Keth - Selim
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Exp: 17095
Nivel: 35
Nombre: Keth-Selim (Abreviado Kelim, o simplemente Selim)
Apodo: El crepúsculo
Edad: 19
Sexo: Hombre.
Raza: Humano
Rango/Empleo: Ciudadano / Músico/ Mensajero
Rango social: Medio
Descripción estilo de lucha:
-Nombre: Clair de lune
-Ejecución: Hace surgir de su cuerpo diversas clases de energía, que controla tocando su flauta de piedra. Su estilo se basa en cercar al oponente cada vez más, hasta tenerlo controlado y poder dar el golpe final, bien sea matarlo o dejarlo lisiado. La melodía cambia según qué energía use, y a menudo utiliza un combate para profundizar en el estudio de su música de modo que un contrincante atento sería capaz de oír cómo evoluciona la canción, construyéndose ante él. Selim explica que así ahorra tiempo, que el día no tiene las horas suficientes para ensayar como quisiera.
Descripción física: Es un hombre alto, de al menos un metro noventa de estatura. No es delgado, pero en su cuerpo no sobra ni un gramo de grasa, y pese a que no es un hombre musculoso, no le falla la fuerza cuando la necesita. Sus piernas y brazos son largos y fuertes, sin rastro de vello. Sus hombros y espalda son anchos, y su cintura estrecha. Destacan sus manos, de dedos largos y rápidos, muy hábiles.
Todo él es pálido como la luna, y en su cara ovalada resaltan dos ojos profundos de color azul. Cuando se enfada, parece que se oscurezcan como el mar cuando hay tormenta, pero si ríe, imitan el color del cielo. Aunque pocas veces sucede eso; generalmente solo muestra una pequeña sonrisa inescrutable que no le llega a los ojos. Su pelo es también azul, pero lejos de ser natural, comenzó a teñirlo desde adolescente. Tiene la costumbre de pintar sus uñas (Adivina el color) para evitar la tentación de morderlas: Sus manos son esenciales para su vida y su trabajo.
Su postura es perfecta: Camina recto como un palo, pero es capaz de doblarse tanto como una rama de sauce, hasta tocar el suelo con la frente. Tiende a posar primero la punta de los pies al caminar, como si vacilara al dar el paso. Sin embargo esto no es más que una ilusión, pues sus años de entrenamiento han logrado que ejerza un gran control sobre casi todos las partes de su cuerpo (''¡Dejen a un hombre con sus debilidades, ¿Quieren?!'') Viste con ropas suaves, pero cambia su estilo muy a menudo. Siempre en tonos azules, por supuesto.
Alineamiento: Neutral Bueno
Descripción psicológica:
''Melancólico''. Una palabra que se le parece bastante. Es una palabra simple, pero encierra un gran significado. Selim es igual. Desde pequeño fue un niño callado y pensativo, y de mayor no ha cambiado. Es complicado llegar a conocerle bien, porque no suele dar información de sí mismo si no es necesario. Es alguien tranquilo, que piensa casi todo dos veces antes de hacerlo. Esto no se aplica a nada en lo que intervengan avestruces. Su comportamiento en esos casos es perfectamente identificable: Un niño enrabietado.
Aparte de eso, es alguien amable y solícito. Si bien silencioso, es atento y astuto. Su mente trabaja a gran velocidad aunque a priori no lo parezca. Es un romántico empedernido, y muy cabezota. Si quiere algo o a alguien hará todo lo que esté en sus manos para conseguirlo, y si eso no llegase, involucraría en el asunto a todos cuantos fuesen necesarios. Aún si fueran desconocidos. Es respetuoso con los animales y con el resto de personas, a no ser que alguien le enfade. El peliazul rara vez cae en las fauces de la ira, pero si lo hace, cambia radicalmente. Su cara, generalmente seria o falsamente sonriente, se transforma en un gesto de desprecio y en ese estado matará y destrozará sin sentir ni una pizca de remordimientos.
Suele dar la impresión de tener siempre la cabeza en otra parte. Sus ojos, tristes, reflejan como se siente la mayor parte del tiempo, aunque lo oculte con una sonrisa: Solo, terriblemente solo. Es desconfiado por naturaleza, y para ganárselo es necesario tratarle como a un conejito asustado (Uno que podría matarte si te pasas o haces algo equivocado, claro): Acercándose poco a poco y tentándole con un buen plato de canelones. O dos.
No es difícil que llore. De hecho, cuando llora es muy fácil que sonría, porque para él es como una liberación tras estar todo el día con la máscara puesta. Siempre echa de menos su hogar, y en el fondo de su corazón apenas es un adolescente algo crecido. Aunque no lo reconozca, siente miedo de no encontrar nunca a su protegido o protegida y por ende, no poder volver a su aldea. Pero solo la luna y su almohada son testigos de este miedo. Y así seguirá siendo.
Gustos: Su definición de perfección sería estar sentado en su aldea al lado de su protegido o protegida viendo el sol ocultarse, con una copa de vino tinto en la mano y la flauta en la otra, completamente relajado.
Le gustan las mujeres, en el sentido artístico. Si por él fuera, iría por la calle suplicándoles que le dejasen pintarlas desnudas. De hecho, tiene varios cuadros de ese estilo guardados a buen recaudo. Su color favorito es el del mar cuando hay tormenta: Para él es un color noble y bravío, que le inspira valor y templanza. Siente una debilidad malsana por los canelones, y es fácil tentarle con estos.
Le apasiona la lectura y devora los libros con la misma facilidad que un plato de pasta. Sobre todo, es un forofo de los dramas sentimentales (Menos mal que aquí no existen las telenovelas o se quedaría enganchado al televisor todo el santo día). La pintura también le gusta, aunque no es precisamente un buen pintor. Aunque lo intenta.
Montar a caballo, mirar simplemente el cielo abierto y la esgrima (Aunque prefiere no usarla para pelear si no lo necesita) son otras de sus pasiones. Pero la que más destaca por encima de todas las anteriores es la música. Su flauta es para el peliazul lo más importante en el mundo (A menos hasta que encuentre a su protegido o protegida) y no se separa nunca de ella. Cada vez que tiene un momento libre, ya sea un minuto o una hora, lo aprovecha para tocar.
Desagrados: No soporta el tabaco ni los días con niebla que le impiden ver el cielo. Le divierten las personas que no saben controlar su temperamento, pero si se ponen pesados le molestan en extremo. No le gustan las historias de terror: Minan su moral y odia sentirse débil. Si en algún momento nota que ha fallado a su honor o a su deber... se desagradará a sí mismo.
No le gusta el color rojo, pero el naranja le parece hermoso. La música de percusión entra en la categoría de ''Nunca. Nunca jamás. Eso es solo ruido inútil'', al igual que las trompetas, el sonido de los cañones y similares ruidos fuertes. Si encontrase a alguien ocasionando estos ruidos, lo más probable es que le saltase al cuello sin decir ni una palabra.
No le gustan las cosas demasiado dulces, como el arroz con leche o la crema de licor. Desprecia a aquellas personas que no ponen todo su corazón en lo que hacen, así como a los vagos y a los inútiles. Ah, y a los avestruces. Son la maldad calva y con largas patas. Y muerden. Muerden mucho. Le encantaría asesinar el mismo a todos los ejemplares que ve.
Habilidades: Como ya he dicho antes, la música (Sus puntos fuertes son la flauta y los instrumentos de cuerda como el violín o la viola. El arpa le gusta especialmente, y si no la toca es porque escucharla durante más de cinco minutos le hace llorar, de lo dulce que encuentra el sonido), la esgrima y la lectura son sus fuertes. Aparte de esto, es un fiero contrincante de pai-sho y de ajedrez. Le entusiasma el teatro y no es un mal actor. La cocina, pese a no ser su fuerte, no se le da mal. Al menos no se muere de hambre, que ya es bastante. Canta bien, con una hermosa voz de tenor y es hábil para llegar a las notas altas con facilidad. Es un buen seductor, y no le faltarían las conquistas si quisiera. Si quisiera.
Salta alto, muy alto, pero no corre tan bien (Nunca lo ha necesitado) Es muy ágil, y sobre todo muy flexible. Sus constantes piruetas son la prueba. Sabe nadar sin problemas. Es rápido para encender una fogata o montar una tienda. También sabe desplumar un avestruz en la mitad del tiempo normal (Aunque no se aplica a otros animales)
Torpeza: Es un inútil en la caza, ya que no soporta dañar conscientemente a los animales, y si no es vegetariano es únicamente porque ''Está demasiado rico. Y ya que no hay nada para evitar la muerte del animal cocinado, lo menos que se puede hacer es honrar a su alma degustándolo con placer''. Sin embargo, no come pescado.
Es muy, muy impulsivo aunque no se refleje en su rostro. Si algo o alguien no le agradan, se lanzará a por ellos sin pensar en las consecuencias. Aunque solo empleará la energía para un combate serio. Para el resto de rencillas, la esgrima (Que considera un arte menor) es más que suficiente.
No sabe tejer. Ni lavar la ropa. Con sumergirla en el río se da por satisfecho, aunque suele andar comprando siempre más. No le gusta agacharse (¡¡Es una postura indigna!!) Y por último, no menos importante, no tiene ni puñetera idea de cómo usar una pistola o cocinar canelones. Y bien que le gustaría lo segundo. Lo primero es una pérdida de tiempo.
También le encantaría correr tanto como un avestruz para que le fuera más sencillo darles caza, pero hasta ahora no lo ha logrado.
Profesiones:
Banda: Ns/Nc
Armas: Una flauta travesera hecha de Ónice, de exquisita manufactura y muy resistente, por medio de la cual maneja las ondas de energía. También posee una katana, sin nada especial. Está casi nueva, y la empuñadura es de cuero de buena calidad.
Historia: (Aparte)
Mar de origen: Mar del Oeste.
Pertenencias: Su flauta y su katana, así como una pequeña bolsa llena de piezas de oro que le dieron al salir de la aldea, para que comprase lo que necesitara. El velero que le prestaron, pequeño y de madera de deriva. Un montón de provisiones, más o menos para dos meses.
Botín de partidas:
Mascota: Eli es una pequeña liebre blanca, algo glotona, que sigue a Keth a todas partes. Se alejará si él se lo pide, pero será a regañadientes.
Sueños: Kelim es alguien humilde, y los ideales tales como erradicar al gobierno o luchar contra la piratería se le quedan grandes. Le gusta viajar y aprender más del mundo y de los que moran en él... pero por encima de todo, quiere encontrar a su protegido o protegida, para poder dedicar el resto de su vida a él o ella. Dónde esté eso, que se quite lo demás.
Menos erradicar a los avestruces, el mal del mundo. Y si su protegido o protegida le ayudara, él sería feliz encima de una montaña de cadáveres de avestruces, cogido de la mano de su amor.
Referido por: Multicuenta de Aki D. Arlia
Nivel: 35
Nombre: Keth-Selim (Abreviado Kelim, o simplemente Selim)
Apodo: El crepúsculo
Edad: 19
Sexo: Hombre.
Raza: Humano
Rango/Empleo: Ciudadano / Músico/ Mensajero
Rango social: Medio
Descripción estilo de lucha:
-Nombre: Clair de lune
-Ejecución: Hace surgir de su cuerpo diversas clases de energía, que controla tocando su flauta de piedra. Su estilo se basa en cercar al oponente cada vez más, hasta tenerlo controlado y poder dar el golpe final, bien sea matarlo o dejarlo lisiado. La melodía cambia según qué energía use, y a menudo utiliza un combate para profundizar en el estudio de su música de modo que un contrincante atento sería capaz de oír cómo evoluciona la canción, construyéndose ante él. Selim explica que así ahorra tiempo, que el día no tiene las horas suficientes para ensayar como quisiera.
- Técnicas y PU:
- Técnicas:
-Camino del agua: Estilo de pelea que solo puede utilizar en espacios abiertos, ya que se compone de movimientos amplios que implican movimientos de cuerpo entero. Cuando lo utiliza su capacidad de evasión (Agilidad) y su velocidad se multiplican por dos.
-Toque agónico: Con dos dedos, Keth presiona en un ángulo y una presión determinada para infligir un horrible dolor en la zona deseada, que pasa a los 5 segundos dejando una sensación de adormecimiento en la extremidad.
-Toque agónico supra: Utilizando la misma técnica pero cambiando el ángulo y la presión Keth logra aumentar el dolor (Comparado al primer toque) y el tiempo de duración, que puede variar de 1 a 5 minutos. (3 post) Lo que queda tras ese tiempo es la extremidad o la zona completamente dormida durante un post.
Descripción física: Es un hombre alto, de al menos un metro noventa de estatura. No es delgado, pero en su cuerpo no sobra ni un gramo de grasa, y pese a que no es un hombre musculoso, no le falla la fuerza cuando la necesita. Sus piernas y brazos son largos y fuertes, sin rastro de vello. Sus hombros y espalda son anchos, y su cintura estrecha. Destacan sus manos, de dedos largos y rápidos, muy hábiles.
Todo él es pálido como la luna, y en su cara ovalada resaltan dos ojos profundos de color azul. Cuando se enfada, parece que se oscurezcan como el mar cuando hay tormenta, pero si ríe, imitan el color del cielo. Aunque pocas veces sucede eso; generalmente solo muestra una pequeña sonrisa inescrutable que no le llega a los ojos. Su pelo es también azul, pero lejos de ser natural, comenzó a teñirlo desde adolescente. Tiene la costumbre de pintar sus uñas (Adivina el color) para evitar la tentación de morderlas: Sus manos son esenciales para su vida y su trabajo.
Su postura es perfecta: Camina recto como un palo, pero es capaz de doblarse tanto como una rama de sauce, hasta tocar el suelo con la frente. Tiende a posar primero la punta de los pies al caminar, como si vacilara al dar el paso. Sin embargo esto no es más que una ilusión, pues sus años de entrenamiento han logrado que ejerza un gran control sobre casi todos las partes de su cuerpo (''¡Dejen a un hombre con sus debilidades, ¿Quieren?!'') Viste con ropas suaves, pero cambia su estilo muy a menudo. Siempre en tonos azules, por supuesto.
Alineamiento: Neutral Bueno
Descripción psicológica:
Alguien que prefiere ver la lluvia a jugar en los charcos.
Escuchar a las cigarras en lugar de meterlas en los tarros.
Todo en él es suave, sofocado, melancólico y callado.
Está hecho de suspiros, su voz de flauta retumba hoy entre los pinos.
Mírale moverse, él es agua: Agua su pelo, agua sus manos,
agua sus ojos bajo la luz del faro.
Agua la manera en que se mueve, sin prisa y despacio,
mil veces más ágil, dos mil más controlado.
El resto de nosotros, simples marionetas de barro.
...
Él camina estirado como un gato.
Pero cuando la luna está al acecho, se encogerá presto.
No lo toques, no susurres.
Dale un segundo de disfrute.
Escuchar a las cigarras en lugar de meterlas en los tarros.
Todo en él es suave, sofocado, melancólico y callado.
Está hecho de suspiros, su voz de flauta retumba hoy entre los pinos.
Mírale moverse, él es agua: Agua su pelo, agua sus manos,
agua sus ojos bajo la luz del faro.
Agua la manera en que se mueve, sin prisa y despacio,
mil veces más ágil, dos mil más controlado.
El resto de nosotros, simples marionetas de barro.
...
Él camina estirado como un gato.
Pero cuando la luna está al acecho, se encogerá presto.
No lo toques, no susurres.
Dale un segundo de disfrute.
''Melancólico''. Una palabra que se le parece bastante. Es una palabra simple, pero encierra un gran significado. Selim es igual. Desde pequeño fue un niño callado y pensativo, y de mayor no ha cambiado. Es complicado llegar a conocerle bien, porque no suele dar información de sí mismo si no es necesario. Es alguien tranquilo, que piensa casi todo dos veces antes de hacerlo. Esto no se aplica a nada en lo que intervengan avestruces. Su comportamiento en esos casos es perfectamente identificable: Un niño enrabietado.
Aparte de eso, es alguien amable y solícito. Si bien silencioso, es atento y astuto. Su mente trabaja a gran velocidad aunque a priori no lo parezca. Es un romántico empedernido, y muy cabezota. Si quiere algo o a alguien hará todo lo que esté en sus manos para conseguirlo, y si eso no llegase, involucraría en el asunto a todos cuantos fuesen necesarios. Aún si fueran desconocidos. Es respetuoso con los animales y con el resto de personas, a no ser que alguien le enfade. El peliazul rara vez cae en las fauces de la ira, pero si lo hace, cambia radicalmente. Su cara, generalmente seria o falsamente sonriente, se transforma en un gesto de desprecio y en ese estado matará y destrozará sin sentir ni una pizca de remordimientos.
Suele dar la impresión de tener siempre la cabeza en otra parte. Sus ojos, tristes, reflejan como se siente la mayor parte del tiempo, aunque lo oculte con una sonrisa: Solo, terriblemente solo. Es desconfiado por naturaleza, y para ganárselo es necesario tratarle como a un conejito asustado (Uno que podría matarte si te pasas o haces algo equivocado, claro): Acercándose poco a poco y tentándole con un buen plato de canelones. O dos.
No es difícil que llore. De hecho, cuando llora es muy fácil que sonría, porque para él es como una liberación tras estar todo el día con la máscara puesta. Siempre echa de menos su hogar, y en el fondo de su corazón apenas es un adolescente algo crecido. Aunque no lo reconozca, siente miedo de no encontrar nunca a su protegido o protegida y por ende, no poder volver a su aldea. Pero solo la luna y su almohada son testigos de este miedo. Y así seguirá siendo.
Gustos: Su definición de perfección sería estar sentado en su aldea al lado de su protegido o protegida viendo el sol ocultarse, con una copa de vino tinto en la mano y la flauta en la otra, completamente relajado.
Le gustan las mujeres, en el sentido artístico. Si por él fuera, iría por la calle suplicándoles que le dejasen pintarlas desnudas. De hecho, tiene varios cuadros de ese estilo guardados a buen recaudo. Su color favorito es el del mar cuando hay tormenta: Para él es un color noble y bravío, que le inspira valor y templanza. Siente una debilidad malsana por los canelones, y es fácil tentarle con estos.
Le apasiona la lectura y devora los libros con la misma facilidad que un plato de pasta. Sobre todo, es un forofo de los dramas sentimentales (Menos mal que aquí no existen las telenovelas o se quedaría enganchado al televisor todo el santo día). La pintura también le gusta, aunque no es precisamente un buen pintor. Aunque lo intenta.
Montar a caballo, mirar simplemente el cielo abierto y la esgrima (Aunque prefiere no usarla para pelear si no lo necesita) son otras de sus pasiones. Pero la que más destaca por encima de todas las anteriores es la música. Su flauta es para el peliazul lo más importante en el mundo (A menos hasta que encuentre a su protegido o protegida) y no se separa nunca de ella. Cada vez que tiene un momento libre, ya sea un minuto o una hora, lo aprovecha para tocar.
Desagrados: No soporta el tabaco ni los días con niebla que le impiden ver el cielo. Le divierten las personas que no saben controlar su temperamento, pero si se ponen pesados le molestan en extremo. No le gustan las historias de terror: Minan su moral y odia sentirse débil. Si en algún momento nota que ha fallado a su honor o a su deber... se desagradará a sí mismo.
No le gusta el color rojo, pero el naranja le parece hermoso. La música de percusión entra en la categoría de ''Nunca. Nunca jamás. Eso es solo ruido inútil'', al igual que las trompetas, el sonido de los cañones y similares ruidos fuertes. Si encontrase a alguien ocasionando estos ruidos, lo más probable es que le saltase al cuello sin decir ni una palabra.
No le gustan las cosas demasiado dulces, como el arroz con leche o la crema de licor. Desprecia a aquellas personas que no ponen todo su corazón en lo que hacen, así como a los vagos y a los inútiles. Ah, y a los avestruces. Son la maldad calva y con largas patas. Y muerden. Muerden mucho. Le encantaría asesinar el mismo a todos los ejemplares que ve.
Habilidades: Como ya he dicho antes, la música (Sus puntos fuertes son la flauta y los instrumentos de cuerda como el violín o la viola. El arpa le gusta especialmente, y si no la toca es porque escucharla durante más de cinco minutos le hace llorar, de lo dulce que encuentra el sonido), la esgrima y la lectura son sus fuertes. Aparte de esto, es un fiero contrincante de pai-sho y de ajedrez. Le entusiasma el teatro y no es un mal actor. La cocina, pese a no ser su fuerte, no se le da mal. Al menos no se muere de hambre, que ya es bastante. Canta bien, con una hermosa voz de tenor y es hábil para llegar a las notas altas con facilidad. Es un buen seductor, y no le faltarían las conquistas si quisiera. Si quisiera.
Salta alto, muy alto, pero no corre tan bien (Nunca lo ha necesitado) Es muy ágil, y sobre todo muy flexible. Sus constantes piruetas son la prueba. Sabe nadar sin problemas. Es rápido para encender una fogata o montar una tienda. También sabe desplumar un avestruz en la mitad del tiempo normal (Aunque no se aplica a otros animales)
Torpeza: Es un inútil en la caza, ya que no soporta dañar conscientemente a los animales, y si no es vegetariano es únicamente porque ''Está demasiado rico. Y ya que no hay nada para evitar la muerte del animal cocinado, lo menos que se puede hacer es honrar a su alma degustándolo con placer''. Sin embargo, no come pescado.
Es muy, muy impulsivo aunque no se refleje en su rostro. Si algo o alguien no le agradan, se lanzará a por ellos sin pensar en las consecuencias. Aunque solo empleará la energía para un combate serio. Para el resto de rencillas, la esgrima (Que considera un arte menor) es más que suficiente.
No sabe tejer. Ni lavar la ropa. Con sumergirla en el río se da por satisfecho, aunque suele andar comprando siempre más. No le gusta agacharse (¡¡Es una postura indigna!!) Y por último, no menos importante, no tiene ni puñetera idea de cómo usar una pistola o cocinar canelones. Y bien que le gustaría lo segundo. Lo primero es una pérdida de tiempo.
También le encantaría correr tanto como un avestruz para que le fuera más sencillo darles caza, pero hasta ahora no lo ha logrado.
Profesiones:
- Asesino:
- Una persona entrenada para matar, domina cierta variedad de armas y posee una buena capacidad de ocultación, aunque no necesariamente hace gala de ella.
Nivel 1: Más ágil que un luchador común, domina lo básico para asesinar a alguien, aunque es un novato.
Nivel 8: Poco a poco su pericia con algunas armas aumenta. Es más fuerte que un humano común.
Nivel 15: Empieza a dominar el arte del sigilo, siendo capaz de matar discretamente. Maneja un arma con soltura.
Nivel 23: Dominando aceptablemente las vertientes del asesinato, se especializa en una subprofesión.- Senda del Asesinato:
- Senda del asesino: Los asesinos que siguen la senda del asesinato no son tan sigilosos como los sombra ni tan resistentes como los matones. Sin embargo compensan esto con técnicas.
Nivel 23: Elige un ámbito y desarrolla técnicas relacionadas con él.
Nivel 30: Elige un ámbito y desarrolla técnicas relacionadas con él. Elige Sombra o Matón, y sus características son equivalentes al nivel 23 de la subprofesión elegida.
Nivel 45: Elige un ámbito y desarrolla técnicas relacionadas con él. Elige Sombra o Matón, y sus características son equivalentes al nivel 40 de la subprofesión elegida.
Nivel 60: Elige un ámbito y desarrolla técnicas relacionadas con él. Elige Sombra o Matón, y sus características son equivalentes al nivel 50 de la subprofesión elegida.
Nivel 75: Elige un ámbito y desarrolla técnicas relacionadas con él. Elige Sombra o Matón, y sus características son equivalentes al nivel 70 de la subprofesión elegida.
Nivel 90: Elige un ámbito y desarrolla técnicas relacionadas con él. Elige Sombra o Matón, y sus características son equivalentes al nivel 80 de la subprofesión elegida.
Nivel 105: Elige un ámbito y desarrolla técnicas relacionadas con él. Elige Sombra o Matón, y sus características son equivalentes al nivel 100 de la subprofesión elegida.
Nivel 120: Elige un ámbito y desarrolla técnicas relacionadas con él. Elige Sombra o Matón, y sus características son equivalentes al nivel 110 de la subprofesión elegida.
Nivel 135: Elige un ámbito y desarrolla técnicas relacionadas con él. Elige Sombra o Matón, y sus características son equivalentes al nivel 130 de la subprofesión elegida.
Nivel 150: Elige un ámbito y desarrolla técnicas relacionadas con él. Las técnicas de sus ámbitos alcanzan el poder de las técnicas ganadas por diario.
- Músico:
- Nivel 1: Aprendes a manejar un instrumento con cierta dificultad. Este será tu instrumento principal y el que mejor tocarás.
Nivel 12: Tus habilidades con la música son mucho mejores, con armonía y musicalidad para resultar agradables a quienes los escuchen.
Nivel 23: Te especializas según la función que quieras desempeñar.- Solista:
- Se especializa en atacar con su música o sus ondas sonoras. Tiene una potencia (en decibelios) muy superior a la de otros músicos. Solo puede tocar un instrumento o dos como mucho, pues debe especializarse en manejar estos con total fluidez.
Nivel 23: Aprendes a tocar tu instrumento con fuerza suficiente para generar ondas sonoras, pero estas apenas pueden hacer retroceder a personas débiles o niños. Tu habilidad para marcar el compás te hace marcar los tiempos, pudiendo hacer un ataque moderado débil [AMD] adicional en un único turno por combate. (Es decir, realizar un ataque de la nomenclatura que elijas y además un ataque adicional [AMD] como máximo en el mismo turno de ataque, solo una vez por tema).
Nivel 34: Aprendes a tocar tu instrumento con fuerza suficiente para generar ondas sonoras más potentes, las cuales pueden hacer retroceder o incluso empujar al suelo a personas que estén por debajo de tu nivel. Tu habilidad para marcar el compás te hacer marcar los tiempos, pudiendo hacer un ataque moderado [AM] adicional en un único turno por combate.
Nivel 45: Aprendes a tocar tu instrumento con fuerza suficiente para generar ondas sonoras bastante potentes, las cuales pueden hacer retroceder, empujar o incluso lanzar por los aire a unos cuantos metros a personas que estén por debajo de tu nivel. Tu habilidad para marcar el compás te hacer marcar los tiempos, pudiendo hacer un ataque intermedio débil [AID] adicional en un único turno por combate.
Nivel 56: Aprendes a tocar tu instrumento con fuerza suficiente para generar ondas sonoras muy fuertes, las cuales pueden hacer que las personas que estén por debajo de tu nivel salgan volando y sufran heridas internas (por el impacto de las ondas sobre el cuerpo rival y la vibración que estas causan). Además, puedes derribar estructuras pequeñas con esta técnica sonora. Tu habilidad para marcar el compás te hacer marcar los tiempos, pudiendo hacer un Ataque intermedio [AI] adicional en un único turno por combate.
Nivel 67: Aprendes a tocar tu instrumento con fuerza suficiente para generar ondas sonoras tremendamente fuertes, las cuales pueden hacer que las personas que estén por debajo de tu nivel salgan volando y sufran heridas internas (por el impacto de las ondas sobre el cuerpo rival y la vibración que estas causan), además de perder la audición por dos turnos. Además, puedes derribar estructuras medianas (como un faro o una casa pequeña) con esta técnica sonora. Tu habilidad para marcar el compás te hacer marcar los tiempos, pudiendo hacer un Ataque intermedio fuerte [AIF] adicional en un único turno por combate.
Nivel 78: Aprendes a tocar tu instrumento con fuerza suficiente para generar ondas sonoras de increíble potencia, las cuales pueden hacer que las personas que estén por debajo de tu nivel salgan volando y sufran heridas internas (por el impacto de las ondas sobre el cuerpo rival y la vibración que estas causan), además de perder la audición por tres turnos, con el añadido de desorientación y aturdimiento. Además, puedes derribar estructuras medianamente grandes (como un edificio) con esta técnica sonora. Tu habilidad para marcar el compás te hacer marcar los tiempos, pudiendo hacer un Ataque Fuerte [AF] adicional en un único turno por combate.
Nivel 89: Aprendes a tocar tu instrumento con fuerza suficiente para generar ondas sonoras de potencia devastadora, las cuales pueden hacer que las personas que estén por debajo de tu nivel salgan volando y sufran heridas internas muy graves (por el impacto de las ondas sobre el cuerpo rival y la vibración que estas causan), además de perder la audición por cuatro turnos, con el añadido de desorientación y aturdimiento. Además, puedes derribar estructuras grandes (como un edificio grande, un acorazado de la marina, provocar derrumbamientos en montañas, etc) con esta técnica sonora. Tu habilidad para marcar el compás te hacer marcar los tiempos, pudiendo hacer un Ataque Muy Fuerte [AMF] adicional en un único turno por combate.
Nivel 100: Aprendes a tocar tu instrumento con fuerza suficiente para generar ondas sonoras de potencia devastadora, las cuales pueden hacer que las personas que estén por debajo de tu nivel salgan volando y sufran heridas internas muy graves (por el impacto de las ondas sobre el cuerpo rival y la vibración que estas causan), además de perder la audición por cinco turnos, con el añadido de desorientación y aturdimiento. Además, puedes derribar casi cualquier tipo de estructuras creadas por el hombre y provocar estragos en el terreno con esta técnica sonora. Tu habilidad para marcar el compás te hacer marcar los tiempos, pudiendo hacer un Ataque Bestial [AB] adicional en un único turno por combate.
- Bardo:
- Los bardos combinan las melodías de sus instrumentos, los sonidos de la naturaleza y sus voces para calmar los ánimos de lucha de sus oponentes y avivar los ánimos de sus compañeros.
Nivel 23: Eliges un instrumento (generalmente liras, flautas dulces o flautas de pan) de libre elección, y aprendes a escuchar los sonidos de la naturaleza, tus melodías apenas tienen efectos.
Nivel 34: La naturaleza y tu empezáis a parecer uno, tus melodías son acompañadas de tu hermosa voz, produciendo que las personas enfurecidas se relajen ligeramente.
Nivel 45: Tu canto es lo principal de tu actuación, la melodía de tu instrumento queda perfectamente sincronizada con los sonidos de la naturaleza. Todas las personas aliadas sienten energías renovadas y pierden el miedo a luchar.
Nivel 56: Tu voz parece casi angelical, la música la acompaña a la perfección y la naturaleza se encarga de hacerte los coros. La melodía remueve las emociones más profundas de los que la escuchan, animando a los aliados y haciendo que los enemigos se sientan impotentes.
Nivel 67: Cuando cantas parece que la naturaleza se despierta, el sonido parece incrementarse y los animales mansos salen sin miedo a escuchar la canción. El miedo se apodera de aquellos que tienen ánimos de luchar, haciéndoles sentir ligeramente inseguros.
Nivel 78: La naturaleza baila al son de tu canción, los animales esquivos se paran a escucharte. Cualquier compañero que te escuche olvida lo que es el miedo y se ve influenciado por tu canción produciendo euforia y aumentando la concentración.
Nivel 89: La música amansa a las fieras, por eso las criaturas grandes como un oso nunca te atacarán cuando estés con tu melodía. En los oídos del rival tus notas suenan como una serie de sonidos estridentes, haciendo que a la larga les levante dolor de cabeza.
Nivel 100: Finalmente no se distingue dónde empieza tu voz y dónde termina el sonido natural. Las plantas parecen moverse a tu ritmo, pero puede que solo sea efecto de la música. Todo aliado que lo escuche no volverá a temer una batalla mientras tú estés cerca. Todo rival que escuche tu canción se verá abrumado por el sonido, que en sus oídos sonará como una temible jauría de perros.
- Médico:
- Nivel 1: Siempre te ha interesado la medicina y cerrar heridas, pero tan solo puedes desinfectar heridas y hacer vendajes muy toscos e inexpertos.
Nivel 12: Posees los conocimientos suficientes para realizar primeros auxilios a heridas leves, desinfectarlas o evitar que se infecten y realizar vendajes de bastante consistencia. Aprendes usar la aguja para coser y cerrar heridas, pero todavía eres malo en este ámbito por lo que tardas demasiado como para hacerlo durante una batalla. Reconoces algunas de las enfermedades más comunes.
Nivel 23: Has obtenido los conocimientos básicos para ser un Médico decente, ahora te especializarás en una subrama con la que mejorar tus habilidades.- Farmacéutico:
- Interesado más en la parte teórica de la medicina, el farmacéutico se especializa en estudiar, investigar y, sobre todo, desarrollar nuevas medicinas (o venenos).
Nivel 23: Tu mente deja de lado la cirujía para centrarte en la mayor causa de muerte mundial: Las enfermedades. Eres capaz de catalogar un gran número de enfermedades comunes, además de poder preparar un remedio básico para las mismas.
Nivel 34: Tus conocimientos aumentan, pudiendo reconocer enfermedades bastante raras a la perfección y, si tienes los materiales necesarios, crear una medicina temporal para estas. Las enfermedades comunes no se te resisten, pudiendo sanarlas en apenas un día.
Nivel 45: Las enfermedades bastantes raras las reconoces como si las estuvieras leyendo, además de poder crear grandes remedios para las mismas y curarlas en apenas tres días. Las enfermedades comunes las curas en apenas unas horas. Te interesas por los antídotos, pudiendo crear antídotos fuera del combate con una potencia igual a tu nivel, que no detendrán los venenos letales pero sí los venenos leves y moderados. Para saber si tendría efecto con un poder o creación rival, deberás superar en cinco niveles el nivel del rival. Si el rival te supera en cinco niveles el antídoto solo menguara los efectos pero muy poco, y si se encuentra entre medias de ambos casos el veneno lo atenuará bastante.
Nivel 56: Las enfermedades raras y letales las reconoces, pudiendo crear un remedio que evite la muerte aunque ocasione un gran dolor al paciente y este continúe por semanas con la enfermedad. Las enfermedades bastante raras las curas en apenas unas horas. Te interesas por los venenos, siendo capaz de crear venenos leves y moderados y cuyo efecto vendrá determinado por la diferencia de niveles con el afectado (misma tabla que en los antídotos).
Nivel 67: Conoces cualquier enfermedad del mundo, y en el caso de ver una nueva sabrías identificarla e intentar hacer algo con bastante éxito. Tus antídotos pueden eliminar por completo el veneno letal del cuerpo, siempre de acuerdo al nivel del veneno. Tus venenos pueden llegar a ser letales, aunque no lograrán matar al rival si este tiene más nivel que tú. Te interesas por los esteroides, una sustancia que mejora tus cualidades físicas y mentales durante el combate. [Máximo activo 2 posts].
Nivel 78: Eres capaz de curar cualquier enfermedad letal en apenas unas horas, siempre y cuando cuentes con los materiales necesarios. Tus antídotos son de gran calidad, haciendo que ni el más mínimo síntoma aparezca en el cuerpo del afectado si este fue envenenado por un veneno de igual o inferior nivel. Tus venenos pueden tener efectos más devastadores en el organismo desde el primer momento. Tus esteroides son ligeramente mejores. [Máximo activo 3 posts].
Nivel 89: Eres tan bueno que serías capaz de prevenir la muerte de alguien cuyo corazón ya ha dejado de latir, hasta un máximo de un minuto después de esta muerte (dos posts), siempre y cuando este no tenga una herida de la que no se pueda recuperar. Tus esteroides son mejores que en el nivel anterior. [Máximo activo 4 posts].
Nivel 100: ¿Enfermedades? Ni siquiera te acuerdas de hace cuánto que no ves una, ya las curas hasta sin darte cuenta. Eres capaz de resucitar a los muertos siempre y cuando no hayan pasado más de 24 horas desde el momento de la muerte (Para ello el usuario y el staff deberá estar de acuerdo). Tus esteroides son mucho mejores. [Máximo activo 5 posts].
Banda: Ns/Nc
Armas: Una flauta travesera hecha de Ónice, de exquisita manufactura y muy resistente, por medio de la cual maneja las ondas de energía. También posee una katana, sin nada especial. Está casi nueva, y la empuñadura es de cuero de buena calidad.
Historia: (Aparte)
Mar de origen: Mar del Oeste.
Pertenencias: Su flauta y su katana, así como una pequeña bolsa llena de piezas de oro que le dieron al salir de la aldea, para que comprase lo que necesitara. El velero que le prestaron, pequeño y de madera de deriva. Un montón de provisiones, más o menos para dos meses.
Botín de partidas:
- Joyas:
- Esmeralda:
- - Gracias a la energía de la gema Keth puede renovar sus energías una vez más (Dos junto con la energía del rubí. Además la gema tiene las siguientes propiedades:
- Capacidad de regeneración celular: La esmeralda tiene poderes de curación, específicamente regenerativos. Puede curar heridas pequeñas de un post para otro, y heridas graves en 2 o 3 post dependiendo de si son externas o internas. Si Keth hace movimientos demasiado bruscos en ese tiempo, se incrementa un post. (Pasarían a ser 3 o 4) Keth también podría utilizar estas propiedades en otras personas. Puede llegar a regenerar extremidades e incluso órganos (Solamente a Keth) pero necesitaría mínimo dos meses para ello, además de descanso y reposo absoluto.
-Actúa como repelente para cualquier infección vírica, alterando ligeramente las células de Keth y matando a los virus en el acto.
-No le protege contra venenos a no ser que haya probado el correspondiente antídoto de manera que la gema pueda asimilarlo y reproducirlo en caso de necesidad.
-De manera escénica, la personalidad de la gema es calmada y prudente. Keth notará frío en la mano en caso de que la esmeralda pretenda transmitirle algo.
- Rubí:
- Dicha joya me concede los siguientes beneficios:
-Juventud eterna y atractivo natural
-La posibilidad de renovar mi energía y fuerzas por completo una vez por combate.
-Poder atacar con ondas de energía (Cortantes y explosivas) e imbuir mi espada y ataques en la misma, de manera activa.
-Curarme pequeños cortes y heridas, tan solo 2 cada vez.
-Quedo exento de dormir o comer, ya que tengo energía infinita a mi disposición (En los combates no sería infinita, evidentemente)
Mascota: Eli es una pequeña liebre blanca, algo glotona, que sigue a Keth a todas partes. Se alejará si él se lo pide, pero será a regañadientes.
- Elí:
Sueños: Kelim es alguien humilde, y los ideales tales como erradicar al gobierno o luchar contra la piratería se le quedan grandes. Le gusta viajar y aprender más del mundo y de los que moran en él... pero por encima de todo, quiere encontrar a su protegido o protegida, para poder dedicar el resto de su vida a él o ella. Dónde esté eso, que se quite lo demás.
Menos erradicar a los avestruces, el mal del mundo. Y si su protegido o protegida le ayudara, él sería feliz encima de una montaña de cadáveres de avestruces, cogido de la mano de su amor.
Referido por: Multicuenta de Aki D. Arlia
Keth - Selim
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Historia:
Hace muchos años, unos monjes se fueron de la isla de Wano. Navegaron durante cuatro lunas hasta que encontraron la isla que buscaban. No sabían su nombre, y la isla no había visto jamás a un humano. Tal vez fuera eso lo que los unió. Los monjes construyeron con buena voluntad una aldea. Trabajaron de sol a sol, sirviéndose de los árboles de la isla para construir las viviendas y edificios. Se alimentaron de lo que la isla les dejaba, y en menos de un año habían construido un hermoso poblado. Ellos solos no podían habitarlo, de manera que regresaron y les hablaron a todos de lo que habían conseguido. Algunos les siguieron, otros les rechazaron, pero eso no los desanimó. Sabían lo que querían, y ya de aquella amaban a la isla. El tiempo fue pasando, y más gente fue llegando. Nunca llegaron a ser muchos, pero eran suficientes: Se querían, se respetaban y vivían en harmonía. Los ancianos enseñaron a los jóvenes los valores traídos de su tierra y estos los aprendieron con anhelo. Se fueron creando las tradiciones y llegó un punto en que ya no eran un puñado de exiliados de la isla de Wano, sino una cultura completamente nueva.
Fue aquí donde nació el que más adelante sería Keth-Selim . Sin embargo, no recibió su nombre hasta cumplidos los catorce años. Nacían pocos niños, por lo que hasta que crecían y se probaba que serían fuertes y honorables, su único nombre era el orden en el que nacían. Durante su infancia, Selim fue llamado El Octavo . Fue un niño amable, solícito con su madre, una hermosa y amable mujer llamada Kendra. Siempre le ayudaba a hacer las tareas, sobre todo cuando eso causaba que no pudiera salir a jugar. No le gustaban los otros niños, se sentía incómodo en su presencia: Ellos gritaban, saltaban, pero El Octavo solo quería silencio. Muchas veces se escapaba por las noches; salía por la ventana y sentado en el tejado contemplaba la luna y miraba hacia el mar. Le encantaba el mar, y su color. Nadar en él representaba para El Octavo la más absoluta paz. Su madre siempre contaba divertida que aprendió a nadar antes que a caminar. Mientras contaba esto a los vecinos, sentada con la labor de punto a la puerta de su casa, Keth-Selim se sentaba a su lado y escuchaba con los ojos azules muy, muy abiertos.
A los cinco años entró a la escuela del poblado con los otros quince niños del momento. El primer día fue especial. Estaban todos en fila delante del maestro, pero El Octavo era algo más bajito que El Séptimo y no veía lo que estaba ocurriendo. Todos se iban uno por uno con algo en las manos. Cuando llegó su turno, el anciano hombre no vaciló: Se dio la vuelta y cogió una flauta travesera negra: Estaba tallada en ónice. Se la puso en las manos al Octavo y le dio una palmadita en la cabeza. El niño se la puso al revés delante del ojo, pensando que era un catalejo y el maestro rió. Su largo cabello blanco se agitó a su alrededor y uno de los mechones acabó en la cabeza del Octavo, que le miraba sin entender.
Al día siguiente comenzaron las clases.
La educación de los niños de la aldea era muy variada, y estaba dedicada a algo en especial: Ser útiles. Los niños y las niñas estudiaban y entrenaban juntos hasta los trece años. Aprendían labores de caza y agricultura, a tejer y teñir ropa, a sumar y restar, así como historia: La historia de sus ancestros y cuentos sobre la isla de Wano. También les inculcaban los valores de amistad, honor y protección. Pero sobre todo, no descuidaban su entrenamiento físico. Les enseñaban a luchar, por lo menos a un nivel básico, y las primeras nociones de esgrima: Lo suficiente para fortalecer el cuerpo y que fueran capaces de defenderse. Y por supuesto, a tocar: ''La música fortalece el alma y la tranquiliza'' . Eso les decían. El Octavo, igual que el resto de niños, sobresalía en todo. Al fin y al cabo, eran queridos y cuidados por cada adulto en el lugar, no carecían de comida ni refugio y no tenían razones para llevarse mal. Todo era simple y correcto. Una niña en particular, La Novena, se fijó en El Octavo. En que cuando acababan las clases, se iba a casa en lugar de jugar. En que prefería ensayar de noche, en lugar de durante las clases. Y le gustaron esas cosas de él. Así que un día, recogió unas pocas margaritas y las trenzó en una corona. Se la puso a él en la cabeza y le dijo que había sido escogido.
-¿Para qué?
-Para ser mi amigo...
El día en que El Octavo se cayó en un montón de tojos por hacer volteretas en la montaña, ella estuvo ahí para sacarle las espinas. El día en que intentó teñirse el pelo de azul frotándole bayas, ella le trajo más. -Para que quede más azul. - le dijo. Era una niña tranquila, de pelo rubio clarito y una sonrisa enorme. Tenía facilidad para las palabras, y de mayor quería ser como Aoba, la cuentacuentos de la aldea. Quería hacer que todos se emocionasen y llorasen, se asustasen y riesen con sus historias. Cuando le contaba sus planes, El Octavo callaba y sonreía, mientras tocaba la flauta.
Los años pasaron y El Octavo cumplió trece años. En unas semanas, La Novena también los tendría y decidieron pasarlos de curso juntos. Era un momento importante. Tenían que decidir a qué querían dedicarse y con quién querían estudiar. A menos que la persona en cuestión ya estuviera enseñando a muchos jóvenes, no habría problema. Estudiarían un año, y si no cambiaban de idea habría una ceremonia en la que recibirían un nombre y harían gala de lo aprendido antes de seguir estudiando. Ambos sabían con seguridad lo que querían. De manera que La Novena se fue con Aoba, quien la acogió con cariño. El Octavo se fue a casa del maestro Tondemon: Quería ser uno de los Guardianes. Eran hombres y mujeres que querían dedicar su vida a otra persona. Cada uno tenía sus motivos y a alguien en mente. Entrenaban duro, cada día. Aprendían artes marciales y más importante, la esgrima. Les era entregada un arma y con ella practicaban. Cada movimiento en ese lugar, cada respiración, era en nombre de alguien más. Todos los alumnos ponían al servicio de su maestro su cuerpo, su mente y su corazón. Porque sabían que debían darlo todo si querían ser buenos. Si querían servir mejor. Algunos lo hacían por amor. Otros, por amistad o por sentido del deber. Otros solo sentían devoción por alguien, y ese sentimiento les impulsaba. El Octavo era diferente en ese sentido. Él no pensaba en nadie. Pero sabía que lo tenía todo y no quería entregarse a sí mismo. Eso le parecía demasiado egoísta. Él soñaba despierto con aquél o aquella a la que se entregaría. Aún no había decidido quién sería, y en sus sueños aparecía como una figura borrosa, frente a la que él se arrodillaba. Clavaba la rodilla en la tierra y bajaba sus ojos al suelo. Elevaba sus manos, rojas de sangre y abría la boca para recitar el...
-Octavo, llegarás tarde!!
Abrió los ojos. Tenía la mano tendida hacia el techo. Tenía catorce años y seguía soñando con esa persona sin rostro. Tenía 14 años. Hoy era el día de su ceremonia del nombre. Se levantó sin decir una palabra y se vistió con presteza. Agarró su flauta negra y se colocó la katana en la funda. Se puso la capucha y salió a la lluvia tras despedirse de su madre. Su padre no existía. Llegó al edificio principal empapado. La Novena le esperaba con una toalla en las manos. Él la miró agradecido, parecía que siempre supiera lo que le hacía falta. Estaba hermosa esa mañana. Llevaba el pelo rubio recogido en dos trenzas que sujetaba detrás de la cabeza, y el resto del pelo suelto. Los mechones lisos le caían sobre el comienzo de un largo kimono verde hierba y sus ojos azules como el hielo le miraban sonrientes. Le secó el pelo, azul oscuro como la tinta, con movimientos enérgicos y se llevó la toalla al pecho. Un rubor cubrió de pronto sus mejillas y abrió la boca dubitativa.
-Te estás esforzando mucho.
Él asintió.
-Seguro que esa persona merece todos tus esfuerzos.
Él la miró extrañado. No se preguntaba a un Guardian en formación quién era su protegido o protegida. Era de mala educación.
-¿Quieres saber... ?
-¡Oh! No, yo... ya lo sé. Bueno, nunca me lo dijiste, claro, pero yo... lo sobreentendí. No sé por qué estoy... perdona. Ya me marcho, querrás estar a solas.
Lo entendió de golpe. Supuso que la confusión era normal, claro, pero nunca esperó que ella creyese... la atrapó por el brazo cuando ya se iba. Antes de que pudiese pararlas, las palabras escaparon de su boca.
-No eres tú.
La Novena le miró por un instante, antes de que sus ojos claros se llenasen de lágrimas. Asintió una sola vez y se fue caminando. De él había aprendido la virtud del silencio... y hay ocasiones en las que es mejor no decir nada.
Él entró al edificio. Las horas pasaron en una marabunta de impresiones y pequeños actos formales. Preguntas y exámenes para ver cuánto había aprendido, discursos de ánimo de los mayores, etc. La noche se cernió sobre ellos antes de que se dieran cuenta. El Octavo no olvidaba ni por un instante los ojos de La Novena. Se preguntaba, ¿Por qué no a ella? Pero en el fondo sabía que sería equivocado. Era una valiosa amiga, pero no era su recuerdo lo que lo impulsaba a esforzarse con el maestro. Suspiró por enésima vez mientras se cambiaba. Se colocó la camisa azul y los pantalones negros. En su oreja izquierda un pequeño diamante azul. Se miró al espejo. No le gustó lo que vio, no había querido hacerla llorar. Sin una palabra, salió por la puerta y se colocó en la fila con los otros seis novatos. Se dirigieron en perfecto orden hacia un claro del bosque. Entre los árboles, en las ramas y en el suelo, aguardaba el poblado. Sintió un cosquilleo de excitación recorrerle el cuerpo. Por fin podría ser de verdad aquello que más ansiaba. Conseguiría un nombre y empezaría a entrenar en serio. Estaba un paso más cerca de su persona soñada...
La exhibición comenzó. Todos a una, comenzaron un baile de espadas con complicados y rápidos movimientos. La luna y los farolillos los iluminaban dándoles un aire solemne. El pueblo los admiraba, estaban todos sobrecogidos. El choque de los aceros elevaba su sonido al cielo. No vacilaban. No erraban. Estos movimientos ya eran parte de su ser. Eran perfectos e implacables, si bien aún les quedaba mucho por aprender. Pero las bases estaban ahí. En sus ojos, el fuego de la pasión que les alimentaba brillaba por igual en todos ellos. Eran uno, con su espada y con sus compañeros. Cuando al fin terminaron, empapados en sudor, saludaron y se retiraron. El Octavo se sentó junto a su madre. Kendra le acarició la cabeza y le dijo lo orgullosa que estaba de él. El peliazul apretó fuerte la flauta entre sus manos.
Una joven salió de entre los árboles. Llevaba un tenue vestido blanco que silueteaba sus formas adolescentes. El pelo rubio claro, casi blanco, le caía más allá de los hombros. Los ojos, azules como el hielo, los tenía posados en El Octavo. Era ella, la aprendiz de Aoba. La que debía nombrar al resto de aprendices esa noche, mostrando así su dominio de las palabras. Llegó descalza al centro del claro y le hizo una señal a un joven, que empezó a tocar el violín.
-Mi nombre es Ámbar. Aoba me dio este nombre, y yo la honro por ello. Seguiré sus enseñanzas con disciplina, tacto, y el mayor de los respetos. Por ello, acércate, Primero. Tu nombre te aguarda.
El joven se acercó adelantando la barbilla. Sus andares denotaban su orgullo y nerviosismo.
-Tu nombre. - Dijo Ámbar con cariño.- Es Íncipe. Llévalo con dignidad y honor, pues te pertenece tanto como tú a él.
Le dio un beso en la frente y lo despidió. A la vuelta, Íncipe caminaba firme y seguro. Fueron pasando de uno en uno. Ámbar les nombraba y les besaba en la frente con cariño, igual que Aoba hacía con ellos cuando todavía eran niños. Y finalmente, llegó el turno del Octavo. Cuando se acercó, no vacilaba. Pero estaba nervioso, y Ámbar pudo ver el apuro y la disculpa en sus ojos. Sonriendo, alzó el brazo y se lo posó en la cabeza.
-Tu nombre - Dijo- Es Keth-Selim. Llévalo con orgullo y dignidad, pues forma ahora parte de ti, y tú de él.
Le besó en la frente y pese a que estaba sonriendo, Keth-Selim notó una lágrima caer en su cara. Pero no dijo nada y se alejó.
Pasarían tres años hasta que volviera a verla. Tres años en los que Ámbar se quedó en casa de Aoba cual ermitaña, sin salir a nada. Los rumores decían que era a causa de su entrenamiento. Que se hallaba tan motivada que ni salir quería. Eso él nunca lo supo con seguridad. Fue a verla, pero Aoba le explicó que la joven no quería ver a nadie... y con el tiempo desistió.
Se dedicó a su cuerpo y a su entrenamiento. Pasaba horas haciendo lentos, lentísimos ejercicios que requerían de estupenda coordinación, y llegó un punto en que cada músculo en su cuerpo era tan manejable para él como para el herrero el martillo. También se volvió diestro en la espada y en el arte de la esgrima, pese a que lo encontraba aburrido e innecesario. Sin embargo, no iba a renunciar a un método de defensa, pues podía ser la diferencia entre la vida y la muerte para su futuro protegido o protegida.
Y por último, siguió ensayando. De noche, cuando todos dormían, él subía al tejado y tocaba. Tocaba canciones desgarradoras y lloraba. Lloraba por no saber lo que el futuro le traería, lloraba por su soledad. Sin Ámbar y sin nadie a quien proteger, se sentía vacío y medio hecho. Quería a su otra mitad, pero todo lo que soñaba se reducía a vagas figuras de humo que parecían reírse de él. Así que con la luna y las estrellas por testigos se quitaba la máscara de seriedad que llevaba por el día y lloraba. Lloraba por el corazón roto de Ámbar y lloraba por el suyo propio, que ni siquiera había tenido tiempo de romperse: Nunca lo había sentido entero. Y en el fondo, conocía la verdad. La persona a la que quería proteger no estaba en la isla.
Abandonarla le resultaba impensable, pero permanecer en ella hacía que notara un nudo en la garganta. Si una de esas noches alguien hubiera estado atento, habría visto a alguien en otro de los tejados. Una doncella alta y casi blanca de tan pálida, que lloraba sin dejar lágrimas. Y si alguien le hubiera preguntado, ella diría:
-Es el crepúsculo... está llorando. Él tiene mis lágrimas... el crepúsculo se llevó mis lágrimas...
Ámbar decidió acabar con su encarcelamiento el día en que cumplió 17 años. Le quedaban dos para concluir sus estudios, al igual que a Selim. Una noche, fue a verle. Sabía dónde encontrarle. Él la vio caminando por los tejados , descalza, y no se sorprendió. Estaba mucho más alta y delgada. La piel blanca por la falta de sol y el pelo rubio, finísimo, flotaba a su alrededor con la brisa de verano. Parecía una ninfa. Se acercó y le puso en la cabeza una corona de margaritas. Le beso en la frente y le preguntó:
-¿Me perdonas?
Él asintió mientras se secaba las lágrimas y sonreía. No habló...ella lo entendía.
Por fin, llegó el día de su graduación. Keth-Selim se levantó como el preso que sabe que va a la horca: Resignado y con sensación de pavor ante lo inevitable. Una parte fundamental de la ceremonia era la horrible pregunta: ¿A quién quieres proteger? Pero él todavía no tenía una respuesta... solo un agujero horrible en el pecho. Sabía que le echarían de la aldea, y la sola idea le hacía echarse a temblar...ese lugar era su mundo. Pero igual se vistió con el traje azul y negro y enfundó la katana. Agarró la flauta y caminó hasta el bosque. Ya estaban todos allí, esperando a los recién nombrados. Apenas faltaban uno o dos que se habían retrasado, pero pronto llegaron y mientras el sol salía, comenzó la ceremonia. Esta vez no hubo exhibición. No debían malgastar sus armas para algo tan banal, pues ahora iban a consagrarse a algo mucho más importante. Uno a uno se adelantaron, recitaron el juramento de fidelidad a su maestro y solicitaron a su protegido o protegida que los aceptase. Nunca había habido una respuesta negativa. Nunca. Keth-Selim también avanzó y recitó el juramento de fidelidad. Entonces él le preguntó por su protegido.
-Señor, yo n..
De repente, algo enorme interrumpió entre él y su maestro, tirándolo al suelo. Keth-Selim agarró su katana y tres segundos después estaba en pie. La sangre le hervía, no entendía que ocurría. Tan solo veía a ese... monstruo con pico delante suya. Alargó la katana... y la soltó un instante después. El bicho había hecho un giro extraño con el cuello y le había... ¿Mordido? A juzgar por la sangre en su mano así era. Un grito interrumpió la curiosa escena. Un chaval de unos 12 años bajaba a todo correr por la colina. Llegó al claro del bosque y sin decir nada se subió al bicho.
- ¡Perdonad! Kian ha traído el avestruz desde la isla de más allá, pero se ha escapado. Lamento haber interrumpido... no volverá a pasar.
Hincó los talones en el cuerpo negro del monstruo y se fue. Keth-Selim se quedó mirando la sangre en su mano, perplejo , mientras sentía que el odio le invadía. Llevaba años con el miedo en el cuerpo por este momento, y justo cuando estaba a punto de confesar su secreto, ¡Ese bicho inmundo lo interrumpía!
-¡¡AAAAAARGH!!
El maestro y todos lo miraron mientras el joven se llevaba las manos a la cabeza, desesperado, ciego de furia y de miedo.
-¡NO TENGO! NO TENGO PROTEGIDO NI PROTEGIDA. ¡¡No está en esta isla!! Y no sé dónde está. Lo único que tengo son sueños confusos y la sensación de pertenencia ciega. Lo siento maestro, lamento haberme colado en su escuela sin alguien en mente. No pude evitarlo, yo... yo...
Cayó al suelo de rodillas. Las lágrimas caían por su cara y se mezclaban con la sangre en sus manos. Ahora que aquel monstruo no estaba a la vista y ya lo había confesado todo, la ira se desvaneció...y quedó a merced del miedo. Nadie dijo una palabra, pero poco a poco todos se fueron yendo y dejaron a solas al maestro y a su pupilo. El mayor se agachó y olvidando las formalidades, se abrazó al pequeño.
-No te preocupes... no eres el primero. Es un caso inusual, pero no único. Esos sueños que mencionas... Hay alguien, ¿Verdad? Una forma gris y nebulosa, seguramente.
Keth-Selim alzó la mirada, sorprendido. Asintió sin palabras.
-Las leyendas cuentan acerca de eso. El soñar con tu protegido, es señal de que en otra vida os conocisteis... y tan solo estáis esperando a reencontraros. Tu destino es ir con él o ella... y sabes lo que eso significa.
-No quiero irme...-Susurró.
-Sabes que tampoco podrías quedarte. Partirás mañana al anochecer. Y llevarás contigo mi bendición y la de la aldea, pequeño. Vuelve por aquí cuando encuentres la felicidad.
Antes de marcharse, el maestro Tondemon se dio la vuelta y le miró con benevolencia y una gran sonrisa:
- La otra persona que tuvo que marcharse por esa razón...fue tu padre.
Selim, asombrado, se llevó el puño al pecho en un gesto de devoción.
-Maestro... gracias. Por todo.
Esa misma noche, fue a despedirse de Ámbar. Ella y el resto de jóvenes estaban bailando en el bosque, alrededor de una fogata. Tocaban y cantaban, reían y disfrutaban. Celebraban el comienzo de sus nuevas vidas. Keth-Selim la apartó y en bajos susurros le contó lo acontecido. Ella le abrazó muy fuerte.
-Perdona por los problemas que mis sentimientos te hayan podido causar...
-Perdóname tu a mí por no ser capaz de corresponderte.
-Tengo una manera de agradecértelo.
Antes de que respondiera, se alejó y susurró algo a un par de chicos que estaban con un violín y un arpa. Comenzaron a tocar, y segundos después una joven con un piano pequeño se les unió. Ámbar comenzó a recitar a la luz del fuego, con su hermosa y delicada voz:
Keth-Selim la miraba danzar mientras hablaba, bailando frente a las llamas y extendiendo las manos a la luna. Sus palabras transmitían una inmensa tristeza y pensó que con ella dejaba otro pedacito de su maltrecho corazón. Pero no había nada que hacer. La raptó y entre los árboles, la abrazó.
-Gracias por tan hermoso poema.
Le dio un beso en la mejilla. Se agachó y posando la rodilla en la tierra, igual que los Guardianes, le besó la mano. No era una promesa formal, no era un verdadero compromiso. Pero significaba algo. Significaba el entregarse, si no todo, al menos una parte a quien de verdad l e merecía. No sabía que ocurriría ahora, no sabía si volvería o si su nombre dejaría de pronunciarse igual que el de su padre, pero no importaba. Lo resolvería por el camino.
Agarró sus escasas pertenencias, se subió al velero que le habían dejado y mientras tocaba una serenata con su flauta, puso rumbo a lo desconocido.
Hace muchos años, unos monjes se fueron de la isla de Wano. Navegaron durante cuatro lunas hasta que encontraron la isla que buscaban. No sabían su nombre, y la isla no había visto jamás a un humano. Tal vez fuera eso lo que los unió. Los monjes construyeron con buena voluntad una aldea. Trabajaron de sol a sol, sirviéndose de los árboles de la isla para construir las viviendas y edificios. Se alimentaron de lo que la isla les dejaba, y en menos de un año habían construido un hermoso poblado. Ellos solos no podían habitarlo, de manera que regresaron y les hablaron a todos de lo que habían conseguido. Algunos les siguieron, otros les rechazaron, pero eso no los desanimó. Sabían lo que querían, y ya de aquella amaban a la isla. El tiempo fue pasando, y más gente fue llegando. Nunca llegaron a ser muchos, pero eran suficientes: Se querían, se respetaban y vivían en harmonía. Los ancianos enseñaron a los jóvenes los valores traídos de su tierra y estos los aprendieron con anhelo. Se fueron creando las tradiciones y llegó un punto en que ya no eran un puñado de exiliados de la isla de Wano, sino una cultura completamente nueva.
Fue aquí donde nació el que más adelante sería Keth-Selim . Sin embargo, no recibió su nombre hasta cumplidos los catorce años. Nacían pocos niños, por lo que hasta que crecían y se probaba que serían fuertes y honorables, su único nombre era el orden en el que nacían. Durante su infancia, Selim fue llamado El Octavo . Fue un niño amable, solícito con su madre, una hermosa y amable mujer llamada Kendra. Siempre le ayudaba a hacer las tareas, sobre todo cuando eso causaba que no pudiera salir a jugar. No le gustaban los otros niños, se sentía incómodo en su presencia: Ellos gritaban, saltaban, pero El Octavo solo quería silencio. Muchas veces se escapaba por las noches; salía por la ventana y sentado en el tejado contemplaba la luna y miraba hacia el mar. Le encantaba el mar, y su color. Nadar en él representaba para El Octavo la más absoluta paz. Su madre siempre contaba divertida que aprendió a nadar antes que a caminar. Mientras contaba esto a los vecinos, sentada con la labor de punto a la puerta de su casa, Keth-Selim se sentaba a su lado y escuchaba con los ojos azules muy, muy abiertos.
A los cinco años entró a la escuela del poblado con los otros quince niños del momento. El primer día fue especial. Estaban todos en fila delante del maestro, pero El Octavo era algo más bajito que El Séptimo y no veía lo que estaba ocurriendo. Todos se iban uno por uno con algo en las manos. Cuando llegó su turno, el anciano hombre no vaciló: Se dio la vuelta y cogió una flauta travesera negra: Estaba tallada en ónice. Se la puso en las manos al Octavo y le dio una palmadita en la cabeza. El niño se la puso al revés delante del ojo, pensando que era un catalejo y el maestro rió. Su largo cabello blanco se agitó a su alrededor y uno de los mechones acabó en la cabeza del Octavo, que le miraba sin entender.
Al día siguiente comenzaron las clases.
La educación de los niños de la aldea era muy variada, y estaba dedicada a algo en especial: Ser útiles. Los niños y las niñas estudiaban y entrenaban juntos hasta los trece años. Aprendían labores de caza y agricultura, a tejer y teñir ropa, a sumar y restar, así como historia: La historia de sus ancestros y cuentos sobre la isla de Wano. También les inculcaban los valores de amistad, honor y protección. Pero sobre todo, no descuidaban su entrenamiento físico. Les enseñaban a luchar, por lo menos a un nivel básico, y las primeras nociones de esgrima: Lo suficiente para fortalecer el cuerpo y que fueran capaces de defenderse. Y por supuesto, a tocar: ''La música fortalece el alma y la tranquiliza'' . Eso les decían. El Octavo, igual que el resto de niños, sobresalía en todo. Al fin y al cabo, eran queridos y cuidados por cada adulto en el lugar, no carecían de comida ni refugio y no tenían razones para llevarse mal. Todo era simple y correcto. Una niña en particular, La Novena, se fijó en El Octavo. En que cuando acababan las clases, se iba a casa en lugar de jugar. En que prefería ensayar de noche, en lugar de durante las clases. Y le gustaron esas cosas de él. Así que un día, recogió unas pocas margaritas y las trenzó en una corona. Se la puso a él en la cabeza y le dijo que había sido escogido.
-¿Para qué?
-Para ser mi amigo...
El día en que El Octavo se cayó en un montón de tojos por hacer volteretas en la montaña, ella estuvo ahí para sacarle las espinas. El día en que intentó teñirse el pelo de azul frotándole bayas, ella le trajo más. -Para que quede más azul. - le dijo. Era una niña tranquila, de pelo rubio clarito y una sonrisa enorme. Tenía facilidad para las palabras, y de mayor quería ser como Aoba, la cuentacuentos de la aldea. Quería hacer que todos se emocionasen y llorasen, se asustasen y riesen con sus historias. Cuando le contaba sus planes, El Octavo callaba y sonreía, mientras tocaba la flauta.
Los años pasaron y El Octavo cumplió trece años. En unas semanas, La Novena también los tendría y decidieron pasarlos de curso juntos. Era un momento importante. Tenían que decidir a qué querían dedicarse y con quién querían estudiar. A menos que la persona en cuestión ya estuviera enseñando a muchos jóvenes, no habría problema. Estudiarían un año, y si no cambiaban de idea habría una ceremonia en la que recibirían un nombre y harían gala de lo aprendido antes de seguir estudiando. Ambos sabían con seguridad lo que querían. De manera que La Novena se fue con Aoba, quien la acogió con cariño. El Octavo se fue a casa del maestro Tondemon: Quería ser uno de los Guardianes. Eran hombres y mujeres que querían dedicar su vida a otra persona. Cada uno tenía sus motivos y a alguien en mente. Entrenaban duro, cada día. Aprendían artes marciales y más importante, la esgrima. Les era entregada un arma y con ella practicaban. Cada movimiento en ese lugar, cada respiración, era en nombre de alguien más. Todos los alumnos ponían al servicio de su maestro su cuerpo, su mente y su corazón. Porque sabían que debían darlo todo si querían ser buenos. Si querían servir mejor. Algunos lo hacían por amor. Otros, por amistad o por sentido del deber. Otros solo sentían devoción por alguien, y ese sentimiento les impulsaba. El Octavo era diferente en ese sentido. Él no pensaba en nadie. Pero sabía que lo tenía todo y no quería entregarse a sí mismo. Eso le parecía demasiado egoísta. Él soñaba despierto con aquél o aquella a la que se entregaría. Aún no había decidido quién sería, y en sus sueños aparecía como una figura borrosa, frente a la que él se arrodillaba. Clavaba la rodilla en la tierra y bajaba sus ojos al suelo. Elevaba sus manos, rojas de sangre y abría la boca para recitar el...
-Octavo, llegarás tarde!!
Abrió los ojos. Tenía la mano tendida hacia el techo. Tenía catorce años y seguía soñando con esa persona sin rostro. Tenía 14 años. Hoy era el día de su ceremonia del nombre. Se levantó sin decir una palabra y se vistió con presteza. Agarró su flauta negra y se colocó la katana en la funda. Se puso la capucha y salió a la lluvia tras despedirse de su madre. Su padre no existía. Llegó al edificio principal empapado. La Novena le esperaba con una toalla en las manos. Él la miró agradecido, parecía que siempre supiera lo que le hacía falta. Estaba hermosa esa mañana. Llevaba el pelo rubio recogido en dos trenzas que sujetaba detrás de la cabeza, y el resto del pelo suelto. Los mechones lisos le caían sobre el comienzo de un largo kimono verde hierba y sus ojos azules como el hielo le miraban sonrientes. Le secó el pelo, azul oscuro como la tinta, con movimientos enérgicos y se llevó la toalla al pecho. Un rubor cubrió de pronto sus mejillas y abrió la boca dubitativa.
-Te estás esforzando mucho.
Él asintió.
-Seguro que esa persona merece todos tus esfuerzos.
Él la miró extrañado. No se preguntaba a un Guardian en formación quién era su protegido o protegida. Era de mala educación.
-¿Quieres saber... ?
-¡Oh! No, yo... ya lo sé. Bueno, nunca me lo dijiste, claro, pero yo... lo sobreentendí. No sé por qué estoy... perdona. Ya me marcho, querrás estar a solas.
Lo entendió de golpe. Supuso que la confusión era normal, claro, pero nunca esperó que ella creyese... la atrapó por el brazo cuando ya se iba. Antes de que pudiese pararlas, las palabras escaparon de su boca.
-No eres tú.
La Novena le miró por un instante, antes de que sus ojos claros se llenasen de lágrimas. Asintió una sola vez y se fue caminando. De él había aprendido la virtud del silencio... y hay ocasiones en las que es mejor no decir nada.
Él entró al edificio. Las horas pasaron en una marabunta de impresiones y pequeños actos formales. Preguntas y exámenes para ver cuánto había aprendido, discursos de ánimo de los mayores, etc. La noche se cernió sobre ellos antes de que se dieran cuenta. El Octavo no olvidaba ni por un instante los ojos de La Novena. Se preguntaba, ¿Por qué no a ella? Pero en el fondo sabía que sería equivocado. Era una valiosa amiga, pero no era su recuerdo lo que lo impulsaba a esforzarse con el maestro. Suspiró por enésima vez mientras se cambiaba. Se colocó la camisa azul y los pantalones negros. En su oreja izquierda un pequeño diamante azul. Se miró al espejo. No le gustó lo que vio, no había querido hacerla llorar. Sin una palabra, salió por la puerta y se colocó en la fila con los otros seis novatos. Se dirigieron en perfecto orden hacia un claro del bosque. Entre los árboles, en las ramas y en el suelo, aguardaba el poblado. Sintió un cosquilleo de excitación recorrerle el cuerpo. Por fin podría ser de verdad aquello que más ansiaba. Conseguiría un nombre y empezaría a entrenar en serio. Estaba un paso más cerca de su persona soñada...
La exhibición comenzó. Todos a una, comenzaron un baile de espadas con complicados y rápidos movimientos. La luna y los farolillos los iluminaban dándoles un aire solemne. El pueblo los admiraba, estaban todos sobrecogidos. El choque de los aceros elevaba su sonido al cielo. No vacilaban. No erraban. Estos movimientos ya eran parte de su ser. Eran perfectos e implacables, si bien aún les quedaba mucho por aprender. Pero las bases estaban ahí. En sus ojos, el fuego de la pasión que les alimentaba brillaba por igual en todos ellos. Eran uno, con su espada y con sus compañeros. Cuando al fin terminaron, empapados en sudor, saludaron y se retiraron. El Octavo se sentó junto a su madre. Kendra le acarició la cabeza y le dijo lo orgullosa que estaba de él. El peliazul apretó fuerte la flauta entre sus manos.
Una joven salió de entre los árboles. Llevaba un tenue vestido blanco que silueteaba sus formas adolescentes. El pelo rubio claro, casi blanco, le caía más allá de los hombros. Los ojos, azules como el hielo, los tenía posados en El Octavo. Era ella, la aprendiz de Aoba. La que debía nombrar al resto de aprendices esa noche, mostrando así su dominio de las palabras. Llegó descalza al centro del claro y le hizo una señal a un joven, que empezó a tocar el violín.
-Mi nombre es Ámbar. Aoba me dio este nombre, y yo la honro por ello. Seguiré sus enseñanzas con disciplina, tacto, y el mayor de los respetos. Por ello, acércate, Primero. Tu nombre te aguarda.
El joven se acercó adelantando la barbilla. Sus andares denotaban su orgullo y nerviosismo.
-Tu nombre. - Dijo Ámbar con cariño.- Es Íncipe. Llévalo con dignidad y honor, pues te pertenece tanto como tú a él.
Le dio un beso en la frente y lo despidió. A la vuelta, Íncipe caminaba firme y seguro. Fueron pasando de uno en uno. Ámbar les nombraba y les besaba en la frente con cariño, igual que Aoba hacía con ellos cuando todavía eran niños. Y finalmente, llegó el turno del Octavo. Cuando se acercó, no vacilaba. Pero estaba nervioso, y Ámbar pudo ver el apuro y la disculpa en sus ojos. Sonriendo, alzó el brazo y se lo posó en la cabeza.
-Tu nombre - Dijo- Es Keth-Selim. Llévalo con orgullo y dignidad, pues forma ahora parte de ti, y tú de él.
Le besó en la frente y pese a que estaba sonriendo, Keth-Selim notó una lágrima caer en su cara. Pero no dijo nada y se alejó.
Pasarían tres años hasta que volviera a verla. Tres años en los que Ámbar se quedó en casa de Aoba cual ermitaña, sin salir a nada. Los rumores decían que era a causa de su entrenamiento. Que se hallaba tan motivada que ni salir quería. Eso él nunca lo supo con seguridad. Fue a verla, pero Aoba le explicó que la joven no quería ver a nadie... y con el tiempo desistió.
Se dedicó a su cuerpo y a su entrenamiento. Pasaba horas haciendo lentos, lentísimos ejercicios que requerían de estupenda coordinación, y llegó un punto en que cada músculo en su cuerpo era tan manejable para él como para el herrero el martillo. También se volvió diestro en la espada y en el arte de la esgrima, pese a que lo encontraba aburrido e innecesario. Sin embargo, no iba a renunciar a un método de defensa, pues podía ser la diferencia entre la vida y la muerte para su futuro protegido o protegida.
Y por último, siguió ensayando. De noche, cuando todos dormían, él subía al tejado y tocaba. Tocaba canciones desgarradoras y lloraba. Lloraba por no saber lo que el futuro le traería, lloraba por su soledad. Sin Ámbar y sin nadie a quien proteger, se sentía vacío y medio hecho. Quería a su otra mitad, pero todo lo que soñaba se reducía a vagas figuras de humo que parecían reírse de él. Así que con la luna y las estrellas por testigos se quitaba la máscara de seriedad que llevaba por el día y lloraba. Lloraba por el corazón roto de Ámbar y lloraba por el suyo propio, que ni siquiera había tenido tiempo de romperse: Nunca lo había sentido entero. Y en el fondo, conocía la verdad. La persona a la que quería proteger no estaba en la isla.
Abandonarla le resultaba impensable, pero permanecer en ella hacía que notara un nudo en la garganta. Si una de esas noches alguien hubiera estado atento, habría visto a alguien en otro de los tejados. Una doncella alta y casi blanca de tan pálida, que lloraba sin dejar lágrimas. Y si alguien le hubiera preguntado, ella diría:
-Es el crepúsculo... está llorando. Él tiene mis lágrimas... el crepúsculo se llevó mis lágrimas...
Ámbar decidió acabar con su encarcelamiento el día en que cumplió 17 años. Le quedaban dos para concluir sus estudios, al igual que a Selim. Una noche, fue a verle. Sabía dónde encontrarle. Él la vio caminando por los tejados , descalza, y no se sorprendió. Estaba mucho más alta y delgada. La piel blanca por la falta de sol y el pelo rubio, finísimo, flotaba a su alrededor con la brisa de verano. Parecía una ninfa. Se acercó y le puso en la cabeza una corona de margaritas. Le beso en la frente y le preguntó:
-¿Me perdonas?
Él asintió mientras se secaba las lágrimas y sonreía. No habló...ella lo entendía.
Por fin, llegó el día de su graduación. Keth-Selim se levantó como el preso que sabe que va a la horca: Resignado y con sensación de pavor ante lo inevitable. Una parte fundamental de la ceremonia era la horrible pregunta: ¿A quién quieres proteger? Pero él todavía no tenía una respuesta... solo un agujero horrible en el pecho. Sabía que le echarían de la aldea, y la sola idea le hacía echarse a temblar...ese lugar era su mundo. Pero igual se vistió con el traje azul y negro y enfundó la katana. Agarró la flauta y caminó hasta el bosque. Ya estaban todos allí, esperando a los recién nombrados. Apenas faltaban uno o dos que se habían retrasado, pero pronto llegaron y mientras el sol salía, comenzó la ceremonia. Esta vez no hubo exhibición. No debían malgastar sus armas para algo tan banal, pues ahora iban a consagrarse a algo mucho más importante. Uno a uno se adelantaron, recitaron el juramento de fidelidad a su maestro y solicitaron a su protegido o protegida que los aceptase. Nunca había habido una respuesta negativa. Nunca. Keth-Selim también avanzó y recitó el juramento de fidelidad. Entonces él le preguntó por su protegido.
-Señor, yo n..
De repente, algo enorme interrumpió entre él y su maestro, tirándolo al suelo. Keth-Selim agarró su katana y tres segundos después estaba en pie. La sangre le hervía, no entendía que ocurría. Tan solo veía a ese... monstruo con pico delante suya. Alargó la katana... y la soltó un instante después. El bicho había hecho un giro extraño con el cuello y le había... ¿Mordido? A juzgar por la sangre en su mano así era. Un grito interrumpió la curiosa escena. Un chaval de unos 12 años bajaba a todo correr por la colina. Llegó al claro del bosque y sin decir nada se subió al bicho.
- ¡Perdonad! Kian ha traído el avestruz desde la isla de más allá, pero se ha escapado. Lamento haber interrumpido... no volverá a pasar.
Hincó los talones en el cuerpo negro del monstruo y se fue. Keth-Selim se quedó mirando la sangre en su mano, perplejo , mientras sentía que el odio le invadía. Llevaba años con el miedo en el cuerpo por este momento, y justo cuando estaba a punto de confesar su secreto, ¡Ese bicho inmundo lo interrumpía!
-¡¡AAAAAARGH!!
El maestro y todos lo miraron mientras el joven se llevaba las manos a la cabeza, desesperado, ciego de furia y de miedo.
-¡NO TENGO! NO TENGO PROTEGIDO NI PROTEGIDA. ¡¡No está en esta isla!! Y no sé dónde está. Lo único que tengo son sueños confusos y la sensación de pertenencia ciega. Lo siento maestro, lamento haberme colado en su escuela sin alguien en mente. No pude evitarlo, yo... yo...
Cayó al suelo de rodillas. Las lágrimas caían por su cara y se mezclaban con la sangre en sus manos. Ahora que aquel monstruo no estaba a la vista y ya lo había confesado todo, la ira se desvaneció...y quedó a merced del miedo. Nadie dijo una palabra, pero poco a poco todos se fueron yendo y dejaron a solas al maestro y a su pupilo. El mayor se agachó y olvidando las formalidades, se abrazó al pequeño.
-No te preocupes... no eres el primero. Es un caso inusual, pero no único. Esos sueños que mencionas... Hay alguien, ¿Verdad? Una forma gris y nebulosa, seguramente.
Keth-Selim alzó la mirada, sorprendido. Asintió sin palabras.
-Las leyendas cuentan acerca de eso. El soñar con tu protegido, es señal de que en otra vida os conocisteis... y tan solo estáis esperando a reencontraros. Tu destino es ir con él o ella... y sabes lo que eso significa.
-No quiero irme...-Susurró.
-Sabes que tampoco podrías quedarte. Partirás mañana al anochecer. Y llevarás contigo mi bendición y la de la aldea, pequeño. Vuelve por aquí cuando encuentres la felicidad.
Antes de marcharse, el maestro Tondemon se dio la vuelta y le miró con benevolencia y una gran sonrisa:
- La otra persona que tuvo que marcharse por esa razón...fue tu padre.
Selim, asombrado, se llevó el puño al pecho en un gesto de devoción.
-Maestro... gracias. Por todo.
Esa misma noche, fue a despedirse de Ámbar. Ella y el resto de jóvenes estaban bailando en el bosque, alrededor de una fogata. Tocaban y cantaban, reían y disfrutaban. Celebraban el comienzo de sus nuevas vidas. Keth-Selim la apartó y en bajos susurros le contó lo acontecido. Ella le abrazó muy fuerte.
-Perdona por los problemas que mis sentimientos te hayan podido causar...
-Perdóname tu a mí por no ser capaz de corresponderte.
-Tengo una manera de agradecértelo.
Antes de que respondiera, se alejó y susurró algo a un par de chicos que estaban con un violín y un arpa. Comenzaron a tocar, y segundos después una joven con un piano pequeño se les unió. Ámbar comenzó a recitar a la luz del fuego, con su hermosa y delicada voz:
No estás hecho más que de recuerdos
vives en pasado, y tu presente solo anhela el futuro.
Olvidar es para ti un sueño lejano.
¿Cuántas veces sonríes en un año?
Tu sonrisa seguro significa melancolía,
y aunque mueves los labios no llega a los ojos el engaño.
Entonces callas, y me miras: Yace descubierta la mentira.
Pero entonces me acaricias con tu mano: Tranquila... no me hiciste daño.
Alguien que prefiere ver la lluvia a jugar en los charcos.
Escuchar a las cigarras en lugar de meterlas en los tarros.
Todo en él es suave, sofocado, melancólico y callado.
Está hecho de suspiros, su voz de flauta retumba hoy entre los pinos.
Mírale moverse, él es agua: Agua su pelo, agua sus manos,
agua sus ojos bajo la luz del faro.
Agua la manera en que se mueve, sin prisa y despacio,
mil veces más ágil, dos mil más controlado.
El resto de nosotros, simples marionetas de barro.
Rompieron el molde al crearlo, él se agachó a repararlo
y pese a eso, él es humilde, te mira desde abajo.
Su sonrisa es triste, ''No me lamentes'', con voz queda te pide.
''Este es mi destino... el tuyo no es divertirme''.
Él camina estirado como un gato.
Pero cuando la luna está al acecho, se encogerá presto.
No lo toques, no susurres.
Dale un segundo de disfrute.
vives en pasado, y tu presente solo anhela el futuro.
Olvidar es para ti un sueño lejano.
¿Cuántas veces sonríes en un año?
Tu sonrisa seguro significa melancolía,
y aunque mueves los labios no llega a los ojos el engaño.
Entonces callas, y me miras: Yace descubierta la mentira.
Pero entonces me acaricias con tu mano: Tranquila... no me hiciste daño.
Alguien que prefiere ver la lluvia a jugar en los charcos.
Escuchar a las cigarras en lugar de meterlas en los tarros.
Todo en él es suave, sofocado, melancólico y callado.
Está hecho de suspiros, su voz de flauta retumba hoy entre los pinos.
Mírale moverse, él es agua: Agua su pelo, agua sus manos,
agua sus ojos bajo la luz del faro.
Agua la manera en que se mueve, sin prisa y despacio,
mil veces más ágil, dos mil más controlado.
El resto de nosotros, simples marionetas de barro.
Rompieron el molde al crearlo, él se agachó a repararlo
y pese a eso, él es humilde, te mira desde abajo.
Su sonrisa es triste, ''No me lamentes'', con voz queda te pide.
''Este es mi destino... el tuyo no es divertirme''.
Él camina estirado como un gato.
Pero cuando la luna está al acecho, se encogerá presto.
No lo toques, no susurres.
Dale un segundo de disfrute.
Keth-Selim la miraba danzar mientras hablaba, bailando frente a las llamas y extendiendo las manos a la luna. Sus palabras transmitían una inmensa tristeza y pensó que con ella dejaba otro pedacito de su maltrecho corazón. Pero no había nada que hacer. La raptó y entre los árboles, la abrazó.
-Gracias por tan hermoso poema.
Le dio un beso en la mejilla. Se agachó y posando la rodilla en la tierra, igual que los Guardianes, le besó la mano. No era una promesa formal, no era un verdadero compromiso. Pero significaba algo. Significaba el entregarse, si no todo, al menos una parte a quien de verdad l e merecía. No sabía que ocurriría ahora, no sabía si volvería o si su nombre dejaría de pronunciarse igual que el de su padre, pero no importaba. Lo resolvería por el camino.
Agarró sus escasas pertenencias, se subió al velero que le habían dejado y mientras tocaba una serenata con su flauta, puso rumbo a lo desconocido.
Steve
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Puntos a valorar:
- Historia del Pj (calidad y originalidad) - Hasta 2´5 puntos: La parte que más me ha gustado de la ficha, es original, extensa, bien llevada y da un sueño (nunca mejor dicho) a tu personaje. Aún con esto, es el único lugar en el que encontré faltas de ortografía, y aunque no te baja puntos, al menos no en este apartado. 2/2,5
- Psicología del Pj (Gustos, desagrados... se valorará la originalidad) - Hasta 2´5 puntos: Aunque ampliables y caes en algunos típicos tópicos, me gustan. Quizás porque me gusta como están escritos, quizás porque no hay ninguna falta, quizás porque un músico que odie los ruidos fuertes es raro. Sinceramente no lo sé, y aunque no te llevas el punto completo, si la mayor parte de este, el cual podrías conseguir si extendieras un poco los desagrados. 1,7/2,5
- Redacción, ortografía, gramática... - 1 punto: No he visto ningún fallo “orcografico”, excepto un harmonia, que fue la única que encontré en toda la ficha, por lo que la dejare pasar. 1/1
- Descripciones (Psicológica y física) - 2 puntos: Sinceramente, no te doy el punto completo por el simple hecho de que se me interesaría ver un poco más extensa la física (alguna tontería como la voz que posee), dado que, el describir una persona con una poema creo que es la primera vez que lo veo y me parece como poco original. 1,8/2
- Habilidades y Torpezas - 1 punto: Sinceramente más originales que el apartado de gustos/desagrados, al menos desde mi punto de vista, ¿Quién más sabe desplumar una avestruz? Una pena que no corras tanto como para agarrarlas. Igualmente en el tema torpezas también demuestras un poco mas de originalidad y no caes en esos clichés que se suelen poner. 1/1
- Misceláneo (Sueños, Estilo de lucha, Apodo... detalles que demuestren originalidad) - 1 punto: ¿En serio? Maldita fobia a esos pobres avestruces. Volviendo a la seriedad, me gusta que no se tome un solo sueño al que aspirar durante toda tu vida de una vez, en algunas fichas, aunque de menor importancia, seguía saliendo. Pero el estilo baja, quizás porque se ve que podrías hacerlo mejor tras leer el resto de la ficha. El personaje en general me parece original, por lo que no te llevas todo el punto pero si la mayor parte. 0,7/1
En total, y si mi calculadora no me falla, tienes un 8’2, así que puedes optar a las siguientes opciones, aunque si no te satisface mi corrección, puedes pedir edición o una segunda moderación.
Puntuaciones para optar a diferentes cosas:
Akumas:
- Paramecia- 7´5
- Zoan normal - 8
- Zoan prehistórica - 8'5
- Logia etérea - 9
- Zoan mitológica - 9'5
- Akuma legendaria - 10*
*Se deberá sacar un 10 de nota para poder acceder a una de las akumas más poderosas de la serie, como la Pika Pika no mi. También se incluyen en este tipo Akumas potencialmente OP (Overpowered), como la logia de sonido.
*Los nombres de las Akumas deben de ser bisílabos. En ciertos casos el Staff se reserva el derecho a cambiar el nombre a una Akuma (Tiger Tiger por Neko Neko modelo tigre, por ejemplo)
*Las Zoan mitológicas pueden ser de cualquier mitlogía, clásica o moderna, siempre que se den tres referencias claras de su procedencia (referencias válidas, no valen tres blogs con un creepypasta. Los poderes deben estar bien definidos).
Cyborg:
- Comenzar como humano con una parte cyborg - 7,5
- Comenzar como cyborg - 8,5
Byónicos:
- Comenzar como humano con parte biónica - 7,5
- Comenzar como biónico - 8,5
Razas:
- Humanos y Skypianos- cualquier nota
- Brazos largos y piernas largas- 6
- Enanos- 7
-Animales parlantes- 7
- Gyojin grado 1* - 7´5
- Gigante - 8
- Gyojin grado 2* (peces venenosos y tiburones) - 8´5
Cualquier petición, ya sea de akuma, parte cyborg, o cualquier otra cosa a la que se tenga derecho por nota de ficha debe ser hecha antes del primer rol. Una vez has comenzado a rolear, pierdes el derecho a pedir nada por nota de ficha si no lo has hecho antes.
Una nota igual o superior a 9 da una oportunidad a su creador de modificarla para mejorarla. De otra forma, algunas fichas serán sometidas a votación del staff podrían recibir la misma oportunidad o una nota que el staff decidiría.
Un usuario con multicuenta puede solicitar que no le sea corregida su ficha, y se apruebe sin más. Los nuevos usuarios deben de tener la ficha aprobada (Nota 5 o más) para comenzar el rol.
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- Psicología del Pj (Gustos, desagrados... se valorará la originalidad) - Hasta 2´5 puntos: Aunque ampliables y caes en algunos típicos tópicos, me gustan. Quizás porque me gusta como están escritos, quizás porque no hay ninguna falta, quizás porque un músico que odie los ruidos fuertes es raro. Sinceramente no lo sé, y aunque no te llevas el punto completo, si la mayor parte de este, el cual podrías conseguir si extendieras un poco los desagrados. 1,7/2,5
- Redacción, ortografía, gramática... - 1 punto: No he visto ningún fallo “orcografico”, excepto un harmonia, que fue la única que encontré en toda la ficha, por lo que la dejare pasar. 1/1
- Descripciones (Psicológica y física) - 2 puntos: Sinceramente, no te doy el punto completo por el simple hecho de que se me interesaría ver un poco más extensa la física (alguna tontería como la voz que posee), dado que, el describir una persona con una poema creo que es la primera vez que lo veo y me parece como poco original. 1,8/2
- Habilidades y Torpezas - 1 punto: Sinceramente más originales que el apartado de gustos/desagrados, al menos desde mi punto de vista, ¿Quién más sabe desplumar una avestruz? Una pena que no corras tanto como para agarrarlas. Igualmente en el tema torpezas también demuestras un poco mas de originalidad y no caes en esos clichés que se suelen poner. 1/1
- Misceláneo (Sueños, Estilo de lucha, Apodo... detalles que demuestren originalidad) - 1 punto: ¿En serio? Maldita fobia a esos pobres avestruces. Volviendo a la seriedad, me gusta que no se tome un solo sueño al que aspirar durante toda tu vida de una vez, en algunas fichas, aunque de menor importancia, seguía saliendo. Pero el estilo baja, quizás porque se ve que podrías hacerlo mejor tras leer el resto de la ficha. El personaje en general me parece original, por lo que no te llevas todo el punto pero si la mayor parte. 0,7/1
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- Logia etérea - 9
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*Se deberá sacar un 10 de nota para poder acceder a una de las akumas más poderosas de la serie, como la Pika Pika no mi. También se incluyen en este tipo Akumas potencialmente OP (Overpowered), como la logia de sonido.
*Los nombres de las Akumas deben de ser bisílabos. En ciertos casos el Staff se reserva el derecho a cambiar el nombre a una Akuma (Tiger Tiger por Neko Neko modelo tigre, por ejemplo)
*Las Zoan mitológicas pueden ser de cualquier mitlogía, clásica o moderna, siempre que se den tres referencias claras de su procedencia (referencias válidas, no valen tres blogs con un creepypasta. Los poderes deben estar bien definidos).
Cyborg:
- Comenzar como humano con una parte cyborg - 7,5
- Comenzar como cyborg - 8,5
Byónicos:
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Razas:
- Humanos y Skypianos- cualquier nota
- Brazos largos y piernas largas- 6
- Enanos- 7
-Animales parlantes- 7
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- Gigante - 8
- Gyojin grado 2* (peces venenosos y tiburones) - 8´5
Cualquier petición, ya sea de akuma, parte cyborg, o cualquier otra cosa a la que se tenga derecho por nota de ficha debe ser hecha antes del primer rol. Una vez has comenzado a rolear, pierdes el derecho a pedir nada por nota de ficha si no lo has hecho antes.
Una nota igual o superior a 9 da una oportunidad a su creador de modificarla para mejorarla. De otra forma, algunas fichas serán sometidas a votación del staff podrían recibir la misma oportunidad o una nota que el staff decidiría.
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Keth - Selim
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Me gustaría pedir la segunda corrección, si no es molestia, aunque por supuesto tendré en cuenta tus consejos para la próxima vez.
Me gustaría aclarar por orgullo propio que la descripción física le falta un párrafo, pero el word no me lo guardó bien y no soy capaz de escribir lo mismo dos veces ^^U Le puse un parche con un par de frases, pero evidentemente no queda igual.
De todas maneras aprecio mucho la corrección, me servirá para mejorar :cafe: y para que no quedes con la intriga, aclaro que tiene voz de tenor, por alguna parte debe de estar puesto xD
Me gustaría aclarar por orgullo propio que la descripción física le falta un párrafo, pero el word no me lo guardó bien y no soy capaz de escribir lo mismo dos veces ^^U Le puse un parche con un par de frases, pero evidentemente no queda igual.
De todas maneras aprecio mucho la corrección, me servirá para mejorar :cafe: y para que no quedes con la intriga, aclaro que tiene voz de tenor, por alguna parte debe de estar puesto xD
Dark Satou
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En breves edito con la segunda corrección.
Keth - Selim
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Siento haber tardado tanto en responder, estuve liada con cosas del instituto y eso.
No pido nada por la nota de ficha y reservo este post para anotar técnicas, PU's o yo que se, lo que rayos consiga xD
No pido nada por la nota de ficha y reservo este post para anotar técnicas, PU's o yo que se, lo que rayos consiga xD
Keth - Selim
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Akuma no mi
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Actualizado con las cosas conseguidas en este diario.
Además, me gustaría pedir como técnica de 7.5 por sobrevivir al capítulo:
-Ice Melody: Tocando con su flauta travesera, Keth se ve envuelto en una especie de energía azul que sale de la flauta, y puede controlarla para que ''ataque'' en forma de tentáculos que congelan aquello a lo que alcancen. Evidentemente, Keth es inmune a este efecto.
Y los siguientes ámbitos:
23 -Ámbito: Energía.- De forma pasiva, Keth es recubierto por un aura de color azul oscuro. De forma activa, tras entrenar ha logrado hacer surgir ondas de energía cortante, explosiva o de choque tan solo tocando su flauta travesera. Proceden del aura a su alrededor y puede decidir su dirección con la melodía.
30- Ámbito: Tras estudiar más a fondo su esmeralda y conseguir un mayor entendimiento de esta, es capaz de fabricarse unas alas con su energía para volar. Alcanza velocidades de 20 m/s y puede volar durante dos horas sin cansarse.
Además, me gustaría pedir como técnica de 7.5 por sobrevivir al capítulo:
-Ice Melody: Tocando con su flauta travesera, Keth se ve envuelto en una especie de energía azul que sale de la flauta, y puede controlarla para que ''ataque'' en forma de tentáculos que congelan aquello a lo que alcancen. Evidentemente, Keth es inmune a este efecto.
Y los siguientes ámbitos:
23 -Ámbito: Energía.- De forma pasiva, Keth es recubierto por un aura de color azul oscuro. De forma activa, tras entrenar ha logrado hacer surgir ondas de energía cortante, explosiva o de choque tan solo tocando su flauta travesera. Proceden del aura a su alrededor y puede decidir su dirección con la melodía.
30- Ámbito: Tras estudiar más a fondo su esmeralda y conseguir un mayor entendimiento de esta, es capaz de fabricarse unas alas con su energía para volar. Alcanza velocidades de 20 m/s y puede volar durante dos horas sin cansarse.
Alwyn
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Ice melody acptado, el ambito de 30 baja a 15 m/s y aceptado, el del 23, define distancia máxima, velocidad de la onda y capacidad de corte de la cortante.
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