por una de las puertas pude ver a una chica caerse con las tetas al aire intentando ponerse unas medias, algo que provocó que no pudiera contener una risa que callé al instante. Seguí mi camino antes de que la joven pudiera arrojarme algo a la cabeza y pasé por delante de la cocina donde vi dos cajas de pizza sin vigilancia y como tenía hambre la cogí y seguí mi camino mientras comía pizza tranquilamente. Salí a cubierta donde vi a Madara mirando el mar con tranquilidad pero no quería volver a tener la misma disputa por el tema de la espada y Etsu así que simplemente salté propulsándome con el fuego y me senté en la verga del mismo y, tras acabarme la pizza empecé a tocar la guitarra con tranquilidad haciendo sonar una melodía que empezaba tranquila y que iba creciendo en intensidad.
Mientras tocaba me abstraje del mundo y no me di cuenta de lo que comentaba Madara con uno de los empleados del barco antes de adentrarse en el barco. Seguí tocando y en un momento dado empecé a cantar mientras miraba el horizonte lejano esperando a que el sujeto me descubriera y me dijera si había algún mensaje para mí pero al parecer no supo ubicarme por la música y se marchó al interior del barco. Poco tiempo después el líder de aquella extraña organización volvió a salir con dos trozos de pizza en la mano. En ese momento acabé de tocar la melodía que había empezado así que guardé la guitarra y salté a cubierta diciendo ¿Algo que deba saber, Madara?
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Crock se encontraba en su camarote, durmiendo plácidamente mientras el barco e movía hacia Isla Galuna. Al parecer ya estaban por llegar, por lo que uno de los trabajadores del barco entró al camarote para despertar al cocodrilo. Se despertó, medio borracho aún por la noche anterior, ya que seguía llorando por su amigo Ren o mejor dicho, Etsu. Al levantarse de la dura cama se acercó a la mesa, donde se encontraba postrada una foto.
Era una foto que encontró entre las cosas de Etsu. Al parecer se trataba sobre él y su verdadero aspecto. Crock acarició la foto mientras una lágrima resbalaba por su hocico. Cogió una barra de pegamento y enrolló la foto al rededor de la empuñadura de su nueva arma. Ahora esa arma iba a tener un nuevo nombre.
- A partir de ahora serás Etsu...
Tras eso, guardó sus dos espadones a la espalda justo después de ponerse su gabardina. Salió del camarote en dirección hacia la cocina. Al entrar pudo ver que había una caja de pizza, pero decidió pasar de ella, ya que no le interesaba. Abrió la nevera y tal fue su sorpresa cuando vio una botella de whisky del día anterior, entera. Se había gastado unos pocos berries, bueno, en realidad no ya que la robó.
Salió hacia la cubierta y vio a su líder y Akai, el chico de fuego. Se acercó a ellos mientras se balanzeaba suave mente hacia los lados, ya que aún estaba algo bebido. Siguió bebiendo de la botella, hasta que se le cayó por la borda al acercarse demasiado. Empezó a llorar mientras maldecía al mundo, había perdido su bebida.
- Spoiler:
Era una foto que encontró entre las cosas de Etsu. Al parecer se trataba sobre él y su verdadero aspecto. Crock acarició la foto mientras una lágrima resbalaba por su hocico. Cogió una barra de pegamento y enrolló la foto al rededor de la empuñadura de su nueva arma. Ahora esa arma iba a tener un nuevo nombre.
- A partir de ahora serás Etsu...
Tras eso, guardó sus dos espadones a la espalda justo después de ponerse su gabardina. Salió del camarote en dirección hacia la cocina. Al entrar pudo ver que había una caja de pizza, pero decidió pasar de ella, ya que no le interesaba. Abrió la nevera y tal fue su sorpresa cuando vio una botella de whisky del día anterior, entera. Se había gastado unos pocos berries, bueno, en realidad no ya que la robó.
Salió hacia la cubierta y vio a su líder y Akai, el chico de fuego. Se acercó a ellos mientras se balanzeaba suave mente hacia los lados, ya que aún estaba algo bebido. Siguió bebiendo de la botella, hasta que se le cayó por la borda al acercarse demasiado. Empezó a llorar mientras maldecía al mundo, había perdido su bebida.
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|~Bueno, es hora de la acción, es el momento en el que todo se decidirá, no me fío mucho de nadie, pero tú pareces ser diferente, si Madara confía en ti tiene sus motivos…~| Dice el albino a un sujeto pelirrojo que se encuentra sentado delante de él, ambos en un desafío de miradas serias, que se rompe en sonoras carcajadas, y al observar la mesa que hay entre ambos se descubre el motivo, varias jarras de sake tumbadas, vacías, están ebrios. El albino extiende hacia su compañero un conjunto de piezas que forman un extraño arma, un tridente. |~Este arma me la regaló un viejo amigo, pero no le puedo dar uso, espero que a ti te vaya mejor…~| Dice el albino mientras el otro sujeto toma dicho tridente y lo guarda en su cintura desmontado, con el tiempo aprendería a usarlo, pero lo importante es que ya está con su nuevo dueño. Es en ese momento en el que el albino se levanta y empieza a caminar, según presiente están llegando y quiere hablar con Madara a solas de un asunto personal que poco nada incumbe a los demás miembros de la tripulación, con que Madara lo sepa será suficiente. El joven se desplaza a una velocidad asombrosa, con un sigile propio de un asesino de las sombras y una mirada seria.
Alcanza la cubierta, donde uno de los empleados sale hacia el interior del barco, que por cierto es una soberana porquería, para seguramente dar aviso al resto de la tripulación de que el barco llega a su destino. El hombre que carga consigo una enorme espada similar a una guadaña de extraña forma se acerca a Madara, pero junto a este se encuentra el pelirosa, un problema para lo que pretende Shiroi, pero aun así hay como hacerlo. |~Madara, quiero hablar contigo de un tema delicado, aunque seguramente ya sepas lo que te diré…Pero prefiero hacerlo sin involucrar a ningún miembro más cuantos menos sepan esto mejor para todos…~| Dice el peliblanco en un susurro al oído de su capitán, que si no se confunde es más agudo que el de un humano corriente.
Alcanza la cubierta, donde uno de los empleados sale hacia el interior del barco, que por cierto es una soberana porquería, para seguramente dar aviso al resto de la tripulación de que el barco llega a su destino. El hombre que carga consigo una enorme espada similar a una guadaña de extraña forma se acerca a Madara, pero junto a este se encuentra el pelirosa, un problema para lo que pretende Shiroi, pero aun así hay como hacerlo. |~Madara, quiero hablar contigo de un tema delicado, aunque seguramente ya sepas lo que te diré…Pero prefiero hacerlo sin involucrar a ningún miembro más cuantos menos sepan esto mejor para todos…~| Dice el peliblanco en un susurro al oído de su capitán, que si no se confunde es más agudo que el de un humano corriente.
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El joven escucha a un hombre de apariencia débil, enferma, de cabellos blancos y ropas de entrenamiento de artes marciales, pero luego al mirar su arma esa imagen se disuelve dando la imagen de un hombre de fuerza descomunal, pues el arma que porta es realmente grotesca. El hombre le habla de que es la hora de entrar en acción, que aún no se fía de nadie, pero que confía en el criterio de Madara, seguramente se refiera al sujeto que lo había llevado a aquél barco, un hombre siniestro la verdad. El hombre con el que habla le entrega una especie de tridente, el cual el joven pelirrojo cuelga de su cintura, junto a su arma predilecta, el Jakujou. El joven observa como el peliblanco se levanta y se marcha, al parecer tiene prisas por resolver algún asunto. Es en ese momento en el cual su amigo, Ren, con una caja de pizza en la boca y una expresión pícara en el rostro canino. |~¿Cuántas veces te he dicho que no robes comida Ren?¿Qué pensaría de nosotros Retsu si nos viera ahora, viajando para conquistar una isla, robando comida?~| Dice en tono nostálgico mientras acaricia a su enorme perro, que literalmente lo supera en altura. Ambos salen de aquella habitación tras el aviso de un sujeto de que Madara los llamaba a cubierta, sería el momento de comenzar.
Ayane
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Poco tiempo había pasado desde aquel gran evento fúnebre en Mariejoa. El ambiente estaba mucho más calmado que aquellos días aciagos aunque la samurai seguía sin entender a la mayoría de sus compañeros y preguntándose la razones que tenían para actuar de forma tan soberbia. Quizás no eran realmente así y fingían para aparentar ser fuertes o algo por el estilo. -Es ridículo...- Susurró Ayane. Estaba sentada en una silla, apoyada en un escritorio mientras removía un refresco anaranjado. Tenía su mano izquierda en su mentón y rostro mientras la otra dibujaba círculos en la bebida con una pequeña cuchara. -¿Acaso el único cuerdo es Madara?- Continuó la mujer. Aún se sentía confusa por la actitud de sus compañeros frente a la muerte de Etsu y todo lo ocurrido en la tierra santa. Parecían bastante insensibles y reacios a seguir las órdenes de su capitán, a excepción de Crock, que rallaba lo absurdo. Era un ser realmente extraño, aunque ella sabía muy bien lo que podía llegar a provocar el alcohol.
De repente la puerta se abrió y entró un chico joven. Su pelo azulado y sus ojos brillantes y dorados eran el centro de atención. Incluso hacían olvidar que aquel hombre vistiese con ropas andrajosas. -¿¡Es que no te han enseñado a llamar antes de entrar!?- Exclamó ella, lanzándole un zapato que impactó en su rostro, haciéndole caer contra el suelo. El muchacho se levantó con la cara roja y la marca de la suela, que por suerte, no era de tacón. Se disculpó y salió del camarote. Dio unos suaves toques y pidió permiso para pasar. Ayane accedió. -Vuestro capitán ha dicho que os espera a todos en cubierta. Creo que eres la última.- Parecía algo aterrorizado. Aunque después de tremendo golpe era bastante normal. No hubo respuesta. Simplemente asintió con la cabeza y fue a por sus armas. Las colocó en su cintura y le hizo un gesto a Ryuma para que le acompañase.
Vestía con su típico traje de combate. Un kimono azabache por el exterior y blanco en su interior. Una faja, también blanca, en la cintura, con un gran lazo en diagonal y una tela rosa que rodeaba su cuello y caía por sus hombros. Dejaba ver un gran escote un colgante deslizándose entre sus senos. Su calzado estaba provisto por unas sandalias tradicionales y unas medias albinas.
-Disculpad la tardanza. He venido en cuanto he recibido el aviso.- Dijo ella, apareciendo en cubierta y excusándose por ser la última. Si los había llamado a todos era muy probable que ya estuvieran cerca de su destino y probablemente quería darles alguna clase de información. Ayane se acercó a su líder y apoyó sus codos en la barandilla, observando hacia el frente. Podía verse el puerto en el que atracarían. No tardarían mucho en llegar y el dragón debía tener algún plan.
De repente la puerta se abrió y entró un chico joven. Su pelo azulado y sus ojos brillantes y dorados eran el centro de atención. Incluso hacían olvidar que aquel hombre vistiese con ropas andrajosas. -¿¡Es que no te han enseñado a llamar antes de entrar!?- Exclamó ella, lanzándole un zapato que impactó en su rostro, haciéndole caer contra el suelo. El muchacho se levantó con la cara roja y la marca de la suela, que por suerte, no era de tacón. Se disculpó y salió del camarote. Dio unos suaves toques y pidió permiso para pasar. Ayane accedió. -Vuestro capitán ha dicho que os espera a todos en cubierta. Creo que eres la última.- Parecía algo aterrorizado. Aunque después de tremendo golpe era bastante normal. No hubo respuesta. Simplemente asintió con la cabeza y fue a por sus armas. Las colocó en su cintura y le hizo un gesto a Ryuma para que le acompañase.
Vestía con su típico traje de combate. Un kimono azabache por el exterior y blanco en su interior. Una faja, también blanca, en la cintura, con un gran lazo en diagonal y una tela rosa que rodeaba su cuello y caía por sus hombros. Dejaba ver un gran escote un colgante deslizándose entre sus senos. Su calzado estaba provisto por unas sandalias tradicionales y unas medias albinas.
-Disculpad la tardanza. He venido en cuanto he recibido el aviso.- Dijo ella, apareciendo en cubierta y excusándose por ser la última. Si los había llamado a todos era muy probable que ya estuvieran cerca de su destino y probablemente quería darles alguna clase de información. Ayane se acercó a su líder y apoyó sus codos en la barandilla, observando hacia el frente. Podía verse el puerto en el que atracarían. No tardarían mucho en llegar y el dragón debía tener algún plan.
El barco va acercándose a la costa, y parece que hay guardias en el puerto para recibir el barco, como si tuvieran noticias de que ibais a visitarlos hoy. Hay unos... 13 guardias, aunque no desprenden demasiado poder, excepto uno que lleva una tina en la cabeza. Curioso casco, la verdad, pero los que tengáis mantra notaréis que desprende un poder abrumador, tal vez superior al de vuestro líder. Podéis atacar o ir de buenas, pero vaya, que yo tendría cuidado. Cuando el barco atraca, uno habla:
-¿Quién va?
Eso es lo único que se escucha, y todos miran fijamente. ¿Qué haréis?
-¿Quién va?
Eso es lo único que se escucha, y todos miran fijamente. ¿Qué haréis?
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El barco por fin estaba llegando a su destino, la mirada del dragón negro permanecía clavada en la isla, no tardó mucho en soltar una leve carcajada mientras metía ambas manos en los bolsillos. Justo cuando iba a saltar notó el olor del chico de fuego acercarse y preguntarle sobre si debía saber algo. Segundos después llegaron todos los demás, la banda estaba al completo salvo por Etsu, pero ya había pasado algo de tiempo y no podían seguir anclados en el pasado, el moreno iluminó sus ojos y escuchó las palabras de todos, analizándolas despacio. De modo que Shiroi debía decirle algo, no entendía que podía ser pero tal vez era por su ausencia en la gran guerra que hubo, ahora soltó un suspiro y se giró hacia ellos. De repente pudo detectar una presencia bastante fuerte, se dio la vuelta y pudo ver a gente en el puerto y entre ellos uno de lo más extraño parecía tener un poder devastador. “Interesante” pensó el dragón mientras ahora sonreía de lado. Tenía un oponente poderoso al parecer si las cosas se ponían feas por qué no parecían estar dispuesto a nada, presentarse en el puerto así de buenas. ¿Cómo sabían que llegaban? Era algo que el mercenario iba a averiguar, empezó a hablar en voz baja para que solo sus hombres le escucharan.
- Shiroi hablaremos después. Ahora escuchadme bien, no voy a perderos a ninguno, si hay problemas lucharemos todos juntos, apoyándonos los unos a los otros, pero por el momento trataré de hacer esto de buenas maneras. Si pudimos con un miembro de los Trilobites, podremos con cualquier guardia que se nos ponga chulo. Akai posiciónate a mi derecha, Ayane a mi izquierda, Crok tú y Shiroi dos pasos por delante y Sha se quedará un paso detrás de Akai.
Madara tras dar las órdenes colocó su pie en la borda y pegó un salto colocándose frente a aquellos hombres, sus mercenarios se colocarían en la posición ordenada, de esa forma tendría a dos devastadores de primera línea. Al que parecía un poco más débil lo tendría tras una pared de llamas y su brazo derecho, Ayane a la izquierda podría dar agilidad, corte y una buena acción con su fruta y por supuesto él podría controlar a todos desde el medio. En caso de peligro extremo combinarían sus poderes en un ataque mortal, pero por el momento había que hacer las cosas bien, el líder de Kyofu sacó sus manos, elevando la izquierda en señal de saludo a aquellas personas. Clavó su mirada en el tipo que desprendía mayor poder, sonriendo ahora de lado y mostrando sus dientes al completo para después hacer que sus ojos tomaran una forma reptiliana. A continuación empezó a hablar en un tono bastante tranquilo, como si estuviera pidiendo un perrito caliente para comer.
- Uchicha Madara, Shichibukai del gobierno mundial. Necesito una base para ayudar con mi tarea en el Ouka y he decidido que esta es perfecta, vengo a pedirla pacíficamente. Tened en cuenta que esto ayudará mucho al gobierno, además tendréis un protector que os dará su poder en caso de que os pase algo, no habrá nada malo, habrá guardias que mantendrán el orden. No vamos a pedirla dos veces de forma no violenta…
Dejó caer en voz baja para que se fueran haciendo a la idea, no temía a ninguno de los que allí había, por algo iba con toda su tropa. ¿Quién iba a rechistar a un Shicibukai y algunos hombres armados entre los que había un poderoso criminal? Todo estaba por ver ahora, el dragón negro esperaba una posible respuesta mientras observaba. No sabía lo que podía pasar, por lo que empezó a acumular un poco de ácido en su boca para lanzarlo si alguno trataba de pasarse de listo y sacar algún arma en contra de los de Kyofu.
- Shiroi hablaremos después. Ahora escuchadme bien, no voy a perderos a ninguno, si hay problemas lucharemos todos juntos, apoyándonos los unos a los otros, pero por el momento trataré de hacer esto de buenas maneras. Si pudimos con un miembro de los Trilobites, podremos con cualquier guardia que se nos ponga chulo. Akai posiciónate a mi derecha, Ayane a mi izquierda, Crok tú y Shiroi dos pasos por delante y Sha se quedará un paso detrás de Akai.
Madara tras dar las órdenes colocó su pie en la borda y pegó un salto colocándose frente a aquellos hombres, sus mercenarios se colocarían en la posición ordenada, de esa forma tendría a dos devastadores de primera línea. Al que parecía un poco más débil lo tendría tras una pared de llamas y su brazo derecho, Ayane a la izquierda podría dar agilidad, corte y una buena acción con su fruta y por supuesto él podría controlar a todos desde el medio. En caso de peligro extremo combinarían sus poderes en un ataque mortal, pero por el momento había que hacer las cosas bien, el líder de Kyofu sacó sus manos, elevando la izquierda en señal de saludo a aquellas personas. Clavó su mirada en el tipo que desprendía mayor poder, sonriendo ahora de lado y mostrando sus dientes al completo para después hacer que sus ojos tomaran una forma reptiliana. A continuación empezó a hablar en un tono bastante tranquilo, como si estuviera pidiendo un perrito caliente para comer.
- Uchicha Madara, Shichibukai del gobierno mundial. Necesito una base para ayudar con mi tarea en el Ouka y he decidido que esta es perfecta, vengo a pedirla pacíficamente. Tened en cuenta que esto ayudará mucho al gobierno, además tendréis un protector que os dará su poder en caso de que os pase algo, no habrá nada malo, habrá guardias que mantendrán el orden. No vamos a pedirla dos veces de forma no violenta…
Dejó caer en voz baja para que se fueran haciendo a la idea, no temía a ninguno de los que allí había, por algo iba con toda su tropa. ¿Quién iba a rechistar a un Shicibukai y algunos hombres armados entre los que había un poderoso criminal? Todo estaba por ver ahora, el dragón negro esperaba una posible respuesta mientras observaba. No sabía lo que podía pasar, por lo que empezó a acumular un poco de ácido en su boca para lanzarlo si alguno trataba de pasarse de listo y sacar algún arma en contra de los de Kyofu.
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El navío no tardó en llegar a la isla. Estaban atracando a puerto cuando la mujer pudo darse cuenta de que les estaban esperando. Un grupo de trece personas. Vestían con ropajes simples y ligeramente andrajosos. Desde luego no eran gente fina ni con mucho tacto para la moda, aunque debía importarle muy poco lo que pensasen de ellos viviendo en una isla como aquella. Parecía ser bastante subdesarrollada, aunque no por ello era un mal lugar para residir, de hecho, mucha gente prefería el campo a las grandes ciudades como la espadachín de Kyofu. El verde de la vegetación y el aire puro le recordaban a su isla natal, que aunque tenía malas experiencias, también poseía recuerdos bonitos. Eso sí, el cubo a modo de casco ya era pasarse. Era casi tan ridículo como inútil.
-Mientras luchemos unidos y confiemos los unos en los otros, no habrá problemas a la hora de combatir. Seguramente podremos ante cualquier adversidad.- Dijo ella mientras bajaba de la embarcación y se posicionaba en el lugar donde le había marcado Madara. Si algo caracterizaba a aquella banda y a aquel capitán, eran sus estrategias y formaciones. Estaba claro que un buen posicionamiento de todos los miembros podía cambiar totalmente el curso de la batalla o garantizar la victoria desde el principio.
El moreno contó los planes de la banda mercenaria y aseguró que no buscaba problemas. Aunque no faltó la indirecta, no tan indirecta, de la batalla si no querían hacerlo por las buenas. Ayane no pensaba que fuese buen plan soltarlo todo de golpe, aún si Madara hubiese usado las palabras correctas o más indicadas. No todo el mundo accedía a otorgar su hogar a un completo desconocido. El líder de Kyofu era un Shichibukai y aseguraba la protección de la isla, algo bueno para todos sus habitantes en los tiempos que corrían, pero ¿Sería tan sencillo?
-Mientras luchemos unidos y confiemos los unos en los otros, no habrá problemas a la hora de combatir. Seguramente podremos ante cualquier adversidad.- Dijo ella mientras bajaba de la embarcación y se posicionaba en el lugar donde le había marcado Madara. Si algo caracterizaba a aquella banda y a aquel capitán, eran sus estrategias y formaciones. Estaba claro que un buen posicionamiento de todos los miembros podía cambiar totalmente el curso de la batalla o garantizar la victoria desde el principio.
El moreno contó los planes de la banda mercenaria y aseguró que no buscaba problemas. Aunque no faltó la indirecta, no tan indirecta, de la batalla si no querían hacerlo por las buenas. Ayane no pensaba que fuese buen plan soltarlo todo de golpe, aún si Madara hubiese usado las palabras correctas o más indicadas. No todo el mundo accedía a otorgar su hogar a un completo desconocido. El líder de Kyofu era un Shichibukai y aseguraba la protección de la isla, algo bueno para todos sus habitantes en los tiempos que corrían, pero ¿Sería tan sencillo?
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Madara le dice al albino que hablarán luego, un alivio, al menos sabe que el otro no parece sospechar de su fidelidad o de sus intenciones, la verdad es que él siempre fue fiel a sus principios, que coinciden con los de aquella banda, un gobierno justo para todos, no la justicia chapucera y verdaderamente absurda del gobierno que hay actualmente, que solo protegen a la clase alta y a sus guardias ante aquellos que no tienen dinero o sangre real. Tras ello el barco llega a su destino y Madara empieza a organizar el plan de actuación. La primera línea sería la de los hombres de potencia, Crock y el propio Shiroi, dos devastadores de poderes realmente asombrosos. Justo tras ellos un trío de poder considerable Ayane, la bella muchacha que da el toque femenino a la tripulación, a la izquierda. Madara, líder y hombre más fuerte de la tripulación al centro. Y a la derecha, Akai, un hombre de gran poder, habla de ello una jugosa recompensa que hay sobre su cabeza. Y en la retaguardia estaría su recién hecho amigo, y miembro más reciente de la tripulación, Sha, acompañado como siempre por su gran amigo el perro. |~Bueno, habrá que ver cómo se desarrolla el asunto…~| Dice en respuesta a las palabras de Ayane, pues ella afirma que no hay adversario que los venza si confían los unos en los otros y luchan unidos, su intención no es discutir esa premisa, ni mucho menos, sino que simplemente afirma que hay que esperar a ver cómo reaccionan los trece guardias que los aguardan en el puerto a las palabras de Madara, palabras que el peliblanco puede escuchar gracias a encontrarse en posición, en la primera línea de ataque.
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Nada más llegar a cubierta empiezan las instrucciones del líder de aquella organización, al parecer nos aguarda un comité de bienvenida que puede no tomarse a bien la presencia de gente ajena a la isla que planea ocupar la isla como residencia permanente, por ello el líder elabora una estrategia y una formación. Al parecer su amigo, Shiroi, se posicionará en la vanguardia de la formación mientras que Sha se posicionaría en la retaguardia, la verdad no le molesta, es consciente de que ese hombre de larga cabellera negra sabrá lo que hace y por qué ubica sus hombres de la forma que lo hace. El chico de cabellos rojos se sube sobre su amigo y este salta a tierra colocándose justo en el punto en el que se le indicó a su amigo. |~Buen chico Ren, toma un premio.~| Dice el chico mientras le da una porción de carne para que el perro coma sin problemas, lo que hace que el enorme cánido coma con una sonrisa en sus fauces.
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Todos se habían reunido en aquel barco, en la cubierta. Desde allí arriba se podía ver un montón de personas esperando por ellos, donde uno tenía un grandioso poder. Era imposible, aquel poder era mayor que el del líder de Kyofu, Madara. Crock no podía pensar que alguien pudiese ganar a su querido líder, por eso debía negarse al aura que desprendía aquella persona. Al parecer Madara tenía un plan y empezó a soltarlo. Todos bajaron y empezó la posición. Crock sujetó a Etsu con fuerza entre sus manos mientras clavaba el filo en el suelo. Se puso en primera línea, no iba a permitir que nadie tocara a su líder. El ceño del cocodrilo empezó a fruncirse, la lengua relamía los duros labios, para luego posarse entre los dientes afilados.
Madara dio un aviso a aquellos, no iba a permitir que no le dejasen apoderarse de aquella isla. Crock sabía que si algo sucedía, debía defender a su líder con su propia vida, y estaba 100% dispuesto a hacerlo. Flexionó las rodillas, movió ligeramente los hombros para que no estuvieran tensos, movió el cuello de lado a lado, crujiéndolo y se preparó para cualquier cosa que pudiera venir.
- Nadie te tocará un pelo mientras yo viva, Madara. - Soltaba con una voz seria, grave y tenebrosa.
Madara dio un aviso a aquellos, no iba a permitir que no le dejasen apoderarse de aquella isla. Crock sabía que si algo sucedía, debía defender a su líder con su propia vida, y estaba 100% dispuesto a hacerlo. Flexionó las rodillas, movió ligeramente los hombros para que no estuvieran tensos, movió el cuello de lado a lado, crujiéndolo y se preparó para cualquier cosa que pudiera venir.
- Nadie te tocará un pelo mientras yo viva, Madara. - Soltaba con una voz seria, grave y tenebrosa.
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