Los revolucionarios de la montaña [Pasado] (Alwyn, Katymain y Misako Hitomi )

Llegue a aquella isla lista para capturar y llevar hasta el cuartel a los revolucionarios que nos habían informado que había en la montaña de la misma. Mi mentor había interrogado a un prisionero que casi consigue escapar de nuestro cuartel, y al final había revelado de donde procedía pero la gente que había o como estaban de preparados. Debía tener cuidado, podía estar acercándome a una trampa, a lo mejor podía unirme a algún caza recompensas para explorar las montañas y luego repartirnos el botín, aunque los prisioneros se vinieran conmigo. Me acerque hasta una de las casas de la villa, pequeña y de madera, para preguntar por dónde se reunían aquí los cazadores de recompensa. Una señora bajita de avanzada edad, pelo canoso cara arrugado y ojos verdes, me dijo que podía probar en el cuartel, aunque aquí no había nada malo nunca.

Me dirigí hacia el cuartel como me había indicado aquella buena señora, era un edificio de varias plantas de color verde con zonas más claras al estilo de la marina y un perímetro vallado. Cuando quise entrar me preguntaron quién era y a que venía, me acerque al marine y le dije que era caza recompensas y que venía por si había algún contrato, no desvelaría mi identidad tan fácilmente. Me indico una casa cerca de la verja y apartada del cuartel, esta era de color blanco y con chimenea, parecía que podían habitar tres o cuatro personas en ella, no muchas más. Me encamine hacia ese edificio y entre, no había nadie, pero sí que estaban las hojas de recompensas y de piratas vistos por la isla, al parecer no muchos venían a parar aquí. Por lo que pude intuir sería un lugar bastante para levantar una base sin que molestaran ni piratas ni marines, y por tanto caza recompensas.

Me decidí a esperar en aquel lugar un día como mucho a ver si aparecía alguien que me quisiera ayudar si no marcharía yo sola hacia la montaña. Mientras me puse a redactar una pequeña nota informando de los avistamientos de revolucionarias en aquella montaña, si no aparecía nadie me la destruiría, y si aparecían también. Cuando la termine me levante y salí al porche de la casa a sentarme y esperar, y si había ocasión enterarme de algo útil.

Así que una isla cuyo nombre desconocia, algo misterioso para mi, primera vez que me pisaba y veía aquella isla. Aquel día, vestia mi ropa habitual, mi vestido de tela blanco que me llegaba a la altura de los muslos, mis botas y mis guantes sin dedos de cuero, mi cuello también estaba decorado por una preciosa bufanda roja. Mis armas la llevaba escondidas en las botas, mi daga en la izquierda y mi revolver en la derecha y mi pistola de oro en la mano, mas vale prevenir a cualquier cosa que pudiese pasar.

Mi camino a un recinto se me hacia cada vez mas largo, mis piernas se cansaban y no tenia ganas de caminar mas, estaba agotada. A lo lejos vi un una verja de acero, y una caseta, lo seguro que fuese donde el guardia pasaba todo el día. Tarde un poco en llegar, pero una vez allí el marine me dejo pasar sin preguntarme nada, que mala seguridad que se encontraba aquí.

Una vez dentro, una señora me guio hasta la casa que iba a ocupar en todo el tiempo que iba a estar aquí, no tenia ni maletas ni nada, pero no importaba, pediría a una de ellas que fuesen a por ropa. Entre en mi casa, todo estaba bien decorado, saque de mi bolsillo unos carteles de se busca y los deje en la mesa, ahora tenia ganas de una ducha. Subí a la planta de arriba, donde se encontraba el dormitorio, me metí al baño y caliente el agua, me quite la ropa y me eche en la bañera. Se estaba muy tranquila.

Cuando anocheció me aburrí de esperar fuera y entre en la casa, subí a mi cuarto a abrir la ventana para que Arimisa pudiera entrar sin molestar a los demás en la casa, si los había. Tras ello me baje a la cocina, no estaba acostumbrada a hacerme la comida, y no había vuelta a cocinar desde el conejo del primer día de entrenamiento. Para mi sorpresa había comida ya preparada en una nevera, solo tuve que pasarla de los envases en los que estaba y ponerla a calentar un poco, no era tan cómodo como solo comer pero bueno, era la vida que había elegido. Una vez la comida se calentó, toda la estancia a guiso, me traslade a la mesa donde encontré los “se busca”, los aparte un poco y comencé a degustar aquel guiso. No era lo mejor que había comido, pero tampoco lo peor. Escuche ruido en la parte de arriba, entonces sí que había alguien más allí debía de haberse quedado dormido toda la tarde. Eso no era buena señal, podía significar que de verdad no había nada allí. Termine el plato y lleve todo al fregadero, no sabía si debía limpiar los paltos o no a sí que los deje allí y me senté en el sillón de la sala a la espera de que bajara quien fuera que estuviera arriba.

Seguía echada en la bañera, rodeada del agua calentita que daba una sensación tranquila, con ganas de desconectar del mundo exterior, tanto esfuerzo merecía una recompensa. La habitación se lleno de vapor de agua, casi ni se podía ver, las paredes empezaron a empaparse al igual que los .

Tras un ratito, decidí salir de allí para buscar algo que comer. Me coloque la toalla blanca por encima de los pechos. Tuve que bajar las escaleras y para mi sorpresa una mujer pelirroja estaba sentada en un sillón, eche un ojo al lavaplatos el cual tenia un par de platos sucios, pensaba que era alguna sirvienta que habían contratado especialmente para mi, pero su forma de vestir me extraño mucho, eso ya me hacia dudar:

-Buenas señorita ¿Que le trae por aquí? - no creía que esto fuese una casa compartida, no me gustaría nada, solo quería pasárselo bien recorriendo esta isla y viendo algunas de sus tiendas. No tenia ninguna vergüenza de que la mujer me viese con una toalla, si fuese un hombre a lo mejor ya estaría herido.

Abri un cajón para mirar que se encontraba para comer, no había muchas cosas, así que le tome la palabra de nuevo:

-Bueno, no se quien eres, pero me has caído bien, puede ser tu pelo rojo, el cual haberes quería. Si quieres me esperas a que me vista y vamos a comprar algo por la ciudad.- me quede de pie esperando su respuesta

-Buenas señorita ¿Que le trae por aquí?

Una Joven rubia bajaba las escaleras tapada con una toalla, no parecía una caza recompensas, pero si estaba allí debía de serlo. Tenía el pelo todavía mojado, debía de haber estado en el baño desde que ella había llegado y por eso no se habían encontrado.

-Buenas noches, mi nombre es Alwyn. Vengo detrás de unos revolucionarios, que al parecer se esconden en las montañas y venía a ver si algún cazador más se apuntaba. Cuatro ojos ven mejor que dos y no sé cuántos enemigos habrá en nuestro camino.

-Bueno, no sé quién eres, pero me has caído bien. Si quieres me esperas a que me vista y vamos a comprar algo por la ciudad.

Al parecer a aquella joven había ignorado parte de lo que había dicho, debía de tener mucha hambre para ello o ser muy mal educada. De momento le daría el beneplácito de la duda porque le gusto lo largo que tenía el pelo, nadie de clase baja lo podría tener así de cuidado y largo.

-Muy bien, me vendrá bien esparcirme un rato antes de ir a la misión. Como me has caído bien tu también te invito a unirte a mi caza. Quería salir mañana por la tarde.

Subí las escaleras a las habitaciones, cuando abrí la puerta de mi habitación encontré a una mujer durmiendo en la cama. Debía de haber entrado por la ventana, pero que ladrona o lo que fuera se quedaba dormida en mitad de lo que quería que hiciera. Le hice señas a mi nueva compañera desde la escalera, para que viniera. Desenfunde las pistolas, con el máximo cuidado del que pude y active el haki de observación con aquella desconocida.  Encendí la luz de la habitación y dije en alto:

-EJEM, EJEM.  ¿Quién eres, y que estás haciendo en mi cuarto?, todavía no la estaba apuntando, confiaba en mi rapidez.

Le había propuesto a la pelirroja que salgamos a comprar algo que comer y ella me sale con cazar revolucionarios, la chica al parecer no me escucho pero sin embargo me acepto la propuesta, pero lo que más me molesto es que ni siquiera se esperó a que le responda, directamente empezó a subir las escaleras.

Hacia un poco de frio y solo tenía puesta la toalla, cosa que no me tapaba mucho así que debería de subir a mi habitación, pero no por las escaleras por las cuales subió la chica, ya que me quedaba un poco lejos y no quería enfermarme, al subir unas escaleras que estaban al lado de la puerta del baño de abajo me dirigí a mi ‘zona’ pude ver a la pelirroja con la pistola en la mano, pero no me importaba mucho, si quería atacarme lo tendría difícil, cerré la puerta con llave y coloque mi ropa en la cama.

Tras ponerme mi vestido limpio baje de nuevo a la cocina, no pude ver nada apetecible, solo una magdalena, no era de mi agrado, pero tuve que comerme mi orgullo y hacerlo.