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La luz del Sol iluminaba la isla totalmente, la morena llevaba su habitual sudadera negra junto al pantalón y las sandalias de madera. En su cintura podía verse su vaina, ella corría a toda velocidad por el bosque mientras mostraba una sonrisa ladeaba un tanto sádica. Había localizado un espécimen bastante bueno y necesitaba capturarlo de alguna forma y para ello iba a tener que acabar con su vida, sus experimentos debían comenzar y empezar a ganar dinero al vendérselos al gobierno. La isla prehistórica se notaba agitada ese día y ella iba a aprovechar eso al máximo para conseguir su objetivo, no tardó en perder la pista de la criatura al dejar de ver las huellas, pero en ese momento llegó a la costa y pudo ver el bote en el que había llegado y como una navío viejo se acercaba.
Se veía una insignia pirata en este y eso le hizo sonreír de lado pues le iban a dar un buen entretenimiento, se deslizó pos unas piedras y se escondió tras otras, quedando bien oculta y observando por un pequeño agujero del tamaño de una manzana. Llevó la mano derecha a la vaina de su preciosa katana para después soltar un leve suspiro, ellos fueron desembarcando en pequeños grupos de cuatro y cinco personas y empezaban a adentrarse en la isla. La morena se relamió despacio mientras empezaba a moverse por la selva de forma lenta y calmada, esos malnacidos iban a probar el acero de su espada por el mero hecho de ser piratas pues odiaba los criminales. Si vendía sus cosas al gobierno y no a la revolución era por eso mismo, ya sacaría herramientas mucho mejores para aquellos casos.
Después de unos momentos caminando, pudo ver a un corsario extraviado frente a ella, esta trataba de beber agua de un rio y fue cuando sonrió de lado, era su oportunidad de acabar con su vida. Se acercó despacio por detrás y colocó el filo de su arma en el cuello de su presa, este no tuvo tiempo a reaccionar y ni siquiera a gritar pues la científica auxiliar realizó un rápido movimiento, seccionando su cuello y matándole al instante. El cuerpo cayó al suelo con los ojos abiertos y perdiendo sangre de forma exagerada, a continuación la chica guardó su arma y se relamió un poco, le tocaba el turno a los demás, estaban todos divididos por la isla y habría unos veinte hombres o más.
Se veía una insignia pirata en este y eso le hizo sonreír de lado pues le iban a dar un buen entretenimiento, se deslizó pos unas piedras y se escondió tras otras, quedando bien oculta y observando por un pequeño agujero del tamaño de una manzana. Llevó la mano derecha a la vaina de su preciosa katana para después soltar un leve suspiro, ellos fueron desembarcando en pequeños grupos de cuatro y cinco personas y empezaban a adentrarse en la isla. La morena se relamió despacio mientras empezaba a moverse por la selva de forma lenta y calmada, esos malnacidos iban a probar el acero de su espada por el mero hecho de ser piratas pues odiaba los criminales. Si vendía sus cosas al gobierno y no a la revolución era por eso mismo, ya sacaría herramientas mucho mejores para aquellos casos.
Después de unos momentos caminando, pudo ver a un corsario extraviado frente a ella, esta trataba de beber agua de un rio y fue cuando sonrió de lado, era su oportunidad de acabar con su vida. Se acercó despacio por detrás y colocó el filo de su arma en el cuello de su presa, este no tuvo tiempo a reaccionar y ni siquiera a gritar pues la científica auxiliar realizó un rápido movimiento, seccionando su cuello y matándole al instante. El cuerpo cayó al suelo con los ojos abiertos y perdiendo sangre de forma exagerada, a continuación la chica guardó su arma y se relamió un poco, le tocaba el turno a los demás, estaban todos divididos por la isla y habría unos veinte hombres o más.
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La maldita isla de los dinosaurios de nuevo... Que asco de isla, todo lleno de monstruos gigantes que me pisan y me aplastan entero. Pero bueno... Un trabajo era un trabajo y era innegable que la cifra que ofrecían por completarlo era considerable. Y de nuevo me tocaba trabajar en soledad, aunque en algunos casos me venía mejor por si conocía una mujer o me paraba a mirar las tiendas de la isla en cuestión.
Llegué a la isla a puro nado, no sin antes encontrarme con los peces que me intentaban comer o simplemente asesinar por gusto propio. En cuanto llegué, me pegué un cabezazo contra un árbol para quitarme todo el estrés de encima por aquello de pasar alrededor de cinco horas seguidas a nado sin parada ninguna. A todo esto, la misión era muy simple, cazar una banda pirata entera por odio del que lo pedía. No tenían wanted, pero algo debían haber hecho para conseguirlo.
Nada más entrar había un galeón de bandera pirata, así que supuse que debían estar allí. Nadie en su sano juicio dejaría un barco de tal calibre para irse y no volver. De pronto, escuché un grito ahogado, el cual provenía del este de la isla y me propuse a investigar que ocurría. ¿Civiles asesinados? ¿Pelea de bandas? ¿Conflictos internos? Al llegar vi que no era algo como eso ni de lejos. Solamente había un hombre asesinado y una mujer de bonita figura, cara, vestimenta. Era preciosa en general.
Solté las espadas en el suelo para que no me tomara por enemigo y levanté las manos.
-¿Qué hace una señorita como usted aquí, matando a mi presa?
Llegué a la isla a puro nado, no sin antes encontrarme con los peces que me intentaban comer o simplemente asesinar por gusto propio. En cuanto llegué, me pegué un cabezazo contra un árbol para quitarme todo el estrés de encima por aquello de pasar alrededor de cinco horas seguidas a nado sin parada ninguna. A todo esto, la misión era muy simple, cazar una banda pirata entera por odio del que lo pedía. No tenían wanted, pero algo debían haber hecho para conseguirlo.
Nada más entrar había un galeón de bandera pirata, así que supuse que debían estar allí. Nadie en su sano juicio dejaría un barco de tal calibre para irse y no volver. De pronto, escuché un grito ahogado, el cual provenía del este de la isla y me propuse a investigar que ocurría. ¿Civiles asesinados? ¿Pelea de bandas? ¿Conflictos internos? Al llegar vi que no era algo como eso ni de lejos. Solamente había un hombre asesinado y una mujer de bonita figura, cara, vestimenta. Era preciosa en general.
Solté las espadas en el suelo para que no me tomara por enemigo y levanté las manos.
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La morena observaba el cadáver de forma calmada, pese a haber matado a una persona, le daba absolutamente igual. Estuvo a punto de largarse cuando de repente escuchó una voz que llegó a sus oídos, sin duda podía ser otro enemigo y no tardó en llevar la mano derecha a la vaina de su arma, la cual sacó a toda velocidad mientras se giraba. Su mirada era tenebrosa pues se podía ver una sonrisa algo sádica. Según las palabras de aquel rubito, aquel pirata asesinado era su presa, por lo que pudo intuir que o era un cazador o tenía cuentas pendientes con él, tal vez era otro bucanero y estaba fingiendo. La verdad es que a ella todo eso le daba absolutamente igual, por lo que ahora soltó una leve carcajada algo seria y después dio un paso hacia él para hablarle en un tono serio.
- ¡No veo que tenga tu nombre grabado en el cuerpo! Será mejor que no te metas en mi camino.
Mencionó ahora con una tétrica sonrisa para después sacar de su bolsillo una pequeña jeringa, después se agachó despacio y la colocó sobre el cuello cortado del corsario, extrajo algo de sangre y después metió la muestra en su bolsillo del pantalón. Tras cerrarlo con cremallera soltó un leve suspiro y miró un poco a su alrededor. Todavía quedaban presas a las que derrotar, aquel tipo parecía interesado en el cuerpo, por lo que supuso que podía darle el lujo de que se lo llevara si le daba la gana. Total ella ya tenía una muestra de sangre y su objetivo no era precisamente un humano, debía buscar a la bestia a por la que había ido, su sangre le serviría para experimentar y hallar una nueva poción.
- Puedes llevarte el cuerpo si gustas, pero cuidado con lo que haces. Estoy aquí por asuntos del gobierno mundial e interrumpirlos podría ser peligroso para cualquiera que no quiera ver su cabeza en un cartel.
No era una amenaza pero debía dejar claras las cosas, ahora escuchó unas pisadas y eso le hizo sonreír de lado pues se acercaban más piratas. Con su katana en mano, entrecerró los ojos y se lanzó a un grupo de tres, cortando con agilidad la yugular del que iba distraído y empezando a combatir con los otros dos. Daba golpes rápidos buscando las extremidades para dañarlos, en su rostro se podía ver una expresión sádica mientras luchaba.
- ¡No veo que tenga tu nombre grabado en el cuerpo! Será mejor que no te metas en mi camino.
Mencionó ahora con una tétrica sonrisa para después sacar de su bolsillo una pequeña jeringa, después se agachó despacio y la colocó sobre el cuello cortado del corsario, extrajo algo de sangre y después metió la muestra en su bolsillo del pantalón. Tras cerrarlo con cremallera soltó un leve suspiro y miró un poco a su alrededor. Todavía quedaban presas a las que derrotar, aquel tipo parecía interesado en el cuerpo, por lo que supuso que podía darle el lujo de que se lo llevara si le daba la gana. Total ella ya tenía una muestra de sangre y su objetivo no era precisamente un humano, debía buscar a la bestia a por la que había ido, su sangre le serviría para experimentar y hallar una nueva poción.
- Puedes llevarte el cuerpo si gustas, pero cuidado con lo que haces. Estoy aquí por asuntos del gobierno mundial e interrumpirlos podría ser peligroso para cualquiera que no quiera ver su cabeza en un cartel.
No era una amenaza pero debía dejar claras las cosas, ahora escuchó unas pisadas y eso le hizo sonreír de lado pues se acercaban más piratas. Con su katana en mano, entrecerró los ojos y se lanzó a un grupo de tres, cortando con agilidad la yugular del que iba distraído y empezando a combatir con los otros dos. Daba golpes rápidos buscando las extremidades para dañarlos, en su rostro se podía ver una expresión sádica mientras luchaba.
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Se había enfadado conmigo por varias razones y no podía refutar sus argumentos, ciertamente.
-Nada, nada. Siento haber sido tan brusco. Solamente me han mandado matar a los piratas, aunque no me molesta que los mate. Esa escoria no se merece siquiera perdón.¿Usted que quiere con ellos?
Le estaba quitando sangre al sangrante cadáver del pirata que se encontraba en el suelo. ¿Quién era? Era un poco tétrico el ver a una bella mujer sacando sangre de un cadáver, para luego guardarla en una bolsa que guardó en su ropa. Después comentaba cosas del gobierno mundial. No me gustaba nada lo que decía, algo tenía que ver con este. Aunque claro, aunque fuera un simple civil me deberían poner recompensa por matarla, así que no tendría porque ser marine. Olvidé esto.
En un momento se escucharon pasos por la maleza y salieron tres piratas a carrera. Uno de ellos fue asesinado por la mujer de un veloz corte a la misma yugular, a lo cual cayó al suelo dejando un gran chorro de sangre y un cadáver. Iba a por los dos a la vez, haciendo cortes de desgaste y poniendo una cara un poco extraña. De sádica.
En segundos después de todo esto se escucharon más pasos y salieron dos piratas más de la maleza, separados por una buena distancia del anterior grupo. Debía proteger a la señorita, fuera quien fuera. Saqué la espada ligera y se la lancé al primero que vi, acertando en su pecho y dejándolo en el suelo con una gran y profunda herida de la cual no tardó en brotar un chorro de sangre. Cogí la espada pesada ubicada en mi espalda y corrí hacia el otro, poniendo la espada a la altura del cuello. Aproveché el hecho de que el corsario estaba sorprendido por la muerte de su compañero y le clavé la espada, atravesando su cuello totalmente. Dejé caer el cadáver al suelo también y cogí las dos espadas de su respectivo lugar para meterlas en su funda y acercarme a los enemigos de la chica.
Me crují los nudillos y le pegué un puñetazo en la cara al que más cerca me quedaba, clavando en el sitio su cuerpo inconsciente. Dejé el otro enemigo a la chica y le dije unas palabras.
-Hmm... Eres fuerte, ciertamente. ¿Me ayudas a matar los piratas y yo te hago un favor? El que quieras, no tengo problema. Podemos alternar el orden si usted gusta.
-Nada, nada. Siento haber sido tan brusco. Solamente me han mandado matar a los piratas, aunque no me molesta que los mate. Esa escoria no se merece siquiera perdón.¿Usted que quiere con ellos?
Le estaba quitando sangre al sangrante cadáver del pirata que se encontraba en el suelo. ¿Quién era? Era un poco tétrico el ver a una bella mujer sacando sangre de un cadáver, para luego guardarla en una bolsa que guardó en su ropa. Después comentaba cosas del gobierno mundial. No me gustaba nada lo que decía, algo tenía que ver con este. Aunque claro, aunque fuera un simple civil me deberían poner recompensa por matarla, así que no tendría porque ser marine. Olvidé esto.
En un momento se escucharon pasos por la maleza y salieron tres piratas a carrera. Uno de ellos fue asesinado por la mujer de un veloz corte a la misma yugular, a lo cual cayó al suelo dejando un gran chorro de sangre y un cadáver. Iba a por los dos a la vez, haciendo cortes de desgaste y poniendo una cara un poco extraña. De sádica.
En segundos después de todo esto se escucharon más pasos y salieron dos piratas más de la maleza, separados por una buena distancia del anterior grupo. Debía proteger a la señorita, fuera quien fuera. Saqué la espada ligera y se la lancé al primero que vi, acertando en su pecho y dejándolo en el suelo con una gran y profunda herida de la cual no tardó en brotar un chorro de sangre. Cogí la espada pesada ubicada en mi espalda y corrí hacia el otro, poniendo la espada a la altura del cuello. Aproveché el hecho de que el corsario estaba sorprendido por la muerte de su compañero y le clavé la espada, atravesando su cuello totalmente. Dejé caer el cadáver al suelo también y cogí las dos espadas de su respectivo lugar para meterlas en su funda y acercarme a los enemigos de la chica.
Me crují los nudillos y le pegué un puñetazo en la cara al que más cerca me quedaba, clavando en el sitio su cuerpo inconsciente. Dejé el otro enemigo a la chica y le dije unas palabras.
-Hmm... Eres fuerte, ciertamente. ¿Me ayudas a matar los piratas y yo te hago un favor? El que quieras, no tengo problema. Podemos alternar el orden si usted gusta.
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Aquel tipo ahora le preguntó sobre sus intenciones con aquellos tipos, no le gustaba nada que se metieran en sus cosas y por ello continuó luchando con sus oponentes sin pararse a hablar. De repente el rubio le pegó un puñetazo a una de sus presas, lo que hizo que la morena se enfadara bastante, no necesitaba ayuda y no la había pedido. A causa de eso provocó un rápido corte recto en el pecho de su oponente, atravesándole sin ninguna compasión y sintiendo como el filo de su arma finalizaba con el corazón de aquel hombre, atravesándolo de lado a lado con violencia. Se dio cuenta de que aquel chico también había matado unos cuantos, ahora le miró despacio u guardó su katana en la funda negra, después miró al cielo unos momentos soltando un suspiro.
- Lo que haga con ellos tan solo me importa a mí, no necesito que nadie sepa lo que planeo hacer.
Parecía bastante seria en aquellas palabras, sin duda alguna era así. Escuchó las siguientes palabras de aquel rubio y soltó un suspiro, hacía aquello por gusto y no para ayudarle, por lo que negó varias veces y estuvo a punto de contestarle. En ese momento sintió un dolor punzante en el brazo izquierdo, una daga la había atravesado unos centímetros y produjo un quejido por parte de ella, miró hacia atrás y se dio cuenta de que había sido otro corsario. De un ágil movimiento pegó una zancada hacia él y lanzó un preciso corte, decapitándole en el acto y fijándose en como la cabeza rodaba por el suelo, ella ahora gruñó sentándose en el suelo y de un tirón se arrancó el pequeño cuchillo. Se cortó una manga para usar un vendaje improvisado y detener el sangrado.
- No quiero favores, ya pensaba eliminar a estos cabrones desde que aparecieron. Deberé esperar un poco para coger lo que había venido a buscar.
Su mirada estaba fija en el suelo pues no solía mirar a la cara cuando hablaba, a continuación se puso en pie guardando su arma de nuevo, todo su brazo izquierdo estaba al descubierto por haberse cortado la manga, le daba totalmente igual. Sin pensárselo ni un solo segundo, se quitó la sudadera quedando tan solo con un sujetador negro, los pantalones los llevaba puestos al menos, llegaba la hora de la caza y no necesitaba ese incómodo trozo de ropa. Frunció el ceño y ahora escuchó más pisadas, lo que la hizo empezar a caminar rumbo al ruido para terminar lo que había empezado.
- Lo que haga con ellos tan solo me importa a mí, no necesito que nadie sepa lo que planeo hacer.
Parecía bastante seria en aquellas palabras, sin duda alguna era así. Escuchó las siguientes palabras de aquel rubio y soltó un suspiro, hacía aquello por gusto y no para ayudarle, por lo que negó varias veces y estuvo a punto de contestarle. En ese momento sintió un dolor punzante en el brazo izquierdo, una daga la había atravesado unos centímetros y produjo un quejido por parte de ella, miró hacia atrás y se dio cuenta de que había sido otro corsario. De un ágil movimiento pegó una zancada hacia él y lanzó un preciso corte, decapitándole en el acto y fijándose en como la cabeza rodaba por el suelo, ella ahora gruñó sentándose en el suelo y de un tirón se arrancó el pequeño cuchillo. Se cortó una manga para usar un vendaje improvisado y detener el sangrado.
- No quiero favores, ya pensaba eliminar a estos cabrones desde que aparecieron. Deberé esperar un poco para coger lo que había venido a buscar.
Su mirada estaba fija en el suelo pues no solía mirar a la cara cuando hablaba, a continuación se puso en pie guardando su arma de nuevo, todo su brazo izquierdo estaba al descubierto por haberse cortado la manga, le daba totalmente igual. Sin pensárselo ni un solo segundo, se quitó la sudadera quedando tan solo con un sujetador negro, los pantalones los llevaba puestos al menos, llegaba la hora de la caza y no necesitaba ese incómodo trozo de ropa. Frunció el ceño y ahora escuchó más pisadas, lo que la hizo empezar a caminar rumbo al ruido para terminar lo que había empezado.
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Seguía enfadándose más y más conmigo por los comentarios que hacía. Además, parece que mi ayuda le había enfadado aún más.
-Lo siento, pues.
Al momento, vino un corsario sigilosamente y le clavó una daga lo más profundo que pudo, haciendo que un pequeño chorro de sangre fluyera por su hombro y antebrazo. Al instante, la persona había muerto siendo decapitada brutalmente por la mujer, de un veloz corte. Luego se hizo un vendaje para parar la hemorragia y me siguió hablando. Los quería matar a todos por mero gusto y estaba buscando otra cosa.
-Bueno, eso digo. Si me ayudas a cargármelos, ya que lo quieres hacer, te ayudaré yo con lo que hayas venido a buscar, pues dices que tendrás que esperar.
Después de terminar de hablar, se quitó la ropa, quedándose con un sujetador negro y dejando al aire sus dotes femeninos. Además, aparecieron más corsarios a la búsqueda de los amigos que no habían vuelto y la mujer puso de nuevo esa cara de sádica. Era mi trabajo y aunque no quisiera molestarla, debía erradicarlos.
A la carrera y al parecer sin plan ninguno, salieron alrededor de seis hombres armados con espadas baratas y muchas ganas de morir. Salí corriendo hacia el grupo entero, saqué la espada pesada que medía 2'30 m y aprovechando eso, hice un tajo horizontal, matando a tres de ellos cortándolos por la mitad. Maté a un cuarto de un puñetazo en el pecho el cual no pudo esquivar, rompiéndole todas las costillas y dejándolo inmovilizado.
Por detrás vinieron los dos que faltaban, apuntando con sus espadas hacia mí cual lanza a la altura del pecho. Se acercaban y no me daba tiempo a reaccionar para parar las dos lanzas a la vez, solamente una.
-Lo siento, pues.
Al momento, vino un corsario sigilosamente y le clavó una daga lo más profundo que pudo, haciendo que un pequeño chorro de sangre fluyera por su hombro y antebrazo. Al instante, la persona había muerto siendo decapitada brutalmente por la mujer, de un veloz corte. Luego se hizo un vendaje para parar la hemorragia y me siguió hablando. Los quería matar a todos por mero gusto y estaba buscando otra cosa.
-Bueno, eso digo. Si me ayudas a cargármelos, ya que lo quieres hacer, te ayudaré yo con lo que hayas venido a buscar, pues dices que tendrás que esperar.
Después de terminar de hablar, se quitó la ropa, quedándose con un sujetador negro y dejando al aire sus dotes femeninos. Además, aparecieron más corsarios a la búsqueda de los amigos que no habían vuelto y la mujer puso de nuevo esa cara de sádica. Era mi trabajo y aunque no quisiera molestarla, debía erradicarlos.
A la carrera y al parecer sin plan ninguno, salieron alrededor de seis hombres armados con espadas baratas y muchas ganas de morir. Salí corriendo hacia el grupo entero, saqué la espada pesada que medía 2'30 m y aprovechando eso, hice un tajo horizontal, matando a tres de ellos cortándolos por la mitad. Maté a un cuarto de un puñetazo en el pecho el cual no pudo esquivar, rompiéndole todas las costillas y dejándolo inmovilizado.
Por detrás vinieron los dos que faltaban, apuntando con sus espadas hacia mí cual lanza a la altura del pecho. Se acercaban y no me daba tiempo a reaccionar para parar las dos lanzas a la vez, solamente una.
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La morena observaba a su alrededor tratando de averiguar dónde estaba el grupo que seguía, después de unos momentos lo averiguó y sonrió de lado mientras se acercaba. Sin embargo el rubio se adelantó con aquel pedazo de espada, cosa que no le gustaba pues prefería el arte de armas pequeñas y usadas en cuestión de habilidad que abusar de fuerza y usar un poster. Pegó un suspiro al ver como mataba a tres del tirón y ahora se fijó en si le interesaba alguno, cosa que después le podía venir bien, pero tras mirarlos un poco se dio cuenta de que no le interesaban. Aquella isla era prehistórica y abandonada, no entendía que hacían allí los bucaneros, idiotas.
Ahora se fijó como dos atacaban por la espalda del cazador, desenvainó su Katana y lanzó un corte parando ambas con buena velocidad, su rostro se topó con el de los dos, una mirada sádica y llena de terror los observaba. Los rojizos ojos de la chica estaban fijos en ellos, además mostraba sus dientes de forma amplía. Las miradas de los rivales parecían sentir el miedo y ahora ella trazó dos rápidos ataques cercenando las yugulares de los corsarios, quedaron de rodillas ante ella y fue cuando de otros cortes, decapitó sus cabezas. La sangre recorría el suelo y las intenciones de la morena eran claras, acabar con todos esos payasos, ahora llegaba el momento de seguir a lo suyo.
- Simplemente busco un dinosaurio muy grande, necesito una muestra de sangre de alguno y ya se cual me vendrá bien.
Dicho aquello registró las ropas de los dos cuerpos que había eliminado, no tenían nada útil. Uno de ellos portaba una manzana, ella la cogió y se quedó mirándola bien, no tenía nada raro y el color era normal. Como buena científica habría detectado algo raro si estuviera podrida o algo así, de modo que ahora le dio un bocado con total tranquilidad para después seguir caminando y buscando el ser a por el que había ido.
Ahora se fijó como dos atacaban por la espalda del cazador, desenvainó su Katana y lanzó un corte parando ambas con buena velocidad, su rostro se topó con el de los dos, una mirada sádica y llena de terror los observaba. Los rojizos ojos de la chica estaban fijos en ellos, además mostraba sus dientes de forma amplía. Las miradas de los rivales parecían sentir el miedo y ahora ella trazó dos rápidos ataques cercenando las yugulares de los corsarios, quedaron de rodillas ante ella y fue cuando de otros cortes, decapitó sus cabezas. La sangre recorría el suelo y las intenciones de la morena eran claras, acabar con todos esos payasos, ahora llegaba el momento de seguir a lo suyo.
- Simplemente busco un dinosaurio muy grande, necesito una muestra de sangre de alguno y ya se cual me vendrá bien.
Dicho aquello registró las ropas de los dos cuerpos que había eliminado, no tenían nada útil. Uno de ellos portaba una manzana, ella la cogió y se quedó mirándola bien, no tenía nada raro y el color era normal. Como buena científica habría detectado algo raro si estuviera podrida o algo así, de modo que ahora le dio un bocado con total tranquilidad para después seguir caminando y buscando el ser a por el que había ido.
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La chica me había salvado de aquellos corsarios los cuales amenazaban mi vida. Le iba a dar las gracias cuando de repente me dijo a por lo que venía: Un dinosaurio, encima muy grande. ¿Cómo demonios lo iba a vencer si siquiera podía con los bucaneros en condiciones?
-Muchas gracias por salvarme.
Me acerqué a los piratas que se encontraban en el suelo, inertes y cogí las bolsas que colgaban de sus cuerpos. Las fui examinando una por una, viendo que ninguna tenía nada importante o siquiera me gustase algo. También miré sus armas y por si acaso, me llevé dos dagas que colgaban del cinturón de uno de ellos. Seguramente me sirvieran luego, así que las guardé en el bolsillo y me acerqué a la mujer, la cual se iba ya. La seguí hacia donde fuera, pues tampoco sabía donde estaban los demás piratas.
De camino hacia donde iba, fui viendo como era todo Little Garden, ya que había venido con anterioridad pero no había podido parar para disfrutar el paisaje de selva tropical. No paraba de darme con algunas ramas y hojas, pues mi altura no era la de una persona normal, la verdad. Tras un tiempo, me acerqué a un árbol el cual vi que tenía frutas, así que le pegué un puñetazo al tronco y cayeron tres de estas. Cogí la daga y la corté en varios trozos, observando la fruta por dentro ya que podía ser venenosa o estar infectada. Mas estaba totalmente limpia. Corté la fruta a la mitad, le saqué la parte de la semilla y las partes inservibles de esta y se la di a la mujer, haciendo lo mismo con la otra para comérmela yo.
-¿Qué tipo de dinosaurio es?
-Muchas gracias por salvarme.
Me acerqué a los piratas que se encontraban en el suelo, inertes y cogí las bolsas que colgaban de sus cuerpos. Las fui examinando una por una, viendo que ninguna tenía nada importante o siquiera me gustase algo. También miré sus armas y por si acaso, me llevé dos dagas que colgaban del cinturón de uno de ellos. Seguramente me sirvieran luego, así que las guardé en el bolsillo y me acerqué a la mujer, la cual se iba ya. La seguí hacia donde fuera, pues tampoco sabía donde estaban los demás piratas.
De camino hacia donde iba, fui viendo como era todo Little Garden, ya que había venido con anterioridad pero no había podido parar para disfrutar el paisaje de selva tropical. No paraba de darme con algunas ramas y hojas, pues mi altura no era la de una persona normal, la verdad. Tras un tiempo, me acerqué a un árbol el cual vi que tenía frutas, así que le pegué un puñetazo al tronco y cayeron tres de estas. Cogí la daga y la corté en varios trozos, observando la fruta por dentro ya que podía ser venenosa o estar infectada. Mas estaba totalmente limpia. Corté la fruta a la mitad, le saqué la parte de la semilla y las partes inservibles de esta y se la di a la mujer, haciendo lo mismo con la otra para comérmela yo.
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Mientras la joven caminaba de forma tranquila por el lugar, escuchó al tipo darle las gracias, lo había hecho por diversión y no por salvarle, por lo que continuó tranquilamente mientras se iba comiendo la manzana de forma tranquila. Era un sitio muy grande y sabía que le iba a costar dar con el ser que estaba buscando. Mientras avanzaban se dio cuenta de que ese hombre examinó los cadáveres, pero poco después descubrió que a lo mejor podía estar un poco ciego. El motivo de este pensamiento era simple, ella se estaba comiendo ya una fruta con tranquilidad y el rubio va y le ofrece otra, si que comiera mucho. Por aquel hecho negó y siguió a lo suyo con calma y tranquilidad.
Estaba a punto de responderle a su pregunta cuando de repente apartó unas ramas y se encontró con algo que no quería ver, no al menos de frente. Un enorme dinosaurio de color negro, ojos rojos, dientes afilados y una enorme cresta en la espalda. Iba a dos patas y debía de medir unos seis metros y medio, era el bicho que ella estaba buscando. Este se estaba comiendo el cadáver de un ser prehistórico parecido a un elefante pero diferente a un mamut. La verdad es que estaba algo sobresaltada y no se esperaba que el monstruoso lagarto apareciera así de buenas, tragó saliva mientras retrocedía y de repente saltó a un lado evadiendo un mordisco del inmenso dinosaurio.
- Bueno pues aquí lo tienes, este ser es el que he venido a buscar, ahora debo conseguir la parte que me interesa.
Mencionó despacio al mismo tiempo que se echaba a un lado evadiendo ahora un arañazo pues sus brazos no eran muy pequeños, al contrario de los demás seres de su especie que tenían fama de tener brazos cortos. Había muchas bromas sobre tiranosaurios que no podían hacer pesas ni nada por el estilo, pero ahora debía centrarse y la morena estaba lista. Se lanzó al suelo metiéndose por un pequeño hueco que la condujo bajo las raíces de un árbol, escondiéndose allí y mirando de cerca las patas del animal. Lanzó un corte por uno de los huecos provocándole al enorme reptil una herida muy fea en el dedo, lo que hizo que rugiera de ira con todas sus fuerzas, Milena pasaba de sus quejas pues estaba muy cómoda allí abajo y ahora iba a encargarse de él.
Estaba a punto de responderle a su pregunta cuando de repente apartó unas ramas y se encontró con algo que no quería ver, no al menos de frente. Un enorme dinosaurio de color negro, ojos rojos, dientes afilados y una enorme cresta en la espalda. Iba a dos patas y debía de medir unos seis metros y medio, era el bicho que ella estaba buscando. Este se estaba comiendo el cadáver de un ser prehistórico parecido a un elefante pero diferente a un mamut. La verdad es que estaba algo sobresaltada y no se esperaba que el monstruoso lagarto apareciera así de buenas, tragó saliva mientras retrocedía y de repente saltó a un lado evadiendo un mordisco del inmenso dinosaurio.
- Bueno pues aquí lo tienes, este ser es el que he venido a buscar, ahora debo conseguir la parte que me interesa.
Mencionó despacio al mismo tiempo que se echaba a un lado evadiendo ahora un arañazo pues sus brazos no eran muy pequeños, al contrario de los demás seres de su especie que tenían fama de tener brazos cortos. Había muchas bromas sobre tiranosaurios que no podían hacer pesas ni nada por el estilo, pero ahora debía centrarse y la morena estaba lista. Se lanzó al suelo metiéndose por un pequeño hueco que la condujo bajo las raíces de un árbol, escondiéndose allí y mirando de cerca las patas del animal. Lanzó un corte por uno de los huecos provocándole al enorme reptil una herida muy fea en el dedo, lo que hizo que rugiera de ira con todas sus fuerzas, Milena pasaba de sus quejas pues estaba muy cómoda allí abajo y ahora iba a encargarse de él.
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Justo al preguntar, nos encontramos con un gigantesco dinosaurio, tres veces más grande que yo y eso ya era decir. Era el típico dinosaurio al que te imaginas al oír la palabra. Una especie de T-Rex, mas con unos brazos acordes a su tamaño y totalmente útiles, pues de un zarpazo te cortaba en tiras. Su boca era ancha, capaz de comerse a mi compañera de un bocado y en su interior se encontraba una gran fila de dientes afilados.
Iba a decirle cuidado, cuando de pronto el monstruoso dinosaurio soltó un mordisco hacia la mujer que, gracias a dios, esquivó sin dificultad. Acto seguido, le hizo un buen tajo en el dedo lo cual obligó al dinosaurio a soltar quejas. Al fin y al cabo, no era un monstruo sino un gran dinosaurio y como tal era posible vencerlo.
Cogí las dos dagas que estaban en el cinturón, fruto de la anterior colecta de los cadáveres. Eran ligeras para su tamaño y grosor así que no me fue difícil lanzarlas a su cara y que una le diera en el ojo, mientras la otra rebotaba ridículamente ante su dura piel cubierta de escamas.
Aprovechando la ceguera, salí corriendo mientras desenfundaba la espada pesada y la puse con el filo hacia él. La puse a la altura del ''tobillo'' del dinosaurio, la parte más frágil de toda su pierna y seguramente pudiera tumbarlo para clavarle una espada en la vena del cuello. Así, le propiné un tajo que sin duda alguna dolió al lagarto, soltando un agudo chillido seguido de unos ''rugidos'' tímidos eclipsados por el dolor. Cayó al suelo con la pata dolida, mas bien sabía que seguía pudiendo caminar con facilidad.
Dejé la espada donde estaba clavada y cogí la espada ligera, clavando su filo con fuerza en la tripa del dinosaurio, la cual no llegó profundo debido a la dureza de su cuerpo. Simplemente creé una herida la cual hacía perder una cantidad ridícula al dinosaurio para su tamaño, el cual se levantó en un momento y me miró con decisión. Sin espadas, me vi obligado a salir corriendo para que no me asesinara de un mordisco. Viendo mi huida, el lagarto salió corriendo tras mí, asestando mordiscos y arañazos al aire. Eso sí, su rapidez se veía truncada por las dos espadas, lo que me salvó de perder la vida y ser más rápido que él.
Iba a decirle cuidado, cuando de pronto el monstruoso dinosaurio soltó un mordisco hacia la mujer que, gracias a dios, esquivó sin dificultad. Acto seguido, le hizo un buen tajo en el dedo lo cual obligó al dinosaurio a soltar quejas. Al fin y al cabo, no era un monstruo sino un gran dinosaurio y como tal era posible vencerlo.
Cogí las dos dagas que estaban en el cinturón, fruto de la anterior colecta de los cadáveres. Eran ligeras para su tamaño y grosor así que no me fue difícil lanzarlas a su cara y que una le diera en el ojo, mientras la otra rebotaba ridículamente ante su dura piel cubierta de escamas.
Aprovechando la ceguera, salí corriendo mientras desenfundaba la espada pesada y la puse con el filo hacia él. La puse a la altura del ''tobillo'' del dinosaurio, la parte más frágil de toda su pierna y seguramente pudiera tumbarlo para clavarle una espada en la vena del cuello. Así, le propiné un tajo que sin duda alguna dolió al lagarto, soltando un agudo chillido seguido de unos ''rugidos'' tímidos eclipsados por el dolor. Cayó al suelo con la pata dolida, mas bien sabía que seguía pudiendo caminar con facilidad.
Dejé la espada donde estaba clavada y cogí la espada ligera, clavando su filo con fuerza en la tripa del dinosaurio, la cual no llegó profundo debido a la dureza de su cuerpo. Simplemente creé una herida la cual hacía perder una cantidad ridícula al dinosaurio para su tamaño, el cual se levantó en un momento y me miró con decisión. Sin espadas, me vi obligado a salir corriendo para que no me asesinara de un mordisco. Viendo mi huida, el lagarto salió corriendo tras mí, asestando mordiscos y arañazos al aire. Eso sí, su rapidez se veía truncada por las dos espadas, lo que me salvó de perder la vida y ser más rápido que él.
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Mientras la chica esperaba que el dinosaurio se distrajera, aquel rubio lanzó de repente unas cuantas dagas contra la bestia, volándole uno de sus ojos y después cortándole el tobillo, por fin tanta fuerza bruta servía de algo. Lo rugidos de la criatura eran de lo más escalofriantes y por ello esperó un poco más en aquel lugar, escondida y sin hacer ningún tipo de ruido en especial pues no quería volver a llamar la atención del tremendo dinosaurio. Estuvo un par de segundos más callada hasta que se dio cuenta de que era su oportunidad para atacar pues el ser estaba ahora corriendo tras el espadachín, cosa que le iba a venir de perlas para hacer lo que estaba planeando.
Empezó a correr tras ellos dispuesta a finalizar de una vez aquello y por ello al ver a dónde se dirigían tomó un pequeño atajo. Siguió corriendo hasta llegar a un saliente con algo de altura tras subir una cuesta arriba y después se quedó esperando a que aquellos dos pasaran por debajo. Después de unos momentos y al comprobar que se acercaban, sonrió de lado y saltó sin pensárselo, aterrizó en la cabeza del dinosaurio, pero por desgracia para este, la chica bajaba apuntando con la espada hacia abajo. La inercia de la caída actuó a su favor sumada a sus manos y por ello atravesó la cabeza del animal como si de un trozo de madera fuese, no la llegó a atravesar entera pero lo justo para dar en el cerebro.
La morena apretó bien su arma para asegurarse y después la guardó en su funda, mientras el animal caía, sacó una jeringuilla y le extrajo algo de sangre y la guardó, ya había cumplido su objetivo allí. Saltó a unos lechos y aterrizó con su cuerpo, quedando tumbada y notando algo de dolor, a lo que soltó un quejido, después de aquello suspiró y se puso en pie. Miró al otro hombre y le señaló la muestra con la mano, lo que indicaba que ya tenía lo que estaba buscando y por ello pronto se iría de allí. La cosa era así de simple, iba de un lado a otro recogiendo muestras y cualquiera cosa que pudiera servirle para sus experimentos, la vida de una científica era muy dura y más para ella.
Empezó a correr tras ellos dispuesta a finalizar de una vez aquello y por ello al ver a dónde se dirigían tomó un pequeño atajo. Siguió corriendo hasta llegar a un saliente con algo de altura tras subir una cuesta arriba y después se quedó esperando a que aquellos dos pasaran por debajo. Después de unos momentos y al comprobar que se acercaban, sonrió de lado y saltó sin pensárselo, aterrizó en la cabeza del dinosaurio, pero por desgracia para este, la chica bajaba apuntando con la espada hacia abajo. La inercia de la caída actuó a su favor sumada a sus manos y por ello atravesó la cabeza del animal como si de un trozo de madera fuese, no la llegó a atravesar entera pero lo justo para dar en el cerebro.
La morena apretó bien su arma para asegurarse y después la guardó en su funda, mientras el animal caía, sacó una jeringuilla y le extrajo algo de sangre y la guardó, ya había cumplido su objetivo allí. Saltó a unos lechos y aterrizó con su cuerpo, quedando tumbada y notando algo de dolor, a lo que soltó un quejido, después de aquello suspiró y se puso en pie. Miró al otro hombre y le señaló la muestra con la mano, lo que indicaba que ya tenía lo que estaba buscando y por ello pronto se iría de allí. La cosa era así de simple, iba de un lado a otro recogiendo muestras y cualquiera cosa que pudiera servirle para sus experimentos, la vida de una científica era muy dura y más para ella.
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La chica al parecer me abandonó contra el dinosaurio, pues se fue por otro camino. Que morro tenía, yo jugando mi pellejo por ayudarla y ella huyendo cuando siquiera la habían tocado. ¿Qué se creía? La gente como esta me enfadaba mucho, demasiado a decir verdad. No aguantaba a este tipo de personas. Todo esto se desvaneció de mi mente cuando vi a la chica al pie de un saliente superior a mi camino y entendí su idea. A mi parecer, quería saltar sobre el dinosaurio y asesinarlo en un momento, así que le seguí el juego y no paré de correr, siguiendo el camino para la perdición del bicho.
En cuanto llegó el momento, vi como la mujer saltaba sin temor alguno hacia el dinosaurio con su espada apuntando a su cráneo. Me resultaba fascinante verla tirarse desde una altura considerable hacia un animal gigante que se la podía comer de un bocado sin siquiera pestañear. Con bastante suerte a decir verdad, cayó en el centro exacto de la cabeza, asesinándolo fríamente. Había cortado su cerebro, matándolo directamente sin dejarle sufrir. Así no me sentía tan culpable, ciertamente.
En un momento, sacó una jeringuilla y extrajo sangre del ya muerto animal. No entendía la razón de esta práctica, ya que lo había hecho con los piratas anteriormente. ¿Una macabra colección? Podía ser, la diversidad en este mundo es infinita. Aunque claro, siempre podían ser locos experimentos como los que salen en las historietas de terror, de los que salen temibles monstruos arrasa-ciudades. Y ya estaba desvariando de nuevo. Sin prestarle atención, la chica cayó a unos lechos y soltó un quejido por el ''dolor''.
No es que fuera mi dura por lo que demostraba, mas le sobraba la valentía. Se levantó en un momento y me enseñó la muestra de sangre, demostrando lo que parecía ser una sonrisa. Me acerqué a ella y le pregunté una sola cosa.
-¿Al final me ayudarás o no?
En cuanto llegó el momento, vi como la mujer saltaba sin temor alguno hacia el dinosaurio con su espada apuntando a su cráneo. Me resultaba fascinante verla tirarse desde una altura considerable hacia un animal gigante que se la podía comer de un bocado sin siquiera pestañear. Con bastante suerte a decir verdad, cayó en el centro exacto de la cabeza, asesinándolo fríamente. Había cortado su cerebro, matándolo directamente sin dejarle sufrir. Así no me sentía tan culpable, ciertamente.
En un momento, sacó una jeringuilla y extrajo sangre del ya muerto animal. No entendía la razón de esta práctica, ya que lo había hecho con los piratas anteriormente. ¿Una macabra colección? Podía ser, la diversidad en este mundo es infinita. Aunque claro, siempre podían ser locos experimentos como los que salen en las historietas de terror, de los que salen temibles monstruos arrasa-ciudades. Y ya estaba desvariando de nuevo. Sin prestarle atención, la chica cayó a unos lechos y soltó un quejido por el ''dolor''.
No es que fuera mi dura por lo que demostraba, mas le sobraba la valentía. Se levantó en un momento y me enseñó la muestra de sangre, demostrando lo que parecía ser una sonrisa. Me acerqué a ella y le pregunté una sola cosa.
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La chica escuchó las palabras de aquel cazador sobre ayudarle, ella ya había finalizado su trabajo y no tenía nada más que hacer allí con él, a decir verdad ese chico se le había acoplado. Miró a la enorme criatura muerta y entrecerró los ojos despacio para después soltar un suspiro y meter ambas manos en los bolsillos. El día no había sido fácil pero le daba lo mismo, estaba satisfecha debido a lo que había logrado y por ello seguramente se iría a la siguiente isla para continuar con su objetivo. Miró hacia el suelo unos momentos para después alzar la mirada hacia el cielo, estaba analizando todo a su alrededor y al verlo correcto decidió poner fin a su misión, por lo que ahora observó al rubio con calma. Le dirigió la palabra en su tono frío y seco de siempre para informarle.
- Mi misión en esta isla ha finalizado por el momento, de modo que ahora me largo hacia mi siguiente objetivo. No me interesan esas ratas de la piratería, no creo que me necesites, demuestra que eres un hombre.
Ahora empezó a caminar alejándose de aquel lugar. No tardó en llegar a la playa dónde había visto el barco pirata anterior, allí continuaba el enorme navío de velas negras y al parecer lo habían dejado abandonado. La morena sonrió de lado y ahora empezó a caminar despacio hasta él, una vez estuvo cerca subió por unas cuerdas que habían dejado ellos para subir cuando volviesen, era una lástima pero se iban a quedar sin barco. Puso aquello en marcha con mucho esfuerzo pues no tenía ni idea de navegación, ahora empezó a alejarse de la isla cuando de re repente escuchó un ruido tras ella.
Se giró despacio y pudo ver a un corsario de pelo rojizo y ojos azules. Parecía ser ya bastante mayor y estaba algo fuerte, se tiró a por la chica con un sable por delante, pero esta sacó su katana de forma elegante y de un corte rápido le cortó el cuello, dejándolo tirado en el suelo. El cuerpo empezó a desangrarse rápidamente mientras ella suspiraba, lo siguiente que hizo fue subir a la cota del vigía y cargarse la bandera de la calavera, de esa forma no habría problemas de que la atacaran otros barcos marines o del gobierno. La científica se largaba de una vez de la maldita isla.
- Mi misión en esta isla ha finalizado por el momento, de modo que ahora me largo hacia mi siguiente objetivo. No me interesan esas ratas de la piratería, no creo que me necesites, demuestra que eres un hombre.
Ahora empezó a caminar alejándose de aquel lugar. No tardó en llegar a la playa dónde había visto el barco pirata anterior, allí continuaba el enorme navío de velas negras y al parecer lo habían dejado abandonado. La morena sonrió de lado y ahora empezó a caminar despacio hasta él, una vez estuvo cerca subió por unas cuerdas que habían dejado ellos para subir cuando volviesen, era una lástima pero se iban a quedar sin barco. Puso aquello en marcha con mucho esfuerzo pues no tenía ni idea de navegación, ahora empezó a alejarse de la isla cuando de re repente escuchó un ruido tras ella.
Se giró despacio y pudo ver a un corsario de pelo rojizo y ojos azules. Parecía ser ya bastante mayor y estaba algo fuerte, se tiró a por la chica con un sable por delante, pero esta sacó su katana de forma elegante y de un corte rápido le cortó el cuello, dejándolo tirado en el suelo. El cuerpo empezó a desangrarse rápidamente mientras ella suspiraba, lo siguiente que hizo fue subir a la cota del vigía y cargarse la bandera de la calavera, de esa forma no habría problemas de que la atacaran otros barcos marines o del gobierno. La científica se largaba de una vez de la maldita isla.
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